Los empresarios y la paz - Fundación Ideas para la Paz

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11 mayo, 2015 | Fundación Ideas para la Paz
Los empresarios y la paz
iniciativas muy interesantes y muy generales para combatir la
pobreza o la falta de oportunidades en el campo, entre otros,
pero ponerlo en el papel es muy fácil. Lo realmente difícil es
cómo se puede convertir en realidad.
Desde hace ya varios meses la postura del empresariado
colombiano sobre el proceso de paz con las FARC ha estado en el
centro de las más intensas especulaciones. En el péndulo de la
opinión pública que oscila entre el apoyo y las críticas, el sector
privado colombiano no ha estado exento de esta disyuntiva. La
supuesta salida del general Mora puso momentáneamente
nerviosos a muchos en el sector privado, y el sangriento ataque
de las FARC al Ejército en el Cauca, que dejó 12 soldados
muertos fue un baldado de agua fría para muchos creyentes de la
negociación. Pero más allá de los vientos huracanados de la
coyuntura, que entusiasman o deprimen à la opinión según las
noticias, los empresarios tienen temores y convicciones sobre el
proceso que se vuelven muy relevantes debido a su papel à la
hora de pasar la página de la violencia.
Semana: ¿Ustedes creen que en algún momento se ha
debido romper el proceso?
A. C.: No. Nos ha tomado muchos años tratar de acercar las
partes y construir la confianza que ya nos ha llevado bastante
lejos. Ahora, me parece que hay que aprovechar la difícil
coyuntura para que las FARC den muestras de que
verdaderamente quieren hacer la paz en unos términos
razonables.
Semana: ¿Son optimistas o pesimistas frente a una
eventual firma de la paz en La Habana?
A. C.: A pesar de los altibajos, me parece que hay un gran
entusiasmo del país por la paz, y a veces la gente piensa que la
paz está à la vuelta de la esquina y eso no ayuda cuando estamos
negociando con una gente como las FARC. No debemos
desbordarnos en optimismo porque faltan muchas cosas
importantes por resolver como la justicia y la participación en
Para entender la visión de los empresarios, SEMANA conversó
con cuatro de los más representativos de Colombia. José
Alejandro Cortés, patriarca del Grupo Bolívar, y quizá el
empresario vivo más admirado del país. David Bojanini,
presidente del Grupo Sura, considerado el heredero de Nicanor
Restrepo tras una larga trayectoria en el Grupo Empresarial
Antioqueño. César Caicedo, presidente de Colombina, accionista
del grupo Riopaila y promotor de importantes proyectos en el
Valle del Cauca. Y el presidente de Promigás, Antonio Celia, un
influyente líder empresarial de la costa Caribe quien, además de
trabajar en el sector de la energía, encabeza muchas actividades
sociales y filantrópicas. Todos empresarios de gran trayectoria y
protagonistas de la realidad económica y política del país.
política.
C. C.: El proceso de paz va a traer unos beneficios enormes
desde el punto de vista de la seguridad física –se supone que es
uno de los grandes propósitos– pero esto tiene que ir
acompañado de una seguridad jurídica, fiscal y laboral para la
gente. Y esas son las bases que van a atraer la inversión.
A. C.: Hay que tener mucho cuidado con las versiones
maximalistas de la paz. El acuerdo con las FARC no va a resolver
los grandes problemas del país.
A diferencia de los demás países donde ha habido conflictos
internos, Colombia es quizá el único país en el que hay una
guerra interna con una economía emergente y una estructura
empresarial sólida y pujante. Mientras en la Centroamérica de
los ochenta el sector privado era pequeño y frágil, y en los
conflictos africanos conviven con Estados fallidos, en Colombia
subsisten guerrillas en la tercera economía de la región, donde
una sola empresa tiene más empleados que la totalidad de las
guerrillas de las FARC y el ELN con sus redes de apoyo. Esta
realidad convierte a los empresarios en grandes protagonistas à
la hora de entender la transición hacia el posconflicto y le
confiere al sector privado una dimensión política clave à la hora
de asumir su papel en la reconciliación del país.
