DT- 2745 DOCUMENTO DE TRABAJO Autores: Profesores Beatriz Muñoz-Seca y Josep Riverola Fuente: Capítulo de un libro a publicar Fecha: Diciembre de 2000 Ultima edición: 4/12/00 CALIDAD E IMPLANTACION DE LA MEJORA PERMANENTE Introducción Un antecedente inmediato de algunas de las ideas que se presentan en este capítulo se halla en los conceptos de la calidad. Por tanto, es justo que en este capítulo establezcamos esta dependencia. La calidad ha sido ampliamente tratada en la bibliografía, tanto técnica como popular, en los últimos diez años. Ha formado parte del discurso de los políticos y de los ingenieros, a menudo con un fuerte componente emocional. La idea de calidad ha marcado una era en el mundo de la empresa, y ahora que está empezando a pasar la llamarada inicial empieza a ser el momento de aquilatar sus verdaderas contribuciones. Desde el control de calidad hasta el modelo EFQM, las empresas han tratado de buscar un esquema para poder implantar acciones que logren el objetivo último: hacer las cosas bien, según se le ha prometido al cliente y con una garantía de servicio. No se trata únicamente de entregar al cliente el producto o servicio prometido, sino también de asumir la responsabilidad de futuras interacciones y dar una respuesta satisfactoria en todos los casos. La gran aportación de la calidad es haber formulado tres objetivos básicos a conseguir: servicio consistente con lo prometido, cumplimiento de las especificaciones y garantía de las prestaciones. Dicho esto, es justo también observar que las ideas de la calidad han sufrido grandes vicisitudes en su implantación. Ello ha llevado a reformulaciones sucesivas del concepto, que lo han ido alejando de la idea primitiva, hasta convertirlo en sinónimo de excelencia o competitividad. El mensaje es simple, pero muy complicado de implantar. Lograr que se cumpla requiere un esfuerzo denodado por parte de todos los integrantes de la organización. Los 2 DT- 2745 esquemas de calidad pretenden descubrir el camino para ello, dando herramientas operativas para lograrlo. Como hemos visto al describir la SAN (Secuencia de Actividades de Negocio), hay por lo menos dos niveles de implantaciones de la idea de calidad que de alguna manera forman una secuencia lógica en la evolución de esta idea. La primera de ellas es el control de calidad, evitar que los defectos producidos se propaguen a etapas posteriores del proceso, o en último lugar evitar que alcancen al cliente. La segunda es la garantía de calidad. Esta implica la modificación de los procesos de manera que no se produzcan defectos. Ya no se trata de eliminar los defectos, sino de eliminar sus causas. Veremos que estas dos ideas son consecuencia natural de la evolución del concepto de calidad. En este capítulo tendremos ocasión de considerar una tercera idea, introducida «a posteriori» de las dos anteriores. Se trata de la idea de calidad total, que constituye un eslabón lateral en la lógica de la evolución. Calidad total no es una evolución natural a partir de la idea de garantía de calidad, sino una extensión lateral del tema (véase Figura 1). Mucho más abstracta, centra su mensaje en un deseo permanente de «hacer las cosas bien» por parte de la empresa, para satisfacer al cliente. Figura 1. La evolución del concepto de calidad La voz del cliente La evaluación de la entrega del servicio Control de calidad Detecta defectos Controla procesos Garantía de calidad Raíz del problema Análisis de los problemas antes de que salgan Calidad total ¿? Las herramientas de implantación de las ideas de calidad difieren en cada una de las áreas indicadas. En control de calidad se dispone de herramientas técnicas, conocimiento materializado en forma de procedimientos, que puede ser inmediatamente usado en la solución de los problemas relevantes, en su mayoría estructurados. El conocimiento necesario en esta fase es conocimiento de dominio, y sólo parcialmente, de inferencia. En garantía de calidad, al ser los problemas menos estructurados, las herramientas pertenecen más al dominio del conocimiento de inferencia y de tarea. Se trata, en buena parte, de herramientas que contienen conocimiento para «resolver problemas que tratan con conocimientos». Finalmente, el eslabón de la calidad total no presenta una estructura precisa de herramientas de implantación. Más que conocimiento formalizado, se trata de habilidades 3 DT- 2745 que son difícilmente transferibles y aplicables fuera del contexto original. A este nivel, el mensaje de la calidad queda a menudo reducido a un discurso de propósito, sin anclajes concretos que sugieran maneras de implantarlo. El mensaje es atractivo y crea expectativas, pero su plasmación en realidades sólo permite enfoques instrumentales que son poca cosa más que recomendaciones de «hacer el bien y evitar el mal». Y cuando las expectativas no se transforman en realidades tangibles, se genera una sensación de frustración entre los que creyeron el mensaje y observan con perplejidad los pobres resultados alcanzados. Estamos observando muchos casos en los que la dirección de una empresa se siente defraudada con los resultados de un programa de calidad total. En muchos casos, las empresas se limitan a repetir los movimientos del líder, copiando procedimientos sin tener un entendimiento global de lo que significan. En otros casos, se sustituye el concepto por un modelo más o menos restringido de lo que significa calidad total. Esta restricción reconoce implícitamente la imposibilidad de dotar de contenido a la idea, por lo que debe admitirse su descomposición en atributos cuyo significado sea mejor conocido y para los que existan anclajes adecuados. Los premios de la calidad se han usado en este sentido. El modelo del premio europeo, o del premio Baldridge (véase Recuadro 1) descompone la idea de calidad total en una serie de atributos que procede a ponderar. La ponderación es una afirmación explícita de la importancia y prioridad de las acciones referidas a cada atributo. De esta forma, la sustitución de calidad total por el modelo europeo de la calidad, por decirlo de alguna forma, degrada la idea original pero la hace mucho más aplicable. Se sigue sin entender la naturaleza del fenómeno, pero se dispone de más herramientas para proceder de la misma forma imitativa. Recuadro 1. El premio europeo de la calidad Creado a similitud de su predecesor, el premio Malcom Baldridge en Estados Unidos, el premio europeo se ofrece a todas las empresas que piensen que cumplen los criterios especificados por la comisión creadora. Las empresas candidatas deben someter sus estructuras al examen de un grupo de expertos que evalúa diferentes aspectos de las mismas. Los criterios y el peso relativo de los mismos se indican en la Figura. Gestión de recursos humanos 9% Liderazgo 10% Estrategia 8% Recursos 9% Satisfacción del personal 9% Procesos 14% Satisfacción del cliente 20% Resultados del negocio 15% Impacto en la sociedad 6% Como puede verse, la idea de conseguir calidad queda sustituida por «sacar buena puntuación en los criterios indicados». La mayor puntuación se otorga a la satisfacción del cliente, pero los resultados del negocio y la estructura de los procesos del mismo aportan un 29% del peso total. Por tanto, tener calidad es, en este sentido, en otro 14% tener buenos procesos y en un 14% tener buenos resultados económicos. En España, el AVE de Renfe ganó el premio europeo de la calidad en 1998. Todo el que haya viajado en el AVE sabe que se trata de un excelente medio de transporte, con un buen servicio. Sin embargo, sabe también de sobra que aún existen en su servicio un buen número de problemas. Estos van desde la dificultad para conseguir los puntos asociados a un billete, hasta la calidad técnica de las películas que se ofrecen, pasando por el aspecto y comportamiento de algún miembro del personal. La sustitución de conceptos ha dado lugar a que estos pequeños problemas, que afectan el servicio al cliente, queden enmascarados en los diez criterios del premio. Por otra parte, la compañía es consciente de que una buena puntuación no necesariamente garantiza la ausencia de problemas operativos. 4 DT- 2745 Algo parecido sucede con la sustitución de la calidad total por el cumplimiento de la ISO9000. Sustituye el concepto global, difícil de aprehender, por algo mucho más simple, como cumplir una norma. Peligroso cuando menos. De hecho, la ubicuidad de la ISO9000 hace muy poco para clarificar la situación, y aquellas empresas que se ven forzadas a pasar el examen, a menudo no comprenden su utilidad ni observan resultados de mejora. ¿Qué es la calidad? La historia de la calidad es corta pero intensa. En muchos aspectos sigue sin desaparecer la confusión sobre la dependencia del éxito de los procedimientos, del contexto cultural en que se implantan. La historia es bipolar: Estados Unidos-Japón. Pero la cultura empresarial de Estados Unidos es peculiar, con lo que la importación a terceras culturas (por ejemplo, europeas) de los procedimientos ya adaptados en Estados Unidos, hace que surjan nuevos avatares y problemas. Recuadro 2. Historia de la calidad La calidad ha dejado un importante legado. Como en cualquier retrospectiva, debemos empezar con un breve recorrido histórico sobre la calidad. Sin ánimo de hacer una revisión exhaustiva de la bibliografía sobre la calidad, haremos una breve mención a las ideas más relevantes acerca de su historia. La sustitución de la artesanía por la producción masiva suscitó desde los años veinte la emergencia de un enfoque técnico de la calidad, cuya finalidad consistía en impedir que productos defectuosos llegasen a los clientes. Su concepto más representativo es el control de calidad, que –fundamentado en la inspección–, se desarrolló durante la segunda guerra mundial. Tras este período, las técnicas de control de calidad se fueron extendiendo, especialmente entre los estamentos más técnicos de las empresas. Los controles de entrada y en curso de fabricación basados en técnicas estadísticas alcanzaron un grado de familiaridad notable en algunas empresas. El control de calidad es un viejo arte. Los estadísticos ingleses Shewart, Fisher, Snedecor y otros, pusieron a punto procedimientos sofisticados durante la segunda guerra mundial que fueron secreto militar hasta finalizada ésta. Las fabricaciones de guerra inglesas alcanzaron gran eficiencia gracias, en parte, a los sistemas de control de calidad instaurados. En los años cincuenta y sesenta, la calidad, asociada con el control más que con la garantía, estaba muy lejos del interés de las direcciones generales de las empresas. Los teóricos de la calidad