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W A 1!llMif*A'''
LUNES 28 DE JUNIO DE 1858
ANO DICIMO.
Las iieas se euearnaa: las situaciones sa personifican.
Simbolizar el conjunto de las primeras en un hombre,
condensar los accidentes múltiples de las segundas en
una fórmula, es tiaa de las tendencias raas inyencibles
del espíritu humano.
Las ideas se encarnan; porque necesitan órgano para
esteriorizarse en el mundo de la humanidad.
Las situaeioneí se personifican; porque necesitan dirección para realizarse con todas sus condiciones naturales ea el teatro de la vida moral de los pueblos.
El que logra interpretar una idea, lo mismo que el
que acierta a crear ó á doifcinar una situación, ese personifica la sitjaaciün y simboliza la idea.
En tal caso, las situaciones, objeto esterior y material, tienen todos los caracteres de la abstracción:—las
ideas, operación interna é inmaterial, rewien todos loS:
atributos de la ^rsoaalidad.—LA idea, como el Verbo,
se hace hombre.
Bay UB Jionbre jen Espsña^ ¡^le ] ^ $i SOIQ eoc,
earaa una idea de inmensa trascendeacia, que por
si solo tanübien téiume una 8Íti¿icion de incalculables
resultados.
Espíritu Tasto mas bien que profudo; dotado de un
talento Superior de ebserTacion que no se elera, sis embargo, á la fecunda facultad de gcneralisar; mas hábil
en señalar con minuciota prolijidad los defectos de una
eoucepcien intelectual, que en mejorar sus Gandiciones
defectuosas ó reemplazarla con otra creación propia;
apasionado por el qiétodo hasta matar el numen de la
inspiración y por la regla hasta comprimir los arraeques de la originalidad ; llevando la le de sus convicciones hasta el ensirdecimiento de la obstinación y el
amor de sus obras hasta el fanatismo de la paternidad;
inflexible por la constitución de su temperamento , por
la índole de su ingenio , por la severidad de su caráct e r , por la rigideí de s as costumbres y por los serios
hábitos de su vida estudiosa; tan indiferente á los arrullos de la popularidad, como poco sensible i las punzantes espioas de la contradicción; alzado sobre edi nivel común de las hombres públicos, mas que por la altura de
su gesio, p«r la incansable tenacidad de su aplieaeion,
mas que por el poder de su elocuencia, por la fuerza resistente de su voluntad, ma.* que por el valor intrínseco
de sus ideas, por el tono oracular y prestigioso de enunciarlas, encarecerlas y difundirlas; ese personaje, trasunto vivo de la ciencia que reniega de si misma, domina sin atraer y se impone sin persuadir.
Orador difuso, le falta el calor de la imaginación y la
unción del sentimiento: administrador aventajado, tiene
en poeo la fecunda elevación de las grandes ideas polítieas; sutil argumentador, se complace en las negaciones, que por un singular tour d'esprit sabe convertir en
afirmaciones e&tériies. Su genio es la perseverancia; la
paciencia suple en él á la espontaneidad y la pertinacia de la resolución á la fecundidad del pensamiento.
Con tan notables calidades y tan irremediables defectos, es sin duda una verdadera- superiaridad en su género.—Negarlo, seria rebajar la importancia del bando
que le reconoce por jefe; seiia desconocer la significación de les diversos bandos, que pocos meses há le
aclamaron eomo centro de fusión de sus respectivas disidencias; seria ofender la ilustración de nuestro pais,
que constantemeate le ha considerada como una eminenci^V incontestable en la órbita política, cerno una e s trella de primera magnitud en nuestra constelación parlamentaria.
Y bien: ese personaje, en quien nuestros lectores h a brán reconocido sin esfeerzo al Sr. D. Juan Bravo Maxiilu; eseiteuaoaje» cujraa doctrini» han.fiainnado «n. £8pafia una escuela,' cuyas opiniones han engendrado un
eiama en el partido conservador, cuyas aspiraciones reformadora* dieron por resultado la recrudescencia de
las pasiones políticas, y con ella la terrible conflagración de 1854; ese personaje, resumiendo y condensando
éx cuatro palabras gráficas toda la serie de sus abstracciones, todo el alcance de sus miras, toda la síntesis de sus teorías y toda la suma de sus pecuUares ideas,
ha dicho en una ocasión solemne: «la sociedad española
ha perdido su asienta moral.»
¡Magisiei" dixit! La numerosa cohorte de bandos é individualidades, que andaban vagando de fórmula en fórmula para encontrar la mas sumariamente comprensiva de sus varios intentos de reacción política, batienln
palmas al escuchar las misteriosas palabras del oráculo sibilino: «la sociedad española ha perdido su asiento
moral.»
Cuando Arquímedes, encontrando en el baño la solución de su árauo problema, salió desnudo y alborozado
por las calles de Siracusa, esclamando: ¡Eureka! ¡Eureka! ¡Lo he encontrado, lo he encontrado! cuando lo*
compañeros de Colon, inquietos por el té)rminode su incierto derrotero, vieron alzarse de entre las azules onda* la* vírgenes playa* de UH mundo desconocid» y,
preetemándüse, reverenciarcm el genio j beearon láe
vestiduras del düseubridor iniuerUl: ni el uno, ni los
otro* sintieron una satisfacción y HQ júbilo eemparables
á los de 1*8 parcialidades retrógradas, al reseñar en sus
oidos la deifica y fatídica sentencia: la sociedad evpañola ha perdido *u asiento aaoral.
Como Arquímedes también, esclamaron: Eureka, Emreka; y también como los compañeros de Colon^ besaron prosternados la toga pretesta del descubridor del
maravilloso talisnan.
Y á fe que el caso no era para menos. Porque, todo
bien considerado, los visibles progresos que asi en el árdea material como en el intelecteal ha aecho y continúa haciendo Españ» desde su trasformacion política,
respondeu victoriosamente á ese coro de Uoresos pésames y lamentables jaculatorias de cuantos solo tienen
•jos para iiiirar hiicia atrás. Los argumentos viejos se
han gastado en fuerza de su frecuente uso. Era preciso
rejuvenecerlos; imprimirles mas energía, remojarlos en
FOLIETÍM.
CARTAS MAPR1LEÑA8.
España pregreía.—Tres inaugaracione* en un me*.—
El canal de Isabel 11.—La alegría de la reina.—Carta
autógrafa de S. M.—Premios y recompensas.—El
conde de Lozoya.—Viajeá Asturias.—S. A. elinfante D. Francisco y sus hijos.—Los tránsfuga*.—Kl
ferro-carril de Alicante.—Librería en la estación de
Madrid.—Djs obras nuevas.—La guia del viajero y
Lo que son las mujeres.—Guerra entre ambos sexos.—
El velo, el abanico y la sombrilla.—Otra vez los caballeros de industria.—Robo intentado.
Madrid 28 de junio.
A los que pretenden, Eduardo amigo, que lii Gtpaña
Ho adelanta, que se mantiene inmóvil en medio del incesante progreso universal, solo loe coate*taré señalándole* el espectáculo que presenta nuestro caluraniade
pus; ia* obras que cada día emprende, las que termina
eáda dia.
En el breve espacio de na mes la reina ha presidido
tres inauguraciones de suma importancia; la del camino
de hierro de Alicante. que pone el Mediterráneo i las
puertas de Madrid; la del de Toledo , que nne la aotiua ciudad de Carlos V á la eorte de Isabel I I ; y , en
n, la d ^ canal del Lozoya, destinado á cambiar el aepecto de Éuestra población y á convertirla en un jardin
magnífico.—Dentro de pocos año» se habrá terminad»
ese trabajo rápido de tiasfürmaeioa, y entence* se t o carán los benefieios inmensos de lo que tan digna y gloriosamente se ha ejecutado.
Será, pues, siempre la fecha del 24 de junio de 1858
añade las mas faustas para el pueblo madrileño; como
ha sido una verdadera solemnidad, regia y popular aun
tiempo, el acto grandioso del jueves último.—Ninguno
que se interese por el suelo dónde nació, ninguno que
«me á su patria, cual un hije ama á su madre cariñosa,
ninguno pUdo ver sin lágrimas d« «legrta la bajada de
aquel rio eaudaioso, destinado ^A;feea*d*r <«t«-tierra
anda, á hacerla productiva y saludable.
f
í,:vroriaj'de CiiC!;t¡: y López
h.u r;iris, lüiren'i» li.s¡ aüola ua Muv. 5;i>nrní Schmiu y
Saavedra-Hibouílles. ru(; i)-iluuteviUe, niim. 13.
Ea Burdeos, comisión central de Periódicos, S, Cours du
XXX Jaffiet.
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NUM. 2,830.
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EL ASIENTO MORAL DE LA SOaCDAD ESPAÑOLA.
MADRIT*
C-xlLE HK ¡-.\S
una piscina áias poderosa é intencionada <lue les comuBiicara mas novedad en la espresion, mayor profundidad
en el designio, mas «ensible trascendencia en los resultados.
—La fórmula del pontífice de la secta reunía, en sentir de lo» bandos antiparlamentarios, todas aquellas
condiciones. Su argumento, muy sencillo y asaz lógico,
se comprendía en el siguiente silogispio.
To(|o el que pierde algo, lo tenia antes de perderlo:—
es asi que la sociedad española ha perdido su asiento
moral:—luego lo tenia anteriormente.
¿ Y cuál era, en qué consistía ese asiento moral perdido? La escuela antiparlamentaria responde con otro
nuevo silogismo.
El asiento moral de toda sociedad es la suma complexa de sus instituciones, de sus creencia», de sus costumbres, de sus intereses y de sus aspiraciones:—es asi
que la suma de todo esto 'estaba representado antes en
España por la f-^rma absoluta de su gobierno, por la preponderancia del elemento teocrático, por la compresión
del pensamiento, por las trabas de la discusión, por la
proscripción de la libertad política, por la conculcacioa,
de laa garantías individúale* y p ^ r la invasIcRi del privilegio en todas las esferas del derecho:—luego todo esto,
que ha ido desapareciendo gradualmente de entre nosotros desde el principió de la segunda decuria del presente siglo, constituía ef asiento moral de la soeiedad
española.
Para compleraetfto de estos dos silogismos, que el entusiasmo de la secta'equipara á los mas pintados de.la
m^afísica del Stagiñta ó de la Sumadel Angélico Doctor, los corona con el siguiente entimema.
La sociedad española ha perdido su asiento moral, ese
asiento en que hasta la.s últimas innovaciones ha deseansade su secular organización:—^luego debe agotar todo linaje de esfuertos para recobrarlo.
II.
