Alzheimer, Últimas Investigaciones - e

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Alzheimer, Últimas Investigaciones
Edited by: Dr. Juan Moisés De La Serna
ISBN: 978-1-63278-056-0
DOI: http://dx.doi.org/ 10.4172/978-1-63278-056-0-057
Published Date: : September, 2015
Printed Version: September, 2015
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I
eBooks
Preface
El objetivo del libro es servir de primera aproximación a aquellas personas que tengan en
sí mismo o dentro de su familia la enfermedad de ALZHEIMER.
Esta enfermedad se ha visto incrementada en cuanto al número de casos afectados en los
últimos años, lo que a su vez ha provocado que surjan muchas preguntas cuando una
persona o a un familiar recibe el diagnóstico, tales como, ¿Qué es el Alzheimer?, ¿Cuál es
su origen?, ¿Existe tratamiento?, ¿Cómo evoluciona la enfermedad?, ¿Qué consecuencias
acarrea en la vida cotidiana?, ¿Cuáles son los efectos psicológicos sobre el paciente?, ¿Se
puede superar?, ¿Se trasmite a los hijos?
Se nos abre delante nuestra todo un crisol de cuestiones que tratar para aplacar la
incertidumbre que provoca enterarse de que padecemos una enfermedad cada vez más
“común” y extendida, y de la que apenas se conocen sobre los últimos avances científicos
en esta área, debido en buena medida a la complejidad del lenguaje técnico empleado, pero
también porque estos avances suelen llegar sólo a especialistas a través de reuniones y
congresos donde se comparte este tipo información.
Este libro trata de presentar de forma clara los resultados de las últimas investigaciones
sobre la enfermedad de Alzheimer, con lo que contestar a las cuestiones más relevantes,
tanto desde el punto de vista del paciente como de sus familiares, empezando por la
principal ¿Qué es el Alzheimer?
Thank you
Signature
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About Author
Juan Moisés de la Serna, nacido en Málaga. Doctor en Psicología, Master en Neurociencias
y Biología del Comportamiento, y Especialista en Hipnosis Clínica, reconocido por el
International Biographical Center (Cambridge – U.K.) como uno de los cien mejores
profesionales de la salud del mundo del 2010.
He dedicado parte de la vida al estudio e investigación del comportamiento humano,
indagando en las inquietudes y motivaciones que nos llevan a conseguir nuestros objetivos
y metas. Este conocimiento científico se completa con la experiencia adquirida durante mi
trabajo como psicoterapeuta.
He impartido docencia en diversas universidades nacionales y extranjeras, a la vez que
participado en simposios y conferencias a lo largo del mundo.
Autor de numerosos estudios de psicología clínica que he publicado en diversos libros y
revistas de relevancia científica internacional.
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Agradecimientos
Aprovechar desde aquí para agradecer a todas las personas que han colaborado con sus
aportaciones en la realización de este texto, especialmente al Dr. QUAZI IMAM, Director
Médico del Hospital Arlington Memorial de Texas (EE UU.) y al personal del Centro de
Referencia Estatal de atención a personas con enfermedad de Alzheimer y otras demencias
(C.R.E. Alzheimer) del IMSERSO, y especialmente a las personas que han respondido a
estas principales cuestiones sobre el Alzheimer, Dª Elena González, Responsable del Área
de Información, Documentación, Investigación y Evaluación; D. Francisco Javier Gay,
Neurólogo y Dª. Beatriz Onecha, trabajadora social/ socióloga.
IV
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Dedicado a mis padres…….!!!!
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Índice
Title
Page No.
introducción
1
El Alzheimer
2-6
Causas
6-20
Síntomas
20
Sígnos Del Alzheimer
20-28
Pruebas Médicas
28
Diagnóstico Del Alzheimer
28-32
Tratamiento
32-38
Evolución
38-42
Consecuencias
42-50
Prevención
50-51
Extensión
51-53
Eltrabajodelc.r.e. Conelalzheimer
53-55
conclusiones
55
References
55-57
VI
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Alzheimer, Últimas Investigaciones
DR. JUAN MOISÉS DE LA SERNA*
Ph.D. in Psychology, Master in Neuroscience and Behavioral Biology and Specialist
in Clinical Hypnosis, Spain
*
Corresponding author: JUAN MOISÉS DE LA SERNA, Ph.D: in Psychology, Master
in Neuroscience and Behavioral Biology and Specialist in Clinical Hypnosis, Spain,
E-mail: [email protected]
Introducción
El objetivo del libro es servir de primera aproximación a aquellas personas que tengan
en sí mismo o dentro de su familia la enfermedad de ALZHEIMER.
Esta enfermedad se ha visto incrementada en cuanto al número de casos afectados en
los últimos años, lo que a su vez ha provocado que surjan muchas preguntas cuando una
persona o a un familiar recibe el diagnóstico, tales como, ¿Qué es el Alzheimer?, ¿Cuál es
su origen?, ¿Existe tratamiento?, ¿Cómo evoluciona la enfermedad?, ¿Qué consecuencias
acarrea en la vida cotidiana?, ¿Cuáles son los efectos psicológicos sobre el paciente?, ¿Se
puede superar?, ¿Se trasmite a los hijos?
Se nos abre delante nuestra todo un crisol de cuestiones que tratar para aplacar la
incertidumbre que provoca enterarse de que padecemos una enfermedad cada vez más
“común” y extendida, y de la que apenas se conocen sobre los últimos avances científicos
en esta área, debido en buena medida a la complejidad del lenguaje técnico empleado, pero
también porque estos avances suelen llegar sólo a especialistas a través de reuniones y
congresos donde se comparte este tipo información.
Este libro trata de presentar de forma clara los resultados de las últimas investigaciones
sobre la enfermedad de Alzheimer, con lo que contestar a las cuestiones más relevantes,
tanto desde el punto de vista del paciente como de sus familiares, empezando por la principal
¿Qué es el Alzheimer?
Centro de Referencia Estatal del Alzheimer
¿ Cómo se define el Alzheimer?
Es una enfermedad neurodegenerativa de inicio insidioso y curso
progresivo que se caracteriza clínicamente por producir una demencia y
anatomopatológicamente por ovillos neurofibrilares intraneuronales y
placas de amiloide extracelulares.
1
El Alzheimer
El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa, esto es, que afecta principalmente
al cerebro y que éste va a ir perdiendo sus funciones de forma paulatina.
En concreto se produce por la aparición de determinadas células como son las placas
seniles y ovillos neurofibrilares, que se van a ir acumulado dentro del cerebro, provocando
una pérdida progresiva de funcionalidad, de las cuales, la más evidente es el deterioro de
la memoria.
La denominación de esta enfermedad se debe a su descubridor el psiquiatra Alois
Alzheimer quien en 1906 fue el primero que recogió por escrito lo signos y síntomas de esta
enfermedad. Hay que diferenciar las consecuencias de esta enfermedad en la progresiva
pérdida de memoria de lo que es debido al simple paso del tiempo, y a una edad avanzada,
igualmente hay que explorar para descartar que existen otras patologías que puedan
explicar estos problemas de memoria.
La enfermedad de Alzheimer tiene la característica de irse extendiendo por las distintas
regiones cerebrales, lo que va a tener progresivas consecuencias en el modo de pensar,
sentir y comportarse la persona, empezando por la pérdida de memoria.
Estos cambios van a conllevar, con el tiempo, a importantes deterioros en las capacidades
para el desempeño del día a día del paciente, afectando tanto a su calidad de vida, como
a su independencia. Esta enfermedad se encuentra dentro del grupo de las demencias,
definidas estas como la pérdida de funciones que la persona ya había desarrollado, ya sea
del habla, el pensamiento o la memoria.
La enfermedad del Alzheimer con la pérdida de memoria, pero ni es el único síntoma,
ni tiene porque ser el primero en aparecer, ya desde hace años se ha descubierto que
inicialmente se pueden presentar cambios emocionales y de comportamiento, que a veces
se pueden confundir con alteraciones asociadas a la edad, de hecho, y tal y como se verá en
el apartado correspondiente, existe cuestionarios para la detección temprana del Alzheimer,
que buscan precisamente estos cambios, y no tanto la alteración de la memoria, tal y como
es el caso del Neuropsychiatric Inventroy (NPI). Esta enfermedad tiene un inicio “silencioso”,
y no es hasta después de diez o veinte años aproximadamente cuando los problemas de
memoria se muestran como el síntoma más evidente.
Son numerosos los factores implicados en el empeoramiento de esta enfermedad,
teniendo además en cuenta que en la mayoría de los casos se produce en personas de
avanzada edad, por encima de los 60 años, lo que une los achaques de la edad con los de la
enfermedad, todo ello junto va a ir en detrimento de la calidad de vida.
La enfermedad de Alzheimer está dentro del grupo de las demencias, donde además
se encuentran la enfermedad de Pick, la demencia por cuerpos de Lewy, todas ellas
conformando las demencias primarias.
Existe otro grupo, denominado demencias secundarias, cuyos efectos son consecuencia
de sufrir otras enfermedades, como problemas vasculares, hipotiroidismo, deficiencias en
vitamina B6 o tumores entre otros, pero ¿Es la enfermedad de Alzheimer la peor de las
demencias posibles?
2
Dr. QUAZI IMAM, Director Médico del Hospital Arlington Memorial de
Texas (EE.UU.)
La enfermedad de Alzheimer. Este es el tipo más común de demencia,
causando aproximadamente la mitad de todos los casos. Lleva el nombre del médico
que lo describió por primera vez. En la enfermedad de Alzheimer el cerebro se encoge
(atrofia) y el número de fibras nerviosas en el cerebro se reducen gradualmente. La
cantidad de algunos productos químicos del cerebro (neurotransmisores) también se
reducen, en particular, uno llamado acetilcolina. Estas sustancias químicas ayudan a
enviar mensajes entre las cé lulas cerebrales. Pequeños depósitos llamados placas
también se forman por todo el cerebro. No se sabe por qué ocurren estos cambios en
el cerebro, o exactamente cómo causan demencia. La enfermedad de Alzheimer
progresa gradualmente (empeora), con el tiempo el cerebro se vuelve más y más
afectado.
Dr. QUAZI IMAM, Director Médico del Hospital Arlington Memorial de
Texas (EE.UU.)
La demencia es la forma más grave de problema de memoria. La demencia es
una enfermedad del cerebro que causa una pérdida gradual de la capacidad mental,
incluyendo problemas con la memoria, la comprensión, el juicio, el pensamiento y el
lenguaje. Además, otros problemas se desarrollan comúnmente, tales como cambios
en la personalidad y en la forma en que una persona interactúa con otros en
situaciones sociales. Como la demencia es progresiva, la capacidad de una persona
para cuidar de sí misma cada día también puede llegar a ser afectada.
¿Es la enfermedad de Alzheimer la peor de las demencias?
Esto es precisamente lo que se está investigando desde el Instituto Karolinska, el Hospital
Universitario Karolinska (Suecia), el Hospital Universitario Stavanger (Noruega) y Centro de
Investigación Internacional y Hospital Universitario Santa Ana (República Checa) publicado
en la revista científica Alzheimer’s Research & Therapy [1].
Los investigadores comentan sobre la existencia de cierto desconocimiento por parte
de la población general, pero también de grupos de investigación con respecto a otras
demencias, especialmente con la de los cuerpos de Lewy, considerado como clínicamente
más complicado y que requiere de mayor atención por parte de familiares y cuidadores,
y para comprobar su gravedad han propuesto analizar los factores que influyen en la
enfermedad de Alzheimer frente a la demencia por cuerpos de Lewy.
En el estudio participaron 9.795 pacientes, siendo el 60% hombres y el resto mujeres,
con una edad media superior a los setenta años, donde el 93,5% tenían diagnóstico de
la enfermedad de Alzheimer y el restante de demencia de cuerpos de Lewy, todo ellos
procedentes del Registro Nacional de Pacientes de Suecia entre los años 2007-2012.
A todos los participantes se les realizó sucesivos diagnósticos buscando la presencia de
otras psicopatologías aplicando el cuestionario estandarizado sobre demencias denominado
3
International Classification of Diseases versión 10 (ICD 10), donde además se constata la
presencia o no de depresión, ansiedad, trastorno del comportamiento, trastorno afectivo
bipolar, problemas de sueño, hemorragias cerebrales, epilepsia, migrañas, accidentes
cardiovasculares o dolor de cabeza entre otros.
Dr. QUAZI IMAM, Director Médico del Hospital Arlington Memorial de
Texas (EE.UU.)
La demencia con cuerpos de Lewy (D.C.L.) es un tipo de demencia que
comparte síntomas con la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson.
Se puede dar alrededor del 10 por ciento de todos los casos de demencia.
D.C.L. tiende a ser diagnosticado erróneamente como otras enfermedades (es decir,
D.C.L. se diagnostica poco). Los síntomas que experimenta una persona dependerá
en parte de donde se encuentran en el cerebro los cuerpos de Lewy.
Cuerpos de Lewy en la base del cerebro están estrechamente vinculados a los
problemas con el movimiento (síntomas motores). Estos son la principal característica
de la enfermedad de Parkinson.
Cuerpos de Lewy en las capas exteriores del cerebro están vinculados a
problemas con la capacidad mental (síntomas cognitivos), que son característicos de
la D.C.L.
Problemas con el movimiento y los cambios en las capacidades mentales
pueden ocurrir juntos. Alrededor de un tercio de las personas diagnosticadas con la
enfermedad de Parkinson eventualmente pueden desarrollar demencia (enfermedad
de Parkinson con demencia).
Del mismo modo, al menos, dos tercios de las personas con D.C.L.
desarrollan problemas de movimiento en algún momento.
Los síntomas de la D.C.L. y la enfermedad de Parkinson con demencia se
vuelven más similares a medida que progresan. Juntos se conocen como demencias
con cuerpos de Lewy.
Los resultados muestran diferencias significativas con peores resultados para los pacientes
con demencia con cuerpos de Lewy frente a los que tienen la enfermedad de Alzheimer,
donde los primeros suelen tomar más medicación, además de sufrir significativamente
mayor incidencia de depresiones, migrañas y derrames cerebrales. Todo ello va a hacer que
se incrementen los efectos negativos en los pacientes con demencia de cuerpos de Lewy
tanto en la salud física como mental.
La memoria y la enfermedad del Alzheimer
El Alzheimer es más que no saber dónde se han dejado las llaves del coche, o faltar a la
cita semanal en la peluquería, porque se pasó el día sin siquiera recordarla, esto puede ser
simplemente consecuencia de un despiste o efecto de un menor desempeño de la memoria
debido a la edad.
Esta enfermedad conlleva consecuencias más graves e importantes que en fases más
avanzadas puede llevar a la persona a no reconocer a sus familiares, sintiéndolos como si de
unos extraños se tratasen, e incluso pudiendo llegar a perder la capacidad de reconocerse
a sí mismo ante el espejo, sin saber quién es ese que se refleja allí, ni su nombre, ni nada
sobre su pasado. Un drama para cualquier persona, ya que nos solemos definir como tal,
4
precisamente por lo que hemos sido, cómo nos llamamos, cuándo y dónde hemos nacido,
dónde hemos estudiado o trabajado, y así hasta completar con más o menos recuerdos toda
nuestra vida.
Toda una estructura de memoria sobre la que vamos construyendo nuevos recuerdos,
teniendo como cimentación lo ya vivido, a lo cual podemos acceder cuando así lo requerimos,
recordando aquello que hicimos en nuestra graduación, o a quién dimos nuestro primer
beso.
Pero cuando la enfermedad de Alzheimer va avanzando, empiezan a aparecer lo que
se denominan lagunas en la memoria, las cuales son como espacios vacíos en el cerebro,
donde se ha perdido la información que contenía, faltando así el contenido incluido ahí, que
manejamos sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea, de forma que cuando
intentamos acceder a ello, cuando queremos recordarlo, nos quedamos en blanco, a pesar
de que apenas hace unos meses éramos capaces de narrar con todo lujo de detalles sobre
ese momento de nuestra vida.
Hay que tener en cuenta que este proceso de pérdida de facultades y de memoria,
se va produciendo paulatinamente con la edad, como parte del progresivo deterioro de
funciones del organismo. Pero cuando aparece la enfermedad de Alzheimer, todo cambia,
este proceso se acelera, produciendo efectos mucho más visibles y evidentes, que pueden
llegar a incapacitar a la persona para el desempeño de sus funciones del día a día de forma
independiente.
Los problemas de memoria han sido considerados durante décadas como el primer y
principal síntoma a la hora de la detección de esta enfermedad, pero ya hace unos años se
ha descubierto que antes de que empiece a fallar la memoria, la persona va a experimentar
una serie de cambios que dejan en evidencia que algo no va bien dentro de sí.
Son cambios que pueden pasar desapercibidos para aquellas personas ajenas a esta
enfermedad, y que rápidamente se justifican con ser un achaque más, propio por la edad de
quien lo padece, sin saber distinguirlo de lo que es el envejecimiento normal.
Desde Argentina se dio un gran paso en cuanto al diagnóstico de la enfermedad de
Alzheimer, ya que fueron ellos quienes recogieron datos sobre los cambios comportamentales
y emocionales de los pacientes, convirtiéndose estos en los primeros indicios de la enfermedad,
mucho antes de que sean evidentes los fallos de memoria. Gracias a descubrimientos
como este se han podido desarrollar instrumentos de evaluación como el Neuropsychiatric
Inventory (NPI).
Además la enfermedad muestra unas características que le son propias y definitorias
que no se encuentra en otras patologías neurológicas como son la presencia de placas
seniles y ovillos neurofibrilares, que se van a ir acumulado en el cerebro, ocupando cada vez
más espacio de las neuronas sanas y provocando la destrucción progresiva de su normal
funcionamiento, lo que afectará inicialmente al desempeño en las tareas cognitivas asociadas
a la memoria, para pasar posteriormente a afectar en fases avanzadas, a funciones motoras
como el andar o el comer, donde la persona olvidará cómo se hace. Actualmente se considera
que la presencia de estas placas seniles y ovillos neurofibrilares es suficiente para poder
establecer el diagnóstico de la enfermedad del Alzheimer, el problema es que todavía no se
puede observar mediante el uso de escáneres cerebrales, y únicamente bajo el microscopio
se pueden evidenciar, por lo tanto, se trata de un análisis postmorten.
Una de las características de estas enfermedades es que se producen a edades
avanzadas, lo que hace que en ocasiones sea difícil de distinguir la pérdida del desempeño
de las funciones cognitivas propias del envejecimiento normal, o las provocadas por una
enfermedad como la del Alzheimer. Así con respecto a la pérdida de memoria hay que aclarar
que no toda pérdida o laguna va a ser atribuible al Alzheimer ya que con la vejez se observa
5
un progresivo deterioro de todas las funciones físicas y cognitivas de la persona, algo a lo
que estamos acostumbrados, cuando vemos a alguien mayor andar muy despacio, o que
tarda en realizar una operación matemática de una complejidad intermedia.
Hasta hace pocos años se consideraba una enfermedad con consecuencias irreversibles,
pero actualmente se están desarrollando grandes avances en cuanto a tratamientos
farmacológicos y a entrenamientos neuropsicológicos, que buscan enlentecer el proceso
de la enfermedad, y en algunos casos mantener durante mayor tiempo las habilidades
necesarias para conservar cierto nivel de calidad de vida e independencia personal, pero
¿Cuál es su origen?
Centro de Referencia Estatal del Alzheimer
¿ Cuáles son las causas del Alzheimer?
La causa de la enfermedad es desconocida. Desde el punto de vista genético se
puede dividir en una forma poligénica de etiología compleja con la que se vincula
más del 95% de los casos de la enfermedad y suele ser de inicio tardío, (>60 años),
en la que algunos polimorfismos de ciertos genes como el alelo E4 del gen APOE
actuarían como factores de riesgo, y una forma monogénica de inicio precoz y patrón
autosómico dominante con la que se han relacionado hasta la actualidad tres genes:
El gen de la proteína precursora de amiloide (A.P.P.) en el cromosoma 21, el gen de
la presenilina 1 (PSEN1) en el cromosoma 14 y el gen de la presenilina 2 (PSEN2) en
el cromosoma 1.
Causa Del Alzheimer
Las investigaciones actuales se suelen centrar en las causas del Alzheimer, así como en
los factores que favorecen su aparición y avance, para tratar de detener esta enfermedad
neurodegenerativa que va provocando una pérdida progresiva de habilidades y capacidades
que lleva a la persona a ir poco a poco perdiendo su independencia, requiriendo de otras
personas para cada vez más funciones. Pero además de la presencia del Alzheimer se
puede complicar con la aparición de otras patologías tanto físicas como psicológicas, entre
las más habituales de las físicas se encuentran aquellas relacionadas con alteraciones
cardiovasculares.
Todavía no se tiene claro, cuál es el origen de la enfermedad, pues si al principio se
asociaba al mal funcionamiento del cerebro debido a la edad, algo así como un problema
más del envejecimiento.
Hoy en día se ha descartado que esté asociada con una pérdida progresiva de funciones
debido a su uso, tal y como si fuese una pieza de una maquinaria que con el tiempo se va
desdentando, perdiendo efectividad hasta que deja de funcionar.
Aunque algunos factores son bien conocidos todavía se están investigando las causas del
Alzheimer para poder realizar un mejor diagnóstico y tratamiento.
Desde hace tiempo que se conocen algunos de estos que facilitan la aparición de la
enfermedad del Alzheimer, como es el caso de padecer diabetes, incluso se llega a hablar de
cierto porcentaje de causa genética, así los que tienen familiares directos, tienen entre dos
a tres veces más posibilidades de padecer Alzheimer.
Entre los factores que favorecen la aparición de la enfermedad se encuentra la edad
avanzada, sobre todo a partir de los 60 años existiendo un pequeño grupo de afectados
entre los 30 o 40 años de inicio.
6
Igualmente, las mujeres van a sufrir más esta enfermedad, pero se debe a que la
esperanza de vida de las mujeres es superior a la de los hombres; también los traumatismos
craneoencefálicos van a facilitar la aparición de ésta enfermedad, pero, ¿Existen actualmente
nuevas causas del Alzheimer?
Esto es lo que se trata de averiguar desde la Universidad de Dalhousie y desde el Centro
de Atención a la Salud de los Ancianos de Halifax (Canadá) cuyos resultados han sido
publicados en la revista científica Alzheimer’s Research & Therapy [2].
En el estudio retrospectivo de los últimos diez años entre la población de afectados por la
enfermedad de Alzheimer en Canadá, entre los que estaban incluidos en un macro estudio
denominado Canadian Study of Health and Aging (CSHA), donde se analizan múltiples
factores de la población superior a los 65 o más años empezado en 1991, y que lo iniciaron
con 10.263 personas sanas, para analizar su evolución a lo largo del tiempo. Al ser un
período tan largo casi la mitad de los hombres habían perecido frente a sólo un tercio de las
mujeres, con lo que el número de pacientes del estudio se redujo a 7.239 de los cuales 4.337
eran mujeres y 2.902 hombres sanos en 1991.
