introducción - Centro de Estudios Cervantinos

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Javier Guijarro Ceballos, Reimundo de Grecia (libro III de Floriseo), de Fernando
Bernal (2007)
INTRODUCCIÓN
El libro de caballerías Reimundo de Grecia (Salamanca: Alfonso de Porras y Lorenzo
Liondelei, 1524) prolonga en un tercer libro los dos primeros del Floriseo del Desierto de
Fernando Bernal, editado en Valencia en 1516 por Diego de Gumiel. Se sirve para ello de la
filiación entre los héroes epónimos de ambas obras, Floriseo y Reimundo, padre e hijo, en
conformidad con uno de los principios poéticos del género de los libros de caballerías en su
continuidad cíclica. Este relevo en el protagonismo de las aventuras caballerescas se
explicita en el brevísimo preámbulo que encabeza el primer folio del único ejemplar
conservado del Reimundo de Grecia: «Dicho es ya en el segundo libro de la historia del rey
Floriseo en qué lugar e por la manera secreta que fue engendrado e nascido Reimundo, e
ansí mesmo por qué arte de saber lo llevó Piromancia, aquella sabia dueña, a Alejandría,
donde según allí se dijo ella lo presentó al duque Pirineo, su agüelo, el cual, junto con el rey
Duque, cuñado de Floriseo, lo fizieron criar con mucha diligencia fasta que ovo seis años».
Otros episodios del tramo final del Floriseo prefiguraban su prolongación narrativa, además
de las noticias de los nacimientos de Reimundo y Pirineo: el matrimonio del protagonista
con la Reina de Bohemia, la asunción de responsabilidades gubernamentales por parte de
Floriseo y la clausura de los problemas familiares, políticos, sentimentales o militares de los
que se había nutrido la historia caballeresca de su vida heroica, eran indicios todos ellos del
languidecimiento de un libro de caballerías, Floriseo del Desierto, y de expectativa de un
vástago que continuara el relato de las aventuras. Una vez planteado ese engarce paternofilial, y teniendo en cuenta el cierre casi completo de la materia narrativa de la que se nutrían
los conflictos nucleares relatados en el Floriseo, las aventuras caballerescas de Reimundo se
presentan en un marco de personajes y situaciones novedosos, sólo levemente
condicionado por los temas, personajes y planteamientos narrativos heredados del Floriseo.
La primera parte del Reimundo relata el rapto del niño Reimundo, hijo de Floriseo y de la
Reina de Bohemia, que es conducido a Egipto por el sabio Alfarabio. Pronto asistimos a la
anagnórisis de los hermanos Pirineo y Reimundo y a la de ambos ante Floriseo, como hijos
suyos. Se alternan entonces las aventuras caballerescas de Reimundo, de Pirineo, hijo
natural de Floriseo y de la reina Laciva de la India, y del Príncipe de Damasco, sobrino de
Floriseo. Comprometidos en sendas aventuras, Floriseo, Pirineo y el Príncipe de Damasco
se enamoran respectivamente de Melisa, princesa de Inglaterra, de la Reina de Noruega y de
Garinda, princesa de Escocia. La llama de una conflagración entre las naciones cristianas
surge cuando los amoríos de Melisa y Reimundo son descubiertos por el Emperador de
Constantinopla en su corte y se frustran sus aspiraciones a casar a Melisa co un hijo
bastardo: acusado, deshonrado y exiliado, Reimundo alía a distintos reyes cristianos y a
amigos de su padre Floriseo en una guerra contra el Emperador. Sin embargo, al caballero
le es más dañina si cabe la injusticia de Melisa, que condena al caballero a un doloroso retiro
cuando, crédula, da crédito a los comentarios que vinculan sentimentalmente a Reimundo
con Marcelia, princesa de Tracia. En la soledad de su retiro desconoce el curso de la guerra:
Constantinopla está cercada y por mediación del Santo Padre y algunos príncipes electores
del Imperio se otorgan cuatro meses de tregua. Providencialmente, el arrepentimiento de
Melisa permite a Reimundo participar en el desafío de capitanes elegidos que decide la
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Javier Guijarro Ceballos, Reimundo de Grecia (libro III de Floriseo), de Fernando
Bernal (2007)
suerte del conflicto bélico y la vida del Emperador de Constantinopla, derrotado y muerto
por Reimundo. Floriseo asume el trono imperial tras la renuncia de Reimundo, y éste
resuelve definitivamente su conflicto amoroso una vez aleja a Poliandros de Francia de la
escena sentimental, en la que había aparecido tras la decisión de la Reina de Inglaterra de
forzar un matrimonio de conveniencia con el príncipe francés. La superación final de las
pruebas del Castillo del Amor por el héroe y por Melisa sanciona caballerescamente su
matrimonio, que cierra este libro de caballerías (de modo incompleto, pues el pequeño
Floriseo de Albión, hijo de Reimundo y Melisa, y los hijos de Pirineo de la India y del
Príncipe de Damasco se proyectan potencialmente hacia otra continuación que ningún
autor materializó en un nuevo libro de caballerías).
