Contribuye la descentralización a mejorar la gestión forestal?

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Contribuye la descentralización
a mejorar la gestión forestal?
Las lecciones aprendidas del caso boliviano
Junio, 2002
Pablo Pacheco B.*
L
a transferencia de poderes y responsabilidades
sobre los recursos naturales y, en particular de los
recursos forestales, está siendo aplicada en
numerosos países como parte de programas más
amplios de descentralización. Esta ha tenido como
motivaciones principales las de reducir la burocracia
gubernamental, democratizar los procesos de toma de
decisiones y distribuir mas equitativamente los
beneficios que se obtienen de los recursos forestales,
así como regular más eficientemente las actividades de
manejo forestal. No obstante, las cosas no son tan
simples en la práctica y, muchas veces, la
descentralización puede producir resultados ambiguos
en términos de equidad social y conservación de los
recursos forestales.
Para responder a la pregunta de si la
descentralización contribuye o no a mejorar la gestión
forestal es preciso conocer mejor cuáles son los
factores que influyen en sus resultados. Algunos
estudios
indican
que
una
descentralización
democrática, más que una simple descentralización
administrativa, podría alcanzar mejores resultados en
términos de promover una mayor equidad, eficiencia y
desarrollo (Agrawal y Ribot 1999, Manor 2002).
La primera tiene lugar cuando poderes y recursos
son transferidos a autoridades representativas de las
poblaciones locales, pero en condiciones donde ya
existen o son creados mecanismos que hacen que dichas
autoridades respondan tanto por sus decisiones como
por los resultados de sus acciones a dichas poblaciones.
Además, una descentralización democrática tendría
que reconocer cierta discrecionalidad en la toma de
decisiones de aquellas entidades que reciben los
poderes para que logren ejercer una autoridad legítima
(Kaimowitz y Ribot 2002).
En Bolivia se han dado importantes pasos hacia la
construcción de una descentralización democrática
desde mediados de los años noventa con la
implementación de la participación popular. Ella hizo
de los municipios mas democráticos y de los gobiernos
municipales actores claves en los procesos de
desarrollo. Las reformas posteriores de las políticas
sectoriales, sobre todo la forestal, consideraron que
esos gobiernos debían recibir nuevas responsabilidades
en la gestión forestal y al hacerlo modificaron
sustancialmente el tradicional sistema institucional
forestal. En ese sentido, la transferencia de funciones
al nivel local se realizó en un contexto de reforma de
las regulaciones para el manejo forestal con la
aprobación de una legislación forestal lo que, en cierto
modo, fue un factor que facilitó la transición hacia el
nuevo escenario.
Este documento tiene como intención analizar las
principales
lecciones
aprendidas
de
la
descentralización de la gestión forestal en Bolivia. Las
reflexiones aquí presentadas provienen de los
resultados de una investigación conducida por el Centro
Internacional de Investigación Forestal (CIFOR) en
colaboración con el Proyecto BOLFOR, la misma que
contó con el apoyo financiero de la Agencia de Estados
Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). La
información proviene de entrevistas a informantes
claves en dos diferentes períodos: marzo de 1998, y
entre mayo y julio del 2000. El Centro de Estudios para
el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) y la Fundación
TIERRA colaboraron en diferentes etapas de la
investigación.
La descentralización de la gestión
forestal en Bolivia
En Bolivia, el momento clave para la descentralización
fue la aprobación de la Ley de Participación Popular en
1994, la que cambió de manera radical el papel de los
gobiernos municipales. Esta fue seguida por la Ley de
Descentralización Administrativa en el año siguiente,
aunque sus resultados no fueron tan dramáticos como los
de la participación popular. Estas leyes no dieron a los
gobiernos municipales ninguna nueva función explícita
relacionada con el manejo de los recursos naturales. Sin
embargo, ellas contribuyeron de forma indirecta para
que algunos gobiernos municipales se involucraran más
activamente en asuntos de recursos naturales.
Fue la nueva Ley Forestal de 1996, la que al haber
sido aprobada en el nuevo contexto institucional
generado por la participación popular, reconoció el
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papel de las municipalidades en la gestión forestal y
transfirió algunas responsabilidades hacia los gobiernos
municipales. Dicha ley es el principal instrumento legal
que regula el uso de los recursos forestales para el país.
