3' DESCKIPCION qiM celebró 1.12\l\3Y X O B L E Y 3yi\3Y L E A L CIUDAD D i PUiBTO-KIOO. Con motiva del fansto natalielo del Serenísliiie Príiclpe de Astarlai ©.©IM ñ l L l F © ^ © © . PUERTO-RICO. ZmprenUí de Aooeta» 1858. '^.Z^^ZH^^ li^MSM. TODO UOMB DEBE A LAS VEGADAS VOLVER ENTRE SUS CUIDADOS ALEGRÍA ¿ PLACER. CA LA COSA QDB ALGUNA VEGADA KOM FUELGA, NON PUEDE MUCHO DURAR. Esto decia Caton el Sabio, y esto mismo dijo el Rey también sabio D. Alfonso X en la Ley 20, título 5°, partida 2? de sa inmortal obra. Pero yo creo que este precepto y buen consejo era conocido y seguido antes no solo en Roma y en España, sino en todos los estados y naciones. Las diversiones y regocijos públicos no son esclusivamente propios de los pueblos cultos sino también de las hordas y tribus salvajes. El origen de esas diversiones se pierde en la noche de los tiempos y en la remotísima distancia de la primitiva fundación de las sociedades. El examen crítico de esta materia hist<$rica, y de las épocas que pertenecen á los siglos llamados HEROICOS, no es de este lugar, si bien no considero ageno al asunto de que voy á ocuparme, hacer una ligera y breve reseña acerca de la antiquisima y loa* ble costumbre que existe en todas las provincias y posesiones de nuestra madre patria, de celebrar con juegos y espectáculos, con fest^os y esparcimientos y con otros variados medios de solaz y alboroto, las grandes festividades, las glorias tradicionales, y los sucesos pr<$8peros y venturosos. Bajo la dominación romana, se introdujeron en España los usos y estilos, las prácticas y leyes, los municipios y magistrados y la organización social, civil y política del formidable imperio. Nada estraño es, pues, que entiSnces se introdujesen también sus juegos y espectáculos públicos. Así lo demneetran los circos para la carrera de carros y caballos, los anfiteatros y edificios ovales con gradas para la lucha de fieras 6 para los combates de los gladiadores, y las nanmáquias 6 cirenloB designados para las acciones 6 simulacros navales. RniBM de estM magnífioM obras M encaentraa en maobas do —4— nnestras provincias, como Estreraadura, Valencia, ScYÜla, Galicia, Cataluña j Castilla. Después fie la irrupción de los bárbaros no sé 81 habrán continuado esos espectáculos, pero que habia entonces diversiones y regocijos pi'ibücos, y egcrcicio» de fuerza y agilidad, de destroza y de jmjanza, se infiere y debe inferirse de las costumbres de los sefitentrionales y del modo y forma con que elevaban al Solio á sus Monarcas. La diversión popular de las corridas de toros ^e reputa y califica común y generalmente como un resto de barbarie gótica. Sin embargo no lo es tanto como lo eran los espectíiculos antiguos. La Religión Católica, la Iglesia Santa, la caridad cristiana, que tantcs y tan inmensos dones y beneficios hicieron á la humanidad y á la civilización, introdujeron también la suavidad y dulzura de costumbres y desterraron las escenas y juegos sangrientos que la idolatría y gentilidad habian inventado. Algunas diversiones existen entre nosotros que debieran estirparse, mas sin embargo no son comparables de ningún modo con las antiguas de Grecia y Roma. El Sr. Jovellanos que tan dura y severamente cepsuraba la función mas popular de los españoles, en su opúsculo, si suyo es, de Pan y Toros, Apreciarla sin embargo la inmensa distanci» que hay entre las escenas y lances de nuestras plazas á las que ocurrían en los circos romanos: en aquellas, las desgracias son raras, pero en estos era el término fatal, era condición necesaria é indispensable de placer la espantosa y horrible muerte: en aquellas, Be vá á admirar la pujanza, ef valor y la destreza, pero en estos, así el pueblo que pedia pan y eircensfs, como las cl;ises elevadas iban á observar si el gladiador moribundo eaia con gracia y donaire y si exhalaba su áltimo suspiro con buen gesto y agradable aspecto y continente: en aquellas, se invierten do» ó tres horas, solo en las temporadas y dias permitidos, pero en estos se empleaban meses enteros y perecinn millares de gladiadores, ya luchando entre sí ó contra las garras de bestias feroces. Después de iniciada la gloriosa empresa de la restaura•ion neogótica, ó mejor diré, cuando se dio principio á aquella epopeya cstensa r portentosa, no se pensaría en recrearse ai- no en combatir. Los brnzos ocupados sin vajear ni descanío con las adargas y lanzas no podían asir cl caramillo y la dulzaina. Poro después de conquistada la imperial 1'oledo, y después de pobladas las villas y ciudades, disputadas palmo á palmo al poder de la media luna, ya liabia mas treguas y ensanche, ya podian las poblaciones entregarse ú recreos y holguras. Lo cierto es que las leyes alfonsinas' tratan de las diversiones públicas <4 que no deben concurrir los Perlados y Clérigos, de las que son lícitas ú los Reyes y á los jjueblos: liablan de las funciones de toros, de los espectáculos públicos y de los juegos de pelota, tejuelo, dados y otros: y contienen disposiciones acerca do esta materia, digna sin duda de escitar la atención de los Gobiernos por la gran parto que de influencia tienf, y tener debe en el bienestar y contento de los pueblos, y como entienden algunos, hasta en su profiperidad y desarrollo. Entre nosotros van paulatina é insensiblemente desapareciendo espectáculos y diversiones que deberían conservarse, no solo por su venerable antigüedad, sino adcjnas como recuerdos de gloria, como remedos de nuestra antigua táctica «le guerra, como testimonio del espíritu galante y caballeresco de nuestra afamada noldeza, como eslabones que enlazan y forman en parte la cadena histórica de nuestros usos y costumbres en la edad media, el ardor belieoso, la abnegación sublime, las empresas heroicas que se acometían por nuestros ínclitos paladines, invocando primero sus lál)ios el nond>re de Dio», y fijando después sus ojos en los emblemas de sus espadas, y en las divisas y motes de la dama que reinaba en su corazón y á quien consagraban sus hazañas y triunfos. Apenas queda 3'a memoria de las diversiones y pasatiempos cortesanos peculiares de las clases ricas y poderosas, de • Jas que se verificaban en las grandes festividades religiosas, de lu8 que eran propias de cada categoría social y hasta de las privativas de los pecheros ó plebeyos. Las monterías y cetrería» de los Monarcas y Magnates godos, y de los Beyes y proceres de Castilla, que tanto ocupaban á los cronistas, historiógrafos y trovadores de aquellas épocas, vinieron cayendo — < ^ «n completo olvido, pnes las que alguna qne otra rez se rcrífcan, no sen ni débil sombra de laa antiguas. Apenas se sabe ya que era lanzar á tablado, arrojar bofordo» y berir ettafermo». Las justa» 6 combate» singulares de hombre á hombre y las eotida» 6 lizas de tantos á tanto», en que tomaban parte como aventureros basta los mismos Monarcas y en qne tanto brillaron cotno paladines los Cides y Sueros de Qui Sones, han caido en total desuso. Lo mismo sucede con los torneo», coa aquellos grandiosos espectáculo» en que breantes y deslumbradoras cuadrillas y bandos de muy apuestos caballeros descargaban sendos mandobles y espaldarazos, y con sus vueltas y revueltas, con sos acometidas y fugas estratégicas, con sus tornos y escaramuzas, imitaban á lo vivo las mas reñidas batallas: lo mismo sucede con los juego» de caña y de sortija, que con tanta solemnidad y ceremonioso aparato se celebraban, y donde las ricas fembras y damas nobles adjudicaban los premios y coronaban por su misma mano á los mas distinguidos campeones. Ya no sq ven, sino muy rara ves los Caballero» en plaza con sus garroehone» 6 rejoncillo»', ya no hay, como había antes, frecuentes ju»ta» 6 certdmene» poéticos, que se mantenían en cualquier grande regocijo público. I A S célebres maestranza», esas asambleas y sociedades com]puestas de distinguidos caballeíos, y de las cuales son Gefes y Hermanos mayores nuestros Monarcas, 6 Infantes, apenas tienen vida. Y sin embargo una de ellas, que era antigua cofradía, es de fundación moderna Su principal instituto era y todavía es el manejo y ejercicio de las armas y la destreza y escuela de los caballos. Los fueros y exenciones que sucesivamente se fueron concediendo á estas Corporaciones, tuvieron por objeto fomentar su engradecimíento, establecer su disciplina, realzar sus timbres y llenar las condiciones, miras y propósitos de su creación. No obstante ya no se ven sus manejo» y pareja» ni el juego de cabezas, ni las corridas de alcancía», ni los otros espectáculos y fiestas que se celebraban, no solo con admiración y entusiasmo, sino ademas con reconocidas ventajas y beneficios públicos. Ya en el siglo pasado se quejaba con rasou el Sr. Jovellanos de su decadencia, y déla plaga de maestrantcs que liay en todas partes y cuyo título no supone, ni representa en el dia mas que el derecho de vestir un uniforme. Esa misma decadencia se nota en las diversiones populares y propias de las clases trabajadoras ó menos acomodadas. Las danza» de romeros que recordaban las famosas peregrinaciones á San Salvador de Oviedo y á Santiago de Galicia, y sus Santas procesiones, no existen en el dia, como no existen apenas las danza» de espadas, con las cuales, después de vistosos giros, mudanzas y evoluciones, se formaban escudos y pavese?, so desafiaba á los enemigos de la fé ó de la patria, y 88 representaba la elevación 6 investidura de la potestad monárquica. Solamente en algunas provincias del norte de Espjifia se conservan algunos restos de aquellos juegos y espectáculos, que también van decayendo. Las comparsas de danzantes que se usaban en las fiestas sacramentales y titulares, las de pastores y pastoras en ciertos dias señalados, y lo9 juegos de pica» y lanzas que se ejecutaban delante de las imágenes, en muy pocas partes se conservan, y no son lo que antes eran. Varias Congregaciones y Cofradías existen, que, no obstante su carácter piadoso y principal objeto de devoción y misericordia, deben por instituto celebrar, después de las funciones religiosas, bailes y entretenimientos públicos y repartir á los cofrades pan, viandas y bebidas en los paseos o egidos de los pueblos para amenizar la reunión y sostener el contento y alegría. La Cofradía de la Velasquida en Oviedo y otras semejantes, así lo acreditan. Dios asiste á las funciones y banquetes cuando son honestos, decentes y moderados, y sobre todo cuando los preside la virtud de la caridad. No me atreverd á asegurar que el Salvador del mundo haya bailado en las bodas de Canaan en Galilea, pero sabemos todos que concurrió á aquel festín con cinco de sus discípulos, y que allí hizo su primer milagro á petición do su Santísima Madre, convirtiendo en delicado vino el agua de las hiJrias preparadas para las purificaciones que los judíos usaban en las grandes festividades j convites. La Iglesia hace mención de esto en la Epifa- —8— fiia ó Adoiacioii <lc los Reyes, así coiiio ilel Arquitriclino 6 ^liustrcsala, ([liicn por el divino rnandato íuc t'l que probó primero ariucl licor suavísimo, siguiendo los demás libando y ale^rrúndose con lus ochenta azumbres que contenia cada una do las seis ánforas. En España, quizíi mas que en otras naciones, se lian conocido muchas y variadas clases de pasatiempo» escénicos, de cntrcteui.miontdS públicos y de juegos y diversiones, conformes H los lii'iljitos y costumbres de sus moradores, á su manera de vivir y á sus principios religiosos, sociales y polítJcosKn cada piovincia y en algunas comarcas hasta en cada pueblo habia diversos y peculiares modos de entregarse al solaz y contento, y eran, como son todavía en el día, distintos sus instrumentos rústicos, característicos sus bailes, y adecuados y csclusivos para cada uno las cantigas y tonadas. Obsérvese »ti no la distancia que hay entre la aposentada, monótona y tardía danza prima asturiana y sus cantares graves, lentoa y pausados, á las seguidillas manchegas y al tañido, viveza, forma y accidentes de la encantadora Jo<a aragonesa: entre los bruscos y esperezados movimientos de Itunuñeira gallega, y el garbo, gentileza, actitudes y ademanes excesivamente apasionados y provocativas del jalfo de Jerez y de otros bailes propios de las provincias de Andalucía. Pues ahora bien: esos juegos, diversiones, fiestas y regocijos públicos ¿cuándo oe han verificado y deben verificarse con mayor entusiasmo, mas solemnidad y mas extensión y ensanebe? ¿Cuando?... en las ocasiones mas plausibles y señaladas, como por ejemplo, una gran victoria, una paz anhelada, una alianza poderosa, las bodas reales, las coronaciones y otros sucesos faustos y prósperos. Esas diversiones se celebraban, como decían nuestros antiguos, en las grandes alegrías. ¿Y qué mayor alegría, qué mayor y mas alto motivo de regocijo y gozo purísimo que el nacimiento de un Príncipe en una nación como la española, que cuenta tantos eigloa de gloriosas in<)nav<iuía8, y cuyos hábitos, usos y costumbres se han formadlo y cuyas grandes conquistas y adquisiciones se han hecho, —9— S la sombra tutelar del Trono, bajo la dirección y potestad monárquicas? La España se rige todavia por leyes é instrucciones elaboradas en la mas remota antigüedad- Los esclarecidos nombres de los Reyes godos Eurico, Leovigildo, Recaredo, Chindasvito y otros resuenan y resonarán siempre con placer y gloria en nuestros oiilos, porque en aquellos tiempos calamitosos y turbulentos funtkron y robustecieron la Monarquía mas pujante y formidable de aquella ^poca, dotaron á sus pueblos con códigos <le leyes, mas filosóficos y sabios que toda» las colecciones de los demás estados erigidos después de la Tuina del viejo imperio, y mantuvieron en sus manos fuertes por espacio de cuatro siglos el cetro temible y respetado que iiabia asido Ataúlfo á últimos del siglo tercero, y que no fué quebrantado y tieshecb© por la inmoralidad y la traición hasta principies del siglo octavo ea que desaparecieron los mortales restos de D. Rodrigo entre las aguas ensangrentadas del Gua•dalcte. ¿Y qué diremos de los heroicos Reyes de Asturias, de León y de Castilla que empuñaron el estandarte de la Cruz, j abatieron el poder de la media luna, y en una lucha de ocho siglos, admiraron al mundo entero, alcanzaron reconquistar la monarquía y después de derrotar cien egércitos mahometanos arrojaron sus restos atemorizados á las playas africanas de •donde habían salido? Y al mismo tiempo plantaron la semilla del poder y civilización de su reino: dieron organización social y política á sus estados: publicaron códigos y compilaciones admirables: fundaron pueblos, iglesias y monasterios: levantaron esas famosas basílicas que son todavía monumentos dignos del estudio 'de los mas distinguidos artistas: dieron fueros á las ciudades, villas y alfoces, y dejaron por do quiera venerables testimonios del paternal amor á sus pueblos y de su prudencia y sabiduría. ¿Y qué diremos del nombre que se ha escojido para el Serenísimo Príncipe? Otro que tal: sí, otro motivo de satisfacción y de júbilo, porque cuando se trata de los Reyes, y especialmente en la monárquica España, nada hay que sea indi2 -10— fcrcntc, todo tiene gr.in significado. El aagnato nombre (Je Ai.FON'so liace mns <le quinientos afios que no se oía entre noí^otros, como nombre de pila en nuestros Monarcas. Y s^in embargo ese nombre v;i unido á las mas itimarccsüdcs <;l<i!