del recetario garciamarquiano

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Mimimanual Garciamarquiano de Medicina Casera
DEL RECETARIO GARCIAMARQUIANO
Ardor anal: pomada de linimento de árnica.
Afección de las amígdalas: tomas de jarabe de rábano
yodado
Ahogos del corazón: masticar ajo con pan.
Anticonceptivo: Cataplasma de mostaza.
Ardor en las asentaderas ulceradas: Compresas de árnica.
Aseo corporal sedante: Aguas terciadas de cocimiento de
hojas de malva y cáscaras de naranja.
Bilis: Vomitivo calmante.
Blenorragia (gonorrea): inyecciones de arsénico y purgación de permanganato, o lavativas de permanganato
y paliativos de azúcar de leche.
Caída del cabello: Glostora, tricófero.
Catarro: Bálsamos pectorales.
Catarro cerebral: Aplicación de vejigatorios.
Colerina: infusión de flores de pasionaria y ajenjo.
Cólico: Hiel de gallinazo.
J. Excelino Salcedo Salazar
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De un “médico” llamado Gabriel García Márquez
Crisis de asma: Vomitivo de tártaro.
Debilidad corporal del enfermo: Abluciones con agua tibia
de salvia o plantas depurativas y “hojas de buen olor”.
Debilidad ocular: tomas de jarabe de tuétano y aplicar
miel de abejas en los ojos.
Deformidad testicular: Toma de miel de abejas.
Desaliento: Bromuro de potasio.
Descendimiento del útero: Aparato de pesario.
Desfallecimiento físico: Infusión de amapolas con goma.
Diabetes: Inyecciones de insulina.
Herida por extracción de muela: Buches de aguasal o de
agua de alholva.
Dolor de cabeza: Analgésico.
Dolor de cabeza por golpe: refrescar la cabeza con agua.
Dolor de cabeza con vómito: Tomas de aceite de castor, cataplasmas en el vientre y bolsas de hielo en
la cabeza.
Dolor de huesos por causa climática: Silicatos.
Dolor de muela: Masticar mastuerzo.
Escaldaduras: Unto de manteca de cacao, o talco boricado.
Espasmos del vientre: Masticar semillas de mastuerzo.
Estreñimiento: píldoras laxantes. Si es agudo, ingerir píldoras purgantes y aplicar lavativas.
Fatiga nerviosa: Reposo absoluto dos horas durante la
digestión y practicar actividad física fuerte.
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J. Excelino Salcedo Salazar
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Fiebre: Té.
Fiebre terciana: Quinina.
Fiebre vacuna: Fenacetina.
Fingimiento de la virginidad femenina: lavado drástico
con agua de alumbre.
Golondrinos. Aplicar piedras calientes.
Herida superficial: Limpiar con enjuague de agua tibia y
limón y azufre.
Herida rancia: extraer los humores con cataplasmas
cáusticos.
Hinchazón local: Compresas de árnica.
Infección venérea: lavados con cocimiento de permanganato y toma de aguas diuréticas.
Infección vesical: Diuréticos.
Insomnio: Brebaje de acónito.
Locura furiosa: baño con agua helada e inyección de trementina que inflama las piernas e impide caminar.
Mal aire: Tapar boca y nariz con pañuelo humedecido
agua de colonia.
Mal de rabia: Hepática terrestre, cinabrio, almizcle, mercurio argentino, purga de antimonio.
Mala noche o trasnochada: Café cerrero mezclado con
un trago de alcohol de caña.
Malaria: Papeletas de quinina.
Malestar de goma (resaca): Comer naranjas.
Malestar general corporal: Aplicar fricciones de alcohol.
J. Excelino Salcedo Salazar
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De un “médico” llamado Gabriel García Márquez
Mejilla hinchada: Refresacar con chorro de agua y tomar
un analgésico.
Para baño medicinal: agua de cocimiento de hojas de
orégano y salvia.
Para conservar vísceras: Saturarlas en alcohol absoluto.
Para el bien dormir: Belladona, o agua de boldo.
Para el bienestar estomacal: Infusión de flores de ajenjo.
Para provocar vómito. Ingerir claras de huevo.
Para sudar la fiebre: Envolverse en una manta de lana.
Piojos: Luego de sacarlos, enjuagar la cabeza con agua
de alhucema.
Quemadura de la piel: Clara de huevo.
Supuración lacrimal: Colirio de agua de manzanilla.
Torcedura de ojo: Vermífugo de epazote.
Tos: Infusión de flores de tilo, o leche de burra tibia con
miel de abejas.
Tranquilizante de nervios: Infusión de flores de tilo, o Gotas de belladona, o semillas de cardamomo.
Trastorno bilioso: Crema de chocolate con queso fundido.
Trastorno de la circulación: Tomas de Vasotón.
Tumor en dedo de pie: Extraer la cabeza del tumor, por
ejemplo, con un destornillador.
Uña irritada: Vendarla con esparadrapo.
Vahídos: Gotas de cornezuelo de centeno.
