Antena del SELA en Estados Unidos Secretaria Permanente del SELA No. 72 – 2do Trimestre de 2004 RESUMEN: LOS INTERESES EN COMPETENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA UNION EUROPEA EN AMERICA LATINA Y EL CARIBE – Flujos y acuerdos Comerciales – Consecuencias del Acceso a los Mercados – Consecuencias para el comercio Agrícola – Consecuencias sobre Asuntos No-Arancelarios LOS INTERESES EN COMPETENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA UNION EUROPEA EN AMERICA LATINA Y EL CARIBE Ahora que la Unión Europea se ha expandido de 15 a 25 miembros, parece haber aumentado sus deseos de retar el liderazgo de los Estados Unidos en el sistema de comercio. Con una población y proporción de las exportaciones globales que superan las de los Estados Unidos, la Unión Europea puede reclamar ser uno de las 1 dos superpotencias económicas. Al igual que los Estados Unidos, la Unión Europea está activamente involucrada en las negociaciones comerciales con países de América Latina y el Caribe (ALC). Las dos superpotencias ya tienen tratados de libre comercio (TLC) con Chile y México y están en negociaciones con socios de América Latina. Los Estados Unidos ha acordado TLC con Centroamérica y la República Dominicana y está negociando actualmente acuerdos de esa naturaleza con Panamá y otros tres países andinos (Colombia, Ecuador y Perú); Bolivia podría unirse más adelante. La Unión Europea está negociando un tratado con MERCOSUR y podría comenzar a negociar otros con otras subregiones. Este artículo examina las diferentes perspectivas de las superpotencias y sus socios en la negociación de TLC. Aun cuando los países de América Latina y el Caribe estén interesados primordialmente en asegurar su acceso a los mercados más grandes del mundo, y por ende, motivados por los valores intrínsecos de los tratados, los Estados Unidos y la Unión Europea están al menos igualmente interesados en la utilidad externa de esos instrumentos. Más allá de las metas específicas que las superpotencias tienen en sus negociaciones con países de ALC, sus objetivos principales se vinculan con su comercio mutuo y el liderazgo en el ámbito multilateral. A través de 1 China podría en última instancia merecer consideración como un tercer superpoder económico, pero sería prematuro designarla como tal ahora. Más aún, ese país está apenas comenzando a negociar tratados de libre comercio y no tiene planes de celebrarlos fuera de Asia. los TLC que cada uno de ellos está negociando con América Latina y otras regiones, constituyen una vía mediante la cual estos rivales transatlánticos hacen avanzar sus objetivos que algunas veces están en conflicto con el sistema de comercio multilateral, mediante la construcción de alianzas con países en desarrollo y la constitución de antecedentes que podrían ser repetidos en acuerdos de mayor alcance. Esta dinámica puede ser comparada con lo que sucedió durante la Guerra Fría. Las superpotencias en aquella rivalidad militar, nunca se enfrentaron mediante hostilidades directas sino más bien a través de conflictos entre terceros en la periferia. Igualmente, las superpotencias en esta rivalidad económica no han negociado un TLC entre ellos, habiendo elegido en vez de ocuparse directamente del otro, en la Organización Mundial de Comercio (OMC), hacerlo indirectamente a través de negociaciones con terceros. Los TLC pueden ser usados por países de América Latina y el Caribe con propósitos estratégicos. Uno de los desarrollos más significativos en el sistema global de comercio es el surgimiento de la influencia de los países en desarrollo tanto en la Ronda Doha como en el Acuerdo del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Por lo tanto, como regla general, la disparidad de lo que está en juego, desde el punto de vista económico, conducirá a la mayoría de los países de la región a acercarse a las negociaciones de TLCs de manera diferente a la de las superpotencias. Flujo y acuerdos comerciales Los gráficos 1 al 4 muestran de manera global los flujos comerciales entre las superpotencias y sus socios en la región. Los primeros dos gráficos ilustran la importancia relativa de los mercados de los Estados Unidos y la Unión Europea para las exportaciones de los países del Caribe y de América Latina, respectivamente, mientras que los gráficos 3 y 4 muestran la visión inversa. Esta información comparativa ofrece una retrospectiva de las perspectivas diferentes de todos los participantes en las negociaciones de libre comercio. 