Íns y íaiirelct* del trono castellano. Entre los once ínclitos Tvlonan us de ese nombre no hay apena» uno (¿ue no se baya di.-;!ngai'lo por sos hazañas y que no haya merecido cjiíteto.s !,onrohoK v" preclaros, así en la Corona de Castilla como en ¡a de Ariii^on. Algunos fueron ornados con la diadema y armino iminrial. 1). Alfonso I obtuvo, como Recai'cio, c¡ su^renombre de Católico, y como dice Mariana, corri'utvn ''Ipnrrj'jH lis «rffs de la guerra y de la pnz, j llevó hasta la Lusit;ui:a HUÍ pcndunes victoriosos. D. Alfonso II á quien por su [inra y s.Tiita vida apellidaron el Caito, e<lificó la magnífica basíüc-i de S. Salvador de Oviedo, fomentó el Culto divino, y fué mas que tio padro c;iriñoso del famoso Bernartlo del Carpió, aunque fruto de amor impuro." la milagrosa cruz délos Angeles, que onuí boy el im^ eente pecho de nuestro Príncipe, fué dádiva iiii>ttriosa bccli» por espíritus celestiales á la piedad de aquel ^lonarca, que procuró el arreo y hrmoHura de la rcpúblicn, en vez de rrgalos, vestidos y preseas para su ]>ersona. D. Alfonso I I I llamado el Jíar/no, por las dotes y grandes prendas de su cuerpo y de su dnhna, fué el que ganó la t'erra de Campos, el restaurador del Monasterio de Saliagun, el que fortificó á Zamora, el heróe dd Grajal, el conquistador de Ceinibra. Don Alfonso IV el Monje ofrece en nuestra historia un vivo ejemplo de cuan pesada es la Corona, cuan difícil en ocasione? el arte de gobernar á los pueblos: en su humildad y resignación prefirió 1» celda al palacio, trocó la diadema por la cogulla, el cetro por el cayado. D. Alfoqso V, que fué rey desde la edad de cinco años, ademas de sus haza Has como guerrero, y después de haber enganchado sus estados, tuvo la gloria inmortal de haber sido autor del famoso fuero de León de 1020, y pereció víctima de su arrojo y valentía bajo los muros <le Viseo. Don Alfonso VI el Bravo, llamado así por sus grandes hechos do armas, y por sus célebres jomadas, reunía 4 sus dotes milita- —11— TOS, un carácter -noble, liberal y niagníinimo, sufrió resignado las adversidades, y no se exaltó con los sucesos próspero», fué -el terror de la media luna, el conquistador de Toledo; con »n vida sfi conservaba todo, ú su muerte lloraron milagrosamente basta las piedras, se lamentó en todo el reino, no tr.nto quizá l:i muerte de su buen Rey como la gran p<;rdida y calamidad que con ella se sTifíiu. En Alfonso VII el £mpcrador reconocemos al iiif;iti;Table pcrseguiíin- del islamismo, al héroe que acosado de dolencias y con el cuerpo exánime y quebrantado no dio paz á su brazo todavía y lanzó Í^U último suspiro entre laureles en una tienda de campaña. ¿Pero k que cansarnos? En Alfonso VI11 reconocemos al fundador de la orden de Santiago j do la Universidad de Falencia, al héroe de Cuenca y de las Navas: En Alfonso IX al de Estreniadura: en Alfonso X el Sabio al inmortal autor de las Partidas, al protector de las letras y de las artes: En Alfonso el X I al héroe del Salado, al gran político, al autor del oélebre Ordenamiento de Alcalá. Y si distinguidos y preclaros fueron los Alfonsos en Castilla, nu lo fueron menos los Alfonsos de Aragón. Uno de ellos llevó 8U3 estandartes victoriosos á Cerdeña, Kápoles y Sicilia, y ancló Las naves españolas en las aguas del Adriático bajo los miradores de Venccia la Reina del golfo, la ScHora de las olas, las mística desposada. Los Monarcas de ese nombre prestantísimo son los que mayores glorias y vítores alcanzaron en la restauración de la Corona gótica: los que con([uistaron las capitales de los principales emiratos: los que abrieron y despejaron el camino á la magnánima Reina Católica, para que plantase en los muros de Granada el estandarte de la Cruz, que ocho siglos antes se habia levantado en la Sierra de Covadonga, y en la montaña de Uruel. Pero voy insensiblemente dando contra mi propósito excesivas proporciones á esta introducción, cuyo principal objeto es indicar que la ciudad de Puerto-llico, que tanto se honra y se distingue con los títulos do Muy Noble y Muy Leal, uo podia dejar de entregarse al mas inefable júbilo y transportes Ae vivo entusiasmo, y de celebrar con solemnidad y ostcnt»- —12cíon, así las fnnciones religiosas y actos de beneficencia coma los festejos públicos. Nuestra primera autoridad dio de un modo hábil y casi infperceptible el primer impulso y dirección á las fiestas reales, y las demás Corporaciones y Autoridades militares y civiles, y todas las clases en general se apresuraron á dar ttn público testimonio de 1» altísima importancia, del gran valor y apreciación que daban al fausto suceso que llcnd de regocijo á la nación entera y colmó sus esperanzas. El nacimiento del P R I K C I P E DE ASTURIAS, ese tan venturoso don de la Providencia, la viva y reciente memoria de los beneficios que acaba de dispensar á esta Isla la monifícencia de su Augusta Madre, sus constantes desvelos por su felicidad, debian escitar en tan señalada ocasión los puros afectos de lealtad de BUS moradores y empeñarlos en ofrecer relevantes testimonios de su amor y gratitud, y dar visibles pruebas de su satisfacción y alborozo. Así es que jamás se vieron en esta Capital mas lucidos y variados festejos. Entre las diversiones y espectáculos que hemos mencionado se eligieron algunos, y se adoptaron otros que mantuvieron á este pacífico vecindario en constante alegría y movimiento por espacio de cinco dias, porque como decia también el fiey Sabio, tiempos teñaladoe son sobre cada cosa, así como cantar á las boda» y llantear á los duelos, y la venida al mundo de su Augusto Nieto que. Dios mediante, será un dia su sucesor, motivo y grande es de esperanza y de contento, de exaltación, de canto y de espanslones. En los dias 12. 13. 14. 15 y 16 de Febrero del corriente afio de 1858 la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de PuertoRico celebró Fiestas Reales, para solemnizar el fausto y ventoroso natalicio del Serenísimo P R I N C I P E DE ASTURIAS D . A L FONSO. La Junta general formada con tan plausible objeto, y en cayo seno tenían representación todas las Corporaciones, crntegorias y ciaste había publicado en 1.° delmísmo mes «1 —13— programa de los festejos, regocijos y diversiones que debían verificarse, y que efectivamente se verificaron todos con sorprendente aparato y ostentación, amen de otros espectáculos y pasatiempos que el entusiasmo público había preparado súbita é instantáneamente y que nos cogieron y llenaron de muy agradable sorpresa. La breve reseña que voy íí ofrecer al público^ pálida y descarnada parecerá, á los que, como yo, han sido testigos presenciales de las variadas funciones qu« tuvieron lugar por el orden siguiente: DÍA PRIMERO. Al despuntar apenas entre ráfagas y celages de viro» y rojos colores los primeros rayos del sol, una salva de 21 cañonazos, cuyos estampidos 6 se confundían 6 alternaban á la ventura con los marciales ecos de las músicas de la guarnición, con el estrépito de las bandas de tambores y con los suaves acentos de las alboradas de instrumentos de cuerda, anunciaron á los siempre leales y pacíficos habitantes de esta Ciudad que había llegado el solemne y suspirado momento de entre" garse al solaz y la alegría. Esos retumbantes truenos, esaa dianas y toques dO' guerra que por desgracia son en tantas ocasiones funestos mensageros de mortandad y de estrago, fueron ent<>nces nuncios de la efusión de nuestros corazones, de la espansion de nuestras almas y del regocijo y entusiasmo público por uno de los mas prósperos sucesos que acontecer pueden en las naciones donde han entrañado con intensidad y gloria los hábitos y principios monárquicos. Esas músicas y bandas recorrieron toda la población, acompañadas de oleadas de gentes que se lanzaron á las calles al grito consolador y de esperanzas lleno de viva el PRINCIPE DE ASTUKIAS. Al mismo tiempo se izaron multitud de banderas, y los edificios públicos y casas particulares aparecieron ornados con ricas y brillantes colgaduras de varios colores. Didse tregua á tan divertida algazara para iras acercan- —14— do con unción y recogimiento á la basílica Santa donde en acción de gracias al Todopoderoso se había de celebrar á hs nueve una solemne función religiosa. A esa hora se presentó en el Sagrado recinto el Excino. Sor. Capitán General con el Real Acuerdo y las demás Corporaciones, Autoiidades y empleados civiles y militares, como va se Lubia verificado al saberse la primera fausta noticia del feliz alumbiamiento do S. M. (Q. D, G.), para rendir alabanzas al Altíí-imo entonando el admirable y sacrosanto liimno du San Aiiibro.sio y de su discípulo San Agustín. Salieron los prebendados á la puerta del templo, según ley y costumbre, para ofrecer el bisopo bendito y acompaCar á S. E. hasta el sitial y reclinatorio que ocupó y le pertenece por la grande Autoridad y vicc-patronato que ejerce en nombre de S. M. Las dcmúa Corporaciones, Autoridades y empleados ocuparon sus respectivos asientos según las precedencias y categorías. Celebró Misa cantada el Sr. Arcediano D. José Oriol de Cots, y el Evangelio de aquel día, diré aunque parezca estemporáneo, que jur-tamente rezaba la bellísima y doctrinal parábola de las diez vírgenes de las lámparas: la que nos manda velar porque no síibemos ni el día ni la hora: la que nos enseña á no dvs'«¡dar el cumplimien. to de nuestros deberes religiosos: la que nos advierte el gran peligro que corremos si no nos preservamos de las má-\imas del error y de la impiedad; la que quiere que fortalezcamos nuestro espíritu contra las ideas depravadas, que vivamos alerta contra esos monstruosos sistemas, contra esos principios disolventes de comunidad y socialismo, que intentan sustituir la virtud con el vicio, la moralidad con la corrupción, la fé con la incredulidad, la propiedad con el robo, y que amenazan sumir á las naciones cultas en un abismo, en un caos mas espantoso y terrible, que el que amenazó á la Europa cuando los bárbaros del Septentrión despedazaron el corrompido imperio de los Césares: la que nos amonesta por fin á que asociemos nuestras preces, como fieles cristianos, á las que dirije la Iglesia diariamente en la colecta de los Divinos oficios por su cabeza risible, por nuestros Reyes y Príncipes, que por Dios reinan y de Dios r«- —ir,— cibicron 1» investidura del mando, para que los ampare y proteja en esta (-poca calamitosa contra el desborde <; irrupción lie pasiones impías 3' execralilos, contra esas Sociedades tenolirosas (¡r.o llenen á siií>ldo ;1 los jornaleros de la anarquía y contratalos ¡i salario á los sacrí¡(';;os verdugos que inmolan al [lié de los Altiires á los venerables prelados, cuando orna«los de I:i.s ^•estl;luras sacras l)end¡cen en nombre de Dios al pncblo V liM.-.ta á sus miamos bárbaros asesinos: contra esos laboratiuios ilel crimen, contra esas asdciacioncs de regicidas que atenían á la vida de los Monarcas en las gradas de su trono y (¡ue aciilian de sacrificar á millares de víctimas para que cMire el fuego de infi-rnales {iroyectiles desapareciese la familia iuqierial que está labrando la felicidad, el bienestar, la ¡.rusjicridad y ventura de treinta y siete millones de liabitaiil'.-. Pero apartemos nuestra vista de tan horroroso cuadro y continuemos nuestra narración. Después del gradual y del Evangelio subió á la cátedra del Espíritu Santo, el Sor. Dean D. Gerónimo Usera, y en un discm'so, (jue por lo elocuente nos pareció breve, explicó el objeto de aquella solemnidad; sentó acertadamente, porque así nos lo dicen las historias, que el carácter de nuestra nacionalidad nunca aparece mas grandioso y preclaro, que cuando resulta acompañado de los dos mas fecundos principios, el relt(]io»o y el monárquico: invocó los nombres gloriosos de loa Ponccs, de los Sarmientos, do los Manriques do Lara, do los Amczquitas y Zengotitas, cuya guia y norte era la religión y el mote de sus empresas su Dios, su Rey y BU Patria: demostró que los Monarcas eran ministros del Altísimo para ditpensar bienes: Minitter Bei in honurn: excitó en el devoto auditorio los mas puros y piadosos afectos, y concluyó pidiendo al Todopoderoso quo salve á la REINA, que salve al PKÍNciPE, y que le dispense su divina gracia, para que sea tan Católico, tan Grande, tan Sabio y justiciero como los augustos progenitores do su mismo glorioso nombre. La Misa que acompaüados do una escogida orquesta cantaron varios artistas y aficionados bajo la dirección del profesor D. José Kuiz, fud la conocida con el nombre de Mita del So7-iano, composición del —16distinguiílo Maestro Delgado que acaba de fallecer hace poco. Sobresalía pastosa, dulce y simpática entre las demás sonora» voces, la de tiple de la Srta. D.' Ana Rovira que supo interpretar tan piadosamente las místicas y ternísimas armonías en los cantabiles del Gloria, Credo y Agnus Dei. Así es que S. E., el cortejo ó acompaflamiento obsequioso y la lucida concurrencia salieron del Templo, llenos de gratísimas impresiones y arrobadas sus almas en amor á Dios, & nuestros Príncipes y á toda la Real Familia. Pocas horas después principió la diversión popular de las Cucañas c^e el Excmo. Ayuntamiento habia dispuesto así de rotación como de pulo alto ensebado en los cstremos oriental y occidental de la hermosa plaza mayor. En lo» puntos culminantes y de costumbre se habían colgado con cintas de colores Tanas monedas y colocado otros objetos de premio. Las oleadas de gente que se sucfdian á cada momento se entretuvieron hasta entrada la noche con los gimnastas esforzados que descendían rápidos del palo 6 caian súbito de Ta rueda, algunos cuando estaban ya próximos á alcanzar el apetecido fruto de sus afanes. No faltó sin embargo quien log'-ó trepar basta la meta 6 término de su car; era ascendente ó tocar y adquirir salvando y venciendo los percances y peligros giratorios, el galardón de sus hábiles oscilaciones, empujes y movimientos equilibrados. Las aclamaciones do los regocijados espectadores era otro premio y recompensa gloriosa de los campeones, que no obstante tenian que adoptar precauciones y medidas de segitridad y prudencia para que alguna parte de los objetos tan costosamente adquiridos no pudiese obscurecerse entre las manos prestidigitadoras que no faltan en semejantes caso», no con ánimo de lucrarse sino con el fin de sazonar el espectáculo, y prolongar sus lances y accidentes. A las ocho de la noche se dirigid el inmenso y alegre gentío á la estensa calle de la Fortaleza, donde la» brillante» músicas de la guarnición, dieron reunidas una gran serenata al Excmo. Sr. Capitán general, que ocupaba con otras Autoridades y personas distinguidas el balcón principal do so palacio. —17— A aquella liora lucían y brillaban con toda la fuerza de TÍveza y esplendor las iluminaciones de los edificios públicos y de las casas de las Corporaciones y particulares que merecen hagamos de ellas una breve reseña, especialmente do aquellas que mas llamaron la atención por su novedad, gusto y profusión. La Real Fortaleza donde residen y habitan los Excelentísimos Srcs. Capitanes Generales, aunque en el día se están haciendo on el edificio obras de reparación, porque es antiguo y amenazaba prúxima ruina, se iluminó no obstpnte con infinitas y simétricas cañerías de gas. La larga barandilla 6 antepecho compuesto de balaustres de labores, lucia en toda su cstonsion 6 longitud una lindísima y caprichosa guirnalda de globos