Biocombustibles: Una respuesta de los agricultores - Copa

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Biocombustibles: Una respuesta
de los agricultores europeos y de
sus cooperativas a las preocupaciones de la sociedad
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Biocombustibles: Una respuesta de los agricultores europeos y de sus cooperativas a las
preocupaciones de la sociedad
La creciente preocupación por la evolución de las emisiones de gases de efecto invernadero producidos por el sector de los transportes, y por el coste y la disponibilidad de los abastecimientos
de la energía fósil han llevado a los ministros de la UE a introducir medidas que garanticen de
cara al futuro, una mayor utilización de fuentes de energía más respetuosas del medio ambiente.
De aquí a 2020, el consumo de combustibles, gasolina y diesel, por los medios de transporte de
cada Estado miembro de la Unión europea deberá provenir en un 10% de “fuentes renovables”.
Esta política ha sido motivo de mucha controversia, al proclamar muchos grupos que tendría
un impacto negativo en lugar de positivo en el medio ambiente, destruyendo ecosistemas de
preciado valor, generando más emisiones que reduce de gases de efecto invernadero y causando
la subida de los precios de los productos alimenticios, contribuyendo así al empobrecimiento y
al hambre de los países en desarrollo.
¿Están en lo cierto estas afirmaciones? Veamos lo que dicen los hechos.
• ¿Qué son los “biocombustibles”?
• ¿Pueden realmente contribuir los biocombustibles a reducir las emisiones de
gases de efecto invernadero?
• ¿Es apropiada la política de la UE consistente en fijar el 10% de incorporación
obligatoria de biocombustibles de aquí a 2020?
• ¿Está desembocando la mayor demanda de biocombustibles en la subida de los
precios de los productos alimenticios?
• ¿Cómo van a mejorar los biocombustibles la seguridad alimentaria de la UE? • ¿Va a ser perjudicial la producción de biocombustibles para los países en desarrollo? ¿Aumentarán la pobreza e incluso el hambre en el mundo?
• ¿Qué debemos hacer para estar seguros de que el impacto de los biocombustibles será positivo?
• ¿Deberíamos dejar de invertir en la tecnología actual y esperar a que llegue la
llamada “próxima generación” de biocombustibles?
• ¿Deberían dejarse los biocombustibles a expensas de las fuerzas del mercado?
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¿Qué son los biocombustibles?
Los biocombustibles pueden subdividirse en dos categorías
principales: el bioetanol y el biodiesel. El bioetanol sustituye
al petróleo fósil y proviene del azúcar de caña y de remolacha
y del almidón producido, por ejemplo, a partir del trigo y de la
cebada. El biodiesel es un sustitutivo del diesel y se elabora a
partir de plantas oleaginosas como el aceite de colza, de soja, de
girasol y de materias grasas vegetales. Por otra parte, los científicos están desarrollando unos biocombustibles más avanzados,
con los que se conseguirá convertir la celulosa y el lignino que
contienen todas las plantas, además de los desechos orgánicos,
en combustibles líquidos. Ahora bien, es necesario que se siga
investigando, por lo que es poco probable que los biocombustibles avanzados no salgan al mercado hasta dentro de unos años.
Los biocombustibles pueden mezclarse con los combustibles
existentes para el transporte sin necesidad de cambiar las
infraestructuras actuales, por lo que son una parte práctica e
inmediata de la solución, al afrontar el problema del aumento
de las emisiones del sector de los transportes.
¿Pueden realmente contribuir los biocombustibles a
reducir las emisiones de gases de efecto invernadero?
Sí. Al contrario de lo que ocurre con los yacimientos de petróleo, los biocombustibles elaborados a partir de la biomasa se
renuevan rápidamente con cada cosecha. La fotosíntesis ayuda
a las plantas a capturar la energía solar y a absorber el CO2 de
la atmósfera a través de la producción de la biomasa que puede
convertirse en biocombustibles. En mezcla con los combustibles tradicionales, los biocombustibles contribuyen a reducir
las emisiones de gases de efecto invernadero de origen fósil
producidos por los motores. La reducción de carbono depende
de las materias primas que se utilicen y de cómo se produzca el
biocombustible. Los biocombustibles producidos de manera
apropiada ofrecen un ahorro significativo, en comparación con
los combustibles fósiles tradicionales.