Semana: ¿Hablando de justicia, qué opinan acerca de que
los guerrilleros no paguen cárcel?
José Alejandro Cortés: El tema de la cárcel es quizá el más
delicado y ellos han dicho que no van a aceptar un solo día de
cárcel. Yo personalmente creo que el encierro concebido como
cuatro paredes con barrotes no es necesariamente la solución,
pero sí se requiere un confinamiento para que esta gente se
mantenga en un territorio controlable.
A. C.: Un tema fundamental es que acá no puede haber
impunidad.
Semana: ¿Cómo ven el papel de los empresarios en el
posconflcito?
Semana: ¿Cómo ven el proceso con las FARC después de lo
ocurrido en el Cauca y de las últimas encuestas donde
varios sectores de la opinión se muestran cada vez más
escépticos frente a la firma de la paz?
A .C.: Los empresarios, y lo hemos hablado en muchos
escenarios, estamos dispuestos a ayudar en lo que sea necesario
para que este proceso con las FARC llegue a feliz término y
participar de alguna manera en el posconflicto. Pero no lo
tenemos tan claro todavía. Estamos hablando demasiado del
posconflicto cuando todavía no hemos cerrado la negociación. No
sabemos qué significa realmente esa etapa, cómo puede ser
nuestra participación, hasta dónde podemos llegar y cuál es el
papel de la empresa privada, entendiendo que estamos
dispuestos a colaborar en todo lo que sea posible.
Antonio Celia: Creemos en el proceso de paz. Lo hemos
apoyado con total compromiso. Pero lo que pasó con el terrible
ataque a los soldados lleva a replantear el tema de los términos.
Los señores de las FARC tienen que hacer algo para devolverle la
confianza a los colombianos, porque estos hechos lo que hacen es
destruirla y en estos procesos de negociación la confianza es
absolutamente esencial.
César Caicedo: Uno de los temas que veo con preocupación
desde la perspectiva empresarial es el de las expectativas que se
están formando alrededor de La Habana. Me refiero a que, con
las mejores intenciones, han ido plasmando en unos documentos
David Bojanini: En el país se ha puesto de moda el término
posconflicto y nadie sabe bien qué es eso. A mucha gente le he
escuchado que el posconflicto ya empezó hace rato, otros dicen
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que empezará cuando se firme un acuerdo de desmovilización. El
hecho es que el país tiene que concentrarse en la construcción
de la paz.
explican bien estarán tranquilos.
Semana: ¿Algunos dicen que el proceso con las FARC va
mejor en La Habana que en Colombia? ¿Lo ven así?
Semana: ¿Y para usted qué es la construcción de la paz?
D. B.: Hay que hacer una gran pedagogía del proceso de paz. Si
la gente está expuesta a los críticos, enemigos y opositores, más
las redes sociales, hay demasiada información contaminada. En
ese contexto, el gobierno tiene que liderar la comunicación y ser
lo más claro posible.
D. B.: La construcción de la paz empieza con fortalecer la
institucionalidad del país, un tema que a los empresarios nos ha
preocupado muchísimo. El escándalo reciente de la Justicia no
puede quedar en el olvido por hechos como el de los soldados
masacrados. Me refiero en concreto à la situación de la Justicia.
Si no tenemos un sistema judicial sólido, es muy difícil que el
país tenga paz. Ahora hablamos de no aceptar impunidad y de
justicia transicional pero si no tenemos justicia ordinaria menos
vamos a tener justicia transicional.
Semana: ¿Y cree que el empresario es manipulable por esa
desinformación?