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J. Excelino Salcedo Salazar
Mimimanual Garciamarquiano de Medicina Casera
ADVERTENCIA
Es éste un pequeño homenaje de un oscuro lector a un
escritor universalmente deslumbrante, porque la obra de Gabriel García Márquez es como un lingote de oro: por donde
se le mire deslumbra.
Y como él escribió más que para usufructo propio, para
deleite del mundo leyente, su creación literaria es de hecho
patrimonio de la humanidad, de ese que hemos tomado en
este trabajo investigativo e interpretativo unas escasas líneas
con el ánimo único y exclusivo de resaltar una de las múltiples
bondades de la literatura garciamarquiana.
Así, pues, esta breve publicación semiensayística obedece
a un propósito privadamente académico, con lo que de esa
forma cívicocultural esperamos contribuir, no tanto a la divulgación del macondiano literato —ya de por sí universalizado—, como a la exploración de su poliédrica obra.
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De un “médico” llamado Gabriel García Márquez
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UNO DE TANTOS PUNTOS DE VISTA
Sobre Gabriel García Márquez, al par de los demás colosos de la literatura universal, inmortalizado en sus obras, no
cesará de hablarse y escribirse en todo tiempo y lugar y desde
inagotables puntos de vista, como éste nuestro que se nos ha
ocurrido tras incursionar, una y otra vez, en el mágico mundo
narrativo garciamarquiano.
Y es que si bien García Márquez no prestó el juramento de
Hipócrates ni —que se sepa— perteneció a la legión de Esculapio, ni, en fin, abrevó en la fuente de Galeno, y lo más cerca
que estuvo de la Medicina, por así decirlo, fue en dos fugaces
ocasiones: la primera como “repartidor callejero de láminas
de propaganda de un jarabe para la tos” (Vivir para contarla,
Cap. 3), en que ante el previsible escándalo familiar no volvió
“a repartir los volantes, sino que los echaba en los caños”
(Ibídem), y, la segunda, como cobrador a domicilio de la farmacia de su padre Gabriel Eligio, quien “renunció a su buen
oficio de telegrafista y consagró su talento de autodidacta a
una ciencia venida a menos: la homeopatía (Op. Cit., Cap.
1); esporádica ocupación en cobranza que el joven “Gabito”
ejerció con mucho placer pero poca gloria, pues en su primer intento de cobro dio con una meretriz que le canceló o,
mejor, le complació en “especie” (Ib., Cap. 3); sin embargo,
aparte del don de escritor excelso, entre los disímiles perfiles
del genio de Aracataca, como los de, verbigracia, periodista, maestro del periodismo, cineasta, mago de la palabra,
virtuoso del realismo mágico, destaca su implícito natural de
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De un “médico” llamado Gabriel García Márquez
médico, en cuanto, por un lado, como la de todo gigante del
mundo de las bellas letras: Homero, Virgilio, Dante, Shakespeare, Cervantes, por ejemplo, la narratoria creación garciamarquiana fortifica la mente y solaza el espíritu del leedor,
ofreciéndose como un legado de inagotable tónico literario a
la humana posteridad, y, por otro lado, el inmortal padre del
mítico Macondo aquí y allí, dentro de su insondable producción describe males físicos y prescribe curas, ora diagnostica o
detalla el estado de salud, la enfermedad de este o aquel personaje novelado o le pronostica esto o aquello y recomienda
o aconseja algún cuidado, algo saludable, fungiendo de esa
forma desde su auroral cuento La tercera resignación hasta su
crepuscular novela Memoria de mis putas tristes como intermitente teórico y práctico en medicina, de ordinario no con
apego al arte curativo homeopático ni incluso alopático, sino
a usanza de naturista, con medicamentos caseros, faceta que,
en resolución, es la que aquí nos proponemos resaltar, para lo
cual hemos realizado una travesía exploratoria, si no a fondo
y plenitud, por lo menos comprensiva de las novelas mayores
del universal escritor cataqueño.
Así las cosas, para fruición del leyente, pues no hay línea
de aquél que no sea para el intelecto como bocatto di cardinale para el paladar, y hasta de pronto dando pie para un
minimanual garciamarquiano de medicina casera, citaremos,
a modo de pies de página, pasajes específicos de las obras
auscultadas, en que el celebérrimo autor se ensaya en la práctica médica, ello siempre a guisa de ejemplo que de pronto
mueva a que otros más entendidos en la materia aborden el
tema con mayor profundidad y profesionalidad a las de quien
aquí como lego ha tenido el atrevimiento de desvelar una cara
más de la multifacética gloria de la literatura universal, hoy
celeste escritor Gabriel García Márquez.
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GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ DE MÉDICO EN…
LA TERCERA RESIGNACIÓN1
(Cuento/1947)
1.-“Un gesto de gato doméstico contrajo sus músculos
cuando lo imaginó perseguido por los rincones atormentados
de su cabeza caliente, desgarrada por la fiebre”.