Ella reemplazó a una otra legislación que estaba en
vigencia desde hacía 20 años atrás y que fuera
escasamente implementada debido a interferencias
políticas y alta corrupción. La nueva Ley Forestal ha
establecido lo que se denomina “régimen forestal de la
nación”, definido como el conjunto de normas que
regulan el manejo de los bosques y definen los derechos
forestales.
Las nuevas regulaciones forestales parten de la
premisa de que el manejo sostenible de los bosques es
posible de ser alcanzado si es que son aplicadas ciertas
prácticas de buen manejo forestal que lleven al
aprovechamiento de especies menos valiosas y apliquen
técnicas que permitan la regeneración natural del
bosque. Para hacer efectivas esas prácticas en el
terreno fue creado un nuevo sistema de fiscalización,
junto con un sistema de regulaciones y la reforma del
sistema impositivo para hacer menos atractivas las
operaciones forestales no sostenibles.
Distintos temas se interceptaron en el momento de
definir el rol de los gobiernos municipales bajo el nuevo
marco institucional del sector forestal. Entre los más
importantes estuvieron los vinculados con el
aprovechamiento forestal ilegal por poblaciones locales
sin acceso formal a áreas de producción forestal, la
necesidad de mejorar los sistemas de control y
fiscalización del manejo forestal con la participación de
las municipalidades y la proporción de los ingresos
fiscales forestales que deberían ser destinados para
beneficiar a las poblaciones residentes en las regiones
donde se habían generado esos recursos (Pavez y
Bojanic 1998).
Las funciones que la Ley Forestal transfirió a las
municipalidades son las siguientes:
O
O
Dispone que los gobiernos municipales quedan a
cargo de un conjunto amplio de tareas en apoyo del
servicio forestal (Superintendencia Forestal, SF) en
las acciones de fiscalización y control de crímenes
forestales (extracción de productos forestales y
desmonte ilegal);
Crea reservas forestales municipales -con
superficies de hasta 20% de los bosques públicos
dentro de cada jurisdicción municipal- para ser
dadas en concesión a grupos de extractores de
madera en pequeña escala, quienes para ello
deberían constituirse previamente en las así
denominadas Asociaciones Sociales del Lugar (ASLs).
Estas deberían ser asistidas por las municipalidades
O
en la elaboración e implementación de sus planes
de manejo forestal.
Transfiere a las municipalidades el 25% de las
patentes forestales y de desmonte, recursos que en
teoría deberían financiar la creación y
funcionamiento de unidades forestales municipales
(UFMs), encargadas de la puesta en práctica de las
mencionadas funciones. La SF debe controlar el
buen uso de esos recursos y hasta solicitar la
retención de esos fondos.
De la enumeración anterior se desprende que las
municipalidades recibieron un número importante de
funciones orientadas a garantizar el cumplimiento de la
legislación forestal dentro de sus jurisdicciones, aunque
éstas son bastante dependientes de recursos
financieros para inspecciones de control y de
capacidades técnicas sobre todo para la evaluación y
elaboración de los planes exigidos para el manejo
forestal y la autorización de desmontes. Los recursos
que los gobiernos municipales tienen para poner en
práctica esas funciones provienen exclusivamente de su
participación de los recursos de patentes forestales y
de desmonte, a no ser que ellos decidan invertir una
parte de sus recursos propios, cosa que casi no sucede
en la práctica.
A excepción de las decisiones sobre las reservas
forestales municipales, la capacidad de los gobiernos
municipales para tomar decisiones discrecionales sobre
el uso de recursos naturales dentro de sus municipios es
bastante limitada y todas las decisiones sobre uso de
recursos y resolución de conflictos continúan
procesándose en los niveles departamental y nacional.
Los diversos resultados en la práctica
Las realidades de los municipios es bastante diversa en
términos de las economías políticas locales, las que en
parte influyen sobre las relaciones de poder local, los
niveles de desarrollo institucional y la situación
financiera de las municipalidades. Esas condiciones,
que constituyen el escenario local donde la
descentralización toma lugar, han contribuido a
producir resultados diversos en el proceso de
transferencia de responsabilidades hacia los
municipios.
La descentralización ha llevado a redefinir las
relaciones de poder al nivel local y las elites locales han
tenido gradualmente que reconocer la presencia de
grupos que habían estado previamente marginados y
ahora tienen que negociar con ellos (Pacheco y
Kaimowitz 1998). En algún grado, la descentralización
ha creado oportunidades para los grupos indígenas,
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colonos y pequeños extractores de madera. En cierta
medida, ella también ha debilitado la posición de
concesionarios, hacendados y propietarios ausentistas.
