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EL DÍA, domingo, 19 de julio de 2015
p1
RAMÓN GÓMEZ, el boticario
que, en el siglo XIX, se convirtió en el
precursor de los museos en el Puerto
de la Cruz. 7
del domingo
revista semanal de EL DÍA
Castillo de San Cristóbal, Alameda y calle de La Marina
RECUERDO LITERARIO Y POÉTICO DE
LA GESTA DEL 25 DE JULIO
Texto: Miguel Melián García
(de la Tertulia Amigos del 25 de Julio)
A
Al acercarse el día 25 de
julio, festividad del apóstol Santiago, patrón de
España y copatrono de
Santa Cruz de Tenerife,
quisiera invitar a quien quiera leer estas
palabras a recordar lo que ocurrió hace
casi 218 años en el entonces Lugar y
Puerto de Santa Cruz de Tenerife.
Resumen de la Gesta
Avanzaba el año 1797. Después de
la derrota que había sufrido la Marina
española frente a la escuadra inglesa
ante el cabo de San Vicente el 14 de
febrero de ese año, y de la pérdida de
la isla caribeña de Trinidad, que había pasado a manos inglesas, el ilustre historiador Juan de Contreras y López de Ayala, marqués de Lozoya, nos
dice en su monumental “Historia de
España” que “un grupo de excelentes
marinos a las órdenes de don José de
Mazarredo rechazó con vigor y pericia
el ataque que la escuadra vencedora de
San Vicente, muy reforzada, al mando
del contraalmirante Nelson, realizó contra Cádiz los días 3 y 5 de junio de 1797”.
Y añade: “Aún fue más grande el fracaso del gran marino inglés en su inmediato intento de apoderarse de la isla
de Tenerife. La formidable escuadra británica se situó ante el puerto de Santa
Cruz de Tenerife el 23 de julio y comenzó
el ataque en la noche del 24. Nelson desembarcó en el muelle con un millar de
hombres, pero fue acogido con tan vivo
fuego desde los fuertes de la costa y desde
los terrados de las casas que, herido gravemente, hubo de iniciar el difícil
reembarco, que pudo convertirse en una
gran catástrofe. El contraalmirante inglés
se vio obligado a entablar conversaciones,
que eran, en realidad, una capitulación”.
El gobernador Antonio Gutiérrez,
que había dirigido con pericia la defensa, tuvo también el acierto de aceptar la propuesta por la cual el inglés
se comprometía a no atacar jamás el
archipiélago. En los tratos se manifestó
esa exquisita cortesía que en el siglo
XVIII recordaba aún la caballerosidad
medieval.
El jefe español proveyó de víveres
y medicinas a su ilustre enemigo, que
perdió el brazo derecho, y por su parte
Nelson se comprometió a llevar, él mis-
mo, a la Península el parte de su adversario que consignaba la derrota inglesa”.
Y termina Juan de Contreras con esta
rotunda frase: “La defensa de Tenerife
es la página más gloriosa de la historia canaria desde su incorporación a
España”(1).
Fue, sin duda, una auténtica gesta:
una Gesta con mayúscula (el diccionario de la Real Academia define la palabra “gesta” como “un hecho o conjunto
de hechos memorables”).
Y un resumen de lo que ocurrió en
los momentos iniciales de la contienda
es éste, realizado por uno de nuestros
contertulios de mérito, Alastair F. Robertson:
“Aunque algunos ciudadanos aterrorizados escaparon con sus bienes
hacia La Laguna y otros lugares que
parecían seguros, la mayoría de los civi-
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domingo, 19 de julio de 2015, EL DÍA
EN PORTADA
les, incluyendo el Cabildo de la Isla, cerraron filas y se pusieron incondicionalmente a disposición del general Gutiérrez. A los campesinos, que llegaban
vestidos con harapos y sin zapatos a
alistarse, había que suministrarles algún
tipo de calzado; se encomendó a los panaderos que hiciesen tanto pan como
fuese posible; tanta tela como se pudo
se recogió para hacer vendas; los sacerdotes se asignaron a las distintas unidades para proporcionar apoyo espiritual a los soldados; las mujeres ac-
tuaron transportando víveres y agua;
y los médicos y sangradores se reunieron
en la Plaza de la Pila (actual plaza de
la Candelaria) preparados para desplazarles con rapidez allí donde hiciesen falta sus servicios. Aun así, el grado
de confianza no era muy alto. Aquellos sencillos isleños, junto a sus pocos
soldados, se iban a enfrentar contra
el reputado poderío del Imperio Británico”(2). ¿No es éste un conjunto de
hechos memorables que justifican que
llamemos gesta, y gesta heroica, a este
rechazo de invasión que se logró gracias a la unión del ejército y del pueblo?
Poemas a la Gesta
Esta gesta ha sido cantada por muchos poetas. Hoy queremos recoger
aquí unas cuantas de estas composiciones.
Un grupo de los invasores ingleses,
unos 340 hombres, lograron subir por
la calle de La Noria y llegar a la plaza
del convento de Santo Domingo,
LA TERTULIA AMIGOS DEL 25 DE JULIO
E
l 9 de noviembre de
parar los actos que se desarrollaron en tografía, historia de Canarias, literatura, trans1995, dos años antes de
la conmemoración del Bicentenario porte, ciencias, biografías, traducciones,
que se cumpliera el
de la declaración de Santa Cruz como defensa…
bicentenario de la
Villa Exenta, en el 150 aniversae) Prensa escrita y digital: más de un millar
victoriosa defensa de
rio de la concesión del título de de artículos relacionados con la Gesta, el patriSanta Cruz frente al ataque de
Ciudad a Santa Cruz, en el bicen- monio histórico del puerto, la historia de
la flota inglesa comandada por
tenario del nacimiento del gene- España, de Canarias y, en particular, de Santa
el almirante Horacio Nelson, un
ral O’Donnell, o en el homenaje a Cruz de Tenerife, etc.
grupo de ciudadanos amantes de
José Murphy.
e) Conferencias: múltiples intervenciones
nuestra historia constituyeron una
A modo de resumen de nuestra ac- en las principales instituciones tinerfeñas como
asociación denominada Tertulia Amituación, se reseñan a continuación la Universidad de La Laguna, Consejo Congos del 25 de Julio, con la finalidad de hacer aquellas actividades en las que la Tertulia sultivo de Canarias, Real Sociedad Econóllegar a las autoridades municipales y pro- y los tertulianos han intervenido de forma mica de Amigos del País, Casinos de Tenevinciales ideas y sugerencias que enaltecieran directa:
rife y La Laguna, Círculo de Amistad XII de
los actos que se celebrarían con motivo del
a) Erección de monumentos. Ya hemos Enero, La Quinta (Garachico), Casa de los Capicitado bicentenario.
citado el dedicado a los Héroes de la Gesta tanes (La Laguna), Sitio Litre (Puerto de la
La Tertulia se transformó pronto en un grupo y al General Gutiérrez, a los que hay que aña- Cruz), Librería del Cabildo, etc.
de trabajo y, una vez al mes, llevaba a cabo dir el de José Murphy, al príncipe heredero
f) Restauraciones. Se han impulsado las
reuniones en las que se elaboraban propuestas de Polonia Kazimirz Sapihea-Kodenski, del sepulcro del general Benavides, en la iglerelacionadas con la mencionada efemérides. ahogado en las costa del Bufadero, el busto sia de la Concepción de Santa Cruz, la de la
De estas propuestas fueron seleccionadas y al general O’Donnell, el único tinerfeño que Cruz de Santiago, en el cerro de la Altura de
se convirtieron en realidad entre los años 1997 ha sido presidente del Gobierno español, y Paso Alto, y algunas actuaciones en el cey 1999 las siguientes:
al maestro Sabina, en el teatro Guimerá.
menterio de San Rafael y San Roque.
a) Celebración de una Exposig) Homenajes. La Tertulia
ción en el Museo Militar Regional
ha jugado un papel fundamende Canarias, en colaboración con
tal en el rendido al maestro
el Ayuntamiento de Santa Cruz de
Santiago Sabina.
