Poiesis - Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud

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Cifra 6
Poiesis y la fabulación de la historia
El Castelli de Rivera
Clara Inés Pilipovsky1
¿(…) el invierno llega a las puertas de una ciudad
que exterminó la utopía pero no su memoria?
Andrés Rivera
Introducción
Distanciada de la perspectiva en la que se posicionó la novela histórica, la novela política en la década del ’80 del siglo XX funcionó con una
mirada sobre el pasado en la que había una necesidad imperiosa de dilucidar el enigma de la realidad argentina.
El trabajo de análisis, transcurridas casi tres décadas, adquirirá otro
giro. Se revisará a la luz del bicentenario: La revolución es un sueño eterno2
de Andrés Rivera ([1987] 1993); en este caso la mirada indagará desde
una perspectiva etnográfica, algunos elementos de la referencia histórica propiamente dicha, construidos alrededor de la figura de Castelli. Los
discursos y/o documentos de la investigación histórica en los que se pudo
haber apoyado Rivera para la construcción del personaje.
Andrés Rivera formula un discurso interrogativo sobre el pasado argentino y va revelando una serie de características sobre el nacimiento
de nuestro país a comienzos del siglo XIX. Los resultados tienen rasgos
de dramatismo: hay momentos, partes de nuestra historia que parecen
repetirse inexorablemente. Castelli está construido como si fuera nuestro
contemporáneo. A pesar de la distancia que nos aleja del tiempo histórico
que le tocó vivir. Los agitados días de Mayo de 1810 están muy lejos. Fue
uno de los representantes de la Primera Junta de Gobierno y el gran orador de la revolución.
Recluido en su casa, Juan José Castelli es un derrotado como hombre
político y está consumido por una enfermedad que lo llevará a la muerte.
1 Doctora en Letras. Prof. Adjunta de Lit. Hispanoamericana I y Lit. Hispanoamericana
II de la Fac. de Humanidades, Cs. Sociales y de la Salud de la Universidad Nacional de
Santiago del Estero. Directora de Proyecto financiado por CICYT UNSE. Publicaciones
nacionales e internacionales. Correo electrónico: [email protected]
2 Las citas corresponden a esta edición.
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Escribe en la escenificación del texto, en un cuaderno de tapas rojas sus
recuerdos y pensamientos.
Los tiempos de las fuertes polémicas con los antagonistas políticos
quedaron atrás. El deseo y la necesidad de construir entre todos un país
soberano libre y justo es un deseo frustrado, que se convertirá en la obsesión de sus últimos momentos: “(…) ¿que revolución compensará la pena
de los hombres?” (Rivera, 1993: 172).
De los hechos
El 6 de setiembre de 1810 Juan José Castelli fue nombrado representante de la Junta en la expedición al Alto Perú, hacia donde partió con
precisas instrucciones secretas, redactadas por Moreno, en las que se establecía que debía levantar a la “indiada”. El avance de las tropas porteñas
produjo, sin embargo, un realineamiento de las fuerzas y modifico el sistema de lealtades existentes.
(…) El nuevo lenguaje de los derechos del hombre, fundado en el derecho natural, tuvo una traducción original en la proclamación del fin de la servidumbre indígena, realizada por Castelli el 25 de Mayo de 1811 frente a las ruinas
de Tiahuanaco. (Goldman, 2009: 119-124).
Así es que después de haber declarado el gobierno superior con la justicia que
reviste su carácter que los indios son y deben ser reputados con igual opción
que los demás habitantes nacionales a todos los cargos, empleos, destinos, honores y distinciones por la igualdad de derechos de ciudadanos, sin otra diferencia que la que presta el mérito y la aptitud… (Goldman, 2009: 61).
La política a favor de los indios propuesta por el representante de la Junta
amenazaba el estatuto sólidamente arraigado de las castas en al Alto Perú.
(Goldman, 2009: 119-124).
Castelli tuvo un triunfo importante en la expedición comandada por
el contra las tropas realistas en la Batalla de Suipacha el 7 de noviembre
de 1810. Meses más tarde en junio de 1811, las tropas patriotas sufrieron la
derrota en Huaqui. Castelli fue llevado a juicio en Buenos Aires y acusado
de promover ideas de “independencia”. (Goldman, 2009: 184)3.
3 “La experiencia radical de Castelli en el Alto Perú”. La nota documentada remite al “Proceso formado al doctor Juan José Castelli, 1811-1812. Agregado a la Causa del Desaguadero”, en Biblioteca de Mayo, Archivo General de la Nación, T. XIII, pp. 11.778 a 11.850. La
causa del Desaguadero es la trabajada y escenificada en el texto de Rivera.
