LA SALUS ANIMARUM Y EL EFECTO PENAL INMEDIATO DEL CANON 694 DEL CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO DE 1983 PADRE FRANCISCO JAVIER CALDERÓN TORRES PADRE OMAR CHRISTANCHO DIRECTOR PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE DERECHO CANÓNICO DOCTORADO EN DERECHO CANÓNICO BOGOTÁ 2013 DIRECTIVA RECTOR P. Joaquín Sánchez García S.J VICERRECTOR ACADÉMICO P. Vicente Durán Casas, S.J VICERRECTOR ADMINISTRATIVO Ing. Roberto Enrique Montoya Villa VICERRECTOR MEDIO UNIVERSITARIO P. Luis Alfonso Castellanos Ramírez, S.J SECRETARIO GENRAL Doctor Jairo Umberto Cifuentes Madrid DECANO FACULTAD DE DERCHO CANÓNICO P. Arturo Garceranth Ramos S.J I SIGLAS AAS Acta Apostolicae Sedis. AS Acta synodalia sacrosancti Concilii Oecumenici Vaticani II, I- II, Cittá del Vaticano 1970-1999. CEC Catecismo de la Iglesia Católica. CCDDS Congregación del Culto Divino y de la Disciplina de los Sacramentos. CCEO Codex Canonum Eclessiarum Orientalium. CD Decreto Christus Diminus. CDF Congregación para la Doctrina de la Fe. CEO Congregación para las Iglesias Orientales. CEP Congregación de Propaganda Fide. CI-1 Pontificia Comisión para la interpretación auténtica del Código de Derecho Canónico 1917. CI-2 Pontificia Comisión para la Revisión del Código de Derecho Canónico 1963. CI-V2 Pontificia Comisión para la Interpretación de los Decretos del Concilio Vaticano II. CIC Codex Iuris Canonici. Juan Pablo II CIC17 Codex Iuris Canonici. Benedicto xv. CIC Fontes Codicis Iuris Canonici Fontes. CICO Codex Iuris Canonici Orientali. CIVCSVA Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica. Clar Cleretianum. COD ISTITUTO PER LE ECCIENZE RELIGIOSE DI BOLOGNIA. Com. Commucationes. Const. Constitución. II Corpus Corpus Iuris Canonici. CorpusCivilis Corpus Iuris Civilis. CpO Congregación para los Obispos. CpC Congregación para el Clero. CpR Comentarium pro Religiosis et Missionaris. DicConc Dizionari dei Concili. DicConc Diccionario de Derecho Canónico DICP Dizionario degli Istituti di Perfezione. DZ Denzinger. ES Ecclesiae Sanntae. EIC Ephemerides Iuris Canonici. EsEC Estudios Eclesiásticos. Esquema77 CI-2, Schema Canonum de Institutis Vitae Consecrata. Esquema 80 CI-2, Schema Codicis Iuris Canonici iuxta animadversiones. Esquema 82 CI-2, Schema Novissimum, Cittá Vaticano. Ex. ap Exhortación Apostólica. Ferraris FERRARIS, L., Bibliotheca canónica. Forum Forum. Fuentes 17 Codex iuris Caninici 1917 Fuentes 83 Codex iuris Caninici 1983. IR Instituto Religioso. IS Instituto Secular. IVC Instituto de Vida Consagrada. JC Ius Canonicum. JE Ius Ecclesiae. JP Ius Pontificium. LE Leges Ecclesiae post Codicem Iuris Canonici. III LG Lumen Gentium. GS Gaudium est Spest m.p. Motuo propio. MR Normas directivas Mutuae Relationes. Normae1991 SCER, Normae secundum quas S. C. Nov Novella. PAL-R PIO XII, 1 parte (sobre los religiosos). PB Pastor bonus. PC Perfectae Caritatis. Periodica Periodica de re canonica. SA SCC Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica. Sagrada Congregación Consistorial. SCConc Sagrada Congregación del Concilio. SCDR Sagrada Congregación para la Disciplina de los Regulares. SCE Sagrada Congregación para los Obispos. SCR Sagrada Congregación para los Religiosos. SCRIS Sagrada Congregación para los Religiosos y los Institutos seculares. SVA Sociedades de Vida Apostólica. SVC Sociedades de Vida Común. VC Vida Consagrada. Vol. Volumen. X Decretales de Gregorio IX. IV SUMARIO 1. Visión general de la salus animarum 2. La expulsión de los religiosos 3. Canon 694 del Código de Derecho Canónico de 1983, nuevas disposiciones frente al examen de doctrinas y la expulsión del estado clerical por procedimiento administrativo. 4. La salus animarum y el efecto penal inmediato del canon 694 del Código de Derecho Canónico de 1983. (Aporte de la presente Investigación). V Introducción Habiendo culminado esta investigación sobre “La salus animarum y el efecto penal inmediato del Can. 694 del Código de Derecho Canónico de 1983” se presenta el camino recorrido, en el cual se muestran datos muy importantes en la aplicación del canon 694. En este estudio se encuentran cuatro capítulos llamados de la siguiente manera: capítulo I “Salus animarum” donde se aprecia el especial interés de la Iglesia por cuidar, proteger y llevar a cabo la salvación de los seres humanos, de los bautizados, los fieles y de todo el Pueblo de Dios. Se recogen categorías que ayudan a comprender la ley suprema de la Iglesia la salus animarum, la Iglesia como misterio, el Derecho Canónico y sus características especiales, la justicia, la equidad, el fin sobrenatural, las penas canónicas… Todo esto en búsqueda de un solo objetivo dado por Dios: la salvación del hombre. En el capítulo II, llamado “La expulsión de los religiosos” se hace una síntesis del recorrido sobre la expulsión, de cómo surgió este problema y cómo ha sido tratado en el correr del tiempo, mediante el cual se han hechos grandes experimentos; desde salir del monasterio sin ningún inconveniente, hasta la intervención de los Papas, los concilios y la propia la ley civil. De esta manera, se llega a una sistematización en el Código de Derecho Canónico de 1983, pasando primero por la experiencia de varios casos, llegando luego al decreto quum singulae de 1911, con un elemento nuevo, la apostasía para proceder a la expulsión ipso facto del religioso incorregible. Posteriormente en el Codex Iuris Canonici de 1917, se mantiene la misma postura, llevando el caso por un proceso judicial. En los esquemas preparatorios para el Código de 1983, se estudió la materia sobre la expulsión, llegando a plantear la pena ferendae sententiae en un primer momento, (esquema 1977 y 1980) y en un segundo momento para estos casos las penas latae sententiae, (esquema 1980) predominando en el Corpus Iuris Canonici de 1983, sin ninguna modificación. Se puede decir que hasta el momento esta norma tiene desde 1911 hasta 2013, 102 años, sin ningún cambio o modificación y aparece en el Codex Canonum Eclesiarum Orientalium de 1992. VI El capítulo III, llamado “Canon 694 del Código de Derecho Canónico de 1983, nuevas disposiciones frente al examen de doctrinas y la expulsión del estado clerical por procedimiento administrativo.” Tiene la finalidad de presentar la expulsión ipso facto del canon 694, junto con las nuevas disposiciones frente al examen de doctrinas del año 1997, así como de las nuevas facultades concedidas por su Santidad Benedicto XVI en el 2009 a la Congregación para el Clero, con el fin de tramitar los casos de expulsión de estado clerical por procedimiento administrativo y enviarlos al Santo Padre para que él, en forma específica y decisional, tome la última decisión. Elementos de apoyo, que junto con la salus animarum, demuestran que no es posible la inmediatez del efecto penal del canon 694 del Código de 1983. El capítulo IV, llamado “La salus animarum y el efecto penal inmediato del Canon 694 del Código de Derecho Canónico de 1983”, es el punto álgido de esta investigación; es el aporte que se quiere dar. Se ha desarrollado desglosando parágrafo por parágrafo y numeral por numeral, haciéndole una exégesis por medio de preguntas, argumentadas con autores que se han dedicado al estudio del derecho canónico y especialmente subrayando que la inmediatez del ipso facto, no es posible en el canon mencionado. Su comprensión y aplicación inmediata hacen faltar a la ley suprema de la Iglesia, la salus animarum y a algunos derechos naturales como el de la legítima defensa, que consagra el canon 698; así mismo el derecho a permanecer en la Iglesia y a perseverar en la fe. El canon 694, de forma extraña, perjudica profundamente a la persona, obrando contra del proceder unánime de la Iglesia, que busca siempre la dignidad del ser humano. La misma ley dada por el legislador exige: “nadie debe ser castigado, a no ser que la violación externa de una ley o precepto que ha cometido le sea gravemente imputable por dolo o culpa” El canon 1321, exige hacer toda una investigación previa y minuciosa para llegar a determinar la plena imputabilidad como lo exige la misma ley en el canon 1324, teniendo en cuenta al mismo tiempo los atenuantes y eximentes para llagar a obtener la certeza de los delitos y poder sancionar con justicia al infractor de la ley, en este caso al religioso. El canon 694 no permite hacer una investigación previa ni profunda, llegando a concluir que la inmediatez de dicho canon no es posible. “no es tan ipso facto”. VII Para finalizar esta investigación tan fructífera, se propone: una nueva redacción del canon 694, algunas sugerencias para los superiores mayores, los superiores locales y los religiosos frente a la situación de la expulsión, para lo cual se aportan los conceptos de importantes autores, sobre el tema: Heribert Schmitz. Aportó el concepto de que la salus animarum como principio fundamental del Derecho Canónico y su aplicación son criterio supremo para toda la actividad de la Iglesia. Muestra hasta dónde se debe comprender, desde la persona en su singularidad como punto de partida, pasando por los fieles bautizados y como punto de llegada a todo el Pueblo de Dios. Estudia cómo la Congregación para la Doctrina promulgó un nuevo reglamento procedimental para el examen de doctrinas “Agendi ratio in Doctrinarum examine” 1997, aprobado por su Santidad Juan Pablo II, en forma específica, que consta de 29 artículos, todo referente a estudiar con detenimiento los errores de fe y moral que pueden surgir en un bautizado, reglamento que se ha de tener en cuenta para el canon 694 en estudio. Juan Manuel Anaya Torres. Contribuyó con su recorrido histórico sobre la expulsión de los religiosos a comprender y a sintetizar esta institución tan antigua y a apreciar cómo se ha asumido esta dificultad desde los orígenes de la vida consagrada, llegando al decreto Quum Singulae (1911), pasando al Código Pio Benedictino de 1917, continuando en el Código de Derecho Canónico de 1983 y concluyendo con una referencia a la normativa del Codex Canonum Ecclesiarum Orintalium de 1990. Francis G. Morrisey. Sintetiza en forma muy general la normativa del Código de Derecho Canónico de 1917, pasando por el decreto de 1974 que suprimió el proceso judicial para la expulsión y lo reemplazó por un proceso administrativo, llegando hasta la normativa vigente del canon 694 del Código de Derecho Canónico de 1983. VIII Heribert Heinemann. Recalca la importancia del proceso para el examen de doctrinas; sirve para clarificar las manifestaciones científicas de un autor en cuestiones de fe y de moral que parecen enfrentadas a la doctrina de la Iglesia. Este aporte es muy valioso para comprender especialmente la primera causal del canon 694 “que ha de considerar expulsado automáticamente al religioso que se haya apartado notoriamente de la fe católica” tema de esta investigación. David Albornoz. Estudia detalladamente la apostasía de la fe católica en la normativa de la Iglesia; hace entrever lo delicado que es este tema, se detiene para verificar los derechos naturales de las personas, determinar si se está ante un pecado o ante un delito. Determinar con justicia la pena y especialmente verificar el grado de imputabilidad. También presenta notas sobre la dificultad de operatividad de la excomunión latae sententiae. Este autor es de importancia por sus aportes y esencialmente por que trata el canon 694 tema de la investigación. Su Santidad Benedicto XVI. En el año 2009 concedió explícitamente a la Congregación para el Clero unas facultades especiales para tratar y presentar al Santo Padre para su aprobación específica y decisional, los casos de dimisión del estado clerical in poenam, facultades que hay que tener en cuenta para la segunda causal del canon 694,2. “Se ha de expulsar el religioso que haya celebrado o atentado matrimonio aun civilmente”. Federico Aznar Gil. Presenta una síntesis de la expulsión del estado clerical por procedimiento administrativo, analizando la regulación en el Código de Derecho Canónico y su posterior evolución, para más adelante estudiar el contenido sustancial y procesal de las nuevas facultades especiales. Este aporte ha sido significativo para comprender la propuesta dada por el Santo Padre Benedicto XVI y al mismo tiempo un aporte para esta investigación del canon 694, especialmente para el parágrafo 2. IX Damián Astigueta. Investiga la pena como sanción “las penas y las sanciones se presentan como una serie de medidas que poseen la misma naturaleza jurídica. Esto hace que muchas veces se haga difícil la aplicación de las mismas y muchas veces aparecen tratadas en modo caótico dispersas por el Código de Derecho Canónico”. Este autor trata el tema de esta investigación, canon 694, con “algunas sanciones que no son penas”. Aporte que sirve de apoyo para sostener la propuesta de esta tesis. De igual manera Astigueta nos aporta unos elementos de suma importancia que hay que tener en cuenta en el momento de la sentencia. Se debe determinar si realmente se está ante un pecado pues “porque todo delito es pecado y algunos pecados son delitos”. Esta afirmación lleva frecuentemente a entender que en el momento de juzgar un caso penal, el juez o el superior deben probar previamente que se verificó un pecado, para llegar a determinar el delito y por ende su sanción correspondiente. Se deben tener en cuenta los elementos objetivos y subjetivos para obtener la certeza sobre los hechos, lo cual se logra por el recorrido de la verificación de la imputabilidad: física, psicológica, moral y jurídica. Aporte significativo para este estudio. Andrés Domingo J. Formula cómo el canon 694 “dimisión por el mero hecho o ipso facto” consiste en fulminar una especie de pena como la expulsión automática, sin proceso alguno, sin las garantías explícitas del canon 698. Velasio De Paolis. Afirma que la ley canónica tiende a recuperar al religioso para la propia vocación y para el instituto, más que castigarlo. La expulsión es un acto administrativo mediante el cual los superiores competentes, verificados determinados hechos que se refieren al religioso, para los cuales el ordenamiento prevé la dimisión, cumplidas determinadas solemnidades previstas por el derecho también para la validez, declaran expulsado a un religioso o lo expulsan. X Para terminar se hace la siguiente aclaración metodológica: En la presente investigación se abordó desde un primer momento un método históricohermenéutico, empezando por un recorrido por la salus animarum, fin último de la Iglesia, para posteriormente llegar a analizar el canon 694 y proyectar una mejor redacción y comprensión de dicha norma. En un segundo momento se sintetizó el recorrido histórico sobre la expulsión para comprender el contexto de la evolución de la misma norma, llegando a la normativa vigente del Código de 1983. En un tercer momento se llega a estudiar la norma actual contenida en el canon 694, junto con el examen de doctrinas y las nuevas facultades concedidas a la congregación para el clero. En un cuarto y último momento se llega a culminar con un análisis crítico-exegético del canon 694; aporte de esta investigación. En otras palabras, se partió de lo general a lo particular, llegando a concluir que el ipso facto del canon 694 en la actualidad no es posible. La ruta que se siguió entonces fue: comprensión-interpretación-análisis y proposición. 1 CAPÍTULO I 1. Visión general de la salus animarum “El hombre más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre, la necesidad de Amor” (Benedicto XVI) 2 En este capítulo I “salus animarum” se aprecia el especial interés de la Iglesia por cuidar, proteger y llevar a cabo la salvación de todo el Pueblo de Dios y se recogen categorías que ayudan a comprender la ley suprema de la Iglesia la salus animarum: La Iglesia como misterio, El Derecho Canónico y sus características especiales, La justicia, La equidad, El fin sobrenatural, Las penas canónicas. Todo esto en búsqueda del objetivo dado por Dios: la salvación del hombre. 1.1 La Iglesia. En el credo Niceno constantinopolitano, el creyente afirma: “Credo in Unam, Sanctam, Catholicam et Apostolicam Ecclesiam”1 (Creo en la Iglesia, que es Una2, Santa3, Católica4 y Apostólica5, Catecismo, 1993). Convocada por el Espíritu Santo, la Iglesia de Dios (Versión Bíblica Nueva Jerusalén, 2 Tés 1,4, 1Tim 3,5 3,15) es una llamada santa, hecha por Dios, en Cristo en los últimos tiempos (Rom 1,7; 1 Cor 1,2,), con vistas a su Reino, una construcción espiritual de santidad entre los hombres, un nuevo Israel de Dios. La Iglesia trasmite e irradia a Cristo, luz de los pueblos. El Concilio Vaticano II (1997) dirá: “la Iglesia es en Cristo como un Sacramento o signo de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” (cfr. LG 1, 9,59; SC 1 Este símbolo, une directamente al Espíritu Santo la verdad sobre la Iglesia y sus Notas: Una Santa, Católica y Apostólica. Catecismo de la Iglesia Católica, N° 813. 3 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 823 2 4 5 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 830 Catecismo de la Iglesia Católica, N° 857 3 5,26; GS 42; AG 5;)6. La tarea primordial de la Iglesia entonces, es iluminar la conciencia del hombre, santificarlo y conectarlo con Dios, ya que Él es el Sumo Bien. Siguiendo a Pelegrino (2004), se puede recordar que el bien común de la Iglesia, su propósito, su fin supremo, ultramundano, absoluto, insustituible e inmutable, es salvación eterna de las almas, es decir, objetivo de los miembros de la Iglesia, motivo por el cual la salus animaran se erige como la ley suprema. La Iglesia es por tanto el lugar donde se revela el misterio de Dios, lugar de comunión, de fe, de esperanza, de unidad de toda la humanidad. Álvarez (1987) afirma que “la Iglesia es de institución divina; pero Dios ha vinculado su desarrollo a tiempos, lugares y personas” (p. 20). Así mismo: El Padre Eterno determinó convocar a los creyentes en Cristo en la Santa Iglesia, prefigurada y preparada admirablemente en la historia del Pueblo de Israel, en el Antiguo Testamento y en los últimos tiempos, manifestada por la efusión del Espíritu Santo y que se perfeccionará gloriosamente al fin de los siglos. (Cfr. LG 2, 1997). Como se puede ver, la Santa Iglesia tiene su origen en Dios Padre, en cabeza de su Hijo Jesucristo, fue fundada por el Espíritu Santo y encomendada a Pedro y a sus sucesores hasta el fin de la historia. Como está constituida por hombres, requiere un perfeccionamiento permanente, llevado por la acción del Espíritu Santo en el correr de los tiempos. Para cumplir el designio del Padre, Cristo inauguró la Iglesia y efectuó con su anonadamiento, la redención de los hombres, realizada esta obra, fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés, para vivificar, santificar y dinamizar a la Iglesia; de esta forma los creyentes pueden llegar por Cristo al Padre en un mismo Espíritu. (Cfr. 1 Cor 3,16; 6,19). La Iglesia es la obra del Espíritu Santo, quien desde Pentecostés, la configura como el Reino de Dios. En los labios de Jesús, cuando Él habla del Reino se refiere a la Iglesia. Toda su predicación, sus milagros o signos se encaminan a darle respaldo a su obra. “El mundo fue creado en orden a la Iglesia”, decían los cristianos de los primeros tiempos (cfr. 6 Universale Sacramentum Salutatis: LG 48; GS 45; AG 1 se trata sin duda alguna de las más significativas descripciones sobre la Iglesia. 4 Hermas, vis 2, 4,1; Arístides, apol. 16; Justino, apol. 2, 7). Citando el Catecismo de la Iglesia (1993); “Dios creó el mundo en orden a la comunión en su vida divina, comunión que se realiza mediante la convocación de los hombres en Cristo y esta convocación es la Iglesia” (Numeral 760). Así la Cabeza (Cristo) y los creyentes (miembros) forman el Cuerpo Místico de Cristo (Cfr. Romanos 12,5). “La Iglesia, penetrando en lo íntimo de este Misterio en su lenguaje rico y universal, vive también más profundamente la propia naturaleza y misión; no en vano el apóstol habla del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia” (1 Cor. 6,15). Si este Cuerpo místico es Pueblo de Dios como dirá el Concilio Vaticano II, esto significa que todo hombre está penetrado por aquel soplo de vida que proviene de Cristo. La Iglesia misma como cuerpo, como organismo, como unidad social, percibe los mismos impulsos divinos, las luces y las fuerzas del Espíritu que provienen de Él. Juan Pablo II (1979) dice al respecto que somos miembros vivos del Cuerpo Místico de Cristo que es su Iglesia… que seamos profundamente conscientes de la dignidad y grandeza por el hecho de estar insertados en Cristo como los sarmientos en la vid. A los fieles convocados de entre todas las gentes, los constituyó Cristo místicamente como su Cuerpo. Por medio de los Sacramentos los creyentes se unen a Él, misteriosa y realmente y se le asemejan hasta que Cristo quede formado en ellos (Gal 4,19). La actuación salvífica de Dios, es un Misterium Saluti, que no está en nuestras manos. A partir de aquí aparece como la salvación de Dios. Es la salvación de la humanidad en la historia y en esta concreción es donde aparece la Iglesia como actualización real de la salvación de Cristo (Cfr. O‟Donnell, Ninnot, citado en Manual de Derecho Canónico, 1991). Desde sus orígenes hasta el día de hoy, la Iglesia, Pueblo de Dios, realiza el designio del Padre, en orden a la salvación del género humano, configurándose como misterio de fe.7 7 S.S. Pablo VI, en su carta encíclica Ecclesiam suam, nos recuerda que es Jesucristo el fundador de la Iglesia, Ella, Madre amorosa, dispensadora de salvación, debe profundizar la conciencia de sí misma, meditar sobre el Misterio que le es propio, explorar para propia instrucción y edificación para hallar más luz, más energía y mayor gozo en el cumplimiento de su misión. De igual manera Juan XXIII, en su carta encíclica dice: Madre y maestra de todos los pueblos, La Iglesia universal fue fundada por Jesucristo a todos a lo largo de los siglos, entrando en su seno y bajo su brazo, encontrarán plenitud de más alta vida y garantía de salvación. 5 “Se entra en el Pueblo de Dios, por la fe y el bautismo. Todos los hombres están invitados al Pueblo de Dios, a fin de que en Cristo, los hombres constituyan una sola familia y un único Pueblo de Dios” (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 2009, p. 804). La Iglesia:8 un designio nacido del corazón del Padre, prefigurada desde el origen del mundo, preparada en el Antiguo Testamento, instituida por Cristo Jesús, manifestada también por el Espíritu Santo, misterio de unión de los hombres con Dios, sacramento universal de Salvación, (ideas ampliamente desarrolladas en el Catecismo de la Iglesia, No. 759). 1.2 El misterio de la Iglesia y el Derecho Canónico. La Constitución Lumen Gentium describe el Misterio de la Iglesia como “una realidad compleja en la que se une lo humano y lo divino en una notable analogía del misterio de la encarnación”. La Iglesia como realidad sobrenatural es un misterio de fe, tal y como comenta Benlloch (1994): “La Iglesia es una sociedad, toda ella misterio y espiritual, a la vez, encarnada en estructuras corporales.” (Comentario al canon 1254) Aún con esa luz de la fe, el hombre no puede captar la totalidad de su realidad ontológica. Como lo define el diccionario de cristianismo: “La Iglesia es visible bajo su aspecto social, institucional, jerárquico, sacramental, es decir, como medio de salvación. Bajo su aspecto de comunidad, de los llamados; no se puede separar la Iglesia visible, de la Iglesia invisible como no se puede separar el signo sacramental de la gracia que significa”. Sin embargo el Misterio de la Iglesia de alguna manera es comprensible para el cristiano, de modo que alcance a percibir su esencia y su configuración, aun sin agotar su profunda riqueza. Ella, trasmite a todas las generaciones todo lo que es en sí misma: si Dios es un Misterio, puede decirse lo mismo de la Iglesia que es su obra para el bien de todos los seres humanos. 8 La Iglesia es la vía ordinaria de la salvación y sólo ella posee la plenitud de los medios de salvación (Cfr carta encíclica Redemptoris misio No. 55), también recuerda que la gracia en virtud de la cual todos se salvan tiene una Misteriosa relación con la Iglesia (No. 10). 6 Rahner y Munster pag (1976) sustentan que “la Iglesia es (también y no sólo) una realidad social, una sociedad jurídicamente constituida, cuya dirección suprema está en manos del Episcopado universal, que tiene su cabeza en el Papa de Roma con su poder primacial” (p. 623). La Iglesia se muestra como cuerpo visible, social y trascendental, enérgicamente arraigado a la historia y se encuentra dotado desde sus inicios de una estructura, de normas propias y de un sistema jurídico, conocido tradicionalmente como Corpus Iuris Canonici. Se trata de un factor esencialmente metajurídico y extrajurídico, único y exclusivo; de tipo canónico, fundado en la ley divina. Es inadmisible en otros sistemas jurídicos que se basan en el respeto y la aplicación de las normas positivas. La Iglesia tiene derecho originario y propio9. La doctrina católica ha entendido siempre el Derecho Canónico como un factor esencial de la Iglesia in terris; un factor en expresión de Juan Pablo II connatural a su vida. En efecto, el Misterio de la Iglesia incluye originariamente elementos jurídicos. Jesucristo ha constituido su Reino en este mundo como un Cuerpo social y visible, con una insoslayable dimensión de justicia. (Cenalmor y Miras, 2004, p.29) Para poder interactuar con el mundo, en busca de un equilibrio justo y equitativo, la Iglesia como sociedad visible necesita de un ordenamiento jurídico. El jurista, sin perder su perspectiva puede adentrarse en el Misterio de la Iglesia y comprender la dimensión ontológica de la realidad que implica en la Iglesia su propia esencia y el trasfondo contenido en los cánones que la rigen. Cristo estableció una única y santa Iglesia, dotada de bienes celestiales y constituidos en este mundo, carismáticos y visibles a un tiempo. Estos dos aspectos sobrenatural y terrestre forman una realidad compleja. (LG, 8) La única Iglesia de Cristo, el único Pueblo de Dios. En esa única y misteriosa realidad, hay un núcleo central, a histórico y divino, unido a un aspecto histórico, temporal y humano. 9 Se trata de un derecho genuino, oriundo independiente de cualquier otro derecho al servicio de la salus animarum. 7 Como nos muestra Hervada y Lombardía (en Manual de Derecho Canónico, 1991, p. 3031), ese elemento histórico y temporal es la realidad de la Iglesia in hoc saeculo, el conjunto de hombres viatores, discípulos de Cristo, unidos en la comunidad cristiana, constituida en sociedad presidida por sus legítimos pastores siendo la Iglesia sociedad visible y realidad social, el derecho surge como parte integrante de su misma esencia. El derecho es en la Iglesia un aspecto constitutivo de su nuclear dimensión de justicia del designio trinitario. En la mente de Dios, el tema de la justicia es de suma trascendencia, como lo demuestra todo el Antiguo Testamento, en el cual la intervención divina siempre se manifiesta allí donde el pueblo clama pidiendo justicia, porque el principio Suum cuique tribuere (dar a cada uno lo suyo), aparece como dimensión inseparable del total Misterio de la Iglesia, que ha de realizarse hic et nunc, en la etapa terrena del plan divino donde la Iglesia es aquí y ahora el Pueblo de Dios. En el cuerpo del Código de Derecho Canónico aparecen elementos de orden divino y elementos de orden humano. Tal y como es definido en el Diccionario de Derecho Canónico por Corral, (1989) “Lo primero que tiene que tener en cuenta lo canónico, es lo humano. Una bien entendida centralidad del hombre constituye un dato previo, un verdadero existencial filosófico, teológico y jurídico. Un Derecho Canónico sin sentido para el hombre no es canónico.” El orden divino se refiere a la voluntad de Dios hacia la Iglesia y específicamente a la voluntad de Cristo10, de darle a cada uno lo que es suyo; principio fundamental de la justicia y característica del ser cristiano dentro de la organización de la Iglesia que Él fundó. 10 No puede entenderse lo canónico, si no es parte de la única y universal mediación de Cristo y si no tiene en cuenta que Cristo es el único mediador de todo sentido. Por eso el Derecho Canónico tiene que ser: derecho sacramental y esta sacramentalidad radical no puede entenderse más que a la luz del Misterio de la encarnación, del Misterio de Cristo como Sacramento primario de salvación y del Misterio de la Iglesia Sacramento universal de salvación. (Diccionario de Derecho Canónico, 1989) 8 La voluntad de Dios, no constituye en la Iglesia un ordenamiento distinto del humano; ambos conforman un solo orden jurídico. La Iglesia por su parte busca ser fiel a la voluntad de Cristo concretando unas normas de convivencia por medio del Derecho Canónico11. El fin del Código no es suplantar en la vida de la Iglesia, la fe de los fieles, su gracia, sus carismas y sobre todo su caridad. Por el contrario, el Código tiende más bien a generar en la sociedad eclesial un orden que, dando la primacía al amor, a la gracia y al carisma, facilite al mismo tiempo su ordenado cumplimiento en la vida tanto de la sociedad eclesial, como de todos los que a ella pertenecen. (Rincón-Pérez, 2007, p. 403) Los hijos de Dios no pueden recorrer solos su camino, sino que necesitan de una comunidad concreta, la Iglesia, donde se hace necesaria la ley canónica, es por este medio como puede conformarse dicha comunidad ordenada a su fin último. De ahí la importancia de considerar el trasfondo del misterio del Derecho Canónico12, dentro del misterio ontológico de la Iglesia. 1. 3 El Derecho Canónico Partiendo de los presupuestos anteriores: la Iglesia como designio divino, la Iglesia como sociedad y la Iglesia como misterio, necesita para su realización un ordenamiento jurídico llamado por los canonistas Corpus Iuris Canonici13. Ghirlanda (1995) en su introducción al Derecho Canónico ofrece tres definiciones sobre derecho: en su carácter eclesial y global, es: “El conjunto de las relaciones entre los fieles dotados de obligatoriedad, en cuanto que están determinados por los diversos carismas, por los sacramentos, por los ministerios y funciones que crean reglas de conducta” (p. 151). 11 El Derecho Canónico tiene que ser evangélico, inspirado en evangelio. Y este esencial carácter evangélico exige evitar defectos y excesos; evitar el gravísimo defecto, posible en toda legislación positiva, de establecer lo que Jesús prohíbe y el exceso de convertir en universalmente obligatorio lo que para Jesús es potestativo y libre. Diccionario de Derecho Canónico (1989) 12 “El Papa Juan Pablo II en la Const. Sacrae Disciplinae Leges insiste luminosamente en el carácter sagrado teológico del Código, que, lejos de sustituir a la fe, a la gracia y la caridad, debe establecer un orden que atribuya la parte principal al amor, a la gracia y a la caridad” (Corral, 1989). 13 Tal y como lo define el Can. 1752 el Derecho Canónico es, pues, un medio que, basado en el derecho divino natural y positivo, organiza racionalmente todos los elementos eclesiales, según justicia, para que la Iglesia pueda cumplir más eficazmente los fines que su divino fundador le enseñó y que en definitiva está ordenado a la salvación de los hombres, que en la Iglesia debe ser siempre la Ley Suprema 9 En su formulación positiva, el derecho se concibe como el conjunto de leyes y normas positivas dadas por la autoridad legítima que regula el entramado de las relaciones intersubjetivas en la vida de la comunidad eclesial y que de este modo constituye unas instituciones cuya totalidad forma el ordenamiento canónico. También se puede definir la ciencia del Derecho Canónico como el estudio y la enseñanza del mismo. Es preciso insistir en que existe una relación intrínseca entre la actividad jurídica como inherente al hombre, en cuanto hombre, en cuanto a ser social y a la actividad jurídica de la Iglesia como sociedad. El hombre redimido en Cristo entra en la Iglesia por el bautismo, con todas las exigencias de su naturaleza, entre otras, pertenecer a un régimen jurídico que garantiza la justicia y la equidad dentro de la misma sociedad. El derecho se hace presente en las relaciones humanas, en la vida social de las personas mediante la cual tiende a establecer un orden específico que responda en lo que es posible a las exigencias de justicia. El origen del derecho está más allá del Estado y de la sociedad: está en el hombre mismo, en su conciencia racional, en la idea de la justicia, como algo inherente a la naturaleza humana. La noción del derecho, su función específica y su realización consisten en “dar a cada uno lo suyo”, afirmación en la cual reside precisamente la justicia. El derecho armoniza, satisface y garantiza las relaciones sociales. En su ejercicio, el derecho 14 ordena armónicamente las relaciones interpersonales y las relaciones mutuas entre el individuo y la comunidad. Satisface las necesidades sociales de justicia15, corrigiendo conflictos y tensiones. Previendo los problemas y ordenando las conductas. Además de ordenar, garantiza la armonía social suscitando la satisfacción de los legítimos intereses. Todo lo anterior se logra al establecer un orden social justo, mediante un ordenamiento cuyo fin es el de estructurar la sociedad. 14 Lo canónico, que, como jurídico es relación de relaciones, ayuda a la armonización justa de todas las demás fuerzas y relaciones eclesiales orientándolas al bien común y a crear los ámbitos de libertad cristiana más amplios y protegidos al servicio del amor. Lo jurídico clarifica la realidad haciéndola más justamente solidaria. (Diccionario de Derecho Canónico, 1989) 15 El Derecho Canónico no es, por voluntad de Cristo, democrático, sino sabia y correctamente paterno en cuanto que traduce la paternidad de Dios de la que participa de modo diverso, pero siempre como servicio de amor y obediencia. (Diccionario de Derecho Canónico, 1989) 10 Pretender la plenitud de la justicia es una utopía, el esfuerzo del Derecho Canónico es apenas un aporte para la organización de la sociedad. Hervada (1991, p. 32) afirma al respecto que el derecho no es algo hecho ni terminado, sino un proceso de realización. De esta manera el derecho no es estático, sino que continuamente se está reestructurando, en un dinamismo de evaluación y de replanteamiento según las circunstancias que se van presentando en el transcurso de la historia. Muchos piensan que el Derecho Canónico es algo retrógrado, que está pasado de moda y aun más, que va en contra del Evangelio y de la verdadera salvación de las almas; son prejuicios injustificados, consecuencia de una mala formación; todos los que piensan así deben superar dichos prejuicios y ver en la Iglesia, en las estructuras y en los causes instituidos, como se ordenan al servicio del misterio invisible de la vida teologal de cada fiel. Y es por tanto que el Derecho Canónico no puede ser estático, fijo, sino que el también evoluciona. El orden logrado por el derecho no es estático, ni algo acabado y perfecto. Al contrario, como la vida social que ordena, supone un dinamismo continuo; y como la justicia que promueve y que nunca se encuentra plenamente realizada, resulta siempre perfectible. (Cfr Cenalmor & Miras, 2004, p. 41) No se trata sólo de una norma establecida por el legislador, sino de una obra ordenadora encaminada a realizar la efectividad práctica en la vida social. En este sentido se requieren normas en beneficio de la humanidad. De ahí la importancia que tiene el Derecho Canónico en relación con la Iglesia y especialmente con la voluntad de Dios a saber, la salvación de las almas. El ordenamiento jurídico tiene en cuenta el principio de justicia y las normas que cumplen la exigencia técnica de generalidad, estabilidad y obligatoriedad. El derecho es una ordenación social imperada, que estructura las relaciones intersubjetivas según principios de justicia inherentes a la realidad societaria humana. El fenómeno jurídico no es precisamente ajeno a la Iglesia, como ha dicho S.S. Juan Pablo II: El derecho es connatural a la vida de la Iglesia. (Cfr, Manual de Derecho Canónico, 1991, p.32 ss) Se puede decir igualmente recordando a Cicerón (citado por Gómez, 1996): “Ubi non est iustitia, ibi non potest esse ius” „donde no hay justicia no puede haber derecho‟. Donde no hay derecho, no puede haber justicia y por ende no puede haber ordenamiento jurídico. En la base del derecho se dan valores tales como: la dignidad de la persona humana, la paz como proceso continuo de solidaridad, la libertad como poder creador para construir un mundo más amable, la convivencia como bien común de la sociedad, la conciliación como 11 forma racional de solucionar conflictos interpersonales y la imparcialidad como raíz de la paz. La actividad de la Iglesia no se agota en la actividad jurídica, que siendo necesaria no es la más importante. Junto al orden de justicia que determina el derecho, incluso el Ius Divinum, existe el orden de la caridad, que establece la ley evangélica. Por tanto se puede decir a manera de conclusión de este apartado que el concepto de política pública es circunstancial, en cambio, para la Iglesia el derecho es un concepto religioso esencialmente dogmático e inmutable, cuyo objetivo final es la escatología. Según la fe cristiana, la historia de la humanidad tiene un sólo fin: la salvación. Éste último es el objeto propio de la escatología. 1.4 Características únicas del Derecho Canónico Identificando las características propias del Derecho Canónico y siguiendo a Cenalmor (2004) El ser y la actuación del derecho, en efecto, son inseparables de ese dar a cada uno lo suyo en que consiste la justicia; de ahí que una norma injusta no sea verdaderamente jurídica. Tan estrecha es la relación entre justicia y derecho que las notas de igualdad, alteridad, o intersubjetividad, exigibilidad y exterioridad, atribuidas clásicamente a la justicia, atañen también al Ius o derecho. (p. 38) Toda Institución requiere de una normativa para su buen funcionamiento. Como se ha podido apreciar, el ordenamiento jurídico de la Iglesia, es muy diferente al ordenamiento jurídico civil de un Estado. El derecho civil está encaminado a la administración de justicia, sin tener en cuenta la persona como tal, en su dimensión trascendental. En cambio, el Derecho Canónico tiene como fin único y primordial la salus animarum. Eso quiere decir que las normas canónicas van más allá del simple ordenamiento jurídico, de ahí su carácter ontológico. Para entender el derecho de la Iglesia hay que partir de la realidad social de la misma Iglesia, de la consiguiente necesidad de normas y del origen positivo divino de ambas realidades. Es este tercer supuesto el definitivo: en rigor ni el mero hecho social de la Iglesia, ni la consiguiente 12 necesidad de normas, bastaría, si Cristo no hubiese instituido la Iglesia, con normas divinas y con la facultad de dar normas eclesiales. (Piñero, 1993, p. 39) “Ubi societas, ibi ius. (donde hay sociedad, hay derecho). A este aforismo romano suele seguirle Ubi ius, ibi societas (donde hay derecho, hay sociedad) para significar la conexión intrínseca entre ambos fenómenos. En otras palabras: donde hay sociedad hay un ordenamiento que responda a las exigencias de la justicia. Nuestra legislación canónica a partir del Concilio Vaticano II adquiere unas características muy peculiares, que bien señala Cenalmor (2004) de la siguiente manera: El Derecho Canónico se distingue de otros ordenamientos civiles o religiosos, por notas o características peculiares. Las características del ordenamiento canónico, como de cualquier sistema de derecho, están relacionadas con la índole y la finalidad del ámbito social ordenado; y pueden conectarse por eso con las notas y la finalidad de la Iglesia. De entre las muchas notas del Derecho Canónico que ha propuesto la doctrina como son el carácter eminentemente personalista, el talante menos formalista, la duplicidad de fueros externo e interno etc. (p. 56) Viladrich (citado por Calvo, 1991) recoge las características más fundamentales: señala cuatro notas específicas del Derecho Canónico, a saber: a) Universalidad: Ha sido creado para toda la humanidad (Cfr LG, 13. CCE, 831) b) Unidad y variedad: La Iglesia es una, lo cual se manifiesta en la potestad del Romano Pontífice, que se extiende a toda la Iglesia (Cfr CD, 11. CCE, 857) c) Plenitud: Goza de total autonomía (Cfr. CCE, 830) d) Elasticidad: Las normas de derecho divino son inalterables. No así el resto de normas canónicas que si se pueden adaptar de acuerdo a las circunstancias de lugar, tiempo y persona, como la equidad canónica y la dispensa. (Cfr Can. 1752. Catecismo de la Iglesia Católica, 824) Otra característica de suma importancia que aparece en los principios directivos del código de 1983 es la Pastoralidad. El Derecho Canónico al igual que la Iglesia persigue efectivamente la salus animarum que es la Ley Suprema de la Iglesia”. (p. 58) 13 De igual manera, Rincón-Pérez (2007) dice: La pastoralidad de este derecho, es decir, su funcionalidad respecto a la misión salvífica de los sagrados pastores y de todo el Pueblo de Dios, encuentra aquí su sólida fundamentación en la eclesiología conciliar, según la cual los aspectos visibles de la Iglesia están inseparablemente unidos a los espirituales, formando una sola y compleja realidad, comparable al misterio del Verbo Encarnado. (p.7) En palabras de S.S. Juan Pablo II dirigiéndose a la Rota Romana: (18.I. 1990): “La pastoralidad es intrínseca a toda norma eclesial” Rincón-Pérez (2007) sostiene que: El Derecho Canónico, es el derecho de la Iglesia, aquel por el que se rige in terris el Pueblo de Dios para la consecución ordenada y justa del bien supremo de la salvación. La obviedad de esta, proporción no menoscaba la necesidad de su formulación, porque es teniéndola presente como se explica la naturaleza de este derecho, en especial su intrínseca dimensión pastoral. Por ser verdadero derecho, trata de ordenar según justicia el ser y el actuar de la Iglesia, pero un ser y actuar que está caracterizado siempre por el espíritu pastoral. (p. 407) Este carácter flexible del ordenamiento canónico se manifiesta especialmente en el fin último pretendido por el derecho en la Iglesia: La “salus animarum” Can. 1752, objetivo primordial en la elaboración de la presente investigación. 1.5 La justicia desde la perspectiva del Derecho Canónico El Derecho Canónico se vive desde la fe y se apoya en la fe, ya que tiene su origen en Dios y desde allí se desarrolla en la Iglesia, como un ordenamiento jurídico basado totalmente en los principios cristianos. El Derecho Canónico es verdaderamente científico16 y está enmarcado en la ciencia teológica. Se basa en la equidad y en el realismo. Es capaz de acomodarse a circunstancias concretas y no se altera con ninguna coacción física. Cenalmor (2004) dice que: “La ciencia canónica del Derecho Canónico estudia el ordenamiento jurídico de la Iglesia, desde sus contenidos más fundamentales hasta los más específicos e inmediatamente prácticos, sirviéndose del método jurídico: analizando la 16 Para profundizar las ramas científicas de la ciencia canónica consultar a Hervada-Lombardía en Piñero (1983, p. 36,37) 14 realidad eclesial desde la perspectiva de la justicia y puede dividirse en distintas ramas científicas” (p. 61). Hablar del Derecho Canónico es hablar de la dignidad del ser humano, fin último del derecho. Se encuentra en la palabra de Dios, que el ser humano “fue creado a imagen de Dios, capaz de conocer y amar a su Creador, constituido por Él, como señor sobre todas las creaturas,” (Gn 1,26; Sab 2,23), “para que las gobernase e hiciera uso de ellas dando gloria a Dios” (Ecl 17, 3-10). Por su naturaleza, el hombre es un ser social que no puede ni vivir ni desarrollarse sin la relación con sus semejantes. El hombre, unitario en su dualidad de cuerpo y alma es, por su condición corporal, una síntesis del universo material, de tal modo que los elementos encuentran en él su plenitud y pueden alabar libremente a su Creador. (Dn 3 57,90). “De ahí que no esté permitido al hombre despreciar su propia vida corporal sino que está obligado a considerar su cuerpo como bueno y digno de honor.” (Cfr. GS 14). El hombre goza de la luz de la mente divina, y por eso se siente superior al universo de las cosas, por su inteligencia. Siglo tras siglo con su propio ingenio, ha creado el progreso en las ciencias. No conforme con sus logros sobre el universo, ha sabido encontrar una verdad más profunda pues su inteligencia no se limita exclusivamente a lo material, sino que es capaz de alcanzar con verdadera certeza la realidad inteligible. La inteligencia del hombre se perfecciona por la sabiduría, en la búsqueda del amor, de la verdad y del bien que lo lleva a la trascendencia. El hombre descubre una ley que no se dicta él a sí mismo y cuya voz suena con claridad; a la que debe obedecer y que lo invita a obrar el bien y evitar el mal. Por la fidelidad a su conciencia, los bautizados se unen a los demás hombres en la búsqueda de la verdad y de la solución a los problemas que se suscitan en la cotidianidad. Para poder hacer el bien el hombre debe gozar de libertad, que es una espléndida señal de la imagen de Dios en el hombre; que al dejarlo en manos de su propia decisión, para que espontáneamente pueda buscar a su Creador llegue libremente a su plena y feliz realización. 15 La propuesta de Dios es que el hombre llegue hasta lo profundo del prójimo, respetando su dignidad como a sí mismo sin exceptuar a nadie. “El respeto a la persona humana pasa por el respeto del principio: que cada uno, sin ninguna excepción, debe considerar la prójimo como otro yo, cuidando, en primer lugar, de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente.” (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, No. 1931) Lo que perturba la dignidad humana es todo lo que atenta contra la vida, todo lo que ofende o viola la integridad, la discriminación social o cultural, de sexo, raza, color, condición social, lengua o religión, incluso ciertas condiciones ignominiosas de trabajo, en sí mismas infamantes y que degradan a la misma humanidad, van en contra del hombre como ser social y trascendente. Las instituciones humanas públicas y privadas esfuércense por servir de ayuda a la dignidad y al fin del hombre, luchando contra cualquier forma de esclavitud social o política y procurando conservar los derechos fundamentales del hombre bajo cualquier régimen político. Más aún, es conveniente que estas Instituciones se pongan, poco a poco, al nivel de los intereses espirituales, que son los más altos de todos. (Cfr. GS 29) Uno de esos niveles es la justicia, objeto y medida intrínseca de toda política. “El orden justo de la sociedad y del estado es una tarea principal de la política. Un estado que no se rigiera según la justicia se reduciría a una gran banda de ladrones.” (Cfr. Carta encíclica Deus caritas est No.28). La Iglesia se rige por normas que en la actualidad se encuentran organizadas en el Derecho Canónico, el cual tiene un trasfondo teológico que se desprende de su carácter sobrenatural. No es lo mismo hablar de un estado civil, que hablar de la Iglesia, pero el ordenamiento jurídico de la misma es igualmente indispensable para su desarrollo. Ampliando el concepto de política, la cual es más que una simple manera para determinar los ordenamientos públicos, decimos pues que su origen y su meta están precisamente en la justicia y ésta es de naturaleza ética. Uno de los retos de todo Estado consiste en saber cómo realizar la justicia, problema que concierne a la razón práctica que ha de purificarse continuamente. “La construcción de un orden social y estatal justo, mediante el cual se da a 16 cada uno lo que le corresponde, es una tarea fundamental que debe afrontar de nuevo cada generación”. (Cfr. Carta encíclica Deus caritas est, No. 28) No es tarea de la Iglesia hacer la política de un Estado, pero sí tiene el deber de ofrecer mediante la purificación de la razón y la formación ética su contribución, para que las exigencias de la justicia sean viables y evidentes. El amor, será necesario incluso en la sociedad más justa, porque ignorar el amor, es ignorar al hombre y por ende a Dios. Santo Tomás, dice en relación a la justicia: “lo primero de la justicia, dentro de las demás virtudes, es ordenar al hombre en las cosas que están en relación con el otro. Implica, en efecto cierta igualdad como su propio nombre manifiesta” (Cfr. Summa Theologica, p. 740). Como virtud cristiana resplandece con la luminosidad de las virtudes teologales. La primera y fundamental virtud de la voluntad, es el amor. Es el amor el que nos abre hacia el otro y nos hace llegar hasta la fuente viva de sus valores. Entonces y sólo entonces viene la justicia entre los dos, o entre el individuo y la sociedad, a regular el orden respecto de los bienes entre los particulares y la sociedad. La justicia puede interpretarse como virtud de la voluntad que establece lo justo respecto de todos los seres que se ofrecen al sujeto, ante todo respeto de las personas o de la sociedad. La justicia en su sentido estricto se realiza con toda claridad donde se exige la perfecta igualdad. (Cfr. Haring, 1973, p. 43) Según el Diccionario de Ciencias Jurídicas, políticas y sociales (2008), la justicia es la virtud que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde y la equidad es la justicia distributiva. Moderación en la aplicación de la ley, atemperando según el criterio de justicia el rigor de la letra, dentro de los principios generales que deben guiar la facultad discrecional del juez. La justicia y el estricto derecho y por consiguiente las normas generales, los procesos, las sanciones y las demás manifestaciones típicas de la juridicidad, siempre que resulten necesarias son exigidas en la Iglesia para el bien de las almas y son por lo tanto, realidades intrínsecamente pastorales… la verdadera justicia en la Iglesia, animada por la caridad y suavizada por la equidad, merece siempre el adjetivo calificativo de pastoral. No puede existir un ejercicio de auténtica caridad pastoral que no tenga en cuenta ante todo la justicia pastoral. (Juan Pablo II, 1990, p.8-9) 17 1.6 La equidad canónica Antes de estudiar la equidad canónica, es conveniente hacer mención del tema en el derecho romano, donde surge ésta como cualidad y exigencia del derecho. Ulpiano comenta “…Unde nomen iuris descendat est: autem a iustititia appellatum”. Mans (1957) afirma que han pasado varios siglos y aun no se han podido separar las dos ideas profundamente enlazadas en consorcio en la rúbrica del primer título de la Digesto: De Justititia et de Iure. Conforme a la definición etimológica, Aequitas de “aequs”: “el derecho es el arte de lo bueno y de lo equitativo” según Celso. Santo Tomás afirma que “la justicia, implica, cierta igualdad” (2-2.Q.57)17. La praxis de la equidad no aparece en el derecho romano primitivo, pues es en la época clásica donde se empieza a tener en cuenta, llegando hasta definir el derecho como: “Ars Boni et Aequi” (Gómez, 1987, p. 30). Más que definir el derecho, los romanos lo sintieron y lo vivieron como el arte de lo bueno y lo pusieron al servicio del hombre y de la vida. Su derecho no fue el producto de un racionalismo abstracto, sino algo que obedecía a funciones y finalidades concretas. Los romanos fueron sacerdotes de la justicia, dirá Ulpiano en la Digesto (Dig.): “Cuius merito quis nos sacerdotes appellet; iustititiam namquem colinus et boni etaequi notitiam profitemur, aequm ab iniquo separantes, licitum ab illicitu dicernentes”18 Es Aulo Gelio quien explica cómo fue la buena fe, bona fides, que convirtió a Roma en un pueblo grande: “la práctica constante de todas las virtudes fue la que hizo pasar tan rápidamente al pueblo romano de la debilidad de su origen al esplendor de su grandeza. La virtud que mejor practicó fue la buena fe”. De igual manera afirma Betti (citado por Ángel, 1996): “La buena fe sostiene…, designa, en general, la conducta correcta y leal que un hombre honorable adopta en sus tratos con los demás”. “Se trata de un comportamiento subjetivo, que uno de los pilares fundamentales de la celebración y ejecución de todo acto 17 Summa Theologica: Important enim aequalitatem quandam, ut ipsum nomen demonstrat: dicuntur enim vulgariter ea quae adaequantur “iustari” 18 Dig, 1,1: “Pues profesamos la justicia y el conocimiento de lo bueno y de lo equitativo, distinguimos lo equitativo de lo inicuo, lo lícito de lo ilícito”. 18 jurídico; es una pauta y un criterio directriz que sirve a las partes que se han obligado para ejecutar sus obligaciones en forma legal y correcta. (Gómez, 1996, p. 43)” Cuando se prescinde de la buena fe, el derecho se torna incapaz para encontrar fórmulas jurídicas que garanticen seguridad y protección. Los romanos, con su lógica propia formularon los tres preceptos del derecho, que fueron capaces de sintetizar todo su ordenamiento jurídico, así: 1. “Honeste viviere; Vivir honestamente 2. Sum cuique tribuere; No dañar al otro 3. Et neminen laedere”; Dar a cada quien lo que le corresponde. (Cfr. Dig. 1,1,10) El derecho civil válido para romanos y extranjeros tiene su fundamento en la equidad y presupone como elemento indispensable la noción de buena fe.19 En cuanto al derecho honorario, mediante la triple función, de suplir, ayudar, y corregir el derecho civil se llega a darle gran utilidad pública. (Cfr. Dig.1.1.7) Teniendo como derrotero las exigencias del “Bonum” y del “Aequum”, los pretores lograron solucionar los conflictos que se presentaban. Para los extranjeros se creó un tribunal exclusivo, por cuanto Roma no podía ser indiferente ante la gran afluencia de forasteros. Roma se fue convirtiendo en una gran Urbe a cuyos mercados llega la riqueza del mundo junto con muchas gentes y se hace indispensable la tendencia hacia lo universal, con el establecimiento de un derecho destinado a regir dentro y fuera de Roma. Con el mérito de haber puesto en práctica principios que Grecia no fue capaz de realizar, como la equidad, con la práctica de este principio surge un Instituto de protección y defensa del extranjero. Roma aplicó la equidad en los tribunales, mientras que Grecia se limitó a dejarla consignada como letra muerta en los grandes tratados. Cic. De Off. 3,17: “El derecho civil no siempre es el mismo que el de gentes; pero el derecho de gentes siempre es lo mismo que el civil” 19 19 La equidad es a la vez cualidad y exigencia del derecho. Puesto que el derecho debe ser equitativo, y si el derecho deja de ser Aequen, deja de ser derecho. Es ahí, en la equidad, donde los romanos encontraron ese cuerpo de doctrina que hará inmortal su legislación. Santo Tomás recordando a San Agustín sostiene: “Que la fuerza de la ley depende del nivel de su justicia.” (Summa Theologica, 1,2 Q 95. A2)20 Nuestra actual legislación canónica está enmarcada por diez principios directivos entre los cuales la equidad ocupa un puesto preponderante.21 En las pautas de la tarea de reforma legislativa del Derecho Canónico “se pedía: que se favorezca la equidad, en la aplicación práctica de las leyes que han de llevar a cabo los pastores de almas y en el mismo establecimiento de las leyes.” (Cfr. Prefacio, Código de Derecho Canónico, 1994) Con el contexto de la relación de derechos de todos los fieles que menciona el canon 221, 222, se relaciona el canon 175223, donde se concreta el principio mencionado, en el cual se instaura la labor de reforma y su aplicación. La equidad canónica es un deber de quien ha de aplicar el derecho. Es a quien debe aplicarlo a quien obliga este mandato. El último canon extiende a todas las actuaciones jurídicas, la necesidad de aplicar la equidad. En “la virtud de la justicia, debe tenerse en cuenta también la caridad, la templanza, la benignidad y la moderación por medio de las cuales se favorezca la equidad… en la aplicación práctica de las leyes” (Cfr. prefacio Código de Derecho Canónico, p. 53 y 55). Hay que tener muchísimo cuidado en no confundir los términos justicia y equidad. Si se entienden adecuadamente las cosas, no existe conflicto entre esos dos conceptos, sino que se busca un resultado equitativo. En todo el Código de Derecho Canónico se busca lo que está expresamente en el canon 1752: hacer un ajuste en aquellas normas donde no aparece explícitamente el espíritu de la salus animarum, ya que la intención de la Iglesia no es la ley por la ley, sino que busca ser 20 Para ampliar más sobre el tema cfr. Revista Universitas Canónica, Pontificia Universidad Javeriana, 3(7), p. 29-40. Los medios para favorecer la cura pastoral: todas las instituciones eclesiales deben ir dirigidas a la promoción de la vida sobrenatural. El ordenamiento canónico, las leyes, los preceptos, los deberes tienen que estar de acuerdo con el fin sobrenatural de la Iglesia. En el Código debe ser manifiesto el espíritu de moderación, cariad, templanza, humanidad. El Código no sólo tiene que tender a la justicia sino también a la equidad, fruto de la benignidad y de la caridad. 22 Si son llamados a juicio por la autoridad competente, los fieles tienen también derecho a ser juzgados según las leyes jurídicas, que deben ser aplicados con equidad 23 (…) guardando la equidad canónica y teniendo en cuenta la salvación de las almas que debe ser siempre Ley Suprema en la Iglesia. 21 20 fiel al mandato de Dios, de redimir al hombre, más que condenarlo, característica de la forma de proceder de la Iglesia. Ese ajuste viene dado por la equidad, que está en el sistema de justicia de la Iglesia, no como una válvula de seguridad que permita desplazar la búsqueda de soluciones extramuros, del derecho, en supuestos especialmente delicados, sino como elemento que pertenece al propio sistema. (Cfr. Manual de Derecho Canónico 4, p. 2002- 2208) Esto quiere decir que quien aplica la ley no debe salirse del sistema de justicia eclesial, sino tener en cuenta un elemento ineludible para que lo justo sea precisamente lo justo canónico, lo justo desde el punto de vista eclesial. Según Lombardía (1991), la equidad es “ver la justicia en el caso, teniendo en cuenta sus peculiares circunstancias, permeada por la benignidad y la misericordia de la Iglesia” (comentario al Can. 19). De igual manera Lavandeira (citado por Marzoa, 2002) aporta un elemento más para comprender el concepto de equidad: “…es el espíritu del Evangelio en el tratamiento de las situaciones subjetivas singulares.” (comentario al canon 1752). La justicia, la equidad y por ende el derecho, deben estar impregnados por el espíritu del evangelio para que lo justo sea justo desde el punto de vista de la justicia canónica y evangélica, en palabras de Juan Pablo II (1990) “la justicia, la equidad y el derecho son connaturales al espíritu del evangelio en la tarea legislativa.” (p.7) Ahora bien, hay que tener cuidado con la epiqueya al aplicar la equidad. “La epiqueya tiene su sede en el juicio prudencial que debe hacer el propio destinatario de la norma de tal manera que, en el fuero de su propia conciencia, pueda eventualmente sentirse eximido de las exigencias de la ley en un caso concreto. (Fernández, 1961, p. 86) La búsqueda de la verdad, según S.S. Juan Pablo II (1990), es la aspiración primera y fundamental del hombre; que ha sido el esfuerzo más noble de las grandes inteligencias de todos los tiempos. El Pueblo de Dios, al que pertenecen quienes son destinatarios de la economía de la salvación, responde a la llamada, a la salud, la acoge y se incorpora a la salvación en la Iglesia. De ahí su preocupación por la salus animarum, suprema ley de la Iglesia, como aparece en el magistral cierre del Corpus Iuris Canonici. 