.
Poco apoco, señores anti-parlamentarios. No cantéis victoria tan presto. Vuestros silogismos, no cabe
duda, están -lógicamente cr)nstniidos: ninguno peea
contra las estrictas reglas del barbara celarem del escolasticismo. Splo que la ])roposicion menor del primer silogismo y el antecedente del entimema son falsos, absalutamente falsos de toda falsedad, en cayo concepto el
consiguiente no puede ser admitido como cierto y valedero.—Ya veis que os hablamos en vuestro lenguaje
predilecto, en el lenguaje de la escolástica de esos siglos
^ne tanto amáis, y cuya resurrección es vuestro ensueño dorado. No diréis que os arrastramos á nuestro terreno para atacaros con las armas habituales de la moderna filosofía.
Con efecto, la proposición fundamental de vuestro r a ciocittio, é lo que es lo mismo, la menor de vuestro primer silogismo, es falsa. La sociedad española no ha perdido su asiento moral: no ha hecho mas que cambiarlo,
sustituirlo por otro: no ha hecho maá que adaptarlo á
las nuevas necesidades creadas por el trascurso de ios
siglos: no ha hecho mas que ceder a l a tendencia irresistible de la civilizaeion y conformarse con las miras providenciales que rigen la edneacion progresiva de la humanidad.
Si la España hubiera perdido su asiento moral,
seria una sociedad próxima á disolverse, una sociedad maldita, digaa de ia su»rte de la Pentápolis antigua.
Si nuestra soeiedad hubiera perdido su asiento moral,
habrían desaparecido de ella el sentimiento religioso,
la idea de la justicia, la ni^cion del derecho, el instinto
de lo belle, la conciencia de lo verdadero y la admiración de lo bueno.
Porque la religión, la justicia, el derecho y el sentimi^nto persistente de lo bello, de lo verdadero y de
le bueno, son las bíisea eternas de todo edificio sscial y el legítimo y racional asiento de toda humana s e ciedad.
Si la España ha perdido toda» e»as condiciones, apercibámonos para verla borrada muy luego del catálogci
de las naciones civilizadas.
¿Os espanta la enormidad de tal calumnia arrojada
sobre la frente de nue»tra patria? ¿Decis que o» calumniamos á nuestro torno, imputando á vuestra novísima
fórmula un alcance ageno de su intimo sentido y de su
natural objeto?—.\ceptamos la denegación en prueba de
nuestra imparcialidad y buena fe. Queremss convencer,
no ealumniar: refutar, no herir.
Pues entonces, si esa desconsoladora fórmula no encierra las terribles suposiciones que acabantos de indicar, es fuerza concluir que el asiento moral, que *e pregona haber perdido la sociedad española, no es otra cosa que el régimen antiguo ; es decir, el absolutismo en
la política, en el gobierno, en la administración, en todas las esferas de la organización social.
Por maa vueltas y revuelta* que se le den á la fatídica fórmula del Sr. Bravo Morillo, ó significa esto, ó no
significa nada.
Ahora bien: si significa que la sustitución del antiguo
régimen per las instituciene* actuales equivale á la pérdida del asiento moral de la sociedad española, nos es
muy fácil demostrar qac esa *u*tituciun no e* una pérdida, sino pura y úmplemente un cambio ó traaformacion del asiento antiguo, ya desmoronado y ruineeo en
su base por causas generales independientes de la voluntad individual y enlazadas con la marcha evolutiva
de todo* los pueblo* por la inerrable senda, cuyo término e* el secreto de la Providencia.
lU.
El asiento moral de toda sociedad tiene difereates aspectos, «egun que *e le considera con relacien al orden
reü^oso, al orden político, al orden civil y al orden a d ministrativo.
En el orden religioso, la sociedad española conserva
toda la integridad de su antiguo asiento. La unidad de
la fe, la unitormidad de la disciplina, la esclusiou de los
demás cultos, las gerarquías del sacerdocio, el respeto
de los poderes públicos á la iglesia, la protección y
mantenimiento d!e sus sagrados ministros, toda la vene-
randa herescia religiosa y litúrgica de nuestros católi- vitable de 1Q8 sucesos y el creciente impulso de la in- humana; ese apocamiento del carácter personal; el sicos antepasados, en cuanto se relaciona con el dogma teligencia pública,' no son ni pueden ser causas de lencio de la opinión, el letargo del espíritu público , el
inmutable y con las prácticas esenciales del culto, toda que una sociedad pierda su asiento moral, el que, por jecrato de las deliberaciones legislativas , la esclavitud
subsiste incólume y respetada. La reforma política se el contrario, se despierta y avigora, bebiendo un alien- de la prensa, la soledad de la tribuna; todo osa conjunha detenido á la puerta del santuario: ninguna mano to mas poderoso en el empaño mismo de vencer las difi- to de medios, ora abiertamente hostiles , oni sutilmente
profana ha osado tocar al incensario sin ser condenada cultades que se oponen al complemento de la trasfor- defraudatorios de la libertad política y civil, es lo que
nuesktros pseudo-reformadores llaman orden , sosiego y
por la opiaion y reprimida por la ley, Si algunos insti- maeion.
tutos secundarios y puramente disciplinares han desEl asiento moral de toda soeiedad, definido segan asiento moral do la sociedad. Vbt solitudinem faaunt,
aparecido por su discordancia coh las costumbres mo- la acepción lata y genérica de la idea que representa, pacem apellanl.
No es de estrañarse, por lo tanto, que crean perdido
dernas; si el patrimonio eclesiástico ha recibido una nue- es el conjusto de sus instituciones fundamentales y háva forma que, produciendo una misma renta, conserva bitos sociales concordante.^ con las nociones primitivas el asiento moral de la «ociedad española, cuando tocan la
siempre la propiedad de la iglesia; si han dejado de y los priacipios eternos del orden, de la justicia y del tenaz é inflexible resistencia que opone á los diversos
ensayos de restauración, de que «ene siendo teatro el
existir algunos privilegios, concebibles en las pasada» derecho.
edades é inconciliables con las exigencias de nuestra
Ese mismo asiento moral, considerado según la sig- pais después de algunos años.
era, tales cambios no han afsetado la esencia de la ins- nificación concreta y específica de la propia idea aphEn el vértigo üc su impotencia material, demantitución divina del catolicismo: se han re.alizado en el cada á una nación ó. época determinada, es la su- dan ayuda á las ideas religiosas, sofismas á la dialécorden puramente humano y variable de la economía ó ma de las leyes, cístumores, prácticas y tendencias tica , ejemplos á la historia v recuerdos á la tradidisciplina esterna: la iglesia ha conservado su legítima que, acordes en el fondo con aquéllos altos é inmuta-^ ción.
independencia de los poderes tesaporales, y la nación bles principios , son, sin einbargo", susceptible» de^moY como ni la tradición, ni la historia, ni la lógica, ni
española guarda hoy como antes, entre sus mas pre- diflcacion y de refojaía, de progreso y de perfecciona- ' la religión favorecen sus conatos liberticidas, tornan sus
eiados timbres, el glorioso dictado de católica.—El aliento.
Hüradas á lo* sentimteatos battardos y á la* pasiones inasiento moral de nuestra §o<;;iedad, con felacioiial orden , E« la priii«ír»,iui(íii(CÍfln, «na ssciedad na paedesM* ¡'Hóbtea.
•«'
religkwo, perBMn*:e,"ia*Í*,íhteg;ro, intacto é in- der su asiento moral ein disolverse y tórúar ¿ l a barba«
Y piden BU tele á la imppitura, m Blel á la envidia, su
m'acúlads.
'
,
ríe; porque la violattott de laateyes morales trae conm- máscara á la hipoeresía, su amargura al sarcasmo y su
Los cambios y trasformaciones se han efectuado so- go la disolución de todo vinfculo sodal. No es este el ca- dardo á la calumnia, esclamando como Juno despechada
lamente en el órdea político,.en el civil y administra- so de la sociedad española, ni queremos atribuir á nue»- en la Eneida:
FlecUri si ntqucB Superas, Acheronla movebo.
tivo, ea el judicial y ecoaómioo; es decir, en lo que t o - tros adv9;;saríos el pensamiento de tan afrentosa injuria
á la patria.Estei es el aflictiva espectáculo que estamos presenda humana sociedad tiene de progresivo y perfectible,
En la áegttada suposición, ya hemos dicho, y fácil- ciaado después de algunos año». Liberales arrepentido*
de variable y transitorio, de cirííunstancial y reformamente se coEKibe, que el asiento moral de uiaa saciedad, ó auevamente converao», que por la negra honrilla ó por
ble.
La oportunidad y aua la legitimidad de esos cam- en la acepción local y específica, puede modificarse, una mal entendida consecuencia, no se atreven á probios podrán ser contestadas y censuradas por las opi- cambiarse, trasformarse; pero nunca perderse. La r a - clamar alta voce la sinceridad 4e «u conversión: espíriniones contrarias, por las preocupaciones invencibles, zón de está iiéposibilidad es obvia y perceptible por la tus apecados, á qaienes la acción y el movimiento, eso*
por las prevencionc» sistemáticas, por los intereses que mas limitada inteligencia. Un sencillo dilema la demues- signos palpitantes d» la energía da la vida, se le* antojan síntomas precursores de la proximidad de la duoluse sublevan, por la ignorancia que no raciocina, por tra con toda la luz de la evidencia.
cien: inteligencias miopes, que no saben mirar en el fonEl cambio ó modificación del asiento moral en sa
las pasiones aviesas o mezquinas que todo lo inficioacepción local y concreta, guarda conformidad coa los do de la fermentación de las ideas mas que las heces
nan.
saperfieiale*, euyo desprendimiento es una condición inTal es la suerte de todas las trasformaciones, á que la principios fundamentales del orden moral, ó se'separa evitable para la perfección misma de los resultados: abdeello».
