Sobre la Educación Cristiana Enseñanza en Chile

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Sobre la Educación Cristiana
Y LA
Enseñanza en Chile
POR
AGUSTÍN ZEQERS BAEZA
T A L L E R E S GRAFICOS
«CONDOR»
FONTKOIU.A 268 • TELÉF. 84287
SANTIAGO DE CHILE
1934
Sobre la Educación Cristiana
Y
LA
Enseñanza en Chile
POR
AGUSTÍN ZEGERS
SAEZA
T A L L E R E S GRAFICOS «CONDOR»
FONTKCII.I.A 2 0 8 - TELÉF. 8 4 2 8 7
SANTIAGO DE CHILE
1934
Advertencia Preliminar
La gravedad de las desastrosas consecuencias producidas
por nuestro pésimo sistema educacional de medio siglo, es ya tan
evidente que no admite discusión.
Existe acuerdo unánime sobre la necesidad de reformar
nuestra enseñanza: la han reconocido hasta las autoridades que
monopolizan la instrucción publica. Pero no lo hay sobre las reformas mismas, y sobre la extensión y alcance de ellas.
Se explica está disconformidad
de pareceres por el desconocimiento general que predomina respecto a cuestiones educacionales; por la perversión de criterio que forzosamente
produee
la falta de libertad de enseñanza y la mala orientación de ésta
en un determinado sentido, político y sectario; y por los intereses que se crean alrededor de un régimen de monopolio que actúa
desde hace más de dos generaciones y cuya acción alcanza a todos los órdenes de la actividad.
Vero, sin embargo, se precisan ya dos tendencias bien definidas: la de los que creen suficientes reformas parciales, como
detalles de los programas, u otras análogas, que mantendrán
siempre el régimen vigente en toda su integridad; y la de los
que estiman indispensable una modificación sustancial, que ponga término a los defectos fundamentales
del sistema: el monopo'
lio por el Estado de toda la enseñanza y la dictadura
sectaria
constituida dentro de los servicios públicos de educación.
La primera es sustentada por los dirigentes de lá instrucción pública, empeñados en mantener posiciones
privilegiadas
que el país rechaza. Cuenta con adeptos francos en los partidos
políticos de izquierda, desarrollados a su amparo; y con defensores disimidados en otros sectores de la opinión.
La segunda, que es la verdadera, es sostenida por la mayoría consciente y sana de todas las clases sociales. Ha sido ex
teriorizada
por padres
de familia
de diversas ideas y ten
dencias; tiene partidarios
decididos en todos los partidos políticos organizados; y llegará a imponerse en un plazo mas o
menos breve, si esa mayoría se une y actúa como corresponde.
El infrascrito
que, desde hace cerca de un año, lucha polla melificación sustancial de nuestro nefasto régimen de educación, cree hacer obra de bien público al dar a la publicidad la
Conferencia que, con el título de este Folleto, y patrocinada
por
la Asociación de Jefes de Familia
de Colegios
Particulares,
tuvo el honor y el agrado de dar en el Colegio de San Ignacio el
día dos del corriente.
Santiago,
Octubre de 1934.
A. Z.
B
Sobre la Educación Cristiana
Y
LA
Enseñanza en Chile
INTRODUCCION
Al ser designado por la Junta Ejecutiva de la Asociación de Jefes de Familia de Colegios Particulares, para tratar
ante vosotros un tema de tanta actualidad e importancia, como es todo lo que a educación se refiere, fué mi intención
primera rehusar el honroso ofrecimiento.
Temía carecer de la competencia necesaria para desarrollar una materia que ha originado tantas controversias, y que
es hoy día, para nuestra patria y demás países civilizados, la
cuestión más transcendental.
Me decidió a aceptar, sin embargo, la consideración de
que en Chile, por ser católica la inmensa mayoría de SJÍS
habitantes, es lógico tratarla a la luz de las enseñanzas de
la Iglesia, que, están magistrahnente expuestas en la Encíclica de S. S. Pío XI, de 21 de Diciembre de 1929, sobre "La
Educación Cristiana de fa Juventud"; documento que cons-
tituye para nosotros los católicos, y aún para los que no siéndolo desean el bien de la colectividad, el más seguro guía
sobre todo lo que con la educación se relaciona.
Por otra parte, lo que entre nosotros se denomina Problema Educacional, en realidad sólo es la consecuencia lógica
de los errores cometidos en la organización y dirección de
nuestra enseñanza pública, en la que se han pospuesto los
intereses generales a los de círculo o secta, en que lo principal está subordinado a lo accesorio, en que se ha implantado el monopolio educacional del Estado que impide toda libertad de enseñanza, y en que, desconociéndose los fundamentos mismos de la verdadera educación, la formación moral, sólo se proporciona una mera instrucción, inconveniente por sus fines y tendencias para el bienestar y progreso
del país.
De aquí que sea lo más urgente, sintetizar los defectos
básicos de nuestro régimen educacional, las desastrosas consecuencias que él ha producido y las reformas fundamentales
que se necesitan para remediarlo.
Esta labor, más que una preparación pedagógica especial, de que carezco, requiere conocimientos generales, espíritu de observación y sentido común.
Voy, pues, a referirme a la educación en Chile en sus líneas generales, sin entrar a detalles técnicos que, por lo demás, sólo podrán corregirse con eficacia una vez modificados
los fundamentos mismos del sistema vigente.
Me guía el propósito de cooperar al mejoramiento de
nuestros servicios educacionales, tanto públicos como privados; y, más propiamente, a una reforma- esencial de ellos,
que considero indispensable y de suma urgencia para evitar
la ruina definitiva de nuestra nacionalidad misma.
En la primera parte de mi trabajo, y como necesaria
premisa de las conclusiones a que llegaré en la segunda, expondré los principios de la verdadera educación, de la educación cristiana, a base de los comentarios que sobre la Encíclica ya indicada han hecho distinguidos pedagogos católicos, como Joaquín Azpiazu, Constantino Bayle, Luis Izaga,
Antonio Valle y Narciso Noguer, miembros todos ellos de la
Compañía de Jesús.
Así puedo aseguraros que en materia de tanta transcendencia no estableceré conclusiones erróneas, sino la verdadera
doctrina educacional, la de la Iglesia Católica, que es también la de la razón natural como luego veréis.
Una vez establecidos, al amparo de tan seguros maestros, nuestros principios educacionales, me ocuparé en la segunda parte de la educación chilena. Expondré su organización legal y sus prácticas dominantes, los defectos funda damentales de que adolece, sus desastrosas consecuencias, y
las reformas que es necesario introducir.
Es tan vasta la materia y de tanta importancia toda ella,
que resulta imposible de resumir brevemente. Os ruego, pues,
m e excuséis si ocupo vuestra atención un poco más de lo
.-acostumbrado en esta clase de reuniones.
PRIMERA PARTE
DE LA E D U C A C I O N CRISTIANA
i.
CONCEPTO DE LA EDUCACION. SU NATURALEZA
Y
FINES
El hcmbre, compuesto • de espíritu y materia, se distingue de los animales por el predominio de aquél sobre ésta.
Sus necesidades físicas están subordinadas al' entendimiento
que descubre la verdad, y a la voluntad que lo dirige hacia su
pleno desarrollo material y moral.
La educación comprende al hombre todo: abarca, pues,
su fonnación moral que corresponde a la voluntad, !a intelectual que liega a la inteligencia, y la física que se refiere
al cuerpo.
Estas tres fases educacionales exigen mutua armonía y
una subordinación lógica de la física a la intelectual y moral,
y de las des primeras a esta última, que es la base de la hu~
muana educación. • Sobre ei cuerpo sobresale incomparablemente el entendimiento, y mucho más la voluntad que, dotada de libre albedrío, es la reina de todo el sér.
La obra educacional requiere autoridad de los padres,
— 10 —
del sacerdote o del profesor, y respeto y obediencia del hijo
o del discípulo. Este necesita no sólo aceptar las enseñanzas
o doctrinas que recibe, sino convencimiento de que son buenas y de su conveniencia en aprenderlas.
Es de desarrollo pregresivo. Debe ir aumentando paula,
tinamente junto con el despertar de las facultades y sentidos
del niño; coadyuvar al desarrollo natural producido por la
edad, a fin de dirigirlo en forma adecuada. Exige formar en
el educando el carácter y la noción fundamental del cumplimiento del deber, que necesitará para vencer los peligros que
le presentará la vida, y sin lo cual la juventud se envilece y
termina por ser juguete de las malas pasiones que esterilizan
toda educación.
Necesita el educador proceder con tacto y finura. Así lo
requiere la delicadeza natural de la infancia y juventud, y los
altos fines que los jóvenes han de cumplir en la sociedad. Un
grosero ambiente educacional, fatalmente produce la incultura de los alumnos.
Debe darse teniendo muy en cuenta que el hombre está naturalmente destinado a vivir en sociedad, y que en medio de ella se ha de civilizar. Necesita, por lo tanto, tener
como base la moral que enseña nuestros deberes para con
Dios, para con nosotros mismos y para con nuestros con>
ciudadanos. No es posible una educación solitaria.
Por las enseñanzas de la Iglesia que nos habla del pe
cado original, y por lo que experimentamos en nosotros mismos y observamos en los demás, sabemos que el niño no
nace naturalmente bueno, sino con innatas tendencias al mal,
que aumentan con la edad si a tiempo no son corregidas. Es
por ello que la educación es una labor ímproba y constante
de formación, como además lo indica el sentido común, y
en la que deben intervenir los diversos elementos que forman
la convivencia humana, Familia, Religión y Estado; cada uno
de los cuales tiene su órbita de acción propia y cuya actuación debe coordinarse en beneficio del educando y de la
sociedad.
Según la Encíclica, "la educación esencialmente consiste
en la formación del hombre tal cual debe ser y como debe
portarse en esta vida terrena para conseguir el fin sublime para el cual fué creado"; y tiene por fin propio e
inmediato "cooperar con la gracia divina a formar el verdadero y perfecto cristiano, que es también el más noble y provechoso ciudadano."
Es, pues, la transmisión de una vida más alta que la física, la vida intelectual, religiosa y moral, necesaria para
complementar aquella y compenetrada con el fin primario
de la unión conyugal y de la sociedad doméstica. Aún dentro
de las normas de la ética natural no se comprende la familia
sin trabajo educador.
Debe prepararse al joven para que siempre tenga por
norma el deber, sea cual fuere la escala social y las vicisitudes en que haya de desarrollar su vida. Por eso educar es
mucho más que instruir, que enseñar disciplinas humanas: la
ciencia y la ignorancia, la riqueza y la indigencia, todo queda
dentro de la órbita educacional, y todo, sin destruirlo, debe
elevarlo y ennoblecerlo; favorece la sabiduría, pero más estima la bondad, y desarrolla el entendimiento aunque pone
su principal empeño en el corazón.
El carácter cristiano, fruto y complemento de la obra
educadora, es la floración de la vida sobrenatural que la
gracia pone en el alma, e influye en cuanto el hombre piensa, juzga y ejecuta. Sólo así se . obtiene armonía entre la
fé. y la conducta. El verdadero carácter no es un simple impulso, una arremetida hacia el bien: es la constancia en el
propio vencimiento y en el buen obrar.
En una palabra, educar es perfeccionar al hombre en
su espíritu y en su cuerpo, debiendo predominar lo inmaterial que es lo más noble y más necesario para obtener éxito
en esta vida y en la futura. Este perfeccionamiento, el más
importante de la humana educación, no puedo obtenerse sin
el concurso de la religión.
VII.
DERECHOS DEL NIÑO
Por el nacimiento el niño adquiere derecho a que sus
padres que lo trajeron al mundo, la Iglesia y el Estado, dentro de las posibilidades, le proporcionen los medios de alcanzar una educación conveniente, que lo habilite para la vida
en sociedad, para el cumplimiento de sus obligaciones y para el goce de sus derechos.
Tiene interés principalísimo en que sus padres estén
moralmente unidos, base esencial de un matrimonio jurídicamente perfecto, único que asegura a la prole un ordenado
desarrollo. Nada puede suplir el influjo moral del padre y
de la madre en la familia, para el mayor bien de los hijos.
Así como tiene derecho a la salud, a una vida transmitida por sus padres sin taras físicas, con mayor razón lo
tiene para venir al mundo en un ambiente saturado de derecho y de moralidad. Los hijos ilegítimos tienen en su educación factores contrarios de que no son culpables.
Tiene, pues, derecho al alimento, al vestido, al desenvolvimiento normal de su cuerpo, y al desarrollo más completo posible de su parte espiritual, moral y religiosa. De
aquí nace en la doctrina cristiana el derecho a la vida sobrenatural, por el sacramento del bautismo.
El Código Social de Malinas, resume así estos derechos: "El niño tiene derecho a la formación física, intelectual, moral y religiosa. A los nadies incumbe la obligación
de procurar esta formación,, Deben ser éstos protegidos en
su empeño cuando tratan de cumplir este deber. Y ellos
mismos sen culpables cuando, o no lo cumplen, o cumplen
insuficientemente su misión de educadores, porque dañan
los derechos del niño, tanto más sagrados cuanto que el sujeto no está capacitado para hacerlos valer por sí mismo.
Una legislación protectora de los derechos del niño se impone contra los padres incapaces, negligentes o perversos; pero también contra los terceros que osen atentar contra la acción eficaz de los padres".
Debe, pues, el niño ser educado por sus padres, por ei
sacerdote y por el maestro: a los primeros ios puso la naturaleza, a la Iglesia la puso Jesucristo, al maestro lo Ha puesto la sociedad. Se trata de la conquista del niño para su bien
y para prepararlo al cumplimiento de los fines que debe
llenar en esta vida terrena, de modo que pueda alcanzar la
otra, que eso es educar.
Tienen dominio sobre el niño los padres que le dieron la vida natural, y la Iglesia que le dió la sobrenatural
por el bautismo. De ellos viene la autoridad por ser ios autores de la vida infantil. Lo que los padres no puedan hacer
por falta de tiempo o de ciencia, lo delegará en la sociedad
que pone al maestro, mandatario de aquéllos para suplir lo
que ha faltado a la educación paterna o eclesiástica.
III.
EL DERECHO DE LA IGLESIA EN LA EDUCACION
Comprueba la Historia la influencia decisiva y preponderante que en la enseñanza ha tenido la religión en todas
las épocas de la humanidad.
En los antiguos tiempos los sacerdotes eran los cultores principales de las ciencias divinas y humanas. No se
ccncebia una educación sin base religiosa. Los gobernantes
respetaban y practicaban celosamente la religión de sus subditos: se daban cuenta de que ello era indispensable para el
éxito de su gestión.
En la era cristiana la misión educadora de la Iglesia
tiene, además de esas razones de orden práctico, un doble
título de orden sobrenatural: el mandato de Jesucristo y su
maternidad sobre los fíeles.
Consiste el primero en la expresa misión y autoridad
suprema del magisterio que le dió su fundador: "A mí se me
ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. Id, pues, e
instruid a todas las naciones, bautizándolas en el nombre
del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo: enseñándolas a
observar todas las cosas que yo os he mandado. Y estad
ciertos de que yo estaré con vosotros hasta el fin de los siglos." (San Mateo).