21 1.7 La suprema ley de la Iglesia La intención del recorrido que se ha hecho hasta ahora, confluye en la materia de la salus animarum, ley suprema de la Iglesia, que tendrá su aplicabilidad en el canon 694 del Código del Derecho Canónico, tema específico de esta investigación, que se llevará a cabo en el IV capítulo. En esta Iglesia de Cristo, el Romano Pontífice, como sucesor de Pedro a quien confió Cristo el apacentar sus ovejas y sus corderos, goza por institución divina de potestad suprema, plena, inmediata y universal para el cuidado de las almas. Él, por tanto, enviado como pastor de todos los fieles a procurar el bien común de la Iglesia universal y el de todas las Iglesias particulares, tiene la supremacía de la potestad ordinaria sobre todas las Iglesias. (Cfr. Christus Dominus, 2) La voluntad de Dios es que todos los hombres se salven, voluntad a la que la Iglesia es fiel, por eso en su ordenamiento legislativo no busca castigar al infractor, sino que éste se enmiende, se redima y por tanto se salve. De ahí que el trasfondo del Derecho Canónico es ontológico. El Derecho Canónico apunta más bien a crear en la sociedad eclesial, un orden tal, que, asignando la parte principal al amor, a la gracia y a los carismas, haga a la vez más fácil el crecimiento ordenado de los mismos en la vida tanto de la sociedad eclesial como también de cada una de las personas que pertenecen a ella. (Cfr. Constitución apostólica Sacrae Disciplinae Leges, del Código de Derecho Canónico, 1993-5) Por tanto la mirada a la legislación eclesial no debe ser negativa, hay que superar las prevenciones que tenemos influenciadas por personas de poca trayectoria académica y ver en dicha legislación la intención genuina de quienes emprendieron una reforma de la vida cristiana, sacando del Concilio Vaticano II sus nuevas normas. El legislador o sea el romano pontífice tiene el deber de custodiar el cumplimiento de la voluntad de Dios y ejercer la justicia de Dios en los hombres, en busca de la armonía y en busca del bien. Para procurar mejor el bien de los fieles, según la condición de cada uno, esfuércense en conocer bien sus necesidades, las condiciones sociales en que viven, usando de medios oportunos. Muéstrense interesados por todos, cualquiera que sea su edad, condición, nacionalidad, ya sean naturales de allí, ya advenedizos, ya forasteros. 22 En la aplicación de este cuidado pastoral por sus fieles, respeten el papel reservado a ellos en las cosas de la Iglesia, reconociendo también la obligación y el derecho que ellos tienen de colaborar en la edificación del cuerpo místico de Cristo. (Cfr. CV II Cristus Dominus 16-2007) Tanto el romano pontífice como todos los bautizados forman el cuerpo de Cristo, todos en una sola comunión, convocados por Dios en la Iglesia, buscando y realizando la salus animarum. “La nueva legislación canónica debe llegar a ser el instrumento eficaz con el que la Iglesia pueda perfeccionarse a sí misma, según el espíritu del Concilio Vaticano II y se muestre cada día mejor dispuesta a realizar su función salvífica.” (Cfr. Constitución Apostólica Sacrae Disciplinae Leges en el CIC, 1994, 7,) El Santo Padre, Juan Pablo II (1983) termina la Constitución Apostólica Sacrae Disciplinae Leges aludiendo a la salus animarum. “Exhorto, pues, a todos los queridos hijos a que observen las normas propuestas con espíritu sincero y buena voluntad; tengo así la esperanza de que vuelva a florecer en la Iglesia una disciplina y en consecuencia, se promueva cada vez más la salvación de las almas”. De la misma manera, su Santidad Benedicto XVI el día 26 de enero de 2013 en su discurso a los integrantes de la Rota Romana en la inauguración del año judicial, recordó la fidelidad y la coherencia y les invitó a un empeño cada vez mayor en un ámbito seguramente duro, pero precioso para la salvación de las almas. El principio de que la salus animarum es la suprema ley de la Iglesia, deber ser tenido bien presente y encontrar cada día, en vuestro trabajo la debida y rigurosa respuesta. 1.8 Salus animarum En el Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico se encuentra una definición de salus animarum, haciendo referencia a tres puntos centrales, donde se aprecia la extensión de dicha expresión, concluyendo que ésta es un principio y un criterio de la actividad de la Iglesia. Tener en cuenta la salus animarum, es decir, la salvación de las almas y ello tanto en referencia a la salvación individual como también a la de todos los fieles y del pueblo de Dios, es un principio fundamental del Derecho Canónico y su aplicación, es criterio supremo para toda la actividad de la Iglesia, sobre todo en el ámbito del régimen y la administración. (Cfr. Haerng y Schnitz, 2008) 23 Ivo de Chartres24 utilizó por primera vez concepto de la salus animarum: “cum ergo omnis institutio ecclesiasticarum legum ad salutem referenda sit animarum, instaurum institutiomun transgresiones aut districtius essent corrigendae, ut saluti prodessent, aut interim silentio promendae, ne spiritualia vel corporalia commoda supradictis modis impedierent”25 Las leyes buscan la salvación de las almas tanto individual como comunitariamente y las sanciones también buscan la salus animarum. Sin embargo antes de sancionar inmediatamente, se debe tener en cuenta por la salvación de las almas el debido proceso. La legislación eclesiástica ofrece alternativas antes de aplicar la ley: “corregir de forma estricta para que aproveche para la salvación de las almas al transgresor o sobrellevar las transgresiones en silencio, mientras se encuentran soluciones al tratamiento adecuado, a fin de que no resulten un impedimento para las ventajas corporales y espirituales. (Cfr. Patrologie cursus completus 162, 74) Al respecto S.S. Benedicto XVI dice: Para hacer justicia no basta con reconocer y castigar al culpable de un delito. Es preciso que se haga todo lo posible para corregir y mejorar al hombre con vistas a su reinserción social. Y citando al Beato Juan Pablo II, promover esta justicia más verdadera, abierta a la fuerza liberadora del amor. El contacto con quienes tienen una culpa que expiar y el compromiso requerido para devolver dignidad y esperanza a quienes a menudo ya han sufrido la marginación y el desprecio, recuerda la misión misma de Cristo, que no vino a llamar a los justos sino a los pecadores, destinatarios privilegiados de la misericordia de Dios. (Cfr. L´Obssevatore Romano, 2012) 24 San Ivo de Chartres, nacido hacia 1040 y muerto alrededor del año 1116, es un santo francés. Ivo de Chartres es uno de los personajes clave del conflicto que enfrentó al Papado y al Sacro Imperio , la Querella de las Investiduras. Desde su Beauvais natal y procedente de una familia noble, marchó a estudiar primero a París y de ahí a la abadía de Bee in Normandía junto a Anselmo de Canterbury, para asistir a las clases de Lanfranc. En 1078, Ivo se convierte por deseo de su Obispo en prior de los monjes de San Quintín de Beauvais y doce años más tarde Obispo de Chartres. Ivo de Chartres fue un reputado especialista en Derecho Canónico. La Querella de las Investiduras fue el escenario que le supuso su renombre. La innovación de sus teorías fue la distinción entre el poder temporal y el espiritual. Sostuvo que las investiduras no eran un Sacramento, por lo que podían ser otorgadas por un laico. Ivo de Chartres establece una distinción entre la consagración episcopal y su encomienda de guía pastoral de todos los cristianos de la diócesis por un lado, y por otro la entrega de bienes o derechos de carácter temporal. Ivo de Chartres fue igualmente uno de los grandes adversarios del rey francés Felipe I, por su repudio de la reina Berta de Holanda para casarse con Bertrada de Montfort. Su fiesta se celebra desde 1570 el 19 de mayo, aunque no se sabe cuándo fue canonizado. 25 PL 162, 74 “ Así, como toda institución de leyes eclesiásticas debe ser referida a la Salvación de las almas, las trasgresiones de estas instituciones deben ser corregidas de forma más estricta para que aprovechen a la salvación o, mientras tanto, deben ser sobrellevadas en silencio a fin de que no resulten un impedimento para las ventajas corporales y espirituales y de los modos que se han mencionado arriba” 24 El principio de la salus animarum en la última revisión del esquema del Código de 1982, fue incorporado expresamente en el canon 1752, con el que concluye el Código: “salus animarum in ecclesia suprema semper lex ese debet.”26 Hilo conductor de todo el Corpus Iuris canonici: La cláusula del último canon del CIC de 1983: la salus animarum debe ser siempre la ley suprema de la Iglesia. (Can. 1752). No es una cláusula límite, como algunos la entienden, sino un principio inspirador de todo el Derecho Canónico: su razón de ser es establecer normas, reconocer y tutelar derechos y configurar instituciones de modo tal que estén bien ordenados al fin supremo pastoral de la salus animarum. (Cfr. Ius canonicum 47. Rincón- Pérez. P. 407) 1.9 Fin sobrenatural Toda la configuración teológica del Derecho Canónico nos remite al fin sobrenatural de la Iglesia. El ordenamiento jurídico de la Iglesia, las leyes y preceptos, así como los derechos y deberes, que de ahí dimanan, deben estar en consonancia con el fin sobrenatural. Porque en el misterio de la Iglesia, el derecho tiene el carácter como de un sacramento o signo de vida sobrenatural de los fieles, que imprime en ella su marca y la promueve. Es cierto que no todas las normas jurídicas se dan directamente para fomentar la búsqueda del fin sobrenatural o para favorecer la cura pastoral, pero sí es necesario que estén en armonía con la consecución del fin sobrenatural de los hombres. (Cfr. Manual de Derecho Canónico, 2002, p. 210) En el transcurso de este capítulo se ha mencionado cual es la función del Derecho Canónico, el cual protege, garantiza y reclama un derecho común que promueva la satisfacción de las necesidades encaminadas a la salus animarum. La salvación de las almas debe ser siempre la ley suprema de la Iglesia. ¿Qué quiere decir ley suprema? No se trata de una especie de gran norma constitucional o fundamental, coronación o vértice – pero externa de todo el ordenamiento canónico. Lex debe aquí ser entendido como aspiración, finalidad última, en el sentido de que cualquier realidad jurídica (derecho, norma, estructura, institución, etc.), tendrá sentido y justificación en la medida en que esté inspirada, penetrada y proyectada hacia la salvación de las almas. (Cfr. Manual de Derecho Canónico, 2002, 2211) 26 La salvación de las almas debe ser siempre la ley suprema de la Iglesia. 25 La salus animarum es fin; pero un fin mediato, es decir aspiración a la que el Derecho Canónico quiere servir a través de la persecución del fin que le es propio: La ordenatio ad bonum conmune. ¿Y cuál es ese bien común? Lo define con claridad Hervada (1991): El bien común de la Iglesia es la suma de condiciones de la vía del Pueblo de Dios, que posibilitan lo que puede alcanzar con plenitud y facilidad el uso de los medios necesarios y convenientes para la salvación y la santidad, así como para el cumplimiento de la misión apostólica de los fieles y la misión pastoral de la jerarquía, todo ello según los caminos señalados por la acción del Espíritu Santo. (p. 2211) El criterio meta jurídico de la salus animarum tiene como fin autorizar o invalidar cuando una norma jurídica o su interpretación se le opongan, dando una positiva orientación de lo jurídico. El Papa Juan Pablo II, añadió en el canon 1752, las palabras: prae oculis habita saluten animarum, quae in ecclesia suprema semper lex ese debet”. Pio XII, Pablo VI (citados en el Manual de Derecho Canónico, 2002) y Juan Pablo II, en forma magistral apuntan a la suprema ley de la Iglesia, de la siguiente manera: Pio XII (1939) en sus Allocutiones de Junio del mismo año: “Etiam iuris canonici disciplinan ad animarum salutem dirigitur et ómnibus normis legibusque suis in id potissimum tendit, ut hominis gratia Dei sancti effecti vivant et moriantur (p. 248).” 27 Pio XII (1944), en su alocución a los miembros de la rota romana en lengua italiana dice: Nella sttessa Enciclica spiegevamo altresi come tutta la chiesa, nel suo corpo en ella sua anima, quanto alla participazione dei beni e al profitto che ne deriva é constituita exclusivamente per la salvezza delle anime” Secondo le parole dell´Apostolo “Omnia vestra sut” Con cio é indicata la superiore unitá e il superiore scopo cui sono destinate e si dirigono la vitá iuiridica e ogni iuridica funzione della Chiesa28. 27 AAS31 (1939) También la disciplina del Derecho Canónico, es dirigida a la Salvación de las almas y todas las normas y leyes por si mismas tienden principalmente a este fin, para que los hombres hechos santos vivan y mueran por la gracia de Dios. 28 ASS 36 (1944) p. 288: “En la misma encíclica explicaban además cómo toda la Iglesia en su Cuerpo y en su alma, en cuanto a la participación de los bienes y al proyecto que se deriva, está constituido exclusivamente por la salvación de las almas, según las palabras del apóstol “Todas las cosas son de ustedes”. Con esto se indica la superior unidad y el superior fin, al cual están destinadas y se dirigen a la vida jurídica y toda función jurídica en la Iglesia”. 26 Pablo VI (1973) Allocutiones: “Tale scopo sociale, la salvezza delle anime, la salus animarum, resta lo scopo supremo delle institutiones, del diritto delle legi”29 Pablo VI (1978) a los miembros de la rota romana en la lengua italiana: “Sapete che il diritto canonico qua tale, e per consequenza il diritto processuale, che ne é parte, nei suoi motivi inspiratori rientra nel piano dell´ economía della salvezza, essendo la salus animarum la lege suprema della Chiesa. (p. 6)”30 1.10 Algunos cánones del Código de Derecho Canónico que mencionan expresamente la salus animarum: En este numeral se quieren mencionar algunos ejemplos donde se evidencia la ley suprema de la Iglesia como principio y criterio, en busca de realizar la voluntad de Dios: la salus animarum. En este apartado se encuentra el término equivalente a lo justo y a lo equitativo en el canon y el número se refiere al canon donde se encuentra ese principio o ese criterio. Una de las características del nuevo Código (1983) a diferencia del anterior (1917), que era netamente jurídico, es su perfil pastoral. La atención y la responsabilidad hacia la persona son de suma importancia para la Iglesia, ya que no se trata del hombre abstracto, sino del hombre real, concreto e histórico, que sufre y siente, motivo por el cual en toda su legislación está presente la salus animarum, como ley suprema. El amor por el hombre se concreta en la promoción de la justicia. La jerarquía eclesiástica, tiene como funciones primordiales la de enseñar, exhortar, corregir y brindar oportunidades de conversión, además del derecho y el deber de juzgar. Se le confía el oficio pastoral, es decir, el cuidado habitual y cotidiano del Pueblo de Dios. Ha de tener siempre presente el ejemplo del Buen Pastor. Ninguna función de la Iglesia puede quedar al margen de la salus animarum directriz inspiradora de todas las funciones de potestad-servicio que le competen. Es por tanto que, el último canon 1752, del Código 29 “Tal fin social, la salvación de las almas, la salus animarum, queda como fin supremo de las instituciones del derecho de las leyes”. 30 Communicationes 10 (1978) “Sabéis que el Derecho Canónico como tal, y por consecuencia el derecho procesal, que hace parte del mismo en sus motivos inspiradores, entra en el plan de la economía de la salvación, siendo la salvación de las almas la Ley Suprema de la Iglesia”. 27 de Derecho Canónico, ha dejado bien sentado, como prototipo de la conducta propia de quién en la Iglesia tiene el deber de juzgar, el principio: servata equitate canonica et prae oculis habita salutate animarum, quae in ecclesia suprema semper lex esse debet. Un ejemplo de lo dicho anteriormente se encuentra en la terminología de la legislación vigente que cuando habla de las penas hace una diferenciación por ejemplo entre: ferendae sententiae que es la pena que sólo obliga al reo desde que le ha sido impuesta y la pena latae sententiae con la cual quien comete el delito, incurre ipso facto en la pena Can.1314; en este caso aconseja el Código que no establezca el legislador penas latae sententiae, si no es con máxima moderación y sólo contra los delitos más graves Can.1318 sin añadir ninguna determinación o límite Can. 1328 En cuanto a las penas medicinales Can. 1312- 1, las penas expiatorias Can. 1336, las otras penas expiatorias Can. 1312- 2, los remedios penales, las penitencias Can. 1312- 3, y las otras leyes penales Can. 1315- 1, siempre se habla de la pena más favorable para el reo Can. 1313- 1 y cuando una ley posterior abroga otra anterior, ésta cesa inmediatamente Can. 1313- 2 Siempre se debe determinar la pena o dejar su determinación a la prudente estimación del juez Can. 1315- 2 y proteger con una pena conveniente Can.1315 -1 pero en ocasiones la ley particular puede también añadir otras penas Can. 1315- 3 igual que establecer en su lugar una pena determinada u obligatoria Can. 1315- 3. Además las penas han de establecerse sólo en la medida en que sean verdaderamente necesarias Can.1317 y se puede también conminar mediante precepto. Sólo debe darse un precepto penal tras diligente reflexión Can. 1319. Por otra parte nadie puede ser castigado Can. 1321), si carece habitualmente de uso de razón Can. 1322 quien aún no haya cumplido dieciséis años o si obró por violencia sin culpa, si actuó coaccionado por miedo grave, si actuó en legítima defensa, si carecía de uso de razón o juzgó sin culpa Can. 1323 en estos casos se debe atenuar la pena establecida en la ley o en el precepto e imponer una 28 penitencia en su lugar Can. 1324, 1370, 1375, 1376, 1377, 1379, 1381, 1384, 1385 1386, 1388 2, 1386, 1388, 1390, 1391,1393, 1395, 1396. También se debe tener en cuenta: a quien tiene sólo uso imperfecto de razón a quien carecía de uso de razón a causa de embriaguez u otra perturbación semejante de la mente, obró por impulso grave de pasión, por ser menor de edad, por actuar coaccionado por miedo grave, en legítima defensa contra un injusto agresor, por quien sin culpa juzga erróneamente, obra sin plena imputabilidad31, disminuyendo así la gravedad del delito Can 1324. El juez, en cambio, puede castigar con mayor gravedad que la establecida en la ley o en el precepto Can. 1326: si el reo continúa delinquiendo se puede añadir otra pena o penitencia Can. 1326 Algunas circunstancias en cambio, eximen de la pena establecida, la disminuyen o la agravan Can. 1327. Quien no llegó a consumar el delito, no queda sujeto a la pena establecida con una penitencia o remedio penal, a no ser que, se imponga una pena justa, menor que la establecida para el delito consumado Can. 1328. Cuando se decreta una prohibición, ésta queda suspendida cuantas veces sea necesario para atender a los fieles en peligro de muerte, para lo cual se requiere el consentimiento del Ordinario de ese lugar Can. 1335, igual para las privaciones y prohibiciones Can. 1338 amonestaciones y reprensiones Can. 1339 se debe imponer una obra de religión, de piedad o de caridad o añadir penitencias Can. 1340. Cuide el Ordinario de promover el procedimiento judicial o administrativo para imponer o declarar penas, sólo cuando haya visto que la corrección fraterna, la reprensión u otros medios de la solicitud pastoral no bastan para reparar el escándalo, restablecer la justicia y conseguir la enmienda del reo. No se pueden imponer o declarar por decreto penas perpetuas, ni tampoco aquellas otras que la ley o precepto que las establece prohíba aplicar mediante decreto Can. 1342- 2 y procure mitigar la pena o imponer en su lugar una penitencia Can. 1343. 31 La imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas a causa de la ignorancia, la inadvertencia, la violencia, el temor, los hábitos, los afectos desordenados y otros factores psíquicos o sociales (Catecismo de la Iglesia Católica, 1993, N° 1735). 29 El juez debe abstenerse de imponer la pena o imponer una pena más benigna o una penitencia y suspender la obligación de observar una pena expiatoria en un plazo determinado por él mismo, Can. 1344 también el juez debe abstenerse de imponer castigos Can. 1345 según su prudente discreción para atemperar las penas dentro de unos límites equitativos Can. 1346, si antes no se ha amonestado al menos una vez al reo y éste no se haya arrepentido, haya reparado o haya prometido seriamente hacerlo Can 1347. El Ordinario debe velar por su bien y el bien público con oportunas amonestaciones u otros modos de su solicitud pastoral Can. 1348 y no debe imponer las penas más graves Can. 1349. Por ejemplo, la expulsión del estado clerical no se puede establecer en una ley particular y se ha de cuidar siempre que quien recibe la pena no carezca de lo necesario para su honesta sustentación y proveer de la mejor manera posible a la necesidad de quien, habiendo sido expulsado del estado clerical Can. 1350 y además debe quedar en suspenso durante todo el tiempo en el que el reo se encuentre en peligro de muerte. Es así como queda en suspenso total o parcialmente la obligación de observar una pena latae sententiae Can. 1352. Por otra parte los jueces pueden dispensar de una ley penal, o eximir de un precepto Can. 1354 si resulta duro al penitente permanecer en estado de pecado grave durante el tiempo que sea necesario para que el superior provea. Se debe recurrir en el plazo de un mes Can. 1357 al que haya cesado en su contumacia Can. 1358. Cuídese de que no se divulgue la petición de remisión, Can. 1361- 3 censura, Can. 1373 entredicho, en proporción con la gravedad del delito, acto u omisión Can. 1388, 1389-Can. 1389. En cambio, si persiste el delito después de la amonestación, se pueden añadir gradualmente otras penas, hasta la expulsión del estado clerical Can. 1395, según la gravedad del delito Can. 1397. Pero en todos los casos mencionados la pena tiene que ser ciertamente justa Can. 1399. 30 Como se puede constatar en los cánones del Código está presente y dinámico el espíritu de la Iglesia, en busca de la redención del hombre. No tiene la Iglesia afán de castigar, sino de redimir al culpable. Es por eso, que una tarea primordial del juez o de la autoridad competente en un caso particular, es tener presente que se está ante una persona independientemente de sus delitos. Bastaría recordar al Buen Pastor en aquella oportunidad en la que le trajeron a una mujer sorprendida en adulterio. Jesús se inclinó en el suelo y se puso a escribir. Los que acusaban a la mujer, se fueron retirando empezando por los más viejos… Jn 1,11 1.11 Las penas en la Iglesia Potestad penal de la Iglesia. La Iglesia se preocupa porque sus fieles observen las leyes divinas y eclesiásticas y busca en la medida de lo posible hacerles las correcciones de la mejor manera imponiendo penas, no porque a ella le agrade hacerlo, sino que son ellos mismos quienes le obligan a proceder de esa manera. La preocupación de la Iglesia no es tanto el castigo y la condena, como algunos lo quieren ver, sino el que el infractor se enmiende, basándose en los valores del evangelio. Tarea del derecho penal canónico. Frente al comportamiento de los que infringen las leyes canónicas y divinas el derecho penal de la Iglesia sale a custodiar y a defender la communio fidei entre los bautizados y sanciona con penas a aquellos que entran en conflicto con las leyes divinas y eclesiásticas. Características de las penas canónicas. Veamos ahora, algunas características muy generales de las penas y la manera como las contempla el Código. “La aplicación de penas en el caso de infracción contra leyes tienen en el Derecho Canónico carácter subsidiario respecto de otros medios que son apropiados para reparar un escándalo, restaurar la justicia y hacer que el delincuente se enmiende. (Can. 1341) El Código de 31 Derecho Canónico de 1917, es comparable, aunque con restricciones, con el Can. 1403, 1 Código de Derecho Canónico Oriental) El derecho penal del Código de Derecho Canónico no sigue estrictamente el principio nulla poena sine leges en cuanto, en el Can. 139932, conmina de forma general con pena canónica toda infracción de la ley en la medida en que la especial gravedad del hecho exija el castigo y deban prevenirse o repararse escándalos. Según Ludiche (en Diccionario Enciclopédico de Derecho Canónico, 2008), el que dispone el Derecho Canónico para imponerse en última instancia es la amenaza de exclusión de la pena communio, por la cual la excomunión (Can. 1331 CIC) se constituye en el caso límite del derecho penal canónico (p. 648) Penas canónicas. Juan Pablo II (1979), en el Discurso a la Sagrada Rota Romana, dirá al respecto “La pena fulminada por la autoridad eclesiástica, debe ser considerada como un instrumento de comunión, esto es, como que ha surgido con el comportamiento antieclesial, delictivo y escandaloso de los miembros del Pueblo de Dios”. Las penas canónicas tienen un único fin: la conversión del delincuente. Mora (1991) aduce: “El derecho penal en la Iglesia ha de entenderse teniendo a la vista el mandato conciliar mirando al misterio de la Iglesia (p. 735)”. No pueden existir sanciones si no hay leyes, éstas son de suma importancia para establecer una comunión entre los bautizados. Su Santidad Benedicto XVI (2005) nos recuerda que el ser humano necesita ordenamientos legales. “Aquí se trata de otro plan, concretamente de que no nos convirtamos nosotros en instancia de juicio final, sino que al juzgar al otro hemos de respetar también su misterio. Aunque la justicia “precise hacerlo para mantener el orden no juzga a la persona sino hechos concretos, intentando hallar la respuesta adecuada, siempre deberíamos respetar el misterio de que ahí hay algo reservado que sólo Dios puede juzgar (p. 269)” 1399 “Aparte de los casos establecidos en ésta u otras leyes, la infracción externa de una ley divina o canónica sólo puede ser castigada con una pena ciertamente justa cuando así lo requiere la especial gravedad de la infracción y urge la necesidad de prevenir o de reparar escándalos”. 32 32 Concepto sobre las penas. Ludiche (en Diccionario Enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) nos ayuda a comprender el tema sobre las penas presentadas en el Código. Nos recuerda que las penas canónicas son medidas tomadas por la potestad penal de la Iglesia (Can. 1311)33, para defender el orden jurídico eclesial (o la disciplina eclesiástica), por las cuales se niegan al infractor o al que comete un delito34 bienes espirituales o temporales. Las penas canónicas presuponen por lo menos una conminación de carácter general (Can. 1399) la grave imputabilidad35 y, casi siempre, dolo” Can. 132136. Objetivo penal. Recordemos lo citado anteriormente respecto a las características de la pena. La pena canónica consiste en corregir al infractor a quien se le imputa el delito siempre buscando la enmienda del mismo y demarcar las fronteras de las conductas delictuosas. Así el derecho vigente distingue entre las siguientes penas: 1) Medicinales (poena medicinales, Can. 1331- 1335), también se llaman censuras, que sólo pueden aplicarse a un reo que persiste en su contumacia y deben cesar con el cese de esa actitud (Can. 134737, 135838 CIC). Estas son consideradas precisamente como medicina para romper la contumacia del delincuente y hacerle volver al buen camino. Tienen por tanto, valor mientras existe el enfermo que debe ser curado, es decir, el delincuente que debe ser conducido al buen camino; una vez que el delincuente ha sido curado, carecen de sentido, e incluso pueden resultar contraproducentes. La remisión de las penas medicinales, 33 1311 La Iglesia tiene derecho originario y propio a castigar con sanciones penales a los fieles que cometen delitos. Por delito se entiende, la violación externa y moralmente imputable de la ley, a la que se añaden unas sanciones canónicas, al menos indeterminadas. Para establecer un delito es necesaria la presencia simultánea de los tres siguientes elementos constitutivos esenciales: una violación externa de la norma, que sea gravemente imputable, y una sanción canónica (Cfr. Corral en Diccionario de Derecho Canónico, 1989) 35 La imputabilidad es un elemento constitutivo del delito. Es la propiedad por la cual un acto es atribuido a su autor, el cual está obligado por ello a responder del mismo (responsabilidad). Tratándose de un acto realizado por el hombre, es preciso, ante todo, que sea verdadero acto humano, esto es, puesto con conocimiento y libertad. esta es la imputabilidad moral. Pero en el campo penal no es suficiente la imputabilidad moral, es necesario además la imputabilidad de la ley penal. Es preciso, que la imputabilidad sea grave y que concurran en orden al castigo todas las circunstancias por las que la ley atribuye el acto al autor. Así, por ejemplo, a tenor del Can. 11 sólo están obligados a las leyes penales del ordenamiento canónico los bautizados en la Iglesia Católica o recibidos en ella( Cfr. Corral, 1989) 36 1321 § 1. Nadie puede ser castigado, a no ser que la violación externa de una ley o precepto que ha cometido le sea gravemente imputable por dolo o culpa. § 2. Queda sujeto a la pena establecida por una ley o precepto quien los infringió deliberadamente; quien lo hizo por omisión de la debida diligencia, no debe ser castigado, a no ser que la ley o el precepto dispongan otra cosa. § 3. Cometida la infracción externa, se presume la imputabilidad, a no ser que conste lo contrario. 37 1347 Quien se inscribe en una asociación que maquina contra la Iglesia debe ser castigado con una pena justa; quien promueve o dirige esa asociación, ha de ser castigado con entredicho. 38 1358 § 1. Sólo puede concederse la remisión de una censura al delincuente que haya cesado en su contumacia, conforme al canon 1347 § 2; pero no puede negarse a quien haya cesado en su contumacia. § 2. Quien remite una censura puede proveer según el Can. 1348, o también imponer una penitencia. 34 33 por otra parte, no se produce si el delincuente no ha abandonado su contumacia, pero en cambio, debe ser suspendida apenas haya cesado la contumacia. La pena medicinal comporta una especial gravedad por los efectos que produce, en particular la excomunión y el entredicho que privan a los fieles del ejercicio de los medios de santificación de la vida cristiana, como son los sacramentos. Pero también los efectos de suspensión son graves, por sus represiones tanto en la persona como en los demás fieles. Por eso se comprende la explícita advertencia del codex sobre las penas latae sententiae así como sobre las penas medicinales: No debe el legislador establecer censuras, especialmente la excomunión si no es con máxima moderación y sólo contra delitos más graves Can. 1318. Interesa recordar también la prescripción del canon 1349: si la pena es indeterminada y la ley no dispone otra cosa, el juez no debe imponer las penas más graves, sobre todo las censuras. Se comprende también a su vez que, dada la preocupación pastoral de la Iglesia, esté previsto para las penas medicinales un procedimiento particular en el fuero interno. 2) Penas expiatorias poena expiatoriae Can. 133639 cuya permanencia no depende de la actitud del reo ni de su conversión. En el codex de 1917, en el canon 2286 y siguientes, presenta las penas vindicativas, consideradas como las que tienden a la expiación del delito. El canon 2215 del 1917 presentaba el castigo del delito, pero el codex de 1983, eliminando toda idea de venganza, utiliza la expresión “expiatoria”. La pena expiatoria en el ámbito de las tres finalidades de toda penitencia en la Iglesia, es decir, restablecimiento de la justicia, reparación del escándalo y enmienda del reo, canon 1341 privilegia sobre todo las dos primeras. La enumeración concreta de las mismas aparece en el canon 39 Can. 1336 § 1. Además de otras que pudiera establecer la ley, las penas expiatorias, susceptibles de afectar al delincuente perpetuamente o por un tiempo determinado o indeterminado, son las siguientes: 1 la prohibición o mandato de residir en un determinado lugar o territorio; 2 la privación de la potestad, oficio, cargo, derecho, privilegio, facultad, gracia, título o distintivo, aun meramente honorífico; 3 la prohibición de ejercer los actos que se enumeran en el n. 2 , o la prohibición de ejercerlos en un determinado lugar o fuera de un lugar determinado; pero estas prohibiciones nunca son bajo pena de nulidad; 4 el traslado penal a otro oficio; 5 la expulsión del estado clerical. 1341 Cuide el Ordinario de promover el procedimiento judicial o administrativo para imponer o declarar penas, sólo cuando haya visto que la corrección fraterna, la reprensión u otros medios de la solicitud pastoral no bastan para reparar el escándalo, restablecer la justicia y conseguir la enmienda del reo. 34 1336, aunque está prevista la posibilidad de establecer otras por la ley (no por el precepto) según el canon 1312,2 y 1336,1. Así se deriva la particular configuración de la pena expiatoria. Examinando cada una de las penas establecidas en el canon 1336, se observa que a diferencia de las medicinales, dejan intactos los derechos y medios que integran la vida cristiana en estado de gracia mediante los sacramentos. Se trata, sin duda, de situaciones graves, especialmente donde dichas penas sean perpetuas o produzcan la privación de un oficio, o incluso la expulsión del estado clerical; pero dejan sustancialmente intacta la posibilidad de vivir la propia vida cristiana. Por eso se denominan expiatorias. Se refieren al bien de la comunidad y prescinden, al menos en cierto sentido, de la conversión o no del delincuente. Por ello, además, se establecen en general para un tiempo determinado o perpetuamente y no dependen de la cesación de la contumacia, sino de las exigencias del bien de la comunidad. (Diccionario de Derecho Canónico, 1989, term. pena expiatoria) Son penas expiatorias el: a) El Entredicho (que prohíbe la administración y la recepción de sacramentos y sacramentales). b) La excomunión (que prohíbe, además, el ejercicio de oficios eclesiásticos). c) La suspensión (que sólo puede alcanzar a clérigos y restringe el ejercicio de su ministerio y otros derechos). El canon 1336 prevé realizable sólo parcialmente dentro de un estado de derecho como penas expiatorias una amplia gama de restricciones de derecho, entre ellas: Prohibición o prescripción de residencia en un lugar Retirada de privilegios Traslados punitivos Expulsión del estado clerical 35 Conminación. Siguiendo a Ludiche (2008): Las penas se conminan por medio de la ley penal (en especial Can. 136440 - 139841, 131942), sea que tenga una amplitud determinada o indeterminada, y sea de forma obligatoria o facultativa. Con ello se define el espacio de libertad que tiene el juez para decidir si impondrá o nó una pena y, en caso de imponerla, en qué medida lo hará y sólo deben aplicarse cuando los objetivos de la misma no son alcanzables por otro medio Can. 1341.43 Entrada en vigor de la pena. Por regla general, las penas entran en vigor por sentencia del tribunal eclesiástico o por decreto penal del Ordinario (poena ferendea sententiae, Can. 1314), excepcionalmente por sola comisión del delito en relación con la norma penal poena latae sententiae. Can.1314 Las penas latae sententiae obligan al reo a observar por sí mismo las reducciones de derecho relacionadas con ellas. Las penas ferendea sententiae permiten imponer restricciones más amplias de derechos, que la pena latae sententiae. Los actos de potestad de régimen realizados después de la imposición de una excomunión impuesta como pena ferendea sententiae son inválidos. Remisión de las penas eclesiásticas. Ludiche (2008) dice al respecto Mientras que las censuras deben remitirse cuando el reo ha abandonado su actitud de rebeldía contra el ordenamiento de la fe o contra el orden jurídico de la Iglesia.. Can. 135844 Las penas expiatorias pueden remitirse según el arbitrio de la autoridad competente. En general tiene 40 1364 § 1. El apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión latae sententiae, quedando firme lo prescrito en el c. 194 § 1, 2; el clérigo puede ser castigado además con las penas enumeradas en el canon 1336 § 1, 1, 2 y 3. § 2. Si lo requiere la contumacia prolongada o la gravedad del escándalo, se pueden añadir otras penas, sin exceptuar la expulsión del estado clerical. 41 1398 Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae. 42 1319 § 1. En la medida en que alguien, en virtud de su potestad de régimen, puede imponer preceptos en el fuero externo, puede también conminar mediante precepto con penas determinadas, excepto las expiatorias perpetuas. 43 1314 La pena es generalmente ferendae sententiae, de manera que sólo obliga al reo desde que le ha sido impuesta; pero es latae sententiae, de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito, cuando la ley o el precepto lo establecen así expresamente. 44 1358 § 1. Sólo puede concederse la remisión de una censura al delincuente que haya cesado en su contumacia, conforme al canon 1347 § 2; pero no puede negarse a quien haya cesado en su contumacia. § 2. Quien remite una censura puede proveer según el Can. 1348, o también imponer una penitencia. 36 derecho a remitir penas el legislador de la respectiva ley penal, el superior, y los que tienen la facultad para otorgar dispensa de la ley infringida. La remisión de la pena tiene lugar por regla general en el fuero externo pero también pueden remitirse penas latae sententiae, en el fuero interno (sacramental o no sacramental). Cabe observar las restricciones a las que está sometida la potestad de remisión en el fuero interno y las remisiones reservadas a la Sede Apostólica. Can. 135445-136146 Remedios penales y penitencias. El Derecho Canónico tiene además de penas canónicas también remedios penales o penitencias (remedia poenalia, paenitentiae cfr. Can. 1339)47. Los remedios penales no son propiamente penas, puesto que no siempre presuponen un delito; en cualquier caso no se imponen en razón de un delito cierto y probado. Sin embargo, ofrecen un aspecto penal, sí se refieren a un delito. El canon 1312,3 afirma que se emplean para prevenir los delitos. En cambio, el canon 1348 establece la posibilidad del remedio penal para utilidad del reo o para proveer al bien público, cuando al reo no le sea impuesta ninguna pena (Cfr. Corral, 1989, term. remedios penales). 45 1354 § 1. Además de los que se enumeran en los cánones 1355-1356, todos aquellos que pueden dispensar de una ley penal, o eximir de un precepto en el que se conmina con una pena, pueden también remitir esa pena. § 2. La ley o el precepto que establece una pena puede también conceder a otros la potestad de remitirla. § 3. Si la Sede Apostólica se reservase a sí misma, o a otros, la remisión de una pena, la reserva se ha de interpretar estrictamente. 46 1361 § 1. La remisión puede también concederse a quien se halla ausente, o bajo condición. § 2. La remisión en el fuero externo debe concederse por escrito, a no ser que una causa grave aconseje otra cosa. § 3. Cuídese de que no se divulgue la petición de remisión o la remisión misma, a no ser en la medida en que esto sea útil para la buena fama del reo, o necesario para reparar el escándalo. 47 1339 § 1. Puede el Ordinario, personalmente o por medio de otro, amonestar a aquel que se encuentra en ocasión próxima de delinquir, o sobre el cual, después de realizar una investigación, recae grave sospecha de que ha cometido un delito. § 2. Puede también reprender, de manera proporcionada a las circunstancias de la persona y del hecho, a aquel que provoca con su conducta escándalo o grave perturbación del orden. § 3. Debe quedar siempre constancia de la amonestación y de la reprensión, al menos por algún documento que se conserve en el archivo secreto de la curia. 37 A manera de conclusión: La Iglesia tiene la misión de proteger la integridad del ser humano; lo logra utilizando el Código de Derecho Canónico, teniendo en cuenta que éste se apoya en la fe y que por tanto tiene unas características peculiares como son: la pastoralidad, la justicia, la equidad, etc. La Iglesia tiene además como regla suprema, la salus animarum, principio y criterio fundamental para todo el ordenamiento canónico; de ahí que al aplicar una pena busca la reparación del escándalo, la restauración de la justicia y la enmienda del infractor. Su fin no es el castigo sino la enmienda de quien comete un delito. 38 CAPITULO II 2. La expulsión de los religiosos En la Sagrada Escritura se aprecia la actitud de Dios frente a sus hijos: no sentencia, no acusa, no excluye. Al contrario acoge con regocijo al que vuelve a buscarlo. La expulsión, es una acto administraivo mediante el cual los superiores competentes, verificados determinados hechos que se refieren al religioso y para los cuales el ordenamiento prevé la expulsión y cumplidas determinadas solemnidades previstas por el derecho también para la validez, declaran expulsado a un religioso o lo expulsan (De Paolis, 2011, p. 41 39 En este capítulo, llamado “La expulsión de los religiosos” se muestra una síntesis del recorrido sobre la expulsión, de cómo surgió este problema y cómo ha sido tratado en el correr del tiempo, mediante el cual se han hecho grandes experimentos, llegando a una sistematización en el Código de Derecho Canónico de 1983, estableciendo cuatro formas de expulsión. 2.1 Visión general primigenia de la normativa sobre la expulsión El objeto de este capítulo es presentar un panorama general de la normativa sobre la expulsión de los religiosos48, con base en los planteamientos del autor Juan Miguel Anaya Torres49, en su libro “La expulsión de los religiosos”, en el cual presenta un recorrido histórico que demuestra el interés pastoral de la Iglesia. El mencionado libro constituye una fuente fidedigna de la evolución del procedimiento sobre la expulsión de los religiosos, que en la Iglesia se ha ido concretizando a través de la historia, en busca siempre de la salus animarum50, que debe cobijar a toda creatura humana y con mayor razón a los encargados de administrar la justicia en el orbe de la tierra. Otro motivo por el cual la base de esta investigación se ha centrado en los planteamientos del citado autor, es el difícil acceso a las fuentes de primera línea, que se encuentran mayormente en las bibliotecas del Antiguo Continente, donde nació y se desarrolló la vida monástica, para llegar a encontrar en el cuarto capítulo que versa sobre el Can. 69451 del Código de Derecho Canónico de 1983, punto álgido de esta investigación. Sin detenerse en particularidades como sí lo hace de 48 La palabra religioso viene del latín religiosus; designa a los miembros de un Instituto de Vida Consagrada en los cuales el vínculo a los tres consejos evangélicos se realiza a través de votos públicos y de la obligación a una vida en común (Cfr. Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 49 Español, de la comunidad de los hermanos maristas, ocupó el cargo de procurador general de su Instituto, se graduó en Derecho Canónico en la Pontificia Gregoriana, su tesis de grado se titula “La expulsión de los religiosos. 2007” 50 En el primer capítulo de esta investigación se estudió la salus animarum. Para recordar y aplicar su definición en este capítulo, se transcribe la que aparece en el diccionario enciclopédico de Derecho Canónico haciendo referencia a tres puntos centrales, donde se aprecia la extensión de dicha expresión, concluyendo que ésta es un principio y un criterio de la actividad de la Iglesia. “Tener en cuenta la salus animarum, es decir, la salvación de las almas y ello tanto en referencia a la salvación individual como también a la de todos los fieles y del Pueblo de Dios, es un principio fundamental del Derecho Canónico y su aplicación, es criterio supremo para toda la actividad de la Iglesia. Cfr. Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008, Herder. 51 Donde se quiere reflexionar sobre sobre la inmediatez del ipso facto que en la práctica es muy difícil de aplicar. “La expulsión de los miembros Can. 694 § 1. Se ha de considerar expulsado ipso facto de un Instituto el miembro que: 1 haya abandonado notoriamente la fe católica; 2 haya contraído matrimonio o lo atente, aunque sea sólo de manera civil. § 2. En estos casos, una vez recogidas las pruebas, el superior mayor con su consejo debe emitir sin ninguna demora una declaración del hecho, para que la expulsión conste jurídicamente.” (Cfr. Código de Derecho Canónico) 40 forma inmejorable Anaya Torres, ya que el interés es sólo el tema de la inmediatez del ipso facto del canon mencionado, se va a tratar el tema de la expulsión en forma general, para poder apreciar la evolución de la norma. ¡Qué bueno que en la Iglesia, y especialmente en la Vida Consagrada52, todo marchara sin conflictos y sin dificultades! pero la realidad es otra. Encontramos ciertas circunstancias en los religiosos que generan un grado de incomodidad, tanto para las instituciones como para sus integrantes y es el caso de la expulsión de un miembro. Si al efectuarla, se generan lesiones y por lo tanto rupturas en la vida interior tanto de los involucrados como de los institutos religiosos53, es deber de la Iglesia tratar de subsanar esas lesiones y rupturas, para vivir la vida de comunión que el Señor quiere, para la realización plena del mismo hombre. Desde los albores del cristianismo muchos54 sintieron el llamado de Cristo para seguirlo más de cerca por medio de los consejos evangélicos. Al principio, abrazaban el estado religioso55 de modo individual, pero más adelante se hizo necesaria una organización, que un superior tomara las riendas y que se fijaran unas normas a cumplir. La frágil naturaleza humana comenzó a presentar fallas y arrancó esta avalancha de normas para regular el correcto desarrollo de las abadías, monasterios y claustros, entre otros. En muchas de las mencionadas normas, se tiene presente el religioso, que ha transgredido una ley. En otras se hace caso omiso de la situación del religioso abandonándolo a su suerte 52 Según el Diccionario de Derecho Canónico, la Vida Consagrada por la profesión de los consejos evangélicos constituye una forma de vida estable. Can. 573,1 El Codex da a entender que esta forma de vida es inseparable de los Institutos Vida Consagrada, en los que en efecto se vive. Los IVC, al estar erigidos canónicamente por la autoridad competente de la Iglesia. Can. 573,2 y ser por ello personas jurídicas públicas en la Iglesia Can. 113,2; 114,1; 116,1 hacen que la Vida Consagrada adquiera un estatuto de derecho público en la Iglesia. 2004, pág. 201- 202 Según el Manual de Derecho Canónico (1991) la descripción sintetiza los principales elementos teológicos del concepto de Vida Consagrada que sirven de base al régimen de los institutos; a esos rasgos hay que añadir un elemento canónico que, en realidad, está implícito en su calificación como forma estable de vida: el reconocimiento y la configuración jurídica por parte de la autoridad de la Iglesia. Can. 207,2 p. 225 La Vida Consagrada por los consejos evangélicos es la que se vive en un instituto canónicamente erigido por la autoridad competente de la Iglesia. 53 Un Instituto religioso es una sociedad en la que los miembros, según el derecho propio, emiten votos públicos perpetuos, o temporales, pero que han de renovarse al cumplir el plazo y viven vida fraterna en común. Can. 607,2 El testimonio público que han de dar los religiosos… lleva consigo aquella separación del mundo que es propia de la índole y finalidad de cada instituto. (Can. 607,3) (Cfr. Cenalmor- Miras 2004, p. 209) 54 Ya el Concilio Vaticano II dice: desde los principios de la Iglesia hubo hombres y mujeres que se propusieron seguir a Cristo con mayor libertad en la práctica de los consejos evangélicos, seguirlo más de cerca y cada uno a su manera llevar una Vida Consagrada a Dios, muchos de los cuales por inspiración del Espíritu Santo o vivieron en la soledad, o fundaron familias religiosas, que la Iglesia recibió y aprobó gustosa con autoridad. (Cfr. Decreto Perfectae Caritatis No. 1) 55 Según Santo Tomás el estado religioso pone en primer plano la idea de total consagración a Dios. “Se llaman religiosos por antonomasia quienes se consagran totalmente al servicio de Dios, ofreciéndose en holocausto” (q.186 a.1). El estado religioso implica la eliminación de todo lo que impide al hombre entregarse totalmente al servicio de Dios (q.186 a.4); “Es común cierto holocausto mediante el cual alguien consagra totalmente a Dios su persona y sus bienes” (q. 186 a.7) (Cfr. Suma teológica, V. 4 parte II-II (b) BAC, pg. 633634). También se puede consultar la questión 186 que se titula de aquellas cosas en que consiste esencialmente el estado religioso. p. 692706, y la questión 197 las funciones propias de los religiosos. 41 y en otras se llevan procesos inadecuados; por falta de claridad de las normas, y especialmente por la ignorancia de la autoridad competente de los diversos institutos religiosos. No debería ser ésta, precisamente la tendencia en la Iglesia, sino la salus animarum que es la ley suprema y está por encima de cualquier norma, como se ha visto en el primer capítulo de esta investigación. La vida consagrada desde sus orígenes ha encontrado grandes dificultades frente al fenómeno de la expulsión. Gambari (citado por Anaya, 2007), define la expulsión de los religiosos como: “cese56 impuesto, de los vínculos con el instituto, que se hace necesario por un comportamiento delictivo o moralmente reprobable y culpable de un miembro de un instituto de Vida Consagrada o Sociedad de Vida Apostólica.”57 El incremento del número de expulsiones llevó a establecer normativas de carácter universal en cada uno de los siguientes períodos: De la vida monástica al monje Graciano. Del monje Graciano al Papa Urbano VIII Del Papa Urbano VIII al decreto Quum Singulae 56 El cese viene impuesto por la autoridad religiosa (Cfr. Ghirlanda, citado por Anaya [2007] Vita religiosa secondo, p. 606, La problematica dell´a separazione). 57 El canon 731 describe estas sociedades en los siguientes términos: Los Institutos de Vida Consagrada son similares a las Sociedades de Vida Apostólica, cuyos miembros, sin votos religiosos, buscan el fin apostólico de la sociedad, llevan una vida fraterna en común, según el modo de vida que escojan y aspiran a la perfección de la caridad por la observancia de las constituciones. Entre éstas existen sociedades cuyos miembros asumen los consejos evangélicos mediante el vínculo determinado por las constituciones. Estas sociedades, que anteriormente se llamaban “Sociedades de Vida Común sin votos”, no son, por tanto, institutos de Vida Consagrada pues sus miembros no profesan públicamente los consejos evangélicos. Se caracterizan por la vida fraterna en común que a su vez es motivada por la dedicación a las obras apostólicas propias de la sociedad con arreglo a las constituciones (Cenalmor 2004, p. 215-216). 42 Anaya Torres (2007) nos dirá al respecto: “El impresionante y caótico, conjunto normativo producido por los Fundadores, los Concilios y los Papas encuentran un modo, aunque sea primitivo según nuestras estándares, de organizarse, lo que constituye el primero paso para producir una doctrina sistemática” (p. 10) . Al iniciar esta exposición se hace referencia al origen de la vida consagrada58. 2.1.1 De la vida monástica al monje Graciano. Una característica de la vida monástica primitiva por ser individual, era carecer de normas de convivencia y por ende de una autoridad. En el transcurso del tiempo la vida monástica dejó de ser individual y nacieron los primeros monasterios con una vivencia comunitaria. Entonces es cuando aparecen las primeras reglas que llevan a una organización de la convivencia, ya que surgen grandes inconvenientes; de ahí que los romanos definían a un grupo o a una comunidad “nido de líos”. En estas primeras reglas se permitía la expulsión de los incorregibles para evitar que su mal ejemplo trajera la ruina a la mayoría. Sin embargo en algunos casos se detectó gran resistencia a proceder a la expulsión, precisamente por las razones que este trabajo se propone defender. Es así como la opinión común, apoyada en diversos cánones de concilios, (Calcedonia, 451, Can. 4, 7, 24, Nicea II, 787, Can. 20, Concilios particulares: Concilio de Agde 506 Can. 38, Concilio de Orleans 511 Can.21, Concilio de Toledo IV 633 Can. 49, Concilio de Aquisgrán 816 Can. 18, Concilio de París VI 829 Cánones 39-46, Concilio de Meaux 845 Can. 59) los incorregibles no deben ser expulsados, sino encarcelados en el mismo monasterio y sometidos allí a la penitencia, salvando así el principio de la salus animarum, porque si bien se analiza, quién podría tener mayor derecho a gozar de este principio invaluable y además exclusivo de la Iglesia, sino aquellos que han querido consagrar su vida a Dios, así por la debilidad humana hayan cometido un error. Para ellos se hace indispensable también la salus animarum. Para Piñero (1993) en su libro “La ley de la Iglesia” la vida de Jesús, obediente al Padre, pobre sin tener donde reclinar la cabeza (Cfr. Mt. 8,20) y virgen, hijo de la virgen y esposo de vírgenes, sirvió de modelo cercano a los primeros discípulos. La doctrina del evangelio, presentando la perfección en la caridad como fuente de la que nace la renuncia total de sí mismo y de los bienes terrenos (Cfr Mt 19,16) ha sido considerada siempre como el origen de los tres consejos evangélicos. El Manual de Derecho Canónico (1991, 218) presenta la vida consagrada en su primera manifestación propiamente dicha el anacoretismo o eremitismo, en la vírgenes, ascetas y célibes de los primeros tiempos donde pueden entreverse gérmenes de vida religiosa. El anacoreta y el ermitaño se retiran a la soledad, se separan del mundo y de lo secular para consagrarse totalmente a Dios en la oración. 58 43 En estos primeros períodos todavía no existían normas precisas sobre la disciplina religiosa. La entrada y la salida eran libres.59 Surge el monacato como institución y con las reglas que dan los diversos fundadores, las cuales no son actos propiamente legislativos, determinan ciertas condiciones para iniciar la vida común y para abandonarla.60 Posteriormente viene la intervención del legislador eclesiástico para poner orden. De igual manera, los Papas y los Concilios dictan normas en este sentido. Reglas iniciales: Las Orientales: San Antonio Abad61 San Pacomio62, La regula ad monachos63, el diácono Virgilio, San Basilio y Rábula. Las Occidentales: San Agustín, San Casiano, San Cesareo de Arlés, San Benito, San Columbano y San Donato (Cfr. Árbori, citado por Anaya, 2007-regule monastiche d´occidente) La de la España visigoda: San Isidoro, la Regla común, los fundadores. La legislación conciliar: el Concilio de Calcedonia y el Concilio de Nicea. La legislación pontificia: el Papa Ciricio, el Papa León y el Papa Gregorio IV. La civil: las Novelae de Justiniano Entre las orientales están: San Antonio, en el siglo IV surgen contemporáneamente, formas eremíticas, cenobíticas y mistas que precisan, corrigen y en cierto modo, limitan los diferentes estados de vida consagrada. 59 Algunos ejemplos pueden ser San Hilarión, que estuvo dos o tres meses con San Antonio, volviendo posteriormente a su casa (Cfr. San Jerónimo, Vita Sancti, Hilarione, p. 146-199) o Narciso, quien se retiró al desierto siendo Obispo y después volvió a su diócesis (Cfr. Eusebio de Cesarea, p. 365-367) 60 Torres destaca cómo la reflexión de la Iglesia puso de relieve los tres consejos evangélicos (aunque no se expresasen con votos formales).Como base sobre la cual apoyar la vida monástica, es decir la virginidad, primera manifestación de esta de vida, reconocida y defendida ardientemente por la jerarquía; la pobreza evangélica, que conduce a la comunión de bienes y manteniendo la renuncia personal de cada uno a cualquier propiedad terrena, hace posible la actuación de la comunidad a favor de los pobres… Cfr J. TORRES, normae comuni, 1-7 61 61 Antonio Abad es el prototipo del eremitismo 62 63 Se conservan 4 colecciones de reglas. (Cfr. Gribomont, Pacomio,1067, 1073 El término se refiere a las monjas. 44 San Pacomio, el precepto64 136 de hace referencia a quienes se alejan de la comunidad. Los preceptos 150 y 151 establecen de una a tres amonestaciones para el monje que era culpable de transgresión y que si no se corregía sufría otros castigos, llegando a ser separado del monasterio. Pero esta separación era temporal e incluía una penitencia. La regula ad monachos, (Can. 76 y 175) que se atribuye a San Macario Alejandrino. Can. 17 es el más antiguo documento que habla de la expulsión de una monja. El diácono Virgilius (Cfr. Mazon Can. 17, en la regula orientali, (p. 61-64) de las reglas de los religiosos, 89, en su canon 35 habla de la expulsión que debe infligirse al monje que no se corrija. San Basilio se dedicó a dar respuesta a cuestiones que le proponían los miembros de diversas comunidades ascéticas. Rabbula, en Siria nos ha dejado sus cánones monásticos. El canon 9 establece que sea expulsado del monasterio quien tenga la costumbre de robar. El canon 14 prohíbe que permanezca en el monasterio quien sea sorprendido en adulterio, a menos que acepte la penitencia. Entre los occidentales se encuentran: San Agustín, San Casiano, San Cesareo de Arlés, San Benito, San Columbano y San Donato (Cfr. Árbori, citado por Anaya, 2007-regule monastiche d´occidente) San Agustín en la regla 7,8-9 habla de la corrección fraterna. El 10,2 habla de la caridad. El que nunca quiere pedir perdón o no lo pide de corazón está de más en el monasterio. San Casiano (Cfr. Prisnz, citado por Anaya, 2007, p. 633-638) escribe en el libro IV, Can. 16 de sus instituciones. “En verdad cosas dejadas y admitidas en forma indiferente por nosotros sostenemos que hay que reprenderlas con más fuerza, o sea con abierta 64 El precepto es la exigencia de una acción u omisión que surge sobre la base de la potestad de gobierno. En el CIC aparece el precepto basado en la potestad ejecutiva de régimen. Éste confirma y concreta de forma jurídicamente vinculante y forzosa obligaciones en la Iglesia y sirve para imponer exigencias de leyes, actos administrativos y sentencias judiciales. Cfr. Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008, Herder Barcelona. 45 convicción y cosas parecidas que dijimos con regaño espiritual; o se enmiendan de las plagas o se purgan con la expulsión.” San Cesáreo de Arles (Cfr. Turbessi, citado por Anaya, 2007 en regule monastiche antiche, p. 335-34). Se inspira en San Agustín para componer la regula ad monachos y la regula ad virgines. En esta última se puede leer en 34,4 “se dice que quien no quiere pedir perdón nunca o lo pide pero no de corazón, y quien no perdona si se le pide perdón, parece no tener ninguna razón para permanecer en el monasterio”. San Benito (Cfr. Mancone, citado por Anaya, 2007, 1351-1356) El canon 28 de su regla habla del caso de quienes no quieren corregirse aunque sean castigados a menudo. “San Benito prevé un camino progresivo hasta llegar a la expulsión.” ColombasAranguren, citado por Anaya, 2007, regla de S. Benito, 402-405). Porque él y en general todos los escritores o compiladores de reglas, intentan aplicar todos los medios posibles para conseguir la conversión y el arrepentimiento del delincuente. San Columbano (Cfr. Aporte, citado por Anaya, 2007, 1228-1236 en su regula Coenobialis) indica que el castigo adecuado para los religiosos que comenten faltas, es más bien la imposición de penitencias y no la expulsión. San Donato (Cfr. Toucas, citado por Anaya, 2007 en regula donati, 1574-1575) es autor de una regula ad virgines. En el Can. 73 cita el canon 28 de San Benito y añade una cláusula (Cfr. San Donato, regula ad virgines, p. 391) indica que se prefiere aplicar penas corporales, ya que la expulsión se aplicaba muy raramente a las monjas. 46 2.1.2 Reglas de la España Visigoda San Isidoro (Can. 16) aunque un religioso se haya sumergido en el abismo de frecuentes y gravísimos vicios, sin embargo, no ha de ser echado del monasterio, sino que debe ser castigado según la calidad del delito… (Cfr. S. Isidoro de Sevilla, citado por Anaya, 2007, regla 114). Estas ideas irán adquiriendo fuerza y se verán apoyadas en diversos cánones de Concilios. Los incorregibles no deben ser expulsados sino encarcelados y sometidos a penitencia en el mismo monasterio. En la regla común, Can. 14 establece todo un procedimiento para castigar la culpa de los monjes. (Cfr. Campusruiz-Rocamelia, citado por Anaya, 2007, en santos padres españoles II, 165-170) La mayoría de los fundadores previeron la expulsión, entendida como una defensa del cuerpo para evitar la proliferación y el contagio de una enfermedad, representada por los religiosos que no querían corregirse. 