trataron de darle un contenido que llegara a estos estamentos, muy alejados de los aspectos técnicos. Deming, Juran y otros empezaron a tratar de llamar la atención sobre las ideas de los profesionales de la gestión desarrollando un enfoque más cualitativo, misionero a veces. El éxito en el mundo occidental fue escaso. Pero en el resurgir de Japón se estaba gestando su éxito futuro. Aunque muchas de las técnicas analíticas asociadas más habitualmente al control de calidad se desarrollaron en Estados Unidos, el mundo de la empresa no se hizo eco de ellas. Al acabar la segunda guerra mundial, en el plan de reindustralización de Japón, los americanos llevaron a aquel país a muchos expertos para formar a la nueva generación de empresarios japoneses. Entre los conceptos que se impartieron en cursos y conferencias, se encontraban las técnicas de control estadístico de calidad y algunas de las ideas que los pioneros habían desarrollado para su popularización. Los japoneses encontraron estas técnicas muy atractivas y muy ligadas a su cultura de análisis de la realidad. Las adaptaron a su funcionamiento industrial, y así surgió el movimiento de la calidad en Japón. Occidente no prestaba mucha atención porque la competitividad de los productos japoneses era reducida. Japón empezó a tratar de copiar los productos occidentales, pero tras la copia se escondía una profunda filosofía de mejora. En los años sesenta, por ejemplo, tener una motocicleta japonesa era sinónimo de disponer de una «mala copia» de una motocicleta occidental. Pero el afán de mejora de los japoneses invirtió la situación. 5 DT- 2745 Recuadro 2. Historia de la calidad (cont.) Una extraña (y aún incomprendida) mezcla de componentes culturales y adquiridos dio lugar al éxito del concepto de calidad en Japón. Desde entonces han corrido ríos de tinta tratando de explicar el fenómeno japonés. Tras haberse dispersado la niebla parece que, en el enfoque japonés, se pueden destacar las siguientes características: – Total involucración de los empleados y compromiso de los directivos. Conciencia de un objetivo y compromiso común. Aceptación de que las innovaciones hacen aparecer problemas que hay que resolver. – Planteamiento a largo plazo de la empresa. Prioridad total para la calidad, que abarca todas las actividades de la empresa: desde planificación de productos hasta ventas y servicio posventa. – Involucración de todos los trabajadores en la identificación y solución de problemas. Reconocimiento de que los problemas no tienen culpables, sino soluciones. Desarrollo de instrumentos de participación, por ejemplo, promoción de los círculos de calidad desde la alta dirección. Estos se extienden fuera de Japón por su implantación en sucursales y filiales. Muchas compañías incorporan los círculos de calidad en sus actividades de educación y formación. – Gran énfasis en la formación, en la que se emplean casos y actividades de resolución de problemas, así como discusiones de grupos. – Confianza en los aspectos científicos del problema. Desarrollo y aplicación de técnicas estadísticas, análisis multivariable, diseño de experimentos (Taguchi), etc. – Promoción de actividades de calidad total a nivel nacional, con un contenido motivacional y de arrastre notable. Aceptación de actividades que, en otras culturas, resultaban algo ridículas o embarazosas, pero con un gran poder de comunicación. Acontecimientos como octubre, mes de la estandarización, y noviembre, mes de la calidad, premios Deming y premios JIS. Estados Unidos se dio cuenta de la importancia de este movimiento cuando los resultados se produjeron de forma espectacular. El momento culminante se produce en el instante dramático en que Estados Unidos se da cuenta de que ha sido superado en competitividad por Japón. Tras el mazazo inicial empieza la autoflagelación, pero con un resultado positivo: misiones y misiones de empresarios americanos visitan Japón para aprender las nuevas técnicas. Esto sucede a inicios de los años ochenta. La preocupación por la competitividad hace que las empresas norteamericanas fijen sus ojos en su gran competidor. Con ello, redescubren las técnicas que los mismos americanos habían exportado a Japón, pero que allí se habían adaptado a la cultura y valores japoneses. Se crea en las empresas americanas un nuevo interés por la calidad, y ésta renace con un enfoque distinto. En estos años son numerosas las empresas que mandan misiones a Japón para aprender de los japoneses, y empiezan a iniciarse en los conceptos de calidad a través de los tres máximos generadores de este enfoque de la calidad: Deming, Juran y Crosby, que paradójicamente hasta entonces habían obtenido su mayor audiencia en Japón. En este momento, las empresas occidentales cometen otro error al tratar de copiar indiscriminadamente todas las prácticas japonesas. No se hace caso de las diferencias culturales ni se intenta comprender el fondo de las cuestiones. Así, se cometen numerosos errores, tanto de forma como de fondo, que desacreditan el enfoque y descorazonan a quienes las proponen. Con los japoneses dominando en los mercados americanos, especialmente en el del automóvil, bajo la presión creciente por competir y buscando desesperadamente ideas nuevas, las empresas se plantean dar un salto cualitativo en la gestión de la calidad pasando de una situación táctica a otra estratégica. Se llega así al concepto de calidad total, a la idea de que lo que vende una empresa no son únicamente sus productos o servicios, sino la totalidad de su organización, y el éxito de la misma está condicionado por la actuación de la totalidad de las funciones. Curiosamente, en los años noventa, y en Occidente, se imitan las prácticas propagandísticas japonesas, al principio consideradas «kitsh». La preocupación por la calidad en todo el mundo lleva a la creación de múltiples galardones de calidad que se conceden a las empresas que logran la excelencia en esta función. Los premios de calidad más importantes son: el Deming, el Malcolm Baldrige y el premio europeo de la calidad. El premio Deming, designado así en su honor, ha distinguido durante 40 años a las empresas de Japón más destacadas por su calidad. Por su parte, el Malcolm Baldrige representa el apoyo del gobierno de Estados Unidos a la calidad, como parte esencial de una estrategia para el éxito en los negocios de los años noventa. Según las bases del Baldrige, la meta de la calidad es la satisfacción del cliente. Los ganadores del premio llevan hasta el 6 DT- 2745 Recuadro 2. Historia de la calidad (cont.) extremo su compromiso en la satisfacción de los clientes. Las categorías de este premio son: liderazgo (visión política, grado de compromiso y dirección), sistemas de calidad (información y análisis, planificación, recursos humanos y garantía de la calidad), resultados de calidad (mejora de la calidad, costes más bajos y mejoras de productividad). Esto debe llevar a un mayor éxito en el mercado y a una mayor satisfacción de los clientes. Pero la «filosofía» que enmarca el premio es la búsqueda de la mejora constante a través de un mecanismo, el transmitir a la sociedad empresarial americana la importancia de ello. Quizá tratando de emular a la sociedad japonesa, donde la entrega de los premios Deming es televisada en todo el país, siendo un acontecimiento nacional. El premio europeo es una modificación del Baldrige, y se instauró en 1992. Como resultado de su agitada historia, el término calidad se ha usado en todo tipo de contextos y con todo tipo de implicaciones. Su uso se ha llegado a degradar hasta convertirse en un término vacío y sin significado, que sugiere muchas cosas sin significar ninguna. El lector debe ser consciente de la coexistencia de, por lo menos, los significados del Recuadro 3. Recuadro 3. Algunos significados de la palabra calidad – Prestaciones: En esta acepción, un objeto (o servicio) tiene más calidad que otro cuando las prestaciones del primero superan a las del segundo, medidas por una serie de parámetros comúnmente aceptados. Por supuesto, esta acepción pone toda la carga en la definición de prestación. Ya que, como hemos visto, una empresa entrega un paquete de sensaciones, la prestación debe identificarse con la mayor satisfacción que el cliente obtiene de todo el paquete percepcional que se le entrega. Aunque difícil de precisar, este uso de la palabra calidad está bien enraizado. De acuerdo con él, un automóvil Rolls-Royce es de mayor calidad que un Citroën «dos caballos», ya que la prestación del primero es superior al segundo en cuanto a seguridad, velocidad, comodidad del transporte por carretera o urbano, etc. Por supuesto, la cualidad de ser mejor depende del servicio y de los criterios. Para viajar por rutas forestales, un Rover 2000 puede tener una calidad muy superior a un Rolls. A menudo se asocia este atributo con el diseño del objeto, y es frecuente hablar de calidad de diseño, significando que al diseñar el objeto correspondiente se han efectuado menos compromisos de duración, elegancia, tipo de materiales y, en general, de coste, en la búsqueda de la «performance». A veces se dice que el diseño ha sido «sin compromisos» o a «cualquier precio». Un amplificador de alta fidelidad puede tener mayor calidad que otro si su potencia es mayor, su respuesta más plana, sus transientes más rápidos, etc., criterios que, en definitiva, reflejan su habilidad para reproducir fielmente la (señal) música que se le alimenta. A menudo esta noción de calidad llega a superar al propio uso. El uso de cables plateados o dorados en los componentes puede que no se noten en la reproducción musical, pero el poseedor del objeto sabe de la excelencia técnica del diseño, y en el paquete de sensaciones el orgullo de la posesión se superpone con el disfrute musical. – Cumplimiento de especificaciones: Desde esta perspectiva la calidad se define como el cumplimiento de las expectativas de un producto o servicio. Expectativas es distinto de especificaciones. Una expectativa es algo que se espera por parte del destinatario del producto o servicio (destinatario tanto interno como externo). Las especificaciones son expectativas acordadas, la concreción de las expectativas en una serie de variables medibles, indicando procedimientos de medida y valores deseados. Las expectativas son más generales, ya que se refieren a la posibilidad de «esperar» una determinada funcionalidad por parte de «alguien». Las especificaciones constituyen una definición operacional, medible y comprobable de las expectativas. A menudo no llegan al destinatario, quien sólo percibe el resultado de su interacción con el objeto. La hipótesis básica es que las especificaciones son suficientes para obtener las expectativas, es decir, que si las variables medibles se hallan dentro del rango de valores especificado, los resultados de la utilización del objeto estarán de acuerdo con las expectativas supuestas. El descubrimiento de esta acepción llevó hace algunos años a considerable confusión. En ella, un Rolls y un «dos caballos» tienen la misma calidad mientras cumplan con las expectativas de uso creadas en el cliente, que en cada caso son diferentes. Por tanto, se trata de un concepto más relativo. Aquí no hay otro estándar de «mejor» o «peor» que las promesas que la empresa ha hecho a su cliente. Para concretarlas, se parte de las especificaciones del producto, especificaciones que, por supuesto, el cliente no tiene casi nunca. Se dice entonces que el producto es de calidad si cumple las especificaciones de diseño. Se trata de una calidad de concordancia entre lo especificado y lo obtenido. Se podría llamar calidad de realización, ya que normalmente es el proceso de realización o materialización del producto el que introduce alteraciones con respecto a los deseados. 