Voluntaria y formalmente quiso Jesucristo que la Iglesia enseñase y que los hombres se sometieran a sus doctrinas. El vino al mundo como enviado del Padre a enseñarnos el camino de la verdad, y dejó como delegados suyos,
únicos depositarios de ella, a los Apóstoles y sucesores, a la
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Iglesia. Es la institución divina de ésta, con su magisterio indefectible y sus destinos inmortales.
Así como por el vínculo de la paternidad tienen los padres el derecho y el deber de educar a sus hijos, así la Iglesia como madre sobrenatural de los niños que engendra por
el bautismo, tiene el derecho de instruirlos y educarlos cristianamente.
El Bautismo es sacramento que lava, regenera y renueva en el Espíritu Santo. De aquí el derecho pleno de la Iglesia a la educación de la juventud, y, como consecuencia, derecho también pleno de vigilancia en todos los centros de
instrucción en orden a la educación cristiana. Por eso conde,
na a los que sostienen ser necesario para la mejor organización da la sociedad civil, que las escuelas y establecimientos
públicos de enseñanza se eximan de toda autoridad de ella,
y se sometan al pleno arbitrio de los gobernantes civiles, a
!a voluntad de los imperantes y a la norma de las opiniones
corrientes del tiempo.
No solo daña la escuela la fé de la infancia impugnando abiertamente los dogmas y la moral cristiana, sino también silenciándolos y prescindiendo de toda enseñanza religiosa. Las escuelas sin Dios son anticristianas. En uso de
su autoridad la Iglesia ha determinado y prescrito la única
enseñanza o método educacional que merece su aprobación:
la escuela positivamente cristiana, continuadora de la obra
de la familia y de la parroquia, la que da enseñanza y educación religiosa y católica.
*
*
*
Y estos derechos los ha ejercitado la Iglesia constantemente desde su fundación.
Ella salvó los restos de la civilización pagana, llegados
a nosotros por sus copistas. Fué la primera educadora durante la Edad Media; ha civilizado la mayor parte de los pueblos salvajes de ambos continentes; y en los países cultos
ha formado institutos religiosos dedicados exclusivamente a
la enseñanza. Ha mantenido siempre su misión de enseñar
en las escuelas parroquiales. Muchas congregaciones religio-
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sas están especialmente dedicadas a la educación de la juventud. Ha extendido sus enseñanzas a las ciencias y artes
profanas, que le son deudoras de importantísimos adelantos.
Veinte siglos de ininterrumpido magisterio religioso y
profano, atestiguan que los derechos educacionales de la
Iglesia han sido reconocidos por los pueblos que han pasado sobre la tierra.
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En cuanto a la MATERIA DE LA ENSEÑANZA el derecho de la Iglesia abarca primera y directamente las verdades religiosas que, como depositaría de Jesucristo, debe principalmente custodiar.
Si la ciencia y la fé no pueden estar en contradicción,
necesariamente las verdades ligadas con la revelación deben
ser enseñadas por ella, no porque otros no puedan hacerlo,
sino porque a ella corresponde defender su doctrina, y ha de
determinar la manera y formación de la mista tal y como
ella la sabe.
Respecto de materias que no tienen relación alguna con
la verdad revelada, también tiene ella derecho de enseñarlas ; y siempre lo ha ejercido como un medio de enaltecer
su doctrina y de mostrar la coordinación entre las verdades
científicas y las reveladas. Claro es que en este caso no tiene derecho de condenar lo que otros sostengan; pero tiene su
derecho de enseñarlas. No se trata de encadenar a la ciencia,
sino de guiarla por el recto sendero. El católico que investigando las cosas y ciencias naturales tiene la revelación como guía, no está coartado en sus estudios, sino encausado
por el camino único de la verdad.
Dice el art. 21 del Código Social de Malinas: "La Iglesia tiene el derecho de enseñar por sí misma todas las verdades religiosas, lo mismo que las materias filosóficas, históricas y sociales relacionadas con el dogma y la moral. . .
Además, ella tiene derecho de asegurarse que la. enseñanza
de las materias relacionadas con el dogma y la moral, y aún
la de las ciencias profanas, cuando se dan por maestros
que ella no ha elegido, no dañe a las verdades religiosas de
que ella es depositaría."
VII.
DERECHOS DE LA FAMILIA
La paternidad es el principal título del derecho de los
padres para educar sus hijos. Junto con Dios, en cierto modo, el padre es creador; y por el mero hecho de desear y
aceptar voluntariamente esta paternidad, se obliga a cumplirla hasta en sus últimos detalles, con la perfección de
quién conscientemente da al mundo seres que han de desarrollarse según una trayectoria racional.
La ordenada educación de los hijos, de su entendimiento y voluntad, forma, por tanto, el principal lazo de unión
entre padres e hijos.
La familia desarrolla el derecho de la paternidad, y une
al niño con el organismo social; es la forma primitiva y típica de la sociedad, la médula de su organización.
En el orden social la familia es la fuente principal de
las virtudes sociales, de que es fundamento moral indiscutible la piedad, que engendra el respeto a los padres. Así la
paternidad produce el derecho. Los padres, por consguiente, pueden y deben educar sus hijos.
Desde el momento en que el sér misterioso de una
nueva vida se ha formado en el seno de la madre, la familia toma sobre sí la obligación de llevar aquél germen a la
perfección. Luego es justo que los padres que comenzaron
la obra la terminen, sobre, todo cuando ella es de tanto cariño y amor como debe ser la obra educadora. No se concibe un fin sin los medios.
La educación há de ser conforme a la naturaleza del
niño y perfeccionar sus facultades morales y racionales: al
duro sistema de la represión ha de suceder, en cuanto sea posible, el más suave de la persuasión y el más racional del
convencimiento. Para eíío Dios da al padre autoridad, principio de orden, y cariño, principio de sacrificio.
*
*
*
El derecho de la familia a la educación de sus hijos es,
por tanto, ANTERIOR AL ESTADO, y le corresponde en
primer término.
Las primitivas familias no conocieron sujeción al Estado. El patriarcado vivió a la sombra de un régimen paternal; las primeras tribus no tenían nociones jurídicas del Estado, que necesitaron siglos para concretarse.
El Estado presupone la sociedad civil, de la que solo
es el poder organizado; y ésta, a su vez, supone las familias de cuya agrupación se compone. La sociedad es, pues,
en todas sus formas anterior al Estado: y la familia, núcleo
de la sociedad, es anterior a ésta y al Estado.
Y mucho antes que el Estado y que la sociedad existió
el derecho de que se trata: nació en el primeí padre con respecto al primero de sus hijos. No fué necesaria la sociedad
organizada para que surgiera el principio de fecundidad y de
autoridad de los padres. En orden del tiempo, el derecho de
la familia precedió al del Estado y es preferente al de éste.
El Estado ha sido establecido para mejorar la sociedad, dentro de su amplia misión de perfeccionar al individuo en sus naturales exigencias sociales; y no para aniquilarla o aminorarla. No es el Estado en sí mismo el fin último, de modo que el individuo nada sea sino en cuanto a
aquél se refiera. Es precisamente lo contrario: ha sido creado para amparar y proteger los derechos individuales, y no
tiene más facultades que las que exija el bien común.
La pretensión de muchos Gobiernos actuales de acaparar la dirección omnímoda y absoluta de la educación de los
niños, prescindiendo de los derechos preferentes, anteriores
y más nobles, de la familia; equivale a quitar a ésta una de
sus principales facultades, y es del todo abusiva e inconveniente.
Aunque inviolable, el derecho educacional de la fami-
— 19 —
jjg
despótico. Lo da la naturaleza para mientras sea
hasta que se complete la educación; pero no llega hasta perjudicar los bien entendidos intereses de los hijos. El padre que brutal y egoístamente enseñara, errores a
t a prole, o quisiera dejar sin cultivo sus facultades, no merecería el nombre de tal: ello equivaldría a la fuerza que
acaba con todo derecho.
no
es
necesario,
*
*
!)i
La legislación familiar de todos los pueblos reconoce y
garantiza este derecho paternal sobre los hijos, que está
comprendido en la patria potestad. Nadie ha osado negarlo
o ponerlo en duda. Solo dos pueblos en la historia lo han
atacado abiertamente: la antigua Esparta, con fines de un
militarismo absurdo y abusivo; y la Rusia Soviética de nuestros días para dar educación exclusivamente comunista. Son
excepciones que confirman la regla, y que por sus resultados comprueban el error.
Sin embargó, se nota hoy día, sobre todo en los países
de origen latino, en cuyos gobiernos predomina la masonería internacional, una tendencia marcada a violar los sagrados derechos educacionales de la familia. Es necesorio defenderlos y ejercitarlos con la mayor energía.
Al mismo tiempo que derecho es deber, y, ciertamente, difícil de cumplir fielmente. Son muchos los padres que
desconociendo teórica o prácticamente, tanto el derecho como el deber, lo abandonan en manos mercenarias sin preocuparse de su cumplimiento, y por razones de sola comodidad muchas veces.
El canon 1.113 del Código de Derecho Canónico concreta así la doctrina tradicional de la Iglesia a este respecto: "Los padres están en gravísima obligación de educar religiosa y moralmente, lo mismo que física y civilmente, a
los hijos, según sus fuerzas, del mismo modo que están obligados a procurar sus bienes temporales".
Innecesario paréceme manifestar que lo expuesto sobre
los derechos y deberes del padre, se aplica también a la m a -
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dre, que, por su mayor abnegación y más íntimo contacto
con los hijos, tiene una especial y eficaz acción en la parte
religiosa y moral. Los pueblos se han criado en el regazo
de las madres, que nimban de gloria la maternidad cristiana.
Consecuencia del derecho que analizamos es que los padres deben intervenir en la educación que sus hijos reciben
en escuelas o colegios, públicos o particulares. No pueden
desinteresarse de actividades tan transcendentales para el futuro bienestar de los hijos, y en que los profesores ejercitan
autoridad delegada de los mismos padres.
Su intervención debe ser ejercida con prudencia y
firmeza: tienen derecho para conocer la marcha de esos establecimientos, la enseñanza que proporcionan, el progreso
o retrazo educacional de sus hijos, y para deducir las peticiones que estimen fundadas.
Pueden colaborar eficazmente ayudando en su acción a
los directores de los establecimientos que han merecido su
confianza; y cuando, como desgraciadamente sucede entre
nosotros, el Estado dificulta su adelantamiento y progreso
con leyes monopolizadoras e injustas, deben los padres, ante
todo, trabajar por remover esos obstáculos, uniéndose en
Asociaciones de Jefes de Familia.
DEBERES Y DERECHOS DEL ESTADO
a . ) — EL ESTADO Y EL DERECHO DE LA FAMILIA. El derecho y el deber de enseñar corresponde en primer lugar a la familia, como hemos visto, porque tiene prioridad de naturaleza y de derechos sobre la sociedad civil, en
cuanto a la educación de sus hijos. Su derecho es inalienable e inviolable respecto de toda potestad terrena.
Pero la familia cristiana vive en el seno de la Iglesia y
dentro de un Estado; y es sociedad imperfecta porque no
tiene en sí todos los medios necesarios para el propio perfeccionamiento. De aquí que la Iglesia y el Estado tengan
derecho de intervenir en la educación juvenil, para completar las deficiencias familiares, que se notan, sobre todo, en
las clases más modestas. Pero esta intervención no deroga
ni amengua el derecho primordial que la familia ha recibido
del Creador en orden a la educación de sus hijos; el que al
recibir el complemento de la sociedad religiosa y del Estado, permanece intacto e inviolable, pues mejora y perfeccionamiento no significan destrucción ni ruina.
Las facultades de la familia no pueden ser suprimidas
ni absorvidas.
b).—DERECHO DOCENTE Y EDUCATIVO DEL ESTADO.-— E! Pontífice habla de "los verdaderos y propios
derechos del Estado respecto a la educación de los ciudadanos, conforme al orden por Dios establecido"; y de esos derechos que "ha comunicado a la sociedad civil (Estado) el
mismo autor de la naturaleza, no a título de paternidad como a la Iglesia y a la Familia, sino por la autoridad que le
compete para promover el bien común temporal, que es su
fin propio".
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Esta es la fuente del derecho educacional del Estado:
nace de su obligación de procurar el bienestar de los ciuda.
danos. Pero su acción tiene el carácter distintivo de supletoria de la educación familiar, y debe amoldarse a las condicones de cada país: será por ello más intensa en naciones
nuevas y más atrasadas, en las que, no obstante la ayuda
que está obligado a prestar a la educación privada, ésta no
alcance a llenar las necesidades de la población; y menor
en aquellas de civilización más antigua y adelantadas".
Ante todo es deber fundamental del Estado ayudar al
desarrollo de la acción educadora de la Familia y de la Iglesia, cuya grande eficacia demuestra la historia y la experiencia; y porque la acción educadora directa del Estado solo se justifica cuando es deficiente la iniciativa particular,
que debe gozar de amplia libertad. Es inadmisible toda organización pedagógica del Estado que anule o menoscabe
esos derechos preferentes y sagrados, y siempre será perjudicial para el bien común.
Puede el Estado, en ciertos casos que se relacionan con
la defensa interna y externa de la nación, reservarse la instrucción exclusiva en determinadas circunstancias y esferas,
como en las escuelas militares.
Puede coordinar, vigilar y regularizar las iniciativas
educacionales para que mutuamente no se estorben, y para
que en ellas se garanticen los principios fundamentales de la
moral cristiana, las exigencias del orden público, las leyes de
la higiene y las normas evidentes de una pedagogía racional.
Para ello puede exigir a las instituciones docentes un mínimum de condiciones que aseguren una educación adecuada y
sólida.
Debe procurar que todos los ciudadanos tengan el necesario conocimiento de sus deberes morales y cívicos, y
cierto grado de cultura que el bien común, atendidas las condiciones de nuestros tiempos, verdaderr.nente exija.
Reconocidos estos derechos, repite la Encíclica su concepto básico sobre prioridad de los derechos de la Familiay de la Iglesia: "Sin embargo, claro es que en todos estos
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modos de promover la educación y la instrucción pública y
privada, el Estado debe respetar los derechos nativos de la
Iglesia y de la Familia a la educación cristiana, además de
observar la justicia distributiva. Por tanto es injusto e ilícito todo monopolio educativo escolar, que fuerce física o moralmente a las familias a acudir a las escuelas del Estado contra los deberes de la conciencia cristiana, o aún contra sus
legítimas preferencias".
Es'tán, pues, expresamente condenados los procedimientos que hoy rigen en Chile y otros países, violatorios
de estos derechos inviolables y preferentes, que fuerzan a la
familia, contra sus deseos y su conciencia, a someterse a la
dirección y férula de monopolios educacionales del Estado,
siempre injustos, ilícitos y perjudiciales.
c).—TEORIAS ERRONEAS.—Las principales que trabajan por hacerse dueñas de la vida pública, y que significan la ruina de los sanos principios democráticos y pedagé
gicos, son el socialismo y el nacionalismo.
