Discurso de Peter Maurer en la UNAM

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Sólo es auténtico el discurso pronunciado
Discurso pronunciado por el señor Peter Maurer
Presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja
DESAFÍOS DEL DERECHO INTERNACIONAL
HUMANITARIO Y LA ACCIÓN HUMANITARIA
Facultad de Derecho de la UNAM
7 de marzo de 2015, Ciudad de México
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Agradezco la oportunidad de dirigirme a ustedes en la UNAM, una de las
universidades más prestigiosas de América Latina, dedicada a la justicia social y los
ideales humanitarios, en una Facultad de Derecho que forma a los dirigentes
mexicanos del futuro. Desde que estableció una delegación en la ciudad de México,
en 2002, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha mantenido un diálogo cada
vez más profundo con México en diversos niveles, incluidos el Gobierno, la comunidad
académica, la sociedad civil y, en particular, la Cruz Roja Mexicana.
Ese diálogo ha propiciado el desarrollo de una relación de confianza que le ha
permitido al CICR adaptar sus actividades. Al inicio, éstas se centraron en torno a la
promoción del derecho internacional humanitario; con regularidad contamos con el
apoyo de los dirigentes mexicanos a la hora de abordar temas relativos al DIH en
muchos foros internacionales, como las Naciones Unidas, la Organización de Estados
Americanos o la Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja;
luego, nos abocamos paulatinamente a tratar de responder a las necesidades
humanitarias de las personas afectadas por las tendencias cambiantes de violencia
armada que se han registrado en los últimos años en la región. Esto representa una
evolución de nuestra acción que no podría haber sido posible sin la estrecha
cooperación de la Cruz Roja Mexicana, con la que llevamos adelante buena parte de
nuestras actividades.
Esta noche quisiera ofrecerles una breve reseña de la visión que el CICR tiene de la
guerra y la violencia que evolucionan permanentemente en el mundo en general y en
América Latina y México, en particular. Quisiera explicarles, además, cómo, en
nuestra calidad de organización humanitaria, estamos tratando de llegar a las
personas necesitadas para prestarles ayuda esencial y crear un espacio humanitario
en medio de los conflictos y la violencia.
El número de guerras está disminuyendo a nivel mundial. Esta debería ser una buena
noticia. Pero, en realidad, solo está disminuyendo el número de conflictos armados
internacionales. El número de conflictos armados internos y de prolongadas
situaciones de violencia está en aumento. Somos testigos del surgimiento de un nuevo
tipo de conflicto, con nuevas dinámicas que plantean nuevos retos a los organismos
humanitarios:
•
conflictos de duración cada vez más prolongada que afectan los sistemas de
servicios sociales básicos, por ejemplo en Afganistán, Somalia, Israel y el
territorio palestino ocupado;
•
conflictos regionalizados que se extienden a países vecinos, como la violencia
en el norte de Nigeria que se expande a Níger, Chad y otros países de la región,
o el conflicto en Siria, que ha desestabilizado todo Oriente Medio;
•
conflictos volátiles en los que se emplean tácticas de terror y que se diseminan
a través del campo de batalla ideológico que ofrecen los medios sociales, por
ejemplo en Irak;
•
conflictos politizados y cada vez más polarizados con pocas perspectivas de
soluciones políticas, como en Ucrania o Yemen;
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•
campos de batalla que se extienden a las ciudades y las comunidades civiles,
con bombardeos y ataques en zonas densamente pobladas, como en Siria o
Gaza;
•
violencia impuesta por nuevos actores, en las que se mezclan intereses
políticos, criminales y comerciales en estructuras amorfas, por ejemplo en
América Central o aquí mismo, en México.
A lo largo de los últimos 150 años, los Convenios de Ginebra y otros instrumentos del
derecho internacional han codificado los límites de la guerra. Pero esos límites no se
hallan solo en el derecho internacional humanitario; se trata de normas humanas
universales que han existido durante miles de años y se basan en los valores
intrínsecos de humanidad, dignidad, protección de las personas vulnerables y
asistencia a las personas necesitadas.
