Documento en pdf - Comisión Económica para América Latina y el

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Seminario Internacional “Diásporas y circulación de talentos, ¿Una movilidad al servicio del desarrollo en
América Latina?” 27 y 28 de noviembre de 2008
LA MIGRACIÓN CALIFICADA EN AMÉRICA LATINA:
VIEJOS, PERSISTENTES Y NUEVOS TEMAS
Jorge Martínez Pizarro
CEPAL-CELADE
[email protected]
En esta presentación examino en primer lugar un viejo tema, a veces olvidado y no explicitado,
como es la interpretación de estímulos y frenos entre el desarrollo y la migración. Luego paso
revista a temas de constante presencia, como lo son las definiciones operativas de la migración
calificada, sus datos y sus análisis básicos. Finalmente, me concentraré en un tema nuevo, que está a
la espera de ser más discutido, esto es, la migración calificada y el género.
1. Viejos temas
Existe una ortodoxia de razonamientos que sugiere frenos y estímulos entre la migración y el
desarrollo: se trata de las ideas de i) la migración frena el desarrollo; ii) el desarrollo frena la
migración; iii) la migración fomenta el desarrollo; y iv) el desarrollo fomenta la migración.
La migración frena el desarrollo: su argumentación central estriba en la pérdida de personal
calificado para los países en desarrollo, según el costo que sufragó su educación (sobre todo en el caso
de una educación financiada por el Estado) y el beneficio de dicha inversión para el de destino. Es la
clásica lectura del brain drain, que claramente se basa en un enfoque de desarrollo nacional y no de
bienestar personal, que supone que la retención de los potenciales migrantes redundaría en mayor
desarrollo y que la emigración del personal calificado (escaso por definición) significa también una
externalidad negativa para la sociedad (por pérdida de liderazgo y capacidad de innovación, entre
otros).
El desarrollo frena la migración: el desarrollo generará más empleos, mejores salarios, más
ciudadanía y más retención; por tanto, se frenaría la migración. Hasta ahora no hay evidencia que el
desarrollo pueda alcanzarse en el tercer mundo y que las nuevas condiciones que con él se generen
garanticen la retención de potenciales migrantes. Este razonamiento involucra un uso instrumental del
desarrollo para conseguir el objetivo que no haya más pérdidas.
La migración fomenta el desarrollo: empíricamente tiene mucho apoyo esta tesis que enfatiza las
externalidades positivas del retorno, la válvula de escape y las remesas. La lectura es que la migración
puede generar aumentos en el ingreso y ahorro de los emigrados, incrementa su experiencia (y
capacidades empresariales), alivia presiones sobre el empleo y los servicios sociales en las áreas de
origen e incrementa las inversiones en ellas (por retorno o remesas). Un razonamiento de esta
naturaleza puede instrumentalizar la migración.
El desarrollo fomenta la migración: el aumento de la escolaridad, de la disponibilidad tecnológica,
de la participación societal de las mujeres, de la urbanización, o en general, la presencia de síntomas de
desarrollo y modernización, acelerarían la emigración, porque se ofrecen más recursos para las
decisiones migratorias (financieros, sociales, de información, de aspiraciones). De allí que
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tempranamente este razonamiento general despertó interés por políticas restrictivas frente a la
inmigración.
Ninguno de estos razonamientos es aceptable, por sí solo, pero sabemos que cada uno tiene exponentes
y adeptos y, además, se entrelazan porque exigen la especificidad histórica: este es el caso de la
migración calificada, uno de los capítulos centrales de la migración latinoamericana.
2. Temas persistentes: conceptos y sus derivaciones
Actualmente se puede reconocer que el término migración calificada aglutina gran parte de los
estudios, y tiene varias expresiones. Sin embargo, esta mención genérica es extraordinariamente
desafiante: ¿significa hacer neutro este fenómeno?, ¿Quiénes son los calificados?, ¿Cuál es la
disponibilidad de estadísticas sobre esta migración?
