calidad de vida y conservación del medio ambiebte

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CALIDAD DE VIDA Y CONSERVACIÓN DEL MEDIO AMBIEBTE
Trabajo de Final
Por:
JUAN BUSTAMANTE
Código:
02240006
Asignatura:
ECONOMÍA POLÍTICA
Docente:
MARIA RUTH VASQUEZ
FUNDACION UNIVERSITARIA MARIA CANO
FACULTAD DE CIENCIAS EMPRESARIALES
PROGRAMA DE NEGOCIOS INTERNACIONALES
Medellín – Colombia
2007
CONTENIDOS
Pág.
INTRODUCCIÓN
3
El crecimiento económico, El medio ambiente y La población
4
A. El crecimiento económico y el medio ambiente
B. La población y el medio ambiente
4
6
Experiencia colombiana en la medición
del gasto ambiental del sector privado
8
Compatibilidad del sistema colombiano
y posibilidad de adecuarse a los desarrollos internacionales
9
Características del Gasto Ambiental
1. Destino del gasto y fuentes de financiamiento
2. Motivaciones para invertir
11
11
13
Desempeño ambiental del sector industrial
1. Resultados nacionales
2. Programas de autorregulación
empresarial de las autoridades ambientales
14
14
Política, Gasto e Instrumentos Ambientales
15
Recomendaciones de Política
a) Políticas ambientales
b) Coordinación institucional
c) Diseño e implementación de normas
y otros instrumentos ambientales
d) El sistema de clasificación de las cuentas
del gasto ambiental en Colombia
17
17
18
BIBLIOGRAFÍA
19
-2-
15
18
18
INTRODUCCIÓN
Los crecientes retos en materia de sostenibilidad demandan inversiones de todos los
actores de la sociedad. Es por esto que cada vez se dan mayores desarrollos que
integran los temas ambientales y económicos, y que incluyen en su análisis el estudio de
las tendencias del gasto y su influencia en la mejora del ambiente, la competitividad
empresarial y la efectividad de las políticas públicas. A pesar de los esfuerzos, la calidad
ambiental se deteriora en muchas partes y cada vez son más amplios y especializados los
campos de trabajo, incluyendo los desarrollos reglamentarios. Los nuevos instrumentos
demandan importantes gastos en protección ambiental. El sector privado juega un papel
muy importante en este nuevo escenario y ya sea desde la industria, el sector primario o
los hogares, aumenta su participación en las inversiones ambientales totales.
En este contexto, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), han implementado el
proyecto ―Financiamiento para el Desarrollo Ambiental Sostenible‖, que entre otros temas
estudia las características y tendencias del gasto ambiental del sector privado en la
región. Una de las mayores limitaciones de estudiar el gasto ambiental del sector privado
es la ausencia de información actualizada. Por varios años se han propuesto e incluso
probado diversos indicadores para medir la calidad del ambiente, el comportamiento
empresarial y el gasto, pero no hay un consenso sobre qué medir, y los sistemas creados
tienen problemas de continuidad en las instituciones públicas por los cambios de
administración y las continuas reestructuraciones, además de las limitaciones de
recursos.
Así, los trabajos del sector privado en el tema del gasto aun están a nivel piloto, ya sea
por desconocimiento de las metodologías empleadas para recopilar esta información o
por estar atendiendo otras prioridades. Lo cierto es que, cada vez más, se reconoce la
importancia de medir el esfuerzo que efectúa el sector privado. También reviste la mayor
importancia contar con información que permita estudiar la relación entre el gasto
ambiental de las empresas, su desempeño ambiental y la competitividad.
-3-
El crecimiento económico, El medio ambiente y La
población
El tema central en las discusiones sobre el crecimiento y el desarrollo a largo plazo es el
relacionado con el manejo de los recursos naturales y el medio ambiente (―capital
natural‖). Se reconoce cada vez con más fuerza que el deterioro del capital natural con
sus secuelas directas sobre el proceso productivo y/o mediante severas restricciones que
influyen dañinamente sobre las condiciones de vida, interrumpe los esfuerzos para lograr
un crecimiento económico sostenido. La gestión racional del capital natural es una
condición absolutamente necesaria para la expansión del producto y para las
posibilidades futuras de desarrollo.
A. El crecimiento económico y el medio ambiente
El informe del Banco Mundial (BIRF, 1992) sobre medio ambiente y desarrollo sostiene
que si el deterioro del capital natural aumenta al mismo ritmo del crecimiento del producto
estaríamos frente a una amplia y desastrosa contaminación, que provocaría una
intolerable escasez de agua, una significativa reducción de los bosques tropicales y otros
hábitats naturales, la muerte prematura de millones de personas y se producirían
consecuencias irreversibles sobre los niveles de productividad de las economías. La
contaminación y la escasez de agua limitan el desarrollo de las actividades humanas, en
general, y las económicas en particular; la contaminación del aire provoca la paralización
(como medida de atenuación) de las actividades industriales y de transporte durante los
períodos denominados críticos, así como el deterioro de bosques y masas de agua por
efecto de la lluvia ácida, entre otras secuelas. Son frecuentes las pérdidas de productos
agrícolas y pecuarios, la sedimentación de los embalses, de los canales de transporte
fluvial y de otras obras de infraestructura hidráulica como consecuencias de la gradual
erosión de los suelos.
Los problemas que acarrean la deforestación (pérdida de diversidad biológica y cambios
atmosféricos) están en la base de la disminución del potencial forestal, la inestabilidad de
las cuencas hidrológicas, la menor captación de carbono de los bosques y la reducción de
la adaptabilidad de los ecosistemas.
