REVISTA DE HISTORIA NAVAL Año XV Núm. 56 INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL ARMADA ESPAÑOLA INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL ARMADA ESPAÑOLA REVISTA DE HISTORIA NAVAL Año XV 1997 Núm. 56 REVISTA DE HISTÓRIA NAVAL CONSEJORECTOR: Presidente: Director del Instituto de Historia y Cultura Naval, José Ignacio González-Aher Hierro, contralmirante. Vicepresidente y Director: José Cervera Pery. coronel auditor. Periodista. Vocales: Fernando González de Canales y López-Obrero, Secretario General del Instituto de Historia y Cultura Naval; Manuel Martínez Cerro, Jefe del Departamento de Cultura del Instituto de Historia y Cultura Naval; Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, de la Comisión Espa ñola de Historia Marítima. Redacción, Dfusióny Distribución: Isabel Hernández Sanz, Ana Berenguer Berenguer. Administración: Ovidio García Ramos, comandante de Intendencia de la Armada. DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN: Instituto de Historia y Cultura Naval Juan de Mena, 1, l. planta. 28071 Madrid (España). EDICIÓN DEL MINISTERIO DE DErnNSA IMPRIME: Servicio de Publicaciones de la Armada. Publicación trimestral: primer trimestre 1997. Precio del ejemplar suelto: 650 pesetas. Suscripción anual: España y Portugal: 2.600 pesetas. Resto del mundo: 4.000 pesetas. Depósito legal: M. 16.854-1983. ISSN-0212-467X. NIPO: 076-97-018-5. Impreso en España. CUBIERTA: - Printed in Spain. Logotipo del Instituto de Historia y Cultura Naval. SUMARIO Págs. NOTA EDITORIAL La Armada Guardacostas de Andalucía y la defensa del Atlántico (1521-1550), por Esteban Mira Caballos7 Don José María de Salazar y la Banda Oriental del río Uruguay, por Alejandro N. Bertocchi Morán21 El bautismo de fuego de los cruceros de combate, por José M. Gutiérrez de la Cámara31 La contribución de los judíos españoles al desarrollo de la ciencia náutica en los tiempos precedentes al descubrimiento de Améri ca, por Ricardo Arroyo Ruiz-Zorrilla47 Don Francisco Díaz Pimienta: de maestre y capitán de naos a capitán general de la Flota del Mar Océano, por Pilar Ruiz Fernández de Cañete59 La historia vivida: Cómo fue la botadura del Canarias67 Documento: Un retrato de Federico Gravina y Nápoli, capitán general de la Armada69 La Historia Marítima en el mundo: Chatham y Portsmouth, dos arsenales históricos, por José Antonio Ocampo Aneiros 73 Noticias Generales 77 Recensiones 83 COLABORAN EN ESTE NÚMERO Esteban Mira Caballos es doctor en Historia de América y ejerce el profesorado en el Instituto Público de E. S. «Zurbarán»de Badajoz. Ha publicado numerosos trabajos en diversas revistas y publicaciones nacionales y extranjeras; entre ellos, recogemos aquí: «En torno a la expedición de Sebastián de Ocampo a la isla de Cuba (1506)», publicado en Revista de Indias (Vol. LVI, n.° 206. Madrid, 1996), «Indios americanos en el Reino de Castilla (1492-1542)», en el Congreso de AHILA, Leipzig, 1996, y «Rectificaciones en torno al gobierno de frey Nicolás de Ovando en La Española (1502-1509)», en Revista de Estudios Extremeños. Badajoz, 1996. Alejandro N. Bertocchi Morán, historiador naval uruguayo, es colaborador de la Revista Naval de Montevideo y de sucesivas ediciones del Diario Español de dicha ciudad. Colabora, asimismo, en la REVISTA DE HIsTonjA NAVAL. Es autor de numero sas obras de tema marítimo, siempre centrado en el estudio de la América meridional y principalmente en la de su país. José Manuel Gutiérrez de la Cámara Señán, es capitán de navío especialista en Armas Submarinas. Es autor de varios artículos tanto de carácter general como rela cionados con su especialidad. Colaborador de la Revista General de Marina desde el año 1966. Destacamos sus artículos: «,Es posible la existencia de corsarios de super ficie en una futura conflagración mundial?», «i,Queda todavía lugar para los buques de guerra de superficie en la lucha contra el tráfico marítimo?». En las páginas de esta misma revista ha publicado: «De la primitiva fragata al cruçero de combate» y «Los cruceros post-Jutlandia». Ricardo Arroyo Ruiz-Zorrilla es capitán de la Marina Mercante y diplomado en Comercio Exterior. Conferenciante y articulista, es autor de numerosos trabajos sobre historia marítima y arqueología naval. Ha intervenido en programas culturales en Radio Nacional de España y Televisión Española. En 1989 obtuvo el Premio «Virgen del Carmen» de la Asociación de Navieros españoles por su libro Apunte para una historia de la enseñanza de la náutica en España. Pilar Ruiz Fernández de Cañete es licenciada en Geografía e Historia. Premio «Virgen del Carmen» de libros compartido con Antonio de la Vega por su obra El certamen naval de Almería de 25 de agosto de 1900. Ha trabajado en los fondos documentales de las Cortes Españolas relativos a los debates parlamentarios del 98. Autora también de otros trabajos en revistas especializadas. NOTA EDITORIAL Mil novecientos noventa y siete nace bajo el signo de la austeridad, Él obligado ajuste presupuestario de carácter restrictivo exigirá un mayor esfuer zo de todos. La REVISTA DE HISTORIA NAVAL quiere ser la primera en el firme propósito de seguir su línea de objetivos, que tantos estímulos está recibiendo por parte de nuestros lectores. En este primer trimestre del noventa y siete, destacadas firmas colaboran con sus trabajos a hacer más fácil la tarea. Un espléndido estudio del profesor Mira nos sitúa ante la Armada de Andalucía, en una época conflictiva. El historiador uruguayo Alejandro Bertocchi nos brinda una magnífica semblan za de don José María Salazar, el marino español que tanto hizo por la Banda Oriental del Río de la Plata El bautismo de fuego de los cruceros de combate es el tema que ofrece el capitán de navío Gutiénez de la Cámara, cenando el capítulo de estudios, lbs trabajos de Ricardo Anoyo sobre la contribución de los judíos españoles a la ciencia de la navegación y de Pilar Ruiz Fernández de Cañete, sobre un marino poco conocido: don Francisco Díaz Pimienta. Mantenemos los espacios «La Historia vivida», «La Historia Marítima en el Mundo», «Noticias generales» y «Documento»; son espacios muy arraiga dos en el entramado de la REVISTA, que finalmente se completa con las acos tumbradas recensiones de nuevos libros. «Supla V. E. con su celo...», esta frase, al final de muchos escritos deéimo nónicos, se incluía cuando las dificultades o los contratiempos exigían mayo res esfuerzos. Creemos, por tanto, que en el esfuerzo y el celo de todos está la clave para que la REVISTA mantenga sus calidades prioritarias... LA ARMADA GUARDACOSTASDE ANDALUCÍA Y LA DEFENSA DEL ATLÁNTICO (1521-1550) Esteban MIRA CABALLOS Universidad de Sevilla Introducción El presente trabajo constituye la continuación de una pequeña ponencia que, bajo el título de «La Armada de la Guarda de las Costas de Andalucía (1521-1525)» presentamos, en 1991, al II Congreso de Historia de Andalu cía (1). En aquella ocasión, insistimos en el devenir de la Armada a lo largo de los cinco primeros años de su existencia, mientras que ahora lo hemos ampliado a toda la primera mitad del siglo xvi. Con el análisis de este perio do de tiempo es posible establecer ya conclusiones, con un mínimo rigor científico, sobre la actuación de esta Armada andaluza, su organización y su función. Los umbrales cronológicos que delimitan este estudio implican un conoci miento casi total de la misma. La primera fecha señala el momento exacto en que aparece la Armada Guardacostas de Andalucía configurada ya como tal, es decir, formada por un grupo de navíos de guerra bajo esta denominación, recorriendo unas rutas concretas y cumpliendo unos objetivos muy definidos. El año 1550 no responde, en cambio, al fin de la Armada, sin embargo, su actividad fue desde entonces mucho menor. No podemos perder de vista que desde la tercera década del siglo XVI se habían comenzado a organizar las primeras flotas acompañadas de buques de guerra, circunstancia que se gene ralizó a partir de las Ordenanzas de Navegación del 18 de octubre de 1564, restando, pues, exclusividad a la Armada Guardacostas en la protección del tráfico atlántico. Debemos decir, igualmente, que pese al nombre tan excluyente que tuvo esta armada no fue, sin embargo, la única dedicada a la guarda de las costas castellano-aragonesas, ni tan siquiera la única de Andalucía. Como es bien sabido, la defensa de la península Ibérica, en el siglo xvi, no podía solventarse con un sólo centro de operaciones ya que, como muy bien ha afirmado Ricar do Cerezo, había tres entidades geopolíticas perfectamente diferenciadas: en primer lugar, la castellano-cantábrica, que debía encargarse de la defensa de toda la cornisa noroeste; en segundo lugar la aragonesa, desde donde se debía proteger el Mediterráneo, y en tercer, y último, lugar, la andaluza, en cuya (1) MIRA CABALLOS, Esteban: «La Armada de la Guarda (1521-1525)», Andalucía y América. Córdoba, 1994. Año 1997 de las Costas de Andalucía ESTEBAN MIRA CABALLOS capital, Sevilla, se centralizó ladefensa tanto de lospuertos delsuratiántico peninsular como de las rutas seguidas por las flotas y navíos de las Indias (2). Por otro lado, debemos advertir y justificar la denominación que hemos utili zado para esta Armada. Nosotros, por nuestra parte, no hemos dudado en atribuir le el apelativo de Armada Guardacostas de Andalucía por una serie de motivos suficientemente convincentes y que para nada resultan arbitrarios: primero, porque en la mayoría de los documentos de la época se la designa con el nombre de «Armada de la Guarda de las Costas de Andalucía», que es como realmente se la conoció en el siglo xvi. Segundo, porque su marco de actuación estuvo siempre centrado en las costas andaluzas y, muy especialmente,en los trayectosde Sanlú car de Barrameda a Cádiz y desde estos puertos a las islas Azores y a las islas Canarias. Y tercero, y último, porque los navíos, la artillería, la tripulación e incluso su financiaciónprocedían, en todos los casos, de Andalucía. En definitiva, nos parece indudable su carácter netamente andaluz, pues estu vo especialmente vinculada tanto a los puertos onubenses y gaditanos como a la propia Sevilla, Con todo, no debernosperder de vista que se trata de una-armada de averías y que recibió otros nombres, a saber: Armada del Poniente,justifican do su nombre exclusivamente en su marco de actuación al poniente con respecto a la Península Ibérica; Armada de Averías, utilizando como parámetro el impues to que servía para financiarla y, finalmente, Armada Real del Océano y Armada de la Guarda de las Indias, ambos nombres igualmente inapropiados pues ni fue Real ni tuvo nunca como marco de actuación las Indias. Su creación estuvo determinada, como veremos a continuación, por la presen cia de piratas franceses en las costas de Andalucía, hecho que se repitió sin cesar desde los primeros viajes colombinos. Precisamente su erección, en 1521, coinci dió con la masiva presencia de corsarios que desde estas fechas hubo en las costas andaluzas y portuguesas (3). No debernos olvidar que España, situada en la confluencia de los dos principales focos de corsarios del momento, la Berbería y Francia, se convirtió en polo de atracción de los piratas, que centraron sus actuaciones en el triángulo Madeira, Canarias y costa occidental de Andalucía, bien a la espera de los navíos que iban a las Indias o, preferentemente,de los que retornaban a la Península cargados de metal precioso. No debernos olvidar que los corsarios, en estas primeras décadas del siglo xvi, permanecieron por lo gene ral en tomo a las costas occidentales andaluzas, decidiéndose a cruzar el océano en muy raras ocasiones. No en vano, los primeros enfrentamientos de relevancia en el Nuevo Mundo no se produjeron hasta finales de la década de los veinte. Así pues, la Corona, ante el riesgo que corrían los navíos que participaban en el comercio indiano que, por cierto, le interesaba bastante más que el peli (2) CEREZO MARTÍNEZ, Ricardo: La prosección marítima de España en la época de los Reyes Católicos. Ed. SanMartín, Madrid, 1991, p. 117. Del devenir de esta armada andaluza no se conocían más que algunas referencias esporádicas de cronistas y de historiadores como Fernández Duro y Rumeu de Armas. FERNÁNDEz DuRo, Cesáreo: Armada Española, desde la unión de los reinos de Castilla y de Aragón. T. 1, Museo Naval, Madrid, 1972, pp. 425 y ss. y RUviEUDE ARMAs, Antonio: Piratas y ataques navales contra las islas Canarias. T. 1.Instituto Jerónimo Zurita, Madrid, 1947. (3) RUMEU DE ARMAS: Op. Cit., T.1.p. 71. 8 56 L4ARMADA GUARDACOSTASDE ANDALUCÍA YLA DEFENSA DEL... gro que pudieran correr los puertos del sur de España, decidió la creación de la Armada Guardacostas de Andalucía. Para finalizar con esta introducción creemos necesario advertir que la Armada no fue unitaria ni tuvo un solo momento de creación, sino que su aparición y desaparición fue casi anual, aprestándose en primavera y desar mándose en otoño, cuando el peligro corsario disminuía. A continuación, y dado lo extenso del tema, nos centraremos en el análisis de algunos aspectos organizativos deesta armada, a saber: su financiación, las rutas, los navíos empleados, los objetivos y, para finalizar, haremos referencia a los problemas constantes que padeció para abastecerse de la artillería nece saria para «resistir a los corsarios». La financiación de la Armada: la avería La Aimada Guardacostas de Andalucía, pensada para defender puntos críti cos de la Carrera de Indias, se sufragó desde sus orígenes a través de una insti tución sobradamente conocida: la avería. Se trataba de un impuesto esporádico o eventual, de antiguos orígenes castellanos, que gravaba con un porcentaje las mercancías que iban o venían de las Indias a los puertos andaluces. Pese a que este gravamen no era nuevo, sí es cierto que había caído en desuso en las últimas décadas del siglo xv, reapareciendo de nuevo en 1507. Precisamente en este año el genovés Niculoso Espínola cobró «la imposición del dos por ciento que se echó sobre el oro que viniese de Indias...» (4), para sufragar los gastos de mantenimiento de la flotilla que, al mando de Juan de la Cosa, estaba vigilando las costas andaluzas en espera de la flota de las Indias. Este dato aportado por el profesor Enrique Otte tiene gran importancia ya que hasta hace poco tiempo se había creído que la imposición no apareció hasta fechas mucho más tardías, oscilantes entre 1521 y 1543 (5). Los costes de la Armada se repartían entre los mercaderes que eran los que habían pedido al Rey, en reiteradas ocasiones, la creación de una armada guar dacostas. No debe extrañarnos que el pago de la Armada recayese, en un prin cipio, sobre los comerciantes, pues había sido así al menos desde el siglo xiii, en que conocemos la existencia de auténticas sociedades de comerciantes desti nadas a defender el tráfico marítimo. Sin embargo, está claro que la Corona maniobró con perspicacia al reimplantar este impuesto en vez de financiar la nueva Armada .de las tercias del Reino como lo hacía, por ejemplo, la del Reino de Granada. No cabe duda de que la gran beneficiada de la Armada Guardacos tas de Andalucía fue la Corona pues, a la sazón, era la principal interesada en que los navíos del Nuevo Mundo llegasen íntegros a Sevilla. (4) Orre, Enrique: «Empresarios españoles y genoveses en los comienzos del comercio trasatlóntico: la avería de 1507». Revista de Indias, Madrid, 1963, p. 520. (5) CÉSPEDES DEL CASTILLO,Guillermo: «La avería en el comercio de Indias», Anuario de Estudios Americanos, T. II, Sevilla, 1945, p. 535. ZurvlALAcÁu.xEauI, Leopoldo: «Contribución al estudio de la avería en el siglo xvi», Anales de Estudios Económicos, Madrid, 1945, p. 12. Año 1997 ESTEBAN MIRA CABALLOS Así, se estableció que la Armada se hiciese a costa «del oro y perlas y otras mercaderías, que viniesen de las Indias, y del Poniente, y de Canarias, y de las Azores, y de las islas Madeira y Berbería, a las ciudades de Sevilla, y Cádiz y Jerez de la Frontera, i las villas del Puerto de Santa María, y Sanlúcar de Barrameda, y Rota, y Chipiona, y los puertos del condado de Niebla, y Ayamonte, y Lepe y la Redondela» (6). Pese a que en el texto tan sólo se alude a los productos que venían de fuera de Andalucía es’evidente que también recayó sobre los que salían desde esos mismos puertos con destino a las Indias, muy a pesar de la oposición que mostraron los mercaderes (7). El porcentaje que supuso la avería osciló dependiendo de las necesidades defensivas de cada año, como podemos observar en las cifras aportadas en el Cuadro 1 que mostramos a continuación: CUADRO 1 PORCENTAJESDEL IMPUESTODE LA AVERÍA AÑO 15211% 15221% 15235% 15251% 15281% 15361% 1542(*)6% 15424% 1543 (**)4 15432,5 15430,5 15521,5 PORCENTAJE MEDIO2,37 % % % % % (*) Los porcentajes del año 1542 corresponden uno a principios de ese año y otro al mes de diciembre. (**) Los tres datos de ese año 1543 corresponden, el primero, a principios, el segundo, a mediadoS y el tercero, a finales de ese dicho año. (6) RealCédula a todas las justicias, regidores y a todos los demás que a ella atañe. 6-IX1522. Archivo General de Indias (AGI), Indiferente General 420, L IX, ff. 3iv-34v. Por su parte Veitia Linaje, que debió tener la Real Cédula a la vista, la reprodujo en su libro casi lite ralmente, introduciendo tan sólo la palabra plata en el texto original, lo cual es explicable en función del momento posterior en que escribió. VEITIA LINAGE, Joseph de: Norte de Contrata ción de las Indias Occidentales, Comisión Argentina de Fomento Interamericano, Buenos Aires,1945, L. II, Cap. IV. p. 510. (7) RealCédula a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, Madrid, 22-1-1543. AGI, Indiferente General 1963, L. VIII, ff. 155-158v. 10 56 LA ARMADA GUARDACOSTAS DE ANDALUCÍA Y LA DEFENSA DEL... De los datos expuestas en este Cuadro 1 se puede deducir que pese a ser la media algo mayor al 2 por 100, la mayoría de los años la imposición se limitó al 1 por 100. Igualmente, observamos una fuerte oscilación interanual pues, en 1543, pasó del 4 por 100 a comienzos del año a tan sólo el 0’5 por 100 en los meses fiñales. El impuesto, pues, se adaptaba a las necesidades defensivas de cada momento, de forma que cuando se había financiado el grueso de los gastos el resto del año se continuaba pagando un reducidísimo porcentaje para acabar de cubrir por completo las necesidades de la Armada. Pese a que los mercaderes tenían, al igual que la Corona, gran interés en la eficaz defensa de las costas, sus quejas contra la avería fueron constantes. Además, siempre hubo una gran resistencia por parte de los mercaderes a seguir pagando el dicho porcentaje cuando los rumores sobre la presencia de corsarios en las costas cesaban. Una de sus reivindicaciones más comunes fue, como ya hemos mencionado, que se tributase tan sólo de aquellas mercancías que viniesen de las Indias pero, en ningún caso, de las que saliesen de los puertos de Andalucía (8), propuesta que el Rey rechazó, reiterando la disposi ción para que se pagase la avería de todas las mercancías «que se trajesen o llevasen de levante y poniente» (9). En otras ocasiones eran los grandes «señores» de Andalucía los que se oponían a que en su jurisdicción se cobrase la avería. Concretamente, en 1528, escribieron los diputados de la Armada a Su Majestad informándole que el conde de Ayamonte había organizado una armada propia para el cuidado de las costas de su Señorío y que, por este motivo, no quería que en su demarcación territorial se pagase el impuesto de defensa (10). Carlos Y actuó con rapidez y energía ordenando a los responsables de la Armada que no se consintiese tal situación, y que en todos los señoríos, incluido el de Ayamonte, se pagase la avería (11). En los años sucesivos se convirtió casi en una norma enviar reales cédulas al duque de Arcos, al conde de Ayamon te, al duque de Medina-Sidonia, al duque de Béjar y al duque de Jerez entre otros, para que no mostrasen ningún tipo de impedimento al cobro de la avería en sus respectivos términos, pues sería «en gran deservicio de Su Majestad». El impuesto de la avería se hizo extensivo a todos aquellos mercaderes andaluces que tuviesen relación con el comercio indiano. Muy pocos produc tos y muy pocas personas quedaron exentos de este gravamen pues, según expresión de la época, lo debían pagar todas las personas «privilegiadas y por privilegiar», porque de otra forma, según manifestó el Rey en 1536, habría fraudes «y serían tan pocas las rentas de avería que se debería crecer mucho el (8) Cartade Luis Fernández de Alfaro a Su Majestad, Sevilla, 20-111-1535.AGI, Indife rente General 1092, N. 101. Carta del mismo a Su Majestad, Sevilla, 2-111-1535.AGI, Indife rente General 1092, N. 94. (9) Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, Madrid, 21-VIII-1528. AGI, Indiferente General 421, L. XIII, ff. 346v-348. (10) Real Cédula a los diputados de la Armada, Madrid, 12-IX-l528. AGI, Indiferente General 421. L. XIII ff. 346v-348. (11) Ibidem. Año 1997 ESTEBAN MIRA CABALLOS año venidero...» (12). Ya CéspedesdelCastillo, que realizó un estudio sobre este gravamen, estableció un número determinado y muy concreto de produc tos a los que no se les aplicó el porcentaje de la avería, a saber: el «matalota je» de los tripulantes, los caudales de los religiosos, armas o pertrechos y algún artículo de bajo precio yio de primera necesidad (13). Sin embargo, como veremos a continuación, no fueron éstas las únicas mercancías excluidas del pago de la avería. Precisamente en 1528 se inició un largo pleito, que duró más de dos años, entre los pescadores del Puerto de Santa María y Juan de la Torre, Alonso de Illescas y Alonso Hernández que a la sazón eran los diputados de la avería (14). Los pescadores defendían que no se les debía cobrar el impuesto del uno por ciento del pescado qué capturaban en la cercanía de las costas de la Berbería corno se les solicitaba desde hacía varios años. Los diputados argumentaban que entre los productos sometidos a la imposición estaban todos aquellos que viniesen de la Berbería, no obstante. los alcaldes del mar de la mencionada localidad presentaron unas probanzas en las que demostraron que no recibían ningún beneficio de la Armada Guar dacostas de Andalucía porque los corsarios no solían llegar hasta aquellas costas. Tan sólo cuando se sentían perseguidos por los buques de la Armada se acercaban hasta allí, sin hacerles a ellos más daños sino «pedirles a veces algunas pescadas» (15).La sentencia fue fallada en 1528, a favor de los pesca dores, siendo apelada por los diputados de mercaderes al Consejo de Indias que, en 1530, ratificó la sentencia inicial (16). Por otro lado, no sólo había productos eximidos del pago sino también grupos humanos, así, por ejemplo, los rnercaderes ingleses afincados en Anda lucía no estuvieron sometidos al gravamen de la avería. Estos se quejáron al Rey en varias ocasiones afirmando que, contra lo dispuesto, los diputados les querían cobrar el impuesto. Sus protestas se centraban en dos puntos, a saber: primero, alegaban que eran amigos de los franceses por lo que no estaban expuestos a sus ataques. Y segundo, que no estaban en la .zona de comercio que quedaba afectada por la avería puesto que Inglaterra, punto de destino de su comercio, no estaba «ni al levante ni al poniente» como decía la Real Cédula de la avería (17). El Rey los socorrió y apoyó, alegando que efectiva mente sólo comerciaban de Andalucía hacia Inglaterra y no eran objetivo de los corsarios franceses, por lo cual dictaminó de manera tajante que no se les (12) Carta de los diputados de la armada de averías a Su Majestad, 19-X1-1536.AGI, mdi ferente General 1092, N. 196. Parece ser que la imposición llegó a recaer incluso sobre la mayoría de los pasajeros. Véase del VAS MINGO, Marta Milagros y NAvARRO AzcuE, Concep ción: «El riesgo en el transporte marítimo del siglo XVI». Actas del Congreso de Historia de los Descubrimientos, T. III, Madrid, 1992, p. 608. (13) CÉsPEDES DEL CASTILLO: Op. Cit., pp.550-551. (14) Pleito entre los alcaldes de la mar del Puerto de Santa María y los diputados de mercaderes. Se inició el 20-VIII-1528. AGI. Justicia 727, N. 5. (15) Ibidem. Pregunta 4. de la probanza. (16) Ibídem. (17) Respuesta a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, Madrid, 13-VIII1528. AGI, Indiferente General 421, L. XIII, pp. 264-264v. 12 56 LA ARMADA GUARDACOSTAS DE ANDALUCÍA Y lA DEFENSA DEL... aplicase la avería y que, incluso, se les devolviese lo que habían pagado hasta ese momento (18). Esta misma sentencia fue reiterada en 1538 en 1539 y, finalmente, en 1543, insistiéndose siempre en que bajo ningún concepto les fuese solicitado el porcentaje anual correspondiente a la avería (19). Igualmente, el oro y las mercancías reales estuvieron sólo sujetas al pago de la avería entre 1521 y 1528 como muy bien ha afirmado Paul Hoffman (20). Después de esta fecha la Corona dejó de pagar la imposición pese a las reitera das protestas de los comerciantes no sólo andaluces (21),sino incluso de la isla Española (22). Asimismo, algunos de los puertos afectados por esta contribución quisie ron eximirse de su tributación. En este sentido, conocemos un memorial conjunto de las villas de Lepe, Ayamonte y la Redondela, presentados ante el Consejo de Indias, en el que expusieron las causas por las que debían quedar exentos de dicho arancel. En concreto, la villa de Ayamonte expuso lo siguienté: «que la tierra es estéril y no hay más trato que la viña e higuerales y que nadie iría a tratar allí si se pagase la avería» (23). Sin embargo Carlos V tras unos inicios dubitativos en los que dispuso que se discutiese en el Consejo de Indias si las causas alegadas por los represen tantes de estas localidades eran justas, ordenó, finalmente, que lo pagaran sin ningún tipo de dilación. Este tributo se cobraba a través de recaudadores nombrados para tal efecto, por elección conjunta del juez de la Armada Guardacostas y de tres diputados de mercaderes. Además, existía-un recaudador general que se encargaba de (18) Real Cédula a Francisco Tello, Valladolid, 14-VIII-1536. AGI, Indiferente General 1962, L. IV. ff. 152-153. Real Cédula a Francisco Tello, Valladolid, 22-VIII-1536. AOl, Indife rente General 1962, L. IV, ff. 153v-154. (19) Real Cédula a los diputados de la armada de avería, Valladolid, 16-IV-1538. AGI, Indiferente General 1962, L. VI, ff. 42-42v. Real Cédula al licenciado Francisco Tello, Toledo, 30-111-1539. AGI, Indiferente General 1962, L. VI, ff. 194-195. Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, Madrid, postrero-II-1543. AGI, Indiferente General 1963, L. VIII, ff. 173-173v. (20) H0rrMAN,Paul E.: «El desarrollo de las defensas del Caribe en el -siglo xvi y princi pios del xvii». Influencia de España en el (‘aribe, la Florida y la Luisiana, 1500-1800. Instituto de Cooperación Iberoamericana, Madrid, 1983, (pp. 15-35), p. 17. En las cuentas del tesorero de la Isla Española Pasamonte aparece uno de estos pagos de avería: descargo a Bartolomé Carreño de 12 pesos, 4 tomines y 1 grano «que parecía por fe de Diego Caballero escribano de la dicha Audiencia que por el presidente y oidores de ella fue acordado y mandado que los óficiales de Su Majestad diesen y pagasen a la avería de lo que se montase del oro que iba para Su Majestad en la nao del dicho Bartolomé Carreño, y que cumplieron los dichos 12 pesos, 4 to mines y 1 grano». AGI, Indiferente General 1205, N. 61. (21) Respuesta a los oficiales de la Casa de la Contratación, Burgos. 8-11-1428.AGI, Indi ferente General 421, L. XII, ff. 287-288v. (22) Relación de los mercaderes de La Española, Santo Domingo, 1528. AGI, Santo Domingo 9, R. III, N. 27 ff. 34v-35. (23) Real Cédula al consejo de Ayamonte. Madrid, 17-V-1537. AOl, Indiferente General 1962,L.IV,ff. lOOv-lOl. Año 1997 - ESTEBAN MIRA CABALLOS coordinar al resto de los cobradores locales siendo, evidentemente, el que respondía, en primera instancia, ante los diputados y el juez de averías y, en última instancia, ante el propio Consejo de Indias. Este cargo estuvo desempeñado, entre 1523 y 1532, por el factor de la Casa de la Contratación Juan de Aranda y, a partir de ese último año, por Francisco Pérez, que ostentó el cargo de «receptor general de averías» (24). A su vez este recaudador general tenía poder para elegir y colocar subordinados en Sevilla, Cádiz, Sanlúcar de Barrameda y Jerez de la Frontera. Así, en Sevi lla, en 1523, encontramos como recaudador de la avería a Diego de Aranda, hermano del que por aquel entonces era receptor general y factor de la Casa de la Contratación, por lo que parece evidente que se destinaba a tales puestos a personas de la entera confianza del recaudador general. En cambio, en Cádiz, hubo permanentemente dos recaudadores que, en 1538, eran Diego de Albo y Rodrigo de Molina (25), mientras que unos años después había sido sustituido el segundo por un tal Diego Pérez de la Fuente (26). En esta última ciudad fueron frecuentes las fricciones entre el corregidor y los recaudadores de la avería, por lo que el Rey se vio obligado a recriminar, en múltiples ocasiones, a aquél para que favoreciese la recaudación del impuesto. En el resto de los puertos donde se recolectaba la avería no hubo recauda dores expresamente colocados para tal efecto, por lo que la tarea quedó en manos de los alcaldes ordinarios a los que el Consejo de Indias, como medio de incentivar su interés, acordó que se les asignase un salario por el desempe ño de esas funciones adicionales (27). - Navíos, rutas y objetivos de la Armada A continuación, vamos a entrar en unos aspectos más relacionados con las actividades y-estrategias de la Armada Guardacostas de Andalucía. Comenzando por una cuestión técnica como es el tipo de veleros utiliza dos en la armada de Andalucía, debemos decir que fue principalmente la carabela, apoyada casi siempre por otros navíos. En cuanto al número de embarcaciones podemos decir que varió siempre en función de las noticias que circulaban sobre la presencia de corsarios en las costas andaluzas. A continuación mostramos el Cuadro II donde se señalan el número y el tipo de embarcaciones utilizadas por esta armada andaluza en el periodo cronológico analizado. (24) Cuentas que se tomaron de la avería, SIR AGI. Indiferente General 1093, R. 2, N. 17. (25) Real Cédula a Francisco Tello, Madrid, 3-VIII-1538. AGI, Indiferente General 1205, N. 55. (26) Real Cédula al Corregidor de Cádiz, Valladolid, 7-XII-1543. AGI, Indiferente Gene ral 1207, N. 19. (27) Respuesta a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla y diputados de la armada, Madrid, 21-VIII- 1528. AGI, Indiferente General 421, L. XIH, ff. 299-299v. 14 56 LA ARMADA GUARDACOSTAS DE ANDALUCÍA Y LA DEFENSA DEL... CUADRO II NAVÍOS DE LA ARMADAGUARDACOSTAS DE ANDALUCÍA(1521-1550)(28) AÑO GALEONES NAOS CARABELAS PATACHES CARRACAS 1521 — — 3 —— 1522 — — 1 1 —— —— 1523 — — 2 2 —— —— 1526 — — 2 —— —— 1535 7 1536 3 1537 —— 1538 —— 1539 1543 1 — — 1544 —— 1 1 —— 7 —— 1550 —— 4 3 1 1 7 2 1 3 —— 4 —— 3 7 6 —— 3 —— —— —— 4 3 —— —— —— 4 —— —— —— 1 —— 3 1 —— 7 ? 7 7 . 4 6 —— —— —— 6 4 2 ——- —— —— 6 9 26 —— 1 2 1 . 4 ? —— 2 7 TOTAL —— 7 —— —— 1548 TOTAL ? BERGANT: 51 Según se desprende de este cuadro la mayoría de las veces la Armada estú yo compuesta por cuatro navíos, y más raramente por tres o seis. Así, si exceptuamos el año 1539, en que sólo fue una embarcación, la Armada estuvo siempre formada por tres, cuatro o seis veleros, número que dependía tanto de los rumores que circulasen sobre la presencia de corsarios en las costas, como de la urgencia que hubiera en su despacho. No obstante, se dieron años de extremo peligro en los que llegó a haber 12 embarcaciones en la guarda y custodia de las costas andaluzas pues, además de seis navíos de la Armada Guardacostas, hubo otra armada con otras tantas embarcaciones de refuerzo —seguramente procedente del Reino de Granada—. Igualmente, encontramos otros años en los que observamos justa mente el punto opuesto, es decir, un único barco de armada, tal y como ocurrió en 1538, siendo capitán Hernando Blas, que partió con el objetivo de «limpiar todos los rincones de la costa, de los franceses» (29). En cuanto al tipo de navío utilizado debemos decir que fue básicamente la carabela, ya que de un total de 43 embarcaciones en las que se especifica su tipo, 26 fueron carabelas, lo que supone un porcentaje de algo más del 60 por 100. (28) Los años que no aparecen reflejados en el cuadro son aquellos de los que no hemos podido obtener ningún tipo de información sobre el número y el tipo de navíos que componían la armada. En 1535 y en 1544 conocemos el número total de navíos pero no su tipo concreto. (29) Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, Valladolid, 29-111-1538.AGI, Indiferente General 1962, L. VI, ff. 31-31v. Año 1997 ESTEBAN MIRA CABALLOS Estas carabelas solían ir apoyadas por alguna nao o, más excepcionalmente, por algún galeón y/o carraca que, en realidad, no se diferenciaban estructuralmente de los navíos comerciales más que en su dotación material y humana, pues iban perfectamente artilladas —no como las comerciales, que eludían constantemente las Ordenanzas al respecto— y no portaban más cargamento que soldados y marineros. Solían ser propiedad de particulares, es decir, de comerciantes y armadores gaditanos o sevillanos, adquiriéndose por confisca ción las embarcaciones más adecuadas que hubiera en esos momentos en los puertos, eso sí, remunerando a su propietario convenientemente por el tiempo de uso en la Annada. En lo referente a las rutas y al marco de actuación de la Armada podemos decir que estuvieron muy bien definidas: en primer lugar, el trayecto AzoresSanlúcar, acompañando a las naves que venían de regreso del Nuevo Mundo cargadas de mineral precioso. Qué duda cabe de que ésta era la principal misión que tenía encomendada la Armada andaluza, siendo su objetivo fundamental traer «en salvamento» a Sanlúcar de Barrameda estos buques. En estos años lo frecuente era que los navíos procedentes de las Indias espe rasen en estas islas portuguesas la llegada de la Armada Guardacostas para cruzar con suficiente protección la zona más peligrosa de la travesía. En segundo lugar, las costas en tomo al cabo de San Vicente y el trayecto de Sanlúcar a Cádiz, lugares donde con frecuencia aguardaban los corsarios a las flotas del Nuevo Mundo. Y en tercer y último lugar, la vía Sanlúcar-Cana rias, protegiendo a las flotas que partían de Sevilla con destino a Indias porque, como bien afirmó Girolamo Benzoni, «hasta allí llega a la ida el camino peligroso» (30). Realmente, con la vigilancia de estas rutas el Rey se aseguró una defensa relativamente eficaz de las flotas indianas, ahorrándose los gastos que supo nían el mantenimiento de una armada permanente que acompañase a los na víos hasta el otro lado del océano. Era pues necesario elegir unos puntos concretos de vigilancia ya que, como explicó en 1540 Luis Sarmiento en una carta dirigida a Su Majestad, «la mar era tan larga que aunque se armasen mil naos era por demás pensar de poder estorbar que los franceses no enviasen sin armada a donde quisieren...» (31). Queda suficientemente claro que, pese a que su lugar de vigilancia eran las costas andaluzas, lo que al Rey y a los comerciantes les interesaba no era la defensa de Andalucía sino la protección de la Carrera de Indias, que tan importantes ingresos reportaba tanto a las esquilmadas arcas reales como a los sufridos comerciantes. De manera que el objetivo que justificaba su creación (30) BENz0NI, Girolamo: Historia del Nuevo Mundo. Alianza Editorial. Madrid, 1989, p. 166. (31) Carta del embajador Luis Sarmiento a Su Majestad, Sevilla, 12-1-1540. Archivo General de Simancas (AGS), Estado 372, N. 82. A partir de la década de los 50, por este mismo razonamiento de que «el mar era muy extenso», se pensó que más eficaz sería organizar flotas protegidas que organizar armadas guardacostas que raramente «topaban con los corsarios que en el mar andaban». Parecer de Bernardino de Mendoza, h. 1550. Archivo Histórico Nacional (AHN), Diversos, documentos de Indias 93. 16 56 LA ARMADA GUARDACOSTAS DE ANDALUCÍA YL4 DEFENSA DEL... lo podemos resumir en una frase que aparece en un documento de la época: «para que limpien de corsarios la costa y los resistan y ofendan y nuestros súbditos naveguen con seguridad...» (32). El problema de la artillería Una de las más graves carencias de esta armada guardacostas fue, sin lugar a dudas, la artillería y la munición, según se puso de manifiesto a lo largo de toda su andadura. Esto era debido a dos causas fundamentalmente: primero, á que la oferta fue siempre menor a la demanda y, segundo, a que debía ser traí da de las ferrerías de Guipúzcoa y Vizcaya, por lo que llegaba a Sevilla en poca cantidad y a muy elevados precios (33). La documentación exis tente en los archivos referentes a esta escasez crónica de artillería en la Sevilla del siglo XVI son innumerables. Así, por ejemplo, resultaba prácticamente imposible vender en los puertos andaluces un navío si no estaba bien provisto de artillería, porque de no ser así el comprador «no encuentra en toda esta tierra artillería para el navío comprado» (34). Ya en la temprana fecha de 1523, cuando apenas llevaba la Armada dos años de actividad, el conde de Osorno, a la sazón juez de la Armada, escribió al Rey lamentándose de que «la mayor falta que tenemos es de buena artille ría» (35). Hasta tal punto llegó a ser crítica la situación que Carlos V ordenó al mencionado juez que no hiciese ningún gasto en la Armada hasta que no tuviese certeza de que habría disponible la artillería necesaria porque, de lo contrario, los gastos serían en balde. Dado el interés del texto lo transcribimos parcialmente en las líneas siguientes: «Y porque la principal cosa y más necesaria para la dicha armada es la artillería y sin ella no será de efecto alguno, estaréis advertido que no se hagan los gastos de la armada hasta que tengáis la certeridad (sic) de la artillería competente» (36). Por otro lado, la artillería de bronce era muchísimo más provechosa para la Armada, sin embargo resultaba inútil pretender conseguir lombardas de este metal cuando ni siquiera era fácil obtenerlas de hierro. En un manuscrito de la época se entrevé perfectamente esta situación, advirtiendo que «en esta tierra (32) Real Cédula al capitán Diego López de las Roelas, Valladolid, 1O-IX-1548. AGI, Indiferente General 1964,L. XI, ff. 68v-69. (33) CRAUNU, Pierre: Sevilla y América. Siglos xvi y xvii, Universidad de Sevilla, Sevi lla,1983, p. 27. (34) Carta de los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla a Su Majestad S/F. AGI. Indiferente General 1092,N. 41. (35) Carta del conde de Osorno a Su Majestad, Sevilla, 15-111-1523.AGI, Indiferente General 1092, N. 16. (36) Real Cédula a Suárez de Carvajal, Madrid, 7-1V- 1536. AGI, Indiferente General 1962. L. IV, ff. 59v-60. Año 1997 ESTEBAN MIRA CABALLOS toda no la hay ni aun de hierro para ir bien aparejadas, cuanto menos si se quiere buscar de bronce...» (37). Debido a su coste, la tripulación cuidaba con celo tanto la artillería como la jarcia hasta el punto de que, si alguna pieza caía al río Guadalquivir, o incluso en aguas marinas poco profundas, intentaban por todos los medios recuperarla. En este sentido, conocemós la existencia de auténticos equipos de submarinistas, especializados en recoger la artillería de los fondos de los ríos y de las tenazasmatinas poco profundas. Uno de estos grupos de expertos trabajaba de manera permanente en el trayecto navegable del río Guadalquivir, es decir, desde Sanlúcar de Barrame da hasta el puerto de Sevilla (38). En general, la solución más frecuente al problema de la artillería fue casi siempre la misma: pedirla a todos los capitanes que tuviesen sus naves en los puertos de Andalucía, bien bajo la promesa de una futura gratificación, o bien pagándoles una cantidad por cada día que se utilizasen (39). En caso de que no se consiguiesen las piezas necesarias para pertrechar la Armada, la Corona solicitaba ayuda de los señores de la alta nobleza para que la prestasen. De manera que las peticiones al duque de Medina-Sidonia, al duque de Arcos, al duque de Béjar, al marqués de Ayamonte y al marqués de Tarifa fueron conti nuas a lo largó de los cincuenta primeros años del siglo XVI. Así, ya en 1522 se demandó a esta alta nobleza andaluza que prestase todas las piezas de artillería que pudiese, pues «había mucha falta para la armada» (40), reiterándose la misma petición en los años posteriores (41). A la vuelta de la Armada a Sanlúcar o a Cádiz el Rey ponía todo su empeño en devolverla íntegra, con vistas a que los préstamos se sucediesen siempre que fuese necesario. En el caso de haber perdido alguna pieza se indemnizaba al propietario inmediatamente, bien de los fondos de la avería, o, en caso de que no fuera suficiente, de la Real Hacienda, como ocurrió en 1538 (42). Tampoco el salitre, tan necesario para fabricar la pólvora, era todo lo abun dante que maestres y capitanes hubieran querido, por lo que la Corona se reservó para sí su explotación. De todas formas, era tanta la demanda desde todos los puntos del Imperio que a veces era la misma flota de las Indias o la Armada Guardacostas la que se encontraba sin posibilidades de abastecimien (37) Carta de Luis Fernández de Alfaro a Su Majestad, Sevilla. 17-11-1535.AGI, Indife rente General 1092, N. 92.. (38) Véase por ejemplo la Real Cédula a don Juan de Guzmán. Medina del Campo, 17-11 1532. AGI, Indiferente General 1961, L. II, ff. 161v-i62. (39) Puede verse a este respecto la Real Cédula a los maestres y capitanes de navíos que se emitió en Valladolid, 23-VIII-1537. AGI, Indiferente General 1962, L. Y, ff. 127-127v. (40) Carta de Su Majestad a la Duquesa de Medina-Sidonia, septiembre de 1522. AGI, Indiferente General 420, L. IX, ff. 35v-36. (41) En el Archivo General de Indias, y muy especialmente en su sección de Indiferente General (legajos 419, 421, 1093, 1962, 1963, etc.), aparecen gran cantidad de cartas del Rey dirigidas a la nobleza andaluza solicitando de ella le preste su artillería. Véase también mi trabajo: La Armada de la Guarda de las Costas... Op. Cje, pp. 87-88. (42;) Real Cédula a los oficiales de Sevilla, Valladolid, 23-VIII-1538. AGI, Indiferente General 1962, L. VI, ff. 102-102v. 18 56 LA ARMADA GUARDACOSTAS DE ANDALUCÍA YLA DEFENSA DEL... to. Más concretamente, en 1537 el Rey tuvo que recurrir como solución extre ma al salitre de Carmona, por lo que ordenó al corregidor de esta localidad que no pusiese impedimento alguno para que se sacase de su término, porque «había mucha necesidad para la armada que se había de proveer para la guar da de las costas andaluzas» (43). Como es sabido, el salitre que abastecía las armadas y las flotas procedía, en esta primera mitad del siglo XVI, de distintos lugares, entre ellos de Alme ría; no obstante, su lejanía hacía que no siempre llegase en las condiciones y en la cantidad requerida. El salitre de Carmona era, en cambio, de mejor cali dad pero más escaso, motivo por el cual sólo se extraía de estos yacimientos en caso de extrema perentoriedad. Igualmente necesarias y escasas eran las ballestas, los arcabuces y las demás armas utilizadas para pertrechar los buques de guerra, hasta el punto de que, frecuentemente, había que recurrir al alquiler de ellas durante el tiempo que durase la Armada. A la vuelta, se procedía al pago de su alquiler así como al abono completo de aquellas que hubiesen sufrido algún deterioro o hubiesen quedado inservibles (44). En este trabajo hemos intentado trazar un perfil de algunos aspectos orga nizativos de la Armada Guardacostas de Andalucía, dejando para otra ocasión el análisis de las misiones que se le encomendaron en este periodo. No obstante, en este trabajo se apuntan ya las carencias crónicas de capital que padeció, lo cual se tradujo en una gran falta de medios. Sin duda, la esca sez de artillería fue un problema que aquejó constantemente a la Armada, cuyos dirigentes se vieron obligados a solicitar del Rey las soluciones perti nentes. Igualmente, detectamos un número de navíos demasiado escaso que les obligó, en la mayoría de las ocasiones, a luchar con los franceses en inferioridad de condiciones. Y para finalizar, otro de los problemas que más incidieron en la marcha de la Armada fue el carácter eventual que se le imprimió y que, sin duda, le perjudicó enormemente en sus actividades. (43) Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla, Valladolid, 24-111-1537. AGI, Indiferente General 1962, L. V, ff. 119v-120. (44) Real Cédula al juez de Residencia de Sevilla, Valladolid, 28-IX-1536. AGI, Indife rente General 1962, L. V, ff. 3-3v. Año 1997 NOTA PARA NUESTROS SUSCRIPTORES La REVISTA DE HISTORIA NAVAL se encuentra en una fase de reorga nización administrativa que comprende, entre otras cosas, la compro bación y depuración de datos de nuestro archivo. Con este motivo solicitarnos de la amabilidad de nuestros suscriptores que nos comuni quen cualquier anomalía que hayan observado en su recepción, ya porque estén en cursos de larga duración, ya porque hayan cambiado de situación o porque tengan un nuevo domicilio. Hacemos notar que cuando la dirección sea de un organismo o dependencia oficial de gran tamaño, conviene precisar no sólo la Subdirección, sino la misma Sección, piso o planta para evitar pérdidas por interpretación errónea de su destino final. Por otro lado recordamos que tanto la REVISTA como los Cuader nos Monográficos del Instituto de Historia y Cultura Naval están a la venta en el Museo Naval y en el Servicio de Publicaciones de la Armada, c/ Montalbán, 2.— 28071 Madrid, al mismo precio ambas de 650 pesetas el número. La dirección postal de la REVISTA DE HISTORIA NAVAL es: Instituto de Historia y Cultura Naval. c/. Juan de Mena, 1, 1.0 28071 Madrid DON JOSÉ MARÍA DE SALAZAR Y LA BANDA ORIENTAL DEL RÍO URUGUAY Alejandro Nelson BERTOCCHI MORÁN Historiador Naval El 30 de junio de 1809 la fragata Proserpina echaba el anda en la bahía de Montevideo en pleno rigor del invierno meridional. A su bordo viajaban el novel virrey del Río de la Plata don Baltasar Hidalgo de Cisneros, reciente mente nombrado por la Junta sevillana, y el capitán de navío don José María de Salazar, comandante del buque y nuevo jefe del Apostadero Naval en esta ciudad. Para el veterano de Trafalgar, quizá no hubiere cargo más honroso, pero en tal caso más difícil, ya que debería enfrentar una situación política muy complicada en vísperas de un estallido que primero llevará a la insurgencia y luego a la misma independencia. En tamaña expectativa, Cisneros poco podrá hacer y será arrollado por los acontecimientos que desembocarán en el Cabil do Abierto bonaerense del 25 de mayo de 1810, diana que hará estallar la guerra fratricida en lares platenses. Para Salazar también urgía la hora, ya que tendría a su frente no sólo la tarea inherente a su alto cargo, sino que el solo hecho de comandar las fuerzas navales en este teatro haría de su persona y la Institución a su cargo figuras de tremendo peso en el ulterior desarrollo del conflicto, tanto en el terreno políti co como en los hechos de armas resultantes. Pero entrando en otras discipli nas, el nombre de Salazar llegará a alcanzar notable ribete en el inicial proce so formativo de la orientalidad (1), y en tal menester, gran parte de los historiadores uruguayos lo ubican a la altura de uno de sus antecesores más ilustres: don José de Bustamante y Guerra, quinto gobernador montevideano y comandante del Apostadero. Sobre el periodo en que Salazar estuvo en ejercicio del mando supremo naval rioplatense, don Homero Martínez Montero ha legado una clara crónica: El Apostadero Naval de Montevideo, obra publicada en Madrid en 1968, por lo que en parte nos remitimos a ella. Empero, el centro de estas letras dado en referencia a la crucial importancia que tuvo la Real Armada española en el surgimiento de la mentalidad autonómica montevideana frente a la poderosa Buenos Aires, cosa que al arrastrar, con toda lógica en tal disciplina, al mismo (1) El hoy territorio uruguayo era llamado desde los primeros días de la dominación hispánica como Banda Oriental, al hallarse al este de los ríos Uruguay y Plata, como contrapar tida a la otra ribera occidental. Año 1997 ALEJANDRO NELSON BERTOCCHI MORÁN territorio oriental de los ríos Uruguay y Plata, produjo en forma inopinada un irresistible sentimiento diferencial entre las gentes de la capital virreinal y las de la marítima Montevideo. El inicio es meramente de corte geográfico. La bahía de Montevideo es el mejor y único puerto de ultramar del Río de la Plata, y ello trajo aparejado el celo bonaerense que siempre vio con mal ojo el desarrollo marinero de sus rivales, y ciertamente, al ser tales hechos avalados por Madrid en cuanto contencioso llegó a la Corte —con los ejemplos del Correo Marítimo, de los .derechos del registro y de la jurisdicción autónoma de las fuerzas navales con frente a la autoridad virreinal—, la controversia alcanzó, a veces, tal nivel de virulencia, que bien los sociólogos señalan su igualdad con los procesos cantonales típicos de los pueblos ibéricos. San Felipe y Santiago de Montevideo es la única ciudad capital de la América española fundada bajo la égida de la Casa de Borbón. En 1724, don Bruno Mauricio de Zabala, gobernador de Buenos Aires, erigía en la rocosa península, a la sombra del cerro homónimo, un núcleo habitado sobre los cimientos de un presurosamente abandonado punto fortificado lusitano. Al paso del tiempo, ya España no sólo debió hacer frente, en defensa de sus lares rioplatenses, a la injerencia portuguesa, sino a la cada vez más podero sa ambición británica. Lord Anson, cual un segundo Francis Drake, cruzó las aguas cercanas a la boca del Plata, en los finales del mes de enero de 1741, con proa al Pacífico, aquel lago hispano de otrora, y así la amenaza del poder naval inglés sobre el suratiántico se hará realidad sobre zonas que se hallaban al cuidado de la base montevideana. Malvinas, los estrechos australes y la propia costa patagónica señalan claramente este aserto, y por cierto, la invasión de 1806-1807, que fracasa en el intento, resulta la única derrota militar que sufren los británicos en todo el siglo XIX, lo cual no es poca cosa. Por ende, Montevideo se hace Apostadero Naval por Real Orden del 9 de agosto de 1776, en horas en que la formidable expedición punitiva, al mando de Cevallos y Casa Tilly, caía sobre Santa Catalina, el Río Grande y la Colo nia del Sacramento (2) en un verdadero paseo militar, que amenazó al mismo centro del Brasil, cosa que es detenida por la diplomacia, tratado de San Ilde fonso mediante. Así, la atalaya montevideana pasaba de mera fortaleza estáti ca —como lo deseaba Buenos Aires—, defensora de la Banda Oriental, a ostentar el rango de ser la base naval más importante del poder naval español al sur del Ecuador, siendo sus resultados inmediatos, tanto la toma de Feman do Poo y Annobón bajo soberanía (3), como el riguroso control de las islas Malvinas y sus aguas cercanas. (2) Para su siglo, la expedición, al mando de Casa Tilly, con sus más de cien velas, ha sido la ostentación de poder naval más formidable que haya visto el Atlántico sur. Sólo la operación británica de 1982 para recuperar las islas Malvinas puede ser catalogada como mayor. (3) Operación efectuada bajo el mando del capitán de fragata don Juan Varela y Ulloa, que parte desde Montevideo, en abril de 1778, con las fragatas Santa Catalina y Nuestra Seño ra de la Soledad. 