eBooks Alzheimer, Últimas Investigaciones Edited by: Dr. Juan Moisés De La Serna ISBN: 978-1-63278-056-0 DOI: http://dx.doi.org/ 10.4172/978-1-63278-056-0-057 Published Date: : September, 2015 Printed Version: September, 2015 Published by OMICS Group eBooks 731 Gull Ave, Foster City, CA 94404, USA Copyright © 2015 OMICS Group All book chapters are Open Access distributed under the Creative Commons Attribution 3.0 license, which allows users to download, copy and build upon published articles even for commercial purposes, as long as the author and publisher are properly credited, which ensures maximum dissemination and a wider impact of our publications. However, users who aim to disseminate and distribute copies of this book as a whole must not seek monetary compensation for such service (excluded OMICS Group representatives and agreed collaborations). 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A free online edition of this book is available at www.esciencecentral.org/ebooks Additional hard copies can be obtained from orders @ www.esciencecentral.org/ebooks I eBooks Preface El objetivo del libro es servir de primera aproximación a aquellas personas que tengan en sí mismo o dentro de su familia la enfermedad de ALZHEIMER. Esta enfermedad se ha visto incrementada en cuanto al número de casos afectados en los últimos años, lo que a su vez ha provocado que surjan muchas preguntas cuando una persona o a un familiar recibe el diagnóstico, tales como, ¿Qué es el Alzheimer?, ¿Cuál es su origen?, ¿Existe tratamiento?, ¿Cómo evoluciona la enfermedad?, ¿Qué consecuencias acarrea en la vida cotidiana?, ¿Cuáles son los efectos psicológicos sobre el paciente?, ¿Se puede superar?, ¿Se trasmite a los hijos? Se nos abre delante nuestra todo un crisol de cuestiones que tratar para aplacar la incertidumbre que provoca enterarse de que padecemos una enfermedad cada vez más “común” y extendida, y de la que apenas se conocen sobre los últimos avances científicos en esta área, debido en buena medida a la complejidad del lenguaje técnico empleado, pero también porque estos avances suelen llegar sólo a especialistas a través de reuniones y congresos donde se comparte este tipo información. Este libro trata de presentar de forma clara los resultados de las últimas investigaciones sobre la enfermedad de Alzheimer, con lo que contestar a las cuestiones más relevantes, tanto desde el punto de vista del paciente como de sus familiares, empezando por la principal ¿Qué es el Alzheimer? Thank you Signature II eBooks About Author Juan Moisés de la Serna, nacido en Málaga. Doctor en Psicología, Master en Neurociencias y Biología del Comportamiento, y Especialista en Hipnosis Clínica, reconocido por el International Biographical Center (Cambridge – U.K.) como uno de los cien mejores profesionales de la salud del mundo del 2010. He dedicado parte de la vida al estudio e investigación del comportamiento humano, indagando en las inquietudes y motivaciones que nos llevan a conseguir nuestros objetivos y metas. Este conocimiento científico se completa con la experiencia adquirida durante mi trabajo como psicoterapeuta. He impartido docencia en diversas universidades nacionales y extranjeras, a la vez que participado en simposios y conferencias a lo largo del mundo. Autor de numerosos estudios de psicología clínica que he publicado en diversos libros y revistas de relevancia científica internacional. III eBooks Agradecimientos Aprovechar desde aquí para agradecer a todas las personas que han colaborado con sus aportaciones en la realización de este texto, especialmente al Dr. QUAZI IMAM, Director Médico del Hospital Arlington Memorial de Texas (EE UU.) y al personal del Centro de Referencia Estatal de atención a personas con enfermedad de Alzheimer y otras demencias (C.R.E. Alzheimer) del IMSERSO, y especialmente a las personas que han respondido a estas principales cuestiones sobre el Alzheimer, Dª Elena González, Responsable del Área de Información, Documentación, Investigación y Evaluación; D. Francisco Javier Gay, Neurólogo y Dª. Beatriz Onecha, trabajadora social/ socióloga. IV eBooks Dedicado a mis padres…….!!!! V eBooks Índice Title Page No. introducción 1 El Alzheimer 2-6 Causas 6-20 Síntomas 20 Sígnos Del Alzheimer 20-28 Pruebas Médicas 28 Diagnóstico Del Alzheimer 28-32 Tratamiento 32-38 Evolución 38-42 Consecuencias 42-50 Prevención 50-51 Extensión 51-53 Eltrabajodelc.r.e. Conelalzheimer 53-55 conclusiones 55 References 55-57 VI eBooks Alzheimer, Últimas Investigaciones DR. JUAN MOISÉS DE LA SERNA* Ph.D. in Psychology, Master in Neuroscience and Behavioral Biology and Specialist in Clinical Hypnosis, Spain * Corresponding author: JUAN MOISÉS DE LA SERNA, Ph.D: in Psychology, Master in Neuroscience and Behavioral Biology and Specialist in Clinical Hypnosis, Spain, E-mail: [email protected] Introducción El objetivo del libro es servir de primera aproximación a aquellas personas que tengan en sí mismo o dentro de su familia la enfermedad de ALZHEIMER. Esta enfermedad se ha visto incrementada en cuanto al número de casos afectados en los últimos años, lo que a su vez ha provocado que surjan muchas preguntas cuando una persona o a un familiar recibe el diagnóstico, tales como, ¿Qué es el Alzheimer?, ¿Cuál es su origen?, ¿Existe tratamiento?, ¿Cómo evoluciona la enfermedad?, ¿Qué consecuencias acarrea en la vida cotidiana?, ¿Cuáles son los efectos psicológicos sobre el paciente?, ¿Se puede superar?, ¿Se trasmite a los hijos? Se nos abre delante nuestra todo un crisol de cuestiones que tratar para aplacar la incertidumbre que provoca enterarse de que padecemos una enfermedad cada vez más “común” y extendida, y de la que apenas se conocen sobre los últimos avances científicos en esta área, debido en buena medida a la complejidad del lenguaje técnico empleado, pero también porque estos avances suelen llegar sólo a especialistas a través de reuniones y congresos donde se comparte este tipo información. Este libro trata de presentar de forma clara los resultados de las últimas investigaciones sobre la enfermedad de Alzheimer, con lo que contestar a las cuestiones más relevantes, tanto desde el punto de vista del paciente como de sus familiares, empezando por la principal ¿Qué es el Alzheimer? Centro de Referencia Estatal del Alzheimer ¿ Cómo se define el Alzheimer? Es una enfermedad neurodegenerativa de inicio insidioso y curso progresivo que se caracteriza clínicamente por producir una demencia y anatomopatológicamente por ovillos neurofibrilares intraneuronales y placas de amiloide extracelulares. 1 El Alzheimer El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa, esto es, que afecta principalmente al cerebro y que éste va a ir perdiendo sus funciones de forma paulatina. En concreto se produce por la aparición de determinadas células como son las placas seniles y ovillos neurofibrilares, que se van a ir acumulado dentro del cerebro, provocando una pérdida progresiva de funcionalidad, de las cuales, la más evidente es el deterioro de la memoria. La denominación de esta enfermedad se debe a su descubridor el psiquiatra Alois Alzheimer quien en 1906 fue el primero que recogió por escrito lo signos y síntomas de esta enfermedad. Hay que diferenciar las consecuencias de esta enfermedad en la progresiva pérdida de memoria de lo que es debido al simple paso del tiempo, y a una edad avanzada, igualmente hay que explorar para descartar que existen otras patologías que puedan explicar estos problemas de memoria. La enfermedad de Alzheimer tiene la característica de irse extendiendo por las distintas regiones cerebrales, lo que va a tener progresivas consecuencias en el modo de pensar, sentir y comportarse la persona, empezando por la pérdida de memoria. Estos cambios van a conllevar, con el tiempo, a importantes deterioros en las capacidades para el desempeño del día a día del paciente, afectando tanto a su calidad de vida, como a su independencia. Esta enfermedad se encuentra dentro del grupo de las demencias, definidas estas como la pérdida de funciones que la persona ya había desarrollado, ya sea del habla, el pensamiento o la memoria. La enfermedad del Alzheimer con la pérdida de memoria, pero ni es el único síntoma, ni tiene porque ser el primero en aparecer, ya desde hace años se ha descubierto que inicialmente se pueden presentar cambios emocionales y de comportamiento, que a veces se pueden confundir con alteraciones asociadas a la edad, de hecho, y tal y como se verá en el apartado correspondiente, existe cuestionarios para la detección temprana del Alzheimer, que buscan precisamente estos cambios, y no tanto la alteración de la memoria, tal y como es el caso del Neuropsychiatric Inventroy (NPI). Esta enfermedad tiene un inicio “silencioso”, y no es hasta después de diez o veinte años aproximadamente cuando los problemas de memoria se muestran como el síntoma más evidente. Son numerosos los factores implicados en el empeoramiento de esta enfermedad, teniendo además en cuenta que en la mayoría de los casos se produce en personas de avanzada edad, por encima de los 60 años, lo que une los achaques de la edad con los de la enfermedad, todo ello junto va a ir en detrimento de la calidad de vida. La enfermedad de Alzheimer está dentro del grupo de las demencias, donde además se encuentran la enfermedad de Pick, la demencia por cuerpos de Lewy, todas ellas conformando las demencias primarias. Existe otro grupo, denominado demencias secundarias, cuyos efectos son consecuencia de sufrir otras enfermedades, como problemas vasculares, hipotiroidismo, deficiencias en vitamina B6 o tumores entre otros, pero ¿Es la enfermedad de Alzheimer la peor de las demencias posibles? 2 Dr. QUAZI IMAM, Director Médico del Hospital Arlington Memorial de Texas (EE.UU.) La enfermedad de Alzheimer. Este es el tipo más común de demencia, causando aproximadamente la mitad de todos los casos. Lleva el nombre del médico que lo describió por primera vez. En la enfermedad de Alzheimer el cerebro se encoge (atrofia) y el número de fibras nerviosas en el cerebro se reducen gradualmente. La cantidad de algunos productos químicos del cerebro (neurotransmisores) también se reducen, en particular, uno llamado acetilcolina. Estas sustancias químicas ayudan a enviar mensajes entre las cé lulas cerebrales. Pequeños depósitos llamados placas también se forman por todo el cerebro. No se sabe por qué ocurren estos cambios en el cerebro, o exactamente cómo causan demencia. La enfermedad de Alzheimer progresa gradualmente (empeora), con el tiempo el cerebro se vuelve más y más afectado. Dr. QUAZI IMAM, Director Médico del Hospital Arlington Memorial de Texas (EE.UU.) La demencia es la forma más grave de problema de memoria. La demencia es una enfermedad del cerebro que causa una pérdida gradual de la capacidad mental, incluyendo problemas con la memoria, la comprensión, el juicio, el pensamiento y el lenguaje. Además, otros problemas se desarrollan comúnmente, tales como cambios en la personalidad y en la forma en que una persona interactúa con otros en situaciones sociales. Como la demencia es progresiva, la capacidad de una persona para cuidar de sí misma cada día también puede llegar a ser afectada. ¿Es la enfermedad de Alzheimer la peor de las demencias? Esto es precisamente lo que se está investigando desde el Instituto Karolinska, el Hospital Universitario Karolinska (Suecia), el Hospital Universitario Stavanger (Noruega) y Centro de Investigación Internacional y Hospital Universitario Santa Ana (República Checa) publicado en la revista científica Alzheimer’s Research & Therapy [1]. Los investigadores comentan sobre la existencia de cierto desconocimiento por parte de la población general, pero también de grupos de investigación con respecto a otras demencias, especialmente con la de los cuerpos de Lewy, considerado como clínicamente más complicado y que requiere de mayor atención por parte de familiares y cuidadores, y para comprobar su gravedad han propuesto analizar los factores que influyen en la enfermedad de Alzheimer frente a la demencia por cuerpos de Lewy. En el estudio participaron 9.795 pacientes, siendo el 60% hombres y el resto mujeres, con una edad media superior a los setenta años, donde el 93,5% tenían diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer y el restante de demencia de cuerpos de Lewy, todo ellos procedentes del Registro Nacional de Pacientes de Suecia entre los años 2007-2012. A todos los participantes se les realizó sucesivos diagnósticos buscando la presencia de otras psicopatologías aplicando el cuestionario estandarizado sobre demencias denominado 3 International Classification of Diseases versión 10 (ICD 10), donde además se constata la presencia o no de depresión, ansiedad, trastorno del comportamiento, trastorno afectivo bipolar, problemas de sueño, hemorragias cerebrales, epilepsia, migrañas, accidentes cardiovasculares o dolor de cabeza entre otros. Dr. QUAZI IMAM, Director Médico del Hospital Arlington Memorial de Texas (EE.UU.) La demencia con cuerpos de Lewy (D.C.L.) es un tipo de demencia que comparte síntomas con la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson. Se puede dar alrededor del 10 por ciento de todos los casos de demencia. D.C.L. tiende a ser diagnosticado erróneamente como otras enfermedades (es decir, D.C.L. se diagnostica poco). Los síntomas que experimenta una persona dependerá en parte de donde se encuentran en el cerebro los cuerpos de Lewy. Cuerpos de Lewy en la base del cerebro están estrechamente vinculados a los problemas con el movimiento (síntomas motores). Estos son la principal característica de la enfermedad de Parkinson. Cuerpos de Lewy en las capas exteriores del cerebro están vinculados a problemas con la capacidad mental (síntomas cognitivos), que son característicos de la D.C.L. Problemas con el movimiento y los cambios en las capacidades mentales pueden ocurrir juntos. Alrededor de un tercio de las personas diagnosticadas con la enfermedad de Parkinson eventualmente pueden desarrollar demencia (enfermedad de Parkinson con demencia). Del mismo modo, al menos, dos tercios de las personas con D.C.L. desarrollan problemas de movimiento en algún momento. Los síntomas de la D.C.L. y la enfermedad de Parkinson con demencia se vuelven más similares a medida que progresan. Juntos se conocen como demencias con cuerpos de Lewy. Los resultados muestran diferencias significativas con peores resultados para los pacientes con demencia con cuerpos de Lewy frente a los que tienen la enfermedad de Alzheimer, donde los primeros suelen tomar más medicación, además de sufrir significativamente mayor incidencia de depresiones, migrañas y derrames cerebrales. Todo ello va a hacer que se incrementen los efectos negativos en los pacientes con demencia de cuerpos de Lewy tanto en la salud física como mental. La memoria y la enfermedad del Alzheimer El Alzheimer es más que no saber dónde se han dejado las llaves del coche, o faltar a la cita semanal en la peluquería, porque se pasó el día sin siquiera recordarla, esto puede ser simplemente consecuencia de un despiste o efecto de un menor desempeño de la memoria debido a la edad. Esta enfermedad conlleva consecuencias más graves e importantes que en fases más avanzadas puede llevar a la persona a no reconocer a sus familiares, sintiéndolos como si de unos extraños se tratasen, e incluso pudiendo llegar a perder la capacidad de reconocerse a sí mismo ante el espejo, sin saber quién es ese que se refleja allí, ni su nombre, ni nada sobre su pasado. Un drama para cualquier persona, ya que nos solemos definir como tal, 4 precisamente por lo que hemos sido, cómo nos llamamos, cuándo y dónde hemos nacido, dónde hemos estudiado o trabajado, y así hasta completar con más o menos recuerdos toda nuestra vida. Toda una estructura de memoria sobre la que vamos construyendo nuevos recuerdos, teniendo como cimentación lo ya vivido, a lo cual podemos acceder cuando así lo requerimos, recordando aquello que hicimos en nuestra graduación, o a quién dimos nuestro primer beso. Pero cuando la enfermedad de Alzheimer va avanzando, empiezan a aparecer lo que se denominan lagunas en la memoria, las cuales son como espacios vacíos en el cerebro, donde se ha perdido la información que contenía, faltando así el contenido incluido ahí, que manejamos sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea, de forma que cuando intentamos acceder a ello, cuando queremos recordarlo, nos quedamos en blanco, a pesar de que apenas hace unos meses éramos capaces de narrar con todo lujo de detalles sobre ese momento de nuestra vida. Hay que tener en cuenta que este proceso de pérdida de facultades y de memoria, se va produciendo paulatinamente con la edad, como parte del progresivo deterioro de funciones del organismo. Pero cuando aparece la enfermedad de Alzheimer, todo cambia, este proceso se acelera, produciendo efectos mucho más visibles y evidentes, que pueden llegar a incapacitar a la persona para el desempeño de sus funciones del día a día de forma independiente. Los problemas de memoria han sido considerados durante décadas como el primer y principal síntoma a la hora de la detección de esta enfermedad, pero ya hace unos años se ha descubierto que antes de que empiece a fallar la memoria, la persona va a experimentar una serie de cambios que dejan en evidencia que algo no va bien dentro de sí. Son cambios que pueden pasar desapercibidos para aquellas personas ajenas a esta enfermedad, y que rápidamente se justifican con ser un achaque más, propio por la edad de quien lo padece, sin saber distinguirlo de lo que es el envejecimiento normal. Desde Argentina se dio un gran paso en cuanto al diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer, ya que fueron ellos quienes recogieron datos sobre los cambios comportamentales y emocionales de los pacientes, convirtiéndose estos en los primeros indicios de la enfermedad, mucho antes de que sean evidentes los fallos de memoria. Gracias a descubrimientos como este se han podido desarrollar instrumentos de evaluación como el Neuropsychiatric Inventory (NPI). Además la enfermedad muestra unas características que le son propias y definitorias que no se encuentra en otras patologías neurológicas como son la presencia de placas seniles y ovillos neurofibrilares, que se van a ir acumulado en el cerebro, ocupando cada vez más espacio de las neuronas sanas y provocando la destrucción progresiva de su normal funcionamiento, lo que afectará inicialmente al desempeño en las tareas cognitivas asociadas a la memoria, para pasar posteriormente a afectar en fases avanzadas, a funciones motoras como el andar o el comer, donde la persona olvidará cómo se hace. Actualmente se considera que la presencia de estas placas seniles y ovillos neurofibrilares es suficiente para poder establecer el diagnóstico de la enfermedad del Alzheimer, el problema es que todavía no se puede observar mediante el uso de escáneres cerebrales, y únicamente bajo el microscopio se pueden evidenciar, por lo tanto, se trata de un análisis postmorten. Una de las características de estas enfermedades es que se producen a edades avanzadas, lo que hace que en ocasiones sea difícil de distinguir la pérdida del desempeño de las funciones cognitivas propias del envejecimiento normal, o las provocadas por una enfermedad como la del Alzheimer. Así con respecto a la pérdida de memoria hay que aclarar que no toda pérdida o laguna va a ser atribuible al Alzheimer ya que con la vejez se observa 5 un progresivo deterioro de todas las funciones físicas y cognitivas de la persona, algo a lo que estamos acostumbrados, cuando vemos a alguien mayor andar muy despacio, o que tarda en realizar una operación matemática de una complejidad intermedia. Hasta hace pocos años se consideraba una enfermedad con consecuencias irreversibles, pero actualmente se están desarrollando grandes avances en cuanto a tratamientos farmacológicos y a entrenamientos neuropsicológicos, que buscan enlentecer el proceso de la enfermedad, y en algunos casos mantener durante mayor tiempo las habilidades necesarias para conservar cierto nivel de calidad de vida e independencia personal, pero ¿Cuál es su origen? Centro de Referencia Estatal del Alzheimer ¿ Cuáles son las causas del Alzheimer? La causa de la enfermedad es desconocida. Desde el punto de vista genético se puede dividir en una forma poligénica de etiología compleja con la que se vincula más del 95% de los casos de la enfermedad y suele ser de inicio tardío, (>60 años), en la que algunos polimorfismos de ciertos genes como el alelo E4 del gen APOE actuarían como factores de riesgo, y una forma monogénica de inicio precoz y patrón autosómico dominante con la que se han relacionado hasta la actualidad tres genes: El gen de la proteína precursora de amiloide (A.P.P.) en el cromosoma 21, el gen de la presenilina 1 (PSEN1) en el cromosoma 14 y el gen de la presenilina 2 (PSEN2) en el cromosoma 1. Causa Del Alzheimer Las investigaciones actuales se suelen centrar en las causas del Alzheimer, así como en los factores que favorecen su aparición y avance, para tratar de detener esta enfermedad neurodegenerativa que va provocando una pérdida progresiva de habilidades y capacidades que lleva a la persona a ir poco a poco perdiendo su independencia, requiriendo de otras personas para cada vez más funciones. Pero además de la presencia del Alzheimer se puede complicar con la aparición de otras patologías tanto físicas como psicológicas, entre las más habituales de las físicas se encuentran aquellas relacionadas con alteraciones cardiovasculares. Todavía no se tiene claro, cuál es el origen de la enfermedad, pues si al principio se asociaba al mal funcionamiento del cerebro debido a la edad, algo así como un problema más del envejecimiento. Hoy en día se ha descartado que esté asociada con una pérdida progresiva de funciones debido a su uso, tal y como si fuese una pieza de una maquinaria que con el tiempo se va desdentando, perdiendo efectividad hasta que deja de funcionar. Aunque algunos factores son bien conocidos todavía se están investigando las causas del Alzheimer para poder realizar un mejor diagnóstico y tratamiento. Desde hace tiempo que se conocen algunos de estos que facilitan la aparición de la enfermedad del Alzheimer, como es el caso de padecer diabetes, incluso se llega a hablar de cierto porcentaje de causa genética, así los que tienen familiares directos, tienen entre dos a tres veces más posibilidades de padecer Alzheimer. Entre los factores que favorecen la aparición de la enfermedad se encuentra la edad avanzada, sobre todo a partir de los 60 años existiendo un pequeño grupo de afectados entre los 30 o 40 años de inicio. 