2 Gráfico 1: Participación de las exportaciones de los países caribeños destinadas a los Estados Unidos y a la Unión Europea, 2002 Rep. Dominicana Haiti Trinidad y Tob. Belice Bahamas Jamaica Suriname Guyana Barbados Cuba 0% 20% 40% Estados Unidos 60% 80% 100% Unión Europea-15 Fuente: Calculado en base a los datos del FMI. Gráfico 2: Participación de las exportaciones de los países de América Latina destinadas a los Estados Unidos y la Unión Europea, 2002 Brasil EE.UU. Unión Europea-15 Fuente: Calculado en base a los datos del FMI. Incluye únicamente países miembros del SELA. 3 Gráfico 3: Participación de las exportaciones de los Estados Unidos, 2002 Resto del Mundo 57.7% Unión Europea 20.8% Caribe 1.6% Otros países de América Latina 5.8% México 14.1% Fuente: Calculado sobre la base de los datos del FMI. Gráfico 4: Participación de las exportaciones de la Unión Europea, 2002 Resto del Mundo 69.8% Caribe 1.1% Otros Países de A.L. 3.2% México 1.5% Estados Unidos 23.9% Fuente: Calculado en base a los datos del FMI. Incluye únicamente exportaciones extra-UE del UE-15. 4 Lo que está en juego para las superpotencias y sus socios es muy distinto. La información contenida en los gráficos 1 y 2 muestra que la mayoría de los países miembros del SELA tiene por destino de más de la mitad de sus exportaciones, esos dos mercados. Las relaciones son por lo tanto de valor intrínseco elevado para los países de América Latina y el Caribe (la principal excepción del patrón general ocurre en MERCOSUR, el cual –no coincidencialmente- está ahora negociando con la Unión Europea y no con los Estados Unidos); en contraste, hay un solo país Miembro del SELA que es significativo para las dos superpotencias: México sigue solamente al Canadá como socio comercial de los Estados Unidos. Con esa única excepción, los países de América Latina y el Caribe representan comparativamente pequeñas oportunidades de expansión de las exportaciones para los Estados Unidos y la Unión Europea. Toda la región representó solamente 5,8% de las exportaciones de la Unión Europea en 2002 y las exportaciones a la región (deducido México) fueron iguales al 7,4% de las exportaciones de los Estados Unidos. Al tiempo que el valor intrínseco de cualquier relación comercial puede ser bajo, el valor externo de cada acuerdo puede ser bastante significativo. Un acuerdo puede auxiliar a las superpotencias a propulsar otras metas con el socio comercial, mientras que, al mismo tiempo, se sientan precedentes para los tratados en el ámbito multilateral. Algunas de esas externalidades fueron examinadas en el examen previo de la diplomacia comercial de los Estados Unidos (ver el Nº 71 de Antena), que ofrece ejemplos de la manera en que los Estados Unidos ha utilizado los TLC en el propósito de obtener objetivos tan diversos como la promoción de la estabilidad económica y política en el país socio el otorgamiento de recompensa o reconocimiento de la cooperación en esfuerzos antinarcóticos, y la recompensa de iniciativas regionales de paz o (a la inversa), para reconocer el apoyo que un socio particular ha dado en caso de guerra. Las metas políticas y diplomáticas rebasan el alcance de este artículo. Como se discute luego, el foco de este artículo está en las consecuencias prácticas que las estrategias de los Estados Unidos y la Unión Europea puedan tener para los intereses comerciales de los países miembros del SELA. Consecuencias del acceso a los mercados Si los países de ALC están efectivamente enfocados en buena medida en los términos de su acceso a los mercados de las superpotencias, pueden verse desilusionados en el largo plazo por los resultados de estas negociaciones. Podría esperarse un resultado dramático de los TLC si las barreras comerciales fuesen generalmente altas y pocos países tuviesen acceso preferencial al mercado de las superpotencias. De hecho, sólo lo opuesto es cierto: los aranceles promedio de la UE y de los Estados Unidos son sólo una fracción de lo que fueron en el pasado, las cuotas de la mayoría de los países han sido reducidas y los TLC están proliferando rápidamente. Visto de otra forma los TLC hoy ofrecen márgenes de preferencia que son no solamente estrechos, sino que están siendo compartidos con un grupo creciente de socios. Cualquiera de los siguientes tres escenarios ideales podría aparecer en los próximos años. En