D. B.: El empresario es una persona educada que con buena
información es capaz de formarse una idea de lo que está
pasando, por eso es tan importante la pedagogía, tener una
estrategia de comunicación más clara. Por ejemplo, no cansarse
de repetir los inamovibles. Es necesario ganar más confianza en
el proceso. El gobierno tiene que ser insistente en los temas
inamovibles para que la gente no crea que 8.000 hombres
armados le van a imponer su voluntad a 45 millones de
colombianos.
J. A. C.: Uno tiene que contemplar desde ya que la paz no
necesariamente llega el día en que se firme el acuerdo.
Seguramente habrá violencia y de allí la importancia de la
justicia. De tener una Justicia rápida y efectiva. Ese es quizá el
gran reto del posconflicto.
Semana: ¿Ustedes creen, como dicen algunos críticos, que
el gobierno puede llegar a negociar el modelo económico
en La Habana? El gobierno ya lo ha negado enfáticamente.
J. A. C.: Yo creo que nuestros negociadores y el presidente son
personas con buen criterio que no van a entregar el país. No
conozco los detalles, pero sinceramente no creo que se esté
entregando el país.
Semana: ¿Cómo visualizan que se va a financiar el
posconflcito? ¿Qué papel jugarán los empresarios?
J. A. C.: Me parece que esa financiación debe estar orientada al
empleo en el campo. Tenemos que tener en cuenta que estamos
en un mundo de competencia global y debemos buscar el
equilibrio entre inversión en el campo, trabajo digno, inclusión
social y carga tributaria razonable para poder competir. Con el
Estatuto Tributario que acaba de pasar, muchas empresas
decidieron no hacer inversiones en Colombia por el impuesto al
patrimonio y à la renta.
C. C.: Creo en el gobierno y en el equipo negociador, pero
también tengo que decir que el diablo está en los detalles. Miren
una cosa tan sencilla como las consultas previas, que nacieron en
un inciso de la Constitución del 91 y han incidido enormemente
en la inversión. Hay obras que toman más de cinco años y otras
que no se han podido hacer por las consultas. Por eso insisto en
cómo se van a implementar los acuerdos con las FARC. Ahí está
el meollo del asunto.
C. C.: Yo creo que la clave de la paz duradera está en una buena
inversión productiva en el campo. Y esa la van a hacer las
empresas privadas y no el Estado. Por eso, lo que no puede pasar
es que los acuerdos de La Habana terminen ahuyentando a los
inversionistas nacionales e internacionales. Ahí parte del
posconflicto se puede estrellar contra la pared.
A. C.: El presidente ha dicho que no se está negociando el
modelo. A mí me dan una garantía plena los negociadores. Entre
otras cosas, porque otro modelo no hay. Contra el capitalismo se
han inventado toda clase de sistemas alternos, pero no han
funcionado. Lo que hay es que perfeccionarlo y hacerlo más justo
y participativo. En el capitalismo hay que tratar de cerrar las
desigualdades a través de inversión social.
D. B.: Yo también confío en el papel del equipo negociador El
problema es que no podemos desconocer que el país está
polarizado y dividido. Y la manipulación y desinformación genera
desconfianza en los ciudadanos sobre lo que se está negociando.
Hay muchas personas que creen que sí les van a cambiar las
reglas del juego y que están negociando el modelo económico. Y
que creen que van a imponer lo que digan las FARC. Por eso uno
de los pactos que hay que hacer es uno entre los que estamos de
acuerdo en el proceso de paz y los que no lo están. Todos
queremos la paz, y hay que oír a los que hacen críticas al
proceso.
D. B.: Lo más importante es saber en qué nos vamos a gastar la
plata. Si lo planteamos como reparar a todas las víctimas dentro
de un modelo asistencialista, como algunos lo han propuesto,
pues no habrá plata que alcance. Me preocupa mucho ese tema.
Pienso que hay que hacer inversiones que propicien el desarrollo
dentro de la misma dinámica de la economía. Una combinación
de privados generando productividad y Estado ofreciendo bienes
públicos. Todo hay que hacerlo sostenible.
