El Ingeniero Agrónomo en España. Gonzalo Medina

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Excmos. e Ilmos. Sres., compañeros Ingenieros Agrónomos,
Señoras, Señores, buenos días a todos.
Quiero
comenzar
mi
intervención
agradeciendo
a
la
organización la oportunidad de dirigirme a ustedes, a los que
agradezco también su presencia y pido disculpas por no
poderme expresar en portugués.
Entrando en el tema que nos ocupa, me corresponde hablar
del Ingeniero Agrónomo en España. Perspectivas de futuro,
dentro del panel Visión Histórica/Contexto general, tema que
entiendo es extensible a otros países aunque quizá precisase
pequeños cambios de matiz o nombres propios.
Comenzando por la visión histórica, a nadie se le escapa que
los asuntos agrarios, en cuanto son necesarios para la
alimentación, tienen una larga historia que no cabría en esta
intervención y que ya desde antiguo generó textos que, en la
mayoría de los casos, podríamos definir como descripción de
conocimientos basados en la experiencia.
Sin profundizar más, y a modo de ejemplo, citaré los tres
clásicos de la agricultura en España:
- Los doce libros de Agricultura, escritos por Columela
hacia el año 42.
- El “Tratado de Agricultura” de Abu Zacaria escrito hacia
finales del siglo XII y
- La “Agricultura General” de Gabriel Alonso de Herrera,
publicada por primera vez en 1513.
Escritas en latín, árabe y castellano respectivamente, al menos
las dos primeras se puede decir que son no solo españolas
sino ibéricas, ya que ni Portugal ni España existían aun como
países.
Con esta sabiduría de la experiencia llegamos a la segunda
mitad del siglo XVIII en que, con la Ilustración, se va
imponiendo la racionalización de la agricultura empezando por
su enseñanza para continuar con su práctica.
En esta época se publican en diversos países lo que ya
pretende ser “Tratados de Agricultura”, promovidos por las
sociedades
económicas
o
sociedades
de
fomento,
y
documentos monográficos alentando o analizando la incipiente
legislación agraria que se iba promulgando (como ejemplo
español más conocido tenemos el Informe en el Expediente de
Ley Agraria que, escrito en 1795 por Jovellanos, fue
presentado por la Sociedad Económica de Madrid).
Con ello llegamos al siglo XIX en que las ideas anteriores
comienzan a transformarse en hechos.
Así, y refiriéndome a España, en 1819 se publica el
“Reglamento y Plan de Enseñanza que ha de seguirse en la
explicación de la Agricultura” y se crean seis cátedras para
ello.
En 1842 el Rey, a través de su tutor, ordena “Pregúntese al
profesor Don Juan Mieg si en caso de tener conocimiento
de las escuelas de arbolado y agricultura que,…, existen
en… Alemania, juzga que convenga establecer una…”
El interés real no se ve correspondido por el Sr. Mieg (que no
contesta) y ese mismo año se vuelve a pedir informe, esta vez
a la Sociedad Económica de Amigos del País, que contesta
considerando “útil y necesaria” la creación de la escuela.
Diversos informes, estudios, presupuestos, etc. nos llevan a
1855 en que, durante el reinado de Isabel II y a propuesta del
entonces Ministro de Fomento D. Manuel Alonso Martínez, el
1º de septiembre se publica el Real Decreto por el que se crea
la Escuela Central de Agricultura en que se impartirán los
estudios correspondientes al titulo de Ingeniero Agrónomo y
como escalón anterior el de Perito Agrícola.
Ya en el preámbulo del Real Decreto, el Ministro resalta la
importancia de la agricultura y nos indica el objetivo de la
escuela cuando dice: “…el día en que por la propagación de
la enseñanza y la construcción de canales y caminos
adquiera (la agricultura) en España el desarrollo que ha
obtenido en otros pueblos más atentos a su prosperidad,
…, V.M. tendrá el envidiable privilegio de reinar en un país
agrícola por excelencia,…” y cuando mas tarde añade: “…;
el joven estudioso, que conquistando con sus vigilias el
título de… …Ingeniero Agrónomo, se proporcionará una
honrosa subsistencia con el ejercicio de su profesión,
abrirá cátedras de la ciencia, o será útil al Estado en los
destinos administrativos.”