Vale la pena aclarar que el término de “migración calificada” es, en sí mismo, confuso por cuanto
tiende a ser neutro, estigmatizante para el resto de los trabajadores migrantes y no siempre es
utilizado de modo unívoco. Si bien en su más simple acepción alude al desplazamiento de fuerza de
trabajo con habilidades y talentos claves para el desarrollo, la innovación, la investigación y la
tecnología, la heterogeneidad de definiciones dificultan su identificación operativa. Algunas de las
definiciones utilizadas cubren un espectro amplio, que va desde las capacitaciones técnicas hasta
las especializaciones más sofisticadas. A veces se engloba bajo este concepto a los talentos de todo
tipo, tanto técnicos como culturales.
Pero básicamente, y en términos operativos, muchos conciben como personal calificado a las
ocupaciones del grupo profesionales, técnicos y afines, que se manejan en la casi totalidad de las
operaciones censales siguiendo las clasificaciones internacionales sobre ocupaciones.
Según esta última definición, existen en la región evidencias de la subutilización de los recursos
humanos calificados. Esto dada la escasa absorción laboral, que no es consecuente con las
tendencias de rápida generación de oferta de personas con formaciones profesionales y técnicas
(muy por encima de la fuerza de trabajo no calificada y especialmente elevada entre las mujeres). La
subutilización (y bajas retribuciones) deriva de la inactividad involuntaria, el desempleo abierto, el
subempleo, la desalarización y la terciarización. La fuerza de trabajo calificada sigue siendo inferior
al 20 por ciento del total en la mayoría de países, con lo que el retraso educativo y de formación de
recursos calificados acumulado desde décadas pasadas persiste a pesar de su intensa generación
reciente.
Desde la literatura anglosajona se ha dejado ver que el brain drain coexistiría con la circulación
(transitoriedad), la ganancia (retorno con habilidades) y el intercambio de cerebros (en línea y no
necesariamente implicando un desplazamiento físico). La idea central es que las pérdidas debidas a
la emigración se podrían superar o compensar haciendo énfasis en estas alternativas, susceptibles de
ser objeto de políticas compartidas. Los migrantes serían nexos entre las redes locales y las redes
globales de desarrollo científico y tecnológico, agentes individuales o grupales de transferencia de
conocimiento y de tecnología. Las principales evidencias están dadas para países asiáticos, donde la
movilidad se ha diversificado de manera visible y las clases medias migrantes son una realidad
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creciente. El mensaje central es que la migración calificada puede no ser una situación negativa a
nivel societal.
Ahora que se insinúa este escenario conceptual “renovado”, es interesante destacar que desde
América Latina la preocupación por el tema de la migración calificada ha sido fructífera y se
particularizó tempranamente en la noción del éxodo intelectual. Los estudios giraron en dos grandes
visiones: el nivel individual y el nivel estructural, muy enraizadas en la investigación social
latinoamericana. Estas visiones buscaban explicar el auge de la emigración de científicos al mundo
industrializado. En nuestros trabajos hemos destacado una y otra vez que el legado latinoamericano es
de discusiones, de propuestas reflexivas y de síntesis y críticas de enfoques, cuya vigencia de algunos
postulados es notable. Lo mismo puede decirse acerca de las intervenciones: a pasea de este legado
académico, las recomendaciones e iniciativas de política no fueron claras ni unívocas, y se centraron
en dos aspectos: la retención y el retorno de talentos. Ambas alternativas no tuvieron resultados
mayores y hasta fueron objeto de críticas por sus cuestionables instrumentos y estrechos horizontes
(por los problemas de exigencia de impuestos, reinserción poco asistida, entre tantas otras, que poco
tuvieron relación con el ejercicio de derechos ciudadanos).