7 DT- 2745 Recuadro 3. Algunos significados de la palabra calidad (cont.) – Ausencia de defectos: Es un caso particular del apartado anterior. Una falta de cumplimiento de una especificación se convierte en un defecto cuando el cliente puede percibirla claramente, ya sea porque el cliente puede medir el grado de cumplimiento de las especificaciones o porque produce comportamientos anómalos, disruptivos o disfuncionales en su uso. Una presión excesiva en una lata de aerosol, que puede producir una explosión en su uso normal, es claramente un defecto. El concepto de defecto es difícil de precisar y en diferentes contextos adopta diferentes formas. En la electrónica aeroespacial, un fallo en un componente puede poner en peligro la vida de muchas personas, por lo que se identifican como defectos situaciones que en otros campos son aceptables. A veces, para probar situaciones extremas, se deja caer la unidad desde varios metros de altura y se supone que debe seguir funcionando después de maltratarla de esta forma. Como todas las demás acepciones, un defecto es algo relativo. Lo que no se percibía como un defecto en un arma de fuego del siglo XVIII, es ahora un defecto inadmisible en un arma moderna. – Fiabilidad: En el avance hacia la concreción, a menudo se singularizan algunos defectos. En esta acepción, calidad de fiabilidad denota la ausencia de propiedades que acorten el plazo entre defectos que degradan el comportamiento del servicio, o del objeto en un uso normal. Una forma de concretar todavía más la fiabilidad es por medio de funciones más específicas, como la tasa de fallo, el tiempo medio entre fallos, la distribución del tiempo entre fallos, etc. Los fabricantes de electrodomésticos alemanes han usado esta acepción de la palabra calidad y se han ganado una clientela sustanciosa. Por ejemplo, un comprador de una lavadora Bosch que tuvo un defecto al primer año de uso, recibió una lavadora nueva, pues la compañía vendía una imagen de fiabilidad total durante los primeros 10 años. – Atención a los detalles: En este significado se asocia calidad de un servicio u objeto a la sensación que éste produce de que ha sido cuidado en todos los detalles que tienen relación con el usuario. Esto produce una vaga sensación de bienestar, orgullo y, quizá, seguridad, que aumenta la satisfacción del cliente. Esta cartera de significados muestra que el concepto de calidad está lejos de ser claro. La polisemia es a menudo la cara oculta de la confusión. Lo cierto es que el término se ha convertido en un vocablo usado coloquialmente para significar robustez, fiabilidad y prestaciones. Las empresas lo aceptan como una característica necesaria que no aporta necesariamente diferenciación, pero que si no existe, hace que los clientes emigren hacia otros proveedores. En este capítulo subsumimos todos los conceptos anteriores en uno solo. Para nosotros calidad es la gestión de las interacciones que se producen en la interface entre el cliente y la empresa, en concreto, la gestión del mecanismo por el cual las expectativas del cliente y el servicio de la empresa resultan en el grado de satisfacción de ambos agentes. La riqueza integradora de esta noción sólo aparecerá con claridad cuando la desmenucemos con detalle. Por el momento veamos dos implicaciones importantes. La primera es que se deduce que la Calidad es el diagnóstico y seguimiento operativo de la competitividad. Aquí, operativo tiene el significado que puede parafrasearse aproximadamente como «en el día a día». La fórmula del servicio Realidades Servicio = Expectativas La segunda implicación es que la definición asumida contiene dos importantes conceptos clásicos calidad del producto y calidad del servicio. La calidad del producto guarda la acepción más estricta del término más genérico, significando «prestaciones por 8 DT- 2745 valor». El valor para el cliente está asociado al cumplimiento de expectativas, y prestaciones aparece por la materialización del servicio de la empresa en los atributos del elemento físico que ésta entrega a su cliente. La calidad del servicio va mas allá. No únicamente se mide la prestación en sí, si no la manera en que se ha efectuado y el comportamiento percibido. Por tanto, es una versión más sutil de la calidad de producto, que captura más componentes de la relación entre expectativas y realidades del servicio en la interfaz cliente/empresa. El ámbito de las interacciones La evolución histórica nos muestra que se han ido desarrollando enfoques parciales que aproximan de diferentes maneras la interfaz completa con el cliente. Todos ellos se basan en una definición reducida del concepto de servicio. Los presentamos en forma que cada categoría contiene las condiciones definitorias de la anterior, adicionando a las mismas una nueva condición. 1. Servicio igual a ausencia de defectos. En esta definición, el objetivo de la interfaz es que no lleguen defectos al cliente. Pero, ¿qué es un defecto? En ausencia de «feedback» directo por parte del cliente, la empresa toma una visión autónoma. Define unas especificaciones del producto a entregar. A continuación, un defecto es definido operativamente como una falta de cumplimiento de las especificaciones. Implícito en el enfoque es que el cliente está satisfecho si se cumplen las especificaciones, es decir, que las expectativas del cliente coinciden con las especificaciones. Este enfoque de la calidad lleva a la definición de calidad por la concordancia con las especificaciones. Centrarse en la supresión de defectos lleva a las empresas a dos tipos de acciones. a) Colocación de una barrera entre la empresa y el cliente, que el servicio debe superar para poder llegar a éste. Este proceder lleva directamente al control de la calidad. De la misma forma, esta concepción lleva, de manera natural, a plantear cuál debe ser el nivel de esfuerzo a realizar para el cumplimiento de las especificaciones. En concreto, cabe tratar de plantear cuál debe ser el número óptimo de defectos a producir (véase Figura 2). La idea tras esta optimización es muy sencilla. Hay dos costes básicos asociados con los defectos. Uno de ellos es el coste de prevención (Figura 3, curva de trazo fino). Este coste crece a medida que el porcentaje de defectos es menor, y crece más que proporcionalmente debido a las diseconomías de escala que se presentan al tratar de estrujar las últimas gotas de calidad de un proceso. Por otro lado, hay un coste de tener defectos, resultado de la presencia de defectos en ubicaciones que pueden tener consecuencias nocivas para alguno de los agentes implicados. Reparaciones, quejas del cliente, adición de valor a productos que luego hay que tirar (o reprocesar) por culpa del defecto, y otros costes análogos (trazo discontinuo de la Figura 3). Figura 2. El razonamiento clásico sobre el porcentaje óptimo de defectos Calidad La misión o promesa Cliente Las operaciones Interfaz 9 DT- 2745 La suma de ambos costes proporciona el valor del coste total, que convenientemente minimizado obtiene el número óptimo de defectos. Por ejemplo, en la Figura 3 (trazo grueso) este óptimo está alrededor del 1,1%. De acuerdo con esta teoría, éste es el número ideal de defectos a producir. Cualquier otra cosa aumentaría el coste para la empresa. Por supuesto, este planteamiento es completamente erróneo. Hace un excesivo énfasis en el corto plazo, y olvida la competitividad de la empresa. Puede argumentarse que el coste de un defecto es prácticamente infinito, puesto que su existencia perjudica gravemente la competitividad futura de la empresa, y además abre la puerta para que los competidores puedan basar una estrategia competitiva en la no presencia de defectos (1). Figura 3. Costes básicos asociados con los defectos Coste Optimo De prevención De reparación Porcentaje defectos Si un competidor reduce el número de defectos más allá de lo razonable (medido desde el punto de vista del coste), probablemente incurrirá en mayor coste. Incluso puede ser que no tenga mejor competitividad a corto plazo, porque el cliente no espera un producto de tan buena calidad. El cliente «no aprecia» lo que la empresa le ofrece. Este proceder, denostado aún por algunos, tiene la propiedad de que acumula margen competitivo para el que lo sigue, una energía potencial que puede soltarse en el momento oportuno. b) Evitar que lleguen defectos provenientes de la empresa al punto de interacción. Se trata de cambiar lo necesario para evitar que se «produzcan defectos» (2). Las consecuencias negativas de la aceptación de un número óptimo de defectos pueden ahora entenderse en esta actitud conformista de la empresa. La empresa se conforma con un cierto nivel de defectos. Por tanto, implica la ausencia de una voluntad de mejora en esta magnitud. En estas condiciones la empresa no presta atención a sus procesos ni trata de mejorarlos para que no produzcan defectos. De esta forma, el sistema de operación cristaliza en la situación actual, con escasa oportunidad de seguir progresando. (1) A veces estas ideas se han tratado de transmitir diciendo que la «calidad es gratis». Como frase no está mal, pero obviamente la idea es total y absolutamente falsa. La calidad nunca es gratis. Hacer las cosas mal es casi siempre más barato que hacerlas bien... (2) El típico lema de este enfoque es: «La calidad no se controla, la calidad se produce». 