Los resultados informan que entre un 7% de los hombres y un 9% de las mujeres
desarrollaron algún tipo de demencia incluida la enfermedad de Alzheimer, permaneciendo
el resto cognitivamente sanos. A todos los participantes se les entrevistó para analizar 42
posibles variables que podrían estar implicados en la enfermedad de Alzheimer que han sido
recogidas en investigaciones anteriores.
Entre estos se encuentran la presión arterial alta, los problemas del corazón o de
circulación, la historia previa de accidentes cerebrovasculares, diabetes, la mala actitud
hacia llevar hábitos saludables, problemas de estómago, de riñón, de ojos, de oídos, de
dientes o de piel, traumatismo craneoencefálico, ataques isquémicos transitorios, la
hipertensión, la obesidad, una dieta rica en grasas, el síndrome metabólico, la baja ingesta
de antioxidantes, de pescado, de verduras o de frutas, con deficiencia de vitamina B,
con hipotiroidismo, con presencia de apnea del sueño, ansiedad, depresión, anemia, con
conducta de tabaquismo, alcoholismo, exposición a tóxicos ambientales y contaminación,
la realización de actividades físicas, cognitivas o sociales bajas, así como el nivel educativo,
los ingresos económicos y el estatus social entre otros.
Los resultados muestran cómo estos factores están relacionados con la edad, tal y como
cabría esperar, pero que tienen una mayor incidencia entre los pacientes con Alzheimer.
Siendo mejores predictores de la aparición de esta enfermedad, el haber sufrido con
anterioridad algún tipo de lesión, como traumatismo craneoencefálico, así como el haber
estado expuesto a tóxicos ambientales como a contaminación. Un resultado inesperado ha
sido al comprobar cómo las persona que tenían problemas con el riñón, control de la vejiga,
dolor de pecho, presión arterial alta, o problemas de corazón o circulación tenían una menor
esperanza de vida.
Factor Individual
La edad, parece estar asociada a la edad avanzada, sobre todo a partir de los 60 años,
existiendo un pequeño grupo de afectados con edades de inicio temprano entre los 30 o 40
años, donde parece ser que la causa genética es más fuerte.
La última etapa de la vida, en donde los años, en vez de ayudar a mejorar a las habilidades
de la persona, la hacen cada vez menos capaz en el desempeño de las tareas; cuando las
fuerzas le empiezan a fallar, la vista ya no es lo que era, el oído ya no funciona como debiera,
la memoria empieza a enturbiarse, a esta etapa es a lo que se ha denominado como la vejez.
7
Hay que tener en cuenta que es una etapa relativamente frecuente en nuestro mundo.
Si miramos atrás podremos darnos cuenta, cómo la edad de supervivencia ha ido creciendo
en los últimos años.
Con anterioridad, y actualmente en algunos países, llegar a los cuarenta años, se
consideraba toda una hazaña, ya que la esperanza de vida era alrededor de los treinta y
pocos años.
Todavía recuerdo una anécdota de uno de mis colegas entrado en años, quien comentaba
cómo mientras realizaba una investigación en un país de África.
Este profesor refería que un día, llegando a un poblado beduino, le habían indicado que
debía de participar de una reunión comunal, en el que existía una disputa familiar.
Este profesor, entendió que era una buena oportunidad para acercarse aún más a las
tradiciones de aquel pueblo y accedió al mismo. Cuando estaban allí reunidos en una casa
comunal, le presentaron a una mujer y uno hombre, que se acusaban mutuamente de algo,
una especie de riña familiar en el que participaba todo el pueblo.
En un momento determinado, le preguntaron a él, cuál era la solución del caso, algo que
le sorprendió en sobremanera, porque era un extraño en aquella comunidad.
Cuando intentó preguntar la razón, por la que pedían su opinión, le dijeron que como
tenía el pelo blanco por su edad, le tenían por sabio, luego su opinión era de inestimable
ayuda para resolver este y otros problemas de convivencia que surgían en las comunidades.
Con ello quiero resaltar cómo todavía hoy en día, la edad, es valorada y estimaba, y
asimilada a experiencia vital y sabiduría. De hecho, es tan reciente, este fenómeno que a
su alrededor han surgido una serie de ramas especializadas en dar respuesta a esta nueva
realidad. Por ejemplo, desde el ámbito de la psicología ha surgido la psicogerontología,
como ciencia de estudio de las necesidades, motivaciones y comportamiento de este
colectivo.
Si bien hace unos años se les denominaba ancianos, hoy en día el término más usado
es el de personas mayores, que suele abarcar a partir de los sesenta años, lo que con
anterioridad se denominaba tercera edad, en contraposición con la primera edad que
abarcaba la infancia, y la segunda edad, la adultez.
Aunque actualmente se suele dividir esta última fase de la vida en dos subetapas, la
primera que mantiene el nombre de tercera edad, hasta los ochenta, y a partir de ahí, la
cuarta edad. División que está hoy en revisión, ya que, con el incremento de vida, se está
empezando a plantear si la tercera edad, no se está también retrasando, hacia los setenta
años, ya que los ancianos de sesenta de hace una década se parecen más a los de setenta.
En cambio, los mayores de sesenta de ahora, se siguen considerando “jóvenes”, útiles, y con
una gran vitalidad, hasta ahora desconocida para dicha edad.
Algo que se lleva unos años poniéndose en evidencia, ya que las inquietudes culturales
y por aprender de los más ancianos van más allá de la propia curiosidad, volviendo muchos
de ellos a las escuelas para retomar los estudios que tuvieron que abandonar de jóvenes por
diversas razones, e incluso acudiendo a los centros superiores de formación, para completar
sus conocimientos.
Fenómenos a los que las universidades han tenido que dar respuestas con programas
específicos como las denominadas Aulas de la Experiencia, donde ofrecen las asignaturas
más demandadas por estos mayores, dentro de un programa, acudiendo a clase con los más
jóvenes.
8
Dr. QUAZI IMAM, Director Médico del Hospital Arlington Memorial de
Texas (EE.UU.)
La demencia puede ser causada por varias enfermedades o trastornos que
afectan a las partes del cerebro involucradas en los procesos de pensamiento. Sin
embargo, la mayoría de los casos son causados por la enfermedad de Alzheimer,
demencia vascular o demencia con cuerpos de Lewy (D.C.L.). Todos estos tipos de
demencia causan síntomas similares, pero algunas características pueden apuntar a
una causa particular. Sin embargo, puede que no sea posible decir qué está
causando la demencia en todos los casos.
Algo que ha cambiado en muchos casos los propios planteamientos de las clases,
pues no es lo mismo enseñar a jóvenes que hacerlo a adultos, ya que estos últimos
son más participativos a la hora de plantear sus dudas e inquietudes, basadas en su
experiencia profesional, algo que sin duda dinamiza y enriquece los contenidos de la
clase. Además, según declaran los propios mayores, el poder ir a clases y compartir el
aula con los jóvenes les anima y les llena de vitalidad, y por supuesto mientras están en
clase se olvidan de sus males y preocupaciones que a diario tienen.
Al respecto, recuerdo la anécdota de una señora mayor, comentando una de sus
vivencias en el programa de Aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla, donde
un día, mientras miraba las listas de asignaturas en el tablón de anuncios de la facultad,
pasaron dos estudiantes jóvenes, y uno de ellos la piropeó. Algo que a ella le ruborizó a
pesar de sus años, y que compartía con mucha satisfacción. Sintiéndose ella como si de
una joven estudiante más se tratase.
Sobre la longevidad de la especie humana, algunos científicos afirman que estamos
“programados” genéticamente para vivir bien hasta los cuarenta años aproximadamente,
así que hagamos lo que hagamos con nuestro cuerpo, nos mantendremos sanos y fuertes
hasta entonces, produciéndose con posterioridad un declive importante de nuestras
capacidades.
Otros autores en cambio afirman que existe una curva de desarrollo con un gran
incremento en los primeros años, un punto máximo sobre los veinte o veinticinco años, y
a partir de ahí, se va produciendo una reducción progresiva de capacidades y habilidades
tanto físicas como mentales, donde cada vez es más rápida la pérdida a medida que se
cumplen más años por el simple paso del tiempo.
Si no existe una “desgracia” por el camino, a todos nos va tocar llegar a esta avanzada
edad, lo que puede asustar, debido a ese declive de lo que somos, quizás este momento
sea el segundo más temido después de la posibilidad de la muerte.
La realidad de la vejez conlleva pues el peligro dejar de ser lo que somos, de
abandonar la vida que llevamos y lo que hacemos, e incluso con el tiempo, de tener
que enfrentarnos a la posibilidad de depender de otra persona para las tareas más
básicas.
9
Dr. QUAZI IMAM, Director Médico del Hospital Arlington Memorial de
Texas (EE.UU.)
Como para todo el mundo pasa el tiempo, a menudo se vuelve más difícil de
recordar cosas. Esto se conoce como deterioro de la memoria asociado a la edad.
Muchas personas mayores de 60 años tienen este problema común, y no es la
demencia. Por ejemplo, tiende a ser más difícil aprender nuevas habilidades a medida
que creces, o puede olvidarse más fácilmente los nombres de personas que has
conocido recientemente.
Es cierto que no a todos les va a pasar lo mismo, pero a medida que se cumplen años, es
más probable que vayan apareciendo estas carencias, y profundizando en la afectación que
estas tienen sobre el día a día de la persona.
Este envejecimiento se ha asumido como una fase más dentro de nuestra vida, algo
inexorable, que va a suceder queramos o no, y por el que todos, tarde o temprano vamos
a tener que pasar. Pero si ya de por sí puede resultar complicado cumplir años, lo es
más cuando además se sufre alguna enfermedad que acelera el proceso de pérdida de
habilidades, capacidades e independencia.
Tal es el caso de las enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson, las Demencias
o la Corea de Huntington, enfermedades con rápida incidencia en el organismo y con efectos
devastadores tanto física como mentalmente.
Enfermedades que parecen estar más presentes en la sociedad, que hace unos años,
gracias a los medios de comunicación, lo que se corresponde además con una mayor
incidencia, explicado en parte por el envejecimiento poblacional.
De estas enfermedades neurodegenerativas, que afectan especialmente a los ancianos,
y que pone en riesgo su calidad de vida, la más conocida actualmente es la enfermedad
de Alzheimer, sobre la que existe una concepción generalizada de es una enfermedad
de nuestros mayores, eso es cierto en un alto porcentaje, pero no en todos, ya que puede
presentarse a partir de los 30 años. Debido a esta incidencia diferencial según la edad de quien
lo padece, de forma didáctica se desglosan a modo orientativo las edades en tres grupos:
• Casos Tempranos (de 30 a 50 años) abarca la etapa en que la persona se encuentra en
plenas funciones tanto en su desarrollo personal como laboral y social.
• Casos en Fecha (de 50 a 70 años) es una etapa intermedia de paso a la ancianidad
donde la persona se ve sometida a multitud de cambios, entre ellos la jubilación.
• Casos Tardíos (a partir de 70 años) ya entrada la madurez el paciente empieza a sentir
los achaques propios del desgaste de la vida.
Esto no quiere decir que todos los afectados dentro de un rango de edad reaccionen de
la misma manera, pero sí en la mayoría de los casos, por lo que es una buena forma de
aproximarse a lo que piensa y siente cada persona según su momento evolutivo.
El cual está marcado también por una serie de logros y desafíos en la vida, en el que van
a intervenir tanto aspectos de la propia persona, como sus relaciones familiares e incluso
en el ámbito laboral.
En cada una de estas etapas la persona va a ir modificando la forma de verse a sí misma
y de relacionarse con el mundo, teniendo unos deseos y necesidades diferentes en cada
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caso, lo que determinará cómo va a reaccionar en función también de sus obligaciones
adquiridas y de las relaciones de dependencia establecidas.
A cada edad le corresponde enfrentarse de forma diferente a la enfermedad, con mayor
o menor dificultad, a una edad las emociones están más a flor de piel y serán éstas las que
habrá que canalizar para que no perjudiquen aún más el tratamiento, mientras que en otras
lo serán los pensamientos y en ellos se tendrá que incidir.
Hay que considerar que los apoyos con los que se cuenta para asumir las consecuencias
de la enfermedad también son diferentes.
En los casos tempranos son la pareja y los hijos los más importantes ya que es sobre
ellos sobre los que recae la mayor parte del tiempo libre de la persona.
En cambio, en los casos en fecha, los hijos han pasado a un segundo plano ya que a ésta
edad ya se han independizado y viven sus vidas de forma autónoma, por lo que encuentra
el apoyo necesario principalmente de su pareja y amigos.
En los casos tardíos, la persona suele haber dejado atrás buena parte de sus seres
queridos, ya que los ha sobrevivido, cambiando sus amistades de toda la vida a simplemente
conocidos que comparten su edad.
De ahí la importancia de conocer lo que le sucede a la persona que le han diagnosticado
Alzheimer en cada momento para poderle ofrecer el apoyo necesario y adecuado para su
etapa evolutiva en la que se encuentre.
El género, desde hace años que se constata en investigaciones por todo el mundo que
las mujeres son las que sufren más esta enfermedad, aspecto que algunos atribuyen a que
la esperanza de vida de las mujeres es superior a la de los hombres.
Una de las muchas interrogantes sobre el Alzheimer es con respecto a tratar de explicar
las diferencias presentadas en función del género del paciente.
Sobre todo, porque el papel de la genética en la aparición de enfermedad no parece ser
tan determinante como en otras patologías.
A pesar de lo cual se tratan de establecer qué factores pueden estar participando para
explicar esas diferencias hombre mujer en la enfermedad de Alzheimer. Diferencias entre
género hombre-mujer que son claramente reconocibles en cuanto a los aspectos genéticos,
fisiológicos, hormonales e incluso comportamentales.
Algunos autores han tratado de explicar estas diferencias debido a la edad de los
pacientes, ya que las mujeres suelen, por media, vivir mucho más que los hombres, y la
enfermedad de Alzheimer en un alto porcentaje está asociado a la edad, lo que explicaría,
según estos autores, que en las mujeres se presentase en mayor medida.
Otros autores por su parte han tratado de estudiar los biomarcadores diferenciales entre
hombres y mujeres, tales como el nivel de colesterol o la presencia de proteínas ApoE4, pero
¿Influye el nivel de testosterona en la aparición del Alzheimer?
Esto es precisamente lo que se ha tratado de averiguar desde la Universidad del Norte
de Texas (EE UU), cuyos resultados acaban de publicarse en la revista científica Alzheimer’s
Research & Therapy [3].
Los datos se extrajeron de un estudio mayor denominado Longitudinal Research Cohort
of the Texas Alzheimer’s Research Care Consortium (TARC) donde se trata de localizar y
analizar distintos biomarcadores que sirvan para el diagnóstico temprano, así como para
conocer la efectividad de los tratamientos.
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Todos los participantes pasaron por una entrevista estructurada con el Neuropsychiatric
Inventory (NPI), la cual se emplea como diagnóstico previo, ya que es sensible incluso antes
de que la persona empiece a experimentar pérdidas de memoria asociadas a la enfermedad
de Alzheimer.
Además, todos han sido previamente diagnosticados con pruebas neuropsicológicas
como el Mini Mental State Examination (MMSE) o la Clinical Dementia Rating (CDR), con
una re-evaluación anual, y un análisis de sangre para buscar biomarcadores.
En este estudio participaron 87 hombres con una edad media de 75 años, donde 44 de
los cuales mostraban niveles bajos de testosterona, mientras que el 43 de ellos mostraban
niveles normales.
Los resultados indican que, en niveles normales de testosterona, es más probable que
se produzcan sintomatología positiva como alucinaciones, irritabilidad o actividad motora.
En cambio, aquellos pacientes que tenían niveles reducidos de testosterona, no mostraban
significativamente los síntomas positivos anteriormente descritos.
Los resultados por tanto son bastante reveladores, en el sentido de que, si se realizase
una intervención farmacológica, para reducir los niveles de testosterona, se podrían prevenir
la sintomatología positiva asociada al avance de la enfermedad de Alzheimer.
La raza, uno de los aspectos más controvertidos en el ámbito de la salud, es la influencia
de la raza a la hora de padecer una enfermedad como el Alzheimer.
Si ya fueron polémicos en su momento los resultados hallados sobre las diferencias en
cuanto al coeficiente de inteligencia, recientemente avalados por una tesis que realiza una
revisión profunda atendiendo al nivel del lenguaje de los usuarios, así como su cultura.
Igualmente es polémico en tratar de comprobar y analizar si existen diferencias en el ámbito
de la salud mental con respecto a la raza de los usuarios.
En el campo de la medicina es bien conocido que se dan estas diferencias, e incluso
enfermedades específicas de una raza que no aparecen en otras, pero en el ámbito de la
salud mental no se tiene tan claro, entonces ¿Existen diferencias en cuanto al padecimiento
de la enfermedad del Alzheimer en función de la raza del paciente?
Para ello vamos a extraer los datos del gobierno de la Ciudad de Nueva York ofrecidos a
través de su página de Open Goverment.
Con respecto a la salud mental, existe cierto grado de falta de transparencia a la hora
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de ofrecer datos directos del número de pacientes que hay en la actualidad, por lo que se
extraen de aquellos datos con respecto al motivo del fallecimiento de la persona.
En concreto en este caso nos vamos a fijar en el número de fallecidos por causas de la
enfermedad de Alzheimer, que tal y como se muestra en la gráfica superior, se dan más
casos de defunciones de pacientes con Alzheimer entre las mujeres que entre los hombres,
pero ¿Qué pasa con la raza?
Si presentamos los datos anteriores especificando la raza, separamos estos datos entres
cuatro categorías de razas, los hispanos; los blancos no hispanos; los negros no hispanos;
los asiáticos y provenientes de las islas del Pacífico, podemos comprobar los más afectados
por la enfermedad de Alzheimer son las mujeres blancas no hispanas, seguidas en un
seguido bloque por las mujeres negras no hispanas, las mujeres hispanas y los hombres
blancos no hispanos. En un tercer bloque con una baja incidencia estarían los restos de los
pacientes.
Para aclarar un poco más los datos se presentan en la parte superior los datos totales,
suma de hombres y mujeres, pero separados por raza. Lo que nos permite comprobar que
la raza blanca no hispana son los que sufren un mayor número de casos de enfermedad de
Alzheimer.
En un segundo bloque y casi sin diferencias se encontrarían los de raza negra no hispanos
y los hispanos, siendo los que más baja incidencia tienen, los asiáticos y los provenientes
de las islas del Pacífico.
Por lo que si nos quedamos exclusivamente con esta tercera gráfica podemos afirmar
que la enfermedad de Alzheimer, afecta principalmente a la raza blanca no hispana sobre
cualquier otra raza.
Aunque los resultados parecen claros, hay que tener en cuenta que se trata de un
análisis indirecto de la población, ya que no se tiene el dato directo del número de pacientes
de Alzheimer, sino sólo el de personas que han fallecido por esta causa, pudiendo existir
pacientes que mueran por otras causas, como por ejemplo por un atropello o un ataque
cardíaco, que quedaría fuera de estos resultados.
Igualmente, los datos reflejan el número de casos totales, pero sin tener en cuenta el
porcentaje de la población que representan, así si en vez de ser en Nueva York, los datos
procediesen de un estado del sur donde existe mayor presencia de negros nos hispanos y de
hispanos, la interpretación de los mismos resultados sería completamente diferente.
13
Problema del corazón, aunque actualmente no se saben los motivos de la aparición de
la enfermedad del Alzheimer, si se conocen algunas causas consideradas como factores de
riesgo de la demencia, como son los trastornos cardiovasculares.
Tradicionalmente se ha asumido que cuando una persona llega a una edad avanzada
empieza a sufrir achaques de todo tipo como del corazón o del Alzheimer, pero ¿Están
relacionados los problemas del corazón con el Alzheimer?
Esto es precisamente lo que ha analizado un estudio realizado conjuntamente por la
Universidad Ostravay la Masaryk Universidad de Brno (República Checa) cuyos resultados
han sido publicados en la revista científica Journal of Alzheimer’s Disease & Parkinsonism
[4].
En el estudio participaron 394 ancianos diagnosticados con la enfermedad de Alzheimer
a través del cuestionario estandarizado Mini Mental State Examination (MMSE) y 130 de
características similares y que no mostraban síntomas de la enfermedad. La edad media del
grupo de pacientes es de 79 años frente al del grupo control que es de 73 años de media.
Todos los participantes fueron entrevistados sobre las variables demográficas que les
definían, así como sobre el riesgo de padecer problemas relacionados del corazón.
Al tratarse de un estudio epidemiológico, únicamente se informa de las variables que
aparecen significativamente correlacionadas con el Alzheimer, entre el grupo de pacientes
y el de control.
Los resultados informan que únicamente el Alzheimer está significativamente
relacionado con las enfermedades cardiovasculares; en cambio no resultaron significativas
con la diabetes mellitus, la hipertensión, ni la enfermedad cerebrovascular. Los resultados
permiten conocer mejor la enfermedad de Alzheimer, y la manera de explorarlo de
forma indirecta, ya que, estudiando a los pacientes de edad avanzada con historial de
enfermedades cardiovasculares, es posible descubrir nuevos casos de pacientes afectados
con la enfermedad de Alzheimer, que hasta ese no han recibido el diagnóstico adecuado.
Y al no estar diagnosticados tampoco han sido incluidos en los programas de tratamiento
y entrenamiento, con lo que reducir los efectos de esta enfermedad neurodegenerativa en la
medida de lo posible.
Hay que tener en cuenta, que, si se da una relación significativa entre dos factores,
esto no implica necesariamente que uno sea el origen del otro, ya que puede existir un
tercer factor que intervenga y que no se haya observado. Tal y como afirman los autores el
carecer de una estadística fiable del número de personas afectadas en la población, impide
comprender la evolución de esta enfermedad a lo largo de los años, así como para determinar
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qué otros factores o variables pueden estar incidiendo en que actualmente parece que se
están incrementando los casos de esta enfermedad.
Este ha sido durante mucho tiempo uno de los principales problemas sobre las demencias,
y en concreto sobre la enfermedad de Alzheimer, al no existir un registro de casos a nivel
nacional e internacional.
Es cierto que en cada lugar atienden a los pacientes que acuden a consulta en sus
instituciones hospitalarias correspondientes y especializadas, pero los organismos
internacionales, únicamente tienen constancia de estimaciones, sobre la población
afectada por estos trastornos neurodegenerativos, lo que sin duda entorpece el avance de
la investigación, y por tanto conlleva un perjuicio tanto a los propios pacientes como a
sus familiares. Ya que, al no conocerse el número exacto de pacientes afectados, ni las
causas por las que se producen estos trastornos, no se pueden establecer programas de
intervención preventiva al respecto.
Algo de lo que se ha dado cuenta desde el 2014 el gobierno de Inglaterra, que ha abierto
un proyecto para determinar el nivel de impacto del Alzheimer entre sus ciudadanos,
esperando descubrir un 60% más de pacientes no diagnosticados con anterioridad.
Entre las medidas adoptada ha sido la de fijar un incentivo económico para médicos
generales y de familia por cada caso nuevo de demencia diagnosticado siguiendo el Dementia
Identification Scheme (DIS).