Todo daño ambiental contribuye también, y en alto grado, a la proliferación de
enfermedades que merman progresivamente las condiciones físicas y mentales de la
población y generan pérdidas en los niveles de productividad laboral, substrayendo al
sistema económico las posibilidades de utilizar plena y eficientemente los recursos
humanos en particular y los recursos productivos en general.
Cada vez más se reconoce que las históricas modalidades insostenibles de producción y
consumo —en un marco carente de medidas económicas, legislativas y administrativas
apropiadas— han provocado y agudizado los problemas de degradación del medio
ambiente y de agotamiento de los recursos naturales. La humanidad registra actualmente
una serie de problemas que conspiran contra la capacidad de los ecosistemas para
entregar bienes y servicios esenciales para expandir la producción y satisfacer las
necesidades básicas de la población. Ciertamente, las actividades destinadas a la
-4-
obtención del producto provocan cambios en el medio ambiente; la utilización y
transformación de las materias primas naturales modifica inevitablemente el medio
preexistente y genera —como resultado del propio ciclo de producción— bienes,
desechos y residuos. Generalmente, dicho proceso va asociado, dados los requerimientos
propios de consumo, a patrones cada vez más exigentes en cuanto a la cantidad de
recursos necesarios (energía, materias primas, entre otros) y a una mayor producción de
desechos y residuos.
Sin embargo, en la medida en que los recursos naturales no sufren un proceso de grave
deterioro, particularmente en su capacidad de regeneración, la base productiva
sustentada en su extracción y transformación no experimenta mayores modificaciones; en
caso contrario, es dable esperar que dicha base tienda a decrecer —y en situaciones
extremas a desaparecer— con nocivas repercusiones sobre las posibilidades de
crecimiento económico y la cobertura de las necesidades del ser humano. Este
razonamiento —que ha sido brevemente esbozado pero que en la realidad tiene una
mayor complejidad— ha llevado a que se comience a adquirir conciencia sobre los
efectos perjudiciales de la utilización inapropiada de los recursos y de la degradación del
medio ambiente.
Ya se están formulando e impulsando medidas dirigidas a prevenir y disminuir aquellos
riesgos en el manejo del capital natural que limitan, por ejemplo, la pérdida de suelos
fértiles, la contaminación de las aguas, la erosión de los recursos genéticos y la
deforestación masiva; con tales medidas se procura que los pueblos no vean seriamente
restringido su potencial actual y, sobre todo, su futuro de crecimiento y desarrollo.
Si se busca un crecimiento económico sostenido es necesario abandonar las formas
arbitrarias de producción y consumo, determinar niveles óptimos de utilización de los
recursos naturales y establecer ritmos y características para el crecimiento económico; de
tal manera, la provisión de bienes y servicios no comprometerá las posibilidades de
expansión del producto, ni la provisión de un medio ambiente sano ni la satisfacción de
las necesidades de las generaciones futuras. La explotación del capital natural debe ser la
base que garantice el crecimiento y el desarrollo a largo plazo y; por tanto, su uso actual
no debe exceder los límites prudentes sin afectar drásticamente el acervo existente. En
América Latina y el Caribe, si bien todavía existe una enorme base de recursos naturales,
grandes extensiones de suelos fértiles y abundantes recursos hídricos, mineros,
ganaderos, forestales y pesqueros aún no explotados —además de considerables
territorios no poblados—, hay acuerdo en torno a la necesidad de la utilización adecuada
del capital natural. Se señala que la extracción y recolección de materias primas, el uso
de energía y la evacuación de residuos no deben superar la capacidad de regeneración y
asimilación de los ecosistemas y que los movimientos y emplazamiento de las personas,
de los materiales y de las actividades deben, en lo posible, considerar la capacidad de los
territorios correspondientes. Detrás de estas exigencias está el reconocimiento de
situaciones particulares que, si se generalizan, provocarían severas repercusiones en la
región.
Como resultado de la contaminación industrial y agroquímica y de la consideración y
aplicación inoportuna de medidas preventivas y correctivas, en ciertos casos por su
simple inobservancia, casi 119 millones de personas que residen en ciudades con niveles
de contaminación atmosférica permanente o intermitente (81 millones y 38 millones de
personas, respectivamente) tienen comprometida su potencialidad productiva. Si se
agrega la grave contaminación causada por el mal manejo de los desechos domésticos,
-5-
por las deficientes condiciones sanitarias y por otras formas de degradación ambiental —
como el deterioro de los recursos naturales renovables y la intensificación antrópica de
desastres naturales— sería natural suponer que el costo humano en la región alcanzará
niveles mucho más elevados. Reconociendo la heterogeneidad de cada uno de los países
de la región en la distribución del capital natural, se desprende la necesidad de adoptar
procesos técnicos apropiados, que disminuyan los elevados y perjudiciales costos
ambientales y cuyos efectos perniciosos se manifestarán a mediano plazo y con graves
consecuencias económicas y sociales. Es indispensable, por tanto, dejar de lado viejas
estrategias de crecimiento sustentadas en el uso intensivo e inadecuado de los recursos
naturales, generalmente ligadas a prácticas nocivas de producción y de consumo.
Si los países de América Latina y el Caribe no reducen los costos ambientales de sus
respectivos procesos productivos verán seriamente amenazados sus habituales y futuros
mercados de exportación, lo que influirá negativamente sobre las economías nacionales y
sus posibilidades de crecimiento. Con el desarrollo tecnológico actual y un esfuerzo
orientado a neutralizar los efectos nocivos de la producción sobre el medio ambiente, fue
posible que las industrias de los países con mayor desarrollo relativo utilizaran nuevos
materiales (como los sintéticos); este hecho condujo a que las antiguas ventajas
comparativas sustentadas en el uso intensivo e irracional de los recursos naturales
experimentaran un franco deterioro.
Parece imperativo que en la región se impulse una nueva concepción económica que
promueva la integración del progreso técnico, los recursos naturales y el medio ambiente.