Para el socialismo la única realidad suprema, que tiete pleno derecho a la existencia, es la sociedad; el individuo
y la familia son lo accesorio, un producto de aquella. La
persona humana carece de vida y de fines propios, sumida
en la vorágine de la sociedad a cuyo trabajo colectivo todo
lia de sacrificarse. La sociología es la ciencia de las ciencias,
que absorbe todas las actividades culturales y hace siervas
suyas las artes, la economía, la historia, la moral y la religión.
Dentro de esta máquina que concluye con toda iniciativa privada, la educación y la enseñanza pierden toda autonomía y libertad. La sociedad civil, el Estado, es el único
educador; y la instrucción y educación, con sus instituciones,
rscursos, ramas y métodos, son de naturaleza pública y por
tanto del Estado.
El nacionalismo erige como dogna, al igual que el socialismo, la supremacía de la nación, del Estado, sobre la
personalidad humana, y mata toda libertad individual. La
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nación y el Estado son los fundamentos de la vida de los
ciudadanos en general, y por lógica consecuencia de la enseñanza y educación.
Dentro de estas ideologías la educación de la juventud
ha de ser, esencialmente un negocio nacional. Cada rama de
la enseñanza es una revelación del espíritu del dios Estado. Los maestros y profesores son funcionarios públicos al
servicio del ideal dei Estado y de su Gobierno; y los alumnos solo pueden recibir la educación que aquél quiere darles. Toda la educación ha de actuar al servicio y para los fines que el Estado, su Gobierno, persigue.
Estos monopolios y tiranías de la educación en manos
del Estado, se imponen de dos maneras: proclamándolo así
expresamente en la ley y haciendo legalmente imposible establecimientos docentes que no pertenezcan al Gobierno; o
permitiendo en la letra de la ley la erección y sostenimiento de establecimientos particulares, pero sométidas sus actividades todas a trámites y ordenanzas tales, que, de hecho,
es el mismo Estado quién los rige y domina.
En ambos procedimientos el efecto es el mismo: el monopolio de! Estado, violatorio de los derechos individuales,
injusto, ilícito y perjudicial. Más peligroso que el monopolio franco es, talvez, el disfrazado que solo existe de hecho,
porque adormece las resistencias y produce los mismos males. En Chile existe este último.
d).—EL REGIMEN CONVENIENTE. LIBERTAD DE
ENSEÑANZA.— Las naciones más progresistas del mundo,
las de cultura más avanzada, aún cuando están agitadas, en
su vida política por ideales socialistas o ímpetus nacionalistas, hacen, no obstante, honor a los principios fundamentales de la Encíclica: abren ancho campo a las actividades docentes privadas, y las fomentan con subvenciones especiales
o por medio de la repartición escolar, sin perjuicio de que
sus Gobiernos coadyuven a la educación con establecimientos propios, en- igualdad de condiciones con los particulares.
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tactos Unidos, Bélgica, Holanda, etc. En estos países, a fin
de que la libertad de enseñanza sea realidad, los estudios hechos en establecimientos privados adquieren fácilmente valor legal y académico, sin que se exija su adaptación a los
programas y métodos oficiales, ni que sus exámenes anuales
s e rindan ante comisiones del Estado. Existe en ellos prácticamente la libertad de enseñanza.
Este sistema es el más racional1 y conveniente para el
bien común. Lo que a la nación interesa es que sus ciudadanos tengan la mayor educación posible y la mejor orientada, sin que tenga por qué preocuparse de quién la proporciona.
Dentro de la libertad se produce la competencia entre
los establecimientos privados entre sí, y entre ellos y los del
Estado, lo que se traduce en el paulatino mejoramiento de
todos ellos; se disminuye el presupuesto de educación
pública mediante la colaboración eficiente de la educación
particular; y se evitan los múltiples inconvenientes de los
programas, planes y textos de estudio únicos del Estado m o nopolizado?, El público favorece libremente a los establecimientos mejores, sean del Estado o de particulares.
Contrasta con el régimen de libertad de estos grandes
países, e! monopolio educador del Estado, franco o encubierto, que existe en aquellos cuyos Gobiernos éstán dirigidos o influenciados por la masonería internacional, esa gran
plaga de los tiempos modernos. Francia, España desde 1932,
Rusia, Méjico y gran parte de las Repúblicas Sud - Americanas, se agitan y decaen bajo el yugo de la tiranía educacional antirreligiosa de sus gobernantes. Sobresalen en el
abuso la Rusia de los Soviets y Méjico, que dan el triste
ejemplo de la abyecta tiranía a que conduce el sectarismo
ateo.
Como un hecho demostrativo de lo contraria que es a
la acción ordenada de los Gobiernos la masonería internacional, merece anotarse que ella ha sido radicalmente excluida de la Italia de Mussolini y de la Alemania de Hitler,
no obstante ser estos gobiernos absolutamente nacionalistas.
— 26 —
En Chile, ta masonería asumió el gobierno de la República hace diez años.
e ) . — EL ESTADO Y LA FORMACION RELIGIOSA.
—• Condición primordial dél orden social es la alianza de los
tres poderes educacionalesFamilia, Iglesia y Estado. Los
derechos preferentes de los dos primerosi deben enlazarse
con el del Estado en mutua armonía. Así éste ejercita convenientemente la acción que le compete, y ofrece a la Iglesa, el auxilio de sus recursos y de sus fuerzas para el cumplimiento de los fines espirituales de ella.
La enseñanza religiosa debe ocupar en los centros docentes el lugar de preeminencia espiritual que le corresponde. Cuando es respetada y expuesta en condiciones que garanticen su pureza, se convierte en guía de las inteligencias,
en fuerza moral que ayuda y es indispensable para las lu.
chas de la vida.
Nada hay que fundadamente se oponga a esta armonía. El prejuicio de la oposición entre la ciencia y la fé, ha
quedado ya destruido con la experiencia de los siglos pasados y de nuestros días; ambas se prestan recíproca ayuda. La
civilización y los progresos modernos, en lo que tienen de
sanos y verdaderos, son hijos de la doctrina cristiana.
La formación y educación religiosa es el auxiliar más
precioso e indispensable para el Estado.
Después de diez y seis siglos siguen de actualidad, porgue la naturaleza humana no cambia, las palabras de San
Agustín que la Encíclica reproduce: "Por cierto que los que
dicen que la doctrina de Cristo es enemiga del Estado, que
presenten un ejército tal como la doctrina de Cristo enseña que deben ser los soldados; que presenten tales subditos, tales maridos, tales cónyujes, tales padres, tales hijos,
tales señores, tales siervos, tales reyes, tales jueces, y, finalmente, tales contribuyentes y exactores del Fisco cuáles la
doctrina cristiana manda que «ean, y atrévanse luego a llamarla nociva al Estado; más bien no duden un instante en
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proclamarla, donde ella se observe, la gran salvación del Estado".
Interesa especialmente al Estado que sus miembros sean
morales y cumplidores de su deber: no hay buenas leyes para ios malos ciudadanos. La experiencia de los siglos pasados, y la contraría de los tiempos actuales, acredita que solo
la formación religiosa produce o mejora la moralidad de las
masas. Los gobiernos que atacan o no respetan la religión
de sus subditos, trabajan contra el bien común y contra sí
mismos.
El canon 1381 del Código Canónico, establece: " 1 . —
La educación religiosa de la juventud en las escuelas ( centros docentes), está sometida a la inspección y autoridad de
la Iglesia. 2 . — Es deber y derecho de los prelados el vigilar para que en las escuelas de su jurisdicción, nada se enseñe ni se haga contra la fé o las buenas costumbres. 3 . —
A ellos también compete, de derecho, el aprobar los libros y
los maestros de religión; como el exigir que, por causa de religión y de costumbres, se destierren los libros y se separe a
los maestros".
Se causa gravísimo perjuicio al niño o joven cristiano
cuando, abusando de su natural inexperiencia y de la confianza que inspira el profesor, se le turba en su fé y se le
arrastra hacia una libertad ilusoria y falsa a que fácilmente
se inclina la juventud.
VII.
EL NATURALISMO EN LA EDUCACION
a ) . — ERRORES Y VERDADES. — Están de moda
teorías pedagógicas derivadas de las funestas doctrinas de
"El Emilio", de Rousseau, padre del naturalismo en la educación.
Su principio fundamental es la perfección original del
niño, cuyas desviaciones morales provendrían del influjo social que le rodea. La sociedad sería la gran corruptora. Educado el alumno aislada e individualmente, sin trabas ni autoridad que prevengan sus instintos, en plena posesión de su
libertad, brotará pujante su buen natural.
Se trata de un método negativo en que al educador solo incumbe evitar que agentes extraños malogren la bondad
originaria del educando: toda autoridad debe eliminarse. En
cuanto a instrucción religiosa se la prohibe; en absoluto, hasta después de los diez y ocho años, porque antes no estaría
el joven en condiciones de elegir la religión que preferirá. Se
priva al educando de toda educación religiosa durante su
infancia y primera juventud, cuando más necesita de su influencia moral: se le cría satisfaciendo sus inclinaciones y
gustos naturales, atendiendo preferentemente a la materia.
Semejantes doctrinas, contrarias a la cristiana, al sentido común y a lo que todos sabemos por experiencia propia acerca de nuestra inclinación al mal, hacen cada vez mayor daño en la educación moderna. Por absurdas que sean
se las usa como un medio de atacar la religión y de desterrar la idea de Dios,
La verdad es bien diferente.
El niño, aunque deseen aislarlo estos flamantes pedagogos, es un hombre en pequeño, a quién hay que educar para
la vida en sociedad, para el cumplimiento de sus fines terrenos y ultraterrenos. Como el hombre siente en sí la ley de
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la rebeldía que debe ser dominada, y el deseo de independencia que lo incita a sacudir toda lazo y sujeción.
La educación no tiene por único objeto la perfección
individual, abstracción hecha de los lazos que unen al joven
con la familia, con la patria y con Dios. La autoridad, en sus
múltiples manifestaciones, no puede dejar de cumplir sus derechos, y de grado si es posible, o por la coacción si es necesario, ha de actuar. Debe mostrar al niño que su libertad
física no es omnímoda, sino condicionada por deberes superiores, sin perjuicio de procurarse armonía entre el deber y
el placer conveniente. El pedagogo no puede excusarse de
servir los intereses superiores de la justicia, de la verdad,
de la religión y aún del Estado.
La educación cristiana solo puede adoptar aquellos progresos de la psicología y pedagogía moderna, que no contraríen sus principios básicos e inmutables.
Derivaciones del naturalismo pedagógico son los-grandes errores educacionales de hoy día, como la enseñanza neutra, el monopolio del Estado, la escuela única, la libertad de
cátedra.
b).—EDUCACION SEXUAL.— Consecuencia práctica
del naturalismo en la enseñanza es la educación sexual, con
la que se quiere expresar la regularización del instinto genésico, mediante normas concretas que se traducen en la iniciación y en una completa instrucción.
Radica en la bondad natural del hombre y lleva a la exteriorización, sin límites ni barreras, de lo que hasta hoy se
creía custodiado por el más elemental pudor. La transformación de la sociedad en el siglo XIX y la divulgación que alcanzan las cuestiones sexuales, han dado nueva vida a esta
teoría. Freud ha constituido el instinto sexual como objeto
de sus investigaciones psicológicas.
Imposible es analizar cuanto se escribe hoy sobre cuestiones sexuales; pero sería ridículo y pernicioso, para los que
han de vivir por necesidad en un ambiente escandaloso, cerrar los ojos ante la gravedad del mal. Son aterradoras las
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estadísticas que se conocen de los contagiados por el comercio sexual y de los esclavizados a victos más abyectos.
El desquiciamiento de la familia por las condiciones de
trabajo de c a á todos sus miembros, el bajo nivel moral predominante por las propagandas socialistas y ateas, la herencia de degeneración q u e ' transmiten los que dieron rienda
suelta a sus instintos; el ambiente de la escuela sin Dios, de
la enseñanza anticatólica, de los espectáculos obscenos, de
los anuncios provocativos, de las malas lecturas; el f o r z a d a
alejamiento del hogar por razón de estudios o trabajo, y la
convivencia con quiénes tienes larga práctica de corrupción;
todo contribuye a que los inmunes sean muy escasos, y que
apenas sea posible el tránsito de la niñez a la juventud con
la inocencia incólume.
Creyeron algunos ilusos que la ignorancia de los misterios de la vidá era la causa de tantas tragedias sexuales, y
para remediarlas acudieron a todos los medios posibles de
divulgación. Se ha impuesto obligatoriamente en las escuelas
la educación sexual colectiva; se ataca a la Iglesia y a su moral que cela con los velos del misterio lo que nada tiene de
tal; y se procura acabar con el pudor y el recato como si fueran perniciosos.
Sólo se ha obtenido que la corrupción aumente; que la
juventud concentre obsesionada toda su atención en las relaciones sexuales; que, excitados sus instintos, desee experimentar lo que teóricamente se le da a conocer; y que fiada en
preservativos que se le recomiendan, se lance a un prematuro ejercicio de sus funciones genésicas, malgastando en el
prostíbulo o en privado, las energías físicas y morales quenecesita para su desarrollo ordenado y eficiente.
Resistir la tentación y dominar las pasiones es propio sólo de la voluntad y de firmes propósitos morales. Muy difícil
es conseguir este resultado fuera de la educación religiosa.
*
*
s¡e
Suele confundirse la educación sexual con la iniciación;
la primera tiene un campo más vasto, no siendo siempre la
_
31 —
iniciación su preámbulo imprescindible. Toda educación sexual
es sólo un aspecto de la educación moral, y en la práctica
no pueden ir desunidas. Pero normalmente, cuando se presuponen todos los demás medios de la educación cristiana,
la iniciación es el primero y más transcendental problema de
orden sexual.
La crisis de natalidad que preocupe hoy a sociólogos y
gobernantes, es en el fondo crisis de moralidad, facilitada
por exceso más que por defecto de conocimientos sexuales; y
sólo se remediará elevando el nivel moral de las familias y de
las naciones. Es fruto del egoísmo que tiende a separar el
placer del deber, contriando la ley de Dios.
Se impone también por su evidencia y terribles resultados el contagio venérea, que lleva caminó de ser universal.
Ciega las fuentes de la vida, pone en peligro a naciones enteras, y predestina al dolor y a la enfermedad a víctimas
inocentes que han de pagar las culpas de sus progenitores.
Es, pues, necesario y conveniente instruir a la juventud
de hoy en las grandes responsabilidades que contraen con
ciertos pecados, no sólo ante Dios y su conciencia, sino ante
la familia y la sociedad.
Aún cuando repugne a la delicadeza y costumbres de algunos padres, no pueden desentenderse de un deber que, como elemento esencia] de la educación, a ellos primeramente
incumbe, y a otros sólo como delegados suyos o suplentes
de su descuido. Es una realidad brutal; pero la inocencia de
sus hijos que con tanto cariño guardan, tarde o temprano ha
de desaparecer, y sería peor que por un mal entendido escrúpulo, se deje al acaso el trance más delicado de la educación, permitiendo que el falso amigo, el criado desvergonzado, el profesor sin tino7 o mal intencionado, realice en malas condiciones lo que a la previsión paterna corresponde
efectuar en el momento más oportuno.