No obstante, las elites locales existentes previa a la
descentralización no han perdido su poder y, en algunos
casos, fortalecer a los gobiernos municipales también
ha llevado a fortalecer a esos grupos de poder local. La
complejidad de las dinámicas de poder al nivel local
hace difícil cualquier generalización.
Las nuevas regulaciones forestales y de tierras han
abierto nuevas oportunidades, al menos en el papel,
para los pueblos indígenas. Estos grupos pueden
reclamar áreas en propiedad colectiva y tener acceso
exclusivo a los recursos forestales en esas áreas. En las
municipalidades donde la participación indígena es
importante en la política local, ellos han recibido apoyo
para consolidar sus demandas territoriales y en casos
donde la política local es dominada por elites
tradicionales ello ha tenido el efecto opuesto. No
obstante, la titulación de tierras ha resultado ser un
largo y burocrático proceso y posiblemente solo una
parte de la tierra demandada será efectivamente
titulada. Es poco lo que los gobiernos municipales
pueden hacer en ese sentido.
Los grupos indígenas que han optado por desarrollar
actividades forestales comerciales han tenido que
adaptar sus prácticas de manejo al conjunto de
regulaciones en relación a ciclos de corta, diámetros de
corta, etc. La mayoría de ellos tienen dificultades para
realizar inventarios forestales y muchos de ellos
carecen de habilidades gerenciales para negociar su
producción en buenos términos. Eventualmente, la
prohibición del uso de la motosierra ha limitado sus
opciones para beneficiarse mas de los recursos
forestales a su disposición (Stocks 1999).
La creación de las reservas forestales municipales
representa una importante oportunidad para los
pequeños extractores de madera. No obstante, el
proceso de delimitación y asignación de concesiones
forestales ha resultado ser bastante burocrático y
concentrado en el gobierno central, el que depende de
un proceso de saneamiento liderado por el Instituto
Nacional de Reforma Agraria (INRA). Pese a los
importantes rezagos experimentados no se creó un
mecanismo mas ágil para que las municipalidades
pudieran delimitar sus reservas para darlas en
concesión a grupos locales. En algunas municipalidades,
las áreas seleccionadas para ser clasificadas como
reservas municipales tenían conflictos de sobreposición
con otros derechos de uso y, en otros casos, algunas
municipalidades simplemente quedaron sin áreas
disponibles para ese efecto.
Las actividades de control sobre actividades
forestales informales han dificultado la vida de colonos
y pequeños extractores de madera que subsistían de
esas actividades, aunque la implementación de
medidas de control ha variado mucho en los municipios
dependiendo de la influencia de esos grupos en la
política local y/o de las vinculaciones de las
autoridades locales con grupos haciendo uso ilegal de
recursos forestales. En consecuencia, la mayor parte
del control contra extracción ilegal ha sido desarrollada
por la SF y el apoyo que ha recibido de las
municipalidades ha sido variable. Los gobiernos
municipales han estado más dispuestos a controlar el
desmonte ilegal por los ingresos que ello representa
para las municipalidades.
Los mayores esfuerzos contra la extracción ilegal de
recursos forestales han estado orientados contra
compañías madereras y/o propietarios ausentistas y, en
algunos casos, las municipalidades han resguardado las
áreas protegidas contra la invasión de empresas
madereras y mineras (por ejemplo, Reserva de la
Biosfera Pilón-Lajas, y Parque Nacional Noel Kempff
Mercado). La respuesta de las municipalidades en
relación a áreas protegidas, no obstante, ha variado
mucho dependiendo de la constelación local de
fuerzas. En lugares donde colonos y motosierristas
resisten a las áreas protegidas, ello puede tener efectos
importantes en las decisiones de las municipalidades.
En otros casos, gobiernos locales adoptan
crecientemente un discurso verde por los beneficios
potenciales que podrían recibir de actividades de
conservación.