Tenerife, que fue muy visitada,
h) Asesoramientos: entre
sobre todo por los escolares de la
otros, a ayuntamientos, Cabildo
isla.
de Tenerife, Gobierno de Cab) Edición de un calendario del
narias, Autoridad Portuaria,
año 1997 cuyas láminas reproduempresa Dragados y Conscían cuadros relacionados con la
trucciones, empresa Canary
Gesta con información histórica
Wine Tours, Hermanos Ríos,
en el dorso.
Escuela Universitaria de Tuc) Publicación de una decena
rismo, etc.
de libros y de un cómic para los Tertulianos acompañados de autoridades civiles y militares junto al castillo de S. Andrés
i) Puesta en marcha de una
más jóvenes.
página web (www.amid) Edición de un sello de correos relativo
b) Levantamiento de hitos: en los lugares gos25julio.com).
a la Gesta, con el matasellos conmemorativo. en que en 1997 se levantaban castillos, fuerPero la Tertulia no se siente, ni mucho mee) Erección del Monumento a los Héroes tes y baterías; junto a los restos de la mura- nos, satisfecha y en el apartado de proyecdel 25 de Julio y de un pedestal con el busto lla de Santa Cruz; en el lugar en el que Nel- tos podemos relacionar:
del General Gutiérrez.
son fue herido, y a las Aguadoras de Santa
1) La erección de un monumento digno dedif) Participación de los tertulianos en ci- Cruz y la Campesina de San Andrés, por su cado al General Gutiérrez.
clos de conferencias y programas radiofó- actuación en las jornadas de la Gesta.
2) Recolocación del monumento a los Héroes
nicos y de televisión, así como publicando
c) Placas: en la fachada de la iglesia del Pilar de la Gesta.
numerosos artículos
y en la de la capilla de la Orden Tercera, recor3) Reubicación de los bustos del general
Terminados los actos conmemorativos del dando momentos cruciales en la historia de O’Donnell, y del almirante Antequera.
Bicentenario de la Gesta –el objetivo para el Santa Cruz; Gabinete Instructivo; Chorro de
4) Erección de un monumento a la Fideque había sido creada la Tertulia– nos pre- Santo Domingo; Paseo de La Concordia; Obispo lidad con que fue premiada Santa Cruz por
guntamos si deberíamos continuar nuestra Bartolomé Ximénez.; Peder C. Larsen, en la la Junta Suprema de Canarias durante la Guelabor; ante ello, y debido a que el espíritu glorieta del reloj de flores del Parque Gar- rra de la Independencia, hace “sólo” 207 años.
de trabajo y hermandad logrado había sido cía Sanabria; primitivo muelle de Santa Cruz;
5) Erección de un Monumento a las Milipositivo, decidimos alargar la vida de la Ter- la Marquesina; la Farola del Mar; impacto de cias Canarias, en recuerdo de quienes dutulia pero dedicándonos también a otros temas bala de cañón del ataque de Nelson; loco- rante más de 300 años defendieron la isla
de interés histórico-cultural, tanto para la capi- motora Añaza; grúa de vapor; hélice del Cru- contra todo tipo de ataques.
tal como para las demás localidades de la Isla. cero Canarias; falúa de los prácticos y la casa
6) Homenajear anualmente a un tinerfeño
Al ofrecer nuestro desinteresada colabo- donde nació el maestro Sabina. Y pendiente ilustre que duerme el peor de los sueños: el
del olvido de sus compatriotas y conciudaración a las autoridades municipales e in- de colocar la de la Pila.
sulares, varios tertulianos han formado
d) Publicaciones: más de un centenar de danos, tal como se hizo con el maestro Sabina
parte de las comisiones encargadas de pre- publicaciones relacionadas con la Gesta, car- este año 2015.
donde hoy están el teatro Guimerá y
la antigua Recova. Antonio Zerolo Herrera, poeta romántico de la Escuela
Regionalista Canaria, escribió un
poema en redondillas en el que quiso
plasmar el momento en que los ingleses iniciaban su ataque para apoderarse del convento y refugiarse dentro de sus muros. Es, a nuestro modesto entender, el mejor poema escrito
a la derrota de Nelson. Helo aquí:
Símbolo
Atended que va de cuento: // refiere
la tradición // que cuando el ronco cañón
// zumbaba, y el firmamento // y la tierra estremecía, // en la sangrienta jornada // en que dejó demostrada // Santa
Cruz su bizarría, // en la tapia del convento // que el inglés quiso asaltar, //
un canario sin cesar // daba sus trinos
al viento.
Estaba a la luz del sol // orgulloso
el pajarillo // de ostentar el amarillo //
del estandarte español; // y cuanto más
acudía // la muchedumbre en tropel,
// más se desataba él // en torrentes de
armonía.
Mientras tanto, oyendo el ruido, //
con amorosos anhelos, // la madre, por
los polluelos // velaba dentro del nido.
Fue aquel un día de gloria: // en lucha
con Inglaterra, // los que cayeron en tierra // revivieron en la historia.
Tenía que suceder… // una bala de
fusil // hizo al pájaro gentil // para siempre enmudecer.
¡Tinto en sangre, cara al sol, //
aquel rey de los cantores // mostraba
los dos colores // del estandarte español!
—¿Y el nido?— No sé, en verdad, // lo
que fue del pobre nido. // Sólo se cuán
atrevido // luchó por la libertad // el pájaro
de mi cuento.
¡Tal vez los hijos quedaron // y la victoria cantaron // en las tapias del convento!
Al fin lograron los invasores entrar
en el convento, pero lo que creyeron
que era un refugio para ellos se convirtió en una ratonera: tuvieron que
rendirse.
La actual plaza de Santo Domingo
estaba entonces dentro del convento
y luego pasó a ser una fuente pública
hasta bien entrado el siglo XX. Estuvo
muchos años rodeada de una verja.
Un periodista de la primera mitad
del pasado siglo XX, Joaquín García
Suárez, escribió este poema dedicado
a la fuente, en el que recuerda que calmó
la sed de los bravos defensores de la
isla:
Fuente de Santo Domingo
¡Oh, esta vieja fuente, // tan ruidosa
otrora, // y hoy seca, callada, // quejosa y doliente, // como quien añora //
aquella lejana grandeza pasada!...
La fuente –aguadoras y envases en
fila– // antesala era del viejo mercado.
// Se empleaba un libre lenguaje de pila,
// feo y destemplado… // La pila era escándalo, ruido. // A veces solía convertirse
en algo molesto al oído. // (Allí la Academia de nada valía).
A pesar de todo, // justo es que diga-
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EL DÍA, domingo, 19 de julio de 2015
EN PORTADA
mos nuestro parecer: // fuera de la pila,
todo no era lodo: // ‘la pila tenía su modo
de ser’…
***
Tu recia silueta ya se hallaba
erguida // cuando los piratas hollaron
tu tierra. // Ya entonces calmaste la sed
producida // por el insensato calor de
la guerra…
Ante ti cruzaron diez generaciones;
// en tus aledaños bulló el patriotismo,
// y ondearon, flamantes, los viejos pendones, // olvidada lección de civismo…
Hasta los mendigos cantarán tu gesta.
// Mojaste sus labios y su duro pan, //
y luego serviste de morada y siesta //
a los que hambre han…
Tus secas pupilas, // que lloraron con
desbordamiento, // hoy añoran barriles en filas, // que tú les llenabas al
mundo sediento…
Mi canto te evoca cuando entonces
fuiste // –¡oh, sarcasmo!– feliz en tu encierro. // Hoy ya no eres nada, desde que
perdiste // tu verja de hierro…
***
Te evoco cuando eras de día fontana,
// y de noche refugio de amores // para
nuestra breve juventud lejana.