Por esto el Papa aconseja una prudente iniciación, indicando las circunstancias que deben acompañarla. No ha de
ser temeraria, es decir, que más sirva de escándalo que de
provecho; no debe hacerse a todos indistintamente, sino a
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cada uno en particular, según su necesidad o peligro, siendo
prudente proceder por etapas. Está prohibida, en consecuencia, la iniciación pública o colectiva, que mata el pudor, provoca las confidencias y es ocasión próxima de perversiones
sexuales que pueden influir en todo el curso de la vida.
Corresponde la iniciación en primer lugar a los padres,
q u e además del cariño que sienten por sus hijos, pueden apreciar, mejor que el maestro, la oportunidad conveniente de
hacerla. El profesorado tendrá actuación respecto de los nirtos de las clases pobres, cuyos padres por el medio en que
viven y su falta de cultura, carecen generalmente de aptitudes para hacerla en buena forma.
Es necesario completar la obra favoreciendo la castidad
con una sólida formación religiosa y moral, que levante el entendimiento y rectifique la voluntad; crear hábitos de trabajo,
acostumbrar al propio vencimiento; elevar la educación a fines sobrenaturales, sin perjuicio de fomentar un ideal digno
de acción, como el estudio, el éxito en la vida, el ser útil a la
familia y a la sociedad.
c ) . — L A COEDUCACION.— Es otra consecuencia perjudicial del naturalismo.
Pedagógicamente se generaliza hoy la separación de
sexos en la educación, por ser más conforme a la adaptabilidad individual, al desarrollo de las inteligencias infantiles y a
la necesidad de especializar la formación científica. Sólo es
aceptable la coeducación en niños de corta edad, de menos de diez años, y por razones de falta de local, de profesores u otras; no porque tenga ventaja alguna. En la instrucción media, cuando comienzan a despertar los instintos sexuales, es de todo punto inaceptable y peligrosa. En la superior
tampoco es aconsejable.
El organismo de la mujer está conformado especialmente para ejercer las funciones de la maternidad; mientras que
en el hombre el instinto genésico está subordinado a las funciones primordiales de la inteligencia y del trabajo. De ahí
que el ideal de la mujer no puede ser, sino excepcionalmente,
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científico o social, lo cual es propio ordinariamente del
hombre.
Por eso la coeducación de sexos, aún prescindiendo de
los malos efectos morales que nacen de ella, tropieza en in
convenientes graves. Los alumnos se sienten coartados por
temor a la risa de las alumnas, que son más precoces por lo
general; y son imperfectamente dirigidos por el profesor, que
no puede en ella tener en cuenta todo lo que el sexo fuerte
necesita. La seriedad de los estudios aconseja la separación.
Con la coeducación se facilita la ruina de la familia: habituados ambos sexos a un continuo trato mutuo, pierde la
mujer su feminidad, y tiende a convertirse en un sér de tipo
asexual, que repugna las cargas del matrimonio como contrarias a su formación intelectual, sin que por ello, muchas
veces, renuncie al placer.
Se invoca erróneamente o con mala fe el ejemplo de la
familia como modelo de coeducación; pero no es cierto que
en la familia bien organizada toda la educación sea común.
Cuenta ella con dos educadores, el padre y la madre, y es muy
distinta la parte que debe tomar cada uno en la formación de
los hijos cuando éstos llegan a cierta edad, según su sexo.
Por otra parte, los vínculos estrechísimos de la sangre que
unen a los hermanos, evitan los peligros reales que surgen
del trato común entre jóvenes y niñas extraños.
Pésimos resultados produce también la coeducación física, la completa libertad en que ambos sexos se lanzan a diversiones y deportes en común, lo mismo que los bailes y
reuniones de estudiantes y alumnas que propician los actuales
pedagogos.
VII.
EL AMANENTE EDUCACIONAL
Especial importancia tiene para los resultados de la educación, el medio o ambiente en que se desarrolla; el conjunto
de las circunstancias y condiciones que rodean al niño y al
adolescente en el período de su formación. Es necesario preservarlo de las funestas consecuencias de un medio nefasto.
a).—AMBIENTE FAMILIAR— La familia constituye
el primer ambiente educacional: la acción de los padres produce efectos para toda la vida del hijo. Si aquella es cristiana
su eficacia es mucho mayor, porque el sacramento del matrimonio indisoluble transforma la unión del hombre y la
mujer en algo más que tener hijos y ayudarse mutuamente:
en la formación de verdaderos cristianos.
Pero el ambiente familiar en la vida moderna se debilita cada vez más. Ya no existe la familia patriarcal de la antigüedad, ni tampoco la troncal; en Europa y América predomina la familia inestable, de corta vida. La unión de los
esposos aumenta con el nacimiento de los hijos, se reduce
luego cuando éstos se establecen por su cuenta, y se disuelve
con la muerte de los ancianos padres.
Es difícil que se mantengan hoy las tradiciones domésticas; el espíritu y la vida de familia faltan a menudo, por
diversas causas económicas, políticas, sociales y religiosas,
que contribuyen a la inestabilidad de la familia moderna. Es
particularmente triste a este respecto la condición de las clases proletarias.
Gran parte de la familia de nuestros días, especialmente
en las clases pobres, no educa ni hace educar; otras veces se
deshace en casa la buena educación de la escuela; y a menudo sucede que la familia y la escuela, en vez de educar, deforman. Este desastre ocurre principalmente cuando la ma-
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dre olvida sus deberes, lo que no es de extrañar en las que
se criaron con un espíritu mundano que disipa las virtudes
femeniles; y en aquellos países que han adoptado la escuela
sin Dios.
No es sólo la necesidad lo que induce a muchas madres
a trabajar fuera del hogar; y las consecuencias morales, sociales y económicas que se derivan de esta mal entendida
emancipación son pavorosas. Se reflejan en las estadísticas de
los niños desamparados, de los divorcios, de los hospitales y
hasta de los suicidios.
Causa principal de la eficacia del ambiente familiar son
los padres: su amor a los hijos suaviza la educación, sus
ejemplos y consejos producen efectos duraderos y reciprocidad de cariño. Más, en materia de amor, ninguno comparable
al materno, porque Dios puso lo más exquisito del amor donde mayor era su necesidad. La misma causa que hace fecundas a las madres, las hace tiernas para amar: el niño necesita
cuidado de todas horas, abnegación de todo instante y un corazón que a él se dedique por entero. Y eso es la madre
cristiana.
De aquí la inmensa responsabilidad de los malos padres,
que no sólo se preocupan poco de sus hijos, sino que llegan
hasta darles malos ejemplos, que equivalen a malas enseñanzas o peores consejos.
Contribuyen también a formar el ambiente familiar los
parientes, la servidumbre, los amigos, las relaciones sociales;
en todo lo cual debe ser solícita la vigilancia paternal para que
sus esfuerzos no se frustren por extrañas influencias.
b ) . — E L AMBIENTE RELIGIOSO— Al ambiente familiar sigue el religioso, al medio natural el sobrenatural.
La sola vista panorámica de la gran familia que es la
Iglesia Católica, que durará hasta la consumación de los siglos, despierta en el alma ideas levantadas y sentimientos generosos.
Este ambiente sobrenatural transforma, perfecciona y
exhalta la educación: el niño, enriquecido con los dones de la
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gracia y sumiso a las direcciones de la Iglesia, ofrece al educador la materia más apta para la formación del verdadero
hombre y más conveniente ciudadano.
Los sacramentos de la Iglesia, en especial la confesión y
comunión, son medios sobrenaturales que coadyuvan a la
educación, al elevar el alma a Dios y facilitar la buena conducta.
Reprimiendo brutalmente, en nombre de doctrinéis positivistas, las inclinaciones religiosas de la niñez y juventud,
pueden sobrevenir gravísimas perturbaciones: se produce un
vacío en el sistema mental del adolescente que puede provocar una desorganización completa, crisis de melancolía, pesimismo, indiferencia, y, a veces, hasta el suicidio.
Otras obras educativas de la Iglesia, como las asociaciones e instituciones juveniles de diversas clases, que forman
la juventud en la piedad, la acompañan durante sus estudios
y la guían después de terminados éstos, tienen también benéfica influencia. Ayudan al joven a vencer el respeto humano, a formar el carácter, a servir a sus semejantes.
c).—EL AMBIENTE ESCOLAR.— Este es el medio en
que a! presente, durante gran parte del día, se educa o se
perjudica nuestra niñez y adolescencia.
Puede afirmarse que en la época moderna, el bienestar
y progreso de las naciones depende principalmente de la bondad de la educación escolar en todos sus grados.
La inmensa mayoría de los padres delega sus facultades educacionales en los maestros, a consecuencia de las complejidades de la vida actual en todas las esferas sociales.
Decía Pío XI, en 25 de Noviembre de 1924, refiriéndose
a la labor del profesorado: "Esta glorificación (de Lucía Filippini) ocurre precisamente en nuestros días cuando la Escuela, este ambiente en que el magisterio se ejercita, ha adquirido una importancia siempre mayor, siempre más reconocida como vital y fundamental para toda la estructura social;
la Escuela, de la que vemos que enemigos y amigos del bien
procuran apoderarse: aquéllos, aunque no fuese más que por
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medio de un laicismo que, importando el alejamiento de
Dios, el silencio absoluto alrededor de su nombre y de cuanto le toca, pretende y logra arrojar en las almas la ignorancia y la indiferencia para con aquel Ser de que nunca se habla, allí donde se habla de todo lo que puede tener alguna
importancia, aún la más remota, en la vida; éstos, para derramar en medio de ella las primeras semillas del bien en la inteligencia y en el corazón de tantas almas que se abren a la
vida, semillas destinadas siempre a producir benéficos frutos,
aunque sean tardíos, en quien una vez las ha recibido."
VHI.
LA ESCUELA EN ORDEN A LA RELIGION
De tres distintas escuelas habla la Encíclica: neutra o
laica, mixta y católica.
a).—ESCUELA NEUTRA O LAICA— Es aquella de
que expresa y categóricamente está excluida la religión, la
escuela sin Dios, la francamente materialista.
Lia neutralidad escolar equivale a neutralidad religiosa.
Consiste en la exclusión sistemática de toda enseñanza sobrenatural, y, por consiguiente, en el decrédito arrojado sobre las
verdades que todos los pueblos han mirado como la base de
la educación.
La escuela laica, enemiga de la Iglesia Católica y de toda religión positiva, nació en Francia: se fraguó en los talleres masónicos del siglo XVIII, y solemnizó su triunfo en la
revolución de 1789; siguió cundiendo en el siglo XIX con la
famosa trilogía de "enseñanza laica, gratuita y obligatoria";
y ha llegado a su apogeo en la tercera República, donde
ahora se genera con la escuela única, la ruina de la escuela
libre.
Su dogma fundamental es que la religión es un asunto
estrictamente privado; la negación de toda autoridad religiosa
exterior a la conciencia individual; la negación de la Iglesia en
cuanto gobierno de las almas.
El Estado laico sólo conoce conciencias privadas, desligadas de todo lazo exterior; ignora que haya Dios y el ateísmo social es la ley de su sistema. Se disimula este ateísmo con
los nombres del laicismo, neutralidad religiosa o de respeto
a las conciencias, y se procura darle r n carácter sagrado y
obligatorio, una especie de religión al revés. Toma así diferentes aspectos y, según las circunstancias, es anticlerical, anticatólico, antieclesiásico o antirreligioso, para concluir en to.
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do lo que condena, en una especie de clero y de religión en
caricatura.
En el fondo es una secta usurpadora, violenta, mono*
polizadora y despótica. Su triunfo significaría prácticamente
el ateísmo individual obligatorio. El sueño laico es el hombre
hecho dios.
La escuela laica no tiene por fin enseñar a leer, escribir
y demás conocimientos necesarios: su objeto es formar librepensadores. Tiende esencialmente a desembarazar al niño
del dogma, de la religión de sus padres, de su f e católica.
*
*
*
Dos razones fundamentales contra este régimen expone
el Pontífice: es contrario a los principios generales de la educación cristiana, y es prácticamente imposible porque de hecho viene a ser antirreligioso.
La educación no puede ser neutra: su punto central tien e que ser la religión, que es elemento unificador de toda la
cultura, savia que vivifica todo el proceso educacional. Sea
que se explique historia o geografía, psicología o historia natural, el maestro ha de ver y de enseñar con el criterio religioso, porque sólo la religión católica pone en su verdadera
luz todos los problemas de la naturaleza y de la gracia, de la
vida terrena y ultraterrena. Es deber del profesor servirse con
oportunidad de las lecciones orales, de los temas de composición, de cualquier ejercicio de clase, para encaminar a lo
bueno, para criar virtud e infundir en sus alumnos los sublimes pensamientos de hijos de Dios.
Más que abarrotar la cabeza del niño con una enciclopedia de noticias, debe el maestro prepararlo para que sea
hombre completo, persona de carácter, en cuyo pensar, querer y obrar resplandezcan la uniformidad, la firmeza, la consecuencia y la constancia. En esto consiste principalmente la
educación, y esas cualidades sólo fluyen de los eternos principios religiosos; y sólo con este fundamento podrá después
el joven, resistir el vendaval de las pasiones que luego ha de
combatirlo.
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Carece la escuela neutra de este elemento unificador:
iodos los suyos están destrabados, son incapaces de formar
un cuerpo organizado y armónico. No puede formar el hombre completo, porque lo mutila en su parte más noble, en lo
moral y religioso, en la conciencia, en aquello que más lo
diferencia del bruto. Tampoco es capaz de cultivar el carácter, imposibilitada como se halla para acudir a los principios
fijos e inmutables de la religión, en que aquél solamente
arraiga.
La verdadera moral no puede ser enseñada en la escuela laica: desconoce los deberes para con Dios, que son
parte muy principal de aquella, e ignora la ley divina que es
el más firme fundamento para los otros deberes. Verdad manifiesta, atestiguada por la experiencia y pregonada por la
sana pedagogía, es que el único camino para que prendan
en el cerebro de los niños los principios morales, es el de la
autoridad de Dios y el sentimiento religioso; todo ese conjunto de máximas, verdades, sanciones, hechos y prácticas religiosas que se imponen a los niños, que satisfacen su sensibilidad y fantasía, su entendimiento y voluntad.
Contraría la escuela laica el derecho que tiene el alumno para que su maestro, a quien mira como un sabio mentor,
le enseñe los principios fundamentales con que, desde i a
temprana edad, debe ordenar su vida. El profesor laico, neutro o ateo, no puede hacerlo porque desconoce la religión y
olvida o niega a Dios.
El niño que durante días y años vive y crece en esta atmósfera materialista, que para todo sólo aprende razones
puramente naturales, hasta para la conducción de su vida doméstica y social, forzosamente se forma sin desarrollar su parte espiritual e inmortal.
Si su familia es cristiana y en ella conoce enseñanzas y
prácticas religiosas, al notar la discrepancia entre la escuela
y* el hogar, fácilmente creerá que la razón se basta a sí misma, que la religión no es necesaria para la formación científica y humana; y resulta el niño indiferente, escéptico, incrédulo, que tiende a exigir derechos y desconoce deberes, y que,
— 41 —
en la mayoría de los casos, pasa a incrementar el número, cada vez mayor, de los descontentos sociales.