2.1.3 Legislación Conciliar Frente a los desórdenes presentados por algunos monjes y también laicos, que no se someten a ninguna regla, la autoridad eclesiástica y la civil no pueden permanecer indiferentes. Los Papas, los Obispos, los Sínodos y los Concilios aprueban normas y prohibiciones para poner fin a los abusos y mantener el orden. Anaya Torres (2007) dirá que: El Concilio de Calcedonia (451) es primer documento legislativo universal sobre la vida religiosa. El canon 4, establece dos principios: La vida monástica debe seguir las propias reglas, como norma interna. Los monasterios y los monjes dependen de la jurisdicción del Obispo. El canon 7 afirma que clérigos y monjes no deben volver al mundo. El canon 16, que las vírgenes consagradas a Dios o los monjes, no deben casarse. El canon 23 que hay que expulsar de 47 Constantinopla a los monjes forasteros, que provocan desórdenes. El canon 24 que los monasterios no deben convertirse en casas privadas. (p. 24) Por otro lado también se encuentra: El Concilio de Nicea, convocado en el año 787, que se ocupa de la vida consagrada dando normas sobre temas económicos, prohibiendo la mezcla de sexos en los monasterios y el cambio de monasterio. El canon impone a los religiosos la observancia de la regla de San Basilio. (p. 24) 2.1.4 La legislación pontificia El Papa Siricio (384-399) en la epístola directa dessessorem en el canon 6 afirma de cómo algunos monjes y monjas se han mezclado de modo sacrílego y da algunas disposiciones para que sean recluidos y hagan penitencia. El Papa León I (449-461) con la carta decretal epístola fraternitatis, insiste que un monje que ha iniciado voluntariamente tal vida no puede dejarla sin pecar. El Papa Gregorio IV (827-844) con la Bula quoniam ex apostolicam declara que el monasterio floriacense está libre de toda jurisdicción civil y eclesiástica y le concede varios privilegios65. 2.1.5 Legislación civil Las Novelae de Justiniano Desde el edicto de Milán año 313, empiezan a aparecer prescripciones referentes a la vida monástica en la legislación civil romana. Al estado le interesa el orden, la paz y la tranquilidad. Por ello en la legislación romana sobre la vida monástica encontramos 65 El privilegio es una Institución jurídica que otorga una gracia por la cual se concede de forma soberana a un sujeto individual de Derecho Canónico (sea una persona física o jurídica, una corporación o fundación) una posición jurídica de ventaja respecto del derecho objetivo válido para el conjunto (derecho común, derecho particular. (Cfr. Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 48 disposiciones administrativas y disciplinarias, pero también sanciones penales para quienes no cumplan la normativa interna. Es importante la aportación de Justiniano, quien regula en (los cánones 5-6 de la Novelae 13366) importantes aspectos de la vida monástica. 2.2 Del monje Graciano al Papa Urbano VIII El Derecho Canónico, como se ha visto, va evolucionando a través de la historia de la Iglesia por medio de una cierta sistematización de la doctrina, pero el desarrollo como ciencia propiamente dicha se va a dar durante los siglos XII y XIII. Las diversas instituciones, entre ellas la expulsión de los religiosos, recogen en esta etapa la opinión común de su legitimidad. (Cfr. Fernández, citado por Anaya 2012, p. 505) En este período se encuentran: Graciano, Decretales de Gregorio IX, Privilegios, Constituciones, Concilio de Trento, y Sistematización de la doctrina. Graciano. Ya en los decretos de Graciano y en las decretales de Gregorio IX aparecen citas como: Mali ab ecclesia sunt eleminando67 (Las personas malas hay que eliminarlas de la Iglesia). Ab ecclesia eliminandae et ergastulis retrudendae sunt manachorum vel monacharum enpudicae personae68 (las personas impúdicas de los monjes y de las monjas hay que eliminarlas de la Iglesia y encerrarlas a cadena perpetua). Graciano dice textualmente que hay que obligar al delincuente a hacer penitencia, lo que es preferible a expulsarlo, posición apoyada por varios concilios. 66 Las Novellae, de Justiniano, son nuevas leyes o constituciones de la época, Nov. 133, 5-6 (en Corpus civilis, III, 673-675). El procedimiento para la expulsión establece que primero hay que ayudar al monje a convertirse y cambiar de vida, de modo que únicamente en el caso de la incorregibilidad, se puede proceder a la expulsión. 67 En la Epistolam ad gálatas (C. 24 q.3c. 16 de S. Jerónimo, Can. 5) se encuentran unos ejemplos de cómo una persona mala, daña todo el ambiente: Arrio fue una pequeña chispa en Alejandría, no lo apagaron e inflamó todo el mundo. 68 C. 27 q. 1 c. 11 ( Concilio Triburiensi, 6) en corpus, I, 1051 49 Decretales69. Es clara la posición de mantener en los claustros a todos los religiosos fugitivos, tarea que ante la negligencia de los superiores deben suplir los Ordinarios. Quien sea encontrado poseyendo algo en privado, previa la monición correspondiente, debe ser expulsado. Para restaurar la disciplina en los conventos de la comunidad religiosa, se nombran unos visitadores que tienen autoridad para corregir, imponer penitencias y expulsar. Se establece que periódicamente se busque a los religiosos fugitivos para mantenerlos en los claustros. Además de negar la posibilidad de expulsión de un religioso70. Alejandro III, al Obispo de Londres: Monachi incorrigible de monasterio expelluntur, et reformabitur manasterium de fratribus alterius ordinis, si de monachis eiusdem ordinis reformari non potest71 2.2.1 Privilegios y constituciones de las órdenes Al aparecer las constituciones, elaboradas por los órganos legislativos de las órdenes y la disciplina de la expulsión, se encuentran nuevas regulaciones en los privilegios que conceden los Papas a las órdenes religiosas. Los monasterios van adquiriendo privilegios a partir del siglo VIII. La libertas romana y la protectio apostolica, adquieren su verdadero sentido: la primera se refiere a la extensión del monasterio respecto al obispo, mientras la segunda a la autoridad espiritual del mismo. Al aparecer nuevas órdenes religiosas, los Papas se encargan de concederles exenciones y privilegios y en ocasiones resulta difícil conocer con exactitud la lista de los privilegios, porque algunos pontífices concedan además a los 69 monasterios y órdenes poderse Son cartas Papales que responden a preguntas de Derecho Canónico o de disciplina, dirigidas en su mayoría a personas individuales. Cfr. Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico 2008, Herder 70 X. 3, 31, 24 (Gregorio), en corpus, II, 578. La Norma debe su existencia al uso excesivo de las posibilidades de expulsión, así como al gran número de arbitrarios abandonados de los monasterios (Cfr. W. Plochl, Storia del Diritto Canonico, II,2369) 71 X. 3, 50,7 en corpus, II, 659 monjes incorregibles se expulsan del monasterio y se reforma el monasterio con monjes de otro monasterio, si no se puede reformar con monjes del mismo monasterio. 50 comunicar recíprocamente dichos privilegios. El privilegio de Alejandro VI a los Franciscanos, concede que el superior general72, o su vicario, por sí solos, y los provinciales, con el consenso de sus consejos, puedan expulsar a los miembros incorregibles, (Cfr. Alejandro VI, Bula cum sicut nobis, 1501, 329) llegó a ser propio de un gran número de órdenes. Los Obispos llegaron a pedir durante el Concilio Lateranense V que se disminuyeran tantos privilegios. El Concilio de Trento transformó muchos de estos privilegios en derecho común, incorporándolos a los decretos conciliares. En adelante la cláusula dummodo Concilio Tridentino non repugnet73 se añade siempre a los decretos conciliares. A finales del siglo XVI los Papas corrigen la extensión de los privilegios y revocan algunos de los anteriores. 2.2.2 Constituciones de las órdenes Se incorpora el procedimiento de expulsión a las reglas y constituciones, con base en las costumbres de la Cartuja y se prevé la readmisión de los que habían sido expulsados. Guiogo (Can. 77), redacta los Statuta Guigonis. San Gilberto trata de la expulsión de los delincuentes, en los cánones 28 al 30 y 32 de la Regula ordinis sempringensis. San Francisco: “Si, por instigación del diablo, fornicase algún hermano, sea despojado del hábito, que ha perdido por su torpe pecado, déjelo del todo y sea expulsado absolutamente de nuestra comunidad. San Gregorio IX: concede la capacidad de expulsar de la orden a quienes sean sorprendidos en manifiesta fornicación al confirmar las enmiendas introducidas en la Regula ordinis sancti marci mantuanensis. Santo Domingo: Las constituciones de los Dominicos, al menos desde 1228, establecen el procedimiento para expulsar a los religiosos incorregibles, en su Distinctio I, c 19 72 San Ignacio: Establece que el general podrá despedir de la compañía al incorregible. El superior general es el moderador supremo de un Instituto Religioso de organización centralista (Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 73 Traducción: Mientras no sea contra las normas del Concilio Tridentino. 51 El Papa Anastasio: Ordinis Sanctus Spiritus. en el parágrafo 18 concede al maestro de la orden, con el consejo de la parte más sana de su capítulo, la capacidad de expulsar o dar licencia para el tránsito a otra orden, a quienes perturben el orden, ordena a los abades y superiores de la orden de Cluny que tomen las medidas necesarias para restaurar la disciplina. El Papa Inocencio IV: prohíbe predicar, confesar y enseñar a quienes han salido de la orden de los Franciscanos, han sido expulsados o vagan fuera de los claustros. El Papa Clemente IV: legisla sobre la situación de quienes cambian de comunidad, son expulsados o apostatan. El Papa Gregorio XI: establece, con una constitución dirigida a los Dominicos, normas sobre el cambio de comunidad y prohíbe a los expulsados de la Orden predicar, confesar o enseñar. León XIII: en una carta establece que nadie puede ser expulsado de la vida eremítica sin licencia. El capítulo IV, prohíbe volver al mundo a los hermanos de la Orden Hospitalaria una vez vestido el hábito y hecha la profesión. Tampoco es posible transferirse de un lugar a otro o pasar a otra Orden contra el parecer o sin el consentimiento de los hermanos o el superior. Clemente III: emite un decreto en 1188 con el que obliga a los superiores de los canónigos regulares a buscar con diligencia a los que no vivan en el claustro y reintegrarlos al mismo, como fue ordenado por el Concilio Lateranense. Inocencio III: concede al maestro de la orden de los Cistercienses, la capacidad de expulsar y negar licencia para el tránsito a otra orden, a quienes la perturben. Can. 1214. 2.2.3 Concilio de Trento En la sesión XXV (3 y 4 de 1563) se discute con mayor extensión el tema de la reforma de los religiosos. El concilio busca promover la fidelidad en la vida consagrada, establece normas para promoverla en cuanto a los votos con regularibus et monialibus. La disciplina y las correcciones de los religiosos que vivían fuera del monasterio, se somete a la vigilancia de los obispos. Tras el Concilio de Trento se da cada vez más importancia a la 52 praxis de la Curia Romana y sus congregaciones, que son las que se encargan tanto de las cuestiones referentes a las personas. como a los derechos de los religiosos. Clemente VIII en 1599, publica un decreto Nullus Omniun 1599 dedicado a las normas sobre las obligaciones del coro, la pobreza y la vida común, además de prever graves penas para quienes no cumplan la norma y establece la necesidad de pedir licencia a la Santa Sede para salir fuera de la clausura. 2.2.4 Sistematización de la doctrina Hasta ahora no existe una disciplina jurídica bien formulada. Se presentan dos posiciones. 1. Opinión negativa74 Minoritaria: se niega rotundamente, que se pueda proceder a expulsar de su orden a un religioso. 2. Opinión positiva, Mayoritaria: en determinadas circunstancias se puede expulsar a un religioso de su Orden. Para determinar quién es la autoridad competente, las causas y los efectos de expulsión, la disciplina y la doctrina se consolidan respondiendo a 6 preguntas: ¿Quiénes son los Superiores competentes para proceder a la expulsión?75 ¿Cuáles son las causas por las que un religioso puede ser expulsado?76 ¿Cuál es la naturaleza de los crímenes y la reincidencia requerida? ¿Qué características tiene la incorregibilidad y qué requisitos debe cumplir para que pueda afirmarse que se da? 74 ¿Qué proceso debe seguirse para la expulsión? Para ver en donde constan estas opiniones ver ANAYA TORRES JUAN MIGUEL, la expulsión de los religiosos, un recorrido histórico que muestra el interés pastoral de la Iglesia. editrice Pontificia Universitá Gregoriana, 2007,46-48 75 El Papa, los superiores generales con el voto de su consejo (Cfr tratado VIII, c. 4, n. 17-20 en Suarez, citado por Anaya, 2012, 313315) 76 Que haya cometido delitos graves. Que se muestre incorregible, es decir, que después de haber sido amonestado y corregido, no de ninguna señal de enmienda. Los delitos deben ser graves, externos, públicos, nocivos para la comunidad y probados jurídicamente. Según Santo Tomás y según Sánchez (2012) la incorregibilidad se presenta de tres maneras: a) Perseverancia en el delito cometido b) Continuar cometiendo acciones punibles después de tres amonestaciones c) Abandono del lugar donde se ha impuesto la penitencia y donde se está cumpliendo. 53 ¿Cuáles son los efectos jurídicos que produce la expulsión respecto a la vivencia de los votos, al cumplimiento de la propia regla, a la obligación de volver a la propia comunidad y al ejercicio de las Órdenes Sacerdotales? En cuanto a los efectos jurídicos que produce la expulsión respecto a los votos. Votos77. Las obligaciones que se derivan de los tres votos no van a desaparecer con la expulsión. No cabe la menor duda de que el expulsado debe observar el voto de castidad; si contrae matrimonio, el mismo es nulo y el expulsado sigue sujeto a la autoridad del Superior o del obispo del lugar de su nacimiento. En caso de que la expulsión sea a la vez de la orden y de la diócesis, se debe presentar al Sumo Pontífice para que él determine a quien debe obedecer. Otra opinión era que la presentación debía hacerse al obispo del lugar donde se encontraba el monasterio del que habían expulsado al religioso, por tratarse de un peregrino sin domicilio. Las materias objeto de la obediencia eran las relativas a los votos. En cuanto a los bienes, podía administrar el uso de lo recibido para alimentación, vestido, casa y lo necesario para vivir. Regla. Según Ferrari (citado por Anaya, 2012) las obligaciones de la propia regla incluso las impuestas bajo pena de pecado mortal se suspenden, mientras que se conservan las que se pueden observar cómodamente. Otros afirmaban que el expulsado estaba obligado a observar toda la regla. La comunidad por su parte estaba obligada a recibir de nuevo al expulsado si la petición se hacía humildemente y la persona estaba dispuesta a corregirse. La comunidad únicamente podría rechazarlo cuando su readmisión pudiera producir un escándalo, cuando hubiera contraído alguna enfermedad contagiosa o se hubiera convertido en inútil para el servicio de la Orden. Y si fuera readmitido quedaría exento del noviciado y de la profesión. 77 El CIC define el voto como una promesa de un bien posible y mejor hecha a Dios de forma deliberada y libre y que debe cumplirse por virtud de la religión- Can. 1191,1. (Cfr. Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 54 En cuanto al ejercicio del sacerdocio algunas órdenes gozaron de privilegios concedidos por los Papas para que los religiosos expulsados de ellas no pudieran predicar, confesar, ni enseñar. Si querían hacerlo debían pasar a otra orden. El Papa Urbano VIII (1623-1644) produce la legislación específica y completa para regular el tema de la expulsión. Otro hecho importante de la época es la aparición y acción de la Curia Romana78. En esta etapa primigenia, se distinguen los siguientes documentos: Decreto de Graciano 1140 El Decreto Sacra Congregatio (SCC79, 21 sep. 1624, en el Código de Derecho Canónico, Fontes, citado por Anaya 2012, n.2454, 231-234), promulgado durante el pontificado de Urbano VIII. El decreto Quum Singulae, promulgado en 1911 2.3 Del Papa Urbano VIII al decreto Quum Singulae En este período se encuentra la acción de los Papas, el decreto Sacra Congregatio, el decreto Instantibus, el Proceso sumario (cameral). El Concilio Vaticano I, y las normas del resto de siglo. La acción de los Papas. El Papa Pio IV, creó la Congregación del Concilio encargada de aplicar los decretos del Concilio de Trento. Más adelante se le concederá facultad de interpretación. Fue así como se estableció que los religiosos que hubiesen obrado mal y de los que no se esperase la enmienda, fueran corregidos con mayores penas y 78 La Curia Romana es el conjunto de los organismos e instituciones que asisten al Papa en el ejercicio de su ministerio pastoral supremo para el bien y el servicio de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares, a fin de fortalecer la unidad en la fe y la comunión del Pueblo de Dios. Cfr. Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico 2008. Herder. 79 Sagrada Congregación del Concilio 55 la imposición de la cárcel claustral, pero no debían ser expulsados, con el fin de evitar que hubiese religiosos viviendo fuera del claustro. Sixto V, al crear la Congregatio Super Consultationibus Regularium, le atribuye el encargo específico de dar un procedimiento sumario, a los casos para cuya resolución se haya recurrido a la Sede Apostólica. Sin embargo los superiores de las comunidades conservan la facultad de expulsar a los incorregibles, lo cual queda consignado por escrito de la Sagrada Congregación para los Obispos y Regulares. Igualmente para ser admitidos a la cura de almas y al servicio de la Iglesia deben conseguir la dispensa apostólica, por encontrarse suspendidos para el ejercicio de las órdenes sagradas. Con relación a las monjas, no se pueden pasar de un monasterio a otro por causa de un disturbio, por haber perpetrado un crimen o por ser incorregibles, según lo establece una resolución de la Sagrada Congregación para los Obispos y Regulares en 1603. 2.3.1 Los Regulares Decreto80 Sacra Congregatio. Urbano VIII, por medio de la Sagrada Congregación del Concilio promulga en 1624 el primer decreto exclusivo sobre la materia de la expulsión. La única causa posible para proceder a la expulsión es la verdadera incorregibilidad. Se consideraba incorregible el reo, que durante un año continuo estuviese recluido en la cárcel, donde debía ser sometido a ayuno y penitencia; si no daba señales de arrepentimiento y perseveraba en su obstinación, se podía iniciar el proceso pero había que probar plenamente según los cánones, la causa de la expulsión. El superior general con el consejo y el asentimiento de 6 religiosos elegidos en los respectivos capítulos generales, constituían la autoridad competente para decretar la expulsión. Por su parte el expulsado, si no ingresaba en otra comunidad, quedaba sujeto a la jurisdicción y autoridad del Ordinario del lugar. Los superiores no podían conceder cartas 80 Benedicto XIV resume lo que concierne a nuestro tema durante el siglo XVII, comentando sus diversas vicisitudes, dando razones de los procedimientos y explicando las causas por las que se legisla de esa determinada manera, en los n. 18-20 del c. 11 del libro 13 de su De Synodo Diocesana que podemos encontrar en Benedicto XIV Opera Omnia, 11, 548- 551 56 testimoniales a los expulsados. El expulsado quedaba suspendido del ejercicio de las órdenes en perpetuo, sin que los Ordinarios del lugar pudieran dispensar o moderar esa pena. La obligación de readmitir a los expulsados si éstos daban esperanza evidente de enmienda, se indicaba en los numerales 11 y 14; se procedía a abolir todas las prescripciones antecedentes, aunque hubiesen sido aprobados por la Santa Sede. Decreto Instantibus. Inocencio XII promulgó el decreto Instantibus de la Sagrada Congregación del Concilio, mitigando algunas disposiciones precedentes. Se reduce el año de encarcelamiento a 6 meses y se extiende a los provinciales la facultad de expulsar, confirmada por el superior general, conservando la consulta y el consenso de 6 religiosos de la misma provincia, dejando en el superior general la última palabra. Se daba la oportunidad de que algunos procesos se realizaran de modo especial, apartándose de la normativa general. Proceso sumario (cameral). El proceso sumario de expulsión llamado cameral se concedía en algunas ocasiones a los superiores generales, para efectuar el proceso de expulsión por medio del testimonio de personas idóneas y dignas de fe, que dieran a conocer la maldad y la obstinación incorregible del religioso, dando a su defensor nombrado de oficio, la posibilidad de defensa. Podían omitirse las solemnidades del proceso para proceder a la sentencia81 de expulsión del religioso, la cual debía ser notificada cuanto antes al religioso y a su Ordinario de origen. Facultad concedida en algunos casos por la Santa Sede. 81 La sentencia es la decisión que toma el juez único o el tribunal colegial en aplicación del derecho objetivo a un caso concreto. la sentencia responde a una controversia que ha sido establecida por el tribunal e investiga por la vía del derecho común o del derecho administrativo (Cfr. Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 57 Los religiosos de votos simples en las Órdenes. En 1858 un decreto estableció que los votos simples perpetuos, podían ser rescindidos por la Orden con la expulsión, de modo que el profeso expulsado quedaba liberado de cualquier vínculo u obligación. Era necesario introducir una forma de expulsión para estos profesos. En 1857 la Sagrada Congregación sobre el estado de los regulares, prescribió que antes de hacer la profesión solemne, los religiosos de todas las órdenes, debían hacer votos simples, al menos por tres años y con la necesidad de introducir una forma de expulsión para estos profesos, otorgando la facultad al superior general con su consejo, la cual podía delegarse a religiosos prudentes y expertos, en número de tres. Una vez verificada la veracidad de los hechos no se requería proceso ni juicio. 2.3.2 Concilio Vaticano I En el Concilio se elaboraron unos esquemas para la constitución sobre los regulares, pero con la interrupción del mismo se tuvo que regresar a lo que habían legislado por Urbano VIII e Inocencio XII, para determinar la incorregibilidad de un religioso. Por las dificultades que se presentaban para mantener a los religiosos en la cárcel, la medida se redujo a un año en el cual se imponían penas en busca de su enmienda y una amonestación canónica cada 4 meses. Pero para proceder a la expulsión tenían que darse delitos graves y notorios. El reo debía tener derecho a la defensa necesaria, bien fuera él mismo quien la asumiera, o fuera otro religioso o un defensor de oficio y además podía recurrir a la Santa Sede. Una vez obtenida la certeza sobre la verdad de los hechos, se expedía el decreto de expulsión que debía ser comunicado al Ordinario del lugar, donde se producía la misma, pero también al Ordinario de origen del expulsado quien quedaba suspendido del ejercicio de las órdenes. En el caso de que diera muestras de enmienda debía ser readmitido, lo cual debía ser atestiguado por el Ordinario por medio de cartas testimoniales. 58 Para este período ya encontramos una primera definición sobre la expulsión como pena medicinal, que debe cesar con la enmienda del reo. (Cfr. Concilio Vaticano I, Schema constitutionis super expulsione, c. II, en Mansi, LIII, 831- 832). 2.3.3 Finales de período En 1872, la Sagrada Congregación para la disciplina de los regulares escribió una carta circular a los superiores generales de Italia, dado que sólo en Italia se podían aplicar los procesos sumarios. En cuanto a la situación para los hombres: La dispensa de los votos solemnes sólo se daba por razones de interés público, como la extinción de un cisma o la conservación de una familia real. Por tal motivo un religioso apóstata no tenía esperanzas de ser dispensado de sus votos. Existían 5 vías de salida de la comunidad. La expulsión por: 1. Sentencia después de las formalidades de un proceso canónico. 2. Con un proceso sumario 3. Con un loco expulsiones pronunciada por la Santa Sede contra religiosos culpables de grandes escándalos. 4. Por expulsión perpetua que permitía residir fuera, con la posibilidad de integrarse al clero secular 5. Por expulsión temporal, la cual quedaba sin efecto hasta que fuera ejecutada por el Obispo que aceptaba recibir el religioso en su diócesis y le permitía ejercer las órdenes. Se concedía por una enfermedad o para ayudar a su familia. 59 En cuanto a la situación de la mujer: Aparecen los institutos de vida activa, luego de la canonización de Santa Ángela de Merici. La expulsión no podía considerarse puesto que no se podía obligar a vivir en el mundo a una mujer ligada por los votos. Se recurrió entonces a la práctica de las moniciones y castigos contra las monjas indóciles. Gregorio XVI declaró que no concedería ninguna secularización perpetua para monjas. Cfr. Sagrada Congregación para los Obispos y Regulares, (Decreto, 1835, AJP 5 (1861) 777-778) En cuanto a los religiosos de votos simples el sistema de expulsión vigente no era satisfactorio y causaba problemas, por ejemplo en el caso de los ordenados in sacris. El decreto Auctis admodum de la Sagrada Congregación para los Obispos y Regulares, en la segunda parte, trata de la expulsión de los profesos de votos simples temporales en las órdenes. La culpa grave, externa, pública y la incorregibilidad del reo, probada al menos con la triple amonestación y corrección, justificaba la expulsión. El decreto obligaba a dar oportunidad de defensa al reo y la expulsión no obtenía eficacia si el reo presentaba recurso82 a la Sagrada Congregación para los Obispos y Regulares. A continuación se verán las respuestas a las dudas presentadas en la aplicación de las mencionadas normas. “Una vez expulsado, no tiene derecho a exigir nada de su comunidad, por cualquier tipo de prestación de servicio. A los superiores se les recomienda que sean caritativos con los expulsados.” (Cfr. Aquen Lucionen, 11. 1898, ASS 30, 1897- 1989, 727-731) Con la Constitución Conditae a Christo, se reconoce el poder de los Obispos para erigir en su propio territorio un instituto religioso83 y reglamenta la clasificación jurídica. Se 82 Quien se considere perjudicado por algún acto administrativo puede recurrir por cualquier motivo justo al superior jerárquico de quien emitió el Decreto; el recurso puede interponerse ante el mismo autor del Decreto quien inmediatamente debe transmitirlo al competente superior jerárquico. Cfr. Can. 1737,1. Es muy deseable que cuando alguien se considere perjudicado por un Decreto se evite el conflicto entre él y el autor del Decreto; procúrese llegar de común acuerdo a una solución equitativa, acudiendo incluso a la mediación de personas prudentes, de modo que se evite la controversia o se dirima por un medio idóneo (Cfr. Diccionario de Derecho Canónico, 1989) 83 El CIC da una definición legal de Instituto Religioso como una asociación en la que los miembros, según el derecho propio, hacen votos públicos, perpetuos o temporales que deben renovarse (Can. 607) (Cfr. Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 60 establece la diferencia de status entre un instituto de derecho pontificio y uno de derecho diocesano. Constitución conditae a Christo (Cfr. León XIII, 1900). Otras respuestas de la Sagrada Congregación para los Obispos y regulares y de la Sagrada Congregación para los religiosos. No se puede expulsar a un profeso de votos simples de una orden únicamente por haber contraído una enfermedad después de la profesión. Esto lo establece en 1904 la Sagrada Congregación para los religiosos. (Cfr. Ordinis S. Benedictii, 13, 1904, ASS 37, 445-448) y en 1909 promulga un decreto para que los sacerdotes y clérigos ordenados in sacris que obtenían una secularización, quedaran excluidos, si no obtenían una dispensa especial de la Santa Sede para desempeñar cualquier papel. El decreto se extendía a las congregaciones de institutos que no tenían votos perpetuos. Por tanto la Normae 1991, regula la expulsión de los religiosos de votos simples, temporales no ordenados in sacris y las religiosas de votos simples, temporales y perpetuos. La expulsión de las monjas de votos simples temporales, previos a la profesión solemne seguía regulada por el decreto Perpensis. (Cfr., 1902, en CIC Fontes, IV, 2039, 1088-1090) En este primer período se puede decir que gran cantidad de normas regulaban la expulsión de toda clase de religiosos. Pero el proceso que se tenía que seguir no estaba claro. Algunos casos quedaban a la opción de los superiores, los cuales los manejaban de forma inadecuada. Era necesaria una reorganización de la disciplina y la normativa. Ésta se producirá en el período siguiente, o sea en el siglo XX especialmente con el decreto Quum Singuale. 61 2.4 Aportes del siglo xx sobre la expulsión de los religiosos En este período aparece: Un Nuevo procedimiento con el decreto quum singulae, El Código de 1917, Normativa experimental y el Concilio Vaticano II. Los nuevos procedimientos comienzan con la publicación del Decreto Quum Singulae, en 1911 por la Sagrada Congregación para los Religiosos que recoge en un único documento el tema de la expulsión. Decreto Quum Singulae. (Cfr. 3, Acta Aposlicae Sedis 843 [1911] p. 235) Se establecen tres modos: 1. Por pena establecida de inmediato por el mismo derecho. 2. Por pena decretada mediante proceso. 3. Por pena fulminante decretada por el superior (para los casos más urgentes.) La expulsión a iure. Las causas para la expulsión que se produce apenas cometido el delito, mediante la pena establecida por el mismo derecho, son: Apostasía pública de la fe católica Apostasía de la comunidad religiosa, a menos que el religioso volviese antes que pasaran tres meses Fuga del monasterio, para convivir con una mujer Contraer el llamado matrimonio civil o atentar el matrimonio, incluso cuando éste es válido porque los votos no son solemnes o no tienen los efectos de tales. En estos casos es suficiente que “el superior (general o provincial), con su consejo, declare los hechos.” (Cfr. decreto Quum Singulae, 18, Acta Aposlicae Sedis 3, p. 237) 84 El Acta Apostolicae Sedis AAS, Con el título de Commentarium officiale se trata del órgano oficial de la Santa Sede editado por la Secretaría de Estado. Fue fundada por Pio X para reemplazar a partir del 1-1-1909 a las Acta Santae Sedis como órgano oficial de promulgación y publicación de la Sede apostólica. Además de leyes y otros Decretos, el órgano publica sobre todo pronunciamientos pontificios y documenta asuntos y datos personales (Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 62 Proceso regulador. El proceso regulador para la expulsión se basa solamente en la incorregibilidad, haciéndola constar por una triple amonestación. (Cfr. Sagrada Congregación para los Religiosos, decreto Quum Singulae, 4, Acta Aposlicae Sedis 3, 1911, p. 235) Dicha amonestación debía hacerla el “superior legítimo y se debía añadir una amenaza de expulsión. (Cfr. Sagrada Congregación para los Religiosos decreto Quum Singulae, 5, Acta Aposlicae Sedis 3, 1911, p. 236) Se debían dejar dos días enteros entre las amonestaciones y después de la última había que esperar seis días para que continuase el proceso. (Cfr. Sagrada Congregación para los Religiosos decreto Quum Singulae, 6, Acta Apostolicae Sedis 3,1911, p. 236) El proceso debía demostrar: Culpabilidad del acusado Gravedad y número de los delitos Triple amonestación Falta de enmienda. (Cfr. Sagrada Congregación para los Religiosos. decreto Quum Singulae, 7, Acta Aposlicae Sedis 3, 1911. p. 236) El acusado tenía derecho a disponer de un tiempo determinado por el tribunal, para presentar su defensa, a conocer la notificación de las acusaciones y el resultado del proceso. (Cfr. Sagrada Congregación para los Religiosos. decreto Quum Singulae, 14 Acta Apostolicae Sedis. 3, 1911) Una vez demostrado lo anterior, el tribunal podía pronunciar la sentencia de expulsión. Contra la cual se podía apelar a la (SCR) en el plazo de 10 días desde la notificación de la misma. La apelación hacía que la sentencia no se pudiera ejecutar hasta que terminara el proceso. (Cfr. SCR Decreto Quum Singulae, 15, Acta Apostolicae Sedis 3, 1911). En caso de peligro gravísimo de escándalo o un daño gravísimo a la comunidad y sus miembros, el superior o el abad podían enviar de inmediato al mundo al religioso. Cfr. SCR. Decreto Quum Singulae, 18, acta Apostolicae Sedis 3, 1911) 63 2.4.1 Efectos jurídicos de la expulsión Aún después de haberse enmendado los religiosos ordenados in sacris quedaban suspendidos de las órdenes recibidas hasta obtener la dispensa y que ésta fuera comunicada al Ordinario del lugar de origen del expulsado y al del lugar donde el expulsado quería residir. Para acceder a órdenes superiores, los religiosos no ordenados in sacris debían contar con licencia de la Santa Sede y así se hubieran enmendado no podían ser admitidos en otra comunidad sin licencia especial de la Sede Apostólica. Cfr. SCR. Decreto Quum Singulae, 19-20 acta Apostolicae Sedis, 3 (1911). Código de 1917. Dada la variedad de los institutos religiosos del siglo XIX se produce un cambio de situación. La Normae 1901 supone una primera estandarización de los institutos. En esta época se consideraba que las constituciones bastaban para regular la vida de un instituto. El derecho común tenía sólo una función subsidiaria de apoyo y cautela. En 1904 Pío X, ordena iniciar la primera codificación del Derecho de la Iglesia, pero va a ser Benedicto XV quien lo promulgue85. El Código de Derecho Canónico de 1917 introduce el término dimissio y conserva la distinción introducida por el decreto Quum Singalae entre la expulsión a iure, a hora llamada ipso facto, la remissio ad saeculum y el procedimiento ordinario86. Se dan 3 procedimientos diferentes: 85 Uno para los profesos temporales, Otro para los profesos de una comunidad laical o clerical y Otro para para los profesos perpetuos de una comunidad clerical exenta. Cfr. Acta Aposlicae Sedis AAS 36. 549-551 86 Benedicto XV, Codex Iuris Canonici 64 2.4.2 Expulsión ipso facto El Código de Derecho Canónico de 1917 conserva el nuevo tipo de expulsión introducido por el decreto Quum Singulae. (Se trata de un nuevo modelo singular, la expulsión por el mismo hecho de haber cometido un determinado delito. En el canon 646 se encuentran las causas: Apostasía pública de la fe católica Fuga de un religioso o con una mujer, o de una religiosa con un hombre Contraer matrimonio o atentarlo. Cuando se daban estas causas, según lo que indicaran las constituciones se declaraban y se debían conservar en el archivo correspondiente. Con esta norma bastaba que el superior mayor, con su consejo, según lo que indicasen las constituciones, declarase lo que había sucedido. Se debían conservar en el archivo las pruebas recogidas para efectuar la declaración, como un medio para aclarar la situación del religioso. El expulsado ordenado in sacris, no debía llevar el hábito religioso. Cfr. Can. 670, con todas las consecuencias jurídicas (Can. 2298, 2300, 2304- 2305). Para la comunidad desaparecía la obligación de readmitir al expulsado según lo que establecía el canon 672, a pesar de que estos expulsados continuaban ligados por los votos religiosos. (Can. 699). Las causas para proceder a la expulsión podían darse tanto por parte de la comunidad como del religioso. Algunas causas contenían culpabilidad y otras nó, pero debían ser graves aun cuando no constituyeran delito de orden moral y debían ser externas y ciertas aunque no fueran públicas. El religioso gozaba de un doble derecho: plena facultad de responder a las acusaciones o a defenderse de ellas. El recurso tenía efecto suspensivo.87 (Can. 647,2-3-4) Al darse la expulsión con el canon. 648 el religioso quedaba libre de sus votos y obligaciones. Para el ordenado in sacris 87 Efecto suspensivo es el que tiene un recurso jurídico que impide que se produzca la cosa juzgada y la ejecutabilidad de un acto soberano. Del efecto suspensivo se distingue el efecto devolutivo, que lleva la decisión impugnada ante una instancia superior (Diccionario Enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 65 producía el mismo efecto que la secularización. Si se trataba de una religiosa se le debía devolver la dote y prestarle el subsidio apropiado. (Can. 642,2) 2.4.3 Proceso judicial para expulsar religiosos de votos perpetuos Para poder instruir el proceso tenía que haber el precedente de: Tres delitos graves y externos, Dos amonestaciones y Una constancia de que no hay enmienda. Este proceso debía aplicarse a todas las comunidades clericales exentas sin que pudieran acogerse a antiguos privilegios (Can. 654). Requisitos previos. Cuando se da una violación externa de la ley, con imputabilidad moral y que a tal violación esté asignada una sanción canónica, estamos frente a un delito (Can. 2195). Según el canon 2195, un delito se mide, por la gravedad de la ley quebrantada y por la imputabilidad del daño causado (Can. 2196). El delito debe ser notorio. (Can. 2197). Que conste por confesión extrajudicial del reo (Can. 1753) o que la inquisición haya suministrado otras pruebas. La amonestación en caso de incorregibilidad y luego de las oportunas exhortaciones y reprensiones, junto con las penitencias y remedios juzgados necesarios para la enmienda del reo y la reparación del escándalo, Can. 664,2 debían ser siempre dos. La segunda amonestación se podía impartir únicamente después de que hubieran transcurrido, sin enmienda del reo, tres días completos desde que se impartió la primera amonestación. Can. 660 Juicio. El objeto del proceso era poner en claro: Si se dieron los delitos Si se hicieron las amonestaciones Si no ha habido enmienda. Can. 664 66 El proceso de expulsión estaba encomendado a un tribunal colegial compuesto por 5 jueces. El superior inmediato del reo debía entregar la documentación por medio del presidente, al promotor de justicia a quien correspondía proponer la acusación. Can. 663 El tribunal debía examinar las alegaciones del promotor de justicia y del reo, si estimaba probados los puntos objeto del juicio, debía pronunciar sentencia de expulsión, la cual no podía ser ejecutada hasta que no fuera confirmada por la Sagrada Congregación los Religiosos. Can. 665 y 666 Antes de la promulgación del Código de 1917 no existía legislación sistemática y completa para los religiosos. Este código proporcionó una legislación sistemática y bastante completa y detallada. Aportó claridad y verdad, pero a pesar de eso resultó demasiado meticulosa. Los institutos tuvieron que acudir a una gran cantidad de dispensas para poder adaptarse a las condiciones específicas de los diversos lugares. 2.4.4 Del código de 1917 en adelante A pesar de tener ya una legislación, bastante coherente, Benedicto XV creó una comisión para interpretar auténticamente el Código de Derecho Canónico de 191788, que debía responder a las dudas que se seguían presentando. Can. 17,2 “La Curia Romana a través de Instrucciones o Decretos Generales, se encargó de desarrollar una actividad reglamentaria para determinar y desarrollar las disposiciones legales e incluso, modificarlas con aprobación del Sumo Pontífice.” (Cfr. Cum iuris canonici. II Y III, acta Apostolicae Sedis 9 (1917) 483-484) Decretos de la Sagrada Congregación para los Religiosos. En 1918 se ordena a todos los institutos reformar las constituciones.89 (Cfr. Sagrada Congregación para los Religiosos, decreto, 26, acta Apostolicae Sedis 10.290). En 1923 la Declaración (Cfr. Acta 88 Benedicto XV, Codex Iuris canonici Por lo cual hay que revisar adecuadamente las constituciones, directorios, libros de costumbres, de preces, de ceremonias, y otros semejantes, y adaptarse a los documentos del sagrado Concilio Vaticano II, suprimiendo todo lo anticuado. Cfr. Concilio Vaticano II, Decreto Perfectae Caritatis No. 3. De igual manera en los numerales 2, (Principios generales para la renovación) ,4 (quienes han de hacer la renovación y el 19 (fundación de nuevos institutos). También la Constitución Lumen Gentium en el capítulo 4 los numerales 43,(los tres votos) 44(distintivo especial) y 45(Reglas y constituciones) 89 67 Apostolicae Sedis. 15. 457-458) manifiesta que el tiempo para interponer el recurso de que habla el canon. 647,2, que tiene efecto suspensivo, es de 10 días desde de la intimación del decreto al religioso expulsado. El recurso se puede interponer directamente, por medio de carta a la Sagrada Congregación para los Religiosos, o por medio de la misma persona que ha comunicado el decreto de expulsión. El tiempo no corre si el expulsado ignora el derecho a recurrir o no puede actuar, por lo que el superior debe informar de tal derecho en el momento de la intimación, ya que el recurso tiene efecto suspensivo. En 1925 se declara que si un religioso de votos simples se vuelve demente durante el trienio de votos, aunque sea juzgado incurable, no debe ser separado. Cfr. Sagrada Congregación para los Religiosos. (1925, Acta Apostolicae Sedis 17, p.107) 2.4.5 Aporte del Concilio Vaticano II sobre la expulsión Materiales producidos en el Concilio Vaticano II: Aparecen nuevos casos en la expulsión ipso facto. Debe hacerse más sencillo el procedimiento para la expulsión, concediendo un mayor poder a los superiores generales. Debe eliminarse el proceso judicial. Para evitar que se convierta en un problema para los obispos en cuyo territorio residen, hay que tener en cuenta la situación de los religiosos sacerdotes expulsados respecto a su incardinación y sustento. Pide que se aclare si la expulsión ipso facto es o nó, una pena en sentido estricto. Proponen que se incluya en el Código de Derecho Canónico la figura de la ad nutum sanctae sedis. La Sagrada Congregación para los Religiosos afronta el tema de la separación de un miembro de su instituto. (Cfr. AD I- III, 231-232) Hay una propuesta de la comisión preparatoria del tema de los religiosos 90 Aportes de S.S. Pablo VI. Concede algunas facultades especiales a los superiores generales de las comunidades clericales y a los abades. El rescripto 90 91 Cfr. Schema De stantibus perfectionis adquirendae. AD II- III, I, p. 433-495. Cfr .sec, Cum Admotae, 1964, Acta Apostolicae Sedis 59 (1967) p. 374-378 91 prevé la posibilidad 68 de subdelegar algunas facultades y la necesidad de que intervenga o nó y con qué modalidad, el consejo correspondiente. Para coordinar el trabajo de las comisiones postconciliares, Pablo VI en 1966 crea una comisión central. (Cfr. Finis Concilio, 1966, acta Apostolicae Sedis) Este mismo año publica, Ecclesiae Sanctae, el acta Apostolicae Sedis (1966) que da las normas para aplicar algunos decretos del Vaticano II en relación con los religiosos, como Ecclesiae Santae I, 22-20 (normas para aplicar decreto Christus Dominus 33-35) y Ecclesiae Sanctae II (II) (normas para la aplicación de Perfetae Caritatis) ES II, 3 prevé que cada instituto realice cada dos o tres años un capítulo especial para renovarse. Ecclesiae Sanctae II, 6 prevé que dicho capítulo pueda modificar, a título de experimento, algunas prescripciones de las constituciones, respetando el fin, naturaleza y carácter del instituto. Es más, la Santa Sede autorizará experiencias contrarias al derecho, siempre y cuando sean realizadas con prudencia. Pasado el tiempo de experimentación, debe obtenerse de la autoridad competente la aprobación definitiva de las constituciones. El mismo decreto Ecclesiae Sanctae II, da normas para la revisión de las constituciones y establece que se elaboren textos que contengan las normas correspondientes a las condiciones de los miembros, al momento y a las circunstancias particulares. En 1967 Pablo VI trata públicamente el problema de las numerosas peticiones de abandono del sacerdocio teniendo en cuenta que ya en 1964 la Congregación para la Doctrina de la Fe, había enviado una carta circular a los Obispos del lugar y moderadores generales de las familias religiosas que regulaba el procedimiento para juzgar estos casos, pero 4 años después, la Congregación sustituye el procedimiento. Pablo VI instituye el supremo tribunal administrativo de la Iglesia, la Sectio Altera de la Signatura Apostólica con la reforma de la Curia Romana. A partir de ese momento el expulsado tiene la posibilidad de recurrir a ella contra de decisión de la Sagrada Congregación para los religiosos y los institutos seculares. La SCRIS no aceptó fácilmente 69 los cambios, propuestos a título de experimento sobre la expulsión. Aprobó en 1969 la legislación presentada por los Franciscanos92 y la propuesta de los dominicos que permitía expulsar ipso facto de la comunidad,93a los apóstatas. En 1970 la Sagrada Congregación para los religiosos y los institutos seculares expide un decreto 94 para regular el uso y administración del sacramento de la penitencia en algunos aspectos. En 1974 se aprueba la posibilidad de recurso ante el procedimiento respecto a las exclaustraciones Ad Nutum Sanctae Sedis que los institutos han de observar al instar el mismo procedimiento previsto para la expulsión: amonestaciones, defensa y decisión del consejo. Todas las normas que se expidan, deben tener en cuenta la Sagrada Congregación para los religiosos y los Institutos Seculares, en cuanto al respeto de la persona del religioso y su derecho a la defensa, a las exigencias del bien común del instituto, al prestigio de la Iglesia y a los intereses de la familia religiosa. Se elimina además el proceso judicial en las comunidades exentas. Con la publicación del Decreto Processus iudicialis95 se permite una adaptación del procedimiento de expulsión teniendo en cuenta las orientaciones del Vaticano II y el incremento de expulsiones. Las dificultades de aplicación del proceso judicial provocan aplazamientos perjudiciales. Como experimento muchas comunidades solicitaron, aplicar la disciplina administrativa que salvaguarda las exigencias de la justicia, la equidad canónica y el respeto a la persona. La Sagrada Congregación para los religiosos y los institutos seculares en asamblea plenaria toma la decisión de que al expulsar a los religiosos se siga el proceso establecido según los cánones 449- 653. El Papa Pablo VI con el decreto processus iudicialis96, ratifica el proceso que entra en vigor y será válido hasta que se promulgue el Código de 1983. Antes de este decreto las concesiones a diversas comunidades, tenían valor particular. 92 Para ver en qué consiste este método ver p.124 sobre la expulsión de los religiosos, Anaya (2007) Para ver en qué consiste este método ver p. 128 sobre la expulsión de los religiosos, Anaya (2007) 94 Cfr. Dum canonicum, 8. Acta Apostolicae Sedis 63, (1971, p. 318-319). 95 Cfr. Sagrada Congregación para los religiosos y los Institutos seculares, 2. (1974), Acta Apostolicae Sedis 66 (p.215-216) 93 96 Cfr. Sagrada Congregación para los religiosos y los Institutos seculares (Acta Apostolicae Sedis, p. 66) 70 2.4.6 Preliminares del código de 1983 Todo lo que hasta ahora se ha dicho exige un replanteamiento de los institutos. Pio XII habla de reforma, actualización y adaptación de la vida consagrada. El Institutis Perfectionis, inicialmente llamado De religiosis realizó un trabajo específico del coetus97 encargado de la parte del Código de Derecho Canónico correspondiente a la vida consagrada. El tema central de este estudio aparece en el esquema de Institutis Vitae Consecratae. El Schema Canonum de Institutis Vitae Consecratae per professionem consiliorum evangelicorum (77 Cfr. CI-2). Los preliminares del todo el Código de 1983, se organizaron por medio de tres esquemas, conocidos con el nombre de: primer esquema 1977, segundo esquema 1980 y tercer esquema 1982, dígase lo mismo sobre el tema de la expulsión. Primer esquema, 1977. Los praenotanda de este esquema, señalan dos novedades, respecto a la legislación del Código de Derecho Canónico de 1917: Principios directivos, Cambio en el ordenamiento sistemático del mismo Código. (Cfr. Com. 9 (1977, p.53-61). Como la legislación del Código de Derecho Canónico de 1917 no es aplicable a los religiosos, se justifican las grandes innovaciones introducidas en la legislación con la referencia a la necesidad de tener en cuenta la existencia de los institutos tanto religiosos como seculares. La necesidad de hacer referencia a los documentos conciliares que tratan de los religiosos y a ecclesiae sactae, emanada para la ejecución de los mismos y con el hecho de que algunas disposiciones del Código de Derecho Canónico de 1917 con el cambiar de los tiempos van cambiando, el coetus, formuló 5 principios directivos (documentos privados del Coetus): 97 Es un grupo de Obispos. 71 1. La legislación del (CIC 17) tiene que ser revisada de tal manera que las normas, deben ser jurídicas en sentido estricto y se adapten a la forma específica de la vida de los religiosos. 2. La legislación general de la Iglesia para los religiosos tiene que evitar dar normas demasiado detalladas y minuciosas y limitarse a los principios generales y las obligaciones más universales, dejando a los institutos una justa y suficiente libertad para aplicar sin dificultad los principios a las necesidades y exigencias de cada uno. 3. Con excepción de los cánones que expresan los elementos esenciales de la vida consagrada, los demás tienen que ser flexibles. 4. Debe darse una amplia aplicación del principio de subsidiaridad, de modo que una cierta parte del poder debe ser transferida de la autoridad central de la Iglesia a los órganos de gobierno de cada instituto. Debe darse un ejercicio más democrático del poder y del gobierno en el interior de los institutos. 5. La revisión del Código debe abolir cualquier clase de diferencias de tratamiento que no estén inscritas en la naturaleza de las cosas o no provengan de la ley divina, natural o positiva. En la aplicación de los principios, se han dado grandes cambios para respetar la identidad carismática de cada instituto, reconociendo a todos una justa autonomía en su gobierno y el manejo de su patrimonio. En cuanto al régimen sobre los miembros, los superiores tienen potestad eclesiástica. Los cánones que tratan la expulsión están en la primera parte del Esquema, con el título De separatione ab instituto, un documento que por la gravedad de la materia resulta árido. Esa disciplina prevé que se dé al miembro la plena posibilidad de defensa y la posibilidad de recurrir a la Santa Sede, con efecto suspensivo en el plazo de 10 días. La expulsión ipso facto, implica el cese de todos los vínculos, derechos y obligaciones provenientes de la cooptación, quedando en firme sólo los provenientes de la ordenación sacerdotal. La expulsión de los religiosos fue un tema ampliamente tratado: Sesiones 6 (Cfr. Comunicationes Roma.25, 1993, p. 270-326), 10 (Cfr. Com.27, 1995, p. 32-78), 11 (Cfr. 72 Com.27 1995, p. 79-124) y 16 (Cfr. Com.28, 1996, p. 71-165) del Coetus De Institutis perfectionis. Este esquema de 1977 tiene 4 Sesiones así: 1969, 1970, 1971 y 1974. Sesión de 1969 Examen del esquema que se propone Elaboración del acta con notas explicativas Se rechaza la propuesta de unir en un solo título De voluntaria separatione ab instituto (salida solicitada libremente) y De Dimissione ab instituto, (el religioso debe salir por un delito cometido) Sesión de 1970 Se estudia la propuesta de los cánones sobre la salida del instituto Los cánones 4,3 y 3,2 se desglosan por temas En el 3,2 se diferencia el permiso de ausencia y el indulto de exclaustración, y que los derechos y deberes son diversos en ambos casos. Se deja en claro que los vínculos sagrados permanecen firmes en la exclaustración. Se acepta que se cambie la expulsión iustis et rationabilibus de causis por gravi causa. Se insiste en que aparezca en el texto la expresión sodali definitive cooptato El canon 3 queda así: El supremo moderador de un instituto, una vez que ha escuchado su consejo puede conceder al miembro admitido del instituto en modo definitivo por causa grave, no más allá de un trienio, porque él mismo estando firme de los vínculos pueda hacer su vida a fuera del instituto exonerado de las obligaciones que no van de acuerdo con la nueva condición de vida. El miembro queda bajo los cuidados de los mismos moderadores; y no tiene voz activa ni pasiva (Cfr. Com. 27 1995 p. 53) El canon 4, se cambia, en el parágrafo 1, así como la redacción del parágrafo 2, para suprimir la posibilidad de dar amonestaciones. El Can. 4 queda así: “El miembro que se 73 somete a la prescripta comunión con el instituto como también a la potestad de los moderadores sea querido y ayudado de los mismos moderadores para que persevere en su vocación” (Cfr. Comunicationes Roma. 27, 1995, p. 54). Sesión de 1971 Propuesta de los 4 cánones sobre la expulsión del instituto y otros tres sobre la condición jurídica de los que dejan el instituto. En cuanto la incardinación del religioso clérigo expulsado, o que sale del instituto razones pastorales aconsejan no hablar de suspensión, pero no se ve justo ni oportuno imponer al instituto el deber de retener a estos ex miembros hasta que encuentren un Obispo que los acoja. En el Can. 6,1 se suprime la palabra insuper en el parágrafo. Los parágrafos 2-3, que hablan sobre la enfermedad física o mental como causa de la expulsión igualmente. Se reforman el parágrafo 2, 4 y 3 cambiando manifestatae sint por manifestari debet. El Can. 6 queda así: a) Los miembros que son admitidos temporalmente pueden ser expulsados por el supremo moderador del instituto con el consentimiento de su consejo, salvo derechos particulares. b) Para el discernimiento de la dimisión de la cual se habla en el parágrafo 1 se requiere que: 1º las causas de la dimisión sea por parte del instituto, sea por parte del miembro deben ser graves, pero no es necesario que sea culpable. 2º Si la causa de la dimisión es por tratarse de un religioso culpable, se requiere que se le hubieren hecho amonestaciones escritas las cuales no fueron atendidas. 3º La causa de la dimisión no puede ser por enfermedad, a menos que antes de la aceptación fuera ocultada dolosamente, o que se expulse para evitar daño del mismo instituto. c) Las causas de dimisión del miembro se deben manifestar por escrito, dando al mismo tiempo la plena libertad de contestar. La respuesta del miembro que 74 igualmente se debe redactar por escrito se debe someter al supremo moderador y su consejo. Sesión de 1974. Se insertan unas variaciones y desaparece el Can. 86 Cambios finales En el canon 80, el parágrafo 2 dice “Que si en el tiempo prescripto por las constituciones, nunca menor de un trienio, dos amonestaciones canónicas han determinado el caso, igualmente si en el tiempo prescripto por el derecho particular, nunca inferior a 3 meses, dos amonestaciones dan por terminado el caso. Los parágrafos 1 y 2 del Can. 82 del esquema de 1977, dice: 1. Los miembros aceptados como temporales pueden ser expulsados por el supremo moderador del instituto con el consentimiento de su consejo. Para discernir la expulsión de la cual se trata en el parágrafo 1, además de las otras condiciones firmemente establecidas en las constituciones, se requiere… Igualmente los parágrafos 1 y 2 del canon 83, explican las condiciones de número de consejeros y su eventual sustitución, a la hora de decidir la expulsión: 1. Definitivamente los admitidos pueden ser expulsados por decreto del supremo moderador con el consentimiento de su consejo, que en este caso deben ser a lo menos 15 miembros para la validez, de modo que si faltan o están ausentes los consejeros se deben convocar según las normas de las constituciones otros consejeros y el voto se debe emitir en secreto. 2. Para discernir la expulsión de la cual se trata en el parágrafo 1, además de las otras condiciones firmemente establecidas en las constituciones, se requiere… El canon 84 aparece con un cambio del verbo Sum en el punto 3º. diciendo culpabiliter causa sit. en vez de culpabiliter causa fuirit. (Cfr. 28, 1996, p.53) 75 En el canon 86 se precisa mejor la situación de los clérigos que salen, o son expulsados de su instituto (Cfr. Comunicationes Roma 7, 1975, p. 91) Segundo esquema, 1980. En este segundo esquema se realizaron 2 sesiones en el mismo año 1980 así: del 3 al 8 de marzo, y del 28 de abril al 3 de mayo de 1980. La opinión de los órganos de consulta al esquema de 1977 fue desfavorable. Se rehace completamente, la diferencia es más de tipo estructural que ideológico. En el esquema de 1980 desaparece la segunda parte del esquema de 1977, que afrontaba una clasificación de diversas clases de instituto. La primera parte, que contenía las normas comunes para todos los Institutos, se redujo a 31 cánones. Se diversifica la legislación de los institutos religiosos y los institutos seculares Las Sociedades de Vida Apostólica, y las Sociedades de Vida Consagrada, sin votos del Código de 1917, o Sociedades de Vida Apostólica, asociada al Esquema de 1977, deja de estar en el ámbito de los institutos de Vida Consagrada. La ideas centrales, el contenido y principios se conservan El tema de la expulsión fue tratado en la sesiones 10 (Cfr. Com. 13 1981, p. 325-350) y 11 (Cfr. Com. 13 1981, p. 351-379) del Coetus que revisó el esquema de 1977. Sesión de marzo 1980 Se examinan los cánones 75- 81 del Esquema de 1977: separación del instituto. Se examina el Can. 77 del Esquema de 1977: se discute si es conveniente o nó, que el moderador supremo tenga la posibilidad de conceder la exclaustración por un período hasta de tres años. 98 Se dialoga sobre la diferencia entre exclaustración98 y permiso de ausencia. “El código de 10983 y el código de 1917 tratan de la exclaustración bajo el título de salida del Instituto, sin embargo, de hecho o de derecho, este procedimiento, aunque con frecuencia también se usa dentro del proceso de discernimiento de la propia vocación, en sentido estricto no se refiere a la separación del Instituto. Ella (la exclaustración), en efecto, debe ser tan solo temporal, no rompe los 76 Se recuerda la existencia de la exclaustración cualificada, de la que no se dice nada en el Can. Se propone que el indulto99 para períodos superiores a los 3 años quede reservado la Santa Sede (Cfr. Com. 13, 1981, p. 329-330) Se acepta cambiar el Can. 77 del esquema de 1977, incorporando una propuesta de la Sagrada Congregación para los Religiosos y una fórmula que regule períodos de tiempo superiores a 3 años. Se aprueba la propuesta de la Sagrada Congregación para los religiosos de incluir un Canon. sobre la exclaustración impuesta. Se examina el texto del Can. 80 del esquema de 1977. Se hace notar que el parágrafo 2 contiene el procedimiento para proceder a la expulsión, que sería mejor incluir en los cánones que trataran del mismo, cosa que se acepta. Se resalta la importancia de exigir las amonestaciones. Se aprueba que en el parágrafo 1 se incluya en el texto de un eventual Can. sobre la obligación de la vida en común (Cfr. Com. 13, 1981 p. 339-340) El 7 de marzo se inicia el estudio de los cánones sobre la expulsión. Se presentan 3 propuestas de reordenación de la materia en los cánones 81- 88. Cfr. (Com. 13, 198, p. 341-345). Hay que simplificar y unificar el procedimiento. Se destaca cómo permanece abierto el problema de un eventual recurso contra el decreto de expulsión. Se discute si se debe, o nó, incluir entre los delitos que hacen obligatoria la expulsión, el de profanación de las sagradas especies. Se dialoga sobre si es conveniente, o nó, prever que la sentencia de expulsión del estado clerical comporte automáticamente la expulsión del instituto. vínculos de los religiosos con el Instituto y por esos difiere de lo que se entiende por la salida del Instituto. Por “exclaustración” se entiende la permanencia temporal de un profeso perpetuo fuera de la casa, (o de la comunidad) del Instituto religioso, bajo la dependencia y el cuidado de sus Superiores y también del Ordinario del lugar. Exclaustración, desde el punto de vista simplemente terminológico, significa “poner fuera del claustro”, es decir de la casa religiosa. Desde el punto de vista jurídico es, en cambio, el permiso de permanecer fuera de la vida del claustral del Instituto por un tiempo determinado o indeterminado. Esta situación es concedida o impuesta al religioso por la autoridad competente, hasta que perduren las causas que han motivado tal disposición. La exclaustración lleva consigo la dispensa de las obligaciones derivadas de la vida fraterna en común y la exoneración de las obligaciones derivadas de la profesión religiosa, en modo particular, de los votos de pobreza y de obediencia. La exclaustración no es una salida del Instituto: el religioso permanece aún incorporado a su Instituto y por consiguiente, su condición no puede ser considerada como salida. Vivir fuera de la propia casa religiosa implica simplemente la suspensión de las obligaciones derivadas de la vida fraterna en común”. (Cfr. Sugawara 2012 en Exclaustración de un miembro del instituto religioso Can. 686 – 687. p. 233 – 257). 