Continuando con el corazón, indicar que son varias las patologías que se pueden incluir
en esta categoría de trastorno vascular, como la hipertensión, el hipercolesterolemia
(colesterol alto en sangre) o la insuficiencia cardíaca entre otros, todos ellos suelen requerir
de medicación específica que facilite el flujo sanguíneo, pero el tratamiento se puede
complicar cuando estas personas que sufren estos trastornos cardiovasculares, además
padecen otras patologías como el Alzheimer.
Aunque actualmente no existe cura para la enfermedad del Alzheimer, sí existe en el
mercado varios medicamente que tratan de combatir su avance, dando así más tiempo de
calidad de vida al paciente, al frenar el desarrollo de esta enfermedad neurodegenerativa.
Se ha observado en estudios anteriores, cómo determinados medicamentos pueden darse
cierta incidencia en la eficacia del tratamiento del Alzheimer, deteniendo o perjudicando los
efectos beneficiosos de esto, con lo que facilita el avance de la enfermedad.
Hay que tener en cuenta, además, que la edad de los pacientes suele ser elevada, por lo
que es muy importante ajusta la medicación de forma que sea lo más eficaz posible para que
combata tanto el avance de la enfermedad del Alzheimer, como el trastorno cardiovascular
específico que padezca cada paciente. De ahí la importancia de tener alguna referencia sobre
cuál es el porcentaje de pacientes con Alzheimer que además están usando medicamentos
para tratar los trastornos cardiovasculares.
Esto es precisamente lo que se trata de averiguar desde el Instituto Karolinska, la
Universidad Stockhol, el Hospital Universitario Karolinska (Suecia) y Centro Internacional
de Investigación Clínica y Hospital Universitario de Santa Ana (República Checa), cuyos
resultados han sido publicado en Alzheimer’s Research & Therapy [5].
Para el análisis de los datos se consultó el Registro Nacional del Gobierno de Suecia,
entre los años 2007 al 2012 que incluía a 28.722 pacientes diagnosticados con demencia,
de los cuales únicamente entraron en el estudio 21.458 pacientes (58% hombres y 42%
mujeres) que tenían específicamente el diagnóstico de Alzheimer.
Los resultados al respecto no dejan lugar a dudas, más del 65 por ciento de las personas
que participaron en el estudio están siendo estaban recibiendo tratamiento para alguno de
los tipos de trastornos cardiovasculares.
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El estudio señala una serie de datos sin entrar a valorarlos, como que los hombres
consumen más medicamentos para el corazón que las mujeres; que las personas que viven
solas consumen menos medicamentos para el corazón; y que a mayor edad el consumo de
estos medicamentos aumentaba.
Tal y como indican los autores de este estudio, este debe de ser un factor importante a
la hora de establecer el tratamiento conjunto, para que, en ningún caso, uno pueda afectar
negativamente al otro, e incluso de ser necesario diseñar medicamentos que atendiesen a
ambas patologías.
Añadir, que el estudio no entra a valorar cuál es la relación existente entre ambos,
aparte de señalar que los trastornos cardiovasculares son un factor de riesgo. A saber, si
las personas que sufren trastornos cardiovasculares son asociadas a un determinado tipo
de personalidad, el tipo A, asociado a altos niveles de competitividad y estrés, entonces
cabría preguntarse si las personas con personalidad tipo A tienen mayores posibilidades de
desarrollar Alzheimer.
El padecimiento de diabetes, como factor de riesgo, de forma que tener una diabetes tipo
II perjudica notablemente el cerebro y facilita la aparición de las demencias, especialmente
frecuente la de la enfermedad de Alzheimer.
De esta relación a pesar de haber sido comprobada, no se conocen todavía los mecanismos
que lo expliquen, pudiendo ser un efecto directo de los niveles elevados de insulina en las
células del cerebro, o bien por el aumento de problemas coronarios de la diabetes tipo II, que
sí tienen una relación directa con la aparición del Alzheimer.
Los traumatismos craneoencefálicos, como factor que puede precipitar la aparición de
las demencias, de hecho, en el ámbito deportivo, se ha definido un tipo de demencia asociado
a estos traumatismos, denominada encefalopatía traumática crónica, más frecuente en
deportes de contacto como el rugbi o boxeo, conocido ya desde hace tiempo como demencia
pugilística, donde se dan casos de demencia temprana entre los jugados con más de diez
años de profesión.
La grasa en el cerebro, ya desde los primeros momentos se habían identificado la
presencia de neurofibrillas y placas seniles como las responsables del Alzheimer, luego se
comprobó que la mera presencia de estas no va a dar como consecuencia la aparición de la
enfermedad de Alzheimer, ya que puede estar presente en otras enfermedades.
Por lo que además de los datos neurobiológicos, para establecer el diagnóstico hay que
añadir los resultados neuropsicológicos donde se evalúan principalmente las habilidades
memorísticas de la persona.
Pues son estas, las que van a estar presente desde los primeros momentos de la expresión
sintomatológica de la enfermedad, aunque tampoco son exclusivos de ello, pudiendo
presentarse estos problemas de memoria por otros problemas de salud.
Igualmente, la memoria solo va a ser una de las muchas carencias que va a presentar
la enfermedad de Alzheimer a medida que esta avanza, pero ¿Es la grasa en el cerebro la
responsable del Alzheimer?
Esto es lo que se afirma haberse encontrado desde el Centro de Investigación Hospitalario
de la Universidad de Montreal (Canadá), según un comunicado que acaba de emitir, donde
menciona que sus resultados han sido publicados en la revista científica Cell Stem Cell [6].
La nota de prensa indica que no era este el objeto de su investigación, ya que estaban
trabajando con células madres, tratando de averiguar por qué estas no estaban activas en
los cerebros de los ratones con la enfermedad de Alzheimer.
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Por casualidad encontraron que próximos a las células madres se hallaban acúmulos
grasos, los cuales no habían sido descritos en la literatura científica con anterioridad.
Tras descartar que fuese un error de procedimiento, corroboraron los resultados
analizando cerebros de ratones sanos frente a los que padecían la enfermedad de Alzheimer,
comprobando que la grasa sólo se hallaba en estos segundos.
Este descubrimiento permitió analizar en profundidad la grasa hasta conseguir
identificarla empleando espectrometría de masas avanzada. Posteriormente y para corroborar
estos resultados, y una vez sabiendo lo que buscaban, realizaron una comparación postmorten de cerebros de nueve pacientes de la enfermedad de Alzheimer con cinco de personas
sanas.
Los resultados obtenidos informaban de los mismos acúmulos grasos inusuales en los
cerebros de las personas con la enfermedad de Alzheimer. Aunque se desconoce el origen y
el papel que juega la presencia de estas grasas en la enfermedad de Alzheimer, sólo que está
donde no debería de estar, y que de algún modo puede explicar el problema de la efectividad
de los tratamientos farmacológicos empleados hasta ahora.
Los investigadores afirman que hallar un nuevo elemento hasta ahora desconocido,
puede ser la puerta de acceso a un tratamiento más efectivo, basado en la eliminación de
esa grasa acumulada en el cerebro.
De ser así, el método de tratamiento resultaría relativamente sencillo, e incluso se
podrían implementar medidas farmacológicas al respecto, basado en evitar estos acúmulos
de grasa, y por lo tanto retrasar la aparición de la enfermedad de Alzheimer, y si se diese
el caso de que esta grasa fuese la responsable y desencadenante de esta enfermedad, su
regulación y control, sería en definitivamente una forma de prevenir la enfermedad, evitando
así que surja.
Factor Hereditario
Una de las discusiones más encendidas entre los científicos es, determinar cuál es el
porcentaje de influencia de los aspectos genéticos, frente a los medioambientales en el caso
de los trastornos mentales.
Aunque existe cierta documentación al respecto, en el que incluso se establecen
distintos porcentajes, en función del trastorno que se corresponda, es decir hay trastornos y
enfermedades mentales que tienen un mayor porcentaje de influencia genética, proveniente
de la herencia de sus padres, en cambio hay otros que no parecen estar tan relacionados
con sus genes, sino por las condiciones de vida en donde se desarrolla, así como los modelos
de los que va aprendiendo. Todavía persiste una gran polémica al respecto, sobre el papel
genético de los mismos, ya que según el estudio que se adopte los porcentajes van a ser más
o menos elevados.
Existiendo cierto nivel de consenso en cuanto al porcentaje medio, es decir si en una
población el porcentaje llega 7% pero en otra población únicamente llegar 4%, normalmente
se entiende que está alrededor de un 5% de la población mundial, repitiendo estos análisis
a lo largo de distintas poblaciones y en distintos momentos.
Algunos estudios genéticos apuntan que entre el 17 al 29% de algunas psicopatologías
pueden ser explicadas por variaciones genéticas comunes, esto es, distintas psicopatologías
como la esquizofrenia, el trastorno bipolar o la depresión, que comparten entre sí ciertos
caracteres genéticos.
Una pregunta fundamental a la hora del diseño de los tratamientos y las intervenciones
específicas es conocer el papel que tiene la genética en la aparición de esa enfermedad, pues
no tendría sentido una intervención con terapia genética, ante un trastorno eminentemente
17
producido o motivado por causas medioambientales. Igualmente, una intervención
puramente psicoterapéutica podría ser desaconsejable cuando el trastorno tiene una
importante base genética, ya que no favorecería la recuperación si no que se perdería un
tiempo valioso en un tratamiento más adecuado y efectivo.
Se llega a hablar de cierto porcentaje de causa genética, así los que tienen familiares
directos que lo han padecido, tienen entre dos a tres veces más posibilidades de padecer
Alzheimer. Siendo esta relación más directa en cuanto antes aparezca la enfermedad, es
decir, en los casos de Alzheimer temprano existe un importante componente genético, que
no se encuentra a otras edades.
En el caso de la enfermedad de Alzheimer, si se consiguiese determinar el porcentaje de la
base genética, se podrían diseñar nuevos medicamentos orientados a esa interpenetración
genómica.
Pero si la principal causa de aparición y desarrollo de esta enfermedad es debido a las
condiciones medioambientales, como el lugar donde se vive, lo que se come, el nivel de estrés
que soporta la persona, la intervención tendría que ser, eminentemente del tipo cognitivas
o neuropsicológica, pero ¿Cuál es el papel de la genética en la aparición de problemas
psicológicos?
Para responder esta pregunta sea realizado un macro estudio con 53.949 sujetos,
30.919 mujeres y 23.030 hombres, todos ellos mayores de 45 años, excluyendo aquellos que
tenían diagnóstico previo de algún tipo de demencia. A todos ellos se les pasaron pruebas
individuales de resolución de distintos test de todo tipo, correlacionándolo con su genética.
En el estudio han participado autores de más de 100 instituciones de investigación y
universidades repartidas a lo largo del mundo, desde Suecia hasta Australia, publicado en
la revista científica Molecular Psychiatry [7].
En el estudio se crea un modelo genético con el que comprobar las predicciones sobre la
importancia de los genes implicados.
Los resultados muestran que el cromosoma 21 es el que explica un mayor porcentaje de
la variabilidad implicada en la maduración de las capacidades cognitivas y de su pérdida con
la edad. Ya que de todos los componentes psicológicos han sido estos el objeto de estudio,
como paso previo para comparar con nuevos resultados de pacientes con diagnóstico de
demencia, pudiendo determinar así la influencia genética en el caso del envejecimiento
normal frente a la demencia.
Entre las ventajas del estudio, tal y como lo destacan los autores, es la gran cantidad
de participantes lo que ha permitido conseguir resultados significativos en cuanto al
modelo genético explicativo, algo que con un menor número de participantes no es posible
observar.Este conocimiento genético se espera que permita diseñar nuevos medicamentos
e intervenciones orientadas a mantener durante más tiempo las habilidades y capacidades
cognitivas, independientemente del paso de los años, permitiendo así una mayor calidad de
vida durante el mayor tiempo posible.
Este estudio es un paso previo para conocer las bases genéticas del desarrollo cognitivo
del envejecimiento normal, es decir, aquel en donde no se ve influenciado por ninguna
psicopatología, si no que se produce por un decremento de capacidades cognitivas debidos
al natural paso del tiempo.
Entre las próximas metas de este equipo multinacional de investigación, está el encontrar
la influencia genética de la enfermedad de Alzheimer, una vez que se conoce cómo se produce
el decremento de las capacidades cognitivas provocadas por el envejecimiento natural de
las personas.
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Factor Medioambiental
Con anterioridad se ha asociado el origen de la enfermedad con la vejez, aspecto que
parecía tener una relación directa, así cuantos más años se tenía, mayor desgaste del
organismo, especialmente del cerebro y más posibilidades de padecer esta enfermedad. Hoy
día se asocia más su aparición a procesos relacionados con causas medioambientales, sobre
todo por vivir en las grandes urbes y poblaciones próximas a las instalaciones de determinado
tipo de industria, denominados genéricamente como factores medioambientales.
Uno de estos factores tan nocivos es lo que se denomina estrés oxidativo, definido como el
estrés continuado principalmente en el puesto de trabajo lo que es fuente de debilitamiento
del organismo, al disminuir las defensas, lo que incrementa la aparición de enfermedades.
El estrés es un elemento psicológico, donde la persona siente una demanda continua
y por encima de sus capacidades, lo que tiene una repercusión directa en el organismo, a
través de la hormona del estrés denominada cortisol, producida por la glándula suprarrenal
y que, si se mantiene mucho tiempo en el organismo, va a facilitar la aparición de problemas
físicos, entre los que se encontrarían algunas de las enfermedades psicosomáticas, como en
el caso de las úlceras.
Dentro de las psicoterapias, es habitual el empleo de técnicas de relajación, visualización
positiva y respiración consciente, encaminadas a proporcionar a la persona herramientas
suficientes con las que combatir los niveles de estrés diarios, y por tanto que no llegue a
desencadenar una enfermedad en el organismo.
Pero el concepto de estrés no se circunscribe únicamente al ámbito psicológico, ya que
desde hace unos años se ha empezado a utilizar el término de estrés oxidativo, el cual hace
referencia a un desequilibrio celular en el procesamiento del oxígeno, que provoca un daño
a nivel celular que conlleva un envejecimiento prematuro, y con ello se facilita la aparición
de enfermedades.
Entre las nocivas consecuencias del estrés oxidativo, está asociado a la diabetes, cáncer,
enfermedades cardiovasculares e incluso Parkinson. Además, está asociado con determinadas
alteraciones psicológicas como trastornos afectivos, de ansiedad o alimentación, e incluso
la esquizofrenia. Igualmente se han observado mayores niveles de dependencia a ciertas
sustancias adictivas, especialmente al alcohol u opioides.
El origen del estrés oxidativo es diverso, y a veces difícil de concretar, dependiendo
del nivel de vida, el sedentarismo, el nivel de ansiedad de las personas, pero también de
agentes externos como la radiactividad, o el sol. Aunque las causas pueden ser variadas,
para generar el estrés oxidativo, se ha comprobado que está relacionado con una peor salud.
Uno de los índices significativos de la presencia de estrés oxidativo es el nivel de
homocisteína en plasma, un aminoácido azufrado considerado como uno de los mayores
índices del daño celular neuronal, relacionado también con la vitamina B12.
Uno de los problemas del Alzheimer es la diferenciación de las disminuciones en las
funciones físicas y psicológicas independientes de la edad, ya que la vejez conlleva una
reducción paulatina de habilidades.
Es por ello que se trata de buscar algún índice que sea capaz de distinguir entre lo
normal y lo patológico, con lo que poder establecer un diagnóstico más acertado, pero
también para poder diseñar fármacos que puedan frenar el avance de la enfermedad de
Alzheimer e incluso poder revertir los efectos de la enfermedad.
Uno de los mejores candidatos para esto, es precisamente el estrés oxidativo, ya que
está presente en diversas patologías degenerativas, entonces, ¿Está relacionado el estrés
oxidativo con el Alzheimer?
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Esto es precisamente lo que tratan de averiguar desde el Centro Médico de Salud Mental
Qingdao (China) publicado en BioMed Research International [8]. En el estudio participaron
40 pacientes con Alzheimer sin síntomas, 37 pacientes con diagnóstico de la enfermedad de
Alzheimer con síntomas conductuales y psicológicos, y como grupo control 39 personas de
la misma edad, pero sin dicha enfermedad.
A todos ellos se les realizó un análisis de sangre para buscar los distintos niveles de
homocisteína en plasma, como factor determinante del estrés oxidativo.Los resultados
muestran diferencias significativas en los niveles de homocisteína en plasma entre los
pacientes con Alzheimer frente al grupo control, igualmente los pacientes con síntomas
conductuales y psicológicos mostraron mayores niveles homocisteína en plasma. Estas
diferencias significativas relacionan el estrés oxidativo con una disminución de capacidades
psicológicas.
Los resultados son importantes, pero todavía no queda suficientemente claro si estas
diferencias pueden explicar el avance de la enfermedad, de cualquier forma, es un factor
más que hay que considerar a la hora de preparar un tratamiento farmacológico que
combata sus efectos.
Por lo que se puede concluir, tal y como ya apuntaban algunos estudios previos, que el
estrés oxidativo está significativamente más presente en la enfermedad de Alzheimer.
Centro de Referencia Estatal del Alzheimer
¿Qué síntomas nos pueden dar aviso de que la persona puede estar sufriendo
Alzheimer?
Dado el inicio insidioso de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer es conveniente
consultar cuando se observen cambios cognitivos, aunque sean muy incipientes en
memoria, lenguaje, orientación y/o en capacidad de planificar tareas y más aún en los
casos en los que se observe de forma concurrente cambios sutiles en la personalidad,
el ánimo y el humor.
Sintomas Del Alzheimer
Es importante conocer que desde el ámbito clínico se realiza una distinción entre
síntomas y signos, a la hora de describir lo que le pasa a la persona, y para establecer el
diagnóstico correspondiente.
Uno de los problemas a los que se enfrentan los especialistas de la salud a la hora de
atender a un paciente es el diagnóstico, ya que a partir de éste se fija el tratamiento, y la
evolución de la enfermedad.
Para ello se cuenta con “herramientas” que les van a proporcionar información, sobre
qué está sucediendo en el organismo del paciente en las enfermedades físicas, pero cuando
se trata de enfermedades mentales, el diagnóstico se complica, ya que no se pueden recoger
datos “tan objetivos” como en el caso anterior, existiendo todavía una clara infravaloración
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de los aspectos psicológicos en el ámbito hospitalario, tal y como lo refleja la distinción entre
los términos clínicos, signos y síntomas:
• Hablamos de signos para referirnos a un dato objetivo que recoge directamente
el médico, sobre el estado de salud de la persona, como, por ejemplo, un número
reducido de leucocitos en sangre, como resultado de una analítica; alteración en las
ondas P según el electrocardiograma; o la presencia de placas “seniles” y neurofibrillas
evidenciadas por una Tomografía Axial Computarizada (TAC). Luego los signos son
evidencias indirectas que han de ser interpretadas por el médico sobre los distintos
índices que muestra el organismo.
• Los síntomas, por su parte, son la expresión subjetiva de un paciente, sobre un mal
funcionamiento de su organismo. Equivaldría a las quejas o dolencias manifestadas
por el paciente sobre su enfermedad; así como la intensidad percibida de molestias
o dolores. Es lo primero que evalúa un médico cuando entra una persona a consulta
cuando pregunta, ¿Qué le pasa?, ¿Qué le ha traído a aquí?, una vez recogidas las
impresiones de la persona, el médico suele ahondar en dichos síntomas, con preguntas
como, ¿Desde hace cuánto que le pasa?, ¿Estas molestias las definiría como dolorosas
o incapacitantes?
A la hora de completar el historial, para establecer si la persona padece un cuadro
clínico, el valor de los signos es determinante, frente al de los síntomas, los cuales se tienen
en cuenta como indicios a explorar, sin valor diagnóstico por sí mismos.
La Psicología a pesar de ser una ciencia relativamente joven, con poco más de cien
años de desarrollo, ha encontrado su espacio de estudio precisamente en el campo de la
subjetividad de la persona. Los pensamientos, emociones y vivencias personales, son el
ámbito de trabajo de la psicología. Específicamente la Psicología Clínica, se encarga de
los desórdenes de los pensamientos, emociones y comportamientos de los pacientes. Los
síntomas en éste ámbito juegan un papel determinante, tanto en el diagnóstico, como en el
tratamiento de las enfermedades mentales.
La Medicina centrada en el diagnóstico, prevención y tratamiento de las enfermedades,
principalmente de origen biológico, ha ido perfeccionando diversas técnicas de diagnósticos
de la mano de los avances tecnológicos, como la Resonancia Magnética (RM) o la Tomografía
por Emisión de Positrones (TEP).
Igualmente, en lo que respecta a la intervención, que van desde las primitivas pociones
o ungüentos, empleados originariamente para intentar dar tiempo al cuerpo a recuperarse
de alguna infección; hasta llegar a la más actual, como la cirugía láser o los tratamientos no
invasivos mediante radiofrecuencia.
La Psicología Clínica, por su parte, ha desarrollado una gran variedad de técnicas de
evaluación, que van desde las primeras entrevistas semiestructuradas; pasando por los
test proyectivos, quizás el más conocido sea el test de las manchas denominado Test de
Rorschach.
Hasta llegar a las actuales pruebas psicométricas, validadas y estandarizadas para
poblaciones diana; igualmente y una vez establecido el diagnóstico oportuno, el psicólogo
tiene a su disposición, un abanico de técnicas de intervención terapéuticas, en función
del trastorno mental a tratar, pudiendo ser estas aplicadas de forma individual o grupal, y
siendo de corte más cognitivo, conductual o relacional.
Actualmente grupos de enfermedades como la Demencia, son estudiadas tanto desde
el aspecto médico, como psicológico, la cual está caracterizado por una pérdida progresiva
de habilidades, principalmente cognitivas debido a un deterioro neuronal. Aunque la más
conocida de ellas es el Alzhéimer, cuyo elemento más llamativo y por el que normalmente se
reconoce es por una pérdida progresiva de la memoria.
21
Hay, además, que realizar una nueva distinción entre los síntomas positivos y los
negativos, no se trata de valorarlos como “buenos” o “malos”, cualquiera de ellos es indicativo
de que hay un problema de salud en la persona y por tanto son todos valorados como
“malos” al ser negativos para el normal desarrollo de la vida de la persona:
• El síntoma positivo, se define como aquel que aparece cuando no se espera que aparezca
en una persona sana de la misma edad, por ejemplo, en la enfermedad del Párkinson,
un síntoma positivo sería la presencia de temblores, algo que no se presenta en una
persona sin Párkinson.
• El síntoma negativo, por su parte, se define como la ausencia de una capacidad o
habilidad que sí se encuentra en una persona sana de su misma edad, por ejemplo, un
síntoma negativo puede ser la ausencia del habla, en el caso de una persona que ha
sufrido un trastorno craneoencefálico a consecuencia de una caída y el consiguiente
golpe en la cabeza, algo presente en una persona de su edad.
Es importante destacar que la distinción entre positivo o negativo se hace siempre
en comparación con personas de su misma edad, ya que hay síntomas que puede estar
presentes o ausentes, a determinadas edades y no en otras.