B. La población y el medio ambiente
Las modificaciones que las personas puedan provocar sobre el medio ambiente
dependerán básicamente de los contextos ecológicos y socioeconómicos en los cuales se
desarrollan las actividades. Los primeros aluden a los entornos naturales y los segundos a
las particularidades económicas, sociales y culturales que describen las condiciones de
relativo desarrollo que subyacen en los comportamientos de los grupos sociales. Lo
anterior significa reconocer, por una parte, que la población constituye una variable que
media entre las actividades y el cambio ambiental y, por otra, que el estudio de sus
probables efectos debe limitarse a los espacios geográficos y sociales; desde un punto de
vista pragmático, éstos presentan características diferenciadas en cuanto a la dotación,
uso y acceso a los bienes y, por ende, al capital natural. Implica admitir, además, la
concurrencia de múltiples factores en el proceso de daño ambiental y no atribuir su
deterioro de manera simple, directa y exclusiva a la dinámica demográfica.
Ciertamente, la alteración ambiental ha sido una característica de las actividades del ser
humano; sin embargo, las modificaciones a los ecosistemas están generalmente
vinculadas a patrones de producción y consumo, al desarrollo tecnológico, a la dotación
de infraestructura, a la pobreza y sus secuelas y a la existencia de marcos jurídicos e
institucionales, entre muchos otros elementos, que caracterizan a los estilos de
crecimiento y desarrollo. Por ejemplo, los severos daños producidos en los bosques y ríos
de Sudamérica y Centroamérica han obedecido, en buena parte, a patrones de
producción basados en la explotación intensiva de los recursos naturales, como maderas,
minerales y fuentes de energía. Varios problemas ambientales del Cono Sur del
continente han resultado de la ejecución de grandes proyectos mineros, de la
-6-
construcción de represas y embalses, todo sin una previa y adecuada evaluación
ambiental. En los países del Caribe, la significativa degradación del medio ambiente ha
sido consecuencia de enormes iniciativas turísticas. Los peligrosos niveles de
contaminación del aire que afectan la salud de los habitantes y el desarrollo de
actividades en Ciudad de México, Santiago de Chile y São Paulo resultan de patrones
inadecuados de emplazamiento de ciudades e industrias y de una débil reglamentación y
control de la emisión de gases tóxicos y partículas contaminantes. Las deficiencias en la
planificación urbana condujeron a que una proporción considerable de habitantes de los
centros urbanos de la región (algo más del 50%) no cuente con sistemas adecuados de
eliminación de aguas servidas, recolección de basuras y de tratamiento de desechos
sólidos. Junto con este proceso se han producido cambios (por el crecimiento horizontal
de las ciudades) en el uso de los suelos, con la consecuente degradación de las fuentes
próximas de recursos naturales. Ciudad de México y Lima, por ejemplo, que enfrentan
una creciente demanda de agua potable y el agotamiento de las fuentes de agua dulce
cercanas, se han visto obligadas a ―importar‖ el líquido vital desde lugares cada vez más
lejanos, con graves perjuicios para la población y las actividades de las jurisdicciones
aledañas al recurso. Debe reconocerse que detrás del agotamiento de los recursos se
encuentran modalidades de consumo derrochadoras e inexistencia de proyectos de
reciclamiento.
En las áreas rurales, es incuestionable que la persistencia de marcadas desigualdades en
la distribución de la tierra y la excesiva explotación de los recursos naturales —con el
propósito de satisfacer los requerimientos de consumo externo e incrementar los ingresos
de las economías nacionales— han sido las principales causas del uso intensivo e
irracional del capital natural. La concentración de grandes extensiones de tierra en manos
de unas pocas familias, por ejemplo, conllevó una subutilización de la capacidad agrícola
de los suelos, su manejo inadecuado y su uso indiscriminado para forraje y pastoreo; por
otra parte, la fragmentación excesiva de la tierra condujo a la sobreexplotación del suelo y
al desarrollo de procesos erosivos.
La carencia de tierras hizo que muchos campesinos que no cuentan con tecnología
recurrieran al cultivo de laderas montañosas propensas a la erosión o a obtener los
recursos económicos para atender sus apremiantes necesidades mediante la tala
indiscriminada y excesiva de los bosques y sin reponer los nutrientes del suelo; por otro
lado, condujo a la ocupación de las denominadas áreas frágiles —en donde se detectó
una relación hostil de los campesinos con el entorno— y a la consecuente destrucción de
la biodiversidad.
El uso intensivo del agua, su contaminación, la disminución del flujo por sus cauces
tradicionales, la sedimentación de los ríos y la sobremecanización e utilización intensiva
de productos agroquímicos en la producción comercial a gran escala obedecieron, en
muchos casos, a la proliferación de actividades extractivas (mineras y energéticas) o
agroindustriales propias de los requerimientos del mercado externo. Todos los ejemplos
anteriores ponen en evidencia que detrás del deterioro ambiental hay modalidades
inapropiadas de producción y consumo, marcados esquemas de inequidad social y una
deficiente aplicación de políticas públicas de desarrollo local y regional, entre otros
elementos gravitantes propios de los estilos de desarrollo. En suma —y sin perjuicio de
que, ciertamente, la población está contribuyendo a un mayor deterioro ambiental— es
indudable que éste obedece principalmente a factores de índole no demográfica.
-7-
No obstante, debe admitirse que, en el plano microsocial, la pobreza y el acelerado
crecimiento demográfico pueden fomentar, como una forma de satisfacer las necesidades
urgentes, modalidades intensivas e inadecuadas de uso de los recursos, provocando su
degradación y el consecuente daño ambiental. Aun reconociendo que la persistencia de la
pobreza —y de los comportamientos demográficos asociados— se inscribe en estilos de
crecimiento y de desarrollo que impiden una distribución equitativa de los frutos del
progreso económico, no se percibe una intención real de adoptar políticas públicas para
su mitigación, es indudable que se postergarán las posibilidades de preservar un entorno
sano.