99 El término Indulto que se utiliza en el CIC en parte como sinónimo de privilegio (Compárese canon 302,2 con canon 320,2) designa un derecho de excepción respecto de una disposición legal otorgado por un titular de la potestad de régimen. En distinción formal respecto del privilegio, el indulto consiste más bien en el perdón de una obligación contenida en la ley que en una ventaja positiva y, por regla general, tiene carácter limitado (Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008, Barcelona) 77 Al examinar los delitos para los que se prevé la expulsión parece conveniente distinguir entre algunos que debería suponer la expulsión ipso facto y otros para los que se debe exigir algún tipo de procedimiento. Se aprueba la siguiente fórmula para sustituir el punto 1º. y 2º. del Can. 84 del esquema 1977. El 8 de marzo se aprueba la redacción de un segundo Can., que incluiría delitos en los que lo único que habría que hacer es comprobar que se han cometido y la correspondiente imputabilidad, sin necesidad de que se tome en consideración la contumacia o la incorregibilidad. Sesión de marzo 1980 Se examinan los cánones 86-88 del esquema de 1977 que tratan de la expulsión. Se decide incluir toda la materia de la expulsión en la parte a los institutos Religiosos. Se decide conservar toda la normativa Frente al Can. 620 del esquema de 1980 se llega a los siguientes acuerdos: A propuesta de la Sagrada Congregación para los Religiosos y los institutos Seculares se acepta cambiar la fórmula a fide publica defecara, por a fide catholica publice defeceri .También se cambia matrimonium contraxerit vel, etiam vicile tantum, attentaverit por matrimonium contraxerit vel, etiam civiliter tantum, attentaverit. Se añade un segundo parágrafo que dice: “de la fe católica públicamente se ha alejado. Contrajo matrimonio o atentó matrimonio sólo civil, por contrajo matrimonio o atentó matrimonio aunque sólo civilmente”. Se añade un segundo parágrafo en que dice: “en estos casos el superior mayor con su consejo sin ninguna demora reunidas las pruebas, emite declaración para que jurídicamente consta la dimisión”. En los cánones. 621, 622, 623, 624, 625-1, 627 y 629 del esquema 1980 se aprueba el siguiente texto: Can. 621 a) El miembro debe ser expulsado por los delitos de los cuales se habla de los cánones 85, 87, 88 (de sanciones penales) b) En estos casos el superior mayor reunidas las pruebas acerca del hecho y de la imputabilidad, debe dar al miembro que se quiere expulsar la facultad de 78 defenderse de las acusaciones y de las pruebas. Todas las actas suscritas por el superior mayor y el notario junto con las respuestas del miembro redactadas por escrito y firmadas deben ser trasmitidas al supremo moderador. Can. 622: a) El miembro puede ser expulsado por otras causas mientras sean graves, externas, imputables y comprobadas jurídicamente como éstas: negligencia en las ordinarias obligaciones de la vida consagrada; reiteradas violaciones de los sagrados vínculos; pertinaz desobediencia a las prescripciones legítimas de los superiores en materia grave; grave escándalo, surgido por el modo culpable de actuar del miembro; pertinaz sustentación o difusión de doctrinas condenadas por el magisterio; ateísmo; ilegítima ausencia prolongada por un semestre. Can. 87,2 Otras causas parecidas de gravedad determinadas firmemente por el derecho del propio instituto. b) Para la expulsión de los miembros de votos temporales son suficientes, causas de menor gravedad establecidas por el derecho propio. Se rechazaron las propuestas de reducir el tiempo de ausencia ilegítima a un trimestre y que fuera necesario explicar en las constituciones las causas previstas para expulsar a un miembro de votos temporales. No se acepta que exista un procedimiento diverso para los profesos de votos temporales. Se discute si debe o nó confirmar la Santa Sede el decreto de expulsión Se aprueba que se incluya la obligación de confirmación del decreto de expulsión por el obispo diocesano en los institutos diocesanos. Se aprueba quiénes deben decidir la instancia superior. Frente al cese de los votos, se aclara que al establecer la norma, es la misma Iglesia la que los hace cesar. La cuestión del clérigo expulsado, queda abierta. 79 Can. 623: En los casos de los cuales trata este Can., si el superior mayor una vez consultado su consejo piensa que hay que empezar el proceso de expulsión: 1º Recoge y completa las pruebas 2º Amonesta al miembro por escrito o en presencia de dos testigos con la explícita amenaza de una futura dimisión. Si no se corrige con expresa amenaza de la expulsión, dando al miembro la facultad de defenderse después de cada amonestación, si la amonestación termina en nada se procede a otra amonestación en el espacio de 15 días. 3º Si también esta amonestación termina en nada el superior mayor con su consejo saca la conclusión de una suficiente constatación de incorregibilidad, y las defensas del miembro son insuficientes, después de 15 días de la última amonestación frustrada, se trasmite al supremo moderador, las actas firmadas por el superior, el notario, con las respuestas del miembro suscrito por él. Can. 624: En todos los casos de que se habla de este Can. queda siempre firme el derecho del miembro de comunicarse con el supremo moderador y presentar a él directamente su defensa. Can. 625: El Supremo Moderador con su consejo que debe constar a lo menos de 4 miembros para ser válido colegialmente procede a examinar cuidadosamente las pruebas, los argumentos y las defensas; si se aprueba por votación secreta, redacta el decreto de expulsión donde expresa para la validez a lo menos sumariamente los motivos de derecho y de hecho. Can. 627: Con la legítima expulsión ipso facto terminan los votos, los derechos y las obligaciones emanadas de la profesión. Si el miembro es también un clérigo no puede ejercer las órdenes sagradas hasta que encuentre un obispo el cual después de una 80 prueba lo acepte en la diócesis a la norma del derecho y le permita a lo menos el ejercicio del orden sagrado. En Can. 628 del Esquema 1980 se propone la necesidad de prever eventuales reclamaciones de quienes se separan de sus institutos exigiendo algún tipo de compensación económica, se aprueba el texto así: Quienes salen o fueron legítimamente expulsados de un instituto religioso, nada pueden exigir del instituto por cualquier trabajo prestado en ella. El instituto por su parte debe observar la equidad y caridad evangélica hacia el miembro que se ha separado. Can. 629 En caso de grave escándalo exterior o de un gravísimo perjuicio inminente para el instituto, el miembro puede ser separado de la casa religiosa inmediatamente por el superior mayor o si hay peligro en la demora por el superior local con el consentimiento de su consejo… El superior mayor si hay una razón suficiente proceda a instruir el proceso de expulsión según normas del derecho o remita el caso a la Santa Sede. Conviene hacer notar, que no se trata de una expulsión inmediata, sino de la expulsión del miembro de una casa religiosa. Para evitar un peligro que proviene, precisamente, de su permanencia en dicha casa. Posteriormente hay que realizar el procedimiento de expulsión según el método normal o remitir el asunto a la Santa Sede. Si se remite a la Santa Sede, ésta puede proceder a expulsar directamente al miembro, a imponerle una exclaustración u ordenar que se ejecute el procedimiento en el propio instituto (Cfr. Cm. 13, 1981, p. 360-361). En Can. 630 del Esquema 1980 se adopta el siguiente texto. En la relación que hay que enviar a la Santa Sede de la cual se habla en el Can. 18,1 hay que incluir los religiosos que se han separado del instituto en cualquier forma. 81 Tercer esquema, 1982 El esquema 1982 es fruto de la integración con el esquema de 1980 Las animadversiones fueron admitidas. Como fruto de las animadversiones recibidas, se aceptó que en el futuro el nuevo texto: “condiciones generales de la exclaustración”, se convierte en un Can. por sí mismo y el Can. 613 (exclaustración impuesta), pasa a ser el parágrafo 3 del Can. que habla de la exclaustración, para que quedase más claro que la impuesta es un tipo de exclaustración y que para todas las clases de la misma valen las condiciones generales establecidas. Se cambia, el Can. 612-3. El único cambio significativo se produce, al hablar de la expulsión obligatoria, puesto que se añade al final del Can. 965. 1. Si no se trata de los delitos de los cuales se habla en el Can. 1395, 2 el superior si juzga no del todo necesaria la expulsión, se puede pensar de otra forma en la enmienda del miembro y en la reparación de la justicia y la suficiente reparación del escándalo. Modificaciones del Papa. Se cambia el final del Can. 687 que dice: Especialmente si se trata de un sacerdote no va a tener voz activa ni pasiva. Puede llevar el hábito del instituto si no se establece otra cosa en el indulto. Se incluye el caso, no previsto, de un diácono exclaustrado y se permite que un exclaustrado continúe llevando el hábito del instituto. En el Can. 695-1 se puede de otra manera pensar en la enmienda del miembro, en la reparación de la justicia y del escándalo y en cambiar por enmendación del miembro y restitución de la justicia. diferenciando la restitución de la justicia de la reparación del escándalo. Se cambia la redacción del inicio del Can. 695-2: En “estas causas” se cambia por en “estos casos”. El final del Can. 700 cambia: La decisión cerca de la dimisión hay que darla lo más pronto al miembro, para que pueda exponer sus controversias a la autoridad que debe confirmarla: se cambia por: en realidad el decreto, para que sea válido tiene que indicar a la autoridad competente el derecho del cual goza quien va a ser expulsado de recurrir 82 entre los 10 días hábiles de haber recibido la notificación. El recurso tiene efectos suspensivos en cuanto al decreto. Se cambia la redacción del Can. 702-1: “O si fuera expulsado legítimamente del mismo” se cambia por: “O si fuera expulsado legítimamente por él”. Can. 704: Cambia “Quienes son separados del instituto de cualquier forma”, por “Quienes son separados del instituto de la misma forma”. Cambia la referencia interna al Can. 594-1 por el número 592-1 Los cambios mencionados se promulgan con los cánones 686- 687 y 694- 704, junto al resto del Código de 1983. Teniendo organizados estos tres esquemas, se puede visualizar, cómo la normativa de la expulsión de los religiosos va quedando consolidada y clasificada con la promulgación del nuevo Código de Derecho Canónico de 1983. 2.5 Visión de la normativa actual sobre la expulsión El último modo de separarse del instituto es la expulsión. Se diferencia de los modos precedentes en que es impuesta por el instituto contra la voluntad de los religiosos, presupone graves violaciones de la disciplina religiosa y exige un procedimiento riguroso. El Código precedente establecía un procedimiento distinto dependiendo de si se tratara de religiosos de votos temporales o perpetuos, en institutos clericales exentos. En este último caso estaba previsto un proceso judicial. Ahora el nuevo Código ha unificado todo en un único procedimiento, acogiendo la legislación especial Ad Experimentum introducida entre tanto y que deroga el Código precedente. Se trata de la aplicación de un principio general establecido en el Can. 606, que adopta el mismo tratamiento para todos los institutos, y la adecuación de la ley a la nueva situación: la expulsión de los religiosos está garantizada suficientemente, sin que sea necesario el proceso judicial, que constituía más un pretexto para los religiosos que un servicio a la justicia (cfr. De Paolis, 2011, p. 403) 83 La normativa actual la encontramos en el Corpus Iuris Canonici de 1983. (Cfr. Acta Apostolicae Sedis 75 y Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium de 1990. Cfr. Acta Apostolicae Sedis, p. 82). En el Código de Derecho Canónico de 1983 la normativa sobre la expulsión está organizada en los cánones 694100 – 704: Los cánones 683,3 y 687 sobre la exclaustración impuesta. El Can. 729 aplica la normativa a los institutos seculares. Los cánones 742 y 745 - 746 aplican la normativa a las Sociedades de Vida Apostólica. Por tanto se puede decir: Se trata en todos los casos de procedimientos administrativos para todos los religiosos. Toda expulsión legítima produce el cese ipso facto de los votos y todos los derechos y obligaciones. (Cfr. Com. 701). El expulsado, deja de ser religioso. Tal pérdida de la condición de religioso no supone, sin embargo, la pérdida del estado clerical, si el religioso es clérigo. No podrá ejercer las órdenes sagradas hasta que encuentre un obispo que le reciba o le permita ejercer dichas órdenes. (Cfr. Com. 701). Los procedimientos que deben seguirse tienen naturaleza distinta. Aparecen cuatro clases de expulsión101 que se producen por: 100 Dimisión por el mero hecho o ipso facto, sentido: reside en fulminar una especie de pena, consistente en la expulsión automática, por el mero hecho de la comisión de los delitos previstos en la norma, sin proceso alguno e incluso, sin las garantías explícitas del Can. 698, que no se aplican a este canon. Por otro lado consiste en poner a disposición del Instituto un remedio eficacísimo, que, rápida y jurídicamente, le permite librarse de unos miembros perjudiciales que, fácticamente ya se ha auto expulsado al cometer ambos delitos. (Cfr. Domingo, 1985, p. 620-621). 101 Se pueden distinguir, por el modo de ejecución tres tipos de expulsión: La automática Can. 694, la mandada Can. 695 y discrecional Can. 696. (Reyes, 2009-Ref. web) 84 El mismo hecho llamado expulsión ipso facto. Si el miembro comete unas transgresiones determinadas, le llamamos con el nombre de expulsión obligatoria Ante la existencia de ciertas transgresiones, si los superiores deciden seguir un procedimiento determinado, le llamamos expulsión facultativa. Para evitar daños gravísimos o graves escándalos externos, le llamamos expulsión inmediata. 2.5.1 Primera forma de expulsión: A iuri, expulsión por el mismo hecho ipso facto Can. 694102 Corral (1989) dirá al respecto: un religioso es expulsado, en virtud del mismo derecho, sin intervención de decisión alguna de los Superiores, en los siguientes casos: 1. Cuando se ha apartado notoriamente de la fe católica. Can. 694, 1,1º. Se da notoriedad cuando el hecho es público y no puede ocultarse ni defenderse con argumentos jurídicos o está corroborado por sentencia jurídica o propia confesión. Un fiel se aparta de la fe católica cuando cae en apostasía, o herejía o cisma. 2. Cuando ha contraído matrimonio o lo atenta, aunque sea sólo de manera civil Can. 694, 1,2º. Un religioso de votos perpetuos no puede contraer matrimonio canónico válido Can.1088, pero si pone externamente las formalidades o lo contrae civilmente, se dice que lo atenta. En estos casos el superior: Recogerá las pruebas, que pueden consistir o en un documento oficial (certificado de matrimonio), o en el testimonio escrito de dos personas fidedignas, o en la afirmación escrita del mismo religioso. Juntamente con su consejo, deliberará, acerca de si consta con certeza moral que se ha dado el hecho. 102 Aquí en este apartado menciono lo general del Can. 694, ya que este, es el estudio específico de esta investigación que se llevará a cabo en el tercer capítulo, por tanto los invito a ver con detalle dicho capítulo. 85 En caso de opinión mayoritaria positiva, emitirá declaración del hecho, que consiste en un documento firmado por el superior y el secretario en el que, expuestos los hechos y el resultado del consejo, se declara que el religioso ha sido dimitido en virtud del Can. 694. Esta declaración del hecho, que debe hacerse sin ninguna demora Can. 694,2 no produce la dimisión del religioso, sino que constituye una constancia jurídica de la expulsión; esta tuvo lugar en el mismo momento en que el religioso contrajo o atentó el matrimonio. Si el religioso que contrajo o atentó matrimonio es clérigo, incurre, por el mismo hecho, en suspensión latae sentantiae103 y si después de haber sido amonestado, no cambia su conducta y continúa dando escándalo, puede ser castigado gradualmente con privaciones o también con la expulsión del estado clerical Can.1394, 1. Si no es clérigo pero tiene votos perpetuos, incurre en entredicho latae sentantiae (Can. 1394,2 y 1332). En este segundo capítulo sólo se menciona el Can. 694 en forma general, para no salirse del esquema de la visión general sobre la expulsión. En el siguiente capítulo (III) se analizará más detalladamente este tipo de expulsión ipso facto, punto central de esta investigación que concluirá en el capítulo IV llamado la salus animarum y el efecto penal inmediato del Can. 694 de Código de Derecho Canónico de 1983. 2.5.2 Segunda forma de expulsión: Obligatoria canon 695 Anaya Torres (2011), en su libro La expulsión de los religiosos, hace un recorrido histórico que muestra el carácter pastoral de la Iglesia, nos dice al respecto: Nos encontramos ante el caso en el que es necesaria la intervención del superior, la expulsión se produce por la acción del superior. Un miembro culpable de uno de los delitos de los cánones. 1397,1398 y 1395, debe ser expulsado por su superior. Tal superior no es libre en la decisión de proceder, o nó, a la expulsión. El legislador ha 103 En las penas latae sentantiae, se incurre automáticamente, con la misma realización del delito, supuesta la verificación de todas las condiciones requeridas por la norma, sin ulterior intervención de la autoridad competente (Cfr. Diccionario de Derecho Canónico 1989) 86 expresado claramente su voluntad de que se procede a la expulsión, porque los delitos previstos crean escándalo en la Iglesia. (p. 179) También Corral, (1989, p. 326) enumera otras causas de expulsión obligatoria, puesto que se trata de la imposición de una pena, se requiere aquí una interpretación estricta. El Can. 695 habla de un delito: “es preciso otorgar a éste término el sentido preciso que tiene en derecho” (Cfr. Marzoa, Miras & Rodríguez-Ocaña, 2002, [Can. 695], p. 1776). El fundamento, de la expulsión es una serie de delitos. Téngase en cuenta que para poder hablar de verdadero delito tienen que concurrir estas circunstancias: violación externa de una ley o precepto que lleva aneja una sanción penal, al menos indeterminada; “que le sea gravemente imputable por dolo o culpa. La interpretación de la ley que establece el delito ha de ser estricta (Can. 18)” (Cfr. Fernández y Castaño, 1998, p. 162). Debe ser expulsado del instituto religioso: Quien comete homicidio; o rapta o retiene un ser humano con violencia o fraude; o se mutila o hiere gravemente; o procura el aborto, si éste se produce; o es concubinario; o permanece con escándalo permanente en otro pecado externo contra el sexto mandamiento del decálogo; o comete un delito contra el sexto mandamiento con violencia o amenazas o públicamente o con un menor de dieciséis años de edad. Procedimiento. Cuando el superior mayor conozca o sospeche que un súbdito ha cometido uno de los delitos indicados: Recogerá las pruebas sobre los hechos y su imputabilidad. Presentará al miembro la acusación dándole la posibilidad de defenderse y manifestándole el derecho que tiene de presentar su defensa directamente al superior general Can. 698. Enviará al superior general todas las actas y documentos referentes al caso firmado por él y por el notario (o secretario) así como las respuestas escritas y firmadas del miembro (Can. 695,2) añadiendo un breve currículum vitae y la historia del caso. El superior general, una vez que haya recibido las actas, procederá colegialmente a sopesar con su consejo, que para la validez del acto constatará por lo menos de 4 miembros, las pruebas, razones y defensas y si se decide así por votación secreta, 87 dará el decreto de expulsión, que para su validez, ha de contener los motivos de derecho y de hecho al menos de manera sumaria Can. 699,1, E indicar el derecho de que goza el expulsado de recurrir, dentro de los 10 días siguientes de haber recibido la notificación, a la autoridad competente. Can. 700 En los monasterios autónomos, el superior después de haber tratado el asunto colegialmente con su consejo, no dará el decreto de expulsión, sino que remitirá todas las actas, aprobadas por el consejo, al obispo diocesano para que éste decida sobre la expulsión. Can. 699 En los institutos de derecho pontificio el decreto de expulsión no tiene vigor hasta sea confirmado por la Santa Sede a la que se debe enviar dicho decreto junto con todas las actas del proceso. En los institutos de derecho diocesano la confirmación corresponde al Obispo de la diócesis donde se halla la casa a la que está adscrito el religioso. Can. 700 En caso de que el miembro haya interpuesto recurso, éste tiene efecto suspensivo. Can. 700 El recurso puede interponerse: Ante a la autoridad competente que confirmó el decreto de dimisión, dentro de los 10 días subsiguientes a la fecha en que el decreto, debidamente confirmado, le fue comunicado al religioso. Can. 700 Si la Sagrada Congregación para los institutos seculares (o el obispo competente) rechazan el recurso y reconfirman el decreto de expulsión, el religioso tiene aún derecho de recurrir ante la Signatura Apostólica dentro de los 30 días subsiguientes a la fecha en que le fue comunicado el rechazo del primer recurso. En caso de interposición de recurso, hay que esperar a la resolución del mismo; pero si el recurso no es admitido, la fecha de la dimisión, es la fecha en que la cual decreto del superior, debidamente confirmado por la autoridad competente, fue emitido. 88 2.5.3 Tercera forma de expulsión: Facultativa104 Un miembro puede ser expulsado por las siguientes causas, siempre que sean graves, externas, imputables y jurídicamente comprobadas: Descuido habitual de las obligaciones de la Vida Consagrada. Reiteradas violaciones de los vínculos sagrados. Desobediencia pertinaz en materia grave, a los mandatos legítimos de los superiores. Escándalo grave causado por su conducta culpable. Defensa o difusión pertinaz de doctrinas condenadas por el magisterio de la Iglesia. Adhesión pública a ideologías contaminadas de materialismo o ateísmo. Ausencia ilegítima de la casa religiosa, con la intención de sustraerse a la obediencia a los superiores del instituto, por más de un semestre. Can. 696,1 El derecho propio puede establecer otras causas de gravedad semejante para la expulsión de los miembros. Para la expulsión de los miembros de votos temporales, el derecho propio puede determinar otras causas de menor gravedad Can. 696,2 pero el religioso de votos temporales que haya caído en amnesia no puede ser despedido del instituto, aunque tampoco puede hacer la profesión perpetua Can. 698,3 Procedimiento. Cuando el superior mayor conozca que se dan en un miembro algunas de las causas indicadas, oído su consejo, procederá a iniciar el proceso de dimisión, para lo cual: 104 Este tipo de expulsión se acostumbra a llamar facultativa no porque pueda proceder en ella de un modo arbitrario, sino porque se deja al superior mayor el juicio sobre la oportunidad de usar la medida como defensa de la disciplina religiosa y de la justicia (Anaya, 2007, p.188). También podemos ver causa, procedimiento que debe seguir el superior mayor (p. 192) procedimiento que debe seguir el Moderador supremo (p. 196), pasos (p. 197), intimación, y efectos jurídicos pág. 203. También Corral (1989, p. 327) establece una lista no taxativa de 7 causas posibles de expulsión, y queda abierto a reconocer como motivo de expulsión otras causas establecidas por el derecho propio (Marzoa, 2002, p. 1780). 89 Reunirá las pruebas. Amonestará al miembro por escrito o ante dos testigos: Indicará clara la causa, Con advertencia que se procederá a su expulsión si no se corrige, Con indicación de que tiene plena libertad para defenderse tanto ante el superior mayor como ante el superior general Can. 698. Si transcurridos por lo menos 15 días desde la primera amonestación no ha habido corrección, le dará una segunda monición que debe contener también los mismos elementos. Si la segunda amonestación resultare inútil, reunirá su consejo y considerará con él, si no consta suficientemente de la incorregibilidad y si la defensa tal vez aducida es insuficiente; si la opinión mayoritaria es positiva enviará al superior general todas actas y documentos referentes al caso, especialmente las pruebas de la falta cometida, copia de las moniciones juntamente con la prueba de que han sido recibidas por el miembro. (acuse de recibo postal), propia confesión, testimonio propio y de personas fidedignas, testigos, documentación o pública notoriedad del hecho, defensa o respuestas aducidas firmadas y actas de los dos consejos, todo ello firmado por el superior mayor y contrafirmado por el notario o secretario. Una vez recibidas las actas el superior general procederá como en el caso de la expulsión obligatoria. También serán las mismas consecuencias del recurso105. 2.5.4 Cuarta forma de expulsión: expulsión inmediata de la casa religiosa106. De Paolis (2012) dice sobre el Can. 703, que trata de la expulsión de la casa religiosa, que es una situación excepcional, debido a que el religioso siempre debe guardar el deber de habitar en la casa y no puede ser expulsado por los superiores, a no ser de que se trate de un grave escándalo o peligro grave de daño para el instituto. 105 Diccionario de Derecho Canónico Estamos ante el alejamiento del miembro de una casa religiosa. Se trata de una posibilidad extraordinaria y excepcional que puede adaptarse únicamente por dos causas: la existencia, en el exterior de la comunidad, de un escándalo grave causado por un miembro y la existencia de un daño gravísimo que amenaza al Instituto. El Código prevé, como solución urgente y transitoria, la expulsión inmediata (Anaya, 2007, p. 206) 106 90 Se dan dos hipótesis que caracterizan este caso: a) Un grave escándalo externo o la inminencia de un gravísimo daño para el instituto b) En cuanto al daño al instituto, debe ser inminente: está ya presente o lo afecta de modo gravísimo. El Código prevé como solución, la expulsión inmediata de la casa. Si no es posible esperar a la intervención del superior mayor, el superior local, con el consentimiento de su consejo, puede expulsar al religioso. Una vez expulsado de la casa, el superior mayor debe iniciar el proceso de expulsión del instituto conforme al derecho. Con la expulsión de la casa se priva al religioso del derecho a residir en una casa religiosa, en espera de aclarar las cosas. En el caso de que el religioso estuviese ausente, la expulsión de la casa consistiría en impedir el regreso. En el Can. 703 se trata un caso excepcional ya que no se trata de la expulsión del instituto, sino de la casa religiosa. Esta eventualidad es totalmente extraordinaria por cuanto el religioso debe residir en la casa religiosa. Los superiores, no pueden expulsar al religioso si no se trata de grave escándalo externo, de un peligro inminente o de un gravísimo daño para el Instituto. Excepcionalidad del caso: De Paolis (2012) continua ilustrándonos sobre la forma de la expulsión, esta vez en casos de excepción, donde evidentemente haya daño al instituto. En grave escándalo externo o gravísimo daño para el instituto. En cuanto al daño al Instituto, debe ser inminente: está ya presente, lo afecta de modo gravísimo. En estos casos se debe acudir a un procedimiento que se pueda concluir en un tiempo corto. La solución apremiante para la expulsión inmediata de la casa religiosa sin procedimiento particular, cuando no es posible ni siquiera esperar a la intervención del superior mayor, consiste en autorizar al superior local, con el consentimiento de su consejo, para expulsar al religioso. Después de la expulsión de la casa, la norma prevé que, el superior mayor debe promover el proceso de expulsión conforme al derecho. Cuando se expulsa de la casa se priva al religioso del derecho a residir en una casa religiosa. (p.418) 91 2.5.5 La exclaustración impuesta La Constitución Sectio Altera de Pablo VI da a los religiosos la posibilidad de recurrir contra la imposición de la exclaustración (Cfr. Acta Apostolicae Sedis 59, 1967). En 1974 la SCRIS aprueba la posibilidad de recurso ante el procedimiento previsto para la expulsión. El instituto recurre en este caso a: amonestaciones, defensa y decisión del consejo tomada en votación secreta. La Signatura Apostólica mediante sentencias y Decretos ayudó a definir y tutelar los derechos de los religiosos afectados y a definir las prácticas que bebían adoptarse. La Sagrada Congregación para los religiosos y los institutos seculares por su parte sugiere un canon introductorio en esa práctica en el Código de Derecho Canónico. Los cánones 686,3107 y 687108. Para el Can. 686,3 Tutelando la necesaria equidad en relación con el religioso, la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica exige que: a) Se reúnan las pruebas de la existencia de las causas que se van a aducir, con declaraciones, testimonios, documentos y peritos. b) Se deben presentar al religioso tales hechos y pruebas y se le debe informar sobre la medida que se piensa tomar. c) Se le debe dar la oportunidad de defenderse libremente. d) Si es clérigo hay que contar, además, con el consentimiento del Ordinario del lugar donde va a vivir. La petición se dirige a la correspondiente Congregación de la Curia Romana en los institutos de derecho pontificio y en los de derecho diocesano al obispo correspondiente, acompañada con las actas y documentos. 107 686 § 3. A petición del superior general, con el consentimiento de su consejo, por causas graves y observando la equidad y la caridad, la exclaustración puede ser impuesta por la Santa Sede a un miembro de un instituto de derecho pontificio, y por el Obispo diocesano a un miembro de un instituto de derecho diocesano. 108 687 El miembro exclaustrado queda libre de las obligaciones que no son compatibles con su nueva condición de vida, y queda bajo la dependencia y cuidado de sus superiores y también del Ordinario del lugar, sobre todo si se trata de un clérigo. Puede llevar el hábito del instituto, a no ser que en el indulto se establezca otra cosa. Sin embargo carece de voz, tanto activa como pasiva. 92 Contra el decreto de un obispo que impone la exclaustración cabe recurso ante el dicasterio correspondiente y contra el Decreto del Dicasterio cabe el recurso ante la Sede Apostólica (Cfr. Can. 48) La situación jurídica que se presenta en este caso es: a) El religioso continúa perteneciendo a su instituto. b) Si es clérigo continúa incardinado al instituto. c) Permanece bajo la dependencia y cuidado de sus superiores y del ordinario d) Puede llevar el hábito e) Pero pierde el derecho de la vida común, de voz activa y pasiva. La duración se debe determinar en el mismo decreto en que se impone. 2.5.6 Legislación que se aplica a un instituto secular, o a una sociedad de vida apostólica. Para los institutos seculares se aplican las mismas normas de los institutos religiosos. Las diferencias se presentan por la ausencia de remisión, a los cánones 696, 702, 703 y 704. Las constituciones de cada instituto secular deben establecer las causas graves, externas, imputables y comprobadas Las Sociedades de Vida Apostólica. Para los miembros incorporados definitivamente se aplican todas las normas previstas en los Can. 694- 702 que se refieren a miembros de institutos religiosos, salvo la diferencia del Can. 746. En cambio todo el tema de expulsión de un miembro no incorporado definitivamente se rige por las constituciones de la sociedad (Can. 742). 93 2.5.7 Los Recursos Jerárquicos Otro nombre que recibe “el recurso administrativo” es el de “recurso jerárquico” (Can. 1734, 3, 2º; 1736,1). El recurso administrativo es la impugnación de un acto administrativo interpuesto en vía administrativa por quien se considera perjudicado por dicho acto. El recurrente es la parte activa en un recurso, es decir, quien lo interpone. El recurso jerárquico es aquel que se interpone ante le superior jerárquico de la autoridad que dictó el acto. En vía normal, el recurso jerárquico tiene efecto devolutivo; el efecto suspensivo lo tiene solamente en los cuatro siguiente recursos: por expresa decisión del legislador, el recurso contra el decreto de dimisión de un religioso (Can. 700), el recurso o apelación contra un decreto o sentencia que declare una pena (Can. 1353), el recurso contra la remoción del párroco (Can. 1747,3) y el recurso contra el decreto de transferencia coactiva del párroco (Mur, 2011, p.234-238). El recurso jerárquico109. Un miembro de un instituto secular o una sociedad de vida apostólica tienen derecho a recurrir contra un decreto que lo afecte porque tal facultad es concedida a cualquier fiel cristiano que se sienta perjudicado por un acto administrativo de la autoridad. Lo puede hacer por medio de un abogado o procurador (Can. 1378). El Can. 1737,1 contempla dos modos de presentar el recurso que ha de interponerse por escrito y el Can. 1739 nos indica todas las posibilidades de las que puede hacer uso el superior. 2.6 El recurso a la Signatura Apostólica La Sectio Altera, es el tribunal contencioso administrativo, le competen los recursos, interpuestos contra actos administrativos singulares emitidos por los dicasterios de la Curia Romana, en el plazo perentorio de 30 días útiles, siempre que se pretenda que el acto impugnado violó alguna ley en el procedimiento o en la decisión. 109 El codex ha sentido la preocupación de enumerar taxativamente las Acta Aposlicae Sedis AAS que se reducen a los siguientes: Decretos o preceptos, rescriptos, privilegios, dispensas. En la normativa común aplicable a todos estos actos, queda expresa la fuente o autoridad de la que emana. Esta es la potestad ejecutiva con la sola excepción consignada de los privilegios, en las cuales se admite la posibilidad de que la potestad, legislativa, a quien propiamente corresponde dictarlos, puede delegarla o concederla a la potestad ejecutiva (Diccionario de Derecho Canónico. 1989) 94 También puede conocer, cuando el recurrente lo pida, los daños causados con el acto ilegítimo y su reparación, lo mismo que las controversias administrativas, que le sean remitidas por el Romano Pontífice y los conflictos entre dicasterios. Se destacan 3 características para acceder al contencioso administrativo de la Sectio Altera: Solamente se puede interponer el recurso por una presunta violación de la ley. El Tribunal Supremo, la Asignatura Apostólica es el órgano que toma las decisiones. La violación de ley: divina, natural, o eclesiástica, es el único motivo que puede ser alegado. El procedimiento administrativo impugnado por el recurrente, puede ser declarado nulo o ilegítimo pero la Sectio Altera, no puede reformarlo ni sustituirlo. En los casos de expulsiones de miembros de institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, la impugnación produce automáticamente la suspensión de la ejecución del procedimiento. Es así como el religioso conserva en plenitud hasta la decisión definitiva, todos sus derechos y deberes. 2.6.1 Situación especial de un clérigo Algunos institutos con orígenes laicales se han ido abriendo al ministerio sacerdotal por las exigencias de la misión apostólica. Así mismo hay institutos actualmente con mayoría de miembros clérigos, que intentan volver a la condición laical. En una eclesiología de comunión el ministerio ordenado debe comprenderse en la interacción de carismas y ministerios. (Cfr. Vitae Consecrata 30). Un clérigo tiene, además de los derechos y deberes propios de su inclinación a un instituto de vida consagrada o una sociedad de vida apostólica, una serie de obligaciones y derechos provenientes de su ordenación. (Cfr. Can. p. 273- 289) 95 El Motu Proprio, Sacramentorum Sanctitatis Tutela110 ha introducido una nueva norma que regula el tratamiento penal de algunos delitos relacionados con este tema. Las órdenes sagradas de un expulsado: Por la exclaustración impuesta el miembro continúa perteneciendo a su Instituto de vida consagrada o a su sociedad de vida apostólica. Si el clérigo esta incardinado a su instituto religioso o a sociedades de vida apostólica, continúa incardinado. Debe estar incardinado. La exclaustración no afecta su incardinación. Queda bajo la dependencia y cuidado de sus superiores y del ordinario del lugar. Por la expulsión legítima cesan ipso facto los votos y los derechos y obligaciones derivados de la profesión (Can. 701). Pero las obligaciones resultantes de su estado clerical permanecen. En el Código de Derecho Canónico se establece lo que debe hacerse. Cuando el expulsado es un clérigo, no puede ejercer las órdenes sagradas, a no ser que encuentre un obispo (Can. 693), que le permita el ejercicio de las órdenes (Can. 701). Si no lo encuentra, debe recurrir a la Santa Sede. 2.6.2 Consideraciones generales sobre la pérdida del estado clerical El estado clerical se puede perder de tres maneras: Por sentencia judicial o decreto administrativo que declare la invalidez (Can. 290) Como efecto de la expulsión del estado clerical (Can. 290,2) Por medio de un rescripto de la Santa Sede (Can. 290,3) La pérdida del estado clerical es perpetua. Pero si se considera una readmisión únicamente la puede conceder Santa Sede (Can. 292) 110 (Cfr. Acta Apostolicae Sedis, 2001, 93) 96 Declaración de invalidez: La Congregación del Culto Divino y de la disciplina de los sacramentos es competente para tratar estas causas (Cfr. Pastor Bonus, p. 68). Anteriormente se preveía un proceso para declarar la nulidad y otro para las obligaciones. El Código de Derecho Canónico no considera el caso. En la normativa vigente se puede escoger la vía judicial o la administrativa. La Congregación del Culto Divino y de la disciplina de los sacramentos decide el camino a seguir, prefiriendo la vía administrativa. 2.6.3 La Expulsión del estado clerical Con la pena de la expulsión se toca el estado de las personas. Los ordinarios deben recoger todas las informaciones para juzgar el caso y agotar todas las medidas pastorales Can. 1341 y 1717- 1720. Nadie puede ser castigado sin haber cometido un delito Cfr. 1321, que supone la violación de una ley, según lo establece el Derecho Canónico Can. 1315- 1320. Esta pena es perpetua, en principio Can. 1336, 1,5 y 293, por lo tanto sólo puede aplicarse por medio de la vía judicial Can. 1342,2 que ofrece mayores garantías de justicia. El tribunal es colegial y consta de tres jueces, Can. 1425 y el proceso se rige por las normas de los procesos penales Can. 1721-1728. La sentencia que imponga la pena de la expulsión del estado clerical por tratarse de una causa sobre el estado de una persona no pasa a cosa juzgada Can. 1643. Se admite una nueva proposición aduciendo nuevas y graves pruebas ante el tribunal de apelación Can. 1644. 97 En los siguientes casos: Se aplica la ley universal de la Iglesia como pena ferendae sententiae111 Can. 1336,2 y1317. Apostatar de la fe Can. 1364 Arrojar las sagradas especies Can. 1367 Usar violencia física contra el Papa Can. 1370 El delito de sollicitationen ad turpia Can. 1387 Atentar matrimonio Can. 1394 Cometer delito contra el 6 mandamiento y concubinato Can. 1395 Delito contra el 6 mandamiento con amenaza y violencia con un menor Can. 1395,2. La expulsión del estado clerical, es una pena facultativa que no conlleva consigo la dispensa del celibato. Los casos 1 y 5: expulsión ipso facto Los casos 3,6 y 7: expulsión obligatoria En los casos 2 y 4 no hay similitudes. Otras causas por las que un clérigo puede ser castigado: Las reiteradas violaciones de los vínculos sagrados. Faltas a la castidad Can. 1395, A la pobreza Can. 1377, 1385, 1392, Desobediencia pertinaz Can. 1371,2, Escandalo grave Can. 1339,2 y 1399, defensa o difusión de doctrinas condenadas Can. 1371 y adhesión pública de ideologías Can. 1374. En el caso de un miembro clérigo de un instituto de vida consagrada o una sociedad de vida apostólica de derecho pontificio, los superiores mayores hacen las veces de Ordinario, Can. 134. En los demás casos compete al Ordinario (Can. 1412). En los institutos religiosos clericales de derecho pontificio el Can. 1427 y Can. 1438,3 indican cuál es el tribunal. El 111 En las penas ferendae sentenciae es necesaria, además de la ley o el precepto penal, y una vez cometido el delito, la intervención ulterior de la autoridad competente que aplique la pena (Diccionario de Derecho Canónico 1989) 98 camino del juicio penal para expulsar a un miembro clérigo será utilizado muy escasamente. El Motu Proprio112, Sacramentorum Sanctitatis Tutela113 Concluye un ítem legislativo que para delinear los delitos que beben considerarse reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe, según Pastor Bonus 52 y el Can. 1362, que comprende los delicta contra fidei nec non graviora delicta tum contra menores tum in Sacramentorum celebratione commissa114. A continuación citaremos la norma actual que está en el Código Oriental. 2.7 La normativa del Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium115 Los miembros de institutos religiosos exclaustrados tienen una dependencia del Obispo eparquial según el Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium Can. 491 y 548,2. Para las sociedades de vida común o institutos seculares no hay nada que se le asemeje. A los exclaustrados se les despoja del hábito, y se les prohíbe el ejercicio de las órdenes. La diferencia del Código de Derecho Canónico con el Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium es el abandono público de la fe y en el Código de Derecho Canónico, el abandono notorio. No existe la expulsión obligatoria. No aparece una relación de causas de expulsión. Hay casos en que no son necesarias las dos amonestaciones. El Superior de los monasterios autónomos, es competente para emitir el decreto de expulsión. 112 Motu Proprio es un concepto utilizado en la praxis legislativa Papal para designar un Decreto del Papa, es emitido por iniciativa propia, y en forma de carta pero sin encabezamiento (Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 113 . Cfr. Acta Apostolicae Sedis 93 (2001) 114 Cfr. Acta Apostolicae Sedis 80 (1988). 115 Código de Derecho Canónico de las Iglesias Orientales. Si se quiere profundizar sobre este Código ver: (Calderón, 2011). 99 El decreto de expulsión debe tener aprobación de la autoridad a la que está sujeto el instituto religioso Can. 500,4 Salvo en los casos en que el decreto de expulsión sea confirmado por la Santa Sede, cabe un recurso en el plazo de 15 días. El expulsado ipso iure no queda exento de sus votos ni de las obligaciones de la profesión Can. 502 y tiene prohibido el ejercicio de las órdenes, salvo que una autoridad competente se lo permita. Para los miembros incorporados perpetuamente a los institutos seculares, la expulsión se produce con un decreto según las constituciones. Hasta aquí la evolución de la normativa sobre la expulsión, para llegar a la siguiente definición: De Paolis (2011) define la expulsión así: La expulsión, es un acto administrativo mediante el cual los superiores competentes, verificados determinados hechos que se refieren al religioso y para los cuales el ordenamiento prevé la expulsión, y cumplidas determinadas solemnidades previstas por el derecho también para la validez, declaran expulsado a un religioso o lo expulsan. p. 404. A manera de conclusión: Del estudio de toda la normativa sobre la expulsión, se debe tener en cuenta que anteriormente un religioso podía entrar y salir de su instituto sin ninguna dificultad. Más adelante surge la necesidad de la intervención de los fundadores, los concilios, los Papas y la ley civil para mantener el orden en el gobierno de los institutos, buscando favorecer la fidelidad a la vida consagrada. Posteriormente se contempla la expulsión ad experimentum, a partir del decreto Quum Sigulae, de 1911, para incorporar la expulsión ipso facto, permaneciendo dicha norma desde el código de 1917 hasta los códigos de 1983, Código de para la Iglesia latina y de 1990, para las Iglesias Orientales. 100 CAPITULO III Canon 694 del Código de Derecho Canónico de 1983, nuevas disposiciones frente al examen de doctrinas y la expulsión del estado clerical por procedimiento administrativo. “La pena es consecuencia del delito cometido y con ella se busca la reparación del escándalo, el restablecimiento de la justicia, la enmienda del reo” (Albornoz), -y no la condenación del infractor. 101 Al concluir el capítulo anterior la investigación se va acercando más al objetivo, tanto de la visión general de la salus animarum, como a la expulsión de los religiosos, argumentos que servirán para comprender la propuesta de restauración del canon 694 que se desarrollará en el capítulo IV. Ahora el estudio se centrará el “Canon 694 del Código de Derecho Canónico de 1983 y la nuevas disposiciones frente al examen de doctrinas y la expulsión del estado clerical por procedimiento administrativo”. 3.1 Fuentes del Canon 694 Antes de llegar a desarrollar el tema central de esta investigación titulada “La salus animarum y el efecto penal inmediato del canon 694 del Código de Derecho Canónico de 1983” es conveniente que en este capítulo se conozca a fondo el texto del canon para lo cual se iniciará con las fuentes del mismo para conocerlo más a fondo. La fuente del canon 694 del Corpus Iuris Canonici de 1983, se encuentra en el canon 646 con el nombre “la Dimisión de los Religiosos, en el Código de Derecho Canónico de 1917”, conocido con el nombre de Pio-Benedictino. Morrisey (en Cometario al Código, 2002) presenta unas líneas generales sobre la expulsión que se aplicaba antes del Código de 1917116: En el caso de un profeso solemne cuya falta permaneciera incorregible, después de seis meses el religioso podía ser expulsado de su orden tras un proceso judicial117, en el curso del cual debía efectuarse la prueba canónica de los motivos de expulsión. 116 Para tener una idea más clara sobre el único Cuerpo canónico de la Iglesia dado en sus dos vertientes, el Código de Derecho Canónico para la Iglesia occidental y el Codex Canonum Ecclesiarum Orintalium para la Iglesia oriental se puede ver: Dos Códigos canónicos animados por un mismo espíritu (Calderón, 2011). 117 El proceso penal, es el proceso judicial que tiene por objeto infligir o declarar una pena. El proceso penal canónico es propiamente el confiado en los cánones 1721 – 1728; pero le precede siempre una investigación previa, de carácter administrativo canon 1717 – 1719, y puede ser sustituido con determinadas condiciones por un proceso administrativo Can. 1720 (Diccionario de Derecho Canónico, 1989). 102 Una vez expulsados los religiosos no quedaban dispensados de los votos118. Las condiciones de expulsión eran diferentes según el religioso fuera o no clérigo, de votos perpetuos119 o temporales120. Para estos últimos no era necesaria forma judicial alguna. La expulsión no era efectiva hasta la confirmación de la Santa Sede121, el religioso expulsado conservaba la obligación de sus votos. Las monjas no podían ser expulsadas más que con permiso de la Santa Sede. (p. 1772) Esta legislación fue recogida por el Código de Derecho Canónico de 1917 hasta el Decreto 2.III 1974 (Cfr. AAS122 66. p. 215-216). Este decreto suprimió el proceso judicial para la expulsión de profesos de votos perpetuos en los institutos clericales exentos y la reemplazó por un procedimiento administrativo. (Cfr. Comentario exegético al Código de Derecho Canónico., 2002, p. 1772- 1973) 118 El Código de Derecho Canónico define el voto como una promesa de un bien posible y mejor hecha a Dios de forma deliberada y libre que debe cumplirse por la virtud de la religión. Can. 1191 119 Son aquellos que se emiten en un Instituto de Vida Consagrada perpetuamente ante la autoridad competente y generan un impedimento dirimente para cualquier otro vínculo. 120 Son aquellos que se han emitido temporalmente en un Instituto de Vida Consagrada y que se renuevan periódicamente cada año. 121 La expresión, desde el Código de Derecho Canónico de 1917 Can. 7, sinónimo de Santa Sede es el título legalmente definido para designar al Papa y/o a las autoridades de la curia romana que actúa en su nombre. Can. 361 Actualmente sólo está permitido utilizar Sede Apostólica o Santa Sede para designar la cátedra de San Pedro, el ministerio del Obispo de Roma (Cfr. Stephan y Heribert en Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 122 Por AAS se entiende: Acta Apostilicae Sedis. Con el subtítulo de Commentarium officiale, se trata del órgano oficial de la Santa Sede, editado por la Secretaría de Estado (ver. Juan Pablo II, CA Pastor Bonus, 1988, art. 43 # 1). Fue fundada por Pio X para remplazar, a partir de 1909, a las Acta Santae Sedis como órgano oficial de promulgación y publicación de la Sede Apostólica. Además de leyes y otros Decretos, el órgano publica sobre todo pronunciamientos pontificios y documenta asuntos y datos personales. (Cfr. Kalde en Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 103 Canon 646 del Código de Derecho Canónico de 1917 §1 Se han de considerar como legítimamente dimitidos123 ipso facto124 los religiosos125: 1º Los apóstatas públicos de la fe católica126 2º El religioso que se fuga con una mujer o la religiosa que se fuga con un hombre. 3º Los que atentan contraer o contraen matrimonio, aunque sea el llamado civil. §2 En tales casos, basta que el superior mayor, con su Capítulo o Consejo, a tenor de las constituciones, declare la existencia del hecho; y conserve en el archivo de la casa las pruebas que de él haya recogido. De igual manera, Tomás Rincón-Pérez (citado por Anaya ,2007) presenta más explícitamente el proceso de la expulsión, aportando nuevos elementos: 1. A lo largo de 27 cánones frente a los 11 del código vigente, el Código de Derecho Canónico de 1917, distinguía tres procedimientos diferentes según se tratara de: 123 Expulsar a un religioso de votos temporales, De votos perpetuos en las comunidades no exentas y laicales, De votos perpetuos en comunidad clerical exenta. Dimisión, Manifestación unilateral que voluntariamente hace el trabajador, empleado o funcionario público de poner fin a la relación de empleo, cargo o función que desempeñaba. En cierto modo equivale a renuncia, aunque tiene un sentido más restringido, puesto que se limita a la cesación en aquellas actividades, en tanto que la renuncia puede comprender también los derechos, acciones etc. (Cfr. Ossorio en Diccionario de ciencias jurídicas, políticas y sociales, 2008) 124 Expresión latina que significa “en el acto”, “por el acto mismo”. (Cfr. Ramírez en Diccionario 1974). Por o en el hecho mismo. Se refiere a la modificación jurídica que se opera sin que sea necesario hacerla declarar por la justicia. (Cfr. Diccionario de ciencias jurídicas, políticas y sociales, 2008) 125 Son aquellos que pertenecen a un Instituto de Vida Consagrada y que han emitido votos, ya sean temporales o perpetuos. 126 Cuando no se trata de apostasía pública sino de una declaración de abandono de la Iglesia, o por otra acción delictiva, no pueden finalizar la pertenencia a la Iglesia a causa del carácter indeleble del bautismo. No obstante la declaración de abandono de la Iglesia produce una reducción general de la posición jurídica del miembro en el seno de la Iglesia, es decir, la exclusión de la recepción de los Sacramentos de la Eucaristía, de la penitencia y de la unción de enfermos, la remoción de todo oficio eclesiástico, la inhabilitación para ejercer todo derecho de elección en la Iglesia y para asumir oficios eclesiásticos. Desde el punto de vista del derecho laboral eclesiástico, la declaración de abandono de la Iglesia constituye motivo absoluto de despido. La declaración de abandono de la Iglesia se presenta cuando alguien se aparta de la Iglesia. (Cfr. Stephan y Heribert en Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008). 104 Los dos primeros eran procedimientos administrativos, mientras que el último era un verdadero proceso judicial. Este procedimiento administrativo establecía una clara diferencia entre expulsión de un religioso y una religiosa, ya que en el primer caso, como causas legales de expulsión, se exigía la comisión de tres delitos precedida de dos amonestaciones127 canónicas, mientras que en el caso de una religiosa, sólo exigía causas graves externas acompañadas de incorregibilidad. La expulsión de un religioso de votos temporales, aunque por naturaleza no se identificaba con el indulto128 de secularización129, por disposición del derecho llevaba consigo los mismos efectos, es decir, implicaba quedar libre ipso facto de todos los votos religiosos. Por el contrario como regla general, la expulsión de un profeso de votos perpetuos no entrañaba secularización, sino que el expulsado continuaba ligado por los votos y seguía siendo religioso. (Cfr. Rincón- Pérez, 1991, p. 267) Otra fuente del canon 646 del código de 1917, la encontramos en la comisión para la interpretación del código. Según respuesta de la Comisión Pontificia de Intérpretes, del 30 de junio de 1934, la declaración que manda hacer el parágrafo 2 no es requisito esencial para que el religioso culpable de alguno de los delitos consignados en el parágrafo 1 quede ipso facto expulsado; pero deben los superiores hacerla para conservar un testimonio fehaciente (Cfr. AAS, XXVI, P. 494) “que pueda servir de prueba cuando sea preciso.” (Cfr. Cabreros en Código de Derecho Canónico, p. 264) Se tienen entonces como fuentes del canon 694 del Código de Derecho Canónico de 1983, las del Código de Derecho Canónico de 1917 Can. 646 y la “Respuesta III 3º Julio. 1934” 127 Amonestar, hacer presente alguna cosa para que se considere, procure o evite. Advertir, prevenir; a veces por vía de corrección disciplinaria. Es pues, una sanción benévola de aplicación en el derecho civil, en el Penal y en el Laboral (ejercicio de facultades disciplinares) y en el Profesional. (corrección que pueden imponer los jueces etc.) (Cfr. Ossorio en Diccionario de ciencias jurídicas, políticas y sociales, 2008). 128 El término indulto que se utiliza en el Código de Derecho Canónico en parte como sinónimo de privilegio (compárese canon 312,2 con 320,2), designa un derecho de excepción respecto de una disposición legal otorgado por un titular de la potestad de régimen. En distinción formal respecto del privilegio, el indulto consiste más bien en el perdón de una obligación contenida en la ley que en una ventaja positiva y, por regla general, tiene carácter limitado (Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008 ) 129 Secularización, Conversión de un bien, perteneciente a la Iglesia o a una comunidad religiosa, propiedad del domino del Estado. En otro sentido, el paso de un religioso a la vida laica. (Cfr. Ossorio en Diccionario de Ciencias Jurídicas, políticas y sociales, 2008) 105 (AAS 26 [1934]) 494, esto permite comprender la norma actual. Can. 694, y las del decreto Quum Singulae. Hasta aquí la referencia al canon 646. Otra fuente la encontramos en los esquemas preparatorios al código. 3.1.2 Esquemas preparatorios al Código Los tres esquemas del canon 694 antes del Código de 1983 Esquema 1977: “la pena de excomunión ferendae setentiae para los delitos de herejía, apostasía y cisma, busca favorecer que se alcance la certeza jurídica de la efectiva ocurrencia del hecho típico y de la imputabilidad del autor”. Esquema 1980: “el Canon permaneció con tal redacción en el esquema” en la revisión se hicieron algunas observaciones al tema, algunos pedían que se estableciera la pena latae sententiae, argumentando, por una parte, que quien es culpable de herejía, apostasía o cisma, por ese mismo hecho pierde la plena comunión con la Iglesia, independientemente a la aplicación de la pena de excomunión. Por otra parte se debía evitar la disparidad de criterios por parte de los obispos, sin embargo tampoco en esta etapa de redacción fue modificada. El grupo consideró que correspondía aplicar penas latae sententiae a delitos conscientes en hechos ciertos y determinados como por ejemplo el aborto (de modo que no haya lugar a dudas) lo cual no suele ocurrir en los casos de apostasía, herejía o cisma. Hay que distinguir entre la realidad objetiva de la falta de plena comunión y la aplicación de la pena de excomunión, pues hay cristianos que no están en plena comunión y no por ello están excomulgados. También se dijo que la pena de excomunión sanciona un delito y para ello es necesario alcanzar certeza jurídica de su comisión en sus aspectos objetivos y subjetivos, 106 lo que puede ser garantizado con la intervención de un juez o de un superior que pondere todos los elementos y determine la existencia del delito y la pena a aplicar. En fin, se argumentó que no podía exigirse una especie de auto aplicación de la pena cuando la efectiva ocurrencia del delito permanecía incierta para el mismo reo. Esquema 1982: se optó por la pena latae sententiae privilegiando una respuesta inmediata ante la gravedad del delito cometido. Es una opción que no parece responder eficazmente al deseo que la motivó. Efectivamente dicha disposición codicial no ayuda a realizar la debida distinción entre el hecho de que alguien haya roto algún vínculo de comunión y la pena que se aplica cuando se cumplen los elementos de esa ruptura tipificados penalmente. 3.2 Norma actual Como regla general. Los cánones del Código de Derecho Canónico de 1983 sobre la expulsión de los religiosos se aplican a todos los religiosos. Fernández (1998) argumenta que: La expulsión de un religioso es un tema que atenta a la entraña misma del estado religioso y eclesial, que rompe su equilibrio. La entrega sin reservas y la consagración, que constituyen el núcleo de la vida consagrada, no pueden tirarse sencillamente por la borda. La entrega a Dios (totaliter mancipatio) exige el entusiasmo y la perpetuidad. (p.160) Como en el canon 694 se encuentran dos causales que conllevan a sancionar al infractor y por ende a aplicar una pena y para ello se debe aplicar el derecho procesal canónico, que busca la “reclamación o reivindicación de los derechos de las personas” y también tiene por objeto “el infligir o declarar una pena.” Can. 1400130 A todo este objetivo se extiende, como acción pastoral, el bien de las almas, que es la suprema ley de la Iglesia Can. 1752131. De ahí la importancia del primer capítulo de esta investigación. 130 1400 § 1: Son objeto de juicio: 1. la reclamación o reivindicación de derechos de personas físicas o jurídicas, o la declaración de hechos jurídicos; 2 los delitos, por lo que se refiere a infligir o declarar una pena. § 2. Sin embargo, las controversias provenientes de un acto de la potestad administrativa pueden llevarse sólo al superior o al tribunal administrativo. 131 1752: La salvación de las almas, que debe ser siempre la Ley Suprema en la Iglesia. Guardando la equidad canónica. 107 El sujeto de la ley canónica del Código de Derecho Canónico de 1983 es la Iglesia latina132, porque las Iglesias Orientales tienen su propio Código llamado Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium. Las leyes meramente eclesiásticas obligan a los bautizados en la Iglesia y a los que en ella han sido recibidos. Can.11133 El sujeto pasivo de la ley, también puede ser sujeto pasivo de la sanción si infringe la ley a la que está obligado. Será entonces el sujeto activo de la ley el que conmina la sanción al que delinque. Ninguno en la Iglesia puede delinquir sin incurrir en un pecado 134 o en un delito135 eclesiástico (León, 1985, p. 660). Todo esto para decir que una de las sanciones penales en la Iglesia para los religiosos es la expulsión del estado religioso, pero a esa sanción tan grande no se llega siempre, pues son taxativos los casos señalados que se sancionan con esta determinación. No se puede olvidar que cuando la ley castiga tan severamente, no siempre el Señor lo hace de igual manera. Un día a una mujer la sorprendieron en flagrante adulterio, los judíos le querían aplicar la ley, pero antes pensaron oír el juicio de Jesús, y Él lo pronunció: “no te condeno, pero no peques más”. La Iglesia espera del delincuente que deje su contumacia136 para no aplicarle toda la severidad de la pena, en busca de la salus animarum, como se vio en el primer capítulo de esta investigación. Téngase en cuenta lo que Jesús dice de su propia misión: “Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para que juzgue al mundo, sino para que el mundo sea salvado por Él.” (Jn, 3, 17). Por tanto, si eres superior, acuérdate de que a quienes gobiernas son tus hermanos, porque todos somos hijos de un mismo Padre, que es Dios. Si no eres superior, sí eres llamado a seguir al Señor en los consejos evangélicos que profesaste, si lo prometiste, debes cumplirlo. Tanto los 132 Se entiende por Iglesia Latina, la conformada por Occidente, encabezada por el Romano Pontífice. 