Villavicencio, Colombia, Suramérica, 17 de febrero de 2012

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Villavicencio, Colombia, Suramérica, 17 de febrero de 2012
Distinguida Doctora
ANNA MARIA CANCELLIERI
Ministra del Interior
Apreciada Señora:
En la página web www.litaliasonoanchio.it, leí esta declaración suya: “Es justo que se
piense en una nueva nacionalidad. El ”ius soli simple” presentaría el riesgo de que
vengan a nacer en Italia de todo el mundo. Yo pensaría más bien en la nacionalidad
para quien nace aquí y ha completado un cierto ciclo de estudios”.
Con todo el respeto que Usted se merece, quisiera comentar sus palabras. Tal vez
podría reflejar la opinión de muchísimos italianos, como yo, residentes en el
extranjero.
Soy un ciudadano italiano de segunda generación, residente en el extranjero, en
Colombia. En Colombia, el “ius soli” (derecho a la nacionalidad del país donde se
nace) ha sido siempre sagrado. Mi abuelo emigró a Colombia en la segunda mitad
del siglo XIX. Mi padre nació en Colombia y apenas respiró adquirió de pleno derecho
la nacionalidad colombiana sin tener que renunciar a la italiana. El, como
muchísimos italianos en todos los países del mundo, puso en alto el nombre de Italia,
su otra patria. En efecto, alcanzó los más altos cargos del poder judicial como
Magistrado de la Corte Suprema de Justicia. Desde 1991, la nueva Constitución
reconoce la doble nacionalidad, por lo que tener otra nacionalidad no impide tener la
colombiana, con la aclaración de que un colombiano en Colombia no puede hacer
valer su otra nacionalidad. Se puede llegar al extremo caso de que una turista
extranjera embarazada no alcance a regresar a su patria para tener el bebé y el
bebé, nacido en Colombia, no solo será colombiano de pleno derecho sino que no
podrá dejar de serlo. Colombia, sin embargo, no otorga ciudadanía por matrimonio.
Para que se entiendan mejor la mentalidad y la legislación colombianas, quisiera
contarle lo que le ocurrió a mi hija. Ella nació en Colombia, de madre italiana, y por
lo tanto italiana de pleno derecho por “ius sanguinis” (derecho de adquirir la
nacionalidad de al menos uno de los padres). Se trasladó a Italia, donde todavía
reside, y regresó a Colombia a pasar las vacaciones conmigo. Por pereza, no solicitó
pasaporte colombiano y viajó como italiana. Bien, en el aeropuerto de El Dorado,
antes de abordar el vuelo de regreso a Italia, los funcionarios del DAS al leer el
pasaporte se percataron de que ella había nacido en Colombia, en Cali, y le exigieron
que exhibiera el pasaporte y la cédula de ciudadanía colombianos. Casi no la dejan
abordar. Y le hago notar que el derecho colombiano se ha inspirado en el Derecho
Romano y después en el Derecho italiano.
El pequeñín de mis hijos, de apenas diez meses de edad, nacido en la ciudad
colombiana de Villavicencio, de mamá colombiana y padre (yo) italiano y
colombiano, desde el momento en que nació es italiano y colombiano de pleno
derecho. Es absurdo que niños nacidos en Italia no sean italianos como él solo porque
sus padres son extranjeros. A mi pequeñín, en el momento de nacer no vino el Cónsul
de Italia a hacerle un examen para medir sus conocimientos de lengua, historia y
cultura italianas, y nadie le puede quitar el derecho a tener un pasaporte italiano,
como tampoco nadie le puede quitar el derecho al pasaporte colombiano. Pero
saquemos conclusiones. Muchísimos ciudadanos italianos, nacidos en el extranjero,
gracias al “ius sanguinis” han envejecido y envejecen sin haber puesto el pie en Italia,
no hablan italiano e Italia no les interesa para nada. No pretendo que les quiten la
nacionalidad. ¿Pero puede ser justo que niños nacidos en Italia, solo porque hijos de
inmigrantes, sean considerados extranjeros? Peor todavía, y pocos en Italia lo saben.
Sucede que un italiano residente en el extranjero, por ejemplo en Colombia, se casa
con una colombiana, quien, después de dos años solicita la ciudadanía italiana que
se le otorga. Esta mujer tiene un hijo de un matrimonio anterior que
automáticamente, sin entenderse por qué, tiene derecho a la ciudadanía italiana,
aunque -¡abran los ojos!- el ciudadano italiano se haya separado o divorciado, y
aquella dama ya no sea su cónyuge. Fue lo que me pasó a mí. Entonces, regalamos la
ciudadanía en el extranjero y se la negamos en Italia a los hijos de los inmigrantes.
Según mi opinión, es una aberración.
Los inmigrantes extracomunitarios en Italia, donde existe un bajón impresionante de
la natalidad, rejuvenecen nuestra población. Socialmente, Italia los necesita. Pero,
además, es una cuestión de civilización. Todos los que en el extranjero nos sentimos
orgullosos de la civilización italiana, ¿cómo podemos hacer para no sentir una gran
vergüenza cuando Italia les niega a los hijos de los inmigrantes lo que los países en
los que vivimos no les han negado ni a nuestros abuelos, ni a nuestros padres ni a
nosotros mismos? ¿Por qué ahora tener miedo de que alguien pueda viajar a Italia
para tener un hijo italiano cuando desde hace muchísimo tiempo se le ha regalado
nuestra nacionalidad en el extranjero a personas que no tienen nada que ver con
Italia? Considere que las cosas han cambiado; ya no es como antes, cuando el
matrimonio era para toda la vida. Ahora que las separaciones y los divorcios están a
la orden del día, ¿quién puede asegurar que un cónyuge, hombre o mujer, en el
momento de obtener la ciudadanía italiana todavía su pareja sea un ciudadano o
ciudadana italianos? ¿Y Usted no cree que más de un extranjero o extranjero se case
con un italiano o italiana precisamente para obtener nuestra ciudadanía?
Para terminar, estoy de acuerdo con la invitación del Presidente de la República,
Giorgio Napolitano, a otorgarles la nacionalidad a los hijos de los inmigrantes. Es un
deber moral no solo frente a la sociedad italiana sino frente al resto del mundo, y
pienso que Usted, desde el alto cargo que ocupa, debería estar en primera fila
solicitándole a nuestro Congreso que finalmente honre nuestra civilización
otorgándoles la nacionalidad “ius soli” a todos los niños nacidos en nuestro
territorio.
Con especial aprecio
CESAR BRUNO
Magistrado del Tribunal de Etica Médica del Meta
Villavicencio, Colombia
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