La UE1 se ha comprometido a introducir normas que aseguren
1 COM(2008)19 final
que los únicos biocombustibles utilizados en la UE sean aquellos que sean realmente eficaces a la hora de reducir las emisiones de CO2. La reducción de carbono conseguida con la utilización de los biocombustibles deberá ser de al menos un 35% de
la que se produciría utilizando los combustibles fósiles. Por lo
general, el biodiesel producido a partir de la colza cultivada en
Europa proporciona una reducción de gases de efecto invernadero del 44% en comparación con los combustibles fósiles. El
resultado que suele conseguirse con el etanol producido a partir
de remolacha de la UE es del 48%. Según va desarrollándose la
industria, los adelantos aportados a las tecnologías actuales y a
las nuevas tecnologías desembocarán en una reducción aún más
importante.
¿Es apropiada la política de la UE consistente en fijar el
10% de incorporación obligatoria de biocombustibles
de aquí a 2020?
Sí, los biocombustibles son un arma importante en la lucha contra el cambio climático. La utilización de mayores cantidades
de biocombustibles es parte de la solución para controlar el incremento perjudicial de las emisiones de CO2 de los medios de
transporte – junto con otras políticas tales como el fomento de
vehículos más limpios o la organización de la logística de transportes. El sector de los transportes es responsable de la emisión
de gases de efecto invernadero 365 días al año. Los transportes
son ya responsables de más de un quinto de las emisiones de
gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático en la Unión Europea. Y las emisiones están aumentando más
rápidamente en este sector que en cualquier otro. En total, las
emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del transporte terrestre aumentaron en un 27% entre 1990 y 20052.
A partir de su aplicación en la UE, se ha observado que los objetivos voluntarios3 han sido de poca utilidad para estimular el
uso de los biocombustibles. Asimismo, tampoco es posible utilizar el sistema de intercambio de cuotas de gases de efecto invernadero4 al sector de los transportes, al estar constituido por
tantos pequeños usuarios. Por eso es necesario fijar un objetivo
obligatorio. Un objetivo mínimo obligatorio de incorporación
del 10% de biocombustibles en los transportes de aquí a 2020 contribuirá igualmente a afrontar los problemas de abastecimiento de las futuras fuentes energéticas. ¡La dependencia del
sector de los transportes de la UE de la importación de petróleo
asciende al 98%! ¡Con un precio de más de 120$ el barril, esta
dependencia no es buena ni para la inflación, ni para el coste de
los productos alimenticios, de los piensos o de la energía! Por
2 Informe EEA “El Clima a favor de un cambio de transportes” 1/2008
3 Directiva (CE) n° 2003/30
4 El Sistema de Intercambio de Emisiones de la UE (SIE UE) es una ayuda que se brinda a los
Estados miembros de la UE para cumplir sus compromisos de limitar o reducir las emisiones de
gases de efecto invernadero de manera efectiva desde el punto de vista del coste. Actualmente, en cada período de intercambio del sistema, los Estados miembros elaboran sus planes
nacionales de asignación (PNA) en los que determinan el nivel total de sus emisiones en el SIE
y la asignación que dan a cada instalación de su país. A finales de año, la instalación debe dar
unas emisiones equivalentes a sus asignaciones. Las empresas que consiguen mantener sus
emisiones por debajo del nivel asignado pueden vender sus excedentes, y los que no consiguen
mantener sus emisiones al nivel de lo asignado pueden elegir entre tomar las medidas oportunas para reducirlas o comprar en el mercado las asignaciones adicionales que necesiten.
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eso es necesario diversificar las fuentes de nuestros combustibles. Una mayor seguridad energética es un objetivo vital de la
política energética de la UE, y los biocombustibles forman parte
de la respuesta.
La diversidad de los enfoques utilizados en los diferentes Estados miembros sencillamente no produce ningún resultado, ya
que mientras un Estado miembro reduce sus emisiones de gases
de efecto invernadero en el sector de los transportes, otros no
hacen nada. Los objetivos vinculantes proporcionan seguridad a los inversores. Las señales normativas a largo plazo en
forma de objetivos proporcionan a los gobiernos y a las empresas privadas suficiente estabilidad y seguridad para sus planes
de inversiones. Sólo si adoptan un frente común, podrán dar
confianza los Estados miembros a los inversores, abaratar lo
suficiente los costes de producción y establecer un mercado interno de los biocombustibles que funcione como es debido. Sólo
con una buena base de producción interna podrá mantener la
UE su avance en cuanto a desarrollo tecnológico, lo que a su vez
acelerará el desarrollo de una primera y segunda generaciones
de biocombustibles más eficientes.
¿Está desembocando la mayor demanda de biocombustibles en la subida de los precios de los productos
alimenticios?