El mejoramiento de los atributos personales que resulta de facilitar que las economías
nacionales abandonen gradualmente las actividades sustentadas en el uso arbitrario del
capital natural, la producción de bienes con un mayor contenido de conocimiento y sus
ventajas económicas, sociales y demográficas (mejor incorporación al mercado externo,
atenuación de la pobreza, modificación de las pautas de fecundidad y nupcialidad,
disminución de los niveles de mortalidad, entre otras) permitirán aminorar el riesgo de
deterioro ambiental.
Experiencia colombiana en la medición del gasto
ambiental del sector privado
La nueva constitución colombiana, expedida en 1991, trajo consigo un gran impulso al
tema ambiental, que se vio reforzado por la realización de la Cumbre de la Tierra de Río
de Janeiro. Una de sus consecuencias más importantes fue la reestructuración de la
institucionalidad ambiental, con la creación del Ministerio del Medio Ambiente y una
amplia autonomía financiera y administrativa otorgada a las autoridades ambientales
regionales. En este contexto se crea en 1992 el Comité interinstitucional de Cuentas
Ambientales, CICA, conformado por cinco entidades gubernamentales: el DANE, el
Departamento Nacional de Planeación, la Contraloría General de la República, el
Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, y el Instituto de Hidrología,
Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM). Siguiendo lineamientos internacionales, el
Sistema de Cuentas Nacionales del país se ha adaptado para integrar consideraciones
ambientales y económicas.
En 1993 se efectuó una revisión que buscaba estructurar el ―Sistema de Contabilidad
Económico Ambiental Integrado‖ a través de la conformación de cuentas satélites que son
―aquellas que guardan el mismo esquema del sistema central económico, pero que, en un
momento dado, se pueden salir, para explicar un fenómeno particular, por ejemplo
programas de agotamiento o degradación‖ (DANE, 2003). Desde 1993, el DANE cuenta
con un ―Módulo Especial de Inversión y Gastos y Costos en Protección Ambiental‖, para el
sector manufacturero. Este módulo ha tenido dos diseños, basados en la clasificación de
actividades de protección ambiental (CAPA). El primero recolectó información entre 1993
y 1998 de una muestra representativa de establecimientos. El trabajo se dividió en tres
capítulos, que analizaban en su orden: inversión en activos fijos; costos y gastos
asociados con la protección, recuperación y conservación ambiental; e innovación
tecnológica.
-8-
El segundo diseño, para 1999 y 2000, incluyó todos los establecimientos industriales con
dos capítulos: inversión e innovación tecnológica; y costos y gastos en protección,
recuperación y conservación ambiental. En ambos casos se investigó tanto la inversión
ambiental como el gasto por recurso (agua, aire, ruido y suelo). Las variables estudiadas
por el DANE, como componentes del gasto en protección ambiental se presentan en el
cuadro 1, éstas se dividen en dos categorías: inversión; y gasto y costo ambiental. El
universo estudiado incluye la totalidad de establecimientos de la encuesta anual
manufacturera. Para efectos de la investigación se tomaron 35 ramas industriales
seleccionando aquellas que, nacional e internacionalmente, se estima que aportan una
mayor contaminación. La muestra se considera representativa y dada la gran experiencia
del DANE en la investigación del desempeño y comportamiento del sector manufacturero
colombiano, el procesamiento de la información genera confianza. La mayor inquietud, no
analizada hasta el momento, reside en la capacidad del sector industrial para diligenciar la
encuesta, tanto por la ausencia de información discriminada, como por la dificultad de
diferenciar la parte ambiental de algunos otros gastos.
Es importante anotar que la determinación del gasto ambiental del sector privado aún
cuenta con serias limitaciones, pues sectores como el de servicios, el sector agrícola, los
sectores de minas, hidrocarburos y de energía, que realizan importantes gastos
ambientales, no han sido aún contabilizados en los estudios disponibles.
Dadas las dificultades fiscales y el propósito de gobierno de concentrar su esfuerzo en
unas pocas prioridades, el gasto ambiental público ha venido bajando, por lo que el sector
privado aumenta su participación en el total, sin embargo el gasto ambiental ha sido poco
estudiado. La importancia creciente de medir el gasto tiene que ver con la necesidad de
orientar y conocer a que se está dedicando, estudiar de qué manera afecta la
competitividad empresarial y comprobar sí realmente está contribuyendo a la solución de
los problemas ambientales.
Compatibilidad del sistema colombiano y posibilidad de adecuarse a los desarrollos
internacionales
La comparación entre el sistema de clasificación internacional de las actividades y el
gasto ambiental del año 2002 y el sistema colombiano se ha estudiado, destacándose que
son compatibles, a pesar que el DANE no utiliza la metodología internacional CEPA 2000
(Classification of environmental activities and expenditure). La diferencia más evidente es
una finalidad que no está incluida en el caso colombiano, que es la relacionada con la
radiación, un tema de menor importancia en el contexto nacional. Existe otra diferencia en
materia del tema de recursos naturales donde el alcance de la categoría bosques y
-9-
ecosistemas de la clasificación colombiana, difiere del internacional que podría ser su
equivalente (el de biodiversidad), pues en el caso nacional se incluye el tema de
prevención y control de desastres, que es un tema significativo para el país.