Sin embargo, hay una serie de cuestiones que complican considerablemente el
respeto del derecho. Permítanme enumerar algunas sobre las cuales el CICR está
actualmente trabajando.
Cumplimiento
La primera cuestión se refiere al cumplimiento de las reglas convencionales y
consuetudinarias del DIH, tema que se encuentra en el centro de las actividades del
CICR relacionadas con la protección de las personas en los conflictos armados. El
CICR trabaja para mejorar el cumplimiento del DIH estando presente en el terreno y
manteniendo un diálogo bilateral y confidencial con los actores estatales y noestatales para abordar problemas humanitarios específicos.
En paralelo, el CICR también trabaja para mejorar el cumplimiento del DIH a través
de actividades dirigidas a promover la comprensión y la aceptación del DIH, así como
a apoyar a las autoridades en la implementación del DIH en el derecho interno. Estos
esfuerzos también incluyen alcanzar a los círculos influyentes, incluyendo a los líderes
religiosos y comunitarios y a los académicos, que nos permiten entender mejor cómo
los sistemas de valores se relacionan con el derecho de la guerra e identificar puntos
en común con el DIH. Esto puede ser especialmente relevante cuando algunos grupos
armados no-estatales rechazan el DIH en su conjunto al tener la convicción de que se
trata de una invención del mundo occidental.
No obstante, tenemos que reconocer que el cumplimiento del DIH depende en gran
medida de la voluntad política de las partes en el conflicto. Los Convenios de Ginebra
y el Protocolo Adicional I prevén toda una serie de mecanismos para fortalecer su
cumplimiento aunque han sido escasamente, si no es que jamás utilizados. La razón
de su fracaso recae en que su funcionamiento depende del consentimiento de las
partes concernidas. Fueron creados para los conflictos armados internacionales y no
para los no internacionales. Desafíos similares afectan a los mecanismos establecidos
por las Naciones Unidas. Éstos también se encuentran sujetos a negociaciones
políticas y son cuidadosos a la hora de escoger las situaciones que tratarán. Por todas
estas razones, el CICR y Suiza iniciaron un proceso de consultas con los Estados para
identificar opciones para fortalecer los mecanismos para controlar el respeto del DIH.
Detención
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Otra cuestión que complica el respeto del derecho está relacionada a la privación de
la libertad de las personas. En los conflictos armados internacionales, el DIH
claramente estipula cuándo y por qué una persona puede ser detenida o internada.
Las cosas se complican en los conflictos armados no internacionales en los que el
DIH es mucho menos preciso.
Las razones de esta falta de certeza y de claridad son que el DIH aplicable en los
conflictos armados no internacionales supone que el internamiento va a ocurrir pero
no clarifica ni las razones permisibles para el mismo, ni las salvaguardias
procedimentales, lo que implica que las autoridades que detienen no cuentan con
reglas predeterminadas para asegurarse de que las detenciones no sean arbitrarias.
Esta es una cuestión recurrente en el derecho: el mundo y las sociedades evolucionan
más rápidamente que el derecho y nos encontramos entonces con un vacío jurídico.
Además, el derecho internacional humanitario y el derecho de los derechos humanos
se superponen parcialmente pero también dejan parcialmente una laguna,
generalmente donde la claridad del derecho se encuentra con una realidad en el
terreno mucho más compleja y con muchas aristas.
De igual forma, cuestiones como la transferencia de detenidos de un Estado a otro,
las condiciones materiales de detención, incluyendo la comida, el alojamiento y la
atención médica, así como el contacto con el exterior o necesidades específicas de
las mujeres y niños o de personas particularmente vulnerables como las personas
ancianas o discapacitadas, no se encuentran suficientemente reguladas en los
conflictos armados no internacionales.
