RESOLUCION Nº 134/03 En Buenos Aires, a los 21 días del mes de mayo del año dos mil tres, sesionando en la Sala de Plenario del Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la Nación, con la Presidencia de la Dra. María Lelia Chaya, los señores consejeros presentes, VISTO: El expediente 372/01, caratulado “Rocha, Jorge Alejandro c/ Dres. Irurzún Martín - Cattani Horacio - Luraschi Eduardo y otro”, del que RESULTA: I. El Dr. Jorge Alejandro Rocha solicita a este Consejo de la Magistratura que “determine si cabe promover juicio político contra los jueces de la Sala I de la Cámara Federal en lo Criminal y Correccional, Dres. Martín Irurzún, Horacio Catani y Eduardo Luraschi, como así también al Sr. Juez Federal y Sr. Fiscal del fuero Dres. Jorge Urso y Carlos Stornelli” (fs. 5). II. Sostiene el denunciante que de acuerdo con el fallo dictado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en la causa conocida como “de las armas”, los magistrados mencionados “crearon delitos de la nada, buscando un tipo penal que permitió el procesamiento con efectiva privación de libertad de personas inocentes, para luego acomodar los hechos a la figura, invirtiendo así el orden lógico del razonamiento, utilizando caminos aparentemente revestidos de legalidad pero en definitiva ilegales no obstante que tenían la obligación de asegurar el imperio del derecho y la consiguiente paz social, todo ello con la pretensión de convertirse en adalides de la lucha contra la corrupción”. Agrega al respecto que “(s)i ello es así, pues lo ha dicho el más alto tribunal de la Nación, esos jueces no pueden permanecer un minuto más en sus sillones, pues serían tan peligrosos como el actualmente encarcelado ex-Juez Bernasconi”. III. Al concluir, señala que este Consejo “debe determinar si esa conducta configura los delitos de privación ilegal de la libertad, abuso de autoridad, prevaricato, etc. y si ello es así, promover el enjuiciamiento político y también penal de los referidos magistrados”. IV. De los términos de la denuncia surge que el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación al que hace mención el presentante es el dictado el 20 de noviembre del año 2001, en la causa 798/95, caratulada “Stancanelli, Néstor Edgardo y otro s/ abuso de autoridad y violación de los deberes de funcionario público s/ incidente de apelación de Yoma, Emir Fuad”. V. Cabe aclarar que respecto del fiscal, Dr. Stornelli, la denuncia deviene improcedente por no resultar este Consejo el órgano competente para evaluar su conducta, debiendo ocurrir el interesado ante el organismo correspondiente. VI. No obstante la imprecisión del escrito, en cuanto a la determinación de los actos objeto de cuestionamiento, de su lectura se infiere que se hace referencia a la sentencia dictada por la Sala II de la Cámara Nacional en lo Criminal y Correccional Federal -el 24 de mayo del año 2001- en la causa 17.755, caratulada “Yoma, Emir Fuad s/ procesamiento y prisión preventiva”, al resolver sobre el recurso interpuesto por el imputado contra el auto de procesamiento y prisión preventiva dictado por el titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 8. También se hace alusión a esta última resolución emitida por el juez de grado en la causa 798/95, conocida como “causa armas”. Debido interpretarse a que la en ambigüedad la señalada, presentación se también hace podría referencia, además, al auto de procesamiento y prisión preventiva, del 4 de julio de 2001, dispuesto por el Dr. Urso respecto del ex-presidente, Dr. Carlos Saúl Menem, en la mencionada causa. CONSIDERANDO: 1º) Que el 23 de octubre del año 2002 el Plenario de este Consejo resolvió, en el expediente 273/99 y sus acumulados -autos 168/01 y 192/01- desestimar las denuncias formuladas por los Sres. Miguel Bootello, Gustavo Romano Duffau y Víctor Alberto Abalos Madariaga contra el titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y (resolución 292/02). Correccional Federal Nº 8, Dr. Urso 2º) Que en las referidas denuncias se cuestionaba la actuación del Dr. Urso en la causa 798/95. En particular, en la última de ellas (expediente 192/01) se lo denunciaba con motivo del auto de procesamiento y prisión preventiva que dictó el 4 de julio del año 2001. 