El texto de Goldman da cuenta del pensamiento de Moreno, sus avatares, posiciones y
muerte misteriosa. Castelli estuvo en la misma línea política que Moreno. Moreno publica
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Poiesis y la fabulación de la historia. El Castelli de Rivera
De la ficción
Entonces el proceso a Castelli es realizado por el gobierno de la Junta
y el Triunvirato entre 1811 y 1812, donde es acusado de ser culpable de la
derrota del Desaguadero como también se llamó a la derrota de Huaqui.
El texto de Rivera obliga a releer la Historia, tratar de leer los entredichos que toda reivindicación utópica implica e indagar sobre el difícil
recorrido de la verdad de nuestra gesta revolucionaria.
La revolución es un sueño eterno plantea una serie de preguntas sobre
las marcas de un discurso literario, ideológicamente opuesto al discurso
de la historiografía oficial. Rivera interroga además sobre las estrategias
de representación de la Historia del discurso literario. El texto nos lleva a
revisar los controversiales orígenes de nuestra historia, a partir de un referente que es el pasado y la relación crítica con nuestro presente, sobre todo
enmarcado en los tiempos de la producción del texto: la posdictadura.
Tras el juicio a Castelli, encubierto en el juicio por la derrota de Huaqui, el referente histórico principal es la derrota de los Jacobinos de la
Revolución de Mayo. Castelli que fue el orador de la Revolución, el representante de la Primera Junta en el Ejército del Alto Perú tiene, paradójicamente, un cáncer de lengua que le impide hablar. El personaje literario
elige el silencio mostrando en él su impotencia. Escribe porque calla. La
escritura es un gesto y una estrategia. Escribir implica conservar la memoria. En el texto la construcción de la memoria tiene además un valor ético.
Escritura y memoria recuperan una verdad, la de la gesta revolucionaria
que polemiza con el silencio de la historia oficial. Hay un gesto de preservación al recuperar la vida de Castelli. Esa es precisamente la función conservatoria de la literatura (Lepenies, 2003). Ella descarta la historia lineal
para replantear el concepto de apropiación cultural en términos de cortes
y cruces. Michel de Certeau (1996) se refiere al gesto del historiador como
el de alguien que deambula. Quien mejor que los escritores para entender
este gesto. Nicolás Rosa habla de “interferencia” (1990). Interferencia es
el juego de interrelaciones entre Rivera y los documentos de la Historia.
Desde allí, tanto Castelli como Rivera escriben la Historia porque saben
que “el invierno llega a las puertas de una ciudad que exterminó la utopía
pero no su memoria” (Rivera, 1993:15).
el Contrato Social de Rousseau, adaptado a la realidad americana del Río de la Plata para
instruir a las escuelas primarias sobre “los inalienables derechos del hombre” junto a otras
ideas fundamentales del nuevo discurso político, medida suprimida con el alejamiento de
Moreno (Goldman, 2009:134- 149). “La memoria de Moreno, o la revolución inconclusa”,
nombre de un capítulo del libro de Goldman, atraviesa el texto de Rivera en la figura de
Castelli.
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La construcción de la memoria escenificada en el texto sabe que el
proceso fue injusto; que a la Historia oficial no le interesó lo que hizo
por la patria como Representante de la Primera Junta, como Orador de la
revolución. A esa memoria, en su interferencia, le interesa mostrar como
corrompe su imagen pública. Por eso recupera la formación religiosa que
recibió el joven Castelli en Chuquisaca.
(…) un hombre –enseñan los indesmentidos vicarios de Cristo– no es igual a
otro hombre, a menos que los dos sean ricos; y todos los seres vivientes son
criaturas de Dios, salvo los negros, indios, judíos y bestias similares (Rivera,
1993: 23).
A su vez en un informe de un agente de la Secretaria de Estado de los
Estados Unidos, que pasó por Buenos Aires se lee:
(…) el doctor Castelli, hombre de destacado talento y audaz intrepidez, que
fue en todo momento el principal instigador de la revolución, expuso en una
réplica fogosa el proceder titánico y la conducta venal del virrey depuesto y de
sus corrompidos ministros, hizo ver enérgicamente la necesidad de un cambio
y ridiculizó los principios expuestos por aquel ilustre hipócrita (volviéndose
hacia el obispo de Buenos Aires), de que los reyes derivaban su poder del cielo.
Prorrumpió entonces en un torrente de invectivas tales contra el obispo que
este se vio obligado a retirarse de la asamblea? (…) Castelli es el más capaz, el
más elocuente, el más corrompido y el más carente de principios de los cabecillas de la revolución (Rivera, 1993: 118).
La memoria preserva cuando hay una conciencia de la significación
de este gesto. Asociado a ella el texto despliega una concepción de la historia, una filosofía de la historia de los revolucionarios.