11 Las leyes meramente eclesiásticas obligan a los bautizados en la Iglesia católica, a quienes han sido recibidos en ella y hayan cumplido siete años, siempre que tengan uso de razón suficiente y si el derecho no dispone expresamente otra cosa,. 134 Falta, iniquidad, rebelión, injusticia … 135 Por delito se entiende, según el derecho eclesial, la violación externa y moral imputable de la ley, a la que se añade una sanción canónica, al menos indeterminada. Para establecer un delito es necesaria la presencia simultánea de los tres siguientes elementos constitutivos esenciales: una violación externa de la norma, que sea gravemente imputable y una sanción canónica. (Diccionario de Derecho Canónico,1989) 136 En el derecho penal, la obstinación del reo, situación que se verifica cuando éste no se arrepiente de su acción, no realiza la reparación de los daños, ni del escándalo, ni promete tampoco seriamente hacerlo. La contumacia es requisito para la imposición de una censura Can. 1347. En el derecho procesal del Código de derechos canónico de 1983 se ha remplazado la contumacia, cánones 1729,1, 1842 1851 del Código de Derecho Canónico de 1917 por la absentia. (Cfr. Karl en Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 133 108 superiores como los religiosos deben evitar los litigios, conflictos y llegar a un acuerdo donde no se afecte a nadie; esto requiere de humildad y de conversión, teniendo en cuenta el daño que con los conflictos se le puede hacer a la Iglesia. 3.2.1 Canon 694137 la expulsión ipso facto, de los religiosos. En relación con el código anterior, con las categorías de religiosos: de votos temporales y votos perpetuos, de un instituto clerical no exento, de un instituto laical y de un instituto clerical exento, que prescribía un proceso disciplinario y administrativo para unos y judicial para los otros. Su diferencia estaba en la exención. El código de 1983 hace una oportuna reorganización y simplificación de toda la materia y reduce el procedimiento a la única forma administrativa, norma que se aplica a todos los religiosos, sin considerar si son clérigos o laicos, hombres o mujeres. La única distinción que presenta este código es sobre la causa que da lugar a la expulsión del religioso. La causa tiene relación con la sanción y según la sanción, el procedimiento. El Código presenta así el Can. 694138: § 1. Se ha de considerar expulsado de propio derecho de un instituto el miembro que: 1º. Se haya apartado notoriamente de la fe católica; 2º. Haya contraído matrimonio o lo atente, aunque sea sólo de manera civil. 137 El Canon 694 tiene unos cánones conexos que hay que tener en cuenta, estos son: 18, 194, 1,2º, 316, 751.Cn 18 Las leyes que establecen alguna pena, coartan el libre ejercicio de los derechos, o contienen una excepción a la ley, se deben interpretar estrictamente. Can. 194 § 1 Queda de propio derecho removido del oficio eclesiástico: 1 quien ha perdido el estado clerical; 2 quien se haya apartado públicamente de la fe católica o de la comunión de la Iglesia; 3 el clérigo que atenta contraer matrimonio, aunque sea sólo civil. § 2. La remoción de que se trata en los n. 2 y 3 sólo puede urgirse si consta de ella por declaración de la autoridad competente. Canon 316 § 1. Quien públicamente rechazara la fe católica o se apartara de la comunión eclesiástica, o se encuentre incurso en una excomunión impuesta o declarada, no puede ser válidamente admitido en las asociaciones públicas. § 2. Quienes, estando legítimamente adscritos, cayeran en el caso del § 1, deben ser expulsados de la asociación, después de haber sido previamente amonestados, de acuerdo con los propios estatutos y quedando a salvo el derecho a recurrir a la autoridad eclesiástica de la que se trata en el canon 312 §1. Canon 751 Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma; apostasía es el rechazo total de la cristiana; cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos. 138 La expulsión por el mero hecho o ipso facto 109 § 2º. En estos casos, una vez recogidas las pruebas, el superior mayor con su consejo debe emitir sin ninguna demora una declaración del hecho, para que la expulsión conste jurídicamente. El espíritu del canon, reside en poner a disposición del instituto de vida consagrada un remedio eficacísimo y casi automático que, rápida y jurídicamente le permita liberarse a él y a la Iglesia, de los sujetos tipificados en la norma. El remedio consiste en fulminar una especie de pena (que antes era latae sententiae) por el mero hecho de la comisión de los dos delitos descritos aquí, sin proceso alguno y sin las garantías formuladas en el canon 684. Las motivaciones pueden ser: a). El abandono de la fe católica que constituye el desgajamiento de la esencia medular de la Iglesia, a cuya vida y santidad pertenece la vida consagrada, por lo que lo más lógico y necesario es declarar al abandonante fuera de ambas. b). Quien atenta o contrae matrimonio, en cambio, destruye un elemento cardinal y esencial de la profesión, sin el que es inconcebible e impracticable la vida consagrada, por lo que resulta igualmente lógico y necesario declarar que, con dicha comisión, automáticamente se ha auto excluido. Otras penas para estos delincuentes pueden hallarse en los cánones. 1041. 1º.-3º. , 1044 § 1. 3º, y 1047 § .1º.- 3º. , 1184 § 1-1185. (Cfr. Benlloch en Comentario al Código de Derecho Canónico, 1993, p.332) Sobre el Can. 694139. Se trata de una sanción penal, cuya iniciativa parte del legislador140. Esta sanción penal al tiempo que busca la corrección de quien delinque, protege al instituto religioso y evita el escándalo, porque este desaparece con la sanción penal. De otra parte se busca proteger los derechos del religioso a quien se sanciona, porque la aplicación de la pena se hace de acuerdo a un procedimiento que el Código determina, que 139 El abandono notorio de la fe católica tiene lugar ciertamente en los casos de herejía, apostasía y cisma, definidos en el canon 751. No es una expulsión por la comisión de uno de estos tres delitos, canon 1364, en cuyo caso habría de tener en cuenta la contumacia y la incorregibilidad y procederse penalmente. La dimisión se produce en el caso del matrimonio celebrado o atentado, ya sea canónico o civil. La actividad prevista en el parágrafo 2, que se impone con más energía y rapidez que antes, canon 646,2, termina con una simple declaración de hecho, no con un Decreto. Canon 700, pues la expulsión es eficaz por el mismo derecho, y la declaración subsiguiente lo es sólo a efectos registrables y probatorios, una vez constatados fehacientemente los hechos. (Cfr. Código de derecho, Comentario al Can. 694) 140 La ley parte exclusivamente de aquellas autoridades eclesiásticas que poseen potestad legislativa. La potestad legislativa es el elemento más importante de la potestad de régimen eclesiástico y no puede ser delegada, salvo por el legislador supremo canon 135. El legislador supremo para la Iglesia Universal y para todos sus ámbitos particulares son el Papa y el Colegio Episcopal. (Cfr. Winfried, en Diccionario Enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 110 ya no es judicial sino administrativo. La justicia debe resaltar en su ejecución para que sea expulsado solamente aquel que verdaderamente es culpable. Al verificarse unos determinados hechos sin que puedan aplicarse las garantías de que habla el canon 698141, se produce la expulsión ipso facto para el religioso que ha incurrido en apostasía, o que haya contraído o atentado matrimonio. Anaya (2007) manifiesta que la expulsión es producida por la misma ley, que por fuerza se impone a los transgresores y a sus superiores. Además es paralela y simultánea a los hechos y no importa que el miembro conozca las consecuencias de su acto, las ignore o las acepte voluntariamente sin tener la necesidad de realizar ningún procedimiento, sino solamente elaborando y emitiendo una declaración de lo sucedido para que el hecho conste. Lo anterior es del todo injusto, si la expulsión ipso facto no tiene efectos jurídicos establecidos por la misma ley, ya que no se habla nada al respecto, y que por ende constituye un gran vacío en la ley del canon 694, y se tiene que recurrir a los efectos generales de la expulsión, ¿dónde queda el principio general de la legítima defensa?, ¿dónde queda la ley Suprema de la Iglesia? Domingo (1985) explica el sentido de la norma así: Reside en fulminar una especie de pena, consistente en la expulsión automática, por el mero hecho de la comisión de los delitos previstos en la norma, sin proceso alguno e incluso, sin las garantías explicitas del canon 698142, que no se aplica a este canon. 141 El 694 es un canon especial, su tratamiento es diferente a las otras clases de expulsiones, por eso no se puede aplicar el canon 698 al canon 694. En todos los casos de los que se trata en los Cánones 695 y 696, queda siempre firme el derecho del miembro a dirigirse al superior general y a presentar a éste directamente su defensa. 995 § 1. Además de la autoridad suprema de la Iglesia, sólo pueden conceder indulgencias aquellos a quienes el derecho reconoce esta potestad, o a quienes se la ha concedido el Romano Pontífice. § 2. Ninguna autoridad inferior al Romano Pontífice puede otorgar a otros la potestad de conceder indulgencias, a no ser que se lo haya otorgado expresamente la Sede Apostólica. 996 § 1. Para ser capaz de lucrar indulgencias es necesario estar bautizado, no excomulgado y hallarse en estado de gracia por lo menos al final de las obras prescritas. § 2. Sin embargo, para que el sujeto capaz las lucre debe tener al menos intención general de conseguirla y cumplir las obras prescritas dentro del tiempo determinado y de la manera debida, según el tenor de la concesión. 142 Canon 698. En todos los casos de los que se trata en los canon 695 y 696, queda siempre firme el derecho del miembro a dirigirse al superior general y a presentar a éste directamente su defensa. 111 Por otro lado, consiste en poner a disposición del instituto un remedio eficacísimo, que rápida y jurídicamente, le permite librarse de unos miembros perjudiciales que, prácticamente, ya se han auto expulsado al cometer ambos delitos. (p. 21) La autoridad competente para aplicar la ley en cuanto al ipso facto se basa en el mero hecho y en la presunta incorregibilidad que él mismo manifiesta desde el momento mismo en que comete el delito. La expulsión se produce válidamente aun sin la intervención del superior y para proceder a la misma se necesita que el infractor cometa una de las causas, abandono de la fe o matrimonio. 3.2.1 Abandono de la fe La expulsión ipso facto de un religioso se limita taxativamente a dos delitos que se consideran de mucha gravedad, porque uno de los grandes compromisos y obligaciones esenciales de todo bautizado es creer, con fe divina y católica. Can. 750,1143 Sin fidelidad es imposible la comunión. En la causa de expulsión automática de un religioso, se considera persona que ha abandonado notoriamente la fe católica, quien ha apostatado, o ha incurrido en cisma o herejía. Se puede considerar que el abandono de la fe católica comportará un acto formal semejante a aquel del que se habla en los cánones sobre el matrimonio. Can. 1086 ,1 No es necesario que el acto sea escrito; basta con que sea probado. Sin embargo, puesto que el canon comporta una pena, deberá ser objeto de interpretación estricta. Can. 18 Es preciso, por tanto concluir que un abandono secreto de la fe no entrañaría automáticamente la expulsión, puesto que el canon exige que el abandono sea notorio, es decir, conocido por un gran número de personas. (Marzoa, Miras y Rodríguez- Ocaña, en Comentario exegético al Código de Derecho Canónico 2002, p. 1773-1774) 143 Canon 750 Se ha de creer con fe divina y católica todo aquello que se contiene en la palabra de Dios escrita o transmitida por tradición, es decir, en el único depósito de la fe encomendado a la Iglesia, y que además es propuesto como revelado por Dios, ya sea por el magisterio solemne de la Iglesia, ya por su magisterio Ordinario y universal, que se manifiesta en la común adhesión de los fieles bajo la guía del sagrado magisterio; por tanto, todos están obligados a evitar cualquier doctrina contraria. 112 El abandono notorio de la fe católica tiene lugar de modo específico en uno de los tres casos que presenta el canon 751144 como son: la herejía145, la apostasía y el cisma. Estos delitos, que sanciona el canon 1364146 para los fieles en general y para los clérigos en especial, es la excomunión latae sententiae147. El canon exige que el abandono sea notorio, ya sea de derecho o de hecho. Lo primero sucede cuando la separación se da por una declaración judicial o administrativa. Lo segundo cuando la separación o abandono es totalmente conocida, por haber tenido gran divulgación. Se trata de un rompimiento con la fe católica y por tanto con la esencia de la vida consagrada, ya que sin fe y aún más sin la comunión no puede existir la adhesión a Dios y menos aún una vida de perfección dentro de la Iglesia católica. Can. 207 § 2148 La expulsión no es sino consecuencia del alejamiento de la fe. Can. 205 149, 597150. Ser religioso conlleva plena comunión con la Iglesia, la cual se manifiesta principalmente con tres ejes que conocemos como: 144 Profesión de fe, Sacramentos y Sujeción al régimen eclesiástico Can. 205151 Canon 751: Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma; apostasía es el rechazo total de la fe cristiana; cisma es el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos. 145 La herejía es la pertinaz negación o la duda de una verdad que debe creerse en virtud de la fe divina o católica. Can. 751; también la confesión de una doctrina condenada por el magisterio de la Iglesia, debe considerarse dentro del concepto de herejía. La herejía significa la división de la unidad de la fe de la Iglesia, de la conmunio plena. Can. 205, cuya salvaguarda es obligación del cristiano católico. Can. 209, 1. (Cfr. Heribert, en Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 146 Can. 1364 § 1 El apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión latae sententiae, quedando firme lo prescrito en el canon 194, § 1, n. 2º; el clérigo puede ser castigado además con las penas enumeradas en el canon1336, § 2,n. 2 y 3 § 2 Si lo requiere la contumacia prolongada o la gravedad del escándalo, se pueden añadir otras penas, sin exceptuar la expulsión del estado clerical. 147 Distingue el canon 1314 las penas Latae Sententiae y Ferendae Sententiae de sentencia dictada y de sentencia por dictar, es decir, respectivamente, penas de imposición inmediata o previa sentencia. En las penas Ferendae Sententiae es necesario, además de la ley o el precepto penal, y un vez cometido el delito, la intervención ulterior competente, que aplique la pena. En cambio las penas Latae Sententiae se incurre automáticamente con la misma realización del delito, supuesta la verificación de todas las condiciones requeridas por la norma, sin ulterior intervención de la autoridad competente. (Diccionario de Derecho Canónico, 1989) 148 207 § 1. Por institución divina, entre los fieles hay en la Iglesia ministros sagrados, que en el derecho se denominan también clérigos; los demás se denominan laicos. § 2. En estos dos grupos hay fieles que, por la profesión de los consejos evangélicos mediante votos u otros vínculos sagrados, reconocidos y sancionados por la Iglesia, se consagran a Dios según la manera peculiar que les es propia y contribuyen a la misión salvífica de la Iglesia; su estado, aunque no afecta a la estructura jerárquica de la Iglesia, pertenece, sin embargo, a la vida y santidad de la misma. 149 205 Se encuentran en plena comunión con la Iglesia católica, en esta tierra, los bautizados que se unen a Cristo dentro de la estructura visible de aquélla, es decir, por los vínculos de la profesión de fe, de los Sacramentos y del régimen eclesiástico. 150 597 § 1. Puede ser admitido en un Instituto de Vida Consagrada todo católico de recta intención que tenga las cualidades exigidas por el derecho universal y por el propio y esté libre de impedimento. § 2. Nadie puede ser admitido sin la adecuada preparación. 151 205 Se encuentran en plena comunión con la Iglesia católica, en esta tierra, los bautizados que se unen a Cristo dentro de la estructura visible de aquélla, es decir, por los vínculos de la profesión de fe, de los Sacramentos y del régimen eclesiástico. 113 El abandono notorio de la fe, hace referencia a los delitos de: Apostasía, Herejía y Cisma. Can. 751 Apóstata de la fe puede serlo solamente un bautizado. Los autores describen la apostasía como un acto deliberado que implica el rechazo de los misterios centrales de la fe, o sea de la Trinidad y de la Encarnación, que constituyen el fundamento de la misma. El bien jurídico protegido por el tipo penal de la apostasía es el bien de la fe: se protege el derecho de todos los miembros del pueblo de Dios a la conservación del depósito de la fe en su autenticidad. Para que el pecado de apostasía sea considerado también delito de apostasía y sea efectivamente punible, es necesario que se verifiquen los elementos legales previstos por el derecho. Si no se cumplen podría existir un pecado de apostasía, pero no un delito o bien el delito podría no ser punible. Los requisitos generales de sujeción a las leyes meramente eclesiásticas, están indicados en el canon 11: haber sido bautizado en la Iglesia católica o haber sido recibido en ella, gozar de uso de razón y haber cumplido siete años de edad. En el ámbito penal el canon 1322 precisa que son incapaces de cometer un delito quienes carecen habitualmente de uso de razón, aunque hayan infringido una ley o un precepto cuando parecían estar sanos. (Cfr. Albornoz, 2011, p.32) La apostasía es el rechazo total de la fe cristiana; es la negación o duda pertinaz después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, El cisma, es el rechazo de la sujeción al Romano Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos y la herejía es la negación de una verdad de fe. Éstos tres delitos se castigan con la excomunión latae sententiae Can. 1364 §1152. Anaya (2007) dirá que el abandono de la fe católica también se puede generar por la adscripción de un miembro de la Iglesia a otra confesión religiosa, sea cristiana o no. No se puede considerar como abandono de la fe católica la adhesión a doctrinas condenadas por la Iglesia y su difusión y apoyo que están considerados en el canon 696153. 152 1364 § 1. El apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión latae sententiae, quedando firme lo prescrito en el c. 194 § 1, 2; el clérigo puede ser castigado además con las penas enumeradas en el c. 1336 § 1, 1, 2 y 3. 153 696 § 1. Un miembro también puede ser expulsado por otras causas, siempre que sean graves, externas, imputables y jurídicamente comprobadas, como son: el descuido habitual de las obligaciones de la Vida Consagrada; las reiteradas violaciones de los vínculos sagrados; la desobediencia pertinaz a los mandatos legítimos de los superiores en materia grave; el escándalo grave causado por su conducta culpable; la defensa o difusión pertinaz de doctrinas condenadas por el magisterio de la Iglesia; la adhesión pública a ideologías 114 Es necesario que el abandono sea notorio, es decir que haya existido una sentencia judicial154 o una confesión del propio miembro, admisible en el foro externo, o que el hecho sea públicamente conocido y no pueda ocultarse o justificarse. Por tanto se requiere algo más que la simple divulgación o posibilidad de ella. En los casos relacionados con el tema del abandono notorio de la fe católica puede darse una intervención de la Congregación para la Doctrina de la Fe, a la que la Pastor Bonus en el numeral 48, encomienda la función de promover y tutelar la doctrina sobre la fe y las costumbres en todo el orbe católico y en el numeral 51,2 el cuidar de que la fe y las costumbres no sufran daño por errores divulgados sea como fuere…, examina los escritos y las opiniones que parezcan contrarias y peligrosas para la recta fe y si consta que se oponen a la doctrina de la Iglesia, después de dar al autor, la facultad de explicar satisfactoriamente su pensamiento, los reprueba oportunamente, tras haber informado al ordinario interesado y si fuere oportuno usa los remedios adecuados. Cuando la Congregación para la Doctrina de la Fe debe intervenir para cumplir con estas funciones, procede siguiendo el reglamento para el examen de las doctrinas155 (Cfr. AAS 89, 1997, p. 830-935) Por tanto, por el mero hecho del abandono de la fe, el derecho le obliga al religioso a abandonar todas las formas de vida consagrada. No es cualquier apostasía interna sino externa que debe tener unas características principales como son la notoriedad y la publicidad basándose en pruebas contundentes. Domingo (1985) dice que esencialmente debe tratarse de apostasía notoria tanto con notoriedad (es decir, después de una sentencia judicial o de una confesión admitida por el mismo delincuente) como de hecho (por ser públicamente conocido el hecho y por no ser posibles los subterfugios ni excusas al amparo del derecho). contaminadas de materialismo o ateísmo; la ausencia ilegítima de la que se trata en el Can. 665 § 2, por más de un semestre; y otras causas de gravedad semejante, que puede determinar el derecho propio del Instituto. § 2. Para la expulsión de un miembro de votos temporales bastan también otras causas de menor gravedad determinadas en el derecho propio. 154 La sentencia es la decisión que toma el juez único o el tribunal colegial en aplicación del derecho objetivo a un caso concreto. La sentencia responde a una controversia que ha sido establecida por el tribunal e investigada por la vía del derecho común o del derecho administrativo. Requisito para dictar sentencia es que, sobre la base del material probatorio, el juez haya obtenido certeza moral acerca del asunto que debe dirimir Can. 1608. La sentencia definitiva es la decisión judicial sobre la cuestión de un proceso y encierra las instancias de la causa. (Cfr. Heinemann, en Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 155 En este capítulo se irá a desarrollar más adelante, en qué consiste el examen de doctrinas 115 Téngase en cuenta que la expulsión conlleva también otras sanciones que dependen de otras circunstancias: Remoción del oficio eclesiástico156 Can. 194 § 1, n. 2 Irregularidad para recibir órdenes Can. 1041, 2 Son irregulares para ejercer las órdenes recibidas Can. 1044 § 1, n.2 Se les prohíbe exequias eclesiásticas Can. 1184 § 1, n.1 La segunda causa para la expulsión ipso facto que aduce el canon 694 es el matrimonio ya sea celebrado o atentado. 3.2.2 Matrimonio157 contraído o atentado158 El matrimonio contraído por un religioso que no es clérigo y es de votos temporales, es válido, pero ilícito, por lo cual el religioso incurre en la sanción de expulsión ipso facto; ya que no tiene impedimentos dirimentes159. El matrimonio atentado por un religioso clérigo es nulo por el impedimento dirimente de que trata el canon 1087160. El matrimonio atentado por un religioso no clérigo pero de votos 156 Un oficio eclesiástico es según el Can. 145,1 un cargo o función que se constituye de forma estable por disposición divina o eclesiástica para ejercer con un fin espiritual (Cfr. Jurina, en Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 157 El canon 694 distingue dos formas de matrimonio: el contraído o el atentado civilmente. La expresión matrimonio contraído equivale a un matrimonio reconocido por la Iglesia. Así, habrá por ejemplo, matrimonio contraído en el caso de un religioso de votos temporales que se haya casado en forma canónica antes de haber obtenido la dispensa de sus compromisos, puesto que la profesión temporal no constituye un impedimento dirimente del matrimonio. Se hablará de matrimonio solamente atentado si existe un impedimento dirimente cuya dispensa no se ha obtenido previamente, como por ejemplo el caso de un diácono, canon 1987, o el de una persona que ha hecho voto público y perpetuo de castidad en un instituto religioso. Can. 1988. En estos casos, puesto que el matrimonio no ha podido ser celebrado ante la Iglesia, no puede haber más que un matrimonio civil, en el cual, aun no siendo reconocido como matrimonio por la Iglesia, entraña no obstante algunos efectos jurídicos como en este caso el de la expulsión. (Cfr. Marzoa, en Comentario exegético al Código de Derecho Canónico, 2002. p. 1774). El religioso ha realizado el voto de castidad que comporta el compromiso de vivir en el celibato y por tanto, la prohibición de casarse. Para el religioso que ha emitido este voto de modo definitivo, perpetuo, en un instituto religioso, tanto de derecho pontificio como de derecho diocesano, la prohibición es un impedimento dirimente que inhabilita a la persona para contraer matrimonio válido. Can. 1088 Quien intentase celebrar el matrimonio con este impedimento, atentaría el matrimonio, que sería claramente nulo (Cfr. De Paolis, 2011, p. 405). 158 Que se tiene sólo cuando externamente se pone una forma de por sí apta para la celebración del matrimonio pero ineficaz por la existencia del impedimento, incluyendo el canon 1394,1 la forma civil que, de por sí, no es idóneo para un católico. Can. 1059; 1117 y para que tenga lugar este delito, es necesario que, prescindiendo del impedimento del canon 1087, el atentado matrimonio sea puesto cumpliendo los requisitos esenciales en cuanto a su consentimiento canon 1095- 1103 para que haya verdadero consentimiento matrimonial, naturalmente suficiente para su constitución pero jurídicamente ineficaz por la existencia del impedimento dirimente: no basta, por tanto su mera apariencia o simulación. (Cfr. Aznar Gil, 2010, p. 274) 159 En sentido general quiere decir obstáculo, estorbo por una cosa. Tal concepto tiene importancia especial en la institución matrimonial, por cuanto determinadas circunstancias obstaculizan, estorban la celebración. Cfr. Ossorio, en Diccionario de ciencias jurídicas, políticas y sociales, 2008) 116 perpetuos es nulo por el impedimento dirimente del Can. 1088161. Cualquier miembro que atenta o celebra un matrimonio, se expulsa. En todos estos casos se produce la expulsión ipso facto. El matrimonio contraído o atentado por un religioso; es una falta gravísima que va en contra del estilo propuesto por la vida consagrada la cual conlleva el celibato y “la vida de soltería”, elemento sin el cual no se puede acceder a la consagración total a Dios. Can. 599162. En opinión de Anaya (2007) la expulsión es ocasionada por el matrimonio de un religioso o de un clérigo, todo miembro de un instituto que previamente realizó profesión con voto público, del consejo evangélico de castidad, Can. 654163 lo que comporta el compromiso de observar perfecta continencia en el celibato. Can. 599 Sin embargo, únicamente el voto público perpetuo de castidad en un instituto religioso constituye un impedimento dirimente para la celebración del matrimonio. Can. 1088164 En cambio, el impedimento no afecta a un religioso de votos temporales, a menos que fuese ya clérigo, en cuyo caso se aplica el impedimento dirimente de orden sagrado. Can. 1087165 Que se hable de expulsión ipso facto, no por eso conlleva no hacer un proceso serio. La expulsión debe ser el resultado de un legítimo proceso166, donde se vea claramente la intervención de la autoridad competente, así como la legítima defensa167 del delincuente y se juzgue con equidad. 160 Can. 1087: atentan inválidamente el matrimonio quienes han recibido las órdenes sagradas. Can. 1088: atentan inválidamente el matrimonio quienes están vinculados por voto público perpetuo de castidad en un instituto religioso. 162 Can. 599: el consejo evangélico de castidad asumido por el Reino de los cielos, que es signo del mundo futuro y fuente de una fecundidad más abundante en un corazón no dividido, lleva consigo la obligación de observar perfecta continencia en el celibato. 163 Can. 654: por la profesión religiosa los miembros abrazan con voto público, para observarlos, los tres consejos evangélicos, se consagran a Dios por el ministerio de la Iglesia y se incorporan al instituto con los derechos y deberes determinados en el derecho. 164 Can. 1088: atentan inválidamente el matrimonio quienes están vinculados por voto público perpetuo de castidad en un instituto 161 religioso. Can. 1087: atentan inválidamente el matrimonio quienes han recibido las órdenes sagradas . El proceso es pues, el instrumento jurídico estructurado por la ley para la tutela de los derechos subjetivos, ya sea mediante el ejercicio de la potestad judicial- juicios, ya como parte del ejercicio de la potestad administrativa- recursos, contra ciertos decretos administrativos (Cfr. Diccionario de Derecho Canónico,1989) 167 El derecho de defensa consiste sobretodo en el derecho a la contestación frente a la demanda y en el derecho a ser escuchado, aunque también en el derecho a ser representado por un abogado y a tener un juez imparcial. Una parte puede renunciar en el marco de un proceso a ser uso de su derecho de defensa, hecho que puede redundar en su contra. El tribunal debe conceder a cada una de las partes el derecho de defensa. Una sentencia es nula cuando se ha negado el derecho de defensa a alguna de las partes. Can. 1620167, 7º del CIC. (Cfr. Guthoff, Elmar, Haering, Stephan y Schmitz, Heribert en Diccionario Enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 165 166 117 Domingo (1985), al hablar del delito de contraer matrimonio por parte de un religioso opina que la norma comprende tanto al atentado como al hecho de contraer efectivamente de manera válida matrimonio, cualesquiera que fueren las motivaciones por las que se quedó como intento y no llegó a ser un matrimonio efectivamente. Se hace referencia al matrimonio canónico y civil, por los cuales se lleva a cabo la expulsión ipso facto y los expulsados como consecuencia entran en un estado de irregularidad. Siendo la expulsión ipso facto la primera y la última instancia, no es la mejor solución. La pregunta es: ¿qué es lo que realmente interesa?: ¿la paz de las instituciones, quitar el problema o el escándalo que se produce en la Iglesia? No es solamente aquello lo que debe preocupar sino la persona en su integridad, expulsarla sería empujarla al abismo de la ignorancia en la cual está imbuida. ¿Por qué se le tiene miedo al escándalo?, ¿por qué se tiene que ocultar, alejar, desaparecer?, se debe más bien afrontar y permitir que Dios actúe en el delincuente. A éste le hará más daño ser expulsado ipso facto, que sancionado, limitándole ciertas funciones inherentes al ministerio o inherentes al estado religioso. Si la preocupación son las instituciones y no la persona, se está gastando energía inútilmente, pues la persona no dura más que un tiempo limitado; muriendo ésta se acaba el problema en cualquiera de los casos mencionados. Estando la persona dentro de una institución de vida consagrada, hay menos probabilidad de incrementar el problema y se le podrá trabajar poco a poco. Dejarla fuera es darle libertad para que nunca se enmiende. Por tanto la expulsión no será la mejor decisión, “se quitará el problema”, el cual seguirá latente. Son los expulsados los que hay que redimir. S.S. Benedicto XVI dirá (2000) que el verdadero amor precede al hombre y desborda nuestros pensamientos y descubrimientos. Es el amor el que da sentido y sustenta la vida. Al seguir avanzando en la propuesta del canon 694, en el parágrafo 2 aparece declaración que deben hacer los superiores mayores. la 118 3.2.3 La Declaración 168 El canon 694 § 2. En estos casos, una vez recogidas las pruebas, el superior mayor con su consejo debe emitir sin ninguna demora una declaración del hecho, para que la expulsión conste jurídicamente. La expulsión del miembro de un instituto religioso en los casos de apostasía y matrimonio efectuado o atentado, se produce “ipso facto”. No requiere formalidad alguna jurídica169 porque la expulsión la produce el Código, es decir “ipso iure”. El § 2, que comentamos, prescribe que el superior mayor con su consejo debe emitir una declaración del hecho, basado en las pruebas que recogió. Esta actividad se ha de realizar sin ninguna demora. Por superiores mayores, según el canon 134 § 1,170 se entiende a los ordinarios religiosos. La declaración no es propiamente un decreto, pero se requiere para que conste legítimamente la expulsión del religioso, en papel membretado de la entidad religiosa, declarando la existencia del hecho delictuoso cometido por el religioso, cuya sanción es la expulsión ipso facto de la comunidad religiosa. El canon 694 como se ha dicho, no contempla ningún proceso, se expulsa automáticamente, sin hacer una investigación previa. Sin embargo es de suma importancia hacer una investigación para llegar a determinar la certeza moral de los hechos, para poder tomar la decisión correcta en cada caso particular. Es por eso, que este trabajo propone que el canon en cuestión, se replantee, de modo que ordene adelantar una investigación como la tienen las demás clases de expulsión, ya que el ipso facto no lo permite. 168 Manifestación que hace una persona para explicar a otra u otras, hechos que le afectan o que le son conocidos, sobre los cuales es interrogada. Se trata ante todo de recoger las pruebas, tales como un certificado de matrimonio o de ordenación, el testimonio de personas dignas de crédito y la declaración oral o escrita del mismo religioso. (Cfr. Diccionario de ciencias jurídicas, políticas y sociales, 2008). El superior mayor quien declara la expulsión y lo hace después de haber convocado a su consejo. Es importante subrayar que el canon no precisa si en ese caso el superior y el consejo deben proceder colegialmente (como en el Can. 696), o si deben votar. Simplemente se le encarga comprobar los hechos y declararlos. Porque la decisión ya está tomada por el derecho. Cfr. Marzoa, 2000, p. 1774-1975) 169 Respuesta de la Pontificia Comisión para la interpretación del Código del 30 de julio de 1934. 170 Can. 134 § 1 “Por el nombre de Ordinario se entiende en derecho... así también respecto de sus miembros, los superiores mayores de institutos religiosos clericales de derecho pontificio y de sociedades clericales de vida apostólica de derecho pontificio, que tienen al menos, potestad ejecutiva ordinaria. 119 La recolección de la prueba se puede delegar a un religioso de la misma comunidad, la cual se levanta en secreto y luego se entrega al superior, el cual no debe omitir los pasos exigidos por el canon 1720171, es decir debe oír al que ha delinquido y como lo exige el canon 1394172, se le debe amonestar, porque si deja la contumacia, que en el caso del que ha atentado matrimonio, sería no cohabitar con la esposa y demandar la nulidad de su matrimonio. El proceso es documental173. En tal caso no se le aplicaría la sanción de expulsión ipso facto de la comunidad, pero sí se le podía imponer alguna penitencia. El religioso está obligado a reparar el escándalo, con la petición de perdón a la comunidad. 3.3 Investigación El canon 694 menciona sólo recoger las pruebas y hacer una declaración de los hechos, y no hace referencia explícita de una investigación previa, investigación necesaria para llegar a la certeza de lo que se afirma, gran falencia o vacío que se observa en el canon mencionado. Lo que el código prescribe para el proceso penal174, se ha de tener en cuenta en el procedimiento administrativo175. Si al superior le llega alguna información sobre un delito176 de un religioso “debe investigar con cautela”177, 171 esta investigación la debe Can. 1720: Si el Ordinario estima que debe procederse mediante Decreto extrajudicial: 1 hará saber al reo la acusación y las pruebas, dándole la posibilidad de que se defienda, a no ser que el reo, legítimamente llamado, no quisiera comparecer; 2 debe sopesar cuidadosamente con dos asesores todas las pruebas y argumentos; 3 si consta con certeza el delito y no se ha extinguido la acción criminal, dictará Decreto de acuerdo con los cánones 1342-1350, exponiendo, al menos brevemente, las razones de derecho y de hecho. 172 1394 § 1. Quedando en pie lo que prescribe el canon 194 § 1, 3, el clérigo que atenta matrimonio, aunque sea sólo civilmente, incurre en suspensión latae sententiae; y si, después de haber sido amonestado, no cambia su conducta y continúa dando escándalo, puede ser castigado gradualmente con privaciones o también con la expulsión del estado clerical. § 2. El religioso de votos perpetuos, no clérigo, que atenta contraer matrimonio aunque sólo sea el civil, incurre en entredicho latae sententiae, además de lo establecido en el canon. 694. 173 Así se llama ahora lo que el códex de 1917 denominaba casos exceptuados y el Motuo Proprio causas matrimoniales de Pablo VI (28.III.1917), casos especiales. Es un procedimiento simplificativo que ofrece sustanciales diferencias con el procedimiento formal. (Cfr. Diccionario de Derecho Canónico, 1989) 174 Es el proceso judicial que tiene por objeto infligir o declarar una pena. El proceso penal canónico es propiamente el configurado en los cánones 1721- 1728; pero le precede siempre una investigación previa, de carácter administrativo, Can. 1717- 1719 y puede ser sustituido con determinadas condiciones por un proceso administrativo. Can. 1720 (Cfr. Diccionario de Derecho Canónico) 175 El que no se sigue ante la jurisdicción judicial, sino ante los organismos dependientes del poder ejecutivo, cuyas resoluciones son generalmente impugnables ante los organismos del poder judicial. (Cfr. Diccionario de ciencias jurídicas, políticas y sociales, 2008) 176 Por delito se entiende, la violación externa y moralmente imputable de la ley, a la que se añade unas sanciones canónicas, al menos indeterminada. Para establecer un delito es necesaria la presencia simultánea de los tres siguientes elementos constitutivos esenciales: una violación externa de la norma, que sea gravemente imputable, y una sanción canónica (Cfr. Diccionario de Derecho Canónico, 1989) 120 realizar una persona idónea, y para desempeñar esta función debe ser nombrado por la autoridad competente del instituto y debe hacerse por escrito. Con la documentación completa se procederá a citar al religioso que ha atentado matrimonio, le se darán a conocer las pruebas, dándole la posibilidad de que explique lo que le ha sucedido o que demuestre la falsedad de los documentos. En esta diligencia estará acompañado de un notario que levante acta de lo sucedido. Este notario también debe haber sido nombrado y su nombramiento se adiciona, junto con la citación del religioso investigado. Citado el consejo provincial, a quien se le dará a conocer el resultado de la investigación y la declaración del religioso investigado, se procederá a oír el concepto de cada uno. La determinación se tomará por mayoría de votos. Se procederá luego a la declaración de que trata el canon 694.178 Que quede claro que es el mismo religioso, el que ha cometido los delitos contenidos en el canon 694, quien se ha puesto en una situación irregular con el instituto a que pertenece y por ende con la Iglesia. Es una situación irregular como consecuencia de la debilidad humana. No es el instituto el que lo sanciona, sino el mismo derecho universal quien viene a sancionar al delincuente. Anaya (2007) al respecto dice: “El simple hecho de cometer los actos delictivos comporta automáticamente la exclusión del instituto, sin la necesidad de ninguna actuación del superior. Al superior corresponde únicamente declarar que el hecho ha sucedido. Para cumplir tal formalidad, el Código de Derecho Canónico establece que se recojan pruebas 177 Can. 1717 § 1: siempre que el Ordinario tenga noticia, al menos verosímil, de un delito, debe investigar con cautela, personalmente o por medio de una persona idónea, sobre los hechos y sus circunstancias, así como sobre la imputabilidad, a no ser que esta investigación parezca del todo superflua. § 2 Hay que evitar que, por esta investigación, se ponga en peligro la buena fama de alguien. § 3 Quien realiza la investigación tiene los mismos poderes e idénticas obligaciones que el auditor en un proceso; y, si se realiza después un proceso judicial, no puede desempeñar en él la función de juez. 178 Can. 692: el indulto de salida legítimamente concedido y notificado al miembro, lleva consigo de propio derecho la dispensa de los votos y de todas las obligaciones provenientes de la profesión, a no ser que, en el acto de la notificación, fuera rechazado el indulto por el mismo miembro. El término Indulto que se utiliza en el CIC, en parte como sinónimo de privilegio (comparar canon 3012 ,29 con canon 320,2; designa un derecho de excepción respecto de una de una disposición legal otorgado por un titular de la potestad de régimen). En distinción formal respecto del privilegio, el indulto consiste más bien en el perdón de una obligación contenida en la ley que en una ventaja positiva y por regla general tiene carácter limitado. (Cfr. Wächter, Lothar, Conf. Guthoff, Elmar, Haering, Stephan y Schmitz, Heribert en Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008), 121 del hecho y que el superior mayor179 con su consejo, haga una declaración, de modo que la expulsión conste jurídicamente.” (p. 172) 3.4 Efectos de la expulsión automática ipso facto El gran vacío del canon 694. Hay que notar que el canon 694 no se dice nada respecto los efectos que produce la expulsión ipso facto. A este caso se aplican también los cánones 701180, 702181 y 704182. Domingo (1985) señala refiriéndose al canon 694 que no dice nada en relación con los efectos. De igual manera que los efectos causados por toda dimisión deben ser interpretados y aplicados a este tipo de expulsión. Se trata entonces de algo confuso. Si el canon 694 es un canon especial, ¿por qué razón se tiene que recurrir a efectos de otros cánones que no tienen esta especificidad? El vacío de la ley es palpable en este caso. En síntesis Domingo y Anaya Torres, presentan los siguientes efectos, que no son los que produce el canon 694, sino los efectos generales de toda dimisión. Existencia jurídica de los delitos previstos por el derecho. Can. 694 § 1183, 695 §1º184 y 703185 y de las transgresiones jurídicamente tipificadas. Can. 696. Superior competente para decretar la dimisión. Can. 695 § 2186, 699187 y 703188 o para declarar los hechos. Can. 694 § 2189. 179 Can. 620: son superiores mayores aquellos que gobiernan todo el instituto, una provincia de éste u otra parte equiparada a la misma, o una casa autónoma, así como sus vicarios. A éstos se añaden el Abad Primado y el superior de una congregación monástica, los cuales, sin embargo, no tienen toda la potestad que el derecho universal atribuye a los superiores mayores. 180 Can. 701: por la expulsión legítima cesan ipso facto los votos, así como también los derechos y obligaciones provenientes de la profesión. Pero si el miembro es clérigo, no puede ejercer las órdenes sagradas hasta que encuentre un Obispo que, después de una prueba conveniente, le reciba en su diócesis conforme a la norma del canon 693, o al menos le permita el ejercicio de las órdenes sagradas. 181 702 § 1: quienes legítimamente salgan de un instituto religioso o hayan sido expulsados de él, no tienen derecho a exigir nada por cualquier tipo de prestación realizada en él. § 2. Sin embargo, el instituto debe observar la equidad y la caridad evangélica con el miembro que se separe de él. 182 Can. 704: en el informe que debe enviarse a la Sede Apostólica de acuerdo con el canon 592 § 1, se han de indicar los miembros que por cualquier concepto se hayan separado del instituto. 183 Can. 694 § 1: se ha de considerar expulsado ipso facto de un instituto el miembro que: 1 haya abandonado notoriamente la fe católica; 184 Can. 695 § 1: debe ser expulsado el miembro que cometa uno de los delitos de los que se trata en los cánones 1397, 1398 y 1395, a no ser que en los delitos de que trata el canon 1395 § 2, el superior juzgue que la dimisión no es absolutamente necesaria y que la enmienda de su súbdito, la restitución de la justicia y la reparación del escándalo pueden satisfacerse de otro modo. 185 Can. 703 En caso de grave escándalo externo o de daño gravísimo que amenace al instituto, un miembro puede ser expulsado inmediatamente de la casa religiosa por el superior mayor o, si hay peligro en la demora, por el superior local con el consentimiento de su consejo. Si es necesario, el superior mayor cuidará de que se instruya el proceso de expulsión conforme a la norma del derecho, o remitirá el asunto a la Sede Apostólica. 122 Respecto de las formalidades que el derecho impone. Can. 694 -704190. No se requieren ni la aceptación ni el rechazo del decreto, por parte del dimitido ni importa, a tales efectos su recurso. En síntesis los efectos son: Cese de los votos por el mismo hecho. Cese de todos los derechos y obligaciones integrales y complementarias. Can. 692. Los efectos del indulto de secularización Integrales y complementarios Can. 693. Efectos sustantivos (pérdida de la condición y el estado de religioso, dispensa de votos y cese de los mismos, dispensa de todas las obligaciones dimanantes de la profesión y cese de todos los derechos). Si se trata de un clérigo: 1º. si era profeso temporal, obligación de retorno a su diócesis. 2º. si era perpetuo incardinación a alguna diócesis o al menos recepción por un obispo a título de prueba quinquenal. En todo caso: cese de su impedimento actual de admisión válida al noviciado de otro instituto de vida consagrada. Si se trata de un profeso perpetuo de un instituto pontificio: cese del impedimento dirimente matrimonial que tenía, cuya dispensa quedaba reservada a la Santa Sede. En todo caso: imposibilidad de admisión y de reingreso en el mismo instituto de vida consagrada que ha abandonado, sin indulto apostólico. 186 El clérigo no puede ejercer las órdenes, mientras no encuentre un obispo benévolo Carencia de derecho para exigir algo. Can. 702,1 Deber de ayuda por el instituto. Can. 702 Notificación a la Santa Sede. § 2. En esos casos, el superior mayor, después de recoger las pruebas sobre los hechos y su imputabilidad, presentará al miembro la acusación y las pruebas, dándole la posibilidad de defenderse. Se enviarán al superior general todas las actas firmadas por el superior mayor y por el notario, así como también las respuestas escritas del miembro y firmadas por él mismo. 187 Can. 699 § 1. El superior general, con su consejo, que para la validez del acto constará por lo menos de cuatro miembros, debe proceder colegialmente para sopesar con diligencia las pruebas, razones y defensas; y, si se decide así por votación secreta, dará el decreto de expulsión, que, para su validez, ha de contener los motivos de derecho y de hecho, al menos de manera sumaria. § 2. En los monasterios autónomos de los que trata el c. 615, corresponde decidir sobre la expulsión al Obispo diocesano, a quien el superior debe presentar las actas aprobadas por su consejo. 188 Can. 703: en caso de grave escándalo externo o de daño gravísimo que amenace al instituto, un miembro puede ser expulsado inmediatamente de la casa religiosa por el superior mayor o, si hay peligro en la demora, por el superior local con el consentimiento de su consejo. Si es necesario, el superior mayor cuidará de que se instruya el proceso de expulsión conforme a la norma del derecho, o remitirá el asunto a la Sede Apostólica. 189 § 2. En estos casos, una vez recogidas las pruebas, el superior mayor con su consejo debe emitir sin ninguna demora una declaración del hecho, para que la expulsión conste jurídicamente. 190 704 En el informe que debe enviarse a la Sede Apostólica de acuerdo con el c. 592 § 1, se han de indicar los miembros que por cualquier concepto se hayan separado del instituto. 123 Irregularidad para recibir las sagradas órdenes Can. 1041 § 1 – 3º. El profeso temporal que ha contraído matrimonio canónico válido pero ilícito. El profeso perpetuo, que ha intentado inválidamente contraer matrimonio canónico, sin dispensa del impedimento dirimente. El profeso, temporal o perpetuo, que ha intentado contraer matrimonio canónico dispensado de cualquier otro impedimento dirimente, distinto del voto público perpetuo de castidad. El profeso, temporal o perpetuo que ha intentado matrimonio civil. Todos ellos, además de hacerse acreedores a la dimisión ipso facto, se convierten en irregulares para la recepción de las sagradas órdenes. El Código de Derecho Canónico de 1983, establece en el canon 701 que: por la expulsión legítima cesan ipso facto los votos, así como también los derechos y obligaciones provenientes de la profesión. Pero si el miembro es clérigo, no puede ejercer las órdenes sagradas hasta que encuentre un obispo que, después de una prueba conveniente, le reciba en su diócesis conforme a la norma del canon 693, o al menos le permita el ejercicio de las ordenes sagradas, en cuanto al matrimonio efectuado o atentado; no así con el apóstata, que no podría recurrir a un obispo. Como efecto de una expulsión, los votos y todos los derechos y obligaciones cesan ipso facto respecto al religioso de votos perpetuos, no así con el clérigo cuyas obligaciones pueden permanecer, como la obligación del celibato.191. El canon 702 § 1 habla de que quienes legítimamente salgan de un instituto religioso o hayan sido expulsados de él, no tienen derecho a exigir nada por cualquier tipo de prestación realizada en él. Sin embargo en el canon 702 § 2 el instituto debe observar la equidad y la caridad evangélica 192 con el miembro que se separe de él. Además establece un equilibrio en cuanto a los temas económicos en los casos de la expulsión. Así, tanto el que ha vivido como religioso, no puede exigir nada por los servicios que haya realizado con el instituto, Can. 668 § 3193 en cambio el instituto sí tiene el deber de 191 Modificación del rito de ordenación realizado por especial mandato del Papa Juan Pablo II, que deroga, el canon 1037, de modo que los candidatos de una Instituto Religioso que ya hicieron la profesión perpetua, deben asumir públicamente el celibato en la ordenación diaconal, como un compromiso peculiar relacionado de derecho con la misma ordenación. (Cfr. CCDDS, Decreto Ritos ordinationes, 5, AAS 82, 1990, p. 827) 192 Se hace referencia al primer capítulo en cuanto a la salus animarum donde se habla del derecho, la justicia, la equidad y la misericordia. 193 § 3. Todo lo que un religioso gane con su propio trabajo o por razón del instituto, lo adquiere para el instituto. Lo que perciba de cualquier modo en concepto de pensión, subvención o seguro, lo adquiere para el instituto, a no ser que establezca otra cosa el derecho propio. 124 observar la cariad evangélica con todos los que se separan del mismo, así sea por una expulsión. Los nombres de los religiosos que por cualquier concepto se han separado del instituto se deben mencionar en el informe que debe enviarse a la Sede Apostólica de acuerdo con los cánones. 592194 y 704195 La Sagrada Congregación para los Religiosos y los Institutos Seculares, les envió en 1998 una carta a los Superiores de los Institutos Religiosos y Sociedades de Vida Apostólica, dando instrucciones para el informe de que habla el canon 592 § parágrafo 1. En líneas generales la nueva disciplina determina: Los procedimientos de expulsión, son aplicables a todos los religiosos, sin distinción entre profesos de votos temporales o perpetuos, ni entre institutos laicales o clericales, exentos o no exentos, de varones o de mujeres. Toda expulsión legítima es decir, la que se produce con causa suficiente y según el procedimiento establecido entraña ipso facto la cesación de los votos y demás derechos y obligaciones. El expulsado, por tanto deja de ser religioso. Can. 701. Así se evita la situación anómala en que quedaba un religioso expulsado según la legislación derogada. La pérdida de la condición religiosa no conlleva la pérdida de la condición clerical, si el religioso es clérigo. En este caso, el expulsado no puede ejercer las órdenes sagradas hasta que encuentre un obispo que, después de una prueba conveniente, le reciba en su diócesis, de acuerdo con lo establecido para el indulto de secularización, o al menos le permita el ejercicio de las órdenes sagradas. (Rincón- Pérez, 1991, p. 267) Se ha hecho un recorrido por el canon 694 y la expulsión ipso facto del religioso que ha abandonado notoriamente la fe católica y el religioso que ha contraído matrimonio o lo ha atentado aunque sea civilmente, llegando a concluir en el canon que la expulsión se produce por el mismo derecho en el momento que se incurre en el delito sin proceso alguno. Tal expulsión no es tan posible ya que los delitos mencionados exigen una investigación minuciosa y por ende requieren de un proceso largo de investigación. 194 592 § 1. Para fomentar mejor la comunión de los institutos con la Sede Apostólica, todo Moderador supremo ha de enviar a ésta del modo y en el tiempo determinados por ella un informe breve sobre la situación y la vida del instituto. § 2. Los Moderadores de cada instituto promuevan el conocimiento de los documentos de la Santa Sede que afectan a los miembros que dependen de ellos, y velen por su observancia. 195 704 En el informe que debe enviarse a la Sede Apostólica de acuerdo con el c. 592 § 1, se han de indicar los miembros que por cualquier concepto se hayan separado del instituto 125 Especialmente el delito de apostasía. Para ello se verá el nuevo ordenamiento fundamental respecto a los procesos para el examen de doctrina dado por S.S. Benedito XVI. Esto permitirá concluir que la inmediatez del canon 694 no es posible. Frente al numeral 1º del parágrafo 1 del canon 694 que habla del abandono notorio de la fe católica quisiera presentar el nuevo ordenamiento para el examen de doctrinas, para llegar a concluir que no es tan fácil llegar a la certeza moral para decir que una persona es apostata. Nuevo ordenamiento para el examen de doctrinas. Los procesos para el examen de doctrinas ayudan para probar y clarificar científicamente las manifestaciones de un autor o infractor en cuestiones de fe y de moral que están bajo sospecha de enfrentarse a la doctrina de la Iglesia. En el Concilio Vaticano II, el cardenal Joseph Frings criticó los procedimientos del SC Off (hoy Congregación para la Doctrina) y exigió una nueva regulación de los mismos. La Congregación para la Doctrina en 1971 publicó la Nova agendi ratio in Doctrinarum examine, que estableció un ordenamiento fundamentalmente nuevo del procedimiento y recordó, al hacerlo, la Sollicita ac próvida, de Benedicto XIV del 9-71753. (Heinemann en Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008, p. 706) 3.5 Proceso para el examen de doctrinas Para poder llegar a la conclusión de que una persona es apóstata, se debe pasar por un proceso largo y riguroso que conocemos con el nombre de examen de doctrina. De ahí que no es posible aplicar el canon 694 sobre la aplicación ipso facto, porque requiere de un tiempo y de la intervención de peritos y de autoridades competentes. Y mientras no se lleve a cabo el mencionado proceso, no se puede expulsar al religioso automáticamente. Téngase presente que el código entró en vigor el 25 de enero de 1983 y sólo catorce años después se expidió un nuevo proceso para el examen de doctrina, esto indica que una ley del Código de Derecho Canónico no puede estar por debajo de nuevas disposiciones que signifiquen un cambio sustantivo en su aplicación. Lo correcto sería replantear la redacción del canon para evitar un desajuste en la aplicación del mismo con los consecuentes 126 perjuicios para el instituto o que el mismo legislador determine de modo especial la nueva aplicación del canon 694. En 1997, después de 20 años de trabajo, la Congregación para la Doctrina promulgó un nuevo reglamento procedimental para el examen de doctrinas (Agendi Ratio in Doctrinarum Examine). Este ordenamiento sirve a la ejecución procesal de la tarea confiada a la Congregación para la Doctrina y descrita en al artículo 51 de Pastor Bonus196. Según ese documento, la Congragación debe rechazar escritos y concepciones que contradigan la doctrina de fe y moral o que resulten peligrosas para ellas y dado el caso, tomar medidas apropiadas. La Agendi Ratio in Doctrinarum Examine de 1997 contiene mejoras del procedimiento. El ordenamiento está más fuertemente vinculado al proceso, aunque por este mismo motivo, también se le exige un mayor compromiso personal. Los derechos del autor parecen más protegidos por lo menos respecto del procedimiento ordinario. Según sea el resultado del proceso se imponen sanciones. (art. 28s) El art. 28 del procedimiento para el Examen de Doctrinas, diverge de dos maneras respecto del Derecho Canónico Universal: En primer lugar, en el modo de proceder para constatar si se ha incurrido en pena latae sententiae. En segundo lugar, por la imposibilidad de interponer recursos jurídicos contra una decisión. Como en estos dos puntos la nueva Agendi Ratio in Doctrinarum examine se apartaba de las disposiciones del Código de Derecho Canónico de 1983 fue necesario que el legislador eclesiástico lo aprobara in forma specifica. En el art 51 de la Pastor Bonus se establece que, al final de cada proceso de examen doctrinal, debe decidirse cómo y de qué manera habrá de publicarse el resultado del proceso. Una de las formas de publicación es la Notificatio, como la practica la 196 Artículo 51: Para tutelar la verdad de la fe y la integridad de las costumbres, cuida intensamente de que la fe y las costumbres no sufran daño por errores divulgados sea como fuere. Por lo tanto:1º tiene el deber de exigir que los libros y otros escritos referentes a la fe y las costumbres que hayan de publicar los fieles, se sometan al examen previo de la autoridad competente; 2º examina los escritos y las opiniones que parezcan contrarias y peligrosas para la recta fe y, si constata que se oponen a la doctrina de la Iglesia, después de dar al autor la facultad de explicar satisfactoriamente su pensamiento, los reprueba oportunamente, tras haber informado al Ordinario interesado y si fuere oportuno, usa los remedios adecuados; 3º cuida, finalmente, de que no falte una adecuada refutación de los errores y doctrinas peligrosas, eventualmente difundidas en el pueblo cristiano. 127 Congregación para la Doctrina. Las notificaciones se publican con diferentes configuraciones. (Schmitz en Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) La Congregación para la Doctrina de la Fe197 presenta el reglamento para el examen de doctrinas, que consta de 29 artículos, organizados en 5 partes así: I. Examen preliminar II. Estudio de oficio III. Examen con procedimiento ordinario IV. Examen con procedimiento urgente V. Disposiciones198 3.5.1 Reglamento para el examen de doctrinas Congregación para la Doctrina de la Fe Art. 1. La Congregación para la Doctrina de la Fe tiene la misión de promover y tutelar la doctrina sobre la fe y las costumbres en todo el orbe católico. Al perseguir este fin ella presta un servicio a la verdad, salvaguardando el derecho del Pueblo de Dios a recibir integralmente y en su pureza el mensaje del Evangelio. Por tanto, para que la fe y las costumbres no sufran daño a causa de errores divulgados de cualquier modo, ella tiene también el deber de examinar los escritos y las opiniones que aparecen contrarios a la recta fe o peligrosos. Art. 2. Esta fundamental preocupación pastoral, por otra parte, concierne a todos los Pastores de la Iglesia, quienes tienen el deber y el derecho de vigilar, ya sea individualmente, ya sea reunidos en Concilios particulares o en las Conferencias Episcopales, para que no se lesionen la fe y las costumbres de los fieles a ellos encomendados. Para ese fin ellos pueden servirse 197 Su misión es tutelar la doctrina de la fe y costumbres en todo el orbe católico. Sus reglas de orden interno son públicas. Como cargo especial hay en ella un promotor de justicia. Examina las nuevas doctrinas y opiniones, ya divulgadas, promueve investigaciones, fomenta la celebración de congresos científicos; reprueba las opiniones que consten ser contrarias a los Principios de la fe, habiendo oído previamente a los Obispos de la región. Examina diligentemente los libros que se le presenten y los reprueba en caso necesario, después de oír al autor y habiéndole dado posibilidad de defenderse, aun por escrito; previamente se avisa al Ordinario del autor. Juzga los errores relativos a la fe según las normas del proceso judicial Ordinario; le corresponde también conocer sobre el privilegio de la fe, en cuanto al derecho y a los hechos. (Cfr. Diccionario de Derecho Canónico, 1989) 198 Por su importancia para esta investigación es conveniente citarlos textualmente. 