3º) Que en aquella oportunidad se señaló que “en relación con la denuncia formulada por el Dr. Abalos Madariaga (expediente 192/01), de su análisis surge que el presentante sólo manifiesta su discrepancia con el encuadre jurídico adoptado por el Dr. Urso al dictar el auto de procesamiento y prisión preventiva del 4 de julio del 2001 contra el ex Presidente, Dr. Carlos Saul Menem, en particular con relación al delito de falsedad ideológica previsto por el artículo 293 del Código Penal”. En el caso en análisis, el interesado sólo formula un reproche teórico sobre la calificación adoptada, sin agregar elemento fáctico alguno que sustente la procedencia de la imputación. Sin perjuicio de que la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en la sentencia del 20 de noviembre del año 2001 referida ut supra, ha rechazado enfáticamente la imputación del delito de falsedad ideológica utilizado por el magistrado -en concordancia con lo argumentado por el denunciante- lo cierto es que tales hechos no resultan suficientes para atribuir mal desempeño a la conducta del juez en cuestión. Al respecto, cabe recordar lo sostenido en el citado precedente de este Consejo con relación a que el magistrado, como director del proceso, tiene la facultad y el imperium suficiente para valorar los elementos obrantes en la causa y decidir el fundamento jurídico aplicable a sus resoluciones. A ello procede añadir que el dictado de medidas como las que se cuestiona -auto de procesamiento- no implica más que un juicio de probabilidad, marcado por su carácter provisorio, no siendo necesaria la certeza, sino sólo acreditar la existencia de elementos de convicción suficientes respecto del hecho y la responsabilidad de sus autores. En los autos en estudio, los aspectos controvertidos han tenido oportunidad de plantearse en las sucesivas instancias del proceso, culminando con el pronunciamiento del más Alto Tribunal. En razón de lo expuesto, debe reiterarse que no surge de la conducta del magistrado cuestionado irregularidad alguna que pudiera encuadrar en una de las causales de remoción previstas en el artículo 53 de la Constitución Nacional. 4º) Que en atención a que los hechos del presente escrito guardan similitud con los de los expedientes citados, en lo que respecta a la intervención que le cupo al Dr. Urso en la causa penal de marras, y sin perjuicio de que la denuncia podría comprender otras resoluciones dictadas por el magistrado en los mismos autos, resultan aplicables al particular los fundamentos reseñados, en mérito de los cuales corresponde su desestimación. 5º) Que igual temperamento deberá adoptarse respecto de los integrantes de la Sala II de la alzada, en orden a la intervención que tuvieron en la causa de referencia, en particular en cuanto a la sentencia del 24 de mayo del año 2001, mediante la cual se confirmó el auto de procesamiento dictado por el juez de grado, como también respecto de otros pronunciamientos de similar tenor. 6º) Que la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en la sentencia del 20 de noviembre del año 2001, al hacer lugar al recurso de queja interpuesto y dejar sin efecto lo resuelto por la alzada en la aludida sentencia, formuló severas apreciaciones en punto al sustento jurídico de la resolución recurrida, señalando que “resulta una decisiva carencia de fundamentación en la resolución atacada, lo que implica que no constituya derivación razonada del derecho vigente(...) y la hace descalificable por aplicación de la doctrina de esta Corte sobre arbitrariedad de sentencias, al afectar la garantía constitucional del debido proceso” (considerando 9º). Agregó que “resulta necesario llamar a la reflexión a los señores jueces y fiscales de las instancias inferiores intervinientes en causas de significativa repercusión como la presente sobre la necesidad(...) de extremar la atención en el encuadramiento legal de los hechos imputados a funcionarios o ex funcionarios. Pues resulta irreparable el daño producido por la ligereza en la apreciación de tales hechos al crear expectativas públicas de punición que, en caso de quedar luego desvirtuadas, alimentan sospechas o interpretaciones torcidas o aun malévolas sobre la intención de los órganos judiciales que en definitiva hacen respetar el ordenamiento jurídico. Nada se resuelve creando delitos de la nada ni buscando el tipo penal que permita el procesamiento con efectiva privación de la libertad para luego acomodar los hechos a la figura, invirtiendo así el orden lógico del razonamiento” (considerando 10). 