Los biocombustibles se han convertido en el chivo expiatorio de
la reciente subida de precios de los productos alimenticios que
obedece a otras causas, principalmente al crecimiento de la demanda de productos alimenticios y a la escasez de las cosechas.
Por ejemplo, en Europa, la producción de bioetanol no es la
causa de la importante subida del precio del trigo – para la
producción de bioetanol, se utiliza menos del 1% de los cereales
de la UE, y la producción total de oleaginosas de la UE (que en
parte se utilizan para la producción de biodiesel) representa
sólo el 2% de la demanda mundial de oleaginosas. La demanda
de biodiesel en la UE no contribuye a la subida del precio del
aceite de palma, ya que el biodiesel representa menos del 4% de
los usos del aceite de palma. A nivel mundial, la caña de azúcar
y el maíz son las dos materias primas utilizadas para producir
bioetanol. A pesar de que se utilice más caña de azúcar brasileña para la producción, los precios mundiales del azúcar bajaron
en 2007 con respecto a 2006, en un 32%. Los precios volvieron
a subir en 2008, pero según las estimaciones, esa subida se debe
ampliamente a la inyección de fondos financieros que están
especulando con los precios de los productos agrícolas.
La subida de los precios del maíz tampoco puede explicarse
simplemente por el incremento de la demanda de bioetanol en
EE.UU. Debe tenerse en cuenta la creciente demanda de productos cárnicos que se está registrando a nivel mundial a raíz
del rápido crecimiento de la renta en China y en la India, que
están tirando de la demanda de piensos.
En realidad, el precio de los
productos alimenticios está
más bajo que nunca. Durante
estos veinte últimos años,
los precios de los productos
alimenticios han subido un
20% menos que los demás
bienes de consumo. Por
consiguiente, puede decirse
que en cierto modo, la subida
registrada últimamente no ha
hecho mas que cubrir ese diferencial. Si los precios de los
productos agrícolas hubiesen
subido durante estos 100 últimos años al mismo ritmo que
el coste de vida en general, el
precio de los cereales y de las
oleaginosas sería, en la media,
cuatro veces superior a su
nivel actual. Lo cual explica
también porqué la familia media de la UE 27 se gastaba en
2006 menos del 13% de su presupuesto en alimentación, frente
a un 21% en 1988 en la UE-125.
Si se incrementa la demanda de un producto, por ejemplo a
través de la utilización de los biocombustibles, esta tendencia tenderá a tirar de los precios al alza, a no ser que aumente
también la oferta, por ejemplo incorporando a la producción los
barbechos, que no son tan rentables actualmente, o mediante
el incremento de la productividad. En muchos de los nuevos
5 Eurostat
5
Estados miembros de la UE hay numerosas parcelas de tierras
arables en barbecho. Según los estudios de la Comisión, incluso
cuando se alcance el objetivo del 10% en 2020, sólo se habrá
causado del orden de un 3% a un 6% de incremento del precio
de los cereales, y del orden de un 8% a un 10% de incremento
del precio de la colza. No debe olvidarse tampoco que cuando
sale de la explotación el precio del producto representa sólo alrededor del 4% del precio del producto alimenticio que se ofrece
en el comercio (por ejemplo, el trigo)6. El coste de la mano de
obra representa el 30%. Los demás costes, tales como la transformación industrial, el envasado o empaquetado, la distribución y la venta al por menor representan el 66% del producto final
y por consiguiente tienen un impacto mucho más importante
en el precio pagado por los consumidores que el precio de la
materia prima.
¿Cómo van a mejorar los biocombustibles la seguridad
alimentaria de la UE?
La agricultura de la UE tiene potencial como para producir
biocombustibles sin poner en peligro la seguridad de los abastecimientos de productos alimenticios. Según el escenario de la
Comisión europea, el impacto en la utilización de las tierras en
la UE-27 sería modesto. Aproximadamente el 15% de las tierras
sembradas de cultivos herbáceos se utilizarían para la producción de biocombustibles, es decir, 17.5 millones de hectáreas en
2020.
Sólo parte de las oleaginosas, de los cereales y de las remolachas
que se utilizan para producir biocombustibles se transforman
realmente en energía, y la mayoría permanecen en el sector
alimenticio en forma de piensos ricos en proteínas, necesarios
para la producción de carne y de productos lácteos. En el caso
del biodiesel, el 55% de las oleaginosas se destinan a la producción de piensos en forma de tortas de aceite. En el caso del
bioetanol, los piensos producidos a partir de DDGS (Grano seco
de destilería y soluble), ascienden a un tercio de los volúmenes
de cereales utilizados.
