René Morales Hernández reinterpreta el fin del mundo en un impactante desfile de imágenes que no dejarán desapercibido al lector asiduo de lenguaje vibrante, colorido, multi-sensorial. «Un cuaderno breve lleno de una nostalgia extraña como el olor de la carne muerta bajo la sal del orden». Dice Ernesto Carrión acerca de Notas sobre el fin del mundo. Sin duda, uno de los títulos necesarios en la nueva poesía mesoamericana que brota de las paredes, los suelos y la carne de un continente en llamas. René Morales Hernández Notas sobre el fin del mundo ePUB v1.2 ryuzaki_gt 08.04.13 René Morales Hernández, Primera Edición, Ocozocoautla de espinoza, Chiapas, México. Abril, 2011. Diseño: Luis Adrián Rodríguez Camacho Ilustración de portada: José Luis Camacho Diseño de portada: Felipe Bautista Cuidado editorial: Luvia Coutiño Hernández Editor original: ryuzaki_gt (v1.0 a v1.2) ePub base v2.1 Notas sobre el fin del mundo de René Morales Hernández está sujeta a la licencia Reconocimiento-No ComercialCompartir Igual 3.0 Unported de Creative Commons. Some get faith before they die Malcom Lowry Nota Un día, o segundos antes del fin del mundo, René Morales se anima a redactar su propio desierto personal. Un cuaderno breve lleno de una nostalgia extraña como el olor de la carne muerta bajo la sal del orden. Y lo redacta como uno más de los seres de este planeta; quiero decir: como un completo anónimo entre esa muchedumbre de cabezas de cerillas que somos todos. Como un hombre sin rostro identificable. Como un perro ambulante de mercados de una provincia cualquiera en cualquiera de nuestros países latinoamericanos. Antes del 2012 o el 2029, René Morales prepara un final para este planeta, donde lo que importa no es como sucede el final, sino el avance hacia la posible radiografía de nuestro sentido inútil de existencia, donde el viaje será o ha sido siempre el único propósito de nuestro viaje. Donde la respuesta a las tres preguntas importantes de la humanidad (¿quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos?), como dice René Morales, es quizás olvidarnos de estas preguntas. Donde podamos finalmente observarnos como un manchón de sangre que insiste en oscurecer nuestro motivo. ERNESTO CARRIÓN Santiago de Guayaquil, Ecuador, 4 de marzo de 2011 A Leopoldo Nicolás Un día antes del fin del mundo Para hablar con los muertos hay que elegir palabras que ellos reconozcan tan fácilmente como sus manos reconocían el pelaje de sus perros en la oscuridad Jorge Teillier i Un día antes del fin del mundo nos levantaremos temprano a ver a los pájaros y nos sorprenderemos escuchando nuestra respiración a la mitad de la hierba fresca nada sentiremos en ese momento sólo esa pequeña gota de lluvia que se estrella en contra de algo que no podremos definir y la vida no será más que arena que cae un fragmento de pan viejo en la alacena que comerán con paciencia las ratas más pequeñas en ese momento ya seremos un poco de tiempo y sangre en un lugar inadecuado ii Un día antes del fin del mundo Amanda seguirá en su cuarto sin hacer ruido como un gato con la sangre inflamada Amanda, quiero que sepas que al final de la fiesta todos sabíamos despedirnos en sueco o algo parecido sal un segundo, Amanda a escuchar cómo crece el pasto a ver cómo se mueven los árboles en la noche si estuvieras aquí nos sentaríamos a ver una parvada de patos en el televisor y no sabes cómo me gustaría que uno de ellos se machacara el cráneo contra la pantalla Amanda, abre la puerta que se ha hecho tarde y la casa se ha empezado a inundar de silencio iii Un día antes del fin del mundo saldré a caminar por mi pueblo con el viento en mi espalda bajo ese sol espléndido que iluminará las calles (incluso después de nosotros) mi perro por su parte seguirá compartiendo el pan y el mismo plato de agua que desde hace un par años envidian las palomas mis vecinos al verme me dirán: —buenos días, doctor— confundiéndome con mi padre o con mi abuelo y todo por un segundo parecerá estar en su lugar correcto iv Un día antes del fin del mundo mi madre nos citará a cenar y no nos atreveremos a ahuyentar a las mariposas que estarán por todos lados porque creeremos que son nuestros muertos poco a poco comenzaremos a hablar sobre lo que nos ha lastimado con la misma tranquilidad de una aguja clavada en la palma de la mano afortunadamente para ese momento ya nada podrá hacernos daño v Un día antes del fin del mundo cansados ya de dormir en posiciones extrañas nos levantaremos los ebrios con una lentitud pegajosa decididos a exponer el rostro a una lluvia diminuta que mojará el pavimento con la misma paciencia de una campana sonando a la mitad del