10 DT- 2745 Se interrumpe la creación y utilización del conocimiento, por lo que se perjudica la capacidad de competir futura de la empresa. Basta pensar en lo que sucede si los competidores siguen mejorando sus procesos. Eventualmente no sólo estarán por delante en calidad del producto, sino que nuestros conocimientos sobre el tema serán inferiores a los suyos. De esta forma, la capacidad de progreso futuro queda fuertemente condicionada. La conclusión es que el número óptimo de defectos debe ser (debe tender a) cero. Cero defectos no es una consigna. Es una posibilidad, y a la vez un camino de mejora que se clarifica pensando en términos de gestión de conocimientos. Cero defectos, en sí mismo es prácticamente irrelevante, porque sólo modifica el coste local en un momento determinado de tiempo. La dirección cero defectos proporciona una senda de adquisición de conocimientos, que, debidamente explotados, lleva a la mejora de competitividad de la compañía. 2. Servicio igual a lo anterior más mejores prestaciones del producto o servicio. En este caso se incorpora a la previsión de las expectativas del cliente el concepto de «prestaciones», significando mejor funcionalidad a igualdad de todo lo demás. Lleva al concepto de calidad de prestaciones que se ha definido antes. De acuerdo con este enfoque, la calidad debe empezar en el diseño del producto y extenderse por toda la SAN. La creación de las especificaciones, y no tan sólo su cumplimiento, devienen el paso crítico para alcanzar la calidad. Se dice que el presidente de Citroën pidió a los ingenieros que iban a diseñar el 2CV, que proyectaran «cuatro ruedas y un paraguas encima». De acuerdo con este planteamiento, el resultado del diseño dio lugar a productos de una baja calidad de prestaciones, pero de una altísima calidad de cumplimiento de especificaciones. 3. Servicio igual a lo anterior más diagnóstico de la voz del cliente. En este enfoque se admite que las especificaciones son una variable de diseño del servicio que hay que fijar tras haber observado la realidad de los deseos del cliente. La medición de estas expectativas es, pues, un pre-requisito básico para luego poderlas satisfacer. Se introduce aquí la idea explícita de medición de expectativas y del enfoque de los recursos disponibles en la empresa para alcanzarlas en la mejor forma posible. La dificultad de este concepto es obvia. No es seguro que las expectativas del cliente vayan a permanecer invariables desde el momento en que se miden para construir las especificaciones hasta el momento en que se le ofrece el servicio. Y cuanto más largo es este plazo, este «tiempo al mercado», más fácil es que haya discrepancias. Recuadro 4. Fersa Fersa, una empresa de electrónica militar, estudió –en una comisión conjunta con las fuerzas armadas de cierto país–, las especificaciones adecuadas de una dirección de tiro para el uso con baterías antiaéreas. Una dirección de tiro antiaérea tiene como misión recoger los datos del radar y, en general, de un grupo de sensores, sobre la posición y velocidad de un avión atacante. Con esta información, el sistema prevé la posición futura del avión y apunta la batería hacia esta posición. Tras más de tres años de trabajo, durante el cual se construyeron prototipos que pasaron con éxito las especificaciones, se produjo un cambio en el mando. Con el cambio se decidió que no valía la pena la puesta al día de las baterías antiaéreas porque los misiles cumplían mejor las tareas de defensa. El proyecto se abandonó con una pérdida elevada por ambas parte, así como fuerte desmoralización del equipo técnico que había trabajado en él. En ocasiones es conveniente usar el diseño basado en conocimiento, y no el diseño basado en expectativas. El primer tipo de diseño rehuye mirar fijamente al mercado. La lógica es que la empresa debe concentrarse en diseñar el mejor producto que sus conocimientos 11 DT- 2745 permitan, porque de esta forma puede adelantarse a las señales del mercado. Esta situación se da con frecuencia en países, o entornos, que poseen mercados débiles que no dan las señales adecuadas. Ciertamente, con la extensión de los mercados esta posibilidad disminuye, pero aumenta la dificultad para pulsar las expectativas de un cliente global (3). 4. Servicio igual a «hacer las cosas bien». Aquí el problema está en la vaguedad del concepto usado. Hacer las cosas bien no es una definición operativa de propósito. Sin embargo, expresa un deseo de nivel superior a los anteriores. Por lo menos reconoce que la interfaz es más complicada que en las acepciones anteriores. Este es el enfoque más habitual de la «calidad total». Las medidas que se proponen bajo este concepto son difusas y tratan de abarcar sectores crecientes de la empresa en la esperanza de que cuantas más cosas se integren en el enfoque, mejor saldrán las cosas. La panoplia de acciones que se proponen se resumen en la Figura 4. Figura 4. Propuesta de acciones mesa Organización Cultura Recursos humanos Capacidades Flujosiones Procesos Sistema de información Decisiones operativas Voz del cliente Momentos de la verdad Gestión del servicio CRM Es un tratamiento activo, que tratando de añadir acciones piensa conseguir un mejor resultado. El estadio más avanzado de esta evolución es el de los premios de la calidad que hemos comentado anteriormente. En la práctica, la mayor parte de acciones que se toman bajo este concepto parten de la idea de que, por alguna razón misteriosa, la puesta en común de experiencias descubrirá la forma de «hacer las cosas bien». Por ello, en esta acepción se utilizan y elaboran masivamente todo tipo de técnicas de trabajo en grupo. Por supuesto, estas técnicas pueden ser adecuadas o no, y su uso puede conducir al objetivo deseado o ser tremendamente perjudicial. La imitación no asistida es a menudo perjudicial. En ausencia de una lógica, nada implica que proceder por imitación vaya a dar buenos resultados. Las acciones que funcionan a otros pueden ser inadecuadas para nosotros. (3) Aunque en este punto la tecnología puede ayudar notablemente, al acercar el cliente global hasta la puerta de nuestra casa… 12 DT- 2745 La relación con el cliente. Características distintivas de las actividades de servicio Por tanto, y de acuerdo con el enfoque de este capítulo, tratamiento adecuado de la calidad requiere, una consideración integral de la interfaz empresa/cliente. La cuestión es ahora determinar el ámbito de realidades que intervienen en la percepción del servicio por cliente. Clásicamente, en las empresas de producto, el ámbito de la interacción se circunscribía al entorno del objeto de intercambio. La satisfacción de las expectativas se consideraba limitada a la interacción con el bien considerado. Al comprar un lápiz, por ejemplo, la satisfacción del cliente se suponía basada únicamente en la realidad de lo suave que era en la escritura, de lo poco que se rompía la mina y de otras propiedades similares del objeto (4). Pero en las empresas modernas esto cambia dramáticamente. Esto es simplemente el resultado de la estructura de las actividades de servicio, las que constituyen la cadena del servicio de la SAN. Una empresa es ahora un proveedor de servicios, y esta circunstancia extiende el ámbito percepcional del cliente. En concreto, se producen dos cambios notables en los atributos de la interacción. Uno de ellos, que consideramos en el resto de esta sección, es la intensidad de la interacción, grado en que el cliente interacciona con todos los aspectos íntimos o públicos de la empresa. El segundo, la extensión temporal de la interacción, lo trataremos en la próxima sección. La intensidad de la interacción entre el cliente y la empresa se origina por un número de causas, que extienden el ámbito de intercambio. 1. El cliente entra en contacto con la intimidad de las operaciones. En una actividad de servicio, el cliente se mueve por dentro de nuestro proceso de operaciones y es parte integrante del mismo. Por ejemplo, en una agencia de viajes el cliente percibe directamente la forma en que el empleado interacciona con la línea aérea, cómo maneja la información existente, el grado de completitud de ésta, y así sucesivamente. A menudo, el cliente es el objeto pasivo del proceso. Por ejemplo, en una peluquería, el cliente sufre las operaciones de corte de pelo, manicura, peinado, etc., a veces con resultados frustrantes, cuando no peligrosos. La conclusión inescapable es que el detalle de los procesos implantados por la empresa influye en la realidad del servicio. 2. Cada cliente tiene necesidad de un tratamiento específico, individualizado y adecuado a su problema. Cada cliente requiere un servicio individual, porque cada cliente es único, tanto en lo físico como en lo mental (5). Esta unicidad introduce una gran variedad de las demandas, que debe contrapesarse con variedad en las ofertas de servicio. Esta «ley de la variedad requerida» (6) hace necesaria la existencia de capacidades desarrolladas de resolución de problemas en las personas que tratan con el cliente. 3. El cliente entra en contacto con personal de la empresa que se halla en los escalones operativos. Como consecuencia, el cliente debe interaccionar con personas de diferente (4) Aunque parezca curioso, la teoría económica elemental sigue haciendo esta hipótesis al asignar la satisfacción, la utilidad, al puro acto del intercambio. De forma que muchos estudiantes empiezan su camino en la empresa justo partiendo del concepto equivocado, que luego tienen que cambiar. (5) Lo cual no implica nada sobre la calidad del cliente en ambos aspectos. Como decía Lucy a Charlie Brown: «Charlie Brown, you are a unique human being. For whatever is worth Charlie Brown, you are you!». (6) Término debido a Ross-Ashby, que lo enuncia como un principio cibernético… 13 DT- 2745 formación, poder o capacidad de decisión (7). Un empleado de línea aérea puede contestar a un cliente que «la puntualidad de los aviones no es mi problema», cuando el cliente protesta sobre un retraso. Estrictamente hablando, la afirmación puede ser cierta. Pero el cliente percibirá falta de interés por parte del empleado en resolver su problema. En definitiva, la empresa está fallando a su cliente por intermedio de su empleado. 4. La iniciativa del tiempo la tiene el cliente. El cliente pide el servicio cuando quiere, y a menudo se molesta si tiene que esperar a recibirlo. Esta circunstancia no se da (tanto) en las empresas de tipo industrial. La empresa tiene cierta libertad para programar las operaciones que dan lugar al producto, de acuerdo con su propia comodidad o economía. 