Otra diferencia sustantiva es el nivel de detalle en los dos sistemas, mientras
internacionalmente el gasto se puede clasificar en 58 actividades distintas, en Colombia
es posible hacerlo en 13. Por esto, es importante indagar si esto es una limitación notoria
y se requiere complementar el sistema colombiano. La revisión de la clasificación
internacional, finalidad por finalidad, muestra un nivel de detalle que: a) aumentaría el
costo de la recolección para Colombia; b) incluye temas que no son prioritarios para los
intereses nacionales; y c) sería difícil de recolectar dado que regularmente en el país no
se desagrega a ese nivel de detalle. Una consideración importante para cualquier
adaptación de la clasificación CEPA a Colombia es la calidad de los datos, que tiene
grandes limitantes en la falta de consenso sobre los indicadores a utilizar y en la poca
disponibilidad de laboratorios certificados.
No obstante, al revisar las políticas ambientales nacionales, los programas ambientales
gubernamentales y la experiencia del sector productivo, se encuentra la necesidad de
efectuar algunos ajustes que mejorarían el sistema de clasificación colombiano y
facilitarían su uso. Es importante reconocer que el sistema de contabilidad del gasto
ambiental no debe ser considerado como un fin, sino como un medio para la toma de
decisiones tanto de los actores privados, como de los que diseñan e implementan las
políticas públicas. Las recomendaciones específicas son: incluir en la finalidad ―atmósfera
y calidad del aire‖, dos categorías nuevas: una sobre prevención de la contaminación a
través de la modificación de procesos y otra sobre el tratamiento de las emisiones
atmosféricas. Algo similar, pero para el tema de vertimientos, podría incluirse en la
categoría del recurso hídrico. De manera tal que se puedan diferenciar los gastos en
producción más limpia, de los gastos en controles al final de proceso. Finalmente, el
desarrollo de las políticas ambientales sobre residuos, los últimos desarrollos
reglamentarios y las tendencias contenidas en los tratados internacionales sobre residuos
peligrosos, impulsarían un ajuste en la finalidad ―gestión de residuos‖. Así: manteniendo la
categoría ―industria de reciclaje‖ y cambiando la categoría ―servicios de recolección de
basuras‖ por tres nuevas actividades: (i) prevención de la contaminación a través de
modificaciones de los procesos, (ii) manejo, tratamiento y disposición de residuos
peligrosos; y (iii) manejo, tratamiento y disposición de residuos no peligrosos.
Características del gasto ambiental
1. Destino del gasto y fuentes de financiamiento
Los resultados de la encuesta realizada en el marco del Proyecto Andino de
Competitividad, para el caso colombiano, respecto al destino del gasto ambiental del
sector industrial mostró que las empresas utilizan diferentes opciones para solucionar sus
compromisos en materia de contaminación hídrica y atmosférica, ya sea: (i) soluciones al
final del proceso, conocidas como ―final de tubo‖, (ii) cambios en sus procesos productivos
para incorporar estrategias de prevención y tecnologías limpias, o (iii) la combinación de
los dos anteriores. El gráfico muestra el destino del gasto ambiental entre 1996 y 2000 del
sector industrial. En el caso de protección del recurso hídrico, específicamente la
- 10 -
reducción de vertimientos, las soluciones de final de tubo lideran el gasto, con el 44,3%,
seguidas por la combinación de las soluciones de control y prevención con el 35,8%, y
con una participación menor, pero importante, del cambio en los procesos con un 19,9%.
Por su parte, en relación con el gasto en materia de la atmósfera y la calidad del aire,
específicamente en la reducción de emisiones atmosféricas, el gasto es liderado por el
cambio en los procesos con un 43,6%, seguido por las soluciones al final de tubo con el
36,4% y una menor inversión en la combinación de las dos anteriores opciones con el
20%.
ESTRATEGIA DE SOLUCIÓN AMBIENTAL DEL SECTOR INDUSTRIAL
(Porcentaje de empresas)
Igualmente, la selección de soluciones ambientales y por tanto la prioridad del gasto
también varía de acuerdo al sector industrial, en buena medida dependiendo del tipo de
proceso industrial, las preferencias de los clientes, los lineamientos gerenciales, la
flexibilidad de la reglamentación y la aceptación de la filosofía de la producción más limpia
en la organización. El cuadro presenta el tipo de solución ambiental preferida por los
diferentes sectores para el tema de reducción de vertimientos, se destaca que el sector de
papel e imprenta lidera la opción de cambio en el proceso, mientras los sectores de
bebidas, de químicos y caucho, y de metalurgia y automotriz prefieren las soluciones al
final de tubo. En general, para la reducción de vertimientos, las soluciones preferidas son
las de final de tubo.
Por otra parte, en lo referente a la reducción de emisiones atmosféricas, tal y como se
presenta en el cuadro 14, la selección de soluciones de cambio en los procesos es
preferida, destacándose los sectores de textiles y confecciones, de papel e imprentas, y
de metalurgia y automotriz.
ESTRATEGIA DE SOLUCIÓN AMBIENTAL POR TIPO DE SECTOR INDUSTRIAL PARA EMISIONES
ATMOSFÉRICAS
- 11 -
Las actuales normas colombianas de vertimientos industriales promueven las soluciones
de control al final del proceso, mientras que las normas de emisiones atmosféricas dan
mayor flexibilidad a las empresas, por lo que impulsan la producción más limpia. Esta
situación implica que las primeras normas aumentan los gastos ambientales de las
empresas, tanto los de inversión como los corrientes; mientras que las segundas, reducen
los gastos corrientes y en algunos casos la inversión. Por esto, el diseño de los
instrumentos de manejo de la contaminación que promuevan la prevención y dan
flexibilidad son una prioridad para lograr el mejor desempeño empresarial posible, con el
menor gasto ambiental.