Síntomas Positivos que pueden hacer sospechar de la posible presencia del Alzheimer:
• Aparición de lagunas de memoria en el recuerdo más cercano, olvidando conversaciones
recientes, ya que afecta inicialmente a la memoria a corto plazo, antesala de la
memoria a largo plazo. Si se tienen fallos a corto plazo, no somos capaces de nuevos
aprendizajes, es decir, no podremos recordar lo que comimos ayer, o si ya hemos ido
a la compra.
• Enlentecimiento mental, que se puede observar al resolver tareas mentales más
lentamente.
• Extraviar objetos u olvidar citas o fechas importantes, que en fases avanzadas de la
enfermedad puede derivar incluso en la incapacidad para reconocer a las personas que
tiene delante, a pesar de que sean familiares.
La presencia de alguno de síntomas cuando no deberían de estar, es indicativo de que
algo no funciona correctamente, y es el especialista quien debe de analizar con profundidad
el caso para obtener el diagnóstico.
Síntomas Negativos que pueden hacer sospechar de la posible presencia de un
Alzheimer:
• La falta de finalización de trabajos que requieran varios pasos seguidos. Como por
ejemplo hacer la comida, en que el proceso se interrumpa y no se sepa seguir, igualmente
si la persona va a un recado al supermercado a comprar algo, si es interrumpido por
el camino, pierde por completo la noción de a dónde iba, ni lo que iba a hacer, lo que
le provoca gran confusión e irritabilidad.
• Dificultad para realizar más de una tarea a la vez, cuando con anterioridad sí podía
realizarlo sin problemas. Muestra de las limitaciones que le provoca el avance de la
enfermedad de Alzheimer.
Además, aunque no puede considerarse un síntoma del paciente, se producen de forma
habitual quejas por parte de los familiares al respecto de la falta de memoria, lo cual debe de
ser tenido en cuenta para determinar que se tiene Alzheimer, pues a medida que se extiende
la enfermedad van a ser más evidentes estas quejas y la preocupación consecuente que va
a ocasionar en las personas con las que convive.
Si bien estos síntomas se pueden presentar desde los primeros momentos, siendo
cada vez más evidentes a medida que avanza la enfermedad de Alzheimer, cuando esta
22
se ha extendido, puede provocar síntomas específicos que no se habían presentado con
anterioridad:
• Problemas relacionados con la comunicación, ya sea en las tareas de habla, la
comprensión o lectura.
• Desorientación, sin saber dónde se encuentra, cómo ha llegado hasta ahí, o a dónde
se dirigía.
• Confusión de hechos pasados con los actuales, ya que el proceso de recuperación de la
información almacenada no trabaja adecuadamente al verse afectadas las estructuras
neuronales que lo mantienen.
• Problemas para identificar a familiares, y cuando está más avanzada, los objetos más
cotidianos que le rodean, perdiendo no sólo la capacidad de denominarlos por su
nombre, sino también el conocimiento sobre qué son, para qué sirven o cómo se usan.
Hay que tener en cuenta que estos síntomas pueden deberse a otro tipo de problemas ya
sean neurológicos o de otra índole como la depresión, por tanto, es la labor del especialista
descubrir el origen de estas señales para realizar un correcto diagnóstico.
Además, hay que saber que en algunas ocasiones el Alzheimer no provoca ningún tipo de
síntomas externos que lo evidencie, pudiendo ser descubierto de forma fortuita al realizarse
pruebas médicas por otros motivos neurológicos.
Por eso es aconsejable conocer si se está dentro de los llamados grupos de riesgo, personas
que, por sus antecedentes familiares, de haber padecido Alzheimer o alguna enfermedad
cardiovascular o por su edad, son más propensas a que se les manifieste ésta enfermedad.
¿Sabes que en la demencia se pueden presentar alucinaciones?
Si se encuentra dentro de alguno de estos grupos, es conveniente que se ponga al
habla con su médico, para que le oriente sobre la periodicidad de las pruebas que se ha
de realizar, así como las modificaciones que debe de incorporar en su vida para retrasar
la posibilidad de su aparición. Si la enfermedad no “da la cara”, hasta que se ha extendido
es posible que exista un padecimiento múltiple, a veces con síntomas aparentemente no
relacionados entre sí, que podrían dificultar el diagnóstico. En ocasiones tendemos a restar
importancia a ciertos síntomas, por pensar que su origen es producto de un mal menor,
como el provocado por la depresión estacional, pero ante la duda es conveniente realizarse
las pruebas oportunas, siempre que así lo recomiende el médico.
Cuando uno piensa en la demencia, lo suele hacer principalmente sobre la enfermedad
de Alzheimer, y su rasgo más característico y llamativo, la pérdida progresiva de la memoria.
Pero existen también otras demencias, que comparten características como la edad de inicio
tardío, que son neurodegenerativas, y que actualmente no hay cura para ellas.
Una de las más graves devastadoras, tanto para el paciente, como para los familiares, es
la demencia con los cuerpos de Lewy.
La gravedad de esta demencia, no sólo se debe a la gran diversidad de síntomas que va a
presentar el paciente, si no a la presencia de algunos característicos de otras enfermedades,
como temblores, rigidez muscular, denominados también como síntomas parkinsonianos,
y además se puede presentar con alucinaciones, que se produce entre el 50 al 70% de los
pacientes.
Algo que en otras demencias no se observa, y que podría entenderse característico de
otro tipo de pacientes de la salud mental, como en el caso de pacientes con delirios o los
que sufren un trastorno de esquizofrenia, pero si actualmente ya se tienen noticias de la
presencia de alucinaciones, lo que no se conocía es como se producían estas.
23
Esto es precisamente lo que trata de averiguarse desde el Hospital Universitario Strasbourg
(Francia) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Alzheimer’s Research
& Therapy [9].
En el estudio participaron 66 pacientes, 36 de los cuales habían sufrido alucinaciones,
frente a los 30 restantes que actuarían como grupo control. A los del primer grupo
además se evaluó el nivel de gravedad de las alucinaciones clasificadas entres, ilusión,
alucinación visual simple y alucinación visual compleja. Se emplearon diversas medidas
y pruebas neuropsicológicas como el Mini Mental State Examination (MMSE), además de
Free and Cued Selective Reminding Test (F.C.S.R.T.) para evaluar la memoria, el Frontal
Assessment Battery (F.A.B.), Test del Trazo (T.M.T.) y la evolución de léxico formal y
semántica para evaluar el ejecutivo central; el test de amplitud de dígitos para evaluar
la memoria de trabajo y la prueba de copia y memoria Rey-Osterrieth Complex Figure
Test para la
Dr. QUAZI IMAM, Director Médico del Hospital Arlington Memorial de
Texas (EE.UU.)
Las personas con demencia a menudo se creen que están alucinando,
cuando en realidad están cometiendo un error sobre lo que han visto. Hay algunas
formas específicas de demencia, en que las alucinaciones son más comunes. Entre
estas se incluyen la demencia con cuerpos de Lewy y la enfermedad de Parkinson con
demencia. Las alucinaciones pueden ocurrir también en la enfermedad de Alzheimer.
Las alucinaciones en personas con demencia con cuerpos de Lewy suelen
adoptar la forma de personas o animales de vivos colores. Suelen durar varios
minutos y pueden ocurrir a diario.
Alrededor de una de cada 10 personas con demencia con cuerpos de Lewy
también experimental olores que no están realmente allí (conocidas como
alucinaciones olfativas).
Las personas con demencia también pueden experimentar alucinaciones
auditivas (escuchando sonidos o voces) y alucinaciones táctiles (sintiendo cosas que
no están allí).
evaluación de funciones visoconstructivas.
Además, se incluyeron registros de Tomografía de emisión por fotón único, denominado
en inglés Single Photon Emission Computed Tomography (SPECT) para observar el
funcionamiento del cerebro.
Los resultados muestran una actividad diferencial al restar los resultados del
grupo con alucinaciones menos el grupo control mostrando una menor actividad en
la parte izquierda del cerebro, en concreto en la corteza cingulada anterior, la corteza
orbitofrontal y la cúneo.
Siendo especialmente acuciado el decremento ante el incremento de la gravedad de los
síntomas visuales en las áreas de la corteza cingulada anterior, la corteza orbitofrontal
izquierda, la circunvolución del hipocampo derecho, el córtex temporal inferior y la porción
cuneiforme del lóbulo occipital del cerebro en su cara interna izquierdo.
Este descubrimiento permite comprender mejor cómo se produce el fenómeno de las
alucinaciones en estos pacientes, lo que falta todavía es establecer un modelo teórico al
respecto, para poder así tratar de buscar algún tipo de tratamiento preventivo que ayude a
las personas con demencia a reducir la presencia y el impacto de estas alucinaciones, que
24
va en detrimento de su propia salud mental y en el de la convivencia con sus familiares y
cuidadores.
Hasta aquí se ha planteado sobre lo que la persona es capaz de informar en consulta
cuando se le pregunta sobre lo que le pasa, es decir aquello de lo que se puede dar cuenta
y manifestar, de lo que se deducen los síntomas que sirven al especialista para iniciar
su exploración, haciendo especial hincapié en descubrir qué es lo que provoca esta
sintomatología.
Al respecto recuerdo una anécdota sobre un comentario que siempre hacía un doctor
especialista en esta materia, él afirmaba que era capaz de saber si una persona de avanzada
edad era potencialmente un enfermo de Alzheimer o no en la primera consulta.
Si era la propia persona la que se acercaba a consulta quejándose de una menor
capacidad para realizar las tareas que con anterioridad desempeñaba sin problemas, y de
una reducción en su capacidad para referir hechos del pasado, e incluso los del día anterior,
en este caso el especialista sabía que se trataba de algo normal fruto del paso del tiempo,
“achaques de la edad”.
En cambio, si era la mujer o la hija quien traía a consulta a su marido o padre, siendo
ellas las que se quejaban de los continuos despistes, de que no terminaba lo que empezaba
y que cada vez daba más problemas de convivencia, lo cual la persona mayor negaba que le
estuviese sucediendo aquello que narraban sobre su comportamiento.
En estos casos, el doctor con pesar afirmaba que casi con seguridad se trataba de un
problema tan importante como era la enfermedad de Alzheimer. En ambos casos y a pesar de
que los síntomas eran muy parecidos, el especialista les pasaba por las pruebas pertinentes
para corroborar sus “sospechas” a la vez que daba tranquilidad con el diagnóstico a la
persona que había acudido a consulta, buscando para ello signos, que son evidencias que
obtiene el médico a través de métodos mecánicos y tecnológicos.
Existen muchos y muy diversos síntomas que pueden dar aviso de que algo no está
funcionando bien en el organismo, ya que el Alzheimer puede presentar un deterioro en
cualquier aspecto de nuestra vida diaria, reflejo de esa pérdida de memoria.
Por lo que el mejor sistema que hay para detectar de forma temprana la aparición del
Alzheimer es realizándose las oportunas revisiones médicas, acudiendo a la consulta cuando
se tenga sospecha de que algo funciona mal en su memoria, para que sea el profesional
quien nos tranquilice descartando la enfermedad o nos indique que debemos de empezar el
tratamiento.
Cuanto antes se inicie éste, se tendrán mayores probabilidades de mantener la
funcionalidad de la memoria durante más tiempo, pues al paciente le costará menos
trabajarlo y comprobará los efectos positivos.
El Alzheimer es una enfermedad grave, con importantes consecuencias en la vida
cotidiana y en las relaciones sociales, tal como iremos viendo a lo largo del libro, por lo
que es conveniente realizarse las pruebas oportunas para mayor tranquilidad. Conocer la
información sobre lo que nos sucede no nos debe de causar ningún temor, sino al contrario,
nos debe de liberar, pues con ello pondremos nombre a aquello que tenemos, lo que facilitará
la labor del especialista a la hora de orientar sobre cómo actuar.
A continuación, se presenta una tabla sobre los principales síntomas del Alzheimer,
comparando los principales manuales de diagnósticos de la salud mental: la Clasificación
Internacional de Enfermedades (CIE-10) y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los
Trastornos Mentales (DSM-V) :
25
CIE-10
*Deterioro de la memoria
-Alteración de la capacidad de registrar, almacenar y evocar
información
-Pérdida de contenidos mnemónicos relativos a la familia o al
pasado
*Deterioro del pensamiento y del razonamiento:
-Reducción del flujo de ideas
*Deterioro en el proceso de almacenar información:
-Dificultad para prestar atención a más de un estímulo a la vez
-Dificultad para cambiar el foco de atención
*Interferencia en la actividad diaria
*Conciencia clara. Posibilidad de superposición de delirio
*Síntomas presentes durante 6 meses como mínimo.
DSM-V
*Evidencias claras de un declive de la memoria y del aprendizaje,
y por lo menos de otro dominio cognitivo (basada en una
anamnesis detallada o en pruebas neuropsicológicas seriadas).
*Declive progresivo, gradual y constante de la capacidad
cognitiva sin mesetas prolongadas
*Sin evidencias de una etiología mixta (es decir, ausencia de
cualquier otra enfermedad neurodegenerativa o cerebrovascular,
otra enfermedad neurológica, mental o sistémica, o cualquier
otra afección con probabilidades de contribuir al declive
cognitivo).
Una vez que se tenga la información oportuna, e incluso tras consultar con otro especialista
para tener una segunda opinión, se pueden adoptar las decisiones convenientes, sabiendo
que el objetivo final es reducir los efectos de esa enfermedad en la vida cotidiana, así como
que vaya evolucionando lo más lentamente posible.
Para ello es importante que la persona cuente con la pareja o algún familiar que le
acompañe a la consulta y para hacerse las pertinentes pruebas, procurando que se sienta
arropada, ya que, en esos primeros momentos de incertidumbre, la intranquilidad y los
nervios pueden afectar a la salud del paciente.
Hay que tener en cuenta que el diagnóstico no va a empeorar la enfermedad, sino que
únicamente le va a poner nombre, por lo que tanto el paciente como sus familiares van a poder
saber lo que tiene, si es parte de la pérdida normal causada por la edad, si es producto de una
enfermedad, y en caso de serlo si se trata de una tan importante como es el Alzheimer.
Centro de Referencia Estatal del Alzheimer
¿ Qué diferencia al Alzheimer de otras demencias?
La enfermedad de Alzheimer produce un deterioro cognitivo de características
corticales, es decir con alteración de memoria, afasia, apraxia y agnosia de
inicio insidioso y curso progresivo, siendo generalmente la alteración de
memoria la manifestación inicial. No obstante, el diagnóstico diferencial
respecto a otras demencias corticales, como la fronto-temporal puede ser
difícil en algunos casos. respectivamente.
Signos Del Alzheimer
En el caso de la enfermedad del Alzheimer, el signo más evidente es el de la presencia de
neurofibrillas y ovillos en el cerebro, aspecto determinante de la enfermedad, el problema
es que estos signos tradicionalmente se habían observado mediante la extracción del
análisis del cerebro post-morten, por lo que no servían ni como método diagnóstico, ni para
determinar cuál es el mejor tratamiento para el paciente que lo sufre. Actualmente y gracias
a la neuroimagen, es posible evaluar los cerebros en vivo para comprobar si se produce esta
acumulación de neurofibrillas.
Hay que aclarar que la presencia de presencia de neurofibrillas en el cerebro no va a
implicar necesariamente que la persona vaya padecer Alzheimer, ya que no es exclusivo
de esta enfermedad, y, por el contrario, que no se produzca esta acumulación, no impide
que aparezca el Alzheimer, por lo que se debe de considerar un indicador importante, pero
que tiene que estar de acorde con el resultado del resto de las pruebas, para establecer el
diagnóstico pertinente.
26
Es por ello que se están realizando muchos esfuerzos en tratar de obtener signos en pacientes
vivos, es decir, medidas directas del organismo extraídas mediante el uso de equipamiento
médico especializado, como los llamados biomarcadores, o marcadores biológicos que, si se
pueden encontrar en las fases tempranas de la enfermedad, facilitarían el diagnóstico incluso
antes de que se mostrasen los primeros síntomas de pérdida de memoria.
Esto es precisamente lo que trata de averiguar por un estudio realizado por la Universidad
de Giessen (Alemania) publicado en Advances in Alzheimer’s Disease [10].
Dentro de los posibles biomarcadores a tratar de confirmar como el más eficaz para
esta detección de la enfermedad de Alzheimer, el autor de este estudio se ha decantado por
un análisis espectral del electroencefalograma (EEG), esto es, del registro de la actividad
eléctrica cerebral, se separan en función de las diferentes bandas, alfa, beta, theta y delta.
En el estudio participaron 89 personas, a los cuales se les evaluó mediante la capacidad
un cuestionario estandarizado DemTec para establecer el nivel del deterioro cognitivo leve,
según el resultado de éste cuestionario se separó a los sujetos entre altos y bajos niveles de
deterioro cognitivo (45 y 44 sujetos respectivamente). Igualmente, se les administró un test
estandarizado sobre la atención.
A todos ellos se les hizo pasar por cuatro condiciones experimentales, una en relajación
(con la que comparar), una realizando una prueba de concentración, otra de rendimiento de
cálculo y una cuarta de memoria, durante cinco minutos cada una.
Los resultados muestran diferencias en delta y theta en los electrodos prefrontales (F7 y
F8) así como el frontotemporal (T3), especialmente significativo fue el resultado en la onda
theta en la tarea de atención, al comparar entre los participantes del grupo de alto frente a
bajo deterioro cognitivo leve.
Con lo que, según este estudio, bastaría con emplear una electroencefalografía (E.E.G.),
una prueba que no lleva más de cinco minutos, y un posterior análisis espectral de los
resultados, sobre estos tres electrodos F7, F8 y T3 para poder obtener de forma temprana
si el paciente está empezando a sufrir la enfermedad de Alzheimer, mucho antes de que los
primeros síntomas sean evidentes.
Actualmente este tema está recibiendo mucha dedicación por parte de investigadores,
que tratan de comprobar distintos biomarcadores, que sirvan para la detección temprana
de la enfermedad, tratando incluso de obtenerlo antes de que se produzcan los primeros
síntomas evidentes de la presencia de la enfermedad.
Ya que se ha estimado, que para cuando la persona ya muestra estos síntomas positivos
y negativos, ha estado sufriendo en silencio la enfermedad entre 10 a 20 años. Tiempo en el
que se podría haber intervenido si se conociesen los signos determinantes de la enfermedad
de Alzheimer, pero ¿Cómo se realiza la detección de la enfermedad de Alzheimer?
Centro de Referencia Estatal del Alzheimer
¿ Cómo se evalúa el Alzheimer?
Si por evaluación se entiende el diagnóstico, este es clínico. Se utilizan
pruebas complementarias de diverso tipo (análisis, pruebas de imagen, etc.)
para descartar demencias potencialmente reversibles. Si la evaluación es la
del estadio de la enfermedad, se utilizan para ello diversas escalas para los
trastornos cognitivos, conductuale s y funcionales respectivamente .
27
Pruebas Médicas del Alzheimer
A continuación, se comentan las pruebas médicas más comunes empleadas para la
detección temprana del Alzheimer, con la única intención de que, si la persona tiene que
someterse a alguna de ellas, conozca de antemano en qué consiste cada prueba.
Algunas pueden ser conocidas o por lo menos haberlas oído antes y otras en cambio
desconocerlas por completo, pero con todas ellas se busca establecer el diagnóstico
pertinente para saber lo que le pasa al paciente:
• Pruebas de competencia cognitiva, en el que se evalúa diferentes áreas como la
Percepción visual, la Orientación, el desempeño con tareas Matemáticas simples, el
Lenguaje y la Memoria.
• Pruebas neurológicas como la Resonancia Magnética (RM) o la Tomografía de Emisión
de Positrones (PET), estudios por el cual se pueden detectar daños en la forma y
estructura del tejido cerebral.
•
Análisis de sangre u orina, para descartar que los síntomas sean debidos a otras enfermedades.
El médico puede sugerir realizar alguna de estas pruebas u otras, basado en su rango
de edad o algunos datos como su historial personal o familiar que puedan darle indicios de
encontrarse dentro de las personas con riesgo de padecer un determinado tipo de Alzheimer.
Estas pruebas pueden ser recomendadas realizarse incluso sin que haya aparecido
ningún síntoma relacionado con el Alzheimer y por supuesto cuando estos estén presentes,
para establecer un diagnóstico claro para poder realizar la posterior intervención terapéutica
para paliar en la medida de lo posible ese deterioro progresivo de la salud.
Hay que tener en cuenta que estas pruebas son sólo las primeras a las que se verá
sometida la persona si se encuentran indicios de enfermedad neurodegenerativa, pues de
confirmarse, hay que realizar un examen completo donde se compruebe si se está frente
al Alzheimer, así como para determinar en qué fase se encuentra. Una vez establecido el
diagnóstico, se irán repitiendo este tipo de pruebas para comprobar su evolución a medida
que se va desarrollando el tratamiento.
Hay que tener en cuenta que al igual que se trataba en el descubrimiento de nuevos
fármacos para combatir la enfermedad del Alzheimer, día a día se van desarrollando y
mejorando las pruebas diagnósticas, buscando que sean más sensibles, a la vez que
permitan detectar la enfermedad lo antes posible. Se acaba de diseñar una prueba por la
Universidad de Northwestern (EE. UU.), publicada en la revista científica Neurology [11].
que intenta establecer el diagnóstico entre los distintos tipos de demencia, basado en la
capacidad de identificar y nombrar fotos de personajes famosos.
Para ello se estudió a 60 voluntarios mayores de 60 años, la mitad de los cuales eran pacientes
diagnosticados con afasia primaria, un tipo de demencia temprana, frente a otros sanos. En
el estudio se buscaban correlaciones neurofisiológicas que avalasen la prueba, encontrando
diferencias entre los dos grupos de participantes, en la tarea de reconocer caras de famosos.
Las ventajas de éste estudio es que una prueba tan sencilla como la de ver imágenes en
la pantalla, es válida para poder detectar los primeros síntomas de la demencia en personas
jóvenes entre los 40 y 65 años.
Diagnóstico Del Alzheimer
Aunque no se da en todos los casos, sí en la mayoría suele presentarse la enfermedad de
Alzheimer a edades avanzadas, normalmente sobre los sesenta años, lo que va a dificultar
la detección temprana, ya que a esa edad también se van a empezar a presentar deficiencias
o “achaques” propios de la edad.
28
Además, una de las mayores dificultades con respecto a la detección temprana de
ésta enfermedad es que en sus primeras etapas evoluciona de forma casi silenciosa, no
mostrando evidencias hasta que está avanzada la misma.
Es por ello la necesidad de un diagnóstico temprano para que en la medida de lo posible
se pueda diseñar un plan de actuación para ralentizar la evolución de la enfermedad a falta
del desarrollo de un tratamiento más efectivo que lo pueda paliar.
El descubrir que un paciente padece la enfermedad del Alzheimer suele provenir de un
estudio minucioso buscando las causas de deterioro evidente de memoria. Este estudio
puede estar motivado tanto por la propia persona al verse con dificultades para desarrollar
una vida normal, como por parte de sus familiares más próximos los cuales suelen tener
quejas repetitivas sobre su pérdida de memoria.