2.-“Era mejor dejarse morir allí; morirse de “muerte”, que
era su enfermedad. Hacía tiempo que el médico había dicho
a su madre, secamente:
“—Señora, su niño tiene una enfermedad grave: está
muerto. Sin embargo —prosiguió—, haremos todo lo posible por conservarle la vida más allá de su muerte. Lograremos que continúen sus funciones orgánicas por un
complejo sistema de autonutrición. Sólo variarán las funciones motrices, los movimientos espontáneos. Sabremos
de su vida por el crecimiento que continuará también normalmente”.
3.-“Recordaba las palabras, pero confundidas. Tal vez no
las oyó nunca y fue creación de su cerebro cuando subía la
temperatura en la crisis de la fiebre tifoidea”.
4-“(…) el médico ordenó que le hicieran una caja más
grande, una caja para un adulto normal, pues aquélla, pequeña, podría atrofiar el crecimiento y llegaría a ser un muerto
1
Citas tomadas de dicho cuento, publicado en el libro Ojos de perro azul, Grupo
Editorial Norma, Bogotá, 2012.
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deforme o un vivo anormal. O la detención del crecimiento
impediría darse cuenta de la mejoría”.
5.-“No quedaría ya ni un grado de calor en su cuerpo, su
médula se habrá enfriado para siempre, y unas estrellitas de
hielo penetrarían hasta el tuétano de sus huesos. (…); y cuando trate de citar, de repasar cada uno de sus miembros, no
los encontrará. Sentirá que no tiene forma exacta definida, y
sabrá resignadamente que ha perdido su perfecta anatomía
de veinticinco años y que se ha convertido en un puñado de
polvo sin formas, sin definición geométrica”.
LA OTRA COSTILLA DE LA MUERTE2
(Cuento/1948)
1.-“La sangre, arracimada, se le desgajó en la garganta,
en tanto que más allá, en el pecho, se le desesperaba el corazón robustamente, marcando, marcando un ritmo acentuado
y ligero como si viniera de una carrera desbocada”.
2.-“Observó que tenía —no debo seguir usando estos zapatos apretados— un tumor en el dedo central del pie. De
manera natural, y como si estuviera acostumbrado a ello,
sacó del bolsillo un destornillador con el que extrajo la cabeza
del tumor”.
3.-“La tensión nerviosa empezó a ceder lenta pero eficazmente, y advirtió, otra vez, la flojedad, la laxitud de los músculos; se sintió tumbado sobre la colcha blanda y espesa mientras el cuerpo, liviano, ingrávido, traspasado por una dulce
sensación de beatitud y cansancio iba perdiendo conciencia
de su propia estructura material, de esa sustancia terrena, pesada, que lo definía, que lo situaba en una zona inconfundible y exacta de la escala zoológica, y soportaba en su difícil
arquitectura toda una suma de sistemas, de órganos definidos
geométricamente que le elevaban a la arbitraria jerarquía de
los animales racionales. Los párpados, dóciles ahora, caían
2
Citas tomadas de dicho cuento, op. cit.
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sobre la córnea con la misma naturalidad con que los brazos
y las piernas se confundían en un conjunto de miembros que,
lentamente, fueron perdiendo independencia; como si todo
el organismo se hubiera revuelto en un solo órgano grande,
total,…”.
4.-“Cuando se rompió las uñas contra las paredes, rasguñando ese último pedazo de vida que se le iba por entre los
dedos, que se le desangraba, mientras la gangrena se le metía
por el costado…”.
5.-“Era el olor glacial y exuberante que le dejó el aldehído
fórmico de los anfiteatros. Pensó en el laboratorio. Recordó las
vísceras conservadas en alcohol absoluto; en las aves disecadas. A un conejo saturado de formol se le vuelve dura la carne, se deshidrata y pierde su dócil elasticidad hasta convertirse
en un conejo perpetuo, eternizado. Formaldehído. ¿De dónde
saldrá ese olor? La única manera de contener la podredumbre. Si los hombres tuviéramos formol entre las venas seríamos
como las piezas anatómicas sumergidas en alcohol absoluto”.
6.-“El frío de las manos se intensificó, haciéndole sentir la
presencia del formol en las arterias; como si la humedad del
patio hubiese entrado hasta sus huesos”.
7.-“Durante los días en que su hermano estuvo enfermo
no tuvo esta sensación, porque el rostro demacrado, transfigurado por la fiebre y el dolor, con la barba crecida, se había
diferenciado altamente del suyo.
“Pero una vez que estuvo inmóvil, tendido sobre su muerte
total, se llamó al barbero para que “arreglara” el cadáver. Él
estuvo presente, pegado contra el muro, cuando llegó el hombre vestido de blanco y armado con el limpio instrumental de
su profesión… (…) El barbero terminó su labor y con la punta
de las tijeras cerró los párpados del cadáver”.
8.-“La carne se le había puesto suave, adiposa, y creyó
sentir que una sustancia azul lo cubría por entero. Olfateó
hacia abajo la llegada de sus propios olores corporales, pero
sólo el formol de la pieza vecina le agitó las membranas olfativas con un estremecimiento helado inconfundible”.
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