5. La percepción del servicio es subjetiva. Es imposible objetivar la calidad de un servicio. Un producto puede ser valorado objetivamente, quizá realizando pruebas y diagnósticos en un laboratorio de metrología. Los caballos de un motor, la aceleración de un vehículo, pueden medirse con precisión, despejando cualquier duda en cuanto a su calidad. No así en los servicios. Una película puede gustar a unos (servicio percibido positivamente) y disgustar a otros (servicio percibido negativamente). Y tanto un caso como otro, puede deberse a razones subjetivas no objetivables (8). 6. Los fallos cuestan mucho de recuperar, porque el cliente llega a considerarlos afrentas personales. El cliente posee juicios éticos mezclados con sus expectativas. La falta de atención de un empleado puede a menudo interpretarse como falta de ética, desconsideración y llevar a la exasperación del cliente (9). El caso típico es el de las disciplinas de espera. En occidente, Fifo es la disciplina ética, y cualquier violación de la misma se percibe como una afrenta. El análisis detallado de la interacción, y por tanto de la forma en que las expectativas se convierten en realidades, debe tener en cuenta todos estos aspectos. En la práctica no es frecuente adoptar un enfoque estructurado al análisis de las interacciones de servicio. A menudo se confía puramente en la intuición. Sin embargo, existen metodologías, algunas de ellas muy sofisticadas (10). La mayoría provienen del ámbito de la actividad de diseño, que clásicamente se ha considerado merecedora de mayor atención por abundar en decisiones estratégicas. El proceso de interacción extendida: momentos de la verdad La segunda característica distintiva es la extensión temporal de la interacción. La calidad de un servicio se valora durante toda la interacción del cliente con la empresa. (7) Es bien sabido que cuando uno tiene un amigo en la dirección de una empresa, lo atienden mejor. La «amigocracia» aún es la forma adecuada de obtener buen servicio. En el fondo se trata de una perversión. Cuando los autores perciben que se les trata bien porque son amigos, sacan una impresión deleznable del servicio promedio de la empresa, que necesita que el cliente sea una persona importante (como uno de los autores) para que se le trate adecuadamente. (8) En las épocas oscuras de España, uno de los autores tuvo la oportunidad de participar en sesiones de cine forum. En muchos de ellos hubo la oportunidad de ver películas semiprohibidas (o prohibidas del todo) fuera de los ojos y los oídos de la jerarquía. Pero al mismo tiempo, mezcladas con lo prohibido, tuvo oportunidad de degustar infumables productos de cine hermético, que en aquellos tiempos pasaban por obras maestras. «O tempora, o mores»... (9) Por supuesto, otra tontería típica es que «el cliente tiene siempre razón». Hay veces que la tiene, pero a veces hay clientes insoportables que no solamente no tienen razón, sino que deberían ser castigados por sus actitudes. Se trata de otra «frase célebre» que no corresponde a la realidad. Algo parecido a aquello de «selecto y distinguido público...» que usaban los antiguos cómicos, cuando era obvio que el público no era ni selecto ni distinguido. (10) Una metodología muy completa se presenta en el libro «An American TQM», de Yoji Shito. 14 DT- 2745 Afortunadamente, no todas las interacciones en el tiempo tienen la misma importancia. Los momentos de la verdad son los eventos del contacto extendido que tienen mayor importancia en el resultado de la interacción. Es en estos momentos, cuando el cliente valora su interacción e identifica el valor añadido que le aporta la empresa de cara al cumplimiento de sus expectativas. La enumeración de los momentos de la verdad nos permite diseñar en el tiempo nuestro servicio. Algunos directivos muestran cierta perplejidad cuando se enumeran los momentos de la verdad de su servicio. Al hacerlo son conscientes de la cantidad de detalles, aparentemente sin importancia, pero que son vitales para la percepción satisfactoria. Cuanto más único es el contenido en producto del servicio, menor es el peso específico de los momentos de la verdad. Cuando la prestación no es un elemento diferencial, el componente momento de la verdad adquiere una gran importancia. La idea de los momentos de la verdad proporcionan una forma de descomponer, identificar y medir el concepto abstracto de «calidad de servicio», tras el que se esconden cualificaciones supuestamente intangibles de la valoración del cliente. En todo momento de la verdad deben aislarse los contenidos suministrados por las partes que interaccionan. A su vez, estos contenidos son resultado de decisiones de diseño del contexto en que la interacción se produce. Heskett y Sasseri, autores de conocido renombre y padres del movimiento de la valoración de los servicios, identifican algunas de estas decisiones, como diseño del puesto de trabajo, capacidad de toma de decisiones de los empleados, selección, gratificación y reconocimiento de los empleados y adecuación de las herramientas al propósito del servicio. Estas características componen lo que ellos llaman «calidad interna del servicio». También identifican el valor externo del servicio, en el que entran en juego las expectativas del cliente y su medición de la realidad. Es alrededor de esta función donde se produce la interacción personal pura y en la que la capacidad de resolver problemas, presentar alternativas e implantarlas operativamente adquiere un peso específico de gran valor. Recuadro 5. Los momentos de la verdad de la operación paso del Estrecho Cada año, en los meses de julio y agosto, más de medio millón de marroquíes cargan sus coches en algún punto de Europa y viajan hasta sus lugares de origen para pasar las vacaciones con sus allegados. La mayoría desciende hasta el puerto de Algeciras, en la parte más meridional de la Península Ibérica, y trata de ganar Africa usando la red de transbordadores que opera desde este puerto. El movimiento de vehículos se transforma en una verdadera avalancha en el momento punta, que es a primeros de agosto, durante los cuales las esperas son largas para poder acceder al transbordador. El puerto es para los viajantes el lugar de destino, puesto que significa el hito diferencial más importante de su viaje. Como parte de la mejora del servicio de la operación paso del Estrecho, se identificaron los momentos de la verdad de la estancia del cliente en el puerto de Algeciras. Los más relevantes son: 1) Llegada al puerto por la entrada principal. Asociado a la desorientación que produce la llegada a un entorno desconocido, después de largas horas de autopista (a menudo más de 30). Necesidad de orientación y bienvenida, para tener la sensación de haber llegado. 2) Compra del billete. Asociada al proceso de mercadeo al que someten al cliente las compañías navieras. Necesidad de clarificación de ofertas, condiciones y precios. Seguridad en la elección. 3) Llegada a la zona de espera. Aseguramiento de la disciplina FIFO. Percepción de una zona ordenada, segura y cómoda para esperar las horas necesarias hasta el embarque. 4) Partida de la zona de espera y llegada al embarque. Respeto de la disciplina de espera. Claridad en las indicaciones e interacción con los empleados del puerto. Embarque. Organización del embarque, rapidez y falta de incidencias. Explicación de los detalles necesarios para la seguridad física y mental a bordo del barco. 15 DT- 2745 Costes de la no calidad Una de las ideas que se han usado para «vender» la idea de la calidad son los llamados «costes de no calidad». ¿Qué son los costes de no calidad? Aquellos en que se incurre porque las cosas no se realizan adecuadamente, tanto para la percepción del cliente como para la productividad del empleado y la eficiencia del servicio. Un coste de no calidad es un extraño objeto. Sorprende, de entrada, la existencia de un coste de «no» hacer algo. Claramente esto indica que estamos en presencia de un coste de oportunidad, es decir, de la pérdida de margen provocada por la no realización de una acción. Los costes de oportunidad tienen siempre un problema de medición. Si no se realiza algo, no se tiene experiencia directa, conocimiento experiencial, de los costes incurridos por ello. Por tanto, la estimación de un coste de oportunidad debe hacerse siempre con respecto a una situación alternativa o ideal. Es respecto a esta situación perfecta como se pueden determinar los efectos perniciosos de no llevar a cabo ciertas acciones consideradas. Como identificar y construir una situación ideal no es fácil. Probablemente la única forma es construir escenarios y someterlos a un tratamiento de optimización (o de mejora). De esta forma podemos identificar los costes de no tomar las decisiones ideales. La estimación de los costes de la no calidad exige la construcción de escenarios «óptimos» y están sujetos a todo tipo de dificultades técnicas. Nosotros abogamos por evitar un concepto tan elusivo y difícil de manejar como los costes de la no calidad. Pensamos que el concepto pertenece a la categoría de ideas sugerentes que son capaces de intrigar y hasta motivar a los agentes. Pero en cuanto se pasa de esta capacidad sugerente a la concreción operativa, o incluso contable, las dificultades son muchas, el resultado es pobre y, lo que es peor, el enfoque puede ser sesgado y ortogonal al que sería necesario para la competitividad de la compañía. El papel de los agentes internos: mejora continua La historia nos enseña que desde el desarrollo del control estadístico de procesos la calidad se ha centrado en un elemento fundamental: los procesos. Estos son también la base fundamental de otra gran estrella de la calidad: las certificaciones. Las normas ISO-9000 son un estándar internacional de calidad y son de obligado cumplimiento para poder ofertar a algunas Administraciones públicas y para ser proveedores de ciertas empresas. Su objetivo es mantener bajo control los factores técnicos y administrativos que afectan la calidad de los productos o servicios. Podríamos decir que la ISO-9000 provee de herramientas de detección, observación y comparación para identificar la forma en que las funciones de la SAN afectan a la interfaz operativa cliente-empresa. La idea básica de las certificaciones es que es imposible conseguir una calidad aceptable (11) sin que todas las personas de la empresa sigan procedimientos (procesos) adecuados para conseguir este fin. Y para que esto suceda: – Debe existir un procedimiento para cada operación relevante. – Hay que documentar los procesos adecuados para cada operación. – Hay que seguir al pie de la letra los procesos. (11) Cualquier cosa que esto signifique, ya que las normas ISO no entran a definir qué se entiende por calidad. Pues sólo faltaría que