regulares que alternaban simétricamente con otros de mayores dimensiones también de figura esférica, formando y representando en vistoso conjunto un inmenso collar do perlas con elegantes festones. En el centro de su bella fachada estabív colocado un licrmoso retrato de S. M. LA REINA NUESTRA SE.NORA bajo <losel de damasco carmesí con adornos cenefas y filetes de oro, que brillaban al esplendor de columnas salomónicas que sul)ian en forma espiral dando vueltas cu derredor é iluminando todo el bastidor cuadrilongo. En la parte superior duslumbraba la Corona real con sus di:idemas y florones y la Cruz santa ó signo católico en la cimera, exacta y admirablemente formado todo con mas de seiscientas luces de gas. A derecha 6 izquierda de aquella sorprendente decoración y en línea recta con los cuatro Ángulos del dosel de S. M. figuraban las cruces de las ínclitas órdenes militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, de que es S. M. Administradora perpetua, y que se representaban exactas con la combinación bien entendida de trescientas ó mas luces. A los estremoa laterales y á la altura de tan magnifico cuadro, res3 -18— planílecian dos grandes estrellas y eu su centro dos anchos reverberos figurando dos soles, así como en la parte inferior ó sea debajo del dosel de S. M. aparecía el insigne Toisón de de oro. En el centro de todo el edificio, y á la altura del cornisamento supciior se leia en inscripción de fuego con mil luces y con letras de media vara de longitud, el emblema de nuestro amor y gratituil, el grito que lanzaban y lanzarán siempre vehementes los buenos y leales espafioles: l^iva la Reina. El balconage estaba primorosamente adornado con magníficas colgaduras de seda color punzó, matizailo de amarillo coa grandes borlones de la misma clase y colores. Pero lo que no se puede describir es el admirable y maravilloso efecto, la mágica impresión que causaba aquel conjunto armonioso, de fascinador embeleso, aquellas masas deslumbradoras que agitadas por las brisas, parecía que volaban en toda» direcciones, que liuian y retrocedían, que ocultaban sus resplandores ])ara lanzarlos mas vividos y claros, y formar figuras caprichosas y fantásticas, que nos recordaban las descripciones del Dante y del Ariosto ó los palacios encantados de las Mil y una noc/ieg. La iluminación de la Fortaleza fué objeto de ^Imiracion y de encanto durante los cinco días y especialmente en los tres últimos que el viento no apaleaba las luces. ESTADO MAYOU. A la parte del Sur del palacio Fortaleza y unido á este edificio, »e halla otro donde esláu establecida» las oficinas del Estado Mayor. Sus ocho balcones lucían hermosas colgaduras <le raso «zul y blanco con flecos de este último color. En la del centro, que era también enteramente blanca, se había bordado el emblema del Cuerpo ó sea una estrella con cinco puntas» abrazada por dos ramas de roble con bellotas, símbolo de fuerza así como la estrella lo es de dirección. El balconage estaba iluminado con diez y seis faroles de gran tamaño y de los mismos expresados colores. Ea el dintel de la azotea del mi»xio edificio sobresalía un lindísimo trasparente con profusión —10de luoes liúbilinonto combinadas y repartidas, y que espnrcisn sorprendente claridad, distinguiéndose los colores naturales del emblema del Cuerpo y las dos hermosas y bien formadas letras ma^'úsculas. E. M. Tenemos entendido que el autor y director de estas decoraeiones lo fué el entendido Gefe del mismo cuerpo Sor. D. Carlos Fridiich, PICAZA MAY OH. Pocos dias antes de las Fiestas reales, un crecido núme­ ro de trabajadores, so ocupó bajo la dirección del Sor. Coman­ dante del Cuerpo de líifrcnicros D. Antonio Guitian en con­ vertir esta espaciosa y linda plaza como en un parterre aparen­ te de la Casa de Ayuntamiento. Con este objeto se construyo nn rectángulo semejante al que constituye la verdadera Plaza, con portadas y arcos ogivos, estableciendo de este modo gale­ rías entre el improvisado edificio y los pilares del esterior. Uniéronse estos por vistosos y verdes arcos enramados en to­ do el ámbito y circuito de la Plaza, adornándose también de este modo el cuadrilátero interior. Colc)cáronstí cinco chinescos en los cuatro ángulos y en el centro. Construyóse además una escalera provisional que partia desde este par*^crrc á la Cn^a de Ayuntamiento. No es posible dar una idea cabal y exacta del bello panorama que presentaba este sitio las cinco noches de iluminación, ni el efecto que causaban mil y ochocientas luces de colores, ni los trasparentes del centro iluminados por la gran farola de gas que allí e.\I»te ni las infinitas banderola» con los colores nacionales que superaban á las figuras romboi­ dales encarnadas y amarillas de las enramadas, ni las cúpulas de pagodas chinas simétrica y armoniosamente iluminadas. Agregúese á este magnífico conjunto el inmenso gentío que allí acudía como punto céntrico de la población, las comparsas, trullas y mascaradas que de dia y noche entraban y salían continuamente de aquel recinto encantador, los bailes conti­ nuados, la diversión de títeres egecutada en el descanso de la escalera volada del Ayuntamiento, la elevación de cuatro gran­ des y vistosos globos aereostáticos la animación y constante —20— alegría: solo asi se podría formar idea de tan agradable espectáculo, que contribuían á realzar los trasparentes é iluminaciones de los edificios que forman y cierran la Plaza j que vamos á describir, continuando nuestra tarea. CASA COXSISTOÍIIAL. Este edificio que tiene el aspecto de un castillo feudal de la edad media se habia transformado completamente, así en el esterior como en el interior con objeto de dar, como dio la Corporación municipal en la noche de este mismo dia 12, un suntuoso baile de que haremos á su tiempo la especialísima mención que merece por su lucimiento y magnificencia. Sus balcones y galería esterior estaban colgados y tapizados con damasco carmesí, y bellísimos adornos vcstian los dinteles y claros de las puertas de su frente. En las dos cornisas de la fachada corrían dos largos festones de luz de gas, despedida por mas de cien globos y cinco grandes quinqués, que esparcían y reflejaban sus brillantes resplandores sobre la Plaza y edificios del contorno, aumentando la claridad de su iluminación y decoraciones. Y AliAClO T>E. LA I N T E N D E N C I A . En el estremo occidental de la Plaza y formando por aquel lado todo su frente se halla el suntuoso edificio de la Inteiidencia. Sus puertas y balcones estaban adornados con colgaduras encamadas y cabos y pabellones amarillos. En el balcón corrido del centro se habia colocado un gran cuadro de bien entendida composición que presentaba un lindísimo paisage con grupos y figuras en primer'», segundo y tercer término. A la derecha del cuadro se elevaba el Trono Pical sobre cuyas gradas aparecía el retrato de cuerpo entero de la R E I K A NUESTRA SEÍÍORA D ' ISABEL I I , puesta de pié y vestida en trage de corte, presentando á sos pueblos al Augusto J*rincipe de A»turia$. Las figuras alegóricas, asi de España —21— como de las posesiones de Ultramar, al mismo tiempo que ostentaban en sus actitudes y continente, profundo respeto y veneración á su amada Soberana, manifestaban el JÓ'DÍIO que inundaba sus corazones al ver entre los reales brazos al r(;gio Vastago, sucesor inmediato de la Corona. Al pi^ del Trono y en el ángulo inferior del cuadro, la nistoria,'representada por una matrona con sus símbolos y atributos en ambas manos, parecía como prepai-ada á continuar en el nuevo ALFONSO la narración de los grandes hechos de sus progenitores. Debajo se Icia la siguiente octava dedicada :^ 0. a . el JPrtndíJC ht C^lstuvias. BoRÍNQUEN joya del florón Hispano ¿Por qué tu gloria y lealtad se inflama? ;_Por qud desde el indómito occéano Vuela tu mente al yerto Guadarrama...? ¿Por qué, me dices...? allí miro ufano De Pclayo agitarse el oriflama, y al nuevo sol saludo de Castilla y ante su lumbre inclino la rodilla. « A la derecha habia otro trasparente con un gran escudo superado por una Corona real, de la cual descendía formando orla el collar del Toisón de oro, de esa insigne orden instituida por Felipe I I el Bueno, Duque de Borgofia, de que es Gran Maestre Gefe y Soberana la B E I N A Nuestra Señora como lo han sido siempre nuestros Monarcas desde que aquellos Estados se incorporaron á la Corona por el casamiento del Archiduque Felipe I, con la Reina D? Juana. En el centro habia una cifra con las iniciales de Itabel II, y debajo esta otra octava 1K 0. ilt. lo Uúm. Tó, que de cíen Monarcas la corona Inmarcesible cifies 6, tus sienes, 22 Ardientes, cuil los rsiyos ile osfa zona. Con nuestro amor recibe parabienes: Y el himno escucha que este pueblo entona Porque la dicha Madre y Urina tienes De atar á tu diadema estrechos lazos, Meciendo un nuevo ALFONSO entre tus brazos. A la izquierda otro trasparente de ¡írnales dimensiones que el anterior, tenia también entrelazadas las iniciales <le S. M. el /¿cy, bajo otra Corona real, y al pié la octava siguiente 3, 0. m. el Rcw. Áureo nudo de rosas guarnecido Sugetas al laurel que te circunda, Y del tálamo r^gio desprendido Brilla el astro de lu7 que nos inunda: A sus fulgores lanza hondo rugido El león bravo que su asiento funda Sobre dos mundos, á do se estendia Tu antiguo imperio, dulce patria mia. Estos trasparentes iluminados con profusión de luce? llamaron mucho la atención, así como unas bombas y faroles do eristal de colores, que coJoi-adoa simétricamente en las barandillas de los deroas balcones y huecos de las puertas canspban agradable efecto. Los tres trasparentes fueron obra del joven pintor puerto-riqueilo D. Francisco Olicr, discípulo de la Academia Real de San í'ernando de Madrid. Otro de los edificios que sobresalían entre los demás de la plaza mnjor era el que habitan los Sres. Juez de Hacienda, Tesorero de las Reales Cajas y Secretario del Tribunal Superior de Cuentas. En el promedio del balcón al alto de la galerín, nn gran letrero formado al aire con vasos de colores, ostentaba el lema de Viva el Príncipe de Asturias. Hacia el otro estremo de la Plaza y esquina á la calle de la Cruz, decoraban hermosas colgaduras de color grana y ca- - 2 3 hüs blancos la casa habitación del Excinu. Sr. General 2.® Cabo, que se ilnmind en toda la larga fachada que mira á la calle de San Francisco con elegantes globos de luz de gas, que esparcían clarísitao resplandor y hadan resaltar el admirable aspecto que ofrecía cu conjunto la variada iluminación y decoraciones de aquel sitio principal y céntrico. Las demás casa* de la estensa calle de San Francisco «ataban también muy . iluminadas, y entre ellas fijaba la atención la siguiente: CASA DE LA J L X T A DE. COMERCIO. Esta Corporación mantuvo durante los cinco dias de festejos, lujosamente adornado el edificio donde celebra sus sesiones. El fondo y techo del balcón ó galería estaba forrado de paño azul cetbste con cabos do color punzó y blanco. En el centro aparecía un rico dosel con el retrato do S. M. la KEINA. A la derecha había un escudo con las armas de España y ú la izquierda otro con las de Puerto-Rico, superados ambos de un» corona y cetro dorados sobre cuatro banderas españolas, entrelazadas con las de las naciones amigas. A la derecha de las armas de España, representaba un cuadro á Mercurio con sus símbolos, y á la izquierda del escudo de armas de Puerto-»Ki00 había otro cuadro de la diosa Ceros con sus atributos agrícolas, colocados uno y otro sobre cuatro banderas entrelazadas. En las cuatro puertas lucían vistosas colgaduras con los colores nacionales combinados. Toda la fachada ó parte estcríor representaba una lindísima arquería gótica que todas los cinco noches se iluminó con mas de luil luces de colores y todo el largo balcón se cubrió con un magnífico cortinage de damasco punzó y cabos amarillos. Esta benemérita Junta en unión con todo el Comercio de la Capital destinó además, como veremos después, crecidos fondos reunidos para actos y obras de beneficencia. C\3ATITE.LE8. SiguieaJo por la calle de San Francisco y como al pro- —24— medio de aquella manzana se encuentra el Cuartel del mismo nombre. Todas las ventanas y balcones de este edificio esta­ ban adornados con preciosos y lindísimos pabellones de los colores nacionales. Su iluminación la formaban mil cuatrocien­ tos vasos, distribuidos y combinados, según sus diferences y variadas luces, de una manera elegante y caprichosa, resaltan­ do »I frente de la fachada principal con letras de grandes di­ mensiones el lema de Viva Isabel 21, produciendo sorpren­ dente efecto, así como el cornisamento general y todos los de­ más huecos y molduras. Sobresalía también un torreón gótico coronado de bandera en que se había convertido la garita del centinela. El Cuartel de Santo Domingo, situado en la parte mas alta y al norte de la Ciudad, se adorno también con las mis­ mas vistosas colgaduras y decoraciones y se iluminó profusa­ mente con bombas italianas de variados colores. CASTII.LO DE. SAX CíllSTOBAL. Elévase esta magnífica y portentosa obra de fortificación dominando y cerrando la Ciudad por el Oriento, ocupando to­ do §1 ancho que presenta la islcta desde la bahía hasta la mar de afuera. Pero desnudo el Castillo de fortificaciones por la pr.rte que mira á Occidente ó que dá frente á la Ciudad, os­ tenta una sencilla fachada, detrás de la cual parece que aso­ ma apenas su cabeza el edificio interior que sirve de Cuartel. Su repisa se hallaba coronada de luces, y delante del segun­ do cuerpo de la fachada se había colocado un gran trasparen­ te, que representaba una galería compuesta de diez arcos OJÍ­ AOS, arrancando de agrupada» y menudas columnas. El segun­ do cuerpo del trasparente lo formaban torrecillas empinadas y ventanas á manera de ajimeces que correspondían respec­ tivamente á las columnas. En primer término sobre el terreno anterior de la fachada se había imitado con ramaje un espeso jardín, que iluminaban profusamente ttn crecido número de farolillos trasparentes de diversos colores, que estaban suspen­ didos de las ramas. Sobre este jardín y en el fondo del mismo -25— eorris'én prolongada línea la galerílEí ojiral, eti cuyos intercoIttmnios apareciai^como ornamento de ella, grandes jarrones de diferentes formas, menos en los eaatro del centro, dond^ a» leiaa las siguientes octaras Tu plegaria ferviente escucha el Cielo de bendición, j en tu regazo Retoño varonil colma tu anhelo, A ti lo estrechas con materno abrazo, Himnos de amor entona el patrio suelo, Se añuda mas el apretado lazo Del Trono y la Nación y en tí, Señora, Luce por fin la suspirada aurora. ¡Vastago Real! tu cUna simbolixa De un pueblo generoso la esperanza, Pueblo nutrido en gigantesca liza, De ardiente fé, de indómita pujansa, Pueblo que al proclamarte se electriza, Que mira en ti su gloria y bienandanza, Y fia, cuando en regirlo te desveles. Que imites los Alfonto» é Itabde*. Entre el nunor con que la mar azota De BoHnquen la playa floreciente. Con leal acento que del alma farota Teiealndan tUs hijos de Occidente, / Prinóipi Alfonto! qu« sa voz remota Suene en tu corazón, viva en tu mente, Y cuando cese de tu infancia el sttefio tTe recuerde tu pueblo borinqueflo. Desde la playa '«jue asombrado un (Ua Vid hendir el mar á la cortante prora De la audaz aave, do Colon erguía t a etibeHa de