128 también de las comisiones doctrinales, que constituyen un órgano consultivo institucionalizado para ayudar a las mismas Conferencias Episcopales y a cada uno de los Obispos, en su celo por la doctrina de la fe. De cualquier modo permanece firme el principio que la Santa Sede puede siempre intervenir, y por norma interviene, cuando el influjo de una publicación sobrepasa los límites de una Conferencia Episcopal, o bien cuando el peligro para la fe reviste particular gravedad. En tal caso, la Congregación para la Doctrina de la Fe se atiene al siguiente procedimiento: I. Examen preliminar Art. 3. Los escritos o Doctrinas señaladas, divulgadas de cualquier modo, son objeto de la atención de la Sección competente, la cual los somete al examen del Congresso. Después de una primera valoración de la gravedad de la cuestión, el Congresso decide si se deba iniciar o no un estudio de Oficio. II. Estudio de oficio Art. 4. El escrito, comprobada su autenticidad, viene sometido a un cuidadoso examen, efectuado con la colaboración de uno o más Consultores de la Congregación u otros peritos en la materia. Art. 5. El resultado de dicho examen es presentado al Congresso, el cual decide si éste es suficiente para intervenir ante las autoridades locales, o bien si se debe profundizar el examen según las otras dos modalidades previstas: examen Ordinario o examen con procedimiento urgente. Art. 6. Los Criterios para tal decisión se refieren a los eventuales errores encontrados, teniendo en cuenta su evidencia, gravedad, difusión, influjo y el peligro de daño a los fieles. Art. 7. El Congresso, si ha juzgado suficiente el estudio efectuado, puede confiar el caso directamente al Ordinario y por medio suyo, hacer conocer al autor los problemas doctrinales presentes en su escrito. En este caso el Ordinario es invitado a profundizar la cuestión y a pedir al Autor que ofrezca las necesarias aclaraciones, para luego someterlas al juicio de la Congregación. 129 III. Examen con procedimiento ordinario Art. 8. El examen Ordinario se adopta cuando un escrito parece contener errores doctrinales graves, cuya identificación requiere un atento discernimiento y su negativo influjo sobre los fieles no parece tener particular urgencia. Este examen se articula en dos fases: la fase interna, constituida por la investigación previa efectuada en la sede de la Congregación, y la fase externa que prevé la contestación y el dialogo con el Autor. Art. 9. El Congresso designa dos o más peritos que examinan los escritos en cuestión, expresan su propio parecer y disciernen si el texto es conforme con la Doctrina de la Iglesia. Art. 10. El mismo Congresso nombra el “relator pro auctore”, cuya tarea es mostrar con espíritu de verdad los aspectos positivos de la doctrina y los méritos del Autor, cooperar con la genuina interpretación de su pensamiento en el contexto teológico general y expresar un juicio sobre la influencia de las opiniones del Autor. Para tal fin, él tiene el derecho de examinar toda la documentación concerniente el caso. Art. 11. La relación de la sección competente, que contiene todas las noticias útiles para el examen del caso -incluidos los relativos precedentes-, los estudios de los peritos y la presentación del “relator pro auctore”, es distribuida a la Consulta. Art. 12. A la Consulta pueden ser invitados, además de los Consultores de la Congregación, del “relator pro auctore” y del Ordinario del mismo, que no puede hacerse substituir y está vinculado al secreto, también los peritos que han preparado los estudios de los escritos en cuestión. La discusión inicia con la exposición del “relator pro auctore”, que hace una presentación complexiva del caso. A continuación, intervienen el Ordinario del Autor, los peritos y cada uno de los Consultores expresando, de viva voz y por escrito, el propio parecer sobre el contenido del texto examinado. El “relator pro auctore” y los peritos pueden responder a las eventuales observaciones y ofrecer clarificaciones. Art. 13. Terminada la discusión, sólo los Consultores permanecen en el aula para la votación general sobre el resultado del examen, con el fin de determinar si en el texto se encuentran errores doctrinales u opiniones peligrosas, especificándolos en concreto a la luz de las diversas categorías de proposiciones de verdad contenidas en la professio fidei. 130 Art. 14. Toda la ponencia, incluyendo el verbal de la discusión, la votación general y los votos de los Consultores, es sometida al examen de la Sessione Ordinaria de la Congregación, que decide si se debe proceder a una contestación al Autor y en caso afirmativo, sobre cuáles puntos. Art. 15. Las decisiones de la Sessione Ordinaria son sometidas a la consideración del Sumo Pontífice. Art. 16. Si en la fase precedente se ha decidido proceder a una contestación, se informa al respecto al Ordinario del Autor o a los Ordinarios interesados, así como a los competentes Dicasterios de la Santa Sede. Art. 17. La lista de las proposiciones erróneas o peligrosas por confutar, acompañada de una motivada argumentación y de la documentación necesaria para la defensa “reticito nomine”, es comunicada, a través del Ordinario, al Autor y a un Consejero suyo, que él tiene derecho a indicar, con la aprobación del mismo Ordinario, para que lo asista. El Autor debe presentar por escrito, en el plazo de tres meses útiles, su respuesta. Es oportuno que el Ordinario envíe a la Congregación, junto con la respuesta escrita del Autor, un parecer propio. Art. 18. Está prevista también la posibilidad de un encuentro personal del Autor, asistido por su Consejero -que toma parte activa en el coloquio- con algunos delegados de la Congregación. En esta eventualidad los delegados de la Congregación, nombrados por el Congresso, deben redactar un verbal del coloquio y firmarlo junto con el Autor y su Consejero. Art. 19. En caso que el Autor no envíe la respuesta escrita, siempre necesaria, la Sessione Ordinaria tomará las oportunas decisiones. Art. 20. El Congresso examina la respuesta escrita del Autor, así como el verbal del eventual coloquio. Si de éstos resultasen elementos doctrinales verdaderamente nuevos, que requieran un estudio más profundo, el Congresso decide si la cuestión deba ser presentada nuevamente a la Consulta, la cual podría ser ampliada incluyendo otros peritos, entre los cuales también el Consejero del Autor, nombrado a norma del art. 17. En caso contrario la respuesta escrita y el verbal del coloquio vienen sometidos directamente al juicio de la Sessione Ordinaria. 131 Art. 21. Si la Sessione Ordinaria considera que la cuestión ha sido resuelta en modo positivo y la respuesta es suficiente, no se procede ulteriormente. En caso contrario, se toman las medidas adecuadas, incluso por el bien de los fieles. La misma Sessione Ordinaria decide igualmente si debe ser publicado el resultado del examen y cómo debe efectuarse tal publicación. Art. 22. Las decisiones de la Sessione Ordinaria son sometidas a la aprobación del Sumo Pontífice y después comunicadas al Ordinario del Autor, a la Conferencia Episcopal y a los Dicasterios interesados. IV. Examen con procedimiento urgente Art. 23. El examen con procedimiento urgente se adopta cuando el escrito es clara y seguramente erróneo y contemporáneamente a su divulgación podría derivar o ya deriva un daño grave a los fieles. En este caso son informados de inmediato el Ordinario o los Ordinarios interesados, así como los competentes dicasterios de la Santa Sede. Art. 24. El Congresso nombra una Comisión con el encargo especial de determinar cuanto antes las proposiciones erradas y peligrosas. Art. 25. Las proposiciones individuadas por la Comisión, junto con la relativa documentación, son sometidas a la Sessione Ordinaria, la cual dará prioridad al examen de la cuestión. Art. 26. Las mencionadas proposiciones, en caso que la Sessione Ordinaria las juzgue efectivamente erróneas y peligrosas, después de la aprobación del Santo Padre, son transmitidas, a través del Ordinario, al Autor, invitándolo a corregirlas en el plazo de dos meses útiles. Art. 27. En caso que el Ordinario, habiendo escuchado al Autor, estimase necesario pedirle también una explicación escrita, ésta deberá ser transmitida a la Congregación, acompañada del parecer del mismo Ordinario. Tal explicación viene en seguida presentada a la Sessione Ordinaria para las oportunas decisiones. 132 V. Disposiciones Art. 28. En caso que el Autor no haya corregido en modo satisfactorio y con adecuada publicidad los errores señalados y la Sessione Ordinaria haya llegado a la conclusión de que ha incurrido en el delito de herejía, apostasía o cisma, la Congregación procede a declarar las penas latae sententiae incurridas; contra tal declaración no se admite recurso. Art. 29. Si la Sessione Ordinaria verifica la existencia de errores Doctrinales para los cuales no son previstas penas latae sententiae, la Congregación procede a norma del derecho ya sea universal, ya sea propio. (El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en el transcurso de la Audiencia concedida al infrascrito Cardenal Prefecto el 30 de mayo de 1997, ha dado su aprobación al presente Reglamento, decidido en la Sesión Ordinaria de esta Congregación, aprobando al mismo tiempo in forma specifica los art. 28-29, contrariis quibuslibet non obstantibus, y ha ordenado su publicación. Roma, en la Sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 29 de junio de 1997, Solemnidad de los SS. Apóstoles Pedro y Pablo). ¿Qué decir? ¿Es fácil o nó? Hay que realizar toda una investigación y esa investigación exige tiempo. ¿Dónde queda el ipso facto frente a este proceso? Ahora véase el numeral 2º del parágrafo 1 del canon 694 que habla del matrimonio celebrado o atentado, aunque sea civilmente, frente a las nuevas facultades dadas por su Santidad Benedicto XVI a la Congregación para el clero sobre la expulsión del estado clerical por procedimiento administrativo. Aznar Gil (2010) presenta de maneara muy detallada el procedimiento para la expulsión del estado clerical por procedimiento administrativo. Se presenta el artículo a manera de síntesis. “La expulsión del estado clerical por procedimiento administrativo” (p. 225-294) de la siguiente forma: 133 3.6 La expulsión del estado clerical por procedimiento administrativo La Congregación para la Doctrina de la Fe: 1. Instauró en los años noventa un procedimiento administrativo: Para expulsar del estado clerical a los clérigos que han cometido graves abusos sexuales a menores como medida excepcional 2. Posteriormente, extendió este procedimiento para: Expulsar del estado clerical a clérigos … que habían cometido delitos muy graves de otra naturaleza, a pesar de que en el Código de Derecho Canónico se determina que la expulsión del estado clerical se debe imponer tras un proceso judicial penal. 3. El 30 de enero de 2009, su Santidad Benedicto XVI concedió explícitamente a la congregación del clero199: Unas facultades especiales en el mismo sentido y por las que se puede aplicar el proceso administrativo penal para solicitar a la Sede Apostólica la expulsión del estado clerical de aquellos clérigos que hubieran cometido algunos delitos Cánones 1394,2; 1395,1-2; 1399, así como a los clérigos que durante más de 5 años consecutivos hubieran abandonado su ministerio de forma voluntaria e ilegal. En el interior de toda sociedad dinámica surgen nuevas situaciones no previstas en el derecho y sencillamente, necesitan ser reguladas: Este es el caso de las nuevas normas establecidas para la expulsión de un clérigo, presbítero o diácono del estado clerical, por la comisión de algunos delitos: utilizando para ello el procedimiento administrativo, que se contiene en las facultades especiales concedidas el 30 de enero de 2009 por el Romano Pontífice, mediante Carta Circular el 18 de abril de 2009. 199 Es la antigua congregación del Concilio. Es competente en todo lo referente a los clérigos que ejercen su apostolado en las diócesis, a sus personas, cargos y ministerio pastoral. Recoge y promueve iniciativas para la santificación y actualización intelectual y pastoral del clero. Se ocupa de la predicación, obras de apostolado y catequesis. Cuida de la conservación y administración de los bienes temporales de la Iglesia. (Cfr. Diccionario de Derecho Canónico, 1989) 134 Las normas no son completamente novedosas Se extienden a algunos delitos procedimientos que ya se vienen aplicando en la Iglesia concretamente y en contra de los establecidos en el canon 1342,2, Se permite la expulsión del estado clerical, utilizando el procedimiento administrativo penal, a los clérigos que: Hayan atentado matrimonio incluso civil, Can. 1394,1 o que hayan cometido un grave pecado externo contra el sexto mandamiento del decálogo. Can. 1395 Hayan realizado u omitido una acción no tipificada penalmente y deban ser castigados a tenor del canon 1399. Hayan abandonado el ministerio durante 5 años, voluntariamente e ilegítimamente. Tareas que asume la Congregación para el clero. La expulsión del estado clerical. La legislación canónica establece que el ordinario debe: Promover el procedimiento judicial o administrativo Para imponer o declarar las penas como último remedio Sólo cuando haya visto que: a) Corrección fraterna b) Represión c) Otros medios de solicitud pastoral. No bastan para: a) Reparar el escándalo b) Restablecer la justicia c) Conseguir la enmienda. Can. 1341200 200 De las penas expiatorias: 1336 § 1. Además de otras que pudiera establecer la ley, las penas expiatorias, susceptibles de afectar al delincuente perpetuamente o por un tiempo determinado o indeterminado, son las siguientes: 1 la prohibición o mandato de residir en un determinado lugar o territorio; 2 la privación de la potestad, oficio, cargo, derecho, privilegio, facultad, gracia, título o distintivo, aun meramente honorífico; 3 la prohibición de ejercer los actos que se enumeran en el n. 2 , o la prohibición de ejercerlos en un determinado lugar o fuera de un lugar determinado; pero estas prohibiciones nunca son bajo pena de nulidad; 135 El canon 1342,1 por otra parte indica su preferencia por: Proceso judicial penal para la imposición y declaración de las penas, dejando el procedimiento administrativo penal para la imposición de remedios penales y las penitencias, si bien concede que cuando justas causas dificultan hacer un proceso judicial se puede acudir a él para la imposición y declaración de las censuras y las penas expiatorias. La expulsión del estado clerical es una pena expiatoria perpetua. Can. 1336,1, 5º Está prevista como la última de una serie de penas graduales para determinados delitos especialmente gravosos cometidos por clérigos. A tenor del canon 1342,2 no se puede imponer o declarar por un procedimiento administrativo penal cuando se trate de pena perpetua. La pena expiatoria perpetua, no está estrictamente vinculada a la corrección del delincuente como sucede como las censuras, solo puede establecerse por ley universal, Can. 1317 y sólo se puede imponer o declarar por un procedimiento judicial. Can. 1342,2 El clérigo expulsado pierde los oficios, beneficios, derechos y privilegios eclesiales, Can. 292 con la liberación de las correspondientes obligaciones, exceptuando de la ley del celibato, Can. 291 excepto que la autoridad eclesial expresamente lo declare. El Código de Derecho Canónico suele reservar para penalizar: Como último remedio Después de la imposición de penas gradualmente, Añadiéndose, a la penalización ya prevista, la cláusula de si lo requiere la contumacia prolongada o la gravedad de escándalo, Se pueden añadir otras penas, Sin exceptuar la expulsión del estado clerical: a) Apostasía. b) Herejía. c) Cisma. d) Profanación de las especies eucarísticas. Can. 1367 4 el traslado penal a otro oficio; 5 la expulsión del estado clerical. § 2. Sólo pueden ser latae sententiae las penas expiatorias que se enumeran en el § 1, 3. 136 e) Atentado físico contra el Romano Pontífice. Can. 1370 f) Solicitación con motivo de la confesión. Can. 1387 g) Atentado matrimonio por un clérigo. Can. 1394,1 h) Delitos sexuales cometidos por clérigos. Can. 1395 Investigación previa Siempre que el ordinario tenga noticia, al menos verosímil, de un delito. Can. 1717,1 Los Cánones 1717- 1719 regulan la investigación previa Investigar con cautela sobre los hechos, circunstancias, imputabilidad La debe realizar el ordinario personalmente Tener a una persona idónea Se realiza a semejanza de un proceso. Esta investigación no tiene como finalidad determinar la existencia o nó de un delito, así como la imputabilidad o nó de la persona No se trate de hacer juicios sobre ello sino sencillamente sobre si existen indicios verosímiles, razonables. Se debe realizar con seriedad y cautela. Can. 1717,2 No sólo hay que tener en cuenta los elementos que configuran el delito sino también las circunstancias que modifican la imputabilidad del delincuente, es decir las incapacitantes, Can. 1322, las eximentes Can. 1323, las atenuantes Can. 1324 y las agravantes. Can. 13251326 Para el delito contra el 6 mandamiento con un menor hay normas específicas de actuación: anticipando las medidas suspensivas cautelares previstas, puede aplicarse en otros delitos. Can. 1722 Esta investigación concluye cuando el instructor estima que ya está todo para tomar una decisión. Can. 1718,1 Se entrega todo lo actuado al Ordinario. Antes de tomar una decisión oiga a otros dos jueces o jurisperitos. Can. 1718,3 Cumplido esto debe dar un Decreto en el que, a tenor del canon 1718,1 puede determinar… Si se decide iniciar un procedimiento penal, judicial o administrativo, habrá que tener en cuenta, amén de las normas específicas cada procedimiento, los criterios generales para la aplicación de las penas: facultades que tiene el juez o superior cánones 1342,2-1346, normas especiales sobre las censuras, cánones 1347, 1349 y sobre las penas impuestas a un clérigo canon 1350, obligatoriedad de observar la pena impuesta. Can. 1351. 137 El que haya realizado esta investigación, no puede desempeñar la función de juez. Can. 1717,3 Prestar atención a los derechos de las personas acusadas, especialmente con el derecho a la legítima defensa. El decreto dado por el ordinario, en principio, puede ser objeto de recurso, Can. 1734 – 1739, por lo cual el canon 1718,2 recuerda que el ordinario ha de revocar o modificar el decreto…, si el ordinario se ratifica en el decreto cabe interponer recurso ante el superior jerárquico. Los decretos, actas de la investigación. etc., se deben guardar en el archivo secreto de la curia. Can. 1719 3.6.1 Proceso judicial penal Las penas perpetuas deben imponerse por un proceso judicial ya que ofrece mayores garantías de justicia. Can. 1342 ,2 El canon 1424 1, 2º. establece que se reserva a un tribunal colegial de tres jueces, las causas penales sobre delitos que pueden castigarse con la expulsión del estado clerical. La expulsión de un clérigo del estado clerical es una pena expiatoria perpetua. Can. 1336, 1 y 5º Sólo puede imponerse en los casos previstos en la legislación universal y tras un proceso judicial penal. 3.6.2 Proceso administrativo penal Por circunstancias se ha llegado a una evolución para tramitar procesalmente la expulsión de un clérigo por un proceso administrativo, o extrajudicial o por decreto. Normas generales del proceso administrativo penal. Puede utilizarse cuando se trata de imponer o de aplicar penas que no sean perpetuas o cuando la ley o el precepto que establece la pena no prohibida imponerlas o aplicarlas mediante decreto extrajudicial. Realizada la investigación previa, si el ordinario decide utilizar la vía del procedimiento administrativo penal a tenor del canon 720: 138 Hará saber al reo la acusación y las pruebas y si la persona acusada legítimamente citada no comparece, la convocatoria puede ser repetida y el ordinario seguirá con el procedimiento constando en las actas del proceso la no comparecencia. a. Deberá dar al reo la posibilidad de que se defienda por sí o por sus legítimos representantes. b. Deberá sopesar cuidadosamente con dos asesores, todas las pruebas y argumentos reunidos en el proceso. c. Si consta con certeza el delito y no se ha extinguido la acción criminal dictará un decreto de acuerdo con los cánones 1342-1350, exponiendo al menos brevemente las razones de derecho y de hecho. Las penas que pueden imponerse por este procedimiento son, las penas temporales: ejemplo expiatorias temporales Can. 1336,1 y contra el decreto emitido, se puede presentar recurso ante el mismo autor, ante superior jerárquico y ante Signatura Apostólica. El recurso contra el decreto que impone o declara cualquier pena tiene efecto suspensivo. Can. 1353 3.6.3 Clérigos que han cometido un delito contra el sexto mandamiento con un menor La praxis de proceder a la expulsión de un clérigo del estado clerical ex officio et in poenam por un procedimiento administrativo, y no judicial como establece el CIC, se confirmó con la promulgación en el año 2001 del m.p. Sacramentorum Sanctitatis tutela, sobre los Graviora Delicta reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe, no limitándose a los delitos de abusos sexuales cometidos por clérigos sino ampliándolo a otras figuras delictivas. Otros delitos: La confirmación de la praxis de la Curia Romana de usar el procedimiento administrativo para proceder a la expulsión de un clérigo del estado clerical al margen de lo establecido en el CIC que sigue el proceso judicial. El Motu Proprio Sacramentorum sanctitatis consta de dos partes: 1. La primera parte enumera los Graviora Delicta. Can. 1367, 1378, 1379, 195, 1388 2. La segunda parte enumera las normas procesales que deben seguirse para la imposición de penas por la comisión de estos delitos. 139 S.S. Juan Pablo II en 2003 concedió especiales facultades a la Congregación para la Doctrina de la Fe, para que ésta pueda autorizar el uso del proceso penal extrajudicial, Can. 1720 en lugar del proceso judicial indicado, facultad que fue confirmada por S. S. Benedicto XVI en el 2005. 3.6.4 Facultades especiales del 2009 Concedidas por el Romano Pontífice a la Congregación para el Clero en el 2009, se sitúan en esta misma dirección, asume los anteriores casos y aplica el procedimiento administrativo penal para proceder a la expulsión del estado clerical a aquellos clérigos que han realizado situaciones de grave indisciplina… en las cuales todo esfuerzo por resolver el problema como medios pastorales y canónicos previstos en el CIC, no sean suficientes e idóneos para reparar el escándalo, restablecer la justicia y hacer que el reo se enmiende. Delitos comprendidos en los Cánones 1394,1 y 1395,1-2 1. El delito de atentado matrimonio por el clérigo: Después de ser amonestados, no cambian de vida y perseveran en una conducta irregular y escandalosa. Can. 1394,1 Los autores del delito son: clérigos (presbíteros, diáconos, incluso permanentes, casados que enviudan) obligados a observar la ley del celibato, Can. 277 que a tenor del canon 1087, tienen un impedimento dirimente para el matrimonio y son inhábiles para contraerlo. Las penas son varias: Queda privado ipso facto del oficio eclesiástico. Can. 194,1,3º Suspensión latae sententiae. Can. 1334,2 Produce todos los efectos previstos en el canon 1333,1, suspensión de los actos de potestad de orden y régimen, y el ejercicio de todos los derechos o funciones inherentes a un oficio. 140 Son irregulares para recibir otras órdenes Can. 1041, 3º y 1044, 1, 3º o para ejercer las ya recibidas. El canon 1394 además establece que si después de haber sido amonestado, no cambia su conducta y continúa dando escándalo, puede ser castigado gradualmente con privaciones o también con la expulsión del estado clerical. La aplicación de nuevas sanciones hasta llegar a la expulsión del estado clerical tiene lugar sólo a continuación de un comportamiento que manifieste obstinación y rebelión y provocase escándalo entre los fieles. Procedimiento administrativo a seguir Las facultades especiales concedidas a la congregación para el clero para los delitos mencionados, contemplan la pena de la expulsión del clérigo del estado clerical, ya previstas en los cánones 1394 y 1395. A petición del ordinario que lo solicita a la congregación para el clero después de realizar un procedimiento administrativo en el que queda probado el delito o delitos del clérigo. El Romano Pontífice ha concedido a la Congregación para el clero la especial facultad de tratar y presentar al Santo Padre, para su aprobación en forma específica y decisional, los casos de dimisión del estado clerical in poenam, con la aneja dispensa de las obligaciones provenientes de la ordenación, comprendido el celibato, de los clérigos que hayan atentado el matrimonio, aunque sólo sea civil y que amonestados no cambien y continúen su vida regular y escandalosa, Can. 1394,1 y de los clérigos culpables de graves pecados externos contra el 6 mandamiento. Can. 1395,1-2 Elementos en el procedimiento previsto en las nuevas facultades En primer lugar; fase diocesana: El ordinario debe realizar un procedimiento administrativo, donde quede probado el delito o los delitos y por el que se pide la expulsión del clérigo del estado clerical. En segundo lugar: Realizada la instrucción y decisión diocesana, se debe enviar la solicitud a la Congragación para el clero junto con las actas del proceso. 141 En tercer lugar: La Congregación para el clero presenta la solicitud al Romano Pontífice si procede, para que tome la específica decisión de expulsar al clérigo del estado clerical, como pena por el delito o delitos cometidos, con aneja dispensa de las obligaciones provenientes de la ordenación, comprendido el celibato. En cuanto a la primera fase, ésta debe ser desarrollada bajo la dirección del ordinario; cada caso deberá instruirse mediante un legítimo procedimiento administrativo, salvo siempre el derecho a la defensa. (Cfr. Facultades especial # 6) Antes, sin embargo de describir el proceso administrativo, conviene señalar dos cuestiones que se deben tener presentes: La investigación previa, prevista en los cánones 1717- 1719, para averiguar si hay indicios razonables de los delitos de los que se acusa al clérigo, es decir los tipificados en los cánones 1394,1 y 1395, 1-2, y por tanto si el ordinario estima que debe procederse mediante decreto extrajudicial: Can. 720 si no lo considerase oportuno, deberá actuar conforme a lo indicado en los citados cánones y no habrá lugar para la iniciación del procedimiento. Es de aplicar lo que hace la congregación para la Doctrina de la Fe antes de presentar el caso al Romano Pontífice para una expulsión ex officio del clérigo acusado. Antes de proceder a imponer al clérigo la pena de la expulsión del estado clerical, éste no debe haber manifestado ninguna intención de pedir la dispensa de las obligaciones provenientes de la ordenación, incluso el celibato. 142 3.6.5 Los elementos del proceso administrativo que se deben seguir a tenor de Can. 1720201: Se debe notificar al clérigo imputado la o las causas, así como las pruebas en que se basan, dándole facultad de defenderse, a no ser que el reo, legítimamente citado, no quiera comparecer. Can. 1720, 1º Es decir: se debe salvaguardar siempre el derecho a la defensa de la persona acusada. Aunque nada se dice en el canon 1720 ni la Congregación sobre la composición del tribunal que va a instruir el proceso administrativo, se ve la necesidad de crearlo; el tribunal está compuesto por un instructor, que tiene los mismos poderes e idénticas obligaciones que el auditor en un proceso judicial. Can.1717, 3 Obispo o persona idónea, promotor de justicia y notario, desempeñando cada uno las tareas que le asigna el derecho. Una vez instruido suficientemente el proceso, el instructor debe examinar atentamente, con la asistencia de dos sacerdotes, Can. 1720,2º todas las pruebas, los elementos recogidos y la defensa del imputado. Finalmente, si no existen dudas acerca del indulto (es decir: tanto de la acción delictiva como de la imputabilidad del clérigo acusado y de otras circunstancias indicadas) y si la acción criminal no se ha extinguido a norma del Can. 1362, se deberá dar un decreto debidamente razonado, exponiendo las razones de derecho y de hecho de la decisión, conforme a lo establecido en los cánones 35-58 que tratan sobre los actos administrativos singulares en general especialmente de los decretos y preceptos singulares. El decreto, además, deberá tener en cuenta lo establecido en los cánones 1344 – 1350 referente a la sentencia o decreto penal. El Ordinario debe enviar el decreto dado, junto con toda la instrucción del proceso, a la Congregación para el Clero que examinará la petición y si la estima ajustada a la ley y conveniente, la presentará al Romano Pontífice para su aprobación en forma específica y para que tome la decisión de expulsar al clérigo del estado clerical, con dispensa aneja de las obligaciones provenientes de la ordenación, incluso el celibato. 201 Desarrollo del proceso. 1720 Si el Ordinario estima que debe procederse mediante Decreto extrajudicial: 1 hará saber al reo la acusación y las pruebas, dándole la posibilidad de que se defienda, a no ser que el reo, legítimamente llamado, no quisiera comparecer; 2 debe sopesar cuidadosamente con dos asesores todas las pruebas y argumentos; 3 si consta con certeza el delito y no se ha extinguido la acción criminal, dictará Decreto de acuerdo con los cánones 1342-1350, exponiendo, al menos brevemente, las razones de derecho y de hecho. 143 La Iglesia prevé que frente al decreto que impone o declara cualquier pena, cabe interponer un recurso que suspende su fuerza. Can. 1353 Primero se debe solicitar al autor del mismo su revocación o enmienda, Can. 1734- 1739 luego se puede proponer ante el superior jerárquico y finalmente ante el Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica. 3.6.6 Aplicación del canon1399: Otra facultad concedida: Es la facultad de intervenir según el canon 1399, actuando directamente en los casos o confirmando directamente las decisiones de los Ordinarios, cuando éstos lo soliciten a causa de la especial gravedad de la violación de la ley o por la necesidad urgente de evitar un escándalo. Todo esto se considera derogado cuanto está prescrito en los cánones 1317, 1319, 1342,2 y 1349 (que se refieren a los requisitos para establecer e imponerlas penas perpetuas) del Código de Derecho Canónico, respecto a la aplicación de las penas perpetuas, a los diáconos por causas graves y a los presbíteros por causas gravísimas, siempre llevando los respectivos casos al Sumo Pontífice para su aprobación en forma específica y decisional. (Cfr. facultades espéciales # 7) Se trata en suma de sancionar acciones u omisiones a los clérigos, no penalizadas por la legislación canónica pero que suponen escándalo en la comunidad eclesial, por lo que se concede que se aplique el canon 1399 pudiendo llegar hasta la expulsión del clérigo del estado clerical. La imposición de las penas deberá seguir el procedimiento administrativo, pudiendo tanto la Congregación como los ordinarios imponer una justa pena o penitencia. En los casos verdaderamente excepcionales y urgentes, donde no haya el menor atisbo de cambio por parte del reo, se le pueden imponer penas perpetuas. La Congregación para el Clero lo deberá proponer al Romano Pontífice para su aprobación en forma específica y tomará la decisión. 144 Abandono del ministerio por un período mayor de 5 años Otra facultad concedida se refiere a la expulsión del estado clerical, también con la dispensa de las obligaciones sacerdotales incluso el celibato (Cfr facultades especiales # 8) de los clérigos, presbíteros y diáconos, que han abandonado el ministerio de forma voluntaria e ilícita por un periodo superior a 5 años y que persisten en tal ausencia. Los elementos que configuran la materialidad de estos hechos son: El clérigo tiene que estar desempeñando un oficio o ministerio eclesial. Can. 145,2, Can. 146183 El clérigo debe abandonar todo oficio o ministerio que esté desempeñando de una forma voluntaria e ilegítima. Can. 184- 196 Este abandono voluntario e ilegítimo del ministerio, debe prolongarse por un periodo superior a 5 años consecutivos. El clérigo debe persistir en este comportamiento, lo cual implica que la autoridad eclesiástica lo debe amonestar varias veces en la debida forma para que cese su actitud y se reincorpore a algún oficio o ministerio eclesiástico y que el clérigo se niegue a ello, bien explícitamente o bien desoyendo la amonestación. La pena establecida en estos casos es la declaración de la pérdida del estado clerical, con la relativa dispensa de las obligaciones sacerdotales, comprendido el celibato. La verificación de los requisitos exigidos se realiza a través de un procedimiento administrativo, si bien no tiene carácter penal y tiene efectos retroactivos ya se puede aplicar tanto a los casos que se produzcan a partir de su promulgación, en este caso más bien comunicación, como aquellos que se hayan dado anteriormente a la concesión de la presente facultad, derogando con ello la irretroactividad establecida en el Código. Can. 9; 16,2; 18; 1313 3.6.7 Características del procedimiento administrativo: Finalidad: solicitar a la Sede Apostólica un rescripto mediante el cual se declare la pérdida de estado clerical, con la dispensa de las obligaciones sacerdotales, incluso el celibato del clérigo que ha abandonado el ministerio por un periodo superior a 5 años consecutivos, 145 debiendo verificarse que el clérigo persiste en tal ausencia voluntaria e ilícita del ministerio. (Cfr. facultades especiales # 8, art 1) Competencia: para iniciar el procedimiento y si procede, presentar la oportuna petición ante la Sede Apostólica, pertenece al ordinario de incardinación del clérigo, (art. 2,1 Can. 265272) desarrollándose el proceso en dos fases: la instrucción ante el ordinario y la resolutoria ante la Sede Apostólica. Tribunal: el tribunal que desarrolla la fase introductoria diocesana la preside un instructor, que puede ser el propio obispo o bien éste puede confiar en un sacerdote idóneo de la propia diócesis, debiendo siempre intervenir el promotor de justicia. (art. 2,2-3) El proceso se desarrolla según los parámetros habituales, debiéndose recoger y examinar las oportunas investigaciones, sea sobre eventuales manifestaciones del mismo clérigo, o sobre las declaraciones de testigos, o por la fama, o también por indicios sobre el abandono irreversible del ministerio por parte del clérigo (art. 3) y recordándose que la notificación de cualquier acto debe hacerse mediante un medio seguro. (art. 4) 3.6.8 Conclusión de la fase instructora: Concluye cuando el instructor estima que se han reunido las suficientes pruebas requeridas para alcanzar la necesaria certeza moral sobre el persistente, voluntario e ilegal abandono del ministerio por parte del clérigo. El promotor de justicia debe hacer sus observaciones. (art.6). El instructor debe hacer una relación de los hechos y conclusiones “según verdad”. (art.6). Si es distinto del ordinario, deben transmitir todas las actas. El ordinario, debe elaborar su voto sobre el tema. (art.6) Si tiene certeza moral sobre el abandono irreversible del ministerio por parte del clérigo, puede solicitar a la Sede Apostólica la declaración de la pérdida del estado clerical por parte del citado clérigo, con la aneja dispensa de las obligaciones sacerdotales incluidas el celibato. (art.3) Inicio de la segunda fase resolutoria: Se inicia con el envío por parte del Ordinario a la Sede Apostólica de todas las actas del proceso, juntamente con su voto y las observaciones del promotor de justicia, (art.6) pudiéndose pedir al ordinario un suplemento aclaratorio sobre diferentes materias. (art.7) 146 Finalmente, si así lo estima conveniente, la Sede Apostólica puede declarar la pérdida del estado clerical del clérigo imputado, con la relativa dispensa de las obligaciones de la ordenación, comprendido el celibato, enviando el rescripto al ordinario competente, que proveerá a su publicación. El reingreso en el estado clerical: Se necesita: Petición del interesado. Declaración de un obispo benévolo, o superior mayor religioso, que manifieste su disponibilidad para incardinar al clérigo, ofreciendo garantías sobre la ausencia del peligro de escándalo si la solicitud fuera acogida. El solicitante debe estar libre de vínculo matrimonial y sacramental y no debe tener obligaciones civiles hacia la mujer o hacia los hijos menores; si ha estado casado, es necesario el certificado de la muerte del cónyuge si quedo viudo, o el decreto relativo en el caso de nulidad del matrimonio del solicitante. Se requiere que la edad sea razonablemente no muy avanzada. Testimonio de laicos y eclesiásticos sobre la idoneidad para reasumir el ministerio. Para los sacerdotes que fueron dispensados y piden retornar al ministerio: Un obispo solicitante. Solicitud del mismo sacerdote. Informe de la diócesis donde trabajaba. La no existencia de hijos menores. Divorcio civil definitivo. Certificado de fallecimiento de la esposa. Constancia de que ha seguido estudiando la teología. El reintegro se realiza gradualmente, no se le encomienda ministerio parroquial. 147 La Congregación para el clero Tiene encomendada la competencia de: 1. Conocer todo lo que se refiere a los presbíteros y diáconos del clero secular, tanto en lo tocante a las: a) Personas. b) Ministerio pastoral. c) Cosas necesarias para su ejercicio. 2. Tratar todo lo concerniente al estado clerical como tal, para todos los clérigos, no exceptuando los religiosos. En la actual legislación canónica hay tres tipos de normas diferentes para tramitar la expulsión de los clérigos del estado clerical: 1. Las generales del CIC. 2. Las establecidas para los graviora delicta reservados a la Congregación para la Doctrina de la Fe. 3. Las contenidas en las Facultades especiales, concedidas especialmente por el Romano Pontífice a la Congragación para el Clero. A manera de conclusión: El Canon 694 ordena la expulsión automáticamente al religioso que ha apostatado notoriamente de la fe católica y al religioso que ha celebrado o atentado matrimonio aunque sea civil, sin proceso alguno, situación que no es viable por cuanto el nuevo examen de doctrina y las nuevas facultades concedidas a la Congregación para el clero por su Santidad Benedicto XVI, exigen un proceso serio y detallado para obtener la certeza moral y a imputabilidad de los hechos. Por tanto estas nuevas disposiciones no permiten la inmediatez del ipso facto del canon 694. 148 CAPÍTULO IV 4. La salus animarum y el efecto penal inmediato del canon 694 del Código de Derecho Canónico de 1983 (Aporte de la Investigación) “No daréis sentencias injustas. No seréis parciales ni por favorecer al pobre ni por honrar al rico. Juzgad con justicia a vuestro conciudadano” (Lv. 19,12-2. 11-18) “Es preciso, pues, comprender en su verdadero sentido la esencia y significado de la norma canónica. Ésta no es nunca un simple mandato imperativo. Es ante todo, ordenación y ajustada expresión de la racionalidad cristiana. No es un puro mandar, sino un mandar razonable según las exigencias de la voluntad de Dios que se identifica siempre con la misma Sabiduría”. Joaquín Calvo-Álvarez 149 El capítulo IV, llamado “La salus animarum y el efecto penal inmediato del canon 694 del Código de Derecho Canónico de 1983”, es el punto álgido de esta investigación; es el aporte que se quiere dar. Se ha desarrollado desglosando parágrafo por parágrafo y numeral por numeral, haciéndole una exégesis por medio de preguntas, argumentadas con autores que se han dedicado al estudio del derecho canónico y especialmente subrayando que la inmediatez del ipso facto, no es posible en el canon mencionado. Su comprensión y aplicación inmediata hacen faltar a la ley suprema de la Iglesia, la salus animarum y a algunos derechos naturales como el de la legítima defensa, que consagra el canon 698; así mismo el derecho a permanecer en la Iglesia y a perseverar en la fe. El canon 694, de forma extraña, perjudica profundamente a la persona, obrando contra del proceder unánime de la Iglesia, que busca siempre la dignidad del ser humano. La misma ley dada por el legislador exige: “nadie debe ser castigado, a no ser que la violación externa de una ley o precepto que ha cometido le sea gravemente imputable por dolo o culpa,” Can. 1321 que exige hacer toda una investigación previa y minuciosa para llegar a determinar la plena imputabilidad como lo exige la misma ley en el canon 1324, teniendo en cuenta al mismo tiempo los atenuantes y eximentes para llagar a obtener la certeza de los delitos y poder sancionar con justicia al infractor de la ley, en este caso al religioso. El canon 694 no permite hacer una investigación previa ni profunda, llegando a concluir que la inmediatez de dicho canon no es posible. “no es tan ipso facto”. Para finalizar esta investigación tan fructífera, se propone: una nueva redacción del canon 694 y algunas sugerencias para los superiores mayores, los superiores locales y los religiosos frente a la situación de la expulsión. Con el estudio de esta investigación, se aporta una reflexión sobre el modo de proceder frente al problema de la expulsión, que ojalá concuerde con todo el ordenamiento canónico, con los principios directivos del Código de Derecho Canónico, con ley suprema de la Iglesia, la salus animarum, pero principalmente con la Sagrada Escritura: “No daréis sentencias injustas. No seréis parciales ni por favorecer al pobre, ni por honrar al rico. Juzgad con justicia a vuestro conciudadano.” (Lv 19,12-2. 11-18) 150 4.1 El porqué de este título Ante todo porque soy religioso. En el caminar que llevo siempre me he encontrado con superiores mayores y religiosos que han tenido dificultades entre sí, desconociendo el proceso para solucionarlas. Otra razón es la necesidad de profundizar mucho más en este estado que pertenece a la santidad de la Iglesia. Can. 574. Me he cuestionado siempre frente al deber de ser experto en el campo en el cual estoy involucrado, en la vida consagrada. Can. 573202 Otra razón que motivó a realizar esta investigación fue apreciar el desconocimiento de los superiores mayores203 y de los religiosos de la normativa del Código de Derecho Canónico y por ende del derecho de los religiosos; este desconocimiento es lo que causa mayor malestar entre los superiores y los religiosos. Por último espero aportar a mi comunidad y a otras comunidades religiosas, todos los conocimientos adquiridos durante estos años de estudio y de reflexión. Es por tanto, que he decidido adentrarme en la normativa de la vida consagrada, observando todo el tratado, o sea el libro II del Código de Derecho Canónico titulado “Del Pueblo de Dios”, caracterizado por la extensión de sus normas, que comprende 543 cánones que van del 204 al 746. Este conjunto de normas está organizado en tres partes así: Primera parte llamada “De los fieles cristianos” Segunda parte llamada “De la jerarquía de la Iglesia” y Tercera parte que es la que interesa en esta investigación y se llama “De los institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostólica”. A este tratado corresponden los cánones 573 al 730. 202 573 § 1. La Vida Consagrada por la profesión de los consejos evangélicos es una forma estable de vivir en la cual los fieles, siguiendo más de cerca a Cristo bajo la acción del Espíritu Santo, se dedican totalmente a Dios como a su amor supremo, para que entregados por un nuevo y peculiar título a su gloria, a la edificación de la Iglesia y a la salvación del mundo, consigan la perfección de la caridad en el servicio del Reino de Dios y, convertidos en signo preclaro en la Iglesia, preanuncien la gloria celestial. § 2. Adoptan con libertad esta forma de vida en institutos de Vida Consagrada canónicamente erigidos por la autoridad competente de la Iglesia aquellos fieles que, mediante votos u otros vínculos sagrados, según las leyes propias de los institutos, profesan los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia y por la caridad a la que éstos conducen, se unen de modo especial a la Iglesia y a su Misterio. 203 Canon 620: Son superiores mayores aquellos que gobiernan todo el instituto, una provincia de éste u otra parte equiparada a la misma, o una casa autónoma, así como sus vicarios. A éstos se añaden el Abad Primado y el superior de una congregación monástica, los cuales, sin embargo, no tienen toda la potestad que el derecho universal atribuye a los superiores mayores. 151 Esta Tercera parte está dividida en dos Secciones así: Sección I llamada por el Código “De los institutos de vida consagrada” que comprende los cánones 753 al 730, y la Sección “De las sociedades de vida apostólica” que comprende los cánones 731 al 739. Esta investigación está ubicada en la Sección I, la cual está organizada en tres títulos así: Título I llamado “Normas comunes a todos los institutos de vida consagrada” cánones 573 al 606; el título II llamado “De los institutos religiosos” cánones 607 204 al 709, y el tercer título llamado “De los institutos seculares” cánones 710 al 730. El título II de la Sección I “De los institutos religiosos” cánones 607 al 709, está organizado en 8 capítulos; el tema de esta investigación se encuentra en el capítulo VI llamado por el Código “De la separación del instituto”, cánones 684 al 704; este capítulo VI está subdividido en tres artículos así: Artículo. 1. llamado “Del tránsito a otro instituto, cánones 684 al 685; Artículo. 2. llamado “De la salida del instituto” cánones 686 al 693 y el tercer Artículo llamado “De la expulsión de los miembros” cánones 964 al 704. En este Artículo tercero se encuentran las diferentes expulsiones que tiene previstas el Código y conocemos con los nombres: Expulsión ipso facto Can. 694, Expulsión Obligatoria Can. 696 y Expulsión en caso urgente Can. 703. El punto central de esta investigación se encuentra en la primera clase de expulsión, llamada “Expulsión ipso facto.” Can. 694 De aquí surge el título de este estudio” La salus animarum y el efecto penal inmediato del canon 694 del Código de Derecho Canónico de 1983205” Este canon mirado desde la perspectiva del último canon 1752, del Código que expresa la finalidad de toda ley eclesiástica y que es la ley suprema de la Iglesia, dejar ver que en dicho canon 694 está ausente este principio fundamental del Código de Derecho Canónico: la salvación de las almas206. La inmediatez del ipso facto del canon 694 no permite hacer un 204 607 § 1. La vida religiosa, como consagración total de la persona, manifiesta el desposorio admirable establecido por Dios en la Iglesia, signo de la vida futura. De este modo el religioso consuma la plena donación de sí mismo como sacrificio ofrecido a Dios, por el que toda su existencia se hace culto continuo a Dios en la caridad. § 2. Un instituto religioso es una sociedad en la que los miembros, según el derecho propio, emiten votos públicos perpetuos, o temporales que han de renovarse sin embargo al vencer el plazo, y viven vida fraterna en común. § 3. El testimonio público que han de dar los religiosos a Cristo y a la Iglesia lleva consigo un apartamiento del mundo que sea propio del carácter y la finalidad de cada instituto. 205 206 Con su referente al canon 646 del Código de 1917. Remítase capítulo I 152 debido proceso y se expulsa automáticamente al religioso sin permitirle un derecho natural a la legítima defensa. Cánones 698207, 695, 696. Este descuido, que seguramente no es malintencionado, hace que se falte a la salus animarum. Al expulsar automáticamente al religioso infractor y al aplicarle la debida sanción quedan muchos interrogantes, como por ejemplo: ¿Cómo se aplicaría la salus animarum al religioso infractor? ¿Cómo llegar a distinguir en profundidad si realmente estamos ante un pecado o ante un delito? ¿Cómo distinguir e integrar la imputabilidad,208 física,209 psicológica,210 moral211 y jurídica212 para llegar a concluir una verdadera imputabilidad? ¿Cómo llegar a determinar la plena imputabilidad, o mejor dicho, la suficiente imputabilidad en el infractor? ¿Cómo determinar el grado de imputabilidad? ¿Es fácil llegar a la certeza moral del delito de apostasía? ¿Qué atenuantes, agravantes y eximentes hay que tener en cuenta para aplicar la pena? ¿Qué sucede después con el religioso expulsado ipso facto? ¿No debería tenerse en cuenta la salus animarum hasta después de la expulsión? ¿Qué efectos genera la expulsión ipso facto? ¿Será fácil aplicar la pena al apostata? ¿Será que pena y sanción son equivalentes? ¿Será proporcional la pena al delito aplicado al canon 694? ¿Si no es proporcional la pena al delito y se está aplicando una pena no proporcional, qué sucede entonces? ¿Qué sucede si el religioso clérigo después de ser expulsado quisiera volver y ha cesado su contumacia? ¿Dónde quedan los derecho de conservar la fe y de perseverar en la Iglesia?… 207 698 En todos los casos de los que se trata en los cánones 695 y 696, queda siempre firme el derecho del miembro a dirigirse al superior General y a presentar a éste directamente su defensa. 208 Tradicionalmente se considera la imputabilidad como una cualidad del acto que posibilita que sea atribuido a un sujeto, el cual comprobada tal relación, podrá ser llamado a responder por el daño que el delito comporta (Astigueta, 2009, p.95) 209 La imputabilidad física es aquella que tiene que ver directamente con el sujeto más que con el delito. Por eso lo primero que se debe verificar es si existe un sujeto antes del hecho; es decir la relación entre el sujeto y el acto. 210 Verificar al sujeto que realiza la acción delictuosa, producto de una deliberación donde interviene el conocimiento y la voluntad del mismo, es decir, que la persona es plenamente consciente de lo que va a ser y lo ejecuta. 211 Es aquel juicio inherente al ser humano y que determina cualquier acción dándole el indicativo de bueno o malo; es el juicio sobre la moralidad del acto. Junto a la imputabilidad moral se debe determinar la responsabilidad. El infractor de la ley debe responder por los delitos cometidos. Hay que llegar a determinar el grado de responsabilidad del infractor para probar si se está ante un pecado o ante un delito. Por lo tanto se debe tener en cuenta la objetividad y la subjetividad de los hechos para determinar la materia grave, que se comprueba mediante la plena advertencia y suficiente deliberación del infractor. 212 Una vez determinada la imputabilidad moral se debe determinar la imputabilidad jurídica que es aquella que va a valorar la licitud o ilicitud del acto cometido según la ley. En el ámbito penal lo ilícito es considerado como delito. La imputabilidad jurídica es aquella que fusiona la imputabilidad física, psicológica y moral y luego las enfrenta con el acto. 153 Todo esto ha permitido hacer una reflexión preliminar durante un año, junto con mi asesor el Padre Omar Cristancho, llegando a escoger el tema de la investigación. Hacer este análisis permite conocer la normativa de la expulsión de los religiosos en conflicto y al mismo tiempo una capacitación sobre la normativa de la expulsión de los religiosos, aporte que servirá para los mismos. También se busca la forma de entender cómo aplicar cualquier ley o norma, teniendo en cuenta que se necesita indagar antes de hacerlo, aunque explícitamente la norma no lo diga. 4.2 Punto álgido Al llegar al punto álgido de esta investigación y después del recorrido que hasta ahora se ha hecho para develar que la Iglesia se ha esforzado por comprender tanto a los institutos religiosos, como a los religiosos en conflicto, siendo flexible en algunas ocasiones y drástica en otras, porque seguramente no es fácil encontrar un equilibrio. Frente a la norma actual, es decir el canon 694 del Código de 1983 se observa cierta inconformidad, drasticidad, y complejidad en la inmediatez de la pena impuesta al religioso que incurre en apostasía. Can. 1364, al religioso de votos perpetuos y al religioso clérigo que atenta o celebra matrimonio, aunque sea civil. La norma exige que sea expulsado ipso facto (automáticamente) por el mismo hecho de cometer el delito Can. 694,1 y simplemente se pide al superior mayor una declaración de los hechos, como requisito para que la situación conste jurídicamente. Can. 694,2. La expulsión es producida por la misma ley, no son los superiores mayores los que expulsan, ni tampoco el instituto, sino la misma ley automáticamente, dejando al infractor perplejo. Can. 694 El canon 694 no hace la distinción para proceder cuando un religioso es de votos perpetuos, ni tampoco se refiere al clérigo que atenta o celebra matrimonio. Simplemente habla del miembro. Can. 694,1 La norma es general para los dos casos citados, sin distinción alguna. Esta investigación, quiere hacer notar la distinción entre las obligaciones dimanadas del 154 estado religioso y las del estado clerical que son diferentes y por tanto no se puede aplicar en todos los casos el ipso facto. La expulsión en cada caso tiene sus consecuencias propias. Por otro lado, la norma también es injusta (involuntariamente) en cuanto que, si para causas leves es necesario el debido proceso cánones 695 y 696, con mayor razón para aplicarse a las causas graves (diáconos) y a las gravísimas. (presbíteros) El canon 694,1 es tajante, deja sin actuación al infractor, nada se dice frente a los medios pastorales, Can. 1341 que se deben utilizar, tampoco se dice nada frente a los efectos 213 que produce dicha expulsión. Simplemente queda expulsado. La postura negativa e involuntaria, deja al religioso congelado sin ninguna clase de alternativa. Los otros cánones que tratan también sobre otras expulsiones, como por ejemplo la obligatoria Can. 695 y la facultativa Can. 696, tienen su debido proceso y aún más presentan una apertura hacia el infractor para recurrir a una autoridad y a presentar su legítima defensa. Can. 698 ¿Por qué razón el canon 694 no tiene ni proceso ni garantías? ¿Por qué está fuera del esquema general? Hay grandes vacíos que implican desigualdad en esta ley y por ende la dificultad para su aplicabilidad. La actuación frente al canon 694 no conlleva proceso alguno y por lo tanto no concede las debidas garantías. ¿Que se podría decir frente a la ley suprema de la Iglesia, la salus animarum? Por eso se inició esta investigación partiendo de este tema, recordando lo que nos dice Schmitz Heribert (2008), citado textualmente en el primer capítulo: Tener en cuenta la salus animarum, es decir, la salvación de las almas y ello tanto en referencia a la salvación individual (situación individual de conciencia, bien del individuo), como también a la de todos los fieles y del pueblo de Dios, es un principio fundamental del Derecho Canónico y su aplicación y es además criterio supremo para toda actividad de la Iglesia, sobre todo en el ámbito del régimen y la administración 213 Véanse los siguientes autores para profundizar frente a los efectos y vacíos de la dimisión del estado religioso según el canon 694: Domingo (1985 p. 624); Piñero; Anaya J.M, (2007, p.178), De Paolis (2011); Fernández; Morrisey, (1991, p. 1772), Rincón-Pérez (2007, p. 266). 155 Al expulsar a un religioso podría desaparecer el problema ¿y qué sigue? ¿Dónde queda la redención del religioso? ¿En verdad qué es lo que preocupa? Da la impresión que sólo interesa la paz de las instituciones, la imagen, pero al mismo tiempo se presenta una gran irresponsabilidad para enfrentar y solucionar el problema, hay gran temor por adentrarse en un proceso penal ya que esto requiere de conocimiento, tiempo e inversión, tal y como señala Astigueta (2012) En el fondo queda como resultado que a pesar de que las cuestiones penales son difíciles, no se puede renunciar a aplicar el derecho. Esto exige un esfuerzo de ir creando una reflexión que permita tener en cuenta los elementos más importantes del mecanismo de juicio que vaya surgiendo en la práctica. (p. 114) Volviendo a la definición de la salus animarum citada anteriormente, cabe anotar tres puntos centrales donde debe estar presente la acción de la salvación de las almas: La salvación individual, el bien del sujeto. Can. 665,2214 La salvación de los fieles. La salvación del pueblo de Dios. En la práctica encontramos más énfasis en la preocupación por los fieles y por el pueblo de Dios en general (LG 9) y no así con la parte individual, (el religioso) allí aparece la desigualdad. Claro que es importante la preocupación por la salvación los fieles, Can. 204 y por el pueblo en general. Pero también la persona en su singularidad es un fiel que pertenece al pueblo de Dios y se debe rescatar también su ser individual. A esto apunta la referencia de la salus animarum, principio fundamental del ordenamiento canónico. Jesús en su evangelio indica muy claro este principio: ¿Si uno tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en un lugar seguro y va en busca de la perdida? Su preocupación son todas, no son las noventa y nueve, sino las cien ovejas. Dígase lo mismo en otros pasajes por ejemplo en su comportamiento con la mujer adúltera a quien no 214 Busquen los superiores solícitamente al miembro del instituto que se ausentare ilegítimamente de la casa religiosa con la intención de librarse de su obediencia, y ayúdenle a volver y a perseverar en su vocación. 156 condena, sino que hace silencio. Fue la insistencia del pueblo lo que obligó a Jesús a dar una repuesta. Sin embargo, Él no responde enseguida y la respuesta que da unos instantes más tarde, es neutral. Deja la sentencia al fuero interno, en busca de la redención del ser humano. La actitud de Jesús demuestra la no inmediatez. Cuando se tenga que proceder a una sanción cualquiera que sea, hay que tener en cuenta la salvación de la persona que se sanciona en su integridad, hay que preguntarse ¿qué efectos puede producir dicha sanción?, porque no se trata sólo de aplicar una norma o ley por sí misma, sino medir la repercusión que puede generar. En algunos momentos al aplicar la ley, el superior o quien deba aplicarla se encuentra entre la espada y la pared. En ocasiones las circunstancias apremian y obligan a tomar rápidamente una decisión. Por presentar un ejemplo de la inmediatez, véase la decisión tomada en el esquema de 1982 citada por Albornoz215 (2011) En los esquemas preparatorios para la redacción del Código de 1983 (los esquemas de 1977 y 1980) se proponía la pena ferendae sententiae para los delitos de apostasía, herejía y cisma. Allí se buscaba favorecer que se llegase a alcanzar la certeza jurídica de la efectiva ocurrencia del hecho típico y de la imputabilidad del autor. Pero el esquema de 1982 optó por la pena latae sententiae, privilegiando una respuesta inmediata ante la gravedad del delito cometido… Es una opción que no parece responder eficazmente al deseo que la motivó. (p. 41, 42, 43) Decisión que seguramente traerá grandes consecuencias y se podría aplicar el adagio: “Del afán no queda sino el cansancio”. ¿Cuantas veces se arrepiente el ser humano cuando toma decisiones inmediatas? Es preciso recordar que la aplicación de la salus animarum es criterio supremo para toda actividad de la Iglesia. El principio fundamental y el criterio supremo del ordenamiento jurídico de la Iglesia deben entretejer todas las acciones en busca de la salvación de las almas y dejar la tentación 215 Sacerdote Salesiano, doctor en Derecho Canónico (Universidad Pontifica Salesiana de Roma), profesor de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia Salesiana. 157 de inclinarse sólo por una parte del Pueblo de Dios, favoreciendo únicamente a las instituciones. El interés debe cobijar a todo el pueblo. Un miembro de un instituto religioso en conflicto, sancionado y lejos de su institución religiosa y de pronto lejos de la Iglesia, podría a hacer más daño y no sólo eso sino ¿qué será de esa persona? ¿No serían los enfermos los que necesitan del médico? Todo esto es para llegar a observar a ojo de lupa el canon 694 que habla de la expulsión ipso facto por haber cometido los delitos de apostasía notoria y haber celebrado o atentado matrimonio aunque sea civil, y entrever que en este canon 694, está ausente en la singularidad del infractor, el principio fundamental y el criterio supremo del Derecho Canónico. Sí se le expulsa ¿qué quedará después? ¿Será justa la expulsión? ¿Se debe conformar el instituto y la Iglesia con sancionarlo solamente? ¿A qué está llamado el instituto y a qué está llamada la Iglesia? Se comete una gran injusticia, de pronto involuntaria, con el infractor y ésta consiste en no permitirle el derecho a la legítima defensa, Can. 698 por la cual se entiende: “derecho a rechazar un ataque y pertenece a los derechos naturales y fundamentales del hombre y a la defensa de todo proceso ordenado” Can. 221. 