El CICR trabaja junto con los Estados para atender estas cuestiones y encontrar
soluciones prácticas y jurídicas a los vacíos existentes.
Mientras que el desafío principal para mejorar la situación de las víctimas de los
conflictos armados es asegurar el respeto de las normas existentes, no podemos
ignorar la evolución de las formas en las que se hace la guerra en el siglo XXI. La
evolución rápida de la capacidad militar es un buen ejemplo.
Los Convenios de Ginebra confieren al CICR el mandato de trabajar en el impacto
humanitario de las armas, siguiendo siempre la regla que en toda guerra se deben
respetar los principios de precaución, proporcionalidad y distinción. Vemos como un
logro el hecho de haber conseguido, junto con los Estados, la prohibición de las minas
antipersonales, o de haber regulado masivamente el comercio de armas pequeñas a
través del Tratado sobre Comercio de Armas.
Estamos trabajando actualmente sobre la cuestión de los explosivos en áreas
densamente pobladas. Al haberse movido el campo de batalla a las ciudades, no
podemos aceptar que las armas también se muevan a los centros urbanos, demasiado
cercanos a los hogares de las familias, a los hospitales y a las escuelas.
Nuevas tecnologías
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Nuevos métodos y medios de guerra - como la guerra cibernética y las armas
autónomas - se han convertido en temas de creciente debate en la comunidad
humanitaria, jurídica y diplomática. Es evidente que los redactores de los Convenios
de Ginebra no previeron dichas tecnologías.
Por ejemplo la guerra cibernética - es decir, los medios y métodos de guerra que
consisten en operaciones cibernéticas equiparables a, o llevadas a cabo en el
contexto de un conflicto armado. Si bien el potencial militar del espacio cibernético aún
no se entiende completamente, parece que los ciberataques contra los sistemas de
transporte, redes eléctricas, presas, y plantas químicas o nucleares son técnicamente
posibles. Este tipo de ataques podrían tener consecuencias de gran alcance, que
resultarían en un alto número de víctimas civiles así como daños significativos.
Como es el caso con cualquier nueva tecnología, si las capacidades cibernéticas se
utilizan en los conflictos armados, deben cumplir con el DIH, en particular los principios
de distinción, proporcionalidad y de precaución. El principal desafío en este sentido es
la interconexión del espacio cibernético. Sólo existe un espacio cibernético, y las
mismas redes, rutas y cables son compartidos por usuarios civiles y militares. La
interconexión del espacio cibernético podría volver imposible el distinguir entre los
sistemas informáticos militares y civiles al momento de lanzar un ataque. Además, el
principio de proporcionalidad exige evaluar los efectos incidentales esperados de un
ataque contra los civiles y los bienes civiles; pero en el ciberespacio, ¿es posible hacer
esto, incluyendo la evaluación de los efectos indirectos de un ataque cibernético en
las redes civiles? El anonimato que permite el ciberespacio es otro reto importante. Si
el autor de una operación cibernética no puede ser identificado, podría llegar a ser
extremadamente difícil determinar si el DIH es siquiera aplicable a la operación, y
hacerlo de una manera oportuna.
Hablaré ahora de los sistemas de armas autónomas, capaces de buscar, identificar y
atacar a un individuo con fuerza letal. Tales armas no existen todavía, pero la
investigación está avanzando a gran velocidad, planteando preocupaciones que
deberán ser atendidas en su momento. No está claro aún si las armas autónomas
podrían alguna vez cumplir con las obligaciones de DIH relativas a la distinción entre
civiles y combatientes, para llevar a cabo la determinación de la proporcionalidad, y
tomar las precauciones factibles durante el ataque. Pero incluso si fuera
tecnológicamente posible un día hacer que las armas autónomas cumplan plenamente
con el DIH, su despliegue aun plantearía preguntas fundamentales acerca de cómo
las máquinas pueden ser autorizadas para tomar decisiones de vida o muerte, o sobre
quién sería considerado responsable por crímenes de guerra. Permítanme ser claro,
la cuestión crucial no es determinar si las nuevas tecnologías son buenas o malas en
sí mismas, sino asegurarnos que no se desarrollen y se empleen de forma prematura
en condiciones en las que no se puede garantizar el respeto del DIH.