6 Igualmente, las mujeres van a sufrir más esta enfermedad, pero se debe a que la esperanza de vida de las mujeres es superior a la de los hombres; también los traumatismos craneoencefálicos van a facilitar la aparición de ésta enfermedad, pero, ¿Existen actualmente nuevas causas del Alzheimer? Esto es lo que se trata de averiguar desde la Universidad de Dalhousie y desde el Centro de Atención a la Salud de los Ancianos de Halifax (Canadá) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Alzheimer’s Research & Therapy [2]. En el estudio retrospectivo de los últimos diez años entre la población de afectados por la enfermedad de Alzheimer en Canadá, entre los que estaban incluidos en un macro estudio denominado Canadian Study of Health and Aging (CSHA), donde se analizan múltiples factores de la población superior a los 65 o más años empezado en 1991, y que lo iniciaron con 10.263 personas sanas, para analizar su evolución a lo largo del tiempo. Al ser un período tan largo casi la mitad de los hombres habían perecido frente a sólo un tercio de las mujeres, con lo que el número de pacientes del estudio se redujo a 7.239 de los cuales 4.337 eran mujeres y 2.902 hombres sanos en 1991. Los resultados informan que entre un 7% de los hombres y un 9% de las mujeres desarrollaron algún tipo de demencia incluida la enfermedad de Alzheimer, permaneciendo el resto cognitivamente sanos. A todos los participantes se les entrevistó para analizar 42 posibles variables que podrían estar implicados en la enfermedad de Alzheimer que han sido recogidas en investigaciones anteriores. Entre estos se encuentran la presión arterial alta, los problemas del corazón o de circulación, la historia previa de accidentes cerebrovasculares, diabetes, la mala actitud hacia llevar hábitos saludables, problemas de estómago, de riñón, de ojos, de oídos, de dientes o de piel, traumatismo craneoencefálico, ataques isquémicos transitorios, la hipertensión, la obesidad, una dieta rica en grasas, el síndrome metabólico, la baja ingesta de antioxidantes, de pescado, de verduras o de frutas, con deficiencia de vitamina B, con hipotiroidismo, con presencia de apnea del sueño, ansiedad, depresión, anemia, con conducta de tabaquismo, alcoholismo, exposición a tóxicos ambientales y contaminación, la realización de actividades físicas, cognitivas o sociales bajas, así como el nivel educativo, los ingresos económicos y el estatus social entre otros. Los resultados muestran cómo estos factores están relacionados con la edad, tal y como cabría esperar, pero que tienen una mayor incidencia entre los pacientes con Alzheimer. Siendo mejores predictores de la aparición de esta enfermedad, el haber sufrido con anterioridad algún tipo de lesión, como traumatismo craneoencefálico, así como el haber estado expuesto a tóxicos ambientales como a contaminación. Un resultado inesperado ha sido al comprobar cómo las persona que tenían problemas con el riñón, control de la vejiga, dolor de pecho, presión arterial alta, o problemas de corazón o circulación tenían una menor esperanza de vida. Factor Individual La edad, parece estar asociada a la edad avanzada, sobre todo a partir de los 60 años, existiendo un pequeño grupo de afectados con edades de inicio temprano entre los 30 o 40 años, donde parece ser que la causa genética es más fuerte. La última etapa de la vida, en donde los años, en vez de ayudar a mejorar a las habilidades de la persona, la hacen cada vez menos capaz en el desempeño de las tareas; cuando las fuerzas le empiezan a fallar, la vista ya no es lo que era, el oído ya no funciona como debiera, la memoria empieza a enturbiarse, a esta etapa es a lo que se ha denominado como la vejez. 7 Hay que tener en cuenta que es una etapa relativamente frecuente en nuestro mundo. Si miramos atrás podremos darnos cuenta, cómo la edad de supervivencia ha ido creciendo en los últimos años. Con anterioridad, y actualmente en algunos países, llegar a los cuarenta años, se consideraba toda una hazaña, ya que la esperanza de vida era alrededor de los treinta y pocos años. Todavía recuerdo una anécdota de uno de mis colegas entrado en años, quien comentaba cómo mientras realizaba una investigación en un país de África. Este profesor refería que un día, llegando a un poblado beduino, le habían indicado que debía de participar de una reunión comunal, en el que existía una disputa familiar. Este profesor, entendió que era una buena oportunidad para acercarse aún más a las tradiciones de aquel pueblo y accedió al mismo. Cuando estaban allí reunidos en una casa comunal, le presentaron a una mujer y uno hombre, que se acusaban mutuamente de algo, una especie de riña familiar en el que participaba todo el pueblo. En un momento determinado, le preguntaron a él, cuál era la solución del caso, algo que le sorprendió en sobremanera, porque era un extraño en aquella comunidad. Cuando intentó preguntar la razón, por la que pedían su opinión, le dijeron que como tenía el pelo blanco por su edad, le tenían por sabio, luego su opinión era de inestimable ayuda para resolver este y otros problemas de convivencia que surgían en las comunidades. Con ello quiero resaltar cómo todavía hoy en día, la edad, es valorada y estimaba, y asimilada a experiencia vital y sabiduría. De hecho, es tan reciente, este fenómeno que a su alrededor han surgido una serie de ramas especializadas en dar respuesta a esta nueva realidad. Por ejemplo, desde el ámbito de la psicología ha surgido la psicogerontología, como ciencia de estudio de las necesidades, motivaciones y comportamiento de este colectivo. Si bien hace unos años se les denominaba ancianos, hoy en día el término más usado es el de personas mayores, que suele abarcar a partir de los sesenta años, lo que con anterioridad se denominaba tercera edad, en contraposición con la primera edad que abarcaba la infancia, y la segunda edad, la adultez. Aunque actualmente se suele dividir esta última fase de la vida en dos subetapas, la primera que mantiene el nombre de tercera edad, hasta los ochenta, y a partir de ahí, la cuarta edad. División que está hoy en revisión, ya que, con el incremento de vida, se está empezando a plantear si la tercera edad, no se está también retrasando, hacia los setenta años, ya que los ancianos de sesenta de hace una década se parecen más a los de setenta. En cambio, los mayores de sesenta de ahora, se siguen considerando “jóvenes”, útiles, y con una gran vitalidad, hasta ahora desconocida para dicha edad. Algo que se lleva unos años poniéndose en evidencia, ya que las inquietudes culturales y por aprender de los más ancianos van más allá de la propia curiosidad, volviendo muchos de ellos a las escuelas para retomar los estudios que tuvieron que abandonar de jóvenes por diversas razones, e incluso acudiendo a los centros superiores de formación, para completar sus conocimientos. Fenómenos a los que las universidades han tenido que dar respuestas con programas específicos como las denominadas Aulas de la Experiencia, donde ofrecen las asignaturas más demandadas por estos mayores, dentro de un programa, acudiendo a clase con los más jóvenes. 8 Dr. QUAZI IMAM, Director Médico del Hospital Arlington Memorial de Texas (EE.UU.) La demencia puede ser causada por varias enfermedades o trastornos que afectan a las partes del cerebro involucradas en los procesos de pensamiento. Sin embargo, la mayoría de los casos son causados por la enfermedad de Alzheimer, demencia vascular o demencia con cuerpos de Lewy (D.C.L.). Todos estos tipos de demencia causan síntomas similares, pero algunas características pueden apuntar a una causa particular. Sin embargo, puede que no sea posible decir qué está causando la demencia en todos los casos. Algo que ha cambiado en muchos casos los propios planteamientos de las clases, pues no es lo mismo enseñar a jóvenes que hacerlo a adultos, ya que estos últimos son más participativos a la hora de plantear sus dudas e inquietudes, basadas en su experiencia profesional, algo que sin duda dinamiza y enriquece los contenidos de la clase. Además, según declaran los propios mayores, el poder ir a clases y compartir el aula con los jóvenes les anima y les llena de vitalidad, y por supuesto mientras están en clase se olvidan de sus males y preocupaciones que a diario tienen. Al respecto, recuerdo la anécdota de una señora mayor, comentando una de sus vivencias en el programa de Aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla, donde un día, mientras miraba las listas de asignaturas en el tablón de anuncios de la facultad, pasaron dos estudiantes jóvenes, y uno de ellos la piropeó. Algo que a ella le ruborizó a pesar de sus años, y que compartía con mucha satisfacción. Sintiéndose ella como si de una joven estudiante más se tratase. Sobre la longevidad de la especie humana, algunos científicos afirman que estamos “programados” genéticamente para vivir bien hasta los cuarenta años aproximadamente, así que hagamos lo que hagamos con nuestro cuerpo, nos mantendremos sanos y fuertes hasta entonces, produciéndose con posterioridad un declive importante de nuestras capacidades. Otros autores en cambio afirman que existe una curva de desarrollo con un gran incremento en los primeros años, un punto máximo sobre los veinte o veinticinco años, y a partir de ahí, se va produciendo una reducción progresiva de capacidades y habilidades tanto físicas como mentales, donde cada vez es más rápida la pérdida a medida que se cumplen más años por el simple paso del tiempo. Si no existe una “desgracia” por el camino, a todos nos va tocar llegar a esta avanzada edad, lo que puede asustar, debido a ese declive de lo que somos, quizás este momento sea el segundo más temido después de la posibilidad de la muerte. La realidad de la vejez conlleva pues el peligro dejar de ser lo que somos, de abandonar la vida que llevamos y lo que hacemos, e incluso con el tiempo, de tener que enfrentarnos a la posibilidad de depender de otra persona para las tareas más básicas. 9 Dr. QUAZI IMAM, Director Médico del Hospital Arlington Memorial de Texas (EE.UU.) Como para todo el mundo pasa el tiempo, a menudo se vuelve más difícil de recordar cosas. Esto se conoce como deterioro de la memoria asociado a la edad. Muchas personas mayores de 60 años tienen este problema común, y no es la demencia. Por ejemplo, tiende a ser más difícil aprender nuevas habilidades a medida que creces, o puede olvidarse más fácilmente los nombres de personas que has conocido recientemente. Es cierto que no a todos les va a pasar lo mismo, pero a medida que se cumplen años, es más probable que vayan apareciendo estas carencias, y profundizando en la afectación que estas tienen sobre el día a día de la persona. Este envejecimiento se ha asumido como una fase más dentro de nuestra vida, algo inexorable, que va a suceder queramos o no, y por el que todos, tarde o temprano vamos a tener que pasar. Pero si ya de por sí puede resultar complicado cumplir años, lo es más cuando además se sufre alguna enfermedad que acelera el proceso de pérdida de habilidades, capacidades e independencia. Tal es el caso de las enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, las Demencias o la Corea de Huntington, enfermedades con rápida incidencia en el organismo y con efectos devastadores tanto física como mentalmente. Enfermedades que parecen estar más presentes en la sociedad, que hace unos años, gracias a los medios de comunicación, lo que se corresponde además con una mayor incidencia, explicado en parte por el envejecimiento poblacional. De estas enfermedades neurodegenerativas, que afectan especialmente a los ancianos, y que pone en riesgo su calidad de vida, la más conocida actualmente es la enfermedad de Alzheimer, sobre la que existe una concepción generalizada de es una enfermedad de nuestros mayores, eso es cierto en un alto porcentaje, pero no en todos, ya que puede presentarse a partir de los 30 años. Debido a esta incidencia diferencial según la edad de quien lo padece, de forma didáctica se desglosan a modo orientativo las edades en tres grupos: • Casos Tempranos (de 30 a 50 años) abarca la etapa en que la persona se encuentra en plenas funciones tanto en su desarrollo personal como laboral y social. • Casos en Fecha (de 50 a 70 años) es una etapa intermedia de paso a la ancianidad donde la persona se ve sometida a multitud de cambios, entre ellos la jubilación. • Casos Tardíos (a partir de 70 años) ya entrada la madurez el paciente empieza a sentir los achaques propios del desgaste de la vida. Esto no quiere decir que todos los afectados dentro de un rango de edad reaccionen de la misma manera, pero sí en la mayoría de los casos, por lo que es una buena forma de aproximarse a lo que piensa y siente cada persona según su momento evolutivo. El cual está marcado también por una serie de logros y desafíos en la vida, en el que van a intervenir tanto aspectos de la propia persona, como sus relaciones familiares e incluso en el ámbito laboral. En cada una de estas etapas la persona va a ir modificando la forma de verse a sí misma y de relacionarse con el mundo, teniendo unos deseos y necesidades diferentes en cada 10 caso, lo que determinará cómo va a reaccionar en función también de sus obligaciones adquiridas y de las relaciones de dependencia establecidas. A cada edad le corresponde enfrentarse de forma diferente a la enfermedad, con mayor o menor dificultad, a una edad las emociones están más a flor de piel y serán éstas las que habrá que canalizar para que no perjudiquen aún más el tratamiento, mientras que en otras lo serán los pensamientos y en ellos se tendrá que incidir. Hay que considerar que los apoyos con los que se cuenta para asumir las consecuencias de la enfermedad también son diferentes. En los casos tempranos son la pareja y los hijos los más importantes ya que es sobre ellos sobre los que recae la mayor parte del tiempo libre de la persona. En cambio, en los casos en fecha, los hijos han pasado a un segundo plano ya que a ésta edad ya se han independizado y viven sus vidas de forma autónoma, por lo que encuentra el apoyo necesario principalmente de su pareja y amigos. En los casos tardíos, la persona suele haber dejado atrás buena parte de sus seres queridos, ya que los ha sobrevivido, cambiando sus amistades de toda la vida a simplemente conocidos que comparten su edad. De ahí la importancia de conocer lo que le sucede a la persona que le han diagnosticado Alzheimer en cada momento para poderle ofrecer el apoyo necesario y adecuado para su etapa evolutiva en la que se encuentre. El género, desde hace años que se constata en investigaciones por todo el mundo que las mujeres son las que sufren más esta enfermedad, aspecto que algunos atribuyen a que la esperanza de vida de las mujeres es superior a la de los hombres. Una de las muchas interrogantes sobre el Alzheimer es con respecto a tratar de explicar las diferencias presentadas en función del género del paciente. Sobre todo, porque el papel de la genética en la aparición de enfermedad no parece ser tan determinante como en otras patologías. A pesar de lo cual se tratan de establecer qué factores pueden estar participando para explicar esas diferencias hombre mujer en la enfermedad de Alzheimer. Diferencias entre género hombre-mujer que son claramente reconocibles en cuanto a los aspectos genéticos, fisiológicos, hormonales e incluso comportamentales. Algunos autores han tratado de explicar estas diferencias debido a la edad de los pacientes, ya que las mujeres suelen, por media, vivir mucho más que los hombres, y la enfermedad de Alzheimer en un alto porcentaje está asociado a la edad, lo que explicaría, según estos autores, que en las mujeres se presentase en mayor medida. Otros autores por su parte han tratado de estudiar los biomarcadores diferenciales entre hombres y mujeres, tales como el nivel de colesterol o la presencia de proteínas ApoE4, pero ¿Influye el nivel de testosterona en la aparición del Alzheimer? Esto es precisamente lo que se ha tratado de averiguar desde la Universidad del Norte de Texas (EE UU), cuyos resultados acaban de publicarse en la revista científica Alzheimer’s Research & Therapy [3]. Los datos se extrajeron de un estudio mayor denominado Longitudinal Research Cohort of the Texas Alzheimer’s Research Care Consortium (TARC) donde se trata de localizar y analizar distintos biomarcadores que sirvan para el diagnóstico temprano, así como para conocer la efectividad de los tratamientos. 11 Todos los participantes pasaron por una entrevista estructurada con el Neuropsychiatric Inventory (NPI), la cual se emplea como diagnóstico previo, ya que es sensible incluso antes de que la persona empiece a experimentar pérdidas de memoria asociadas a la enfermedad de Alzheimer. Además, todos han sido previamente diagnosticados con pruebas neuropsicológicas como el Mini Mental State Examination (MMSE) o la Clinical Dementia Rating (CDR), con una re-evaluación anual, y un análisis de sangre para buscar biomarcadores. En este estudio participaron 87 hombres con una edad media de 75 años, donde 44 de los cuales mostraban niveles bajos de testosterona, mientras que el 43 de ellos mostraban niveles normales. Los resultados indican que, en niveles normales de testosterona, es más probable que se produzcan sintomatología positiva como alucinaciones, irritabilidad o actividad motora. En cambio, aquellos pacientes que tenían niveles reducidos de testosterona, no mostraban significativamente los síntomas positivos anteriormente descritos. Los resultados por tanto son bastante reveladores, en el sentido de que, si se realizase una intervención farmacológica, para reducir los niveles de testosterona, se podrían prevenir la sintomatología positiva asociada al avance de la enfermedad de Alzheimer. La raza, uno de los aspectos más controvertidos en el ámbito de la salud, es la influencia de la raza a la hora de padecer una enfermedad como el Alzheimer. Si ya fueron polémicos en su momento los resultados hallados sobre las diferencias en cuanto al coeficiente de inteligencia, recientemente avalados por una tesis que realiza una revisión profunda atendiendo al nivel del lenguaje de los usuarios, así como su cultura. Igualmente es polémico en tratar de comprobar y analizar si existen diferencias en el ámbito de la salud mental con respecto a la raza de los usuarios. En el campo de la medicina es bien conocido que se dan estas diferencias, e incluso enfermedades específicas de una raza que no aparecen en otras, pero en el ámbito de la salud mental no se tiene tan claro, entonces ¿Existen diferencias en cuanto al padecimiento de la enfermedad del Alzheimer en función de la raza del paciente? Para ello vamos a extraer los datos del gobierno de la Ciudad de Nueva York ofrecidos a través de su página de Open Goverment. Con respecto a la salud mental, existe cierto grado de falta de transparencia a la hora 12 de ofrecer datos directos del número de pacientes que hay en la actualidad, por lo que se extraen de aquellos datos con respecto al motivo del fallecimiento de la persona. En concreto en este caso nos vamos a fijar en el número de fallecidos por causas de la enfermedad de Alzheimer, que tal y como se muestra en la gráfica superior, se dan más casos de defunciones de pacientes con Alzheimer entre las mujeres que entre los hombres, pero ¿Qué pasa con la raza? Si presentamos los datos anteriores especificando la raza, separamos estos datos entres cuatro categorías de razas, los hispanos; los blancos no hispanos; los negros no hispanos; los asiáticos y provenientes de las islas del Pacífico, podemos comprobar los más afectados por la enfermedad de Alzheimer son las mujeres blancas no hispanas, seguidas en un seguido bloque por las mujeres negras no hispanas, las mujeres hispanas y los hombres blancos no hispanos. En un tercer bloque con una baja incidencia estarían los restos de los pacientes. Para aclarar un poco más los datos se presentan en la parte superior los datos totales, suma de hombres y mujeres, pero separados por raza. Lo que nos permite comprobar que la raza blanca no hispana son los que sufren un mayor número de casos de enfermedad de Alzheimer. En un segundo bloque y casi sin diferencias se encontrarían los de raza negra no hispanos y los hispanos, siendo los que más baja incidencia tienen, los asiáticos y los provenientes de las islas del Pacífico. Por lo que si nos quedamos exclusivamente con esta tercera gráfica podemos afirmar que la enfermedad de Alzheimer, afecta principalmente a la raza blanca no hispana sobre cualquier otra raza. Aunque los resultados parecen claros, hay que tener en cuenta que se trata de un análisis indirecto de la población, ya que no se tiene el dato directo del número de pacientes de Alzheimer, sino sólo el de personas que han fallecido por esta causa, pudiendo existir pacientes que mueran por otras causas, como por ejemplo por un atropello o un ataque cardíaco, que quedaría fuera de estos resultados. Igualmente, los datos reflejan el número de casos totales, pero sin tener en cuenta el porcentaje de la población que representan, así si en vez de ser en Nueva York, los datos procediesen de un estado del sur donde existe mayor presencia de negros nos hispanos y de hispanos, la interpretación de los mismos resultados sería completamente diferente. 13 Problema del corazón, aunque actualmente no se saben los motivos de la aparición de la enfermedad del Alzheimer, si se conocen algunas causas consideradas como factores de riesgo de la demencia, como son los trastornos cardiovasculares. Tradicionalmente se ha asumido que cuando una persona llega a una edad avanzada empieza a sufrir achaques de todo tipo como del corazón o del Alzheimer, pero ¿Están relacionados los problemas del corazón con el Alzheimer? Esto es precisamente lo que ha analizado un estudio realizado conjuntamente por la Universidad Ostravay la Masaryk Universidad de Brno (República Checa) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Journal of Alzheimer’s Disease & Parkinsonism [4]. En el estudio participaron 394 ancianos diagnosticados con la enfermedad de Alzheimer a través del cuestionario estandarizado Mini Mental State Examination (MMSE) y 130 de características similares y que no mostraban síntomas de la enfermedad. La edad media del grupo de pacientes es de 79 años frente al del grupo control que es de 73 años de media. Todos los participantes fueron entrevistados sobre las variables demográficas que les definían, así como sobre el riesgo de padecer problemas relacionados del corazón. Al tratarse de un estudio epidemiológico, únicamente se informa de las variables que aparecen significativamente correlacionadas con el Alzheimer, entre el grupo de pacientes y el de control. Los resultados informan que únicamente el Alzheimer está significativamente relacionado con las enfermedades cardiovasculares; en cambio no resultaron significativas con la diabetes mellitus, la hipertensión, ni la enfermedad cerebrovascular. Los resultados permiten conocer mejor la enfermedad de Alzheimer, y la manera de explorarlo de forma indirecta, ya que, estudiando a los pacientes de edad avanzada con historial de enfermedades cardiovasculares, es posible descubrir nuevos casos de pacientes afectados con la enfermedad de Alzheimer, que hasta ese no han recibido el diagnóstico adecuado. Y al no estar diagnosticados tampoco han sido incluidos en los programas de tratamiento y entrenamiento, con lo que reducir los efectos de esta enfermedad neurodegenerativa en la medida de lo posible. Hay que tener en cuenta, que, si se da una relación significativa entre dos factores, esto no implica necesariamente que uno sea el origen del otro, ya que puede existir un tercer factor que intervenga y que no se haya observado. Tal y como afirman los autores el carecer de una estadística fiable del número de personas afectadas en la población, impide comprender la evolución de esta enfermedad a lo largo de los años, así como para determinar 14 qué otros factores o variables pueden estar incidiendo en que actualmente parece que se están incrementando los casos de esta enfermedad. Este ha sido durante mucho tiempo uno de los principales problemas sobre las demencias, y en concreto sobre la enfermedad de Alzheimer, al no existir un registro de casos a nivel nacional e internacional. Es cierto que en cada lugar atienden a los pacientes que acuden a consulta en sus instituciones hospitalarias correspondientes y especializadas, pero los organismos internacionales, únicamente tienen constancia de estimaciones, sobre la población afectada por estos trastornos neurodegenerativos, lo que sin duda entorpece el avance de la investigación, y por tanto conlleva un perjuicio tanto a los propios pacientes como a sus familiares. Ya que, al no conocerse el número exacto de pacientes afectados, ni las causas por las que se producen estos trastornos, no se pueden establecer programas de intervención preventiva al respecto. Algo de lo que se ha dado cuenta desde el 2014 el gobierno de Inglaterra, que ha abierto un proyecto para determinar el nivel de impacto del Alzheimer entre sus ciudadanos, esperando descubrir un 60% más de pacientes no diagnosticados con anterioridad. Entre las medidas adoptada ha sido la de fijar un incentivo económico para médicos generales y de familia por cada caso nuevo de demencia diagnosticado siguiendo el Dementia Identification Scheme (DIS). Continuando con el corazón, indicar que son varias las patologías que se pueden incluir en esta categoría de trastorno vascular, como la hipertensión, el hipercolesterolemia (colesterol alto en sangre) o la insuficiencia cardíaca entre otros, todos ellos suelen requerir de medicación específica que facilite el flujo sanguíneo, pero el tratamiento se puede complicar cuando estas personas que sufren estos trastornos cardiovasculares, además padecen otras patologías como el Alzheimer. Aunque actualmente no existe cura para la enfermedad del Alzheimer, sí existe en el mercado varios medicamente que tratan de combatir su avance, dando así más tiempo de calidad de vida al paciente, al frenar el desarrollo de esta enfermedad neurodegenerativa. Se ha observado en estudios anteriores, cómo determinados medicamentos pueden darse cierta incidencia en la eficacia del tratamiento del Alzheimer, deteniendo o perjudicando los efectos beneficiosos de esto, con lo que facilita el avance de la enfermedad. Hay que tener en cuenta, además, que la edad de los pacientes suele ser elevada, por lo que es muy importante ajusta la medicación de forma que sea lo más eficaz posible para que combata tanto el avance de la enfermedad del Alzheimer, como el trastorno cardiovascular específico que padezca cada paciente. De ahí la importancia de tener alguna referencia sobre cuál es el porcentaje de pacientes con Alzheimer que además están usando medicamentos para tratar los trastornos cardiovasculares. Esto es precisamente lo que se trata de averiguar desde el Instituto Karolinska, la Universidad Stockhol, el Hospital Universitario Karolinska (Suecia) y Centro Internacional de Investigación Clínica y Hospital Universitario de Santa Ana (República Checa), cuyos resultados han sido publicado en Alzheimer’s Research & Therapy [5]. Para el análisis de los datos se consultó el Registro Nacional del Gobierno de Suecia, entre los años 2007 al 2012 que incluía a 28.722 pacientes diagnosticados con demencia, de los cuales únicamente entraron en el estudio 21.458 pacientes (58% hombres y 42% mujeres) que tenían específicamente el diagnóstico de Alzheimer. Los resultados al respecto no dejan lugar a dudas, más del 65 por ciento de las personas que participaron en el estudio están siendo estaban recibiendo tratamiento para alguno de los tipos de trastornos cardiovasculares. 