La mayor parte de las municipalidades no tiene
como prioridad la inversión en actividades para el
sector forestal y bastante pocas tenían desarrollado
algún plan para promover el desarrollo de iniciativas
productivas vinculadas con aprovechamiento de
recursos forestales. No obstante, la parte de los
recursos destinados al sector forestal se ha
incrementado gradualmente en los presupuestos
municipales debido a la obligatoriedad de las
municipalidades para implementar sus UFMs y a las
necesidades de recursos de esas unidades para
desarrollar su trabajo. Pese a lo anterior, los recursos
asignados para la instalación y funcionamiento de
dichas unidades representa, con algunas excepciones,
un porcentaje bajo del presupuesto total.
Las acciones desarrolladas por las UFMs
Los recursos que las municipalidades reciben
provenientes de patentes forestales son bastante
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desiguales. Hasta 1999, solo 30 de un total de 110
municipalidades habían recibido el 84% de esos
recursos. Debido a ello, la mayor parte de ellas no
tienen los recursos suficientes para instalar UFMs en
condiciones óptimas y, con algunas pocas excepciones,
los gobiernos municipales no están dispuestos a invertir
en ellas parte de sus recursos propios. En los casos de
las municipalidades que mas recursos reciben, no todos
los ingresos que obtienen por concepto de patentes
forestales son destinados para el funcionamiento de
dichas unidades puesto que las urgencias de inversión
se originan en otros sectores (Flores y Rider 2000, de
Urioste 2000).
En muchos casos las UFMs no cuentan con planes de
trabajo o cuando éstos se elaboran no siempre se
implementan en la práctica. También sucede que los
planes de trabajo de las UFMs sufren severos recortes
presupuestarios cuando se incluyen en los Planes
Anuales Operativos (POAs) municipales. En general, los
gobiernos municipales asignan únicamente recursos
mínimos para financiar el personal y los gastos de
operación mas urgentes de las UFMs.
No todas las UFMs están en condiciones de cumplir
con las funciones que les asigna la Ley Forestal con los
mismos grados de prioridad. El tipo de actividades que
ellas desarrollan tienen fuerte relación con la
disponibilidad de recursos financieros y con las
demandas de las poblaciones locales y grupos de
influencia en los municipios. En general, las UFMs se
han concentrado en la clasificación de áreas forestales
y el apoyo a la creación de ASLs, el control de las
actividades de aprovechamiento ilegal, el apoyo a la
elaboración de planes de manejo y de desmonte, y la
fiscalización de desmontes ilegales y el control de
quemas (Pacheco 2000).
El papel de las UFMs ha sido importante en facilitar
la puesta en marcha de operaciones forestales por las
ASLs. Para ello, las UFMs han establecido acuerdos de
colaboración, bajo esquemas bastante diversos, con
proyectos forestales (como el caso del Proyecto
BOLFOR y PROMAB), o con ONGs de diverso tipo, para
suplir sus deficiencias técnicas y de recursos, aunque
usualmente esos acuerdos han sido promovidos mas
activamente por los agentes externos interesados en
dinamizar el nuevo sistema de manejo forestal. Estas
acciones de colaboración se han traducido en recursos
para la elaboración de inventarios y planes de manejo
forestal.
Las UFMs se han involucrado poco en actividades de
inspección a actividades forestales informales en parte
porque no perciben una participación en el dinero
proveniente de los remates de madera decomisada a los
infractores y también por la relación ambigua de las
autoridades municipales con actividades ilícitas de
extracción de madera. Cuando las UFMs participan en el
control de actividades informales generalmente lo
hacen a solicitud de las unidades operativas de la SF. No
obstante, en algunos municipios, las UFMs se han
involucrado activamente en inspecciones de
intervención ilegal en áreas destinadas a reservas
forestales municipales.
Las UFMs han tenido mayor interés en el proceso de
autorización de desmontes y control de desmontes
ilegales, ello en razón a que las municipalidades
reciben una proporción de los recursos de las patentes
de desmonte. La mayoría de UFMs han estado apoyando
a los pequeños propietarios en la elaboración de sus
planes de desmonte en colaboración con la SF. Este
trabajo supone un beneficio potencial para las
municipalidades pero también implica un cierto costo
administrativo el que las UFMs no siempre están en
condiciones de asumir.
Las relaciones de las UFMs con la SF han sido
ambiguas pese a que desde esta última existe la
preocupación por generar una mayor colaboración a
nivel local, particularmente en la fiscalización y control
de la actividad informal. En algunos casos, las unidades
operativas de la SF han logrado establecer buenas
relaciones de coordinación con las UFMs basados en la
necesidad de ampliar su capacidad operativa y de
legitimar sus acciones ante las poblaciones y gobiernos
municipales. En otros casos, ambas reparticiones se
encuentran bastante distanciadas.