221 § 1. Compete a los fieles reclamar legítimamente los derechos que tienen en la Iglesia, y defenderlos en el fuero eclesiástico competente conforme a la norma del derecho. § 2. Si son llamados a juicio por la autoridad competente, los fieles tienen también derecho a ser juzgados según las normas jurídicas, que deben ser aplicadas con equidad. § 3. Los fieles tienen el derecho a no ser sancionados con penas canónicas, si no es conforme a la norma legal. 158 En el proceso canónico216, el derecho de defensa consiste sobre todo en el derecho a la contestación frente a la demanda y en el derecho a ser escuchado, aunque también en el derecho a ser representado por un abogado y a tener un juez imparcial. Una parte puede renunciar en el marco de un proceso a hacer uso de su derecho de defensa, hecho que puede redundar en su contra. El tribunal debe conceder a cada una de las partes el derecho a la legítima defensa. Can. 698 Una sentencia es nula cuando se ha negado el derecho de defensa a alguna de las partes. Can. 1620217, 7º Frente al canon 694, no se tiene en cuenta el derecho a la legítima defensa. Véase que es grave negarlo como lo cita el canon 1620, 7º, que haría nula una sentencia; y gravísimo sería ni siquiera tenerlo en cuenta. Se dijo que en el canon 694 no hay proceso, ni garantías, sólo la declaración por parte del superior mayor del hecho o de los hechos cometidos por el infractor para que consten jurídicamente. El canon se limita a aplicar una ley, expulsarlo ipso facto, sin tener en cuenta las circunstancias del infractor. Se podría preguntar ¿Qué lo llevó a cometer dicho delito o delitos? ¿Qué intencionalidad tuvo al cometer el delito? ¿Cómo averiguar esa intencionalidad? Recuérdese que el pecado y el delito son conceptos muy distintos ¿Qué atenuantes, eximentes y agravantes tiene el delito o los delitos? ¿La expulsión ipso facto es aplicable cuando un religioso es de votos perpetuos y cuando un religioso es clérigo, al mismo tiempo sin proceso alguno? ¿No habría una distinción? ¿Qué pasa con la dispensa correspondiente, tanto de los votos perpetuos, como la dispensa del celibato? ¿Qué pasa si el sancionado ipso facto deja la contumacia después de algún tiempo? ¿Dónde está el espacio del derecho a la legítima defensa? Can. 698 ¿No es un derecho natural y fundamental del hombre la defensa en todo proceso ordenado, la libertad de conciencia y la libertad religiosa218? ¿No se estaría faltando a la suprema ley de la Iglesia, la salvación de las almas y a principios universales 216 El proceso canónico es el procedimiento ordenado en el que un juez o un colegio eclesiástico de jueces, aclara situaciones jurídicas dudosas, protege derechos amenazados o persigue delitos. (Cfr. Geringer, Karl-Theodor, Conf. Guthoff, Elmar, Haering, Stephan y Schmitz, Heribert en Diccionario enciclopédico de Derecho Canónico, 2008) 217 1620 La sentencia adolece de vicio de nulidad insanable si: 1 fue dictada por un juez absolutamente incompetente; 2 fue dictada por quien carece de potestad de juzgar en el tribunal ante el cual se ha tratado la causa; 3 el juez emitió sentencia coaccionado por violencia o miedo grave; 4 el juicio se ha realizado sin la petición judicial de la que se trata en el canon 1501, o no se entabló contra algún demandado; 5 se dio entre partes de las cuales una al menos no tiene capacidad de actuar en juicio; 6 alguien actuó en nombre de otro sin mandato legítimo; 7 fue denegado a una de las dos partes el derecho de defensa; 8 no dirimió la controversia, ni siquiera parcialmente. 218 Declaración Universal de los Derechos Humanos, art. 18. 159 de la sociedad? Téngase en cuenta que el expulsado (religioso) es un bautizado, es religioso, y aún más, es un ciudadano, al que no solamente lo cobijan los derechos de la Iglesia, sino los de una nación. Se puede dar el caso que cuando se aplique la ley para sancionar al infractor se cometan injusticias involuntarias y al mismo tiempo se cometa la violación de otras leyes fundamentales, no solamente fundamentales para el ordenamiento canónico, sino fundamentales en cuanto que son derechos naturales como es el derecho a la legitima defensa. Can. 698, 699219, 221 La expresión utilizada en el canon 694 del Código del Derecho Canónico de 1983: “Se ha de considerar expulsado de propio derecho de un instituto el miembro que…”. El ipso facto, es decir la expulsión automática, sin necesidad de ningún proceso y sin necesidad de la intervención de una autoridad competente, no permite el espacio para ejercer el derecho a la legítima defensa. Que sea automáticamente o sea ipso facto la expulsión, no por eso se debe prescindir de un derecho natural fundamental y menos si es el derecho a la legítima defensa. Es un criterio supremo en la aplicación de la normativa de la Iglesia y un derecho universal de todo ciudadano. La redacción y la aplicación del canon 694 conllevan a una actuación inmediata de la ley y de los superiores mayores, que en la realidad hace imposible llevar un proceso justo debido a la inmediatez. Al comparar el canon 646 del Código de Derecho Canónico de 1917 con el canon 694 del Código de 1983 se aprecia que se refiere a los mismos hechos (haciendo caso omiso de la fuga); la connotación de inmediatez es igual, dado que la redacción del canon 646 del Código de 1917 pasó al Código de 1983 sin ninguna modificación sustancial y quedó con su énfasis en lo jurídico que viene desde el decreto Quum Singulae (1911). Esta norma tiene 102 años sin ningún cambio significativo, desconociendo totalmente la directriz principal sobre el aspecto pastoral en su estricto sentido, no en el sentido de 219 El superior general, con su consejo, que para la validez del acto constará por lo menos de cuatro miembros, debe proceder colegialmente para sopesar con diligencia las pruebas, razones y defensas; y, si se decide así por votación secreta, dará el decreto de expulsión, que, para su validez, ha de contener los motivos de derecho y de hecho, al menos de manera sumaria. § 2. En los monasterios autónomos de los que trata el canon 615, corresponde decidir sobre la expulsión al Obispo diocesano, a quien el superior debe presentar las actas aprobadas por su consejo. 160 laxitud hacia la aplicación de la ley; directriz emitida por el Concilio Vaticano II. Entonces, ¿es posible aplicar en el año en curso (2013), una ley que tiene más de un siglo? ¿No ameritaría un replanteamiento? Por tanto al aplicar hoy el canon 694, hay que tener en cuenta que para declarar la apostasía notoria de una persona se requiere hacer todo un proceso riguroso, hay que pasar por el examen de doctrinas220 creado por su Santidad Juan Pablo II y confirmado por su Santidad Benedicto XVI en el año 1997221. Si este proceso es demorado ¿cómo se puede aplicar el ipso facto? La inmediatez no lo permite222. Hay que entrar a un estudio de lo que está manifestando el apóstata y confrontarlo con la teología, generar un diálogo entre el apóstata y los expertos, dar tiempo de discernimiento para que las dos partes (apóstata e Iglesia) den las debidas respuestas y mantenerse en una continua confrontación argumentativa y pacífica en busca de la verdad. Esto frente a la apostasía citada. Can. 694 parágrafo 1, número 1º Dígase los mismo de la inmediatez en el parágrafo 1, número 2º: “el que ha contraído o atentado matrimonio”: que no se puede expulsar ipso facto al infractor de esta norma. Si es clérigo, para poder expulsarlo, necesita un procedimiento administrativo y aún más este procedimiento debe tener en cuenta algunas modificaciones según las nuevas facultades concedidas por su Santidad Benedicto XVI a la Congregación para el Clero en el año 2009223. Todo esto conlleva a conocer y a comprender la normativa actual, tanto del Código de Derecho Canónico, como las nuevas facultades dadas por el Romano Pontífice, en este caso 220 Para recordar en que consiste el examen de doctrinas ver capítulo III el proceso para el examen de doctrina y el nuevo reglamento para el examen de doctrinas. El Sumo Pontífice Juan Pablo II, en el transcurso de la Audiencia concedida al infrascrito Cardenal Prefecto el 30 de mayo de 1997, ha dado su aprobación al presente reglamento, decidido en la Sesión Ordinaria de esta Congregación, aprobando al mismo tiempo in forma specifica los art. 28-29, contrariis quibuslibet non obstantibus, y ha ordenado su publicación. 221 El examen de doctrinas. 222 En este capítulo que es el aporte de esta investigación, se va a encontrar muchas veces la expresión “no lo permite” y “no es posible” para demostrar la inmediatez ipso facto del canon 694 y su difícil aplicabilidad. 223 La Conferencia Episcopal de Colombia en el año 2010 recopila en un solo documento llamado Instrucciones para los señores obispos sobre algunos procesos judiciales de la congregaciones para el Clero y Evangelización de los pueblos (2009): las nuevas facultades que el Santo Padre concede a la Congragación para el Clero para el tratamiento de los casos graves de indisciplina en el clero. Otro obre Solicitud de Dispensa sobre las obligaciones clericales presentadas por sacerdotes y diáconos, otro documento que instruye el proceso de dimisión in poenam de estado clerical y el último sobre algunos elementos importantes sobre la formación sacerdotal en los seminarios en América Latina. 161 el Examen de Doctrinas y las nuevas facultades para expulsar a un clérigo, así como su manera de aplicarlas, por lo tanto la inmediatez del ipso facto no es posible. Recuérdese la evolución del proceso de expulsión de un religioso y aún más de un clérigo. Se ha llevado de tres formas: 1. Proceso judicial 2. Proceso administrativo 3. Proceso en forma específica Esto indica que la materia que se está tratando es delicada y por tanto todavía quedan muchas dudas por aclarar. Si en la evolución sobre la expulsión se han utilizado varias vías y no se llega a una precisión de la norma ¿Cómo se pretende aplicar el ipso facto en el canon 694? ¿En qué consisten precisamente los efectos de la expulsión ipso facto? ¿Dónde quedan los principios y criterios del ordenamiento canónico? El canon 694 presenta vacíos y su aplicación es difícil. Por tanto el aporte de esta tesis demuestra que la inmediatez del canon 694 atenta contra la salus animarum, ley suprema de la Iglesia y va en contravía de los derechos naturales, a la legítima defensa y al debido proceso dejando al infractor afligido y es por tanto que la norma afecta directamente a la persona y no al delito. La Iglesia busca favorecer y proteger a la persona por su dimensión ontológica o por el misterio que posee frente a Dios. Por tanto, si eres superior, acuérdate de que a quienes gobiernas son tus hermanos, porque todos somos hijos de un mismo Padre, que es Dios. Si no eres superior, sí eres llamado a seguir al Señor en los consejos evangélicos que profesaste, si lo prometiste, debes cumplirlo. Se analizará ahora el canon 964 parágrafo por parágrafo y numeral por numeral desde la perspectiva del ipso facto, el cual no es posible. 162 4.3 Expulsión de propio derecho Primer parágrafo: 694 § 1. Se ha de considerar expulsado ipso facto de un instituto el miembro que: En este parágrafo es donde se encuentra la dificultad más grande, por ser un imperativo categórico que consiste en la inmediatez del ipso facto. La inmediatez en la aplicación de esta norma penal, genera grandes lesiones, tanto para el instituto como para el infractor. Se sabe que a la humanidad no le gustan los problemas y cuando los tiene busca rápidamente mecanismos de defensa y rápidamente los soluciona, sin contemplar en muchas ocasiones las consecuencias. La Iglesia se ha esforzado por solucionar los conflictos surgidos en los institutos religiosos durante décadas y en ellas han surgido buenas y malas soluciones; buenas soluciones cuando ha mirado el rostro de Dios en los religiosos involucrados en conflicto y busca que éstos se enmienden. Malas decisiones cuando determina una ley por solucionar rápidamente un problema, y aún más cuando decide aplicar una norma experimentalmente y deja pasar el tiempo para solucionarlo y cuando al fin lo soluciona surgen nuevos problemas. Se ha caminado entre ensayo y error y de esta manera se han cometido arbitrariedades entre una ley y otra, perjudicando en algunas acciones al mismo religioso y dejando los problemas a un lado. Dar sentencia, parece ser lo más rápido, expulsar es la acción más rápida, juzgar sin proceso, sin investigación, sin confrontaciones parece ser lo más fácil, abortar parece ser la solución rápida para quitarnos el problema. Parece ser que en la mente del hombre existe la inmediatez por quitarse de encima los problemas. En la cultura se ha instalado esta forma de proceder, no queremos procesos, investigaciones, confrontaciones, no queremos la verdad, no nos gustan las amonestaciones aunque hayamos cometido ciertas faltas, no nos gustan los llamados de atención, no nos gusta gestionar, solo imponer, sancionar, quitarnos rápidamente el problema, no nos importa lo que hay detrás de una decisión tomada rápidamente. La única preocupación de 163 algunas normas es salir a la solución inmediata de la problemática. Sancionar y basta, solucionado el problema. Entonces ¿para qué establecer principios, criterios, leyes universales, si no van en bien y protección del mismo ser? La inmediatez de la expulsión automática ipso facto no es la más conveniente. Expulsar a un religioso inmediatamente puede traer más consecuencias negativas para todos, para el expulsado, para el instituto, y para la misma Iglesia. “La medicina puede ser más perjudicial que la enfermedad”. El tomarse un tiempo discrecional para la toma de la expulsión favorecerá más al expulsado, al instituto y evidentemente a la Iglesia. Se deja en claro que no se trata de estar en contra de imponer una sanción, sino de que la expulsión automática no es la sanción más adecuada. Recuérdese que la máxima pena en la Iglesia es la excomunión y ésta se levanta cuando el infractor se corrige. La inmediatez que exige la expresión ipso facto en la redacción del canon 694 dada por el mismo derecho, deja sin alternativa tanto al expulsado como al instituto ¿En este caso por qué la expulsión ipso facto pareciera ser la máxima pena y no la excomunión? Es importante recordar que no es el instituto el que expulsa, sino es el derecho mismo quien lo hace, pero que en el trasfondo es el mismo infractor quien se auto expulsa, por su ignorancia, o por otras circunstancias, pero no por eso la norma debe quedar sin ninguna acción en favor del mismo infractor. ¿Dónde queda la salus animarum a nivel personal? ¿Dónde queda el bien para el expulsado? No sólo hay que buscar el bien para el instituto, no sólo el bien de una comunidad de fieles y no sólo el bien de la Iglesia como institución, sino también el bien del religioso que está en conflicto con la normativa. La inmediatez siempre perjudicará a uno y a otros, aparentemente parece ser la mejor solución, pero no es así. En la experiencia de la Iglesia durante siglos, Ella sancionaba al infractor llevándolo a las penitencias en los monasterios. ¿Dónde queda hoy esa costumbre sana que protegía al infractor y a la vida consagrada? ¿Dónde queda la experiencia de los fundadores, de los clérigos, Papas y Concilios quienes consideraban al infractor como una persona en camino de conversión? 164 Allí existía una preocupación por la persona y especialmente en su condición religiosa, buscando siempre la enmienda del infractor y no se contemplaba la expulsión.224 Importantes religiosos han tratado el tema de la expulsión como San Basilio por ejemplo, quien habló de la amonestación como una oportunidad, San Benito quien señala un camino progresivo hacia la expulsión y de aplicar todos los medios posibles para conseguir la conversión y el arrepentimiento. San Colombano, quien dice que el castigo adecuado para las faltas de los religiosos es más bien la imposición de penitencias y no la expulsión o San Agustín cuando menciona la importancia de la corrección fraterna. mencionar muchos más. Y así se podrán 225 De la misma manera, frente a este primer parágrafo del canon 694, es el legislador quien toma la iniciativa de expulsar al infractor, pero también éste tiene la facultad de modificar lo que en algún momento estableció; por tanto se propone que sea él mismo quien modifique esta norma en forma específica, tal y como lo ha hecho en otras ocasiones, por ejemplo las nuevas facultades concedidas a la congregación del clero (2009), o la solicitud de dispensa de la obligaciones clericales presentadas por sacerdotes y diáconos a la congregación para la evangelización de los pueblos (2009). También recuérdese la función de la Congregación para la evangelización de los pueblos para instruir el proceso de dimisión in poenam del estado clerical (2009). Y por último, la Agendi Ratio Indotrinarum Examine (1997). Téngase en cuenta que los Papas, los Obispos, los Sínodos y los Concilios aprueban normas y prohibiciones para poner fin a los abusos y mantener el orden. Es muy importante resaltar que no se trata del mero afán por establecer orden sino especialmente de la enmienda y de la reparación del infractor a fin de salvaguardar la salus animarum. Se concluye y se propone que debe reelaborarse esta norma y quitar la inmediatez del ipso facto, representada mediante la siguiente expresión: de propio derecho. 224 Remítase al cap. II en el cual se presenta una visión general de la expulsión de los religiosos basada en Anaya. Remítase al cap. II, donde se evidencian dos posiciones: quienes van a favor y en contra de la expulsión; prevaleciendo históricamente la no-expulsión 225 165 Frente al canon 694 también se puede apreciar que se está ante un problema de lenguaje que debe ser replanteado. La expresión de propio derecho coarta e impide cualquier acción en legítima defensa aunque el infractor sea culpable y por tanto se violan algunos derechos naturales. Cánones 698, 221, 204. Esta expresión, más que ser regulativa, es imperativa. Aprovéchese la ocasión para darle una mirada al canon 694 desde el aspecto del lenguaje, que remite no solo a lo canónico sino a otras perspectivas. Esta expresión no es simplemente una secuencia de palabras, sino que es un enunciado de gran poder que genera acciones, un enunciado que se desarrolla en acciones concretas y decisiones. Es por eso que la redacción debe ser muy meticulosa y altamente responsable, ya que el lenguaje debe propiciar una interpretación desde sí mismo y no debe dejar vacíos discursivos tan grandes que permitan la incorrecta interpretación o desviación del mismo. Analizándolo desde otras disciplinas como la psicología o la antropología, éstas también darían su aporte frente a la rigidez del canon estudiado. ¿Dónde quedan algunas de las características del Derecho Canónico que son la elasticidad y pastoralidad? Al final de este capítulo, se propone una alternativa de redacción del canon 694, objetivo primordial de esta investigación. Recuérdese lo citado tanto en el capítulo primero y en el capítulo segundo, lo que se plantea explícitamente en el canon 694, la expulsión (ipso facto), no debería excluir que se proceda a realizar un legítimo procedimiento, toda vez que así lo determina en casi todos los casos el Derecho Canónico por mandato de la salus animarum. El canon 694 no puede quedar por fuera de los principios generales del Código de Derecho Canónico226 y aún más de la ley suprema de la Iglesia. Además que al poner en marcha los mecanismos de expulsión, se presentan faltas de caridad y torpeza al aplicarla. Can. 702,2 El religioso quizá lo que necesita es apoyo y ayuda de sus hermanos. Se hace imprescindible que la rapidez en la ejecución de la expulsión (ipso facto) no interfiera con la legítima defensa del implicado. 226 Principios directivos de reforma del Código (citados por Ghirlanda): 1.Índole jurídica del Código 2. Fuero externo e interno 3. Medios que favorecen la cura pastoral 4. Inserción de las facultades especiales en el Código 5. Aplicación del principio de subsidiariedad 6. Tutela de los derechos de las personas 7. Procedimiento para tutelar los derechos subjetivos 8. Ordenación territorial 9. Revisión del derecho penal 10. Nueva disposición sistemática del Código. 166 Antes del Código de 1917 se preveía para el profeso de votos solemnes que si permanecía incorregible se le daba un espacio de 6 meses para proceder a la expulsión tras un proceso judicial. Obsérvese que en la normativa no se empleaba el ipso facto, esto demuestra la preocupación por la persona. Entonces la expresión ipso facto no es tan ipso facto. Otros casos como por ejemplo las monjas no podían ser expulsadas más que con el permiso de la Santa Sede. ¿Dónde queda el ipso facto? Una vez expulsados los religiosos no quedaban dispensados de sus votos, la expulsión no era efectiva hasta la confirmación de la Santa Sede. (no ipso facto) Can. 700 Por último se suprimió el proceso judicial y se remplazó por un procedimiento administrativo. Estas formas de proceder permiten visualizar que no es posible la inmediatez o la expulsión automática. El ordenamiento canónico debe mirar al religioso en línea ascendente y no descendente (como deja entrever el canon 694), una línea que recuerde que el servicio es primordial ya que la naturaleza del derecho no es condenar sino servir. Concluyendo el parágrafo primero surge la necesidad de reelaborar el canon. 4.4 Apartamiento notorio de la fe católica Primera causal: 1º Haya abandonado notoriamente la fe católica; Hasta ahora se ha tratado el parágrafo 1 del canon 694. Ahora se estudiará el numeral 1 de éste parágrafo. Primera causal de expulsión ipso facto. Como se presentó anteriormente, en el encabezado de este canon está la mayor dificultad, en esta causal se encuentra un gran problema en la aplicación del ipso facto al religioso apóstata, ya que se requiere de una investigación meticulosa. Frente a este numeral se puede preguntar: 167 ¿Cómo determinar el abandono notorio de la fe, llegando a obtener la imputabilidad física, psicológica, moral y jurídica, siendo que para obtener certeza moral se requiere de un proceso serio y riguroso? ¿Lo permite la inmediatez del ipso facto? Es obvio que no. ¿No se cometería injusticia al proceder tan rápidamente? ¿Qué autoridad competente determina si los hechos cometidos por el infractor corresponden al abandono notorio de la fe? ¿Es posible expulsarlo ipso facto sin investigar a fondo y sin certeza moral? ¿Cuándo se habla de abandono notorio de la fe, se está haciendo referencia a la apostasía, al cisma o a la herejía? ¿Son equivalentes? Hay que entrar a indagar sobre la intencionalidad, hay que tener en cuenta que hay que establecer el grado de imputabilidad. Por apostasía se entiende el rechazo total de las verdades de fe que se han de creer con fe divina y católica y por ésta se entiende lo que prescribe el canon 750: Se ha de creer con fe Divina y Católica todo aquello que se contiene en la Palabra de Dios, escrita o trasmitida por Tradición, es decir, en el único depósito de la fe encomendado a la Iglesia y que además es propuesto como revelado por Dios, ya sea por el magisterio solemne de la Iglesia o por su magisterio ordinario y universal que se manifiesta en la común adhesión de los fieles bajo la guía del sagrado Magisterio, por tanto todos están obligados a evitar cualquier doctrina contraria La herejía es la negación de una verdad, Can. 751 y el cisma es el rechazo a la sujeción al Papa, por lo tanto apostasía, herejía y cisma no son equivalentes. El ipso facto no permite hacer esta diferencia. Albornoz 227(2011) dice: La Iglesia no sólo tiene el derecho sino el deber de reaccionar ante una autoexclusión del religioso que ha abandonado notoriamente la fe, indicando las consecuencias de tal decisión. El bautizado debe responder por su decisión, no solamente ante Dios y su conciencia, sino también ante la Iglesia y la autoridad eclesial. La reacción de la Iglesia se basa en que la unidad de los creyentes y la misma misión de la Iglesia resultan gravemente perturbadas por la infidelidad de sus miembros. (p.31) Considero pertinente remitirse al artículo “Apostasía de la fe católica en la normativa de la Iglesia” por padre Albornoz, D, debido a su importancia frente al tema de la apostasía. 227 168 Al expulsarlo ipso facto ¿se da la oportunidad para que exponga sus motivos? No se está dando ninguna oportunidad para responder ni a Dios, ni a la Iglesia, ni mucho menos a la autoridad eclesial. ¿Dónde se da el espacio, para que el que se aparta de la fe responda? No es simplemente expulsarlo, debe responder por sus actos. ¿Qué agravantes, atenuantes y eximentes se pueden verificar? ¿Qué otras circunstancias eximentes de punibilidad se deben tener en cuenta? Can. 1323 ¿Expulsarlo ipso facto permite verificarlo? Para declarar apóstata a una persona se requiere que anteriormente ésta lo haya manifestado, ya sea oral o por escrito, que lo haya hecho público y el hecho perjudique a la comunidad ¿Cuándo se comprueba esto? la inmediatez del canon no lo permite. Vuelvo a preguntar ¿Quién certifica la certeza moral? ¿Existe un tribunal para ello? ¿Entonces cómo se procede para determinar que es apóstata? ¿No se necesita tiempo para esta investigación? Investigación que debe pasar por un examen preliminar que consiste en los estudios de los escritos y doctrinas (Cfr. Examen de Doctrinas- art 3), previa valoración, estudio de oficio (Cfr., art. 4, 5, 6, 7), examen con procedimiento ordinario (Cfr. art. 8-22), examen con procedimiento urgente (Cfr. art. 23-27) y las disposiciones. (art. 28,29)228. ¿Cuánto tiempo se necesitaría para llegar a concluir que se es apóstata? Tanto la Iglesia como el infractor necesitan tiempo para verificar los errores, exponer los argumento y entrar en diálogo con la teología, darle al infractor espacio para que haga los ajustes pertinentes para luego exponerlos y así sucesivamente hasta llegar a la claridad del posible error. ¿Cómo y cuándo se realiza el reglamento para el examen de Doctrinas? ¿Acaso el canon 694 permite hacerlo? De nuevo, ¿es posible la inmediatez del ipso facto? Cierto que nó. Para declarar a un apóstata se necesita tiempo, investigación, en otras palabras hacer todo un proceso, para llegar a la imputabilidad física, psicológica, moral y jurídica y por ende a la plena o suficiente certeza del delito. No se puede sancionar ipso facto sin la verificación y comprobación de los hechos mediante un debido proceso. 229 228 229 Artículos sobre el examen de doctrinas citados en el capítulo anterior Véase el numeral 2º de este mismo parágrafo. 169 Siguiendo a Albornoz (2011): “dos de los derechos fundamentales de todo hombre son el derecho a la libertad de conciencia y el derecho a la libertad religiosa. (Asamblea general de las Naciones Unidas, Declaración universal de los derechos humanos, art. 18, de 1948). Ambos derechos los conserva todo fiel bautizado Can. 209 y 210…” … y, más aún, tiene una importancia esencial para la Iglesia. (Concilium Oeconemicum Vaticanum II, Declaratio de libertate religiosa dignitatis humanae, 7 Dec, 1965) ya que el respeto de esos derechos por parte de todos, incluso de la Iglesia, Can. 748,2, hace posible para una persona cumplir con su deber de conocer y abrazar libremente la verdadera fe en Cristo. (Dignitas Humaniti, [10]). (Albornoz, 2011, p.28, 29) El mismo Albornoz (2011) dice que el respeto de la conciencia y de la libertad religiosa prima, aunque se trate de una conciencia errónea o malformada “por otra parte, el mismo bautizado se autoexcluye de la comunión eclesial pero la Iglesia no sólo tiene el derecho sino el deber de reaccionar ante esa autoexclusión, indicando las consecuencias de tal decisión. (Ghirlanda, p.72)” Recuérdese que estamos ante una auto expulsión ya que es el mismo infractor el que comete los delitos y se expulsa a sí mismo, no es la Iglesia, no es el instituto, no son los superiores quienes lo expulsan. Es el mismo religioso el que se autocastiga y viene la Iglesia a confirmar esa auto expulsión. Pero también recuérdese que la Iglesia le exige al infractor responder por los daños causados. Por ende el apóstata se está autoexcluyendo de la comunión eclesiástica, Can. 205 pero téngase muy presente que por el bautismo, por su realidad ontológica, el apóstata sigue vinculado al instituto y por ende vinculado a Cristo como cabeza y a la Iglesia como su Cuerpo Can. 204. La sanción impuesta debe indicar el ejercicio de algunos derechos, no puede buscar un alejamiento definitivo. (Albornoz, 2011) 170 A manera de síntesis de este apartado se debe tener en cuenta frente a la causal de apostasía lo que el legislador aprobó en forma específica, para este caso, la Agendi Ratio Indotrinarum Examine (1997), con el fin de subsanar la divergencia mencionada a los 14 años de haberse publicado el Código. Esta situación hace que el ipso facto del canon 694 quede sin efecto. Al estudiar ahora la inmediatez que viene como hilo conductor del canon 694 se presenta el tema del segundo numeral del parágrafo 1 sobre el matrimonio. 4.5 Matrimonio: contraído o atentado, aún civil Segunda causal: 2º Haya contraído matrimonio o lo atente, aunque sea sólo de manera civil. Se presenta la segunda causal de la expulsión ipso facto. ¿Será que la prueba (partida de matrimonio u otro) es suficiente para determinar la expulsión ipso facto? ¿Qué tal si el religioso o el clérigo fueron coaccionados o que estaban bajo efecto de alguna sustancia alucinógena, psicoactiva, depresora o de algún alcaloide supresor de la voluntad? ¿Y qué decir si se usó la violencia psicológica o física, o si se perdió el uso de razón o factores externos como el miedo grave o del ambiente interno, por citar algunos? ¿Estaba pasando por un momento de crisis, depresión o desorden mental? ¿Pudo este ser engañado o tal vez manipulado? En otras palabras ¿en qué condiciones y circunstancias llegó a cometer el delito de matrimonio? ¿Dónde constan los medios canónicos y pastorales utilizados por la Iglesia para que el infractor se enmiende citados por la misma ley canónica? y ¿las amonestaciones y el proceso dónde quedan? ¿Qué tal si la partida resulta falsa y se expulsa ipso facto sin verificar la autenticidad del documento?, ¿no se estaría faltando a la certeza moral? Este numeral no hace mención de la contumacia, ¿Qué pasa con el religioso que contrae o atenta matrimonio (así sea civil) si se arrepiente y desea continuar con su estado de religioso y de clérigo? Recuérdese que para declarar una pena latae sententiae se requiere la continua contumacia. En éste parágrafo no se tiene en cuenta dicha consideración y se expulsa automáticamente al religioso. 171 La inmediatez no es posible, ¿Qué pasa si el infractor de la ley quiere enmendarse? El parágrafo no menciona la contumacia. Entonces ¿es posible expulsarlo ipso facto? y ¿si quiere volver, qué sucede? ¿Será que los efectos de la expulsión ipso facto son los mismos para el religioso de votos perpetuos que para el clérigo? Can. 701. El parágrafo no hace la distinción, simplemente procede a la expulsión ipso facto automáticamente, tanto del uno como del otro. ¿Frente al clérigo, dónde quedan sus obligaciones dimanadas del orden? Mientras esto se aclara, no se puede proceder a la expulsión automática del instituto. Entonces la inmediatez no es posible. Si se va a expulsar al religioso clérigo del estado clerical, hay que hacer un proceso y tampoco es posible en la inmediatez. ¿Dónde quedan la debidas dispensas tanto del religioso de votos perpetuos como del religioso clérigo frente a la norma a actual? ¿Dónde se ha permitido que el infractor de la ley explique lo sucedido? Al expulsarlo automáticamente ipso facto sin el debido proceso y sin las garantías correspondientes se atenta contra el principio fundamental del ordenamiento canónico: la salus animarum. En el caso del matrimonio también se debe alcanzar la plena certeza. Ésta conlleva a verificar el grado de imputabilidad física, psicológica, jurídica y moral acerca de la efectiva comisión del delito y la aplicación de la pena, ya que el canon 1324, 10 exige una imputabilidad plena para que se incurra en las penas latae sententiae. Para hacer este proceso no se puede actuar inmediatamente. Téngase presente que toda norma tiende a perfeccionarse y esto implica estar atento a las nuevas interpretaciones y aplicaciones de dichas normas y precisamente su Santidad Benedicto XVI (2009) como legislador ha concedido nuevas facultades a la Congregación del Clero para que lleve a cabo la expulsión del estado clerical a aquellos clérigos que se encuentran en una irregularidad230. El canon 694 tal como está en el Código de 1983, no se puede aplicar hoy, ya que en el 2009 se dan nuevas disposiciones. Del año 1983 al 2009 transcurrieron 26 años. Por consiguiente el canon mencionado no se puede aplicar desconociendo dichas facultades y por tanto el ipso facto es imposible. 230 Por su conveniencia véase el capítulo anterior la expulsión del estado clerical de acuerdo a las nuevas facultades concedidas por su santidad Benedicto XVI citado por Aznar Gil. 172 Por su importancia se citan textualmente las tres facultades concedidas a la congregación para el clero: 1. Aprobación específica y decisional del Romano Pontífice, 2. Intervención directamente según el canon 1399 3. Abandono del ministerio sacerdotal por más de 5 años.231 Primera facultad: Aprobación específica y decisional del Romano Pontífice (2009) La congregación para el clero por tanto se encargará del debido proceso y luego lo pasará directamente al Romano Pontífice para que éste tome la decisión directamente en forma específica y decisional. Los casos de dimisión del estado clerical in poenam, aneja la relativa dispensa de las obligaciones dimanantes de la ordenación, comprendido el celibato de los clérigos que hubieran atentado matrimonio aunque sea sólo civilmente y que después de ser amonestados no hubieran cambiado de vida y continuaran en su vida irregular y escandalosa; Can. 1394,1 y de aquellos clérigos culpables de graves pecados externos contra el sexto mandamiento, Can. 1395 Segunda facultad: Intervención directamente según el canon 1399 (2009): La facultad especial de intervenir según el canon 1399 del Código del Derecho Canónico, ya sea actuando directamente en los casos, o confirmando las decisiones de los ordinarios en las circunstancias de que los mismos ordinarios lo pidiesen, a causa de la necesidad y urgencia para evitar un objetivo escandaloso. Esto ha sido concedido juntamente a la derogación de los preceptos de los cánones 1317, 1319, 1342, 2 y 1349 del Código del Derecho Canónico (1983) respecto a la imposición de la penas perpetuas a los diáconos por causas graves y los presbíteros por aquellas causas gravísimas, siempre haciendo llegar los respectivos casos directamente al Sumo Pontífice para la aprobación en forma específica y decisional 231 Si se considera pertinente ver las motivaciones de estas nuevas facultades remítase a la Carta Circular de Abril de 2009 a los Ordinarios dada por Benedicto XVI a los señores Obispos. 173 Tercera facultad: Abandono del ministerio sacerdotal por más de 5 años (2009)232: La facultad especial de tratar los casos, confirmando el hecho y declarando la pérdida del estado clerical, con la relativa dispensa de las obligaciones sacerdotales, comprendiendo el celibato de los clérigos, que hubiesen abandonado el ministerio por un período de 5 años consecutivos y que después de una atenta verificación persistieran en tal ausencia voluntaria e ilícita del ministerio. Frente estas nuevas facultades, la inmediatez del ipso facto del canon 694, no es posible aplicarla, puesto que hay que hacer todo un proceso y este conlleva una serie de pasos preliminares.233 Obsérvese que hay un cambio en el proceso de expulsión del estado clerical por modificación del propio legislador en relación con el actual Código de Derecho Canónico. La expulsión del estado clerical ya no es por medio de un proceso judicial penal, sino por un proceso administrativo que conlleva la actuación autónoma del Romano Pontífice. La novedad de este procedimiento consiste en la dispensa aneja del celibato que anteriormente no era posible. Recuérdese también que para la causal de matrimonio o atentado aún civil, se debe tener en cuenta lo citado en el parágrafo 1, 1 como: el derecho a la legítima defensa, al debido proceso, a la certeza moral y jurídica y a la plena imputabilidad física, psicológica, jurídica y moral, así como los derechos y deberes naturales respecto a la Iglesia y al bautizado para poder llegar a determinar el delito y por ende la sanción. Pasando al parágrafo 2, del canon 694 se evidencia más aún cómo la decisión es tomada tajantemente. 232 En el numeral 6 de la carta de la Congragación para el clero 2009 se encuentra el procedimiento a seguir por los Ordinarios. Ver capítulo anterior: expulsión del estado clerical por proceso administrativo por facultades especiales concedidas por Benedicto XVI. 233 174 4.6. Declaración Segundo parágrafo: § 2. En estos casos, una vez recogidas las pruebas, el superior mayor con su consejo debe emitir sin ninguna demora una declaración del hecho, para que la expulsión conste jurídicamente. ¿De qué pruebas está hablando? ¿Qué pruebas se necesitan para llegar a la certeza moral? ¿Será suficiente un sólo documento como prueba? ¿Para recoger las pruebas no se necesita de una investigación previa? ¿Quién verifica la veracidad de las pruebas? ¿Cómo proceder así, ingenuamente? ¿Cómo proceder a una expulsión ipso facto sin la verificación amplia de los hechos? ¿No se cometería una injusticia tanto con la persona como con la ley? Las pruebas deben ser muy contundentes y muy argumentadas para proceder a la expulsión, no es cualquier prueba, esto requiere mucho tiempo, investigación y personal idóneo como se ha subrayado anteriormente. ¿Qué tal si la declaración de los hechos dada por los superiores está viciada por algún interés personal? ¿Quién verifica también la veracidad de esta declaración? En cuanto a la acción pronta (inmediata) del superior mayor con su consejo, Can. 627, 697234 exigida en el parágrafo 2 del canon 694, dicho superior debe emitir sin ninguna demora la declaración de los hechos para que conste jurídicamente la expulsión. Se puede observar lo tajante del canon, que pasa por encima de la autoridad de los superiores y por ende del instituto y es el derecho mismo quien toma la decisión de expulsarlo automáticamente (pero recuérdese que el infractor es el que se auto expulsa con su conducta) y el que le exige al superior una declaración que de pronto él no quiera hacer, o no esté en capacidad, al menos por el momento. La exigencia de la norma no le permite 234 697 En los casos de los que se trata en el Can. 696, si el superior mayor, oído su consejo, considera que debe iniciarse el proceso de expulsión: 1 reunirá o completará las pruebas; 2 amonestará al miembro por escrito o ante dos testigos, con explícita advertencia de que se procederá a su expulsión si no se corrige, indicándole claramente la causa y dándole libertad plena para que se defienda; si la amonestación quedase sin efecto, transcurridos por lo menos quince días, le hará una segunda amonestación; 3 si también esta amonestación resultase inútil y el superior mayor con su consejo estima que consta suficientemente la incorregibilidad y la insuficiencia de la defensa del miembro, pasados sin efecto quince días desde la última amonestación, enviará al superior general todas las actas firmadas por sí mismo y por el notario, a la vez que las respuestas del miembro igualmente firmadas por éste 175 adelantar otros procedimientos, sólo le permite declarar los hechos cometidos por el infractor. Aunque quisiera ayudarlo, no puede ya que la ley es tajante. Es muy importante aclarar que la decisión de la expulsión automática no depende del superior mayor o del instituto, sino de la ley misma, entonces el infractor no debe entrar en conflicto con el superior, ni con el instituto y menos con la Iglesia; el infractor debe reconocer con humildad que él mismo se ha auto expulsado y lo que hace la ley es confirmar la auto expulsión. Pero al ser inmediata, ipso facto esta confirmación, no deja que el infractor exprese los motivos por los cuales cometió el delito o los delitos. Puede que los haya cometido por ignorancia u otras circunstancias que no han sido suficientemente ponderadas. Es la inmediatez del canon 694 la que no permite ponderar las circunstancias y hacer el debido proceso. ¿Cómo es posible pasar por encima de la misma persona sin darle la oportunidad de conocer las acusaciones respectivas, sin darle la oportunidad de explicar los motivos por los cuales cometió la falta o las faltas? ¿Dónde queda comprobado el derecho a la legítima defensa si no se hizo dicho proceso? Can. 698 ¿Cómo sancionar a una persona que de pronto ignora las penas correspondientes a determinados delitos? ¿Cómo expulsarlo ipso facto sin saber los efectos de dicha expulsión, cuando la misma ley no dice nada al respecto? En cuanto a la sanción impuesta por el derecho, es la excomunión latae sententiae. Sabiendo que la excomunión es una censura y por tanto una pena medicinal, los delitos de los que habla el canon 694 hacen más referencia a las penas expiatorias que a las medicinales. Entonces en vez de aplicar la excomunión latae sententiae, se deberían preferir las penas ferendae sententiae. Las penas latae sententiae no requieren la intervención de la autoridad, ni garantizan el debido proceso y el derecho a la legítima defensa. Las penas ferendae setentiae si necesitan de la intervención de la autoridad competente por lo cual una pena ferendae setentiae, permitiría el debido proceso y las garantías correspondientes al no darse la inmediatez del ipso facto del canon 694235. 235 Es muy importante resaltar este párrafo ya que en él se encuentra la propuesta explícitamente de esta investigación. 176 Téngase presente que toda excomunión cesa cuando cesa la contumacia, al enmendarse el infractor de la ley, ¿dónde queda la expulsión ipso facto? ¿Es posible el levantamiento de esta expulsión? ¿La expulsión es definitiva?, entonces ¿dónde quedan los principios y criterios generales del Código y aún más, la ley suprema de la Iglesia; la salus animarum? ¿En qué consiste el carácter ontológico del bautismo? ¿Dónde queda el derecho de permanecer en la Iglesia y perseverar en la fe? La salus animarum debe ir aún más allá de cualquier sanción y lograr que el infractor se enmiende. 4.7 La pena Se ha dicho que en el encabezado del canon 694 está la mayor dificultad que es la inmediatez del ipso facto, al igual que en las causales de apostasía, de matrimonio celebrado o atentado aunque sea civil, por tanto es difícil llegar a la certeza moral y a la plena imputabilidad (física, psicológica, moral y jurídica); dígase lo mismo con la aplicación de la pena. En esta sí que hay un gran abismo con la salus animarum. La pena debe ser proporcional al delito y proporcional al fin supremo de la Iglesia. El concepto actual de la pena según el canon 2215 (del Código de 1917 y 1312, 2 del Código de 1983), se trata de la privación de algún bien dada por la autoridad competente para corregir al infractor y castigar el delito en conformidad con el fin sobrenatural de la Iglesia. Esto aplicado al tema de investigación sobre la dimisión del estado religioso, no coincide, ya que se castiga al infractor y no le da la oportunidad de corregirse, entonces se desvía el objetivo de la pena que es la corrección del infractor. No lo está privando de un bien como se menciona anteriormente, sino que lo priva de todos los bienes, de ahí que la inmediatez del ipso facto del canon 694 no se pueda aplicar. La Iglesia, al sancionar a un infractor siempre busca que se le haga un bien, a cada una de las partes. Es por eso que se da espacio (y si no se diera habría que darlo) para que el 177 infractor se convierta y pueda restituir el orden social alterado por la falta cometida. Pero antes de sancionar, la autoridad competente tiene que verificar que realmente se ha cometido un pecado grave236 para concluir que se está ante un delito. El canon 694 no brinda este espacio para verificar que en el transcurso del tiempo ha cesado la contumacia. La norma al estar tan compacta no permite entrar el aire o el espíritu de la salus animarum y esto es a lo que quiere llegar esta investigación; permitir a esta norma especial dejarse penetrar por la ley suprema de la Iglesia. Dejarla entrar, beneficiaría a la Iglesia, al instituto y al infractor. Debe imperar siempre el bien. Astigueta237 (2012) profundiza al respecto: El hecho de hablar de la pena como la respuesta de la sociedad eclesial por un delito cometido, nos lleva a considerar el delito en su complejidad institucional. Se trata de un acto humano por el cual un fiel bautizado en modo voluntario y consciente decide no obedecer, dejar de lado o simplemente transgredir una disposición del legislador que lleva aneja una pena. Estas conductas son previstas por el legislador, son conocidas por el delincuente y no obstante ello, este último decide realizarla. (p.41) Siguiendo al mismo autor, (2012) se confirma que una vez determinado el pecado y por ende el delito, se deberá verificar la intención del infractor. Luego observar si al cometer el delito existe maldad para hacerle daño a la Iglesia para así llegar a determinar la plena o al menos suficiente imputabilidad, que se logrará a través de un procedimiento dado por el mismo legislador. Can. 1341-1353 y 1717-1731 Esto finalmente lleva al infractor a la concientización de esos actos para que este pueda optar por un camino diferente al propuesto por la ley como otra alternativa en busca del bien propio y del bien común. Can. 1341 y 1718 Es por eso que la sanción en la Iglesia tiene una doble finalidad: reclamar los derechos de los bautizados y defender el bien común. En consecuencia: 236 Considero pertinente resaltar la misión de la Iglesia, la cual consiste, primero en verificar si hay pecado para determinar el delito. De ahí que la Iglesia no debe juzgar a priori debido que para la Iglesia, si hay pecado, entonces hay delito y no lo contrario. 237 Frente al objetivo de este capítulo, que es hacer notar que la inmediatez del ipso facto no es posible, he decidido valerme del conocimiento del Padre Damián Astigueta, quien aporta dos artículos fundamentales para esta investigación, por lo tanto sus referencias son frecuentes en este capítulo. El padre Astigueta es profesor Ordinario en la Facultad de Derecho Canónico de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, consultor del Pontificio consejo para los textos legislativos y asesor externo para la congregación para la doctrina de la Fe. 178 En el Código se encuentran sanciones altamente aflictivas, que pueden ser consideradas penas, ellas son: la dimisión del estado religioso, especialmente ex delicto, la suspensión ad cautelam, la pérdida del oficio por la pérdida de la comunión eclesial, la negación de la sepultura eclesiástica o las sanciones previstas en el canon 1457. (Astigueta, 2012, p.51) Frente al canon 694 de investigación se pregunta: ¿Se trata entonces de una pena? Evidentemente hay muchos elementos para considerarla tal, dado que existe un delito, un aspecto de aflicción, una privación de deberes y derechos…, sin embargo son algunos elementos fundamentales de las penas los que aquí no se encuentran. Se podría dar una primera respuesta a nuestra pregunta puesto que no encontrándose en el libro sobre las penas, la expulsión de los religiosos no puede ser considerada una pena. (Astigueta, 2012, p.53) ¿Cómo determinar una pena donde no hay la plena certeza de todos los elementos para proceder? Se estaría faltando a la justicia porque no son algunos elementos los que determinan la pena sino todos. En el 694 no se podría aplicar una pena cuando faltan muchos elementos para configurarla. En cuanto al procedimiento se presentan dudas debido a que no parece ser ni procedimiento penal, ni administrativo, ni judicial, además “el procedimiento establecido es igual para todos los institutos religiosos, muchos de los cuales no poseen la potestad jurisdiccional necesaria para llevar adelante un proceso” (Astigueta, 2012, p. 53). Entonces nos encontramos frente a un acto administrativo que es muy diferente (casi único) a los procesos mencionados. Lo anterior nos lleva a una circunstancia eminentemente especial y que merece de igual manera un tratamiento especial, sin alejarlo del fin sobrenatural de la Iglesia. 179 Los superiores mayores como la autoridad competente, cuando se acerquen a la norma de la dimisión del estado religioso ipso facto, deben tener muy presente que están ante un caso súper especial, lo cual no exime del derecho, la justicia, la equidad y la caridad. Como se trata de una circunstancia súper especial, no es fácil su clasificación dentro de las penas, porque es difícil en la inmediatez determinar si realmente se está ante una pena u otra sanción. Por eso resulta lo más fácil inclinarla hacia las penas latae sententiae, pero no por ello se debe llegar a concluir rápidamente que sí pertenece a este tipo de pena; habría que hacer todo un discernimiento y tener muy en claro que en el canon 694 estamos ante esta situación que ya hemos llamado eminentemente especial en el sentido que requiere mayor rigurosidad, seriedad y tiempo, en busca de la única verdad. Si tenemos en cuenta, además, el tipo de sanción podemos observar que en el caso del canon 694,1 se trata de una medida latae sententiae, con carácter expiatorio, lo cual se presenta contradictorio, dado que en principio solo las penas medicinales se aplican automáticamente y de las expiatorias sólo en la prohibición de ejercer ciertos derechos. Can.1336,1 No. 3 y 1336,2 En fin, teniendo en cuenta que el motivo no siempre es un delito, no se puede pensar en una pena para un actor que no es considerado un reato por la ley, aunque, como dijimos pueda en ciertos casos ser encuadrada en el canon 1399. Una sanción no puede ser en cierto momento una pena y en otros una medida disciplinar. (Astigueta, 2012, p. 53- 54) Proceder en la ambigüedad es inclinarse o favorecer la injusticia, actitud que nada tiene que ver con la Iglesia, ni con el Evangelio, ni mucho menos con el ordenamiento canónico enmarcado en el pensamiento del Concilio Vaticano II. Muy de acuerdo con lo que señala Astigueta con respecto a las penas, que lo importante es determinar si realmente se está ante un delito verificado por el pecado y sería una acción contraria al bien común de la Iglesia para poder determinar su debido proceso, sancionado por el libro sexto y seguido por el libro séptimo del Código del Derecho Canónico; se debe hacer toda una verificación de los hechos por leve o grave que sea el delito llevando un proceso adecuado y justo. Si por última instancia llegue a exigirse la expulsión, que se haga 180 en forma preventiva y no por eso abandonar al infractor a su suerte sino que sea una medida flexible y exigente en la espera de la corrección. “Por lo que supone como lesión a vivencia pacífica del común y para evitar el escándalo se aplicará la expulsión del estado religioso. De esta manera podemos concluir que se trata de una sanción preventiva.” (Astigueta, 2012 p. 54) Otro elemento que hay que tener en cuenta para hacer una debida ponderación y así llegar a la certeza, es lo que determina el Código en el canon 1041: la irregularidad (entendida como prohibición), especialmente en quien ha celebrado o atentado matrimonio, aunque sea civil. … la irregularidad es una prohibición que establece el legislador para recibir o ejercitar el orden sacro recibido. Estas prohibiciones pueden surgir de defectos de las personas como el caso de la insania o de delitos tales como el aborto, el atentado matrimonio, etc. La irregularidad proveniente del delito, constituye una realidad distinta de la pena. Un mismo comportamiento puede dar origen a ambas sanciones, pero no se las puede identificar como parte de la misma realidad jurídica. De hecho la pena puede ser establecida tanto por la ley como por el precepto, en cambio la irregularidad solo puede ser creada por ley. De la misma manera, la irregularidad es automática mientras que la pena puede ser aplicada latae sententiae o ferendae sententiae. La irregularidad es dispensada siempre en el fuero externo, en cambio la pena puede serlo aún en el fuero interno sacramental.” (Astigueta, 2012 p. 54) Téngase en cuenta que la irregularidad es una sanción y no una pena. En la sanción se busca proteger el orden sagrado y por tanto no estamos ante un delito, sino frente a una irregularidad que no es penalizada. ¿Cómo proceder a la expulsión ipso facto en la causal de celebrado o atentado matrimonio, aunque sea civil? Si no es delito ¿por qué se le está penalizando? Gran injusticia: la inmediatez del 694, de nuevo, no es posible. En cuanto a la suspensión, Astigueta nos recordará que es una censura que prohíbe al clero el ejercicio algunos de sus derechos adquiridos en su ordenamiento o desprendidos de algún 181 oficio. La suspensión se aplica a algunos o a todos los derechos dependiendo de los ámbitos anteriormente mencionados, Can. 1334,1 pero debido a la gravedad de los efectos y a la posibilidad de proteger una dimisión del estado clerical “de hecho”, solo la ley establece latae sententiae sin dictaminar su duración. Frente a la prohibición del ejercicio de ciertos derechos tales como la de ejercer la potestad, el oficio, el cargo, el derecho, el privilegio, etc., se puede sancionar con una pena expiatoria. Can. 1336, 1 No. 3 Para llegar a concluir que verdaderamente se está ante una sanción, es importante tener presente la totalidad de las sanciones que están dispersas por el Código, para saber identificar y diferenciar en qué se parecen y en qué se distinguen de las penas y a su vez unas de las otras, teniendo en cuenta su singularidad; algo que no es fácil de visualizar corriendo el riesgo de nombrar y aplicar algo que parece ser, pero en realidad no lo es. Tal es el caso de la dimisión del estado religioso que teniendo como base un delito; sin embargo, no puede ser considerada como una pena. Por otro lado, entender que la distinción es no sólo en cuanto a la sustancia, sino también en cuanto a la forma, dado que las penas son solo aquellas consideradas por el legislador como penales y por tanto, tratadas en un lugar especial. Esto queda de manifiesto cuando analizamos el canon 1457, donde, como se puede ver claramente, se establece un verdadero tipo pena… Sin embargo la diferencia formal subsiste y no podemos considerarla como un tipo o figura penal aparte. (Astigueta, 2012, p. 60) Para llegar a establecer una pena justa, se tiene que haber llegado en primer lugar a la certeza moral y jurídica y a la plena imputabilidad. Esto no se percibe en el 694. Si esto no se logra, toda pena impuesta resulta injusta e incongruente, que es el caso de este canon. La pena que establece los delitos contemplados en el 694 es la excomunión latae sententiae, injusta porque no contempla la enmienda del reo, ni permite, como se ha dicho, el debido proceso, la legitima defensa y aún más el derecho al recurso jerárquico, que consiste en que toda persona que se sienta lesionada tiene derecho a interponer un recurso ante la autoridad superior. 182 ¿Cómo sancionar a un bautizado y aún más a un religioso sin darle las garantías y sin saber las consecuencias o efectos de dicha expulsión? No se puede dar una pena latae sententiae simplemente, como lo estableció la opinión común de los Obispos en el último esquema (1982)238 de la preparación del Código. Al contrario, debe darse una pena enraizada en la justicia, en la equidad y en la elasticidad junto con la pastoralidad. No es la presión del escándalo lo que debe determinar la pena, sino la veracidad del delito, para que la pena resulte realmente medicinal o expiatoria, en la espera de la conversión del infractor. Esta investigación insiste y llega al mismo consenso de los esquemas de 1977 y 1980 239, en los cuales se proponía que la pena para este tipo de delitos contemplados en el canon 694 fuera ferendae setentiae. Esta pena permite ciertas garantías para el instituto, para el infractor y para la Iglesia, garantías que no ofrece la pena latae sententiae. Ahora bien, ¿cómo aplicar una pena latae sententiae cuando el canon 694 presenta grandes dudas y vacíos240? Anaya (2007) cuestiona: si la pena viene desde el decreto Quum Singulae (1911), “¿es latae sententiae, o es ferendae sententiae? ¿Es medicinal o expiatoria?” El canon del Código de 1983 tiene características de una pena expiatoria. Anaya dice al respecto. Dado el carácter de la expulsión ipso facto, podemos preguntarnos si nos encontramos ante una pena latae sententiae como indicaba el decreto Quum Singulae. En la normativa actual esta expulsión aparece con carácter expiatorio, más bien medicinal, ya que el miembro así expulsado ha dejado de pertenecer al estado de vida consagrada y no se le pide que se arrepienta y vuelva al instituto. Las características son, por tanto, las de una pena expiatoria perpetua.241 238 Téngase en cuenta el schema de 1982 referido en el numeral de La pena donde optó por la pena latae sententiae privilegiando una respuesta inmediata. 239 Ver esquemas donde se proponía la pena latae sententiae. 240 Varios autores como Anaya, M; Francis, G, De Paolis, V; Domingo, J; Fernández, J; Piñero, J; Rincón-Pérez (entre otros), hacen referencia a los vacíos del canon 694. 241 El hecho de que la expulsión de un miembro de su Instituto tenga características de una pena perpetua, genera algunas perplejidades en Di Mattia, quien observa que, según el canon 342 2, dichas penas no se pueden imponer o declarar por Decreto, cosa que sin embargo sucede en los casos de expulsión obligatoria o facultativa. (Di Mattia, citado por Anaya, 2007;“Separazione dei miembro dall´Intituto” p. 43) 183 Entonces ¿dónde está la certeza moral y jurídica y la imputabilidad plena para sancionar al infractor? El ipso facto de este canon no es posible, ni por su interpretación ni por su aplicación. El estudio de este canon permitirá varias tesis doctorales. En esta, el interés es demostrar que la inmediatez (ipso facto) del canon 694, es imposible de aplicar. Es la inmediatez la causal por la cual es difícil la comprensión y la aplicación de la norma. Para profundizar aún más sobre la causal de apostasía, la cual no es fácil de determinar por el grado de imputabilidad y requiere certeza en la intención (dolosa o maldad) del infractor, se cita a Albornoz quien aporta bastante sobre el tema en cuestión. Se comprende que es tarea de la Iglesia reaccionar frente a situaciones de conflicto, pero no por eso debe acelerarse para establecer penas ya que el mismo legislador dice que al establecer penas latae sententiae se ha de hacer con moderación y prudencia, cosa que no se percibe en el canon 694. ¿Pero entonces en qué consiste la reacción de la Iglesia? “La reacción de la Iglesia se basa, en que la unidad de los creyentes y la su misma misión, resultan gravemente perturbadas por la infidelidad de sus miembros. Un bautizado que abandona la fe causa una herida al signo de comunión que la Iglesia quiere anunciar.” (Albornoz, 2011, p. 31) Pero no por eso hay que abandonar al infractor a su ignorancia, sino que la Iglesia debe ayudarlo a retomar el camino del cual el mismo se apartó. Por eso “Desde los primeros tiempos la Iglesia se ha ocupado de defender el don de la fe y de precisar los efectos que provocan su abandono, emprendiendo iniciativas para evitar esas rupturas, para promover la fe y el regreso a la unidad, promulgando también disposiciones de carácter penal.” (Albornoz, 2011) También en la pena, se encuentran grandes dificultades para su aplicabilidad. Albornoz nos ayuda a entenderlas. “La pena es consecuencia del delito y con ella se busca la reparación del escándalo, el restablecimiento de la justicia y la enmienda del reo.” Con la expulsión ipso facto, ¿se cumple con los fines de la pena? ¿Dónde se verifica el delito? ¿Dónde está el tiempo dado para la enmienda del reo y dónde están los fines de la Iglesia?, (a saber, 184 reparación, enmienda y restablecimiento de la justica.) Si la pena debe ser proporcional al delito ¿es la pena latae sententiae proporcional la expulsión? Téngase presente que “la sanción penal preceptiva, prevista en el canon 1364,1242 para el delito de la apostasía de la fe, es la excomunión latae sententiae: el apóstata de la fe, al igual que el hereje y el cismático, incurre en la excomunión latae sententiae. El clérigo además puede ser castigado con la pena ferendae sententiae establecida en el canon 1336, 1, No. 1, 2, 3. Ante la prolongada contumacia o la gravedad del escándalo pueden agregarse otras penas, como la dimisión del estado clerical. Can. 1364, 2” La excomunión es un tipo de censura, pena, mediante la cual el fiel que es infractor y continúa contumaz, es privado de algunos bienes espirituales, hasta que ponga fin a la contumacia y quede absuelto definitivamente.” Can. 1347, 2 La característica de toda censura es la superación de la pertinacia por parte del delincuente y su corrección. La censura viene impuesta no por un tiempo determinado, sino que hasta que el culpable se enmiende. Can. 1347,2 Una vez que se ha enmendado, el delincuente tiene derecho a ser absuelto. La excomunión tiene pues un carácter medicinal… La Iglesia debe custodiar la fe ya que es un derecho perseverar en la fe y a perseverar en la Iglesia, buscando favorecer el regreso del fiel a la comunión (Albornoz, 2011, p. 36). Si la pena para el apóstata es la excomunión latae sententiae y la excomunión es una censura y una censura se impone por tiempo determinado hasta conseguir la enmienda del infractor, una vez enmendado tiene derecho a que se le absuelva. La excomunión tiene un carácter medicinal que contempla el regreso del infractor, tutelando su derecho de conservar la fe y de perseverar en la Iglesia. De acuerdo con lo anterior sería más oportuno hablar en el canon 694 de suspensión y no de expulsión ipso facto, porque la pena debe ser proporcional al delito. Es así como ante el delito de la apostasía, el derecho impone la excomunión latae setentiae que es de carácter medicinal. 