Pero hay casos, sobre todo cuando se trata de personas más jóvenes o en fases previas
de la enfermedad, en que los síntomas no son tan evidentes, y la noticia puede llegar sin
previo aviso, claro que algunos síntomas pueden estar presentes, aunque no le hayamos
dado la importancia suficiente, pues ¿Quién no tiene pérdidas de memoria?
Sólo es previsible cuando ya está avanzada la enfermedad y sus efectos sobre la memoria
y la vida cotidiana son tan evidentes que puede hacer sospechar la existencia del Alzheimer.
A medida que el Alzheimer se ha ido extendiendo, el éxito de la intervención para retrasar
su evolución, va a ir siendo cada vez menor.
Debido a lo cual, desde los estamentos médicos se recomienda realizarse revisiones
periódicamente, sobre todo cuando se empiecen a tener sospechas al respecto. Pues cuando
antes se descubra la presencia de la enfermedad de Alzheimer, antes se podrá establecer un
plan de intervención para ralentizar su evolución o reeducar al cerebro para paliar las áreas
afectadas, según el caso.
Actualmente se está trabajando con técnicas de neuroimagen con el objetivo de que a
través de estas se puede detectar el Alzheimer incluso en etapas tempranas de su formación,
aun cuando no se han producido los primeros síntomas en la persona.
Una de las investigaciones más importantes que se realizan en el ámbito de la lucha
contra el Alzheimer pues, es sobre el diagnóstico temprano para poder intervenir.
Aunque actualmente no existe cura para el Alzheimer, se están realizando esfuerzos en
la detención de la evolución de ésta enfermedad neurodegenerativa, que con el paso del
tiempo a provocando un incremento en la dependencia de la persona al ir perdiendo sus
habilidades cognitivas. Esta detención se procura realizar desde la psicofarmacología con
el diseño de nuevos medicamentos como desde la neurorehabilitación que trata de que el
paciente mantenga el mayor tiempo posible sus capacidades intactas, y de crear nuevas
vías empleando estrategias alternativas para que la función final no se vea afectada.
Aunque el principal deterioro se produce en la memoria, no es la única función que se
va a ver afectada con el progresivo avance de la enfermedad, llegando a deteriorar tanto a
la parte motora, al lenguaje como a la conductual de la persona, pero desde hace tiempo se
ha observado que cuanto antes se detecte la enfermedad, cuando está experimentándose
los primeros síntomas como los olvidos frecuentes, alteraciones de denominación,
desorientación espacial y labilidad emocional (con cambios repentinos de humor), antes se
puede intervenir y esto va a hacer que el paciente tenga mayores posibilidades de gozar de
una mejor calidad de vida a pesar de la enfermedad.
Uno de las dificultades más importantes a la hora de establecer un diagnóstico es hacerlo
atendiendo a los primeros síntomas de la enfermedad, ya que al ser estos tan leves pueden
pasar desapercibidos para la persona no entrenada.
29
Tal es el caso de las enfermedades neurodegenerativas, donde los primeros síntomas
del Alzheimer pueden fácilmente confundirse con un decaimiento propio de la edad, sobre
todo cuando estos aparecen a partir de los 50 años, en donde ya de por sí se produce una
paulatina disminución de las funciones motoras y cognitivas en la persona, siendo esta
reducción mayor a medida que a aumentan los años.
Cuando el Alzheimer se presenta a edades tempranas, sobre los 30 a 40 años,
denominado Alzheimer precoz, es más evidente que los primeros síntomas del Alzheimer
no se corresponden con lo esperado de una persona de su edad, por lo que despierta mayor
preocupación entre familiares y el propio paciente para aducir a consulta, y con ello poder
diagnosticar de forma más rápida esta enfermedad.
Esto permite poder empezar cuanto antes con el tratamiento y con ello, en la medida de
lo posible ralentizar la evolución de la enfermedad a la vez que se le entrena al paciente en
técnicas neuropsicológicas con las que compensar las deficiencias que va a ir sufriendo, y
con ello mantener el mayor tiempo posible unos niveles de desempeño de sus funciones y
autonomía personal, con lo que conservar su calidad de vida durante más tiempo.
El problema es que esta detección temprana únicamente se produce en el 5% de los
casos de Alzheimer, que es lo que se estima que presentan Alzheimer precoz, en el resto, los
efectos de la edad van a encubrir los primeros síntomas del Alzheimer haciendo que esta
enfermedad vaya evolucionando de forma silenciosa sin recibir ningún tipo de tratamiento,
entonces, ¿Cómo distinguir los primeros síntomas del Alzheimer del envejecimiento normal?
Esto es precisamente lo que se ha estudiado desde la Universidad de Oxford (Inglaterra)
y la Universidad de Cape Town (Suráfrica) y los Laboratorios de Investigación Merk (EE.
UU.), cuyos resultados se publicaron en la revista Advances in Alzheimer’s Disease [12].
Para ello diseñaron un estudio para analizar una de las características más evidentes del
Alzheimer, las deficiencias en la memoria, tratando de distinguir entre el decaimiento propio
de la edad de una verdadera afectación por los primeros síntomas del Alzheimer.
En el estudio participaron 91 ancianos con una media superior a los 80 años, de ellos 31
eran sanos, 20 tenían deficiencias en la memoria no asociadas al Alzheimer, y 19 estaban
diagnosticados con Alzheimer.
A todos los participantes se les administraron pruebas psicométricas estandarizadas
Alzheimer’s Disease Assessment Scale-Cognitive subscale (ADAS- Cog), el Cambridge
Automated Neuropsychological Test Battery (C.A.N.T.A.B.); el Paired Associate Learning
(PAL). Además del Functional measures included the Alzheimer’s Disease Cooperative
Study-Activities of Daily Living (A.D.C.S.-A.D.L.) y del Everyday Memory Questionnaire
(EMQ), todas ellas empleadas para analizar distintas habilidades de desempeño personal
en la vida diaria, prestando especial atención a la memoria.
Se encontraron diferencias significativas al comparar entre los grupos con problemas
de memoria, frente al grupo de ancianos sanos, estando más afectados los pacientes con
Alzheimer. Diferencias que se empiezan a observar en el ejecutivo central (aquello que nos
permite hacer planes y ponerlos en marcha), así como en distintas áreas de la memoria
como la memoria semántica (con la que recordamos la denominación de los objetos) o la
visoespacial (que usamos para saber dónde nos encontramos y cómo se llaman las cosas).
Viéndose especialmente afectada la memoria episódica (aquella en la que guardamos
nuestros recuerdos personales y nos ayuda a saber lo que ha sucedido en el pasado),
quedando sin afectar de forma significativa la memoria de trabajo (la que nos sirve a la hora
de realizar una tarea).
El estudio permite una mayor comprensión, sobre qué áreas han de ser exploradas, para
poder detectar los primeros síntomas del Alzheimer, frente a lo que sería un envejecimiento
30
normal e incluso uno donde se tendrían algunas capacidades de la memoria afectadas, y
todo ello empleando cuestionarios estandarizados que ya existen y están disponibles para
los especialistas.
Por lo que un análisis en profundidad de la memoria episódica, relacionada con los
sucesos acontecidos en la vida del paciente, momentos, lugares, personas que conocieron...,
es según el estudio, el mejor índice para detectar tempranamente este deterioro provocado
por los primeros síntomas de la enfermedad del Alzheimer.
Igualmente y siguiendo con esta línea de superar uno de los “problemas” más importantes
a la hora de tratar el Alzheimer que es que suele detectarse “tarde”, esto es, cuando los
signos y síntomas son tan evidentes, que el deterioro cerebral que los produce está muy
avanzado, de ahí la importancia del desarrollo de técnicas de detección temprana, lo que
permite iniciar cuanto antes la intervención terapéutica, la cual todavía no consigue revertir
los efectos de la enfermedad, pero sí ralentizarla e incluso detenerla durante un tiempo.
Las nuevas investigaciones permiten tener esperanza con respecto a éste campo, visto
los resultados alcanzados, en éste artículo se comentarán dos de los avances más recientes:
- El primero viene de la mano de la Universidad Estatal de Ohio (EE.UU.), quienes
han desarrollado una prueba de acceso libre y gratuita denominada Self-Administered
Gerocognitive Examination (SAGE), por la cual cualquier persona puede realizar una serie
de pruebas con las que determinar si existen evidencias de inicio de deterioro cognitivo, lo
que supone un gran avance, en cuanto al acceso libre de las pruebas y porque proporciona
un índice de detección prematura, que te advierte si algo no va bien, y con ello poder ir al
especialista para concretar si se trata de un problema y de ser así, ver si hace falta poner en
marcha un tratamiento específico al respecto.
El test compuesto por 22 preguntas ha sido validado por 1000 voluntarios de
aproximadamente 50 años y dio como resultado la detección de 4 de cada 5 casos con
deterioros cognitivos leves. La prueba que se auto-administra en unos 15 minutos es sin
duda un gran avance, ya que cualquier persona, en cualquier momento puede poner a
prueba sus habilidades cognitivas y comprobar qué tal están.
- El segundo, realizado por la Universidad del Norte de Texas (EE.UU.), publicado en la
revista especializada Dementia and Geriatric Cognitive Disorders [13].
Se trata del desarrollo de un biomarcador, es decir, una prueba analítica por la cual
conocer la presencia de la enfermedad del Alzheimer, a diferencia de otros estudios anteriores
de biomarcadores, éste no trata de correlacionarse directamente con el Alzheimer sino que
lo hace con las pruebas estándares empleadas para la detección de ésta enfermedad, es
decir, otros estudios de biomarcadores, buscan y analizar, signos de marcadores como
sustancias en la sangre, en el volumen cerebral,... que puedan dar indicios de la enfermedad;
en cambio éste estudio, parte de que los instrumentos de detección neuropsicológicos
están suficientemente validados, por lo que ha buscado la correlación entre estos y los
biomarcadores a través de complejos algoritmos.
En éste estudio participaron 197 pacientes con Alzheimer frente al mismo número sin
la enfermedad. Los resultados permiten obtener biomarcadores que correlacionan con
las pruebas neuropsicológicas, de forma que pueden ser sustituidas estas por un “simple
pinchazo”, al modo en que lo hacen los diabéticos, y con esa gota de sangre determinar si
se padece o no Alzheimer.
El estudio trata de “dar un rodeo”, sin entrar a evaluar a los signos de la enfermedad,
simplemente quedándose en que a través de éste sistema de análisis de sangre se
obtienen los mismos resultados que empleando las baterías estandarizadas de las pruebas
neuropsicológicas.
31
Pienso que son dos grandes aportaciones que permiten tener esperanzas de un
diagnóstico temprano, empleando para ello técnicas no invasivas, y que proporcionan
información rápida y fiable, que supera con mucho las pruebas que hasta ahora se tienen
como en el caso de los biomarcadores a través de pruebas genéticas.
Centro de Referencia Estatal del Alzheimer
¿ Cómo se interviene en pacientes con Alzheimer?
El tratamiento de la Enfermedad de Alzheimer comprende terapias de tipo
farmacológico y no farmacológico y debe de ser multidisciplinar para
intentar englobar todos los aspectos a los que afecta la enfermedad
(cognitivo, afectivo-conductual y funcional).
Tratamiento del Alzheimer
Uno de los mayores problemas asociados al Alzheimer, es que se trata de una enfermedad
neurodegenerativa crónica, es decir, si no se hace nada la enfermedad va a ir evolucionando
lentamente, afectando a más funciones y áreas del cerebro.
Es por ello que, a falta de una cura de ésta enfermedad, los científicos se han puesto a
trabajar por detener esa evolución, con lo que poder ofrecer “más tiempo” a la persona, que,
acompañado de una rehabilitación neuropsicológica específica para la enfermedad, puede
ofrecer también mejor calidad de vida.
Los esfuerzos por reducir el avance de la enfermedad se han hecho tanto desde la
farmacología cómo por parte del diseño de intervenciones neuropsicológicas, donde se
trata de enseñar estrategias que compensen las pérdidas provocadas por la enfermedad,
principalmente estrategias de memoria que le permitan al paciente llevar una vida
independiente y lo más normal posible. Una de las dificultades más importantes que hay
con las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, es tener un tratamiento que
ofrezca buenos resultados.
A pesar de los esfuerzos realizados y a expensas de que en un futuro próximo se consiga
algún éxito considerable en este campo, la eficacia de los tratamientos es muy limitada ante
esta enfermedad.
Primeramente, porque la misma suele detectarse en fase ya consolidada, con lo que la
farmacopea diseñada al efecto tiene menor eficacia, que la que cabría si se pudiese detectar
en fases tempranas.
Además, se desconocen factores que sirvan para prevenir la enfermedad, es cierto que
existen datos al respecto, pero no son concluyentes. Todo ello es debido a que todavía no
se tienen claras las causas exactas de su aparición, por lo que no es posible determinar un
índice que sirva para luchar contra ello y por tanto prevenir la enfermedad.
El tratamiento farmacológico está indicado como acompañante de la enfermedad, de
forma que vaya retrasando en la medida de lo posible el avance de esta.
A parte de este tratamiento farmacológico que lucha principalmente a nivel neurológico
en el cerebro, se han mostrado como un método bastante eficaz las terapias conducentes a
la rehabilitación aplicadas en centros especializados por profesionales cualificados.
Estas terapias diseñadas por centros ocupacionales, tratan de revitalizar la
actividad cerebral y de establecer nuevas vías de comunicación dentro de sí, para
32
poder acceder a los recuerdos empleando otras estrategias memorísticas, con los que
vadear el problema.
Con ello se consigue recuperar parte de la memoria que hasta ese momento se había ido
perdiendo por el desuso o simplemente por la falta de atención, pudiendo en las primeras
etapas del tratamiento dar la impresión de que se recuperar la memoria por completo e
incluso se tiene mayor memoria de la que había disfrutado durante los últimos años.
Pero no se trata más que de una estrategia que palía la evolución de la enfermedad, por
lo que habrá que hacer un esfuerzo continuado para que dicha estrategia tenga efectividad
y no se pierda por la falta de uso.
A pesar de los avances actuales en cuanto a tratamiento hoy en día se sigue investigando
tanto desde la psicofarmacología, tratando de lograr la “cura”, como buscando propiciar la
mejor calidad de vida, explorando terapias que no estaban inicialmente pensadas para esta
población, como es el mindfulness, una técnica denominada también de atención plena,
donde se entrena la atención y la concentración mediante ejercicios relativamente fáciles de
aplicar, pero ¿Se puede emplear con éxito mindfulness para el tratamiento de la enfermedad
de Alzheimer?
Esto es lo que trata de averiguarse desde la Universidad de Northwestern (EEUU)
publicado en American Journal of Alzheimer’s Disease & Other Dementias [14].
En el estudio han participado 37 personas entre pacientes diagnosticado con Alzheimer y
sus cuidadores, a todos ellos se les administró un cuestionario antes y después de aplicarles
la técnica de mindfulness durante ocho semanas, de unos 90 minutos en cada sesión. A lo
que se añadía unas “tareas” para realizar de forma individualizada guiado por un CD de 30
a 60 minutos.
Se realizó una evaluación exhaustiva con ocho cuestionarios estandarizados, el primero
de ellos para evaluar la calidad de vida, denominado Quality of Life (QOL-AD); el segundo y
tercero de ellos evalúa el estado de ánimo y en concreto la presencia o no de sintomatología
depresiva con el Geriatric Depression Scale (GDS) y los niveles de ansiedad con el Beck
Anxiety Inventory (BAI); el cuarto evalúa la calidad subjetiva del sueño, denominado
Pittsburg Sleep Quality Inventory (PSQI), la quinta evalúa la capacidad de atención que es
uno de los objetivos de entrenamiento del mindfulness a través de Trail-Making Tests A y B;
y por último se evalúan las diversas capacidades cognitivas mediante el Repeatable Battery
for the Assessment of Neuropsychological Status (RBANS).
Los resultados fueron significativos únicamente en cuanto a una mejor valoración de la
calidad de vida del paciente, una reducción de los síntomas del sueño y una mayor calidad
subjetiva del sueño.
No produciéndose ningún beneficio significativo, a la hora de combatir las dificultades
propias de la enfermedad de Alzheimer que ponen en riesgo la independencia de la persona
a medida que avanza la enfermedad. Según este estudio, la técnica de mindfulness ha
dado resultados positivos pero insuficientes para este tipo de enfermedades, por lo que
se requiere de una aproximación conjunta con otras técnicas neuropsicológicas e incluso
farmacológicas para detener el avance de la enfermedad, de forma que se incremente su
eficacia y que ayude al paciente a mantener el mayor tiempo posible una buena calidad de
vida.
¿Es bueno que el paciente de acuda a los centros de día?
Si se tratase de un envejecimiento normal, las familias están más concienciadas y
preparadas, sabiendo que el anciano requiere de cierto nivel de atención, pero también de
autonomía que le permita salir y relacionarse con otras personas especialmente con gente
de su edad, y esto lo suelen hacer sobre todo en centros de día, preparados y habilitados
33
para ofrecer diversos servicios, con los que entretener y acompañar al mayor, pero también
para entrenarles y tratarles en la medida de los posible para que mantengan el mayor
tiempo posible sus capacidades y habilidades intactas.
Es innegable los beneficios de la socialización e incluso de un poco de ejercicio, aunque
sea de rehabilitación en la salud general de la persona a cualquier edad, pero también en
edades avanzadas, pero ¿Es bueno que el paciente de Alzheimer acuda a los centros de día?
Esto es lo que se trata de averiguar desde el instituto Tecnológico de la Universidad de
Ontario (Canadá) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Journal of
Medical Research [15].
En el estudio participaron 130 personas mayores, de las cuales 57 sufrían la enfermedad
de Alzheimer, no teniendo esta patología los restantes usuarios del centro de día donde se
desarrolla esta investigación.
De los 57 pacientes de Alzheimer, 28 eran usuarios de centros de día, mientras que
los restantes 29 no lo eran A todos los participantes se les administró un cuestionario
estandarizado para evaluar su calidad de vida, a través del Quality of Life (QOL), que se ha
visto útil también para personas que sufren demencia.
No se encontraron diferencias significativas entre los usuarios de los centros de día,
tuviesen o no la enfermedad de Alzheimer. En cambio, se hallaron diferencias significativas,
entre los pacientes que acudían y los que no acudía a los centros de día, siendo
significativamente peor la calidad de vida entre los que no acudían.
¿Los robots son buenos para el tratamiento del Alzheimer?
En los últimos años y gracias al avance y expansión de la tecnología se han desarrollado
programas o apps destinadas a automatizar algunas de las tareas que se realizan con el
neuropsicólogo en la neurorehabilitación.
Igualmente, y desde otras ramas como la ingeniería han tratado de aportar sus avances
en la mejora de la calidad de vida del paciente, como es a través de la robótica, que se
convierten en verdaderos asistentes automatizados que incorporan programas con los que
estimular a los pacientes con la enfermedad de Alzheimer, pero, ¿Los robots son buenos
para el tratamiento del Alzheimer?
Esto es lo que trata de averiguarse desde el Instituto de Rehabilitación de Toronto,
la Universidad de Toronto y la Universidad de Massachussetts Lowell, presentado en el
5th Workshop on Speech and Language Processing for Assistive Technologies (SLPAT) y
publicado en las memorias de dicho congreso [16].
En el estudio participaron 10 personas, 6 mujeres y 4 hombres, mayores de 55 años
diagnosticadas con la enfermedad de Alzheimer.
Los participantes recibieron un robot teleasistido, con una pantalla de plasmar
incorporada, donde aparecían distintos mensajes orientados al tratamiento del Alzheimer,
estos eran pequeñas tareas que debían de desempeñar los pacientes, habituales en la
neurorehabilitación.
Las instrucciones además de leerse en la pantalla eran leídas por el ordenador mediante
un programa text-to-speech (TTS).
Se realizó una evaluación previa y posterior a la implantación del asistente robotizado,
para comprobar sus efectos en uno de los factores afectados por el Alzheimer como es el
lenguaje, en concreto con respecto al reconocimiento de voz. Se observó un incremento
significativo del reconocimiento de voz, tanto en las frases cortas como en las largas,
extraídas tras una entrevista al paciente como a su cuidador.
34
¿hasta qué punto es efectivo el tratamiento del Alzheimer?
Evaluar y aumentar la eficacia del tratamiento del Alzheimer ha sido uno de los temas
más preocupantes por parte de familiares, investigadores y personal sanitario.
Actualmente existe varios tratamientos farmacológicos comúnmente empleados, que
permite al profesional de la salud poder buscar el más adecuado para cada paciente, pero
para llevar a cabo esto, se han descartado la mayoría de los medicamentos diseñados
por la baja eficacia mostrada e incluso por contraproducente por sus consecuencias
hepatotoxicas, es decir, efectos nocivos provocados por la medicina, dañando el cerebro o a
algunas funciones del paciente.
Es indudable que el tratamiento farmacológico es insuficiente, si no se complementa
con la intervención neuropsicológica, en donde se entrena al paciente a mantener activo la
mayor cantidad de habilidades y capacidades cognitivas posibles, y a suplir aquellas que
se han ido perdiendo tanto por el tiempo como por la enfermad, a través del aprendizaje de
nuevas estrategias cognitivas.
A parte de la indudable necesidad de intervenir farmacológicamente, existe cierta
polémica en cuanto a la eficacia de cada medicamento, ya que resultados previos han
determinado que solo son válidos alrededor del 30% de los casos, aunque los profesionales
de la salud que trabajan a diario con estos pacientes, estiman un porcentaje mayor, como
percepción personal, pero ¿Hasta qué punto es efectivo el tratamiento del Alzheimer?
Esto es precisamente lo que ha tratado de responderse desde la Universidad de Toronto,
la Universidad de McMaster, Instituto Cerebral de Ontario, el Centro de Ciencias de la Salud
Sunnybrook, la Unidad de Investigación Neurología Cognitiva L.C. Campbell y la Asociación
canadiense para la recuperación del accidente cerebrovascular (Canadá), publicado en
Alzheimer’s Research & Therapy [17].
De los principales tratamientos de la enfermedad del Alzheimer, los investigadores se
concentraron en analizar el efecto de los medicamentos centrados en la hipótesis colinérgica
durante un período de dos años, descartando para próximas investigaciones los efectos de
los tratamientos basados en la hipótesis del glutamato.
En el estudio participaron 130 pacientes de Alzheimer con unos niveles leves o moderados
de la enfermedad, según evaluación con el cuestionario estandarizado sobre habilidades
cognitivas denominado Mini-Mental Status Examination (MMSE), la mitad de ellos recibían
tratamiento basado en agonistas colinérgicos y la otra mitad no lo recibieron.
Se realizaron tres medidas, la primera al inicio del estudio, la segunda al año y la tercera,
al final de segundo año.
Los resultados indican cómo los efectos significativamente positivos ya se observan desde
el primer año del tratamiento, en las funciones cognitivas globales extraído de la evaluación
a través del cuestionario específico sobre demencia denominado Dementia Rating Scale
(DRS) y el M.M.S.E. y en las funciones visoespaciales evaluado a través del cuestionario
estandarizado la Prueba de la Figura Compleja de Rey-Osterrieth, Rey-Osterreith Complex
Figure Test.