Si
guarda
dicha
conformidad,
es
olKro
que
h
a
ley providen ia! del progreso conduce invenciblemente
solutistas escurridizos que, faltos «te la autigaa pitaná las naciones en el teatro movible de la historia: tal es brá cambio ó progreso del asiento moral, pero no pér- za, se deslizan cautelosamente á nuestro campo en el iael destino de esas grandes palingenesias sociales que á dida y aniquilamianto:—ti, por el contrario, se separa
teré» de la cucaña, prontas, empero, siempre á prestar
determinadas épocas esperimenta la humanidad ea la de ellos, caemos irremisiblemente en el escollo de la ayuda y mano fuerte á todo asaino de simpatía, á toda
prim-ra suposición, es decir, en la disolución social inlarga prolongación de los siglos.
veleidad de retorno al ídolo de su adoraciou retrospectiCuando susnan para el mando esas Inras de renova- evitable, en el retomo á la barbarie, en la abdicación de va: y allegados á estos, ea son de gaerrillas ó á fuer de
los
instintos
humanos,
en
e»a
vergonzosa
é
imposible
ción inevitable, esas horas solemnes que han sido preauxiliares meritorios y supernumerario», la turba multa
paradas por 1% lenta y silenciosa incubación de las eda- situación que los mism:}s defensores de la fórmula en de ambicíMos vulgares, de escritores venales, de i^tsacuestión
no
haa
querido
ni
podido
atribuir
á
nuestra
nedes precedente», el estremecimiento es universal. Todos
ciable» pretendientes, de cesantes despecna»ios, gente
les espíritus se conmueven, todo* los corazones palpi- ble patria, como desde el principio lo hemos reconocido toda tornadiza y sin conciencia política, que sirve a toen
fe
de
nuestra
imparcialidad
y
del
espíritu
rectb
y
tan de esperaaza ó de temor, de júbilo ó de despedos los partidos sin pertenecer á niúguno, suizos avendesapasionado que guia á nuestra pluma.
cho. Un gran ruido se escucha por todas parte». Es
tureros y merceDario» , que engru.;»an las filas da
Por donde »e vé que el grande error del céle- este ó el otro ejército »in cuidarse de las divisa*
el antiguo edificio, que se desploma y cae pieza por
pieza , cjrroido por la lima del tiempo y minado en su bre dicho d*l Sr. Bravo Murillo consiste en llamar salvo, empero , en todo caso el cómjdo recur»o dé
base por la piqueta de una civilización creciente y anhe- pérdida lo ¿ue solo «s uh cambio, violentando, á par cambiar de opinión ó de «bandera según la dirección
que el sentido de la* glabra!», la significación de ia» del viento oficial ó los premiosos reclamos del vienlosa por lo mismo de al-)jarcn ipas amplio y p n p )rcionaao recinto la serie múltiple de sus nuevas necesi- cosas.
tre.
dades.
tíe ha querida espresar un pensamiento profundo,
De to^^o» estos cantantes (de buena fe mucho* y en
Eatonces las alma» apocadas, y las inteligencias p e - y solo se ha logrado "engendrar una frase vacia de
efecto convencidos, en tanto que los mas arrastrado*
sentido.
rezosas, y las voluntades tibias, y los hábito» arraigaSe han hecho esfuerzos para dictar ex trifode un o r á - por interegadü» impulso») sa .forma el coro que eatona
dos, y, los intarese» heridas, y la triste ignorancia , esa
úlcera itiseparable dé la flaca humanidad, forman un culo de aterrador augurio, y el numen solo ha inspirado cotidianamente las triste* jeremiadas de la reacción T
lamenta la desolación venidera sobre la ciudad ingrata
lúgubre concierto de Voces plañideras; y cual si viesen un absurdo de grueso calibre.
Sa ha creído imponer con una idea trascendental y se y la generación reproba , qus siguen el camkio de pervenírseles encima la desolación del añimiUenariü, anundición y po eseuchaa la voz di sus profetas, que le anuncian que la sociedad ha perdido su asiento maral y que ha hech'íreir con ana idéá imposible.
Sacamos en limpioque,en «entir de los ultra-mode- cian la desaparición de su asiento moral y el auvenies preciso, restablecerlo ea sus antiguas base» so pena
rados, de IJS ref»rmiscas, de lus neo-católicos (que mas miento de la catástrofe final, si continúan sordas al préde ver hundidas en el abismo, en el caos, en la nada,
toda la prolija obra de las generaciones anteriores, toda propiamente llamaríamos pseudo-catóUco»), de los após- sago clamor de sus lamdntaciones.
V.
esa maravillosa contextura social tan laboriosamente tatas de la reacciun, d« lo» tránsfugas del progreso, de
construida'' por los perseverantes y saculares esfuerzos los apóstoles de la libertad, de los aesertore* del par- ¡Pleure»! Les pleurs sont vaina. Le siecle est invincible
lamentarismo, las prácticas coastitucionale* y la franca Le retour au pasé n'est deja plus pogsible.
de la razón huirana.
observancia de sus esenciales condicione» equitaleu á
¡Llorad! ¡Llorad! En van.*llorareis, mientra* no con¡Tristes sofismas destruido» por la reflexión y desmensigáis convencer á la humanidad de que su destino e*
tidos por la historia! Las trasf )rmacione* sociales nunca perder la eociedad española su asiento moral.
vivir inmóvil y estadiza como ias especies irraeíonale»
Y no »e no» diga, para sacudir la abrumadora pesaha sido un signo de degeneración moral. Si á vece» cuestan sangre y lágrimas, si oeasionaa lato y pesares á ve- dumbre de esta conclusión, que el objeto de la nueva á quienes ha sido negado el divino atributo del Droere*^ °
ces, la culpa no es suya: la culpa es de los intereses cruzada no es destruir el régiiaen representativo, uno •0 y de la perfectibuiUíid.
¡Llorad! ¡Llor-td! En vano llorareis, mientra» no e . preexistentes que las combaten, de lo» poderes ciego» mejorarlo y purgarlo de su* imperfecciones y abusos. A
que la» contrarían, de las deplorables pasiones que le» la sombra de tan elástico pretesto se puede intentar to- tmgais en el londo del alma humana el sentimiento insalen al paso para embarazar su natural y pacífico dea- do y atentar contra todo. Recordemos la- acometida r e - génita de la libertad, la idea »anta del derecuo v «se
forma de 1852: recordemos la* tentativas posteriores, y instmto irresistible que á todos n^« arrastra á mejora
envolvimiento.
Todas las grande» evoluciones de la humanidad se sobre todo, las doctrina» públicamente profesada»; la» las condiciones iiiatBiíales, intelectuales v m j r a i ¿ de
•'
han iniciado c-iti el gafrimiento y consumado con el sa- medidas anti-constitucionales, aplaudidas; las aspira- nuestro ser.
La idea de ese progreso, en tsda la serie sucesiva de
crificio. Esta es la ley profunda é inexorable, que siem- ciones liberales, vilipendiadas; el sistema parlamentario,
pre se realiza en el orden moral como en el orden físico, ridiculizado con escarnio; la publicidad, mirada con des- sus innumerable» aplicaciones, es la idea que baa^-itado
en el mundo del espíritu eomo en el mundo de la natu- den; la prensa, sajeta á los capricho» del poder; las ga- consUnteusente a la humanidad desde su apariciíu so
rantías individuales, entregadas al arbitrio del gobier- bre nuestro planeta: es la idea, que desde Adán ha»t¡
raleza.
no; la desamortización, caracterizada de despojo; las
K
La planta no brota de la tierra sin que primeramen- franquicias provinciales y municipales, calificadas de Jo-b^4esdeJoOtiasta,Prometeo, uesde Prometeo
te se haya podrido y disuslto la simiente en sus en- anarquía; y en medio de este concierto da anatemas y lausto, ha gaiado sm interrupción al espiritl humano á
la incesante conquista del tiempo y üel espaciu y de
trañas
censuras, la reacción marchaado á paso de carga, t r a La mariposa no suspende ea la» ondas trasparentes tando de imponerse á los poderes publico» como una ir- todo lo que puebu y anima el espacio y el tiíinpo
Ün esta marcha incesantemente evolutiva á veces ha
del aire sus alas pintadas con los colores del iris, antes remisible tutela, y llevando en torno suyo, á modo de
de haberse preparado á volar bajo la piel verminosa de pompa triunfal, las circulare» neo-católica», las cuer- ce un alto la humanidad, á veces atraviesa un periodo
i-^-wu
la crisálida.
das de Leganés, la resurrección de los alcalde» corre- de lucha y de estremecimientos.
En el primer cas., es el descanso que precede á U
La mujer, esa creación postrema y complementaria gidores, los abrumadores empréstitos, el veto provisodel divino Úacedor, no d t á luz el frqto de su vientre
rio de los monumentos pública» y la estupenda y origi- iniciación de un nuevo período, al alumoramiento de una
sin haber sentido lo» previos dolores del alumbra- nalíúma creaeion de la lig^.
nueva evolución: en el segando, es el resultad» del cholaiento.
que inevitable entre las lorma. antigua» y hi» nueva*
Hé aquí cómo se preparaban nuestras reformadores á
Y porque la planta en sa estado embrionario ha emtorinas, entre la» reminiscencia* y las aspiraciones e n pezado por disolverse y podrirse, ¿diríamo» á la tierra: interpretar la doctrina constitucional y estirpar los abu- tre lo pasado que espira lentamente en l^ convulsiona*
so» del régimen representativo.
—no produzcas arboles, ai fl,>res, ni frutos?
de la agona. y lo pre»eate que ** anuncia en el teatro
Dejárasele* obrar á mansalva, y presto no* hubieran
Y porque la mariposa, vil gusano durante sa desarroíen*ud
""^
***'"'** ^ pwlerosa iniciativa de lajuinoculad»
el
imperialismo
transpirenaico
á
título
de
efillo rudimental, *e ha arrastrado humildemente por el
suelo, ¿diríamo* al aire:—ahoga entre tus corriente* caz preservativo contra el eontagio del virus parlamen- r.tnl "íífftit^.'íí'"'* '^'' °"*".'*'*, ^*> 1* daminacion rotempestuosa* la coqueta y alada sílfids, que salta de tario : fíárase en sus mano» la suprema dirección de la mana,
tae un alto que preparo el aavenimiento del cri«flor en flor para libar la esencia depositada en el fondo cosa pública, y en ún sancti amen el régimen liberal ae tianwmo: lo fue tamwen el largo reinado del feudalishabría convertido «n régimen conventual, y lo* eapaño- mo como precursor de la monarquía pura: le lia «ido
de su cáliz?
Y porque la mujer ao adquiere el «ublime privilegio les alcanzaríamos la inefable ventaja de vivir Sujeto* á Igualmente esta desde el siglo décimo quinto como fórde la maternidad sino á costa del .desgarramiento de su» coro y campanilla para la» menores acciones de nuestra mula profetica y preparatoria del sistema representaüvo, necesidad suprema, á par que ineludible, de lo» moentraña», ¿diríamos á la Providencia:—aniquila la h u - vida.
