t 13 p. 25 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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EMPLEO PÚBLICO MUNICIPAL. DISCIPLINARIO. RECUSACIÓN INSTRUCTOR. VIOLACIÓN DEBIDO
PROCESO LEGAL. DERECHO DE DEFENSA. PROCEDENCIA
Reg.: A. y S. T. 13, pág.25 .
En la ciudad de Santa Fe, a los 9 días de mes de octubre del año dos mil ocho, se reunieron en acuerdo los
señores Jueces de la Cámara de lo Contencioso Administrativo Nº 1, doctores Luis Alberto De Mattia y Alfredo Gabriel
Palacios, con la presidencia del titular doctor Federico José Lisa, a fin de dictar sentencia en los autos caratulados
“PEREZLINDO, Silvia Elena contra COMUNA DE COLONIA MASCÍAS sobre RECURSO CONTENCIOSO
ADMINISTRATIVO” (Expte. C.C.A.1 nº 14, año 2002). Se resolvió someter a decisión las siguientes cuestiones:
PRIMERA: ¿es admisible el recurso interpuesto?; SEGUNDA: En su caso, ¿es procedente?; TERCERA: En consecuencia,
¿que resolución corresponde dictar?. Asimismo se emitieron los votos en el orden que realizaron el estudio de la causa, o
sea, doctores Palacios, De Mattia y Lisa.
A la primera cuestión, el señor Juez de Cámara doctor Palacios dijo:
1. La señora Silvia Elena Perezlindo interpone recurso contencioso administrativo contra la Comuna de Colonia
Mascías, tendente a que se declare la nulidad del sumario administrativo iniciado por la demandada; se revea o anule la
resolución n° 193/01, por la que se dispone una prórroga de 90 días “hábiles administrativos” de suspensión; se anule la
resolución n° 194/01, y se ordene su reincorporación e inmediato pago de los haberes caídos, con más sus intereses y costas.
Dice que desde el 1.4.1991 cumplía tareas administrativas, respondiendo órdenes de las autoridades comunales,
desarrollando las mismas con normalidad.
Señala que cuando asumió por primera vez el Presidente comunal Juan Rodolfo Schmidt y su hijo, Juan Luis
Schmidt, como Secretario, se inició paralelamente un período de “desórdenes e irregularidades administrativas harto
escandalosas”, a raíz de lo cual “vecinos electorales de la localidad, conjuntamente con la actora, formularon denuncias ante
la Subsecretaría de Comunas de la Provincia con pedido de intervención del señor Agente Fiscal”.
Destaca que como represalia, por resolución n° 187/01, se le inició un sumario administrativo, suspendiéndola sin
goce de haberes por 90 días hábiles administrativos.
Precisa que el 9.10.2001 formuló su descargo planteando: recusación del instructor de conformidad a lo prescripto
por el artículo 71, inciso a y c, de la ley 9286; que el propio sumariante rechaza la recusación; que el propio recusado
rechaza las pruebas ofrecidas en forma “ilegal”; que en fecha 25.10.2001 se dispone una ilegal prórroga de 90 días más de
suspensión, prohibido por el artículo 184 de la ley 9286; que no conoce los hechos concretos que se le imputan; que a
posteriori se la declaró rebelde por no concurrir a una nula citación; que se dictó la resolución n° 205, por la que se dispuso
la clausura del período de prueba, sin permitirle la producción de ninguna de las pruebas de su parte.
Denuncia hechos nuevos, argumentando la continuidad de las irregularidades (f.75).
A fojas 101/104 vto. amplía la demanda, solicitando la anulación de la resolución n° 209/02, por la que se dispuso
su cesantía, ordenándose su reincorporación, con más sus intereses y costas.
Pone en conocimiento que en autos “Perezlindo, Silvia Elena c/ Comuna de Colonia Mascías s/ Amparo” (expte. n°
787/01), el Juez de Primera Instancia en lo Laboral de la Cuarta Nominación de la ciudad de Santa Fe, dispuso su inmediato
reintegro al lugar de trabajo con el pago de los salarios caídos a partir del 1.4.2001.
En este estado, deja planteado recurso contencioso administrativo tendente a la anulación de su cesantía dispuesta
por resolución n° 209/02 y su ratificatoria n° 212/02, todo ello con más la totalidad de los salarios devengados y que se
devengan hasta su efectivo reintegro, sus intereses y costas.