desierto hablaremos entonces sobre la deconstrucción de los hogares sobre cómo desaparece la nieve en la ciudad de los perros para ese entonces todo será bueno incluso lo que nos mata vi Un día antes del fin del mundo sólo podré recordar en silencio lo felices que éramos buscando una palabra en medio de la casa destruida cuando creíamos como ciegos en nuestro pacto para asesinar a la miseria cuando entendimos que la única respuesta correcta consistía en olvidar la pregunta vii Un día antes del fin del mundo mi mujer me sacudirá el cuerpo para decirme que la nieve desaparecido de sus pechos ha que debimos haber cerrado los ojos hace mucho que tengo que hacer un esfuerzo enorme por no olvidar todo y ya sólo podré hablarle de algunos pájaros migrantes que se internan enfermos en la maleza de cómo hay demonios con los que he bebido en las porquerizas de cómo hay países a los que podríamos escapar y ser enormemente felices de cómo el tiempo se divierte con nosotros como si viviéramos en una cajita de cartón y ésta seguirá siendo nuestra manera dulce de mentirnos incluso en el último momento como dos enfermos de muerte que compartieran un amor inexplicable por una ventana blanca viii Un día antes del fin del mundo tendría que volver a casa para encontrarme con una esposa que le gustaran tanto los gatos como la programación por cable tendría que entrar por la puerta trasera con la mirada seca y un poco ebrio mordiéndome la mano para no hacer ni un sólo ruido como un conejo enfermo con la pata destrozada porque por alguna razón extraña sabría que lo habría arruinado todo ix Un día antes del fin del mundo me gustaría levantar el teléfono y decirte que me estoy desmoronando que ya no puedo que temo más que nunca que esta ciudad en donde vivo exiliado se caiga conmigo a pedazos y sólo querría preguntarte si también en la otra vida seremos infinitamente miserables o podremos escapar a tiempo antes de cumplir los 20 años x Un día antes del fin del mundo en la madrugada estaré escribiendo y saldré a acariciar a mi perro con una sonrisa triste ya que para ese momento dudaré más que nunca si aún estamos vivos Un segundo después Nada tiene que ver el dolor con el dolor Enrique Lihn i Después de muchos años, moriremos una tarde tranquila como la nieve de las montañas que sólo vimos una mañana limpia, cuando nos levantamos temprano mientras ella dormía Será tan simple como abrir una puerta con la delicadeza del viento de mayo, como esconderse detrás de la puerta con la seriedad de una criatura de cinco años; así, el silencio pacificador de la muerte vendrá cabalgando con la soltura de diez mil búfalos ciegos dispuestos a desplomarse en todas las ciudades que ahora estarán al fin en paz ii En un principio sólo las moscas sabrán que hemos muerto y lo dirán con un zumbido morado del color de ciertas flores silvestres que nacen en la orilla de la carretera todos veníamos con el cordón umbilical bien enredado al cuello parecíamos manzanas rojas moviéndose en medio de la tormenta la vida no fue más que una tarde lluviosa y es mejor ahora que todo ha pasado iii Eso que no muere y que no sale de las placentas abiertas donde se crían los tigres más filosos como las tardes más anaranjadas, eso que no se puede ver en las radiografías de los hospitales, eso que expulsa el animal junto con la risa o la venganza como un manchón de sangre se comenzará a secar como los pastizales en el mes de abril y ya nunca nada volverá a cambiar iv Todo se comenzará a quedar en silencio, apagarse con la seguridad de un «para siempre», a fundirse con la nada, a moverse sólo gracias al viento de la muerte que andará como gato rabioso, recorriendo los barrios, con la felicidad que antes podíamos ver sólo en algunos cangrejos, así se irá meciendo como esa arena invisible que duerme tranquila en los parajes olvidados de la casa y al final parecerá que ninguno de nosotros estuvo aquí v Toda predicción acerca del fin del mundo habrá fallado o se habrá quedado a kilómetros de la realidad ya que será tan simple que en un principio la mayoría de las criaturas parecerán dormir Pormenores apocalípticos de un viaje al centro de la tierra Eres feliz cadáver eres feliz en tu sepulcro no te falta nada ríete de los peces de colores Nicanor Parra Guatemala Yo soy Ulises carcomido por la sífilis ciego y bueno como una golondrina que lo ha perdido todo en su infinita pobreza Yo soy Ulises el que amo mujeres tibias como la espuma en el hocico de los zorros Yo soy Ulises el que sueña con muslos húmedos en una ciudad oscura Yo soy Ulises el que jamás estuvo aquí Y A «y» le gusta sentarse en la orilla del abismo a lanzar piedras a abejas