El texto impugna desde el lugar de la derrota una realidad que venció
la utopía. Por eso Castelli se pregunta sobre la forma en que se escribe la
Historia. “Qué nos faltó para que la utopía venciera a la realidad? Qué derrotó a la utopía? Escribo de causas o escribo de efectos? Escribo la historia
es una carencia, no la carencia de una historia” (Rivera, 1993: 57).
La escritura intentará ocupar la “carencia” de la historia. Desde ese
lugar mirará el fracaso de la revolución o su derrota, teniendo en cuenta
los principios jacobinos, así como una inversión en la figura de los héroes
revolucionarios. Castelli se pregunta: “Yo, ¿quién soy?”. Y en la respuesta
un actor se ríe de la historia y de las vidas que vivió. El personaje Castelli
dice
(…) ni quien fue llamado el orador de la revolución, ni el representante de la
primera junta en el ejército del Alto Perú, ni el hombre que, hoy y aquí, compa- 78 -
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rece sin mas armas que las palabras que expelen su boca y su lengua laceradas,
son Dios (Rivera, 1993: 24).
La pregunta acerca de la identidad de Castelli se relaciona con la del
sujeto histórico en el campo de la historiográfica argentina. Es el sujeto
fragmentado en diferentes rostros que deconstruyen la visión unívoca de
la historia oficial y que da cuenta en esa multiplicidad de lo silenciado, de
lo omitido en la tradición canónica.
¿Que juré yo, y a quién, ese 25 de mayo (…) sobre el hombro de Saavedra?
(…) Juré, (…) esa mañana helada como el infierno, con el intolerable presentimiento de que habíamos irrumpido, demasiado temprano en el escenario de la
historia? (…) (Rivera, 1993: 152).
Juré que no vería (…) a las partidas de perros negros, que devoran a los indios
que escapan de las minas de oro, de sal, de plata (…); juré que yo no vería (…)
los potros del tormento (…) la (…) musculatura de los caballos desapanzurradores, a cuyas cinchas (…) estaban atadas las manos y los tobillos de subversivos del orden público (…) (Rivera, 1993: 153).
¿Juré, de rodillas en la sala capitular del Cabildo, que no iría más lejos que mi
propia sombra, que nunca diría ellos o nosotros? (Rivera, 1993: 154).
Para el personaje, la historia es un escenario tan irreal como el lugar
que ocupa él mismo, y junto con los hombres que lo acompañan son como
marionetas que proliferan en el escenario de la historia.
La Filosofía de la historia que subyace en el texto la concibe como una
construcción, un simulacro que funciona a partir de la interferencia. Del
mismo modo subyace un concepto de revolución. Para el personaje de la
novela junto con los jacobinos la revolución “se hace con palabras, con
muerte y se pierde con ellas.” (Rivera, 1993: 46). No es un cambio de nombres o de hombres ni es como el mismo lo dice “un té servido a las cinco de
la tarde” (Rivera, 1993: 155). La palabra tiene poder y es el de la práctica
revolucionaria, de la representación de un cambio en el sistema. Por eso
se representa a sí mismo como un actor, un “actor de la revolución” para
quien en su utopía “La revolución es un sueño eterno” (Rivera, 1993: 49).
La representación de la historia
En las “Tesis de la filosofía de la historia”, Walter Benjamin (1989)
desarrolla una concepción de la escritura de la historia que trabaja los restos, lo omitido, lo silenciado. A partir de allí puede recuperar una mirada
contrafáctica.
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El sujeto histórico recuperado por Rivera, llevado a juicio por la derrota de Huaqui en 1811-1812, es condenado a la proscripción y desde
allí argumenta su verdad en primera persona. El escritor trabaja/lee los
blancos de los documentos historiográficos con los que revisa los acontecimientos acontecidos. Uno de los documentos es el denominado “Proceso al Dr. Castelli. Su conducta pública y militar desde que fue nombrado
representante hasta después del Desaguadero”. Dicho proceso fue realizado por el gobierno de la Junta y el Triunvirato, publicado en la Biblioteca
de Mayo por el Senado de la Nación, en 1960-1962.
Rivadavia, Juan José Paso y Chiclana ordenan la detención de Castelli
al llegar a Buenos Aires, acusado de ser responsable de la derrota del Desaguadero. Inician el proceso en 1811.
Castelli solicita que se realice el juicio “para que se esclarezca la verdad y que se califique mi conducta pública que tuve en mi comisión”.
Todo ello ante la demora del gobierno y ante la presentación de la “Instrucciones” ordenadas por Rivadavia y dadas a Castelli para que las hiciera cumplir en la expedición que demostraron el cumplimiento de las
mismas por parte del Representante de la Primera Junta.
Los jueces interrogan sobre diecinueve puntos a los testigos. Entre
ellos están Luciano Montes de Oca, Juan José Viamonte, Bernardo Monteagudo Juan Antonio Argerich.