Castilla triunfadora; itoy la lealtad el parabién te envía Magnánima Itábel, J en troíiádora fialra, \a hftéStes qne ta Trono escuda A t« hijo M^oHH, «I Principe salodáo. REINA —2(5— Gl gma trasparente fué obra bien cjecntada del Capítatt del Cuerpo de Artille; ía D. Antonio Medinilla, j lo demás de una Comisión del Cuerpo, y del Gefe deTa Brigada Señor Reina, quien dedica al cultivo de las letras los ratos de ocio i]ue le consiente la profesión de las armas. En la plaza de Santiago próxima al Castillo se ilumina «on gas el Teatro. MAESTUAXZA DE AUTILLEKIA. Este edificio estaba también transformado de nn modo completo, y convertido en un sorprendente palacio de la época del renacimiento, formado con lindísimos trasparentes, y figm-ando que con motivo de las Fiestas reales estaba ilumina-do y decorado en todas sus galerías con cristales de colores. Sobre el único cuerpo de que consta el edificio se habia eleva' do otro segundo, del cual se destacaban esbeltas y airosas siete torrecillas compuestas de tres pequeños cuerpos. En el centro principal de todos estos estaban representadas, en tres, las armas de España, las de Puerto-Rico y las de Madrid, y en loa cuatro restantes banderas y trofeos de armas antiguas. En los segundos cuerpos figuraban varios adornos de aquella época y los tercios formaban la capul» de las torrecillas. Uníanse y enlazábanse estos entre sí por galerías, cuyos arcos sostenidos por grupos de columnas recortadas en trasparen^s le daban on aspecto admirable y encantador. Todas las comisas y pequeños pórticos de este segundo cuerpo estaban adornados, figurando la parte superior de esta galería cristales de colores, y como remate coronaba un almenado en forma de escalerilla, seguQ se construía en aquella época. En los intermedios de los grupos mencionados de columnas aparecían en escudos antiguos las armas de todas las provincias de. España. De la torrecilla del centro, y á derecha é izquierda, partían dos grande» arcos al aire con las inscripciones de Viva la Reina, Viva el Prineipe. En el centro de estos y mas elevado que todo el edificio brillaba en trasparente como todo lo demás una Corol a res! sdmiraMemente formada, d« cuya Cruz salia y se ele- —27— bsTft un asta con bandera morada, ó pendón de Castilla e» cuyo centro so leia Al Príncipe de Asturias. El cuerpo bajo seguía próximamente el mismo orden. En el centro de los terciosJaterales figuraban dos pabellones con sus toldos, como tiendas de campaña, en trasparentes; y de aquí arrancaba y seguia una bellísima galería gótica, cerrada con cristales de colores. En el centro habia una gran portada ó puerta principal, cuyas columnas sostenían un trasparente con todos los atributos del Cuerpo do Artillería, y á derecha é izquierda y en los chapiteles se leia La Maestranza al Principe Real. 28 de Noviembre de 1857. En la cornisa superior que dividí» los dos cuerpos aparecía otro letrero de grandes dimensiones que decía Artillería, y en la parte superior de la galería del primer cuerpo estaban grabadas las siguientes octavas. Ya en el Oriente de la España bella Radiante luce esplendoroso dia, Secóse al fin la ensangrentada huella Que dejara tras sí la guerra impía. Jamás se anuble su feliz estrella, Florezca por do quier la monarquía, T en vez del grito de feroz contienda El árbol de la paz BUS ramas titeada. Qtande es Alfonso la nación ibera Que en himnos de placer tu nombre canta, Oloria y ventura que ofrecerte espera Si nunca la discordia se levanta. Mas si en mal hora por su saña fiera Se oyeae el grito que á la grey espanta, La vieras siempre belicosa y fuerte Por BU honor y su Rey bascar la muerte.' El jardin que hay & la entrada del edificio estaba tambiea flominado oon mas de mil globos de colores, que derramaban su luz sobre los trasparentes de aquel palacio improvisado. Ea este mismo jardin se fónnó instantáneamente un pabellón iluminado para recibir al Excmo. Sor. Capitán General, qu^ /' \' . ' hmró can ea presencia y qpe eatnro Hiny complacido, «d? mirando el pensamiento y ejecución d« aquellas decoraciones, obra que, bajo las órdenes del docto Director de la Maeatraiiza Sor. I^fanyar, llerd á cabo el Capitán de ArtíUfopía encargado del Detall D. Victoriano Lopes Pinto, quien en aquellos días did pruebas de su inteligencia y actividad como, individuo de Tañas comisiones y como encargado de d i r i ^ la iluminadon de la Real Fortaleza y de preparar y egeratar la foncioQ de los fuegos artificiales. Algunos de estos se quemaron en la misma Maestranza, disparándose bombas de luces •añadas en la» cinco i^oches que duró la iluminación. IGLESIA CATEDRAL. £1 estilo serero y sencilla magestad que deben reinar siempre en el templo del Se&or, se habían adoptado en el ornato y decoración de esta Santa Basílica. Peqnefias banderolas con los ool<M*e8 nacionales ondeaban en todo el edificio, y por la noche ofreóa la torre, mirada á lejana distanda, un aspecto bellísimo. Su interícHr estaba flnminado profusamente con laces opacas de varios etdores, y los oontomos esteriores se dibujaban exactamente oon farcdes y vasos de diferentes matices que hadan también admirable efecto. CASA BEL Sft. AUCEBIAXO. A la parte del norte y en la misma píamela de la Catedral llamaba la atendon mas particularmente la casa del Befior Arcediano de esta Santa Iglesia P . José - Oriol de Cota por ni bella j ' sencilla decoración y vistosas colgaduras de color ponxó. Aparedan tres elevados arcos que el balcón del c ^ ^ formaba y h> pu:te superior latoal d«| cada qno de ellos ei^,on)a^,CDn, gra^paDa,pabellakcitoa oonlof colora nador nal^. J ^ ^ o a b a y ócapajba,todp^ arco fítmtjn^ ifa tm^giafinte ilmBJnfkdio pw la p i ^ e s ^ o r e<^ otnltitHd ifilju^m' lorea4f!f dÍT«!rt»i^ei)t<e y qQ« «ircoiim el liesm, P«.|^, bfHf, —29w partían en ambas direcciones festones formados con agrupados vasos de colores colocados entod^la estension de la barandi* lla^ 7 que se enlazaban y unian & los que decoraban los antepechos inmediatos. En el centro del trasparente liabia la si» guíente inscripción 7 décimas circuidas por una orla encarnada 7 amarilla. bwa el prtncipe ht QVstunae. Vimos en otra ocasión De Augusta recien-nacida, La regia cuna mecida Al estruendo del cafion: Raagó nuestro corason Una Ittclia fatricida, Sangre con furor rertida España triste miró, Mas el cielo al fin nos dio La pas tan apetecida. • Y aquesta pai hoy afiaoca Un Principe suspirado En quien Espafia ha cifrado Ves que nació, su esperanxaEs emblema 4® bonaus, Y símbol* de rentura Otro A\fonto, nos augura Qme cuaLhijo de iBobely Espidla tendrá por él Pjcluk completai j segsi». En^ U cplle que dá frente al parterre de la Catedral le ilnovQÓ «m g^bos de gas k Beal Cárcel, 7 con bombóla» de crist»! 1* oMa 4fil Sor. Contodor g^nenL de ^árdto j Hn* —SO- CASA BLAXCA. Acerquémonos ya á la parte occidental y mas alta de la Clutlati y sobre nna elevación cortada con inmediación á la muralla y bahía del Mediodía, veremos culminante y como do­ minando la Ciudad desde un estremo la famosa Gasa Blanca, la antigua residencia de Ponce de León y de los primeros Go­ bernadores de la Isla. Este edificio que desde la playa ó parte baja tiene grande apariencia, es sin embargo mezquino en su interior, y sus habitaciones, ocupadas por algunos Gefos do Ingenieros, son estrechas y ahogadas, así como sus talleres y dependencias. Como está en buenas y entendidas manos se ha conservado milagrosamente contra la intemperie y fuertes huracanes que le azotan. El emblema que ostenta en su uni­ forme este distinguido Cuerpo, sugirió el pensamiento de una iluminación tan atrevida como grandiosa. Ün elegante y es­ belto castillo de 45 pies de altura, de bellísimas proporciones y cuyo orden arquitectónico se remontaba á la época de la edad media, descollaba y se elevaba con magestad y pompa Bobre la mas alta azotea del edificio, percibiéndose distinta­ mente y con sorpresa desde largas distancias y de cualquier punto de la Ciudad. Era cuadrada su planta, achaflanados sus ángulos, y su primer cuerpo terminaba con almenas y mataca­ nes. Sus ocho caras contenían huecos en arcos ogivos unos, circulares otros, y aspilleras en forma de Cruz. El segundo cuerpo semejante al primero contenia cuatro huecos circulares en los cuatro frentes mayores, donde se leía la inscripción A L PRINCIPE ALFONSO. SU remate lo formaban cuatro gari­ tas también oiroulares, en cuyas astas de bandera* ondeaba el pabellón de Castilla, destacándose sobre todo esto una Coro­ na Real, como aislada y situada entre los gallardetes. Hemos •isto y examinado así de día come de noche este^edificio, y.su pernota construcción, la propiedad portentosa con que se imi­ tas la ))iedra tallada, sos moldaras y labores, su conjunto y ac­ cidentes, excitaron nuestra admiración y sorpresa. El efecto, ú cabe, era aan mas portentoso de noche, porque todos loa ' -Í1Iluecog estaWn cubiertos de trasparente» que ímítabaQ 4 crit^ tales de colores, iImniuailoB por ochenta luces artÍRticauíeut* colocadas en el interior, al paso que otro número igual sin aparecer á la vista, iluminaba por fuera los cuerpos del edifi" CÍO. Pero lo mas notable, lo mas sorprendente y que causab» una completa y fascinadora ilusión, era la Corona Real, qun alumbrada interiormente por doce luces aparecia aislada y son'tenida por sí sola eu el aire coiuo colgada del cielo. Ki>te inisr tao efecto producía también todo el edificio, por que la completa ausencia de luz en el cuerpo y basamento sobre el cual descansaba^ hacia aparecer á este en total oscuridad, representando un punto domiivante del terreno, sobre el cual se hallaba construida aquella mole y pasmosa fortaleza, erigida cu breves días con todo el primor que distingue las obras de loa Sres. Ingenieros y de su Comandante exento el Sor. Coronel D . Rafael Clavijo, y del Sr. Comandante D. José Lopes Bago quienes creemos fueron autores del pensamiento y de la egecuelen. £1 Castillo del Morro, inmediato & Casablanca tenia toda «a cruceta empavesada coa las banderas y gallardetes de sefiales, é iluminadas las troneras de los cañones. REAL A\Í1>1E.XC1A. Entre Tas iluminaciones de la larga calle de la Fortaleza^ ée notaba la del edificio 4 ^ ^ ^ ^^ ^^ Real Audiencia, cuya fa* chada se adornó con colgaduras de damasco carmesí y galones, cabos y flecos de oro. En el centro del balcón se colocó el retrato de S. M. la REINA bajo dosel de nueva y elegante forma, y al pié había unos cogíncs de terciopelo con la Corona j cetro. Adornaban además todo el frente cuatro grandes arañas de cristal, varios fanales y bombas de lo mismo, y se pusieron hachas en el estenso balcón. Esta iluminación que como todas lacio las cinco noches de las fiestas, presentaba 'in aspecto severo y digno del Real Acuerdo y superior Senado que celebra allí BOt sesiones. La Marina, ese Cuerpo en/as glorías no necesitan nonti' ¿Mntos que las recuerden porque son imperecederas 7 van «oidas & los nombres inmortales de los Colones, Corteses, Pisarros j otros héroes de los antiguos tiempos, 7 de los Gra^ Tinas, Galianos, Cburrucas 7 otros esforzados adalides de los tiempos modernos, que, peleando con noble 7 desesperado ar^ dimiento en las aguas de Trafalgar, hallaron allí el mismo se^ pulcro que el celebérrimo Almirante de la escuadra enemiga: ese cuerpo, modelo siempre de moderación, patriotismo 7 virtud, no podia dejar de asociarse al público entusiasmo 7 de celebrar el fausto suceso del natalicio de nuestro Príncipe^ Ademas de haberse anido á las demás clases, así militares como civiles en participación para el arreglo, preparativos 7 erogaciones de los Festejos públicos, quiso dar especial muestra j testimonio del gozo purísimo, de la inefable dicha con que miraba el porvenir halagüeño de paz 7 ventura de su patria, cifrado en la sucesión varonil 7 directa de la Corona. La fachada del Arsenal, sito extramuros en el barrio de la Marina, único edificio que tiene á su cargo, se iluminó á sus espensas con innumerables fanales de luz, querielabanen loe ordenados colores del pabellón nacional que los tefiia. Esta profusión de luces perfilaba el basamento general, las columnas del pórtico, 7 el arquitrabe 7 cornisamento, recortando el arco de entrada 7 su luz con un doble orden de los mismos fanales. Las estatuas que decoran esta portada se destacaBan con gigantescas proporciones al reflejo que irvadiabaa dos centenares de faroles en su tomo 7 derredor. Esta ideal 7 magnífica per^ctiv» estaba dominada 7 coronada con la enseña .heráldica de las Espafias. De sentir es que una gran parte del público no ha7a gozado de esta ttuminacioa lindísima, no solo i causa de lo retirado del edificio, Aino también porque loa Sres. Marinos, siempre modestos en todo, á nadie advirtieron de ella, no obs^tátfte que era dé las mas sobresalientes. Dirí^óla el Comandante del Establecimiento, Teniente d« Kavio d« h Real ArBiada, D. Joaquix Magoolcf. —33Diré por fin acerca de las iluminaciones que las difereatos clases que constituyen el vecindario, procuraron todas dar muestras de su lealtad, de su amor al Trono, y de su júbilo por el feliz nacimiento del Principe Real. BAILE DEL AYl] N T AMIENTO. Entre los varios festejos con que esta Corporación se propuso celebrar en público regocijo el fausto suceso, acordó dar un b.iile de etisiueta en las Casas Consistoriales en la noche del 12 ó sea del primer día de las funciones Reales. Esto baile fué un verdadero y suntuoso sarao y merece por su calidad, sus circunstancia?, pormenores y accidentes una descripción algo especial y detenida. Una grande escalera volada, «jue se construyó en breves dias con veinte gradas y espaciosas mesetas, partia del jardín ó parterre de la ria7:a y espiraba en el balcón del centro por donde era la entrada. Como la Sala de sesiones no era suficiente para la lucida concurrencia de las muchas familias y personas á, quienes so habia invitado con elegantes esquelas de papel satinado, se transformó enteramente el edificio. Formáronse salones estensos que se Icv^antaron por medio de tablados sobre las escaleras interiores do uso común, poniendo en comunicación por medio de arcos lindísimos, salas colaterales, piezas de descanso, ^:.Wiü.2t(¡n de tocador, ambigú y otras liabitaciones. Se habia colocado en el salón principal un hermoso retrato de auerpo entero de S. M. la REINA NÜEPXRA SESOKA, bajo un magnífico do3cI||^rend¡do en uno de los testeros cuyo fondo estaba entapizado con damasco do los colores nacionales, y ocupaba cl frento opuesto un gran escudo formado con banderas de las naciones amigas. Lujosris cortin;is de damasco carmesí vcstian y adornaban los buce 13 y dinteles do las puertas. Espejos de colosales dimensiones multiplicaban infinitas luces despedidas por vistosísimas aranas y por los flameros y candelabros de giis colocados sobre pedestales. Los otros salones llenos de espejos y de luces do gas y do espcrma, so hallaban también adornados con un grande escudo do las armas de la Ciudad, con un hermoso cuadro de San Juan, patrón d6 -84— y con los retratos tie Cnorpo entero <le los hencmérkoí generales D. Ramón de Castro y D. Miguel de la Torre. Cerca de las diez de la noehe principió á ofrecer aquel encantado recinto cuadros gráiicos y panoramas fantásticos. Las jóvenes hermosas é interesantes de Puerto-Rico, llenas de galas y vistosos atavíos giraban entre las galerías del parterre de la Plaza, de aqnel Oasis improvisado, para ganar líis gradas de la escalera colgada, llesonaban en ellas al mismo tiempo los sables y «¡spadas de los Sres. Gefes y Oficiales que vestidos de riguroso miií'ormc embellecian aquellos grupos apifiados, aquel admirable conjunto. Razón, sobradísima razcn y rectísimo juicio tenia Arií tuteles al asegurar (jue la antigun fábula representando íí Marte unirlo con Vémix^ no era una invención caprichosa, sino una bien fundada y filosófica alegoría. Si consultamos la antigtio<la<l y la historia, nos dirán quo las naciones mas belicosos fueron siempre, oomo siempre lo serán, las mas enamorada?. ¿Y por 'uié? porque la afición ü las armas y á las mujeres se hermanan y cam.inan siempre juntaf. La hermosura resalta al lado del valor, encargado do BU homonage y defensa. Fúcionse llenando casi de súbito aquellos salones y Inü pr)nuro3 suaves acentos de la mú^ica pudieron en movimiento ú los cabídlcros que circulaban unos par<i exigir el cumplimiento ú^ promesas contraidas co!i antelación por damas predilectas y otros para establecer sus galantis pretensiones de baila á ia ventura y antojo. Campearon, COOM siempre, las danza»^ pero bailáronse no ob.