Hoy llevo clavados tus mismos dolores: // ¡hoy, dos fuentes secas ya
somos, hermana!”.
Nuestra ciudad de Santa Cruz tuvo
que convertirse desde el principio en
una plaza fuerte. Ha tenido que defenderse y defender a la isla y al archipiélago de posibles invasiones.
Un resumen de lo que ha sido la
historia de esta ciudad lo hizo, muy
resumidamente y en una exquisita
prosa, el periodista Víctor Zurita Soler –que también fue poeta– en un artículo que publicó en el periódico
santacrucero La Tarde, que cofundó
y dirigió hasta su fallecimiento. He aquí
las palabras de Víctor Zurita:
“Todo –ese todo que se llama historia y españolización– empezó por la
playa de Añaza. Tenía que ser así, porque a las tierras de ley se entra por la
puerta grande, y no otra cosa que el
luminoso portalón de Tenerife es
nuestro Santa Cruz.
Por entonces, el mar era una continua amenaza: se dibujaban en el horizonte, con desgraciada frecuencia, las
naves enemigas. Los pueblos isleños se
asentaron tierra adentro; y en la Vega de Aguere, entre mares de rubias espigas, La Laguna, ordenancista y clerical, se despliega sobre su clásico patrón urbanístico, al tiempo que su Cabildo rige y gobierna con buen tino.
Santa Cruz se quedó sólo con el mar
y su riesgo, recibiendo a las naves amigas, gran posada atlántica para las carabelas de la ruta americana, ganando
temple y heroísmo entre tufaradas de
pólvora y flores de sangre. Su incierto
perímetro se ajusta a las necesidades
bélicas, todo se sacrifica a su condición
de plaza artillada: trazado, porte,
belleza… Se siente martillo y cabeza,
y los enemigos también lo saben. De
aquí que los más serios intentos de conquistar Canarias no se fueron por las
ramas, sino que apuntaron directamente
a la cabeza: Santa Cruz de Tenerife.
Ciudad militar y lindera con el mar,
Santa Cruz fue cuna de una nueva clase
dinámica y emprendedora, formada
por capitanes de la Carrera de Indias,
comerciantes y armadores. Ciudad residencia de los Capitanes Generales, se
gana, por su espíritu liberal, la simpatía del Ejército, el motor progresista
de los siglos XVIII y XIX, y, en rápida
ascensión, gana tres cabezas de león
para su escudo, trofeos de otras tantas resonantes victorias, y el título de
Ciudad, y el más alto de Capital de Canarias”(3).
Es difícil resumir en tan pocas palabras, y en palabras tan bellas, la historia de esta ciudad.
Y concluimos este homenaje a la Muy
Leal, Noble, Invicta y Muy Benéfica
Ciudad, Puerto y Plaza de Santa
Cruz de Santiago de Tenerife con un
bello soneto de Manuel Verdugo, que
vivió durante unos años juveniles en
esta ciudad, en la calle de La Noria:
A Santa Cruz de Tenerife
La cordillera abrupta, árida, monstruosa, // cuya adustez refuerza la cruda
DISTINTIVOS QUE FORMAN EL ESCUDO DE
ARMAS DE SANTA CRUZ DE TENERIFE
Texto: José Manuel Ledesma Alonso
(de la Tertulia Amigos del 25 de Julio)
E
l 25 de julio de 1797, festividad de Santiago Apóstol, las defensas artilleras,
el batallón de Infantería,
los regimientos de Milicias
Canarias (Garachico, La Orotava,
Güímar, Abona y La Laguna), los marineros franceses de la fragata La
Mutine y el pueblo de Santa Cruz, bajo
la dirección del comandante general
de Canarias Antonio Gutiérrez de Otero,
derrotaron a una escuadra británica
al mando del contralmirante Horacio Nelson, en su intento de apoderarse de la plaza.
Cuatro días más tarde (29 de julio
de 1797), las fuerzas vivas del lugar
–alcalde, diputados y síndico personero– se reunieron con sus convecinos en la iglesia del Pilar para nombrar copatronos a la Cruz y a Santiago,
solicitar al Rey el privilegio de Villa
Exenta con jurisdicción propia, y que
se le otorgasen los títulos de Noble
en Invicta, y un escudo de armas.
Esta petición fue rápidamente enviada a la Corte por don Antonio Gutiérrez, ante la influencia que tenía el
comandante general y, el 28 de
agosto de 1803, el rey Carlos
IV concedía a Santa Cruz el
privilegio de Villa Exenta,
otorgaba el escudo de armas,
los títulos de Noble e Invicta,
y añadía el de Leal.
A partir de la citada fecha,
este “Lugar” pasaría a llamarse Muy Leal, Noble e
Invicta Villa, Puerto y Plaza
de Santa Cruz de Santiago de
Tenerife. La primera corporación municipal, presidida
por el alcalde José María de
Villa, se constituyó el 7 de
diciembre de 1803. El título
de Ciudad lo recibió el 29 de mayo
de 1859.
Santa Cruz de Santiago de Tenerife
fue designada capital de las Islas Canarias el 17 de octubre de 1821, en la reunión de las Cortes Extraordinarias celebrada en Madrid y, el 27 de enero de
1822, el rey Fernando VII promulgaría la ley por la que Santa Cruz se convertía en la primera capital oficial de
Canarias, título que ostentó hasta la
división provincial de 1927.
A estos títulos se añadió el de Muy
Benéfica, concedido por la reina regente María Cristina de Austria,
madre de Alfonso XIII, el 23 de abril
de 1894, por el comportamiento
heroico de sus habitantes durante la
epidemia de cólera de 1893.
La descripción oficial del
escudo de la Muy Leal,
Noble, Invicta, Fiel y Muy
Benéfica Ciudad de Santa
Cruz de Santiago de Tenerife, en la que sus distintivos expresan claramente
nuestras señas de identidad, quedó establecida de
la siguiente manera:
LA CORONA del reino de
España que lleva por
cimera es el símbolo de
lealtad y nobleza.
EL ESCUDO OVALADO
ondeando, de color azul
por el océano Atlántico que baña las
costas de la ciudad.
Escudo de Santa
LAS DOS RAMAS verdes que lo
Cruz
rodean, una de laurel (victoria) y la
otra de roble (fortaleza), corresponden
al título de ciudad invicta.
LA CRUZ, verde, fundacional de
la ciudad, a la que dio nombre, es
con la que el Adelantado Alonso Fernández de Lugo celebró la primera
misa en la playa de Añazo el día 3 de
mayo de 1494.
LA ESPADA O CRUZ DE SANTIAGO
que asoma detrás de la Cruz Fundacional y que atraviesa la tercera cabeza
de león se debe al triunfo conseguido sobre los invasores ingleses el
25 de julio de 1797, festividad del Apóstol Santiago (copatrono de la ciu-
luz solar, // parece, desde el puerto, guardiana recelosa // que a las naves intrusas
quisiera rechazar.
Ella oculta una tierra fértil, florida,
hermosa… // Ella deja a sus plantas tranquila reposar // a un pueblo claro, alegre, de tonos blanco y rosa… // Paradoja magnífica sobre el azul del mar!
A ti va mi homenaje, Santa Cruz bien
amado; // tú tienes gesto amable para
el recién llegado; // tú tienes gesta heroica:
la que eclipsó a tu sol…
Ciudad noble, te aguarda un futuro
risueño. // eres el arca santa del
patriotismo isleño. // Yo a tu sombra
me siento doblemente español.
NOTAS:
(1) MARQUÉS DE LOZOYA, Historia de
España, t. 5, Salvat Editores, Barcelona, 1969,
pp. 354-355.