2. Declarada la admisibilidad del recurso (f. 150), comparece la Comuna de Colonia Mascías (f. 157) y contesta la
demanda (fs. 167/170 vto.).
Luego de una detallada negativa, la demandada refiere a lo que en su criterio quedaría “en pie” de la ampliación de
la “demanda de fojas 101/105".
Dice que el acto administrativo impugnado no puede ser atacado de nulidad “en tanto y en cuanto fue corolario y
resultado de los actos investigados en el sumario administrativo y por tanto trasladar las supuestas e inexistentes ‘nulidades’
de lo que ya no es materia de la litis”.
Considera que no existen elementos válidos que hagan procedente ni mucho menos admisible este nuevo recurso.
Pide el rechazo del recurso, con costas.
Abierta la causa a prueba (f. 173), y producida la que consta en el expediente, alegan las partes sobre su mérito (fs.
642/647 vto. y 648/662 vto.).
Dictada (fs. 666, 692), y consentida la providencia de autos, se encuentra la presente causa en estado de ser
resuelta.
3. De conformidad al artículo 23, inciso a), de la ley 11.330 corresponde emitir pronunciamiento sobre la
admisibilidad del recurso.
La demandada plantea confusamente la inadmisibilidad del recurso, argumentando “que la causal o causales
primigenias del mismo han desparecido”, por ende todo lo objetado en ella “carece absolutamente de validez en esta
instancia” (f. 169).
En este sentido, a tenor de lo precisado por la actora a fojas 116/117, el recurso quedó circunscripto a la
impugnación de los actos que pusieron fin al procedimiento sumarial, es decir, a los actos definitivos que decidieron el
fondo del asunto, habilitando al Tribunal a la consideración y resolución de las pretensiones propuestas y resueltas expresa
o presuntamente en sede administrativa (artículos 3, 4, ley 11.330).
De esta manera, no se advierten razones que justifiquen apartarse del auto obrante a fojas 150 (A. T. 3, pág. 269).
Voto, pues, por la afirmativa.
A la misma cuestión, los señores Jueces de Cámara doctores De Mattia y Lisa coincidieron con lo expresado por el
señor Juez de Cámara doctor Palacios, y votaron en igual sentido.
A la segunda cuestión el señor Juez de Cámara doctor Palacios dijo:
4. Corresponde, en primer lugar, resolver acerca de la tacha formulada por la demandada al testigo señor Miguel
Roque Botta (fs. 369/379).
La demandada tacha al testigo por la “mendacidad” en sus dichos.
Como es sabido, tachas son las causales que, dirigidas a los testigos, invalidan o disminuyen el valor de sus
declaraciones y que las partes hacen presente al Juez para que las aprecie al sentenciar (“Vázquez”, A. y S. T. 5, pág. 151,
entre otros).
No se advierte la concurrencia de ninguna de las causales previstas en el artículo 221 C.P.C.C.; por el contrario, el
planteo se sustenta -como se dijo- en la “falsedad” de las manifestaciones del testigo, con lo que las críticas se dirigen más
al testimonio que al testigo mismo (“Villarruel”, A. Y S. T. 10, pág. 72).
Sin perjuicio de ello, del análisis de las declaraciones, no se infieren elementos que permitan dudar de la
imparcialidad del testigo, máxime cuando la cuestión refiere a circunstancias objetivas, tales como el libramiento, endoso y
rechazo de cheques.
Consecuentemente, corresponde rechazar, con costas, la tacha formulada.
5. De las constancias de las actuaciones administrativas se desprende que:
En fecha 20.6.2001 la Comisión comunal de Colonia Mascías dispone la instrucción de un sumario administrativo
a la recurrente, en razón de haberse detectado irregularidades “en el área de cuentas corrientes, manejo de chequera, pago de
proveedores y anexos” (fs. 1/2, expediente administrativo n° 1/01).
Sustanciado el sumario, por resolución nº 209 del 1.3.2002, la Comisión comunal dispone la cesantía de la señora
Perezlindo (fs. 145/146, expediente administrativo citado).
Contra el acto de cesantía de la actora promueve recurso de reconsideración, siendo rechazado por resolución nº
212 del 5.4.2002 (fs. 97/99, 107/109, de autos).
6. Tal como la recurrente lo precisa, la demanda ha quedado delimitada a la anulación de la resolución n°209/02 y
su ratificatoria, y su reincorporación como el pago de los haberes caídos.
En defensa de su postulación, la actora argumenta, principalmente, la violación a su derecho a la defensa, además
de cuestionar la causa del acto impugnado.