invisibles y a mí me gusta decirle que no tengo la sangre tan podrida a «y» le gusta morderme las costillas como un cervatillo ciego que quiere amamantarse y a mí me gusta verla desnuda como un ángel revelado dentro del cráneo pero al final todo vuelve a su cauce y yo me alejo cada vez más y más como una barca que rompe sus amarras en una noche de lluvia 17 dollars Introducción Aunque no lo parezca elegimos el orden de la sal sobre la carne muerta, el color de la pesadilla o la mordedura de nuestro pasado que insiste en entrar a nuestras sábanas como una víbora torpe en un campo de trigo I Entonces sé que puedo verte dormir como un cordero apoyado en su madre, puedo verte con la piedad sorprendida en la piel como ventanas cerradas a la noche de los lobos y por un instante todo parece distinto The catcher Deseo que todo sea destruido por la lluvia que no quede rastro alguno de ese alambre de púas que sirve para adornar un país deseo que sólo anden por ahí los mosquitos cargados de sangre como vacas a la mitad del centeno sin duda ahora tendría que lamentarme por esta larga lista de asesinatos que he deseado a partir de hoy exijo que las mujeres les tapen los ojos a sus hijos para que no vean cómo se destruye el mundo a mi paso Creta Y si volviera a casa empujado por un deseo pálido sin duda me detendría tranquilo a pensar en el sabor de la vainilla salvaje pensaría en bosques oscuros y en ese nido caliente o en la perra noble que traga leche tibia mientras su amo le acaricia la cabeza pensaría que la muerte se ha quedado atrás por un momento Textos sobre residuos orgánicos infecciosos La vida es hermosa, incluso ahora Raúl Zurita Una mujer que no cicatriza como una bala en el cráneo Al final tú con los labios secos por el tabaco negro de una noche aparentemente fría, te me acercarás en silencio para decirme: «moriremos solos» En ese segundo exacto me despierto al principio de otra década —viendo las luces de la ciudad sin poder decir algo que valga la pena— i Tú y yo no somos de esa gente buena que aparece en los poemas, ya que estamos hechos de la misma materia que incrementa los incendios de la misma sustancia que le escurre por la nariz a los conejos muertos a palos tengo la seguridad de que tenemos el mismo tipo de sangre podrida —somos la cal que asesina todo— el viento envenenado que se pega a la piel de las manzanas esto apenas comienza y te aclaro que no es un poema sino un borbotón de pus en medio de las piernas levántame el rostro por un segundo por favor que quiero fumar antes de que también esto se venga abajo Caja de colores Si no nos volviéramos a ver este sería el último día y sólo quedaría para mañana el hocico manchado de los perros por esa placenta negra que como una flor arterial atraía al arenal una infinidad de pájaros grises de moscas verdes como pedazos de pino de mariposas amarillas que duermen en la zona del desastre Entonces tendría que hablarte sobre la utilidad de algunos sueños en los hospitales públicos sobre mi infancia en sábanas blancas déjame que te cuente cómo abren los ojos los cachorros recién nacidos cómo la leche materna a veces puede confundirse con el amoníaco déjame que te diga que es demasiado tarde que yo nada sé de cirugías menores de la sangre y sus corazones diminutos de los relojes de arena que trae consigo el caos yo qué mierda voy a saber sobre el patriotismo en el país de la muerte déjame que te diga que ahora estoy en una tarde del 2005 tan ebrio como puedo y que me levantaré mañana no sé en qué siglo Night of long knives La carne la célula ajena yo en un carnaval de llanto por un vaso de leche que me manche los labios el Jack Daniels el tinto sobre las toallas la tina vacía los calendarios digitales los tranquilizantes azules la comida americana los sobresitos de té el alimento de los peces la cerveza en vasos de colores y la perra que te muerde la mano con todas sus fuerzas ¿no era eso lo que querías? ¿no era acaso el agua revuelta lo que buscabas? la sangre revuelta el dolor en la espalda la sonrisa destrozada los ojos rojos los analgésicos perdidos ¿la tarde tan inflamada como una vulva? para este momento ya nadie entiende lo que está pasando —y hay que empezar de nuevo a escribir este puto poema— DESDE OTRA CIUDAD CON LAS HERIDAS aparentemente cerradas DESDE OTRA CIUDAD DIRÉ que nada ha pasado + Yo sé mejor que nadie que es mejor morir de esa forma envuelto en sangre como un ciruelo coagulado cálido y con los ojos bien cerrados que es mejor dejar atrás todo esto sin tener un nombre como los perros ambulantes de los mercados de provincia yo por mi parte sigo escribiendo poesía en una caja de arena y es por eso que estoy