(2) ROBERTSON, Alastair F., “25 de Julio
de 1797” (artículo publicado en inglés en el
Tenerife News de agosto de 2014. Vid. el artículo traducido al español por Emilio Abad,
que puede leerse en la web de la Tertulia Amigos del 25 de Julio, en la sección “Tertulia
y prensa escrita, Artículos propios relacionados
con la Gesta”.
(3) ZURITA SOLER, Víctor, “Meditación del
Tres de Mayo”, en La Tarde del 3 de mayo
de 1967.
dad). La insignia es de color rojo por
serlo de la Orden y por la mucha sangre que el desembarco costó a sus enemigos.
UNA ISLA, la de Tenerife, con su
famoso Teide, blanco de plata, por la
nieve que lo cubre y por su acendrada
fidelidad.
TRES CASTILLOS, San Cristóbal,
San Juan y Paso Alto, de color plata por
el valor que han tenido siempre en su
defensa
CUATRO ANCLAS por la importancia de su puerto, germen de la vida y
la economía. De color plata por su limpieza e importancia y por las riquezas
que en él se han salvado de la codicia
enemiga.
CRUZ DE PRIMERA CLASE DE LA
ORDEN CIVIL DE BENEFICIENCIA, CON
EL TÍTULO DE MUY BENEFICA, con
galardón y cinta, por el excepcional comportamiento de los habitantes de
Santa Cruz durante la epidemia de cólera
de 1893. Fue concedida por la reina
regente María Cristina de Austria
(decreto de 23 de abril de 1894).
FIEL en reconocimiento a su fidelidad a la monarquía y a la colaboración
de su pueblo con la Junta Suprema de
Canarias, máxima autoridad en las Islas en 1808, cuando la invasión napoleónica a la España peninsular.
TRES CABEZAS DE LEÓN, animal que
sirve de cimera al escudo de Gran Bretaña, por las tres victorias logradas sobre
los almirantes ingleses Blake (1657), Jennings (1706) y Nelson (1797) en su intento
de invasión. Las cabezas son de color
negro por el carácter traicionero de estos
ataques.
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domingo, 19 de julio de 2015, EL DÍA
EN PORTADA
EL CAÑÓN “EL TIGRE” Y EL CENTRO DE
INTERPRETACIÓN DE LA GESTA
Texto: Lorenzo Hernández-Abad
González
(de laTertulia Amigos del 25 de Julio)
U
n poco de historia. En el
año de 1768, reinando
Carlos III, el maestro
fundidor Juan Solano
fundió el cañón “El
Tigre” en la Real Maestranza de Artillería de Sevilla.
“El Tigre” es un cañón de bronce
de los de a 16 (tiraba pelotas de hierro que pesaban 16 libras, lo que en
términos actuales se puede traducir
a que su calibre es de 133 mm).
Aunque su alcance máximo, tirando
por elevación y con “bala rasa” era de
2.200 toesas (3.900 m.), pero con muy
poca precisión, su empleo normal era
el tiro con puntería directa, de “punto
en blanco”, con un alcance eficaz de
300 toesas (700 m.).
En la noche del 24 al 25 de julio de
1797, “El Tigre” hizo fuego con saquetes de metralla (llenos con balas de
mosquete), y, aunque su alcance
era entonces muy pequeño, sus efectos a bocajarro eran devastadores.
El día 24 de julio, el teniente de las
Milicias de Artillería Francisco Grandi
Giraud observó que al pie de la Batería de Santo Domingo había una fracción de la playa de La Alameda que
no podía ser batida por ninguno de
los cañones del castillo, lo que podría
ser muy peligroso si los ingleses desembarcasen en aquel lugar. Expuso
el problema a sus superiores, que lo
autorizaron a abrir una tronera provisional en dirección a la playa. Una
vez abierta la tronera por el personal
a sus órdenes, emplazó allí “El Tigre”,
cargado con saquetes de metralla, de
los que había de dotación.
Cuando, en la madrugada del día
25, la primera de las lanchas de desembarco donde iba el contralmirante
Nelson varó en aquella zona de la playa,
el primer disparo de “El Tigre” hirió
gravemente a Nelson, mató a varios
de los tripulantes e hirió a muchos más.
Tal y como dijo el poeta: “Maté a Bowen
atrevido, // a Nelson le quité un brazo,
// a veinte y dos de un balazo // muertos, al inglés vencido”.
Después de la batalla, “El Tigre” permaneció durante muchos años en el
Castillo de San Cristóbal y más tarde
en el fuerte de San Pedro, hasta que,
en 1882, un hecho providencial le
devolvió la notoriedad. Se recibió la
orden de crear una batería provisional de salvas en Las Palmas; las piezas que se asignaron fueron unos cañones de bronce que estaban en Tenerife y que ya habían sido dados de baja
por inservibles. Cuando ya se iban a
embarcar sin darse cuenta de que entre
ellos se encontraba “El Tigre”, la opor-
tuna intervención del entonces comisionado de la República de Venezuela,
don Manuel Martel Carrión, lo salvó
de un futuro incierto ya que, recordándoles a los presentes su historia,
evitó su embarque y con ello logró elevarlo a la categoría de trofeo muy preciado.
Para conmemorar el primer centenario de la Gesta del 25 de Julio, el
Ayuntamiento de Santa Cruz pidió su
cesión al ministro de la Guerra y, el
23 de abril de 1894, el cañón pasó a
ser propiedad del municipio y se convirtió en uno de sus símbolos más
entrañables.
El 2 de mayo de 1955, con motivo
de la inauguración del Museo de Paso
Alto, fundado como homenaje a la
Gesta del 25 de Julio de 1797, “El Tigre”
fue encabalgado de nuevo en una cureña, réplica de la original que había
sido construida en la Unidad de Servicios, Talleres y Municionamiento
del Regimiento de Artillería y se
asentó en la plataforma del castillo
junto con otros cuatro cañones de
bronce, estos, de a 24: “El Orible”, “El
Torpe”, “El Inbensible” y “El Espanto”,
a los que también se les construyeron cureñas en la misma U.S.T y M.
y que hoy están, encabalgados, en
Almeida.
El “Tigre” en el
Museo de Almeyda
“El Tigre” permaneció en el castillo de Paso Alto, hasta que, al fundarse
el Museo Militar Regional de Canarias,
hoy Museo Histórico Militar de Canarias, siendo alcalde Manuel Hermoso, fue trasladado a este museo,
donde ocupaba un lugar de honor,
rodeado de trofeos y otros recuerdos
de la Gesta: las banderas inglesas tomadas al enemigo, que estaban en la iglesia de la Concepción y que, una vez
magníficamente restauradas, se colocaron en sendas vitrinas, donde pueden ser contempladas por los visitantes,
armas procedentes de las tropas inglesas y de las españolas, la mesa y
los objetos de escritorio en donde se
firmó el acta de rendición, una reproducción del cuadro del General Gutiérrez pintado por Luis de la Cruz,
el magnífico cuadro del Santo Cristo
de Paso Alto y tantos otros objetos relacionados con aquellos hechos, que convertían al museo en el mejor centro
de interpretación posible de la Gesta.
Tan importante que “El Tigre” estuvo
acompañado durante varios meses por
el pendón de Santa Cruz, con el escudo
de la ciudad, que tanto contribuyó a
lograr “El Tigre”, cedido en depósito
por la corporación municipal, que es
su propietaria legal.
Allí recibía la visita de todos los que
recorren el museo, entre los que, además de los cada vez más numerosos
tinerfeños y de los turistas, solos o llevados por agencias de viaje, destacan
cientos de alumnos de los colegios de
la isla (los visitantes más importantes, a los que se les dedica la mayor
atención), que, acompañados por
sus profesores y por los guías, aprendían historia de las Islas y de España.
Hoy, lejos “El Tigre” de su museo, los
escolares no lo visitan, o lo hacen en
un número muy reducido, y pocas veces, acompañados de sus profesores,
reacios a perder el tiempo en una visita
tan poco atractiva.