Los comienzos, como ocurre casi siempre, fueron difíciles
tanto por la precariedad de medios y espacio como por la
incomprensión (cuando no franco desprecio) con que fueron
acogidos por la sociedad los primeros titulados y que nos
describe uno de ellos, D. Gumersindo Fernández de la Rosa,
con las siguientes palabras:
“ Por tan ásperas sendas caminaron,… …, los aspirantes
al título de Ingeniero Agrónomo, tan llenos de ilusiones y
esperanzas
al
comienzo
de
la
carrera,
como
descorazonados al recoger,… …, el anhelado diploma, que
por igual miraban con sonrisa irónica y desdeñosa, así los
simples rústicos, como los discretos urbanos, que
afectaban creer que el sumo resorte del progreso agrícola
estaba en las callosas manos de los que, con estéril
denuedo, sabían resistir las intemperies y manejar con
habilidad y destreza la laya celta y el arado romano”.
Pero como también ocurre a menudo, el buen hacer fue
recompensado y así el mismo autor continua:”… transcurrió
muy poco tiempo para que aquel exiguo y desvalido
apostolado (… …) hiciese patente su influjo avivando las
ansias
de
reforma,
ya
sentidas
por
los
espíritus
clarividentes… . En el libro, en la prensa periódica, en las
cátedras,… … , en el seno de ciertas Asociaciones y en los
campos de cultivo, realizose una activa propaganda, que
hubo de dar fruto proporcionado …” .
Pasados los primeros años, en 1869 la Escuela se traslada a
Madrid a un emplazamiento que, prácticamente, coincide con
el que ocupa la Escuela actual.
Trasladémonos ahora a los primeros años 40 del pasado siglo,
tras la Guerra Civil española.
Como consecuencia de la misma se hace necesario poner de
nuevo en pie un sector agrícola que fuese capaz de alimentar
a la población.
Hay que tener en cuenta que, igual que en otros países
europeos, las distintas Escuelas Especiales de Ingeniería
estaban ligadas a lo que hoy llamamos Ministerios de tutela y
es entonces cuando se produce el gran “boom” del sector
publico como empleador de Ingenieros Agrónomos tanto en
organismos existentes como de nueva creación, organismos
que, en muchos casos, continúan en la actualidad aunque sea
con distinto nombre.
En paralelo, aunque con cierto desfase, se produce un
incremento notable de la intervención de los Ingenieros
Agrónomos en el sector privado, actividad para cuya
regulación se crean los correspondientes Consejo General y
Colegios Oficiales por Decreto de 31 de Marzo de 1950.
Siguiendo con el acercamiento al presente, en los últimos 30
años se ha ido consolidando esta actividad de los Ingenieros
Agrónomos en el sector privado, fundamentalmente en el
sector de la consultoría, en el que nuestros colegas gozan de
merecido prestigio.
Y llegamos con ello a 2010 y surgen las preguntas.
La primera y más genérica, y que por tanto engloba otras
muchas es; ¿Qué es actualmente el Ingeniero Agrónomo en
España?
Pues bien, intentaré contestar el qué y el por qué.
Como inicio decir que el Ingeniero Agrónomo es el Técnico
Superior formado específicamente para el aprovechamiento
(producción, transformación y acondicionamiento) de los
recursos
naturales
que,
consumidos por el hombre.
directa
o
indirectamente,
son
Desde sus inicios, los Ingenieros Agrónomos han estado, y
siguen, a la cabeza de la investigación y el desarrollo agrario y
alimentario, destacando además la importante obra escrita que
muchos han dejado y sin olvidar la labor, no siempre bien
reconocida, de divulgación de las nuevas tecnologías en el
sector agrario.
Una sólida formación en ciencias básicas, junto con los
complementos específicos necesarios, capacitan al Ingeniero
Agrónomo para actuar, con el máximo nivel de calidad, en
todas
las
técnicas
de
ingeniería
aplicadas
al
mundo
agroalimentario en todos los eslabones de la cadena. Entre
ellas, y a modo de ejemplo, citaremos la construcción (en su
doble
aspecto
de
edificación
y obra
civil),
hidráulica,
electrotecnia, frío industrial, diseño industrial, ...