Las prefecturas departamentales han sido las
mayores ausentes de este proceso. A no ser por
acciones puntuales realizadas por la prefectura de
Santa Cruz destinadas a equipar a las UFMs y capacitar
a los técnicos trabajando en ellas, éstas reparticiones
públicas se han interesado poco en implementar las
funciones que les fueron transferidas por la legislación
forestal.
Un balance de las principales lecciones
Las respuestas varían en función a disponibilidad
política, recursos y capacidades
Las diversas respuestas de las municipalidades al
proceso de transferencia de responsabilidades en la
gestión forestal pueden ser explicadas en parte por
diferencias en la disponibilidad política de las
autoridades municipales para aplicar las actividades de
regulación dictaminadas desde el nivel central. Cuando
ella existe, las capacidades técnicas y los recursos para
solventar esas acciones son elementos decisivos para
explicar la efectividad y resultados de sus acciones.
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Mayores posibilidades de control social y
participación llevan a mejores resultados
Municipalidades donde existe una mayor participación
de los actores en las decisiones sobre las áreas
prioritarias de intervención y donde los gobiernos
municipales toman mas en cuenta las opiniones de los
usuarios del bosque pueden alcanzar mejores
resultados en la práctica. Lo anterior puede mejorar la
eficiencia de la inversión municipal en el apoyo a
iniciativas de manejo forestal y permite movilizar
mejor los recursos humanos y capital de los grupos
locales.
Poca discrecionalidad para toma de decisiones
limita acción de los gobiernos locales
Los gobiernos municipales están forzados a seguir las
normas definidas a nivel nacional y ellas son difíciles de
implementar cuando los estándares son demasiado
exigentes para las poblaciones locales. En ese
contexto, los gobiernos municipales no cuentan con
poderes discrecionales para tomar decisiones sobre
asignación y uso de los recursos. Una descentralización
más legítima implica el conferir poderes discrecionales
a los gobiernos locales para ejercer su autoridad.
Ajuste a nuevas regulaciones forestales ha tenido
mayores costos entre los mas pobres
Las barreras burocráticas, la complejidad de las normas
y los estándares poco flexibles se convierten en
barreras para que las poblaciones mas pobres puedan
tener acceso a los recursos forestales. Además, el
proceso de transición y de adecuación institucional al
nuevo régimen forestal al aumentar los costos de
cumplimiento para pequeños productores y extractores
de madera en pequeña escala ha afectado en mayor
medida a las poblaciones de menores ingresos.
Escaso diálogo entre instituciones promueve
dispersión de esfuerzos y recursos
Concebido como un sistema de colaboración entre
diversos niveles, en la práctica se han generado
tensiones institucionales a nivel local entre la SF, con las
prefecturas y los gobiernos municipales. Estas tensiones,
mediadas por intereses políticos e interferencias de
elites locales, entre otros factores, han sido difíciles de
resolver por la inexistencia de mecanismos para
promover arenas de negociación entre agentes para
resolver conflictos y/o procesar demandas.
Promoción de manejo forestal es disociada de
factores que aseguren sus beneficios
Las regulaciones forestales y las responsabilidades
transferidas a las municipalidades han puesto
exagerado énfasis en el control de la informalidad y del
crimen forestal. Pocos esfuerzos se han hecho en
promover un ambiente económico e institucional que
favorezca las iniciativas de manejo forestal sostenible.
Bastante poco se ha hecho en mejorar el acceso de los
usuarios del bosque a infraestructura productiva, redes
de crédito, información de mercados, transferencia de
tecnología y otros. Esas acciones podrían contribuir a
aumentar los beneficios del manejo forestal sostenible
y a comprometer más activamente a los actores en el
manejo de recursos forestales.
Conclusiones y recomendaciones
Es bastante difícil separar los efectos de la
descentralización de aquellos que provienen de otros
procesos como las reformas de la política sectorial, o
por cambios en la economía. Sin embargo, ello de
ningún modo constituye un impedimento para examinar
la influencia que la participación de las
municipalidades en la gestión forestal ha tenido sobre
el papel de los actores locales en relación al uso de los
recursos y los beneficios que ellos obtienen de esos
recursos. Lo anterior tiene estrecha relación con el tipo
de poderes y responsabilidades que se transfieren al
nivel local y la forma como esas responsabilidades se
aplican en la realidad.