Sin embargo, en el Museo Histórico
Militar, rodeados de los objetos y explicaciones adecuadas, podrían interpretar, o mejor, conocer, porque allí no
hay que interpretar nada, solo la intervención decisiva de “El Tigre” en
la batalla.
Por estas razones, en mi nombre y
en el del resto de los componentes de
la Tertulia, ruego al Ayuntamiento de
Santa Cruz de Santiago de Tenerife y
al Cabildo Insular que permitan el
regreso del cañón a su lugar, en el Museo de Almeida. Así harán justicia y
permitirán que los interesados puedan contemplar “El Tigre” en el lugar más idóneo.
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EL DÍA, domingo, 19 de julio de 2015
INVESTIGACIÓN
EN PORTADA
TURISMO
Fernando
Clavijo
Fernando Clavijo Batlle nació
el 10 de agosto del año 1971 en San
Cristóbal de La Laguna, ciudad en la
que sigue residiendo desde entonces; está casado y tiene una hija. Es
licenciado en Ciencias Económicas
y Empresariales por la Universidad
de La Laguna. Además, ha trabajado en la empresa privada y ha sido
gerente del Organismo de Actividades Musicales del Ayuntamiento
de San Cristóbal de La Laguna en el
mandato comprendido entre los
años 1999 y 2003.
Posteriormente, Fernando Clavijo fue concejal de Seguridad Ciudadana, cargo desde 2003 hasta
2007. En esta época sus esfuerzos se
encaminaron a conseguir una Policía Local más desburocratizada,
ágil y cercana a los problemas de los
ciudadanos, lo que consiguió llevando
a cabo una reorganización administrativa del área que dirigía.
Desde 2007 hasta su nombramiento como alcalde en el año
2008, fue primer teniente de alcalde
y concejal de Urbanismo. En esa época
puso en marcha el Plan General de
Ordenación (PGO) de la ciudad,
consiguiendo en esa época una participación ciudadana sin precedentes para sacar adelante este documento, que permitirá la ordenación
urbanística del municipio.
Cabe destacar que Fernando Clavijo se involucró en el mundo de la
política desde 1992, cuando se afilió a la Agrupación Tinerfeña de Independientes (ATI), momento en el que
fue secretario general de las juventudes ATI-CC y, posteriormente,
presidente de la Agrupación Local de
Coalición Canaria en La Laguna. Clavijo se ha caracterizado, en el desarrollo de su faceta política, por su gran
capacidad de diálogo en la búsqueda
de consenso.
Ahora comienza una nueva etapa.
Fernando Clavijo es el presidente de
Canarias, aunque confiesa que “si hace
10 años me dicen que sería alcalde
y, luego, candidato y presidente, no
lo habría creído, pues nunca estuvo
en mis escenarios”.
Asegura que “es un objetivo que
requiere liderazgo y vocación de diálogo, pero que exige también tener
una visión clara sobre lo que pretendemos y hacia dónde queremos
llegar. Un reto que, en la etapa que
ahora vivimos, pasa por la reconciliación de la ciudadanía con la política, reforzando el papel de los
canarios y canarias como parte
activa en el diseño de las políticas
de futuro, y no como simples espectadores”.
Presidente del Gobierno canario en una nueva etapa
(técnica mixta sobre papel de dibujo)
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domingo, 19 de julio de 2015, EL DÍA
LA GUARDIA CIVIL DE GARACHICO MONTÓ SU
DESTACAMENTO EN UNA GALLERA, AÑO DE 1934
Texto: José Velázquez Méndez
(cronista oficial de Garachico)
P
or Real Orden de 1 de julio
de 1898, se mandó instaurar el Cuerpo de la Guardia
Civil en Canarias. Así, el primer contingente de guardias civiles desembarcó por el puerto
de Santa Cruz de Tenerife el 21 de noviembre del mismo año, alojándose
en una pensión del nº 49 de la calle
de La Marina, y la comandancia en el
nº 63 de la calle de San Francisco.
Estos guardias procedentes de la Península venían a organizar los futuros destacamentos sobre la base de la
compañía y sección montada de
Guardias Provinciales que aquí teníamos, y que venía desempeñando un
servicio análogo al encomendado a su
instituto en tierras peninsulares.
Hasta 1934, 36 años después de haber
desembarcado por Añaza, los soldados del tricornio no se habían aposentado en Garachico. A Icod habían
llegado mucho antes y a Buenavista
del Norte, en 28 de febrero de 1910,
de fueron recibidos por el alcalde, la
mayoría del ayuntamiento, el párroco, el juez municipal y el pueblo en
masa, que les acompañaban en demostración de júbilo, según publicó el periódico El Tiempo el 3 de marzo.
La Gaceta de Tenerife del 1 de julio
de 1930 daba cuenta de que el Ayuntamiento de Garachico había recibido
una comunicación oficial de la Comandancia de la Guardia Civil en la cual
se ofrecía trasladar a la Villa y Puerto
un puesto de la Benemérita, siempre
que el municipio ofreciera un edificio adecuado para casa-cuartel.
El corresponsal de este diario en la
localidad opinaba que el ayuntamiento no debería desaprovechar la ocasión para que en Garachico hubiese
un puesto de la Guardia Civil y que debía
hacer las gestiones conducentes a facilitar una casa en que se instalase cuanto
antes, puesto que siempre era ventajoso,
por múltiples motivos, contar en un
pueblo con estos elementos, y no precisamente por la parte que a represión
de malhechores se refiere –que en Garachico no se necesitaba– sino por el realce
que en determinadas ocasiones pudiera darle al pueblo. El aludido reportero recomendaba a la alcaldía “el
edificio magnífico” de la casa de gallos, puesto que había oído decir
que ya no se encerrarían mas gallos,
y suponía, además, que a la empresa
propietaria le convendría alquilarla.
Ante esta noticia, las élites sociales del
municipio se movilizaron para buscar
un acomodo digno a los miembros del
cuerpo armado e incidieron sobre la
cerrada casa de gallos.
Así, en sesión extraordinaria del 4
de enero de 1932 se reúne la corporación
municipal de Garachico para dar a cono-
cer un escrito de varios vecinos de esta localidad ofreciendo al ayuntamiento una
casa en condiciones. En el
escrito, que firman con fecha
31 de diciembre último, los
vecinos Atilano de la Torre y
Cáceres, Conrado Brier, Donato
Pérez, Fermín Méndez, Eugenio Hernández, Mariano Brier,
Melchor de la Torre Cáceres,
Carmelo Mascareño, Luis
López de Ayala, Ernesto de
León Huerta, Domingo
Velázquez de la Cruz, Teodoro
Velázquez y Velázquez, Juan
P. Pérez Díaz, José Bravo, Antonio Pérez, María Pérez Díaz,
Ezequiel González, Francisco Rolo, Juan Díaz Jiménez, Aniceto
Mansito Dorta, Joaquín Martínez del
Pino, Adolfo Rodríguez, José Mª
Adán, José Rodríguez y Gregorio
Fleitas exponen que son conocedores
del propósito del Ministerio de la Gobernación de dotar a esta localidad de un
puesto del Instituto de la Guardia Civil,
propósito que estiman plausible, y que
con el fin de posibilitar su inmediata
creación, cooperando a las gestiones
que haga en tal sentido el ayuntamiento,
ofrecen gratuitamente, en concepto
de dueños, la llamada “Casa de Gallos”,
donde últimamente se han llevado a
cabo importantes mejoras, acondicionándola para cuartel del ya referido
puesto de la Guardia Civil. Comprendiendo la cesión un plazo no superior
a diez años, que quedaría rescindido
desde el momento en que, por cualquier circunstancia, se suprimiese el
puesto del citado Instituto, debiendo
correr a cargo del ayuntamiento la conservación interior y exterior del edificio.