Por otra parte, en lo correspondiente al tema de fuentes de financiación las industrias
mayoritariamente acudieron a capital propio para financiar su gasto ambiental; un
pequeño porcentaje se obtiene de entidades financieras privadas, locales e
internacionales, mientras los recursos provenientes de entes gubernamentales son casi
inexistentes. En el caso de las entidades gubernamentales, si bien se han diseñado líneas
de crédito con tasas preferenciales, las dificultades y trámites para acceder a ellas, así
como el problema en las pequeñas empresas para ofrecer las garantías necesarias, han
impedido el acceso a estos recursos. Indiferentemente de la medida que adopte la
industria para afrontar el reto ambiental: solución al final de tubo (sistemas de control),
estrategias de producción más limpia o la combinación de las anteriores, el uso del capital
propio es la principal fuente de financiación, variando entre el 85% y 91%, mientras la
financiación obtenida en entidades financieras privadas (locales o internacionales) varia
entre el 6% y el 14%, para las inversiones en materia de vertimientos y emisiones, tal y
como se presenta en los valores promedio de los gráficos 8 y 9.
FUENTE DE FINANCIACIÓN SEGÚN EL TIPO DE GASTO AMBIENTAL, PARA VERTIMIENTOS
(Porcentaje financiado)
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FUENTE DE FINANCIACIÓN SEGÚN EL TIPO DE GASTO AMBIENTAL, PARA EMISIONES
ATMOSFÉRICAS
(Porcentaje financiado)
Un caso particular de financiación se da en el marco del Protocolo de Montreal que ha
suministrado recursos para el sector privado, del orden de 12,5 millones dólares entre
1994 y el 2002 (Minambiente, 2003), con el objeto de adelantar proyectos de reconversión
industrial para la eliminación de sustancias agotadoras de la capa de ozono.
2. Motivaciones para invertir
Existe un conjunto heterogéneo de motivaciones que llevan a las empresas a invertir en
medio ambiente, ellas están influenciadas por el contexto local, decisiones del entorno y la
misma política empresarial. Las investigaciones apuntan a una gran influencia de las
autoridades ambientales. Varias encuestas han preguntado a las empresas que los
motiva a invertir, se citan algunas a continuación. Una fue realizada por la seccional ANDI
– Medellín, en 1997, e incluyó 62 empresas de diversos sectores, preguntó las tres
razones por las cuales invertían en medio ambiente. Los resultados mostraron que eran
en su orden: (i) la política corporativa que recoge su compromiso ambiental, (ii) el
mejoramiento de sus procesos, (iii) la búsqueda de una mayor competitividad, (iv) las
oportunidades que brindan las tecnologías limpias y (v) la presión de la legislación. En el
marco del proyecto andino de competitividad también se investigaron las principales
motivaciones para invertir. Se obtuvieron 218 respuestas de empresas manufactureras la
encuesta tuvo una cobertura nacional. En este caso se preguntó solamente por la razón
más frecuente, encontrándose el siguiente resultado: la autoridad ambiental (42,7%), la
búsqueda de rentabilidad (31,2%) y la presión de los vecinos y los trabajadores (4,1%)
(Uribe y otros, 2001). Una evaluación posterior de la anterior investigación, para el caso
específico de la ciudad de Bogotá, fue realizada en la Universidad de los Andes, (Cruz,
2002). En este trabajo se indagó el comportamiento ambiental de las industrias en
Bogotá, partiendo de trabajos realizados por el Banco Mundial, en el este asiático, que
mostraron una reducción de los vertimientos industriales ocasionado por la presión de las
comunidades y los agentes de mercado. La elaboración de un modelo econométrico
permitió concluir que el comportamiento ambiental de la industria bogotana, al contrario
de la experiencia internacional citada, depende principalmente de la presión ejercida por
el regulador.
Desempeño ambiental del sector industrial
Todas las evidencias indican un mejoramiento permanente del sector productivo en
materia de desempeño ambiental. La ausencia de bases de datos nacionales no permite
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presentar un balance sobre su comportamiento; no obstante, los datos provenientes de
iniciativas ambientales empresariales, los programas de trabajo entre autoridades y el
sector privado, y los reportes de autoridades ambientales regionales, dan una muestra del
avance de la gestión ambiental empresarial. Seguidamente se presentan resultados de
cada una de estas fuentes, destacando que en términos generales no se tienen datos
sobre el gasto ambiental incurrido, para los casos citados.
1. Resultados nacionales
La principal fuente de información nacional sobre emisiones, descargas y generación de
residuos es el IDEAM, creado en 1993, de manera simultánea con el Ministerio de
Ambiente. Sólo en los últimos años se la ha dado importancia a estudiar el tema de las
actividades sectoriales y su impacto sobre el medio ambiente, lo que ha permitido un
primer balance, publicado en 2001. Éste presenta estimaciones sobre las descargas
empresariales sin profundizar el comportamiento sectorial, basado en factores de
contaminación derivados a partir del número de empleados de la actividad económica,
que la misma institución reconoce con serias limitaciones.
Otra fuente de información es el DANE, que presentó en 2003 la estimación de los
vertimientos y las emisiones atmosféricas de los ocho principales corredores industriales
del país, a partir del análisis de 10 subsectores industriales considerados como los más
contaminantes. En este caso, la estimación se realiza con base en factores de
contaminación a partir de volúmenes de producción de las diferentes actividades
económicas. No obstante, los datos presentados por estas instituciones, que podrían ser
considerados indicativos, están distantes de la realidad, pues utilizan factores de
contaminación que no corresponden a la realidad nacional. En el caso del DANE, se
especifica que los factores usados para calcular los vertimientos del sector industrial,
asumen que las aguas están sin tratar. Esta es una hipótesis inadecuada, pues desde
1984 existe una norma nacional de vertimientos y por 20 años autoridades ambientales y
empresas han avanzado en la instalación de sistemas de control. Si bien existen
incumplimientos, prácticamente todas las grandes y medianas empresas cuentan con
sistemas de tratamiento y una cantidad importante de pequeñas empresas lo han
instalado, por lo cual los datos no son representativos y pueden llevar a un análisis
erróneo. En Colombia existe un estudio clásico sobre la contaminación que fue elaborado
por el Departamento Nacional de Planeación y el Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo en 1994. Este análisis a pesar de grandes limitaciones institucionales,
recursos limitados y una carencia de información agregada, logró dar una visión integral
del problema. La vigencia de este estudio y la confirmación de la falta de avances en la
recolección de información ambiental sobre el desempeño del sector productivo, se
constata fácilmente con la expedición por el CONPES 5 en el año 2002 de los lineamientos
para el Plan Nacional de Aguas Residuales, que utiliza como información de referencia el
estudio citado.