22 56 DON JOSÉ MARÍA DE SALAZAR Y LA BANDA ORIENTAL DEL RÍO URUGUAY Desde esas horas, toda la navegación propia tuvo su regazo en la abrigada bahía montevideana, y de tal menester, la ciudad-puerto y sus gentes sintieron profundamente las cosas marineras,que ______________________ en parte se mimetizaron con las vivencias de los vastos campos de la Banda Oriental, mucho más allá de la jurisdic ción otorgada por el virrey a la goberna ción montevideana. Y este concepto resultará básico para entender lo que vendrá, y observarcómo el destinode la plaza y sus tierras se halló indisoluble mente unido al pensamiento de los mari nos que hallaron su hogar en la ciudad. Para suerte de la verdad histórica, ya en la actualidad la inmensa mayo ría de los analistas dan por sentado que la causa más importante del esta llido que llevó a la independencia de Hispanoamérica fue la acefalía del poder metropolitano, invasión napoleó nica de por medio. En tal razón, por estas tierras se arbitraron soluciones Puerta de plaza de que se hallaban inscritas en las propias tradiciones hispanas para tamañas situaciones, emulándose las juntas peninsulares con las de estos territorios casi de inmediato. El memorable día del 21 de septiembre de 1808 se produce la primera manifestación juntista de la América española con el Cabildo Abierto que se da en Montevideo. El virrey, el abnegado don Santiago de Liniers y Bremond, fue desobedecido una vez más, siendo los motivos políticos de tal decisión la sospecha de «afrancesamiento» de la autoridad bonaerense, amén de otros avatares que hacían a la ríspida controversia que agitaba ambas ciudades. Montevideo, la regiamente denominada «Muy Fiel y Reconquistadora», hacía de este modo la más excelsa ostentación de fidelidad a la Corona hispá nica, en horas graves para el Imperio. Los hombres de la Real Armada mucho tuyieron que ver en esto, y sobre sus hombros va a recaer el sostén y la defen sa de la Junta, y lo harán mucho más allá del espejo de aguas propio, convir tiéndose, poco a poco, en la última esperanza. Al darse el acceso al poder de la novel Junta bonaerense, de mayo de 1810, se iniciaba un proceso análogo al vivido dos años antes. Ahora, Montevideo desobedecería una vez más a Buenos Aires, la cual, con la casi totalidad del apoyo popular y de las guarniciones, se hallaba en un marco de expresa deso bediencia hacia la metrópoli. Incluso se estaba desestimando las propias inti maciones del poderoso virrey del Perú, que parecía decidido a intervenir en el Plata para yugular el proceso insurgente. Año 1997 23 ALEJANDRO NELSON BERTOCCHI MORÁN Las singulares condiciones que desde siempreseñalaban a la plaza montevi deana hacían que ante caso tan grave, como la defenestración de Cisneros y el no reconocimiento de! novísimo Consejo de Regencia gaditano, se procediera muy duramente ante los avances de Buenos Aires. Ejemplo tenemos en el frío recibimiento que tuvo el enviado bonaerense don Martín Galáin, en la sesión del Cabildo Abierto del 31 de mayo, donde se dio lectura a un documento de la Junta, con la firma de don Cornelio Saavedra, en la que se solicitaba expreso reconocimiento de dicha corporación como la heredera del mando supremo del Río de la Plata, requisito que claramente hacían constar tales letras. No cabían dudas, bajo ninguna especie. Era nuevamente el inicio de otro conflicto entre las comunidades platenses, que se sospechaba estallaría en cualquier momento; no bastaban los oficios que los juntistas de Buenos Aires enviaban a sus pares montevideanos explicando la novel situación, y ni siquie ra sirvió la trémula carta que el ex virrey hizo entregar al gobernador de Montevideo, el brigadier don Joaquín de Soria —sucesor temporal de don Francisco Xavier de Elío, de viaje en España—, relatándole las incruentas acciones del 25 de mayo y rogando para que se despejara el camino y no se produjera un doloroso enfrentamiento mientras no se abrieran las brumas que cubrían los horizontes de la vieja España. Martínez Montero inscribe en sus páginas, a partir de este instante, la deci siva participación de Salazar en todas estas instancias, en especial sobre la visita de Galáin, que tuvo en el comandante del Apostadero a su más formida ble enemigo, cosa que prontamente asumió Buenos Aires, ya que en sus aguas prestaban servicio destacamentos a órdenes del alto mando naval montevi deano. Para colmo, al paso de los días comenzaron a arribar a Montevideo diversas personalidades, que huían de la capital del Plata, con informaciones desfavorables para los presididos por Saavedra, temiéndose por posibles levantamientos en el interior con efusión de sangre, dada la exaltación de los ánimos. Obviamente, el proceso de mayo tenía intramuros de Montevideo sus simpatizantes, que en mayor medida se hallaban dentro de la guarnición. Por contraste, las fuerzas navales expresaban a pleno su incondicional apego al poder central metropolitano, sentimiento encabezado por su comandante, figu ra de primer plano en este tremendo período de la vida rioplatense. Y esa acérrima defensa a ultranza de que harán gala los hombres de la Real Armada, ante estas horas, se basaba en su rigurosa disciplina y patriotismo y se afirma ba plenamente en el más íntimo carácter la «Muy Fiel y Reconquistadora», ahora enfrentada a un proceso político extraño que partía desde la ex capital virreinal. Justamente desde donde se había expulsado a varios jefes navales, que se hallaban en el momento dentro de los muros de la plaza, conjuntamente con la totalidad de los buques del Rey. Y este último sugestivo aspecto marca rá todo el proceso bélico que sobrevendrá rápidamente, como trágico colofón a esta rencilla entre hermanos. Del 11 al 12 de julio, parte de la guarnición montevideana, acaudillada por algunos jefes militares de los cuerpos terrestres, más algunos civiles promi nentes afectos a Buenos Aires, se puso en una situación de enfrentamiento 24 56 DON JOSÉ MARÍA DE SALAZ4R Y LA BANDA ORIENTAL DEL RÍO URUGUAY hacia sus mandos naturales, siendo la figura de Salazar, una vez más, decisiva para que el hecho se zanjara en forma incruenta y feliz para su causa. Algunos de los alzados son enviados presos a España, y bien se señala que esta categó rica acción del comandante del Apostadero significó la apertura del fuego contra Buenos Aires, ya que pocos días después se conocen las infaustas nuevas del fusilamiento de Liniers, Gutiérrez de la Concha y otros jefes a manos de los bonaerenses, en un trágico error reconocido por los más grandes historiadores argentinos, cosa que desatará la tormenta que nada podrá detener. Esto era un lógico desenlace de una situación política clara en la que existí an dos posiciones inconciliables, enfrentadas por ello sin espacio alguno y cimentadas en un viejo contencioso que sacudirá hasta los cimientos del viejo orden hispánico, que ya nunca más estaría unido bajo un mismo color. Esto es a grandes rasgos el resultado de la invasión del corso a la metrópoli, la atomi zación de aquella gigantesca España americana en esta constelación de nacionalidades. Los sentimientos localistas y forales habían, finalmente, prima do entre las dos ciudades plátenses, avivando el fuego de las acciones directas, complicándose el panorama por las idas y venidas de las situaciones dadas por la injerencia portuguesa, doña Carlota de Borbón, por medio, y la dual conduc ta británica, que pese a su condición de aliada de España, obraba en un marco difuso, aguardando el final del conflictó europeo para proseguir en sus políticas de dominación de la América hispana. Durante toda la lucha naval en aguas del Río de la Plata, la Royal Navy, de estación en estas aguas, sólo vigilaría el tráfico hacia y desde Europa, sirviendo de enlace entre Buenos Aires, Montevi deo y ultramar, con intercambio de pasajeros, carga y valores, amén del vital correo imprescindible resorte para la conexión entre Cádiz y el Plata. Si efectuamos un encuadre general de este proceso en tan álgido momento, debemos coincidir con todos aquellos analistas que indican la existencia del Apostadero Naval de Montevideo como materia que evitó el desarrollo del proceso insurreccional bonaerense, limitando sus efectos y bloqueando su salida por la mar. Asimismo, se señala a Salazar como el origen de la voluntad orgáni ca de tal decisión que, obviamente, está inextricablemente unida a la considera ción geográfica de la posición geobloqueante montevideana y al carácter de los hombres de la Real Armada. Habían sido las fuerzas de marinería quienes desar maron a los conjurados intramuros de Montevideo y también quienes controla ban la Colonia y Maldonado, y ahora se presentaban frente a Buenos Aires en sus aguas locatarias, ejerciendo el control de los acontecimientos. Salazar debió extremar sus virtudes en dos frentes bien claros: el militar y el político. En el primero, mientras su presencia se contó al frente del coman do, la situación general estuvo bajo control, pese a la virtual inexistencia de auxilios desde España, y en lo segundo radicó 1 más difícil para el alto jefe naval, que dio nota de su sapiencia intelectual y de su acendrado concepto del patriotismo. Las idas y venidas de las horas políticas vividas en la ciudad están señaladas en la misma correspondencia de Salazar a los juntistas gadita nos, la cual bien podría abarcar un capítulo donde, en suma, no esconde sus amarguras ante la actuación de Elío, el que, finalmente, será el escollo que obrará para que el marino deba retirarse del Río de la Plata. Año 1997 ALEJANDRO NELSON BERTOCCHI MORÁN En octubre de 1810 se produce el arribo del mariscal de campo don Gaspar de Vigodet, novel gobernador montevideano, nombrado por el Triunvirato en horas en que los notables de la ciudad estaban dando el apoyo para que Salazar fuera nominado en ese alto puesto. Es que la enorme mayoría de la población ya intuía la posibilidad de un cerco, y por ende conocía que el mantenimiento de la plaza iba a depender de sus buques. En este caso es evidente que desde la metrópoli poco podía hacerse en beneficio del territorio dadas las pesadas razones de la guerra, y es de notar el error de enviar una vez más a Elio al Plata, hombre duro y poco maleable, atento a los momentos que se vivían, los que exigían otro tipo de manejos. Vigodet obró aún más duramente que el propio Salazar, ya que comisionó al capitán de fragata don Juan Angel de Michelena al río Uruguay y el Paraná para cerrar esas vías a los bonaerenses, conociendo que la Junta del Paraguay se hallaba en franca oposición contra Buenos Aires, y así intentar acorralar a la insurgencia en su propio feudo. Empero, llega una vez más la hora de Elio, quien arriba el 12 de enero de 1811 con dos buques y 500 hombres de refuerzo, trayendo el título de virrey del Río de la Plata, entrando ya los acontecimientos en un torbellino final. Un mes después se declara la guerra total contra Buenos Aires, mientras ya se advierten signos del levantamiento de la campaña oriental, la cual se hará realidad bajo la dirección del caudillo don José Artigas, quien prontamente, bajo el inmenso prestigio de su nombre, recibe el apoyo casi total del interior de la Banda Oriental, poniéndose sitio a la ciudad de Montevideo (4). En estos tremendos meses en que la guerra fratricida ya desangraba en su totalidad a las tierras platenses, Salazar debió hacer pesar su opinión en los tejes y manejes que se dieron en tomo a la figura de doña Joaquina Carlota de Borbón, que desde Río de Janeiro, y haciendo ostentación de ser la hermana del «Deseado», pretendía poner pie en el Río de la Plata mediante la intrusión de las armas lusitanas. Aquí se nos aparece rutilante la figura histórica del marino, defensor acérrimo de la integridad hispánica de la Banda Oriental, de la cual se sabía conocedor, como vemos en este manifiesto, haciéndose eco del sentir de las gentes de este lar. Luego, debe presenciar las negociaciones que abre Elio con Buenos Aires, que precipitan el armisticio del 20 de octubre de este año, cosa que acentúa aún más profundamente las desavenencias con el virrey. La sola lectura de su carta de fecha 13 de septiembre de 1811 al Consejo de Regencia, donde informa de las condiciones de paz con Buenos Aires, nos da idea del alcance de su pensamiento geopolítico y del tenor de sus apreciaciones sobre el temido futuro que sobrevendrá en la región. En las reuniones previas a la firma del referido armisticio no hay certeza de que Salazar haya estado totalmente en contra de las ideas de Elio. Pero no hay duda de que el desarrollo posterior de los acontecimientos fue tan desafor tunado para los intereses de Montevideo como para los propios pobladores de la Banda Oriental, invadida por un ejército portugués que se dedicó a talar los (4) La consecuencia inmediata de esta situación es la batalla de Las Piedras, victoria arti guista sobre un conjunto de tropas peninsulares al mando del capitán de fragata don José de Posadas. Este hecho hace aún más cerrado el sitio montevideano. 26 56 DON JOSÉ MARÍA DE SALAZAR YL4 BANDA ORIENTAL DEL RÍO URUGUAY campos y arrear ganados al Brasil, con la única oposición de las partidas arti guistas. Todo esto, pese a que una de las cláusulas del armisticio había solici tado la evacuación del territorio por los intrusos del norte. Realmente, este documento, precipitadamente signado por Elio, tal cual su mismo carácter, sólo sirvió a los intereses de Buenos Aires, dando a la insurgencia un respiro —salvo a las gentes de Artigas— que fue bien aprovechado para hacerse de una escuadra, con la que tomarán el control del Río de la Plata, precipitando la capitulación montevideana del 20 de junio de 1814 (5). Pero ya a esta altura no estaba Salazar en el Plata. En enero de 1811 la Regencia lo nombraba gobernador Militar y Político de Montevideo, sien do esta designación un honor similar al de su antecesor: don José de Bustamante y Guerra. Empero, con tal título, Salazar poco podía hacer ante la fuerte figura del virrey Elio, quien absorbía para sí todos los resor tes del poder, y ya vemos en qué malhadada forma, por lo que el marino, en sucesivas cartas a la Regencia, solicita indubitablemente el abandono del cargo y su vuelta a España, cosa a la larga autorizada. En el mes de octubre parte hacia la península, dejando detrás una coyuntura cada día más adversa. En noviembre de 1814 se le comisionaba a Río de Janeiro «a indagar el estado de las provincias del Río de la Plata», o sea, cuando ya nada había más para hacer, pues estas tierras ya se hallaban perdidas para el dominio peninsular (6). La moderna investigación histórica, en la medida de lo posible, no debe aplicar conceptos del presente; por ende, el análisis debe guiarse en un ejercicio de empatía que supere el valladar de los sentimientos políticos. Ante este aserto, bien debemos expresar que la presencia de España en el Plata ha sido profusamente analizada en decenas de tratados, y para suerte de los tiempos que vendrán, ya en aras de una integración regional, ha surgido una novel generación de historiadores iberoamericanos que se hallan inmersos en la regeneración de los estudios de la mal llamada «época colonial». En esta exégesis hay tres factores que poseen un peso histórico inalterable para esta parte de la América meridional: España, Montevideo y el Río de la Plata. La superposición de estos tres elementos posibilita primero la identidad hispánica de los pueblos platenses, aventando las intrusiones de los rivales europeos, y luego, por imposición de la geografía y la acción socio-política de diversos factores, surge la especial diferenciación entre las comunidades de Buenos Aires y Montevideo. Aunque tal sentimiento cantonal no fue impedi mento para que, cada vez que el Imperio o el territorio se hallara en guerra, todo fuera dejado de lado en defensa de la soberanía del Rey, y esto fue sufri do y saludablemente entendido por lusitanos y británicos a lo largo de los siglos XVII, XVIII y xix. (5) Del 14 al 17 de mayo de 1814 se da en aguas de Montevideo un combate naval, en el que la flotilla, al mando del capitán de navío don Miguel de Michelena, es derrotada por otra similar, al mando del marino irlandés don Guillermo Brown. (6) Salazarfallece en Río de Janeiro en el año 1818, con la jerarquía de brigadier de la Armada. Año 1997 ALEJANDRO NELSON BERTOCCHI MORÁN Puerto, pradera y frontera, así es definida la Banda Oriental por los soció logos uruguayos. Frontera, ya que esta tierra fue, gracias al avance extranjero, una suerte de Marca Hispánica durante los 298 de España en el Plata; pradera, merced a la riqueza ganadera que halló en las pasturas orientales un verdadero vergel, y puerto, base para la misma organi zación del territorio y portalón de ingreso desde ultramar para la comunicación con el resto de la España. San Felipe y Santiago de Montevideo y su apostadero naval fue preciso modelador de una nacionalidad que sólo halla rá su concreción ya bien adentra do el siglo XIX; pero que fue cincelado por la acción indepen diente del comercio marítimo y el pensamiento de los marinos que se hallaron al frente de los destinos del primer puerto rioplatense. En el año 1828, la Convención Preliminar de Paz, bajo el auspicio británi co, daba nacimiento al que inicialmente se bautizó como «Estado de Montevi deo», que luego, con más lógica, pasó al título de República Oriental del Uruguay, una de las últimas naciones sudamericanas en obtener su absoluta independencia (7). Bajo tal marco, debemos señalar que las filosofías políticas imperantes, al menos hasta ese momento en la Banda Oriental, jamás habían siquiera asumido la total independencia del resto de las provincias hermanas del ex virreinato del Río de la Plata. Más bien al contrario, pues, don José Artigas —sin duda, de todos los caudillos libertadores de la América del Sur, el más genuino arquetipo del caudillo rural hispánico, tal cual sus antepasados del viejo Aragón— fue durante toda su vida activa un luchador por las ideas del federalismo y neto defensor de los fueros provinciales contra las políticas centralistas de la poderosa Buenos Aires. Pero nunca soñó con una Banda Oriental absolutamente independiente y escindida del resto rioplatense. Finalmente, el desarrollo de los acontecimientos que señalamos en la sucinta cronología que se adj unta llevaron a la independencia, auspiciada por una siempre interesada Inglaterra, pero hecho que, en gran parte, tuvo su base en esa cadena de sentimientos, cuyo origen se da en la época hispánica con su lucha de puertos. (7) 28 Junto a la República del Ecuador. Núm. 56 DON JOSÉ MARÍA DE SAL4Z4R Y LA BANDA ORIENTAL DEL RÍO URUGUAY «La presencia del Apostadero Naval de Montevideo y la actuación de su jefe, de mayo de 1810 a octubre de 1811, modulan los perfiles iniciales de la desvinculación de la Banda Oriental de su secular dependencia de Buenos Aires» (8). Valiente expresión del más claro analista de esta época, que escla rece ese proceso sociológico de división que sufrió el Plata entre sus orillas. El examen crítico de todo éste periodo hace ver cuánto debe la Banda Oriental a las vivencias marineras y a aquellos jefes que, como Salazar, pese a no ser oriundos de estas tierras, sintieron profundamente las necesidades y derechos de las poblaciones de este rincón de la España americana. Quien no lo asuma puede recurrir a los archivos de la Madre Patria y poner ante sus ojos, por ejemplo, la correspondencia habida entre estos marinos y las autoridades peninsulares. Eliseo Alvarez-Arenas nos habla de la imposición de la geografía por conveniencia del comercio y la estrategia, en lo referente a la conciencia del español ante la mar. Bien puede valer la proyección de esta idea a los territo rios orientales del río Uruguay, dado este hecho concreto que fue la marítima Montevideo, cabeza orgánica de la Banda Oriental y primera base naval hispana sobre el suratlántico. Siguiendo bajo esta retrospección histórica, podemos visualizar a Vespucio y Solís cruzando las pardas aguas platenses con sus carabelas descubridoras, esos mismos buques que fraguaron la prime ra talasocracia occidental moderna y crearon aquel imperio atlántico que también fue el primero, del cual la Banda Oriental, gracias a la magnífica ubicación de la bahía montevideana, fue importante mojón. Aquella virtual Pax Hispanica que rigió el continente americano durante 300 años tuvo en la Real Armada su númen y su sostén, y cuando éste fue yugulado y esa unión atlántica se transformó en un muro por la invasión de la metrópoli y la carencia de buques hubo personalidades, de la talla de un José María de Salazar, que intentaron con abnegación e inteligencia detener los procesos disolventes. A tales hombres, a todo lo ancho de esta Iberoamérica, mucho se les debe y en este caso no está exento el Uruguay, cuya conforma ción, como vernos, está indisolublemente unida a la historia de la Real Arma da española. (8) El Apostadero de Montevideo. Capítulo V, página 146. Como hecho poco creíble, el nomenclátor de la ciudad de Montevideo no honra al brigadier Salazar, a tanto llegó el poco estudio de tamaña época. Año 1997 ALEJANDRO NELSON BERTOCCHI MORÁN CRONOLOGÍA 1 509.—Américo Vespucio navega sobre la zona del Río de la Plata. 1516—Juan Díaz de Solís descubre «oficialmente» el río que llevará su nombre y desembarca en el llamado «puerto de La Candelaria», sin duda Montevideo. 1519.—La armada de Magallanes ene! Plata. 1527.—Sebastián Gaboto funda en la costa uruguaya el fuerte de San Salvador, primer estable cimiento europeo en esta tierra. 1536.—Don Pedro de Mendoza funda la ciudad de Buenos Aires por vez primera. 1580.—Don Juan de Garay refunda Buenos Aires. 1618.—Se crea la gobernación del Río de la Plata. 1680.—Los portugueses fundan la colonia del Sacramento frente a Buenos Aires. 1724.—Fundación de Montevideo. 1776.—Apostadero Naval de Montevideo. 1806-1 807.—Invasiones inglesas. 1 808.—«Junta del año VIII» en la ciudad de Montevideo. La primera del continente. 1810.—Cabildo Abierto del 25 de mayo en Buenos Aires. Caída del virrey. 1810—Montevideo desconoce a la Junta bonaerense en el mes de junio. 1811.—Elio, virrey del Río de la Plata. Montevideo, capital de virreinato. 1811.—En febrero se insurrecciona la Banda Oriental al mando de don José Artigas. Primer sitio de Montevideo. 1811.—Ante el armisticio entre Elio y Buenos Aires, Artigas levanta el sitio y se retira al Ayuí, 500 kilómetros al norte de Montevideo, en la epopeya llamada «Exodo del Pueblo Oriental». 1812.—Ruptura del armisticio. Segundo sitio de Montevideo. 1814.-Capitulación de Montevideo y comienzo de los conflictos entre Artigas y la centralista Buenos Aires. 1820.—Artigas se retira al Paraguay, derrotado por bonaerenses y portugueses. 1825.—La Banda Oriental bajo el imperio de Brasil. Levantamiento de los 33 orientales y comienzo de la lucha entre «republicanos e imperiales». Unión de la Provincia Oriental con las restantes de la Confederación Argentina. 1827.—Batallas de Juncal e Ituzaingó, victorias rioplatenses. 1828.—Ante el empantanamiento de la situación interviene Gran Bretaña y se produce la Convención Preliminar de Paz. Independencia de la Banda Oriental. 1830.—República Oriental del Uruguay. BIBLIOGRAFÍA BLANCO ACEVEDO,Pablo: El Gobierno Colonial en el Uruguay y los orígenes de la nacionali dad. Montevideo, 1935. CAILLET Bois, Teodoro: Historia Naval Argentina. Buenos Aires, 1944. CRAwF0RD, Leslie: Uruguay atlanticense. Montevideo, 1973. H. D.: Historia Patria. Montevideo, 1949. MARTÍNEZMONTERO,Homero: Montevideo nació en el mar. Montevideo, 1978. MARTÍNEZMONTERO,Homero: El Apostadero Naval de Montevideo. Madrid, 1968. Hoja de servicios y papeles referentes al brigadier don José María de Salazar, del Archivo Museo «Alvaro de Bazán», Viso del Marqués (Ciudad Real). 