Estos son piensos de alta calidad y ricos en proteínas que
permitirán a la UE reducir su gran dependencia de las importaciones de piensos. La UE importa actualmente el 80% de sus
necesidades de proteínas para la elaboración de piensos en
forma de gluten de maíz, grano y tortas de soja procedentes de
EE.UU., Argentina y Brasil, es decir 35 millones de equivalentes
de tortas de soja a un coste de unos 9.000 millones de euros
aproximadamente.
Por consiguiente, la producción de biocombustibles contribuirá
a reducir la cantidad de tierras necesaria para plantar los cultivos, principalmente para la producción de piensos, así como
para abaratar el precio del combustible. La superficie estimada
de la UE de 17.5 millones de hectáreas para 2020, utilizables
6 IKEE (Campaña de Información sobre la energía renovable en Alemania)
6
para la producción de biocombustibles líquidos en la UE, debería revisarse a la baja. Teniendo en cuenta los subproductos
restantes en el sector de los piensos, de aquí a 2020 deberían
utilizarse aproximadamente 8 millones de hectáreas para la
producción de biocombustibles líquidos, lo cual corresponde a
más o menos la totalidad de tierras retiradas de la producción
entre 1992 y 2007.
Tampoco debe olvidarse que los agricultores son los primeros
en deber afrontar el impacto del cambio climático. Si no se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, entre otros
medios, a través de la utilización de los biocombustibles, podría
verse amenazada la capacidad a nivel mundial de producir
alimentos.
¿Va a ser perjudicial la producción de biocombustibles
para los países en desarrollo? ¿Aumentarán la pobreza
e incluso el hambre en el mundo?
El hambre no se debe a la escasez de la oferta de productos
alimenticios, sino a la pobreza, a la falta de poder adquisitivo y a
las políticas agraria y social inoperantes (por ejemplo, ausencia
de infraestructuras, semillas, educación, financiación, etc.).
Durante estos 30 últimos años se ha estado acusando a los agricultores de Europa de producir excedentes y de vender esos excedentes a precios de dumping con las ayudas a la exportación,
reduciendo así los precios de los productores de los países en
desarrollo y causando pobreza. Hoy en día se abandona ya esa
crítica, y ahora se sigue cargando en contra de la UE, acusándola de la subida de los precios de los productos alimenticios.
Los consumidores de las zonas urbanas siempre van a preferir
que los precios de los productos alimenticios estén bajos. Pero
a nivel mundial, siete de cada diez habitantes pobres del planeta
viven en las zonas rurales y la mayoría de ellos son agricultores7.
Los agricultores han debido afrontar una bajada de los precios
mundiales en términos reales durante dos décadas o más. Si
suben los precios de los productos alimenticios, sube la renta de
los agricultores de los países en desarrollo; lo cual permite a su
vez que vuelvan a la producción las tierras consideradas poco
productivas y que los agricultores adquieran los insumos que
tanto necesitan, y que puedan permitirse inversiones en maquinaria, instalaciones de almacenaje de cosechas e infraestructuras. De esta manera, los países más pobres podrán alcanzar la
autosuficiencia alimentaria y en algunos casos, diversificarse,
produciendo para satisfacer sus necesidades energéticas locales.
y de cada país miembro, así como la Política Agrícola Común
son garantes de ello.
Un argumento que se escucha muy a menudo es que el peligro
es que la producción de biocombustibles sea perjudicial para
el medio ambiente en otras partes del mundo, mediante la destrucción de las selvas tropicales y otros hábitats naturales con
el fin de liberar espacios para cultivos como la palma o la caña
de azúcar para exportarlas a la UE.
Hay buenas y malas maneras de producir los biocombustibles.
Roturar los bosques y destruir los hábitats para plantar cultivos
herbáceos para la producción alimentaria, cosmética o de biocombustibles es totalmente inaceptable. No queremos biocombustibles producidos de esa manera en la UE, y la industria y los
gobiernos de los Estados miembros harán todo lo posible para
asegurarse de que aquí no se utilizan esos biocombustibles. Lo
cual se hará mediante la introducción de criterios de sostenibilidad que están abriéndose paso por lo relativo a la producción
responsable.
En la UE las legislaciones nacionales sobre medio ambiente y la
Política Agrícola Común garantizan ya el carácter sostenible de
toda la producción agraria de la UE. Todos los agricultores de
la UE que incumplen la legislación ambiental son penalizados
doblemente: a través de la reducción de sus pagos de apoyo y
ante la justicia de su país. Por consiguiente, los biocombustibles producidos en la UE proporcionan la mayor garantía de
sostenibilidad.