-..tante las contr.idíinzas y bailes, que se importaron en su origen <!•; ¡as orillas del Sena y del Vístula, y que seguramente no tienen tanto ^quito y atractivo. L» dunza es cusa deliciosa: no es baile de mudama» sino de melindre, no es de grandes actvude$ y giros sino de movitnientot diUcudvs, no es de artifcio sino de naturalidad, no es por úU timo de maestría sino de enlace, pero á la verdad de enlace iutíuio, y tan intimo que parece algo ocasionado ¿ ludimien. tos y encuentros inevitable.?. Las personas que por prinier.-t rez ten este bullo quizá le califican e<{uivocadamente de libr» y petígroBO, poro ilebo decir en justo y mercci'jo oliscquio de las damas de Puerto-Ilioo, ([uo por lauíisnia razón de «er aljxo espuesto á peliirros ilel recato, rovisten todos BUS uioviiuientos y bañan su semblante con un velo de pudor y de honestidad, que no solo hace resaltar su hcriüosura y habitual uiodeslin. sino que infuufie respetos y miramientos. Jamás so vé en estos bailes de escogida Sociedad ni nn solo ademan, ni una postura, ni la mas leve acción, que indique propósitos ilegítimos (> descuidos inconvenientes. Así es que este baile es do uso general en toda la Isla, y que agrada sobre manera á los estraugero?. La música propia de estos bailes que llevan asimismo el significativo y dulce nombre de merei'guig, es también especiaiítíima y deliciosa por su rara composición, particular armonía, y melodías y modulaciones de sus tiempos y períodos musicales. Se puede asegurar que al oir una danza todos la bailan, por que hasta las personas que por su edad ó por otraS causas no quieren ponerse en escena, ó mueven sus cuerpos ligeramente, ó hacen esguinces de cabeza ó cuando menos acompañan con los acompasados y ligeros golpes de sus basto, nea aquellos sonidos concertados, que no solo agradan al oido^ sino que afectan y conmueven dulcemente el s'stema nervios >' por el carácter especial y la naturale/.a particularísima de SUÍ acordes, cadencias y consonancias. Limlísimas y caprichosas fueron las que se tocaron aquelU memorable noche, compuestas por el Comandante graduado del 2° Batallón do Miiicia.s X>. Francisco Santaella y el Oficial de la Contaduría de Egército y Real Hacienda D. Nemesio Quiñones. Como es do costumbre bautizáronse aquellas d'irizas con los nombres tic la Rein<i Igabel, El Principie de Asturias, el Protector de Piurto-Rico dedicada á S. E., la Madre patria, li Muj Noble y Fiel Ida, y por último la Diana que se tocó al despuntar la Aurora. El Excmo. Sor. Capitán General, el E.tcmo. Sor. 2" Cabo, el Excmo. Sor. Regente y Magistrados, el Sor. Intendente y demás Gefes así civiles como militares y do la Re.I Armada concurrieron á at^ucl Sarao, toJos do uniforme. No re« —36— eordamoB haber prcBcnciado otro mas suntuoso y lucido, y a»v lo oimos asegurar á personas distinguidas y que por su categoría han asistido á semejantes reuniones y sociedades escogidas. Durante los intermedios del baile, y como Venus, aunque unida á diarte, según he dicho, no repugna antes apetece la compañía de Ceres y Baco, se sirvieron dulces, helados y bebidas y manjares de todas clases á las Señoras y Caballeros, ademas de los que se consumían en el abundante ambigú. Los dignos individuos y el Presidente de la Corporación municipal merecieron bien las felicitaciones y plácemes de la numerosa y distinguida concurrencia, así como también los obtuvieron por su amabilidad y fineza las Señoras y Señoritas de Puerto-Rico, que mantuvieron hasta los albores del giguientü dia el encanto, gala y embeleso de aquella brillan' te reunión. DU SECIJÍDO. Salieron al amanecer do los Cuarteles las mismas rafísicas y bandas de tambores, en la misma forma que el dia anterior, tocando largas dianas y aires nacionales y recorriendo todas las calles. MISA í^X í.1. CAMPO DEL MOUÍlO. En el estremo occidental de la Ciudad y en una lengua de tierra que parece ordenó al mar que retirase sus olas para precipitarlas á uno y otro lado de Sur y A'orte, levántase magestuoso y terrible, situado sobre un peñasco, el Castillo de San Felipe del Morro, esa centinela avanzada, esa salvaguardia invencible, ese custodio invulnerable que cierra y defiende la boca y única entrada del puerto como San Cristóbal la de tierra y sus avenidas. Al pié de esta fortaleza que forma nn obtasáogulo con tres órdenes de baterías de cruzados taegoi por la parte del mar, y con ana muralla flanqueada de doA - 3 7 bastiones guarnecidos de gruesa Artilicría por la porte de 1* población, ekívase y descuella en el campo intermedio un sencillo iinonumcnto, erigido en Tcemoria del heroico denuedo y constancia de los l'uorto-riqueíios, que en 1615 derrotaron al cgéicito holandés, y del ínclito Capitán y leal caudillo guipuzcoano D. Juan de A mezquita quien en singular combate dio muerte en aquel mismo sitio al General en gefe d« los enemigos Balduino Enri(¿ue. Este caínpo fué el oportuno j felizmento elegido para quo todas las tropas de la guarnición al mando del veterano general el Excmo. Sor. Segundo Cabo, diesen también gracias al Altísimo por el venturoso acontecimiento. Levantóse allí un templete octagonal, flanqueado de flotantes banderolas, que, agitadas por las frescas y ligeras brisas, ostentaban sus coleros nacionales. En su remate aparecia el pre^ <'¡oso signo, el lábaro bendito de la redención del género huiiiano. En el interior del templete y sobre un elegante AUnr sobresalía radiante y pura la imagen de la Santísima Virgen, y á sus pies divinos yacia en la Cruz clavado su hijo imigénito, recordándonos tan sublime grupo, el drama sacrosanto que ' principió en el pesebre de Belén y acabó sobre la cima del Góigota. Figuraban en tomo trofeos guerreros, que ordenados en vistosa;; y simétricas formas, causaban agradable á la vez que imponente aspecto. Cerraban aquella capilla provisional pabellones do armas en que figuraban artísticamente mezclados, el gnion con los lucientes fusiles y bayonetas, el cafion atronador, los chuzos, las hachuelas de abordage, las marciales cajas y clarines de guerra, ]|i8 pilas geométricas de proyectiles y otros objetos accesorios del egército y de la Armada. Formaban ademas una especie de retablo el escudo de las ar mas Reales de Espafia, circuido también de atributos militares y de la marina y superado do una hermosn. y bien tallada Corona, descansando todo este conjunto sobre un pedestal de bellas proporciones. La base del monumento histórico que se restauré para este día estaba decorada con los mismos aparatos guerreros de callones, fusiles, espadas, baleríos, anclotes j otras clases de armas y efectos. Como á seis metros de distancia y al frente de la Capilla •« eonntrajó un ligero' entoldado cuH'lrilonpo de gr.indr)» dimensiones SüHtenido por columnas Llaucu» giiariiecidus do arrayan, y todo »u interior bc cubnó con ulfoiubras y HÍIIÍIS para 1» concurrencia que fué numerosa y lucida, y que hahiu sido invitada oii nombre del Exciio. Sor. Capitán General por una comisión que pre>TÍ<Via el Sor. Conísindiinte 'i- de este tercio naval D. Ángel Altneda. Su»* ^^aluntes individuos sallan á recibir y acoiiipiíñaban hasta sus asientos, ú la» damas que, no obstante el cansancio y fati^ja de la noclie anterior, se presentaron lujosamente vestidas á emi»elleccr y animar aquel maj;nífico cuadro, que cerraban, en ni¡is;is parciales, toiLs las tropas de la guarnición, al paso que un innieiisD pueblo ocupaba agrupado todos lo» alrededores, que resonaban con los eci'S armonios(KS de la brillante música del regimiento de Valladolid. Presidia este acto solemne el Exemo. Sor. Ca[)itan (}oneral, rodeado del Estado Maj'or y de sus Ayudantes, del Senor Intendente de egcrcito y otros Oefes militares. También coiicurrieron el Excmo. Sor. Regente, los Sres. Magistrado.s, los Sres. Dean y Arcediano de la Sania I^Ie.s¡;i y otras muchas personas distiiiguitlas. Principió la colebraeion de los divino* misterios y cor» ellos la devoción y recogimiento. Ai elevar las Danos sacerdotales el pan celc-ste y el cáliz de salud, hizo salvas una batería provisional (jue se babia colocado convenieutemeiite cerca del Altar sagrado. Resonaban sus ecos atronadore.i en las playas y montes vecinos, mezclados con los toques rtBervados para los honores supremos; j qué momento aquel do compunción y arrobo! ¡qué escena tan maravillosa! ¡qué iraponente y magnífico cuadro! ¡Cuan sublimes son los Misterio» de la religión Catélica! Una Hostvt ázima humilla mas cabezas que todos los Reyes y potentados del Universo. En aquellos preciosos instantes se cumplia el mandato del salmo sagrado: se alababa á Dios con címbalos armoniosos, con cimba' los de regocijo: laúdale in cymhalis lene tonantibu», laúdate t» eymbalü jubilalionU: todos alababan al Señor Omnii Spiritu* laudet Dominam: lo alababan y bendecían valles y monte», las aves del aire y las bestias del campo, el ciclo y 1* -?.0tierra; y c\ mnr, c¡iio toc;'(ámiis, dé sur T norte, ('cs]!za')íi >t)8 nziil;i(I;is ondas, <\\\Í' on l'>s riscos quebrHiitíKiiis. B.tiudiibitn t lieiideciini A Dios, lanzando á las alturas sus brillantes espu' liias para retiriirse después huuiiliaiias y sumisas, irií, debenioH «leeirlo: en aquellos motnentos se verificaba el cáutico de los» tres jóvenes hebreos en el horno de Babilonia. Coneluiíia la Misa formaron en batalla dando frente á la "bahía las tropas y después de haberlas revistado en (írden do parada el Exolno. Sor. Capitán General acompañado do las demás Autoridades Gefes y Oficiales militares, desfilaron anto y. E. en c ihiinua de honor con atiuella precisión, con aquel aplomo, con acjuel aire ra;irci;il y gallardo continente en (juo se distinguen y sobresalen nuestros soldados sobre todos los del mundo. En aquel momento y antes del desíile debia tener lugar un ensayo de defensa de la entrada del puerto, por medio d« la voladura de un hornillo submarino, á cuyas pólvoras comuiiicarian fuego los rayos de la electricidad. Una embrtrcacioii que se su|)onia pertenecer á una escuadra enemiga, y que había logrado ftu-zar \a boca del puerto, estaba destinada á sufrir los efectos de la terrible explosión, l'eio e.^te ensayo, ipie habla tenido el éxito apetecida siete veces consecutivas, no lo tuvo enti'uices en aquella ocasión. Ea Providencia infinita no quiso sin duda que después «le celebrarse el sacrificio incruento de la Ley do gracia, cuando nuestro espíritu se hallaba conmovido y arrobado cOn tan místicas y piadosas sensaciones, jiresenciásemos una nueva prueba de las invenciones que escudiiíla la humanidad para destruirse entro sí y A sí misma. Eii nuestro humilde entender no nos parece muy noble acción de guerra destrozar con alevosa maquinación una nave que sin peligro ostensible cruza las agurs y que á la terrible explosión causada por la chispa eléctrica, vé al mar abrir su seno para servirla de sepulcro. Por otia parte parecia, que las sombra."» jrritailas de los ingenieros facultativos que después de abrir «na mina do bajada, establecieron y montaron la batería del Castillo que está á flor de a^ia á la mitad de la entrada del —40— poerte, no consintieron tampoco el buen éxito del ensaye, por que se habia supuesto que aquella embarcación podía forzar la entrada sin ser desarbolada j echada á pique por las terri-' ble» bocas de fuego de aquellos caiíoíies. Retiráronse nray complacidos el Excmo. Sor. Capitán General, el Excmo. Sor. 2? Cabo qtfe había mandado las tropas, y toda la comitiva é inmenso pueblo, que iniciaron, como en el dia anterior con una función religiosa, las diversiones y regocijos de este segundo dia, así como también con actos de misericordia, pues en él se dio principio á la RIFA PAEl LA CASA DE BE?í£FÍC£lVCIA. Con objeto de que este Establecimiento de Caridad recibiese socorros y conservase un grato recuerdo de las Fiestas reales y del nacimiento del Prínetpe, dispuso la Junta General que en los dias 13,. 