30 56 EL BAUTISMO DE FUEGODE LOS CRUCEROS DE COMBATE José Manuel GUTIÉRREZ DE LA CÁMARA SEÑÁN Capitán de navío Introducción El crucero de combate fue considerado por eminentes autoridades navales de principio de siglo como un tipo de buque híbrido y anómalo que se sale de la clasificación tradicional que divide a los buques de guerra en unidades de combate, por una parte, y servicio de cruceros y fuerzas sutiles por otra, augu rando a esta anomalía de la clásica jerarquía un porvenir no muy claro. Sin embargo, el crucero de combate demostró en su momento que disponía de capacidad para realizar con eficacia la dualidad de sus misiones. En el servicio de cruceros, además de desempeñar los mismos papeles asignados a sus congéneres más pequeños, estaba capacitado, por su mayor armamento y protección, para realizar otro tipo de misiones de mayor enver gadura, tales como incursiones propias del servicio de información, en las que la posibilidad de tener que sostener un combate con fuerzas de descubierta enemigas hacía imposible su realización a toda fuerza sutil. También era misión del crucero de combate servir de apoyo de una serie de cruceros distribuidos en servicio de vigilancia sobre una línea de comunica ción, constituyendo la base de una potencial concentración de fuerza, pudien do una sola unidad de este tipo, o en colaboración con otras, defender los puntos focales de una línea de navegación contra un número elevado de cruce ros de menor potencia ofensiva. Como buque de línea, el crucero de combate poseía unas cualidades inme jorables. Gracias a su elevada velocidad y con relativa protección y parecida artillería al resto de los buques de línea, podía combatir como uno más, refor zando los puntos más debilitados de la línea propia y concentrando el fuego sobre los más vulnerables de la del enemigo. Esta facultad le convertía en un instrumento táctico de un valor incalcula ble al posibilitarle para inclinar la balanza a favor de la flota que contaba con unidades de este tipo, y en el caso de que las dos fuerzas contendientes dispu siesen de cruceros de combate, es fácil comprender la importancia de una adecuada utilización táctica en el desenvolvimiento del combate global. Por eso, los almirantes que mandaban agrupaciones de cruceros de combate requerían unas especiales características que incluían rapidez de reflejos, deci sión y acometividad dadas las variables circunstancias que podían presentarse durante el combate. Alío 1997 JOSÉ MANUEL GUTIÉRREZ DE I CÁMAP SEÑÁN Situación general al comienzo de la Gran Guerra La primera guerra mundial fue un periodo rico en acontecimientos para la evolución de nuestro protagonista, ya que en casi todas las acciones navales de importancia los cruceros de combate participaron intensamente. Al estallar la guerra, en agosto de 1914, la flota alemana era inferior a la inglesa —pese al gran impulso que había imprimido a su desarrollo el almi rante Von Tirpitz, ministro de Marina desde 1911—, incrementándose los efectos de esta diferencia por la situación geográfica. El bloqueo del Mar del Norte no presentaba grandes dificultades para Inglaterra, ya que la salida por el Canal de la Mancha estaba totalmente controlada por la Flota del Canal —compuesta por los buques anticuados y cuyo cometido era precisa mente mantener la libertad de navegación inglesa en la Mancha— y el paso del Mar del Norte entre las Orcadas y Noruega lo impedía la Gran Flota, compuesta por las mejores y más modernas unidades, cuyo grueso se encon traba en Scapa Flow (Islas Orcadas) a modo de bloqueo pasivo. Varias divisiones de cruceros controlaban los posibles accesos al Atlánti co entre Noruega y Gran Bretaña, vigilando además el norte del Canal de la Mancha, impidiendo de este modo el tráfico marítimo con los puertos alemanes. La salida de la Flota de Alta Mar al Atlántico entrañaba grandes dificul tades, ya que con toda probabilidad sería localizada por la barrera de vigi lancia en los accesos de salida, y aun en el caso de que la Gran Flota no pudiera llegar a tiempo para interceptarla, al regreso a sus bases era inevita ble un combate pues la vigilancia de las entradas sería doblemente reforza da. Por esta razón Alemania no intentaría salir al Atlántico mientras no lograse el equilibrio de fuerzas que necesitaba para poder mantener ese combate. Por el contrario, en el Báltico el dominio alemán era absoluto y los rusos, que se encontraban aislados de sus aliados y protegidos por una barrera de minas, permanecían inactivos dentro de sus bases de Riga y Kronstandt, mien tras que los buques alemanes de las bases del Mar del Norte podían pasar al Báltico por el Canal de Kiel y mantener el dominio de este mar dejando a salvo las comunicaciones con el sur de la península escandinava. Heligoland Aunque el dispositivo estaba preparado para reaccionar al menor movi miento de los alemanes, no bastaba con una actitud de espera dejando la iniciativa al enemigo, por lo que el Almirantazgo decidió montar una opera ción contra la línea de vigilancia que los alemanes mantenían en la bahía de Heligoland, formada por destructores y apoyada únicamente por cruceros ligeros. Esta misión se fijó para el 28 de agosto y con tal motivo se hizo a la mar desde Harwich el comodoro Tyrwhitt con veintinueve destructores y dos 32 56 o -o o -o u o 1. •0 o u u LL 4 JOSÉ MANUELGUTIÉRREZDE i CÁMAI?ASEÑÁN — Ii El crucero acorazado británico Good Hope. Colección del Museo Naval. cruceros ligeros. Mientras esta fuerza llevaba a. cabo su misión destructora estaba previsto que seis submarinos se dejasen ver en las proximidades de la Isla de Heligoland para actuar a modo de señuelos y torpedear las unidades pesadas enemigas que pudieran aparecer por aquellos parajes. Se incluyó en la operación el apoyo de los cruceros de combate Invencible y New Zealand que se mantendrían al norte de los buques atacantes como fuerza de cobertura, bajo la dependencia directa del primer lord del mar. El día 26 el almirante sir John Jellicoe, comandante en jefe de la Gran Flota, tuvo conocimiento del plan y recomendó utilizar la totalidad de la misma, pero el Almirantazgo consideró que bastaría con el apoyo de la 1 a Escuadra de cruceros de combate. Jellicoe envió rápidamente al vicealmirante sir David Beatty con los Lion (buque insignia), Princess Royal y Queen Mary además de la escuadra de cruceros del comodoro Goudenought. A su vez Jellicoe con toda la Gran Flota se hizo a la mar por si la Flota de Alta Mar intentaba salir de sus bases. La fuerza de Tyrwhitt llegó a Heligoland en las primeras horas del día 28 sorprendiendo a la flotilla de destructorés alemanes que patrullaba en aque lla zona. Los buques alemanes se replegaron sobre los cañones costeros de 305 mm que debido a la neblina no pudieron ser utilizados. En apoyo de los destructores se fueron agrupando enseguida varios cruce ros ligeros alemanes, iniciándose un duro combate en el que el crucero ligero alemán Fraueniob causó graves daños al inglés Arethusa, recién entrado en servicio, pero la súbita aparición de los cruceros de combate de sir David Beatty obligó a los alemanes a emprender una retirada en la que resultaron hundidos los cruceros ligeros K5ln, Mainz, Ariadne y el destructor V-] 78. 34 Núm. 56 EL BAUTISMO DE FUEGO DE LOS CRUCEROS DE COMBATE El crucero acorazado alemán Scharnhorst. Colección del Museo Naval. La opinión pública, que deseaba ardientemente un Nelson de los tiempos modernos, colmó a David Beatty de gloria, lo cual era razonable y merecido pues la operación suponía el primer éxito de esa guerra y constituía una importante victoria. Beatty había conducido con mucho acierto las operacio nes actuando con gran acometividad y arriesgando sin dudar un momento sus cruceros de combate en unas aguas muy comprometidas por la proximi dad de la costa alemana, en las cuales existía, entre otras, amenaza de submarinos enemigos y propios. En honor a la justicia también hay que señalar que de no haber sido por las oportunas medidas de refuerzo adopta das por Jellicoe, que valoró perfectamente la capacidad ofensiva del enemi go, es muy probable que esta victoria no hubiera tenido lugar pues Beatty no se hubiera encontrado allí. A raíz de esta primera participación en la guerra, el crucero de combate causó muy buena impresión a los observadores navales de todo el mundo y las autoridades navales británicas recibieron el primer espaldarazo de la opinión pública, pero no se debía cantar victoria hasta que los cruceros de combate ingleses se enfrentaran con sus congéneres alemanes. Destrucción de la escuadra de Cradock y batalla de las Falkland El 1 de noviembre de ese mismo año de 1914, dos meses después del combate de Heligoland, tiene lugar en el Pacífico la destrucción de la División del contralmirante Cradock por la escuadra de cruceros del Extremo Oriente que mandaba el vicealmirante Von Spee. Año 1997 35 ) 1 o, 1 ‘‘ 1850 1837 4 SEABRE / UEGO ÜOO O3 1923 19 ‘.0 )TPANT CESA EL FUEGO 2010 2050 2120 MON1.IQIJTH 2) G000 HOPE HUNDIDO HUNDIDO Combate de Coronel (1 de noviembre de 1914). EL BAUTISMO DE FUEGO DE LOS CRUCEROS DE COMBATE La escuadra alemana se encontraba en las Islas Carolinas al declararse la guerra y, de acuerdo con los planes previstos, debía dirigirse a las costas occi dentales de América y atacar el tráfico marítimo británico. Contaba esta escuadra con los cruceros acorazados Scharnhorst y Gneissenau, de 11.400 toneladas, con ocho cañones de 210 mm, seis de 150 mm y 22,5 nudos de velocidad, y los cruceros ligeros Leipzig, Nüremberg y Dresden, de 3.200 toneladas, diez cañones de 105 mm y 23 nudos de velocidad. Una escuadra inglesa al mando del contralmirante sir Cristopher Cradock, comandante de las fuerzas navales del Atlántico Occidental, fue enviada al Pacífico a fin de impedir la entrada de la escuadra alemana en el océano Atlántico. Estaba formada por el crucero acorazado Good Hope (buque insig nia), de 14.000 toneladas, con dos cañones de 234 mm, doce de 152 y una velocidad de 22 nudos; crucero acorazado Mon,nouth, de 9.800 toneladas, catorce cañones de 152 mm y 22 nudos de velocidad; el crucero ligero Glas gow, de 4.820 toneladas, con dos cañones de 152 mm, diez de 102 y velocidad de 25 nudos, y por último, el crucero auxiliar Otranto, con cuatro cañones de 120 mm y 17 nudos de velocidad. Esta escuadra no era la más adecuada para enfrentarse a la eficiente escua dra alemana. Movilizada con reservistas, estaba formada por buques anticua dos, de menor poder ofensivo que los alemanes. Estaba previsto poner a las órdenes de Cradock el crucero acorazado Defence, que por sus excelentes características y estado de adiestramiento hubiera constituido una ayuda incalculable, pero nunca llegó a incorporarse. También se puso bajo su mando el viejo acorazado Canopus que aunque lento (normalmente 12 nudos y esporádicamente 14) contaba con cuatro nada despreciables cañones de 305 mm como artillería principal. El 22 de octubre salió Cradock de las Falkland con el Canopus y el Good Hope para unirse a los Monmouth, Glasgow y Otranto, que ya habían entrado en el Pacífico. Desde las Islas Chonos puso un mensaje al Almirantazgo seña lando su intención de dejar atrás al viejo Canopus ya que limitaba mucho la velocidad de avance de la fuerza. Esta decisión no sentó muy bien en el Almi rantazgo, ya que si bien era cierto que el Canopus limitaba la movilidad de la escuadra, el prescindir de cuatro cañones de 305 mm dejaba a Cradock en clara desventaja artillera. El día 1 de noviembre, Cradock, ya reunido con el Glasgow y sus restantes cruceros, tuvo información por unas señales captadas por la TSH de la presen cia de un buque alemán por el norte, por lo que los buques ingleses aproaron al NNO. formando una línea de exploración orientada al ENE. dejando un intervalo de 15 millas entre cada dos buques contiguos. El Canopus había quedado ya rezagado unas 300 millas. Las condiciones de visibilidad eran muy buenas. A las 16.20 el crucero Glasgow avista humo por estribor dirigiéndose a reconocerlo. Simultáneamente los alemanes avistan los cruceros Glasgow, A4on,nouth y Otranto. A las 18.30, ya en el crepúsculo vespertino, con viento fresco del sudeste y mar gruesa, ambas líneas navegan hacia el sur a una distancia de 13.000 Año 1997 JOSÉ MANUEL GUTIÉRREZ DE LA CÁMARA SEÑÁN El crucero de combate británico inflexible. Colección del Museo Naval. metros, destacando perfectamente las siluetas de los buques ingleses sobre el horizonte, mientras que las de los buques alemanes, proyectadas sobre el elevado fondo montañoso que constituyen los Andes, permanecen muy difu sas para los directores de tiro ingleses. A esta hora Von Spee cae una cuarta hacia el enemigo por giros simultáneos. ordenando abrir fuego al estar a 10.400 metros. A la tercera salva el Scharnhorst centra al Good Hope destrozándole el cañón de proa de 243 mm. Cada buque alemán hace fuego sobre el correspon diente de la línea enemiga, actuando los ingleses de la misma forma. El Otranto, muy castigado por el Dresden, sale de la línea sin ser persegui do. El Gneissenau también centra el tiro a la tercera salva, produciéndose incendios en los buques ingleses que tratan de cerrar distancias sin conseguir lo siendo machacados por el fuego alemán hasta que anochece. Después de poner fuera de combate al Monrnouth obligándole a retirarse, los dos cruceros acorazados germanos concentran su fuego sobre el Good Hope, que se defiende bravamente. Poco después el crucero acorazado desa parece en el abismo arrastrando consigo al valiente contralmirante Cradock y a cerca de un millar de hombres. Con la oscuridad cesó el fuego después de 52 minutos de intenso cañoneo. El Moninouth, haciendo agua, se dirige al norte perseguido por el Nüremberg, que lo hunde a las 21.00 horas. El Giasgow que había recibido cinco impac tos, se aleja hacia el oeste. Los alemanes solamente tuvieron insignificantes daños en los Scharnhorst y Gneissenau. Pero no era la pérdida de 1.654 hombres y de los dos cruceros acorazados ingleses lo que dio mayor importancia al combate, sino el dominio de las 38 Núm. 56 LOS INGLESES 4B[t )Ç FUEGD U55 MACEDONIA 8uaUE5 AUXILIASES AL E?4ANES GNEIS ENu HUNDIDO 802 Batalla de las Falkland (8 de diciembre de 1914). HUNDIDO 617 JOSÉ MANUELGUTiÉRREZDE IÁ CÁMARASEÑÁN aguas sudamericanas del océano Pacífico por la escuadra alemana. La inme diata consecuencia fue la paralización del tráfico marítimo con Sudamérica. El dominio de esta zona era decisivo para el aprovisionamiento de nitrato de Chile, tan importante en la fabricación de municiones. Este hecho, conocido por Combate de Coronel, ya que tuvo lugar a la altura de la ciudad chilena del mismo nombre, encuentra muy pronto la répli ca británica. La escuadra de cruceros del Extremo Oriente del almirante Graff von Spee había doblado ya el Estrecho de Magallanes, pues había recibido órdenes de dirigirse a Alemania a través del Atlántico, pero antes de regresar a la Metró poli Von Spee atacará la base de Port Stanley, en las Islas Falkland, con el fin de destruir las instalaciones de aprovisionamiento de carbón y la estación de radio. Von Spee, que no andaba sobrado de municiones, sabía que encontraría una importante defensa en la base inglesa, pero lo que nunca se le pasó por la imaginación fue la presencia de cruceros de combate enemigos en las islas. En efecto, el Almirantazgo británico, deseoso de tomarse la revancha por el desafortunado Combate de Coronel, no perdía la esperanza de destruir a los cruceros alemanes antes de la llegada a sus bases. Por eso lord Fisher, primer lord naval, había ordenado destacarse de la Gran Flota a los cruceros de bata lla Invencible e Inflexible, que a las órdenes del almirante Doveton Sturdee fondean en Port Stanley el 7 de diciembre. Aparte de estos cruceros de batalla, la defensa de las islas estaba constituida por el viejo acorazado Canopus, actuando ya como batería flotante; los cuatro cruceros acorazados Defence, Carnavon, Cornwaii y Kent: los cruceros ligeros Giasgow y Bristol y los cruceros auxiliares Macedonia, Otranto y Oraina. En la madrugada del 8 de diciembre se avistan desde Port Stanley unas columnas de humo que pertenecían a la flota alemana, pero se tardó una hora en identificar al enemigo. Entre tanto, el estado de la flota británica era de lo más lamentable, ya que los cruceros de batalla estaban entregados a la dura faena del carboneo, lo que significaba que las calderas estaban apagadas. A las 09.25, cuando el Gneissenau estaba dentro del alcance artillero del Canopus, el acorazado disparó dos proyectiles de 305 mm que levantaron dos grandes surtidores en las proximidades del crucero. De atacar Von Spee enton ces, podría haber aplicado la táctica utilizada por los norteamericanos contra la escuadra del almirante Cervera en Santiago de Cuba, es decir, concentrar el fuego de todos sus buques sobre cada uno de los del enemigo al dejar la boca na de salida de puerto, haciendo la reacción prácticamente ineficaz. Pero el almirante alemán debió sospechar la presencia de buques muy poderosos y al no tener razones para suponer el estado en que se encontraba en esos momen tos el enemigo, no quiso actuar con precipitación, dando tiempo a los cruceros de combate para dejar el fondeadero y, poco a poco, levantar presión, empren diendo la caza de la escuadra alemana. Fue probablemente al avistar los palos triples cuando Von Spee compren dió que era víctima de una trampa, pues los cruceros de combate británicos no tenían porque estar allí; por ello ordenó a sus crucros ligeros que se dirigie 40 56 EL BAUTISMO DE FUEGO DE LOS CRUCEROS DE COMBATE sen al sur a toda máquina, ofreciendo él con los dos cruceros acorazados combate a los británicos, para de este modo permitir la fuga de los hermanos pequeños. Caballerosamente había transmitido antes de iniciar el combate un mensaje a toda su fuerza con el siguiente texto: «Espero y deseo que se conducirán ustedes con el mismo valor que el almirante Cradock y su gente el día de Coronel». Los ingleses navegaban en línea de marcación por estribor, encabezada por el Glasgow y seguida por el Invencible y el Inflexible. Esta formación a primera vista ilógica, debido a que el buque de menos potencia iba en cabeza, no lo era en realidad, debido a las circunstancias del momento, pues el Gias gow tenía por misión mantener el contacto con el enemigo en el caso de que no pudieran hacerlo los crúceros de combate, que todavía no podían desano llar su mayor velocidad. Von Spee, en un empeño desesperado por conseguir un tiro eficaz con sus cañones de 210 mm, maniobró en busca de una posición favorable, pero los ingleses, superiores en velocidad y artillería, mantuvieron la mayor parte del tiempo al enemigo en el extremo del círculo de máximo alcance artillero de sus cañones de 305 mm. Sin embargo, en los intervalos en que los alemanes consiguieron aproximarse, impresionaron a su enemigo por su magnífica ejecución del tiro, de asombrosa precisión y gran rapidez entre salvas. Después de combatir heróicamente hasta el último instante, el Scharnhorst El crucero de combate alemán Seydlitz. Colección del Museo Naval. Año 1997 41 JOSÉ MANUEL GUTIÉRREZ DE I CÁMARASEÑÁN El crucero acorazado alemán Blücher. Colección del Museo Naval. se empezó a tumbar lentamente sobre su costado, hasta que se hundió de proa. Ni un solo hombre de la dotación se salvó. Con él sucumbió el ejemplar almi rante Von Spee y uno de sus hijos. El otro murió en el Nuremberg. Una hora y media más aproximadamente aguantó el Gneissenau, ya que - - _. -t_-v-. Hundimiento del Blücher. Colección del Museo Naval. 42 Núm. 56 EL BAUTISMO DE FUEGO DE LOS CRUCEROS DE COMBATE Sturdee lo sometió a un lento y distanciado cañoneo en lugar de resolver el combate de una manera más rápida y decidida. Totalmente destrozado, con múltiples incendios e inundaciones pero también combatiendo gallardamente hasta que el último cañón fue destrozado, se hundió con la bandera en el pico a las 18.02. Tan sólo 187 hombres pudieron ser recogidos. El almirante inglés ordenó a los cruceros acorazados Cornwail y Kent y al crucero ligero Glasgow la persecución de los cruceros ligeros alemanes, logrando escapar únicamente el Dresden, que fue hundido unos meses más tarde por los ingleses al sur de Chile. Este hecho tuvo gran importancia para el futuro desarrollo del crucero de batalla, ya que confirmó las buenas perspectivas deducidas del combate de Heligoland y fue a partir de la batalla de las Falkland cuando las grandes potencias navales del mundo apreciaron su importancia e iniciaron su cons trucción. Lord Fisher consiguió un crédito del Tesoro británico para la construcción de una nueva serie de cruceros, que estaría constituida por los Repulse y Renown. Dogger Bank Poco tiempo después, en el Mar del Norte, van a tener lugar acontecimien tos muy importantes para nuestro protagonista, porque por primera vez se enfrentarán cruceros de batalla formando los gruesos principales de dos fuer zas enemigas.. El 23 de enero de 1915 se hace a la mar el contralmirante Von Hipper, con los cruceros de combate Seydiitz, Deifflinge Miitke y el crucero acorazado Blüchei los cruceros ligeros Gaudeniz, Rostock, Kolberg y Straizund y dieci nueve destructores4 con la misión de atacar a las unidades de vigilancia ligeras que los británicos tenían en la zona de Dogger Bank. Estaba prevista la salida de la Flota de Alta Mar si se consideraba necesario. Los ingleses habían captado varios mensajes transmitidos entre los alema nes y tenían noticias de la salida de la flota enemiga, por lo que el Almirantaz go ordenó la salida de la base de Rosyth del vicealmirante sir David Beatty con los cruceros de batalla Lion, Tigei Princess Royal, New Zealand e Indo ¡nitable, además de la división de cruceros ligeros del comodoro Goude nought, con los Birmingham, Southampton, Nottinghwn y Lawestoft. El contralmirante Tyrwhitt salió de Harwich con los cruceros ligeros Aurora, Arethusa, Undanted y treinta y cinco destructores. Jellicoe, con toda la Gran Flota se hizo a la mar desde Scapa Flow. Beatty navegaba a un rumbo opuesto al de Hipper, en demanda del Dogger Bank. Jellicoe se dirigía hacia el sur para apoyar a Beatty si la situación lo requería. Sin embargo, la flota de Alta Mar se mantenía en puerto. Uno de los cruceros ligeros de la fuerza de Tyrwhitt, el Aurora, avistó al crucero alemán Ki5lberg con cuatro destructores. El Kiilberg abrió inmedia tamente fuego, pero el inglés no contestó hasta cumplimentar su principal cometido, es decir, transmitir a Beatty y a Jeliicoe la situación de los buques Año 1997 1 1145 1145 B L u CH E 11 HUNDIDO LION SALE DE FOPHA ClON 1030 1 N DOM 1 7 AB L E 1 / SALE 1/ 0 94 / / O 5? / / lIso 1 / 0730 DE FOÇ1MAC ION •‘ 0730 Combate de Dogger Bank (24 de junio de 1915). EL BAUTISMO DE FUEGO DE LOS CRUCEROS DE COMBATE ft 1 .,. . - .. 1. —.L. g • •-a - .•••———--:- .----•-- •.—-z-—-—-—. -i_..• _...- -‘: El crucero de combate británico Tier. Colección del Museo Naval. alemanes. Hipper, al sentirse sorprendido por lo que suponía la descubierta de una fuerza importante y ver frustradas las posibilidades de cumplimentar su misión, ordenó la retirada hacia su base, dirigiéndose a gran velocidad hacia la bahía de Heligoland. El vicealmirante Beatty no estaba dispuesto a desaprovechar una ocasión como ésta y se lanzó, con sus cruceros de batalla, en persecución de los alemanes al estilo con el que un general de caballería hubiese efectuado una carga. Los buques tuvieron que forzar las calderas levantando presión. Los Lion, Tiger y Princess Royal respondieron perfectamente a los deseos de Beatty, pero el New Zealand y el Indomitable quedaron algo retrasados aunque alcanzaron los 27 nudos. A las 08.52 el Lion larga la primera salva contra el Blüche, último de la línea de Hipper que no era crucero de combate, sino crucero acorazado. Beatty desple gó a sus buques en línea de marcacióny a las 09.05 da la señal de fuego general. La línea de Hipper concentró el fuego sobre el Lion, mientras los ingleses castigan fundamentalmente al Blüche, que estaba en la cola. A las 09.35 Beatty da la orden de que cada buque inglés disparase sobre el correspondien te de la línea enemiga, aunque hubo un error en la interpretación de la orden y nadie disparaba sobre el Miiltke. A las 09.45 el Lion alcanzó al Seydiitz en las proximidades de la torre de popa incendiándose los saquetes de pólvora, ocasionando la muerte de más de cien hombres. El incendio se propagó a la torre contigua y causó también allí fatales efectos. Para sofocarlo fue necesa rio inundar los pañoles popeles. El Seydlitz se salvó de milagro y, hundido de popa, mantuvo su puesto en la línea. El Blüchei; alcanzado numerosas veces por los potentes proyectiles británi cos, fue perdiendo velocidad y, por último, quedó al garete, aunque el comba te entre los cruceros de batalla continuó ferozmente. El New Zealand y el Indoniitable que se encontraban algo rezagados por su menor velocidad Año 1997 45 JOSÉ MANUELGUTiÉRREZDE LA CÁMARASEÑÁN consumaron el final del crucero acorazado, aunque el Blücher continuó defen diéndose durante un largo intervalo hasta que dio la voltereta y se sumergió para siempre llevándose consigo a 792 hombres. Solamente 237 pudieron ser recogidos por los destructores ingleses. Además del heroísmo de la dotación, quedó constancia de la calidad de la construcción naval alemana. Pero los cruceros de batalla británicos estaban resultando también muy castigados. El Lion, sobre el que los alemanes concentraban la casi totalidad de su fuego, se vio obligado a abandonar la línea fuertemente escorado a estribor. Beatty, que debido a este evento se encontró con las alas cortadas, ordenó al destructor Attact abarloarse al Lion trasladando su insignia al Princess Royal, pero en el intervalo el contralmirante Moore, sucesor de Beatty en el mando de la escuadra y que se hizo cargo del mismo mientras este último efectuaba el transbordo, no persiguió a Hipper con la misma fogosidad que su jefe, concentrándose en la destrucción del Blticher y la escuadra alemana consiguió evadirse. El combate había terminado. Cuando Beatty se incorporó a su escuadra era demasiado tarde para reanu dar la caza de Hipper. De todos modos, el almirante tenía razones para mostrarse optimista ya que había provocado la huida de su enemigo y le había hundido uno de sus cruceros. Los alemanes reforzaron la protección interior de los cruceros de batalla después de analizar los importantes daños ocasionados al Seydlitz. Sin embar go, los ingleses no estudiaron con la misma profundidad los destrozos ocasio nados en el Lion por los proyectiles alemanes, y no tomaron medidas para reforzar la cubierta protectora. Más tarde, en Jutlandia, comprenderían el grave error en que habían incurrido. Bibliografía CARREROBLANCO,Luis: España y el mar. Ed. Naval, Madrid, 1941. DE LA SIERRA,Luis: El mar en la Gran Guerra. Ed. Juventud, Barcelona, 1984. GIBs0N, Langhorne y HARPER,J.E.T.: El enigm.a de Jutlandia. Ed. Naval, Madrid, 1935. RAMÍREz GABARRÚs,Manuel: Cruceros de batalla. Medio siglo de Historia Naval, Ed. Naval, Madrid, 1962. THuRsFIELD,J.R.: La guerra naval. Imp. Ezelvirian, Barcelona. WARNER, Oliver: Grandes batallas navales. Plaza & Janés, Barcelona, 1964. WILs0N, H.W.: Los acorazados en acción. Ed. Naval, Madrid. 