lo hicieran… 16 DT- 2745 Por tanto, las certificaciones hacen hincapié en la demostración de la existencia de los procedimientos, de su documentación y de los controles necesarios para asegurar su uso. Todo ello con el propósito de reducir la variabilidad. El mundo de las certificaciones despierta grandes amores y odios en las empresas. En sí, la certificación, lo único que provee es la constatación empírica de que la especificación del proceso existe y se cumple. Entonces, ¿por qué tanta discusión sobre su uso? En nuestro parecer, el origen radica en la frustración que sienten muchas empresas al constatar que el esfuerzo realizado para obtener la certificación no se traduce en un mejor rendimiento. Y es en este punto en donde radica un elemento esencial de disatisfacción. La certificación no propone cuestionarse si los procesos son los adecuados para ejecutar los fines, se limita a documentar y certificar la existencia de procesos. Sólo si el esfuerzo de certificación va aparejado con un esfuerzo de cuestionamiento sistemático del proceso, la empresa obtiene resultados sensibles. Por una parte, documentar la manera en que se realizan las actividades, y por otra, se cuestiona cómo éstas se están realizando. Este es el enfoque proactivo de las certificaciones. Certifíquese como factor higiénico para competir (la mayoría de nuestros clientes importantes lo solicitan), pero búsquese el valor añadido del cuestionamento sistemático para la mejora. Recuadro 6. Factores de bloqueo En una encuesta realizada en 100 hoteles de Estados Unidos1 se observó que el mayor factor de bloqueo para la implantación de un plan de calidad era la resistencia al cambio que ofrecían sus trabajadores. La Figura también muestra como otro factor de bloqueo a un programa de calidad es que los trabajadores entiendan que la calidad no es un programa puntual, sino una forma de trabajar. Se trata de un cambio de mentalidad y de forma de enfocar los problemas. 25% 23% 20% 15% 10% 5% 5% 5% 3% 3% 0% Resistencia al cambio Tiempo Sostenibilidad del entusiasmo Dinero Hacer que la gente entienda que no es un programa pero una forma de trabajar 1 Breiter, D. & Bloomquist, P. “TQM in American Hotels: An Analysis of Application Cornell”, Quarterly, vol. 39, nº 1, febrero de 1998. 17 DT- 2745 Se presenta con intensidad la necesidad de cuestionarse lo que se hace, de hacer cada día las cosas mejor, y se constata la necesidad, una vez más, de la mejora permanente (12). Primero hacerlo bien, y documentarlo si es necesario; segundo, mejorarlo. Sin esta actitud, las cosas degeneran, y no sólo no mejoran, sino que dejan de hacerse en la forma adecuada. Consideremos lo que sucede a una empresa que se limita a realizar control de calidad, es decir, que adopta la actitud de interponer una barrera para que los productos defectuosos no puedan llegar al cliente. En ausencia de un espíritu permanente de mejora, la empresa entra en un ciclo de degradación. Es el «círculo vicioso de la calidad». Su principal característica: tratar de resolver el problema sin entrar en el detalle de un diagnóstico que permita encontrar su origen. El trabajador no tiene los suficientes conocimientos y herramientas para entender y diagnosticar la situación. Percibe que hay un elemento externo que le obliga a rechazar una parte de su trabajo. Aunque esté trabajando en autocontrol, siendo él mismo el controlador de su propio trabajo, existe un agente que fija unas condiciones que éste debe cumplir, sin dar más explicaciones. El control de calidad busca la solución rápida, sin pararse a reflexionar acerca de las causas que originaron ese problema. Acorde con este planteamiento, las personas examinan los problemas conforme a soluciones predeterminadas. Una vez que los problemas se definen, existe una tendencia a excluir cualquier otro tipo de opción, incluida la posibilidad de que la solución perseguida pueda ser errónea. Se crea entonces un círculo vicioso de la calidad, tal como se muestra en la Figura 5. Figura 5. El círculo vicioso de la calidad Incumplimiento de especificaciones Reproceso sin incorporar medidas correctivas proactivas Rechazo del producto/servicio Desperdicio, cliente insatisfecho El puro reproceso, sin mejora, da lugar a nuevos defectos, con la progresiva acción negativa sobre los agentes, que nunca ven mejorar su trabajo. Todo ello cuesta dinero a la empresa, tanto en el coste del control como en el de reprocesar el producto. Incluso en la hipótesis de que el cliente no hubiera percibido el error, el tiempo invertido en reprocesar es un tiempo gastado por la empresa que nadie le va a pagar. En resumen, no se aprende de los errores, y el problema puede volver a surgir en el momento más inoportuno (13). (12) Los japoneses, para definir «mejora permanente», usan el término «Kaizen». (13) Ya saben ustedes, la famosa ley de Murphy… 18 DT- 2745 En contraposición al círculo vicioso, existe el ciclo virtuoso de la calidad (véase Figura 6). En este ciclo, el trabajador controla su propio proceso y tiene las herramientas y conocimientos necesarios para diagnosticar las causas del error y poder actuar sobre ellos. El trabajador tiene un enfoque proactivo hacia la mejora, y al entender la realidad que le circunda, es capaz de actuar sobre ella. Las acciones de la empresa no sólo se basan en datos objetivos sobre lo producido, sino también sobre las razones que hay detrás de esos hechos. Figura 6. El círculo virtuoso de la calidad Medición y valoración de especificaciones Introducción de mejoras para que el error no se repita Detección de errores por parte del trabajador Diagnóstico de las causas que originan el error Recuadro 7. La mejora permanente implantada Como ejemplo del círculo virtuoso, usaremos un clásico. Ahora que no están de moda los japoneses, es el momento de identificar sus grandes aportaciones al mundo de la mejora permanente. En Japón, de una manera natural, se han instaurado en muchas empresas mecanismos de aplicación del círculo virtuoso. Y el ejemplo clásico es la planta de Kawasaki en Kobe. En esta planta, cada grupo de puestos de trabajo tiene una serie de indicadores luminosos claramente visibles desde todos los puntos de la factoría. Los indicadores luminosos son de diferentes colores, digamos amarillo, azul y rojo. La normativa que se emplea en la factoría es la siguiente: cuando un obrero descubre un defecto, detiene la línea y pulsa un botón que enciende la luz amarilla. El encargado debe personarse inmediatamente en el lugar del problema (¡con la línea detenida!) para tratar de averiguar por qué se ha producido, y cómo subsanarlo. Si no lo averigua, pulsa de nuevo el botón, encendiendo esta vez una luz azul. Esta es una señal para que alguna persona de ingeniería de proceso se persone en el lugar del suceso para investigar las causas del problema. Si esta investigación tampoco es positiva, una nueva pulsación del botón encenderá la luz roja, señal para que aparezca un responsable del diseño del producto para resolver el problema. Claro ejemplo de la valoración que se otorga en esta planta a encontrar el origen del problema. Valor puramente económico, pues se ha constatado que es más barato hacerlo de esta manera. Hemos introducido estas ideas partiendo de las certificaciones, pero el lector debe darse cuenta de que hemos llegado a una simple idea que, para los autores es el gran mensaje de la calidad: Porque las cosas nunca salen bien la primera vez, porque los problemas operativos son recurrentes y nos dan la oportunidad de mejorar, porque todo el mundo desea hacer bien el trabajo, las cosas se deben hacer mejor cada día, y para conseguirlo se debe proveer a cada trabajador de un marco de acción para ejecutarlo. 19 DT- 2745 Esta idea propone el eslabón perdido en el desarrollo de la calidad, eslabón que hemos indicado con interrogantes en la Figura 1, y que se descubre en todo su esplendor en la próxima Figura 7. Figura 7. Esquema de calidad La voz del cliente La evaluación de la entrega del servicio Control de calidad Detecta defectos Controla procesos Garantía de calidad Raíz del problema Análisis de los problemas antes de que se presenten Mejora permanente La respuesta impulsa un sistema integral de mejora Calidad total Este paso es la implantación de un sistema de mejora permanente. Aunque la idea es bien conocida, y se habla mucho de ella, el desarrollo de este sistema nunca ha alcanzado un rango dominante, cediendo su legítimo lugar a la calidad total. La razón es simple, y ya se ha apuntado con anterioridad. Hasta ahora no se disponía de un paradigma que permitiera relacionar las causas con el efecto de mejora deseado. Por esta razón, la mayoría de medidas que se proponían, en la práctica alcanzaban resultados mediocres y desanimaban a los agentes implicados. Sólo con la identificación del motor de la mejora permanente es posible sentar las bases para la implantación de este sistema. Esto es lo que consigue la gestión del conocimiento. La tesis fundamental de este capítulo es que el motor de la mejora permanente es el conocimiento que posee la empresa (y los agentes que la forman). Por tanto, la gestión del conocimiento es esencialmente la implantación del sistema de mejora permanente, y viceversa. El legado de la calidad. Un atisbo de futuro El legado de la calidad se concentra, pues, en tres puntos esenciales: – La calidad está incluida en la mejora permanente, y esto es hacer las cosas cada día mejor. – Para hacer las cosas bien, el trabajador debe «saber» hacerlas. – El trabajador debe aprender y mejorar. 