3. Temas persistentes: tendencias de la migración calificada en la región
Desde la experiencia del CELADE, la situación de la información es muy compleja y variable
según las regiones del mundo, no ajena a la que afecta a la migración internacional en general. Hay
una recurrencia a destacar que no hay evidencia en torno al brain drain. El CELADE ha contribuido
mostrando que sí existen mínimos posibles, brindando antecedentes a través de su banco de datos
censales (IMILA, Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica) iniciado en los
años sesenta. Y aunque la información censal no es apta para un análisis fino del tema, permite
identificar los volúmenes y tendencias de la migración calificada, más otras características.
Esto nos permite afirmar que, con volúmenes, tendencias, características e impactos variables, todos
los países registran emigración e inmigración de recursos humanos calificados. En el patrón de la
inmigración latinoamericana destacaban los flujos de uruguayos, paraguayos y chilenos hacia
Argentina; en el patrón hacia los Estados Unidos los emigrantes calificados proceden en gran
número desde México, Cuba, Colombia, Haití y Argentina.
De acuerdo a los datos del CELADE, a escala de las Américas el número de profesionales, técnicos
y afines fuera de su país de origen prácticamente se duplicó entre 1970 y 1980, luego llegó a poco
más de 300 mil en 1990 y alcanzó el millón de personas hacia el año 2000. A escala intrarregional,
los PTA representaban un 29% del total de migrantes en 1970 (incluyendo a Canadá y los Estados
Unidos), proporción que creció al 33% en la década siguiente, se mantuvo prácticamente idéntica
hacia 1990, y descendió al 25% en el 2000.
Si se considera la proporción de PTA sobre el total de los migrantes económicamente activos, se
aprecia una disminución desde algo más del 8% en 1970 a menos del 6% en 1990, tendencia que se
acentúa aún más en la migración de latinoamericanos a los Estados Unidos, posiblemente debido a
las características de los flujos desde México y América Central. La evolución de este indicador es
diferente en el caso de la migración intralatinoamericana, pues aumentó del 6% en 1970 al 8% en
1990, y llegó a 13,5% en el 2000.
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Si bien es claro que la cuantificación es un imperativo, la lectura queda abierta y puede ser ámbito de
desacuerdos porque, por una parte, habría que separar a los migrantes permanentes de los transitorios
y, por otra, no es fácil distinguir si el grado de calificación fue obtenido en el país de origen o bien
forma parte del proyecto del emigrante.
4. Nuevos temas: la migración calificada y el género
Un punto importante, y hasta ahora muy inexplorado, es la inclusión de la perspectiva de género en la
discusión sobre la migración calificada. Lo que realmente importa, en este caso, es conocer si la
migración calificada, la vinculación y el retorno propician una mayor equidad de género y una
consecución de logros para las mujeres.
Antes de levantar cualquier respuesta hay que recordar que las brechas formativas según género se
han ido reduciendo en la región. En efecto, de los 21 países de América Latina y el Caribe con
información censal disponible, 13 tienen una proporción mayor o igual de mujeres que de hombres
con formación profesional o técnica. Además, en varios países, la tasa anual de variación de la
población de 25 a 59 años con calificación técnica y profesional benefició más a las mujeres que a
los hombres.
Sin embargo, un sondeo directo sobre los datos censales, hace presumir que existe una cierta
selectividad masculina en la migración calificada intrarregional. Esto, porque la población
inmigrante con 10 o más años de estudio en los países de destino, es predominantemente masculina,
sobre todo en aquellos países que absorben mayores porcentajes de PTA sobre PEA migrante.
Un panorama similar se evidencia en los Estados Unidos: para todos los migrantes de las
subregiones de América Latina y el Caribe, especialmente en el caso de América del Sur, hay una
mayor presencia de hombres que mujeres entre los que poseen estudios avanzados (11,4% ante
6,9%). Lo anterior sugiere que las mujeres, en mayor medida, se desplazarían a campos laborales
que no concuerdan con su nivel de calificación.