Desde el Manuel du livraire et de l’amateur des livres de Brunet, los dos primeros libros del
Floriseo del Desierto y el tercero, independiente, constituido por el Reimundo de Grecia, se han
adjudicado al mismo autor, Fernando Bernal, atribución que se refleja también en la última
y más autorizada Bibliografía de los libros de caballerás castellanos de D. Eisenberg y Mª. C. Marín
Pina (2000: pág. 367, [1805]). La descripción que ofrece Brunet del Reimundo de Grecia en el
Manuel coincide exactamente con la información extraíble del ejemplar de Londres (British
Library, C.57.g.10, el único conservado actualmente), si bien el bibliófilo añade algunas
noticias derivadas de la lectura del primer folio de preliminares (un prólogo) que Brunet
tuvo a la vista y que, desgraciadamente, no aparece en el ejemplar conservado. Según
Brunet, el autor del Reimundo declaraba haber traducido su obra del italiano al español para
deleite de los salmantinos, declaración de la que dedujo Brunet la posible edición salmantina
del Reimundo de Grecia en 1524. Al elaborar la ficha del libro, reparó también en el brevísimo
preámbulo que precede al primer capítulo del libro (transcrito literal e íntegramente al
comienzo de esta «Introducción»), donde se explicita la conexión cíclica con la historia de
Floriseo. A partir de ese dato material de relevancia cíclica, Brunet filió acertadamente el
Reimundo de Grecia con el Floriseo del Desierto, un libro de caballerías cuya existencia sólo pudo
constatar gracias precisamente a la cita del Reimundo, y dedujo que el autor anónimo de éste
«es el mismo que el de la novela del rey Floriseo, que es incluso menos conocido que éste»
(IV, cols. 1259-1260). De este modo, Brunet propuso vincular a un mismo autor un libro
anónimo y existente (el Reimundo de Grecia) con otro susceptible de hallazgo (el Floriseo del
Desierto, mencionado en el preámbulo del Reimundo de Grecia), aunque de atribución por
entonces imposible para él. Una formulación del tipo “Reimundo es de autor anónimo y
continúa los dos primeros libros de un desconocido libro de caballerías llamado Floriseo: ergo,
ambos libros tienen el mismo autor”, obedece a una lógica resbaladiza, donde se funde lo
incontrastable (existió un libro anterior llamado Floriseo, que el Reimundo continúa) y lo
matizable (una misma autoría para ambos deducida de la continuidad cíclica). Poco después,
cambiaron las tornas y el texto accesible a un nuevo estudioso, Pascual de Gayangos, fue en
este caso el Floriseo del Desierto, descrito en su Catálogo razonado (1857: pág. LXXVII). El
ejemplar del Floriseo mencionaba claramente el nombre del autor, Fernando Bernal, de tal
manera que Gayangos habia resuelto la incógnita planteada por Brunet: «Según Brunet, el
autor de este libro es el mismo que escribió el Floriseo [...]. Debe, por lo tanto, atribuirse al
bachiller Fernando Bernal». Sin embargo, la inferencia de Gayangos se apoya como se ha
explicado en una premisa cuestionable de Brunet: la autoría compartida del Floriseo y del
Reimundo en virtud de su constitución en un ciclo caballeresco de tres libros. La atribución
del Reimundo de Grecia a Fernando Bernal se matizó en el estudio de Henry Thomas
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Javier Guijarro Ceballos, Reimundo de Grecia (libro III de Floriseo), de Fernando
Bernal (2007)
(«probablemente» del autor del Floriseo), se sancionó en el manual de Eisenberg (1979: pág.