20 DT- 2745 Adicionalmente, la calidad nos brinda tres reglas básicas para la acción, que en este libro abrazamos para integrarlas en la gestión del conocimiento. – Primera regla: Descubrir el origen de los errores es más competitivo que solucionar los problemas sin diagnosticar su verdadero origen. El ser humano es imperfecto (14) y, por ello, proclive al error. Y aun en las situaciones más estandarizadas, normalmente repetitivas y monótonas, esto se produce. Si, como dijimos anteriormente, invertimos tiempo en entender el problema, tendremos en nuestras manos la información necesaria para «destruir» el problema y hacer que no vuelva a surgir. Un diagnóstico certero genera un mayor entendimiento y facilita que la organización aprenda. No diagnosticar certeramente los errores y entrar en su origen, hace que las organizaciones desperdicien una oportunidad de oro para mejorar. – Segunda regla: Cada error es una oportunidad de mejora. Los errores deben servir para aprender a mejorar o cambiar la manera de realizar el producto/servicio. Esta regla, hija de la anterior, se basa en la idea de que quien mejor conoce la realidad del proceso que entrega el servicio es aquel que lo realiza. El agente operativo debe aprender de sus errores y transmitírselos al resto de la organización, para que el aprendizaje sea colectivo. El autocontrol (15) por parte del trabajador debe aportar el valor de poder entender dónde reside el origen del problema. El trabajador lo debe compartir con sus compañeros y de esta forma realizar una función de aprendizaje para el resto. A menudo, la literatura popular proclama que esto no es posible en todos los entornos culturales. Nosotros opinamos todo lo contrario. Aunque la cultura del país no sea proclive a otorgar importancia al detalle, a entender la necesidad del cumplimiento de una especificación ni a abrazar la filosofía de lo «bien hecho», estos valores pueden y deben introducirse en los agentes. Nuestra experiencia personal en diferentes culturas, nos ha llevado a comprobar de manera empírica este convencimiento. – Tercera regla: La formación es un medio para alcanzar la implantación operativa de la actitud proactiva de mejora. Por formación entendemos acciones que moldeen el enfoque de los agentes, para así entender la importancia de sus acciones en el cumplimiento de la misión de la empresa. Cualquier agente, en cualquier entorno, es capaz de aprender. Los agentes deben aprender acerca de las repercusiones que sus acciones tienen en el producto/servicio final. La responsabilidad directiva es dar a cada uno de ellos los medios y conocimientos necesarios para desarrollar su propia mejora y, con ella, la de la empresa. Estas tres reglas tiene un denominador común: aprender para mejorar. El aprendizaje, el aumento del conocimiento existente en los agentes, son el eje central en la implantación del sistema de mejora permanente. El aprendizaje como eje de la implantación operativa de la mejora permanente Desde el inicio del movimiento de la calidad, el objetivo básico era que el trabajador aprendiera. Aprendiera a medir, a valorar, a cumplir especificaciones. Pero la operativa para (14) Aunque hay algunos que yo conozco que piensan que son el estándar de la perfección… (15) Los controles son caros, son una capa más de costes dentro de la estructura organizativa y no aportan ningún valor, sólo comprueban si algo está realizado de acuerdo con especificaciones o no. 21 DT- 2745 conseguir ese objetivo a menudo se ha planteado erróneamente. Tomando como evidente la premisa (falsa) que formación = cursos, las empresas han gastado gran cantidad de dinero en cursos. Cursos que no tenían como objetivo enseñar al individuo a usar el contenido de los mismos. Cursos que se han olvidado, pues cuando el adulto aprende sin visualizar una concreción de su trabajo, la tasa de olvido es muy elevada. Sin entender lo que es aprendizaje, no se puede implantar ninguna acción de mejora del servicio. Por ello, dedicaremos el resto de esta sección a algunas precisiones básicas sobre este tema. El Diccionario Webster define el aprendizaje como «la adquisición de conocimientos sobre, o habilidad en algo, mediante el estudio y la experiencia». Según esto, el término aprendizaje hace referencia a dos tipos de significados: a la adquisición de habilidades, lo cual implica capacidad física para producir una acción, y a la adquisición de conocimientos, lo cual supone la capacidad de articular un entendimiento conceptual de una experiencia. Un gran número de autoresii establecen conexiones similares entre pensamientos y acciones. Así, por ejemplo, Argyris y Schöniii subrayan la importancia de la acción como una medida de lo que se aprende. En su trabajo, estos autores señalan que el aprendizaje sólo tiene lugar cuando el nuevo conocimiento se traduce en un comportamiento diferente, susceptible de reproducción. Esta definición de aprendizaje enlaza la acción con un mayor nivel de comprensión por parte del individuo. Estas dos dimensiones del aprendizaje son importantes para explicar la dinámica de mejora: la mejora de las habilidades de los agentes (concreta) y la comprensión que acompaña esa experiencia (abstracta). Mientras que el aprendizaje operativo se dirige hacia nuevas formas de hacer las cosas, el abstracto hace hincapié en nuevos modos de pensar sobre las cosas. Desde esta perspectiva, el aprendizaje no se concibe en términos de resultados, sino más bien como un proceso continuo basado en la experiencia. Argyris lo define como «un proceso en el que las personas descubren un problema, idean una solución para dicho problema, producen la solución y evalúan el resultado, lo que conduce al descubrimiento de nuevos problemas». En este capítulo tomaremos como definición del aprendizaje la presentada por Pérez-Lópeziv, que señala que «el aprendizaje es resultado de las modificaciones que se producen en las reglas de decisión de las personas como consecuencia de su experiencia en la resolución de problemas». Aprendizaje y memoria suelen ir comúnmente en pareja. Se habla de la experiencia de un individuo como un elemento de gran valor, y de la memoria de las acciones pasadas como un diferencial competitivo del individuo. ¿Cuál es la diferencia entre memoria y aprendizaje? En general, el aprendizaje se vincula más directamente con la adquisición de conocimiento, y la memoria, con la retención de lo ya adquirido. En realidad, una separación de estos dos procesos es difícil porque están fuertemente interconectados: «Lo que se tiene en la memoria afecta a lo que se aprende, y lo que se aprende depende de lo que se tiene en la memoria». El concepto de memoria se entiende comúnmente como un almacén donde se guarda todo lo que se percibe y experimenta (16). Sin embargo, para comprender el papel desempeñado por la memoria en la consecución del aprendizaje, es importante distinguir entre la memoria entendida como almacén estático y la influencia que las estructuras de conocimiento depositadas en ella ejercen sobre lo que la persona ve y hace. Nosotros nos referiremos a esas estructuras activas como a «modelos mentales». (16) Pérez-López llama a este tipo de conocimiento conocimiento percepcional. 22 DT- 2745 Los modelos mentales representan la imagen que una persona percibe del mundo e incluyen tanto el entendimiento explícito como implícito. Proveen, por tanto, el marco en el que se ven e interpretan los nuevos sucesos, y determinan cómo guardar la información relevante a una situación dada. Este concepto de modelo mental difiere sustancialmente de la noción tradicional de memoria, entendida como una simple colección de ideas, datos y experiencias, ya que, además, crea una estructura mental que condiciona la visión que el individuo desarrolla del mundo, pudiendo restringir la comprensión de la realidad que le circunda y, consecuentemente, condicionar su actuación (17). El desarrollo de la capacidad de aprendizaje surge cuando los individuos crean una nueva mentalidad, cambian la forma de entender las cosas y afrontan las dificultades de una forma distinta. Dicho de otro modo, la prueba de que el aprendizaje tiene lugar, no es el cambio de respuesta derivado de una alteración en el estímulo, sino más bien un cambio de respuesta cuando el estímulo permanece sin variación. Esta alteración aparece como consecuencia del cambio que se produce en el agente que responde. Inherente al aprendizaje es el olvido de los comportamientos pasados que no tuvieron éxito y de las reglas de decisión que resultaron erróneas. Esto es, simultáneamente al desarrollo del conocimiento surge su obsolescencia cuando la realidad cambia. La comprensión de nuevos acontecimientos implica aprender nuevos conocimientos y descartar los ya obsoletos. Esta actividad de descarte –el desaprendizaje– es tan importante en la comprensión de la realidad como la creación de nuevo conocimiento. En realidad, un desaprendizaje lento es una debilidad crucial de muchas organizaciones. Este aprendizaje constante es el eje central del movimiento llamado «Life long learning» (aprendizaje durante toda la vida). En él se proclama que el adulto debe estar en constante aprendizaje, dado que la realidad cambia constantemente. Aquel adulto que no se mantenga al día, es un adulto con un futuro incierto. Esta es una de las mayores tragedias que vivimos en nuestra época. La falta de aprendizaje continuo ha hecho obsoletos a un gran porcentaje de adultos europeos mayores de 45 años. La tasa de desempleo en este segmento de la población es muy alta, y su capacidad de readaptarse a las necesidades de los puestos de trabajo con capacidad de progreso es cada vez más lejana. Se entra en un círculo vicioso en el que el adulto se encuentra cada día a mayor distancia de las necesidades de los puestos de trabajo que se ofrecen. Algunos países europeos, como el Reino Unido, llevan varios años realizando acciones de formación específicas para este segmento de la población, no tanto en técnicas concretas, sino enseñándoles «a aprender». Recuadro 8. Aprendiendo a aprender Una empresa inglesa fabrica paraguas en el propio Reino Unido. Normalmente, ésta es una actividad intensiva en mano de obra, y la mayoría de los paraguas se producen en países con mano de obra barata. Debido a la competencia de estos países, para subsistir la empresa necesitaba introducir cambios tecnológicos importantes. Pero se encontró con que la mayoría de su fuerza de trabajo era incapaz de asimilar las nuevas maneras de hacer que la tecnología imponía. No había falta de voluntad, sino incapacidad para entender el cambio. La empresa ideó un interesante programa de formación, en el cual, y durante 6 meses, dio tiempo libre a sus trabajadores para que aprendieran lo que quisieran. Estos se involucraron en cursos de pintura, música, poesía o carpintería. Al cabo de los 6 meses, la empresa volvió a ofrecer los cursos de formación tecnológica que le habían fallado 6 meses antes. El resultado fue espectacular. Los trabajadores asimilaron con mayor facilidad los conocimientos que se impartían. El punto crucial es que los trabajadores habían vuelto a aprender a aprender. (17) Analizando más este concepto de modelo mental, se pueden distinguir dos tipos, uno operativo, relativo a las reglas que rigen los comportamientos rutinarios del individuo, y otro conceptual, referente a las concepciones subyacentes en la estructura mental de las personas que dirigen su entendimiento y actuación en situaciones no previstas. 