'
Porque esa sumisión incondicienal á toda* las volun- derno» tiempos.
manidad; puesto que, para repreducirla y perpetuarla,
es preciso que la mas débil de tus criaturas se «ometa, tades de los depositarios del poder público; esa fe ciega
Alcompa» de estos alto» ó descansos »e haa sucedivíctima santa de la continuación de la espeeie, á la dolo- en el acierto de todas la» combinacione* oficíale* ; esa* do la» luciias necesaria» para el complemento de cada
trabas a l a emisión del pensamiento; esa interdicción evolución. J;ue precisa la inmolación Ue los mártires oarosa inmolación del parto?
del libre examen; esa descenfianza aeombradiza de los raestender y arraigar en el mundo la fe divina del
IV.
Lo repetimos. La sustitución de un estado social por derechos individuales; esa mutilación sistemática de la* Evangelio: precisa la irrupción universal de los bárbalibertades públicas; ese anatema de la publicidai y de
otro ma« progresivo, y el tránsito de una civilización á la discusión ; esa insipiente cohibición de ia* facultades ros ú»L Norte para infiltrar «na nueva vitaüdad en la
otra mas adelantada, cuando el uno y la otra vienen intelectuales; ese calculado menosprecio de la dignidad corrompida sangre del inmenso imperio: preciso» lo»
rudos combate» entre lo» señoríos leúdales y el grau
naturalmente preparados por el encadenamiento ine-
S. M. la reina, cuy* corazón no hay quien no admire,
fue la primera en dar muestra» de su emoción profunda.
— ¡Hé aquí ano de lo» dia» ma» bellos de mi reinado!
—decia á todo el mundo, Uorand* y riendo á la par , felicitando á lo* ingeniero* que tan venturoeamente han
dado cima á su atrevida obra, concediéndoles allí mismo
premio* y recompen*a«.
«
A la noche inmediata el mayordomo mayor, el venerable duque de Bailen, llevaba al Sr D. Lucio del Valle el diploma de la ^ran cruz de Carlos III, acompañado de uaa carta autógrafa de nuestra seberana, y concebida en los términos siguientes:
•Valle: Si Carlos III viviera colocaría en tu pecho la
cruz de la orden que institayó p^ra premiar la virtud y
el mérito. A su nieta cabe la satisfaccioa de ponértela,
y la de apreciar tu talento á tu reina—ISABEL.»
¿No es cierto que no necesitan encomios estas líneas
tan elocuentes por su propia sencillez?
Ademas, es cosa resuelta que por el ministerio de fomente se proponga al Sr. Valle para el título de conde
de Lozoya, vizconde de Cabriel; que al subdirector de
la» obra» del «anal, Sr. D. Juan Rivera, se le dé la
gran cruz de Isabel la Católica; y en fia, á los distinguidos ingeniero* da las mismas Sre». Morer y Barroa
«acomiendas de CárU* III. — Netablcs mercedes son estafa ciertamente; aunque es forzoso confesar que tanto
como grandes son ja»ta» y merecidas.
En el conseje de ministro» que ha dé verificarse hoy
quedará resuelta la cuestión del Viaje de SS. MM. á Asturias ;—aunque todavía no «e ha dado orden alg;una para
él, el itiaerano e* i ya formado; si *c lleva á efecto, la
certe tardará d i n y seis dia» de»d* Madrid á Gijon,
pues debe detener** tre* en Valladolid, do* en León y
otro»tre»en Oviedo, y la» jornada» »erán corta» con
objeto de que lo* calire* de la época no perjudiquen á
la »alud del tierno príneip* y de la infanta.—Vana* familia» de la regia aervidumbre y de la aristocracia «egairán á las reyes á aquel montañoso y pintoresco pait,
ina* desconocido de la gente comm'il faut que la Suiza,
la Italia ó las orillas del Rhia. Pero ¿quién sabe si se
hará moda visitarlo, según Lies ahora recorrer la» provincia» Vascongadas y los Pirineos? —Para eso tan solo
»e neceíitaria que S. M. fuese allá un par de veranos,
ííingun individuo de la real familia pasará el actual
en Madrid.—S. A. el infante D Francisco, de regreso
desde el jaeve* de Araajuez, nuarcha á principio» de
julio á De va, dond*jM«a*a ptraiaMcer lM¿a ailtetfkbre;
su hijo el duque d* eeTill», M di*p«B« á ir á temar l«i
baño» de mar en Valencia; la infanta dnña Josefa con lu ,
esposo el Sr. Giiell y Renté, va á París á ver á sus niños, que tiene allí en un colegio;-—laseñira duquesa de
Sessa y la Infanta doña Isabel, son la» únicas que quizá» no abandonen las desiertas orillas del Manzanares.
Porque signe crescendo la emigración que te anunciaba en mis anteriores epístolas; nadie habla sino de viajes; nadie se ocupa sino en los preparativos para ellos.
—Ante ese asunto capital todo cede, todo pierde su i n terés y su importaneia; —la política, la bolsa, la Fuente
Castellana y el Prado, se resienten igualmente de la
estación, pues los wagones como las diligencias y las
sillas de p,.sta, se llevan cada dia veinte ó treinta hombres de catado, y otros tantos íurupetos y daiulys. El ferro-carril de Alicarite favorece mucho sem'jantes espediciones, pues el que no encuentra asiento para Bayona,
toma la ruta por Marsella.
Gracias al cielo, ahora ya tenemos una vía férrea que
nos pone en comunicación directa can el rasto de la Europa. P u o á poco las estaciones del camino van adquiriendo un aspecto animado y alegre; los buffets abundan en ellas; recientemente se han establecido en la de
Madrid un estanco y una librería, y en esta se vende
una Guia del viajero por los ferro-carriles de Alicante y
Valencia, que es verdaderamente un modelo en su g é nero.—Después de la reseña histórica de la línea, la Guia
aontiene la descripción de la misma y de sus principales
obras; la del pais que atraviesa; multitud de datos curiosos; avisos útiles; advertencias importantes parala seguridad personal; eh fin, cuanto puede apetecer el individuo mas exigente.—Escrito con claridad, en estilo fácil y sencillo, este libro »e recomienda también per otra
cireunstancia rara en los de su índole: la completa
exactitud de su» noticias, la cual descubre que está h e cho con esmero y conciencia.
• Un libro e» siempre el mejor amigo del hombre, pero
debe ser ademas el inseparable eetíipañero del qae viaja —¡Cuánta» horas de cansancio y de fatiga nos hace
olvidar una lectura interesante y amena! ¡Cuántos momento» de mal humor combaten y di»ipan algunas p á ginas inspiradas!—El que va solo y el que va acompañado; el casado y el Saltero; el niño y el anciano; lo»
unos para divertir su seledad; los otros para reconcentrarse dentro de »í propios, toda» necesitan un libro,
tpiste ó festivo, ligero ó grave, superficial ó prijfundo,
que deleite ó que enseñe, que consuele ó ^-ae instruya,
%ut reert* el animo ó fortalezca el alma. Sin embargo,
en un wagón ó en una (illa de posta se da generalmente mirar á los ginete* con velo eomo *e miraba en Roma á
la preferencia á lo que se limita á eatretenerno»; asi yo j los augure» sonriendo.
recomiendo á la mayoría de los viajeros cierta obrita, i Lo» caballero» de industria se aprovechan da cualque también se halla JU la citada librería del fer/o-car- • quiera cosa, hasta de o» viajes, para ejercer »u aobla
ril del Mediterráneo, y se titula: Lo que son las mujeres, profesan; y el lune» de la semana pasada ha ocurrido ua
ó El ingenio de las mujeres y las mujeres de ingenio.
suceso que debe hacer redoblar las precaucione» contra
Estudio del sexo encantador enemigo del nuestro, «e su» culpable»:—manejo».
distingue por el conocimieato de la materia de qae traHé aquí el caso: una hija del digno general de a r ta; por su tono picante y epigramático; por «u gracia y tillería, Sr. Mantilla, recibió durante las horas que su
por »u agudeza.—El talento humorista de Stalh, su au- padre pasa diariamente en la dirección del arma una
tor, hace doblemente interesantes su» teorías filosóñca» carta escrita, al parecer del puño y letra de aquel én la
y »ociale», presentadas bajo una forma nueva y estraña, cual la decia que, obedeciendo una orden supsrio'r t e con rasgos cómicos y oportunos; contribuyendo todo á nia que salir inmediatamente de Madrid, si bien por
que, una vez comenzadfb el libro, no se suelte hasta lle- breves horas; que en consecuencia le mandase el anifjr
gar al fin.
me y cuatro mil reales, por medio del dador quien iba
En la guerra cruel y terrible que los hombre» y la» vestido como un ordenanza ó portero de la referida ofimujeres continuamos sin tregua á través de los siglos, cina.-Sin esperimentar la menor desconfianza, la señora
no hay nada que respetemos, nada que se libre de nue*- de Mantilla puso un billete de banco bajo uasobre r se
tra mutua saña. Ellas, no contentas con hacernos infe- lo dio al emisario; pero le ocurrió una üuda muy natulices, no» hacen ridículos; no contentas con robarnos ral al ir á entregarle igualmente el uniforme —El jrenenuestra libertad, nos roban hasta nuestros traja»; ella», ral tiene varios.—¿ Cual seria, pues, el qu» pedia'—Asi
después de usurparnos los pantalones—y/muchas veees para no equivocarse, decidió mandar un criado á que »e
por completo—se han ido apropiando auceeivamente el informase, »aliendo con el supuesto ordenanza
chaleco, la corbata y la levita.—Nosoti'o», en justas reUna vez en la calle, este, protestando otro recado allí
presalias, la» hemos deepjado este verano de tres di- cerca, qui»o esquivarse; mas el fiel servidor que le
ferente» objetos:—el abanico, la sombrilla y, ¡asómbrate acompañaba, fuese que concibiera sospecha» ó QUC U
Eduardo! ¡el velo!—La suprema elegancia ««tre lo* parecusM smgulac su conducu, le reclamó eatonoe*
liones, consiste en llevar cuando salen al campo, «n pedazo de gasa verde, que liberte su delicada tez de lo*
—Pero si voy allá al momento.—repuso.
ardientes rayos del sel!