14, 15 y 16 se verificase una rifa de varios objetos, cedidos como donativo piadoso por los vecinos y habitantes de la Ciudad. Creóse al efecto una comisión presidida por el Comandante de Estado Mayor D. Sabino Gámiz y cuyos individuos se ocuparon en hacer visitas domiciliaria» para recoger las Kmosnas y prendas que las personas benéficas proporcionasen, y en arreglar el modo y forma de proceder en todo lo concerniente á la realización de tan laudable pensamiento. Con este mismo fin habia reunido el Sor. Dean de esta Santa Iglesia una- sociedad de Señoras, que se prestaron también á esta obra caritativa, tomando á su cargo el improbo trabajo de ir casa por casa en dias consecutivos recogiendo también dinero y efectos. Reunier<>nse muchos y adquiriéronse en compra otros, y se espusieron todos en largas mesas y aparatos en uno de los salones de las Casas Consistoriales, y colocados ordenadamente ofrecian agradable vista. Habia Inucbles elegantes, mercaderías y géneros de moda, quincalla de todas clases, bajillas y almuerzos de porcelana, cajas, neceseres, y estuches do tocador y hasta relojes, alhajas y aderezos de plata y oro y brillantes. Pero en general la mayor parte de las prendns y efectos aunque de esquisito gusto, no traa de subida valor, porque- se iijá muy bajo el precio de las- —41— papeletas con objeto de que su adquisición estuviese al alcance de todas las fortunas y pudiesen todos asociarse á aquell» obra de caridad. Ilabia un libro espucsto al público donde constaban en relación todos los artículos, géneros, alhajas y efectos, cedidos /! comprados, con espresion del número de cada uno y dia en que entraria en suerte, y adoptó la Comisión otras medidas y precauciones para asegurar el buen íírden y forma en aquellas delicadas operaciones. Presidian el acto varias Señoras ocupando un elegante estrado, que una verja decorada con colgaduras de damasco encarnado separaba del local para el público. Cuatro niños aspirantes á guardias-marinas, vestidos de uniforme introducían en un globo las papeletas y las estraian para su espendicion. Hacíase esta con el mayor decoro y compostura no solo por los individuos de la Comisión sino también por las Señoras, que se prestaban complacientes & satisfacer las demandas de la numerota concurrencia, recogiendo el dinero que depositaban en grandes bandejas do plata, y entregando á los afortunados los premios obtenidos en suerte. Agradable impresión causo á todos, ver henchidos aquellos salones de personas pertenecientes íi diferentes clases de la Sociedad, aun las m(;no3 acomodadas, que iban no precisamente á probar fortuna, sino á ofrecer una prueba de sus caritativos instintos. Jesucristo, que pobre y muy pobre era, daba al César lo que era del César y entregaba sa ¿íbolo de contribución á los publícanos sin querer ni intentar escudarse con su pobreza. El pueblo de Puerto-Rico, todo el pueblo, el pueblo en masa, quiso dar ú, Dios lo que es de Dios, contribuyendo también con ofrendas respectivas al socorro de la horfandad desamparada, del pauperismo recluso, de la demencia desvalida. Votos, ardientes votos do admiración y de gracias rendimos, y rendir debemos á toda la población por su caridad inagotable, que obl¡g<j á la Comisión á espender en nn solo dia los lotes que debían espenderso en dos, y á suspender el acto por dos horas para ocuparse con afán en las operaciones indispensables para complacer á tan piadoso público, habiendo 5 —42— sido ademas preciso celebrar otra rifa extraordinaria después» de concluidas las fiestas. Vimos allí constantemente al Exorno. Señor Capitán General, como un padre cariñoso entre BUS amantes hijos, durante los dins de loa sorteos, empleando crecidas limosnas y donando de nuevo todos los objetos que le tocaban en suerte. Ocupábase además también en buscar y entregar por RUS mismas manos los olijetos premiados, como sucedió, entre otros varios casos, con un soldado raso que sacó en premio un aderezo de briHantesí allí vimos también al Excmo. Sor. General 2" Cabo y á las demás Autoridades civiles y militares, que se apresuraban igualmente á hacer repetidas demandas de papeletas, y á ofrecer á las damas una que otra vez, lo» íibjetos con que la suerte les favorecia cuando eran digno agasajo: allí vimos por. fin una sociedad cscojida, un pueblo culto y ben(ífico, una animación y movimiento y un respeto y compostura, que no podian dejar de tener el í.xito mas completo. Cumplimos con un deber de justicia al manifestar profunda /gratitud k S. E., íi la Junta de festejos y á la Comisión especial de rifa por el pensamiento, por su egccucion y por los ])ingiies productos que proporcionaron á 1» Casa de Beneficencia. CAE^REUiVS DE CABALLOS. A las cuatro de la tarde de este dia, y el l ó inmediato 6 sea el cuarto de las fiestas Reales, hubo carreras de caballos fuera de Puerta de tierraen la carretera de Rio-piedras, qne fs el sitio de costumbre. Ilabia la Juuta designado un premio de cien pesos por mayor velocidad al paso df. andadura, y otro de igual suma por mayor velocidad á la carrera. Aunque no Lace mucho tiempo, (jue, íl semejanza de las corridas de caballos y premios cstajjlecidos en los hipódromos de Madrid, »>cvilla y otros puntos, los introdujo aquí la Junta de Comercio, el resultado ventajoso se vá dejando conocer,, pues con Cite estímulo y el de la rivalidad y amor propio, las buenas raza; se aum3ntait de un m')d) notable y loj ciialores se de- —43— dican con afán y constancia á su mejora y perfección, scguti se ha notado on las corridas que se verifican todos los años en la fiesta de San Juan. Una numerosa concurrencia asistió ú este espectáculo que se vá haciendo muy popular. A uno y otro ludo del camino y frente á frente se levantaron y decoi-arou dos palcos, ocupando el de la derecha el Excmo. Sor. Capitán General y personas de su acompauauíicnto, y el (!o la izquierda los íícfiorcs individuos del Jurado para la declaración y adjudicación de,premios. J'rcsentiírousc varios caballos á di.sputarlos y fué la lucha muy sostenida hasta tal punto (¡ue hubo dudas para adjudicar el de velocidad d la carrera, y fué preciso repetir al dia siguiente por la mañana otra corrida para (jue el Jurado decidiese. Durante el espectáculo tocó una música piezas escojidas. ALMOHADAS. Dase este nombre indistintamente en Puerto-Rico, aunque á mi parecer, con impropiedad, así á las músicas y conciertos que se dan al rayar el dia, como á los que se dan por la noche en las calles, y que se llaman en sentido mas peculiar y exacto Sereiiatas. Una grande y hermosa dieron los niños del Colegio de la Concepción y las niñas del de Santa Teresa, á cargo el primero del Sor. D. Manuel S. Cuevas Bacener, y c!segundo de la Sra. D.' Josefa AntoSanza. Salieron reunidos-de aquel establecimiento llevando en sus manos vistosas banderolas, acompaíladoa de una lucida orquesta con una faro" la de grandes dimensiones y numerosas hachas de viento, y dirigiéronse á la Keal Fortaleza, seguidos de un inmenso gentío, para ofrecer al Excmo. Sor. Capitán General una tierna prueba de que, cuando todas las clases celebraban con rcgoci* jo el natalicio del Principe Real, no pedia aquella inocento y numerosa república dejar de festejar tan fausto suceso y du unir su júbilo y contento al júbilo y contento general. Con firme voz y entonación afinada y seg|||ra cantaron ante S. E. un himno que respiraba ternura y patriotismo y protestas infantiles de amor al Augusto Recicnnacido, y de profunda gratitud, -44— délas mas sinceras y puras en verdad, porque el natalicio del que será un día su Jtei/y padre cariñoso les propcrcionuba dias de asueto, y de holganza, que se Jes concedió siguiendo una antiquísima costumbre. S. E,, acojio á aquellos coros de ángeles con terneza y cariño, y los obsequió con profusión. Uepitieron en varias casas el himno, que agradó mucho, y cuya múüica era composición del profooor D. José Cabrisas, asi como la letra del Sor, Director del Colegio. ^^r^jCfJká'r^ La Gran alborada gibaresca, que se celebró esta misma noche, fué un espectáculo sorprendente que excitó y debia excitar vivamente Ja atención, y que ofreció las variadas y agradables escenas siguientes. Deseosos mucho.s jóvenes de demostrar con trasportes de alegría su leal adhesión al Trono do S. ^l., su amor á. la. Reina Nuestra Señora y á su Augusto JEsposo, y el vehemente entusiasmo que animaba sus corazones por el nacimiento del Príncipe de Asturias, concibieron la idea feliz de formar una comparsa de sesenta y nueve individuos en representación do las sesenta y nueve poblaciones de la Isla inclusa la do Vicqucs. Encargóle el arreglo y dirección de esta fiesta pública á D. José Concepción Diaz, vecino de esta Capital, que como era de esperar de su habilidad en la materia, quedó airoso y cumplió su comisión á gusto y contento de todos. Se reputó indispensable, entre otras cosas, que los cantares y tonadas, los instrumentos músicos, tragos y otras prendas de ropage y do ornato esterior del cuerpo, fuesen los de común y general uso en todo el País, cuya representación se abarcaba. Era también lógico y subsecuente que en los versos se emplease el dialecto del campo, aunque en las desinencias, perspicuidad y sintásis so diferencia muy poco del lenguaje común castellano, si bien varia mucho en la estructura y pronunciación de las voces. Arreglados en brevísimo tiempo el modo y forma de la Morada, y con mucha reterva, sorprendió casi á toda la poblaoioii verla bajar en medio de innumerables hachones jr precedida de una música militar desde la parte mas alta de la —45— Ciudad en las inmediaciones do < asahlanca, diriglcndose por 1A caleta de San Juan al palacio del Excino. íiov. Ca¡>¡tan Ceneral. Sorprendió mucho mas, si cabe, el orden con (¡r.c n.íu-chaban y en el que se formaron cuando llegaron ú la jilazucla, dando frente á la fachada del odiScio. Colocáronse ú uno y otro costado y por mitad los individuos de la comparsa, ostentando cada uno de ellos una bandera con el nombic dt! pueblo al cual representaban, y combinando de tal suerte y tn tal forma los colores, que el conjunto de aquellas ciií-tñas presentaba á la vista un gran pabcllju español. Situóle en mediu de aquella congregación, vestido de serio el representante de la Capital, que ondeaba en sus manos el glorioso pendón de Castilla. Esta comparsa era mas que una gran ülogoría, era una viva representación de las usanzas de todo el país en general y de las peculiares do cada localidad. Cada uno de aquellos cuadrilleros, marcaba con exactísima verdad el iipo original y distintivo de cada raza, la diferencia gradual de linage, y hasta el carácter y especial condición de los moradores de diversas comarcas. Aquellos tragos antiguos,' aquellos rarísimos cquipages, aquellas zarandajas'do vestimentas, aquellos pergeños y continentes, aquellas actitudes y ademanes, convertían en realidad la apariencia, la semblanza en identidad, la ilusión en evidencia. Pero nosotros veíamos en aquella representación algo mas que disfraces propios, artificios hábiles y mogigangas lucidas; veíamos en ella el gran símbolo de la lealtad acrisolada do esta preciosa Antiila, el emhlema de su amor y dedicación incontrastables á sus Monarcas, la cxpre" 8Íon elocuente de los afectos patrióticos de buena ley (jue la generación actual heredó de las generaciones anteriores, una muestra, cu fin, general j completa del inefable júbilo quu el nacimiento del Real Príncipe excitó en toda esta provincia desde la Cabeza de San Juan hasta loa Morrillos de Caho-Itojo. C&ntaron D. Ileraclio Bennudez y D. José Sola las tonadas conocidas en el país con los nombres del Cabayo, Seis Chorriao y las Seguiriyas, acompañados de música campcsi* ua muy acorde y bien ensayada. La letra ó versos do estas —4(5— tres canciones, se encarga al Escribano de Guerra de la Capitanía General D. Ensebio Nuñez, quien apenas tuvo tiempo para improvisarlos según nos han informado. Y en verdad quo el Sor. Nuñez, no solo ha dado pruebas de conocer profund.amente el idioma de su país y sus usos y costumbres que coa tan admirable colorido de verdad y exactitud describo su pincel maestro y afortunado, sino quo además, sin ínfulas y pretensiones de poeta, nos parece que lo es y con ventajosas disposiciones. Tiene ingenio, facilidad y numen. La primera composición respira, entre el festivo gracejo, grande españolismo y amor patrio: la segunda, de estilo mas grave y severo, demuestra adhesión al Trono legítimo y contiene ardientes protestas de lealtad y decisión por la Eeina Nuestra Señora y el Augugto Príncipe, y la tercera está llena de sal ática, de chistes y donaires epigramáticos que no desdeHarian nuestros mejores poetas satíricos: en algunas de las seguiriyas so notan recuerdos de Quevedo y de su <5dio mortal á las $ue' grat. Hé aquí las composiciones. uuu Sainamos á Giiesencia con respeto y con criansa, que émos aio melicianos j sabemos la oidenansa. También lo felecítamos como Gefe afoitunáo, qne nos dio la gran noticia del paito tan eseáo. Adeviné dende luego que ei nació jné barón, así que cont¿ los tiros isparáos por ei cafion. - 4 7 Y santiguándome ai punto puse en tierra la ruiya, y á mi Dios le di las gracias poi tan grande maraviya. Como no jayé cabayo pa venir á las funciones, jise mi viage montáo en la crus de los caisóncs. Fiestas como las presentes <?s lo que á mí mas me gusta: lo mesmíto era mi maire, Quien lo eréa no lo juita. Ojalá éi recien nació las \iera como las vemos, que asina conosoria lo mucho que lo queremos. Tanto me gusta la fiesta que á mi esposa Maigaríta, poi venílme I9 é dejáo enfeima y apuraíta. Aya la estaba curando ci curioso Juan Garái, con un ingüento, de moa, que lo ñaman joyo báy. Sin embaigo me peic&to que yo boi á estái de luto; pues sigun éya queába, pronto pagará ei trebuto. Pero me jago de cuenta que si la jayáre muéita, abcré peidio la esposa; pero no peidi la fiesta. Kompanse los esturméntos baile ei práo 7 la montafi», —48— que & nació el credro de la Corona <lc España. Dicen que en su'gran bautiso cuatro nombres á tenío Aifonso, dispues Francisco, y FeÍDsiitlo, y luego Pió. Iscúrro que ci primei nombre éa poique úvo muchos Reyes Aifonsos, mui entendió», y uno de éyos jiso leyes. Ei Francisco éa poi su paire. y ¿3 mui justo y mui debió; á mi me pusieron Péiro, y Peiro le puse ai mío. Ei Feinando e» poi su agüelo, que á mas que foé nuestro Rey, era legitimo paire «le nuestra Reiua Isabel. Y Pío, poi su pairino nuestro Santíscmo Paire, ei Pontífeae Romano, cuya vía Dio» nos guaide. Disen que nació rebnsto tan donoso y entonáo, que aprométe que á de sel an Soberano »faiBáo. Pa ponderal la alegría ie mi R E I X A , toíto és poco; cuando nació mi Peirito en un tris me baeibo loco: Ojalá qne ei mando TCS ai Príncipe y á la Infantay dambos en el aimanáque: mno Santo, y otra Santa. -40 — DichdSíi Rchiii ([lie 6s malrc (le tan cracio^a pareja; jasta en la Misa le dicen lluHjina compJúra rpjn. Ei gran Princcpe de Asturias sepa (jue en nojotros tiene l\oml)rcs (¡ne empeñan el cueipo y el alma si á manos viene. Por efondel su peisona, prcvilcgios y derechos, folmaríamos un palencjue con nuestros costantes pechos. SI yo supiera tjue alguna al Vr'incepe no adoraba, sin foimacion de cspidiente, do jilo lo cscopetiáha. Y ilispucs escribiría mi caita con tinta negra, recomendándolo ai Diablo (poi conduto de mi suegra). Jablúndo acá entre r.ojótros como (|ui"n jase consultas, estíli contento del pait'\ Y también de las resultas. Polque íi Pciro mi raucliíícho me lo tlcn.n encausíio r,omo ciimpite de juito, y agora será indultáo Y que no pago las costas poi mucho que se me atraque. que el indulto és poi re('ndo lo tnesmo que meriuaquo. Pero ai Princcpe voibicndo Dios conscibc su peisona, y su gracia lo cobije de los pi(?s á la Corona. Es tan sieita j veidadr» la fé con que lo adoramos, que sin esperai canduéimas, donde agora lo juramos. Yo poi mi paite lo estimo (y no es embuste Señores) como á San Ramón mi esposa cuando está en meses mayores. Espero veilo en su Trono y barrunto con sigílio, que mandará poi Rial úiden nos achiquen ei soicílio. Y que viendo que lo amamos ispondrá por encumienda, que los salarios dei Cura los pague la Rial asienda. Ya no aberá contumelias • ya toíto es alegría, y España estará contenta tomo una pascua floría. V (juo ostanilo quictcsiia sin buya ni trompesoncs, de juro será la invíria de toitas las líaciones. Seun tantas las abundancias que veamos por acá, un beigantin de pesetas de las de estuca para. Poique en veibo de mondas la Española es la mejói, pues tiene Lion y Castíya y aimaa dci Rey mi Sefioi. —51— Esa platü forastera á toitos esconsuela; como tiene pajarito, alet(?a y se nos buela. Ei que coge ésas pesetas yeba ei Demonio en la mano, poique los faita la crua que es la ensínia ilci cristiano. En fin Dios nos dé la pás que és mui seguro baluaite, y toíto lo tendríamos como éya no nos faite. Jasta ei mesmo Jesucristo cuando por ei mundo andaba, la pas era su devisa, y con éya sainaba. En ei punto en que no ai pas, jasta la tierra se seca: y dentra ei Diabio y se anía como Gayina culeca. Yo creo que su Deselencia estará regocijáo, de ver ei Pueblo que manda tan contento y <*nfi<;8tfto, Y JO goso poi mi paite viendo tanta luminaria, pues en casa no hai mas bcla sino la é la Candelaria. Viva ei Príncipe de A»turiai>. viva la líeina y ei Reí y la En/anta, y Pneito-Rico y ei General Cotonei. .