A los dos años del estudio además se observa cómo permanecen aún las capacidades de
atención y de seguimiento de instrucciones verbales y visuales complejas, aspecto que han
perdido los participantes que no han recibido esta medicación
Los autores del estudio afirman que los resultados apoyan indirectamente a la hipótesis
colinérgica en la enfermedad de Alzheimer, debido a que su tratamiento mitiga los efectos
cognitivos negativos de la enfermedad.
35
A pesar del pequeño número de participantes los resultados a través del tiempo son
consistentes con las investigaciones previas, aunque no informa del porcentaje de eficacia
del tratamiento, para saber si se encuentra dentro del 30% esperable o no.
¿es frecuente el uso de opiáceos ante el Alzheimer?
Una de las realidades más desconocidas de los pacientes con Alzheimer es el dolor que
experimentan y que en algunos casos se deben tratar con opiáceos. El dolor sirve como
señal al organismo para indicar que algo no va bien, y que debe poner remedio, pero cuando
el dolor deja de cumplir su función de señal, y pasa a ser parte de la vida del paciente se
convierte en una molestia que ha de ser tratada con opiáceos.
Son muchas las posibles causas del dolor, que está asociado a lesiones y golpes, pero
también a la edad, ya que las articulaciones y músculos se resienten con el paso del tiempo,
esto hace que los ancianos sean especialmente sensibles a padecer dolores, y que se requiera
de una intervención farmacológica para mantener controlado sus efectos, tal y como sucede con
el uso de opiáceos, pero ¿Es frecuente el uso de los opiáceos ante la enfermedad de Alzheimer?
Esto es precisamente lo que se ha tratado de averiguar desde la Universidad de
Copenhague, la Universidad de Aarhus y la Fundación Lundbeck para la iniciativa integrativa
de la investigación psiquiátrica, iPSYCH (Dinamarca) cuyos resultados han sido publicados
en la revista científica Alzheimer’s & Dementia [18].
En el estudio participaron 35.455 pacientes diagnosticados con demencia frente a
870.645 sin demencia, todos ellos mayores de 65 años y residentes en Dinamarca.
En el grupo de los pacientes con demencia se han excluido a 2.318 por haber sido
diagnosticados con demencia antes de los 60 años. Los pacientes se clasificaron en dos
situaciones, viviendo en residencias o en su propio domicilio. Los resultados muestran que
¿existe una vacuna para tratar el Alzheimer?
los pacientes que viven en residencias consumen más frecuentemente opiáceos (41%)
frente a los que viven en su casa (27%), y ambos grupos más que los ancianos de su misma
edad sin demencia (20%).
Los autores además entran a valorar la comorbilidad de la demencia con otras patologías
que pueden ser causa y origen del dolor a estas edades avanzadas como es el padecer cáncer,
osteoporosis, artritis, diabetes, problemas de corazón, de hígado renales o pulmonares,
aunque luego no utilizan estos datos para realizar ningún análisis comparativo con el
padecimiento de demencia, ni con el consumo de opiáceos.
Aunque los autores no entrar a distinguir entre distintos tipos de demencias entre los
que se encuentra la enfermedad de Alzheimer, los resultados son directamente aplicables a
dicha enfermedad ya que sirve para comprender la magnitud del problema de la convivencia
del tratamiento empleado con la administración de opiáceos para el dolor.
Una de las dificultades a la hora de tratar la enfermedad de Alzheimer es determinar “por
dónde empezar” debido a las grandes lesiones neurológicas causadas.
Actualmente existen varias vías de trabajo para el tratamiento de la enfermedad
de Alzheimer, buscando primeramente la detección del avance de esta enfermedad
neurodegenerativa, que le proporcione una mayor cantidad de tiempo al paciente, igualmente
se están probando y desarrollando medicamentos con los que compensar los deterioros de
la enfermedad, con lo que ofrecer una mayor calidad de vida al paciente, reduciendo así la
dependencia que este puede sufrir.
A este respecto, existen distintos medicamentos en función de en qué aspecto del
deterioro se quiere intervenir, ya que los efectos se extienden tanto a nivel neuronal, al verse
36
cómo el tejido neuronal se encoje mostrando los ventrículos de gran tamaño, a la vez que se
produce un muerte neuronal importante, además de la presencia de placas seniles y ovillos
neurofibrilares, como de neurotransmisores, especialmente la acetilcolina, la serotonina
y la norepinefrina, y tiene un efecto directo en la pérdida de capacidades y habilidades
cognitivas y motoras, que empiezan a ser evidentes en el deterioro de la memoria, más allá
del efecto propio de la edad avanzada, pero ¿Existe una vacuna para tratar la enfermedad
de Alzheimer?
Es lo que se intenta averiguar desde la compañía AXON Neuroscience y el Instituto de
Neuroinmunología de Bratislava (República Eslovaca), publicado en la revista científica de
Alzheimer’s Research & Therapy [19].
El estudio realizado en roedores mutados genéticamente modificados para padecer los
mismos efectos del Alzheimer, fueron tratados con AADvac1, una droga experimental que
¿Por qué es tan difícil encontrar la cura del Alzheimer?
combate la proteína tau, responsable de la aparición y acumulación de ovillos
neurofibrilares tan característicos, siendo el objetivo reducir su presencia.
Los resultados muestran un éxito de la vacuna, de una reducción de la presencia de la
proteína tau en un 95% precursores de los ovillos neurofibrilares.
Esta forma de investigación abre las puertas a un nuevo tipo de medicamento, con
efectos muy prometedores, lo que da mayores esperanzas a pacientes y familiares, sobre que
“pronto” la cura será una realidad, por lo menos en lo que se refiere a detener el avance, con
la esperanza futura de que incluso el tratamiento permita la recuperación del tejido dañado,
o que las capacidades perdidas se puedan compensar con el tratamiento neuropsicológico
que suele acompañar al farmacológico.
A diferencia de otros trastornos, en el Alzheimer el desarrollo con medicamentos no ha
sido capaz todavía de encontrar una cura para esta enfermedad.
A pesar de los muchos esfuerzos que se han hecho hasta ahora, y la cantidad de
laboratorios implicados en la búsqueda de la cura de la enfermedad de Alzheimer, todavía
no se ha descubierto un tratamiento que sirva para todos los pacientes. Es cierto que se ha
avanzado mucho en el conocimiento de la enfermedad y de cómo ésta evoluciona.
Gracias al desarrollo de técnicas de neuroimagen se ha podido observar cuáles son las
áreas que primero se afectan, y cómo con el tiempo va extendiéndose al resto del cerebro,
lo que ha servido para centrar la atención precisamente en esas primeras áreas, y en las
conexiones que de estas se desprenden como método de combatir la enfermedad.
Incluso se han alcanzado resultados parciales que han conseguido retrasar el avance de
esta enfermedad neurodegenerativa, pero todavía la cura parece escaparse a los científicos,
pero ¿Por qué es tan difícil encontrar la cura para el Alzheimer?
Esto es precisamente lo que trata de plantear un reciente informe publicado por la
directora del departamento de salud de Inglaterra [20].
En el mismo se analizan los escasos medicamentos actuales y cómo esto se contrapone
con la gran cantidad de nuevos medicamentos testados y desechados en los procesos de
investigación de los laboratorios, que conscientes de la creciente necesidad se afanan por
conseguir la cura para el Alzheimer.
En el estudio se ha recogido información sobre cuáles son las causas de esos “fracasos”
farmacológicos, y el primer problema que se encuentran es la falta de transparencia de esta
industria y la poca información que transciende sobre sus investigaciones.
Así recoge que, según los datos de la Oficina Económica de Salud de los 2.000 estudios
37
con medicamentos realizados, 110 concluyeron precipitadamente, siendo el 54% de los
casos sin explicación.
De los restantes medicamentos que finalizaron su estudio, únicamente 197 se siguieron
investigando, de los cuales el 30% tenía efectos sobre alguno de los síntomas de la enfermedad
y el resto provocaban modificaciones en su avance. Quedando un 74% sin explicación de
por qué no se continuaron.
Lo que deja en evidencia dos cosas, primero la dificultad de encontrar un tratamiento, y
segundo la falta de transparencia sobre aquello que “no ha funcionado”, cuyo conocimiento
facilitaría el avance sobre nuevas líneas de investigación.
Esta tasa de fracaso y abandono es bastante significativa, si se tiene en cuenta la
inversión económica que supone cada uno de estos estudios.
Hay que considerar que el tratamiento en humanos precisa de fases previas con animales,
iniciando los experimentos con ratones, donde se estudian efectos “parecidos” a los de la
enfermedad de Alzheimer en humanos.
Resaltar que el informe se inicia con una revisión de datos sobre los casos estimados de
personas en el mundo afectados por la enfermedad de Alzheimer, elevando la cifra hasta
los 47,5 millones de afectados para el presente año. Igualmente resalta el fuerte impacto
económico que supone la atención en el sistema de salud de los enfermos de Alzheimer, de
más de 604 billones de dólares, lo que supone un 10% del PIB mundial según datos de la
Organización Mundial de la Salud.
Todo lo anterior nos habla de un problema global que precisa igualmente de una solución
global, independiente de los intereses económicos propios de uno u otro laboratorio.
Además, hay que tener en cuenta que, si se focaliza la investigación en retrasar el avance
de la enfermedad, no se consigue en sí una cura, que sería volver a tener las habilidades
cognitivas antes de que apareciese la enfermedad.
Centro de Referencia Estatal del Alzheimer
¿ Existen distintos grados de gravedad en el Alzheimer?
En efecto, aunque la enfermedad es progresiva se establecen varios grados de gravedad. Se
suelen utilizar las escalas de gravedad GDS o CDR.
La demencia leve corresponde a un estadio III o IV en la escala GDS o un estadio de la escala
CDR. Esta primera etapa se caracteriza por olvidos frecuentes, alteraciones de denominación,
labilidad emocional con tendencia a la depresión, desorientación espacial y pérdida del
rendimiento laboral y de las actividades instrumentales avanzadas.
La demencia moderada corresponde a un estadio V de GDS o 2 de CDR. Esta fase se caracteriza
por afectación intensa de la memoria de evocación con un gradiente temporal, y alteraciones de
otras áreas como, lenguaje expresivo y comprensivo, cálculo, capacidades ejecutivas y
comienzan a evidenciarse signos de agnosia y apraxia.
La demencia en fase grave o severa: corresponde a un estadio GDS VI o VII y a un estadio 3 de
CDR. En la tercera etapa el paciente precisa ayuda para todas o la mayoría de las actividades
cotidianas. La alteración cognitiva afecta gravemente a todas las áreas y se pierde el control
esfinteriano evolucionando hacia un estado vegetativo. La muerte suele producirse por una
enfermedad intercurrente
Evolucion Del Alzheimer
Al tratarse de una enfermedad neuro-degenerativa, su evolución va a ir en progresivo
38
deterioro de las funciones cerebrales de la persona, que se reflejará en una pérdida de
habilidades cognitivas e incluso motoras.
En las fases tempranas, la enfermedad es casi imperceptible ya que el deterioro paulatino
de accesos a la memoria no va a ser lo suficientemente importante para preocupar ni al
paciente ni a sus familiares.
De hecho, durante los primeros momentos, tal y como se tenía en consideración
antiguamente se va a achacar esa pérdida o falta de accesos a la memoria como propia de la
edad, en la que ya no se le pide el mismo rendimiento que cuando tenía unos años menos.
Las justificaciones pueden ser diversas, pero todos buscan tapar un posible problema que
de momento no da la cara.
En esta etapa inicial sólo los especialistas pueden descartar que estas pérdidas se deban
a algo más que el paso del tiempo, lo que sin duda será una buena noticia debido a que con
un poco de esfuerzo y dedicación se puede recuperar, realizando los ejercicios adecuados.
Posteriormente, empiezan a producirse interferencias por las crecientes faltas de
destrezas que lo van poniendo cada vez más en evidencia, afectando con el normal desarrollo
de la vida de la persona y empezando a crear conflictos de convivencia.
En la fase avanzada, la independencia que hasta ahora ha podido gozar el paciente se
ve seriamente mermada, pudiendo llegar a una dependencia total para realizar cualquier
actividad.
A pesar de que eran bien conocidas las etapas anteriores, el por qué en unas personas
evolucionaba más rápidamente la enfermedad que en otras era algo que todavía no se había
conseguido contestar por parte de los científicos.
Ya que si se conoce se podrán establecer mejores estrategias que persigan “controlar” los
efectos de los facilitadores del avance, reduciendo así sus consecuencias, algo que sin duda
serviría para el objetivo de ralentizar su avance dando más tiempo de calidad de vida a la
persona afectada por la enfermedad de Alzheimer.
Al menos así lo cree un grupo de científicos de la Universidad de Fundan (China)
junto con el Centro de Investigación Traslacional del Hospital Universitario de Kyoto y la
Fundación para la Innovación y la Investigación Biomédica (Japón) publicado en la revista
Plos One [21].
Un total de 165 pacientes, 108 mujeres y 57 hombres, diagnosticados con Alzheimer
participaron en el estudio a los cuales se les administró el cuestionario estandarizado del
Mini-Mental con el que evaluar el estado cognitivo global del paciente, a los cuales también
se les administró una batería neuropsicológica completa, en donde se evaluaban cinco
dimensiones: memoria, habilidad visoespacial, lenguaje, función ejecutiva y atención.
Además, se tuvieron en cuenta los datos relativos a la edad, género, nivel educativo
e historial médico, especialmente la hipertensión, diabetes, hiperlipidemia (altos niveles
de lípidos en sangre), problemas del corazón (insuficiencia cardíaca congestiva, infarto de
miocardio o angina de pecho), problemas cerebrobasculares, caídas y artritis. Se realizó un
seguimiento del paciente a los dos años y medio de media, desde la primera evaluación para
conocer el progreso de la enfermedad.
Los resultados muestran un deterioro progresivo de la memoria en todos los pacientes,
siendo éste especialmente destacado en la habilidad visoespacial, la función ejecutiva y la
atención. Produciéndose un deterioro más rápido de las funciones cognitivas cuanto antes
aparezca la enfermedad.
Con respecto a las diferencias hombre-mujer, las mujeres mostraron una evolución más
lenta en el deterioro de la memoria que los hombres, algo que señalan los autores del
estudio sin entrar a valorar posibles teorías explicativas sobre ello.
39
Un resultado sorprendente fue el encontrar que aquellas personas que habían tenido
mayores niveles educativos perdían las habilidades visoespaciales más rápidamente frente a
los que tenían un nivel educativo inferior. El tener antecedentes familiares de hipertensión y
de enfermedades vasculares se asocian con un desarrollo más rápido del deterioro cognitivo.
Igual de importante y complementando el estudio anterior, se ha realizado un estudio
conjunto entre la Universidad FIEO y la Escuela Médica Jundiaí (Brasil), publicado en
Advances in Aging Research [22].
El objetivo de este estudio es comprobar qué facultades cognitivas se van perdiendo con
el avance de la enfermedad y a qué velocidad, ya que actualmente se “sobreentiende” que
se van perdiendo facultades, pero sin entrar en describir y entender cómo es este proceso.
Para ello se realizó un estudio longitudinal durante seis años a 51 pacientes mayores de
sesenta años (con media de 76 años), de ambos sexos (72% mujeres), diagnosticados con
la enfermedad de Alzheimer que eran tratados en centros clínicos y gerontológicos de Sao
Paulo (Brasil).
A todos los participantes se les realizó una extensa evaluación de múltiples capacidades
en dos momentos diferentes, la evaluación Cognitiva de Cambridge (CCE), el Mini-Mental
(MMSE), el test de Evaluación de Fluidez Verbal (FV) en sus versiones, animales, frutas
y palabras que empiecen con “m”, el Test de Dibujar Relojes (CDT), el cuestionario de
preferencias de actividades funcionales (QAFP) y la Escala de Depresión Geriátrica (GDS).
Los resultados muestran un deterioro en todas las funciones evaluadas en sólo dos
años, a excepción del Test de Dibujar Relojes (CDT).
Hay que tener en cuenta que todos los participantes fueron tratados con fármacos
durante los dos años del estudio, sin que recibieran ninguno tratamiento neuropsicológico,
por lo que además de mostrar la evolución de la enfermedad de Alzheimer en todos los
ámbitos evaluados.
Los autores dejan constancia de la ineficacia de la farmacología, como único elemento
terapéutico, ya que por sí sola no detiene el avance de la enfermedad, quedando para
próximas investigaciones demostrar la eficacia conjunta del tratamiento farmacológico y
neuropsicológico en éste tipo de pacientes.
Los autores aclaran que únicamente han recibido tratamiento de rivastigmine,
galantamine o donepezil, no habiendo recibido ninguno de ellos memantine.
¿Se puede detener el avance del Alzheimer?
Desde la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón, el Departamento del Centro Médico
de Asuntos de Veteranos y la Universidad de Washington (EEUU) han realizado un estudio
cuyos resultandos han sido publicados en Journal of Alzheimer’s Disease [23]. En este
tratan de conocer si a se puede detener el avance de la enfermedad de Alzheimer.
Participaron 34 pacientes, con edades igual o superior a los 55 años con diagnóstico
de Alzheimer, a los cuales se les separó en tres grupos, observando la evolución de la
enfermedad durante un año.
• Al primer grupo se le administró suplementos de ácido, graso omega-3 proveniente de
concentrado de pescado.
• Al segundo grupo se le administró suplementos de ácido graso omega-3, presente en
el pescado junto con ácido alfa lipoico, presente en el brócoli, las patatas, las coles o
las espinacas.
• El tercer grupo de control, no se le administró sustancia activa alguna, recibiendo
únicamente un placebo, manteniendo el procedimiento de administración de los
40
grupos anteriores, para poder concluir que de producirse algún cambio no es debido
al efecto placebo.
Siendo evaluados al principio y una vez transcurrido un año, a los tres grupos con
diversas pruebas neuropsicológicas para comprobar los efectos provocados.
Los resultados parecen claros al respecto, se produce una reducción en la evolución
del deterioro cognitivo, cuando se incorpora el consumo del ácido graso omega-3, pero éste
enlentecimiento del avance es mayor cuando se combina el omega-3 con ácido alfa lipoico.
El haber incorporado un grupo control donde recibían placebo, garantiza que los efectos
encontrados se deben precisamente al consumo controlado de las sustancias establecidas,
y no a cualquier otro factor no controlado dentro del estudio.
Un resultado esperanzador, pues no sólo corrobora los datos previos de los beneficios
para la salud cerebral del consumo de pescado, del que ya se tenía constancia, de que
reducía el riesgo de padecer Alzheimer, actuando así como un protector del deterioro del
cerebro, sino que ahora se comprueba que su consumo, aun cuando ya está presente la
enfermedad, reduce la evolución de la misma, aunque se produce un efecto superior cuando
el consumo del ácido graso omega-3 es combinado con el consumo de ácido alfa lipoico.
¿Se puede pronosticar quién padecerá Alzheimer?
Una de las mayores dificultades es a la hora de determinar el envejecimiento normal,
frente a los indicios lo que puede desencadenar en una demencia del paciente. En los
últimos años se ha realizado un importante esfuerzo por tratar de discernir entre lo que es
“normal” y no en el envejecimiento, ya que, si se consigue conocer, se pueden establecer
tratamientos específicos orientados a que la evolución de la enfermedad del Alzheimer se
presente de forma más lenta, e incluso detener su evolución en las primeras etapas.
Ya que cuando los efectos de la enfermedad del Alzheimer se hacen palpablemente
diferentes de las del envejecimiento normal, es porque se ha producido un importante
deterioro cognitivo del paciente, aun incluso sin tener un diagnóstico al respecto.
Los olvidos casuales, sobre todo de los acontecimientos recientes definen lo que se
denomina deterioro cognitivo leve, que está presente tanto en las personas de avanza edad
como entre aquellas que van a sufrir la enfermedad del Alzheimer, pero todavía se encuentra
en una fase inicial denominada fase promódica.
Los últimos estudios han observado la presencia de biomarcadores en el cerebro en
esta fase promódica que no se encuentra en el envejecimiento normal, ¿Pueden estos
biomarcadores cerebrales permitir distinguir entre las personas que van a padecer una
demencia en el futuro?
Esto es precisamente lo que trata de averiguarse desde el King’s College de Londres, la
Universidad de Exeter, la Universidad de Oxford, Proteome Sciences plc, EMD Millipore
Corporation, el Centro de Investigaciones Médicas de GlaxoSmithKline (Inglaterra), el
Centro McGill de Estudios de Envejecimiento (Canadá), la Universidad Oriental y el Hospital
Universitario Kuopio (Finlandia), la Universidad de Lodz (Polonia), la Universidad de la
Perugia (Italia), la Universidad Aristotélica (Grecia), la Universidad de Toulouse (Francia),
el Instituto Karolinska (Suecia), el Instituto de Investigación Médica QIMR Berghofer
(Australia), publicado en la revista científica Alzheimer’s & Dementia: The Journal of the
Alzheimer’s Association [24].
En el estudio participaron 1.148 personas, separadas en tres grupos, 475 pacientes
diagnosticados con la enfermedad del Alzheimer, personas diagnosticadas con deterioro
cognitivo leve y a ancianos sin deterioro cognitivo, más allá del propio del envejecimiento.
De todos se analizaban una gran cantidad de proteínas presentes en el cerebro, además
41
de pasar por una prueba de neuroimagen para detectar deterioros estructurales en el
cerebro.
De todas las proteínas plasmáticas analizadas, únicamente 16 resultaron
significativamente presentes en los pacientes con la enfermedad del Alzheimer, que se haya
también en los casos de deterioro cognitivo leve. De todas ellas se estimaron que 10 eran las
proteínas que más potencia tenían a la hora de explicar este deterioro.
Los autores indican los beneficios de establecer que con sólo unos 10 biomarcadores es
posible distinguir entre el envejecimiento normal y el deterioro cognitivo leve, como antesala
de la enfermedad de Alzheimer, e incluso de detectar esta antes de que el deterioro sea tan
importante como para establecer el diagnóstico al respecto.
La enorme participación en el estudio tanto de investigadores y universidades alrededor
del mundo, así como de pacientes, nos permite afirmar que los biomarcadores son
universales.
Centro de Referencia Estatal del Alzheimer
¿ Cuáles son los efectos del Alzheimer?
Como ya se ha dicho, la enfermedad de Alzheimer es una demencia
cortical que produce alteraciones cognitivas (alteración de memoria,
afasia, apraxia y agnosia progresivas) alteraciones funcionales (pérdida
progresiva y finalmente completa de la independencia funcional) y
alteraciones conductuales muy diversas y variables y con frecuencia
graves.
Consecuencias Del Alzheimer
Aunque no nos demos cuenta hasta que no la perdemos, nos estamos moviendo por
el mundo gracias a la memoria. Por ella sabemos lo que tenemos que hacer cada día,
reconocemos los lugares y las persona que nos encontramos por la calle o en el trabajo,
tenemos unas relaciones saludables con los conocidos y sobre todo y más importante
nos podemos identificar a nosotros mismos, como personas diferentes del resto, con una
identidad y personalidad propia.