46 56 LA CONTRIBUCIÓNDE LOS JUDÍOS ESPAÑOLESAL DESARROLLO DE LA CIENCIA NÁUTICA EN LOS TIEMPOS PRECEDENTESAL DESCUBRIMIENTODE AMÉRICA Ricardo ARROYO RUIZ-ZORRILLA Investigador Naval El «arte de navegar», que con el tiempo se convertiría en ciencia, se asien ta sobre dos pilares fundamentales, la resolución de un cálculo basado en la posición de los astros y la traslación de los datos obtenidos a una exposición gráfica, en la que no sólo aparezca la situación de la nave, sino que en este medio gráfico figuren también las costas y accidentes geográficos del entorno, esto es, la carta de navegar. El desarrollo de ambos conocimientos da lugar al nacimiento de la Astronomía Aplicada ya la Cartografía, absolutamente imprescindibles para conocer la situación de una nave. Como es conocido, tanto en el campo del saber astronómico, como en el de la Cartografía, la aportación de los judíos españoles en los años precedentes al descubrimiento es importantísima. Hasta el momento de los viajes oceánicos, la navegación casi en su totalidad se efectuaba por itinerarios próximos a la costa, por lo que la utilización de la Astronomía era innecesaria, a excepción de la estrella Polar, que ya era conocida por los navegantes fenicios. Como ha señalado, acertadamente, el insigne matemático Julio Rey Pastor, durante la Edad Media la Astronomía era cultivada casi exclusivamente como ciencia auxiliar de la Astrología. Por ello no nos debe sorprender que los primeros compiladores de tablas astronómicas, con posibilidades de aplicación para la navegación, efectuasen estudios de Astrología y que un instrumento tan pleno de resonancias náuticas, como es el astrolabio, sea a la vez utilizado para predicciones astrológicas. Las tablas astronómicas del rey Don Pedro IV el Ceremonioso En el campo de las ciencias astronómicas, hay que señalar las valiosas aportaciones que los hombres de ciencia judíos hicieron a esta rama del saber y que se inicia con Abraham Bar-Hiyya, también conocido con el sobrenom bre Ha-Nasi, que en hebreo significa príncipe, y cuya actividad científica fue Año 1997 RICARDO ARROYO RUIZ-ZORRILLA verdaderamente enciclopédica; entre sus obras se encuentra el Séfer ha-Ibbur, un círculo del calendario. La tradición astronómica de los judeoespañoles se mantiene con Abraham Ibn Ezra, Jacob Corsino, al que nos referiremos inme diatamente, y finaliza con el judío salmantino Abraham Zacut, sin lugar a duda alguna el autor de la obra de mayor aporte científico al desarrollo de la Astronomía aplicable a la navegación oceánica hasta entonces publicada. El Alrnanach Peipetuuin de Zacut, según afirma Martín Fernández de Navarre te en su Historia de la Náutica, «sirvió de guía a nuestros navegantes en el siglo xvi, para sus observaciones de la Astronomía Náutica». Durante su reinado, tanto Pedro IV de Aragón conocido como el Ceremo nioso (1335-1387), como sus hijos y sucesores Juan 1 el Cazador y Martín el Humano fomentaron y alentaron el desarrollo de las ciencias y de la cultura; se ha dicho que el clima científico de la Corte del rey Don Pedro el Ceremo nioso puede parangonarse con el de la Corte de Alfonso X, un siglo atrás. Este quehacer cultural tiene una especial incidencia en la Astronomía y la Carto grafía. En opinión del doctor Millás Vallicrosa, el rey Don Pedro, quizás aconseja do por el judío de origen andaluz Jacob Corsino, quiso ir más allá de la confección de un simple almanaque que reemplazase tanto a las ya envejeci das Tablas de Azarquiel, como a las compiladas en tiempos de Alfonso X el Sabio. Inició el trabajo el astrónomo real mestre Pere Gilbert, con la ayuda de su discípulo Dalmau ses Planes, y finalmente el rey Don Pedro encargó al judío castellano «Magister Jacob Corsino» la redacción de las tablas de acuer do con el método empleado por los astrónomos árabes y judíos. Jacob Corsi no, o Al-Corsí, fue además autor de un tratado sobre el uso del astrolabio, trabajo que él mismo tradujo al hebreo en 1378. La obra estaba dividida en ocho capítulos y Corsino había seleccionado para los estudiosos las cuestiones de mayor comprensión e interés. El cómputo de las tablas se inició en 1360 y se concluyó seis años más tarde, y se calcularon para el meridiano de Barcelona, con un periodo de utili zación desde 1360 hasta 1433, es decir, 74 años. La obra contiene tablas de los lugares verdaderos del Sol y de la Luna, así como de sus conjunciones y oposiciones. Se indican también las posiciones verdaderas de cinco planetas, incluyendo sus nodos o Cabezas de Dragón, así como la latitud y otros datos referidos siempre para los días-meses del periodo calculado. Las tablas mantienen una estructura semejante a la empleada en la confección de las tablas de Abraham Bar Hiyya, las Toledanas y las de Alfonso X el Sabio; no obstante, se observa una cierta economía en la parte trigonométrica, como acertadamente ha señalado el doctor Millás. Las tablas fueron compuestas en catalán, latín y hebreo. Del texto hebraico existen tres ejemplares: el manuscrito 165 de la Biblioteca Rossiana de Parma, los manuscritos 379 y 456 de la Biblioteca Vaticana y el manuscrito 1.664 de la Biblioteca de Cataluña (en sigla B y con una extensión de 26 folios). El texto en catalán se halla en la Biblioteca municipal de Ripoil (manuscrito 21). El texto latino, que sólo contiene los cánones, se encuentra en la Biblioteca Nacional de París (manuscrito 10.263). 48 56 LA CONTRIBUCIÓN DE LOS JUDÍOS ESPAÑOLES AL DESARROLLO DE LA CIENCIA... Las tablas, a las que se une un documentado estudio sobre las mismas, fueron reproducidas por José María Millás Vallicrosa en 1962. Ya hemos comentado la protección al estudio de las ciencias que dispensa ron tanto el rey Don Pedro el Ceremonioso como sus hijos, y debemos subra yar también la intervención que los hombres de ciencia hebreos tuvieron en los saberes de la Astronomía y la Cartografía, como lo atestiguan algunos datos: En 1359, el rey Pedro el Ceremonioso encarga al judío Isaac Nafucí o Niffocí, un judío de Mallorca, la construcción de «álerotges y estralaus» —relojes y astrolabios—; unos años más tarde, en 1362, le ordena dirigirse desde Mallorca a Barcelona para construir nuevos instrumentos. El Rey, satis fecho con el trabajo realizado, le otorga el título de rabino de la isla de Mallorca. Isaac Nafucí corresponde a la gentileza del Rey enviándole un cuadrante de plata, valorado en 20 reales de oro de Mallorca. Como ha constatado Rubió y Lluch, existen numerosos testimonios de los pagos efectuados por la tesorería real, en favor de Nafucí, por losinstrumen tos construidos. Además deNafucí, otros judíos se ocupaban de la construcción de instru mentos náuticos, como Bellshom Efraim, hermano de Vidal Efraim, que había traducido los trabajos astronómicos de Al-Fargani. La carta que el infante Don Juan (más tarde Juan el Cazador) dirige al gobernador de Mallorca, atestigua lo anteriormente dicho: «dos juehus qui son bon mestres de fer estralaus, a la un des quals dien Bellshoms, e a l’altre Ysach Nifocci...» (dos judíos que son buenos maestros de hacer astrolabios, a uno de los cuales le llaman Bellshoms y al otro Isaac Nifocci). Bofarull y Sans aporta otro testimonio acerca de la afición de Pedro el Ceremonioso a los astrolabios: «el Rey dirigió una carta en 132, al goberna dor del Rosellón, en la que le avisaba de que Natan del Bari debía haberle enviado un astrolabio por mediación de Vidal Fener, judío de Barcelona, y que no habiéndolo aún recibido, se lo remita o le fabrique otro». El Atlas Catalán de Abraham Cresques Sin abandonar la época, vamos a referirnos ahora a otro de los elementos indispensables para la navegación: la carta náutica, también llamada carta de marear o carta de navegación; es un mapa marino que puede definirse como la representación plana del mar o de una de sus partes, en la que se incluyen los accidentes geográficos de utilidad para el tráfico marítimo y que permite su utilización para navegar por rumbos. No vamos a extendernos en la tipología de las cartas náuticas, atendiendo a su tamaño o proyecciones, simplemente vamos a referirnos a algunos aspectos de la escuela cartográfica mallorquina y en especial al famoso Atlas Catalán y a Abraham Cresques y Jafudá Cresques: Rey Pastor y García Camarero definen como Cartografía Mallorquina al conjunto de todas las cartas náuticas firmadas en Mallorca o en lugar diverso por cartógrafo mallorquín. Esta escuela cartográfica mallorquina se inicia en la primera mitad del siglo xiv, siendo uno de los primeros trabajos el conocido Año 1997 1 (It 1 L) E 1 u •1 LA CONTRIBUCIÓN DE LOS JUDÍOS ESPAÑOLES AL DESARROLLO DE JA CIENCIA... mapamundi de Angelino Dulcert y que aporta entre otras innovaciones la traza de los 32 rumbos de los vientos. Una de las características de la Cartografía mallorquina de esta época consiste en la duplicidad de su utilización, ya que contiene información de carácter náutico y a la vez geográfico-mercantil. Esta doble finalidad se mantiene en la Cartografía mallorquina durante el siglo xv. El exponente más valioso de estas cartas náuticas y a la vez geográficas es el famoso Atlas Catalán, de Abraham Cresques. Mantiene las características de la escuela cartográfica medieval de Mallorca, la clásica red de rumbos y una abundante toponimia tanto en la costa como en el interior. Incluye también un error, mantenido hasta alcanzarse el conocimiento de las variacio nes de la declinación magnética, errores sistemáticos en el trazado de. los rumbos que van al Oeste. Como ya hemos indicado, la carta fue realizada por Abraham Cresques en 1375, sin la colaboración de su hijo Jafudá Cresques, como ha probado Jaume Riera. La razón que llevó a Abraham Cresques a la confección del Atlas Catalán es sobradamente conocida: el infante Don Juan, hijo de Pedro IV el Ceremonioso, encargó un mapamundi de Abraham Cres ques, que en 1381 regalaría al rey Carlos VI de Francia, pasando a. formar parte de la Biblioteca Real, actualmente Biblioteca Nacional de París. José María Quadrado afirma que de acuerdo con los asientos de los libros de cuen tas de la procuración real, se pagaron por el mapamundi sesenta libras y ocho sueldos. Veamos algunos aspectos de las relaciones entre Abraham Cresques y el rey Don Pedro IV de Aragón y su hijo el infante Don Juan. El 9 de abril de 1368, el Rey adquiere entre otros objetos un mapamundi y aunque no existe constancia del autor del mismo, sí consta que seis días después el Rey firmaba un documento por el que se concedía a Abraham Cresques el rango de familia real. La familiaridad real era una distinción social que otorgaban los reyes a personas no residentes en la Corte y que llevaba consigo algunos privilegios. En el caso concreto de los judíos, suponía una concesión aún mayor: la dispensa de llevar obligatoriamente sobre la vestimenta una rueda, que revela ba a los demás la condición de judío de la persona que la portase y que evidentemente suponía una vejación. Esta distinción que fue otorgada asimismo a su hijo Jafudá Çresques, alcanzó también a Isaac Nafucí, maestro de astrolabios al que nos hemos refe rido anteriormente. Años más tarde el infante Don Juan, posiblemente como recompensa a los trabajos realizados por Abraham Cresques, entre los que tal vez estuvie se la construcción del Atlas Catalán, concedería tanto al padre como al hijo la familiaridad; dos días más tarde otorga al primero una licencia para la construcción de unos baños públicos para judíos y le amplía una concesión de agua El documento, fechado en Barcelona el 10 de julio de 1381, dice así: «Nos infans Johannes respectu serviciorum per te Cresques Abraham, judeum cjvitates Majoricarum, magistrum mapamundorum et buxolarum, nobis diver simode prestitorum et que prestan ammodo speramus, te, eundem Cresques nec non Jaffudanum, tanquam familiares et domestos nostros benigne presen tis recipimus et aliorum familiarum et domesticorum nostrorum consorcio agregamus...». Año 1997 RICARDO ARROYO RUIZ-ZORRiLLA Abraham Cresques pertenecía a una familia judía que llevaba asentada en Mallorca varias generaciones, había nacido en la ciudad de Mallorca (hoy conocida como Palma) el 11 de julio de 1325. Murió en la misma ciudad, cuando contaba 61 años. Jaume Riera afirma que pese a ser conocido como maestro de hacer mapamundis y «mestre brujoler», es decir, maestro de hacer brújulas, carecía de conocimientos de Cartografía y tampoco construía brúju las, sino que era un pintor o iluminador de mapas de lujo y de las cajas que contenían las brújulas; sostiene Riera que la máxima obra de Abraham Cres ques no es el famoso Atlas Catalán, sino la Biblia de Farhi, extraordinaria mente iluminada; si bien es cierto que no existe ningún documento que avale los conocimientos cartográficos de Abraham Cresques, también es cierto que en ninguno de los documentos reales en que se le menciona se afirma lo contrario, sin embargo en repetidas ocasiones hay referencias a Abraham Cresques como maestro de mapamundis y de hacer brújulas y afirmar lo contrario es movemos en el terreno de las hipótesis sin confirmación. El Atlas Catalán está formado por siete planchas de madera de 0,643 por 0,249 metros. Las dos primeras hojas contienen un calendario lunar perpetuo, unas tablas geográficas y astronómicas y en el texto que las acompaña se hace una de las primeras menciones al nocturlabio. El resto son mapas que abarcan los continentes europeo y asiático y extensas zonas de Africa, incluidas las islas Canarias. Belén Rivera y María Luisa Martín-Merás señalan que el atlas no está firmado ni fechado y sostienen que no se sabe con seguridad si fue hecho por Abraham Cresques, como se ha venido afirmando generalmente. El Atlas Catalán es de una gran belleza; como ha dicho Gonzalo de Repa raz «es una síntesis de los conocimientos cartográficos y geográficos de la humanidad». Sobre la obra de Cresques, García Camarero ha afirmado que «Alcanza la máxima perfección del género por contener además un célebre calendario astronómico, provisto de un monograma móvil» y finalmente tengamos presente la opinión de Josep Sureda: «es uno de los puentes que unen la Edad Media con el Renacimiento». Fontoura Da Costa en su famosa obra A Marinharia dos Descobri,nentos se expresó así: «Esta Carta, que é o mais monumental documento cartográfico conhecido. Al cumplirse el sexto centenario de la obra, se publicó la primera edición traducida al castellano y la reproducción facsímil del Atlas, en una edición sumamente cuidada, tanto en la impresión gráfica como en los textos que tratan el trabajo de Abraham Cresques. . Jafudá Cresques Jafudá Cresques heredó de su padre Abraham la habilidad y los conoci mientos para construir brújulas y mapamundis; durante años padre e hijo trabajaron conjuntamente, como ya se ha dicho anteriormente y los privilegios que recibió Abraham se otorgaron también a Jafudá Creques. En 1381 el 52 56 LA CONTRIBUCIÓN DE LOS JUDÍOS ESPAÑOLES AL DESARROLLO DE LA CIENCIA... infante Don Juan concede autorización a Jafudá Cresques para contraer nuevo matrimonio, a pesar de vivir todavía su primera esposa, pues si bien la Ley Mosaica lo permitía, las disposiciones vigentes no lo contemplaban y el infractor podía ser sancionado con una multa. Desconocemos cuándo Jafudá pasó a ser converso, pero existe un documento de 30 de octubre de 1391 en el que Jafudá aparece como Jaume Ribes, aunque en otros documentos figura como mestre Jacome Ribes. Tras la muerte de Abraham Cresques en 1387, su hijo Jafudá continuó con los trabajos de Cartografía y atendiendo los encargos reales; así se indica en un documento real: «Joan 1 mana a Berenguer Llompart que inclougui en el seu compte la quantitat de seixanta lliures mallorquines preu de un mapa Mundi que’l pare d’en Jafudá Cresques havia començat per’l rey» (Rubió y Lluch). Tras la muerte de sus protectores y respondiendo a las llamadas del infante Don Enrique de Portugal, en 1420 Jafudá Cresques se traslada a Portugal, estando al servicio de Don Enrique para dirigir los estudios cartográficos patrocinados por el Infante portugués en Sagres, y que posiblemente dieron lugar a la expansión marítima portuguesa. Armando Cortesao y Texeira da Mota, en sendos trabajos publicados por el Agrupamento de Estudios de Cartografía Antiga, han reconocido lo que el progreso de la ciencia náutica portuguesa debe a Cresques. De la obra cartográfica de Jafudá Cresques sólo se conservan alguno de sus trabajos en la Biblioteca Nacional de París. Abraham Zacut Abraham Zacut es el último eslabón de la ciencia medieval, que enlaza los estudios de la Astronomía tradicional con su aplicación práctica a los comien zos de la navegación ultramarina. El apellido Zacut no es nuevo en la historia de la ciencia española; según afirma Amador de los Ríos, Isaac Aben Zacut no es otro que el famoso rabino que colaboró con Alfonso X en la confección de sus tablas y que es más cono cido como Rabí Zag de Toledo. El judío salmantino Abraham Zacut nació en Salamanca en 1452, y pasó su infancia y juventud en la aljama de su ciudad natal. Tuvo como maestro a Isaac Aboab, último gaon de Castilla, con el que estudió Matemáticas y Astro logía. Algunos tratadistas, entre ellos Alejandro Vidal, Steinschneider y Espe rabé, afirman que ejerció la cátedra de Astrología en Salamanca; otros autores lo niegan, aunque sí le reconocen actividades en el campo de la docencia en Salamanca, Zaragoza y Cartagena. El profesor Cantera Burgos afirma: «No es inverosímil que el joven Zacut acudiera a la universidad de su ciudad nativa, donde por los años de juventud del luego celebénimo astrónomo regentaba la cátedra de Astrología Nicolas Polonio, hasta que en 1464 declarada aquélla vacante por ausencia de su titu lar obtúvola un amigo de Zacut, Juan Salaya>. Cantera, tras examinar los libros claustrales de la Universidad de Salamanca, afirma que entre ellos no aparece el nombre de Zacut entre sus lectores y sustitutos. Año 1997 RICARDO ARROYO RUÍZ-ZORRILLA The Jewish Encyclopedie se pronuncia sobre esta cuestión de la forma siguiente: «An astronomer of wide-spread reputation. He was appointed profesor at the univesity of his native city, and later at the of Saragossa». Su nombre y algunos de sus trabajos están muy vinculados al astrónomo Diego de Torres, hasta el extremo de aparecer ambos nombres al pie de los mismos, el de Zacut en parte del códice redactado en latín y en la versión castellana el de Torres. Cantera Burgos sostiene que son personas distintas; sin embargo Laguarda Trías, en su excelente trabajo La ciencia española en el descubrimiento de América, afirma que Diego de Torres y Abraham Zacut eran la misma persona que utilizaba dos nombres, uno cristiano para el desempeño de la cátedra y otro hebreo, al parecer práctica común en muchos judíos. Opinión semejante mantiene Pérez Bayer, autor de la Biblioteca Hispana Vetus. Otro hebreo, Rodrigo de Basurto, en 1495 se hizo cargo de la cátedra de Astrología. Era un cristiano nuevo de origen judío; quizás la adopción de la religión oficial además de un nombre cristiano le permitió ocupar la cátedra sin problemas. Hacia 1480 y a la muerte de su protector, el obispo Vivero, Zacut pasó a residir a la villa de Gata, en la provincia de Cáceres, en la que el mecenas don Juan de Zúñiga y Pimentel, amante de las ciencias y las letras, sostenía a un pequeño grupo de estudiosos de las ciencias y las artes. Durante su estancia en Gata y por indicación de don Juan de Zúñiga, Zacut escribió su Tratado de las ynfluencias del cielo. Como consecuencia de decretarse la expulsión de los judíos en 1492, Abraham Zacut tuvo que emigrar a Portugal, estableciéndose en Lisboa y pasando a entrar al servicio de los reyes de Portugal Juan II y Manuel 1. El entusiasmo que éste sentía por la Astronomía y la Náutica es conocido; Gaspar Correia escribió: «D. Manuel era muito inclinado a astronornia, pelo que muito practicava com o judeu Zacuto», y añade, refiriéndose a los prepa rativos de la expedición de Vasco de Gama, «antes da partida da espediçao de Vasco de Gama para India Zacut estaba en Beja quando o rei rnandou chamar... Nada se faría sem a opiniao de Zacut, que podia reclamar o tempo que precisase para consultar os astros». Se ha dicho que los consejos que Zacut dio a Vasco de Gama le fueron muy útiles en su expedición a la India y que en los viajes siguientes Vasco de Gama utilizó un astrolabio de cobre construido por Zacut. Los trabajos desarrollados por Zacut en el campo de la Astronomía tuvie ron una gran incidencia tanto en su aplicación práctica en las expediciones marítimas portuguesas, como en el alumbramiento de los famosos «Regimen tos» portugueses; así lo reconoce Fontoura da Costa: «O almanch de Zacuto e o seu propio autor, tiveram a maxima influencia na nautica portuguesa, sobre tudo nas taboas da declinaçao do sol» (A Marinharia dos descubrimentos), Durante su estancia en Portugal conoció a Jose Vizinho o Vecino como discípulo, que más tarde traduciría su obra. Al iniciarse las persecuciones que en Portugal tuvieron lugar contra los judíos, se vio obligado a emigrar a Túnez, en donde se dedicó a la enseñanza. Al iniciarse las expediciones mili 54 56 ZUnuniich pcrpctnu cactt1flhiic nupcrcindirt oninui ccttniornum cumiddí nontb mn co f3cnztc ncn cornplcnicntum nm tíact1:íuitei Portadadel Almanach Perpetuum de AbrahamZacuto(Venecia, 1502). RICARDO ARROYO RUiZ-ZORRILLA tares españolas contra esa zona, se dirigió a Damasco (otros tratadistas seña lan Turquía como su último destino), en donde murió hacia 1515. La obra cumbre de Abraham Zacut es, sin lugar a dudas, la llamada en hebreo Hibbur ha gadol, o sea, El gran Tratado, escrita en Salamanca entre 1473 y 1476. Juan de Salaya, catedrático de Astrología de Salamanca, la tradujo al castellano en 1481. En opinión de López Piñero, la influencia de Zacut sobre esta cátedra se prolongó durante decenios. Algo más tarde, el discípulo de Zacut, José Vizinho o Vecino, también hebreo, la tradujo al latín. Ambas versiones fueron publicadas simultáneamen te en Leira en 1496 con el mismo título, Almanach Perpetuum. La obra fue impresa por el judío Abraham Samuel Dortas. La confección de unas tablas le había sido encomendada por el obispo Gonzalo de Vivero de Salamanca. Zacut así lo reconoce en la epístola que le dirige al comienzo de la obra: «ya que juzgo enteramente imposible el obede cer tu mandato y a la vez ofrecer algo digno de tu ingenio». La protección y el afecto que Gonzalo de Vivero dispensaba a Zacut se pone de manifiesto en el testamento del obispo, en el que deja «al judío Abraham, astrólogo quinientos maravedíes e diez fanegas de trigo». La obra está dividida en 19 capítulos, en memoria del «áureo número», corno ha señalado Cantera Burgos. El Aimanach lo componen unos cánones, las tablas y el almanaque perpetuo. Zacut expone la razón de su obra: «por cuanto es cosa demostrada que la raíz y el punto de partida de la ciencia astronómica estriba en el conocimiento de los movimientos del Sol y de la Luna, que además es cosa cuya revelación no vedaron los maestros talmu distas». Durante algún tiempo se creyó que las tablas que sirvieron de modelo para las primeras tablas náuticas fueron las de Regiomontano; sin embargo, Joaquín Bensaúde probó que la declinación contenida en el llamado Regi miento de Munich, que Bensaúde considera el más antiguo que ha llegado a nuestro conocimiento, procede directamente de las tablas de Zacut y basa su afirmación en lo siguiente: a) Existe coincidencia entre el Regimiento y el Aimanach en el valor de la declinación máxima solar, 23 grados 33 minutos. Regiomontano da otro valor. b) Para el autor del Regimiento y para Zacut el año da comienzo en marzo, en tanto que Regiomontano sitúa el comienzo del año en enero. c) Los va1ors de la declinación de la tabla de Munich tienen una total coincidencia con los que ofrece Zacut. Todos estos hechos prueban, como ha afirmado Laguarda Trías, que tanto las tablas del Regimiento de Munich como las de Evora están construidas directamente sobre las de Zacut. El insigne tratadista Salvador García Franco ha escrito lo siguiente sobre Zacut: «Después de los códices alfonsíes han de pasar más de dos siglos para encontrar otra obra cumbre. Nos referimos al Almanach Perpetuum del famo so judío salmantino Abraham Bar Samuel Bar Abraham Zacuto». 