salvado en apariencia a veces se tiende el desierto en la casa pero me consuela saber mejor que nadie que es mejor morir de esa forma envuelto en sangre como un ciruelo coagulado cálido y con los ojos bien cerrados que es mejor dejar atrás todo esto sin tener un nombre como los perros ambulantes de los mercados de provincia El triunfo de los justos Belleza de los pájaros y del lobo marino que saben esperar tan serenos la muerte Pedro Lastra i Ahora que el mundo entero ha muerto y ya no quedan pájaros ni hierba verde ardiendo en la tranquilidad de la tarde roja ahora que el mundo entero se ha vuelto una gota de cloro sobre las manos de Dios ¿de qué sirve la terquedad de la luz? ¿de qué sirve esta página? si no es para creer que nos hemos perdonado todo ii Ahora que el mundo entero ha muerto sólo queda el mar sin que nadie pueda hablar de este animal podrido en su propia sangre como una estrella diminuta ahora que el mundo entero ha muerto no volveremos a firmar en la oficina ni a engañar a los vecinos con palabras estúpidas acerca de la eternidad ahora que el mundo entero ha muerto ya nadie volverá a abrir los ojos y estaremos al fin juntos sin recordar nuestros falsos nombres iii (La muerte como una variante de «X») Ahora que el mundo entero ha muerto se puede intentar llegar a las siguientes conclusiones: a) La muerte es eterna ya que la vida es una simple variante de la muerte b) La muerte no es eterna ya que un acto hecho por el hombre incluso su muerte tiene algo de vital, por lo que no puede tener trascendencia, ya que si la muerte está precedida de un acto banal no puede conducir a lo eterno CONCLUSIÓN: TODOS ESTAMOS MUERTOS iv (Sobre el cadáver de los pájaros) Alguien cerró nuestros ojos ahora que sólo queda el viento acariciando el pelaje de las yeguas al fin lo hemos visto todo alguien hizo que la hierba y los pájaros fueran eternos alguien en esta hoja me hace escribir sobre el desierto alguien pone tus dedos sobre esta hoja que ahora se vuelve blanca v En ese crujir de los dedos sobre la tela roja en esa mañana blanca de campesinos y pájaros en ese cangrejo que anda sobre la arena en ese orgullo enorme que se puede sentir por el color verde en esa moneda de la infancia enterrada para el futuro está mi reserva de eternidad vi Cuando la mañana tibia ya no esté ahí como la novia de un pueblo de paredes blancas cuando las sombras de los pinos ya no estén ahí como una palabra seca en el fondo de un frasco de conservas cuando mi amada ya no esté ahí como una gruta blanca en medio de la noche o la miel vagabunda en las patas de las abejas cansadas sólo quedará un golpe homicida en el centro del cráneo un poco de calor en el pecho una mordida sobre el labio superior un poco de sangre mezclada con azúcar un centímetro de tinta negra vii + Auschwitz siete de mayo de 1944 Josef Mengele baila con Perla Ovitzes antes de enviarla a la cámara de gas 30 años después desde una ranchería en Paraguay recordaría con una ternura inusitada el bien que hizo al salvar a esa familia de enanos que le recordaban tanto a su infancia en las calles de Baviera + Hiroshima seis de agosto de 1945 Sumiteru Taniguchi sale en bicicleta a entregar el correo unos segundos después todo se queda en silencio oscurece a las ocho de la mañana y comienza a llover algo parecido al aceite quemado 40 años después en el mismo sitio de la explosión nuclear pensaba nuestro amable cartero que la mañana era perfecta para morir con el resto de su familia + Chernóbil 27 abril de 1986 Anna Korolevskaya después de salir con sus hijos a ver los pinos más altos de la avenida Prípiat sonríe en silencio después de toser sabiendo al fin que la luz que había visto la noche anterior no era un incendio sino la navaja de la muerte deslizándose sobre el cuello de los habitantes de su ciudad *** Arriba más allá de las montañas más allá de lo imaginable Dios como un pastor recién dormido sabe que en el fondo sus ovejas simplemente han estado jugando *** A veces se necesita de una desgracia avasalladora para recordar quiénes somos RENÉ MORALES HERNÁNDEZ, (Ciudad Valles, San Luis Potosí, México; 1981) desde muy pequeño creció en Ocozocoautla de Espinosa, Chiapas. Estudió lengua y literaturas hispánicas en la UNAM, su obra publicada se encuentra en un par de antologías y revistas, así como en los libros: El bestiario del perro (Literal 2009; México), Radiografías (Catafixia 2010; Guatemala), Autorretrato con perro negro (Public Pervert 2012; México). Lo más destacado de su poesía se ha traducido al inglés para el periódico cultural The Journal en el Reino Unido, así como al francés para la revista Estuaire en Québec, Canadá.