—Yo voy directamente y llegaré ante»
A razón tan concluyente no tuvo nada que oponer, T
Asi, á cierta distancia, al ver acercarse un ginet* á aunque con visible repugnancia, .oltó el p ü f g o ^ u l
escape, no se distingue si quien viene es una amazona ó contenía los cuatro mil reales
F " = 5 " H*»»
ufc caballer*.—En cuanto al abanico tu uso era m4*an«
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«fiado
en
ia
dirección
de
artUlería,
tiguo entre el sexo feo; pero ahora te ha generalizado.
deecabrió el mi8terio:-no había eeinejante viaje ni
— Estas noches en los paseo» ó lo* teatro*, cada pollo se
geaeral había escrito carta alguna.' T o i ¿ ridkcU
saca el suyo, manejándolo algunos con tanta gracia y el
a una tentativa de robo,-ventui-o«amente frustrada,-pericia que á las veces hace sospechar un disfraz, un valiendose de la imitación mas admirable de la letra y
cambio aparente de sexo.—Por ultimo, de doce de la hasta del estilo del Sr. Mantilla!
mañana a cinco da la tarde, aparecen en las calles de
Después de este y de otrM innumerable» ejemplos
Madrid infinitos individuos armado» de paraguas, que
emplean para preservarse de los rigores del astro diur- debemos esperar de nuestro» cacos ver el mejor dia imi-1
no. —Al principio estas innovaciones causaban viva sor- tadas la fisonomía y la figura de cualquier pró'imo
presa; al principio tal cual genlteman encubierto ha t e - hasta el punto de lograr que se engañen su propií munido que sufrir groseras burla», y aun alguna corrida; jer ó «u mwma hija. - El arte de Robert-Uacaire, llevamas ya comienza á no estrañarse encontrar el abanico ó do á la perfección en Francia, se halla tambiin e n l ^
floreeiente!
««UBBW*
el bastón en la mano del hombre; á admitirse el u»o d*l nosotros en un e»tadn
paragua* como sombrilla; y «a fin, el rulfo M Uttita. á
PjtBRo VtuMxmn.
9m eqpi*, 4i
L A BP06 A.
feudo de la corona, para queel triunfo definitivo de esta
devülviera la unidad á lai> naciones europaas sumidas
en la anarquía; asi com » es preciso é inevitabla hoy el
fonflicro curre ese mismo principio de la monarquía pura, símbolo del absolutiimo, y el principio de la monarquía Constitucional, representante de la civilización moderna, haíta tanto cjiís este logre desalojar á su períinaí antecesor de las últimas |)jsicioncs a que. se ha refugiad J y plantear svi cn'-íña victoriosa en la cúspide
del edificio social.
Y estjs altos y luchas, estos reposos y evoluciones, 1 js ha recorrido la humanidad c o m j o t r a » tantas etapas marcadas ^or la Providancia, en su miitürioso curso al través de lo» sigl JS , sin que por ello
hayan perdido su asiento moral las sociedades h u munas.
N) haya, pues, miedo de que puída haber perdido el
suyo la sociedad española.
L,a sociedad españ jla se regenera; regenerándosa, «e
moraliza. No por descansar sobre mas amplios ygen«rosos cimientos, será su asiento moral menos sólido ypersisteute. El cimiento se cambia j ' reconstruye, no para
destruir el edificio , sino para darle mas estabilidad y
aplomo.
Ese cambio no es la isuerte de la sociedad española: c» su traslVnnaeion , su resurreecion, su palingenesia.
Los que equivocan estos síntomas con la muerte, tienen ojos y no ven, oidos y no oyan , inteligencia y no
comprendín la huraanidad , ni la historia , ni la Providenaia.
Negar la legítima y constante evolución de las formas
sociales, es negar la historia: negar la historia es negar
el progreso; negar el progreso es negar la Provideincia.
¡Es el ateisiDo: -FHA.NCISCJ Muivo/ BEL MONTE.
("De LA AMÉRICA.
Lá EfOCA.
!
MAr*iD 29 >E Jumo BE IbaS.
Si; m se creyó canveniente llevar á c.ibo la reorganizacioa de la milicia nacional, porque esa milicia, en vez de justilicar las patrióticas intencionas
tii' los autores del programa de Manzanaj'cs, en vez
d;.' SL'r el palladium del orden á lá vez que de la libertad, se puso enfrente d e l a m o n a r ^ í a y al lado
de los insurrectos en Madrid, en Barcelona, en Zaragoza, en Málaga, en Granada, ea las prinrtpales
capitales y en las mas importantes poblaciones de
España.
Sí; como en todas las épocas de dictadura transitoria, de dictadura patriótica, de dictadura salvadora, quedaron en suspenso la imprenta y el jurado,
por(|ue en la.mayor parte de la penín.sula ardía el
luego de la insarreccion, porqu.! el orden no se hallaba aua asegurado en todas parles, porque mientras unos escitaban las pasiones revolucionarias, ma
viVrtS, otros proclamaban la necesidad de una reacción insensata, no menos temible: si, en medio de
estas graves circunstancias, los hombres que habían
acometido la difícil emjiresa de asegurar el orden
y consolidar la libertad, dejaron en suspenso la
de imprenta , pero no declararon que ella era
una lea incendiaria destinada á abrasar y consumir á la indefensa sociedad, como en un documento
|)úblico y solemne, que tal vez recuerde LA ESPAÑA,
hicieron otros en 1846, cuando nada justilicaba esta acusación ni disculpaba este exabrupto.
Si; desaparecieron algunas diputaciones provinciales y algunos ayuntamientos, lo.s que verdaderamente eran hijos mimados de la revolución, como dice LA ESPAÑA, porque se habían instalado ilegalmente, porque ilegalmente se habían exhumado
los cuerpos populares de 18i5, porque era menester reemplazarlos para proveer á las necesidades
del orden y de la administración; pero, como solo
se trataba de asegurar la paz del pais, no de llevar
á cabo unareaecion desas'rosa, de esos cusrpos solo
fueron renovados los que habían simpatizado mas ó
menos abiertamente con el movimiento insurreccional, y no se pensó siquiera en derogar las leyes de
su organización y régimen que habían hecho las
cortes constiluve'ntcs y sancionado la corona con un
espíritu de prudencia y de conciliación, que habríamos querido ver prevalecer en todos sus actos,
en todos sus acuerdos.
Sí, fueron declaradas en estado de sitio todas las
provincias de la monarquía; pero fue jKira calmar
en lo posible la terrible angustia y la cruel ansiedad en que por aquellos días estaba el pais, fue
para asegurar la dudosa victoria en la tremenda lucha en que escasos 4,000 hombres peleaban contra
mas de 16,000, apoderados de toda la población ij
ae sus principales edificios, fue para aumentar en
las gentes de orden la confianza qne inspiraban los
hombres encargados de hacer cumplir la ley, fue
para sofocar insurrecciones y síntomas de ellas
igualmente formidables en Cataluña, en Aragón, en
Andalucía, en Valencia , lo cual no hace mas que
acrecentar el mérito como hombre previs'ir del general O'Donnell, ssgun en diversas partes se vé obligado á declarar LA ESPAIRA con las mismas palabras
que dejamos subrayadas.
¡Y es un diario moderado quien formula semsjantes cargos! ¡Quien acusa al gabinete de 1856 de
haber establecido el régimen ddsablel ¡Quien censura al ministerio O'Donnell de haber restaurado
una constitución arrumbada!
Lo confesamos de nuevo, sí: se estableció esa dictadura, pero fue para salvar el trono, el orden y la
sociedad; fue para restablecer el imperio de las leyes y el verdadero sistema constitucional, por unos
y por otros conculcado; fue para dominar á los insurrectos, para perdonar á los vencidos, para contener á otros revolucionarios de peor índole que los
que acababan de ser derrotados. ¡Necesaria, salvadora y gloriosa dictadura que recordaría las de los
Cincinatos y Octavios en Homa, si los Marco Antonios de la reacción, en vez de sucumbir en Accio,
no hubiesen triunfado en Madrid!
El gran delito del general O'Donnell, que tan
vivas simpatías escitó mientras luchó con la revolución, que con sus actos enérgicos había restablecido el principio de autoridad, que disponia entonces de lodas las fuerzas conservadoras de la sociedad, fue restablecer la constitución de 1845, fue
hacernos el presente de la fatal y tantas veces ensayada escuela doctrina; ia, fue no decir «á esta
sociedad tan quebrantada y tan padecida que el
tiempo de las hipocresías había pasado ya; que era
menester abandonar para siempre las af)ariencias
fastuosas de una política imposible de aclimatar en
la nación, para entrar de lleno en la PR.VCTJCA SIJÍCERA DEL GOBiEBNO REPRESENTATIVO, gobícrno amante de la tradición, gobierno fundado en esas instiluciones seculares é históricas, que limitan pruds»temente al poder, sin quebrantar por eso su unidad j
y su prestigio; gobierno que no escluye, antes bien
adopta con verdadera eficacia la intervención de los
representantes del pais en ia votación de los impuestos, negocios arduos del estado y demás que
el bien público reclama,» como dice literalmente
LA E.SPAÑ'A, demostrando asi que el único crimen
del conde de Lucena es no haberse echado en los
brazos de los reaccionarios después de habernos salvado á todos de la revolución.
Homo* couífislaiio cumplidamente ;i las dos princi[)ali's imputaciones hechas por LA ESPAÑA a los
lioaibres de la unión liberal, á la imputación de haber sido ellos ios que pusieron á la sociedad al borde del abismo, á la imputación de no haber acometido ante» la empresa prudentemente restauradora
que los conlió la corona en julio de 1856, y deiuoslrado, con la historia ea la mano, que los únicos responsables de los sucesos de 1834 son los que
soíiarou con proyectos de reforma que no tuvieron
el valor de plantear, los que prescindieron completamente d(í la legalidad constitucional, los qus atentaron contra los derechos mas sagrados de los ciudadanos, los que exigieron onerosos anticipos sin el
concurso de- las cortes, los que proclamaron el DILUVIO conoo preferible al triunfo de sus adversarios,
los que, en su ceguedad y en su soberbia, estuvieron á punto de arrastrar en su calda al mismo
trono.
Los cargos que, con mas astucia que exactitud,
con mas pasión que juicio, hace después á nuestros
amigos ei diario ultra-moderado—no sabemos qué
otro nombre darle, como no le demos el de absolutista á la moderna ó el de liberal á lo Carlos I,—
no solo honran el carácter y los sentimientos de los
hombres de la unión liberal, sino que son el mas
cumplido elogio de la conducta, de la rectitud de
intenciones y del sincero liberalismo del general
O'üonn.'ll, á quien con tanta safla se ataca diariamente, sin reiiexionar que esos mismcs apasionados
ataques que á cada paso se le dirigen son su mejor
jusliticacion y su mas alto timbre.