Siguiendo al Alto Tribunal nacional, la potestad del Poder Judicial de revisar los actos disciplinarios de la
Administración tiene limitada su jurisdicción al control de la legitimidad del procedimiento y del acto que se ataca, lo que
no impide verificar si los hechos se encuentran probados y las sanciones ajustadas al texto legal (Fallos: 303:1335; 304:
1335; 306:1792; 307:1282).
A los fines de delimitar las cuestiones a resolver, habré de referirme al tratamiento de las irregularidades
denunciadas.
a. La recurrente recusa formalmente al instructor sumariante, invocando las causales previstas en el artículo 71,
incisos a y c, anexo I, de la ley 9286 (f. 27, expte. adm. cit.).
En primer lugar, habrá de confirmarse la temporalidad del planteo.
Al respecto, ha de advertirse que desde la apertura del sumario hasta la notificación de la vista para el descargo, no
consta en el expediente administrativo comunicación alguna a la recurrente de la designación del sumariante, con excepción
del radiograma por el cual se le informa de la suspensión sin goce de haberes, en el que el señor Juan Luis Schmidt firma en
su calidad de Secretario Administrativo de la Comuna (fs. 1/3, 4, 26, expte. adm. cit.).
En tales condiciones, la recusación formulada al tiempo de evacuar la vista aparece temporánea, debiéndose tener
en cuenta, además, que hasta ese momento la recurrente no había sido citada a prestar declaración (fs. 26/37, 79, expte. adm.
cit.).
En orden a las causales invocadas, las mismas refieren a relaciones de parentesco del instructor y a la existencia de
intereses directos o indirectos en el resultado del sumario.
En este sentido, este Tribunal al otorgar la cautelar solicitada, tuvo en cuenta, en el marco de provisionalidad
propio de estas medidas, que “lo expresado por la Administración en el último considerando de la resolución 187/01 ..., la
denuncia penal obrante en fotocopia ..., y lo afirmado por el instructor en la resolución 2/01 (cuarto considerando; ...),
otorgan verosimilitud a lo aducido por la actora en orden a que habría concurrido la causal prevista en el artículo 71, inciso
a, de la ley 9286, cualquiera sea el alcance que se le otorgue a la expresión ‘denunciante’ a que refiere esa norma” (A. T. 3,
pág. 29).
En las condiciones del caso, aparecen indisolublemente vinculados ambos componentes -parentesco e interés en el
resultado-.
En efecto, tal como se encuentra acreditado: el Presidente de la Comuna, señor Juan Rodolfo Schmidt, y el
sumariante, señor Juan Luis Schmidt, son padre e hijo respectivamente (f. 291, de autos; f. 70, expte. adm. cit.); el propio
sumariante, en su carácter de Secretario Administrativo de la Comuna, es quien solicita la instrucción del sumario (f. 2,
expte. adm. cit.); que del informe elaborado por el Secretario Administrativo se desprende la presunción de que la recurrente
es “en principio autor único y exclusivo de los hechos detallados” (artículo 1, res. 187/01; f. 2, expte. adm. cit.); que con
anterioridad a la iniciación del sumario, el Presidente comunal denunció penalmente a la señora Perezlindo (f. 5); que el
sumariante negó la producción de la prueba de descargo ofrecida (fs. 64/65, 86, expte. adm. cit.); que el sumariante rechazó
su propia recusación (fs. 84/86, expte. adm. cit.); que al formular su dictamen, el sumariante resalta que los únicos actos de
defensa de la imputada se limitaron “a atacar la figura del Presidente” (f. 137); que la recusación no fue resuelta por la
Comisión comunal no obstante haber sido planteada por la recurrente en todas las instancias (fs. 145/146).
En definitiva, en razón de las circunstancias relatadas, la actuación del señor Juan Luis Schmidt se halla teñida de
subjetividad y parcialidad, a tenor de la relación de parentesco con el Presidente comunal, por ende, formando parte de una
compleja trama de intereses personales, familiares y políticos, en desmedro del debido proceso y de la defensa en juicio, y
en definitiva, de los intereses públicos en juego.
En consecuencia, correspondía admitir la recusación formulada, encontrándose encuadrado el sumariante, señor
Juan Luis Schmidt, en los supuestos a que aluden los incisos a y c del artículo 71, anexo I, de la ley 9286.