15 El estudio señala una serie de datos sin entrar a valorarlos, como que los hombres consumen más medicamentos para el corazón que las mujeres; que las personas que viven solas consumen menos medicamentos para el corazón; y que a mayor edad el consumo de estos medicamentos aumentaba. Tal y como indican los autores de este estudio, este debe de ser un factor importante a la hora de establecer el tratamiento conjunto, para que, en ningún caso, uno pueda afectar negativamente al otro, e incluso de ser necesario diseñar medicamentos que atendiesen a ambas patologías. Añadir, que el estudio no entra a valorar cuál es la relación existente entre ambos, aparte de señalar que los trastornos cardiovasculares son un factor de riesgo. A saber, si las personas que sufren trastornos cardiovasculares son asociadas a un determinado tipo de personalidad, el tipo A, asociado a altos niveles de competitividad y estrés, entonces cabría preguntarse si las personas con personalidad tipo A tienen mayores posibilidades de desarrollar Alzheimer. El padecimiento de diabetes, como factor de riesgo, de forma que tener una diabetes tipo II perjudica notablemente el cerebro y facilita la aparición de las demencias, especialmente frecuente la de la enfermedad de Alzheimer. De esta relación a pesar de haber sido comprobada, no se conocen todavía los mecanismos que lo expliquen, pudiendo ser un efecto directo de los niveles elevados de insulina en las células del cerebro, o bien por el aumento de problemas coronarios de la diabetes tipo II, que sí tienen una relación directa con la aparición del Alzheimer. Los traumatismos craneoencefálicos, como factor que puede precipitar la aparición de las demencias, de hecho, en el ámbito deportivo, se ha definido un tipo de demencia asociado a estos traumatismos, denominada encefalopatía traumática crónica, más frecuente en deportes de contacto como el rugbi o boxeo, conocido ya desde hace tiempo como demencia pugilística, donde se dan casos de demencia temprana entre los jugados con más de diez años de profesión. La grasa en el cerebro, ya desde los primeros momentos se habían identificado la presencia de neurofibrillas y placas seniles como las responsables del Alzheimer, luego se comprobó que la mera presencia de estas no va a dar como consecuencia la aparición de la enfermedad de Alzheimer, ya que puede estar presente en otras enfermedades. Por lo que además de los datos neurobiológicos, para establecer el diagnóstico hay que añadir los resultados neuropsicológicos donde se evalúan principalmente las habilidades memorísticas de la persona. Pues son estas, las que van a estar presente desde los primeros momentos de la expresión sintomatológica de la enfermedad, aunque tampoco son exclusivos de ello, pudiendo presentarse estos problemas de memoria por otros problemas de salud. Igualmente, la memoria solo va a ser una de las muchas carencias que va a presentar la enfermedad de Alzheimer a medida que esta avanza, pero ¿Es la grasa en el cerebro la responsable del Alzheimer? Esto es lo que se afirma haberse encontrado desde el Centro de Investigación Hospitalario de la Universidad de Montreal (Canadá), según un comunicado que acaba de emitir, donde menciona que sus resultados han sido publicados en la revista científica Cell Stem Cell [6]. La nota de prensa indica que no era este el objeto de su investigación, ya que estaban trabajando con células madres, tratando de averiguar por qué estas no estaban activas en los cerebros de los ratones con la enfermedad de Alzheimer. 16 Por casualidad encontraron que próximos a las células madres se hallaban acúmulos grasos, los cuales no habían sido descritos en la literatura científica con anterioridad. Tras descartar que fuese un error de procedimiento, corroboraron los resultados analizando cerebros de ratones sanos frente a los que padecían la enfermedad de Alzheimer, comprobando que la grasa sólo se hallaba en estos segundos. Este descubrimiento permitió analizar en profundidad la grasa hasta conseguir identificarla empleando espectrometría de masas avanzada. Posteriormente y para corroborar estos resultados, y una vez sabiendo lo que buscaban, realizaron una comparación postmorten de cerebros de nueve pacientes de la enfermedad de Alzheimer con cinco de personas sanas. Los resultados obtenidos informaban de los mismos acúmulos grasos inusuales en los cerebros de las personas con la enfermedad de Alzheimer. Aunque se desconoce el origen y el papel que juega la presencia de estas grasas en la enfermedad de Alzheimer, sólo que está donde no debería de estar, y que de algún modo puede explicar el problema de la efectividad de los tratamientos farmacológicos empleados hasta ahora. Los investigadores afirman que hallar un nuevo elemento hasta ahora desconocido, puede ser la puerta de acceso a un tratamiento más efectivo, basado en la eliminación de esa grasa acumulada en el cerebro. De ser así, el método de tratamiento resultaría relativamente sencillo, e incluso se podrían implementar medidas farmacológicas al respecto, basado en evitar estos acúmulos de grasa, y por lo tanto retrasar la aparición de la enfermedad de Alzheimer, y si se diese el caso de que esta grasa fuese la responsable y desencadenante de esta enfermedad, su regulación y control, sería en definitivamente una forma de prevenir la enfermedad, evitando así que surja. Factor Hereditario Una de las discusiones más encendidas entre los científicos es, determinar cuál es el porcentaje de influencia de los aspectos genéticos, frente a los medioambientales en el caso de los trastornos mentales. Aunque existe cierta documentación al respecto, en el que incluso se establecen distintos porcentajes, en función del trastorno que se corresponda, es decir hay trastornos y enfermedades mentales que tienen un mayor porcentaje de influencia genética, proveniente de la herencia de sus padres, en cambio hay otros que no parecen estar tan relacionados con sus genes, sino por las condiciones de vida en donde se desarrolla, así como los modelos de los que va aprendiendo. Todavía persiste una gran polémica al respecto, sobre el papel genético de los mismos, ya que según el estudio que se adopte los porcentajes van a ser más o menos elevados. Existiendo cierto nivel de consenso en cuanto al porcentaje medio, es decir si en una población el porcentaje llega 7% pero en otra población únicamente llegar 4%, normalmente se entiende que está alrededor de un 5% de la población mundial, repitiendo estos análisis a lo largo de distintas poblaciones y en distintos momentos. Algunos estudios genéticos apuntan que entre el 17 al 29% de algunas psicopatologías pueden ser explicadas por variaciones genéticas comunes, esto es, distintas psicopatologías como la esquizofrenia, el trastorno bipolar o la depresión, que comparten entre sí ciertos caracteres genéticos. Una pregunta fundamental a la hora del diseño de los tratamientos y las intervenciones específicas es conocer el papel que tiene la genética en la aparición de esa enfermedad, pues no tendría sentido una intervención con terapia genética, ante un trastorno eminentemente 17 producido o motivado por causas medioambientales. Igualmente, una intervención puramente psicoterapéutica podría ser desaconsejable cuando el trastorno tiene una importante base genética, ya que no favorecería la recuperación si no que se perdería un tiempo valioso en un tratamiento más adecuado y efectivo. Se llega a hablar de cierto porcentaje de causa genética, así los que tienen familiares directos que lo han padecido, tienen entre dos a tres veces más posibilidades de padecer Alzheimer. Siendo esta relación más directa en cuanto antes aparezca la enfermedad, es decir, en los casos de Alzheimer temprano existe un importante componente genético, que no se encuentra a otras edades. En el caso de la enfermedad de Alzheimer, si se consiguiese determinar el porcentaje de la base genética, se podrían diseñar nuevos medicamentos orientados a esa interpenetración genómica. Pero si la principal causa de aparición y desarrollo de esta enfermedad es debido a las condiciones medioambientales, como el lugar donde se vive, lo que se come, el nivel de estrés que soporta la persona, la intervención tendría que ser, eminentemente del tipo cognitivas o neuropsicológica, pero ¿Cuál es el papel de la genética en la aparición de problemas psicológicos? Para responder esta pregunta sea realizado un macro estudio con 53.949 sujetos, 30.919 mujeres y 23.030 hombres, todos ellos mayores de 45 años, excluyendo aquellos que tenían diagnóstico previo de algún tipo de demencia. A todos ellos se les pasaron pruebas individuales de resolución de distintos test de todo tipo, correlacionándolo con su genética. En el estudio han participado autores de más de 100 instituciones de investigación y universidades repartidas a lo largo del mundo, desde Suecia hasta Australia, publicado en la revista científica Molecular Psychiatry [7]. En el estudio se crea un modelo genético con el que comprobar las predicciones sobre la importancia de los genes implicados. Los resultados muestran que el cromosoma 21 es el que explica un mayor porcentaje de la variabilidad implicada en la maduración de las capacidades cognitivas y de su pérdida con la edad. Ya que de todos los componentes psicológicos han sido estos el objeto de estudio, como paso previo para comparar con nuevos resultados de pacientes con diagnóstico de demencia, pudiendo determinar así la influencia genética en el caso del envejecimiento normal frente a la demencia. Entre las ventajas del estudio, tal y como lo destacan los autores, es la gran cantidad de participantes lo que ha permitido conseguir resultados significativos en cuanto al modelo genético explicativo, algo que con un menor número de participantes no es posible observar.Este conocimiento genético se espera que permita diseñar nuevos medicamentos e intervenciones orientadas a mantener durante más tiempo las habilidades y capacidades cognitivas, independientemente del paso de los años, permitiendo así una mayor calidad de vida durante el mayor tiempo posible. Este estudio es un paso previo para conocer las bases genéticas del desarrollo cognitivo del envejecimiento normal, es decir, aquel en donde no se ve influenciado por ninguna psicopatología, si no que se produce por un decremento de capacidades cognitivas debidos al natural paso del tiempo. Entre las próximas metas de este equipo multinacional de investigación, está el encontrar la influencia genética de la enfermedad de Alzheimer, una vez que se conoce cómo se produce el decremento de las capacidades cognitivas provocadas por el envejecimiento natural de las personas. 18 Factor Medioambiental Con anterioridad se ha asociado el origen de la enfermedad con la vejez, aspecto que parecía tener una relación directa, así cuantos más años se tenía, mayor desgaste del organismo, especialmente del cerebro y más posibilidades de padecer esta enfermedad. Hoy día se asocia más su aparición a procesos relacionados con causas medioambientales, sobre todo por vivir en las grandes urbes y poblaciones próximas a las instalaciones de determinado tipo de industria, denominados genéricamente como factores medioambientales. Uno de estos factores tan nocivos es lo que se denomina estrés oxidativo, definido como el estrés continuado principalmente en el puesto de trabajo lo que es fuente de debilitamiento del organismo, al disminuir las defensas, lo que incrementa la aparición de enfermedades. El estrés es un elemento psicológico, donde la persona siente una demanda continua y por encima de sus capacidades, lo que tiene una repercusión directa en el organismo, a través de la hormona del estrés denominada cortisol, producida por la glándula suprarrenal y que, si se mantiene mucho tiempo en el organismo, va a facilitar la aparición de problemas físicos, entre los que se encontrarían algunas de las enfermedades psicosomáticas, como en el caso de las úlceras. Dentro de las psicoterapias, es habitual el empleo de técnicas de relajación, visualización positiva y respiración consciente, encaminadas a proporcionar a la persona herramientas suficientes con las que combatir los niveles de estrés diarios, y por tanto que no llegue a desencadenar una enfermedad en el organismo. Pero el concepto de estrés no se circunscribe únicamente al ámbito psicológico, ya que desde hace unos años se ha empezado a utilizar el término de estrés oxidativo, el cual hace referencia a un desequilibrio celular en el procesamiento del oxígeno, que provoca un daño a nivel celular que conlleva un envejecimiento prematuro, y con ello se facilita la aparición de enfermedades. Entre las nocivas consecuencias del estrés oxidativo, está asociado a la diabetes, cáncer, enfermedades cardiovasculares e incluso Parkinson. Además, está asociado con determinadas alteraciones psicológicas como trastornos afectivos, de ansiedad o alimentación, e incluso la esquizofrenia. Igualmente se han observado mayores niveles de dependencia a ciertas sustancias adictivas, especialmente al alcohol u opioides. El origen del estrés oxidativo es diverso, y a veces difícil de concretar, dependiendo del nivel de vida, el sedentarismo, el nivel de ansiedad de las personas, pero también de agentes externos como la radiactividad, o el sol. Aunque las causas pueden ser variadas, para generar el estrés oxidativo, se ha comprobado que está relacionado con una peor salud. Uno de los índices significativos de la presencia de estrés oxidativo es el nivel de homocisteína en plasma, un aminoácido azufrado considerado como uno de los mayores índices del daño celular neuronal, relacionado también con la vitamina B12. Uno de los problemas del Alzheimer es la diferenciación de las disminuciones en las funciones físicas y psicológicas independientes de la edad, ya que la vejez conlleva una reducción paulatina de habilidades. Es por ello que se trata de buscar algún índice que sea capaz de distinguir entre lo normal y lo patológico, con lo que poder establecer un diagnóstico más acertado, pero también para poder diseñar fármacos que puedan frenar el avance de la enfermedad de Alzheimer e incluso poder revertir los efectos de la enfermedad. Uno de los mejores candidatos para esto, es precisamente el estrés oxidativo, ya que está presente en diversas patologías degenerativas, entonces, ¿Está relacionado el estrés oxidativo con el Alzheimer? 19 Esto es precisamente lo que tratan de averiguar desde el Centro Médico de Salud Mental Qingdao (China) publicado en BioMed Research International [8]. En el estudio participaron 40 pacientes con Alzheimer sin síntomas, 37 pacientes con diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer con síntomas conductuales y psicológicos, y como grupo control 39 personas de la misma edad, pero sin dicha enfermedad. A todos ellos se les realizó un análisis de sangre para buscar los distintos niveles de homocisteína en plasma, como factor determinante del estrés oxidativo.Los resultados muestran diferencias significativas en los niveles de homocisteína en plasma entre los pacientes con Alzheimer frente al grupo control, igualmente los pacientes con síntomas conductuales y psicológicos mostraron mayores niveles homocisteína en plasma. Estas diferencias significativas relacionan el estrés oxidativo con una disminución de capacidades psicológicas. Los resultados son importantes, pero todavía no queda suficientemente claro si estas diferencias pueden explicar el avance de la enfermedad, de cualquier forma, es un factor más que hay que considerar a la hora de preparar un tratamiento farmacológico que combata sus efectos. Por lo que se puede concluir, tal y como ya apuntaban algunos estudios previos, que el estrés oxidativo está significativamente más presente en la enfermedad de Alzheimer. Centro de Referencia Estatal del Alzheimer ¿Qué síntomas nos pueden dar aviso de que la persona puede estar sufriendo Alzheimer? Dado el inicio insidioso de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer es conveniente consultar cuando se observen cambios cognitivos, aunque sean muy incipientes en memoria, lenguaje, orientación y/o en capacidad de planificar tareas y más aún en los casos en los que se observe de forma concurrente cambios sutiles en la personalidad, el ánimo y el humor. Sintomas Del Alzheimer Es importante conocer que desde el ámbito clínico se realiza una distinción entre síntomas y signos, a la hora de describir lo que le pasa a la persona, y para establecer el diagnóstico correspondiente. Uno de los problemas a los que se enfrentan los especialistas de la salud a la hora de atender a un paciente es el diagnóstico, ya que a partir de éste se fija el tratamiento, y la evolución de la enfermedad. Para ello se cuenta con “herramientas” que les van a proporcionar información, sobre qué está sucediendo en el organismo del paciente en las enfermedades físicas, pero cuando se trata de enfermedades mentales, el diagnóstico se complica, ya que no se pueden recoger datos “tan objetivos” como en el caso anterior, existiendo todavía una clara infravaloración 20 de los aspectos psicológicos en el ámbito hospitalario, tal y como lo refleja la distinción entre los términos clínicos, signos y síntomas: • Hablamos de signos para referirnos a un dato objetivo que recoge directamente el médico, sobre el estado de salud de la persona, como, por ejemplo, un número reducido de leucocitos en sangre, como resultado de una analítica; alteración en las ondas P según el electrocardiograma; o la presencia de placas “seniles” y neurofibrillas evidenciadas por una Tomografía Axial Computarizada (TAC). Luego los signos son evidencias indirectas que han de ser interpretadas por el médico sobre los distintos índices que muestra el organismo. • Los síntomas, por su parte, son la expresión subjetiva de un paciente, sobre un mal funcionamiento de su organismo. Equivaldría a las quejas o dolencias manifestadas por el paciente sobre su enfermedad; así como la intensidad percibida de molestias o dolores. Es lo primero que evalúa un médico cuando entra una persona a consulta cuando pregunta, ¿Qué le pasa?, ¿Qué le ha traído a aquí?, una vez recogidas las impresiones de la persona, el médico suele ahondar en dichos síntomas, con preguntas como, ¿Desde hace cuánto que le pasa?, ¿Estas molestias las definiría como dolorosas o incapacitantes? A la hora de completar el historial, para establecer si la persona padece un cuadro clínico, el valor de los signos es determinante, frente al de los síntomas, los cuales se tienen en cuenta como indicios a explorar, sin valor diagnóstico por sí mismos. La Psicología a pesar de ser una ciencia relativamente joven, con poco más de cien años de desarrollo, ha encontrado su espacio de estudio precisamente en el campo de la subjetividad de la persona. Los pensamientos, emociones y vivencias personales, son el ámbito de trabajo de la psicología. Específicamente la Psicología Clínica, se encarga de los desórdenes de los pensamientos, emociones y comportamientos de los pacientes. Los síntomas en éste ámbito juegan un papel determinante, tanto en el diagnóstico, como en el tratamiento de las enfermedades mentales. La Medicina centrada en el diagnóstico, prevención y tratamiento de las enfermedades, principalmente de origen biológico, ha ido perfeccionando diversas técnicas de diagnósticos de la mano de los avances tecnológicos, como la Resonancia Magnética (RM) o la Tomografía por Emisión de Positrones (TEP). Igualmente, en lo que respecta a la intervención, que van desde las primitivas pociones o ungüentos, empleados originariamente para intentar dar tiempo al cuerpo a recuperarse de alguna infección; hasta llegar a la más actual, como la cirugía láser o los tratamientos no invasivos mediante radiofrecuencia. La Psicología Clínica, por su parte, ha desarrollado una gran variedad de técnicas de evaluación, que van desde las primeras entrevistas semiestructuradas; pasando por los test proyectivos, quizás el más conocido sea el test de las manchas denominado Test de Rorschach. Hasta llegar a las actuales pruebas psicométricas, validadas y estandarizadas para poblaciones diana; igualmente y una vez establecido el diagnóstico oportuno, el psicólogo tiene a su disposición, un abanico de técnicas de intervención terapéuticas, en función del trastorno mental a tratar, pudiendo ser estas aplicadas de forma individual o grupal, y siendo de corte más cognitivo, conductual o relacional. Actualmente grupos de enfermedades como la Demencia, son estudiadas tanto desde el aspecto médico, como psicológico, la cual está caracterizado por una pérdida progresiva de habilidades, principalmente cognitivas debido a un deterioro neuronal. Aunque la más conocida de ellas es el Alzhéimer, cuyo elemento más llamativo y por el que normalmente se reconoce es por una pérdida progresiva de la memoria. 