La corporación municipal, previa deliberación, acordó aceptar gustosa la
oferta y, en consecuencia, la Presidencia
solicitaba de la superioridad que se
creease en la localidad, lo antes posible, el puesto de la Guardia Civil.
Mientras, en sesión de 26 de abril
de 1933, los ediles garachiquenses autorizan el pago de 201 pesetas por diferentes gastos de mobiliario adquiridos
con destino a una habitación para dormitorio de una pareja de la Guardia
Civil, cuando por razones del servicio tenga que pernoctar en la población.
Los tiempos políticos cambiaron en
la corporación local de Garachico, y
así, el 3 de mayo de 1933, reunido el
Consistorio y teniendo por base el
acuerdo de 4 de enero de 1932, relativo al ofrecimiento de los propietarios de la Casa de Gallos para el cuartel de la Guardia Civil, los señores concurrentes dictaminan que no existe en
el presupuesto municipal consignación alguna con destino a dicho
puesto, y que el ayuntamiento no se
encuentra en condiciones económi-
Casa Cuartel de la
Guardia Civil en
Garachico.
cas para atender los gastos que ocasione el establecimiento del mismo.
Acordaron dirigirse a los destinatarios
del mencionado escrito de ofrecimiento
de la Casa de Gallos, por conducto de
Atilano de la Torre, primer firmante,
invitándoles a que contribuyesen a toda
clase de gastos que ocasionase el establecimiento, haciéndose cargo, además, de la conservación interior y exterior de la casa y otros gastos de mantenimiento.
El 10 de mayo siguiente se reúnen
de nuevo los concejales para conocer
que los firmantes del escrito de 4-01-1932
estaban dispuestos a hacer un prorrateo
de los gastos que ocasionase el sostenimiento del puesto y costearlos por
su cuenta y el tiempo que estimasen
conveniente, cosa que los munícipes
no estiman aceptable, puesto que dejan
al libre albedrío de los señores de la
“casa” el factor tiempo. Devuelven el
escrito a Atilano, para que indiquen
y se comprometan a que lo harán durante los diez años señalados.
Reunidos nuevamente el 24 del mismo mes, vieron que Atilano no había
contestado. Acordaron insistir en
ello con un oficio de apremio.
Se reúnen de nuevo los miembros
del ayuntamiento el 31 de mayo de 1933,
para calcular la cuantía de los gastos
que supondría el mantenimiento de
la casa cuartel de la Guardia Civil, y
llegan a la conclusión de que las arcas
municipales no podían hacerlos
frente, y que los vecinos ofertantes de
la gallera no habían dado respuesta a
la petición de su mantenimiento; y atendiendo, además, a que hasta el presente no se había tenido confirmación
oficial del Ministerio de la Gobernación respecto a la creación del puesto
de la Guardia Civil, acuerdaron “dejar
sin efecto la petición que hizo el Ayuntamiento el 5 de enero de 1932” y, en
consecuencia, autorizar al alcalde
para que en tal sentido se dirija al ministro de la Gobernación.
Pasaron meses de tiras y aflojas. Finalmente, el 27 de marzo de 1934 el comandante del puesto de la Guardia Civil
de Garachico, desde la acondicionada
gallera, comunicaba al alcalde que había
tomado posesión del puesto y le
ofrecía sus servicios. Por mucho que
hemos investigado en periódicos
coetáneos a la llegada en las actas municipales y en la memoria de “los
más ancianos del lugar” no
hemos encontrado rastro de
que a la arribada de los beneméritos guardias a la Villa y
Puerto se les haya tributado
algún agasajo de bienvenida,
como ocurrió en su momento
en el pueblo de Buenavista.
Corrían otros tiempos, otros
aires políticos se palpaban en
el ambiente.
Y allí permaneció la Guardia Civil hasta finales de los
años sesenta del pasado siglo,
al ser desalojada y acomodada
en otro lugar del pueblo, por
no reunir el edificio las necesarias condiciones de seguridad y habitabilidad.
Se instalaron la comandancia y el
sargento comandante del puesto en
la calle Esteban de Ponte, o del Medio, en la casa conocida como “del Limonero”. Los restantes números de la dotación, que entonces eran poco más de
media docena, lo hicieron en casas próximas al puesto de mando.
Mientras, la vieja gallera de techos
de uralita fue derribada y en su solar
se levantó un moderno edificio para
casa cuartel, donde se instalaron varias secciones del Cuerpo, entre ellas
la de Tráfico. Hoy, después de cuarenta
años de uso, la Guardia Civil tiene que
ser desalojada nuevamente y buscar
acomodo en otro lugar del municipio;
porque el inmueble tiene aluminosis
y otros defectos de construcción,
según lo comunicó el alcalde el 3 de
junio pasado, a través de Facebook:
“Altos mandos del cuerpo de la Guardia Civil en Tenerife me ha informado
de que el edificio del cuartel sufre tales
problemas estructurales a causa de la
aluminosis, que desde Ministerio del Interior se les conmina a desalojarlo a corto
plazo, en un mes. Esto ocasiona un grave
problema para el servicio y, sobre todo,
para los guardias y familiares que allí
se encuentran alojados”.
“Me he comprometido –continúa el
alcalde– a hacer las gestiones necesarias entre las viviendas que no están
ocupadas y que sus dueños estén dispuestos a alquilarlas, para que puedan
trasladarse a ellas, porque pagar el Ayuntamiento los alquileres, rotundamente
no, porque no podemos hacerlo desde
el punto de vista legal ni disponemos
de partidas presupuestarias suficientes para ello”, concluye el principal edil.
A fecha de hoy tenemos noticia de
que varios guardias han abanado el edificio con sus familias y habitan en casas
del pueblo.
FUENTES DOCUMENTALES
Archivo Municipal de Garachico: Actas
municipales.
Archivo Municipal de Buenavista:
Actas municipales.
Jable: Periódicos de Canarias y
Facebook.
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EL DÍA, domingo, 19 de julio de 2015
RAMÓN GÓMEZ,
PRECURSOR DE LOS MUSEOS DEL
PUERTO DE LA CRUZ
Un museo es una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y abierta al público,
que adquiere, conserva, estudia, expone y difunde el patrimonio material e inmaterial de la humanidad
con fines de estudio, educación y recreo (Conferencia General de Viena, 2007).
Texto: Melecio Hernández Pérez
E
ste trabajo pretende ser
un recorrido por los museos,
tanto privados como públicos, que a lo largo de la historia ha conocido el Puerto
de la Cruz, pese a no existir una firme
voluntad continuista de los mismos. Sin
embargo, en la sede del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias tuvo lugar a mediados del siglo XX la fundación de dos valiosos museos: el de Arte
Contemporáneo Eduardo Westerdahl
y el de Arqueología Insular Luis Diego
Cuscoy. Este histórico y ejemplarizante
acontecimiento sociocultural, referente de nuevos intentos –que las más de
las veces fracasaron o no pasaron de
meros proyectos–, y los que aún subsisten siguen afrontando serias dificultades para desarrollar su función principal de conservación, estudio y exhibición de los fondos, con riesgos irreparables por carencia de instalaciones
idóneas y apoyo financiero de las administraciones públicas.
Pero no le faltaban razones al Puerto
para implantar diversos centros de este
género al servicio de la sociedad, la investigación y la cultura en general. Incluso
cuenta con una reliquia prehispánica,
declarada Bien de Interés Cultural, con
categoría de Zona Arqueológica (2007)
--que ha sido mallada por seguridad pero
que daña su conservación– de lo que
representa su principal patrimonio
natural, arqueológico, paleontológico
e histórico. Me refiero a la sugerente
arquitectura de la ladera Martiánez del
acantilado costero en la zona de La Paz,
y enclave principal de asentamiento poblacional y gran necrópolis guanche,
sujeto a expolios desde la conquista castellana, pero fundamentalmente durante
los siglos XVIII y XIX, que, sin embargo,
en la actualidad, a pesar de su deterioro
y abandono, sigue suscitando gran interés y atracción paisajístico-turística,
puesto que conserva, entre otras significativas propiedades, cuevas sepulcrales
y de vivienda (Siete Palacios, Derrumbes y Guanches) y una representativa
variedad de flora y fauna autóctona.