2. Programas de autorregulación empresarial de las autoridades
ambientales
En el marco de la Política Nacional para una Producción más Limpia, expedida en 1997
por el Ministerio del Medio Ambiente, se desarrolla, en tres regiones del país, un
programa de autorregulación ambiental empresarial promovido por las autoridades
ambientales. Consiste en una convocatoria abierta para que las empresas presenten, a
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consideración de la autoridad ambiental, un formulario que evalúa su comportamiento
ambiental, en dos grandes áreas: gestión y desempeño ambiental.
La primera área tiene un peso del 30% y se centra en revisar las evidencias del sistema
de gestión y mejoramiento continuo de la empresa; la segunda área, desempeño, con un
peso del 70% se centra en indicadores verificables de mejoramiento ambiental. Para
participar es requisito que las empresas cumplan la normatividad ambiental, el formulario
entregado es revisado por un grupo independiente que garantiza la veracidad de la
información, y se incluyen visitas a las empresas. De acuerdo a los resultados de esta
revisión se otorga un puntaje a las empresas que son incluidas en tres categorías. Un
comité conformado por autoridades ambientales, representantes empresariales y
personas reconocidas de la región valida el proceso. Anualmente las empresas son
reconocidas en una ceremonia presidida por las máximas autoridades locales y con
presencia de medios de comunicación. Las empresas al entrar al programa reciben
algunos estímulos y tienen el compromiso de presentar mejoras continuas en algunos de
sus indicadores, para mantenerse en el programa. Este programa, que se inicio en el año
2000, ha ganado gran credibilidad y aceptación y es un gran impulsor de la producción
más limpia y la responsabilidad empresarial. A pesar de un gran cantidad de indicadores
que se manejan (más de 50), no se evalúa el gasto ambiental. En la actualidad participan
casi 70 empresas pero se espera un incremento notorio por la apertura del programa en
otras jurisdicciones. En la ciudad Bogotá, bajo el nombre de ―Programa de Excelencia
Ambiental Distrital‖, se han realizado tres convocatorias, algunos resultados obtenidos son
presentados en el gráfico 13 para una empresa papelera, en el gráfico 14 para una
empresa cervecera, en el gráfico 15 para una empresa automotriz, y en el gráfico 16 para
una empresa del sector plástico.
Política, gasto e instrumentos ambientales
El establecimiento del gasto ambiental no es un fin, sino un medio para mejorar la toma
de decisiones, por esto es importante analizar cómo la evaluación del gasto es
considerada y qué tipo de influencia tiene en el establecimiento de políticas, programas, e
instrumentos ambientales. La primera percepción es que la información del gasto
ambiental es nueva y aún experimental. El hecho que haya tenido un rezago significativo
y que no tenga una difusión entre los que toman las decisiones, ha limitado su uso. Otra
dificultad radica en la ausencia de una política nacional ambiental de largo plazo que fije
prioridades, así como líneas de trabajo que permitan determinar los temas en que se
requiere investigar el monto y el destino del gasto ambiental. Los tres últimos gobiernos
han incluido en los Planes Nacionales de Desarrollo lineamientos de política ambiental, tal
y como se presenta en el cuadro 19. Al revisarlas se nota la falta de continuidad y
fácilmente se concluye que no existe una política de desarrollo sostenible del estado, sino
políticas ambientales de cada gobierno.
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La dificultad no es sólo el cambio de orientación cada cuatro años, ni el hecho que varias
políticas no tengan continuidad; se expresa también en el hecho que en varias de las
relacionadas, a pesar de tener nombres similares, tienen énfasis diferentes; asimismo
cuando se formulan rara vez incluyen metas o utilizan como base evaluaciones de las
políticas anteriores. Puede afirmarse que cada gobierno reinventa los propósitos y
alcances de la política ambiental. Esto trae como consecuencia impedimentos para las
instituciones encargadas de medir el gasto ambiental y en general todo el tema de
información, pues no es claro cuáles son las prioridades. Estas políticas macro incluidas
en los planes de desarrollo han tenido desarrollos específicos, que se han materializado
en la expedición de más de 20 políticas específicas, especialmente durante el primer
periodo mencionado. Una revisión de ellas muestra que el tema del gasto ambiental no
aparece considerado en la concepción y el diseño de esos planes; ni siquiera es
mencionado como una variable de interés en el capítulo de seguimiento. Generalmente
hay metas de inversión pública e identificación de fuentes de recursos, pero no se utilizan
cifras referentes al gasto ambiental, ni se evalúa la pertinencia de ciertas decisiones con
base en la relación costo / beneficio. Lo más delicado no es la ausencia de información
sobre el gasto ambiental, sino la idea que subyace en las políticas, planes y programas de
acción, que no es explícita, pero que se deduce de los textos revisados: determinar el
gasto ambiental no es necesario, y no parece aportar al logro de los propósitos fijados.
Esto es quizá lo que explica que las autoridades ambientales no les interese que los datos
más actualizados del gasto ambiental sean de 1999, que se tenga información de unos
pocos sectores, y que los indicadores usados para medir el gasto no reflejen todos los
temas contenidos en las políticas ambientales.