No obstante que la cuestión tratada sella la suerte del presente recurso, habré también de pronunciarme sobre otro
de los planteos, vinculado también al derecho a la defensa.
b. Iniciado el sumario, el instructor dispone la realización de una “auditoría contable con carácter pericial”, como
así también la incorporación de prueba documental, las que a su criterio “conformarán la prueba de cargo básica al
respecto” (f. 6, expte. adm. cit.).
En fecha 27.7.2001, por resolución n° 1/01, el sumariante dispone la prórroga por diez días del período probatorio
original (f. 8, expte. adm. cit.).
Agregado el informe de auditoría externa, en fecha 13.8.2001 el instructor ordena la clausura del “término de
acumulación de pruebas de cargo”, corriéndole “vista por el término de ocho (8) días a la inculpada .... para que efectúe su
descargo y/o proponga las medidas que crea oportuno para su defensa” (fs. 7/22, expte. adm. cit.).
Habrá de advertirse que hasta esa fecha la recurrente no había sido formalmente informada de los hechos y de las
faltas que se le imputaban, con excepción de la referencia a que se alude en la cédula de notificación de foja 26 del
expediente sumarial, en la que vagamente se le hace saber “que las imputaciones específicas en su contra obran en la
denuncia penal glosada a autos de fecha 21.5.2001 y en el informe pericial contable igualmente agregado a autos”.
Contestada la vista, la recurrente ofrece distintos medios de pruebas, consistentes en: informativa; testimonial;
pericial caligráfica; documental; auditoría legal y contable; e instrumental (fs. 27/37, expte. adm. cit.).
Al proveer la prueba ofrecida, el instructor admitió la prueba documental acompañada; rechazó, lisa y llanamente,
la auditoría por su “notoria improcedencia”, y condicionó a que se fundamentara “la relación o vinculación” con la causa
del sumario respecto a las restantes, en el plazo de tres días y bajo apercibimiento de “tenerla por desistida” (fs. 64/65,
expte. adm. cit.).
Contra dicho proveído la recurrente interpuso recurso de reconsideración, a lo que la autoridad sumarial rechazó
ratificando su criterio, en el sentido “que la agente ofrece pruebas fuera de contexto de sumario sin conexidad lógica con la
imputación concreta a la que deberá ajustar su derecho de defensa” (fs. 73/74, 86, expte. adm. cit.).
En fecha 17.12.2001 se dispone el traslado de las actuaciones para la defensa en los términos del artículo 106,
anexo I, de la ley 9286, en el que la actora ratifica “todas y cada uno de las pruebas ofrecidas en oportunidad de presentar el
descargo”, y sobre la que el instructor decreta un lacónico “téngase presente la ratificación” (fs. 96/103, 121, expte. adm.
cit.).
En fecha 1.2.2002 el instructor clausura el período probatorio, a lo que la recurrente se opone argumentando “que
no se produjeron la totalidad de las pruebas ofrecidas”, lo que es rechazado por resolución n° 1/02 con fundamento en que
“del análisis de los autos surge instada la totalidad de la prueba procedente ...” (fs. 126, 128/129, expte. adm. cit.).
c. Tal como se desprende del relato que antecede, en ninguna de las etapas sumariales previstas, el instructor
admitió la prueba ofrecida por la sumariada, invocando como argumento su improcedencia.
Tanto los artículo 83 como 109, anexo I, de la ley 9286, imponen al sumariante el deber de producir las pruebas
requeridas por el inculpado, salvo su notoria improcedencia.
No es del caso. Tal como lo reconoce la doctrina, la improcedencia refiere genéricamente a pruebas no queridas
por la ley.
En este sentido, los fundamentos desestimatorios del sumariante refieren principalmente a la pertinencia de las
pruebas ofrecidas, cuestión que recién le corresponde valorar en la etapa de la “conclusión” (artículo 111, anexo I, de la ley
9286).
Tampoco es un dato menor el argumento de la actora, en el sentido que ante “las conclusiones de la auditoría
contable” como del “errático funcionamiento económico-administrativo”, las pruebas ofrecidas le permitirían demostrar que
las irregularidades que se le adjudican no le son imputables, lo que por su incidencia en la resolución final en modo alguno
debió ser ajeno a la investigación sumarial (f. 73, expte. adm. cit.).
De esta manera, no se advierte que las pruebas ofrecidas sean manifiestamente improcedentes.
d. De este modo, la recurrente, en toda la secuencia sumarial, no tuvo la oportunidad de ejercer en plenitud su
derecho a ser oída, por ende, de hacer valer todos los medios idóneos a su defensa.