Además, una amplia preparación en ciencias biológicas
(bioquímica,
microbiología,
genética,
biotecnología,
etc)
permite al Ingeniero Agrónomo aplicar específicamente las
técnicas de ingeniería al sustrato biológico que es la base de la
cadena alimentaria humana comenzando por la producción
agrícola y ganadera y continuando por las sucesivas
transformaciones de los productos hasta llegar a manos del
consumidor.
Ahora debemos plantearnos el futuro.
Confieso, de entrada, mis escasas dotes y nula experiencia
como profeta.
Sentada esta premisa, pretendo someter a su reflexión
algunos hechos o tendencias que pueden marcar el futuro de
los Ingenieros Agrónomos.
En primer lugar, en estos momentos al hablar de agricultura no
podemos olvidar que la inmensa mayoría de nuestras
actividades se desarrollan en el medio rural y condicionan y
están condicionadas por la ordenación del territorio y el
respeto
medioambiental,
constituyendo
ambas
materias
ámbitos en los que el Ingeniero Agrónomo puede y debe
aplicar los conocimientos que la sociedad le ha dado,
aportando
soluciones
sostenibles
agroalimentario como agroenergético.
tanto
en
el
campo
En este aspecto, un reto que tenemos es desarrollar sistemas
más eficaces para evitar la degradación y, finalmente,
desertización de las tierras agrícolas, la contaminación de las
aguas, sobre todo en los acuíferos subterráneos, y la
resistencia progresiva de las plagas a los compuestos
sintéticos. Para lograr estos objetivos hay que potenciar al
máximo la investigación aplicada.
Otro reto importante es la reducción de los “inputs” energéticos
agrarios, ya que la energía es un bien escaso y caro. Esto
invita a una evaluación más exhaustiva de los balances
energéticos de los proyectos.
Por otro lado, la planificación de recursos, tanto energéticos
como ambientales es, en sí misma una fuente de empleo no
suficientemente explorada.
El desarrollo rural, entendido en el más amplio sentido de la
palabra, como medio para hacer nuestras zonas rurales más
habitables (y, por tanto, más habitadas) es otro de los desafíos
que los profesionales relacionados con la agricultura debemos
enfrentar.
Así, dotar a nuestros pueblos de infraestructuras y servicios,
promover
o
apoyar
iniciativas
de
diversificación
y
transformación de nuestros productos agrarios, compatible con
la potenciación de los productos de calidad existentes, son
actividades tras las cuales debería haber un Ingeniero
Agrónomo.
Tampoco debemos olvidar la globalización que permeabiliza
fronteras no sólo en la Unión Europea sino con terceros países
que
ofrecen
interesantes
perspectivas
a
profesionales
cualificados.
Quiero transmitir también dos ideas, que no por evidentes son
menos importantes:
- 1ª.- Mientras el hombre necesite alimentarse y la fuente
primaria de su alimentación sean productos de origen vegetal y
animal, será preciso que exista quien estudie, desarrolle e
implante
las
tecnologías
de
producción,
manipulación,
elaboración, transformación, acondicionamiento, conservación
y utilización de dichos alimentos, garantizando su seguridad e
idoneidad.
- 2ª.- Lo mismo puede decirse de los aprovechamientos
energéticos de determinados cultivos en los que el trabajo de
los
Ingenieros
Agrónomos
permite
albergar
fundadas
esperanzas de diversificación de lo que puede ser el paisaje
rural y la renta agraria en un futuro quizá más próximo de lo
que pensamos.
Pues esta es la labor del Ingeniero Agrónomo.
Para terminar mi intervención, permítanme citar un parrafito del
prefacio de la traducción al francés que Charles Pictet hace del
curso de agricultura inglesa publicado en 1808:
Dice Pictet: “La agricultura es una ciencia amplia que
contiene a todas las otras; pero como es también un arte
en que todos opinan y creen poder razonar hay siempre
muchas interpretaciones de cada hecho y cada detalle.
Para discernir lo que es esencial en un hecho agrícola
cualquiera, es preciso no sólo mucho conocimiento, sino
también experiencia y capacidad de análisis”
Creo que sigue siendo actual 200 años después.
Muchas gracias
Valladolid, Julio de 2010
GONZALO MEDINA-BOCOS MONTARELO
Decano del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de
Castilla y León y Cantabria.
Presidente de la Asociación Nacional de Ingenieros
Agrónomos.
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