La pérdida de la memoria va ir afectando a cada uno de los ámbitos comenzando, lo
que va a ir provocando un sufrimiento progresivo, no solo en el paciente que ve cómo cada
vez se va viendo más limitado, sino en las personas de su ambiente, que no entienden las
reacciones propias de la pérdida de memoria.
El que no devuelve el saludo de alguien que hasta hace poco era conocido y con el
que incluso podía haber tenido una amistad más o menos cordial. El no conocer a los
compañeros con los que se ha trabajado, o con los que se viaja, o simplemente se reúne en
algún lugar lúdico.
El olvidar las fechas importantes familiares o incluso empezar a no saber quién es quién
dentro de la familia. Todo ello va a crear un malestar por parte de las terceras personas
que no van a provocar sino un mayor sufrimiento en el paciente, pues se da cuenta de que
está haciendo daño a otros, y no entiende del todo el motivo, pues es algo que ni lo hace
queriendo.
Es por ello que, si no se tiene en cuenta y se cuida mucho, tratando de implicar a las
personas conocidas y familiares en el conocimiento de la enfermedad, el paciente sufrirá
42
un aislamiento progresivo de su medio ambiente, principalmente por incomprensión, lo que
hará que tenga menos estímulos sociales, tan necesario para sobrellevar los momentos de
la enfermedad, con los que se favorecerá un peor pronóstico.
A pesar de que al paciente le cueste a veces reconocer su problema, debido a que va
“rellenando” las lagunas de memoria, formando “falsos recuerdos” y fabulaciones, para dar
cierta coherencia a su propio discurso, llegándose la persona a creerse lo que dice.
Lo que no debe de confundirse con las mentiras, ya que en los pacientes de Alzheimer no
existe una intención de engañar a la otra persona, tergiversando y manipulando la realidad,
simplemente la persona es incapaz de acordarse de los acontecimientos y trata de superar
su situación mediante invenciones que llega incluso a creerse.
Existen varios tipos de memoria, cada una de las cuales va a irse viendo afectada poco a
poco por la enfermedad, con lo que sus consecuencias externas vanan a pasar de provocar
sospechas en los familiares de que algo no funciona, a ser evidencias innegables hasta llegar
a la dependencia absoluta para cualquier actividad.
• La memoria episódica, así denominada a aquella que utilizamos para almacenar y
recuperar información de acontecimientos, que han ocurrido en el pasado, es decir,
episodios de nuestra propia historia.
• La memoria operativa, es la que nos permite realizar actividades simples o que
requieren cierto seguimiento de tareas sucesivas, como por ejemplo vestirse.
Todo ello ejemplifica cómo la memoria va más allá de lo que normalmente se considera,
que es guardar datos, fechas u acontecimientos.
¿cómo afectan los disgusto a los más ancianos?
Un aspecto un poco olvidado desde el ámbito de la investigación en con respecto a la
vivencia emocional de los pacientes con Alzheimer, centrados los esfuerzos en descubrir
nuevos tratamientos más eficaces, a veces se pasa por algo que lo importante es la persona,
y sobre todo el mundo emocional en el que todos estamos inmersos.
Los ancianos han tenido muchas experiencias positivas y negativas en la vida, pero eso
no quita que sean sensibles a los disgustos.
A medida que vamos viviendo vamos teniendo más experiencias, lo que nos permite saber
cómo afrontar las situaciones que van surgiendo, sean estas positivas o negativas. Eso hace
que al conocer cómo actuar ante estas circunstancias, las emociones que se generan nos
afecten menos, al menos así se ha estado creyendo durante mucho tiempo.
Paralelamente se han desarrollado investigaciones que analizan la influencia de las
emociones en la salud, así una emoción “fuerte” o impactante, puede causar desajustes
temporales en la persona, la cual con el tiempo se recupera de la “impresión”.
Pero estas investigaciones se han centrado principalmente en las emociones positivas,
tratando de conocer, para luego potenciar cuáles son las condiciones más propicias para
las emociones positivas a determinadas edades, especialmente sensibles a lo que se conoce
como “tercera edad” e incluso la “cuarta edad” para los más longevos.
Luego uniendo ambas corrientes de investigación y yendo un poco más allá, sobre
todo con las emociones negativas, aquellas que provocan un mayor impacto por su carga
emocional desagradable, todavía queda por saber ¿Cómo afectan los disgustos a los más
ancianos?
Esto es precisamente lo que trata de confirmarse desde la Universidad de Carnegie
Mellon (EEUU) publicado en la revista científica Health Psychology [25].
43
En el estudio participaron 6.817 mayores de 50 años, provenientes de un estudio
longitudinal previo denominado Health and Retirement Study (HRS) realizado durante el
2006 al 2010.
A todos ellos se les administraron diversos cuestionarios estandarizados sociodemográfico;
su salud, el número y gravedad de los casos en los que recibían disgustos, según proviniesen
de su pareja, hijos, otros familiares o amigos; y su estado de ánimo, añadido a los cual se
le tomó la presión sanguínea.
Estos resultados fueron comparados con los estándares esperables en función de su
edad y condición sociodemográfica, previamente establecido, se excluyeron del estudio
aquellos que mostraban hipertensión basal y a los que se les administraban medicamentos
para controlar su tensión.
Los resultados indican que lejos de proteger la edad frente a los disgustos, a medida que
nos hacemos mayores somos cada vez más sensibles a las emociones negativas, al menos
así lo entienden los investigadores al encontrar que en cuatro años de estudio un 29% de
los participantes habían desarrollado hipertensión, relacionada en un 38% con las vivencias
emocionales negativas.
Esta relación se da con mayor intensidad en mujeres entre los 50 a 65 años, y provienen
principalmente de la familia y de las amistades.
A pesar de que los resultados parecen claros, todavía hay un 62% de casos de hipertensión
no explicados por las emociones negativas de los disgustos.
Igualmente, las diferencias hombre mujer, han sido señaladas pero no explicadas
adecuadamente sobre cuál puede ser su origen; si se trata de algo biológico, por la experiencia
vital o por otros factores que “protejan” la tensión del hombre frente a estos disgustos y que
en cambio a la mujer le afecta de forma tan negativa, que le hace perder la salud.
Una vez conocido cómo van cambiando los sentimientos y emociones en los ancianos,
podemos abordar cómo varían estos en los pacientes con la enfermedad de Alzheimer:
A medida que vaya avanzando la enfermedad, va a ir cambiando poco a poco la persona,
tanto en su carácter, como en su forma de pensar y de relacionarse. Esto se debe a varios
factores, el primero de ellos, es consecuencia directa de su enfermedad, pues somos como
somos, por nuestras experiencias vitales que nos han marcado durante la vida, hechos
y acontecimientos que tenemos muy presentes cada día y que nos hacen ser, pensar y
expresarnos como lo hacemos, pero cuando estas experiencias del pasado se van olvidando,
mucha de nuestra forma de ser va perdiendo sentido y diluyéndose como si el paciente
hubiese perdido sus rasgos más definitorios.
Al contrario de lo que cabría pensar, la persona que sufre esta enfermedad va a verse
sometida a múltiples cambios de humor a lo largo del proceso, sobre todo dado por la
frustración de ver cómo poco a poco va perdiendo el control de su vida y sobre todo de sí
mismo, la incapacidad para recuperar los recuerdos a voluntad y de lograr tener una vida
aceptable.
Igualmente, este enfado puede ser reflejo del aislamiento que va sufriendo, por parte
de compañeros y amigos e incluso de la propia familia, que para que no les moleste van
dejando un poco de lado al paciente.
Todo ello va a ir unido a los momentos de claridad de consciencia en los que se da cuenta
del sufrimiento que provoca en la familia y del cual no sólo no quiere ser responsable, sino
que además se siente mal por ello, lo que acrecienta su sentimiento de impotencia.
Además, y según la edad del paciente, los sentimientos van a ser experimentados de
forma diferente, pues lo que se pierde, cuando uno está más próximo a su final, es tanto o
más importante que cuando está a la mitad de su vida.
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A diferencia de otras enfermedades, en que se pone en riesgo la salud física, en que
esta se puede ver mermada, cuando se trata de la salud psicología, quien más lo sufre es
precisamente quien más experiencia vital ha tenido, pues se da cuenta de tanto y tanto que
va perdiendo.
¿cómo se determina si tener un cuidador profesional?
En el ámbito estrictamente del cuidado del paciente hay que tener en cuenta que a
medida que se vayan perdiendo facultades, debido al avance de la enfermedad, la persona
va a ser cada vez más dependiente, precisando por ello de alguien que le atienda en lo que
necesite.
En muchos casos, el cuidado suele suplirse con lo que se denomina como cuidador
informal, en contraposición al cuidador formal. El segundo suele ser una persona titulada,
preparada específicamente para esta labor, mientras que el primero suele ser un familiar
cercano, que se hace cargo del cuidado del enfermo.
La demencia, entre las que se encuentra el Alzheimer, es una enfermedad neurodegenerativa
irreversible, por la cual se pierden funciones cognitivas y musculoesqueléticos que se puede
producir tanto en jóvenes como en mayores. Aunque a veces se puede llegar confundir por
parte de los familiares con un proceso “natural” de envejecimiento y, por ende, de pérdida
de funciones y capacidades siguiendo una pendiente decreciente a partir de la madurez.
Ésta enfermedad puede surgir por la presencia de otra previa, como la enfermedad de
Huntington, Esclerosis Múltiple, Parkinson, o bien provocadas por lesiones craneales,
tumores cerebrales o por un consumo excesivo de alcohol. Sea cual sea su origen, al ser
un proceso degenerativo irreversible, los familiares se plantean, cómo atender al paciente,
ya sea con ayuda profesional, o en lo que se ha llegado a denominar el cuidado informal,
esto es, una persona o varias que se turnen, se hacen cargo del cuidado y atención del
paciente, normalmente a expensas de “sus propias vidas”, esto es, renunciando a buena
parte de su actividad social y por supuesto laboral, por un cuidado “intensivo” del paciente
con demencia.
Si hasta ahora se entendía que la decisión del cuidador profesional o informal, era más
bien una cuestión económica, en el que la familia tras “echar cuentas” decidía si podía
pagar los gastos que un cuidador profesional requiere, ya sea al ingresarlo en un centro
especializado, o con personal externo cualificado que le cuide.
Un estudio realizado conjuntamente por el Centro Científico de Salud Texas A&M y
Universidad Estatal de Washington (EEUU) publicado en el International Journal of Social
Science Studies [26] analiza si la cuestión económica es determinante.
En el estudio participaron 270 familiares con pacientes diagnosticados con demencia de
una base de datos de 1.770 pacientes de edades de 70 o más años provenientes de la base
de datos de ADAMS.
Los resultados informan que las personas casadas tienden a cuidar a sus parejas
independientemente de otras cuestiones como las económicas o demográficas.
Con respecto a la demografía, los hispanos y los “blancos” son los que más hacen uso
del cuidador formal. Un resultado sorprendente es que las cuestiones económicas tienen
menos peso del esperado, no resultando significativo a la hora de tomar la decisión entre el
cuidado formal y el informal, depende más del altruismo del familiar que se va a hacer cargo
del cuidado informal del paciente con demencia.
Todo lo anterior, no hace sino dejar constancia del incremento de la atención informal
por parte de familiares, sobre todo cuando existe un vínculo de matrimonio entre paciente y
cuidador, así como cuando el cuidador exhibe altos niveles de altruismo.
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El estudio cuestiona que ésta tendencia al cuidado del paciente con demencia, tan
propia de nuestra cultura, sea adecuada y sobre todo eficaz en comparación con el cuidado
profesional.
Lo que deja en evidencia la necesidad de formar a los cuidadores, para que éstos, ya
sea por una razón de cariño, altruismo o económica, puedan atender a su familiar en
condiciones, sin que suponga una pérdida de atención en comparación con la que podría
proporcionar un profesional.
De ahí la conveniencia y la necesidad de realizar cursos de formación específica para
familiares, tanto para el cuidado del paciente con demencia, como para su propio cuidado,
es decir, cursos de “cuidar al cuidador”, ya que se ha observado cómo el cuidado a largo
plazo, conlleva una merma en la salud del cuidador, acompañado de cierto aislamiento
social, que al final deriva en una peor calidad asistencial que proporciona al paciente con
demencia. Pero también los cuidadores de pacientes de Alzhéimer pueden sufrir efectos
negativos debidos a su labor. En los últimos años la sociedad se ha dado cuenta, que
cuidar al cuidador del Alzheimer es fundamental para ofrecer una mayor calidad de vida al
paciente.
Si ya de por sí, la labor de cuidado y atención de un paciente es una tarea que puede
llegar a ser agotadora, cuando se cuida a una persona con Alzheimer lo es mucho más, y
si a eso se le añade que es un familiar, la carga emocional puede llegar a ser enorme. Si
al agotamiento se le une la preocupación, va a llevar al cuidador a una situación de estrés
continuado, que va a traer consigo problemas para conciliar el sueño, alteraciones en el
peso, fatiga e irritabilidad entre otras, y que a medio y largo plazo va a facilitar la aparición
de enfermedades psicosomáticas.
Una de las mayores dificultades a las que se enfrenta un cuidador suele ser su propia
falta de cuidado, con tendencia a desatenderse socialmente y hasta personalmente, por
dedicar todas las horas a estar con el familiar que padece Alzheimer.
A diferencia del cuidador profesional, que cuando acaba su jornada de trabajo, se va
“tranquilamente” a su casa, cuando se trata de atender a un familiar enfermo no se da esa
“desconexión”. Además de la propia preocupación por el paciente, el resto de familiares le
presionan para que “no le pierda de vista”, en vez de ellos animarle para que se despeje, y
poder así ofrecer una mejor atención.
El cuidador no profesional, además le queda el pesar constante de no saber si aquello que
hace sirve para algo, conociendo que el Alzheimer es una enfermedad que va progresivamente
deteriorando la salud física y mental del familiar.
De ahí que, en los últimos años, se estén creando programas para cuidar al cuidador del
Alzheimer, con la invención de informar y formar a los cuidadores sobre cómo realizar su
labor sin poner en riesgo su propia salud.
En un estudio llevado a cabo por el Hospital de Bohars y el Centro Jean-Marie Léger,
(Francia) publicado en la revista científica Open Journal of Psychiatry [27] se informa del
incremento de los casos debidos a cuestiones emocionales, como trastornos de depresión
mayor, o trastornos de ansiedad, entre otros, pero también se producen casos de “aislamiento
social” con pérdida de amistades, lo que va a dificultar, si cabe, que el cuidador tenga una
“vía de escape”.
Además de lo anterior, y es algo en lo que escasamente se trabaja desde las asociaciones
de apoyo al cuidador, es preciso “reeducar” tanto al cuidador como a sus familiares sobre el
sentimiento de culpa, ya que es este el que va a generar grandes tensiones familiares y en
definitiva va a impedir que el cuidador se desconecte temporalmente de la labor de cuidar
del paciente con Alzheimer.
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La culpa “auto impuesta”, recordada constantemente por sus familiares, va a llevar al
cuidador a no tener “tiempo libre” y si en algún momento lo tiene, sentirse mal por ello. De
ahí que los nuevos estudios estén concediendo gran importancia a la calidad más que a la
cantidad de la asistencia que recibe un paciente con Alzheimer, donde progresivamente va
a ir sufriendo el deterioro de sus habilidades. cognitivas y físicas.
Ejercicios al aire y al sol, son lo mínimo que se recomienda, además de caminar; es decir’
no hay que perder de vista la salud del cuidador, permitiendo que tenga sus momentos de
esparcimiento, para practicar un hobby o salir con las amistades, todo lo cual no solo no va
a tener ningún efecto negativo sobre el paciente, sino todo lo contrario, ya que el cuidador
se sentirá renovado en sus fuerzas y asumirá su labor con mayor entereza.
¿se puede mejorar el Alzheimer interviniendo en el cuidador?
Uno de los problemas asociados al Alzheimer es que se trata de una enfermedad
neurodegenerativa, con lo que con el tiempo la persona va perdiendo facultades. Una
situación que aparte del sufrimiento que entraña para el propio paciente y sus familiares,
también lo tienen que sobrellevar los cuidadores, ya que sus labores día a día se van
haciendo cada vez más complejas, ya que el paciente de Alzheimer va siendo cada vez más
dependiente.
En muchas ocasiones se trata de un cuidador informal, es decir, un miembro de la
familia el que se encarga del cuidado del paciente, el cual además de las emociones que le
provoca por su afinidad, tiene un plus añadido de presión en cuanto a que no está formado
y preparado para ello.
Más o menos todos nos vemos capaces de atender a un crío recién nacido, o de atender a
un anciano en los cuidados más generales, pero esto no es suficiente cuando se trata de una
persona enferma y de ahí la necesidad de que estos cuidadores informales se profesionalicen
o por lo menos acudan a asociaciones y organizaciones que le puedan ofrecer el apoyo
profesional necesario con lo que suplir sus carencias, con la idea de que pueda ofrecer la
mayor calidad asistencial posible al enfermo de Alzheimer.
De hecho el conocimiento sobre la enfermedad y su avance no va a ser el único criterio
que va a afectar en la calidad del cuidado, sino también la propia salud física y psicológica
del cuidador, ya que si este se ve resentido por alguna enfermedad, también lo hará el
cuidado que pueda ofrecer, de ahí que en los últimos años se esté empezando a prestar
mayor atención al cuidador, sobre todo desde las distintas instituciones públicas y privadas,
que organizan actos tanto de concienciación como de convivencia entre los cuidadores,
tanto en cuanto a información se refiere, como a la hora de ofrecerle ayuda y consuelo
emocional, con lo que poder “recargar las pilas” para poder hacer bien su trabajo, pero ¿Se
puede mejorar el Alzheimer interviniendo en el cuidador?
Esto es precisamente lo que trata de investigar desde la Escuela de Salud Pública y la
Escuela de Medicina de la Universidad de Drexel, la Escuela de Enfermería Johns Hopkins y
la Universidad Case Western Reserve (EE.UU.) publicado en la revista científica International
Journal of Alzheimer’s Disease [28].
Los investigadores han probado un programa de entrenamiento a cuidadores para
comprobar si tiene efectos en sí mismos y en los pacientes de Alzheimer que atienden,
todo ello evaluado en tres momentos, al inicio del estudio, tras seis meses (momento de
finalización de la intervención) y tras otros seis meses desde el final del entrenamiento.
En el estudio participaron 102 familias, 50 donde los cuidadores recibirían un determinado
entrenamiento y 52 donde no recibirían nada, grupo control. Entre los requisitos para poder
participar en el estudio se encontraba, que dedicasen más de ocho horas semanales al
cuidado del paciente de Alzheimer, y que ellos mismos no sufriesen ninguna psicopatología,
47
evaluado a través de un cuestionario estandarizado denominado Short Portable Mental
Status Questionnaire. Igualmente se comprobó que el paciente de Alzheimer no estuviese
sufriendo a la vez otras psicopatologías que complicasen el diagnóstico, ni que se presentase
junto con otras demencias.
A todos los participantes se les evaluó su nivel del ansiedad a través del The StateTrait Anxiety Inventory, A-State (STAI), su nivel de depresión con Center for Epidemiologic
Studies Depression Scale (CESD), su inventiva para resolver problemas con Self-Control
Scale (SCS), su preparación como cuidador con Preparedness for Caregiving Scale, el papel
de la familia en el cuidado con Family Role Reward Scale (FRRS), la tensión familiar por el
cuidado del paciente con Caregiver Role Strain, la cualidad del cuidado con Mutuality Scale
(MS), y los problemas conductuales a través de Revised Memory and Behavior Problem
Checklist (RMBPC). Se realizó en el grupo experimental una intervención con sesiones de
dos horas semanales, durante seis meses, donde se le entrenó al cuidador en el manejo de
las propias emociones.
Igualmente se realizó un entrenamiento para conocer mejor la enfermedad de Alzheimer
y cómo tenía que enfrentarse a cada una de las situaciones que le van a ir surgiendo con
el tiempo.
Tras el entrenamiento se le volvió a evaluar, para comprobar si se han producido cambios.
Igualmente, se le evaluó a los seis meses de acabar el programa para ver si los cambios eran
duraderos en el tiempo.
Los resultados indican tras los seis meses de entrenamiento, una mejoría significativa
en cuanto a inventiva del cuidador, con un incremento significativo en cuanto a su nivel de
ansiedad comparado con el grupo control.
A los seis meses después del entrenamiento, se cambiaron las tornas, mostrando ahora
mayores niveles de ansiedad los cuidadores del grupo control frente a los entrenados,
aunque la diferencia no resultó significativa, mostrando estos últimos niveles significativos
más elevados de preparación e inventiva para la resolución de problemas en el cuidado del
paciente con Alzheimer.
En cuanto a la valoración cualitativa los familiares de los participantes daban cuenta de
una mejora en la calidad del trato al paciente gracias al programa de entrenamiento.
Los resultados dejan comprobar efectos deseables de la intervención sobre los cuidadores
que van a repercutir, tanto sobre su propia vida emocional, como sobre la calidad asistencial
que va a poder ofrecer al paciente enfermo de Alzheimer.
¿qué influencia tiene el maltrato en el Alzheimer?
Uno de los principales problemas que se da entre los mayores es que en ocasiones puede
sufrir maltratos, ya sean verbales o físicos. Una situación que tiene escasa repercusión
en los medios de comunicación, salvo excepciones dado la gravedad del caso, o cuando se
abandona al anciano en una gasolinera o un hospital, para no hacerse cargo del mismo.
Un maltrato del que todavía existe poca conciencia social, a diferencia del maltrato de
género o del maltrato al menor, pero que es tanto o más grave que cualquiera de los dos
anteriores, ya que se produce sobre una población indefensa, debilitada por el paso del
tiempo y que en muchos casos sufre alguna enfermedad. Este maltrato sobre los ancianos,
suele provenir tanto desde el círculo más próximo de la familia, como desde los cuidadores
cuando los atienden.
La forma de expresarse este maltrato puede ser tanto verbal, a través de insultos,
amenazas, o menosprecio, o física ya sea mediante agresión directa o impidiendo que el
anciano realice alguna actividad, como por ejemplo salir a la calle. Que se conozca, todavía
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no existe un perfil claro del agresor, ni los “motivos” que le impulsan a maltratar al anciano,
ya puedan provenir estos de problemas sociales, familiares o económicos.
Las consecuencias de dicho maltrato son igual o más graves que las del maltrato de
género o del menor, ya que en estos dos existe tiempo para “recuperarse” e incluso poder
llevar una vida normalizada con posterioridad, pero los ancianos no tienen ese tiempo.
El maltrato ya sea físico o verbal, va a tener importantes efectos tanto a nivel psicológico
en el estado de ánimo de la persona y en su autoestima, como a nivel físico, tanto por las
consecuencias de la agresión, como por que se ve afectado el sistema inmunitario con una
reducción de las defensas y como consecuencia con una peor salud.
A ello hay que unir un clima de tensión, ansiedad e incluso temor que desarrolla el
anciano, cuando debe de convivir con su maltratador, sin saber cuándo volverá a agredirle,
o si esta vez lo hará con una mayor gravedad.
Pero cuando este maltrato lo viven ancianos que ya están sufriendo alguna enfermedad,
la situación es más grave, ya que va a ir en detrimento de la recuperación de su enfermedad
y en el agravamiento de su sintomatología.