En efecto, la Administración instruyó el sumario con inobservancia de las formas substanciales establecidas,
transgrediendo las reglas del debido proceso y la defensa en juicio, viciando gravemente el trámite y colocando a la
recurrente en un verdadero estado de indefensión.
El orden jurídico no acepta comportamientos que afectan la regularidad del proceder administrativo, utilizables
abstractamente y para cualquier finalidad.
En efecto, el procedimiento administrativo constituye una garantía jurídica, carácter que adquiere especial
relevancia cuando se trata del trámite cuyo objeto es la imposición de una sanción disciplinaria.
En este mismo sentido, calificada doctrina entiende que el procedimiento administrativo cumple una función de
garantía, al proteger tanto al interés público como al particular frente a la ilegitimidad o inconveniencia del obrar de la
Administración Pública, para lo cual debe encuadrarse en un marco procesal de respeto prioritario al ordenamiento jurídico,
comprensivo de todo el sistema normativo (Comadira, Julio Rodolfo, Procedimientos Administrativos, T. I, -Buenos Aires,
2002-, La Ley, págs. 49/51).
El procedimiento administrativo debe reconocer y admitir la garantía del debido proceso legal. En este sentido la
Corte Interamericana de Derechos Humanos consagró que para que exista “debido proceso legal” es preciso que la persona
pueda hacer valer sus derechos y defender sus intereses en forma efectiva y en condiciones de igualdad procesal con otros
(Ivanega, Miriam M., El Derecho de Defensa en el Procedimiento Disciplinario, Cuestiones de Procedimiento
Administrativo -Buenos Aires, 2006-, ediciones RAP, pág. 951).
En estas condiciones, puede afirmarse que se ha consumado, en el sub judice, una violación al artículo 7, tercera
parte, de la Constitución provincial, en cuanto establece que "la persona siempre puede defender sus derechos e intereses
legítimos, de cualquier naturaleza, ante los poderes públicos, de acuerdo con las leyes respectivas", norma que prevé tanto la
tutela de derechos e intereses, de cualquier naturaleza, ante los poderes públicos -tutela jurídica que no puede ser
desconocida ni siquiera por el legislador- como el concreto derecho de defensa que implica -entre otros aspectos- el de ser
oído y el de resistir en todo procedimiento o proceso en términos razonables -de acuerdo con las leyes respectivas- haciendo
valer todos los motivos y argumentos jurídicos en el sostenimiento de los derechos e intereses propios y la pretensión de que
sean valoradas las circunstancias que invoca en su favor el individuo (C.S.J.P.: criterio de "Schreter", A. y S. T. 86, pág.
204, y "Junco", A. y S. T. 159, pág. 87); como así también al artículo 18 de la Constitución nacional (por esta Cámara en
“Vega”, A. y S. T. 11, pág. 315; entre otros).
En definitiva, a la hora de ponderar los intereses en juego, la debida regularidad del sistema goza de una mayor
intensidad, imponiéndole a la Administración actuar en todas las circunstancias con absoluto apego a los principios de la
buena fe y juridicidad.
En consecuencia, corresponde anular los actos impugnados.
Desde ya, se aclara expresamente que la presente decisión de ningún modo cancela la posibilidad de que la
Administración, reconstituida la relación de empleo, ejerza su facultad disciplinaria.
7. Así dispuesto, corresponde resolver las consecuencias emergentes de tal declaración, consistentes en la
confirmación de su derecho al reintegro -provisionalmente dispuesto en autos “Perezlindo” (A. T. 3, pág. 29)-, el pago de
los salarios caídos y los de suspensión.
En primer lugar, en razón de la anulación dispuesta, corresponde reconocer al agente el derecho a su continuidad
en el empleo, ello como derivación del derecho a la estabilidad expresamente reconocido en el Estatuto y Escalafón para el
Personal de Municipalidades y Comunas (artículos 16, 47, 48, 49, ley 9286).
Corresponde así disponerlo, conforme a lo previsto en el artículo 48, anexo I, de la ley 9286.
En segundo lugar, la actora reclama además que se condene a la demandada a pagarle los sueldos dejados de
percibir desde que los mismos se devengaron hasta el momento del efectivo pago.
Con sustento normativo en el citado artículo 48 de la ley 9286 corresponde acceder a lo peticionado, desde el
4.3.2002 -fecha en la que se le notificó la cesantía; f. 148, expte. adm. cit.- hasta la fecha de su efectivo reintegro dispuesto
en el proceso cautelar (“Perezlindo”, citado).