El interrogatorio está orientado a dilucidar sobre dos cuestiones principales. La primera de índole histórica pretende aclarar si la causa de la
derrota del Desaguadero se debió a la ruptura del armisticio firmado entre el ejército patriota y el ejército realista por parte de Castelli. Se constata
que el General realista Goyeneche actúa a traición, no respeta el armisticio
y provoca el ataque del Desaguadero. La segunda cuestión es de carácter
netamente ideológica; evidenciar el jacobinismo de Castelli y a partir de
allí difamar su imagen pública.
El escritor trabaja ambas cuestiones poniendo de relevancia la última.
Desenmascara mediante un discurso paródico la imagen pública de Castelli que construye el gobierno. Reitera en distintos momentos del texto
las preguntas referidas a su ideología política, religión y vida privada. La
escritura deconstruye la imagen oficial y la opone a una contraimagen que
funcione como la verdadera.
El personaje quiere que se deje constancia que “(…) la misión de la
Iglesia no es liberar a los esclavos sino hacerlos buenos”; admite su verdad (…) que proclamó la libertad del indio, que fue declarado maldito por
la Iglesia” (Rivera, 1993: 37). En el juicio no agrega nada a lo que dicen los
testigos y se niega a hablar porque considera que su palabra es inútil.
Rivera reactualiza la posición de Castelli llevándola al presente para
revisar críticamente el fracaso político.
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El otro texto entretejido en la trama es “El Plan Revolucionario de
Operaciones” de Mariano Moreno (1975). No está trabajado de manera
explícita como el Proceso. Pero si es el material ideológico de base que
orienta la práctica política de Castelli y del grupo jacobino de la Revolución de Mayo. En base al pedido de Belgrano de un plan para consolidar
la causa y fundar un Estado independiente y revolucionario, se le encarga
la tarea a Moreno. Castelli fue el primero que cumple el Plan. Castelli y
French fusilaron a Liniers para evitar el contraataque español. Monteagudo, el periodista del grupo de Moreno es encargado de difundir las ideas
del Plan; a su vez, acompaña a Castelli en su marcha al Norte. Belgrano en
su regreso de la campana al Paraguay se entera de la vigencia del Plan, lo
aplica con firmeza y se constituye en uno de los más severos generales.
Los objetivos principales de la Revolución de Mayo consignados en
el Plan son afianzar una política proteccionista (opuesta al librecambista),
instituir un capital nacional basado en la expropiación de las grandes fortunas, proyectar una revolución a nivel continental, llevar adelante una
política de espionaje contra el imperio británico.
La construcción poética de Rivera recupera la utopía diseminada
fragmentariamente a lo largo del texto; busca la verdad en los intersticios
de las luchas ideológicas y políticas del siglo XIX e inscribe los momentos
en que los verdaderos revolucionarios son derrotados.
La escritura de Castelli en los cuadernos rojos es por eso la escritura
de una derrota. Allí dice: “Somos los oradores sin fieles, ideólogos sin
discípulos, predicadores en el desierto. No hay nada detrás de nosotros,
que nos sostenga. Revolucionarios sin revolución: eso somos. Para decirlo
todo: muertos con permiso” (Rivera, 1993: 53).
El gesto de Rivera, es construir a un Castelli casi como nuestro contemporáneo; en él recupera la memoria de un silencio olvidado. En la deconstrucción del personaje emergen sus deseos, sus pesadillas, su ideología jacobina, su concepción de la revolución como “un sueño eterno”,
pero en la realidad la demostración de un proyecto fallido.
Bibliografía
Archivo General de la Nación, Papeles de Castelli, Sala VII, Archivo A. Farini, p.
61, N. Goldman (2009): ¡El pueblo quiere saber de qué se trata! Historia
oculta de la Revolución de Mayo, Buenos Aires, Editorial Sudamericana
Benjamin, W. (1989): Discursos interrumpidos I, Madrid (España), Taurus.
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Clara Inés Pilipovsky
De Certeau, M. (1996): La invención de lo cotidiano. Artes de hacer, México, Universidad Iberoamericana.
Goldman, N. (2009): ¡El pueblo quiere saber de qué se trata! Historia oculta de la
Revolución de Mayo, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, pp. 119124.
Lepenies, W. (2003), Hombres de ciencia y escritores. Las funciones conservatorias
de la Literatura. Publicación de circulación interna para la Cátedra
Análisis y Crítica II. Rosario, Facultad de Humanidades y Artes,
UNR.
Moreno, M. (1975): Plan Revolucionario de Operaciones, Buenos Aires, Plus Ultra.
Rivera, A. [1987] (1993): La revolución es un sueño eterno, Buenos Aires, Alfaguara.
Rosa, N. (1990): El arte del olvido, Buenos Aires, Punto Sur.
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