He
*
*
La neutralidad religiosa es también imposible en la
práctica.
.
Las verdades fundamentales de la religión católica son
tales, que trascienden todos los órdenes de las ciencias. El
mero hecho de silenciarlas es violación de esa pretendida neutralidad, porque es implícita negación. Mientras la civilización
cristiana impregne las costumbres y la moral pública, mientras sea considerado como lo mejor lo que la Iglesia enseña
que es bueno, no se puede dejar de enseñar la religión sin
hacer, al mismo tiempo, obra antirreligiosa.
La existencia de Dios, los orígenes del mundo, de Sa vida y del hombre, la vida ultraterrena con sus eternas sanciones, etc., son verdades que no pueden silenciarse porque
son las primeras que desea conocer el niño; y el maestro
neutro que, apretado por sus alumnos, confiesa que las ignora, miente si es católico, y si no lo es, pierde la neutralidad
pretendiendo negarlas o darles una explicación natural que
es imposible.
Por las mismas razones es también imposible ser neutral,
desconociendo o negando a Dios, en ios textos escolares, en
los programas y planes de estudios, en los temas de composición, en toda la obra educacional.
b).—ESCUELA MIXTA.—- Es propia de los pueblos
protestantes. Significa que la escuela no está unida a una
confesión determinr.da de las muchas que existen dentro del
protestantismo, o a la religión católica.
Se caracteriza por ser neutra en la enseñanza profana, y
confesional en ía religiosa que se da separadamente de
aquella.
Casi todos los inconvenientes de la escuela neutra se hallan también en la mixta, porque, como se ha visto, no es
posible enseñar debidamente la ciencia profana con abstracción de los principios religiosos. Resulta estéril !a enseñanza
religiosa aislada. Los padres católicos no deben colocar sus
— 42 —
hijos en esta escuela, que constituye el último paso hacia la
francamente laica.
c).—ESCUELA CATOLICA.— Es aquella en que toda
la organización, maestros, programas y libros, en cada disciplina, están imbuidos del espíritu cristiano bajo la dirección
y vigilancia materna de la Iglesia; de modo que la religión es
verdadero fundamento y norma de toda la instrucción y en
todos sus grados.
Ya he desarrollado sus características principales, y es
innecesario repetirlas.
Creo haber demostrado que ella es la única verdadera,
conveniente y racional, por cuyo predominio debemos trabajar con todas nuestras fuerzas, para salvar el orden social y
asegurar un futuro más venturoso para la patria.
Se ha dicho con toda verdad: "La escuela es un templo
o un cubil: todo lo promete y todo lo amenaza; o es verdadero templo de que saldrán almas santas para santificar la
familia y la sociedad, o verdadero cubil, caverna de donde
saldrán fieras para tormento de la sociedad y la familia."
En la época moderna que tiende a la sociedad sin Dios,
como consecuencia del predominio que en tantos Gobiernos
ejerce la masonería internacional, prevalece cada vez más
la escuela laica. La católica vive sostenida por la Iglesia y
por los propios católicos, pero sin la libertad que necesita
para desarrollarse debidamente. En la mayoría de los países
de origen latino, debe seguir los programas y textos oficiales,
que se orientan en el más crudo materialismo y hacen guerra
a toda idea religiosa.
Los maestros oficiales, más que educadores deben ser,
por lo general, simples agentes de la campaña contra Dios,
y forjadores de socialistas y comunistas. El estado actual del
mundo, que se debate en la anarquía y en la lucha de clases,
es forzada consecuencia de esta educación atea, atrofiadora
de lo más noble de la persona humana, y que se limita a
despertar sus apetitos materiales.
Nuestro país, como luego veremos, está dentro de esto
régimen nefasto.
SEGUNDA P A R T S
S O B R E LA ENSEÑANZA EN C H Í L E
IX.
SU SITUACION— RESEÑA HISTORICA Y LEGAL
Establecidos ya los fundamentos de la verdadera educación, de la cristiana, que sería lógico imperaran entre nosotros por ser católica la inmensa mayoría de los chilenos, (el
último censo da una proporción de 9 7 , 6 % en el total de la
población); corresponde analizar la que respecto a enseñanza
y educación existe en Chile.
Triste es constatarlo: nuestra educación pública es manifiestamente contraria a las creeencias y principios de la mayoría; es anticatólica y atea, no obstante ser costeada en su
mayor parte por los contribuyentes católicos. Y la enseñanza
privada que por su cuenta éstos mantienen, no goza del mínimum de libertad que necesita para prosperar y desarrollarse: está de hecho dirigida por el Estado, que le impone sus
métodos, programas y examinadores, como condición ineludible para dar validez a los estudios que se realizan en establecimientos particulares de educación.
Existe en Chile el monopolio educacional del Estado, no
en forma franca porque la Constitución establece la libertad
de enseñanza sin limitaciones; pero sí de hecho y en la forma
más abusiva, por medio de leyes, decretos leyes y simples
— 44 —
decretos o reglamentos que quitan toda independencia a la enseñanza privada.
Tenemos, todavía, dentro de los servicios educacionales
del Estado una dictadura sectaria, o segundo monopolio, que
agrava en forma intolerable las consecuencias del primero:
desde hace medio siglo ia enseñanza fiscal está dirigida y
controlada por una minoría de la opinión, cuya ideología es
contraria al sentimiento católico del país. La masonería internacional, que actúa en Chile por intermedio del partido
radical principalmente, (tiene adeptos en otros partidos),
mantiene monopolizados estos servicios, y los dirige a su arbitrio en contra de la voluntad, ideas y tendencias de la mayoría, que no acepta los rumbos ateos, socialistas y anticatólicos que predominan en ellos.
El monopolio de ía educación por ei Estado es ya de por
sí, como he demostrado, un mal gravísimo que forzosamente
atrofia el verdadero progreso de la enseñanza; pero todos los
inconvenientes del sistema se agravan hasta lo indecible, si,
dentro de ese monopolio general, se establece un segunda
monopolio de una minoría audaz, que dirige a su antojo uno
de los servicios más importantes del Estado, y que impide tener representación en él a la mayoría que no participa de
sus ideas.
Resulta así que nuestra educación pública no hace obra
nacional, que mire al común bienestar, sino obra de secta y
de círculo, que atiende principalmente al interés de sus dirigentes, a fines políticos determinados.
Tenemos de hecho implantada la escuela sin Dios, los
programas únicos y obligatorios, la educación sexual colectiva, la coeducación. Todos los sistemas contrarios a la educación cristiana, actúan en Chile en cumplimiento de un plan
sectario bien meditado. Sus consecuencias funestas se evidencian ya en exceso.
Admira la pasividad con que los católicos chilenos nos
limitamos a quejarnos de estos males, que atacan directamente nuestra religión y más caros intereses, sin unirnos en una
intensa campaña de opinión que permita extirparlos y res-
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tabiecer en Chile la educación cristiana, que desea !a mayoría
de la opinión consciente de todas las clases sociales.
Este trabajo, que está principalmente dedicado a los católicos, no persigue, claro es, el convencerlos de la bondad
de nuestros principios: tiene por objeto primordial despertar
en ellos el espíritu cívico, los ideales patrióticos y religiosos,
el convencimiento de que deben recuperar, lo antes posible,
la dirección de la enseñanza pública, para así obtener el predominio que de pleno derecho les corresponde en el Gobierno, por constituir ellos la mayoría de los chilenos.
Sería criminal que, en las actuales circunstancias, en que
peligran los fundamentos mismos de la patria y del orden
social cristiano, siguiéramos tolerando, con nuestra pasiva y
despreocupada actitud, la consumación de nuestra ruina.
*
*
Mucho se ha escrito sobre el atraso de nuestra instrucción durante la Colonia y primera época de la República, lo
que es muy cierto; pero se ha cuidado de silenciar que, en
cambio, nuestra educación moral estuvo mucho más adelantada
que al presente: la proporcionaban sin obstáculos la Iglesia,
la familia y el Estado; predominaba en todas las clases
sociales.
Seguramente que entonces existió en nuestro pueblo, que
casi no tenía instrucción, mayor bienestar que hoy día: todos laboraban al amparo eficaz de los principios cristianos.
Los pobres eran ayudados en sus legítimas necesidades por
sus patrones, por sus párrocos y por las autoridades, sin que
para ello hubiera de dictarse leyes.
Producida la independencia se mantuvo, durante los primeros treinta años de nuestra República, una situación análoga; la instrucción existía principalmente en la clase alta, cuyos miembros ejercían desinteresadamente las funciones de
gobierno. Se consolidó así, con Portales, nuestro régimen
constitucional y se organizó efectivamente el país.
En Enero de 1747 se inauguró en Santiago la Universi-
— 46 —
dad de San Felipe, que sólo preparaba teólogos y abogados,
aunque tuvo algunas clases de medicina e ingeniería.
En 1813 se creó el Instituto Nacional, primer plantel de
instrucción secundaria fiscal, que, en su primera época, educó
convenientemente: sus alumnos ocuparon luego cargos importâtes. Daba entonces educación cristiana, y no instrucción laica como al presente.
La Constitución de 1833 aseguró a todos los habitantes
de la República la libertad de enseñanza, principio elemental
de progreso educacional que no ha podido dar sus frutos,
porque fué burlado prácticamente desde que comenzó a desarrollarse nuestra instrucción pública y particular.
Por ley de 19 de Noviembre de 1842 se creó la Universidad de Chile o del Estado, que funciona desde 1843.
La primera escuela normal de preceptores data también de
1842.
La instrucción primaria gratuita dada por el Estado,
fué organizada por ley de 24 de Noviembre de 1860, y la
secundaria, superior y especial también gratuita, por la de 9
de Enero de 1879. Se ha hecho obligatoria la instrucción
primaria por ley N.o 3654 de 26 de Agosto de 1920.
La ley de 1879 dió al Consejo de Instrucción Pública
que ella estableció, el carácter de superintendencia de la educación nacional, a que se refiere el Art. 145 de la Constitución del 33; pero, en realidad, y como consecuencia de su
generación, sólo dirigió las instrucciones media y superior.
La acción de este Consejo, que estableció los rumbos
que todavía se mantienen, y agravados, en nuestra instrucción
fiscal, fué, en general, mal orientada. Descuidó gravemente, por sus tendencias antirreligiosas, la formación moral del alumnado; y no dió a los estudios prácticos o especiales, que habilitan para la industria y el comercio, la importancia que les corresponde en un país nuevo como Chile, lleno de recursos naturales sin explotar. Puede afirmarse que
orientó los estudios a la formación de bachilleres y profesionales, situación que todavía se mantiene, no obstante la plétora que de ellos existe.
— 47 —
Se impuso desde sus comienzos en esta Corporación, una
mayoría sectaria, masónica-radical, que poco a poco fué imponiendo una influencia incontrarrestable en la instrucción
pública, mediante los tropiezos de todo género que ponía a
los profesores católicos y a ios liberales 110 sectarios. Entronizó la política en este importantísimo servicio público, coa
sus conocidas perniciosas consecuencias; agravadas con el
predominio qua desde entonces ejerce en él un sólo partido,
el ¡adical, que ha crecido al amparo de esta situación privilegiada.
La clase ce religión y moral cristiana qua imponía ía
ley, fué perdiendo paulatinamente su importancia. ES afán
antirreligioso predominante, suprimió de los programas el estudio del latín, mirando sólo que es usado por ía Iglesia, y
sin considerar que él es base de los verdaderos estudios humanísticos.
Se fué implantando poco a poco la instrucción a base
materialista, quitando, en lo posible, toda importancia a lo
sobrene.íura!. Se atacó, primero encubierta y luego francamente, a la religión y a la Iglesia; se estableció, en una palabra, el ambiente escolar laico, la escuela sin Dios.
La ley de 1879, aunque reconoce el derecho de los particulares para abrir establecimientos de enseñanza, sin sujecón a ninguna medida preventiva ni a métodos o textos especiales (Art. 3.o), establece, en sus títulos V y Vf s diversas
disposiciones restrictivas que hacen ilusoria la libertad de enseñanza garantida por la Constitución: niega todo valor legal
a los estudios privados independientes, lo que equivale prácticamente a impedirlos.
Sólo la Universidad de Chile puede conferir grados de
bachilleres y licenciados y los títulos de las diversas profesiones liberales; exige diplomas de la misma para desempeñar empleos públicos fiscales o municipales, que requieran la competencia especial que el título sunone, o pnra ejercer cargos temporales o transitorios de igu.?! naturaleza conferidos por la autoridad judicial o aároiaisfe'Ríiva; ún'-
— 48 —
camente los titulados en esa Universidad pueden ejercer las
profesiones de abogado y de médico.
Ante estas disposiciones, no existiendo entre nosotros por
razones conocidas sino muy poca iniciativa privada, y tendiéndose cada vez más a impedir su desarrollo y a aumentar
las funciones del Estado; los establecimientos particulares de
educación, en todos sus grados, han debido, en beneficio de
sus alumnos, someterse a los programas y planes de estudios
oficiales, lo mismo que a los textos y examinadores fiscales.
Resulta así que las escuelas, colegios y Universidades particulares, no son libres: constituyen sólo una extensión de los
fiscales que no grava el presupuesto.
La ley de instrucción primaria obligatoria ha quedado,
como era evidente, sin cumplirse en la práctica: era absurdo
imponer esa obligación sin que se proporcionaran los medios
de realizarla, y sin dar facilidades a la iniciativa privada que
debe ser la principal educadora. Debe dejarse constancia de
que los Arts. 43 y 44 de la ley, que dan derecho a las escuelas privadas a una subvención de $ 25 anuales por cada
alumno, se cumple sólo en parte, no obstante que el presupuesto educacional se acerca ya a los doscientos millones de
pesos. De esta elevada suma se dedica únicamente el medio
por ciento a subvencionar escuelas y colegios particulares.
t¡¡
*
*
La legislación que someramente he éxpuesto rigió hasta
los años 1927 y 1928, en que la dictadura Ibáñez y gobiernos de facto, dictaron decretos-leyes o con fuerza de ley sobre todas las ramas de la instrucción, que, manteniendo en
sus líneas generales el régimen anterior de monopolio del
Estado y de dictadura educacional, lo han agravado aún más,
con las siguientes modificaciones:
a) Se ha suprimido el antiguo Consejo de Instrucción
Pública, cuyas facultades corresponden hoy a Directores Generales de lo que se llama Educación primaria, secundaria y
especia], y a la Universidad de Chile, que goza de autonomía, respecto de la superior. Estas direcciones unipersonales,
_
49 —
que ejercitan amplísimas facultades, han producido una mayor
inquetud en la parte sana del profesorado fiscal, y continuadas modificaciones en los programas y planes de estudios
obligatorios para toda la República, que los empeoran cada
vez más en beneficio de los fines que la Dictadura persigue.