21 Hay, además, que realizar una nueva distinción entre los síntomas positivos y los negativos, no se trata de valorarlos como “buenos” o “malos”, cualquiera de ellos es indicativo de que hay un problema de salud en la persona y por tanto son todos valorados como “malos” al ser negativos para el normal desarrollo de la vida de la persona: • El síntoma positivo, se define como aquel que aparece cuando no se espera que aparezca en una persona sana de la misma edad, por ejemplo, en la enfermedad del Párkinson, un síntoma positivo sería la presencia de temblores, algo que no se presenta en una persona sin Párkinson. • El síntoma negativo, por su parte, se define como la ausencia de una capacidad o habilidad que sí se encuentra en una persona sana de su misma edad, por ejemplo, un síntoma negativo puede ser la ausencia del habla, en el caso de una persona que ha sufrido un trastorno craneoencefálico a consecuencia de una caída y el consiguiente golpe en la cabeza, algo presente en una persona de su edad. Es importante destacar que la distinción entre positivo o negativo se hace siempre en comparación con personas de su misma edad, ya que hay síntomas que puede estar presentes o ausentes, a determinadas edades y no en otras. Síntomas Positivos que pueden hacer sospechar de la posible presencia del Alzheimer: • Aparición de lagunas de memoria en el recuerdo más cercano, olvidando conversaciones recientes, ya que afecta inicialmente a la memoria a corto plazo, antesala de la memoria a largo plazo. Si se tienen fallos a corto plazo, no somos capaces de nuevos aprendizajes, es decir, no podremos recordar lo que comimos ayer, o si ya hemos ido a la compra. • Enlentecimiento mental, que se puede observar al resolver tareas mentales más lentamente. • Extraviar objetos u olvidar citas o fechas importantes, que en fases avanzadas de la enfermedad puede derivar incluso en la incapacidad para reconocer a las personas que tiene delante, a pesar de que sean familiares. La presencia de alguno de síntomas cuando no deberían de estar, es indicativo de que algo no funciona correctamente, y es el especialista quien debe de analizar con profundidad el caso para obtener el diagnóstico. Síntomas Negativos que pueden hacer sospechar de la posible presencia de un Alzheimer: • La falta de finalización de trabajos que requieran varios pasos seguidos. Como por ejemplo hacer la comida, en que el proceso se interrumpa y no se sepa seguir, igualmente si la persona va a un recado al supermercado a comprar algo, si es interrumpido por el camino, pierde por completo la noción de a dónde iba, ni lo que iba a hacer, lo que le provoca gran confusión e irritabilidad. • Dificultad para realizar más de una tarea a la vez, cuando con anterioridad sí podía realizarlo sin problemas. Muestra de las limitaciones que le provoca el avance de la enfermedad de Alzheimer. Además, aunque no puede considerarse un síntoma del paciente, se producen de forma habitual quejas por parte de los familiares al respecto de la falta de memoria, lo cual debe de ser tenido en cuenta para determinar que se tiene Alzheimer, pues a medida que se extiende la enfermedad van a ser más evidentes estas quejas y la preocupación consecuente que va a ocasionar en las personas con las que convive. Si bien estos síntomas se pueden presentar desde los primeros momentos, siendo cada vez más evidentes a medida que avanza la enfermedad de Alzheimer, cuando esta 22 se ha extendido, puede provocar síntomas específicos que no se habían presentado con anterioridad: • Problemas relacionados con la comunicación, ya sea en las tareas de habla, la comprensión o lectura. • Desorientación, sin saber dónde se encuentra, cómo ha llegado hasta ahí, o a dónde se dirigía. • Confusión de hechos pasados con los actuales, ya que el proceso de recuperación de la información almacenada no trabaja adecuadamente al verse afectadas las estructuras neuronales que lo mantienen. • Problemas para identificar a familiares, y cuando está más avanzada, los objetos más cotidianos que le rodean, perdiendo no sólo la capacidad de denominarlos por su nombre, sino también el conocimiento sobre qué son, para qué sirven o cómo se usan. Hay que tener en cuenta que estos síntomas pueden deberse a otro tipo de problemas ya sean neurológicos o de otra índole como la depresión, por tanto, es la labor del especialista descubrir el origen de estas señales para realizar un correcto diagnóstico. Además, hay que saber que en algunas ocasiones el Alzheimer no provoca ningún tipo de síntomas externos que lo evidencie, pudiendo ser descubierto de forma fortuita al realizarse pruebas médicas por otros motivos neurológicos. Por eso es aconsejable conocer si se está dentro de los llamados grupos de riesgo, personas que, por sus antecedentes familiares, de haber padecido Alzheimer o alguna enfermedad cardiovascular o por su edad, son más propensas a que se les manifieste ésta enfermedad. ¿Sabes que en la demencia se pueden presentar alucinaciones? Si se encuentra dentro de alguno de estos grupos, es conveniente que se ponga al habla con su médico, para que le oriente sobre la periodicidad de las pruebas que se ha de realizar, así como las modificaciones que debe de incorporar en su vida para retrasar la posibilidad de su aparición. Si la enfermedad no “da la cara”, hasta que se ha extendido es posible que exista un padecimiento múltiple, a veces con síntomas aparentemente no relacionados entre sí, que podrían dificultar el diagnóstico. En ocasiones tendemos a restar importancia a ciertos síntomas, por pensar que su origen es producto de un mal menor, como el provocado por la depresión estacional, pero ante la duda es conveniente realizarse las pruebas oportunas, siempre que así lo recomiende el médico. Cuando uno piensa en la demencia, lo suele hacer principalmente sobre la enfermedad de Alzheimer, y su rasgo más característico y llamativo, la pérdida progresiva de la memoria. Pero existen también otras demencias, que comparten características como la edad de inicio tardío, que son neurodegenerativas, y que actualmente no hay cura para ellas. Una de las más graves devastadoras, tanto para el paciente, como para los familiares, es la demencia con los cuerpos de Lewy. La gravedad de esta demencia, no sólo se debe a la gran diversidad de síntomas que va a presentar el paciente, si no a la presencia de algunos característicos de otras enfermedades, como temblores, rigidez muscular, denominados también como síntomas parkinsonianos, y además se puede presentar con alucinaciones, que se produce entre el 50 al 70% de los pacientes. Algo que en otras demencias no se observa, y que podría entenderse característico de otro tipo de pacientes de la salud mental, como en el caso de pacientes con delirios o los que sufren un trastorno de esquizofrenia, pero si actualmente ya se tienen noticias de la presencia de alucinaciones, lo que no se conocía es como se producían estas. 23 Esto es precisamente lo que trata de averiguarse desde el Hospital Universitario Strasbourg (Francia) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Alzheimer’s Research & Therapy [9]. En el estudio participaron 66 pacientes, 36 de los cuales habían sufrido alucinaciones, frente a los 30 restantes que actuarían como grupo control. A los del primer grupo además se evaluó el nivel de gravedad de las alucinaciones clasificadas entres, ilusión, alucinación visual simple y alucinación visual compleja. Se emplearon diversas medidas y pruebas neuropsicológicas como el Mini Mental State Examination (MMSE), además de Free and Cued Selective Reminding Test (F.C.S.R.T.) para evaluar la memoria, el Frontal Assessment Battery (F.A.B.), Test del Trazo (T.M.T.) y la evolución de léxico formal y semántica para evaluar el ejecutivo central; el test de amplitud de dígitos para evaluar la memoria de trabajo y la prueba de copia y memoria Rey-Osterrieth Complex Figure Test para la Dr. QUAZI IMAM, Director Médico del Hospital Arlington Memorial de Texas (EE.UU.) Las personas con demencia a menudo se creen que están alucinando, cuando en realidad están cometiendo un error sobre lo que han visto. Hay algunas formas específicas de demencia, en que las alucinaciones son más comunes. Entre estas se incluyen la demencia con cuerpos de Lewy y la enfermedad de Parkinson con demencia. Las alucinaciones pueden ocurrir también en la enfermedad de Alzheimer. Las alucinaciones en personas con demencia con cuerpos de Lewy suelen adoptar la forma de personas o animales de vivos colores. Suelen durar varios minutos y pueden ocurrir a diario. Alrededor de una de cada 10 personas con demencia con cuerpos de Lewy también experimental olores que no están realmente allí (conocidas como alucinaciones olfativas). Las personas con demencia también pueden experimentar alucinaciones auditivas (escuchando sonidos o voces) y alucinaciones táctiles (sintiendo cosas que no están allí). evaluación de funciones visoconstructivas. Además, se incluyeron registros de Tomografía de emisión por fotón único, denominado en inglés Single Photon Emission Computed Tomography (SPECT) para observar el funcionamiento del cerebro. Los resultados muestran una actividad diferencial al restar los resultados del grupo con alucinaciones menos el grupo control mostrando una menor actividad en la parte izquierda del cerebro, en concreto en la corteza cingulada anterior, la corteza orbitofrontal y la cúneo. Siendo especialmente acuciado el decremento ante el incremento de la gravedad de los síntomas visuales en las áreas de la corteza cingulada anterior, la corteza orbitofrontal izquierda, la circunvolución del hipocampo derecho, el córtex temporal inferior y la porción cuneiforme del lóbulo occipital del cerebro en su cara interna izquierdo. Este descubrimiento permite comprender mejor cómo se produce el fenómeno de las alucinaciones en estos pacientes, lo que falta todavía es establecer un modelo teórico al respecto, para poder así tratar de buscar algún tipo de tratamiento preventivo que ayude a las personas con demencia a reducir la presencia y el impacto de estas alucinaciones, que 24 va en detrimento de su propia salud mental y en el de la convivencia con sus familiares y cuidadores. Hasta aquí se ha planteado sobre lo que la persona es capaz de informar en consulta cuando se le pregunta sobre lo que le pasa, es decir aquello de lo que se puede dar cuenta y manifestar, de lo que se deducen los síntomas que sirven al especialista para iniciar su exploración, haciendo especial hincapié en descubrir qué es lo que provoca esta sintomatología. Al respecto recuerdo una anécdota sobre un comentario que siempre hacía un doctor especialista en esta materia, él afirmaba que era capaz de saber si una persona de avanzada edad era potencialmente un enfermo de Alzheimer o no en la primera consulta. Si era la propia persona la que se acercaba a consulta quejándose de una menor capacidad para realizar las tareas que con anterioridad desempeñaba sin problemas, y de una reducción en su capacidad para referir hechos del pasado, e incluso los del día anterior, en este caso el especialista sabía que se trataba de algo normal fruto del paso del tiempo, “achaques de la edad”. En cambio, si era la mujer o la hija quien traía a consulta a su marido o padre, siendo ellas las que se quejaban de los continuos despistes, de que no terminaba lo que empezaba y que cada vez daba más problemas de convivencia, lo cual la persona mayor negaba que le estuviese sucediendo aquello que narraban sobre su comportamiento. En estos casos, el doctor con pesar afirmaba que casi con seguridad se trataba de un problema tan importante como era la enfermedad de Alzheimer. En ambos casos y a pesar de que los síntomas eran muy parecidos, el especialista les pasaba por las pruebas pertinentes para corroborar sus “sospechas” a la vez que daba tranquilidad con el diagnóstico a la persona que había acudido a consulta, buscando para ello signos, que son evidencias que obtiene el médico a través de métodos mecánicos y tecnológicos. Existen muchos y muy diversos síntomas que pueden dar aviso de que algo no está funcionando bien en el organismo, ya que el Alzheimer puede presentar un deterioro en cualquier aspecto de nuestra vida diaria, reflejo de esa pérdida de memoria. Por lo que el mejor sistema que hay para detectar de forma temprana la aparición del Alzheimer es realizándose las oportunas revisiones médicas, acudiendo a la consulta cuando se tenga sospecha de que algo funciona mal en su memoria, para que sea el profesional quien nos tranquilice descartando la enfermedad o nos indique que debemos de empezar el tratamiento. Cuanto antes se inicie éste, se tendrán mayores probabilidades de mantener la funcionalidad de la memoria durante más tiempo, pues al paciente le costará menos trabajarlo y comprobará los efectos positivos. El Alzheimer es una enfermedad grave, con importantes consecuencias en la vida cotidiana y en las relaciones sociales, tal como iremos viendo a lo largo del libro, por lo que es conveniente realizarse las pruebas oportunas para mayor tranquilidad. Conocer la información sobre lo que nos sucede no nos debe de causar ningún temor, sino al contrario, nos debe de liberar, pues con ello pondremos nombre a aquello que tenemos, lo que facilitará la labor del especialista a la hora de orientar sobre cómo actuar. A continuación, se presenta una tabla sobre los principales síntomas del Alzheimer, comparando los principales manuales de diagnósticos de la salud mental: la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V) : 25 CIE-10 *Deterioro de la memoria -Alteración de la capacidad de registrar, almacenar y evocar información -Pérdida de contenidos mnemónicos relativos a la familia o al pasado *Deterioro del pensamiento y del razonamiento: -Reducción del flujo de ideas *Deterioro en el proceso de almacenar información: -Dificultad para prestar atención a más de un estímulo a la vez -Dificultad para cambiar el foco de atención *Interferencia en la actividad diaria *Conciencia clara. Posibilidad de superposición de delirio *Síntomas presentes durante 6 meses como mínimo. DSM-V *Evidencias claras de un declive de la memoria y del aprendizaje, y por lo menos de otro dominio cognitivo (basada en una anamnesis detallada o en pruebas neuropsicológicas seriadas). *Declive progresivo, gradual y constante de la capacidad cognitiva sin mesetas prolongadas *Sin evidencias de una etiología mixta (es decir, ausencia de cualquier otra enfermedad neurodegenerativa o cerebrovascular, otra enfermedad neurológica, mental o sistémica, o cualquier otra afección con probabilidades de contribuir al declive cognitivo). Una vez que se tenga la información oportuna, e incluso tras consultar con otro especialista para tener una segunda opinión, se pueden adoptar las decisiones convenientes, sabiendo que el objetivo final es reducir los efectos de esa enfermedad en la vida cotidiana, así como que vaya evolucionando lo más lentamente posible. Para ello es importante que la persona cuente con la pareja o algún familiar que le acompañe a la consulta y para hacerse las pertinentes pruebas, procurando que se sienta arropada, ya que, en esos primeros momentos de incertidumbre, la intranquilidad y los nervios pueden afectar a la salud del paciente. Hay que tener en cuenta que el diagnóstico no va a empeorar la enfermedad, sino que únicamente le va a poner nombre, por lo que tanto el paciente como sus familiares van a poder saber lo que tiene, si es parte de la pérdida normal causada por la edad, si es producto de una enfermedad, y en caso de serlo si se trata de una tan importante como es el Alzheimer. Centro de Referencia Estatal del Alzheimer ¿ Qué diferencia al Alzheimer de otras demencias? La enfermedad de Alzheimer produce un deterioro cognitivo de características corticales, es decir con alteración de memoria, afasia, apraxia y agnosia de inicio insidioso y curso progresivo, siendo generalmente la alteración de memoria la manifestación inicial. No obstante, el diagnóstico diferencial respecto a otras demencias corticales, como la fronto-temporal puede ser difícil en algunos casos. respectivamente. Signos Del Alzheimer En el caso de la enfermedad del Alzheimer, el signo más evidente es el de la presencia de neurofibrillas y ovillos en el cerebro, aspecto determinante de la enfermedad, el problema es que estos signos tradicionalmente se habían observado mediante la extracción del análisis del cerebro post-morten, por lo que no servían ni como método diagnóstico, ni para determinar cuál es el mejor tratamiento para el paciente que lo sufre. Actualmente y gracias a la neuroimagen, es posible evaluar los cerebros en vivo para comprobar si se produce esta acumulación de neurofibrillas. Hay que aclarar que la presencia de presencia de neurofibrillas en el cerebro no va a implicar necesariamente que la persona vaya padecer Alzheimer, ya que no es exclusivo de esta enfermedad, y, por el contrario, que no se produzca esta acumulación, no impide que aparezca el Alzheimer, por lo que se debe de considerar un indicador importante, pero que tiene que estar de acorde con el resultado del resto de las pruebas, para establecer el diagnóstico pertinente. 26 Es por ello que se están realizando muchos esfuerzos en tratar de obtener signos en pacientes vivos, es decir, medidas directas del organismo extraídas mediante el uso de equipamiento médico especializado, como los llamados biomarcadores, o marcadores biológicos que, si se pueden encontrar en las fases tempranas de la enfermedad, facilitarían el diagnóstico incluso antes de que se mostrasen los primeros síntomas de pérdida de memoria. Esto es precisamente lo que trata de averiguar por un estudio realizado por la Universidad de Giessen (Alemania) publicado en Advances in Alzheimer’s Disease [10]. Dentro de los posibles biomarcadores a tratar de confirmar como el más eficaz para esta detección de la enfermedad de Alzheimer, el autor de este estudio se ha decantado por un análisis espectral del electroencefalograma (EEG), esto es, del registro de la actividad eléctrica cerebral, se separan en función de las diferentes bandas, alfa, beta, theta y delta. En el estudio participaron 89 personas, a los cuales se les evaluó mediante la capacidad un cuestionario estandarizado DemTec para establecer el nivel del deterioro cognitivo leve, según el resultado de éste cuestionario se separó a los sujetos entre altos y bajos niveles de deterioro cognitivo (45 y 44 sujetos respectivamente). Igualmente, se les administró un test estandarizado sobre la atención. A todos ellos se les hizo pasar por cuatro condiciones experimentales, una en relajación (con la que comparar), una realizando una prueba de concentración, otra de rendimiento de cálculo y una cuarta de memoria, durante cinco minutos cada una. Los resultados muestran diferencias en delta y theta en los electrodos prefrontales (F7 y F8) así como el frontotemporal (T3), especialmente significativo fue el resultado en la onda theta en la tarea de atención, al comparar entre los participantes del grupo de alto frente a bajo deterioro cognitivo leve. Con lo que, según este estudio, bastaría con emplear una electroencefalografía (E.E.G.), una prueba que no lleva más de cinco minutos, y un posterior análisis espectral de los resultados, sobre estos tres electrodos F7, F8 y T3 para poder obtener de forma temprana si el paciente está empezando a sufrir la enfermedad de Alzheimer, mucho antes de que los primeros síntomas sean evidentes. Actualmente este tema está recibiendo mucha dedicación por parte de investigadores, que tratan de comprobar distintos biomarcadores, que sirvan para la detección temprana de la enfermedad, tratando incluso de obtenerlo antes de que se produzcan los primeros síntomas evidentes de la presencia de la enfermedad. Ya que se ha estimado, que para cuando la persona ya muestra estos síntomas positivos y negativos, ha estado sufriendo en silencio la enfermedad entre 10 a 20 años. Tiempo en el que se podría haber intervenido si se conociesen los signos determinantes de la enfermedad de Alzheimer, pero ¿Cómo se realiza la detección de la enfermedad de Alzheimer? Centro de Referencia Estatal del Alzheimer ¿ Cómo se evalúa el Alzheimer? Si por evaluación se entiende el diagnóstico, este es clínico. Se utilizan pruebas complementarias de diverso tipo (análisis, pruebas de imagen, etc.) para descartar demencias potencialmente reversibles. Si la evaluación es la del estadio de la enfermedad, se utilizan para ello diversas escalas para los trastornos cognitivos, conductuale s y funcionales respectivamente . 27 Pruebas Médicas del Alzheimer A continuación, se comentan las pruebas médicas más comunes empleadas para la detección temprana del Alzheimer, con la única intención de que, si la persona tiene que someterse a alguna de ellas, conozca de antemano en qué consiste cada prueba. Algunas pueden ser conocidas o por lo menos haberlas oído antes y otras en cambio desconocerlas por completo, pero con todas ellas se busca establecer el diagnóstico pertinente para saber lo que le pasa al paciente: • Pruebas de competencia cognitiva, en el que se evalúa diferentes áreas como la Percepción visual, la Orientación, el desempeño con tareas Matemáticas simples, el Lenguaje y la Memoria. • Pruebas neurológicas como la Resonancia Magnética (RM) o la Tomografía de Emisión de Positrones (PET), estudios por el cual se pueden detectar daños en la forma y estructura del tejido cerebral. • Análisis de sangre u orina, para descartar que los síntomas sean debidos a otras enfermedades. El médico puede sugerir realizar alguna de estas pruebas u otras, basado en su rango de edad o algunos datos como su historial personal o familiar que puedan darle indicios de encontrarse dentro de las personas con riesgo de padecer un determinado tipo de Alzheimer. Estas pruebas pueden ser recomendadas realizarse incluso sin que haya aparecido ningún síntoma relacionado con el Alzheimer y por supuesto cuando estos estén presentes, para establecer un diagnóstico claro para poder realizar la posterior intervención terapéutica para paliar en la medida de lo posible ese deterioro progresivo de la salud. Hay que tener en cuenta que estas pruebas son sólo las primeras a las que se verá sometida la persona si se encuentran indicios de enfermedad neurodegenerativa, pues de confirmarse, hay que realizar un examen completo donde se compruebe si se está frente al Alzheimer, así como para determinar en qué fase se encuentra. Una vez establecido el diagnóstico, se irán repitiendo este tipo de pruebas para comprobar su evolución a medida que se va desarrollando el tratamiento. Hay que tener en cuenta que al igual que se trataba en el descubrimiento de nuevos fármacos para combatir la enfermedad del Alzheimer, día a día se van desarrollando y mejorando las pruebas diagnósticas, buscando que sean más sensibles, a la vez que permitan detectar la enfermedad lo antes posible. Se acaba de diseñar una prueba por la Universidad de Northwestern (EE. UU.), publicada en la revista científica Neurology [11]. que intenta establecer el diagnóstico entre los distintos tipos de demencia, basado en la capacidad de identificar y nombrar fotos de personajes famosos. Para ello se estudió a 60 voluntarios mayores de 60 años, la mitad de los cuales eran pacientes diagnosticados con afasia primaria, un tipo de demencia temprana, frente a otros sanos. En el estudio se buscaban correlaciones neurofisiológicas que avalasen la prueba, encontrando diferencias entre los dos grupos de participantes, en la tarea de reconocer caras de famosos. Las ventajas de éste estudio es que una prueba tan sencilla como la de ver imágenes en la pantalla, es válida para poder detectar los primeros síntomas de la demencia en personas jóvenes entre los 40 y 65 años. Diagnóstico Del Alzheimer Aunque no se da en todos los casos, sí en la mayoría suele presentarse la enfermedad de Alzheimer a edades avanzadas, normalmente sobre los sesenta años, lo que va a dificultar la detección temprana, ya que a esa edad también se van a empezar a presentar deficiencias o “achaques” propios de la edad. 28 Además, una de las mayores dificultades con respecto a la detección temprana de ésta enfermedad es que en sus primeras etapas evoluciona de forma casi silenciosa, no mostrando evidencias hasta que está avanzada la misma. Es por ello la necesidad de un diagnóstico temprano para que en la medida de lo posible se pueda diseñar un plan de actuación para ralentizar la evolución de la enfermedad a falta del desarrollo de un tratamiento más efectivo que lo pueda paliar. El descubrir que un paciente padece la enfermedad del Alzheimer suele provenir de un estudio minucioso buscando las causas de deterioro evidente de memoria. Este estudio puede estar motivado tanto por la propia persona al verse con dificultades para desarrollar una vida normal, como por parte de sus familiares más próximos los cuales suelen tener quejas repetitivas sobre su pérdida de memoria. Pero hay casos, sobre todo cuando se trata de personas más jóvenes o en fases previas de la enfermedad, en que los síntomas no son tan evidentes, y la noticia puede llegar sin previo aviso, claro que algunos síntomas pueden estar presentes, aunque no le hayamos dado la importancia suficiente, pues ¿Quién no tiene pérdidas de memoria? Sólo es previsible cuando ya está avanzada la enfermedad y sus efectos sobre la memoria y la vida cotidiana son tan evidentes que puede hacer sospechar la existencia del Alzheimer. A medida que el Alzheimer se ha ido extendiendo, el éxito de la intervención para retrasar su evolución, va a ir siendo cada vez menor. Debido a lo cual, desde los estamentos médicos se recomienda realizarse revisiones periódicamente, sobre todo cuando se empiecen a tener sospechas al respecto. Pues cuando antes se descubra la presencia de la enfermedad de Alzheimer, antes se podrá establecer un plan de intervención para ralentizar su evolución o reeducar al cerebro para paliar las áreas afectadas, según el caso. Actualmente se está trabajando con técnicas de neuroimagen con el objetivo de que a través de estas se puede detectar el Alzheimer incluso en etapas tempranas de su formación, aun cuando no se han producido los primeros síntomas en la persona. Una de las investigaciones más importantes que se realizan en el ámbito de la lucha contra el Alzheimer pues, es sobre el diagnóstico temprano para poder intervenir. Aunque actualmente no existe cura para el Alzheimer, se están realizando esfuerzos en la detención de la evolución de ésta enfermedad neurodegenerativa, que con el paso del tiempo a provocando un incremento en la dependencia de la persona al ir perdiendo sus habilidades cognitivas. Esta detención se procura realizar desde la psicofarmacología con el diseño de nuevos medicamentos como desde la neurorehabilitación que trata de que el paciente mantenga el mayor tiempo posible sus capacidades intactas, y de crear nuevas vías empleando estrategias alternativas para que la función final no se vea afectada. Aunque el principal deterioro se produce en la memoria, no es la única función que se va a ver afectada con el progresivo avance de la enfermedad, llegando a deteriorar tanto a la parte motora, al lenguaje como a la conductual de la persona, pero desde hace tiempo se ha observado que cuanto antes se detecte la enfermedad, cuando está experimentándose los primeros síntomas como los olvidos frecuentes, alteraciones de denominación, desorientación espacial y labilidad emocional (con cambios repentinos de humor), antes se puede intervenir y esto va a hacer que el paciente tenga mayores posibilidades de gozar de una mejor calidad de vida a pesar de la enfermedad. Uno de las dificultades más importantes a la hora de establecer un diagnóstico es hacerlo atendiendo a los primeros síntomas de la enfermedad, ya que al ser estos tan leves pueden pasar desapercibidos para la persona no entrenada. 