En el CICR basamos nuestra acción en los límites de la guerra, no porque los
Convenios de Ginebra nos lo permita, sino porque no respetar los límites de la guerra
significa que hombres, mujeres y niños que no han tomado las armas – o combatientes
que las han dejado – están privados de protección contra el homicidio, la violación, el
pillaje, la humillación, y la lista continúa. Basamos nuestra acción en las necesidades
de las personas afectadas por los conflictos y la violencia, cada vez que estas
situaciones tienen consecuencias humanitarias.
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Nuestra experiencia demuestra que la acción humanitaria neutral, independiente e
imparcial es la más apta para llegar a las personas necesitadas. Se trata también de
una fórmula probada y comprobada para evitar que la acción humanitaria llegue a
formar parte de programas políticos más amplios y controvertidos.
No obstante, el espacio humanitario necesario para el desempeño de nuestra labor es
cada vez más difícil de recorrer, considerando el nuevo tipo de conflicto y de actores
que hoy imperan, a nivel mundial y en esta región.
En América Latina, un continente que ha conocido la violencia armada, han surgido
en las dos últimas décadas nuevas formas de violencia armada que generan niveles
alarmantes de consecuencias humanitarias para la población de muchos de los países
del continente, sino para su mayoría.
En gran medida, la violencia que se registra hoy en día no se debe particularmente a
enfrentamientos políticos, sino que parece estar causada cada vez más por motivos
relacionados con la obtención de otras ventajas, incluso a través de actividades
ilícitas, como el tráfico de drogas. Pese a esas tendencias, las consecuencias de la
violencia en el plano humanitario suelen ser similares a las de formas de violencia más
tradicionales, como los conflictos armados y los disturbios interiores. Esas
consecuencias incluyen que numerosas personas resultan muertas, heridas o
desaparecidas, pero también hay consecuencias causadas directamente por la
inseguridad generalizada, por ejemplo cuando se impide que las personas accedan a
los servicios básicos, como los de salud y educación, porque es peligroso salir a la
calle, o cuando se sienten obligados a abandonar sus hogares e instalarse en otros
lugares, sea en su propio país o en el exterior debido a la falta de oportunidades
sociales y económicas o por temor a que algo pueda sucederles a ellos y a sus
familiares.
Sin duda, esa situación plantea una serie de retos a las autoridades y a los actores
humanitarios. No siempre se puede acceder a los autores de esa violencia ni
controlarlos; ni éstos están necesariamente preocupados por el bienestar de la
población. De la misma forma, las comunidades y las personas que viven con el miedo
constante de sufrir violencia no siempre están dispuestas a comunicar sus problemas;
mucho menos las que se encuentran en un país extranjero sin la documentación
correspondiente. Aun cuando se manifiesta el claro deseo de mejorar la situación, los
recursos disponibles no siempre son suficientes, lo que se traduce en falencias de los
servicios o los procedimientos destinados a proteger a las personas más vulnerables
y expuestas.
El CICR siempre se esfuerza por dar una respuesta significativa a las necesidades
humanitarias de los habitantes de la región y, por ello, ha adaptado su enfoque en
varios contextos de América Latina y el Caribe, incluido México. El CICR está muy
preocupado por la situación humanitaria en varias partes de este país en las que se
encuentran personas afectadas por altos niveles de violencia que no reciben la ayuda
y la asistencia que necesitan.
A diferencia de otras organizaciones, el CICR no se centra solamente en un área
específica, como la salud o la alimentación; ni en un grupo específico como los niños
o las mujeres; ni en un tipo específico de actividad como la asistencia o la promoción.