Pero también debemos asegurarnos de que la producción de
biocombustibles que importamos no ha causado ningún daño
al medio ambiente. La mejor manera de hacerlo es asegurarnos de que los criterios de sostenibilidad se aplican no sólo a
la producción nacional, sino también a los biocombustibles de
importación. Las autoridades de la UE8 han reconocido ya la
importancia de que así sea y están elaborando normas estrictas
que deben aplicarse lo antes posible.
¿No deberíamos dejar de invertir en la tecnología
actual y esperar a la llamada “próxima generación” de
biocombustibles?
No.
El desarrollo de los biocombustibles en Europa no va a tener un
impacto negativo en el medio ambiente. La legislación de la UE
La utilización de los biocombustibles de la primera generación
se justifica plenamente, porque ya están siendo efectivos en la
reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por
lo demás, como siempre ocurre con la evolución, el desarrollo
de la primera generación es necesario para la segunda generación. La ventaja de invertir ahora es que es más fácil hacerlo en
las plantas existentes que partir luego de cero, además de que
las inversiones actuales conllevan constantes mejoras de la efici-
7 FAPI
8 COM(2008)19final
¿Qué debe hacerse para que los impactos de los biocombustibles sean positivos?
7
encia. Si se producen de manera apropiada, los biocombustibles
de segunda generación tendrán sus ventajas, pero la mayoría de
los expertos han confirmado que las salidas comerciales no estarán aseguradas hasta dentro de unos años. Por consiguiente,
por ahora, los biocombustibles de la primera generación son la
única alternativa renovable realista de los carburantes fósiles
aplicables a los medios de transporte, que son responsables de
un quinto de las emisiones de gases de efecto invernadero.
¿Deberían dejarse los biocombustibles a expensas de
las fuerzas del mercado?
Ante todo, debe tenerse en cuenta que todas las energías están
siendo subvencionadas por los gobiernos. Por ejemplo, en la
UE, según datos de la Agencia Europea de Medio ambiente, las
subvenciones concedidas a la energía nuclear, al petróleo y al
carbón ascienden en total a 33.000 millones de euros en la UE,
en comparación con los 5.000 millones de euros al año de las
energías renovables.
Pero la justificación principal de la intervención en el mercado
es el fracaso del mercado; y el cambio climático es el mayor
fracaso del mercado de la historia. Las emisiones de CO2 y el
impacto que tendrán en las futuras generaciones no se están
teniendo en cuenta en el precio de la energía o de los combustibles. Hasta que no haya un mercado realista del carbono, las
subvenciones se justificarán plenamente.
Por esta razón, los gobiernos del mundo entero están aplicando incentivos en forma de subvenciones directas o indirectas.
Por ejemplo, incentivos para que los consumidores adquieran
coches respetuosos del medio ambiente (Brasil) o subvenciones
directas a los productores de EE.UU. Asimismo, a finales de
los 70 y principios de los 80 el Plan Proalcohol brasileño dio
un fuerte impulso al desarrollo del sector del etanol gracias al
importante número de medidas públicas y de subvenciones.
Por otra parte, según va subiendo el precio del petróleo, reflejando así el agotamiento de los recursos de energía fósil, y va
aumentando la eficiencia de la producción de biocombustibles,
el coste de los biocombustibles europeos no dejará de reducirse
con el tiempo, hasta que puedan competir con el petróleo convencional y con el diesel – como ya está ocurriendo en Brasil.
P r esen t aci ó n del C O P A y de la C O G E C A :
la v o z de los ag r icul t o r es eu r opeos y de sus coope r a t i v as
El Copa (Comité de las organizaciones profesionales agrícolas de la Unión europea) y
la Cogeca (Confederación general de cooperativas agrarias de la Unión europea) son las
­organizaciones que representan a la gran mayoría de los agricultores de la Unión europea
y a sus cooperativas. Ambos representan a 15 millones de personas con dedicación
­completa o parcial en explotaciones agrícolas de la UE y a más de 40.000 cooperativas.
Reúnen a 76 organizaciones miembros de los Estados miembros de la UE. Su objetivo es
defender los intereses generales de la agricultura.
Copa-Cogeca
European Farmers European Agri-Cooperatives
61, Rue de Trèves
B - 1040 Bruselas
Tel Fax
00 32 (0) 2 287 27 11
00 32 (0) 2 287 27 00
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BI(08)2062
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