29 Tal es el caso de las enfermedades neurodegenerativas, donde los primeros síntomas del Alzheimer pueden fácilmente confundirse con un decaimiento propio de la edad, sobre todo cuando estos aparecen a partir de los 50 años, en donde ya de por sí se produce una paulatina disminución de las funciones motoras y cognitivas en la persona, siendo esta reducción mayor a medida que a aumentan los años. Cuando el Alzheimer se presenta a edades tempranas, sobre los 30 a 40 años, denominado Alzheimer precoz, es más evidente que los primeros síntomas del Alzheimer no se corresponden con lo esperado de una persona de su edad, por lo que despierta mayor preocupación entre familiares y el propio paciente para aducir a consulta, y con ello poder diagnosticar de forma más rápida esta enfermedad. Esto permite poder empezar cuanto antes con el tratamiento y con ello, en la medida de lo posible ralentizar la evolución de la enfermedad a la vez que se le entrena al paciente en técnicas neuropsicológicas con las que compensar las deficiencias que va a ir sufriendo, y con ello mantener el mayor tiempo posible unos niveles de desempeño de sus funciones y autonomía personal, con lo que conservar su calidad de vida durante más tiempo. El problema es que esta detección temprana únicamente se produce en el 5% de los casos de Alzheimer, que es lo que se estima que presentan Alzheimer precoz, en el resto, los efectos de la edad van a encubrir los primeros síntomas del Alzheimer haciendo que esta enfermedad vaya evolucionando de forma silenciosa sin recibir ningún tipo de tratamiento, entonces, ¿Cómo distinguir los primeros síntomas del Alzheimer del envejecimiento normal? Esto es precisamente lo que se ha estudiado desde la Universidad de Oxford (Inglaterra) y la Universidad de Cape Town (Suráfrica) y los Laboratorios de Investigación Merk (EE. UU.), cuyos resultados se publicaron en la revista Advances in Alzheimer’s Disease [12]. Para ello diseñaron un estudio para analizar una de las características más evidentes del Alzheimer, las deficiencias en la memoria, tratando de distinguir entre el decaimiento propio de la edad de una verdadera afectación por los primeros síntomas del Alzheimer. En el estudio participaron 91 ancianos con una media superior a los 80 años, de ellos 31 eran sanos, 20 tenían deficiencias en la memoria no asociadas al Alzheimer, y 19 estaban diagnosticados con Alzheimer. A todos los participantes se les administraron pruebas psicométricas estandarizadas Alzheimer’s Disease Assessment Scale-Cognitive subscale (ADAS- Cog), el Cambridge Automated Neuropsychological Test Battery (C.A.N.T.A.B.); el Paired Associate Learning (PAL). Además del Functional measures included the Alzheimer’s Disease Cooperative Study-Activities of Daily Living (A.D.C.S.-A.D.L.) y del Everyday Memory Questionnaire (EMQ), todas ellas empleadas para analizar distintas habilidades de desempeño personal en la vida diaria, prestando especial atención a la memoria. Se encontraron diferencias significativas al comparar entre los grupos con problemas de memoria, frente al grupo de ancianos sanos, estando más afectados los pacientes con Alzheimer. Diferencias que se empiezan a observar en el ejecutivo central (aquello que nos permite hacer planes y ponerlos en marcha), así como en distintas áreas de la memoria como la memoria semántica (con la que recordamos la denominación de los objetos) o la visoespacial (que usamos para saber dónde nos encontramos y cómo se llaman las cosas). Viéndose especialmente afectada la memoria episódica (aquella en la que guardamos nuestros recuerdos personales y nos ayuda a saber lo que ha sucedido en el pasado), quedando sin afectar de forma significativa la memoria de trabajo (la que nos sirve a la hora de realizar una tarea). El estudio permite una mayor comprensión, sobre qué áreas han de ser exploradas, para poder detectar los primeros síntomas del Alzheimer, frente a lo que sería un envejecimiento 30 normal e incluso uno donde se tendrían algunas capacidades de la memoria afectadas, y todo ello empleando cuestionarios estandarizados que ya existen y están disponibles para los especialistas. Por lo que un análisis en profundidad de la memoria episódica, relacionada con los sucesos acontecidos en la vida del paciente, momentos, lugares, personas que conocieron..., es según el estudio, el mejor índice para detectar tempranamente este deterioro provocado por los primeros síntomas de la enfermedad del Alzheimer. Igualmente y siguiendo con esta línea de superar uno de los “problemas” más importantes a la hora de tratar el Alzheimer que es que suele detectarse “tarde”, esto es, cuando los signos y síntomas son tan evidentes, que el deterioro cerebral que los produce está muy avanzado, de ahí la importancia del desarrollo de técnicas de detección temprana, lo que permite iniciar cuanto antes la intervención terapéutica, la cual todavía no consigue revertir los efectos de la enfermedad, pero sí ralentizarla e incluso detenerla durante un tiempo. Las nuevas investigaciones permiten tener esperanza con respecto a éste campo, visto los resultados alcanzados, en éste artículo se comentarán dos de los avances más recientes: - El primero viene de la mano de la Universidad Estatal de Ohio (EE.UU.), quienes han desarrollado una prueba de acceso libre y gratuita denominada Self-Administered Gerocognitive Examination (SAGE), por la cual cualquier persona puede realizar una serie de pruebas con las que determinar si existen evidencias de inicio de deterioro cognitivo, lo que supone un gran avance, en cuanto al acceso libre de las pruebas y porque proporciona un índice de detección prematura, que te advierte si algo no va bien, y con ello poder ir al especialista para concretar si se trata de un problema y de ser así, ver si hace falta poner en marcha un tratamiento específico al respecto. El test compuesto por 22 preguntas ha sido validado por 1000 voluntarios de aproximadamente 50 años y dio como resultado la detección de 4 de cada 5 casos con deterioros cognitivos leves. La prueba que se auto-administra en unos 15 minutos es sin duda un gran avance, ya que cualquier persona, en cualquier momento puede poner a prueba sus habilidades cognitivas y comprobar qué tal están. - El segundo, realizado por la Universidad del Norte de Texas (EE.UU.), publicado en la revista especializada Dementia and Geriatric Cognitive Disorders [13]. Se trata del desarrollo de un biomarcador, es decir, una prueba analítica por la cual conocer la presencia de la enfermedad del Alzheimer, a diferencia de otros estudios anteriores de biomarcadores, éste no trata de correlacionarse directamente con el Alzheimer sino que lo hace con las pruebas estándares empleadas para la detección de ésta enfermedad, es decir, otros estudios de biomarcadores, buscan y analizar, signos de marcadores como sustancias en la sangre, en el volumen cerebral,... que puedan dar indicios de la enfermedad; en cambio éste estudio, parte de que los instrumentos de detección neuropsicológicos están suficientemente validados, por lo que ha buscado la correlación entre estos y los biomarcadores a través de complejos algoritmos. En éste estudio participaron 197 pacientes con Alzheimer frente al mismo número sin la enfermedad. Los resultados permiten obtener biomarcadores que correlacionan con las pruebas neuropsicológicas, de forma que pueden ser sustituidas estas por un “simple pinchazo”, al modo en que lo hacen los diabéticos, y con esa gota de sangre determinar si se padece o no Alzheimer. El estudio trata de “dar un rodeo”, sin entrar a evaluar a los signos de la enfermedad, simplemente quedándose en que a través de éste sistema de análisis de sangre se obtienen los mismos resultados que empleando las baterías estandarizadas de las pruebas neuropsicológicas. 31 Pienso que son dos grandes aportaciones que permiten tener esperanzas de un diagnóstico temprano, empleando para ello técnicas no invasivas, y que proporcionan información rápida y fiable, que supera con mucho las pruebas que hasta ahora se tienen como en el caso de los biomarcadores a través de pruebas genéticas. Centro de Referencia Estatal del Alzheimer ¿ Cómo se interviene en pacientes con Alzheimer? El tratamiento de la Enfermedad de Alzheimer comprende terapias de tipo farmacológico y no farmacológico y debe de ser multidisciplinar para intentar englobar todos los aspectos a los que afecta la enfermedad (cognitivo, afectivo-conductual y funcional). Tratamiento del Alzheimer Uno de los mayores problemas asociados al Alzheimer, es que se trata de una enfermedad neurodegenerativa crónica, es decir, si no se hace nada la enfermedad va a ir evolucionando lentamente, afectando a más funciones y áreas del cerebro. Es por ello que, a falta de una cura de ésta enfermedad, los científicos se han puesto a trabajar por detener esa evolución, con lo que poder ofrecer “más tiempo” a la persona, que, acompañado de una rehabilitación neuropsicológica específica para la enfermedad, puede ofrecer también mejor calidad de vida. Los esfuerzos por reducir el avance de la enfermedad se han hecho tanto desde la farmacología cómo por parte del diseño de intervenciones neuropsicológicas, donde se trata de enseñar estrategias que compensen las pérdidas provocadas por la enfermedad, principalmente estrategias de memoria que le permitan al paciente llevar una vida independiente y lo más normal posible. Una de las dificultades más importantes que hay con las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, es tener un tratamiento que ofrezca buenos resultados. A pesar de los esfuerzos realizados y a expensas de que en un futuro próximo se consiga algún éxito considerable en este campo, la eficacia de los tratamientos es muy limitada ante esta enfermedad. Primeramente, porque la misma suele detectarse en fase ya consolidada, con lo que la farmacopea diseñada al efecto tiene menor eficacia, que la que cabría si se pudiese detectar en fases tempranas. Además, se desconocen factores que sirvan para prevenir la enfermedad, es cierto que existen datos al respecto, pero no son concluyentes. Todo ello es debido a que todavía no se tienen claras las causas exactas de su aparición, por lo que no es posible determinar un índice que sirva para luchar contra ello y por tanto prevenir la enfermedad. El tratamiento farmacológico está indicado como acompañante de la enfermedad, de forma que vaya retrasando en la medida de lo posible el avance de esta. A parte de este tratamiento farmacológico que lucha principalmente a nivel neurológico en el cerebro, se han mostrado como un método bastante eficaz las terapias conducentes a la rehabilitación aplicadas en centros especializados por profesionales cualificados. Estas terapias diseñadas por centros ocupacionales, tratan de revitalizar la actividad cerebral y de establecer nuevas vías de comunicación dentro de sí, para 32 poder acceder a los recuerdos empleando otras estrategias memorísticas, con los que vadear el problema. Con ello se consigue recuperar parte de la memoria que hasta ese momento se había ido perdiendo por el desuso o simplemente por la falta de atención, pudiendo en las primeras etapas del tratamiento dar la impresión de que se recuperar la memoria por completo e incluso se tiene mayor memoria de la que había disfrutado durante los últimos años. Pero no se trata más que de una estrategia que palía la evolución de la enfermedad, por lo que habrá que hacer un esfuerzo continuado para que dicha estrategia tenga efectividad y no se pierda por la falta de uso. A pesar de los avances actuales en cuanto a tratamiento hoy en día se sigue investigando tanto desde la psicofarmacología, tratando de lograr la “cura”, como buscando propiciar la mejor calidad de vida, explorando terapias que no estaban inicialmente pensadas para esta población, como es el mindfulness, una técnica denominada también de atención plena, donde se entrena la atención y la concentración mediante ejercicios relativamente fáciles de aplicar, pero ¿Se puede emplear con éxito mindfulness para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer? Esto es lo que trata de averiguarse desde la Universidad de Northwestern (EEUU) publicado en American Journal of Alzheimer’s Disease & Other Dementias [14]. En el estudio han participado 37 personas entre pacientes diagnosticado con Alzheimer y sus cuidadores, a todos ellos se les administró un cuestionario antes y después de aplicarles la técnica de mindfulness durante ocho semanas, de unos 90 minutos en cada sesión. A lo que se añadía unas “tareas” para realizar de forma individualizada guiado por un CD de 30 a 60 minutos. Se realizó una evaluación exhaustiva con ocho cuestionarios estandarizados, el primero de ellos para evaluar la calidad de vida, denominado Quality of Life (QOL-AD); el segundo y tercero de ellos evalúa el estado de ánimo y en concreto la presencia o no de sintomatología depresiva con el Geriatric Depression Scale (GDS) y los niveles de ansiedad con el Beck Anxiety Inventory (BAI); el cuarto evalúa la calidad subjetiva del sueño, denominado Pittsburg Sleep Quality Inventory (PSQI), la quinta evalúa la capacidad de atención que es uno de los objetivos de entrenamiento del mindfulness a través de Trail-Making Tests A y B; y por último se evalúan las diversas capacidades cognitivas mediante el Repeatable Battery for the Assessment of Neuropsychological Status (RBANS). Los resultados fueron significativos únicamente en cuanto a una mejor valoración de la calidad de vida del paciente, una reducción de los síntomas del sueño y una mayor calidad subjetiva del sueño. No produciéndose ningún beneficio significativo, a la hora de combatir las dificultades propias de la enfermedad de Alzheimer que ponen en riesgo la independencia de la persona a medida que avanza la enfermedad. Según este estudio, la técnica de mindfulness ha dado resultados positivos pero insuficientes para este tipo de enfermedades, por lo que se requiere de una aproximación conjunta con otras técnicas neuropsicológicas e incluso farmacológicas para detener el avance de la enfermedad, de forma que se incremente su eficacia y que ayude al paciente a mantener el mayor tiempo posible una buena calidad de vida. ¿Es bueno que el paciente de acuda a los centros de día? Si se tratase de un envejecimiento normal, las familias están más concienciadas y preparadas, sabiendo que el anciano requiere de cierto nivel de atención, pero también de autonomía que le permita salir y relacionarse con otras personas especialmente con gente de su edad, y esto lo suelen hacer sobre todo en centros de día, preparados y habilitados 33 para ofrecer diversos servicios, con los que entretener y acompañar al mayor, pero también para entrenarles y tratarles en la medida de los posible para que mantengan el mayor tiempo posible sus capacidades y habilidades intactas. Es innegable los beneficios de la socialización e incluso de un poco de ejercicio, aunque sea de rehabilitación en la salud general de la persona a cualquier edad, pero también en edades avanzadas, pero ¿Es bueno que el paciente de Alzheimer acuda a los centros de día? Esto es lo que se trata de averiguar desde el instituto Tecnológico de la Universidad de Ontario (Canadá) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Journal of Medical Research [15]. En el estudio participaron 130 personas mayores, de las cuales 57 sufrían la enfermedad de Alzheimer, no teniendo esta patología los restantes usuarios del centro de día donde se desarrolla esta investigación. De los 57 pacientes de Alzheimer, 28 eran usuarios de centros de día, mientras que los restantes 29 no lo eran A todos los participantes se les administró un cuestionario estandarizado para evaluar su calidad de vida, a través del Quality of Life (QOL), que se ha visto útil también para personas que sufren demencia. No se encontraron diferencias significativas entre los usuarios de los centros de día, tuviesen o no la enfermedad de Alzheimer. En cambio, se hallaron diferencias significativas, entre los pacientes que acudían y los que no acudía a los centros de día, siendo significativamente peor la calidad de vida entre los que no acudían. ¿Los robots son buenos para el tratamiento del Alzheimer? En los últimos años y gracias al avance y expansión de la tecnología se han desarrollado programas o apps destinadas a automatizar algunas de las tareas que se realizan con el neuropsicólogo en la neurorehabilitación. Igualmente, y desde otras ramas como la ingeniería han tratado de aportar sus avances en la mejora de la calidad de vida del paciente, como es a través de la robótica, que se convierten en verdaderos asistentes automatizados que incorporan programas con los que estimular a los pacientes con la enfermedad de Alzheimer, pero, ¿Los robots son buenos para el tratamiento del Alzheimer? Esto es lo que trata de averiguarse desde el Instituto de Rehabilitación de Toronto, la Universidad de Toronto y la Universidad de Massachussetts Lowell, presentado en el 5th Workshop on Speech and Language Processing for Assistive Technologies (SLPAT) y publicado en las memorias de dicho congreso [16]. En el estudio participaron 10 personas, 6 mujeres y 4 hombres, mayores de 55 años diagnosticadas con la enfermedad de Alzheimer. Los participantes recibieron un robot teleasistido, con una pantalla de plasmar incorporada, donde aparecían distintos mensajes orientados al tratamiento del Alzheimer, estos eran pequeñas tareas que debían de desempeñar los pacientes, habituales en la neurorehabilitación. Las instrucciones además de leerse en la pantalla eran leídas por el ordenador mediante un programa text-to-speech (TTS). Se realizó una evaluación previa y posterior a la implantación del asistente robotizado, para comprobar sus efectos en uno de los factores afectados por el Alzheimer como es el lenguaje, en concreto con respecto al reconocimiento de voz. Se observó un incremento significativo del reconocimiento de voz, tanto en las frases cortas como en las largas, extraídas tras una entrevista al paciente como a su cuidador. 34 ¿hasta qué punto es efectivo el tratamiento del Alzheimer? Evaluar y aumentar la eficacia del tratamiento del Alzheimer ha sido uno de los temas más preocupantes por parte de familiares, investigadores y personal sanitario. Actualmente existe varios tratamientos farmacológicos comúnmente empleados, que permite al profesional de la salud poder buscar el más adecuado para cada paciente, pero para llevar a cabo esto, se han descartado la mayoría de los medicamentos diseñados por la baja eficacia mostrada e incluso por contraproducente por sus consecuencias hepatotoxicas, es decir, efectos nocivos provocados por la medicina, dañando el cerebro o a algunas funciones del paciente. Es indudable que el tratamiento farmacológico es insuficiente, si no se complementa con la intervención neuropsicológica, en donde se entrena al paciente a mantener activo la mayor cantidad de habilidades y capacidades cognitivas posibles, y a suplir aquellas que se han ido perdiendo tanto por el tiempo como por la enfermad, a través del aprendizaje de nuevas estrategias cognitivas. A parte de la indudable necesidad de intervenir farmacológicamente, existe cierta polémica en cuanto a la eficacia de cada medicamento, ya que resultados previos han determinado que solo son válidos alrededor del 30% de los casos, aunque los profesionales de la salud que trabajan a diario con estos pacientes, estiman un porcentaje mayor, como percepción personal, pero ¿Hasta qué punto es efectivo el tratamiento del Alzheimer? Esto es precisamente lo que ha tratado de responderse desde la Universidad de Toronto, la Universidad de McMaster, Instituto Cerebral de Ontario, el Centro de Ciencias de la Salud Sunnybrook, la Unidad de Investigación Neurología Cognitiva L.C. Campbell y la Asociación canadiense para la recuperación del accidente cerebrovascular (Canadá), publicado en Alzheimer’s Research & Therapy [17]. De los principales tratamientos de la enfermedad del Alzheimer, los investigadores se concentraron en analizar el efecto de los medicamentos centrados en la hipótesis colinérgica durante un período de dos años, descartando para próximas investigaciones los efectos de los tratamientos basados en la hipótesis del glutamato. En el estudio participaron 130 pacientes de Alzheimer con unos niveles leves o moderados de la enfermedad, según evaluación con el cuestionario estandarizado sobre habilidades cognitivas denominado Mini-Mental Status Examination (MMSE), la mitad de ellos recibían tratamiento basado en agonistas colinérgicos y la otra mitad no lo recibieron. Se realizaron tres medidas, la primera al inicio del estudio, la segunda al año y la tercera, al final de segundo año. Los resultados indican cómo los efectos significativamente positivos ya se observan desde el primer año del tratamiento, en las funciones cognitivas globales extraído de la evaluación a través del cuestionario específico sobre demencia denominado Dementia Rating Scale (DRS) y el M.M.S.E. y en las funciones visoespaciales evaluado a través del cuestionario estandarizado la Prueba de la Figura Compleja de Rey-Osterrieth, Rey-Osterreith Complex Figure Test. A los dos años del estudio además se observa cómo permanecen aún las capacidades de atención y de seguimiento de instrucciones verbales y visuales complejas, aspecto que han perdido los participantes que no han recibido esta medicación Los autores del estudio afirman que los resultados apoyan indirectamente a la hipótesis colinérgica en la enfermedad de Alzheimer, debido a que su tratamiento mitiga los efectos cognitivos negativos de la enfermedad. 