En Bolivia, la descentralización de la gestión
forestal ha implicado algunas experiencias positivas
como la transferencia de rentas forestales al nivel
local, la entrega de parte de los recursos forestales a la
administración municipal y la posibilidad de que ellos
sean manejados por grupos locales, además de la
oportunidad de las municipalidades para fiscalizar el
manejo forestal. Ello ha abierto indudables espacios de
participación a grupos antes marginados. Por otro lado,
las decisiones sobre las normas y estándares siguen
concentradas en el nivel nacional y los gobiernos
locales influyen muy poco sobre esas decisiones. Lo
anterior porque todavía existen barreras que impiden la
transferencia de mayores poderes discrecionales a
autoridades locales.
La descentralización democrática es un proceso en
construcción y sus resultados pueden ser aminorados o
amplificados dependiendo del juego de poderes entre
actores locales, pero también, como se tenía
acostumbrado en el pasado, debido a decisiones
tomadas en el ámbito del gobierno central. Hasta
ahora, la descentralización ha tenido avances en
equidad, aunque todavía modestos por un lento y difícil
proceso de implementación de la legislación. Poca
evidencia existe para determinar las repercusiones de
la descentralización en promover un manejo más
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sostenible y/o la conservación de los recursos
forestales. Al respecto, se requieren perspectivas de
mas largo plazo para tener evaluaciones mas completas
sobre sus impactos en los bosques.
En Bolivia, diferentes acciones pueden ser
emprendidas para desarrollar el proceso de
construcción de una descentralización mas democrática
en la gestión de los recursos forestales. En lo que sigue
se proponen algunas acciones. El orden en el que ellas
son enumeradas no implica ninguna jerarquía de
prioridad porque todas ellas son igualmente
importantes:
1) En lo que hace a aspectos normativos y de
regulación debería tenderse a entregar mayores
poderes discrecionales a los gobiernos municipales
sobre decisiones de uso de recursos, así como tender a
la simplificación de las normas forestales que
discriminan contra grupos más pobres impidiéndoles
aprovechar mejor los pocos recursos que tienen
disponibles. En ese orden, la flexibilización de las
normas debería atender sobre todo a esos sectores
antes que a grupos que tradicionalmente han
detentado las decisiones y ejercen presión política al
nivel central;
2) En relación a la gestión forestal propiamente
dicha, deberían integrarse las acciones de promoción
del manejo forestal con perspectivas mas integrales de
desarrollo del sector forestal, así como evaluar e
implementar mecanismos creativos de compensación a
los municipios por acciones de conservación de áreas
forestales. Asimismo, deberían desarrollarse sistemas
efectivos y de bajo costo, utilizando tecnologías
disponibles, orientados a monitorear el uso del suelo y,
particularmente, a controlar la conversión forestal no
autorizada a otros usos del suelo;
3) Es también preciso reformar el sistema político e
institucional a través de ajustes para, sino anular,
reducir la mediación partidaria en la elección de
autoridades municipales, así como para dar mas peso a
las opiniones de los gobiernos locales en las decisiones
sobre la política de recursos naturales y aumentar las
opciones de participación de los mas pobres. Por último,
pero no por ello menos importante, es preciso alentar
una mayor colaboración interinstitucional y diálogo
entre esas instituciones con los diferentes grupos de
usuarios de los recursos del bosque.
*El autor es candidato a PhD en la Universidad de Clark University,
Worcester, MA. Es investigador asociado del Centro Internacional de
Investigación Forestal (CIFOR), Bogor, Indonesia y del Instituto de
Pesquisa Ambiental da Amazônia (IPAM), Belém, Brasil. Las
opiniones emitidas en este trabajo son de exclusiva responsabilidad
del autor y no comprometen a las instituciones a las que se
encuentra vinculado. El autor agradece la colaboración del
personal de la Superintendencia Forestal y de BOLFOR por su apoyo
para la elaboración de este trabajo. Este agradecimiento se hace
extensivo a las alcaldes, concejales, técnicos de proyectos y líderes
de organizaciones campesinas, indígenas y de madereros,
entrevistados en los municipios, por su disponibilidad para
compartir su conocimiento sobre sus diversas realidades locales.
Centro para la investigación forestal internacional
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mailing: P.O. Box. 6596 JKPWB, Jakarta 10065, Indonesia
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