A. C.: En el tema de tierras, sabemos que en los documentos ya
acordados quedó claro que podrán subsistir los pequeños
campesinos y los grandes inversionistas. Eso lo aceptaron las
FARC. Es decir esa premisa de que las FARC son enemigas de la
agroindustria quedó clara que es falsa, al menos en los acuerdos.
Y eso es importante.
A. C.: Tenemos un gran equipo negociador: sólido, con claridad y
fuerza.
C. C.: La inversión que realmente va a desarrollar el agro
colombiano tendrá que venir del sector privado nacional e
internacional. Si queremos aprovechar la vocación productiva del
campo colombiano y ser competitivos, y darle trabajo digno e
ingresos estables a los campesinos, el resultado del acuerdo de
La Habana tiene que ser crear las condiciones para invitar a esa
inversión y no alejarla.
J. A. C.: Insisto en que no creo que se esté entregando el país,
pero sí veo muchos empresarios que son muy críticos frente al
proceso y con muchos temores de lo que se está negociando en
La Habana. Hay empresarios escépticos pero creo que si les
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Semana: ¿Cómo ven la polarización política del país
cuando precisamente estamos tratando de reconciliarnos?
A. C.: En Colombia nos ha costado demasiado trabajo llegar a
acuerdos. Tenemos posiciones muy extremas: a los adversarios
los volvemos enemigos y el lenguaje que estamos usando es muy
agresivo. Lo primero que tendríamos que hacer es ventilar las
diferencias pero bajando el tono. Yo creo que en estas
democracias modernas se requieren los pactos. Uno debería
tratar de buscar pactos sobre temas importantes del país y que
generen cierto consenso como los temas de la educación y la
justicia.
D. B.: Los pactos son muy importantes, estoy de acuerdo.
Generan compromiso con mucha gente. Si uno hace un pacto
tiene que responderle a muchos y cuidar su comportamiento. El
que no tiene que responderle a nadie no le importa su
comportamiento.
Semana: ¿Ustedes creen que el Estado colombiano está
preparado para asumir el posconflicto y la construcción de
una paz duradera?
A. C.: Sin duda uno de los retos que tiene la democracia es
mejorar la eficiencia del Estado. El Estado llega a más sitios y
tiene más presencia que hace 20 años, pero hemos creado una
complejidad institucional que estimula la corrupción e impide
una buena gobernabilidad regional, y por eso nos cuesta trabajo
ejecutar inversiones.
D. B.: Frente al tema del posconflicto quiero señalar que por la
falta de presencia del Estado, en muchas partes del territorio,
han llegado grupos ilegales a llenar ese vacío. Ahora que un
grupo ilegal se sienta a hablar de desmovilización, hay que tener
mucho cuidado con que ese espacio que dejen las FARC no sea
ocupado por otros grupos ilegales armados. Si no hay una
institucionalidad suficiente para llenar la presencia del Estado
luego de una negociación de paz se puede recrudecer la violencia
como ocurrió en El Salvador y Guatemala.
J. A. C.: El otro tema es que la cúpula de las FARC seguramente
no podrá manejar a todos los guerrilleros. En Colombia, como ha
sucedido en otros conflictos internos, los de Centroamérica por
ejemplo, habrá algunas disidencias en donde algunos guerrilleros
van a continuar haciendo sus fechorías porque no saben hacer
nada diferente a cargar un fusil y cometer actos ilegales.
Semana: ¿Creen que la guerrilla todavía sigue siendo un
obstáculo para el desarrollo del país?
J. A. C.: En las últimas décadas el país ha avanzado mucho, pese
a los flagelos de la guerrilla, el narcotráfico y la corrupción.
Quisiéramos que la paz nos permitiera crecer más rápidamente y
trabajar en un ambiente más tranquilo. Pero a pesar de la
adversidad el país va a seguir creciendo y va a seguir siendo más
próspero aún con los insistentes esfuerzos de la guerrilla de
sabotear ese crecimiento.
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