35 A pesar del pequeño número de participantes los resultados a través del tiempo son consistentes con las investigaciones previas, aunque no informa del porcentaje de eficacia del tratamiento, para saber si se encuentra dentro del 30% esperable o no. ¿es frecuente el uso de opiáceos ante el Alzheimer? Una de las realidades más desconocidas de los pacientes con Alzheimer es el dolor que experimentan y que en algunos casos se deben tratar con opiáceos. El dolor sirve como señal al organismo para indicar que algo no va bien, y que debe poner remedio, pero cuando el dolor deja de cumplir su función de señal, y pasa a ser parte de la vida del paciente se convierte en una molestia que ha de ser tratada con opiáceos. Son muchas las posibles causas del dolor, que está asociado a lesiones y golpes, pero también a la edad, ya que las articulaciones y músculos se resienten con el paso del tiempo, esto hace que los ancianos sean especialmente sensibles a padecer dolores, y que se requiera de una intervención farmacológica para mantener controlado sus efectos, tal y como sucede con el uso de opiáceos, pero ¿Es frecuente el uso de los opiáceos ante la enfermedad de Alzheimer? Esto es precisamente lo que se ha tratado de averiguar desde la Universidad de Copenhague, la Universidad de Aarhus y la Fundación Lundbeck para la iniciativa integrativa de la investigación psiquiátrica, iPSYCH (Dinamarca) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Alzheimer’s & Dementia [18]. En el estudio participaron 35.455 pacientes diagnosticados con demencia frente a 870.645 sin demencia, todos ellos mayores de 65 años y residentes en Dinamarca. En el grupo de los pacientes con demencia se han excluido a 2.318 por haber sido diagnosticados con demencia antes de los 60 años. Los pacientes se clasificaron en dos situaciones, viviendo en residencias o en su propio domicilio. Los resultados muestran que ¿existe una vacuna para tratar el Alzheimer? los pacientes que viven en residencias consumen más frecuentemente opiáceos (41%) frente a los que viven en su casa (27%), y ambos grupos más que los ancianos de su misma edad sin demencia (20%). Los autores además entran a valorar la comorbilidad de la demencia con otras patologías que pueden ser causa y origen del dolor a estas edades avanzadas como es el padecer cáncer, osteoporosis, artritis, diabetes, problemas de corazón, de hígado renales o pulmonares, aunque luego no utilizan estos datos para realizar ningún análisis comparativo con el padecimiento de demencia, ni con el consumo de opiáceos. Aunque los autores no entrar a distinguir entre distintos tipos de demencias entre los que se encuentra la enfermedad de Alzheimer, los resultados son directamente aplicables a dicha enfermedad ya que sirve para comprender la magnitud del problema de la convivencia del tratamiento empleado con la administración de opiáceos para el dolor. Una de las dificultades a la hora de tratar la enfermedad de Alzheimer es determinar “por dónde empezar” debido a las grandes lesiones neurológicas causadas. Actualmente existen varias vías de trabajo para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, buscando primeramente la detección del avance de esta enfermedad neurodegenerativa, que le proporcione una mayor cantidad de tiempo al paciente, igualmente se están probando y desarrollando medicamentos con los que compensar los deterioros de la enfermedad, con lo que ofrecer una mayor calidad de vida al paciente, reduciendo así la dependencia que este puede sufrir. A este respecto, existen distintos medicamentos en función de en qué aspecto del deterioro se quiere intervenir, ya que los efectos se extienden tanto a nivel neuronal, al verse 36 cómo el tejido neuronal se encoje mostrando los ventrículos de gran tamaño, a la vez que se produce un muerte neuronal importante, además de la presencia de placas seniles y ovillos neurofibrilares, como de neurotransmisores, especialmente la acetilcolina, la serotonina y la norepinefrina, y tiene un efecto directo en la pérdida de capacidades y habilidades cognitivas y motoras, que empiezan a ser evidentes en el deterioro de la memoria, más allá del efecto propio de la edad avanzada, pero ¿Existe una vacuna para tratar la enfermedad de Alzheimer? Es lo que se intenta averiguar desde la compañía AXON Neuroscience y el Instituto de Neuroinmunología de Bratislava (República Eslovaca), publicado en la revista científica de Alzheimer’s Research & Therapy [19]. El estudio realizado en roedores mutados genéticamente modificados para padecer los mismos efectos del Alzheimer, fueron tratados con AADvac1, una droga experimental que ¿Por qué es tan difícil encontrar la cura del Alzheimer? combate la proteína tau, responsable de la aparición y acumulación de ovillos neurofibrilares tan característicos, siendo el objetivo reducir su presencia. Los resultados muestran un éxito de la vacuna, de una reducción de la presencia de la proteína tau en un 95% precursores de los ovillos neurofibrilares. Esta forma de investigación abre las puertas a un nuevo tipo de medicamento, con efectos muy prometedores, lo que da mayores esperanzas a pacientes y familiares, sobre que “pronto” la cura será una realidad, por lo menos en lo que se refiere a detener el avance, con la esperanza futura de que incluso el tratamiento permita la recuperación del tejido dañado, o que las capacidades perdidas se puedan compensar con el tratamiento neuropsicológico que suele acompañar al farmacológico. A diferencia de otros trastornos, en el Alzheimer el desarrollo con medicamentos no ha sido capaz todavía de encontrar una cura para esta enfermedad. A pesar de los muchos esfuerzos que se han hecho hasta ahora, y la cantidad de laboratorios implicados en la búsqueda de la cura de la enfermedad de Alzheimer, todavía no se ha descubierto un tratamiento que sirva para todos los pacientes. Es cierto que se ha avanzado mucho en el conocimiento de la enfermedad y de cómo ésta evoluciona. Gracias al desarrollo de técnicas de neuroimagen se ha podido observar cuáles son las áreas que primero se afectan, y cómo con el tiempo va extendiéndose al resto del cerebro, lo que ha servido para centrar la atención precisamente en esas primeras áreas, y en las conexiones que de estas se desprenden como método de combatir la enfermedad. Incluso se han alcanzado resultados parciales que han conseguido retrasar el avance de esta enfermedad neurodegenerativa, pero todavía la cura parece escaparse a los científicos, pero ¿Por qué es tan difícil encontrar la cura para el Alzheimer? Esto es precisamente lo que trata de plantear un reciente informe publicado por la directora del departamento de salud de Inglaterra [20]. En el mismo se analizan los escasos medicamentos actuales y cómo esto se contrapone con la gran cantidad de nuevos medicamentos testados y desechados en los procesos de investigación de los laboratorios, que conscientes de la creciente necesidad se afanan por conseguir la cura para el Alzheimer. En el estudio se ha recogido información sobre cuáles son las causas de esos “fracasos” farmacológicos, y el primer problema que se encuentran es la falta de transparencia de esta industria y la poca información que transciende sobre sus investigaciones. Así recoge que, según los datos de la Oficina Económica de Salud de los 2.000 estudios 37 con medicamentos realizados, 110 concluyeron precipitadamente, siendo el 54% de los casos sin explicación. De los restantes medicamentos que finalizaron su estudio, únicamente 197 se siguieron investigando, de los cuales el 30% tenía efectos sobre alguno de los síntomas de la enfermedad y el resto provocaban modificaciones en su avance. Quedando un 74% sin explicación de por qué no se continuaron. Lo que deja en evidencia dos cosas, primero la dificultad de encontrar un tratamiento, y segundo la falta de transparencia sobre aquello que “no ha funcionado”, cuyo conocimiento facilitaría el avance sobre nuevas líneas de investigación. Esta tasa de fracaso y abandono es bastante significativa, si se tiene en cuenta la inversión económica que supone cada uno de estos estudios. Hay que considerar que el tratamiento en humanos precisa de fases previas con animales, iniciando los experimentos con ratones, donde se estudian efectos “parecidos” a los de la enfermedad de Alzheimer en humanos. Resaltar que el informe se inicia con una revisión de datos sobre los casos estimados de personas en el mundo afectados por la enfermedad de Alzheimer, elevando la cifra hasta los 47,5 millones de afectados para el presente año. Igualmente resalta el fuerte impacto económico que supone la atención en el sistema de salud de los enfermos de Alzheimer, de más de 604 billones de dólares, lo que supone un 10% del PIB mundial según datos de la Organización Mundial de la Salud. Todo lo anterior nos habla de un problema global que precisa igualmente de una solución global, independiente de los intereses económicos propios de uno u otro laboratorio. Además, hay que tener en cuenta que, si se focaliza la investigación en retrasar el avance de la enfermedad, no se consigue en sí una cura, que sería volver a tener las habilidades cognitivas antes de que apareciese la enfermedad. Centro de Referencia Estatal del Alzheimer ¿ Existen distintos grados de gravedad en el Alzheimer? En efecto, aunque la enfermedad es progresiva se establecen varios grados de gravedad. Se suelen utilizar las escalas de gravedad GDS o CDR. La demencia leve corresponde a un estadio III o IV en la escala GDS o un estadio de la escala CDR. Esta primera etapa se caracteriza por olvidos frecuentes, alteraciones de denominación, labilidad emocional con tendencia a la depresión, desorientación espacial y pérdida del rendimiento laboral y de las actividades instrumentales avanzadas. La demencia moderada corresponde a un estadio V de GDS o 2 de CDR. Esta fase se caracteriza por afectación intensa de la memoria de evocación con un gradiente temporal, y alteraciones de otras áreas como, lenguaje expresivo y comprensivo, cálculo, capacidades ejecutivas y comienzan a evidenciarse signos de agnosia y apraxia. La demencia en fase grave o severa: corresponde a un estadio GDS VI o VII y a un estadio 3 de CDR. En la tercera etapa el paciente precisa ayuda para todas o la mayoría de las actividades cotidianas. La alteración cognitiva afecta gravemente a todas las áreas y se pierde el control esfinteriano evolucionando hacia un estado vegetativo. La muerte suele producirse por una enfermedad intercurrente Evolucion Del Alzheimer Al tratarse de una enfermedad neuro-degenerativa, su evolución va a ir en progresivo 38 deterioro de las funciones cerebrales de la persona, que se reflejará en una pérdida de habilidades cognitivas e incluso motoras. En las fases tempranas, la enfermedad es casi imperceptible ya que el deterioro paulatino de accesos a la memoria no va a ser lo suficientemente importante para preocupar ni al paciente ni a sus familiares. De hecho, durante los primeros momentos, tal y como se tenía en consideración antiguamente se va a achacar esa pérdida o falta de accesos a la memoria como propia de la edad, en la que ya no se le pide el mismo rendimiento que cuando tenía unos años menos. Las justificaciones pueden ser diversas, pero todos buscan tapar un posible problema que de momento no da la cara. En esta etapa inicial sólo los especialistas pueden descartar que estas pérdidas se deban a algo más que el paso del tiempo, lo que sin duda será una buena noticia debido a que con un poco de esfuerzo y dedicación se puede recuperar, realizando los ejercicios adecuados. Posteriormente, empiezan a producirse interferencias por las crecientes faltas de destrezas que lo van poniendo cada vez más en evidencia, afectando con el normal desarrollo de la vida de la persona y empezando a crear conflictos de convivencia. En la fase avanzada, la independencia que hasta ahora ha podido gozar el paciente se ve seriamente mermada, pudiendo llegar a una dependencia total para realizar cualquier actividad. A pesar de que eran bien conocidas las etapas anteriores, el por qué en unas personas evolucionaba más rápidamente la enfermedad que en otras era algo que todavía no se había conseguido contestar por parte de los científicos. Ya que si se conoce se podrán establecer mejores estrategias que persigan “controlar” los efectos de los facilitadores del avance, reduciendo así sus consecuencias, algo que sin duda serviría para el objetivo de ralentizar su avance dando más tiempo de calidad de vida a la persona afectada por la enfermedad de Alzheimer. Al menos así lo cree un grupo de científicos de la Universidad de Fundan (China) junto con el Centro de Investigación Traslacional del Hospital Universitario de Kyoto y la Fundación para la Innovación y la Investigación Biomédica (Japón) publicado en la revista Plos One [21]. Un total de 165 pacientes, 108 mujeres y 57 hombres, diagnosticados con Alzheimer participaron en el estudio a los cuales se les administró el cuestionario estandarizado del Mini-Mental con el que evaluar el estado cognitivo global del paciente, a los cuales también se les administró una batería neuropsicológica completa, en donde se evaluaban cinco dimensiones: memoria, habilidad visoespacial, lenguaje, función ejecutiva y atención. Además, se tuvieron en cuenta los datos relativos a la edad, género, nivel educativo e historial médico, especialmente la hipertensión, diabetes, hiperlipidemia (altos niveles de lípidos en sangre), problemas del corazón (insuficiencia cardíaca congestiva, infarto de miocardio o angina de pecho), problemas cerebrobasculares, caídas y artritis. Se realizó un seguimiento del paciente a los dos años y medio de media, desde la primera evaluación para conocer el progreso de la enfermedad. Los resultados muestran un deterioro progresivo de la memoria en todos los pacientes, siendo éste especialmente destacado en la habilidad visoespacial, la función ejecutiva y la atención. Produciéndose un deterioro más rápido de las funciones cognitivas cuanto antes aparezca la enfermedad. Con respecto a las diferencias hombre-mujer, las mujeres mostraron una evolución más lenta en el deterioro de la memoria que los hombres, algo que señalan los autores del estudio sin entrar a valorar posibles teorías explicativas sobre ello. 39 Un resultado sorprendente fue el encontrar que aquellas personas que habían tenido mayores niveles educativos perdían las habilidades visoespaciales más rápidamente frente a los que tenían un nivel educativo inferior. El tener antecedentes familiares de hipertensión y de enfermedades vasculares se asocian con un desarrollo más rápido del deterioro cognitivo. Igual de importante y complementando el estudio anterior, se ha realizado un estudio conjunto entre la Universidad FIEO y la Escuela Médica Jundiaí (Brasil), publicado en Advances in Aging Research [22]. El objetivo de este estudio es comprobar qué facultades cognitivas se van perdiendo con el avance de la enfermedad y a qué velocidad, ya que actualmente se “sobreentiende” que se van perdiendo facultades, pero sin entrar en describir y entender cómo es este proceso. Para ello se realizó un estudio longitudinal durante seis años a 51 pacientes mayores de sesenta años (con media de 76 años), de ambos sexos (72% mujeres), diagnosticados con la enfermedad de Alzheimer que eran tratados en centros clínicos y gerontológicos de Sao Paulo (Brasil). A todos los participantes se les realizó una extensa evaluación de múltiples capacidades en dos momentos diferentes, la evaluación Cognitiva de Cambridge (CCE), el Mini-Mental (MMSE), el test de Evaluación de Fluidez Verbal (FV) en sus versiones, animales, frutas y palabras que empiecen con “m”, el Test de Dibujar Relojes (CDT), el cuestionario de preferencias de actividades funcionales (QAFP) y la Escala de Depresión Geriátrica (GDS). Los resultados muestran un deterioro en todas las funciones evaluadas en sólo dos años, a excepción del Test de Dibujar Relojes (CDT). Hay que tener en cuenta que todos los participantes fueron tratados con fármacos durante los dos años del estudio, sin que recibieran ninguno tratamiento neuropsicológico, por lo que además de mostrar la evolución de la enfermedad de Alzheimer en todos los ámbitos evaluados. Los autores dejan constancia de la ineficacia de la farmacología, como único elemento terapéutico, ya que por sí sola no detiene el avance de la enfermedad, quedando para próximas investigaciones demostrar la eficacia conjunta del tratamiento farmacológico y neuropsicológico en éste tipo de pacientes. Los autores aclaran que únicamente han recibido tratamiento de rivastigmine, galantamine o donepezil, no habiendo recibido ninguno de ellos memantine. ¿Se puede detener el avance del Alzheimer? Desde la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón, el Departamento del Centro Médico de Asuntos de Veteranos y la Universidad de Washington (EEUU) han realizado un estudio cuyos resultandos han sido publicados en Journal of Alzheimer’s Disease [23]. En este tratan de conocer si a se puede detener el avance de la enfermedad de Alzheimer. Participaron 34 pacientes, con edades igual o superior a los 55 años con diagnóstico de Alzheimer, a los cuales se les separó en tres grupos, observando la evolución de la enfermedad durante un año. • Al primer grupo se le administró suplementos de ácido, graso omega-3 proveniente de concentrado de pescado. • Al segundo grupo se le administró suplementos de ácido graso omega-3, presente en el pescado junto con ácido alfa lipoico, presente en el brócoli, las patatas, las coles o las espinacas. • El tercer grupo de control, no se le administró sustancia activa alguna, recibiendo únicamente un placebo, manteniendo el procedimiento de administración de los 40 grupos anteriores, para poder concluir que de producirse algún cambio no es debido al efecto placebo. Siendo evaluados al principio y una vez transcurrido un año, a los tres grupos con diversas pruebas neuropsicológicas para comprobar los efectos provocados. Los resultados parecen claros al respecto, se produce una reducción en la evolución del deterioro cognitivo, cuando se incorpora el consumo del ácido graso omega-3, pero éste enlentecimiento del avance es mayor cuando se combina el omega-3 con ácido alfa lipoico. El haber incorporado un grupo control donde recibían placebo, garantiza que los efectos encontrados se deben precisamente al consumo controlado de las sustancias establecidas, y no a cualquier otro factor no controlado dentro del estudio. Un resultado esperanzador, pues no sólo corrobora los datos previos de los beneficios para la salud cerebral del consumo de pescado, del que ya se tenía constancia, de que reducía el riesgo de padecer Alzheimer, actuando así como un protector del deterioro del cerebro, sino que ahora se comprueba que su consumo, aun cuando ya está presente la enfermedad, reduce la evolución de la misma, aunque se produce un efecto superior cuando el consumo del ácido graso omega-3 es combinado con el consumo de ácido alfa lipoico. ¿Se puede pronosticar quién padecerá Alzheimer? Una de las mayores dificultades es a la hora de determinar el envejecimiento normal, frente a los indicios lo que puede desencadenar en una demencia del paciente. En los últimos años se ha realizado un importante esfuerzo por tratar de discernir entre lo que es “normal” y no en el envejecimiento, ya que, si se consigue conocer, se pueden establecer tratamientos específicos orientados a que la evolución de la enfermedad del Alzheimer se presente de forma más lenta, e incluso detener su evolución en las primeras etapas. Ya que cuando los efectos de la enfermedad del Alzheimer se hacen palpablemente diferentes de las del envejecimiento normal, es porque se ha producido un importante deterioro cognitivo del paciente, aun incluso sin tener un diagnóstico al respecto. Los olvidos casuales, sobre todo de los acontecimientos recientes definen lo que se denomina deterioro cognitivo leve, que está presente tanto en las personas de avanza edad como entre aquellas que van a sufrir la enfermedad del Alzheimer, pero todavía se encuentra en una fase inicial denominada fase promódica. Los últimos estudios han observado la presencia de biomarcadores en el cerebro en esta fase promódica que no se encuentra en el envejecimiento normal, ¿Pueden estos biomarcadores cerebrales permitir distinguir entre las personas que van a padecer una demencia en el futuro? Esto es precisamente lo que trata de averiguarse desde el King’s College de Londres, la Universidad de Exeter, la Universidad de Oxford, Proteome Sciences plc, EMD Millipore Corporation, el Centro de Investigaciones Médicas de GlaxoSmithKline (Inglaterra), el Centro McGill de Estudios de Envejecimiento (Canadá), la Universidad Oriental y el Hospital Universitario Kuopio (Finlandia), la Universidad de Lodz (Polonia), la Universidad de la Perugia (Italia), la Universidad Aristotélica (Grecia), la Universidad de Toulouse (Francia), el Instituto Karolinska (Suecia), el Instituto de Investigación Médica QIMR Berghofer (Australia), publicado en la revista científica Alzheimer’s & Dementia: The Journal of the Alzheimer’s Association [24]. En el estudio participaron 1.148 personas, separadas en tres grupos, 475 pacientes diagnosticados con la enfermedad del Alzheimer, personas diagnosticadas con deterioro cognitivo leve y a ancianos sin deterioro cognitivo, más allá del propio del envejecimiento. De todos se analizaban una gran cantidad de proteínas presentes en el cerebro, además 41 de pasar por una prueba de neuroimagen para detectar deterioros estructurales en el cerebro. De todas las proteínas plasmáticas analizadas, únicamente 16 resultaron significativamente presentes en los pacientes con la enfermedad del Alzheimer, que se haya también en los casos de deterioro cognitivo leve. De todas ellas se estimaron que 10 eran las proteínas que más potencia tenían a la hora de explicar este deterioro. Los autores indican los beneficios de establecer que con sólo unos 10 biomarcadores es posible distinguir entre el envejecimiento normal y el deterioro cognitivo leve, como antesala de la enfermedad de Alzheimer, e incluso de detectar esta antes de que el deterioro sea tan importante como para establecer el diagnóstico al respecto. La enorme participación en el estudio tanto de investigadores y universidades alrededor del mundo, así como de pacientes, nos permite afirmar que los biomarcadores son universales. Centro de Referencia Estatal del Alzheimer ¿ Cuáles son los efectos del Alzheimer? Como ya se ha dicho, la enfermedad de Alzheimer es una demencia cortical que produce alteraciones cognitivas (alteración de memoria, afasia, apraxia y agnosia progresivas) alteraciones funcionales (pérdida progresiva y finalmente completa de la independencia funcional) y alteraciones conductuales muy diversas y variables y con frecuencia graves. Consecuencias Del Alzheimer Aunque no nos demos cuenta hasta que no la perdemos, nos estamos moviendo por el mundo gracias a la memoria. Por ella sabemos lo que tenemos que hacer cada día, reconocemos los lugares y las persona que nos encontramos por la calle o en el trabajo, tenemos unas relaciones saludables con los conocidos y sobre todo y más importante nos podemos identificar a nosotros mismos, como personas diferentes del resto, con una identidad y personalidad propia. La pérdida de la memoria va ir afectando a cada uno de los ámbitos comenzando, lo que va a ir provocando un sufrimiento progresivo, no solo en el paciente que ve cómo cada vez se va viendo más limitado, sino en las personas de su ambiente, que no entienden las reacciones propias de la pérdida de memoria. El que no devuelve el saludo de alguien que hasta hace poco era conocido y con el que incluso podía haber tenido una amistad más o menos cordial. El no conocer a los compañeros