Sus decisiones no necesitan como antes, el acuerdo de una
corporación.
b) Se ha intensificado la dictadura masónica de nuestra
educación, la que, al amparo del desconcimiento general que
existe de las disposiciones legales vigentes, (es casi imposible averiguar que decretos-leyes rigen, y cuáles están derogados en todo o parte), ha dictado y sigue promulgando una
serie no interrumpida de reglamentos que dificultan y entraban progresivamente la acción de los establecimientos particulares.
VII.
DEFECTOS PRINCIPALES DE NUESTRO REGIMEN
EDUCACIONAL
Como el mejor medio de facilitar el convencimiento d e
la urgente necesidad de una reforma fundamental de la organización y tendencias actuales de la enseñanza en Chile,
voy a analizar separadamente sus principales errores; examen que servirá, también, para justificar las reformas que después expondré.
l . o ) — M O N O P O L I O DEL ESTADO.—Ya ma he referido a sus caracteres generales y a su organzación legal. Consecuencia lógica de este régimen perjudicial, es la deficiencia
notoria de nuestra educación pública, no obstante que ella
consume cerca de la quinta parte del presupuesto del país.
La tendencia materialista y atea que en ella predomina
desde hace cincuenta años, ha dado ya sus frutos: hemos perdido nuestra antigua moralidad general y el respeto internacional que logramos alcanzar; la anarquía y el desorden esterilizan toda labor de progreso.
Por falta de libertad la enseñanza privada no puede contrarrestar los rumbos inconvenientes de la pública, y vemos
que se prepara abiertamente a nuestra juventud para el comunismo, después de haberse implantado un exagerado socalismo de Estado.
2.0).—DICTADURA MASONICA.—Procedimiento universal de las sectas masónicas es aprovechar en beneficio propío, el presupuesto de !as naciones en que actúan.
En Chile su acción inicial fué apoderarse de la instrucción pública, que es la base más favorable para desarrollar
— 51 —
influencias políticas y sociales, cuando es dirigida a su arbitrio por quienes no se preocupan del interés público, sino de
los suyos particulares.
Conseguido esto, por culpa también de los católicos, que
muy luego les abandonaron el campo, se preocuparon de ir
aumentando sus influencias a los demás servicios del Estado.
Hace más de veinte años que controlan el presupuesto ds las
fuerzas armadas; y teniendo ya en sus manos, la fuerza material y ía dirección educacional del país, Ies fué fácil apoderarse de! Gobierno mismo. Todos sabemos que desde hace
diez años somos gobernados, de hecho o constitucional-riente,
por adeptos de la masonería; y que hoy día, ella centróla
todo el presupuesto y todos los servicios del Estado. Su última conquista fué la de los servicios de la antigua Beneficencia Pública, que eran de origen particular y autónomos, los
que con donaciones de filántropos católicos habían logrado
acumular un patrimonio propio de trescientos millones áe pesos. Como de costumbre, para asegurar su predominio centralizaron sus servicios en la capital, bajo una Dirección única.
No es exagerado afirmar que Chile está hoy dividido en
dos grupos sociales: el de los empleados públicos y semifiscales, y el de los que trabajan independientemente; e¡ primero,
que acjoienta sin medida COR nuestra educación pública, domina ya al segundo de cuyas actividades productoras vive.
El actual gobierno constitucional es sostenido, de h-..
cho, por los elementos de orden y por la mayoría católica,
que le prestan un desinteresado apoyo; y su concurso se obtiene con la amenaza tácita del desorden social y ds Ja anarquía. Los izquierdistas, que son incapaces de gobernar por sí
solos, atacan al Gobierno por todos los medios posibles, y
logran, cada vez, mayor participación en los dineros y en
los cargos públicos.
Se mantiene en toda su integridad la máquina creadora
de socialistas y comunistas, que constituye nuestra educación
pública; y se aumentan progresivamente los servicios del Estado. Nos acercamos con rapidez a la ruina definitiva; están
ya minados los principios básicos del orden social.
— 52 —
3.o).—CENTRALIZACION DE LA ENSEÑANZA—
Si se considera la extensión del país, la diversidad de climas
y de productos, y las diferentes actividades que esta razón
geográfica origina, resulta evidente la necesidad de que la
enseñanza no sea una misma y uniforme para toda la República. Debe adoptarse a las características de cada zona
de nuestro larguísimo territorio.
Pero la dictadura masónica, atenta a su mayor predominio, la ha centralizado completamente en la capital: ha
concedido facultades omnímodas a la Universidad de Chile
en la superior, y a cada uno de los Directores Generales en
la secundaría, primaria y especial.
Esta centralización, además de encarecer innecesaria*
mente el presupuesto, porque justifica un inmenso número
de visitadores e inspectores, demora la rápida actuación de
la superioridad en desmedro del servicio. Produce quejas
fundadas de un extremo a otro del país. Es absurdo que desde Arica a Magallanes, imperen unos mismos programas y
una misma dirección.
Podría mantenerse centralizada la instrucción universitaria; pero es del todo inconveniente que también lo estén
la secundaria, la especial, y, sobre todo, la primaría. Todas
estas deben adaptarse al medio en que actúan para que puedan producir buenos resultados.
4 . 0 ) . — MERA INSTRUCCION MATERIALISTA Y
ATEA.— Hemos visto antes la necesidad de que toda la educación, en todos sus grados, gire alrededor de una sólida formación moral, la que no puede obtenerse sin el concurso de
la religión; y que de nada sirve una clase aislada de moral
cristiana, si en todas las otras materias, aún en las relacionadas directamente con el dogma católico, se hace el vacío más
cuidadoso en todo lo que con Dios se relaciona, o francamente se Je ataca y niega.
Pues bien, entre nosotros sólo existe una hora de clase
semana] de religión, en la instrucción primaria y en el primer
ciclo de la secundaria; y los profesores hacen gratuitamente
— 53 —
otra hora a la semana. En el segundo ciclo de la secundaria
no hay enseñanza alguna religiosa.
Es claro que en estas condiciones no puede haber educación, porque es imposible toda formación moral; y que esa
clase aislada de religión, en medio de un ambiente materia,
lista o francamente ateo, ningún efecto puede producir.
Tenemos entronizada la escuela sin Dios, el más perjudicial sistema educacional posible.
Para agravar el mal, e impedir también que la enseñanza privada eduque moralmeníe, se ha dado a los programas
una extensión tan desmedida, por inútiles que sean muchos
de sus conocimientos, que resulta materialmente imposible,
por falta de tiempo, que los establecimientos particulares católicos den a la enseñanza religiosa la extensión necesaria.
Ese ambiente antirreligioso de nuestras escuelas públicas
hace sus mayores estragos entre los niños de las clases proletarias, entre ios más desvalidos y que más necesitan de la
protección del Estado: íes hace perder la poca fé religiosa
que hayan podido inculcarles sus padres, y, como general,
mente, no logran alcanzar bienes materiales, pasan a engrosar las huestes de los descontentos sociales, de les fvluros
comunistas.
Sin duda que ¡semejante instrucción perjudica, en vez de
beneficiar. Las clases populares, sin ella, podrían a! menos
mantener ía moralidad religiosa y naturaí que puedan poseer,
y que a tantos de sus miembros ha permitido el éxito. Todos
conocemos propietarios rurales que no saben leer ni escribir,
y que, sin embargo, por su trabaje honrado y falta efe vicios,
han logrado acumulas- fortunas apreciables. No conozco casos de gente de! pueblo, instruida y amoral, que haya obtenido iguales resultados.
5 . o ) . — PROGRAMA UNICO Y PESIMO.— Para evitar la competencia de los establecimientos particulares oue
los dirigentes de la eictadura temen, han establecido, en todas las ramas de la instrucción, un programa único de materias, obligatorio en toda la República para todo es profeso-
— 54 —
rado y alumnado, tanto público como particular. Se viola así,
en la forma más grave e inicua, el derecho de los padres de
familia para educar sus hijos como deseen.
Esos programas hechos a puertas cerradas por los dirigentes de la enseñanza pública, y más propiamente por los
técnicos de cada materia, que no tienen el dominio de conjunto de la obra educacional, resultan así, aparte de su de.
fecto capital de no contemplar la formción moral y religiosa,
de una extensión desmedida, que crece en cada modificación, a fin de aumentar las horas de clase que se traducen en
mayor sueldo de los profesores. La remuneración de éstos no
se fija por cátedras, sino por horas de clase; y por ello es
casi imposible quitar materias de los programas, por inútiles
que sean.
Se han hecho públicos detalles de los programas secundarios: su lectura subleva el ánimo de los padres que, además de no haber sido consultados en su redacción, tienen
que soportar que sus hijos se atrofien intelectualmente o enfermen, con los diversos conocimientos inconexos, muchos
innecesarios, que la dictadura educacional les obliga a
aprender.
El predominio de la memoria sobre la inteligencia, es
otra consecuencia funesta de esos programas: no enseñan a
discurrir, sino a "memorizar", como con propiedad, aunque
fuera del Diccionario, se dice ahora.
Se daña al niño intelectual, moral y físicamente. El exceso de. estudios lo debilita, e impide que dedique al descanso las horas del hogar; a menudo necesita pasantes que no
todos los padres pueden proporcionar.
Para mayor daño general, se ha incluido en los programas la educación sexual. Se la ha hecho así obligatoria para
alumnos y profesores, y debe ser ella tratado pública y colectivamente en clase, violándose así el natural pudor de alum<
nos y alumnas.
Unida esta iniciación y educación sexual colectiva a la
coeducación, establecida en diversos establecimientos fiscales,
y a la serie de bailes y reuniones que en ellos se dan; re-
— 55 —
sulta prácticamente incitada nuestra juventud estudiantil a la
experimentación de hecho de las enseñanzas sexuales recibidas.
No se ve la razón de hacer obligatoria, por su inclusión
en los programas, la educación sexual; materia tan delicada,
y que, en todo caso, debe ser hecha individualmente, con el
posible secreto, y observando las circunstancias que la aconsejen. Los escándalos que han transcendido al público sobre
esta educación sexual, más que de la responsabilidad directa
del profesor respectivo, lo son de los dirigentes que la han
hecho colectivamente obligatoria. Subsiste asi el peligro de
nuevos escándalos.
6 . 0 ) . — MALA SITUACION DEL PROFESORADO Y
DEFICIENTE PREPARACIÓN.— La importancia de las condiciones personales del maestro es transcendental: sólo deberían seguir esta profesión, que es más propiamente un apostolado, los que tienen verdadera vocación por ella; y estar
bien remunerados para que puedan dedicarse enteramente a
sus obligaciones.
En la enseñanza pública no hay selección de los normalistas o futuros profesores: cualquiera que se interese es admitido, y el Estado mantiene mayor número de escuelas normales de las que el servicio necesita, produciéndose así la situación irregular de que muchos maestros titulados no tengan
donde prestar sus servicios. Se facilita con ello el triunfo de
los más audaces y menos dignos; se afirma la dictadura educacional que ocupa preferentemente a los que se le someten
a discresión.
Con el mismo objeto se ha evitado hasta hoy la creación de un escalafón del profesorado, que asegure su situación al que cumple sus obligaciones, y que evite, en lo posible, el ascenso de los incapaces o inmorales. En la mayoría
de nuestros servicios fiscales existe escalafón; pero en la educación, en que su necesidad es mayor porque su falta repercute sobre víctimas inocentes, sobre los alumnos, no se im-
— 56 —
planta con fines sectarios: por asegurar la influencia de la
dictadura.
Claro es que los directores y profesores de las escuelas
son, por lo general, los que se distinguen por lo avanzado de
sus ideas; y es pública y notoria la imposibilidad práctica de
separar del servicio a los peores maestros, a los comunistas y
a los inmorales. Son unifórmente amparados por los dirigentes.
No obstante el continuo aumento del presupuesto de
educación, los sueldos de los maestros son, en general, reducidos, y no Ies permiten mantener una situación decorosa;
pero existe un gran número de funcionarios privilegiados y de
jubilados, que gozan de sueldos muy altos, como los visitado,
res, y otros que acumulan sueldes.
Correspondería eliminar del servicio a todos los.malos
elementos, suprimir puestos inútiles que provienen de la exagerada centralización, rebajar los sueldos privilegiados, etc.;
habría entonces con qué mejorar la remuneración de la parte sana del profesorado. Pero esto no conviene a la dictadura»
7.o).—FALTA. DE RUMBOS PRACTICOS,— Es unánime el clamor público imparcial por la falta de preparación
para la vida independiente, de que adolece nuestra enseñanza.
Un país nuevo como Chile, lleno de recursos naturales,
inexplotados en su mayoría, necesita para progresar que sus
habitantes se dediquen a las diversas industrias; que se desarrolle la iniciativa y el capital privado, base de la riqueza
nacional.
Pero nuestra instrucción pública sólo prepara bachilleres
y profesionales, y de condiciones cada vez más deficientes por
su falta de preparación humanística, y, en muchos casos, de
moralidad. La enseñanza práctica e industrial es una rama
aislada del servicio, constituye la excepción, y por ello se
la denomina enseñanza especial.
Como el campo de la actividad profesional privada está saturado, la juventud que «e titula es candidato obligado
a los empleos públicos; y como éstos son insuficientes, aún
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con los semifiscales, se siguen creando nuevos servicios del
Estado a costa de los contribuyentes, y en perjuicio de la ini,
ciativa y del capital privado. Nuestra instrucción pública crea
sostenedores obligados del régimen de gobierno socialista, o
de economía dirigida, que tenemos entronizado.
¿Hasta dónde llegará la resistencia de los chilenos contribuyentes, y cuánto demorarán los que trabajan independientemente en abandonar sus negocios, para transformarse
en empleados públicos? Y si llega este caso, que no es improbable, ¿quiénes costearán el presupuesto?
Pero como todos estos hechos son la consecuencia de
un bien meditado plan de la dictadura dirigente en la educación y demás servicios públicos, no hay esperanza de que el
régimen se modifique mientras ella siga predominando: es la
principal interesada en el crecimiento progresivo del presupuesto, que se traduce en aumento de influencias y en mayor
número de adeptos francos o encubiertos.
Se impone una reforma sustancial de los programas, que
transforme en general la actual instrucción técnica o especial,
y deje como de excepción la que prepara bachilleres y profesionales. Ese régimen correspondería a la actual situación
de] país, y permitiría seleccionar a los aspirantes a estudios
universitarios o profesionales. No es recomendable, por cierto, la situación actual en que la mayoría de los estudiantes
de la clase media aspira a las profesiones liberales.
El plan general de la instrucción primaria y secundaria
debe estudiarse teniendo, principalmente, en vista la formación de industriales, de agricultores, de comerciantes.
S.o).—MALA SITUACION DEL ALUMNADO.— De
los antecedentes ya expuestos se deduce la mala situación e n
que están en toda la República, los alumnos de todas las clases sociales.
Nuestro pueblo, que en su mayor parte es todavía patriota y católico, está recibiendo forzadamente una instrucción que contraría esas tendencias básicas del orden social.
La instrucción primaria no forma moralmente a los ni.
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ños de las clases pobres, aún cuando es lo que más necesitan»
se les mantiene desconociendo las satisfacciones espirituales,
que están al alcance de todas las fortunas; se les enseña materialismo y comunismo; se agrava en vez de aliviar su des.
graciada condición.