70) y reaparece en el manual de Eisenberg & Marín Pina.
Tengo la impresión de que la adjudicación del Reimundo de Grecia a Fernando Bernal
reposa en una inferencia matizable de Brunet, cuyo corolario formuló Gayangos hasta
convertirse finalmente en un “hecho” bibliográfico incontrastable en los manuales
posteriores. Y creo sin embargo que se trata de una presunción que difícilmente resiste el
cotejo de los dos libros de caballerías. La lectura del Floriseo y del Reimundo disuade en
principio del intento de identificar en uno solo a sus autores. A falta de nuevos datos fiables
que superen la ilación de una cadena de hipótesis sustentadas sobre la continuidad cíclica de
estas dos obras, el análisis interno de las dos obras es el único criterio en que apoyar la
atribución del Reimundo de Grecia. Existen diferencias tan sustanciales en cuanto al estilo, la
temática caballeresca elegida, la disposición de las aventuras o el peso específico de los
episodios sentimentales y bélicos, que me parece más aconseja el mantenimiento de la
autoría del Reimundo de Grecia en el limbo de la anonimia. La poética del Reimundo de Grecia
sigue de cerca la estela del Amadís de Gaula y sus continuaciones, con fuerte presencia de
magas auxiliadoras que intervienen constantemente en la trama caballeresca, presencia
recurrente del aparato mágico de encantamientos y metamorfosis, trabazón de ciertos
microciclos narrativos sobre profecías, episodios de retiro amoroso provocados por los
celos, aventuras gradatorias donde se jerarquiza la calidad heroica y amatoria de unos
personajes adscritos al mundo cortesano de emperadores, reyes y nobles. En el Floriseo de
Fernando Bernal, priman el voluntarismo del caballero frente al determinismo profético, las
hechiceras de carne y hueso frente a las magas auxiliadoras, la condensación centrípeta de
las aventuras en torno al personaje central, Floriseo de Bohemia, la superación de las trabas
ajenas que lastran una relación sentimental estable —no las dudas de la pareja que se
cuestiona su propia relación—, o la descripción demorada y “moderna” de las campañas
militares del héroe en un relato caballeresco donde se le concede voz propia a los
personajes marginales, por citar sólo algunas de las diferencias que separan la “manera” del
Floriseo de Fernando Bernal de la del anónimo autor del Reimundo de Grecia. Ciertamente,
podría alegarse a favor de una única autoría para amabs obras un cambio radical de
acercamiento al género caballeresco por parte de Bernal, así como un horizonte de
expectativas distinto en los receptores del Reimundo de Grecia que hubiera determinado el
giro sustancial de la continuación del Floriseo. Pero trasparece como más simple y razonable
(precisamente porque es la atribución de autoría a Bernal la que debe probarse
fehacientemente, no la anonimia del Reimundo que documentó Brunet en los preliminares
hoy perdidos de esta obra) la propuesta de dos autores distintos, que se decantaron por
soluciones diferentes en un momento de especial efervescencia creativa en la literatura
caballeresca, durante el primer cuarto del siglo XVI. En uno o en otro caso, sean uno o dos
autores los responsables de estos dos libros de caballerías, tal vez lo más relevante sea la
evidencia de que cabían en el género “maneras” diferentes. Siempre tan similares y tan
distintos los libros de caballerías áureos.
Javier Guijarro Ceballos
Universidad de Extremadura
© Centro de Estudios Cervantinos
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