Que fueron dlsueltas las cortes con.5tituyentes
que representaban la legalidad revolacionaria, y
caiilicadoi sus prohombres en un documento solemne de minoría facciosa; que la milicia nacional
fue condenada á muerte perpetua; que la imprenta
y el jurado desaparecieron de la escena, quedando
los perióiiieos sujetos á un régimen mas draconiano
qu3 eidelSr. .Nocedal; que ciesaparecieron igualinente las diputaciones provinciales y los ayuntamientos, hijus militados de la revolución; que todas las provincias de la monarquía fueron declaradas en estado de s.tio: hé aquí las grandes, las lerrible% las abrumadoras acusaciones que hace al gai)ineie presidido por el general O'Donnell el diario
conservador, el diario que aplaudió esas medidas
ardorosísimamenle en 1856, el diario que en el
mismo artículo en que fulmina esos cargos contra el
general O'Doniiell le acusa de débil por no haber
acabado con el régimen constitucional, el diario que
en su idlimo número, haciendo lo que en términos
de guerra se llama una diversión, apela á sus colegas de, í.aui[)aíia progresistas jiai-a que rechazen
ijUosUa.s palabras contra las exageraciones revolucionarias y nos ataquen á su vez.
i l'obre láctica, en verdad, cuando se dirige contra hombies que están lirmes en sus puestos, que
tienen el \alor de sus convicciones, que no se asustan íie las alharacas de sus adversarios, ni cuentan
nunca el número de ellos!
Si;—digan lo que quieran los nuevos auxiliares de LA ÜSI'AÍÍA—fueron disueltas las cortes cuya
minoría representaban la legalidad revolucionaria,
y esta minoria fue calilicada de faccioj^a, porque inientaron sobreponerse á la legalidad monárquica;
porque preleiitíieron ser perpetuas; porque, na dos
mortales años, no supieron realizar las esperanzas del
pais ni corresponder a la coníianza de la corona quí
lashabia consocado; porqui', después de haber raostradü durante este tiampo su impotencia los exaltados
que irabia en ella y que diliculiaban el gobierno, toHavia osaron estos reunirse para protestar contra el
Por mas amigos qne seamos de la libertad de imlegitimo uso que acallaba de hacer la reina de la
mas alta de sus prerogalivas; porque ya era tiem- prenta, por mas que abriguemos la opinión de que
po , cierlaaieiile, de cei rar la era revolucionaria es lícito discutir hasta las bases de la constitución
de un pueblo para mejorarlas, no sabemos cópara abrir la era conslilucional.
dido hacer rodar im coche de un aiño , lo sacó al patie
y se puso á examinarlo con minuciosa atención , como
hombre eíperimentado.
La halló conveniente y á propósito para lo que la
eoR
destinaba, salva» algunas ligeras imperfecciones que
el maestro ofreció estarían reparadas para aquella misMR ÜLSJTAKI^RO DVMAS. maElnoche*.
buen hombre habla dicho verdad; la silla era bu,;na, y sobre todo, sólida y fuerte á toda prueba.
Quedó ajustada en el acto en seiscientas libras, y se
T O M O DECIIUOOCTAVO.
conviao en que á las seis y media de la noche, la silla,
con un par de baenos caballos de posta, estaría en el
bovlevard á ci«a paso» de la barrera Croiale-Barbe y á
CAPITULO \ i n .
otros cien de la de Italia.
En cuanto al pago, no podia ser mas sencillo. Salva1.A MAJXAÍÍA DE US DEMANDADERO,
dor, que no quaria pagar sino en caso de que sus órdenes hubieran sido fielmente ejecutada», y que tenia pro(Continuación.)
bablemente alguna cosa que hactr al siguienta dia, citó
en su casapi^ra dentro de dos dias al maestro, y este, á
Esta estaba en la puerta.
quien sin duda le paríció bien, no puso dificultad alfjuSalvad >r le iwgó con el hombro.
í.:i jnaestro de coches se V(J1VÍÓ, conoció al joven y le. íi!* en csp«rar cuarenta y ocho horas.
Saivadar dejó al buen Jiiümbre, volvió á bajar ia caacogió con un suiudo a l a vez amigable y respetuoso.
lle dellnflerao, entró en la de la Boorb* (llamada hoy
—Tengo que hablaros, maestro, dijo Salvador.
del Puerto Real^, y llegó al dintel de una puírta baja,
~ ; A Uii.'
situada frente por frente del hospicio de la Maternidad.
—él.
bra la casa en ene vivían Juan Taureau, el carpinte—A vuc-ítra-s ordcucs, Mr. Salvador. ¿Queréis e n - ro, y la señorita I'ifina.
trar'r
Salvador no necesitó preguntar al conserje si aquel á
Salvador hií,o cou lu eaueza un signo afiriaatívo.
qwn iba á ver estaba ó no en casa, pues apenas ¡luso
loB pi«s en la escalera, oyó algunos mugidos que indiEntraron.
Salvadíjr atravieso la tienda, entró en el patio, y en «1 caban que el compadre á quieu Barthelemy Lelong hafondo de este, b.ijíi uu iumcuso cobertizo, fue ú buscar bla bautijado con el nombre de Juan Taureau, le iiabia
una eapacie de siila de pofUa, que prubablemtfute sabia bautizado verdaderaise'ito S"ga¡i BUS niérit ,s.
Los gritos da MUe. Fifíaa formando las notas aguque pi?t.-\ba allí, puesto oue se dirigió en línea recta h a das de esta melopea, indicabaij que Juan Taureau no
cia ella.
cjecutafca un solo, sino un trojo de un dúo.
— iVlirad, dij.),est« es lo que basco.
Él eco de las melodía se tucedja en oleadas, y descen—¡Ahlbutu carrunj.;, Mf. Üalvador; escelente silla,
diendo la escalera, llegaba hasta Salvador como para
y qu; os ia davu muy üarafa. Es una ganga.
guiar sus pasos.
- ¿Y üólidal'
Llegado al cuarto piso, Salvador se halló en plena
—SicíV-rísaivador, <JS la garantizo, podéis dar la vuelta al mundo con ella y vidvénnwl*; os la tomaré coa do» avalancha. Entró sin llamar, j>ues la puerta estaba e n treabierta á causa de la miauciosa precaución de madecientos francos de pérdida.
Salvador, s'm e&cuctiar las alabanzas con que el mace- uoisells Fifina, que cuidaba siempre de tener libre la
tro de coches ensalzaba la silla, cogid'el carruaje por Mtindk pftnMciipar á un proato del genio del g%a,nte
h l a a » > y coB la misma facilidad con que hubiera po-
k)% mium
DE PARÍS,
mo periódicos que se dicen conservadores se permiten tari ¡ncalificablss j^direefcf, fiteaiudqs y
violentos ataques contra las leyes fundarisentaies
del pais, cómo se caliiica impunemente de mueble
arrumbado á la carta de 1845, cómo se llama sistema de hipocresías al sistema que nos rige, qimo
S3 dice que es menester abandonar para siempre
las fastuosas apariencias de este sistema hipócrita,
cómo se asienta que él constituyií una po'ítica imposible de aclimatar en la nación , cuando les escritos que asi atacan, no discuten, la fo'-made gobierno establecido, son tan poligro.sos como las predicaciones de la democracia y del republícanísme.
Que esto haya sucedido en la ocasien presente,
podrá ser un mal para las instituciones que desearíamos ver por todos respetadas ; pero es una fortuna para no.solros, que vemos asi espucstas en toda su desnudez las aspiraciones de la reacción, que
vemos asi demostrado el odio que ciertas fracciones
profesan al régimen parlamentario , que vemos asi
confirmado que no abandonan ellas los proyectos
de reforma, que podemos formar asi una idea de la
clase de gobierno representativo y de la sincera
práctica de el que desean los admiradores del pasado y los reformistas á la antigua, que recibimos
asi á í a faz del pais la involuntaria y genuina esplicacioa de las causas por que en 185o se combatió
con tanto ardor por los ultra-moderados al gabinete de julio , por que estos echan en cara al conde
de Luceua lo que llaman el régimen del sable establecido en 1856, por que el hombre de fuerza y de
escelííntes cualidades da mando, que lo ejerce con
energía y lleva su voluntad hasta el último límite,
fuera de las grandes crisis se pierde en un casuismo que desconoció y que le doblega haciéndole perder las dotes esenciales de su carácter, porque, en
fin, el señor general O'Donnell es OTRA KSPERANZA
«ENns.
En efecto, l'ara los que aspiran á dotarnos con el
GOBIERNO REPRESENTATIVO VERDAD; para los qu9 quieren su SINCERA PRÍCTic.'., tal siu duda como la cntendenrian Carlos V, Felipellydemas monarcas de
la dinastía austríaca; para los que solo conceden al
pais el derecho de intervanir en los NEROCIOS ÁRiiLos, como disponia la antigua ley qii3 los monarcas austríacos dejaron de incluir eñ las nuevas compilaciones de los código.? espadóles, tal vez con ol
piado.so lin de que sus súbditoí no se calentaran la
cabeza en discurrir cuáles eran y cuáles no eran negocios arduos; para los que únicamente conceden á
los parlamentos el derecho de votar de una manera
permanente los presupuestos, y, sin embargo, hablan da asegurar «con verdadera eficacia la intervención de los representantes del pais en la votación de los impuestos,» sin duda con tanta verdad
y tanta eficacion como las que hubo en las cortes de
la Corufia, que provocaron la guerra de las comunidades; para los (¡ue, incapaces de realizar por sí
sus utopias, soñaron en 1856 que el presidente del
gabinete de unión liberal podría ponerse al servicio de esa pequeña oibala y realizar la esclusiva
preocupación de eshi; para esos miopes y desatentados políticos, hallamos muy natural que el general
O'Donnell sea UNA ESPERANZA MENOS.
En cambio, el hombre «quj investido con la omnipotencia de la Vitoria, ornado con la aureola de la
gratitud nacional, y circundado por todas ¡lartes del
prestigio que imprime el poder, cuandose conquista
con gloria en defensa de la autoridad,» no abusó de
sus ventajas para crear una dictadura peligrosa,
empleó lodas sus facullades en asegurar el orden,
dirigió todos sus esfuerzos á procurar la unión de los
buenos españoles, consagró todasu existencia ministerial á asegurar las libertades públicas, bajó tranquilamente del poder á una indicación de su soberana, y en la oposición se mostró tan resignado como perseverante, tan inaccesible á los halagos de
los unos coma á las injurias de los otros, tan monárquico como constitucional, est^ hombre no puede dejar de sjr la principal esperanza á: toilos los
sincerosVamigos y defensores de la causa de la monarquía, de la causa d;;l orden y de la causa de la
libertad en España.