56 56 JA CONTRIBUCiÓN DE LOS JUDÍOS ESPAÑOLES AL DESARROLLO DE LA CIENCIA... Ya hemos dicho anteriormente lo que opina el insigne historiador Martín Fernández de Navarrete acerca de Zacut. La afirmación de Fernández de Navarrete tiene su confirmación en lo expresado por Paolo Emilio Taviani en La génesis del Descubrimiento, cuando recuerda que Cristóbal Colón consultó un ejemplar del Almanach Perpetuum para predecir el 29 de febrero de 1504 un eclipse de Luna. Las tablas que Fernández de Enciso incluye en su obra Suma de geografía, considerada como el primer tratado de Náutica escrito en español, están fundamentadas en la obra de Zacut, como afirma Pereira da Silva y la mayor parte de los estudiosos de la obra de Enciso. El almirante García-Frías, en su trabajo sobre Colón y la Náutica en el siglo xvi, afirma: «Aunque las tablas alfonsíes contenían la declinación del Sol, son en realidad las tabuladas en el Aimnanach Perpetuumnde Zacuto, para los años 1473 a 1476, las que pusieron en forma práctica al alcance del nave gante ese elemento esencial para hallar la latitud por la altura meridiana del Sol». Fontoura da Costa, al que ya hemos mencionado anteriormente, califica la obra de Zacut como: «O imortal monumento astronómico do século xv». Todas estas opiniones corroboran que el Almanach Pepetuumn de Zacut es una obra capital en la historia de la Astronomía náutica; sin embargo, con ser el más importante trabajo de Zacut, no ha sido el único. El profesor Cantera Burgos atribuye a Zacut los trabajos científicos y literarios que a continuación se relacionan, en los que se incluyen obras cabalísticas, lexicográficas, geográficas y por supuesto astronómicas: Séfer ha-Yu hasin. Ha-jibbur ha-gadol o Almanach Perpetuum. Séfer Tekunat Zakkut. Arba ‘im la Binah. Hosafot le Séfer ha Aruk. Mato Lannephex. Do clima e sitio de Portugal. Tratado de las ynfluencias del cielo. Judyzio de los eclipses. Bibliografía BEN5AÚDE,Joaquín: L’astronomnie nautique á i’époque des grandes descou bertes. Berna, 1912. B0FARuLL y SAN5,Francisco: Antigua marina catalana. Barcelona, 1901. CANTERABURGOS,Francisco: El judío salmantino A. Zacut. Madrid, 1931. C0RTEsAO, Armando: Contribution of me Portuguese to scientfic Navigation and cartography. 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TExEIRA DA MOTA, A.: A evoiuçao da ciencia nautica durante os seculos XV-XVI na cartografía portuguesa da época. Lisboa, 1961. 58 56 DON FRANCISCODÍAZ PIMIENTA: DE MAESTREY CAPITÁNDE NAOS A CAPITÁNGENERALDE LA FLOTA DEL MAR OCÉANO Pilar RUIZ FERNÁNDEZ DE CAÑETE Licenciada en Geografía e Historia Si la historia de. la Armada Real se escribió con letras de oro durante los siglos xvi y xvii, sin duda se hizo gracias al esfuerzo personal de los hombres que le dedicaron toda su vida en la defensa de España y de sus territorios en el Viejo y Nuevo Mundo. Mantuvieron la hegemonía en todos los mares con enormes esfuerzos personales y una indiscutible vocación marinera, alto grado de audacia y, tal vez, la fe en un sistema de fuerzas navales que no estuvo acorde con la enorme empresa que se debía lograr: mantener y acrecentar la herencia territorial de los Augsburgo a ambos lados del Atlántico. Don Francisco Díaz Pimienta fue un gran marino por méritos propios. Logró, por su esfuerzo, abnegación y una indiscutible vocación a la mar, esca lar hasta la cima del mando convirtiéndose en uno de los almirantes con más alta capacidad profesional y prestigio en la primera mitad del siglo xvii. Sus comienios en la Armada Real Según se deduce de la documentación consultada. Díaz Pimienta debió de trasladarse a Sevilla —capital del comercio con las Indias— en la segunda década del siglo xvii, Como propietario de un barco mercante, lo puso, como era norma en la época, al servicio de la Carrera de las Indias, de tal suerte que se vio vinculado a la Armada de 5. M. a través de los contratos —asientos en la época —que formalizó con los representantes Reales de la Casa de la Contratación sevillana. Este contrato le autorizaba para formar parte de los convoyes de navíos que iban al Nuevo Mundo con las mercadurías europeas y de vuelta traían el oro, la plata y los productos de las tierras americanas para el Rey y los particulares. De sus comienzos en la Armada es muy poco lo que se sabe. Algunos lega jos encontrados lo sitúan navegando, durante varios años, bajo el mando de almirantes y generales como Oquendo, Fernández de Córdoba o Larraspuru entre otros, siempre en viajes hacia América. De estos grandes marinos debió aprender el arte del mando y de la estrategia. Los viajes los realizó como capi tán de su propio barco alquilado por la Corona, avituayándolo como barco de guerra, tal como se imponía por las dificultades de defensa que entrañaba el seguro encuentro con los piratas nada más avistar el Caribe. Siendo ya capitán de la Armada del Rey, mandó la Compañía de Picas que escoltaba la flota de los galeones de la Carrera. También asumió el cargo de Año 1997 PILAR RUIZ FERNÁNDEZ DE CAÑETE visitador de galeones, proveedor de flotas enteras, cargos que muy pronto le hicieron destacar y contar con la confianza de los representantes reales y más tarde con la del propio Rey. Si las acciones de los hombres son su mejor retrato, las de Díaz Pimienta, como veremos, aunque someramente, nos muestran a un hombre de vivo impul so, entusiasta y decidido en el cumplimiento del deber y con un gran sentido de la obediencia y la disciplina que marcaron su vida profesional hasta la muerte. Como proveedor de flota lo fue en el viaje que realizó la flota mandada por el general don Antonio de Oquendo en el año 1623. La notificación se recoge en el siguiente documento: «Se nombra provehedor general de galeones que al presente están prestos a partir.para la provincia de Tierra Firme de la Yndias de la que va por General el Señor Don Antonio de Oquendo, Caballero de la Orden de Santiago para traer la plata de 5. Mags. y particulares y lo damos y otorgamos nuestro poder y cumplida comission que sea dado y otorgamos al Cappitan D. Francisco Diaz Pimienta pagador de Galeones» (1). En otro documento anexo se notifica que Díaz Pimienta cobró por dicho contrato la cantidad de sesenta mil pesos de a ocho reales que le fue entregada al regreso del viaje un año más tarde. Su ascenso como capitán de la Armada Entre los muchos viajes que realizó, pasó largas temporadas en América. Fueron años decisivos para su futuro como marino de la Armada Real. Su nombramiento de capitán le fue concedido durante su estancia en Cuba y sería en esta isla, en la de Santo Domingo y en Puerto Rico donde desarrolló una intensa actividad en la defensa de aquellos territorios y de los bienes de la Corona, protegiendo la llegada de los barcos españoles y luchando contra los piratas que hostigaban las costas. El motivo por el cual Díaz Pimienta se quedó en tierras americanas no podemos saberlo pero cabe la hipótesis de que lo empujara a hacerlo el mismo afán que llevaba allí a muchos españoles: buscar la fortuna personal y económica de forma rápida y con ella el prestigio y el ascenso social. El despacho del título está ratificado en los siguientes términos: «Don Francisco Diaz Pimienta Fue Cappitan durante seis años en la Ysla Hespañola de Santo Domingo en una de las Compañias de Milicias, este titulo le fue despachado por D. Francisco Venegas Cappitan General de la Ysla de Cuba» (2). Otro documento amplía la notificación de tal nombramiento y las condicio nes personales que justificaron el despacho del título: «El Cappitan Juan de Esquivel Saavedra Alcaide del Castillo del Morro, Gobernador de la Guerra desta Ciudad e Ysla de Cuba por su Magestad certiffico —que e! Cappitan D. Francisco Diaz Pimienta desde el año de mill seiscientos y veintiuno de la presente, a servido a Su Magestad de Cappitan de Compañia de la gente de mar (1) Archivo de Indias. Contratación 3003; legajos sin enumerar. (2;) Archivo de Indias. Patronato 255. 60 56 DON FRANCISCO DÍAZ PIMiENTA: DE MAESTRE Y CAPITÁN DE NAOS A CAPITÁN... desta ciudad por nombramiento del General D. Francisco Venegas Gobernador y Cappitan Genéral que es desta Ysla, teniendola prevenida para las ocasiones de arrebato, muestras y alardes que en este tiempo sean ofrecido, sustentandola a su costa con muchas armas de fuego adquiridas para la ocassion tambien tambores, pifano y Page de Rodela, todo a su costa y con mucha puntualidad acudiendo a las cossas de la mar en el despacho y apresto de las armadillas que de ordinario salen a correr las costas de la Ysla y a prevencion de las lanchas y barcos al tiempo que entran las Armadas y Flottas en este puerto por lo que se ofreciere a su entrada, salvando lo referido como tal Cappitan de mar, sirvien do su Compañia en dichos ministerios con mucho cuidado y en la plaça de Piloto Mayor que deste puerto salen con las Armadas y Flottas de los navios y baxeles y otros sueltos, con mucha puntualidad y buen celo en el servicio de s.Mags. sin que por ello tenga sueldo, sabiendo en toda como el leal vasallo y criado de s.Mags. y para que dello conste... en la Havana en treinta de Abril de mill y seiscientos y veinticuatro años Juan de Esquivel...» (3). En Puerto Rico prestó igualmente un buen servicio a la Corona en la defensa de la isla, alcanzando un gran prestigio por su valor y dotes en el mando. La isla, por su posición geográfica, era presa fácil para los piratas, teniendo que soportar continuos ataques y asedios que la mantenían en pie de guerra de forma continuada. Díaz Pimienta participó activamente y de forma altruista defendiendo las posiciones españolas en momentos de verdadero apuro para la isla. El siguiente documento así lo acredita: «Don Francisco Diaz Pimienta Cappitan de Infanteria en Puerto Rico era de la gente de mar deste puerto donde presto un gran servicio a la Corona con su nao llamada Nuestra Señora de Aguas Sanctas cuando los barcos de la Carrera de las Indias en llegando al Caribe eran atacados por los piratas, era solicito y expe rimentado en las cossas de lá mar. Para defender Puerto Rico de un ataque del pirata Herri —asi consta— que entro en Puerto Rico, acudio Diaz Pimienta como mui solicito a imponer cinco navios en la boca deste puerto atravesados como cadena entre los cuales puso su nao Aguas Sanctas la primera con toda la artilleria por la banda de afuera de la mar y todas las demas casi amarradas una a otra como cadena y tubo su cuerpo de guardia atrincherado por tres dias que fue el tiempo que el dicho enemigo estuvo sobre dicho puerto. Su Çompa ñia de armas hubieron de comer y cenar a su costa y guardando como buen Cappitan las Ordenanzas y es uno de los primeros Cappitanes que los Gober nadores llaman para tomar parecer en las cossas de la Guerra y de la Mar como Cappitan de tanta experiencia y es digno de que s.Mags. le honre y ocupe el puesto de su Real Servicio. Sellado en primero de agosto de mill y seiscientos y veinte años... Cristobal de Aranda Gobernador de la Guerra en Puerto Rico» (4). La profesionalidad de Díaz Pimienta quedaba reconocida y suficientemen te avalada. En el empeño de lograr brillantes éxitos sin ningún tipo de ayuda económica, esperaba, con toda razón, un reconocimiento digno de la Adminis (3) Archivo de Indias. Patronato 255, NL, GL, PL. (4) Archivo de Indias. Patronato 255, NL, GL, PL. Año 1997 PILAR RUIZ FERNÁNDEZ DE CAÑETE tración Real. Si no consiguió una remuneración económica, cosa que confir man algunas fuentes, sí lo consiguió en el plano profesional logrando el cargo que estaba reservado sólo para unos pocos privilegiados en la Armada: el generalato. Facsímil de la firma de Díaz Pimienta. - Díaz Pimienta, general de la Armada Real Durante el siglo XVI, el cargo de general de flota era concedido por medio de una merced real. Sólo el Monarca lo otorgaba directamente como premio al favor recibido. Desde 1600, estos nombramientos fueron dados a través de la entonces ya fonnada «Junta de la Guerra»; ésta era una comisión del Consejo de Indias que sustentaba la máxima autoridad en todo lo relacionado con los despachos de flotas y lo concerniente a su defensa a ambos lados del Atlánti co. Díaz Pimienta fue nombrado general a través de este Consejo en América. Dicho Consejo estaba formado por capitanes generales y gobernadores de la Guerra. Su nombramiento como general se ratificó en Santo Domingo en el año 1630 en los siguientes términos: «Don Diego Gomez de Sandoval Señor de la Villa de Pedrosa, Gobernador de la Real Cancilleria desta Ciudad de Santo Domingo dice Por cuanto el Rey Nuestro Señor por su Real Cedula tiene ordenado y mandado que las naos que salieren deste puerto para los Reynos de Castilla, aviendo quantidad vayan en consxina y flotta para su seguridad y buen gobierno y para ello se nombren Capitana y Almiranta y Cavo General y Almirante. Y presente en el Rio y Puerto desta Ciudad cargadas con frutos de la tierra para Hespaña están aprestadas quatro naos que Dios salve y guarde nombradas Nuestra Señora de Nassarez Nuestra Señora de la Candelaria Nuestra Señora de la Asuinpcion y Nuestra Señora de la Concepcion, y para que se cumpla lo assi ordenado por su Magestad y teniendo consideracion a vos el Cappitan y Maestre Francisco Diaz Pimienta que lo soys de una de las naos nombradas Asumpcion soys persona de destreza y practica en las cossas de la mar y de las milicias y que converxen en buestra persona todas las partes y calidades que se requieren y como tal aveis servido a s.Magestad en seme jantes cargos, es tenido y tengo por bien de poder elegir y nombrar como por la presente os hago y nombro por tal Cavo y General de la otra flotta y naos ... 62 Núm. 56 DON FRANCISCO DÍAZ PIMIENTA: DE MAESTRE Y CAPITÁN DE NAOS A CAPITÁN... della arriba reiferida y a la otra vuestra nao la Asumpcion por Cappitana y en nombre de s.Magestad os doy y prorrogo entero poder y facultad de gobernar como se requiere y para ussar y exerçer el officio y cargo y para arbolar vande ra de Cappitana y tocar caxa y echar bandos y nombrar alguacil real que executte vuestrao mandatos y sigais todas las otras cossas y cada una dellas al dicho vuestro officio y cargo que han usado y exercido otros Cayos Generales de semejantes flottas y en conformidad de la instruccion que se os dara firmada de mi mano... Y por la presente mando al Almirante de la Flotta y en conformi dad a los demas Cappitanes, Maestres y Contramaestres y otros oficiales y demas Generales de Guerra y Mar os hayan y tengan por tal General y como della os acaten y obedezcan y cumplan vuestras ordenes y bandos so penas que de parte de s.Magestad les pusierades en que havran por condenados... y que ellos y todos los demas Ministros y vasayos de s.Magestad os guarden y hagan guardar todos los honores y honras, gracias y libertades, preeminencias, prerro gativas, ynmunidades y todas las otras cossas y cada una dellas que por razon del cargo deveis haver... Y para que dello conste doy la presente firmada de mi mano y sellada con mi sello de armas... Dado en Santo Domingo de la Hespa ñola a veintitres dias de Diciembre de mili y seiscientos y treinta años» (5). El título que otorgaba el Rey se consideraba que era vitalicio, con capaci dad de trasmisión durante varias generaciones, pero desde que se creara la Junta, fue este organismo el encargado de deslindar estos asuntos y decidir si el heredero estaba capacitado para asumir dicha heredad. Parte de los documentos empleados en este trabajo fueron los mismos que presentó a la muerte del general su hijo y primogénito Joshep Díaz Pimienta, capitán de la Armada Real, que haciendo uso del derecho que le otorgaba la norma pedía al Rey le concediese el disfrute de las mercedes y cargos de que había disfrutado su padre en vida. Lo curioso de este caso, como se ha podido comprobar, es que Díaz Pimienta no percibió remuneración económica alguna ni de capitán ni, como veremos, de general; muy por el contrario, fue él mismo quien sustentó barco, dotación y armas de su propio bolsillo en todos los servicios prestados al Rey y a su Armada. Cuando fue nombrado general, el Rey le otorgó el título de la Orden de Santiago, privilegio usual que la Monarquía otorgaba a generales y almirantes por sus servicios, elevándolos al rango de caballeros de esta Orden. El hijo del general argumentó la petición en los siguientes términos: «Yo Joshep Diaz Pimienta hijo del Cappitan y General Francisco Diaz Pimienta mi padre, digo que fue Cappitan de Infanteria seis años en una Compañia de Milicias... Como es notorio y consta en el titulo... Assi mesmo tuvo y exercio dixos cargos y officios que sus Capitanes Generales le encargaron y en par ticular el de Cavo y General... Todos los cuales officios sirvio con mucho cuidado y vigilancia... Y porque pretendo acudir con ellos a Su Magestad y para que remunere los servicios que yo y mi padre le emos hecho y me haga las mercedes quesu Real Voluntad fuere servido» (6). Según su propio testi (5) Archivo de Indias. Patronato 255, NL, GL, RL. 00003. (6) Archivo de Indias. Patronato 255. 00003. Año 1997 PILAR RUIZ FERNÁNDEZ DE CAÑETE monio, tampoco él gozaba de un sueldo pese a ser también capitán de la Armada. Al igual que su padre, Joshep Díaz Pimienta llegó a ocupar altos cargos dentro de la Administración Real, entre ellos el de gobernador militar en Filipinas. Desde el año 1630, el general Díaz Pimienta mandó algunas de las flotas de Nueva España y Tierra Firme. En 1633 formó parte de la flota extraordina ria que llevó como general en jefe al marqués de Cadereyta. Este refuerzo se debió al incremento de las guaridas de los corsarios en el Caribe, sobre todo en la isla de San Martín, desde donde se dominaba la ruta de los galeones, causando gran daño a las flotas españolas que anualmente iban o volvían hacia España. Esta flota se componía de 55 navíos, 24 de guerra con el Estado Mayor de las Flotas de Nueva España, Tierra Firme y Honduras. Con este enorme despliegue de fuerzas navales «se consiguió descongestionar el Caribe sin llegar a limpiarlo totalmente debido a la facilidad de encontrar nuevas guaridas en las numerosas islas caribeñas> (7). Poco tiempo después se le nombró general de la Armada de la Guarda de la Carrera de las Indias, recibiendo la orden de poner remedio inmediato y enérgico a los continuos ataques de la piratería a la ciudad de Cartagena de Indias y a Portobelo. En la isla de Santa Catalina, situada a 60 leguas al norte de Cartagena, había una fuerte guarnición de piratas ingleses. Esta isla era llamada por los ingleses «Providencia» con toda razón, puesto que por su situación geográfica ra muy difícil acercarse a ella sin ser vistos con suficien te antelación para preparar el ataque. Díaz Pimienta, a bordo del galeón San Juan, recibió un duro ataque que fue contestado con otro mayor, obligando a capitular a los piratas que pusieron como condición al rendirse ser trasladados a Cádiz, a lo cual accedió el general. Dice Fernández Duro que fue tan grande el éxito alcanzado por Díaz Pimienta que le supuso el ascenso y título de almirante general interino, aunque también fue el fin de su larga estancia en las flotas del Nuevo Mundo, ya que el Rey le dio la orden de ir a las flotas del Mediterráneo. Según Fernández Duro, no fue precisamente una alegría lo que le supuso a Díaz Pimienta el ascenso; por el contrario, descontento con el papel de subal terno dimitió, mediante una carta al Rey en la que pretextó gozar de poca salud. El Rey le contestó y ordenó seguir en su cargo, «por no ser tiempo de otra cosa, como tampoco de enviar la carta despidiéndose del puesto con que le había honrado y adelantado tanto» (8). Entre 1644 y 1648 estuvo Díaz Pimienta navegando por el Mediterráneo. Su situación había cambiado en lo que se refiere al marco geográfico pero no en cuanto a los problemas bélicos: éstos se habían hecho mayores. La situa ción caótica que se vivía en los territorios españoles de la Península y de Europa amenazaban con desmembrar la organización imperial. Por un lado Cataluña y Portugal mantenían una dura guerra contra la Corona por su inde pendencia; por otro, los Países Bajos, donde se habían perdido plazas tan (7) (8) 64 FERNÁNDEZDuRo, FERNÁNDEz DuRo, C.: Armada Española. Libro IV. C.:Armada Española. Libro IV. 56 DON lRANCFS(’( l)t.Z l’OIÍIJVLU DL ML5iRL Y ,PlTN DL iVAOSA C4P11Á1V... importantes como Gravelinga y Dunquerque, que servían como acceso de comunicación desde la Península a Europa; por si fuera poco, también los italianos se sublevaron en el año 1647. En 1646 fue nombrado almirante general de la Escuadra del Mar Océano, durante la Campaña de oscana. Un año después participó con todas sus fuerzas navales en la batalla de Orbitelo a las órdenes de Don Juan de Austria, el cual le otorgó todo su poder para pacificar las ciudades italianas rebeldes: «En esta conformidad encargamos y mandamos a Francisco Díaz Pimienta, Caballero de la Orden de.Santiago, del Consejo de Guerra del Rey, nuestro Señor, y Gobernador General de la Armada del Mar Oceano. de orde nes a su Almirante y demas cabos y capitanes de todos los bajeles de esta Armada para la ejecución y cumplimiento de esta mía... Julio de 1647. Don Juan.» (9). Fueron años duros de guerra los últimos que vivió el general Díaz Pimienta; en su vida no hubo tregua para el sosiego que tal vez buscara en su renuncia al Rey: la muerte le llegó luchando por la recuperación de Cata luña, ocupada por los franceses. Curiosamente a él, que fue un hombre de armas y guerras durante la mayor parte de su vida, le sorprendió la muerte de forma natural, pero eso sí, a bordo de un navío y en la mar, que habían constituido su patria y hogar largos años. No pudo gozar el triunfo de la derrota francesa en su último servicio al Rey: la recuperación de Cataluña para la Corona. La noticia de la muerte del general la dio Don Juan de Austria al Rey, en términos que conjugaban toda la dignidad, la lealtad y el arrojo de un gran marino que lo fue todo por sí mismo: «El primero de Septiembre de 1652 sonó su última hora en la Capitana. La muerte del General Díaz Pimienta fue de unos dolores que le sobrevinieron, fue impensada... Engañó su robusted que desde los años menores hasta que vivió, había cultivado con los ejercicios más penosos de la navegación, llegando por la senda más árdua y dificultosa al puesto con que murió, de Capitán General del Mar Océano, y un colmo de gloria que igualaba, sino excedia, a lo sublime de aquella dignidad. Sujeto en quien admiró la edad presente y admiraran las venideras en el grado de perfección mayor, se dieron en él todas las prendas que la idea sepa desear en un soldado y General de la mar» (10). Don Francisco Díaz Pimienta fue un dignísimo hombre de su época. En él confluyeron dos circunstancias muy marcadas; ambas se aunaron para elevar lo a la categoría de personaje histórico en la ya larga historia de la Armada. En primer lugar estuvo su trayectoria personal y en segundo, la situación excep cional del siglo xvij. Ambas van estrechamente unidas, complementándose, porque no podría entenderse nuestra historia pasada sin hombres como él, capaces de hacer de su vida una auténtica aventura, en donde el valor y el honor, la pericia e incluso la ambición, eran el estandarte para solventar cual quier situación, por arriesgada que ésta pudiera parecer. (9) (10) FERNÁNDEz DuRo, FERNÁNDEZDuRo, Año 1997 C.: Armada Española. Libro IV. C.: Armada Española. Libro IV. PILAR RUIZ FERNÁNDEZ DE CAÑETE Pese a los pocos datos que se tienen de él, su personalidad queda perfecta mente definida, al menos en el plano de lo profesional, bajo el signo del bien hacer. Lo dio todo y pidió poco a cambio; acató en todo la voluntad real. Cuando, nombrado yacapitán general de la Armada del Mar Océano, pidiera al Rey que «le hiciese la merced que el cargo de Almirante General que se le había dado fuese con sueldo y onras de General, porque con menor mano ni tendría séquito que requería tan grande obra como la que iba a hazer, ni podría sustentar el lustre y obligación del cargo en mar y tierra... que han sustentado los generales que han conservado en su antiguo ser la Armada» (11); el Rey volvió a hacer oídos sordos a la petición y contestó que no se podía acceder a lo del sueldo, pero que atendiéndolo por sus buenos servicios se le permitiría proveer las compañías que vacaran en su Armada, e igualmente vacando en tierra le pusiesen tres personas por cada compañía. (11) Revista General de Marina; tomo 226, febrero de 1994; p189. Autor del artículo José María Blanca Carlier. 