con los que se ha trabajado, o con los que se viaja, o simplemente se reúne en algún lugar lúdico. El olvidar las fechas importantes familiares o incluso empezar a no saber quién es quién dentro de la familia. Todo ello va a crear un malestar por parte de las terceras personas que no van a provocar sino un mayor sufrimiento en el paciente, pues se da cuenta de que está haciendo daño a otros, y no entiende del todo el motivo, pues es algo que ni lo hace queriendo. Es por ello que, si no se tiene en cuenta y se cuida mucho, tratando de implicar a las personas conocidas y familiares en el conocimiento de la enfermedad, el paciente sufrirá 42 un aislamiento progresivo de su medio ambiente, principalmente por incomprensión, lo que hará que tenga menos estímulos sociales, tan necesario para sobrellevar los momentos de la enfermedad, con los que se favorecerá un peor pronóstico. A pesar de que al paciente le cueste a veces reconocer su problema, debido a que va “rellenando” las lagunas de memoria, formando “falsos recuerdos” y fabulaciones, para dar cierta coherencia a su propio discurso, llegándose la persona a creerse lo que dice. Lo que no debe de confundirse con las mentiras, ya que en los pacientes de Alzheimer no existe una intención de engañar a la otra persona, tergiversando y manipulando la realidad, simplemente la persona es incapaz de acordarse de los acontecimientos y trata de superar su situación mediante invenciones que llega incluso a creerse. Existen varios tipos de memoria, cada una de las cuales va a irse viendo afectada poco a poco por la enfermedad, con lo que sus consecuencias externas vanan a pasar de provocar sospechas en los familiares de que algo no funciona, a ser evidencias innegables hasta llegar a la dependencia absoluta para cualquier actividad. • La memoria episódica, así denominada a aquella que utilizamos para almacenar y recuperar información de acontecimientos, que han ocurrido en el pasado, es decir, episodios de nuestra propia historia. • La memoria operativa, es la que nos permite realizar actividades simples o que requieren cierto seguimiento de tareas sucesivas, como por ejemplo vestirse. Todo ello ejemplifica cómo la memoria va más allá de lo que normalmente se considera, que es guardar datos, fechas u acontecimientos. ¿cómo afectan los disgusto a los más ancianos? Un aspecto un poco olvidado desde el ámbito de la investigación en con respecto a la vivencia emocional de los pacientes con Alzheimer, centrados los esfuerzos en descubrir nuevos tratamientos más eficaces, a veces se pasa por algo que lo importante es la persona, y sobre todo el mundo emocional en el que todos estamos inmersos. Los ancianos han tenido muchas experiencias positivas y negativas en la vida, pero eso no quita que sean sensibles a los disgustos. A medida que vamos viviendo vamos teniendo más experiencias, lo que nos permite saber cómo afrontar las situaciones que van surgiendo, sean estas positivas o negativas. Eso hace que al conocer cómo actuar ante estas circunstancias, las emociones que se generan nos afecten menos, al menos así se ha estado creyendo durante mucho tiempo. Paralelamente se han desarrollado investigaciones que analizan la influencia de las emociones en la salud, así una emoción “fuerte” o impactante, puede causar desajustes temporales en la persona, la cual con el tiempo se recupera de la “impresión”. Pero estas investigaciones se han centrado principalmente en las emociones positivas, tratando de conocer, para luego potenciar cuáles son las condiciones más propicias para las emociones positivas a determinadas edades, especialmente sensibles a lo que se conoce como “tercera edad” e incluso la “cuarta edad” para los más longevos. Luego uniendo ambas corrientes de investigación y yendo un poco más allá, sobre todo con las emociones negativas, aquellas que provocan un mayor impacto por su carga emocional desagradable, todavía queda por saber ¿Cómo afectan los disgustos a los más ancianos? Esto es precisamente lo que trata de confirmarse desde la Universidad de Carnegie Mellon (EEUU) publicado en la revista científica Health Psychology [25]. 43 En el estudio participaron 6.817 mayores de 50 años, provenientes de un estudio longitudinal previo denominado Health and Retirement Study (HRS) realizado durante el 2006 al 2010. A todos ellos se les administraron diversos cuestionarios estandarizados sociodemográfico; su salud, el número y gravedad de los casos en los que recibían disgustos, según proviniesen de su pareja, hijos, otros familiares o amigos; y su estado de ánimo, añadido a los cual se le tomó la presión sanguínea. Estos resultados fueron comparados con los estándares esperables en función de su edad y condición sociodemográfica, previamente establecido, se excluyeron del estudio aquellos que mostraban hipertensión basal y a los que se les administraban medicamentos para controlar su tensión. Los resultados indican que lejos de proteger la edad frente a los disgustos, a medida que nos hacemos mayores somos cada vez más sensibles a las emociones negativas, al menos así lo entienden los investigadores al encontrar que en cuatro años de estudio un 29% de los participantes habían desarrollado hipertensión, relacionada en un 38% con las vivencias emocionales negativas. Esta relación se da con mayor intensidad en mujeres entre los 50 a 65 años, y provienen principalmente de la familia y de las amistades. A pesar de que los resultados parecen claros, todavía hay un 62% de casos de hipertensión no explicados por las emociones negativas de los disgustos. Igualmente, las diferencias hombre mujer, han sido señaladas pero no explicadas adecuadamente sobre cuál puede ser su origen; si se trata de algo biológico, por la experiencia vital o por otros factores que “protejan” la tensión del hombre frente a estos disgustos y que en cambio a la mujer le afecta de forma tan negativa, que le hace perder la salud. Una vez conocido cómo van cambiando los sentimientos y emociones en los ancianos, podemos abordar cómo varían estos en los pacientes con la enfermedad de Alzheimer: A medida que vaya avanzando la enfermedad, va a ir cambiando poco a poco la persona, tanto en su carácter, como en su forma de pensar y de relacionarse. Esto se debe a varios factores, el primero de ellos, es consecuencia directa de su enfermedad, pues somos como somos, por nuestras experiencias vitales que nos han marcado durante la vida, hechos y acontecimientos que tenemos muy presentes cada día y que nos hacen ser, pensar y expresarnos como lo hacemos, pero cuando estas experiencias del pasado se van olvidando, mucha de nuestra forma de ser va perdiendo sentido y diluyéndose como si el paciente hubiese perdido sus rasgos más definitorios. Al contrario de lo que cabría pensar, la persona que sufre esta enfermedad va a verse sometida a múltiples cambios de humor a lo largo del proceso, sobre todo dado por la frustración de ver cómo poco a poco va perdiendo el control de su vida y sobre todo de sí mismo, la incapacidad para recuperar los recuerdos a voluntad y de lograr tener una vida aceptable. Igualmente, este enfado puede ser reflejo del aislamiento que va sufriendo, por parte de compañeros y amigos e incluso de la propia familia, que para que no les moleste van dejando un poco de lado al paciente. Todo ello va a ir unido a los momentos de claridad de consciencia en los que se da cuenta del sufrimiento que provoca en la familia y del cual no sólo no quiere ser responsable, sino que además se siente mal por ello, lo que acrecienta su sentimiento de impotencia. Además, y según la edad del paciente, los sentimientos van a ser experimentados de forma diferente, pues lo que se pierde, cuando uno está más próximo a su final, es tanto o más importante que cuando está a la mitad de su vida. 44 A diferencia de otras enfermedades, en que se pone en riesgo la salud física, en que esta se puede ver mermada, cuando se trata de la salud psicología, quien más lo sufre es precisamente quien más experiencia vital ha tenido, pues se da cuenta de tanto y tanto que va perdiendo. ¿cómo se determina si tener un cuidador profesional? En el ámbito estrictamente del cuidado del paciente hay que tener en cuenta que a medida que se vayan perdiendo facultades, debido al avance de la enfermedad, la persona va a ser cada vez más dependiente, precisando por ello de alguien que le atienda en lo que necesite. En muchos casos, el cuidado suele suplirse con lo que se denomina como cuidador informal, en contraposición al cuidador formal. El segundo suele ser una persona titulada, preparada específicamente para esta labor, mientras que el primero suele ser un familiar cercano, que se hace cargo del cuidado del enfermo. La demencia, entre las que se encuentra el Alzheimer, es una enfermedad neurodegenerativa irreversible, por la cual se pierden funciones cognitivas y musculoesqueléticos que se puede producir tanto en jóvenes como en mayores. Aunque a veces se puede llegar confundir por parte de los familiares con un proceso “natural” de envejecimiento y, por ende, de pérdida de funciones y capacidades siguiendo una pendiente decreciente a partir de la madurez. Ésta enfermedad puede surgir por la presencia de otra previa, como la enfermedad de Huntington, Esclerosis Múltiple, Parkinson, o bien provocadas por lesiones craneales, tumores cerebrales o por un consumo excesivo de alcohol. Sea cual sea su origen, al ser un proceso degenerativo irreversible, los familiares se plantean, cómo atender al paciente, ya sea con ayuda profesional, o en lo que se ha llegado a denominar el cuidado informal, esto es, una persona o varias que se turnen, se hacen cargo del cuidado y atención del paciente, normalmente a expensas de “sus propias vidas”, esto es, renunciando a buena parte de su actividad social y por supuesto laboral, por un cuidado “intensivo” del paciente con demencia. Si hasta ahora se entendía que la decisión del cuidador profesional o informal, era más bien una cuestión económica, en el que la familia tras “echar cuentas” decidía si podía pagar los gastos que un cuidador profesional requiere, ya sea al ingresarlo en un centro especializado, o con personal externo cualificado que le cuide. Un estudio realizado conjuntamente por el Centro Científico de Salud Texas A&M y Universidad Estatal de Washington (EEUU) publicado en el International Journal of Social Science Studies [26] analiza si la cuestión económica es determinante. En el estudio participaron 270 familiares con pacientes diagnosticados con demencia de una base de datos de 1.770 pacientes de edades de 70 o más años provenientes de la base de datos de ADAMS. Los resultados informan que las personas casadas tienden a cuidar a sus parejas independientemente de otras cuestiones como las económicas o demográficas. Con respecto a la demografía, los hispanos y los “blancos” son los que más hacen uso del cuidador formal. Un resultado sorprendente es que las cuestiones económicas tienen menos peso del esperado, no resultando significativo a la hora de tomar la decisión entre el cuidado formal y el informal, depende más del altruismo del familiar que se va a hacer cargo del cuidado informal del paciente con demencia. Todo lo anterior, no hace sino dejar constancia del incremento de la atención informal por parte de familiares, sobre todo cuando existe un vínculo de matrimonio entre paciente y cuidador, así como cuando el cuidador exhibe altos niveles de altruismo. 45 El estudio cuestiona que ésta tendencia al cuidado del paciente con demencia, tan propia de nuestra cultura, sea adecuada y sobre todo eficaz en comparación con el cuidado profesional. Lo que deja en evidencia la necesidad de formar a los cuidadores, para que éstos, ya sea por una razón de cariño, altruismo o económica, puedan atender a su familiar en condiciones, sin que suponga una pérdida de atención en comparación con la que podría proporcionar un profesional. De ahí la conveniencia y la necesidad de realizar cursos de formación específica para familiares, tanto para el cuidado del paciente con demencia, como para su propio cuidado, es decir, cursos de “cuidar al cuidador”, ya que se ha observado cómo el cuidado a largo plazo, conlleva una merma en la salud del cuidador, acompañado de cierto aislamiento social, que al final deriva en una peor calidad asistencial que proporciona al paciente con demencia. Pero también los cuidadores de pacientes de Alzhéimer pueden sufrir efectos negativos debidos a su labor. En los últimos años la sociedad se ha dado cuenta, que cuidar al cuidador del Alzheimer es fundamental para ofrecer una mayor calidad de vida al paciente. Si ya de por sí, la labor de cuidado y atención de un paciente es una tarea que puede llegar a ser agotadora, cuando se cuida a una persona con Alzheimer lo es mucho más, y si a eso se le añade que es un familiar, la carga emocional puede llegar a ser enorme. Si al agotamiento se le une la preocupación, va a llevar al cuidador a una situación de estrés continuado, que va a traer consigo problemas para conciliar el sueño, alteraciones en el peso, fatiga e irritabilidad entre otras, y que a medio y largo plazo va a facilitar la aparición de enfermedades psicosomáticas. Una de las mayores dificultades a las que se enfrenta un cuidador suele ser su propia falta de cuidado, con tendencia a desatenderse socialmente y hasta personalmente, por dedicar todas las horas a estar con el familiar que padece Alzheimer. A diferencia del cuidador profesional, que cuando acaba su jornada de trabajo, se va “tranquilamente” a su casa, cuando se trata de atender a un familiar enfermo no se da esa “desconexión”. Además de la propia preocupación por el paciente, el resto de familiares le presionan para que “no le pierda de vista”, en vez de ellos animarle para que se despeje, y poder así ofrecer una mejor atención. El cuidador no profesional, además le queda el pesar constante de no saber si aquello que hace sirve para algo, conociendo que el Alzheimer es una enfermedad que va progresivamente deteriorando la salud física y mental del familiar. De ahí que, en los últimos años, se estén creando programas para cuidar al cuidador del Alzheimer, con la invención de informar y formar a los cuidadores sobre cómo realizar su labor sin poner en riesgo su propia salud. En un estudio llevado a cabo por el Hospital de Bohars y el Centro Jean-Marie Léger, (Francia) publicado en la revista científica Open Journal of Psychiatry [27] se informa del incremento de los casos debidos a cuestiones emocionales, como trastornos de depresión mayor, o trastornos de ansiedad, entre otros, pero también se producen casos de “aislamiento social” con pérdida de amistades, lo que va a dificultar, si cabe, que el cuidador tenga una “vía de escape”. Además de lo anterior, y es algo en lo que escasamente se trabaja desde las asociaciones de apoyo al cuidador, es preciso “reeducar” tanto al cuidador como a sus familiares sobre el sentimiento de culpa, ya que es este el que va a generar grandes tensiones familiares y en definitiva va a impedir que el cuidador se desconecte temporalmente de la labor de cuidar del paciente con Alzheimer. 46 La culpa “auto impuesta”, recordada constantemente por sus familiares, va a llevar al cuidador a no tener “tiempo libre” y si en algún momento lo tiene, sentirse mal por ello. De ahí que los nuevos estudios estén concediendo gran importancia a la calidad más que a la cantidad de la asistencia que recibe un paciente con Alzheimer, donde progresivamente va a ir sufriendo el deterioro de sus habilidades. cognitivas y físicas. Ejercicios al aire y al sol, son lo mínimo que se recomienda, además de caminar; es decir’ no hay que perder de vista la salud del cuidador, permitiendo que tenga sus momentos de esparcimiento, para practicar un hobby o salir con las amistades, todo lo cual no solo no va a tener ningún efecto negativo sobre el paciente, sino todo lo contrario, ya que el cuidador se sentirá renovado en sus fuerzas y asumirá su labor con mayor entereza. ¿se puede mejorar el Alzheimer interviniendo en el cuidador? Uno de los problemas asociados al Alzheimer es que se trata de una enfermedad neurodegenerativa, con lo que con el tiempo la persona va perdiendo facultades. Una situación que aparte del sufrimiento que entraña para el propio paciente y sus familiares, también lo tienen que sobrellevar los cuidadores, ya que sus labores día a día se van haciendo cada vez más complejas, ya que el paciente de Alzheimer va siendo cada vez más dependiente. En muchas ocasiones se trata de un cuidador informal, es decir, un miembro de la familia el que se encarga del cuidado del paciente, el cual además de las emociones que le provoca por su afinidad, tiene un plus añadido de presión en cuanto a que no está formado y preparado para ello. Más o menos todos nos vemos capaces de atender a un crío recién nacido, o de atender a un anciano en los cuidados más generales, pero esto no es suficiente cuando se trata de una persona enferma y de ahí la necesidad de que estos cuidadores informales se profesionalicen o por lo menos acudan a asociaciones y organizaciones que le puedan ofrecer el apoyo profesional necesario con lo que suplir sus carencias, con la idea de que pueda ofrecer la mayor calidad asistencial posible al enfermo de Alzheimer. De hecho el conocimiento sobre la enfermedad y su avance no va a ser el único criterio que va a afectar en la calidad del cuidado, sino también la propia salud física y psicológica del cuidador, ya que si este se ve resentido por alguna enfermedad, también lo hará el cuidado que pueda ofrecer, de ahí que en los últimos años se esté empezando a prestar mayor atención al cuidador, sobre todo desde las distintas instituciones públicas y privadas, que organizan actos tanto de concienciación como de convivencia entre los cuidadores, tanto en cuanto a información se refiere, como a la hora de ofrecerle ayuda y consuelo emocional, con lo que poder “recargar las pilas” para poder hacer bien su trabajo, pero ¿Se puede mejorar el Alzheimer interviniendo en el cuidador? Esto es precisamente lo que trata de investigar desde la Escuela de Salud Pública y la Escuela de Medicina de la Universidad de Drexel, la Escuela de Enfermería Johns Hopkins y la Universidad Case Western Reserve (EE.UU.) publicado en la revista científica International Journal of Alzheimer’s Disease [28]. Los investigadores han probado un programa de entrenamiento a cuidadores para comprobar si tiene efectos en sí mismos y en los pacientes de Alzheimer que atienden, todo ello evaluado en tres momentos, al inicio del estudio, tras seis meses (momento de finalización de la intervención) y tras otros seis meses desde el final del entrenamiento. En el estudio participaron 102 familias, 50 donde los cuidadores recibirían un determinado entrenamiento y 52 donde no recibirían nada, grupo control. Entre los requisitos para poder participar en el estudio se encontraba, que dedicasen más de ocho horas semanales al cuidado del paciente de Alzheimer, y que ellos mismos no sufriesen ninguna psicopatología, 47 evaluado a través de un cuestionario estandarizado denominado Short Portable Mental Status Questionnaire. Igualmente se comprobó que el paciente de Alzheimer no estuviese sufriendo a la vez otras psicopatologías que complicasen el diagnóstico, ni que se presentase junto con otras demencias. A todos los participantes se les evaluó su nivel del ansiedad a través del The StateTrait Anxiety Inventory, A-State (STAI), su nivel de depresión con Center for Epidemiologic Studies Depression Scale (CESD), su inventiva para resolver problemas con Self-Control Scale (SCS), su preparación como cuidador con Preparedness for Caregiving Scale, el papel de la familia en el cuidado con Family Role Reward Scale (FRRS), la tensión familiar por el cuidado del paciente con Caregiver Role Strain, la cualidad del cuidado con Mutuality Scale (MS), y los problemas conductuales a través de Revised Memory and Behavior Problem Checklist (RMBPC). Se realizó en el grupo experimental una intervención con sesiones de dos horas semanales, durante seis meses, donde se le entrenó al cuidador en el manejo de las propias emociones. Igualmente se realizó un entrenamiento para conocer mejor la enfermedad de Alzheimer y cómo tenía que enfrentarse a cada una de las situaciones que le van a ir surgiendo con el tiempo. Tras el entrenamiento se le volvió a evaluar, para comprobar si se han producido cambios. Igualmente, se le evaluó a los seis meses de acabar el programa para ver si los cambios eran duraderos en el tiempo. Los resultados indican tras los seis meses de entrenamiento, una mejoría significativa en cuanto a inventiva del cuidador, con un incremento significativo en cuanto a su nivel de ansiedad comparado con el grupo control. A los seis meses después del entrenamiento, se cambiaron las tornas, mostrando ahora mayores niveles de ansiedad los cuidadores del grupo control frente a los entrenados, aunque la diferencia no resultó significativa, mostrando estos últimos niveles significativos más elevados de preparación e inventiva para la resolución de problemas en el cuidado del paciente con Alzheimer. En cuanto a la valoración cualitativa los familiares de los participantes daban cuenta de una mejora en la calidad del trato al paciente gracias al programa de entrenamiento. Los resultados dejan comprobar efectos deseables de la intervención sobre los cuidadores que van a repercutir, tanto sobre su propia vida emocional, como sobre la calidad asistencial que va a poder ofrecer al paciente enfermo de Alzheimer. ¿qué influencia tiene el maltrato en el Alzheimer? Uno de los principales problemas que se da entre los mayores es que en ocasiones puede sufrir maltratos, ya sean verbales o físicos. Una situación que tiene escasa repercusión en los medios de comunicación, salvo excepciones dado la gravedad del caso, o cuando se abandona al anciano en una gasolinera o un hospital, para no hacerse cargo del mismo. Un maltrato del que todavía existe poca conciencia social, a diferencia del maltrato de género o del maltrato al menor, pero que es tanto o más grave que cualquiera de los dos anteriores, ya que se produce sobre una población indefensa, debilitada por el paso del tiempo y que en muchos casos sufre alguna enfermedad. Este maltrato sobre los ancianos, suele provenir tanto desde el círculo más próximo de la familia, como desde los cuidadores cuando los atienden. La forma de expresarse este maltrato puede ser tanto verbal, a través de insultos, amenazas, o menosprecio, o física ya sea mediante agresión directa o impidiendo que el anciano realice alguna actividad, como por ejemplo salir a la calle. Que se conozca, todavía 48 no existe un perfil claro del agresor, ni los “motivos” que le impulsan a maltratar al anciano, ya puedan provenir estos de problemas sociales, familiares o económicos. Las consecuencias de dicho maltrato son igual o más graves que las del maltrato de género o del menor, ya que en estos dos existe tiempo para “recuperarse” e incluso poder llevar una vida normalizada con posterioridad, pero los ancianos no tienen ese tiempo. El maltrato ya sea físico o verbal, va a tener importantes efectos tanto a nivel psicológico en el estado de ánimo de la persona y en su autoestima, como a nivel físico, tanto por las consecuencias de la agresión, como por que se ve afectado el sistema inmunitario con una reducción de las defensas y como consecuencia con una peor salud. A ello hay que unir un clima de tensión, ansiedad e incluso temor que desarrolla el anciano, cuando debe de convivir con su maltratador, sin saber cuándo volverá a agredirle, o si esta vez lo hará con una mayor gravedad. Pero cuando este maltrato lo viven ancianos que ya están sufriendo alguna enfermedad, la situación es más grave, ya que va a ir en detrimento de la recuperación de su enfermedad y en el agravamiento de su sintomatología. Una de las enfermedades más graves que pueden sufrir los ancianos es el del Alzheimer, tanto por sus consecuencias cognitivas como de calidad de vida del paciente, pero ¿Qué influencia tiene el maltrato en el Alzheimer? Esto es precisamente lo que trata de investigarse desde la Universidad de Florida del Sur, la Universidad Estatal del Sur de Connecticut (EEUU) publicado en la revista científica Aging Science [29]. Los datos que se analizan en este estudio se extrajeron de uno mayor denominado Aggression and Violence in Community Based Alzheimer’s families grant (AV_CAD), en el que participaban más de 6.000 personas. De los participantes se hizo una primera criba atendiendo a los siguientes criterios: ser mayor de 60 años, estar diagnosticado con Alzheimer siguiendo los criterios NINCDS/ADRD al menos tres años antes del estudio, tener un nivel de normal de habilidades cognitivas según el Folstein Mini Mental Status Exam (MMSE). Con lo que al final se registraron las respuestas de 254 cuidadores y 76 pacientes diagnosticados con Alzheimer. A todos ellos se les administró un cuestionario estandarizado sobre la resolución de la conflictividad intrafamiliar denominado Conflict Tactic Scale (CTS), que evalúa tres estrategias de resolución de conflictos intrafamiliares, el razonamiento, la agresión verbal y la física. Los resultados indican que el razonamiento es el medio más habitual de resolución de conflictos tanto por parte de cuidadores como de los propios pacientes con el 91,4% y 89%, situación que se reduce en el último año de la enfermedad, pasando al 66,3% y al 45,3% respectivamente. Lo que muestra que el avance de la enfermedad va a tener una influencia directa en el deterioro del uso del razonamiento como vía de solución de conflictos. En cambio, en el último año de estudio se elevaron los niveles de resolución mediante agresión verbal hasta el 59,3% y 68,7% respectivamente; siendo en menor medida, aunque no por ello menos preocupante la agresión física, en un 16,8% y un 24,2% respectivamente. Los datos no dejan lugar a dudas de la preocupante situación que sufren los enfermos de Alzheimer, en cuanto que son receptores de maltrato por parte de sus cuidadores y familiares. 