La presencia de científicos, exploradores y viajeros atraídos por la fama del
Teide y el famoso Valle de La Orotava,
así como los que lo hicieron por razones de religión, salud o placer y, fundamentalmente, la corriente comercial
extranjera dedicada al negocio de la pro-
ducción y exportación de vinos a Europa, América y las Indias desde mediados del siglo XVII, harían del entonces lugar del Puerto de la Orotava uno
de los más importantes de Canarias.
Este gremio comercial, que se había
enriquecido fácilmente junto a la burguesía del sector agrario isleño, adquiere
gran protagonismo sociopolítico, crea
las bases de un asentamiento urbano
y demográfico estable, en franca expansión; participa, por tanto, en el florecimiento y prosperidad de la zona
durante los siglos XVII al XIX. Durante
dicho periodo construyen notables casas
comerciales de dos y tres plantas, dotadas del indispensable mirador para
avizorar la recalada de los barcos, así
como espléndidas casonas de campo
con jardín y césped.
Con las conexiones con el exterior
pronto entran en contacto con la influyente sociedad de élite mercantil,
a la que trata de imitar adquiriendo elementos de calidad y estilo para el equipamiento de sus inmuebles, de obras
de arte, figuras, grabados y colecciones diversas, entre otros objetos decorativos con que daban mayor esplendor a sus hogares, algunos de los cuales todavía subsisten en el Valle, principalmente en la Villa, y que son auténticos museos privados.
Al mismo tiempo, vivieron las nuevas tendencias culturales que triunfaban
en Europa al atesorar pensamientos y
libros prohibidos que entraban por el
muelle del Puerto de la Cruz y que, entre
otros extranjeros residentes, acabaron
en bibliotecas de los Cólogan, White,
Barry, y otros muchos, pudiéndose aventurar que fueron ellos los incitadores
de la aparición del museo en la zona
norte de Tenerife.
Don Ramón Gómez (1850-1919), a
quien siempre se le conoció y recuerda
con el tratamiento de cortesía antepuesto
al nombre, tuvo una botica y un museo arqueológico en su casa, donde vivía
la familia, edificio de corte neoclásico
demolido en 1967, durante el incontenible
desarrollo del primer centro turístico
de España. En dicha casa-museo, entre las calles de Santo Domingo y San
Telmo, el acceso al museo lo tenía por
la segunda vía e independientemente
de la botica, donde habitualmente se
reunía un grupo de tertulianos intelectuales avanzado el siglo XIX y primeras décadas del XX. También en la
farmacia Estrada, ubicada en la calle
Esquivel, hubo otra tertulia integrada
por republicanos y liberales, a la que
solía asistir el historiador y escritor portuense José Agustín Álvarez Rixo
(1796-1883) (1).
En el ejercicio de sus funciones como
farmacéutico dispensador y distribuidor de los medicamentos de Allen and
Hamburg, además de taxidermista, museólogo y corresponsal del Gabinete Científico de Santa Cruz de Tenerife, creado por iniciativa de Juan Bethencourt
Alfonso en 1878, un año antes que el
Museo Canario de Las Palmas (2), don
Ramón ocupó un puesto muy destacado en dicha institución hasta el punto
de haber donado “nada menos que 120
cráneos” (3), pues no en vano era un
“destacado informante [y amigo] de D.
Juan Bethencourt Alfonso” (4). Fue muy
reconocida y valorada la entrega del propietario del único centro museístico del
Puerto de la Cruz, capaz de concentrar
una interesante y amplia muestra de
objetos antropológicos y arqueológicos
descubiertos en las cuevas de cadáveres
guanches, que, por aquellas fechas seguían desprotegidas. Asimismo se exhibían cráneos, momias –entre ellas la
de un infante de pocos meses–, antiguas monedas, fragmentos de cerámica,
viejos mapas, un amplio y variado número de ejemplares disecados de la fauna
de Tenerife e incluso aves vivas; y, también encontrado en 1885 […] un guatimac –o, como dice el vulgo, del muñeco de barro que a guisa de pectoral
llevaban colgado al cuello los sacerdotes
guañameñes y camarines(5)–,entre otros,
incluido material fotográfico; todo
ello a la venta de los visitantes.
Para entender mejor ese interés
Ramón Gómez,
precursor de los
museos del Puerto
de la Cruz. Archivo
del autor
museístico por algunos particulares,
como es el caso de hoy, hay que aclarar que “a partir del siglo XVIII comenzamos a tener noticias del afán “coleccionista” de muchos de nuestros paisanos, probablemente influenciados por
el expolio a los que nos tenían sometidos los viajeros ingleses, franceses y alemanes, principalmente” (6).
Así que no era de extrañar que desde
distintos puntos de la isla vinieran a ofrecerle a don Ramón material apropiado
para el museo, motivo por el cual su
multiplicidad profesional estaba dotada
de amplios conocimientos científicos, ya que disecaba animales, preparaba y expendía medicinas, y atendía
en su museo, en su mayoría, a extranjeros que adquirían antigüedades de restos arqueológicos y otros objetos de diversa naturaleza.
Al fallecimiento de don Ramón en
1919, a los 69 años, los administradores del museo fueron los sucesivos esposos de su hija Leticia, el farmacéutico
Manuel Benítez Méndez y Juan González Sanjuán (7). El primero había sido
inicialmente mancebo al servicio de la
botica de su futuro suegro, el cual le
había inculcado la técnica de la taxidermia, y al segundo lo recuerdo
acompañado de su fiel grajo azabache
en el espléndido ventanal orientado al
mar por San Telmo, dotado de catalejo
oteando el amplio panorama marítimo,
a imagen y semejanza de los antiguos
comerciantes cuando aguardaban la recalada de los barcos. Pero las olas, en su
rugir furioso, terminaron borrando el
secreto de si alguna vez llegó a puerto
el navío que soñó capitanear.
Con el derribo del edificio que albergara la casa-museo, previo un periodo
de abandono al que estuvieron sometidas las colecciones de Ramón Gómez,
su último administrador, Juan González
Sanjuán, cedió al Instituto de Estudios
Hispánicos de Canarias considerable
material de gran valor arqueológico y
etnográfico para su conservación y exposición, que engrosó los museos de Arte
Moderno y Arqueológico de dicho
centro y de otros que vienen a demostrarnos que Ramón Gómez fue el precursor de los museos en la historia del
Puerto de la Cruz.
BIBLIOGRAFÍA
1. “Atguaxocha”. ¿Qué ha sido de nuestra cultura prehispánica? Diario de Avisos. Santa Cruz de Tenerife, 7 de julio
de 1978.
2. Bethencourt Alfonso, Juan. Historia
del pueblo guanche, T. II. Edición anotada por Manuel A. Fariña González.
Francisco Lemus editor, La Laguna.
Litografía A. Romero, S.A., Santa Cruz
de Tenerife, abril 1994, página 510.
3. Ídem, página 509.
4. Ídem, página 516.
5. Ídem, página 281.
6. Melo Dait, Raúl E. Los gabinetes científicos o museos guanchinescos en Canarias. La Prensa-EL DÍA, Santa Cruz
de Tenerife, 21 de octubre de 2006.
7. “Atguaxocha”. ¿Qué ha sido de nuestra cultura prehispánica? Diario de Avisos. Santa Cruz de Tenerife, 7 de julio
de 1978.