^ r,,^x^ «1lh^01);íJ, La jioi de tolta» lan fiorci ei mas íabio entre los sdlios tvfri-enJo enjurias y af/racioí vturiv poi los pecad res. Reina de mi corason sol precioso ile los soles gloria de los Espafioles lumbriíra de la ^sacien: Te guaida nuestra afición cu c¡ pecho con amores, fiamándotc sin favores desecion de las mugere?, Ijoi que de veidá tu eres la fioi de toitas las üores. Por una Lei de paitíá (¡jue Alfonso sabio dito derecho ai Trono te diú y á la Nación diú la vía. Eres la Beina quería de toitos sin agravios, sigun lo dicen mis labios, sigun lo manda la Lei, que ea de Alfonso nuestro Rci, ei mas sabio entre los sabios, (jóstn de dicha cumplía los guapos de la Nación «{ue yebaron tu pendíia cü la guerra fenecía. ''¿ De Dios sea mt(,idecía la casta de' loa faisai-ios sitraquesc.bieii los labios el que leái na .quiera scj» poique si no, se lia de vei sufriendo eujúrias y agravios.. Eu fin, á tí la Nación te bendice gran Señora ccidia protctijra de la Santa Religión. Caiga en tí la bindicion dci Seuoi de los Señores; de aquel que con mil amores con ateuto cariñoso, en un suplicio espantoso murió poi los pecaórcs. Poi mi Príncepc (ulordo ci día que se ufredera, cincuenta via¡jes muriera á fe de Peiro lirao. Fui mcliciano, y fue,visto. que cuando dentraba qn gueiT/v, era guapo como Perra efendiendo su Pecritp. Agora estol gaataito, pero como soi castáo, es un caso avcriguáo que 8i se ofrece toabia, cien viages piedo la via poi mi Princepe adorao. Por cfendéi mano á mano ai Princepe y á la Ley. —r>4— abaklono mi mugéi, mí paire, mairc y heimano. No és esto jablai en vano; lo 6 probao en mi carrera; y sopase cualesquiera que en toito caso apurao, Boi ci priinéi alistao ei (lia que se ufreciera. Cuando ci sitio intitulúo (sigiin contaba mi mairc) jiso mas mucitcs mi paire, que ei cólera condenúo Y como no so ú duáo de que yo su jijo fuera, nunca duái se pudiera que por ei Pr'inccpe. mió, peliando ú brazo paitio cincuenta viages muriera. Poi lo mesmo que soi fiei á los Pueblos represento pa cantaile con contento ai Generái Cotonei. Y abemos de merecéi nos reciva de contáo, la ofeita qwe con agráo ai I'rlncepc le jasemos, de que por ei moriremos, á fe de Peiro Tiráo. ^^OíLíaes^oo^ —55— Biilas compra mi suegra pa 8U peisona poique tiene ei pecao de comelona. Peio yo creo que á, ella no la saiba ni el jubileo. Una batea y un catre testo Juan Rosas, ejándome ereéro de dambas cosas. y el aibacéa, 8c queó con ei catro y la batea. Como tengo mis jijas y son bonitas, le pongo cara é jierro á las vecitas. De tai manera, que nunca jasen otra que la primera. Casé con una tueita y me sofoca: lo que le faita do ojo le sobra 6 boca. Y toito ci dia, se pasa meimurando la tueita mia. —56Se me agregó mi suegr» (Santos benditos) el infieino y mi casa son igiialitos. ¡Dichoso arrimol ya no estoy ajoicao poique me estimo. Jiso buen matrimonio Adán con Eva, poique poi dicha suya no tuvo suegra. Si la tuviera, de jilo la cambiaba poi la culebra. Ei que diere palabra de casamiento, pcrcúre que no sea por ocumento. Pues si lo afloja, lo bueiben maromero en cueida floja. Ha salió mi jija María Nicasia mejoi mala que buena poi mi desgracia. Ella lo eréa, pues toabía su maire cascabela. Me aseguró mi suegra que mi mugéi, era poi su trabajo dina de un Reí, Y la maleta, nunca tiene pcrésa pa estaise quieta. —57— El que está sin camisa tiene la maña, de jablai de estupiya y de bretaña. Y si no cena, tiene su duice sueño con noche buena. Comparo ei meriñaque con ei jicáco: «n quitándole ei cuero, toito és casco. Y son traiciones, que se jágan jureles los «amarónos. Cuaado veo á mi esposa tnui salamera, éa sefia que ai jarrieros «n la cumblera. Y yo cayándo. al otro dia me jayán «soyinándo. Al yegai la Parroquia los creeros lo mesmo que la viáa, jasen pucheros. Y á las dos horas ya quieren que se jagan las devisórias. Me asegura mi espesa como de cieito, que quiere morir antes que veime mueito Y yo contento, eséo que se logre «u pensamiento. S —58-AI jijo de mi jíjs tengo poi nieto; pero los de mi jijo no estoi mai cieito. Pues poi BU estréya aignnos tienen jíjos que son de éja. Si va ta esposa á misa vete á su láo, no sea que no pase ni poi sagráo Paes sin quimera, mejoi éñ poi si acaso, que quien dijiera. Empresté un peso á Peiro en macuquina, y asi que nos topamos tuéise la esquina. Y el arrastráo ni jaciendo el iscuento me lo á pagáo. Aibor<5ta mi esposa Tora la negra, gritan los muchachitos gruñe mi suegra. Y yo no jablo pero lo doy oayándo la fiesta ai diablo. Los viejos con amores son semejantes, á un General, paes tiene BUS Ayuántes. Con la iferencia que son mas atendioa que sa Sseelenoi». —59— En ei dia del juicio, (dice mi maire) que caúno se arrima junto á su paire. Vea mi Tiniente DO se arrimen los niiios al asistente. He traio mi suegra á puro ruegos pues dice que le gustan mucho los fuegos. Yo me alegrara BÍ un cógete en el rabo se la yebara. El Excmo. Sor. Capitán General j las demás Autorida< des 7 personas distinguidas que le acompañaban, así como las Señoras que ocupaban el balcón principal del Real palacio, quedaron algo mas que complacidos, quedaron entusiasmados con aquella comparsa y serenata llena de atractivo y accidentes agradables. Un concurso de mas de cuatro mil almas aplaudía con arrebato 6 con furor, como ahora se dice, algunas seguiriya», de las que pintan al vivo las humanas flaquezas, y las celebraban con carcajadas inestinguibles 6 como otros diñan con prolongada y estrepitóla hilaridad. Al mismo tiempo que la casi totalidad del público se entretenía con este grande espectáculo, la parte restante había concurrido al teatro, donde se daba, en celebridad del felíx suceso una función, que principió con un himno alnsiro, composición, la música, del maestro director Sor. Torres, y la letra del Sor. Guasp, redactor del Boletín Mercantil. DU TERCERO. Las músicas y bandas de tambores recorrieron las calles como en los días anteriores. _60— DOTES DE IrA JOTTA DE COÍSIEUCIO. Las fiestas de este dia principiaron y se señalaron también con actos de beneficencia. Esta Corporación y todo el Comercio de esta Capital parece qne se propusieron imitar el alto y magnánimo ejemplo de S. M. LA REINA NUESTRA S E SoRA y seguir sus felices inspiraciones y piadosos deseos. El Excmo Sor. Teniente General D. José Leraery, de cuyo mando conserva y conservará siempre esta Isla grato recuerdo, acababa en aquellos días de comunicar á la Junta de Comercio y Fomento una de aquellas muchas resoluciones Soberanas que brotan del benéfico y maternal corazón de S. M. un rasgo liberalísimo de su Real Munificencia, que arrancó lágrimas de gratitud. La Junta babia destinado la cantidad de diez y Hueve mil pesos fuertes para ofrecer á S. M. una preciosa pulsera en memoria del inmenso beneficio dispensado á e«ta Antilla con la extinción de la moneda macuquina. S. M. se negó á admitk-la y manifiesto su Real Voluntad de que aquella creeids sama se invirtiera en alivio de los huérfanos desva* lidos y de las clases menesterosas, dignándose mandar que se labraae un» pulsera de escaso valor en prueba del Real aprecio que le merecen estos leales habitantes, quedando así satisfechos sus deseos y los de la Junta. Esta Corporación, pues, cooperando á las miras y piadosos propósitos de S. M., acordó como representante de todas las honradas clases del Comercio, repartir, entre otras limosnas, cuatro dotes de quinientos peso», sorteados para huérfanas jóvenes y virtuosívs de esta Capital. Se dio principio á las doce del dia á este acto solemne que presidió el Excmo. Señor Capitán General, teniendo á su derecha al Excmo. Señor General 2° Cabo, y á la izquierda al Illmo. Sor. Intendente, con asistencia de todos los individuos do la Junta y de otras varias autoridades eclesiásticas, militares y civiles y de un numeroso concurso de ambos sexos. Abrióse la sesión con la mayor solemnidad, y después de leer el Secretario de Ift Corporación un breve y muy sentido y expresivo discurso, se pro- —excedió al Sorteo en los términos siguientes. Introdujéronse en una urna cuarenta y cuatro papeletas que contenian el nombre de cada una de las aspirantes, y en otra urna cuarenta en blanco y cuatro con el lema de V^iva el Príncipe de Asturias, medio feliz, ingenioso y patriótico de señalar los cuatro premios. Dos inocentes ñiflas estraian de las urnas simultáneamente las papeletas, leia y publicaba el Vice-presidente do la Junta los nombres, el Secretario anunciaba las blancas y entregaba las que contenian aquel precioso lema al Excmo. Seiior Presidente, quien poniéndose en pió esclamaba con llena, aunque algo conmovida voz, Viva el Príncipe de Asturias, tocando en seguida la másica la marcha Real. A esa voz, pues, se adjudicaban los premios; á esa voz, que no resonaba en nuestros oidos hacia ya diez lustros; á esa voz, que ha disipado hasta las leves y aparentes sombras de pretensiones ilegítimas ó como dccia la Augusta REINA y Señora Naestra, has' ta la mas remota vislumbre de vanas ilusiones; á esa voz, que nos prosterna ante la cuna donde se mecen las esperanzas de dos mundos; á esa voz, que ha desvanecido tantos temores, que ha llenado de júbilo tantos corazones, que ofrece segura prenda de estabilidad para el Trono, que es iris de paz y bo^nanza tras tantas borrascas preñadas de adversidad, de infortunio, do trastornos espantosos, de proyectos execrables, de ambiciones bastardas, de pasiones desbordadas; á esa voz en fin, que inicia una nueva era de prosperidad y ventura para ambos reinos y de bienestar y sosiego para mas de sus diez y y seis millones de habitantes. Las jóvenes honestas, favorecidas por la suerte, que, según informes, parece fuó providencial, bendecirán eternamente á la Junta y al Comercio, que se encargarán de colocar hasta BU dia con interós seguro esos dotes, y conservarán profunda y grata memoria del feliz suceso, á que deben tan gran beneficio. Antes de concluir el acto, así la Junta como todo el Comercio ,al cual representaba, recibió sinceras gracias, que en el Real nombro de S. M., les tributó su Presidente el Excmo. Sor. Capitán General. Al terminar este punto, exige la justict» que hagamos especial y grata mención del liberal —02— y noble desprenJimiento del Sor. D. Juan Bautista Machicote, que aunque, no es individuo de la Junta, ni se dedica al Comercio, contribuyó no obstante con un crecido donativo para que se aplicase á los dotes de las huérfanas. Semejantes honrosos rasgos deben publicarse como ejemplares muy dignos de tener imitadores. COmdí A LOS PRESOS DE Li REIL CÁRCEL. En este mismo d'ia & las cuatro de la tarde se celebró otro acto de caridad y lieneficencia por S. A. la Real Audiencia ChanciUería, que dio una abundante Comida á los pobres presos de la lleal Cárcel, concurriendo el Excmo. Sor. Regente, los Sres. Oidores y Fi^^ul, el Alcalde Mayor, el Secretario del Real A-cuerdo y los demás Oficiales y Subalternos del Tribunal. Cuadros semejantes solo la Religión católica los ofrece, solo los dicta la caridad inagotable y el santo ejemplo de su divino fundador; solo los enseña y aconseja, la abnegación, la humildad, el amor al prógimo, y las máximas, dogmas y pre" cestos evangélico."; solo los egecntan los que profesan la fé de aquel que, como dice el Sagrado Texto, pasd haciendo bien, peptrantiit benrfuciendo; solo los espUca aquella sublime y perfecta virtud que conduela á San Pedro Armcngol á quedarse en rehenes para el rescate de los cautivos, y á sufrir por ellos una muerte afrentosa suspendido de un árbol: la que llevaba al hospital de Marbourg á Santa Isabel Reina de Hungría, para levantar por sus mismas Reales manos las pústulas hediondas, y curar las llag.is inmundas y contagiosas de los leprosos. Perdónese esta breve digresión, mas propia á la verdad de una Encíclica que de una descripción de fiestas; pero no será quizá perdida, especialmente en el país donde escribimosNos sugiere, por otra parte, estas reflexiones, el recuerdo de haber visto á Magistrados superiores servir por sí mismos las viandas, manjares, vinos y licores y hasta el café, á los infelices presos, á aquellas mismas personas á quienes maILuia tendrán que aplicar inflexibles los castigos y penas leg»- —Gales, con la conciencia tranquila, sí, pero con el corazón turbado y conmovido. Aquellos desgraciados no sabian como y de que modo manifestarían su gratitud á tanto obsequio, y prorumpieron en vivas á S. M. la Reina, al Serenísimo Princi. pe de Agturias, y al Excmo. Sor. Gobernador y Capitán Gegeral, presidente del Real Acuerdo. COMPARSAS DE SOLDADOS. A la misma Lora de las cuatro A4tl^ tarde, cuando se repetía la diversión de las cucañas por acuerdo del Ayuntamiento, salieron de los cuarteles variadas y vistosas comparsas del Regimiento de ValladoVid y cuerpo de Artillería, representando con trages propios y adecuados las provincias de Aragón, Cataluña, Valencia, Castilla y GaUcia y otra comparsa además estudiantina compuesta en su mayor parte de la clase de Sargentos. Egecutó cada una de ellas y sucesivamente sus bailes provinciales y peculiares al son de sus respectivos instrumentos, ante el Excmo. Sor. Capitán General, priraerO; y después en las casas de otras Autoridades y en las calles que recorrieron, esparciendo el contento y alegría con BUS festivo» cantares y graciosas danzas. Llamó mucho la atención la comparsa de los Catalanes cuando egecutaba el vistoso baile conocido con el nombre AeBaituné». Todas, estas comparsas agradaron sobra manera, & los naturales de este país, por la nove, dad, y á los.peninsulares por el recuerdo de su cara patria. Asi es que volvieron á salir en los días siguientes 15 y 16, en cuyas noches pidieroní y obtuvieron permiso del Excmo. Sefior Capitán General tres individuos del mismo Regimiento d© Valladolid para entretener al publico con otro nuevo espectáculo. Improvisaron un teatrito en el descanso de la escalera volada del Ayuntamiento, y dieron allí nna variada foocion de títeres, entreteniendo y haciendo reír de buena 6 impetuosa gaa» á an numeroso páblico con los movimientos y graciosas apariciones de D. Polichinela. -64— Mientras tanto, y con breves intennedios I& brillante müsica del Regimiento de Yalladolid, situada en el balcón de las casas consistoriales, tocd diferentes aires nacionales j danzas para el baile público qne se verificaba en la Plaza, conforme al programa acordado por la Junta General de festejos. Jamás se habia visto en aquel recinto tan inmenso gentío, en el cual circulaban confundidas todas las categorías y clases sociales, reinando do quiera la animación, la fraternidad y la alegría. • ^XWJ^ 11^ DEL CASIXO. Después de tres dias de diversiones y regocijos no inter­ rumpidos, temíase y no sin fundamento, que este baile no estu­ viese animado y concurrido, no obstante la justa afición y pre­ ferencia que merecen y la bien adquirida celebridad con que se distinguen todos los que dá esta Sociedad escogida. Vanos sin embargo eran semejantes temores, y la Comisión de Socios encargada de los primeros preparativos, obrd con previsión y prudencia al ocuparse antes que todo de dar ensanche á los salones del edificio, tan luego como la Junta General, cor­ respondiendo á la invitación y asociándose á los laudables propósitos y deseos de la Directiva, acordó solemniíar con festejos propios de su instituto el venturoso suceso, que habia entusiasmado y colmado de júbilo y esperanzas á la nación entera. Así es que como por ensalmo se levantó un nuevo sa­ lón sobre el patio, se transformó completamente la galería, de­ saparecieron las