A. AljatiHa.
Desde hace cuarenta y ocho horas la política ha
vuelto á tomar cierta animación con las noticias
que han corrido en los círculos políticos, y á las
que han venido á prestar cierta autoridad las publicaciones autógrafas. Las HOJAS, después de dar
grande importancia al larg« consejo de ministros
que se celebró en la tarde del sábado, dice que
las cuestiones pendientes, es decir, la de cortes, en
que se condensan todas, serán pssitivaraenta abordadas antes del viaje de la reina á Asturias, y quedarán resueltas por el consejo de rainistiw, sin mas
detención que la qua exijan los intereses públicos.
La solución de estas cuestiones demostrará, en concepto de las HOJAS, que el gabinete Islariz tiene un
pensamiento propio, y que este abarca á un tiempo
el prestigio del trono y el respeto á los principios
constitucionales.
E L OCCIDENTE, ocupándose de esta cuestión, cree
que la disolución del congreso es una cosa acordada, aunque no comprende cómo se atreve á llevarla
á cabo el gabinete Istiiriz, y hasta la misma ESPAÑA
empieza á sospechar que puede haber ,algo de
fundado en rumores que la alarman vivamente.
Digamos, por nuestra parte, lo que juzgamos mas
probable. Tenemos motivos para asegurar que la
CAPITULO IX.
nuncio de su santidad, el patriarca y el cardenal arzobispo de Toledo, los Sres. .irrazola, conde de Balmaseda y .Martínez de la Rosa, presidentes del tribunal
íupreíuo de justicia, del de guerra y marina y del
consejo real; los generales Zarco del Valle, Pavía,
Sanz, Galiano, Vasallo, duque de Ahumada,jLa Rocha
y denlas directores de las armas; el general Leraery, el
gobernador Sr. de Orobio, no asistiendo el duque de
Sesto por su enfermedad; ia duquesa viuda de Alba,
marquesa de Malpica, duque de Bailen, condes de Altamira y Puñonrostrn, general ayudante de S. M. «I
rey, marques de Alcañices y demás altos funcionarios
de palacio, los señores marques del Socorro, Olivan,
Cantero, Yillaurnitia, Salava y demás individuó.-; del
consejo de administración del canal de Isabel 11 ó del
ayuníiimientn, y ios ingenieros que han llevado acabo
esta obra, Sres. Lucio del Valle, Rivera, Birron y
Morer.
Si'g-un luimos 1 .s primeros en aauaciar en LA ÉPOCA
Asistían también como individuos que fueren del
del i-áliadn, nque! nii-ino dia se pre.sentarüti cí'ectiva- g:abiiiele que decretó la traída de las ancuas á Madrid
liicnte ni seiíorministro de la gobernación los prcsi- ó como iniMisíros de fniicnto desde aquel tiempo, las
deiiles profiresiítas de los distritos electorales ue Ma- señores laarquesde Miniílores, Bsrtrao deLis, Govan
drid, cnn el objeto de ponerea sus manos laesposicion tes, conde de Mii.i.-ol, Lujan, Alonso Mirtioez y Saacordada en la última reuQioQ que celebraron mnclios laverria, asi como el arzobispo de Cuba, confesor de
de estiis electores, mauifestaudo al gobierno cnále* S. M. La mesa era de ocho nía cubiertos.
eran las caucas que han impedido á uoa gran parLa reina, dando á la fiesta su verdadero carácter,
te del partido progresista iatervecir en las últi- tenia en la mesa á sa derecha al i ngeniero Sr. Valle,
mas elecciones para diputados provinciales de .Ma- mientras el señor ¡narques del Socorro, presidente del
drid.
consejo de admiiiistraci.m, estaba al lado de S. M. él
E^la espcsicion, después de protestar que el partido rey.
progresista Ipgal no desea otra cosa sino la lucha on el
Concluida la comida pasaren los convidados al salón
ternuío de ia Ics^Iilui. compreudieado los males y destinado al café, y la reina se dirigió c»n frecuencia
faiie?liis coMseciiencias de la política del retraimieiito, á los ingenieros, manifestándoles su satisfacción por
dice que no podia prestarse á tomar parte en las últi- el buen éxito de bis obras.
mas ekccioiies existiendo unas lista* de lasque habían
SS. MM. han tomado un grande interés en esta emsido escluidos millares d;; electores de aquellos á quie- presa vital para la capital de la monarquía. El general
nes, si bien la ley couct-'de el sufragio olecloral. se I.T O'Donnell mereció qae S. M. la reina conversase coíi
han heg'ade autoridades opresoras y gobiernos detris- él largo tiempo, dándole, tanto á él como á otros de
t« meinoria para nuestra patria. La esposicioa recuer- los convidados , grandes pruebas de su benevolencia.
da i)Uii estas bitas se rectificaron fuera de los plazos El conde de Lucena, que había venido de Sdmos-Aguas
que marca la lev, habiiíudo señalado ul ministerio solo para asistir al obsequio que le habían dispenNür\aez los meses de julio, agD'ito, «eticHibre, octu- sado SS. M.M., regresó aquella noche misma á su po>
bre, novieiulire y dicit-iiibre de 18S7, en vez de cn- sesión.
moHzar la rectificación de las listas en lo de dicitmhre par.i terminar en J5 de mayo de 1858.
Aun cuando algún periódico señala el cinco de jubC sa, añaden los firmantes, que hizo aqutil go- ilo como el día en que la reina y su augu.sta familia
bierno íiíi necesidad alguna, puesto que ya e.-t-nba deben dejar a Madrid con dirección á Asturias, creeelefjido el congreso, y h esperienciademü4r'ó después mos quü nada hay dcfinitivarasote resuelta sobre la
que Bo pensuba en convocar las diputaciones provia- época del viaje de S. M., suceso que naturalmente
c.alcs.
tiene al^un enlace con la situación política y con lo
.\» fue esto iodo lo mas grave, sjuo que al mismo que de ella pueda resultar.
tiempo que se alteraron los plazos qac la ley señala
para la rectificación de las listas, se verificó esta cuaaNos dicen de Barcelona se había recibido allí la
.¡0 lina gran parte de España se hallaba en estado de noticia de la próxima llegada á Cataluña del conde de
sitio, cuando centenares de ciudadan«s se veian des- Lucena, y ««jn este motivo se nos manifiesta cuánto
terrados de sus domicilios, niuchos de ellos llevadas á gusto teudriaa los barceloneses en ver dentro de su
Lt'ganés sin formación de causa y sin razoa alguna, ciudad al general O'Donnell. Dudamos que el general
como lo ha probado después el haberlos tenido que conde de Lucena se detensa en Bircelona, si es que
|)oner en libertad; y á la vez que lorias estas causas pasa por dicha capital. Pasado mañana debe regresaí
retraían á los hombres del partido liberal, se daba el de Somos .\guas a Madrid paradespedirse.de 3S. MM..
triste espectáculo de negarse en Madrid á los centros y el tres emprenderá su viaje, primero á las aguas
electorales progresistas ejemplsires de las listas, que á de la Puda, y á fines de julio ó mediados de agosto, á
las pocas horas de aparecer fijadas en ¡as esquinas de Francia.
la capital de la niOKnrqiiía eran rasjtadas, potiiendo asi
Se ha advertido ea las últimas elecciones de dipupor lauto á los electores en la impnsihiiidad absoluta
tados proviciales, una cosa que no se había visto nunde saber si estaban escluidos ó incluidos en ellas.
La cípo.*icioa rc'ca:rda también lo qiis tantas veces ca en las elecciones anteriores de esta clase, y es, el
ha dith»la prensa sobre la inutilidad de las gestiones afán de salir electos diputados provinciales rancho*<lique se hicieron entonces para que las listas faesea una putados á caries, pertenecientes todos á la LICA parverdaJ. La audieneia misma de Madrid, obrando con lamentaria, y cuya mayoría, lejos de residir en sus diss:ian rectitud, pero obliga-h á atenerse á la ley, no trito.-:, vive en Madrid.* Pedríamos citar mas de una dopudo remediar ya ea época posterior los grandt-s abu- cena de hombres que se encuentran ea este caso, y
sos qu; SG han cometido on el origen de estas lista.'--; que no se han contentado solo cnn ser elegidos por
resultado de lo cual ha sido qne ¡nfinidíid de pursona.s uno de los distritos de la provincia que representan
de las mas acaudahidas (KÍ la corte, avecindadas ea en el congreso, sino que han querido serlo por das,
ella hace niHchos anos, figurando á la cabeza de los tres y aun mas. ¿Cuál puede ser el fin de semejante
partidos políticos, siendo senadores, difiutados á cor- cendiicta? Para nosotros es incuestionable qne tíendei
tes, ricos capitalistas, comerciantes de crédito y ejer- á demoslrar al gobierno la influencia que ejercen en
ci«nd.i las profesiones liherale.s no aparezcan en senie SU.5 respectivos distritos, y lo ¡HÚtil que seria disolver
las cortes, .si lia va por objeto este aclo el que no vueljantes listas.
Los firmantes de la esposicion, que soa los señores van íil coD^rreso los que cüm¡)Usieron la ulltm'a LIGA
parlaiíientaria. Parécenos, siu embarco, que en esto
Calatrava, Scrmoso del Caño, Asfuado y .M!)M, ílidal
go S wvedra y Calvo Aseusio, en vista de las anterio- hay mas apariencia que realidad. De todas suertes, lo
ft-s coasidcracioues. pide» al gobierno qne abra con que ns comprendemos es, que los cfliegios electorales
arreglo a la ley una nueva, rectificaciou de las listas se presten á nombrar diputados provinciales que saben
no pueden ejercer ea manera alguna sus lUBciones.
electorales.
prueba
de lo que ha venidojiser el cuarpo electoral
LA IBEÍIIA, al dar Cuenta de esta entrevista coa el
señor miui.--tro da la gobernación, dice que el Sr. Po- eu muchos distritos de España.
s da Herrera oyó con atenta deferencia á los comisioHa sido electo diputado á cortes por el distrito de
nados progresiAas, y, aun cuando sin f.dtar á la re- Bande,en la provincia de Orense, D. José María Valserva de su posición, deja entrever que estiaiaba j u - derrama, gobernador civil qae es de Bircelona. No ha
tas lai coQsi.l.r.icioneí qui; le i\si)u-.¡eroa sobre 11 iie- h-ibido lucha alguna en esta elección, siendo inotabl6
íjalidad de hs actuales li.stas elect'irales, y su propósi- (^ue en la posterior para diputado proviecial por Orento de pauer remedio a una siluaciao tan aaó:a da y pe- se haya triunfado el candidato de la unión liberal.
ligrosa para el juega regular de l^s iustitucioties representativas.