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domingo, 19 de julio de 2015, EL DÍA
www.eldia.es/laprensa
Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 989
LA LAGUNA SALDÓ TRES DEUDAS
HONORÍFICAS EN 1921
Texto: Emiliano Guillén Rodríguez
(periodista, cronista oficial y miembro
del Instituto de Estudios Canarios)
Texto: Doña Julia
C
iudades universitarias cargadas de historia y honorabilidad, como ocurre
con La Laguna, a lo largo
del tiempo habrán albergado entre sus convecinos un gran número de personajes dignos y merecedores de reconocimiento. No es de
extrañar por ello que en ocasiones se
les reconozca su labor en grupos, tal
cual ocurriera con el caso que ahora
nos ocupa.
Este curioso y honorario asunto se
inicia con una instancia fechada el 5
de abril de 1921 y avalada por más de
setecientas firmas. En su razón se
expone que “hace poco más de un año
falleció Don Quintín Benito Benito”,
un afamado docente que fue director
del Instituto General y Técnico de Canarias. En él desempeñó con mucho éxito
y dedicación su cátedra de Matemáticas por más de diez lustros. La citada
instancia incluye elogiosas alabanzas,
de ésas que muchos quisiésemos recibir a lo largo de la vida. Comenta que
se trató de un hombre honrado,
caballeroso, leal, hospitalario y consecuente; gran pedagogo que dejó entre
sus alumnos y compañeros una labor
modesta y silenciosa, pero a la vez
valiosa y decisiva. También fue concejal de ese ayuntamiento, teniente
de alcaldey miembro de la Diputación
Provincial.
Los informantes, más que previsiblemente antiguos alumnos suyos,
recalcan que ha de ser bueno que las
generaciones sucesivas conozcan la
vida y obra de un benefactor de los
estudiantes y del proletariado. Los peticionarios, basados en el apoyo popular con que cuenta el proponente, solicitan que “a una de nuestras calles”,
cual pudiera ser la de Las Cruces, se
le dé el nombre de Quintín Benito, y
“contribuir con la presencia de las autoridades a descubrir una lápida conmemorativa que se haya de colocar en la
casa donde falleció”.
Complementan el escrito indicando que este acto pudiera incluirse
entre los programados con motivo de
la celebración de las fiestas del Cristo
correspondientes al año de 1921.
Está firmada, entre otros muchos,
por Antonio Zerolo, Diego Ximénez
de Cisneros, Fernando Oraá y, como
se ha dicho, unas setecientas firmas
acompañantes.
Regresados al acta de 20 de abril del
mismo año, en ella se recoge el texto
íntegro de la solicitud. Sería leída en
su totalidad por el secretario en la reu-
En un solo pleno, sin gran aspaviento, la corporación lagunera satisface en el año 1921 a los señores Quintín
Benito Benito, profesor, José Rodríguez Moure, cronista oficial, y Silverio Alonso Castillo y Pérez, eclesiástico,
las deudas contraídas por su fructífera labor en beneficio de la ciudad. Para los tres hubo designación de
calle. A Rodríguez Moure, en esa misma sesión, además, se le distinguió con el título de Hijo Predilecto de la
ciudad. Eso sí, con el común error de honrarles después de muertos. Sin embargo, no ocurriría igual con la
propuesta presentada en favor de Antonio Leal Martín, el constructor y dueño del teatro Leal, que hubo de
conformarse con un título de compromiso y sin rango destacable.
nión plenaria de la reseñada fecha. Seguidamente, intervienen los concejales Sres. Díaz y Pérez, expresando
su apoyo incondicional a tan razonada
demanda. A continuación, cada uno
de los ediles presentes fue testimoniando su parecer y voto en positivo
sobre el particular.
Cuando ya ningún miembro del consejo hiciese uso de la palabra, se sometió a votación. El texto quedó aprobado por unanimidad e incluyó el acuerdo de que se debía concurrir en su día
a participar esta resolución a su viuda e hijo.
Durante aquella jornada, en este apartado de Honores y Distinciones, la corporación también trató otros motivos
a iniciativa propia que también prosperaron. De una parte, el activo concejal Díaz elevó a la consideración del
Pleno la personalidad de otro modesto
y respetable ciudadano. Se trató de
José Rodríguez Moure, del cual todo
el mundo conoce su vasto conocimiento, por lo cual este ayuntamiento ya le había nombrado cronista
oficial de la ciudad.
En su intervención, el ponente
desgranó todos los méritos alcanzados por sus estudios acerca de La Laguna. A la hora de concluir su disertación, propone que se le nombre Hijo
Predilecto y que se rebautice con su
nombre a la calle que tradicionalmente
se viene llamando “del Remojo”.
Sometida la propuesta a votación,
es igualmente aprobada por unanimidad ambas solicitudes; tanto el nombramiento de Hijo Predilecto cuanto
la nominación de la calle.
Cual si se tratase de un generoso desgranar de reconocimientos, el señor
Vera, otro diligente miembro del referido Consejo, recuerda a sus compañeros que la ciudad tiene también
contraída una deuda con otro insigne
patriota. Se trata de Silverio Alonso
Castillo y Pérez, gloria del clero canario. Tras la aseveración, propone
que el camino que parte de la plaza
de la Junta Suprema y que se dirige
al paseo de la Universidad se le
denomine con su nombre simplificado:
Silverio Alonso.
Esta proposición, sin grandes aspavientos ni críticas adversas, también sería aprobada por la totalidad
de los miembros presentes en el
acto. Resultó simple el expediente y
solución para estos reseñados casos,
se les honró sin demoras ni tardanzas ni grandes alardes burocráticos.
No ocurriría, sin embargo, lo mismo
con el expediente de Antonio Leal Martín. La Asociación Obrera de la ciudad, el 15 de agosto de 1918, avalada
por varios centenares de firmas,
propone al Pleno que se le nombre Hijo
Predilecto y que, además, se le dé su
nombre a la calle conocida como Consistorio. Los demandantes alegan
que “se trata de un acto patriótico a
la vez que justiciero”. Unos días
pasados, los ediles responsables
habían elevado escrito al Consejo señalando que lo hacen guiados por
móviles de justicia, y teniendo en
cuenta la obra realizada al construir
“un teatro tal que por sus proporciones y belleza honra a esta población
tan necesitada de un edificio de esta
índole, que vendrá a contribuir en gran
medida a fomentar la cultura y el amor
por el arte entre los laguneros”. Añade
la nota que, para la ejecución de tan
magnífica obra, en ella encontraron
trabajo por largo tiempo un buen
número de obreros de este término,
logrando con ello paliar el “crecido”
paro reinante, especialmente en la clase
obrera. Aseguran que esta obra se realizó por “levantados impulsos patrióticos”, más que por miras a negocios
y rentabilidades. El promotor no
regateó en gastos para el logro de su
obra, un excelente teatro que eleva
sustancialmente el prestigio de esta
noble y vieja ciudad.
Aquel día la discusión del asunto
quedó pendiente para nueva ocasión.
Su oportunidad se materializaría
unos días después bajo la presidencia del titular, Andrés Díaz Bethencourt.
En aquel cabildo se propone y acuerda
que conste en acta la gratitud al Sr.
Leal por su actitud generosa y bienhechora para los intereses morales y materiales de La Laguna, entregándosele
solemnemente un título firmado por
todos los intervinientes y en el que
se consigne con “sencilla y sincera elocuencia estos sentimientos”.
Del cuerpo de la solicitud sólo se
aprobó una ínfima parte. Definitivamente, se le concede y reconoce un
título sin rango, por cuanto a la predilección y calle ningún otro registro
he podido encontrar, ni en su contra
ni en su favor. Aquella corporación no
entendió las razones alegadas con los
merecimientos suficientes como para
meritar tales distinciones.
REFERENCIA DOCUMENTAL
-Ayuntamiento de San Cristóbal de La
Laguna. Actas Municipales 1921 – 1922. S II. Signatura: 10106, Doc. nº 3.
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