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Estamos comprometidos a responder a un amplio abanico de necesidades (comida,
agua y saneamiento, salud, artículos domésticos básicos) y por lo tanto nos
describimos como una organización multidisciplinaria. Nos centramos en las
necesidades más apremiantes de las personas y por lo tanto en una amplia gama de
vulnerabilidades – nuestro enfoque está radicalmente basado en las necesidades, por
lo que trabajamos en una proximidad directa con las víctimas. No somos únicamente
un organismo de socorro, sino que estamos comprometidos con ayudar y proteger,
influir en los portadores de armas a efectos de que respeten los marcos
convencionales y consuetudinarios en la limitación del uso de las armas, y tratamos
de influir en los actores del terreno para proteger mejor a los civiles.
Con este enfoque, nuestra respuesta es distinta y diferente en todos los países y las
regiones. Tenemos una presencia muy diferente hoy en el Medio Oriente, África, Asia
o América Latina.
Quisiera darles un panorama de las actividades que llevamos adelante para tratar de
responder a algunas de esas necesidades en México, particularmente en relación con
las cuestiones de la migración, las personas desaparecidas, los servicios de salud y
el uso de la fuerza por funcionarios encargados de hacer cumplir la ley.
Migración
El CICR está profundamente preocupado por la situación de las personas migrantes
en la región, ya que son vulnerables a los efectos de los conflictos armados y de otras
situaciones de violencia. Dentro de ese grupo, las mujeres y los niños están
particularmente expuestos a las múltiples formas de violencia y explotación que
existen.
En México, en asociación con la Cruz Roja Mexicana, el CICR ha buscado formas de
satisfacer las necesidades básicas de esa población. Siguiendo el ejemplo de la Cruz
Roja Mexicana en Sonora, se han instalado puestos de la Cruz Roja a lo largo de la
ruta migratoria, a fin de prestar asistencia básica a las personas migrantes en tránsito
y satisfacer sus necesidades inmediatas. Se han elaborado herramientas para ayudar
a los migrantes a protegerse de posibles peligros durante la larga y peligrosa travesía;
además, se presta asistencia a las personas deportadas a México. Por otro lado,
varios albergues de migrantes dirigidos por organizaciones no gubernamentales
mexicanas han recibido asistencia, a través de mejoras en el acceso al agua potable
o de la rehabilitación de la infraestructura, a fin de que las personas migrantes sean
alojadas en condiciones dignas. Los migrantes con heridas graves o amputaciones
también han recibido asistencia de la Cruz Roja Mexicana y prótesis, órtesis y otros
implementos en instituciones que reciben apoyo del CICR.
Una consecuencia de la migración, así sea para buscar nuevas oportunidades o para
intentar huir de peligros presentes o inminentes, es la pérdida de contacto con los
seres queridos. La persona que ha migrado puede ser considerada desaparecida por
sus familiares, lo que les genera mucha angustia y sufrimiento por no tener noticias
de ella. Parte de nuestra respuesta ha sido ayudar a restablecer el contacto entre
familiares, uno de los ámbitos de acción en los que nuestra asociación con el
Movimiento Internacional de la Cruz Roja en la región ha sido exitosa. A veces, se
trata tan solo de facilitar una llamada telefónica. Entonces, ponemos teléfonos a
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disposición. Varios miles de migrantes han podido comunicarse con sus seres
queridos gracias a servicios de teléfono financiados por el CICR, tanto en los puntos
de asistencia de la Cruz Roja Mexicana y del CICR, como en los albergues. Por otro
lado, se han instalado expendedores de tarjetas telefónicas en varios albergues a lo
largo de la ruta migratoria.
El CICR mantiene un diálogo permanente y constructivo con las autoridades a fin de
que las personas migrantes en centros de retención tengan condiciones de vida digna,
incluido el acceso a los servicios de salud y el contacto con los familiares. Además, el
CICR procura recordar a las autoridades las obligaciones que tienen respecto de las
personas migrantes en materia de protección y respeto de sus derechos
fundamentales.