Positivamente se están haciendo hoy grandes esEl Sr. Posada Herrera ofreció paner este asunto fuerzos para anudar las relacíongs entre el reino de
en conocimiento del coa.sejo de señores niÍBÍ^tros, Ñipóles y la Francia y la Inglaterra. Se cree que el
dando á entender que qii¡?a dentro de poco se toma- ministerio de lord Derby, satisfecho coa las concesioría alguua resffiluciou superior que normalice este des- nes hechas á la Grao Bretaña por el rey Feroaado en
orden.
el asunto del Cagliari, no opondrá una resistencia inCreemos qne esta será una de las primeras cuestio- superable á k)s buenos oficios delAo^tria, muy intenes que se agiten en el consejo de ministros.
resada en alejar conflictos del horizonte de. la Italia.
De Parí» nos dicen que iba á confiarse uaa misión
Tod» eí mundo, pues para tolo el mundo han esta- particular en Italia al barón Brenier, ex-embaji^er
do abiertas siempre la- puertas delpalacio de nuestros francé? en Ná])oles; en cambio se concederá, seg-un se
revés, sabe con ja magnificencia y el gusto que se ve
dice, licencia por motivos de salud al comendiidor Carifican las fiestas de palacio, El banquete dado la no- rafa, ñiinístro de neítocios estranjeros en Ñapóles,
che del sábadjpor S. .M. la rcim en honor de la itisu
qujen vendrá á Francia á tomar las aguas de v'ichy.
guracion del canal de Isabel 11, unió al regio boato la
Todo el mundo vé en estos viaje.^; los preJíminares
alegría natural nacida dej feliz suceso que selemnide una recouciliaQÍan.
zaba.
A-istia á el toda nuestra familia real. Formaban
Las noticias de Méjico recibidas en Cuba eran favoparte de los convidados los Sres. Isluriz, Posada Her- rables á la causa de Zuioaga. Las trapas de este han
rera, Fernaad.z de la Boz, Que.sada, Ezpeleta, Sán- lomado á Tabasco. Dsgoílado ha salido con i,SOÜ
chez Ocaña y conde de íiasndulain, ministros de la hombres, y la iglesia le na dado 4áO,000 ps. fs.
corona; el marques de Viluraa, presidenta i^ue fue del j El gobierno ha impuesto una contribución para los
seua lo, ao habiendo asistido el Sr. Bravo Murillo, que .yastos de la guerra.
lo había sido del congreso, porque aun cuando inviu- ]
La tripulación del vapor Guerrero, enviado por Zado no se encuentra en Madrid; lo.s capitanes generales mora á Garza c.^n 264 cajas de munición, Se ha prodel ejército y armifla, niar(¡iies del Duero, conde de nunciado á favor de Zuloa/ía.
Luceua, Serrano y Armero, no habiendo asistido el
• Mejía llegó áTampico el 5 d e mayo y ha batido y
duque de Saa Miguel por el estado de su salud; el derrotado á Garza,
•
—Hazte cuenta que lo que sufras de mas en esta vida,
tendrás que sufrir de nenos ea la otra.
—Pero, Mr. Salvador, gritó Juan Taureau con acento
Salvador se detuvo en el dintel, vio á lo» adversarios lacrimoso, ¿y cómo queréis que escuche con paciencia el
uno en frente de otro; MUe. Fifina con los cabellos en que esa mujer me diga que mi pobrs hija, qa« es un r e desorden, pálida como la muerte, enseñando el puño á trato mío, no es hija mia?
—Pues bien, puesto que es tu ratrato, ¿para qué crees
Juan Taureau que e.staba rojo como un pavo mesándose
lo que te dice?
'
lo» ca'sellos.
—¡ Ah! por fortuna no la creo, pues si la creye—;Ah! ¡miserable! ahullaba Mlle Fiñna. ¡Ah! ¡imbécil! ¡bruto...! ¿con que creías que era tuya la chi- ra Cogería a la chica por las pies y la estrellaría contra
la pared.
quitinaí*
—¡ Hazlo, bribón! ¡ hazlo, infame! y tendré el gusto
—¡Fifina! vociferaba Juan Taureau; me vas á obligar
de verte subir al patíbulo.
á que te ahogue, te lo pravango.
—¿La OÍS/ Pues no creáis, que asi como lo dice ten—Pups bien, no es tuya, no, es de él.
—Fifina, tú quieres que os meta á los dos en un mor- dría un placer en que se verificase.
—Ya lo creo.
tero y que os machaque como si fuerais pimienta,
—Pues sea, subiré al patíbulo, ahuUó Barthelomy
—¡Tú...! dijo Fift.ia, ¡tú...! ¡tú ..! ¡tú. .!
Y á cadr tú avanzaba un paso, y a medida que ella L«long, pero sará por haber apretado antes el gaznata
al Sr. Fafion. ¡Oh.' cuando pienso que he elegido j u s avanzaba, Juan Taureau retrocedía otro.
— ¡Tú! dijo por fin cogiéndole por la barba y sacu- tamente á un hambre á quien n« me atrevo á tocar por
diéndole coiHo sacude un muchacho un árbol cuando temor de convertirlo en polvo, y á quien por causarme
quiere echar abajo el fruto. ¡Pégame, cobarde! ¡péga- vergüeaaa el darle un puñatazo me veré obligado probabiementa á darle una puñalada.^
rue, miserable, bribón , malvado!
—¿Lo eis? ¡asesino!
Y Juan Taureau levantaba la mano y permanecía con
Salvador» oyó en efecto, y es inútil decir qae apre-;
ella levantada.
y aquella mano, cerrándose y cayendo como una ma- ciaba en su justo valor las amenazas de Juan Taursau.
—¿Coa que no he de venir nunca que no os halle riñeasa, hubiera muerto á un toro y hscho saltar en trozos
do? Acabareis mal, Fifina, os lo digo yo; llegara un dia
el cráneo de Fifina.
en que os caerá DO sé qué encima de la cabeza, y que
Pero la mano permanecía levantada.
Y bion, ¿qué pasa aquí.' preguntó Salvador con rudo semejante al rayo ni aun tiempo os dará para arrepentiros.
acento.
—N.> será ea todo caso de él da quien esa cosa proAl oír esta voz, Fifina fue 8:itiae2» la quese puso covendrá, dijo Mlle. Fifina apretando los dientes y amera > la grana, y Juin Taureau quien palidació.
Fifina dejó al carpintero y se volvió hacia Salvador. naaando con el puño á Juan Taureau.
—¿Por qué no de él.' pregunfó .Salvador.
—¿Li que hay?... iqus pasa'... ¡Ah! llegáis á tiem—Porqiíe titij resUMita a dejarte, continuó Fifina.
po para socorrerme, Mr. Salvador. L > que hay es que
Juan laurean dio un salto como si hubiese tocado á
ese monstruo de hombre trata de pegarmecomo tiene de
una pila de Volta.
costumbre.
—¡Djjarme tú! esclamó , ¡dejarme tú!... Después de
Juan Taureau se había llegado á figurar que era él la vida que me has dado, ¡n.ir rayos!... No rae dejarás,
quien pegaba á MUe. Fifina.
te resp >n(to de «üo, ó iré por donde- quiera buscáÜadote
—Pt'r) mirad, Mr. Salvador, que nada tieae de ea- para abiegarta
—¿Lu oit, Mr. Sftirador, lo oís ? 8i le UcT« aat« la
traño que ba^a lo que ella dice, puesto que me M«ft,d<
joftícia, «apero qae direie la Twdad.
qvtieio.
LA MA?ÍANA DE UN DEMANDADERO.
m
wmmmim
cuestión de cortes no ha sido tratada aun por la reina y los-cpsejuros dj la coroaa. En las conferencias previas á deliberacton tan importante que naluralmai^tB habrán tenido en estos dias los mini.stros, parece positivo qus los Sres. Fernandez de la
Hoz, Posada Herreraíy Quesada se han pronunciadpifecldidamenle'por la disolución del actual congreso, disolución que* no resiste de una manera
abierta el Sr. Sánchez Ocaña, y que combalen hasla ahora linicaraenle los Sres. Expélela y conde de
üu.L'Uilulaia. Se cr^e que el presidente del consejo
jiarticipa de la opinión de la mayoría; pero solo podremos conocer Ja opinión deíinílíva de los minístro.s el dia <|Utí esta cuestión sea tratada en el próximo consejo que debe presidir S. M. la reina.
—
^
—Callaos, Barthelemy, dijo dulcemente SalvadorFifina 08 dice eso, pero os ama en el fondo.
Después , mirando severamente á la jóren, del mismo modo que un cazador de serpientes mirarla ana víbora.
—Debe amaros al menos, dijo; ¿no sois vos por mas
que diga, el padre de su hija?
Bajó Fiñna la cabeza humildemente ante la mirada
de Salvador, que solamente para ella parecía encerrar
una amenaza, y con voz mas dulce y el aire inocente de
una virgen, dijo:
—Ciertamente que en el fondo le quiero, aunque me
pega; ¿pero cóiao queréis que yo acaricie á un hombre
que solo me enseña los puños y los dientes?
Juan Taureau se conmovió vivamente con este reproche.
—Es verdad, Fifina, dijo con los »jos llenos de lágrimas , es verdad; soy un brato, un salvaje , un turco,
¡peroralgenio e^ mas fuerte que yo! ¡qué quieres, Fifina! CuanUo me hablas de ese bribón de Fafion, cuando
me amenazas con quitarme mi hija y marcharte can
ella* pierdo la cabeza, y eso que recuardo^ue un puñetazo inie pesa cuarenta libras. Entonces levanto ia tnaao
y «ligo entre mí, ¿dov ó no doy? Vamos, Fifina, perdóname; ya sabes que si hagoi eso es porqua te quiero- Ademas, ¿qué son en la vida de una mujer un pac de puñetaz JS mas ó menos?
Ignoramos si Fifina halló el argumento lógico, ó no,
pero obró como si asi la hubiera parecido.
Alargó orgullosamente »u mano, que hubiera podido
ser belU estando bien ctiidada, á Juan Toureaa quien
la llevó con tal rapidez á lo$ labi.>s, que cualquiera babuiera creído que iba á devorarla.
—Ahora, dijo Salvador, que se ha restablecido la paz,
hablemos de otra cusa.
—Sí, dijo Fifina, cuyaficticiacólera habla desaparecido p ir completo, en tanto que la verdadera eraocioa
de Juan Taureau rugía todavía en su pechti; y daraate
ese tiempo yo bajaré para ir á buscar ¡«che.
Fifina deiic dgó una jarra colgada en la pared.
Después, dirigiéadüse de nuevo al joven, le preguntó:
—¿Tomáis café con nosotros, Mr. Salvador?
—fimeias, «oatestó este, lo he tomado ya,
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