Se observa, como un resultado general, que los hijos de
proletarios que han recibido la instrucción primaria pública,
se avergüenzan de la condición de sus padres y se niegan a
trabajar como éstos.
Los alumnos de la clase media han de tender fatalmente
al bachillerato, a los empleos fiscales y a las profesiones liberales, ejercidas sin iniciativas desde un cargo público.
La preparación que para estas ocupaciones reciben es
cada vez más deficiente: no han aprendido a discurrir, sino
a memorizar, y no han recibido educación moral verdadera.
Están llenas las oficinas públicas de profesionales y de empleados inferiores, que carecen de condiciones para desempeñar bien su puesto; pero que, sin embargo, exigen aumento
de sueldo.
Los alumnos de las clases superiores se educan generalmente en establecimientos particulares: sólo acuden a los fís.
cales aquéllos cuyos padres no tienen como pagar la enseñanza privada. Este hecho se constata aún en hijos de radicales avanzados: comprueba el triste concepto que de nuestra educación pública tiene la opinión más preparada y la mala
f é de ciertos políticos.
Pero esta instrucción particular, que no goza de libertad
y que debe seguir el programa oficial, no puede por ello dar
una buena educación.
Es un absurdo que se puede calificar de "increíble pero
cierto", la situación de la mayoría católica de los chilenos
respecto a educación. Costean la pública y la particular, más
aquélla es contraria a su religión y principios fundamentales,
y ésta no puede tampoco satisfacerle, por culpa exclusiva del
monopolio del Estado y de la dictadura educacional masónica.
Es verdaderamente inicuo e intolerable que los padres
de familia que, con sacrificios, han colocado sus hijos en co-
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legios particulares que les merecen toda confianza; estén
soportando que el Estado viole sus derechos más sagrados,
imponiéndoles programas inconvenientes, e impidiendo que
los directores de estos establecimientos les den la educación
que sus padres desean, y que están preparados para suministrar.
Están, todavía, los alumnos de colegios particulares su.
jetos a exámenes anuales ante comisiones de profesores fiscales, que, en su mayoría, miran como un rival peligroso a la
enseñanza privada, y pierden por ello, con demasiada frecuencia, la ecuanimidad con que deben actuar.
Estas comisiones no respetan generalmente las notas
que el profesor ha dado a sus alumnos; y la opinión de éste,
que debería resolver el resultado del examen, es bien poco
considerada.
Contrasta esta situación con la de los alumnos fiscales,
que sólo son examinados por su profesor y únicamente sobre
la materia que se ha alcanzado a pasar en clase, y qus cuando tienen buenas notas quedan eximidos de rendir examen. Los
alumnos particulares son examinados por extraños, sobre
cualquier materia del extenso programa, y, aún cuando dominen el ramo, están expuestos a ser reprobados por la natural nerviosidad que produce el examen oral.
Los resultados de semejante régimen educacional se palpan ya con demasiada evidencia, y alarman a la opinión consciente del país.
Pueden resumirse en la inquietud, en la anarquía y en
la lucha de clases que domina en el ambiente; en la falta de
moralidad general; en la inestabilidad de nuestros gobernantes; en la legislación francamente socialista que ha minado
ya principios básicos del orden social, como son la religión,
la familia y la propiedad; en la absorción por el Estado da
la actividad privada; en el aumento progresivo del presupues
to público a costa del capital y de la industria particular; en
los asaltos a! poder de las fuerzas armadas; en el comunis.
mo que avanza; en el descontento y desorganización que
predominan.
VII.
BLASES DE LA REFORMA EDUCACIONAL
Expuestos ya los defectos principales de nuestro régimen
educacional, se ve que no es difícil indicar como pueden y
deben ser remediados: ello no constituye un problema.
Siendo la causa fundamental de nuestra crisis de la enseñanza, el monopolio por el Estado de la instrucción pública
y particular, es decir la falta de libertad de enseñanza, y la dictadura constituida detro de los servicios de educación pública;
parece evidente que la primera reforma es concluir con dichos
monopolio y dictadura. Mientras esto no se haga, inútiles serán las modificaciones de detalles subsidiarios que puedan implantarse.
Nada práctico ni definitivo puede obtenerse con mejorar
los programas y planes de estudios, con establecer el escala,
fón y mejorar los sueldos del profesorado, si se mantiene
centralizada la enseñanza pública bajo una dictadura sectaria,
si los nuevos programas siguen rigiendo en toda la República, si no se establece la libertad de enseñanza que permita
una franca y saludable competencia entre la pública, y la
privada.
Es tan claro todo esto que excusa mayores comentarios.
Pero esta reforma fundamental es materia de ley; las
derechas no cuentan con mayoría en el parlamento ni en el
Gobierno; los intereses creados alrededor del actual monopolio y dctadura en sus cincuenta años de vigencia, resistirán
por todos los medios posibles esa reforma. Todo ello es
también muy cierto; pero no significa que sean obstáculos
insalvables para la acción unida de la mayoría que la desea.
Desde luego la ley que estableciera la libertad de enseñanza y la descentralización de los servicios educacionales
del Estado, no necesitaría de una reforma previa de !a Consti-
— 61 —
tución: por el contrario, se limitaría a darle cumplimiento,
pues ,ese es el régimen que establecen los artículos 10, N.o
7 . o y 107 de nuestra Carta Fundamental.
Son tan graves las consecuencias del monopolio y dictadura vigentes, que ellas constituirán el mejor lazo de unión
entre los católicos y demás elementos de orden que existen en
el país. Unida esta respetable mayoría, formada por todas las
clases sociales, debe forzosamente imponerse; sobre todo,
cuando exige algo tan elemental para el bien de la nación,
*
*
*
Las reformas más necesarias se deducen claramente de
los defectos ya precisados. Son, a mi juicio:
1).—LIBERTAD DE ENSEÑANZA.— Para que entre
nosotros pueda ser realidad esta garantía constitucional, es
condición precisa que el Estado obligatoriamente reconozca
validez y dé efectos legales a los estudios realizados en esta,
blecimientos particulares de todos los grados de la enseñanza,
siempre que reúnan requisitos de. seriedad y competencia que
la misma ley debe establecer para evitar abusos de una y otra
parte.
Los medios por los cuales se efectúe el reconocimiento
consistirán en exámenes de verificación, en una prudente inspección, etc.; ellos pueden variar, pero la base, el reconocimiento oficial, tiene que establecerse si se quiere que la enseñanza privada obtenga todo el desarrollo que entre nosotros
puede alcanzar.
2 ) . _ DESCENTRALIZACION DE LA ENSEÑANZA
PUBLICA.—Es necesario establecer, cuanto antes, la descentralización de la instrucción pública primaria, secundaria y
especial, acabando con las Direcciones unipersonales y únicacas para todo el país.
Se impone el establecimiento de diversas zonas educacionales independientes, a cargo cada una de ellas de un Consejo Directivo en que deberán estar representados los princi-
— 62 —
pales organismos de la actividad privada, con padres de familia de preferencia. El Consejo será elegido por la respectiva Asamblea Provincial, y el Intendente será miembro de
él por derecho propio.
Con ocasión de esta reforma debe satisfacerse el anhelo
de las Provincias que, con sobrada razón, piden se les encomiende la administración posible de sus propios servicios. Se
daría con ello cumplimiento al artículo 107 de la Constitución, que establece: "Las leyes confiarán paulatinamente a
los organismos provinciales o comunales las atribuciones y facultades administrativas que ejerzan en la actualidad otras
autoridades, con el fin de proceder a la descentralización del
régmen administrativo interior.—Los servicios generales de la
Nación se descentralizarán mediante la formación de las zo.
ñas que fijen las leyes.—En todo caso, la fiscalización de los
férvidos de una Provincia, corresponderá al Intendente, y
la vigilancia superior al Presidente de la República."
De acuerdo, además, con el Art. 95 que establece las
Asambleas Provinciales, y con el N.o 2.o del Art. 105, que encarga a las Municipalidades "promover la educación, la agricultura y el comercio"; estimo que deberían establecerse tantas zonas educacionales como Provincias.
El Consejo Directivo de cada zona tendría, en su respectivo territorio, las atribuciones que hoy corresponden a las
Direcciones Generales de educación primaria, secundaria y
especial.
En la ley se establecerían bases mínimas para los pro,
gramas, tendientes a impedir enseñanzas contrarias al orden
público y a la moral católica; a garantizar las exigencias de
la higiene; y a promover una orientación general de los programas de estudios que atienda principalmente, y como regla general, a la enseñanza práctica de las industrias, comercio, agricultura y minería, y sólo como excepción al bachillerato y profesiones liberales.
La instrucción primaria podría ser directamente entre,
gada a las Municipalidades de cada Comuna, las cuales recibirían de! Estado los fondos correspondientes.
La instrucción superior seguiría centralizada en Santiago; pero debe terminarse con la autonomía económica do la
Universidad del Estado respecto de los millones del presupuesto de que dispone a su arbitrio, y establecerse un Consejo Directivo de educación superior o universitaria, elegido
también por la Asamblea Provincial de Santiago en sus dos
terceras partes, y por las de Valparaíso y Concepción en
1;< otra.
Esta descentralización contaría indudablemente con el
apoyo de todas las Provincias, es decir, de todo el país; pondría inmediato término a los abusos de los programas y direcciones «nicas; debilitaría el monopolio y dictadura educacional vigentes; y sería aceptada por S. E. el Presidente de la
República, que es autor de la reforma constitucional de cuyo
cumplimiento se trate.
Ella debe ser estudiada y promulgada conjuntamente con
la ley que discute ya eí Congreso sobre Asambleas Provinciales; y facilitaría la descentralización de otros servicios, co.
mo Ior. de !a antigua Beneficencia Pública, por ejemplo, que
requieren para su eficiencia eí concurso del interés regional.
3).—REPARTICION PROPORCIONAL ESCOLAR. —
Este sistema existe en diversos países, y es eí más recomendable para favorecer e! desarrollo de la enseñanza particular
que iííspecieona el Estado y a cuyos estudios reconoce valide?.
Reemplaza con ventaja a las subvenciones anuales que
los establecimientos privados reciben del erario público, que
son inciertas y muy inferiores a sus necesidades. Se reconoce
en é! a todo establecimiento particular de enseñanza sometido
a la inspección dei Estado, derecho a una cuota proporcional
del presupuesto de educación pública, calculada por alumno.
En Chile, como en todos los demás países, resulta mucho más cara la instrucción pública que la particular; y como a la nación interesa la mayor difusión posible de !a buena
educación, es de toda justicia y conveniencia este sistema que
favorece a quienes contribuyen al progreso nacional.
Como, por ahora, el erario no resistiría una cuota pro-
— 64 —
porcional exacta, (el gasto por alumno de la enseñanza pública es cinco veces superior al de la enseñanza privada, y
tal vez más), podría fijarse una menor pero segura: de cien
pesos anuales por alumno en la instrucción primaria, de quinientos pesos en la secundaria y especial, y de un mil pesos
en la superior. Para facilitar su pago podría autorizarse a los
padres y guardadores de elumnos, que no sean de instrucción
primaria, para descontar la cuota respectiva al efectuar en la
caja fiscal el pago de sus contribuciones.
4).—ESCALAFON DEL PROFESORADO
Debe establecerse un escalafón del profesorado fiscal de. toda la República, dividido en diversos grados, que asegure el ascenso por
méritos y por antigüedad, y otorgue a los buenos maestros
seguridad en su porvenir.
Podría también otorgarse a los profesores particulares
titulados su ingreso al escalafón.
La división del país en zonas educacionales independientes no es obstáculo para esta medida tan indispensable,
porque la ley fijaría unifórmente las normas del escalafón.
5).—REMUNERACION POR CATEDRAS Y NO POR
HORAS DE CLASE.— Con ella los profesores titulares goza,
rán del sueldo correspondiente a la cátedra que desempeñen,
y las clases serán las que el servicio - necesite, pudiendo aumentarse o disminuirse en relación con las demás materia?
del programa.
Sólo así podrán disminuirse los programas excesivos y
obtenerse buenos maestros.
6).—CERRAMIENTO DE ESCUELAS NORMALES Y
SELECCION.— Sólo deben mantenerse las escuelas normales
necesarias para el servicio, para evitar que profesores titulados no tengan cátedra. Convendría, tal vez, cerrarlas todas
por cierto tiempo.
Es indispensable establecer una selección severa del alumnado que ingrese a las que permanezcan y del que actual-
— 65 —
mente estudia en ellas, de modo que se asegure la moralidad
y eficiencia de los futuros profesores.
Por razones de interés público evidentes, deben ser eli
minados del servicio todos los maestros que profesan ideas
comunistas o que adolecen de falta de moralidad notoria.
7).—FORMACION MORAL—La falta de este requisito
esencial de toda buena educación es, tal Vez, el defecto principal de nuestra instrucción pública; y se debe a la pretensión absurda de querer reemplazar la moral religiosa, la católica entre nosotros, por la llamada moral laica* que es una
utopía respecto de la inmensa mayoría del alumnado y profesorado, y que cada cual interpreta a su arbitrio.
Como la verdadera formación moral sólo se obtiene con
la enseñanza religiosa, única que nos enseña el cumplimiento
de los deberes que todo ciudadano tiene para con Dios, para
con la patria, para con la familia y para consigo mismo; es
indispensable restablecer en nuestra enseñanza pública la ins.
trucción católica.
Para ello no basta con mantener una clase o dos a la
semana de religión y moral cristiana, en la instrucción primaria y primer ciclo de la secundaria, como sucede hoy; sobre
todo si en los otros ramos, aún en los que directamente
se relacionan con el dogma católico, se evita cuidadosamente
toda alusión a Dios y a sus preceptos o se le niega y ataca francamente.
Deben prohibirse enseñanzas contrarias a la religiófi
católica en todos los ramos de la enseñanza, sin excepción,
para lo cual los programas de cada zona educacional deberán ser sometidos a la aprobación de la respectiva autoridad
eclesiástica.
Se hará, también, obligatoria en todas las ramas de la
enseñanza una cátedra de religión y moral catélica, fijándose
para ella un mínimum de clases semanales, que podría ser de
cuatro horas en la primaria, de tres en la secundaria y especial, y de una en la superior.
La educación sexual debe eliminarse totalmente de los
— 66 —
prográmas, y quedar prohibida su enseñanza en público y c o lectivamente. La coeducación sólo será permitida en la instrucción primaria y en alumnos menores de ocho años de
edad, cuando la falta de servicios suficientes la exija.
Todas estas reformas se justifican ampliamente con el
hecho de que la inmensa mayoría de los chilenos sea católica. Las leyes que fijan normas generales, deben tomar en
cuenta la situación y conveniencia de la mayoría de los ciu.
dadanos. Es menester terminar con esa práctica tan absurda que tenemos de dictar leyes mirando el interés de minorías y empeorando el de la mayoría.
Para no violentar las creencias de los no católicos, se
permitirá a los padres y guardadores de alumnos de o t r a religión, eximirlos de la clase de religión católica.
Sólo sobre estas condiciones podrá efectuarse la transformación del actual ambiente educacional, materialista, ateo
y comunista, en otro verdaderamente moral que la opinión
pública exige.