Es necesario garantizar que el marco de protección de la población migrante
establecido a nivel nacional se aplique y se respete, y que los recursos necesarios
estén disponibles.
Las personas desaparecidas y sus familiares
En toda la región, miles de familias desconocen el paradero de alguno de sus
miembros que puede haber desaparecido en su viaje como migrante, pero también en
otras circunstancias no vinculadas con la migración. Un amplio número de esas
personas ha desaparecido en México por diversas razones, pero no existe un único
mecanismo para buscar a las personas desaparecidas ni para identificar los restos
mortales. Por ello, la mayoría de las familias, así sea en México o en otros países de
la región, no pueden saber qué les ha sucedido a sus parientes desaparecidos, lo que
prolonga el sufrimiento de todas esas personas que tienen derecho a recibir una
respuesta.
Desde hace largo tiempo, el CICR se esfuerza por responder a la tragedia de las
personas desaparecidas y sus familiares, sobre todo cuando las desapariciones han
estado relacionadas con conflictos armados y otras situaciones de violencia.
En México, esos esfuerzos incluyen el trabajo con las autoridades para adoptar
medidas que respondan a las complejas necesidades de los familiares de las
personas desaparecidas; primero y ante todo, su necesidad de saber qué le ha
sucedido a su pariente desaparecido. El CICR ofrece asesoramiento jurídico y técnico
a las autoridades, por ejemplo acerca de protocolos para mejorar la calidad de la
recolección normalizada de datos sobre personas desaparecidas, el tratamiento de
restos humanos y el fortalecimiento del apoyo a los familiares.
Por otro lado, el CICR está reforzando el diálogo y la cooperación con miembros de la
sociedad civil que trabajan en torno a esta cuestión y cuentan con mucha experiencia,
a fin de que la voz de los familiares también se escuche y considere en los programas
políticos y ante el eventual establecimiento de mecanismos para abordar
adecuadamente el problema.
Para avanzar en esta cuestión, es fundamental que todas las partes interesadas,
incluidas la sociedad civil y los propios familiares, trabajen en forma conjunta para
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decidir qué medidas han de adoptarse. El CICR reitera su firme determinación de
prestar el apoyo técnico y de otra índole que se necesite.
Respeto y protección de los servicios de salud
En varias partes del país, muchas personas tienen dificultades para recibir servicios
de salud, y para los servicios de salud es complicado desempeñar su misión. El CICR
ha intensificado los esfuerzos para dar a conocer su experiencia en tratamiento de
heridas por arma a través de la organización de cursos de capacitación dirigidos a
profesionales de la salud, ofrecer atención prehospitalaria y garantizar el servicio de
ambulancias en situaciones de riesgo. Una parte importante de esas actividades
también se ha centrado en los enfoques y las prácticas para mejorar la protección de
los trabajadores y las instalaciones de la salud, así como de los pacientes, durante las
emergencias. Uno de esos esfuerzos consistió en incluir este tema en los programas
académicos de instituciones médicas.
Uso de la fuerza por funcionarios encargados de hacer cumplir la ley
Las cambiantes formas de violencia han requerido que las autoridades encargadas de
hacer cumplir la ley adapten sus procedimientos operacionales y su equipo. En
muchos países, como México, esa adaptación ha conllevado una mayor participación
de las fuerzas militares para asistir a las autoridades civiles en el cumplimiento de
actividades de mantenimiento del orden. Cuando se despliegan fuerzas tanto civiles
como militares para garantizar el orden público, es fundamental, para el respeto del
derecho y la protección de las personas, que esas fuerzas cuenten con los medios
para hacerlo de conformidad con el derecho internacional de los derechos humanos y
los estándares internacionalmente reconocidos que son aplicables.