7º) Que si bien merecen una especial consideración las expresiones empleadas por el Alto Tribunal, en atención a su tenor y en función de la circunstancia de tratarse de una de las causas que mayor impacto y repercusión ha generado en nuestra sociedad, no resulta menos cierto que el objeto de la presente denuncia se limita a cuestiones de índole netamente jurisdiccional, propias de los tribunales judiciales y ajenas a las atribuciones que en la Constitución Nacional se ha conferido a este Consejo de la Magistratura en el artículo 114. La interpretación de las cláusulas constitucionales así como de la normativa vigente aplicable en las causas judiciales, es una atribución exclusiva y excluyente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y de los tribunales inferiores, que ejercen de manera difusa el llamado control de constitucionalidad conforme se prescribe en el artículo 116 de la Constitución Nacional “(c)orresponde a la Corte Suprema y a los Tribunales inferiores de la Nación, el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución, y por las leyes de la Nación”. 8º) Que lo expuesto resulta doctrina pacífica de este Consejo de la Magistratura. De igual modo lo ha expresado el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados al resolver el caso “Bustos Fierro”, al indicar que “en el juicio político se juzga institucional y administrativamente la inconducta o la incapacidad de los jueces, pero no la dirección de sus actos o el criterio que informa sus decisiones en la interpretación de la ley (Sánchez Viamonte, Manual de Derecho Constitucional, Ed. Kapelusz, 1958, pág. 280)” En ese pronunciamiento también se sostuvo que “(e)n similar sentido Alfredo Palacios, en ocasión del juicio político de los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, señaló con acierto que: ‘...así como ninguno de los miembros del Congreso puede ser acusado, interrogado judicialmente ni molestado por opiniones que emita en desempeño de su mandato; ni el Poder Ejecutivo puede atribuirse funciones judiciales, recíprocamente los magistrados no pueden ser enjuiciados por las doctrinas o convicciones que sustenten en sus fallos porque entonces desaparecería totalmente su independencia y quedaría abolido el principio de la separación de poderes’. (Alfredo Palacios, ‘La Corte Suprema ante el Tribunal del Senado’, Ed. Jus, Buenos Aires, 1947, pág. 252)”. En igual sentido se opinó que “la independencia del órgano judicial tiene su expresión más acabada en el plano funcional en el ejercicio estricto de la potestad jurisdiccional y en el respeto a la libre determinación del juez. Esa independencia comienza a formularse como una zona de reserva de los jueces y tribunales en el ejercicio de la función de juzgar; la pretensión de Montesquieu al diseñar la doctrina de la división de poderes se orienta en ese sentido. La independencia judicial, desarrollada en sus orígenes en referencia al ejercicio de la función jurisdiccional, también abarcó la independencia de criterio del magistrado, ello con la finalidad de asegurar la garantía de la inamovilidad en las funciones mientras dure la buena conducta”. Finalmente se concluyó “Que en consecuencia, el fin último de la independencia de los jueces es lograr una administración imparcial de justicia, fin que no se realizaría si los jueces carecieran de plena libertad de deliberación y decisión en los casos que se someten a su conocimiento. Es obvio que este presupuesto necesario de la función de juzgar resultaría afectado si los jueces estuvieran expuestos al riesgo de ser removidos por el consideraciones vertidas en sus solo hecho sentencias de que las puedan ser objetables, en tanto y en cuanto -por supuesto- ellas no constituyan delitos reprimidos por las leyes o traduzcan ineptitud moral o intelectual que inhabilite para el desempeño del cargo (Corte Suprema, Fallos: 274:415)”. 9º) Que, con fundamento en las consideraciones expuestas, corresponde señalar que los hechos objeto de la presente denuncia no configuran causal alguna de remoción de las previstas en el artículo 53 de la Constitución Nacional (conf. artículo 115), por lo que procede -con acuerdo a lo propuesto por la Comisión de Acusación (dictamen 28/03)- su desestimación. Por ello, SE RESUELVE: 1º) Desestimar el pedido de apertura del procedimiento de remoción de los Dres. Martín Irurzún, Horacio Ricardo Cattani y Eduardo Ricardo Luraschi, integrantes de la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, y del doctor Jorge Alejandro Urso, titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 8. 2º) Notificar al denunciante y a los magistrados denunciados, y archivar las actuaciones. Regístrese. Firmado por ante mí, que doy fe. Fdo.: María Lelia Chaya - Bindo B. Caviglione Fraga - Abel Cornejo - Joaquín P. da Rocha - Claudio M. Kiper - Eduardo D.E. Orio - Lino E. Palacio - Luis E. Pereira Duarte - Victoria P. Pérez Tognola - Miguel A. Pichetto - Humberto Quiroga Lavié Beinusz Szmukler - Marcela V. Rodríguez - Jorge R. Yoma - Pablo G. Hirschmann (Secretario General)