66 56 LA HISTORIAVIVIDA M. GRACIA RIVAS Investigador naval Cómo fue la botadura del Canarias Hace unos días, admirando el espléndido módelo del crucero Canarias existente en el Museo Naval de Fenol, advertí que en su popa ondeaba la. bandera republicana. El más emblemático crucero de la escuadra nacional enarbolando el pabellón tricolor de la República, me resultaba extraño. Después caí en la cuenta de que el buque nació republicano, pues su botadura tuvo lugar en Fenol el 28 de mayo de 1931, y ello me llevó a recoger noticias de cómo fue el acto de su lanzamiento, que transcritas al decir de las crónicas de la época no puede ser otra cosa que un capítulo más de la historia vivida. Las reseñas hablan de la extraordinaria brillantez del acto. Una compañía de Infantería de Marina, con bandera y música, rindió honores al ministro de Marina don Santiago Casares Quiroga, a los acordes del himno de Riego, y el propio ministro revistó a las fuerzas acompañado del capitán general del Departamento y del comandante general de la Escuadra. El Canarias se hallaba en los astilleros ferrolanos de la Sociedad Española de Construcción Naval y frente a su proa estaban colocadas las tribunas para la presidencia e invitados. La tribuna presidencial tenía a su entrada una arcada sobre la que se hallaba la corona mural de España y la inscripción «Crucero Canarias». Dos banderas nacionales y de la Sociedad Española de Construc ción Naval se hallaban exornando la citada arcada, encontrándose el crucero empavesado con las banderas reglamentarias, teniendo sobre la proa, además de la nacional, la bandera insignia de la constructora. Toda la escuadra se hallaba fondeada en los alrededores del astillero, así como se encontraban numerosas embarcaciones menores aguardando el momento de la botadura, ocupadas por numerosas personas que preferían presenciar el acto desde el mar. Cuando se dio la voz de «listo», y tras recabarse la venia del ministro, la madrina, que era la señora de Casares Quiroga, cortó la cinta que simulaba aprisionar el barco y, tomando una botella de champán (la crónica decía «champagne»), la estrelló sobre la proa del Canarias, que se deslizó por la grada rápidamente entre las aclamaciones de la multitud y a los acordes del himno de Riego. Al entrar en el agua majestuosamente el crucero, el gentío prorrumpió en vítóres a España y los vapores surtos en la bahía hicieron sonar estruendosamente sus sirenas. Terminada la ceremonia, ministro, autoridades e invitados, se trasladaron a la sala de gálibos, donde se sirvió un espléndido «lunch» (textual en la cróni ca). En la mesa presidencial tomó asiento el señor Casares Quiroga, y a la hora de los brindis, don Juan Tomás Gandarias, consejero delegado de la Sociedad Española de Construcción Naval y amigo personal del presidente de la República, don Niceto Alcalá Zamora, expresó en sentidas frases el sincero agradecimiento hacia la distinguida dama que había actuado de madrina y al Año 1997 M. GRACIA RIVAS ministro por haber presidido el acto, aludiendo a los prestigios de la Marina militar que ha de regir el buque, y formulando fervientes votos por que el éxito le acompañe en todas sus empresas. Hizo también presente el señor Gandarias su gratitud al personal de la Factoría por el éxito que se festejaba; expresó la adhesión de la Sociedad al Gobierno, y abogó porque esta labor de tan positivos resultados para la indus tria y el comercio del país no se interrumpa, ya que representa la total nacionalización de las construcciones navales y el maravilloso esfuerzo de la producción nacional, concluyendo su discurso refiriéndose al profundo interés demostrado por el Gobierno de la República y por el señor ministro de Marina de no interrumpirlas. El señor Casares Quiroga contestó elocuentemente al señor Gandarias, mostrando su reconocimiento por la recepción que se le había tributado, y después de saludar con frases de vi-yo afecto al pueblo de Fenol, anunció la grata noticia de haber obtenido del ministro de Hacienda que en estos astilleros se coloque pronto la quilla de un buque-tanque de 10.000 toneladas para un servicio civil, y terminó su discurso señalando la emoción que había sentido ante la ceremonia de lanzamiento del Canarias, que al cruzar los mares llevará consigo el lema de paz y trabajo que es el del Gobierno de la República, y ofre ciéndose en todo momento a defender los legítimos intereses de Fenol. Las referencias de prensa al crucero Canarias señalaban que se trataba del mayor de los construidos en los astilleros de Ferrol, con un desplazamiento de 10.670 toneladas, pudiendo alcanzar una velocidad de 33 nudos. Sus máquinas desarrollaban 90.000 caballos de fuerza, y va protegido por una plancha de acero. Montará ocho cañones de 203 milímetros, pareados en torres superpuestas, dos a proa y dos a popa, pudiendo tirar con 70 grados de elévación. Llevará también ocho cañones antiaéreos de 120 milímetros, y ocho de cuarenta, y cuatro juegos de tubos lanzatorpedos, así como dos aero planos para exploración y observación del tiro. El combustible empleado será sólo de petróleo. Tiene 193,90 metros de eslora por 19,51 de manga, y la dota ción habrá de estar compuesta de 765 hombres entre jefes, oficiales y marinería. El ministro de Marina concluyó su estancia ferrolana pasando revista a diversas unidades de la escuadra, como el acorazado Jaime L buque insignia del almirante, y el crucero Cervantes, recorriendo sus diversas dependencias y mostrando su satisfacción por el estado de ambos buques. Siguió refiriéndose a las misiones de paz para las que nacía el Canarias y exhortando a todos a la disciplina. Desgraciadamente, cuatro años más tarde, la disciplina sufriría una gran quiebra, y las misiones de paz del Canarias serían trocadas en gloriosas acciones de guerra por la eficacia de sus resultados. Y ésta es «la historia vivida» de la botadura del crucero Canarias, en los albores de la Segunda República, y cuya quilla fue puesta en tiempos aún de la Monarquía, siendo presidente del Gobierno el general Primo de Rivera y ministro de Marina don Humberto Cornejo. Del primer remache —que fue colocado por el entonces jefe del Gobierno— al momento emotivo de su desguace, terminada su misión también en tiempo de paz, toda una historia de vivencias y emociones ilustraron su hoja de servicios. 68 56 DOCUMENTO Un retrato de Federico Gravina y Nápoli, capitán general de la Armada El Museo Naval dispone de un retrato de nueva adquisición de don Federico Gravina y Nápoli, capitán general de la Armada, nacido en Nápoles en 1756 y fallecido en Cádiz en 1806 a resultas de las heridas sufridas en el combate de Trafalgar a bordo del Príncipe de Asturias. El cuadro es un óleo sobre lienzo, de 97,5 por 73,4 centímetros, y está firmado por Cisneros hacia 1807. Fue adquirido en diciembre de 1996. Como interés añadido, el cuadro tenía pegados en el reverso cinco papeles, uno manuscrito y cuatro impresos en Cádiz en 1806. El primero contiene unas notas biográficas del retratado. En el segundo se recogen tres inscripciones funerarias en latín trasladadas de la puerta, del arco y del túmulo del panteón del ilustre marino. En el tercero hay un soneto en italiano dedicado a Gravina, precedido de la enumeración de todos sus títulos; está fechado e impreso en Cádiz, como queda dicho, y lo firma el clerigo Giusseppe Perotti. El cuarto es, asimismo, un soneto en italiano, también dedicado a Gravina con ocasión de las exequias celebradas en la iglesia de los PP. carmelitas de Cádiz; lo firma también el padre Perotti. Y, por último, un nuevo soneto y una octava, esta vez en español. No están firmados. Este retrato está depositado en el Archivo-Museo «Don Alvaro de Bazán» del Viso del Marqués, Ciudad Real. Año 1997 1 H - ‘ “I SN OCCigi5il, con ou4a DES,L’ E SONETO. .jQ grandeFederk quatitasglorias . EO VENáát5i l’ip4sa asuman rh LliLaurIatl’lom ,aa sgn - ‘ casaras.OEeRafla aorta aflor.Ta,005LLa,Qua .aleLrr.05,054 OE o,. o. rs e Pr ‘“ DELLA OSTIA es cArarce, SONETTO 0SEQUT0SO ATTOSTATO’Df COIIDOISLIO nec peore clareen 000rrz virina alt oidna pardta L5 alma di FEDESUCO,inoarn acceso Fe le vircli, gO navecompagne.n riSa, Vede una duce, amabile cooes,r. ti’ esserle gubia oil im,nortoi saura Verle ciascrm4 1? onerosa irnprsa: Seroso Valor e- Ternperarszaacuito 5 aoci gran Parsi, áude aSir.gloriir acceso, .‘ Quando Sergá. lo Fede; ah sa1 ¿ej lo, Dice, che pib 4’ cgo’ cloral Facirore f.’ eruiii, Doto, icondurlaa Dio. la sjrogiir,del morralaun velo, e.’ abhraccia le solluva, e 1’alu’eSuso • regona guaciagel’ la vio del Cielo. rJ Dondepongantu nombre.han de, gravarse, Pero tenionopiidn compelidiarse En ol gaitaextension de lashistorias:Tusvirtudes,tus triunfosy violorbis Dexanun claroespejoen que alirarse, Pueda la heroicidad1 á ti, igualare i quieremerecernuestrasinembrias; que al wíser& r pohft marinero. Mirabascomo’á próximoy Jiernaano, Tú, que.leal5políticoy guerrero, Das la vidacd honordel Soberano, Mereees’que en el tiempovenidero’ Te tenganpor un berro-masque huniania. OCTAVA. O becrienteCravina! quatitagloria ‘El Rey de Cieloy Tierra’te habtásigilo,, Tú”luasdexadoesta vidatransitoria Por otra, en que‘esel premiomasclniadp 1’doristes y vivistes con la gklria. t)err en-lavidaa muerte an sal4ado, u religion,tu valor y toda se olvidaránçn nuestr Psola. 11a LA HISTORIA MARÍTIMA EN EL MUNDO Chatham y Portsmouth, dos arsenales históricos José Antonio OCAMPO ANEIROS El arsenal de Chatham Al arsenal de Chatham, en Kent, Gran Bretaña, se le considera «la cuna de los grandes buques británicos». Durante el reinado de Enrique VIII, en 1546, se alquiló el primer almacén en Jillingham Water para el servicio de los buques del Rey que fondeaban en el río Medway, El primer buque construido en este arse nal, el Sunne, se botó en 1586 y se integró en la flota que marchó al encuentro de la Gran Armada. El último, el submarinó Okanagan, vio la mar por primera vez desde la grada número 7 en 1966. En cuatro siglos se construyeron en Chat ham más de 400 naves para la Marina Real inglesa, incluidos los ?nejores buques de la flota de Trafalgar: el Victory, el Temeraire, el Revenge y el Levia tan, los llamados «las murallas de madera» de Inglaterra. Con sus más de 32 Ha de superficie y sus 47 monumentos programados desde 1984, este lugar consti tuye el más completo arsenal georgiano y paleovictoriano del mundo. En su colección única de edificios se han dispuesto ocho galerías-museo para contar la historia de la construcción de los grandes buques de.guerra y la vida de sus trabajadores, cuyos oficios, desde la carpintería y el calafateo hasta el aparejo y la forja, han dejado sentado su prestigio haciendo de la flota británica una de las mejores del mundo. En Chatham se puede ver la grandeza catedralicia de las gradas cubiertas, a lo largo de las calles empedradas de la Cordelería, y la elegancia georgiana de la Terraza y la Residencia de oficiales, y sentir la emoción que despierta la galería «Las murallas dé madera». En la misma puerta de entrada, en el Centro de Recepción, se ofrece una interesante presentación audiovisual (modelos, réplicas...) que traza la historia de los 400 años del arsenal. En el Museo de la Sociedad Histórica se muestran recuerdos de los trabaja dores, mientras que los aficionados al vapor pueden disfrutar contemplando los numerosos vehículos restaurados y conservados en el Centro del Vapor, ubicado en las gradas cubiertas, alineados con la creciente colección de embarcaciones históricas. Se dedica una exposición especial a la balandra Gannet, único buque mixto de vapor y vela del siglo xix, construido en el cercano arsenal de Sheer ness en 1878 y restaurado recientemente en este arsenal de Chatham. En cuanto a la artillería, se exponen en la Galería de Artillería Naval unos 80 cañones de avancarga del periodo 1550-1860, cañones cuidadosamente restaurados con las cureñas fielmente reproducidas. Entre los numerosos talleres, el de cordelería es uno de los edificios de ladrillo de mayores dimensiones de Europa, con sus 343 m de longitud. En él Año 1997 JOSÉ ANTONIO OCAMPO ANEIROS se puede observar cómo han sido elaborados los cabos, estachas y cables durante cientos de años, mediante el trenzado tradicional con máquinas que datan de 1811. En el taller de jarcias se elaboran jarcias y se hacen nudos; se ayustan a mano cabos y cables a la vista del público. En el taller de pruebas se averigua la resistencia de los cabos y estachas, llevándolos al punto de rotura. En el taller de velas y banderas se puede seguir la historia de ambas presen ciando su confección en los mismos talleres que trabajaron para el Victory y para centenares de buques en los siglos pasados. Se ve a las mujeres trabajan do, cosiendo telas y combinando colores llamativos para hacer banderas que se venden en todo el mundo; mientras que en los talleres de arte y de artillería, los pintores, escultores, ceramistas, tallistas, plateros y otros trabajan asimis mo a la vista del público. Con una mirada a la Herrería número 1 pueden verse herramientas y meca nismos industriales con los que el arsenal espera iniciar una futura galería de corazas para mostrar la historia de los buques de hierro. Desde que se abrió al público la magnífica exposición «Las murallas de madera», en 1990, se pueden revivir los lugares, vistas, sonidos y hasta los olores del arsenal tal y como eran en 1758. Se presenta la construcción del Valiant, navío de 74 cañones, a través del joven William Crockwell en su primer día como aprendiz de la construcción en este arsenal, y cómo vio él los 36 oficios que intervenían en la construcción de un buque. El edificio que alberga esta exposición, el taller de arboladura y la sala de gálibos fue construido, entre 1753 y 1758, parcialmente con maderas proce dentes de desguaces de buques, algunas de las cuales todavía muestran restos de la pintura roja utilizada en las cubiertas para disimular la sangre de los muertos y heridos en combate. Fue aquí donde se trazaron las líneas de agua del Victoy y donde se hicieron sus palos. Cabe citar también a la galería que muestra los pertrechos recuperados del Invencible, buque francés capturado en 1747, que constituyó el modelo que inspiró el proyecto del Vaiiant. Para terminar, hemos de decir que existe un vapor de ruedas, el Kingswear Castie, último vapor de carbón y ruedas británico, que hace cruceros varios días ala semana en ciertas épocas del año. Para información relacionada con las visitas, dirigirse a: The Visitor Manager, The Historic Dockyard, Chatham, Kent ME4 4JE. England. Teléfono: (0634) 81 25 51. El arsenal histórico de Portsmouth En 1194 el rey Ricardo III mandó construir un arsenal en Portsmouth, el cual fue declarado oficialmente centro de construcciones para los buques del Rey. Durante los 800 años siguientes ha jugado un papel decisivo en la evolu ción de la flota británica. Su desarrollo se debe a que dispone de aguas profundas y abrigadas y a su fácil acceso al continente. 74 56 LA HiSTORiA MARÍTIMA EN EL MUNDO En 1850 el arsenal ocupaba una superficie de unas 40 Ha. Su expansion posterior (la más importante se produjo con la llegada del Warrior en 1864) le llevó a los 121 Ha que ocupan en la actualidad entre el arsenal histórico y la base naval. En la época georgiana se construyeron magníficas casas con establos y cocheras para oficiales superiores del arsenal; iglesia, escuelas, pagaduría, cuartel, depósito de cadáveres, bares, cocinas, tiendas, enfermería, estación de bomberos... En la actualidad, se puede comprobar el excelente estado de conservación de los almacenes, el taller de cordelería, las gradas cubiertas, los bloques de oficinas, los siete diques secos, todavía en activo, y la gran dárse na. Además, el Porters Lodge, construido en 1708, el edificio más antiguo del arsenal: la dársena de palos, usada, como su nombre indica, para guardar los palos de los buques; el varadero cubierto número 6, un excelente edificio de ladrillo y piedra acabado en 1845, y el varadero número 5, en el que se encuentra el Marv Rose. Y, todavía, los tres grandes bloques del almacén general, en Main Street, edificio que data del siglo XVIII; la magnífica casa del almirante, construida en 1786 y prácticamente igual que hace dos siglos; el parque de bomberos, conocido como la Oid Fire Station, un edificio de hierro fundido levantado en 1843, y el sistema ferroviario interior, de 1860, que tiene unos 40 kilómetros de vías, cerrado en 1977, del que quedan aún tres vagones. Todos son testigos de siglos de historia naval. El arsenal está organizado como un conjunto turístico y lleva al visitante a través de sus 800 años de historia; Ricardo 1 y los edificios singulares, los tiempos de los Tudor, Enrique VIII y su buque favorito, el Mary Rose, con la exposición de sus «tesoros»; el mundo de los marinos de Nelson, la batalla de Año 1997 75 JOSÉ ANTONIO OCAMPO ANEIROS Trafalgar y el navío Victory; el progreso y la inventiva de la época victoriana a bordo del Warrior 1860; el arte y los oficios de la construcción naval en vivo, y el Real Museo Naval: una herencia naval de primera magnitud. Alrededor, el trabajo continúa. Anotemos algunos datos de estos buques que constituyen el principal atractivo de ese arsenal histórico: El Mary Rose se construyó en 1509 y fue modificado para aumentar el fuego de andanada en 1536. En 1545 se hizo a la mar desde el fondeadero de Solent con 700 hombres a bordo. En un día tormentoso de 1982, este buque concentró el interés del mundo cuando fue recuperado y reflotado después de 437 años de permanencia bajo el agua. Ahora puede verse éste en su hangar, en un ambiente cuidadosamente controlado a efectos de su conservación. El Victory es uno de los buques destacados construidos en el arsenal de Chatham. En octubre de 1805 fue el buque insignia del almirante Nelson en el combate de Trafalgar. Allí fue herido fatalmente el almirante, muriendo poco después a bordo de este buque. El Victorv, concienzudamente restaurado, se conserva con orgullo nacional. La época victoriana fue para los ingleses un tiempo de progreso e innovación: un tiempo en el que la vela cedió el sitio al vapor, la madera al hierro y los mari neros de leva a los marineros profesionales. En este contexto el Warrior, entrega do hace ahora 135 años, destacó por su tamaño, su velocidad y su potencia. En 1979 empezó su restauración. Todos los detalles fueron reconstruidos rigurosa mente hasta dejarlo como un cuadro de la vida victoriana. Atracado hoy a un muelle propio a la entrada de la base naval de Portsmouth, presenta su imponente silueta a todos los buques que entran en el puerto. Con la excepción de los submarinos tipo Trident, solamente existen en la flota británica cinco buques de mayor eslora que el Warrior. Se permite a los visitantes disfrutar de sus cuatro cubiertas, desde el elegante camarote del comandantehasta los humildes «reinos» de la marinería. Todo está como si la dotación hubiese salido de franco de ría. Con el arsenal histórico conviven modernos buques de guerra de alta tecnología, ya que desde octubre de 1984 este arsenal dejó de construir buques, dedicándose al mantenimiento y aprovisionamiento de la flota. Su denominación de Arsenal Real de Portsmouth se abandonó en 1985 al tiempo que se creaba una sociedad para encargarse de la gestión del arsenal histórico y de sus monumentos antiguos. Para más información, dirigirse a: Portsmouth Naval Base. Property Trust, 19 College Road. H. M. Naval Base. Portsmouth, P01 3LJ. England. 76 56 NOTICIAS GENERALES Convenio de colaboración El día 15 de abril del pasado año de 1996 tuvo lugar en Madrid la formali zación de un convenio de colaboración entre el Museo Naval y la Universidad San Pablo (C.E.U.), representados por el almirante José Ignacio González Aher Hierro y el rector José Tomás Raga Gil. A instancias del profesor de la asignatura, Jesús García del Valle, esta insti tución docente privada ha incluido en sus programas de estudios la asignatura «La navegación como vía de la Cultura», dentro de la licenciatura de Humani dades de la facultad de Ciencias Humanas y de la Comunicación. El convenio firmado entre ambas instituciones tiene por objeto, en primer lugar, fomentar el conocimiento de la historia y la cultura navales, así corno facilitar la investigación relacionada con la mar a los alumnos de la menciona da Universidad. En segundo lugar, posibilitar la formación práctica de los alumnos de Biblioteconomía y Documentación, colaborando en el manteni miento y explotación de los fondos bibliográficos y documentales del Museo Naval. En resumen, las partes han acordado: — • — Facilitar el acceso de los alumnos, profesores e investigadores de la Universidad, así corno del personal de investigación del Museo Naval, a sus respectivas instalaciones. Colaborar en la organización de cursos, seminarios, conferencias y. demás actos académicos relacionados con el mar y sus problemas.. Acoger a los alumnos en prácticas de la diplornatura de Bibliotecono mía y Documentación de la Universidad de San Pablo. Este convenio de colaboración tendrá una duración de un año, renovándose de manera automática en los años sucesivos, a menos que sea denunciado por una de las partes. Presentación de un libro en El Astillero, Cantabria El día 17 del pasado mes de enero tuvo lugar el acto de presentación del libro Malaspina y Bustamante, 1994, en el Centro de Estudios «Astillero de Guarnizo», ubicado en el edificio «La Fondona» de El Astillero, en Cantabria. Esta publicación recoge las actas de las II Jornadas internacionales que tuvieron lugar en Cádiz y Santander en el pasado año de 1995 para conme morar el bicentenario del regreso de las corbetas Descubierta y Atrevida a España el 14 de septiembre de 1794, después de un increíble viaje científico de 62 meses alrededor del mundo. Patrocinada por el Ministerio de Asuntos Exteriores (Dirección General de Relaciones Culturales y Científicas) y editada por la Real Academia Hispano Año 1997 NOTICIAS GENERALES Americana de Cádiz y la Universidad de Cantabria (Centro de Estudios «Asti llero de Guarnizo»), contó asimismo con la colaboración de diversas institu ciones y organismos como el Instituto de Historia y Cultura Naval, la Diputa ción Provincial de Cádiz, el Ayuntamiento de Guarnizo y otros. Comisión Organizadora para la Conmemoración del Centenario de 1898 Por un Real Decreto de la Presidencia del Gobierno de 19 de julio de 1996 se crea la Comisión Organizadora para la Conmemoración del Centenario de 1898, bajo el patrocinio de S. M. el Rey, con objeto de programar, impulsar y coordinar las actividades que se lleven a cabo por las Admistraciones Públi cas y entidades públicas y privadas que participen en la celebración. La presidencia de la Comisión Organizadora recae en la ministra de Educación y Cultura, estando integrado el Pleno de la Comisión por los minis tros de Asuntos Exteriores y Defensa como vicepresidentes, con una serie de altos cargos de la Administración y representantes de instituciones y entidades del mundo de la Cultura. Existe igualmente un Consejo Asesor integrado por diferentes personalida des, para impulsar y coordinar las actividades de la Comisión Organizadora y elaborar el proyecto de plan de actividades para su elevación al Pleno. Jornadas sobre el maestre Juan Fernández de Heredia, en el sexto cente nario de su muerte El Instituto complutense de la Orden de Malta ha organizado unas «Jorna das sobre el maestre Juan Fernández de Heredia: tiempo, personalidad y proyección histórica en el sexto centenario de su muerte», que tuvieron lugar en el Salón de Grados de la Facultad de Geografía e Historia en la Ciudad Universitaria y en el Salón de Actos de la Biblioteca Nacional los días 25, 26 y 27 del pasado mes de febrero. Se pronunciaron ocho conferencias por destacadas personalidades acadé micas y se hizo la presentación del Libro de los Privilegios y del Premio «Comendador de Montserrat» 1995 y 1996. Asimismo se procedió a la exhibi ción, en la Biblioteca Nacional, de códices manuscritos y miniados de Juan Fernández de Heredia. CONVOCATORIAS Ciclo de conferencias sobre aspectos navales en relación con la crisis fini secular de 1895-1898 Entre los días 16 y 28 del próximo mes de abril tendrá lugar un «Ciclo de conferencias sobre aspectos navales en relación con la crisis finisecular de 78 56 NOTICIAS GENERALES 1895-1898», organizado por el Instituto de Historia y Cultura Naval y la Comi Sión española para el estudio e investigación de la crisis colonial de 1898. Los actos se desarrollarán en el Salón de Actos del Cuartel General de la Armada, calle Juan de Mena, 7, Madrid, en sesiones de tarde, de siete a nueve y media, los días lunes, miércoles y jueves. Se prevén dos intervenciones de cuarenta y cinco minutos por jornada y un coloquio de quince minutos al final de cada una de ellas, tal como exponemos a continuación: Miércoles — — — 16: Inauguración. «La economía española en 1898, ¿desastre o cambio?», por Juan Velarde Fuentes, catedrático de Universidad y académico de la Real Acade mia de Ciencias Morales y Políticas. «La España de la Restauración», por Emilio de Diego, profesor titular de Universidad, académico correspondiente de la Real Academia de la Historia. Jueves 17: — — «El pensamiento independentista de Cuba y Puerto Rico», por Deme trio Ramos, catedrático de Universidad y miembro de la Real Acade mia de la Historia. «Estrategia naval», por Luis Cayetano, capitán de corbeta, profesor de la Escuela de Guerra Naval. Lunes 21: — — «La cuestión de Cuba y las relaciones con los Estados Unidos», por Javier Rubio, embajador de España, doctor ingeniero aeronáutico, licenciado en Ciencias Políticas. «La lucha contra el contrabando en la última guerra de Cuba», por Hermenegildo Franco Castañón, capitán de fragata, historiador naval. Miércoles 23: — — «El impacto de la crisis del 98 en la literatura española», por Antonio Prieto, catedrático de Universidad, novelista. «La Sanidad militar en la guerra de Cuba», por Manuel Gracia Rivas, teniente coronel médico, historiador. Jueves 24: — — «La huella del conflicto en la estatuaria», por Francisco Portela, cate drático de Universidad, decano de la facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. «La Infantería de Marina en la guerra de Cuba», por Hugo O’Donnell, comandante de Infantería de Marina, historiador. Año 1997 NOTICIAS GENERALES Lunes 28: — — — «La influencia de Mahan en la guerra naval de España con los Estados Unidos», por Ricardo Cerezo, capitán de navío, miembro de la Real Academia de Cultura Valenciana. «El honor de la Armada en la crisis del 98», por José Cervera Pery, coronel jurídico de la Armada, correspondiente de la Real Academia de la Historia, director de la REVISTA DE HISTORIA NAVAL. Clausura. Actúa de coordinador del ciclo don Ricardo Cerezo Martínez. Ciclo de conferencias sobre «Don Niceto Alcalá Zamora y su época» Organizado por el Patronato «Niceto Alcalá Zamora y Torres» tendrá lugar en Priego de Córdoba, durante los días 3, 4 y 5 de abril de 1997, un ciclo de conferencias que bajo el título genérico «Don Niceto Alcalá Zamora y su época» agrupará una serie de ponencias y comunicaciones de un amplio espectro político y cultural en relación con la persona y la época del que fuera primer presidente de la Segunda República española. En dicho programa figura una conferencia a cargo de José Cervera Pery, académico correspondiente de la Real de la Historia y director de la REViSTA DE HISTORIA NAVAL, bajo el título de «La Marina durante la presidencia de Alcalá Zamora». Preservación de naves históricas Del 20 al 27 del próximo mes de abril tendrá lugar en San Francisco, Cali fornia, la III Conferencia Internacional sobre los aspectos técnicos de lá preservación de naves históricas. Para más información dirigirse a: Russell Booth National Maritime Museum Association, PO BOX 470310, San Francisco, Ca. 94147-03 10. [Teléfono: + 1 415-441-5819; Fax: + 1 415-441-0365; correo electrónico: pampanito aol,comj VII Jornadas Nacionales de Historia Militar Organizadas por la Cátedra «General Castaños» de la Región Militar Sur tendrán lugar en Sevilla, durante los días 5 a 9 de mayo de 1997, las VII Jorna das Nacionales de Historia Militar, que bajo el título genérico «El lejano Orien te español: Filipinas (siglo XIX)» contemplará una serie de ponencias a cargo de prestigiosos historiadores, y cuyas actas serán publicadas posteriormente por la Cátedra. 