8).—ESTUDIOS PRACTICOS COMO REGLA GENERAL.—-Para asegurar un plan educacional que habilite principalmente para participar en la industria, el comercio, la
agricultura y la ihinería, y solo como excepción para las profesiones liberales, deben establecerse en la ley bases generales y obligatorias mínimas que aseguren este resultado.
Necesita el país que deje de ser una enseñanza especial
la que hoy se denomina asi; desarrollar la actividad particular; disminuir los empleos públicos y la plétora de profesionales .
9).—ENSEÑANZA PARTICULAR LIBRE.—La libertad
de enseñanza garantida por la Constitución, alcanza, sin
duda, más allá que la establecida en los números primero y
tercero precedentes.
— 67 —
Puede suceder que en el futuro la iniciativa privada pueda proporcionar enseñanzas especiales y técnicas, sin tomar
para nada en cuenta el reconocimiento oficial de sus estudios
ni el auxilio de! Estado.
Debe ser permitida esta enseñanza absolutamente libre,
con la única, limitación de no ser contraria a la moral, a la higiene o al orden público. No hay libertad para enseñar lo
malo.
VII.
MODO DE OBTENER LA REFORMA
Las Asociaciones de Padres de Familia, que últimamente
se han constituido para ejercer los derechos que les corresponden en la educación de sus hijos, y para colaborar en la
acción de los Establecimientos en que los han colocado, bien
poco pueden hacer dentro del monopolio y dictadura educa,
cional vigentes.
No obstante la intensa campaña de prensa que han
mantenido durante seis meses, para conseguir siquiera que se
eliminen de los programas materias innecesarias e inconvenientes, solo han conseguido promesas no realizadas hasta
hoy; y que, estoy seguro, si alguna vez se realizan por los actuales dirigentes, no eliminarán los defectos principales de los
programas que han alarmado la opinión pública.
Es forzoso convencerse de que ninguna reforma verdaderamente útil podrá conseguirse de las autoridades de la dictadura vigente en la enseñanza pública y particular. Se ne.
cesita trabajar, intensa y continuadamente, por la reforma
esencial que antes he analizado Solo dentro del régimen de
libertad y de descentralización que patrocino, podrán los padres de familia ejercer adecuadamente los derechos y deberes que les corresponden en la educación de sus hijos. Todo
esfuerzo de nuestra parte que no sea dirigido a la obtención de
la ley o leyes que necesitamos para establecer esa reforma
educacional, será perdido.
A pesar de los obstáculos, a primera vista insuperables,
que a ella se oponen, debemos ser optimistas: tal vez, antes
de lo que pensamos, obtendremos éxito en nuestra patriótica
labor.
La inmensa mayoría de los chilenos es católica; el re-
— 69 —
cíente Congreso Eucarístico ha comprobado que las estadísticas no mienten; y en un régimen democrático, forzosamente
ha de imperar la mayoría de los ciudadanos de unas mismas
ideas, si sus componentes lo desean y trabajan unidos por
conseguirlo. Facilita este resultado la circunstancia de tratar,
se de una mayoría católica en todas las clases sociales: ricos
y pobres, cultos e ignorantes, tenemos una misma religión y
unos mismos principios fundamentales.
Las desastrosas consecuencias producidas por nuestro
mal régimen educacional de medio siglo, que alcanzan a todos los órdenes de la actividad, impidiendo todo progreso y
mejoramiento de! país; han convencido ya de la urgente necesidad de reformarlo, no solo a los católicos, contra cuyas
creencias y principios va directamente, sino también a todos
los ciudadanos que desean e! bien de la patria. Aún las clases
populares, pese a las promesas y halagos de la demagogia imperante, creen que su situación de hoy es peor que durante la
primera época de la República, cuando éramos gobernados
por elementos escogidos de la clase alta.
E! sufragio universal e igualitario establecido en nuestro
sistema electoral, no obstante sus absurdos e inconvenientes,
no puede impedir el triunfo de una mayoría tan considerable
como la de que se trata.
Entonces, ¿qué falta? Unicamente que esa mayoría se
una, que trabaje, que haga uso de sus derechos electorales y
obtenga en las elecciones municipales de Diciembre próximo,
y en las generales del Congreso venidero, el triunfo que legítimamente le corresponde.
Los principales responsables de la situación desmedrada que hoy tenemos los católicos en Chile, somos nosotros
mismos. Nos hemos desinteresado de la cosa pública; entregamos casi sin lucha a nuestros enemigos la fortaleza que
constituye la instrucción pública, para dedicar nuestras actividades educacionales a la enseñanza privada, que no podíamos desarrollar debidamente por falta de libertad; ni siquiera hemos cumplido con el deber elemental de inscribirnos en
los registres electorales y de sufragar por candidatos de núes.
— 70 —
tras ideas. Hemos facilitado su dominio a la dictadura masó'
nica que impera en el país.
Aunque tarde, y en circunstancias desfavorables por tener que combatir ahora los intereses contrarios establecidos
en largos años de inacción, todavía es tiempo de reaccionar; y
es urgente hacerlo. Sería un crimen contra la religión, contra
la patria, contra la familia, contra todo lo que estimamos como fundamento del orden social» seguir un solo momento más
. en nuestra legendaria pasividad, limitándonos a pagar contribuciones que aprovechan nuestros contrarios.
La experiencia ha comprobado que no basta ejercer núes,
tra religión en privado, en el hogar y en la Iglesia. Es menester que su doctrina vuelva a imperar en nuestras actividades
públicas, de que está eliminada; restablecer en nuestra legislación los principios cristianos; que sea realidad el conocido
cántico: "A Dios queremos en nuestras leyes, en las escuelas
y en el hogar".
#
*
*
Por razones que no alcanzo a comprender, la mayoría
de Jos católicos chilenos se ha acostumbrado a silenciar sus
creencias; a abstenerse de manifestar públicamente sus opiniones; a dejar que se gtiten y propaguen las de sus contrarios. Hemog procedido como si nos avergonzáramos de ser
católicos, como si nada nos Importara la suerte de lo) que
fundamentalmente amamoís y respetamos.
En nuestra política activa solo ha actuado una parte de
nosotros, los conservadores, quienes, por esa abstención cuL
pable de los demás, generalmente han sido minoría en el
Congreso y en el Gobierno. Y esa minoría conservadora mi*
litante no ha sabido, hay quq reconocerlo, aprovechar la circunstancia favorable de representar las tendencias de can todos los chilenos.
Su política, en línea» generales, ha consistido tpás en ir
resistiendo, en condiciones desmedradas, los avances y efectivos triunfos contrarios, que en procurar francamente la eje.
cución de nuestros ideales.
Ninguno de los otros partidos políticos chilenos ha constituido tampoco, por sí solo, mayoría en el Congreso; han
estado, pues, en la misma situación que el Conservador a ese
respecto, y peor que éste, en relación con el sector de la opinión pública que representan. Sin embargo, todos los otros
han logrado, no solo mantener sus posiciones iniciales, sino
legalizar reformas favorables a sus ideas: el Conservador, ni
siquiera ha podido conservar la situación de predominio que
tuvo en los tiempos de Portales. La Iglesia está separada del
Estado, el matrimonio católico no produce efectos civiles, la
instrucción pública está en manos de nuestros enemigos,
etc., etc.
La explicación de esta anomalía está en la distinta política general seguida por el Partido Conservador, con respecto
a todos los otros. Los liberales, radicales, demócratas y los actuales izquierdistas, cuando han estado en la oposición, no
han dejado de atacar constantemente al Gobierno con la acción de sus parlamentarios, para obtener beneficios y leyes
favorables a sus ideas; y cuando han estado en el Gobierno,
sus Ministros han hecho labor efectiva a favor de las mismas. Los conservadores, con mayor altura, pero descuidando los intereses que representan, no han seguido una conducta análoga: cuando han integrado el Ministerio poco o na.
da han exigido; y en la oposición no han atacado al Gobierno, apenas lo han fiscalizado, y se han abstenido de presentar proyectos de ley que satisfacieran sus tendencias doctrinarias . Las leyes sociales de origen conservador no han dado los resultados que de ellas se esperaban.
Han olvidado los conservadores que en política la
ballerosidad tiene un límite, que es peligroso exceder: la
ciprocidad de sus contrarios. No quiere esto decir que
licito actuar en ella con armas vedadas, aún cuando otros
«sen; significa únicamente que cuando se es atacado es
ca.
resea
las
ne-
— 72 —
ees ario defenderse, y la mejor defensa es, por lo general, el
contraataque. No debe olvidarse tampoco el refrán que
dice: "quien pega primero, pega dos veces".
En nuestro Parlamento en que nunca ha habido un Partido que, por sí solo constituyera mayoría, las leyes casi
siempre resultan distintas del proyecto primitivo: son el resultado de las transacciones que en su discusión se producen
entre las diversas tendencias. Y como toda transacción es,
generalmente, un término medio de lo que cada cual ha pedido, resulta en ella más favorecido el que más ha solicitado . El Partido Conservador que siempre ha pedido ríenos
que sus contrarios, ha resultado, también siempre, más perjudicado .
Los liberales, después de producidas tantas reformas inconsultas e inconvenientes en nuestra legislación,— que ellos
habrían podido evitar en muchos casos—, se han unido por
fin a los conservadores. Ambos partidos forman la actual
derecha que, desgraciadamente, sigue una política igual a la
que tanto ha perjudicado a los conservadores.
Sostiene desinteresadamente al Gobierno que no fué elegido por ella; lo apoya en los ataques que la izquierda, que lo
llevó al poder, continuamente le dirige para seguir obteniendo favores, puestos y nuevas leyes socialistas; nada exige para los intereses que representa, aún cuando la acción gubernativa se inclina francamente al socialismo de Estado; permanece tranquila ante el mantenimiento de toda la máquina
que sus contrarios impusieron en la administración públicr.
durante los regímenes de facto; tolera que se sigan aumen.
tando los empleos públicos y las contribuciones, y que se
mantenga la dictadura educacional que produce comunistas y
descristianiza la población.
Se invoca a favor de esta pasiva política de la derecha,
el temor de una posible caída del Gobierno que nos conduciría nuevamente a la anarquía de los regímenes de facto. Es
ía misma equivocación que, desde hace años, nos lleva hacia
la ruina de nuestra nacionalidad.
— 73 —
El peligro de anarquía subsistirá mientras nos dejemos
dominar mansamente por la demagogia imperante; mientras
a la audacia de las izquierdas para lo que estimamos malo,
no opongan las derechas otra audacia para el bien. Nunca
ha sido dudoso el resultado de la lucha en que uno de los
contendores no se defiende, y el otro ataca en todas las for
mas posibles.
No se comprende tampoco que sea justo afirmar que se
compromete la estabilidad del Gobierno con peticiones fundadas en el interés público, y que deben ser oídas, a lo menos,
en la misma proporción que las contrarias. En todo caso, sería la negativa incomprensible para aceptarlas la que podría
producir aquel resultado.
Se impone un apoyo condicionado al actual Gobierno.
Claro es que mientras no seamos mayoría en el Con.
greso, no debemos pretender una franca política de derechas;
pero podemos justificadamente impedir que se siga favoreciendo la acción de los dirigentes de la izquierda, y exigir se
establezcan condiciones de igualdad para ambas tendencias.
Siendo una de las razones que más ha contribuido a
nuestra desmedrada situación de hoy, la dictadura que desde hace medio siglo ejerce una minoría sectaria en la educación pública, no podemos retardar una formal exigencia
para que ese servicio deje de ser patrimonio exclusivo de
nuestros contrarios. Es igualmente urgente que las autoridades administrativas de todo el país, dejen de estar casi todas
ellas ejercidas por miembros de la izquierda; esto es funda,
mental para impedir una derrota que no reflejaría la opinión
del país, y que podría ser definitiva, en las próximas elecciones de Municipalidades y del Congreso.
He *
*
Si he podido convencer a mi distinguido auditorio, (y
ahora a mis lectores), de la necesidad que tenemos de una
pronta unión, para trabajar eficaz, continuada y política-
— 74 —
mente, por los altos fines a que me he referido en el curso
de este trabajo, y, en especial, por la reforma de la educación
que es la más urgente; habré logrado mi objeto y será provechosa la atención benévola con que me habéis favorecido.
La reacción hacia el bien, que tanto necesitamos, ha de
comenzar por la modificación sustancial de nuestro régimen
de enseñanza: su fundamento principad no puede ser otro
que una buena educación pública y privada, de que hoy carecemos .
AGUSTIN ZEGERS BAEZA.
Santiago, Octubre 2 de 1934.
I N D I C E
Pága.
ADVERTENCIA PRELIMINAR
INTRODUCCION
3
?
PRIMERA PARTE
DE LA EDUCACION CRISTIANA
I.—CONCEPTO DE LA EDUCACION. SU NATURALEZA Y FINES
•,....
II.—DERECHOS DEL N I Ñ O
III.—EL DERECHO DE LA IGLESIA EN LA EDUCACION
IV.—DERECHOS DE LA FAMILIA
V.—DEBERES Y DERECHOS DEL ESTADO.— a).—El
Estado y el derecho de la familia, b).—Derecho Docente y Educativo del Estado, c).—Teorías erróneas.
d).—El régimen conveniente. Libertad de enseñansa.
e).—El Estado y la formación religiosa
VI.—EL NATURALISMO EN LA EDUCACION.— a).—
Errores y verdades, b),— Educación sexual, c).—La
coeducación
. ..
VII.—EL AMBIENTE EDUCACIONAL.— a).—Ambiente
familiar, b).—El ambiente religioso, c).—El ambiente
escolar
9
12
14
17
21
28
34
— 76 —
Págs.
V I I I . — L A E S C U E L A E N O R D E N A LA R E L I G I O N . —
a).—Escuela neutro o iaica. b).—Escuela mixta, c ) . —
Escuela católica
SEGUNDA
38
PARTE
SOBRE LA E N S E Ñ A N Z A E N C H I L E
IX.—SU S I T U A C I O N . R E S E Ñ A H I S T O R I C A Y L E G A L .
X . — D E F E C T O S P R I N C I P A L E S DE N U E S T R O R E G I M E N
EDUCACIONAL.—
1.o).—Monopolio del- Estado.
2.o).—Dictadura masónica. 3.o).—Centralización de la
enseñanza. 4.o).—Mera instrucción materialista y atea.
5.o).—Programa único y pésimo. 6.o).—Mala situación
del profesorado y deficiente preparación. 7.o).—Falta
43
de rumbos prácticos. 8.o).—Mala situación del alumnado
XI.—BASES DE LA
REFORMA EDUCACIONAL. —
1).—Libertad de enseñanza. 2).—Descentralización de
la Enseñanza pública. 3).—Repartición proporcional escolar. 4).—Escalafón del profesorado. 5).—Remuneración por cátedras y no por horas de clase. 6).—Cerramiento de Escuelas Normales y selección. 7).—Formación moral. 8).—Estudios prácticos como regla ge-
50
neral. 9).—Enseñanza particular libre
X I I — M O D O DE O B T E N E R LA R E F O R M A
60
..
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