242 1364 § 1. El apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión latae sententiae, quedando firme lo prescrito en el Can. 194 § 1, 2; el clérigo puede ser castigado además con las penas enumeradas en el Can. 1336 § 1, 1, 2 y 3. § 2. Si lo requiere la contumacia prolongada o la gravedad del escándalo, se pueden añadir otras penas, sin exceptuar la expulsión del estado clerical. 185 En cuanto a los efectos de la pena de excomunión, Can. 1331 se puede decir: si la excomunión latae sententiae ha sido declarada por sentencia o por decreto, los efectos resultan agravados y se agregan otras prohibiciones a tenor del Can. 1331, 2. La excomunión latae sententiae declarada, es aquella que habiendo operado ipso facto luego viene expresa al final de un proceso judicial o extra judicial. La excomunión pasa a ser notoria de hecho y de derecho a la comunidad. El canon 694 nada dice en cuanto la declaratoria de la pena latae sententiae, no se menciona el proceso judicial o extrajudicial. Sin embargo es después de una debida investigación y proceso que se puede llegar a declarar la pena. La inmediatez del canon no permite hacer esta distinción y ¿se daría la excomunión latae sententiae, declarada sin la existencia de un tribunal que pondere los hechos? Téngase en cuenta que según el Código de Derecho Canónico, el apóstata sólo puede ser un bautizado y debe gozar de uso de razón. En el canon 1322 se menciona quiénes son incapaces de cometer el delito: Los menores de 16 años no son considerados sujetos a ninguna pena. (circunstancias eximentes de punición). Can. 1323,1 Después de los 16 años se puede considerar apóstata (con circunstancias atenuantes y no queda obligado a dicha pena § 3) Can. 1324,1 No. 4, y se le debe aplicar una pena menor o penitencia. Sólo los mayores de 18 años quedan sujetos por excomunión latae sententiae. Es necesario tener en cuenta otras circunstancias atenuantes, previstas en el canon 1324,1, entre las cuales están el que el sujeto ignore sin culpa, que la ley llevaba aneja una pena; Can. 1323, No. 9, 1 también tener en cuenta si concurren otras circunstancias presentes en el canon 1323, que el legislador sistematiza como eximentes de punibilidad que pueden excluir la existencia del delito, por ejemplo la coacción física (No. 3) y carencia actual de uso de razón (No. 6). 186 El tipo de pena de la apostasía, implica necesariamente el dolo. El sujeto debe realizar libremente el acto de apostasía, conociendo y aceptando sus características. El contenido del acto de la apostasía es el abandono cualitativo y cuantitativo de todas las verdades de la fe, realizado con la palabra, con los escritos o con comportamientos, con los cuales el bautizado ha declarado no considerarse ya cristiano. (Albornoz, 2011, p. 34) La apostasía se define como un acto deliberado que implica el rechazo de los misterios centrales de la fe (Trinidad y Encarnación). Para que la apostasía se convierta en delito es necesario que se verifiquen los elementos previstos en el derecho como por ejemplo determinar el grado de imputabilidad, pasando previamente por la imputabilidad física, psicológica, moral y jurídica y aún más la intencionalidad del apóstata y determinar el grado de responsabilidad. Según el Código de Derecho Canónico las penas latae sententiae, son prevalentemente las penas medicinales, o censuras, pudiendo establecerse como penas expiatorias latae sententiae, únicamente las prohibiciones o mandatos de residencia y las prohibiciones de ejercer determinados actos, o de ejercerlos en un determinado lugar o fuera de un lugar determinado. Cfr. 1336 § 2243 Tales prohibiciones no afectan el estado de la vida de la persona, cosa que sí hace la expulsión ipso facto. Gravísimo que una norma afecte directamente a la persona. Hay que concluir que en el canon 694 de 1983, no se trata una pena latae sententiae, por cuanto sus características pertenecen más a las penas expiatorias que a las medicinales. Hasta aquí el análisis del canon 694 en cuanto a la inmediatez, llegando a concluir lo que ya tanto se ha mencionado: que no es posible el efecto penal inmediato del ipso facto. 243 1336 § 1. Además de otras que pudiera establecer la ley, las penas expiatorias, susceptibles de afectar al delincuente perpetuamente o por un tiempo determinado o indeterminado, son las siguientes: 1 la prohibición o mandato de residir en un determinado lugar o territorio; 2 la privación de la potestad, oficio, cargo, derecho, privilegio, facultad, gracia, título o distintivo, aun meramente honorífico; 3 la prohibición de ejercer los actos que se enumeran en el n. 2, o la prohibición de ejercerlos en un determinado lugar o fuera de un lugar determinado; pero estas prohibiciones nunca son bajo pena de nulidad; 4 el traslado penal a otro oficio; 5 la expulsión del estado clerical. § 2. Sólo pueden ser latae sententiae las penas expiatorias que se enumeran en el § 1, 3. 187 4.8 Dificultades en la aplicación del Can. 694 Fuera de las dificultades que se han mencionado parágrafo por parágrafo anteriormente tales como la clarificación pecado-delito, pena-sanción, imputabilidad plena, certeza moral, intencionalidad frente al delito, atenuantes y eximentes, el debido proceso, la legítima defensa, entre otras, el canon 694 presenta además dificultades en la operatividad. Se deben tener en cuenta cuatro elementos importantes para determinar una pena: Contenido de la pena (privación de un bien). La acción de la autoridad competente en el ámbito eclesial. La relación entre la pena y el delito. (relación de justicia) La finalidad de la pena. La pena no es un fin en sí misma sino un medio, el último que es utilizado para corregir a la persona y restablecer el orden violado. (P. Damián Astigueta, p. 34,35) La inmediatez de la norma en el canon 694 no permite hacer ningún discernimiento, para distinguir el finis operis que es solamente reconocer la punición del delito y el finis operandis que interviene eligiendo el medio, si es a través de una pena expiatoria, medicinal o penitencial. …pero en la práctica primero se interviene para frenar una situación y evitar males mayores, luego dado que el solo castigo del reo no llega a ser una solución del problema como tampoco el mero arrepentimiento del reo puede ser suficiente, se buscan otras medidas… como son la reparación del daño o del escándalo. (Astigueta, 2012, p.36) En el canon 694 no se determinan los efectos jurídicos del ipso facto. Es preciso no olvidar que la Sede Apostólica exige requisitos para que la expulsión quede en firme, requisitos que requieren tiempo para su adecuado desarrollo. En el recorrido que se ha realizado en busca de una sana interpretación de la pena de que trata el canon 694, se ha detectado gran inestabilidad en cuanto a la inmediatez. 188 En el código de Derecho de Canónico de 1917, se establecía un tiempo de seis meses para que quedara en firme la expulsión, lo cual está indicando claramente que el ipso facto es imposible de aplicar. Frente al nuevo procedimiento para el examen de doctrinas, que requiere todo un proceso para poder llegar a concluir si verdaderamente se trata de un delito de apostasía, diverge con el modo de proceder para constatar si se ha incurrido en una pena latae setentiae. Además no existe posibilidad de interponer recursos jurídicos contra la decisión. Recordando lo que presenta Albornoz, (2011) la pena que se impone para el delito de apostasía según el derecho es la pena latae sententiae, pena que indica que estamos ante una materia sumamente grave y por ende se hace muy difícil llegar a obtener la plena certeza para su aplicación en la realidad. Como siempre va a ser un gran reto obtener esta certeza, búsquese tal y como lo subraya el canon 1318244, aunque sea la suficiente certeza, De igual manera para la plena certeza, se deben tener en cuenta los atenuantes y eximentes que se encuentren en el delito cometido, lo cual permitiría dar una pena justa. Can. 1324, 3, de acuerdo a lo que determine la autoridad competente. Al aplicar la pena latae sententiae nos encontramos ante una gran dificultad por la falta de una autoridad competente que haga la debida ponderación de los hechos, tal como lo es un tribunal. Simplemente nos encontramos con un imperativo categórico en el cual se sanciona automáticamente al infractor dejando en el aire la comprobación y el grado de imputabilidad de los hechos, elementos indispensables para poder determinar la pena correspondiente al delito. Las dificultades que se encuentran hoy ya se habían previsto la preparación al Código de Derecho Canónico de 1983, esquemas de 1977 y de 1980 citados por Albornoz (2011): 244 1318: No establezca el legislador penas latae sententiae, si no es acaso contra algunos delitos dolosos especiales que puedan causar un escándalo más grave, o no puedan castigarse eficazmente con penas ferendae sententiae; y no debe establecer censuras, especialmente la excomunión, si no es con máxima moderación, y sólo contra los delitos más graves 189 Esquema 1977: “con la pena de excomunión ferendae setentiae para los delitos de herejía, apostasía y cisma, se busca favorecer que se alcance la certeza jurídica de la efectiva ocurrencia del hecho típico y de la imputabilidad del autor.” (p. 41) Esquema 1980: por consenso de la gran mayoría de los obispos se llegó a establecer la pena latae sententiae, para quienes cometieran el delito de herejía, apostasía o cisma, y que por ende pierden la comunión plena con la Iglesia. El grupo consideró que correspondía aplicar penas latae sententiae a delitos conscientes en hechos ciertos y determinados como por ejemplo el aborto (de modo que no haya lugar a dudas) lo cual no suele ocurrir en los casos de apostasía, herejía o cisma. Hay que distinguir entre la realidad objetiva de la falta de plena comunión y la aplicación de la pena de excomunión, pues hay cristianos que no están en plena comunión, y no por ello están excomulgados. También se dijo que la pena de excomunión sanciona un delito y para ello es necesario alcanzar certeza jurídica de su comisión en sus aspectos objetivos y subjetivos, lo que puede ser garantizado con la intervención de un juez o de un superior que pondere todos los elementos y determine la existencia del delito y la pena a aplicar. En fin, se argumentó que no podía exigirse una especie de auto aplicación de la pena cuando la efectiva ocurrencia del delito permanecía incierta para el mismo reo. (Albornoz, 2011, p. 42) Pasando al último esquema de 1982 se llegó a la conclusión que se debía aplicar la pena latae sententiae, haciendo caso omiso al estudio realizado en los esquemas anteriores y olvidando su intención primaria, cayendo en la tentación de solucionar un problema de forma inmediata. Se opta por este tipo de pena, la cual no permite hacer el discernimiento correspondiente. El motivo de establecer esta pena es el consenso de los obispos preocupados por el escándalo, abandonando al infractor a su suerte. La aplicación de la excomunión latae setentiae no contribuye a la pública clarificación de la situación jurídica del delincuente, que de hecho, ha actuado con publicidad al incurrir en el delito. Por otra parte ¿hasta qué punto se logra establecer una imputabilidad plena como 190 exige la norma del canon 1324, 1-10245? ¿Hasta qué punto el infractor tiene el conocimiento de haber incurrido en una pena latae sententiae? Se puede decir que todas estas ambigüedades ¿se aclaran cuando la pena latae setentiae es aplicada? Esta constatación nos coloca en un escenario cercano al de una pena ferendae sententiae, que aparece entonces como la mejor opción legislativa. Es por tanto que antes de determinar la pena se debe hacer un análisis minucioso y justo y esto implica claridad entre el pecado y el delito, pues para la Iglesia es claro el principio “Para que se verifique el delito se debe verificar el pecado, porque todo delito es pecado pero algunos pecados no son delitos” (Astigueta, 2012, p. 93), ya que ella no tiene afán de castigar al infractor sino de procurar su enmienda. De ahí que para establecer una debida pena se debe en un primer momento determinar si realmente se está ante un pecado, para luego determinar la sanción correspondiente. Sin delito no hay pecado, luego no hay sanción ni pena. Todo lo que se ha mencionado hay que llevarlo a verificación; como por el ipso facto no se puede proceder de esta manera, se entorpece el debido proceso. Para determinar la pena se necesita verificar el pecado previamente para así determinar el delito. Se necesita que la autoridad competente pruebe previamente que se está ante un pecado, sin lo cual no se puede determinar el delito y el canon 694 no lo permite. (Astigueta, 2012) Por el afán de aplicar una norma, como es caso del canon 694, se cae en la tentación de juzgar el hecho o los hechos de una manera objetiva, desconociendo también los aspectos subjetivos y ésta actitud vicia la certeza de los hechos y su imputabilidad. En el momento 245 1324 § 1. El infractor no queda eximido de la pena, pero se debe atenuar la pena establecida en la ley o en el precepto, o emplear una penitencia en su lugar, cuando el delito ha sido cometido:1 por quien tenía sólo uso imperfecto de razón; 2 por quien carecía de uso de razón a causa de embriaguez u otra perturbación semejante de la mente, de la que no fuera culpable; 3 por impulso grave de pasión, pero que no precedió, impidiéndolos, a cualquier deliberación de la mente y consentimiento de la voluntad, siempre que la pasión no hubiera sido voluntariamente provocada o fomentada; 4 por un menor de edad, que haya cumplido dieciséis años; 5 por quien actuó coaccionado por miedo grave, aunque lo fuera sólo relativamente, o por necesidad o para evitar un perjuicio grave, si el delito es intrínsecamente malo o redunda en daño de las almas; 6 por quien actuó en legítima defensa contra un injusto agresor de sí mismo o de otro, pero sin guardar la debida moderación; 7 contra el que provoca grave e injustamente; 8 por quien errónea pero culpablemente juzgó que concurría alguna de las circunstancias indicadas en el canon 1323, 4 ó 5; 9 por quien, sin culpa, ignoraba que la ley o el precepto llevaban aneja una pena; 10 por quien obró sin plena imputabilidad, con tal de que ésta siga siendo grave. § 2. Puede el juez hacer lo mismo, si concurre cualquier otra circunstancia que disminuya la gravedad del delito. § 3. circunstancias que se enumeran en el § 1, el reo no queda obligado por las penas latae sententiae. En las 191 de juzgar se debe tomar distancia entre lo objetivo y lo subjetivo, sin desconocer al ser humano y sin faltar a la verdad. El canon 694 se inclina hacia la parte objetiva y desde allí sanciona, desconociendo elementos atenuantes o eximentes que una postura hacia lo subjetivo iluminaría. A manera de conclusión: Al final de esta investigación, se llega a concluir que en la expulsión de un religioso infractor se ha dado todo un recorrido en la historia de la vida consagrada y ha intervenido la experiencia de los fundadores de las comunidades religiosas, de los Papas, de los Concilios y hasta del estado civil, en busca siempre de mantener el orden. En un primer momento no se contemplaba la expulsión, sino la espera de la enmienda del infractor o del incorregible. En un segundo momento, se contempló la expulsión para no perjudicar a los miembros del instituto, pero como detalle curioso el expulsado seguía conservando los vínculos provenientes de la profesión religiosa. En un tercer momento se llegó a establecer la expulsión ipso facto a partir del decreto Quum Singulae (1911) ad experimentum, pasando a consolidarse en el Código de Derecho Canónico de 1917. En un cuarto y último momento, al llegar a cumplir 102 años de esta misma norma, el Código de 1983, lo aprueba sin ninguna modificación pasando por alto - de forma involuntaria - las nuevas directrices dadas por el Concilio Vaticano II, especialmente su carácter pastoral y por ende descuidando la ley suprema de la Iglesia: la salus animarum a nivel individual. Es por tanto que al llegar al final de esta investigación, se ha demostrado hasta la saciedad que el efecto penal inmediato del canon 694 no es posible de aplicar, tanto en su interpretación, como en su aplicación, teniendo en cuenta además que después del Código de 1983 han salido nuevas disposiciones dadas por el mismo legislador, como por ejemplo el examen de doctrinas, (1997) el cual hay que aplicar al apóstata, e igualmente las nuevas facultades concedidas a la Congregación para el Clero, que hacen referencia a la forma de llevar a cabo la expulsión del estado clerical por procedimiento admirativo en forma específica y decisional. (2009) El Código de Derecho Canónico exige plena imputabilidad. 192 Para llegar a la certeza de suficiente imputabilidad física, psicológica, moral y jurídica, se requiere de tiempo, personal y recursos, algo que no permite la inmediatez o el ipso facto y que se debe llegar a determinar la intencionalidad del infractor, si se da la parte dolosa, es decir la malicia de hacerle daño a la Iglesia y la conciencia de las consecuencias de los actos. También hay que tener en cuenta antes de establecer la pena, si realmente se está ante un delito o ante un pecado para determinar la proporcionalidad de la sanción. Lo que se castiga es la violación externa de la ley gravemente imputable a título de dolo o de culpa (Can. 1321). Para ello además es necesario respetar los derechos que tiene el infractor como por ejemplo el derecho a la legítima defensa, el derecho al recurso jerárquico, el derecho a conservar la fe y perseverar en la Iglesia. De igual manera ¿qué atenuantes y eximentes se pueden contemplar? En fin, el efecto penal inmediato del canon 694 no es posible por todas las circunstancias analizadas hasta ahora y por los vacíos que presenta el mencionado canon. Sin embargo, no se descarta la aplicación del canon en causal 2 del matrimonio. Podría decirse que sólo en el caso de matrimonio cuando la investigación previa da como resultado que sí hubo libertad consensual y se demuestra. Sin embrgo el ipso facto nunca podrá aplicarse en la inmediatez, tendrá efecto después de un proceso serio y justo. Antes de dar mi humilde propuesta de redacción del canon 694, que nace de este proceso de reflexión teórica, quisiera que se apreciara en forma sinóptica la trayectoria jurídica en el ordenamiento canónico del canon 694. (Código de 1917, 1983 y del Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium-1990) 193 Can. 646 del CCI Can. 694 1917 Can. 497 del CCEO 1992 1983 §1 Se han de considerar § 1. Se ha de considerar expulsado 1. Se ha de considerar expulsado, en como legítimamente de propio derecho de un instituto dimitidos ipso facto los el miembro que: virtud del mismo derecho, el que: religiosos: 1º Los apóstatas 1º. públicos de la Que se haya apartado 1º abandonó públicamente la fe católica; notoriamente de la fe católica; fe católica 2º El religioso que se fuga con una mujer o la religiosa que se fuga con un hombre. 3º Los que contraer atentan 2º. Haya contraído matrimonio o 2º contrajo matrimonio o lo intentó, o contraen lo atente, aunque sea sólo de aunque sea civil; matrimonio, aunque sea manera civil. el llamado civil. §2 En tales casos, basta § 2. En estos casos, una vez § 2 En estos casos, el superior del que el superior mayor, recogidas las pruebas, el superior monasterio autónomo, consultando su con su capítulo o mayor con su consejo debe emitir consejo y recogidas las pruebas sin consejo, a tenor de las sin ninguna demora una demora alguna, emita la declaración del constituciones, declare declaración del hecho, para que la hecho para que conste jurídicamente la la existencia del hecho; expulsión conste jurídicamente. expulsión, e informe cuanto antes del más asunto a la autoridad a la que está sujeto procurará conservar en el archivo de la casa las pruebas que de recogido. él haya inmediatamente el monasterio 194 Se puede observar en este cuadro que se ha mantenido el ipso facto durante toda la trayectoria de la normatividad sobre la expulsión, a partir del decreto Quum Singulae 1911, hasta el código de las Iglesias Orientales 1992, sin ninguna modificación, desconociéndose la norma del principio general de la Iglesia: la salus animarum. 4.9 Síntesis de argumentos sobre la inviabilidad de la inmediatez del ipso facto Salus Animarum en la singularidad de la persona. Derecho a la legítima defensa. El derecho a permanecer en la Iglesia y a perseverar en la fe. La flexibilidad y pastoralidad del derecho. La equidad canónica. El fin de la pena. La importancia y trayectoria histórica de la vida consagrada y su inclinación por la no expulsión. La norma actual con más de 100 años sin sufrir modificaciones. El examen de doctrinas. Expulsión del estado clerical por procedimiento administrativo, teniendo en cuenta las nuevas facultades. Esquemas preparatorios al código, pena latae sententiae y ferendae sententiae. La no distinción entre pecado, delito, pena y sanción. La plena imputabilidad (física, psicológica, moral y jurídica). La verificación del dolo (intencionalidad). La verificación de atenuantes, agravantes y eximentes. La dificultad en la aplicabilidad. Medios Pastorales. Investigación previa. Tener en cuenta que la pena es más expiatoria que medicinal. El estado Religioso no puede considerarse como pena. 195 4.10 Propuesta de redacción del canon 694 del Código de Derecho Canónico de 1983. §1 Se ha de considerar suspendido y posteriormente expulsado al religioso de votos perpetuos y al religioso clérigo, que haya incurrido en delito gravemente imputable a título de dolo, por: 1º Apostatar pública y continuadamente de las verdades de la fe católica. 2º Haber contraído matrimonio o lo atente, aunque sea sólo de manera civil y persista en la contumacia. §2 En estos casos, una vez hecha la investigación pertinente, hágasele saber al religioso infractor, sobre lo que se le está investigando y sus consecuencias, désele la oportunidad de la legítima defensa, concédasele un tiempo discrecional para que se enmiende, pregúntesele si no va a reconsiderar su posición. Si persiste en la contumacia, amonéstelo por tres veces, cada amonestación tenga un periodo de 6 meses. En la última amonestación pregúntesele si va a seguir con la contumacia y si continúa comuníquesele que se va a empezar un proceso de expulsión ante la autoridad competente, iniciando por la declaración de los hechos. §3 Si se ha optado por un proceso de expulsión como última instancia, causada por la continua contumacia del infractor246, téngase en cuenta el debido acompañamiento al religioso, después de la expulsión, en la espera de su conversión y aplíquense las nuevas disposiciones y modificaciones que en el transcurso del tiempo concede el legislador. 246 Por tratarse de la dimisión del estado religioso, un caso eminentemente especial, téngase presente lo estipulado en los cánones: 204, 698, 696, 702,2, 1321, 1322, 1323, 1324, 1336, 1341, 1347, 1353, 1717, 1720, 17 196 4.11 Sugerencias para los superiores mayores y locales y para los religiosos frente a situaciones de conflicto. No quisiera terminar esta investigación sin hacer algunas recomendaciones a los encargados de las comunidades religiosas y a los religiosos frente a la vocación y responsabilidad que se tiene con sigo mismo, con Dios, con la Iglesia y con la sociedad y aprender en la humildad a llevar y a tratar los conflictos que se presenten. El evangelio y la legislación canónica nos ayudan a sobrellevar nuestras dificultades evitando todo litigio. Ante todo saber y aceptar que las dificultades siempre estarán presentes, pretender huir, dilatar, rechazar, desinteresarse, “salir del paso” de ellas es incrementar el problema y además lesionarse a sí mismo y a otros, con los problemas que debían tratarse más serena y justamente. Basándose en el Evangelio, en los principios generales de la legislación de la Iglesia y en el ordenamiento canónico teniendo en cuenta su actual renovación, los superiores y religiosos podrán actuar lo más justamente posible. Las sugerencias son: Para los superiores mayores: En cada instituto de vida consagrada debe haber uno o varios miembros expertos en la legislación canónica247 para que lleven o acompañen cada uno de los debidos procesos. En cada instituto de vida consagrada debe haber en la medida de lo posible un religioso con el perfil propio de promotor de justicia248. Si por algún motivo no se tiene este personal, tener humildad para consultar a expertos en la materia. No llevar los procesos de forma improvisada ya que esto sólo ayudaría a agudizar los problemas. Éstos deben tratarse con mucha sutileza y prudencia. Tener un interés continuo en la actualización de los temas para el manejo del gobierno de los institutos religiosos. 247 Personas que han estudiado Derecho Canónico lo saben por experiencia. Si los Institutos no cuentan con este personal, se debería promover a un religioso para que estudie la disciplina canónica, en las universidades competentes. 248 Es el ministro del tribunal que por oficio está obligado a velar por el bien público, en las causas contenciosas en que éste está implicado y en las causas penales Can. 1430 (Cfr. Diccionario de Derecho Canónico, 1989) 197 Ser conscientes que se está frente a seres humanos, con grandes probabilidades de errar. Ser conscientes de su rango superior frente al religioso y manejar un gran dominio de sí mismos. Ser asertivo. Percibir en qué actitud está el religioso: si la actitud es agresiva, lo primero que hay que hacer es estabilizarlo, tranquilizarlo. Después se retomará la situación. Buscar siempre que haya un ambiente favorable para manejar los problemas. Exponer los hechos, las acusaciones, reclamos, dudas, con serenidad. Para esto se debe tener bien claro y ojalá por escrito los puntos que se van a tratar en el encuentro con el religioso, para manejar seguridad en los temas a tratar. Se debe tener una actitud serena no acusativa. Se requiere conservar la actitud de paternidad en el encuentro con el religioso. Tener la capacidad de escucha, permitir que el religioso se exprese y explique lo sucedido; si surgen preguntas abstenerse de hacerlas por el momento y tomar apuntes para más adelante hacerlas: no hay que interrumpir, hacerlo podría dificultar el dialogo que se pretende llevar. Dejar que el religioso explique lo que se le está preguntando. Aclarar dudas si las hay. cuando el religioso haya terminado de explicarse. Preguntarle al religioso si en verdad ha cometido dichos delitos o acusaciones que se le imputan. Tomar medidas en el asunto, tanto el superior mayor como el Religioso. Evitar los litigios. Terminar el encuentro siendo amigos, no olvidar que son hermanos en la vida consagrada, y que la función del superior mayor no es de condenar y dar sentencia, sino de acompañar y de estimular a la conversión. Abstenerse de tomar una actitud inquisitiva. No es el Superior el que sanciona, sino las leyes establecidas por la misma Iglesia quienes lo hacen. El superior mayor es un acompañante. Se deben manejar muy bien los sentimientos que pueden generar este tipo de encuentros, que para ambos (el superior y el religioso) es un encuentro de por sí difícil; no tomar partido, ser neutros en la situación. 198 Después de todo esto, sería muy conveniente iniciar la debida investigación, para verificar las acusaciones y buscar la verdad. Entender, aceptar y comprender que cualquier persona tiene derecho a la legítima defensa y que para ello tiene un tiempo determinado. Hacer siempre las debidas amonestaciones. Que el religioso haya incurrido en un delito, no por eso se le debe considerar un enemigo, ni se le debe tratar con desprecio, ni excluirlo de la comunión fraterna, ni mucho menos suspenderle sus derechos, para suplir sus necesidades básicas. Contar con otros puntos de vista de peritos que conllevaría a una decisión más competente, para no caer en la autosuficiencia. No tener miedo ni laxitud para investigar, gestionar, tramitar asuntos delicados y recurrir a la autoridad competente. Buscar siempre la verdad y hacer justicia en el marco de la equidad. Pase lo que pase, siempre tratar al religioso con caridad evangélica. En la medida de lo posible no tomar nunca solo las decisiones, buscar que las decisiones sean tomadas en la colegialidad y hágaselo saber al religioso. No sobraría una consulta a otras personas competentes en el tema antes de comunicarle al religioso las decisiones tomadas. Es muy conveniente hacer un silencio prudente entre la toma de decisión y la comunicación al religioso; pueden surgir nuevas situaciones, nuevas ideas que pueden llevar a repensar la decisión ya tomada o permitir reafirmarla. No nos convirtamos nosotros en instancia del juicio final, como lo dice S.S. Benedicto XVI: sino que al juzgar al otro hemos de respetar también su misterio. Aunque la justicia precise hacerlo para mantener el orden - no juzgar a la persona, sino hechos concretos, intentando hallar la respuesta adecuada -, siempre deberíamos respetar el misterio, ese algo reservado que sólo Dios puede juzgar. Dejar las puertas abiertas de los institutos a los religiosos que se han separado por algún motivo, en la medida de lo posible, éstos pueden enmendarse más tarde y desear volver. No abusar de la autoridad. 199 Saber y aceptar con humildad que el superior mayor también tiene un superior que está por encima de su autoridad y que puede sancionarlo por incompetencia. Prever los efectos y consecuencias de las decisiones tomadas. Vivir más el Evangelio y dejar a un lado las diferencias humanas. Dirigir el instituto religioso con una perspectiva teológica, humana, canónica y dejar la inmediatez para resolver los problemas. Revisar continuamente los estudios de los religiosos para verificar si hay malformaciones en la doctrina. Acompañar y respaldar continuamente a los clérigos en sus funciones como tales. Crear periódicamente cursos de actualización teológica Si por algún motivo el religioso salió del instituto, seguir en comunicación con él. Mantener continuamente un coloquio fraterno con el religioso. Suplir las necesidades básicas del religioso. Valorar al religioso como “persona”, no por su utilidad. No confundir la comunidad con una empresa. Ser padre y madre de los religiosos. Evitar adueñarse del instituto. Evitar perpetuar su oficio. Ejercer su oficio como si fuera Dios. Para los superiores locales Mayor idoneidad para ejercer sus funciones. Madurez y competencia para seleccionar al personal que va a ingresar. Madurez y competencia para formar. Más objetividad en las líneas formativas. Humildad para aceptar los cargos; si no hay competencia, no aceptar. Madurez para formar, teniendo en cuenta la edad del superior. Actitud para el estudio y para la actualización. Capacidad de permanencia y de actuación en la casa de formación. 200 Tener un equipo interdisciplinario competente, que apunte a las dimensiones de la formación humana. Mayor agudeza para discernir la idoneidad de los religiosos. Proporcionar las herramientas necesarias para la convivencia en la vida consagrada y para el ministerio sacerdotal. Tener un acompañamiento exigente y fraterno. Tener capacidad para seleccionar los profesores y las universidades que van a intervenir en la formación de los religiosos. Verificar si los estudiantes están recibiendo una verdadera formación que vaya de acuerdo con las directrices de la Iglesia Católica. Detectar a aquellos religiosos que no han comprendido la doctrina y la disciplina de la Iglesia católica, formarlos de forma personalizada si es el caso y dejar el afán de promoverlos con grandes vacíos. Entender y aceptar que la formación en los seminarios no consiste en una promoción automática. Ser más responsables con el religioso, con el instituto, y con la Iglesia. Tener una capacidad total de comunión con las directrices de la Iglesia. Tener capacidad para de dedicarse al oficio de formar, instruir, amonestar, corregir y amar. Tener capacidad para invitar a un joven a salir del instituto, por falta de idoneidad, de la mejor manera. Tener capacidad de colegialidad para tomar decisiones. Ejercer la caridad evangélica para todos, especialmente para aquellos que se van a separar o que se separan del instituto. Tener capacidad de exigencia fraterna para sus religiosos y superiores mayores. Saber, aceptar y comprender que toda persona que es acusada tiene derecho a defenderse. Ser claros y transparentes en los coloquios, evitar ambigüedades. Respetar el fuero interno. No manipular la inocencia de los religiosos ni adherirse a su malicia. Mantener un acercamiento y un alejamiento prudente con los religiosos. 201 No tener miedo a gestionar asuntos delicados. Recordar que su función es en bien de las almas y en bien de la Iglesia y no en bien de sus intereses personales. No tener miedo a buscar la verdad. No olvidar que las funciones propias de un oficio específico entran en un engranaje general. Una mala función perjudica todo el sistema, y los daños y consecuencias serán mayores. Ser honestos y competentes con el oficio confiado. Garantizar las necesidades básicas de los religiosos. Actualizarse sobre las nuevas disposiciones dadas por la autoridad competente frente al tema de la expulsión o salida de los religiosos de sus institutos. Tener capacidad para decidir en colegialidad. Tener más espíritu de sacrificio. Preocuparse más por la Iglesia y ofrecerle los mejores religiosos. Para los religiosos Tener honestidad consigo mismo. Verificar si realmente está llamado a una vocación a la vida consagrada y al ministerio sacerdotal. Comprobar si reúne los requisitos para vivir en fraternidad y vivir el ministerio sacerdotal. Esforzarse con mucha exigencia personal cada día por asimilar, aceptar y comprender las Sagradas Escrituras, la tradición y el magisterio de la Iglesia, su disciplina y las normas establecidas en las constituciones y directorios del propio instituto. Aceptar y comprender que la vocación a la vida consagrada y la vocación al ministerio sacerdotal exigen un alto grado de renuncia, obediencia. espíritu de fe y de 202 Aceptar y comprender que la pertenencia definitiva a la vida consagrada y la recepción del orden sacerdotal no son un derecho adquirido. Saber, aceptar y comprender249 con humildad que si no cumple con sus deberes será amonestado y que tiene la responsabilidad de firmar dichas amonestaciones sin demostrar agresividad. Saber aceptar y comprender que si incurre en faltas graves y viola una ley tanto del instituto como de la Iglesia, será sancionado por la autoridad competente. Saber que tiene derecho a defenderse racionalmente frente a cualquier acusación válida. Saber aceptar y comprender que cuando hable con sus formadores debe mantener serenidad y respeto por ellos. Saber que frente a cualquier lesión puede recurrir a la autoridad competente. Saber y aceptar las correcciones de sus formadores. Saber y aceptar que debe ser evaluado por sus formadores. Saber y aceptar que debe dar el punto de madurez requerida. Saber, aceptar y comprender que debe ser ejercitado para la vida de convivencia y para ejercer el ministerio. Saber, aceptar y comprender que en el proceso de formación pueden haber interrupciones, ya sea para dar más espacio para madurar algún aspecto o para discernir mejor la vocación. Saber que se tiene derecho a que su proceso de formación sea serio. Saber que se tiene derecho a conocer la verdad sobre su proceso formativo. Saber que se tiene derecho a que se le realice un debido proceso frente a una acusación. Saber y aceptar que el instituto lo puede despedir en cualquier momento con causa justa y con el debido proceso. Saber y asimilar que no tiene derecho a reclamar nada por los servicios prestados dentro del instituto. La caridad depende de los supriores y no es un derecho adquirido. 249 La insistencia de los términos Saber, Aceptar y Comprender, radica en que no todos asimilan estos tres términos. No basta con solo saber, aceptar o comprender, sino saber aplicar esta trilogía como proceso fundamental para el cambio y la conversión. 203 Saber, asimilar y comprender las exigencias de la vida consagrada y las exigencias de la vida sacerdotal. Saber, asimilar y aceptar que a cualquier problema grave que tenga que ver con la vida íntima, ya sea personal o con otra persona, debe responder ante el instituto a cual pertenece, ante la Iglesia y ante la sociedad y debe reparar los daños personalmente, no el instituto ni la Iglesia. Saber, aceptar y comprender los ejes centrales de la vida consagrada. Saber, aceptar y comprender con libertad la perpetuidad del celibato. Saber, aceptar y comprender que si está sancionado no puede ejercer las funciones sacerdotales, sólo podría hacerlo en peligro de muerte. Buscar siempre el camino positivo frente a una controversia. Si por algún motivo no desea continuar en el instituto o ejercer el ministerio sacerdotal, pedir con humildad la dispensa correspondiente.250 Cuidar la Iglesia de los malos comportamientos que la perjudican enormemente. Si se desea salir de la comunidad, hacerlo con la prudencia requerida, llevando un proceso serio y respetuoso. Evitar quedar en un estado “vago” en la Iglesia. Tener un alto grado de madurez frente a las decisiones tomadas. Asumir las consecuencias de las decisiones con madurez. Evitar odios y rencores con la autoridad. Si la salida es inminente, hacerlo en el silencio, sin provocar ningún escándalo. Amar profundamente a la Iglesia, aunque en el momento la persona esté en la “noche oscura”. 250 Téngase presente para este proceso la carta de la Congregación para la evangelización de los pueblos(2009) sobre la solicitud de dispensa de la obligaciones clericales presentadas por sacerdotes y diáconos (2009) 204 Para terminar este sencillo estudio se cita a uno de los grandes en la vida monástica quien enseña la sencillez y la prudencia. “Tengan por más dignos a los demás; soporten con una paciencia sin límites sus debilidades, tanto corporales como espirituales; pongan todo su empeño en obedecerse los unos a los otros; procuren todos el bien de los demás, antes que el suyo propio; pongan en práctica un sincero amor fraterno; vivan siempre en el temor y amor a Dios; amen a su abad con una caridad sincera y humilde; no antepongan nada absolutamente a Cristo251. 4.12 Conclusiones La Iglesia es un misterio de fe y es el lugar donde Dios se auto manifiesta, donde desenvuelve su misterio de comunión, de esperanza y de unidad de toda la humanidad, en busca de un solo bien común, del fin supremo: la salvación de los hombres. La salus animarum es un principio fundamental y su aplicación es criterio supremo de toda la actividad de la Iglesia. El Derecho Canónico armoniza, satisface y garantiza las relaciones entre los bautizados, objetivo que no se alcanza en el canon 694. La actividad de la Iglesia no se agota en la actividad jurídica. Junto al orden de justicia que determina el derecho, incluso el Ius Divinum, existe en la Iglesia el orden de la caridad que establece la ley evangélica, el cual no subyace en el canon 694. 251 De la regla de San Benito, prologo, 4-22; cap. 72, 1-12: CSEL 75,2-5. 1662- 163. 205 Las características del Derecho Canónico son la unidad, plenitud, elasticidad y pastoralidad; características que deben aparecer como criterios fundamentales en la aplicación de cualquier norma eclesiástica. El Derecho Canónico es verdaderamente científico y está enmarcado en la teología. Se basa en la equidad y en el realismo. Es capaz de acomodarse a circunstancias concretas y no se altera con ninguna coacción física; de ahí que tiene la capacidad para actualizar sus normas, ya que su característica es la dinamicidad. Es el amor el que nos abre hacia el otro y nos hace llegar hasta la fuente viva de sus valores. Entonces y sólo entonces viene la justicia. En el canon 694 se toma la decisión de la expulsión sin contemplar los atenuantes y agravantes faltando a la justicia, al derecho de la legítima defensa y por ende al amor, hilo conductor de todo el Código. La justicia es la virtud que se inclina a dar a cada uno lo que le corresponde y la equidad es la justicia distributiva; en la norma automática ¿dónde se ve reflejada la equidad? Cuando se prescinde de la buena fe, el derecho se torna incapaz de encontrar fórmulas jurídicas que garanticen seguridad y protección; es fácil dictar normas y sentencias prescindiendo de este principio. La Equidad Canónica es un deber de quien ha de aplicar el derecho. En todos los cánones se debe buscar lo que está expresamente en el canon 1752: hacer un ajuste en aquellas normas donde no aparece explícitamente el espíritu de la salus animarum. Aplicando este principio se concluye que aunque el canon mencione el ipso facto, en la realidad no lo es tanto. El trasfondo del Derecho Canónico es ontológico ya que encontramos leyes divinas y leyes eclesiásticas y se debe discernir en el canon. hasta dónde va lo uno y lo otro prevaleciendo lo ontológico y su carácter indeleble, como en el caso del apóstata, el cual no pierde su comunión ontológica con Dios aunque haya faltado a la ley eclesiástica. Por tanto ¿dónde queda la expulsión? Para hacer justicia no basta con reconocer y castigar al culpable de un delito. Es preciso que se haga todo lo posible para corregir y mejorar al hombre con vistas a su reinserción social. 206 Las penas canónicas tienen un único fin: la conversión del delincuente. El derecho penal en la Iglesia ha de entenderse sin perder de vista el mandato conciliar y mirando el misterio de la Iglesia, ya que el fin de la misma no es castigar al hombre sino redimirlo. El ipso facto castiga, perjudicando y lesionando al infractor en toda su integridad, dejándolo si alternativas. El canon 694 rige hoy con una mentalidad anterior al Código de 1917. Al aplicar una ley y al dar sentencia no se debe ser presuntuoso convirtiéndose en instancia de juicio final, sino que al juzgar al otro, hemos de respetar también su misterio; error gravísimo que comete el canon 694 cuando no se ha obtenido la certeza moral y aún más, cuando no se ha dado el derecho a la legítima defensa. Como el fin de la Iglesia no es simplemente castigar sino llevar al infractor a la reparación de los daños y a la enmienda, ella utiliza varias penas ya sean medicinales y expiatorias en busca de rescatar la integridad del ser humano. El canon 694 tajantemente sanciona al infractor sin darle la oportunidad de que se enmiende, quedando esta pena fuera del contexto de las penas eclesiales mencionadas. La Iglesia establece penas latae sententiae y ferendae sententiae según el caso, insistiendo en no dictar penas latae sententiae y favoreciendo las ferendae sententiae. Estas últimas permiten obtener el fin de la pena y son acordes con la salus animarum. El canon 694 presenta muchos vacíos, citando uno: los efectos de la expulsión, que nada dice la ley al respecto; por tanto al aplicar la pena en este canon no se sabe con certeza si se está ante una pena medicinal o frente a un apena expiatoria porque conserva elementos de ambas, prevaleciendo la expiatoria. La salus animarum no sólo debe abarcar a los fieles bautizados, sino también al Pueblo de Dios en general, partiendo por la singularidad de cada persona. La autoridad civil interviene en algunos casos para favorecer el orden. Se recoge la opinión común de que es legítimo expulsar. Diversas congregaciones romanas producen normativas sobre la expulsión, por medio de respuestas y declaraciones. 207 La expulsión de los religiosos surge en los orígenes de la vida consagrada sin ninguna dificultad puesto que no había normas que sancionaran los delitos, obligando a los fundadores a contemplar en sus constituciones normas que rigiesen comportamientos de religiosos incorregibles, llegando inclusive a la intervención civil y obligando a la Iglesia a tomar cartas en el asunto por medio de los Concilios y la intervención del Papa hasta llegar a un órgano quien se encargara del estudio de dichos casos. Es así como se llega a consolidar en el Quum Singulae pasando al Código de 1917 y constituyéndose en el Código de 1983 que establece como ipso facto el caso de la expulsión. Con Urbano VIII por medio de decreto Sacra Congregatio se fija obligatoriamente el procedimiento de expulsión. Hay tres diversos tipos de procedimiento ordinario, que se aplican según la condición jurídica del religioso. (profesos temporales, profesos perpetuos y profesos perpetuos clericales) En la fase preparatoria al Concilio vaticano II la comisión de religiosos confeccionó un artículo que preveía la desaparición del proceso judicial. Razones pastorales llevan a cambiar la disciplina sobre las obligaciones del expulsado. El Código de Derecho Canónico de 1983 establece tres tipos de expulsión: automática o ipso facto, obligatoria, facultativa y la inmediata, eliminando el proceso judicial que se tenía anteriormente. La expulsión ipso facto determina la dimisión del religioso que ha cometido el delito de apostasía y ha celebrado o atentado matrimonio aun civil, sin llevar acabo un debido proceso, bastando la declaración de los hechos. No hay garantías y nada se dice de los efectos. Para llagar a determinar la apostasía hoy, se necita hacer el examen de doctrinas. Para llegar a expulsar un religioso clérigo hay que tener en cuenta las nuevas facultades concedidas por su Santidad Benedicto XVI a la Congregación para el Clero, para que el Papa tome la decisión en forma específica. La inmediatez del canon 694 no es posible, ya que se necesita comprobar si realmente se está ante un delito y para determinarlo se necesita primero comprobar 208 si se está ante un pecado, para determinar el delito, y por ende establecer la pena correspondiente. El canon 694 no permite verificar los atenuantes, agravantes y eximentes, y aún más, no permite verificar el aspecto doloso (intencionalidad); elemento que no permite aplicar una pena ipso facto. El canon no permite hacer un proceso serio y riguroso. Se falta al derecho de la legítima defensa, no permite obtener la plena certeza de imputabilidad (física, psicológica, moral o jurídica). Es por eso que la aplicación del canon no es posible. Considero pertinente que la expresión “de propio derecho” (ipso facto) del canon 694 desaparezca ya que ésta no permite todo lo que se ha mencionado con antelación y se propone una nueva redacción del canon que tiene en cuenta el mandato conciliar, el derecho a la legítima defensa, el recurso jerárquico, la justica, la equidad; en una palabra: la salus animarum. Para evitar los litigios en la Iglesia es recomendable tener en cuenta algunas sugerencias para los superiores mayores, locales y religiosos, que se encuentran al final de esta investigación, para evitar la inmediatez del ipso facto del canon 694 y de otros. 209 5.1 REFERENCIAS Libros: Álvarez, J. (1987). Manual de historia de la Iglesia. Madrid, España: Odo Casel Misterio de la Iglesia. Anaya, J.M. (2007). La expulsión de los religiosos: un recorrido histórico que muestra el interés pastoral de la Iglesia. Roma, Italia: Editrice Pontificia Universita Gregoriana. Benedicto XVI. (2005). Dios y Mundo. 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(2011). Dos Códigos Canónicos Animados por un mismo Espíritu. Tesis de Maestría. Pontifica Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. 215 5. Referencias Material Electrónico: Reyes, P. (2009). “La expulsión de un religioso de su instituto”. Ius canonicum: Derecho Canónico en la WEB. Recuperado de http://www.iuscanonicum.org/index.php/derecho-procesal.html “San Ivo de Chartres”-Salus animaum. (2013). New Advent. Catholic Encyclopedia. Recuperado de http://www.newadvent.org/cathen/08257a.htm “Salus animarum”. (2013). Agustinian Canons: promoters of the Canonical Life for Priests. Recuperado de http://www.augustiniancanons.org/About/saints.htm#St.%20Ivo “Escatología Cristiana”. (06-02-2013). Monografías.com: tesis, Documentos, Publicaciones y Recursos Educativos. Bogotá. Recuperado de http://www.monografias.com/trabajos30/escatologiacristiana/escatologiacristiana.shtml#escat#ixzz2K8HhlM9t. “Pontificia Comisión para la Interpretación del Código de 1917” (05-05-2013). Aciprensa. Recuperado de: http://www.aciprensa.com/ “Reglamento para el Examen de Doctrinas” (10-04-2013). Ratio Agendi: Vaticano (Ciudad del Vaticano). Recuperado de: http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_ doc_19970629_ratio-agendi_sp.html 216 Contenido Introducción...................................................................................................................................... V 1. VISIÓN GENERAL DE LA SALUS ANIMARUM ................................................................1 1.1 La Iglesia. ..................................................................................................................... 2 1.2 El misterio de la Iglesia y el Derecho Canónico. ......................................................... 5 1. 3 El Derecho Canónico .................................................................................................. 8 1.4 Características únicas del Derecho Canónico ............................................................ 11 1.5 La justicia desde la perspectiva del Derecho Canónico ............................................ 13 1.6 La equidad canónica ................................................................................................. 17 1.7 La suprema ley de la Iglesia ..................................................................................... 21 1.8 Salus animarum ......................................................................................................... 22 1.9 Fin sobrenatural ......................................................................................................... 24 1.10 Algunos cánones del Código de Derecho Canónico que mencionan expresamente la salus animarum:....................................................................................................... 26 1.11 Las penas en la Iglesia ............................................................................................. 30 2. LA EXPULSIÓN DE LOS RELIGIOSOS............................................................................38 2.1 Visión general primigenia de la normativa sobre la expulsión .................................. 39 2.1.1 De la vida monástica al monje Graciano. ............................................................ 42 2.1.2 Reglas de la España Visigoda ............................................................................. 46 2.1.3 Legislación Conciliar .......................................................................................... 46 2.1.4 La legislación pontificia 2.1.4 que al margen ..................................................... 47 2.1.5 Legislación civil 2.1.4 que al margen ................................................................. 47 2.2 Del monje Graciano al Papa Urbano VIII ................................................................. 48 2.2.1 Privilegios y constituciones de las órdenes ......................................................... 49 2.2.2 Constituciones de las órdenes ............................................................................. 50 2.2.3 Concilio de Trento .............................................................................................. 51 2.2.4 Sistematización de la doctrina............................................................................. 52 2.3 Del Papa Urbano VIII al decreto Quum Singulae ................................................... 54 2.3.1 Los Regulares ...................................................................................................... 55 2.3.2 Concilio Vaticano I ............................................................................................. 57 2.3.3 Finales de período ............................................................................................... 58 217 2.4 Aportes del siglo xx sobre la expulsión de los religiosos........................................................61 2.4.1 Efectos jurídicos de la expulsión......................................................................... 63 2.4.2 Expulsión ipso facto ............................................................................................ 64 2.4.3 Proceso judicial para expulsar religiosos de votos perpetuos ............................. 65 2.4.4 Del código de 1917 en adelante .......................................................................... 66 2.4.5 Aporte del Concilio Vaticano II sobre la expulsión ............................................ 67 2.4.6 Preliminares del código de 1983 ......................................................................... 70 2.5 Visión de la normativa actual sobre la expulsión .................................................... 82 2.5.1 Primera forma de expulsión: A iuri, expulsión por el mismo hecho ipso facto Can. 694 .............................................................................................................. 84 2.5.2 Segunda forma de expulsión: Obligatoria canon 695 ........................................ 85 2.5.3 Tercera forma de expulsión: Facultativa ............................................................. 88 2.5.4 Cuarta forma de expulsión: expulsión inmediata de la casa religiosa. ................ 89 2.5.5 La exclaustración impuesta ................................................................................. 91 2.5.6 Legislación que se aplica a un instituto secular, o a una sociedad de vida apostólica. ........................................................................................................... 92 2.5.7 Los Recursos Jerárquicos .................................................................................... 93 2.6 El recurso a la Signatura Apostólica ......................................................................................93 2.6.1 Situación especial de un clérigo .......................................................................... 94 2.6.2 Consideraciones generales sobre la pérdida del estado clerical .......................... 95 2.6.3 La Expulsión del estado clerical.......................................................................... 96 2.7 La normativa del Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium ................................... 98 3. CANON 694 DEL CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO DE 1983, NUEVAS DISPOSICIONES FRENTE AL EXAMEN DE DOCTRINAS Y LA EXPULSIÓN DEL ESTADO CLERICAL POR PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO. .......................100 3.1 Fuentes del Canon 694 ............................................................................................. 101 3.1.2 Esquemas preparatorios al Código .................................................................... 105 3.2 Norma actual ............................................................................................................ 106 3.2.1 Abandono de la fe ............................................................................................. 111 3.2.2 Matrimonio contraído o atentado ...................................................................... 115 3.2.3 La Declaración ................................................................................................ 118 3.3 Investigación .......................................................................................................... 119 218 3.4 Efectos de la expulsión automática ipso facto ....................................................... 121 3.5 Proceso para el examen de doctrinas ....................................................................... 125 3.5.1 Reglamento para el examen de doctrinas .......................................................... 127 3.6 La expulsión del estado clerical por procedimiento administrativo ........................ 133 3.6.1 Proceso judicial penal....................................................................................... 137 3.6.2 Proceso administrativo penal ............................................................................ 137 3.6.3 Clérigos que han cometido un delito contra el sexto mandamiento con un menor ........................................................................................................................... 138 3.6.4 Facultades especiales del 2009 .......................................................................... 139 3.6.5 Los elementos del proceso administrativo que se deben seguir a tenor de Can. 1720: ................................................................................................................. 142 3.6.6 Aplicación del canon1399: ................................................................................ 143 3.6.7 Características del procedimiento administrativo: ........................................... 144 3.6.8 Conclusión de la fase instructora: ..................................................................... 145 4. LA SALUS ANIMARUM Y EL EFECTO PENAL INMEDIATO DEL CANON 694 DEL CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO DE 1983 ..............................................................148 (Aporte de la Investigación) .............................................................................................. 148 4.1 El porqué de este título ............................................................................................ 150 4.2 Punto álgido ............................................................................................................. 153 4.3 Expulsión de propio derecho ................................................................................... 162 4.4 Apartamiento notorio de la fe católica ..................................................................... 166 4.5 Matrimonio: contraído o atentado, aún civil ............................................................ 170 4.6. Declaración ............................................................................................................. 174 4.7 La pena ..................................................................................................................... 176 4.8 Dificultades en la aplicación del Can. 694 .............................................................. 187 4.9 Síntesis de argumentos sobre la inviabilidad de la inmeditez del ipso facto............194 4.10 Propuesta de redacción del canon 694 del Código de Derecho Canónico de 1983……………………………………………………………………………..195 4.11 Sugerencias para los superiores mayores y locales y para los religiosos frente a situaciones de conflicto. ......................................................................................... 196 4.12 Conclusiones .......................................................................................................... 204 5. Referencias. ............................................................................................................................215 219