80 56 NOTICiAS GENERALES Los nombres de los conferenciantes, así como los títulos de sus conferen cias, serán dados a conocer en nuestro próximo número, si bien se conoce que la conferencia de clausura estará a cargo del arzobispo de la Diócesis de Sevi ha, monseñor Carlos Amigo Vallejo. Los interesados en obtener más información sobre las Jornadas, pueden dirigirse a la Cátedra «General Castaños». Cuartel General de la Región Sur. Plaza de España, sIn. 41013 Sevilla. Teléfono (95) 423 1966 (extensión 3167). Segundo Congreso Internacional de Historia Marítima Entre los días 5 y 8 del próximo mes de junio tendrá lugar en Amsterdam, Holanda, el Segundo Congreso Internacional de Historia Marítima. Aquellos que deseen más información diríjanse a: Mrs. Dr. C. Reinders Foiner, PO BOX 102, NL 2350 AC Leiderdorp, Holanda. Teléfono: + 31 71895382, o a Mr. Dr. David M. Williams, organiza dor del IMEHA, Dept. de Economía e Historia Social, Universidad de Leices ter, Leicester LE1 7 RH, UK. Teléfono: +44116-252-2582. Fax: 44116-252-5. - Asociación de Historia Económica Marítima Internacional El día 8 del próximo mes de junio tendrá lugar en Amsterdam, Holanda; la reunión general de la Asociación de Historia Económica Marítima Internacional. Para más información dirigirse a: Dr. Olaf Y. Janzen, secretario de la IMEHA, Dept. de Historia. Colegio sir Wilfred Grenfeil, Comer Brook, NF AZH 6P9. Teléfono: + 1 709-637-6282. Fax: + 1 709-639-8125; Correo electrónico: Olaf abeothuk.swgc.mun.ca. XVII Conferencia Internacional sobre la Historia de la Cartografía Entre los días 6 y 10 del próximo mes de julio tendrá lugar en Lisboa, Portugal, la XVII Conferencia Internacional sobre la Historia de la Carto grafía. Patrocinada por el Comité Nacional para la Conmemoración de los Descubrimientos Portugueses y el Instituto para la Investigación de las Ciencias Tropicales, se ha formado un comité para organizar, juntamente con Imago Mundi Ltd., la citada Conferencia, la cual será desarrollada en inglés, francés y portugués. Las personas que deseen recibir las circulares deberán escribir a: Comisión Nacional para las Conmemoracionesde los DescubrimientosPortu gueses (CNCDP),Casa dos Picos, Rua dos Bacalhaeiros, 1100Lisboa, Portugal. Teléfono: (35 1-1) 888 4827. Fax: (35 1-1) 887 3380. - Año 1997 NOTICIAS GENERALES VIII Simposio Internacional de Arqueología de buques y embarcaciones Entre los días 24 y 27 del próximo mes de septiembre de 1997, se celebra rá en el Museo Central de Morskie (Museo Marítimo polaco), Polonia, el VIII Simposio Internacional de Arqueología de buques y embarcaciones. Para más información dirigirse a: Dr. Jerzy Litwin, secretariat ISBSA 8, Museo Central de Morskie, il Szero ka 67/68, 80-835. Gdansk, Polonia. [Fax: +48 58-318453] IV Simposio Iberoamericano de Historia Marítima y Naval Han sido fijadas las fechas de celebración de este Simposio, que tendrá lugar en Madrid entre los días 24 a 28 del mes de noviembre de 1997, y a tal efecto a sido ya cursada la primera circular en la que se ha dado preferencia a los participantes de los Simposios anteriores (Lima. 1991; Viña del Mar, i 993, y Buenos Aires, 1995). No obstante podrán concurrir también cuantos histo riadores cumplan los requisitos establecidos para el Simposio y envíen el títu lo de sus ponencias o comunicaciones antes del 30 de abril del año en curso. Siendo el Instituto de Historia y Cultura Naval el organismo al que se le ha encomendado la organización del Simposio, la RuvisTA DE HISTORIANAVAL, como portavoz de lá actividades de dicho organismo, dedicará una atención preferente en sus números sucesivos a la mayor difusión del evento. José Antonio OCAMPO 82 56 RECENSIONES CAR0N, François: Le Mythe de Suffren. Service Historique de la Marine. Vincennes, 1996. Si bien este es el título que figura en portada, en páginas interiores consta otro mucho más revelador: «La guerre incomprise ou le mythe de Suffren (La campagne en Inde 1781-1783)». Se trata por lo tanto del análisis específico de una campaña ,que efectuó el entonces capitán de navío y jefe de Escuadra Suffren en el Indico, en los últimos momentos de una de las muchas guerras con Inglaterra que efectuó nuestro país vecino a lo largo del siglo XVIII y que tanta incidencia tendrían en nuestra patria. François Caron es contralmirante francés en situación de reserva. Durante su vida activa alternó sus periodos de embarque con tres mandos en la mar —tanto submarinos como buques de superficie— con destinos en tierra en enseñanza, destacando su dedicación a la Estrategia, profesor de ella en la Escuela Superior de Guerra Naval, y también por su trabajo en los gabinetes del secretario general de la Defensa Nacional y del ministro de Defensa. Es un auténtico especialista en las guerras navales del siglo xviii, destacando sus libros: La guerre incomprise ou les raisons d’un échec (Prise de Louisborg 1758) y La guerre incoinprise oi.i la victoire volée (Bcitailie de la Chesapeake 1781). La vida del contralmirante Caron sigue siendo fructífera, ya que actualmente es director de estudios de la Fundación Mediterránea de Estudios Estratégicos y Administrativos de la Comisión Francesa de Historia Marítima. Comisión similar a ésta debería existir en España desde siempre, pero ya se sabe... las cosas de la maiem pre la misma miopía. En el Prefacio del profesor Vergé-Franceschi, director del laboratorio de Historia y Arqueología Marítima, se efectúa una síntesis de la vida del vicealmi rante Suffren, tanto en su aspecto militar corno personal, que contextualiza al héroe en su época. Suffren, guardiamarina en 1743 (había nacido en 1729). combate varias veces a los ingleses en las distintas campañas del siglo, fue hecho prisionero dos veces: guerra de sucesión de Austria (1744-48) y batalla de Belle Isle; guerra de los Siete Años (1756-63), combate de Mahón en la escuadra de La Galissoniére; y guerra de la Independencia americana (1776-1783). Final mente nos cabe recordar corno españoles que participó en la expedición a Argel del año 1784, la de Barceló. Asimismo, en épocas de paz, navegó en los buques de la Orden de Malta, de la que era caballero y terminó siendo bailío. Vaya por delante que el libro del contralmirante Caron es desmitificador; intenta, y creernos que logra, situar al personaje en el auténtico lugar que le corresponde. No es el héroe, el líder nato; no es el estratega revolucionario. A lo largo de las páginas Caron efectúa un repaso minucioso a la documenta ción, abundante, de la época, existente hoy en distintos archivos oficiales, incluyendo cartas privadas de Suffren; a continuación realiza comentarios a lo escrito sobre las mismas fuentes, fundamentalmente por el célebre almirante R. Castex, tanto en su Les Idées militaires de la marine au XVIII siécle, de Ruvter c Suffren, como en las Théories Stratégiques y también por otros autoAño 1997 RECENSiONES res. Se produce, por tanto, un triple relato: los hechos como los ven o escriben los protagonistas de los mismos: Suffren y los ministros de Marina en París; el análisis de los historiadores posteriores y finalmente el punto de vista del autor. La conclusión final es que Suffren ha sido mitificado por diversas circunstancias, pero no es el estratega revolucionario que se ha creído y afir mado. Destacó por su voluntad inflexible y por la extrema valentía en el combate, pero adoleció de capacidad de mando como almirante. Demuestra Caron que cuando Suifren rozó el desastre debiendo ser ganador, ya que lleva ba la iniciativa, la sorpresa y superior número de buques (combate de la Praya). fue debido a saltarse todas las normas de la época —ausencia de línea de fila, buques dispersos, falta de órdenes durante el combate—, y algo simi lar sucedió en posteriores combates, y sin embargo, si cuando tuvo menos fuerzas, al final de la campaña, en Gondelour, obtuvo la victoria (por abando nar el lugar los ingleses, no por perder buques), fue por combatir en línea de fila y dirigir el combate desde el centro, no yendo él solo al combate y los que le siguieron buenamente, como en veces anteriores. Destaca Suffren por continuar combatiendo durante dieciocho meses sin bases, repuestos, dotaciones, etc.; aquí es donde se demuestra una dirección inflexible. Fue duro con sus hombres; desembarcó a siete capitanes de navío con mando de buques por incompetentes, entre ellos a destacados y afamados marinos —hijos del Cuerpo desde generaciones— como Forbín o Bidé de Maurville (decimotercer oficial de este apellido en la Marina francesa), etc., achacándoles falta de coraje o desconocimiento de sus deberes, y también falta de ímpetu combativo; Caron, sin negar totalmente estas razones en algunos casos, también matiza en varias ocasiones falta de viento, características de los barcos —no estar forrados de cobre— y falta de órdenes anteriores y durante el combate. Pero estos desembarcos fueron bien vistos por las dotaciones; además el mismo Suffren —en ello fue algo demagogo— ño era hijo del Cuerpo, ya que su padre, aunque noble, señor de Saint-Tropez y marqués de Saint-Cannat, era un modesto hidalgo provenzal, alcalde de Aix. Desde luego hay que reconocer que permanecer en un teatro de operaciones tan lejano como el océano Indico frente a la potente Marina inglesa y no salir derrotado fue todo un éxito. El Indice es el siguiente: Préface. Avant Propos. Note liminaire. Cap. 1. Un Theatre secondaire: Le Coromandel. Cap. 2. Castries et Sartine. Une méme Strategie. Cap. 3. Une laborieuse mise en route. Cap. 4. La halte a La Praya. Une suprenante decision. Cap.5. La bataille de la Praya. Une occasion perdue. Cap. 6. Le repli en haute mer. Un sentiment d’échec. Cap. 7. Le séjour au cap. Une étonnante passivité. Cap. 8. La bataille de Sadras.. Une inexplicable manoeuvre. Cap. 9. Providien et Négapatam. Des batailles mal préparées. Cap.1O. La bataille de Trinquemale. Le piége anglais. Cap.l1. La bataille de Gondelour. La marque du vrai génie. Cap. 12. Le retour triomphal. La nais sance d’un vrai mythe. Annexes. Bibliographie. Index. Excelente libro, con cuidadosos análisis de las distintas batallas y, como queda expuesto, desmitificador. Antonio de la VEGA 84 56 RECENSIONES Cesáreo: Disquisiciones náuticas. Instituto de Historia y Cultura Naval. Ministerio de Defensa. Madrid, 1996. FERNÁNDEZ DURO, El zamorano Cesáreo Fernández Duro es figura señera para todos los que se interesan en los temas marítimos; a lo largo de su extensa vida (1830-1908) supo aunar la pluma y la espada en fecundo crisol. Navegó y combatió como el mejor, y como historiador hay que situarlo en la línea de Vargas Ponce, Fernández de Navarrete, Novo y Colson, y ya en tiempos actuales Guillén Tato. Fue investigador desde sujuventud —sus primeros escritos conocidos son de 1856— y pudo emplearse plenamente en ello tras su etapa de total dedicación militar. Escritor prolífico —más de cuatrocientas obras—, verda dero amante del idioma castellano y de sus términos marineros, procuró siem pre que éstos no se perdieran. Recordemos que fue secretario perpetuo de la Real Academia de la Historia. Recensionamos hoy la edición facsímil de su obra Disquisiciones náuticas, aparecida en seis tomos durante los años 1876-1881, editadas en aquel enton ces por «Imprenta, Estereotipia y Galvanoplastia, de Aribau y C.’» (sucesores de Rivadeneyra). Impresores de Cámara de S. M. Aplaudamos esta iniciativa del Instituto de Historia y Cultura Naval, que retoma —demasiados años después— el eslabón dejado por aquel otro secreta rio perpetuo de la Academia de la Historia, el contralmirante Julio F. Guillén, cuando allá por 1972 reeditó la magna obra Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón, también, como es conocido por nuestros lecto res, de don Cesáreo. El propio Instituto de Historia y Cultura Naval ha colabo rado recientemente en la coedición, asimismo facsimilar, de La Marina de Castilla, del mismo autor, publicada en 1894 con el grato :subtítulo «desde su origen y pugna con la de Inglaterra hasta la refundición en la Armada españo la». Participaron en esta coedición el Instituto de Estudios Zamoranos «Florián de Ocampo», y la Diputación de Zamora, a quienes debemos estar agradecidos. El propio Fernández Duro nos explica en el primer tomo de las Disquisi ciones que la mayor parte de las monografías que las constituyen fueron publicadas en el Museo español de Antigüedades, editada por don José Gil Dorregaray bajo la dirección del académico de la Historia don Juan de Dios de la Rada y Delgado. «Abraza dicha obra el estudio extenso de los objetos notables pertenecientes a todos los ramos de la Arqueología que se custodian en los museos nacionales». Con el fin de hacer llegar a la juventud marina (la embarcada y la interesada) una edición menos costosa que la anterior es por lo que el autor se decide a editarlas aparte, formado un todo marinéro. Idea fundamental de Fernández Duro, «contribuyendo a su instrucción (el de la juventud marina) y a despertar tal vez el deseo de investigar de un modo análogo, otros de los muchos puntos que han de esclarecerse antes de dar cima a la interesante empresa, ya feliz y noblemente comenzada, de escribir la historia de la Armada nacional». El «tal vez» de Fernández Duro es signi ficativo, ayer y hoy. No debemos olvidar que el ministro de Marina que deci de la impresión de la obra a cargo del Presupuesto del Ministerio era don Juan B. Antequera; siempre se tropieza con los mismos preclaros individuos. Año 1997 RECENSIONES Las Disquisiciones son diecinueve, con los siguientes títulos (entre parén tesis se destacan algunos asuntos interesantes): Volumen 1: Conformación, adorno y armamento de naves antiguas. 1.”Artillería. 2.” Cartografía (Juan de la Cosa). 3.” Navegación (Carabelas, las de Colón). 4.” Construcción Naval (Buques con coraza, las flotantes de Gibraltar). 5.”Decoración de naves anti guas (estandartes, banderas, faroles). 6.” Banderas (El pendón de Castilla, los colores nacionales). 7.” Numismática. Volumen II: La mar descrita por los mareados. 8.” La vida en la galera. 9.” Galeones y flotas de Indias (los apéndi ces incluyen biografías de distintos marinos de entonces: Eugenio de Salazar, Francisco Díaz Pimienta, Juan Domingo de Echeverri, etc.). 10.”Animalejos navegantes (cucarachas, ratas, etc.). Volumen III: Navegaciones de los muer tos y vanidades de los vivos. 11.”Saludos y etiquetas en la mar. 12.” Prácticas religiosas. 13.” Iconografía (descripción del Panteón de Marinos Ilustres). Volumen IV: Los ojos en el cielo. 14.” Instrumentos náuticos. 15.”Cronome tría. 16.” Pilotos. 17.” Bibliotecas y museos. Volumen V: A la mar madera. 18.” Fábrica de naos (armamento, aparejo y arqueamiento, fabricadores, maes tros, ingenieros, escritores, legislación, bibliografía). Volumen VI: Arca de Noé. 18.” (continuación: Calafatería y carenas de botar al agua los navíos. Discursos, informes y proyectos). 19.” La pesca de los vascongados y el descubrimiento de Terranova. Apéndice, con un índice general de personas nombradas en las Disquisiciones e Indice General de cosas más notables. Creemos que en toda edición facsímil se debería incluir un estudio del libro que se trate, una revisión crítica, ampliatoria, complementaria etc., con el fin de que el paso de los años y las investigaciones posteriores sitúen mejor los hechos. Se comprende la dificultad de lo anterior tratándose de don Cesá reo, pero por lo menos se debería haber incluido una biografía del autor. El Instituto de Historia y Cultura Naval debería continuar el rumbo emprendido con más recaladas en obras de Fernández Duro, como éstas, por citar algunas: Naufragios de la Armada española; El Gran duque de Osuna y su marina; o los Viajes regios por mar en el transcurso de quinientos años. Por cierto, que quizás se podrían recuperar los trabajos del almirante Núñez Iglesias sobre la Marina en el reinado de Isabel II y redactando lo que falta hay expertos—, completar lo que sería el Tomo X de la Armada Española en póstumo homenaje al admirado Fernández Duro. — Antonio de la VEGA Miguel: Historia del vuelo sin motor en España 19301995. Publicaciones del Ministerio de Defensa, 1996. TAuLER GEJABERT, Una de las actividades más emocionantes que puede realizar el ser humano es la de volar por sus propios impulsos, sin máquinas ni motores, ni imposi ciones profesionales; sólo con la vocación y la pericia como elementos sustan ciales de un ejercicio de libertad que en el cielo se hace aun más libre. Esta 86 56 RECENSIONES puede ser la síntesis del mensaje que el autor de la Historia del vuelo sin motor en España, el veterano piloto Miguel Tauler Gelabert, nos ofrece en el sugerente libro que reseñamos. El autor dice que buscó comprensión, justiciá y objetividad para narrar la historia, y puede decirse que lo ha logrado, ya que el libro —denso librp— ofrece un completo tratamiento de lo que ha sido y es, en España y fuera de España, el vuelo sin motor como deporte-ciencia, y especialidad aeronáutica, cuya popularización y expansión se debe tomar en serio, como ocurre en el resto de la Unión Europea. El libro se articula en un compacto índice, que arranca desde el vuelo sin motor en la Segunda República y termina con los resúmenes de los años 1990 a 1995 del vuelo sin motor español. Tiene también numerosos anexos; va ilus trado profusamente con fotografías de gran calidad y proporciona una intere sante, por poco conocida, bibliografía. Setecientas páginas de papel satinado y en gran formato dan mucho de sí. Y si a ello se le añade la vivacidad, y el rigor histórico y la amenidad de su contenido, no cabe duda de que nos encontrarnos ante un trabajo excepcional que no por menos conocido debe ser injustamente infraestimado, porque sola mente el esfuerzo de su plasmación, bien merece la pena de su lectura. : Antonio de la VEGA G00DMAN, David: Spanish naval power 1589-1665. Reconstruction and defeat. Carnbridge University Press, 1997. 303 páginas. ISBN 0 521 58063 3. Precio 35.00 L, 59.99 $. El libro que hoy comentamos pertenece ala prestigiosa colección «Cambridge Studies in Early Modern History», dirigida por el piofesor e hispanista John Elliot. El autor, David Goodman, es profesor de Historia de la Ciencia y la Tecnología en la Open Universitv. El libro trata de estudiar el periodo englobado en los años posteriores a la pérdida de la armada contra Inglaterra hasta 1665, final del largo reinado de Felipe IV, una época de la historia marítima española que ha estado escasa de estudios en profundidad hasta los últimos veinte años, en que han aparecido los trabajos de J. AlcaláZamora, 1.A. Thompson, R. A. Stradling, C. R. Phillips, etcétera. Sin embargo, permanecen sin investigar temas significativos para entender la política naval de esta época, como la política forestal, que suministraba la materia prima para la construcción naval; la composición de la tripulaciones, su reclutamiento, oportunidades de promoción y relaciones de parentesco, además de la cualificación de los administradores navales en esa época. El autor considera que más que ninguna otra circunstancia fue la experiencia bélica contra Inglaterra en los años 1580-88 lo que impulsó a la Monarquía española a establecer una flota de guerra permanente en el Atlántico y a reconstruirla con las características de rapidez y agilidad que tenían las flotas de sus enemigos ingleses y holandeses. Para estudiar estos aspectos divide el Año 1997 RECENSIONES libro en dos partes: la primera estudia el coste de las flotas, la política de conservación y tala de montes, la construcción naval y la puesta a punto de los navíos; la segunda parte del libro está dedicada a estudiar las tripulaciones y oficiales, los métodos de reclutamiento, sus orígenes sociales y el lugar que ocupaban en la sociedad de la época. El profesor Goodman concluye que, a pesar de que la supremacía naval española tuvo un interés prioritario en la política de los Austrias y se cuidó la construcción naval, potenciando la refo restación en las provincias del norte de España, las sucesivas crisis financieras de la Monarquía y la poca consideración social de los marinos que no eran nobles incidieron en la efectividad y preparación del componente humano de las flotas. El libro consta de varios Apéndices sobre los superintendentes de bosques en España, plantaciones de árboles en Vizcaya, dimensiones de los buques españoles en la época y formación y origen social de los veedores generales de la Armada del Mar Océano, sumamente ilustrativos. La Biblio grafía, separada en fuentes primarias y secundarias —ampliamente comenta das las primeras—, y un glosario de términos españoles complementan este ameno y riguroso trabajo que posee la calidad histórica a la que nos tiene acostumbrados la escuela inglesa de Historia Contemporánea. Luisa MARTÍN-MERÁs 88 56 A PROPÓSITO DE LAS COLABORACIONES Con objeto de facilitar la labor de la redacción, se ruega a nuestros colaboradores que se ajusten a las siguientes líneas de orientación en la presentación de sus artículos: El envío de los trabajos se hará a la Redacción de la Revista de Historia Naval, Juan de Mena, 1, l.° 28071 Madrid, España. Los autores entregarán el original y una copia de sus trabajos para facilitar la revisión. Con objeto de evitar demoras en la devolución, no se enviarán pruebas de corrección de erratas. Estas correcciones serán efectuadas por el Consejo de Redacción o por correctores profesiona les. El Consejo de Redacción introducirá las modificaciones que sean necesarias para mantener los criterios de uniformidad y calidad que requiere la Revista, informando de ello a los autores. No se mantendrá correspondencia acerca de las colaboraciones no solicitadas. A la entrega de los originales se adjuntará una hoja en la que debe figurar el título del trabajo, un breve resumen del mismo, el nombre del autor o autores, la dirección postal y un teléfono de contacto; así como la titulación académica y el nombre de la intitución o empresa a que pertenece. Podrá hacer constar más titulaciones, las publicaciones editadas, los premios y otros méritos en un resumen curricular que no exceda de diez líneas. Los originales habrán de ser inéditos y referidos a los contenidos propios de esta REVISTA. Su extensión no deberá sobrepasar las 25 hojas escritas por una sola cara, con el mismo núme ro de líneas y convenientemente paginadas. Se presentarán mecanografiados a dós espacios en hojas DIN-A4, dejando margen suficiente para las correcciones. Deben entregarse con los erro res mecanográficos corregidos y si es posible grabados en diskette, preferentemente con trata miento de texto Word Perfect 5.1. u otros afines. Las ilustraciones que se incluyan deberán ser de la mejor calidad posible. Los mapas, gráfi cos, etc., se presentarán preferentemente en papel vegetal, convenientemente rotulados. Todas irán numeradas y llevarán su correspondiente pie, así como su procedencia. Será responsabili dad del autor obtener los permisos de los propietarios, cuando sea necesario. Se indicará asimismo el lugar aproximado de colocación de cada una. Todas las ilustraciones pasarán a formar parte del archivo de la REvIsTA. Advertencias • • • • • • • • Evítese el empleo de abreviaturas, cuando sea posible. Las siglas y los acrónimos, siem pre con mayúsculas, deberán escribirse en claro la primera vez que se empleen. Las siglas muy conocidas se escribirán sin puntos y en su traducción española (ONU, CIR, ATS, EE.UU., Marina de los EE.UU., etc.). Algunos nombres convertidos por el uso en palabras comunes se escribirán en redonda (Banesto, Astano, etc.). Se aconseja el empleo de minúsculas para los empleos, cargos, títulos (capitán, goberna dor, conde) y con la inicial mayúscula para los organismos relevantes. Se subrayarán (letra cursiva) los nombres de buques, libros, revistas y palabras y expre siones en idiomas diferentes del español. Las notas de pie de página se reservarán exclusivamente para datos y referencias rela cionados directamente con el texto. Se redactarán de forma sintética y se presentarán en hoja aparte con numeración correlativa. Las citas de libros y revistas se harán así: APELLIDos, nombre: Título del libro. Editorial, sede de ésta, año, número de las páginas a que se refiere la cita. APELLIDOS, nombre: «Título del artículo» el Nombre de la revista, número de serie, sede y año en números romanos. Número del volumen de la revista, en números arábigos, número de la revista, números de las páginas a que se refiere la nota. La lista bibliográfica deberá presentarse en orden alfabético; en caso de citar varias obras del mismo autor, se seguirá el orden cronológico de aparición, sustituyendo para la segunda y siguientes el nombre del autor por una raya. Cuando la obra sea anónima, se alfabetizará por la primera palabra del título que no sea artículo. Como es habitual, se darán en listas independientes las obras impresas y las manuscritas. /