Algunos de esos medios son marcos jurídicos adecuados, así como doctrinas y
procedimientos operacionales que hayan integrado las normas y los estándares
internacionales aplicables a fin de garantizar que se planifiquen y ejecuten
debidamente las operaciones que impliquen el uso de la fuerza en un paradigma de
hacer cumplir la ley. Además, las fuerzas deben contar con el equipo adecuado y
haber recibido formación apropiada para el cumplimiento de su misión.
El CICR ha cooperado con la policía y las fuerzas armadas de México en sus
esfuerzos por integrar el derecho internacional de los derechos humanos y los
estándares internacionales correspondientes en las doctrinas, los procedimientos y el
entrenamiento.
Espacios humanitarios
En algunos estados de México, los esfuerzos tendientes a ayudar a las comunidades
a hacer frente a la violencia han incluido la promoción del debate sobre valores
humanitarios entre los estudiantes de escuelas secundarias y sus docentes para
contribuir a fomentar el respeto de la vida y la dignidad humanas en sus comunidades.
Esos proyectos se han realizado junto con la Cruz Roja Mexicana y las secretarías de
educación locales, particularmente en Guerrero y Chihuahua.
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El CICR continúa incrementando y examinando sus esfuerzos, junto con la Cruz Roja
Mexicana, para mitigar las consecuencias de la violencia, mediante:
- nuestra acción en favor de las personas migrantes o de las personas
desaparecidas y sus familiares;
- el mejoramiento del acceso a los servicios de salud;
- las actividades tendientes a lograr que el derecho internacional de los derechos
humanos y los principios correspondientes sean debidamente integrados en las
doctrinas y los procedimientos sobre el uso de la fuerza en un paradigma de
mantenimiento del orden; y
- el trabajo con las comunidades en torno a los valores humanitarios.
Estamos persuadidos de que esos esfuerzos aportan una cuota de humanidad en
beneficio de las personas afectadas por la violencia armada. Estamos decididos a
continuar marcando esa diferencia, en forma lenta, sostenida, pero con perseverancia
y determinación.
Más allá de nuestro trabajo relativo a los marcos jurídicos y nuestras operaciones en
el terreno, nos involucramos también en la promoción. Crear conciencia y difundir
información acerca de algunas de las caras menos conocidas de las consecuencias
humanitarias de los conflictos armados puede ayudar a prevenir el sufrimiento.
La violencia sexual, por ejemplo - en contra de las mujeres, hombres, niños, niñas y
detenidos - ha sido parte de las guerras durante siglos, en todo el mundo. Pero es un
crimen de guerra. Buscamos concientizar e informar a los militares, los demás
portadores de armas así como a las comunidades acerca de los riesgos, el sufrimiento
y el tratamiento médico y psicosocial esencial para las víctimas de violencia sexual.
Hace dos años, lanzamos una campaña sobre la cuestión de la protección de los
centros de salud y su personal. Porque, ¿qué sucede cuando los hospitales son
atacados, o los médicos y enfermeras son tomados como blancos? ¿O cuando la
ayuda médica es bloqueada y no es entregada? La gente sufre por más tiempo y más
intensamente. Apenas la semana pasada, en Yemen, se impidió que un avión que
transportaba equipo médico aterrizara. Esto significa que los hospitales no pudieron
tratar a los pacientes. Y los heridos estaban llenando rápidamente el hospital, pero las
medicinas no habían llegado. La misma semana, uno de mis colegas fue baleado
mientras conducía un camión del CICR para obtener más medicamentos para un
hospital en el norte de Malí. La seguridad de nuestro personal tiene que ser una
prioridad - ¿cómo podemos entonces trabajar cuando estamos siendo atacados por
hacer nuestro trabajo?
En el CICR creemos que debemos hacer todo lo posible para combinar la experiencia
práctica con la política y el derecho. De esta manera, podemos contrarrestar la espiral
mortal de la violencia y la falta de respeto por el derecho con un fuerte estímulo para
el humanitarismo práctico, apoyado por un derecho fuerte y una acción política
decisiva.
Gracias.
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—ooOoo—
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