49 Destacar que parece existir un círculo vicioso de violencia que se instaura a medida que la enfermedad avanza, ya que los niveles de agresividad verbal y física han aumentado desde los cuidadores hacia el anciano, pero en mayor medida desde este hacia sus cuidadores y familiares, tanto verbal como físicamente. El estudio a pesar de ser claro en sus resultados no entra a valorar las motivaciones que pueden estar detrás de este cambio de tendencia hacia la violencia. Centro de Referencia Estatal del Alzheimer ¿ Es posible prevenir el Alzheimer? Actualmente solo es posible actuar sobre algunos factores de riesgo vinculados con la aparición de la enfermedad, fundamentalmente los factores de riesgo cardiovascular. Hay estudios que han demostrado el beneficio del ejercicio físico, de la dieta cardiosaludable (en particular de la dieta mediterránea) y del mantenimiento de la actividad intelectual y de las relaciones sociales. Prevención del Alzheimer Dormir ocho horas es fundamental para nuestra salud cerebral, pero ¿Puede la falta de sueño ser un factor de riesgo que propicie la aparición del Alzheimer? El sueño es una actividad fundamental para nuestro cerebro, ya que es cuando se van creando y “archivando” las huellas de memoria de lo aprendido durante el día. Los experimentos clásicos sobre de privación del sueño, muestran los devastadores efectos sobre la atención, el rendimiento y otras funciones cognitivas como el aprendizaje, incluso pudiendo poner en riesgo la salud mental de la persona, la cual después de días sin dormir se muestra cansada, agotada, pero también irritable, con momentos de euforia, con pensamientos paranoicos, pudiendo sufrir episodios psicóticos, y todo ello por no dormir bien. Se dice que, una vez superada la infancia, en que existe una mayor cantidad de horas de sueño que de vigila, el organismo invierte esa proporción, necesitando alrededor de ocho horas diarias de sueño el resto de su vida. Aunque a veces la administración del tiempo no es continuada, pudiéndose producir pérdidas y acumulaciones de sueño durante un tiempo, que luego se recuperan, por ejemplo, en las “guardias” de algunos trabajos, en que alargan la jornada laboral, o cuando los jóvenes trasnochan ya sea por motivos académicos o por diversión, que luego recuperan ese sueño “acumulado” con un largo descanso. Igualmente, y de forma natural, en la tercera edad se suele producir una división del tiempo de sueño, en vez de dormir las ocho horas seguidas, se suele despertar después de las cinco primeras horas de sueño, para pasado unas horas, completar las tres horas restantes. Pero en la tercera edad, se suele tender a dejar un poco de lado las buenas costumbres, si no se le indica con algo da insistencia, así es frecuente que puedan sufrir mayores casos de deshidratación sobre todo en invierno, ya que no mantienen una rutina de beber una cantidad de agua diaria, y en cambio lo dejan para cuando tienen sed o “se acuerdan”; pues bien, lo mismo suele suceder con el sueño, que a veces se “desregulan”, no durmiendo las ocho horas diarias, sino que lo hacen cuando se sienten cansados, sin darse cuenta de que el sueño es fundamental para el correcto funcionamiento del cerebro, incluso en las personas mayores. 50 Así al menos lo afirma un estudio de la Universidad de Washington publicado en la revista Nature Reviews Neurology que relaciona la falta de sueño con la presencia de una sustancia en el cerebro denominada péptido, cuya acumulación, además, es uno de los factores de riesgo de la aparición del Alzheimer [30]. El estudio analiza la relación existente entre el péptido Beta-amiloide, la falta de sueño y la aparición del Alzheimer, concluyendo que existe una relación directa entre una insuficiente cantidad y calidad del sueño, con una mayor aparición de éste aminoácido; existiendo una relación directa entre la acumulación en el cerebro de éste péptido, con un peor desempeño cognitivo mostrando síntomas que se podrían clasificar como los propios de las primeras fases de la demencia. Dado ambas relaciones se establece una nueva, por la cual la falta de sueño, en cantidad y calidad, puede ser un factor de riesgo que desencadenaría en la aparición del Alzheimer. Esta desregulación del sueño, podría explicar por tanto los trastornos del sueño que suele acompañar a los pacientes de Alzheimer, no siendo tanto una consecuencia como hasta ahora se creía, si no precisamente una causa de dicha enfermedad y de su posterior agravamiento. Centro de Referencia Estatal del Alzheimer ¿ Existe un mayor número de casos de Alzheimer en los últimos años? Y de ser así ¿ Por qué cree que es debido? En efecto, el número de casos de enfermedad de Alzheimer es cada vez mayor, lo que se debe a que el mayor factor de riesgo para la enfermedad es la edad, y la población está cada vez más envejecida. Extensión del Alzheimer Uno de los problemas principales que tienen actualmente algunos de los gobiernos de los países desarrollados es a la hora de hacer frente el tema de la enfermedad de Alzheimer es que siempre lo hacen de forma paliativa, poniendo los medios para solucionar, cuando la enfermedad está avanzada y los pacientes muestran evidentes deterioros cognitivos que le han llevado a la consulta, para conseguir establecer un diagnóstico claro al respecto. Un proceso que desde que se empiezan a mostrar los primeros síntomas de la enfermedad mediante los cambios de humor y las pérdidas progresivas de memoria, hace que el diagnóstico se pueda llegar a retrasar incluso años. Máxime cuando la enfermedad se suele experimentar a una edad avanzada, lo que dificulta en muchos casos discernir entre lo que es un decaimiento de las capacidades cognitivas propias de la edad, del deterioro causado por el Alzheimer en sus primeras etapas. Cuando la enfermedad avanza cada vez van siendo más evidente sus efectos, por el progresivo deterioro de capacidades y habilidades del paciente y el aumento de la dependencia del mismo. Pero para este momento, ya han pasado años en que se podría estar interviniendo para tratar de detener el avance de la misma, a falta de un desarrollo científico que consiga revertir los efectos de la enfermedad. Es por ello que se han realizado muchos esfuerzos para poder establecer el diagnóstico temprano del Alzheimer, empleando distintos instrumentos, como evaluaciones neuropsicológicas o biomarcadores. 51 Pero igualmente estos sólo se pueden aplicar a los pacientes que acuden a consulta, porque tienen sospechas de que algo les sucede, y que no responden como antes, lo que excluye a una gran mayoría de recibir una detección a tiempo, con lo que la enfermedad va a continuar de forma silenciosa, hasta que se encuentre en fases avanzadas, donde el deterioro originado ya es demasiado evidente incluso para la persona. Desde distintas sociedades científicas y asociaciones de pacientes, se trabaja por la concienciación sobre la enfermedad, pero todavía falta que se establezcan planes preventivos, tal y como se hace ante otras patologías, como el cáncer de mama, donde se recomienda a toda la población femenina, realizarse un chequeo anual a partir de una determinada edad. Pero para poder establecer un plan así, incorporando las técnicas de diagnóstico temprano, primeramente, hay que aclarar a qué porcentaje de la población afectada, y establecer la edad a partir de la cual sería conveniente realizarse un chequeo anual, pero ¿Es posible calcular la incidencia del Alzheimer? Esto es precisamente lo que trata de estudiarse desde el Hospital Alto Deba, el Hospital Donostia y la Fundación CITA-Alzheimer Fundazioa (España) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Alzheimer’s Research & Therapy [31]. En este caso el estudio es un modelo matemático que permita realizar predicciones al respecto, por lo que no se ha trabajado directamente con pacientes, si no con los datos recogidos de macro estadísticas anteriores. Este modelo contempla tres variables principales, para determinar la incidencia del Alzheimer en la población general, la primera de ella es la edad de aparición de la enfermedad, la segunda tiempo desde que surja la enfermedad hasta que se muestran síntomas evidentes, y el tercero, tiempo de vida del paciente. Los resultados en la población española muestran que desde la edad de inicio de la enfermedad que suele ser entre los 40 a 60 años, esta tarda en expresarse una media de 22 años. Viéndose afectado un 35,9% de la población por esta enfermedad a partir de los 60 años. A pesar de lo cual, los resultados indican claramente que a partir de los 60 sería conveniente realizarse unos análisis preventivos, para determinar si se sufren los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer, ya que la incidencia poblacional es del 33%, siendo imprescindible a partir de los 65 que asciende hasta el 44.5%. Estos datos permiten conocer la incidencia del Alzheimer en la población, a la vez que establecer planes de diagnóstico precoz, que ayuden a detectar prematuramente la enfermedad y poner en marcha el tratamiento preceptivo, que puede incluir farmacología para detener el avance de la enfermedad, y en todo caso, intervención neuropsicológica con la que desarrollar estrategias y habilidades con las que compensar las que poco a poco se van a ir perdiendo debido a la enfermedad de Alzheimer. ¿es el Avance del Alzheimer igual en todos los países? El Alzheimer parece haberse extendido por todo el mundo, calculándose que afecta a 46 millones de personas en la actualidad. Un reciente informe de la asociación Alzheimer’s Disease International, titulado World Alzheimer Report 2015 - The Global Impact of Dementia dibuja un cuadro sobre la extensión de la enfermedad de Alzheimer alrededor del mundo, con un total de 46,8 millones de afectados por esta enfermedad. De los cuales 9,4 millones están en América, 4 millones en África, 10,5 millones en Europa, y 22,9 en Asia. Una situación que lejos de estabilizarse, se prevé que casi llegue a duplicare en apenas 15 años, esperándose 74,7 millones en el 2030. Esperando un avance superior en América y África, pasando de 9,4 a 15,8 millones y de 4 a 7 millones respectivamente. 52 Cifras que pueden parecer alarmistas, sobre todo si se tiene en cuenta que para el 2050 se pronostica que casi se duplica la cifra prevista del 2030, pasando así de los 74,7 a 131,5 millones de personas afectadas por esta enfermedad, pero hay que tener que asociado a ello va un progresivo envejecimiento de la población, por lo que también lo hace la posibilidad de la aparición de enfermedades donde la edad avanzada es un factor de riesgo para su aparición tal y como sucede con la enfermedad de Alzheimer pero, ¿Es el avance del Alzheimer igual en todos los países? Esto es lo que se trata de averiguar desde Eli Lilly and Company, la empresa farmacéutica más grande de EE.UU., en colaboración con la Escuela de Medicina de la Universidad Indiana, la Universidad de California, la Universidad de Medicina de Baylor, el Centro de Demencia y Psiquiatría Geriátrica y el Instituto Clínico de salud d Cerebro Lou Ruvo de Cleveland (EEUU) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Alzheimer’s Research & Therapy [32]. Se realizó un estudio internacional donde colaboraron centros de estudio de 29 países, cuyos resultados fueron agrupados en cuatro regiones, América del Norte; Sur América; Europa Occidental e Israel; Europa de Este y Rusia; Australia, Sudáfrica, Asia y Japón. En todos ellos se llevaron a cabo cuatro ensayos clínicos para evaluar la eficacia de distintas sustancias empleadas en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, todo ello con sus grupos controles correspondientes. El estudio consistía en analizar cómo avanzaba la enfermedad comparando entre los participantes que recibían un tipo de tratamiento frente a los que no lo recibían. El éxito del estudio de cada uno de los fármacos ha sido publicad con anterioridad, lo que nos ocupa en este estudio, es que compararon la eficacia de cada uno de estos en cada región, algo que en principio no era objeto de investigación. Los resultados muestran que existe una desigual eficacia de los tratamientos en función de la región del paciente atendido, esto es, la enfermedad de Alzheimer parece avanzar de forma más rápida en los países del Este y Rusia. Por el contrario, con respecto de la media, se observaron avances más lentos de la enfermedad de Alzheimer en el bloque de Japón y Asia, así como en Sur América. Obteniendo una evolución intermedia entre los países de América del Norte y Europa Occidental e Israel. Algo que no cabría esperar de una investigación con ensayos clínicos, donde no se suele tener en cuenta la localización del paciente para el diseño de nuevos medicamentos. Destacar que es el primer análisis a nivel mundial, con la participación de tantos países en un ensayo clínico de esta índole para combatir la enfermedad de Alzheimer. El Trabajo Del C.R.E Con El Alzhimer El Centro de Referencia Estatal de atención a personas con enfermedad de Alzheimer y otras demencias del IMSERSO se configura como un centro sociosanitario especializado y avanzado en investigación, análisis, conocimiento, evaluación y formación sobre el Alzheimer y otras demencias y en atención e intervención con los afectados y sus familias. Depende orgánica y funcionalmente del IMSERSO, Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. El C.R.E. de Alzheimer surge para atender las necesidades de las personas con demencia y sus familias. A la vista de la situación actual y de las previsiones para el futuro, resulta evidente la necesidad de avanzar en la búsqueda de respuestas y soluciones globales, de adoptar medidas de índole social junto con las sanitarias para la mejora de la enfermedad, estableciendo una red sociosanitaria en la atención al enfermo y a su familia. Amparado en la Ley de Dependencia, como nudo clave de esta red de servicios se han creado un conjunto de Centros de Referencia Estatal. Uno de ellos, ubicado en Salamanca, especializado en la enfermedad de Alzheimer y otras demencias. 53 El C.R.E. de Alzheimer cuenta con un equipo multidisciplinar especializado en la atención a personas con demencia y sus familias, dividido en diversas áreas, aunque trabajando de forma coordinada y complementaria para una atención integral y continuada: • Área médica: Médicos de Atención Primaria, Neurólogo, Geriatra, Psiquiatra, equipo de enfermería y de auxiliares de enfermería. • Área de intervención: Neuropsicólogos, Terapeutas Ocupacionales, Fisioterapeutas, Logopeda. • Á. Familias: Trabajadoras Sociales, Educadores Sociales y Psicóloga Terapeuta Familiar. • Profesionales de intervenciones no farmacológicas: Musicoterapeuta, Danza terapeuta, Profesional de Intervención Asistida con Animales, Terapeutas de Reeducación Psicomotriz, profesional de intervención en Nuevas Tecnologías... Además del equipo de intervención ya descrito, el centro cuenta con un Equipo de Dirección, profesionales de servicios de limpieza, recepción, restauración, seguridad, mantenimiento, etc. El C.R.E. Alzheimer además cuenta con psicólogos en dos ámbitos: • Neuropsicólogos: encargados de prestar atención a las personas con demencia que asisten al centro, encargados de la valoración neuropsicológica, diseño de intervenciones y desarrollo de actividades de estimulación (psicoestimulación cognitiva),… • Psicólogo/ Terapeuta familiar: encargado de abordar el bienestar de las familias que garantizan los cuidados de las personas con demencia. Es fundamental la detección y atención de las necesidades con las peculiaridades que cada una de las familias presenta, siempre desde un enfoque biopsicosocial. El C.R.E. Alzheimer cuenta con dos servicios diferenciados: • Servicios de Intervención Directa: encargados de prestar atención a las personas con demencia y las familias que son usuarios de este centro, buscando la mejora de la calidad de vida y prestar una atención especializada de calidad. Entre los recursos que tiene el centro se encuentra el Centro de día/noche y las Unidades de Convivencia, para la atención a las personas en modo diurno o 24 horas. La estancia en cualquiera de los recursos es temporal, en función del objetivo establecido para cada caso particular. • Servicios de Referencia: encargados de generar y transferir el conocimiento al resto de la Sociedad: profesionales, instituciones, familias... Se centran en la investigación, análisis, formación, cooperación entre instituciones que permita desarrollar el conocimiento que beneficie a toda la Sociedad. Cuenta con dos áreas: • Formación, Asistencia Técnica y Cooperación Intersectorial. Encargada de ofrecer cursos de formación, en modalidad de formación presencial o teleformación, así como la gestión de las redes sociales que tiene el centro y su página web. • Información, Documentación, Investigación y Evaluación. Encargada de la investigación en terapias no farmacológicas, desarrollo de guías y publicaciones, y atención a las demandas de información a las personas, instituciones y profesionales. Debido a que el centro dispone de varios servicios, también hay diversos perfiles de usuarios. • Personas con demencia y familias. • Profesionales de atención sociosanitaria. • Organizaciones, instituciones y oenegés relacionadas con la enfermedad. 54 El C.R.E. de Alzheimer, desde que inició su camino en la búsqueda de la mejor atención posible y la mejora de la calidad de vida de las personas con demencia, siempre ha seguido la línea de investigación centrada en las terapias no farmacológicas. Estás se definen como: “Cualquier intervención no química, teóricamente sustentada, focalizada y replicable, realizada sobre el paciente o el cuidador y potencialmente capaz de obtener un beneficio relevante” [33]. Los objetivos conseguidos hasta ahora han sido muchos. Las investigaciones en terapias no farmacológicas están dando buenos resultados, como es el caso de la Intervención Asistida con Animales. Esta investigación ha ofrecido resultados positivos, demostrados a través del efecto relajante de las sesiones, por la no aparición de alteraciones de conducta y por el alto nivel de implicación de los usuarios, en comparación con otras actividades. Otra intervención con muy buenos resultados fue, el Programa de Atención Cognitiva Integral en Demencias, que se elaboró junto a la Universidad de Salamanca. Permitió el desarrollo de una Guía y fichas de trabajo, que se encuentra disponible en la web www. crealzheimer.es Además, dentro del Proyecto “Espacio Transfronterizo sobre el Envejecimiento” del Programa de Cooperación Transfronteriza (POCTEP), el C.R.E. de Alzheimer del IMSERSO, junto a la Universidad de Salamanca y la Fundación Reina Sofía han desarrollado un estudio piloto para la “Creación de una Unidad de calidad de vida”, para personas con demencia. Con respecto a los objetivos a alcanzar en el futuro, son continuar con la mejora de la atención de todas las personas con demencia, a través de la investigación, del desarrollo de guías y manuales de buenas prácticas, así como continuar con la formación de las personas que permita la adquisición de conocimientos adaptados a este colectivo. También un objetivo fundamental para conseguir la misión de este Centro, es la cooperación, el desarrollo de redes de expertos, para la transferencia e intercambio de conocimientos entre todas las instituciones que trabajan, con el objetivo compartido para mejorar la calidad de vida de las personas con demencia y sus familias. Conclusiones He tratado de servir como primera aproximación al Alzheimer, resolviendo las dudas propias por la edad o por tener algún familiar padeciéndolo, siendo también un libro de consulta para quien quiera profundizar en el conocimiento de las últimas investigaciones sobre esta enfermedad. He presentado explicaciones claras y sencillas de asimilar sobre la enfermedad de Alzheimer, sus primeros síntomas, las pruebas diagnósticas empleadas, conocer qué hacer cuando aparece la enfermedad, qué consecuencias va a tener sobre la vida diaria del paciente y sobre sus familiares, así como la forma más correcta de enfrentarse a la enfermedad. Entre sus páginas se han abordado los temas más relevantes y las cuestiones más importantes relativas a la evolución, tratamiento y cuidados del paciente que sufre la enfermedad de Alzheimer. References 1. S. Fereshtehnejad , y cols (2014) Comorbidity profile in dementia with Lewy bodies versus Alzheimer’s disease: a linkage study between the Swedish Dementia Registry and the Swedish National Patient Registry, Alzheimer’s Research & Therapy, p. 65. 2. X Song, y cols (2014) Age-related deficit accumulation and the risk of late-life dementia, Alzheimer’s Research & Therapy, p. 6: 54. 3. J Hall, y cols (2015) Total testosterone and neuropsychiatric symptoms in elderly men with Alzheimer’s 55 disease, Alzheimer’s Research & Therapy, p. 7: 24. 4. P Jana, y cols (2015) Epidemiology and Genetics of Alzheimer’s Disease, Journal of Alzheimer’s Disease & Parkinsonism, p. 5: 172. 5. 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He dedicado parte de la vida al estudio e investigación del comportamiento humano, indagando en las inquietudes y motivaciones que nos llevan a conseguir nuestros objetivos y metas. Este conocimiento científico se completa con la experiencia adquirida durante mi trabajo como psicoterapeuta. He impartido docencia en diversas universidades nacionales y extranjeras, a la vez que participado en simposios y conferencias a lo largo del mundo. Autor de numerosos estudios de psicología clínica que he publicado en diversos libros y revistas de relevancia científica internacional. 57 El Alzheimer ha llegado, se coló en el hogar nadie le ha invitado, pero se va a quedar. Poco a poco la memoria, el enfermo va a perder ayudarle con cariño, es lo que hay que hacer. El cerebro está dañado, no se puede evitar olvidará el pasado, tú le puedes ayudar. Tratándole con cariño, y dándole mucho amor no le regañes, no quiere, crear esa situación. El olvido de las cosas, angustia provocará evítale lo que puedas, así le ayudarás. El amor que le estas dando, mucho a él le gustará sus ojos te están mirando, así te lo expresará. --- AMOR --- 58