23 DT- 2745 El mundo de las operaciones, necesitado de comprensión de los fenómenos de mejora operativa, es quien descubre a través de la calidad, que el aprendizaje es un eje central de la competitividad de las operacionesv, y redescubre el aprendizaje como un eje central de la implantación operativavi, colocando al proceso de resolución de problemas en el centro del mismo. La resolución de problemas proporciona el mecanismo básico para modificar la realización de acciones posteriores y alterar la consecución de sucesos futuros. La argumentación se basa en que los adultos aprenden resolviendo problemas. Aprender constantemente y en todos los estratos de la organización es, pues, imprescindible para cualquier empresa que se quiera mantener competitiva. Desde la recepcionista a la consejera delegada, toda la empresa se debe concentrar en aprender y en compartir ese aprendizaje. Este es otro punto clave. El aprendizaje no debe ser únicamente individual, sino compartido con la organización, para que todos aprendan de la experiencia de los demás. La mejora permanente debe trascender el nivel individual para pasar al nivel colectivo. Es una situación de ganancia mutua (18), en donde aprender se convierte en una ventaja competitiva tanto para el individuo como para la organización. Cuanto más sabe y aprende el individuo, mayor valor individual tiene y mayor capacidad de futuro personal. La idea de «una empresa para toda la vida» forma parte del pasado, y los individuos deben considerar su competitividad individual como si se tratara de empresas unipersonales. Esta competitividad se logra a través del aprendizaje continuo y constante. Mantenerse al día en los cambios y las mejoras otorga la capacidad de enfrentarse al futuro con mayor capacitación, y esto asegura un porvenir. Es el nuevo perfil del trabajador del siglo XXI: capaz de adaptarse, de aprender constantemente y de estar abierto a modificaciones y cambios. Es un trabajador flexible capaz de dar respuesta operativa a los retos del futuro. Cuanto más aprende el individuo, más gana la empresa si se comparte este aprendizaje o sus resultados se operativizan en mejoras. El individuo gana, pero la empresa debe ganar con el individuo para poder transformarlo en beneficios. Si esto no se produce, la empresa no alimentará el aprendizaje individual, pues lo verá como un gasto, no una inversión. La empresa sólo percibe el aprendizaje como una inversión cuando el aprendizaje individual se transforma en beneficios (o competitividad) que le aportan un valor en el mercado. Por último, el colectivo, la organización, debe también ganar. Se gana competitividad colectiva cuando al aprender el individuo y transmitirlo a los demás, el aprendizaje individual se convierte en colectivo y proporciona al grupo la capacidad de acometer la solución de nuevos problemas cada vez más complicados. El aprendizaje colectivo se materializa en buena parte en cambios de reglas de acción en lo que llamamos “Sistema de Resolución de Conflictos”. Se aprende de los errores de los demás, y las lecciones sacadas individualmente revierten al resto de la organización por medio del sistema de resolución de conflictos. Por tanto, hay tres capas del aprendizaje que se convierten en tres niveles del sistema de mejora (véase Figura 8). En él, cualquier experiencia se convierte en un aprendizaje, y un problema se configura como una oportunidad para mejorar. (18) «Win Win» lo llaman los expertos en negociación. 24 DT- 2745 Figura 8. Las tres capas del aprendizaje Empresa: Competitividad Beneficios actuales y futuros Individuo: Competitividad individual Organización: Competitividad colectiva Productividad y mejora permanente Hacer cada día las cosas mejor va unido a una capacidad de opinar, cuestionar y aportar ideas proactivas de mejora del propio trabajo. Estas ideas deben basarse en un análisis sistemático de las tareas que se están realizando. Al analizar, se cuestiona; al cuestionar, se trata de mejorar, y al mejorar, se aprende. La eficiencia, la productividad, bien entendidas, deben hacer que el procesador aprenda. La productividad se logra por medio de un refinamiento progresivo de los procesos. Pero el enfoque es diferente al usado en la reingeniería o en algunos de los tediosos ejercicios de certificación. Ahora los procesos se analizan y cuestionan constantemente, y los protagonistas de tales acciones son los propios agentes que los custodian. En este enfoque, el procesador busca la facilitación de su tarea. La empresa, por su parte, busca agilidad y eficiencia, y la encuentra en el incremento de «output» que el recurso genera: mayor número de clientes satisfechos, mayor número de problemas resueltos con los mismos recursos. A «input» (número de servidores), se genera un mayor «output» (número de clientes atendidos satisfactoriamente) y, por tanto, hay un aumento de productividad. Como puede observarse, el sentido que damos al término «productividad» va íntimamente unido al valor añadido que el procesador humano aporta al servicio. Es bien sabido que si un servicio se puede industrializar, se acabará industrializando (19). Una de las razones que llevan a la industrialización del servicio es que éste es intensivo en mano de obra. El recurso humano es caro, crecientemente caro, y su formación y desarrollo exigen inversiones cuantiosas. Por tanto, la extracción de los componentes mecánicos del servicio y su sustitución por máquinas aumentan la productividad de las empresas y garantizan una uniformidad de la porción del servicio que ésas desempeñan. De la misma forma, hay un efecto sustitutivo entre el recurso humano y el recurso de conocimiento. El recurso humano dispone de una prestación única, la capacidad de generar espontáneamente, a través del aprendizaje, un activo de la empresa: el conocimiento que ésta (19) Véanse, sino, los cajeros automáticos, la banca por Internet, la próxima desaparición de las cajeras en los hipermercados y las máquinas dispensadoras de billetes, refrescos y, ahora, ¡hasta pizzas calientes! 25 DT- 2745 posee. Por tanto, la productividad del recurso crece como consecuencia, no de su mayor explotación, sino de la creación y utilización progresiva de un recurso (activo) escondido. Si hay aprendizaje el recurso crece en cantidad y calidad, de forma que en la aplicación sustituye al recurso físico que lo genera. Así es cómo la idea de productividad, como utilización más eficiente del recurso humano basado en la utilización del recurso conocimiento, va aparejada con el sistema de mejora permanente. La productividad física aumenta porque hay un activo de capital que aumenta: el conocimiento. Por supuesto, las ideas clásicas también se aplican aquí, pero en un nuevo contexto. Por ejemplo, para entender y diagnosticar las actividades que el procesador ejecuta, es necesario medir y estudiar el tiempo de realización de las tareas. La medición del tiempo de operación, quizá realizado por el propio agente, le ayuda a entender en qué está invirtiendo (o gastando) su tiempo, qué operaciones puede mejorar, cómo hacer su trabajo de forma más eficiente y, más importante, cómo sacar provecho propio del mismo en forma de aprendizaje. Un mejor entendimiento de los componentes del tiempo de la tarea ayuda al agente a ubicar el origen de sus ineficiencias. Por ejemplo, saber diferenciar entre el tiempo de operación, el de preparación, el de lote o el de cola, da la posibilidad de diagnosticar la raíz de problema, para así poder «destruirlo». Este enfoque de la productividad exige transmitir al agente todos los conocimientos necesarios para poder analizar y mejorar constantemente sus tareas. La productividad que se reduce a un puro reajuste de plantillas, acción que a menudo se esconde tras un uso eufemístico del término (20), podrá mejorar la cuenta de resultados de hoy, pero tiene una alta probabilidad de destruir la cuenta de resultados de mañana. Es una acción a corto plazo, sin futuro, que denota la presencia de dos enfermedades graves de la compañía: una, la falta de ideas originales, y diferentes, por parte del equipo de gestión, y dos, la posible pérdida incontrolada de conocimientos que pueden ser críticos para la futura cartera competitiva de la empresa. Se necesitan gestores imaginativos que encuentren fórmulas de ganancia mutua. Nuestras empresas perciben el mensaje de la mejora permanente como su bandera de cambio. Aquellas que entienden que la mejora permanente se sustenta en el aprendizaje, son las que inician el camino de la implantación operativa. La calidad se enlaza, pues, con la operativa del día a día a través del aprendizaje. De cómo se consigue esta realidad operativa será el tema de otra nota. (20) Cuando los directivos de una empresa descubren súbitamente que le sobra personal, los accionistas deberían despedir inmediatamente al equipo directivo. El exceso de capacidad no es algo que se produzca de forma súbita. Está claro que si hay exceso de personal, este exceso se ha venido acumulando durante mucho tiempo. Entonces, ¿qué estaba haciendo la dirección? ¿Engañando a los accionistas, haciéndoles creer que todo estaba bien, cuando la productividad era inferior a la adecuada? Además, un diagnóstico permanente de la capacidad permite actuar sobre ella sin necesidad de medidas traumáticas ¿Por qué no se hizo? La conclusión es inescapable. Los directivos son incompetentes o mal intencionados. En ambos casos… ¡Fuera! 26 DT- 2745 Referencias i Heskett, J., W. Earl Sasser Jr. y C.W.L. Hart: «Service Breakthroughs», The Free press, Nueva York, 1990. ii Kolb, D., en «Experiential Learning: Experience as the Source of Learning and development», Prentice-Hall, Englewood Cliffs, NJ, 1974, define el aprendizaje como el proceso por el cual el conocimiento se crea a través de la transformación de la experiencia. Para Fiol, C.M. y M.A. Lyles, «Organizational Learninig», Academy of Management Review, 10, 4, 1985, el aprendizaje es un proceso de mejora de las acciones mediante un mejor conocimiento y entendimiento de las mismas. Huber Huber, G.P., en «Organizational Learning: The Contributing Processes and the Literature», Organization Science, 2, 1, 1991, indica que el aprendizaje se produce cuando los comportamientos potenciales cambian mediante el procesamiento de información. iii Véase Argyris, C. y Schön, D.: «Organizational Learning: A Theory of Action Perspective»m Addison-Wesley, Mass, 1978. iv Pérez-López, J.A., «Teoría de la Acción Humana en las Organizaciones: La acción personal», Ediciones Rialp, Madrid, 1991. v Jaikumar, R. y R. Bohn, «The Development of Intelligent Systems for Industrial Use: A Conceptual Framework», Research on Technological Innovation, Management and Policy, 3, 1986. vi Hayes, R., S. Wheelwright, y K. Clark, «Dynamic Manufacturing: Creating the Learning Organization», The Free Press, Nueva York, 1988.