sólo uno de ellos –aquél que parece ser menos posible- podrían los TLC que están siendo negociados tener consecuencias significativas. Bajo uno de los escenarios, las negociaciones multilaterales podrían ser exitosas en la reducción o eliminación de la mayoría de las barreras restantes de los mercados de las superpotencias. Comienzan desde una base ya bastante baja. En 2003 los aranceles promedio de los Estados Unidos sobre todas las importaciones que ingresaron sobre la base de nación más favorecida, fue de sólo 2%; si se eliminan los textiles, confecciones y sectores de cuero, los cuales representan apenas 8,8% de las importaciones, pero del 53,5% de los aranceles, el promedio se reduce a sólo el 2 1%. Las cifras en lo que respecta a la Unión Europea y otros países industrializados son similares. En tanto que los resultados finales de la Ronda Doha son inciertos, es razonable suponer que los aranceles continuarán declinando. En un segundo escenario, los superpoderes continuarán negociando TLC alrededor del mundo. Si las tendencias presentes continúan, los Estados Unidos y la Unión Europea habrán celebrado acuerdos de esa naturaleza con países en todas partes del mundo, los cuales significan aproximadamente la mitad de su comercio. Los únicos socios importantes con los cuales no están considerando acuerdos de esa naturaleza es con la otra superpotencia, con China y con Japón. Si observamos el primer escenario, el segundo, o –más probablemente- una combinación de los dos, el valor de los TLC declinará. En un mundo donde los TLC son la norma, el principal beneficio de estar amparado por uno consiste en asegurarse de que el país no sea discriminado, en vez de que esa discriminación funcione a favor de uno. Sólo en un tercer escenario, los TLC podrían hacerse valiosos. Aun cuando no muy probable, es posible que los próximos años determinen un freno o inclusive una marcha en reversa de las negociaciones de acuerdos comerciales multilaterales, regionales y bilaterales. En esa eventualidad, a aquellos países que tengan el proverbial “pie en la puerta” con los TLC les irá bien. Consecuencias para el comercio agrícola El campo del comercio agrícola es un tópico especialmente complicado en las relaciones triangulares entre los Estados Unidos, la Unión Europea y los países de América Latina y el Caribe. Las tres partes tienen divisiones internas sobre este asunto: la posición de los 2 Cálculos propios sobre información del US International Trade Comission. Estados Unidos se debate entre las inclinaciones de libre comercio para algunas materias primas y sus tendencias proteccionistas para otras. Los países de América Latina y el Caribe muestran divisiones similares (por ejemplo entre los agricultores de subsistencia y los que están orientados a las exportaciones, y entre aquellos exportadores que dependen del acceso preferencial en relación con los que son competitivos en el marco global), y la UE está batallando para establecer reformas internas que puedan permitir la liberalización de su política comercial altamente intervencionista en el campo agrícola. Este es un aspecto en que las superpotencias comparten intereses comunes: quieren preservar el cuasi duonopolio que hasta ahora han ejercido en la hechura de acuerdos multilaterales sobre comercio agrícola. La intención de la UE y los Estados Unidos de imponer una solución en la reunión ministerial de Cancún de 2003, provocó una oposición aguda de los países en desarrollo; los críticos incluyeron al Grupo de los 20 que exigía importantes reducciones de los subsidios, así como a países de Africa, del Caribe y del Pacífico que solicitaron mayor tratamiento especial y diferenciado. (ver Antena Nº 68 ). Tanto los Estados Unidos como la Unión Europea han diseñado sus políticas de TLC de manera que sus objetivos más amplios sean bien servidos. Sus ambiciones en este campo parecen haber influido mucho, tanto en la selección de los socios para las negociaciones como en el contenido de los acuerdos. Tal como se discutió en un análisis anterior (Antena Nº 71) los Estados Unidos parecen tener la intención de utilizar los TLC como un medio de persuadir a algunos países a abandonar el Grupo de los 20. Seis de los catorce países latinoamericanos que fueron parte del G-20 original se retiraron de la coalición en los meses posteriores a la reunión ministerial de Cancún, y los Estados Unidos comenzó a negociar TLC con esos seis