Al indagar sobre la evaluación de las políticas, se descubre que pocas cuentan con
evaluaciones de su implementación o efectividad. Sólo en una de ellas se detectó que se
citan las cifras del DANE sobre el gasto ambiental del sector privado y la política de
producción más limpia (1999); sin embargo no se asocia con la implementación de ella.
Más delicado aún es el caso de los instrumentos ambientales, en particular la definición
de nuevos estándares. Con base en los informes de seguimiento de la política y la
normatividad ambiental que realiza la ANDI, se revisaron los desarrollos normativos de los
últimos tres años, en materia tanto de leyes nacionales, decretos del gobierno nacional y
desarrollos regionales en las siguientes áreas: licencias ambientales, vertimientos,
emisiones atmosféricas, residuos sólidos, transporte de mercancías peligrosas y residuos
peligrosos. Las conclusiones generales son las siguientes: la mayoría de las normas no
cuentan con una memoria sobre su diseño, 7 si bien algunas tienen estudios de soporte; la
relación entre el gasto ambiental y los resultados esperados no es analizada y en general
ninguna norma tiene un plan de implementación. Las normas traen obligaciones para el
sector regulado de presentar informes periódicos de seguimiento, pero son muy escasas
las que requieren a las mismas autoridades a evaluar sus instrumentos o preparar
reportes agregados de los resultados. Los casos más graves, donde la ausencia de un
estudio del gasto ambiental involucrado es evidente, se da en el tema de estándares y
obligaciones expedidas, tanto en las normas de emisiones, las de residuos peligrosos, así
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como en las propuestas de normas de vertimientos que están en proceso. En ninguna de
ellas se ha evaluado el monto de las inversiones y gastos corrientes que ocasionarían, ni
el impacto económico sobre el sector regulado, ni el gasto que implica para la autoridad.
Tampoco se estudia la orientación del gasto, las posibles fuentes de financiación y lo que
es más notable, no hay estimaciones del resultado ambiental que se espera lograr.
Recomendaciones de política
Múltiples razones están documentadas internacionalmente sobre la importancia de contar
con una buena base de información sobre las características y la evaluación del gasto
ambiental del sector privado. Por este motivo, es necesario contribuir en la definición de
orientaciones de política que permitan mejorar tanto su medición, como el uso de esta
información para la toma de decisiones. Las recomendaciones se relacionan a
continuación:
a) Políticas ambientales
Colombia requiere una política de desarrollo sostenible, al menos de mediano plazo,
que vaya más allá de las políticas de cada gobierno.
Las políticas ambientales requieren un mayor desarrollo, complementándolas con la
definición de metas y estimativos de los gastos ambientales y sus fuentes de
financiación.
Las políticas sectoriales deben incluir un componente ambiental, que evalúe sus
implicaciones ambientales y estime los gastos ambientales requeridos para su
implementación.
Deben establecerse mecanismos de seguimiento y evaluación de las políticas
públicas, que tengan implicaciones ambientales, que además de permitir la
participación de los sectores involucrados, evalúe sus efectos ambientales y los
gastos incurridos.
b) Coordinación institucional
Es urgente modificar el actual sistema institucional colombiano para el manejo de la
información ambiental, incluyendo el estudio del gasto, dado que sus principales
instituciones funcionan de manera independiente y con un grado de autonomía amplio
que dispersa los esfuerzos. Las opciones que deben considerarse incluyen desde: (i)
una fusión de entidades para conformar un gran instituto dedicado a la información
ambiental; (ii) modificaciones en la ley que unifiquen bajo una solo esquema el manejo
de la información ambiental, precisando: competencias, funciones, jerarquía, relación
instituciones nacionales y regionales, obligaciones de instituciones públicas,
obligaciones del sector privado, fijación de metodologías, formas de divulgación
recursos, entre otros; (iii) dar participación al sector privado en la recolección y
procesamiento de la información oficial.
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c) Diseño e implementación de normas y otros instrumentos ambientales
Dada la influencia de las normas en la magnitud y orientación del gasto es necesario
incluir en su proceso de diseño consideraciones sobre el gasto ambiental que
requerirá su cumplimiento, consideraciones sobre quienes lo asumirán y como será
financiado. Para esto es necesario establecer la obligación de realizar este estimativo
previo a la expedición de cualquier norma que establezca estándares ambientales,
dando oportunidades formales de participación a los grupos de interés.
Deben fortalecerse los programas de seguimiento de las autoridades ambientales
regionales, unificando criterios. En los formatos requeridos a las empresas, debe
incluirse requerimientos sobre el reporte del gasto, de acuerdo a la metodología que
establezcan las entidades nacionales.
Debe establecer la obligación de las autoridades ambientales de presentar balances
periódicos (anuales) de la implementación de las normas que simultáneamente
evalúen los resultados ambientales obtenidos, y la magnitud y características del
gasto ambiental asociado.
d) El sistema de clasificación de las cuentas del gasto ambiental en Colombia
Es conveniente adecuar el sistema de clasificación actual, hacia la metodología CEPA
2000, esto permitirá aprovechar los desarrollos conceptuales internacionales y los más
importantes, realizar comparaciones con otros países.
Se requiere un plan estratégico de mediano plazo que establezca los pasos para
extender la medición del gasto ambiental a otros sectores productivos, de acuerdo a
los recursos disponibles, y a su importancia en el gasto total y en el deterioro del
medio ambiente.
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BIBLIOGRAFÍA
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(LC/L.1231-P), N° de venta: S.99.II.G.22, 1999.
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(LC/L.1240/Rev.-P), N° de venta: S.99.II.G.30, 2000.
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Estrategias para reducir la pobreza en América Latina y el Caribe, Quito.
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