Por otra parte, se ha esgrimido que las mujeres calificadas de la región que migran hacia países
como Canadá, Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Italia, España, Australia y Alemania pueden
gozar de una mayor igualdad de género que la que tendrían en sus países de origen, puesto que esos
países se encuentran entre los primeros puestos del ranking sobre igualdad de desarrollo humano
entre hombres y mujeres. Ciertamente, este contexto más igualitario bien puede tener alguna
implicancia en sus vidas, pero la complejidad y variedad de factores y situaciones a considerar es
mucho más vasta.
Justamente, esto nos lleva a visitar la perspectiva de género en los estudios migratorios y a
aprovechar la efervescencia existente en torno a estas investigaciones (coronadas en la difundida
noción de feminización migratoria). La migración femenina habría alejado la invisibilidad de las
mujeres como actrices de los procesos migratorios, en el marco de la constitución de la economía
global y la creación y reproducción de desigualdades de género. La migración de mujeres
calificadas ha estado prácticamente ausente de este discurso, es decir, la irrupción de la
problemática de la migración calificada adquiere creciente relevancia en América Latina en forma
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disociada de las interpretaciones de género. Hay mucha razones, posiblemente el énfasis en atribuir
a las diferencias salariales un papel prominente, dada la visión dominante basada en la existencia de
estructuras objetivas. Sabemos que los ingresos no siempre son el factor más determinante en la
decisión emigratoria de las personas con calificación y este parece ser el caso de muchas mujeres.
Como en la migración en general, el entrecruzamiento de la problemática migratoria con la
perspectiva de género supone desplazar la imagen asociacional de la migración de las mujeres y la
búsqueda de las motivaciones típicamente femeninas para migrar. Pero en el caso de la migración
calificada esto tiene especificidades. Desde un punto de vista crítico, al intentar demostrar que las
mujeres también migran por razones productivas, se corre el riesgo de construir como única razón
de ser del inmigrante al trabajo: “el propio inmigrante, desaparece en el momento en que desaparece
el trabajo que los crea a ambos”, como apunta Sayad. La idea de las motivaciones típicamente
femeninas corre también riesgos: adscribirlas a una lógica naturalista para pensar las diferencias de
género.
La decisión migratoria es un proceso complejo que se resiste a una reducción clasificatoria entre
autonomía o dependencia. En las negociaciones intergenéricas se observa habitualmente que, de
manera más atenuada, el dispositivo de género también opera en las mujeres calificadas según su
“lógica” fundante (la desigualdad a favor del hombre), como lo ilustran entrevistas a mujeres en
pareja y que son madres, donde no se toma la decisión de partir por una razón estricta y
directamente vinculada a su formación. La evidencia es clara también por el lado de que entre las
mujeres que al momento de emigrar no tienen ningún vínculo de pareja, la razón más ampliamente
mencionada como causa de la decisión migratoria se relaciona directamente con su formación:
realizar o continuar estudios de postgrado. Más allá de lo aparentemente evidentes de estas
distinciones, en la vida cotidiana de muchas de estas mujeres con vínculos familiares la maternidad
es un elemento que no favorece las rupturas de la dominación masculina, lo que se extiende a la
determinación de la permanencia y a la planificación del retorno.
Desde otro punto de vista, se pone en evidencia que las mujeres calificadas toman sus decisiones
migratorias de modo no exclusivamente individual, quizás más acentuado que en el caso de otras
migrantes a quienes los salarios bajos que se les ofrecen, como las restricciones de ingreso que
enfrentan y las regulaciones en sus lugares de trabajo, hacen que el movimiento sea, en muchos
casos, solitario. La migrante calificada cuenta con ventajas insustituibles, y puede aspirar a
conseguir un puesto de trabajo con mejor paga, uno de los derechos que viene asociado con el título.
Estas vivencias conducen a un nudo temático importante en el cruce entre calificación y género: la
dificultad por llevar adelante para algunas mujeres profesionales sus roles de madre, ama de casa y
profesional o, puesto en otros términos, la encrucijada entre la producción y la reproducción, que
persiste en las mujeres migrantes.
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