países. Es interesante notar que las negociaciones de la UE y el MERCOSUR involucran a tres de los restantes ocho que son miembros del G-20. Algunos han sugerido que no se trata de una coincidencia y que la Unión Europea está tratando –lo mismo que los Estados Unidos- de debilitar 3 al G-20. Las doctrinas seguidas en las negociaciones agrícolas de los Estados Unidos y la Unión Europea, están de alguna manera convergiendo. En el pasado fueron diametralmente opuestas cuando la UE rechazaba incluir productos agrícolas en sus TLC y los Estados Unidos insistían en que los aranceles y cuotas de todos los productos debían ser eliminados. La Unión Europea ahora incluye productos agrícolas en sus negociaciones de TLC pero mantiene cautela en sus concesiones en cuanto a los productos sensibles. En lo que respecta a los Estados Unidos su decisión reciente de quitar el azúcar de la “mesa de negociaciones” en los TLC podría llevar al aislamiento de otros productos. 3 Véase por ejemplo, el argumento expuesto en Matt Singer, en EU-Mercosur Free Trade: U.S., a Third Wheel? (Washington, D.C: Council on Hemispheric Affairs 2004). 5 Los TLC podrían resultar desilusionantes para aquellos que esperan ver una reducción en los subsidios agrícolas. Para poner esos subsidios en perspectiva, véase que a los Estados Unidos les es permitido bajo el Acuerdo de la Ronda Uruguay otorgar hasta 19 millardos de dólares en apoyo a sus agricultores; esta cifra está apenas por debajo del valor total de los aranceles impuestos por los Estados Unidos a las importaciones de todas las fuentes en 2003. (19,9 millardos de dólares). Al tiempo que los aranceles y los subsidios son de similar magnitud grosso modo, los Estados Unidos los trata de manera muy diferente en los TLC. Mientras que los aranceles se prestan a discriminación –es fácil imponer un arancel al país A y otro al país B-, lo mismo no aplica en el caso de los subsidios a la producción. El principal objetivo de los Estados Unidos en lo que respecta a subsidios agrícolas es obtener compromisos de reducción de los apoyos que otorga la Unión Europea, una meta que puede ser alcanzada mediante negociaciones directas entre Washington y Bruselas. Los Estados Unidos nunca han asumido el compromiso en un TLC de reducir sus subsidios a la producción y rechaza hacerlo en las negociaciones del ALCA. La Unión Europea, que otorga más subsidios aún que los Estados Unidos, toma la misma posición. Consecuencias arancelarios sobre asuntos no Una de las razones por la que las superpotencias prefieren negociar TLC es que esos acuerdos les permiten hacer avanzar sus posiciones en asuntos no arancelarios. Ello quedó quizás bien demostrado durante la Ronda Uruguay, cuando los Estados Unidos promovía los “nuevos temas” de servicios, derechos de propiedad intelectual e inversiones. Los TLC con Israel (1985), Canadá (1988) y México (1992) promovieron los nuevos temas tanto mediante el suministro de demostraciones prácticas acerca de cómo compromisos sobre esos tópicos podrían ser incorporados en acuerdos de libre comercio, como dando una señal a otros socios de los Estados Unidos en cuanto a que Washington estaría preparado a “tomar la vía bilateral” si esos temas no eran tratados en el ámbito multilateral. Los Estados Unidos y la Unión Europea toman posiciones distintas en muchos asuntos hoy en día y cada uno de ellos tiene a los TLC como un método de proseguir sus posiciones divergentes. Los asuntos en los cuales las posiciones de los Estados Unidos y la Unión Europea divergen tópicos tan diversos como políticas de competencia, “principio precautelativo” en la aplicación de medidas sanitarias y fitosanitarias, indicaciones geográficas para productos alimenticios, y la aplicación de sanciones comerciales en disputas de naturaleza política. Si bien el espacio de este artículo no permite un examen detallado de cada uno de estos asuntos, ni una comparación de la manera en que las superpotencias han utilizado los TLC como un método de impulsar sus posiciones respectivas, puede revisarse un asunto que ejemplifica sus puntos de vista divergentes. 