Una de las enfermedades más graves que pueden sufrir los ancianos es el del Alzheimer,
tanto por sus consecuencias cognitivas como de calidad de vida del paciente, pero ¿Qué
influencia tiene el maltrato en el Alzheimer?
Esto es precisamente lo que trata de investigarse desde la Universidad de Florida del
Sur, la Universidad Estatal del Sur de Connecticut (EEUU) publicado en la revista científica
Aging Science [29].
Los datos que se analizan en este estudio se extrajeron de uno mayor denominado
Aggression and Violence in Community Based Alzheimer’s families grant (AV_CAD), en
el que participaban más de 6.000 personas. De los participantes se hizo una primera
criba atendiendo a los siguientes criterios: ser mayor de 60 años, estar diagnosticado con
Alzheimer siguiendo los criterios NINCDS/ADRD al menos tres años antes del estudio, tener
un nivel de normal de habilidades cognitivas según el Folstein Mini Mental Status Exam
(MMSE).
Con lo que al final se registraron las respuestas de 254 cuidadores y 76 pacientes
diagnosticados con Alzheimer.
A todos ellos se les administró un cuestionario estandarizado sobre la resolución de
la conflictividad intrafamiliar denominado Conflict Tactic Scale (CTS), que evalúa tres
estrategias de resolución de conflictos intrafamiliares, el razonamiento, la agresión verbal
y la física.
Los resultados indican que el razonamiento es el medio más habitual de resolución de
conflictos tanto por parte de cuidadores como de los propios pacientes con el 91,4% y 89%,
situación que se reduce en el último año de la enfermedad, pasando al 66,3% y al 45,3%
respectivamente.
Lo que muestra que el avance de la enfermedad va a tener una influencia directa en el
deterioro del uso del razonamiento como vía de solución de conflictos.
En cambio, en el último año de estudio se elevaron los niveles de resolución mediante
agresión verbal hasta el 59,3% y 68,7% respectivamente; siendo en menor medida, aunque
no por ello menos preocupante la agresión física, en un 16,8% y un 24,2% respectivamente.
Los datos no dejan lugar a dudas de la preocupante situación que sufren los enfermos
de Alzheimer, en cuanto que son receptores de maltrato por parte de sus cuidadores y
familiares.
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Destacar que parece existir un círculo vicioso de violencia que se instaura a medida que
la enfermedad avanza, ya que los niveles de agresividad verbal y física han aumentado desde
los cuidadores hacia el anciano, pero en mayor medida desde este hacia sus cuidadores y
familiares, tanto verbal como físicamente.
El estudio a pesar de ser claro en sus resultados no entra a valorar las motivaciones que
pueden estar detrás de este cambio de tendencia hacia la violencia.
Centro de Referencia Estatal del Alzheimer
¿ Es posible prevenir el Alzheimer?
Actualmente solo es posible actuar sobre algunos factores de riesgo
vinculados con la aparición de la enfermedad, fundamentalmente los
factores de riesgo cardiovascular. Hay estudios que han demostrado el
beneficio del ejercicio físico, de la dieta cardiosaludable (en particular de la
dieta mediterránea) y del mantenimiento de la actividad intelectual y de las
relaciones sociales.
Prevención del Alzheimer
Dormir ocho horas es fundamental para nuestra salud cerebral, pero ¿Puede la falta de
sueño ser un factor de riesgo que propicie la aparición del Alzheimer?
El sueño es una actividad fundamental para nuestro cerebro, ya que es cuando se van
creando y “archivando” las huellas de memoria de lo aprendido durante el día.
Los experimentos clásicos sobre de privación del sueño, muestran los devastadores
efectos sobre la atención, el rendimiento y otras funciones cognitivas como el aprendizaje,
incluso pudiendo poner en riesgo la salud mental de la persona, la cual después de días sin
dormir se muestra cansada, agotada, pero también irritable, con momentos de euforia, con
pensamientos paranoicos, pudiendo sufrir episodios psicóticos, y todo ello por no dormir bien.
Se dice que, una vez superada la infancia, en que existe una mayor cantidad de horas
de sueño que de vigila, el organismo invierte esa proporción, necesitando alrededor de ocho
horas diarias de sueño el resto de su vida. Aunque a veces la administración del tiempo
no es continuada, pudiéndose producir pérdidas y acumulaciones de sueño durante un
tiempo, que luego se recuperan, por ejemplo, en las “guardias” de algunos trabajos, en que
alargan la jornada laboral, o cuando los jóvenes trasnochan ya sea por motivos académicos
o por diversión, que luego recuperan ese sueño “acumulado” con un largo descanso.
Igualmente, y de forma natural, en la tercera edad se suele producir una división del
tiempo de sueño, en vez de dormir las ocho horas seguidas, se suele despertar después
de las cinco primeras horas de sueño, para pasado unas horas, completar las tres horas
restantes.
Pero en la tercera edad, se suele tender a dejar un poco de lado las buenas costumbres,
si no se le indica con algo da insistencia, así es frecuente que puedan sufrir mayores casos
de deshidratación sobre todo en invierno, ya que no mantienen una rutina de beber una
cantidad de agua diaria, y en cambio lo dejan para cuando tienen sed o “se acuerdan”; pues
bien, lo mismo suele suceder con el sueño, que a veces se “desregulan”, no durmiendo las
ocho horas diarias, sino que lo hacen cuando se sienten cansados, sin darse cuenta de
que el sueño es fundamental para el correcto funcionamiento del cerebro, incluso en las
personas mayores.
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Así al menos lo afirma un estudio de la Universidad de Washington publicado en la
revista Nature Reviews Neurology que relaciona la falta de sueño con la presencia de una
sustancia en el cerebro denominada péptido, cuya acumulación, además, es uno de los
factores de riesgo de la aparición del Alzheimer [30].
El estudio analiza la relación existente entre el péptido Beta-amiloide, la falta de sueño y la
aparición del Alzheimer, concluyendo que existe una relación directa entre una insuficiente
cantidad y calidad del sueño, con una mayor aparición de éste aminoácido; existiendo una
relación directa entre la acumulación en el cerebro de éste péptido, con un peor desempeño
cognitivo mostrando síntomas que se podrían clasificar como los propios de las primeras
fases de la demencia.
Dado ambas relaciones se establece una nueva, por la cual la falta de sueño, en cantidad
y calidad, puede ser un factor de riesgo que desencadenaría en la aparición del Alzheimer.
Esta desregulación del sueño, podría explicar por tanto los trastornos del sueño que suele
acompañar a los pacientes de Alzheimer, no siendo tanto una consecuencia como hasta ahora
se creía, si no precisamente una causa de dicha enfermedad y de su posterior agravamiento.
Centro de Referencia Estatal del Alzheimer
¿ Existe un mayor número de casos de Alzheimer en los últimos
años? Y de ser así ¿ Por qué cree que es debido?
En efecto, el número de casos de enfermedad de Alzheimer es cada vez
mayor, lo que se debe a que el mayor factor de riesgo para la enfermedad
es la edad, y la población está cada vez más envejecida.
Extensión del Alzheimer
Uno de los problemas principales que tienen actualmente algunos de los gobiernos de
los países desarrollados es a la hora de hacer frente el tema de la enfermedad de Alzheimer
es que siempre lo hacen de forma paliativa, poniendo los medios para solucionar, cuando la
enfermedad está avanzada y los pacientes muestran evidentes deterioros cognitivos que le
han llevado a la consulta, para conseguir establecer un diagnóstico claro al respecto.
Un proceso que desde que se empiezan a mostrar los primeros síntomas de la enfermedad
mediante los cambios de humor y las pérdidas progresivas de memoria, hace que el
diagnóstico se pueda llegar a retrasar incluso años. Máxime cuando la enfermedad se suele
experimentar a una edad avanzada, lo que dificulta en muchos casos discernir entre lo que
es un decaimiento de las capacidades cognitivas propias de la edad, del deterioro causado
por el Alzheimer en sus primeras etapas.
Cuando la enfermedad avanza cada vez van siendo más evidente sus efectos, por
el progresivo deterioro de capacidades y habilidades del paciente y el aumento de la
dependencia del mismo. Pero para este momento, ya han pasado años en que se podría
estar interviniendo para tratar de detener el avance de la misma, a falta de un desarrollo
científico que consiga revertir los efectos de la enfermedad.
Es por ello que se han realizado muchos esfuerzos para poder establecer el diagnóstico
temprano del Alzheimer, empleando distintos instrumentos, como evaluaciones
neuropsicológicas o biomarcadores.
51
Pero igualmente estos sólo se pueden aplicar a los pacientes que acuden a consulta,
porque tienen sospechas de que algo les sucede, y que no responden como antes, lo que
excluye a una gran mayoría de recibir una detección a tiempo, con lo que la enfermedad
va a continuar de forma silenciosa, hasta que se encuentre en fases avanzadas, donde el
deterioro originado ya es demasiado evidente incluso para la persona.
Desde distintas sociedades científicas y asociaciones de pacientes, se trabaja por la
concienciación sobre la enfermedad, pero todavía falta que se establezcan planes preventivos,
tal y como se hace ante otras patologías, como el cáncer de mama, donde se recomienda a
toda la población femenina, realizarse un chequeo anual a partir de una determinada edad.
Pero para poder establecer un plan así, incorporando las técnicas de diagnóstico
temprano, primeramente, hay que aclarar a qué porcentaje de la población afectada, y
establecer la edad a partir de la cual sería conveniente realizarse un chequeo anual, pero
¿Es posible calcular la incidencia del Alzheimer?
Esto es precisamente lo que trata de estudiarse desde el Hospital Alto Deba, el Hospital
Donostia y la Fundación CITA-Alzheimer Fundazioa (España) cuyos resultados han sido
publicados en la revista científica Alzheimer’s Research & Therapy [31].
En este caso el estudio es un modelo matemático que permita realizar predicciones al
respecto, por lo que no se ha trabajado directamente con pacientes, si no con los datos
recogidos de macro estadísticas anteriores.
Este modelo contempla tres variables principales, para determinar la incidencia
del Alzheimer en la población general, la primera de ella es la edad de aparición de la
enfermedad, la segunda tiempo desde que surja la enfermedad hasta que se muestran
síntomas evidentes, y el tercero, tiempo de vida del paciente. Los resultados en la población
española muestran que desde la edad de inicio de la enfermedad que suele ser entre los 40
a 60 años, esta tarda en expresarse una media de 22 años. Viéndose afectado un 35,9% de
la población por esta enfermedad a partir de los 60 años.
A pesar de lo cual, los resultados indican claramente que a partir de los 60 sería
conveniente realizarse unos análisis preventivos, para determinar si se sufren los primeros
síntomas de la enfermedad de Alzheimer, ya que la incidencia poblacional es del 33%,
siendo imprescindible a partir de los 65 que asciende hasta el 44.5%.
Estos datos permiten conocer la incidencia del Alzheimer en la población, a la vez
que establecer planes de diagnóstico precoz, que ayuden a detectar prematuramente la
enfermedad y poner en marcha el tratamiento preceptivo, que puede incluir farmacología
para detener el avance de la enfermedad, y en todo caso, intervención neuropsicológica con
la que desarrollar estrategias y habilidades con las que compensar las que poco a poco se
van a ir perdiendo debido a la enfermedad de Alzheimer.
¿es el Avance del Alzheimer igual en todos los países?
El Alzheimer parece haberse extendido por todo el mundo, calculándose que afecta a 46
millones de personas en la actualidad.
Un reciente informe de la asociación Alzheimer’s Disease International, titulado World
Alzheimer Report 2015 - The Global Impact of Dementia dibuja un cuadro sobre la extensión
de la enfermedad de Alzheimer alrededor del mundo, con un total de 46,8 millones de
afectados por esta enfermedad. De los cuales 9,4 millones están en América, 4 millones en
África, 10,5 millones en Europa, y 22,9 en Asia.
Una situación que lejos de estabilizarse, se prevé que casi llegue a duplicare en apenas
15 años, esperándose 74,7 millones en el 2030. Esperando un avance superior en América
y África, pasando de 9,4 a 15,8 millones y de 4 a 7 millones respectivamente.
52
Cifras que pueden parecer alarmistas, sobre todo si se tiene en cuenta que para el 2050
se pronostica que casi se duplica la cifra prevista del 2030, pasando así de los 74,7 a 131,5
millones de personas afectadas por esta enfermedad, pero hay que tener que asociado a ello
va un progresivo envejecimiento de la población, por lo que también lo hace la posibilidad
de la aparición de enfermedades donde la edad avanzada es un factor de riesgo para
su aparición tal y como sucede con la enfermedad de Alzheimer pero, ¿Es el avance del
Alzheimer igual en todos los países?
Esto es lo que se trata de averiguar desde Eli Lilly and Company, la empresa farmacéutica
más grande de EE.UU., en colaboración con la Escuela de Medicina de la Universidad
Indiana, la Universidad de California, la Universidad de Medicina de Baylor, el Centro de
Demencia y Psiquiatría Geriátrica y el Instituto Clínico de salud d Cerebro Lou Ruvo de
Cleveland (EEUU) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Alzheimer’s
Research & Therapy [32].
Se realizó un estudio internacional donde colaboraron centros de estudio de 29 países,
cuyos resultados fueron agrupados en cuatro regiones, América del Norte; Sur América;
Europa Occidental e Israel; Europa de Este y Rusia; Australia, Sudáfrica, Asia y Japón.
En todos ellos se llevaron a cabo cuatro ensayos clínicos para evaluar la eficacia de
distintas sustancias empleadas en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, todo ello
con sus grupos controles correspondientes. El estudio consistía en analizar cómo avanzaba
la enfermedad comparando entre los participantes que recibían un tipo de tratamiento
frente a los que no lo recibían.
El éxito del estudio de cada uno de los fármacos ha sido publicad con anterioridad, lo
que nos ocupa en este estudio, es que compararon la eficacia de cada uno de estos en cada
región, algo que en principio no era objeto de investigación.
Los resultados muestran que existe una desigual eficacia de los tratamientos en función
de la región del paciente atendido, esto es, la enfermedad de Alzheimer parece avanzar de
forma más rápida en los países del Este y Rusia. Por el contrario, con respecto de la media,
se observaron avances más lentos de la enfermedad de Alzheimer en el bloque de Japón y
Asia, así como en Sur América. Obteniendo una evolución intermedia entre los países de
América del Norte y Europa Occidental e Israel.
Algo que no cabría esperar de una investigación con ensayos clínicos, donde no se suele
tener en cuenta la localización del paciente para el diseño de nuevos medicamentos.
Destacar que es el primer análisis a nivel mundial, con la participación de tantos países
en un ensayo clínico de esta índole para combatir la enfermedad de Alzheimer.
El Trabajo Del C.R.E Con El Alzhimer
El Centro de Referencia Estatal de atención a personas con enfermedad de Alzheimer y otras
demencias del IMSERSO se configura como un centro sociosanitario especializado y avanzado
en investigación, análisis, conocimiento, evaluación y formación sobre el Alzheimer y otras
demencias y en atención e intervención con los afectados y sus familias. Depende orgánica y
funcionalmente del IMSERSO, Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
El C.R.E. de Alzheimer surge para atender las necesidades de las personas con demencia
y sus familias. A la vista de la situación actual y de las previsiones para el futuro, resulta
evidente la necesidad de avanzar en la búsqueda de respuestas y soluciones globales, de
adoptar medidas de índole social junto con las sanitarias para la mejora de la enfermedad,
estableciendo una red sociosanitaria en la atención al enfermo y a su familia. Amparado en
la Ley de Dependencia, como nudo clave de esta red de servicios se han creado un conjunto
de Centros de Referencia Estatal. Uno de ellos, ubicado en Salamanca, especializado en la
enfermedad de Alzheimer y otras demencias.
53
El C.R.E. de Alzheimer cuenta con un equipo multidisciplinar especializado en la atención
a personas con demencia y sus familias, dividido en diversas áreas, aunque trabajando de
forma coordinada y complementaria para una atención integral y continuada:
• Área médica: Médicos de Atención Primaria, Neurólogo, Geriatra, Psiquiatra, equipo de
enfermería y de auxiliares de enfermería.
• Área de intervención: Neuropsicólogos, Terapeutas Ocupacionales, Fisioterapeutas,
Logopeda.
• Á. Familias: Trabajadoras Sociales, Educadores Sociales y Psicóloga Terapeuta
Familiar.
• Profesionales de intervenciones no farmacológicas: Musicoterapeuta, Danza terapeuta,
Profesional de Intervención Asistida con Animales, Terapeutas de Reeducación
Psicomotriz, profesional de intervención en Nuevas Tecnologías...
Además del equipo de intervención ya descrito, el centro cuenta con un Equipo de
Dirección, profesionales de servicios de limpieza, recepción, restauración, seguridad,
mantenimiento, etc.
El C.R.E. Alzheimer además cuenta con psicólogos en dos ámbitos:
• Neuropsicólogos: encargados de prestar atención a las personas con demencia que
asisten al centro, encargados de la valoración neuropsicológica, diseño de intervenciones
y desarrollo de actividades de estimulación (psicoestimulación cognitiva),…
• Psicólogo/ Terapeuta familiar: encargado de abordar el bienestar de las familias que
garantizan los cuidados de las personas con demencia. Es fundamental la detección
y atención de las necesidades con las peculiaridades que cada una de las familias
presenta, siempre desde un enfoque biopsicosocial.
El C.R.E. Alzheimer cuenta con dos servicios diferenciados:
• Servicios de Intervención Directa: encargados de prestar atención a las personas con
demencia y las familias que son usuarios de este centro, buscando la mejora de la
calidad de vida y prestar una atención especializada de calidad. Entre los recursos que
tiene el centro se encuentra el Centro de día/noche y las Unidades de Convivencia, para
la atención a las personas en modo diurno o 24 horas. La estancia en cualquiera de
los recursos es temporal, en función del objetivo establecido para cada caso particular.
• Servicios de Referencia: encargados de generar y transferir el conocimiento al resto
de la Sociedad: profesionales, instituciones, familias... Se centran en la investigación,
análisis, formación, cooperación entre instituciones que permita desarrollar el
conocimiento que beneficie a toda la Sociedad. Cuenta con dos áreas:
• Formación, Asistencia Técnica y Cooperación Intersectorial. Encargada de ofrecer
cursos de formación, en modalidad de formación presencial o teleformación, así como
la gestión de las redes sociales que tiene el centro y su página web.
• Información, Documentación, Investigación y Evaluación. Encargada de la investigación
en terapias no farmacológicas, desarrollo de guías y publicaciones, y atención a las
demandas de información a las personas, instituciones y profesionales.
Debido a que el centro dispone de varios servicios, también hay diversos perfiles de
usuarios.
• Personas con demencia y familias.
• Profesionales de atención sociosanitaria.
• Organizaciones, instituciones y oenegés relacionadas con la enfermedad.
54
El C.R.E. de Alzheimer, desde que inició su camino en la búsqueda de la mejor atención
posible y la mejora de la calidad de vida de las personas con demencia, siempre ha seguido
la línea de investigación centrada en las terapias no farmacológicas. Estás se definen como:
“Cualquier intervención no química, teóricamente sustentada, focalizada y replicable,
realizada sobre el paciente o el cuidador y potencialmente capaz de obtener un beneficio
relevante” [33].
Los objetivos conseguidos hasta ahora han sido muchos. Las investigaciones en terapias
no farmacológicas están dando buenos resultados, como es el caso de la Intervención
Asistida con Animales.
Esta investigación ha ofrecido resultados positivos, demostrados a través del efecto
relajante de las sesiones, por la no aparición de alteraciones de conducta y por el alto nivel
de implicación de los usuarios, en comparación con otras actividades.
Otra intervención con muy buenos resultados fue, el Programa de Atención Cognitiva
Integral en Demencias, que se elaboró junto a la Universidad de Salamanca. Permitió el
desarrollo de una Guía y fichas de trabajo, que se encuentra disponible en la web www.
crealzheimer.es
Además, dentro del Proyecto “Espacio Transfronterizo sobre el Envejecimiento” del
Programa de Cooperación Transfronteriza (POCTEP), el C.R.E. de Alzheimer del IMSERSO,
junto a la Universidad de Salamanca y la Fundación Reina Sofía han desarrollado un estudio
piloto para la “Creación de una Unidad de calidad de vida”, para personas con demencia.
Con respecto a los objetivos a alcanzar en el futuro, son continuar con la mejora de la
atención de todas las personas con demencia, a través de la investigación, del desarrollo
de guías y manuales de buenas prácticas, así como continuar con la formación de las
personas que permita la adquisición de conocimientos adaptados a este colectivo. También
un objetivo fundamental para conseguir la misión de este Centro, es la cooperación, el
desarrollo de redes de expertos, para la transferencia e intercambio de conocimientos entre
todas las instituciones que trabajan, con el objetivo compartido para mejorar la calidad de
vida de las personas con demencia y sus familias.
Conclusiones
He tratado de servir como primera aproximación al Alzheimer, resolviendo las dudas
propias por la edad o por tener algún familiar padeciéndolo, siendo también un libro de
consulta para quien quiera profundizar en el conocimiento de las últimas investigaciones
sobre esta enfermedad.
He presentado explicaciones claras y sencillas de asimilar sobre la enfermedad de
Alzheimer, sus primeros síntomas, las pruebas diagnósticas empleadas, conocer qué hacer
cuando aparece la enfermedad, qué consecuencias va a tener sobre la vida diaria del paciente
y sobre sus familiares, así como la forma más correcta de enfrentarse a la enfermedad.
Entre sus páginas se han abordado los temas más relevantes y las cuestiones más
importantes relativas a la evolución, tratamiento y cuidados del paciente que sufre la
enfermedad de Alzheimer.
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Breve Biografia
Juan Moisés de la Serna, nacido en Málaga. Doctor en Psicología, Master en Neurociencias
y Biología del Comportamiento, y Especialista en Hipnosis Clínica, reconocido por el
International Biographical Center (Cambridge – U.K.) como uno de los cien mejores
profesionales de la salud del mundo del 2010.
He dedicado parte de la vida al estudio e investigación del comportamiento humano,
indagando en las inquietudes y motivaciones que nos llevan a conseguir nuestros objetivos
y metas. Este conocimiento científico se completa con la experiencia adquirida durante mi
trabajo como psicoterapeuta.
He impartido docencia en diversas universidades nacionales y extranjeras, a la vez que
participado en simposios y conferencias a lo largo del mundo.
Autor de numerosos estudios de psicología clínica que he publicado en diversos libros y
revistas de relevancia científica internacional.
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El Alzheimer ha llegado, se coló en el hogar
nadie le ha invitado, pero se va a quedar.
Poco a poco la memoria, el enfermo va a perder
ayudarle con cariño, es lo que hay que hacer.
El cerebro está dañado, no se puede evitar
olvidará el pasado, tú le puedes ayudar.
Tratándole con cariño, y dándole mucho amor
no le regañes, no quiere, crear esa situación.
El olvido de las cosas, angustia provocará
evítale lo que puedas, así le ayudarás.
El amor que le estas dando, mucho a él le gustará
sus ojos te están mirando, así te lo expresará.
--- AMOR ---
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