Así también, consecuencia de la anulación dispuesta, corresponde la devolución de los salarios correspondientes a
los noventa días de suspensión preventiva ordenado en el artículo 3 de la resolución n° 187/01 (f. 2, expte. adm. cit.).
Así voto.
A la misma cuestión, el señor Juez de Cámara doctor De Mattia dijo: Adhiero en general a los fundamentos y
conclusiones del Señor Juez de Cámara doctor Palacios, con excepción del último párrafo del punto 6., precedente. Al
respecto corresponde destacar que la Administración a través del sumario instruido ejerció la potestad disciplinaria que se
propone nulificar por vicios en el procedimiento y -en mi criterio, y coincidente con la postulación del colega- comprensiva
de la sanción de cesantía impuesta finalmente por la resolución 209/02.
De ello se sigue que la posibilidad de ejercer nuevamente la citada potestad implicará el doble juzgamiento de la
cuestión sobre la base de un sumario concluido y sancionatorio, como se examina en este pleito, y en el cual no fue
admitido el pleno ejercicio del derecho de defensa de la actora y que en la apertura de otra nueva instancia en la vía comunal
aparecería limitado, con más la vulneración del principio constitucional no bis in idem connotado y de aplicación en el
procedimiento disciplinario.
Así voto.
A la misma cuestión, el señor Juez de Cámara doctor Lisa expresó similares fundamentos a los vertidos por el
señor Juez de Cámara doctor Palacios y votó -con el mismo alcance- en igual sentido.
A la tercera cuestión el señor Juez de Cámara doctor Palacios dijo:
Atento el resultado obtenido al tratar la cuestión anterior, rechazar la tacha formulada a fojas 369/370, con costas a
la demandada. Declarar procedente, con el alcance que surge de las consideraciones que anteceden, el recurso interpuesto.
Anular los actos impugnados, sin perjuicio de que se deja a salvo la posibilidad de que la Administración ejerza su potestad
disciplinaria y, en consecuencia, confirmar el derecho de la recurrente al reintegro conforme al artículo 48, anexo I, de la
ley 9286. Condenar a la demandada a pagar en legal forma a la actora -de conformidad a la liquidación que deberá practicar
la demandada en un plazo no mayor de treinta días de quedar firme la presente sentencia-: 1. los haberes caídos desde el
momento de la cesantía hasta la fecha de su efectivo reintegro dispuesto en el proceso cautelar (“Perezlindo”, citado); 2. los
salarios correspondientes a los noventa días de suspensión preventiva; devengando intereses a la tasa pasiva promedio del
artículo 10 del decreto nacional 941/91. Costas a la demandada. Diferir la regulación de honorarios hasta tanto se practique
la liquidación respectiva.
Así voto.
A la misma cuestión, los señores Jueces de Cámara doctores De Mattia y Lisa dijeron que la resolución que
correspondía adoptar era la propuesta por el señor Juez de Cámara doctor Palacios y así votaron.
En mérito a los fundamentos del acuerdo que antecede, la Cámara de lo Contencioso Administrativo Nº 1
RESOLVIÓ: Rechazar la tacha formulada a fojas 369/370, con costas a la demandada. Declarar procedente, con el alcance
que surge de las consideraciones que anteceden, el recurso interpuesto. Anular los actos impugnados, sin perjuicio de que se
deja a salvo la posibilidad de que la Administración ejerza su potestad disciplinaria y, en consecuencia, confirmar el
derecho de la recurrente al reintegro, conforme al artículo 48, anexo I, de la ley 9286. Condenar a la demandada a pagar en
legal forma a la actora -de conformidad a la liquidación que deberá practicar la demandada en un plazo no mayor de treinta
días de quedar firme la presente sentencia-: 1. los haberes caídos desde el momento de la cesantía hasta la fecha de su
efectivo reintegro dispuesto en el proceso cautelar (“Perezlindo”, citado); 2. los salarios correspondientes a los noventa días
de suspensión preventiva; devengando intereses a la tasa pasiva promedio del artículo 10 del decreto nacional 941/91.
Costas a la demandada. Diferir la regulación de honorarios hasta tanto se practique la liquidación respectiva.
Registrarlo y hacerlo saber.
Con lo que concluyó el acto, firmando los señores Jueces de Cámara por ante mí, doy fe.
Fdo.: DE MATTIA. LISA. PALACIOS. Barraguirre (Secretario)
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