6 El comercio de servicios culturales ha sido uno de los temas más contencioso en las negociaciones comerciales trasatlánticas. Ya en la década de los treinta, Estados Unidos se había opuesto a las restricciones europeas a las películas (y luego a los programas de televisión). Mientras que esta disputa está tallada en términos políticos e inclusive filosóficos, en la cual los hacedores de política europeos argumentan que la cultura está fuera del alcance de “algo que no es sino comercio”, hay intereses económicos muy grandes envueltos. Los Estados Unidos disfruta de un gran excedente en el comercio audiovisual, mientras que la competencia europea de Hollywood es sostenida mediante subsidios, cuotas de pantalla y otras formas de apoyo estatal. Esta es una área en la cual algunos países miembros del SELA comparten intereses con los Estados Unidos. Argentina, Brasil y México tienen todos intereses significativos como exportadores de servicios audiovisuales, especialmente de programas de televisión. Junto con los Estados Unidos y siete otros miembros de la OMC esos países son parte del Grupo de Amigos de 4 los Servicios Audiovisuales. Este grupo persigue obtener compromisos de otros países en las negociaciones de servicios de la Ronda Doha. La Unión Europea declara no solamente que no negociará en esta área, sino que espera impedir que otros países asuman compromisos al respecto. Continúa promoviendo la idea de que las reglas de comercio puedan ser modificadas por una “excepción cultural”. Habiendo fracasado en la obtención de tal excepción en el marco de las reglas de la OMC en la Ronda Uruguay, la Unión Europea está trabajando en el presente con Canadá y otros países para promover esta idea en la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Está intentando que la negociación de una convención sobre diversidad cultural incluya una cláusula que permita a los países imponer restricciones comerciales en aquellos casos en que las importaciones sean una amenaza para las industrias culturales nacionales. Los Estados Unidos y la Unión Europea intentan cada uno promocionar sus posiciones opuestas en cada oportunidad disponible, incluyendo los TLC que negocian. La aproximación de los Estados Unidos a las negociaciones de TLCs en el comercio de servicios es bastante ambiciosa, y se basa en un enfoque de “lista negativa”. Ello significa que todos los sectores de servicios están cubiertos por un acuerdo, excepto aquellos que son específicamente exentos por las partes. La Unión Europea, al contrario, negocia sobre la base de listas positivas: sólo aquellos compromisos hechos explícitamente en el acuerdo están cubiertos. Los TLC que las dos superpotencias negociaron con Chile demuestran las diferencias de sus posiciones sobre el comercio audiovisual. No solamente no se incluye los servicios audiovisuales en el cronograma de compromisos sobre servicios en el TLC UE-Chile, sino que el Artículo 95 (2) (b) especifica que el sector audiovisual no está cubierto. En contraste, no hay tal exclusión general en el acuerdo EU-Chile. En lugar de cualquier “excepción cultural” amplia, el TLC establece libre comercio en todos los servicios excepto por aquellas medidas que están específicamente exentas. Por ejemplo, los socios hicieron un intercambio de cartas que especifican que Chile retiene el derecho de aplicar una ley que permite requerir que las estaciones de televisión reserven hasta un 40% del tiempo de transmisión a programas nacionales. Tanto los Estados Unidos como la Unión Europea preferirían alcanzar acuerdos multilaterales que complazcan sus posiciones respectivas sobre este asunto. El acuerdo ideal para Estados Unidos consistiría en el establecimiento de mercados globales para las películas y la televisión que estén completamente abiertos a la competencia; el acuerdo ideal para la Unión Europea sería aquel en el cual los gobiernos nacionales o las entidades regionales mantengan toda la autoridad de imponer medidas en apoyo de sus oferentes nacionales. Frente al hecho de que estos dos ideales eliminan la posibilidad de consenso en el nivel multilateral, la posición resultante de ambas superpotencias es la de recurrir al segundo expediente de obtener acuerdos con socios individuales y subregionales. Esta es una de las muchas razones por las cuales se están negociando TLC con países miembros del SELA. 4 Fuera de América los otros miembros de este grupo de “Amigos” son Taipei chino, Egipto, Hong-Kong China, India, Japón, Nueva Zelandia y el Reino Unido. Secretaría Permanente del SELA, Apartado Postal 17035, El Conde, Caracas 1010-A, Venezuela Tel: 955.7111 / 955.7121 Telefax: 951.5292 / 951.6901 E-mail: [email protected] http://www.sela.org (Depósito legal No. pp 199603CS182, ISSN: 1317-1836)