mesas de villar y se convirtió el local donde estaban en sala de refresco y ambigú. La Comisión de ador­ aos, conduciéndose con la misma actividad y dando pruebas de su delicado gusto, tapizó y alfombró de blanco y encamado toda la escalera, colocando á áoiboe costados macetas con va­ riadas flores, arbustos y plantas aromáticas, y decorando ade­ más la subida con tres arcos enramados tan al natural, qne de sus raniBs y hojas pendían lozanos y frescos varios frutos indígenaa. Apenas pisaban los pías el último peldafio y vertí-' ce de aqueQ» vistosa sabida, se TÍBlxunbmb» ana estenu gale- — 05ría arqueada é iluminada con globos de colores y en el fondo reflejaba un grande espejo las luces de innumerables antorchas. A la derecha aparecía el nuevo improvisado salón con elegantes adornos y decoraciones do arquitectura gótica. El 'salón principal estaba igualmente muy adornado y profusaJiiente iluminado. Eran magníficos sus espejos, elegantes y ricas sus colgaduras y suntuosas y de bellísima forma sus láml)aras; y en uno de los testeros llamaba la atención re-^pctuosa un buen retrato de S. M. la REIXA Nuestra Señora. En el gabinete y toca<lor de Señoras, galante y delicadamente preparado, sobresalía una lindísima fuente artificial que brotaba por agrupados surtidores aguas de olor, cuyo perfumo combinado con el que exhalaban los ramilletes de flores que allí abundaban, esparcían y llenaban la atmósfera de todo el hernioso recinto de suavísimos aronjas y fragancias. Este mismo primor y buen gusto habían presidido en el arrcg.o y decoración de las Salas de refresco y de descanso. Las nueve y media de la noche, era la liora designada para la recepción, cuyos honores se hacían con delicada manera y cortesano esmero por los Sres. Socios, y /í esa misma Lora se henchían aquellos salones do gr;:cia y de liermosura, de la lozanía y juventud llorida, y hast:i de la vetusta y maroliíta que aparecía allí como remanecida y remozada. Vestían las damas tragcs elegantes y lujosos, y orülaban en su seno garganta y cabellos, aderezos, galas, airones y adornos de tan oaquisito gusto como de rí(iuísimo valor. Y en verdad que en sus semblantes radiantes de frescura y de beldad, en sus miradas firmes y enérgicas, aunque modestas y púilicas, en su ademan y continente gracioso, en su animación y alo.rrría, no se notaban ni vestigios siquiera de la fatiga y languidez, que no sería estraño hubiesen dejado alguna huella después de tres días de afanes, do jornadas y pervigilios. Los caballeros vestían tragos de rigurosa etiqueta y compartían con las'damas viveza y contento. Sobre las diez dadas serian cuando el sonido magestuoso y grave de la marcha real anunció la llegada del Excmo. Sor. Capitán General, Socio protector del Casino. Diúse «Dtónces principió á la fiesta, con un himno cantado, 9 ~Ú6Coii acompanamícnto de una música numerosa ínstrüniental, por varias Señoritas hijas de algunos Socios y por otros individuos de la misma Sociedad, Cunto la primera estrofa la Se-fiorita Doña Encamación Calderón con buena voz y afinada entonación, aunque con algún indicio de temrr y desconfiiinzay que la modestia abona, pero que sus buenas dotes y facultades rechazan. Cantaron la segunda á dúo las Señoritas artistas Dofía Ana Rovira j DoSla Carmen Pinta, con la maestría, segu-ridad y buen gusto que las distingue. La música del himno era del profesor Iluíz y la letra del Sor. Gua^p. Principió en seguida el baile, y en ú\ no solo campearon lag damaa puertoriqueñas, sino que fueron casi esclusivas, pues hubo que suprimir los bailes europeos anunciados en el programa, á causa de que la mucha concurrencia, 6 mas bien la fastuosa y vana pompa de Jas crinolinas inflexibles y de loa fniriñaques erguidos usurpaban el espacio, y daban lugar con aquel embarazoso balumbo á que no eolo se entorpeciese sino que á ratos se paralizase totalmente la locomoción. Y en ver." dad que el bello sexo de Puerto-Rico, tan semejante al de las Provincias del Mediodía de España, que parece vaciado en la taisma turquesa, debiera desechar esos promontorios fiJamen-' toso-metálicos que aquí no suplen faltas, ni rellenan huecos, sino que por el contrario exageran y desfiguran Jos contorno» y degradan la belleza y armonía de las formas. Razón tenia quien dijo que para juzgar de la elegancia de la» mugeres era preciso verlas, no llenas de trapos, sino vestidas de trapillo, y nos parece que las puertorriqueñas, lejos de perder, ganarían con el cambio. Y en verdad que no atinamos la causa de que la moda de esos ahuecadores se haya convertido en uso tan general y prolongado. El origen de sn artificio no es por cierto un título muy noble y recomendable. Refieren las historias, que en el reinado de Francisco I, una joven de estado honesto y de la servidumbre de palacio, tuvo necesidad apremiante de cscogitar los medios mas eficaces pata encubrir, por espacio de algunos meses, los resultados naturales de su humana fragilidad. Le pareció sin duda que los tontUlos y guarda-infantes, conocidos ya en aquella época, si no nos equivocamos^ —67— no llenaban enteramente sus designios, pues si bien ensanchaban los costados, los petos entallaban de tal suerte el cuerpo, que no desfiguraban la circunferencia. Ideó pues la crinolina ó ahuecador, que, rodeando todo el talle j dando desmedido ensanclie ú las caderas, ocultaba y confundia las prominencias en todos sentidos. Por eso sin duda se dio á aquel cilindro el nombre de vertu-gardien; nombre por cierto tan falso y embustero como el cilindro lo es, porque en vez de ser guardián de la virtud, era por el contrario encubridor del vicio. Por la misma razón se prohibieron ya en aquella época con sobrada justicia esos bultos grotesco», así en España como en Francia, y debía ahora renovarse la prohibición. También era injusto que entre nosotros se llamasen guarda-infantes, pues procedía que tuviesen terminación femenina, es decir guarda infantas. No dejaron sin embargo de ser útiles alguna vez. Perseguido Enrique de Navarra por e)tpuQal de los asesinos bartolomistas, se refugió y ocultó con doble ventura bajo la crinolina que llevaba Margarita do Valois; y el duque de Montmorency, salid de la plaza de Bezicrs, durante el sitio, colocan José en el carruage, y dentro del miriñaque, de Madame Tressan: considerándose tan seguro, que, según dicen algunos, iba fumando en una gran pipa sin que ninguna espiral de humo subiese hasta las portezuela» del vehículo, pues todas bullían prisioneras bajo los huecos y paredes del gran recipiente, sin molestar á su salvadora. Muy acertada anduvo la Comisión de convite en el de sempeño de su cargo, tan delicado y escabroso en esto país por causas locales que todos conpceo. La reunión era brillante y escogida, y en ella vimos muy complacidos y satisfechos, así al Excmo. Sor. Capitán General como á todos los demás Gefes y Autoridades militares y civiles. Sirviéronse con pro' fusión helados de todas clases, bebidas y manjares confortantes, pues la Comisión encargada de este importante ramo quiso rivalizar con todas las demás para que aquel baile fuese bajo todos conceptos suntuoso y brillante, y quedasen contentas y llenas de gratos recuerdos las ochocientas personas que allí habia, y que fueron dejando con sentimiento aquellos sa- —68— lone3 cuanJo ya las músicas y bandas do tambores anunciaban las rosas de la aurora y los festejos para el nuevo dia. DÍA frARTO. La Junta de Comercio que con liberalísima y prodiga mano se propuso hacer muy digno y benemérito empleo do fondos cuantiosos egccutó este dia otro acto de caridad y beneficencia. A la una de la tarde recorrió las culles una Comisión compuesta de dos de sus vocales y de cuíjtro representantes de los gremios, y repartió setecientos pesos entre los desgraciados que si algún dia vivieron con desahogo y comodidad, se ven ahora de^tuidos de todo recurso. Estas limosnas hechas á domicilio y con sigilo á loa que so llaman pobres vergonzante», llevaron el conduelo y el alivio y cubrieron urgentes necesidades de muchas familias, cuyos tristes aycs, no consonaban bien con los alegres vivas y con las bulliciosas y arrebatadas demostraciones de júbilo. Así es que la población entera aplaudió con gratitud el desprendimiento del Comercio y el buen acierto y prudencia con que aquella comisión dignísima distribuyó los auxilios pecuniarios. En este mismo dia dio el Excmo. Sr. Capitán General otra esplendida comida á los presos de la Real Cárcel. Sirviéronla el (Jefe y Oficiales de la Secretaría de Gobierno y el Sor. Director do Obras públicas, quedando aquellos infelices llenos de gratitud á este repetido obsequio, y muy satisfechas las muchas personas que fueron á ser testigos de aquel acto caritativo, que se verificó en la Sala de justicia á las cuatro de la tarde. A esa misma hora volvieron í salir las comparsas y turo lugar la segunda corrida de caballos. ¥\]E.GiO& Aíin:\¥lClALÍ.S. Daretnoi una ligerft reseña de esta espectáculo que como —69— nuevo, se puede decir, en esta Isla reunió ua inmenso concur» 80, porque llamó y debía seguramente llamar mucho la atención el programa que se habla publicado é impreso ea papelea fino» y elegantes de diversos colores. Con objeto de preparar y dirigir estos fuegos se habia nombrado una Comisión que presidia el Sor. Teniente Coronel Gefe muy entendido de la Maestranza D. Fausto MartineE Elhuyar, y cuyos individuos eran todos muy capaces de salir bien en su empefto de satisfacer los públicos deseos que se manifestaron de que so egecutase esta función. Dividióse, según se habia anunciado, en doa partes, y se verificó á. las ocho de la noche en la espaciosa plaza de Santiago, coiociínJose poco antes los aparatos de artificio cu frente del teatro, donde habia asientos preparados para el Excmo. Sor. Capitán General y otras Autoridades. Apenas se presentó S. E. y el acompaRamiento, un cohete do, gran calibre se remontó á los cielos para anunciar enti'e gresca y algazara que se daba principio á la tan apetecida fiesta. Quemáronse en seguida millares de todas dimensiones y de nuevos y variados lances, y principiaron después los mortero" tes á arrojar vistosas bombas que, reventando en el punto mas alto y culminante de su trayectoria, esparcían á uno y otro lado en opuestas direcciones, estrellas, lágrimas, carretillas y otros proyectiles. Ardieron luego sucesivamente las piezas priacipalcs que formaban palmeras simples y dobles, ruedas giratorias, un nudo gordiano, un gran miriñaque, dos abanicos» y un caduceo con lanzas de iluminación. La segunda parto se componía de fuegos fijos do colores, una estrella de grandes dimensiones, y una gloria de lanzas de mas de diez distintos colores. Presentóse también la gran Cruz de Isabel la Católica con mas do mil lanzas do decoración, presentando todos los colores propios de su esmalto con vistosas composiciones de artificios, y una gran cascada, con rayos fijos de treinta milímetros de diámetro. Y por último en una especie do pórtico y como dedicatoria de las fiestas reales, «pareció un letrero de fuego, esmaltado de azul y rojo que decía Viva el Principe de j \ sturiar, y en 1» parte superior brillaba íins^ gran corona real coa llamas verdes, rojas y —70— amarillas de sorprendente efecto. En los intermedios, y alternando con lina brillante música se dispararon mangas y ramilletes de cohetes de pequeños calibres y varias bombas de iluminación, terminando la fiesta con luce» de bengala que iluminaron todo el anchuroso recinto de la plaza y sus avenidas. Dos horas entretuvo alegremente este espectáculo á una inmensa multitud, que aplaudía entusiasmada, cual si estuviese en un teatro, aquellas decoraciones y brillantes artificios; justo y bien merecido tributo de admiración, rendido á los conocimientos pirotécnicos de los Sres. Presidente é individuos do la Comisión, que proporcionaron complaciacientes al público una diversión, que de otro modo no hubiera tenido lugar por que aquí no existen maestros 6 artífices polvoristas. Concluida la función se dirijió la gente regocijada y en bnsca de nuevos regocijos á la Plaza principal, donde estuvieron las comparsas y músicas hasta horas muy avanzadas de la noche, y desde donde se elevaron con toda felicidad do& grandes globos. Las mismas dianas y músicas anunciaron la venida do este día último de las reales fiestas. La Junta de Comercio y Fomento, en sus laudables designios y buenos acuerdos, parece que se habia propuesto ofrecer relevantes y repetidas pruebas do que no en vano se habia anunciado ea la cátedra Santa el primer dia de la función solemne de Iglesia, que los festejos preparados para celebrar el natalicio del PBÍNCIPE D . Alfonso de Borbon, serian emine ntemente católico» y eminentemente monárquico». £ a este di& aquella Corporación volvid á egercer otro acto de piedad, á hacer otra obra de misericordia. A las doce en ponto distribuyó en la Casa do sus sesiones trescientos pesos á los pobresmendigos, á aquellos desdichados, que por sus lacras y acjiaque» tienen que pedir, implorando el nombre de Dios, el preciso sustrato que no pueden adquirir por sos toados. La menor limos- -71ha repartid» no bajó de la cantidncí de diei reales y ademas 80 entrcgil á cada pordiosero una libra de pan. Iios ¡ndividnos de la Junta y todo el Gremio de comerciantes á quienes habí* Va felicitado y rendido encarecidas, públicas y solemnes gra» d a s el Excmó. Sor. Capitán General por su noble comportamiento y liberalidad, obtuvieron <en esta ocasión con las ben* diciones y alabanzas da los mismos socorridos las bendiciones y alabanzas de todo ün puebloi en su dia, obras tan aceptas y agradables á Dios, tendrán ma« alta y eterna recompensa. SORTEO DE PREMIOS EN LOS CUARTELES. Las benenKjritas tropas que forman la guarnición de est» J)laza tuvieron en estos dias, como era justo, m^ora de rancho» libra de carne y cuartillo de vino por plasa, y en este último Be dio á toda la fuerza una gratificación de medio real fuerte |)or cada individuo. Pei-o además se había dispuesto, que en el cuartel del Regimiento de Valkdolid y en el castillo de San Cristóbal) donde se halla la ^Brigada de Artillería, se rifa' Van entre los individuos de la cla«o de tropa los siguientes premios» Dos de veinte pesos, otros dos de quince, cuatro do ' diez, y ocho de cincox total diez y seis para el llegimiento da Valladolid. En la Brigada de Artillería cinco premios, uno de veinte pesos, otro de quince^ otro de diez y dos de cinco, ' A las doce, que era la hora designada par» el sorteo, se presentó el Excmo. Sor. Capitán General, acompañado del Excmo. Sor. General 29 Cabo, Illmo. Sor. Intendente de Ejér^ cito, de un lucido Estado Mayor y sus Ayudantes, en el cuartel de San Francisco, y fué recibido con los supremos honores y distinciones debidos á su gerarquía y superior autoridad. El local preparado para el acto se habla establecido en un» de las galerías del patio principal. Sobre un tablado de ele» rante Iprma con escalinata, alfombrado y decorado cual cor^ respondía, se colocaron el sillón de presidencia y otros á Ion lado» para las Autoridades y demás comidados. Una b«nd^» - 7 2 de plata, colocada en la mesa de la presitláncia, contenía lo» ciento cincuenta pesos destinados para los pren'io», y en el Testíbulo se babian fijado dos globos con bolas, que contenían, nno, tantos números como los que constituían la fuerza del Regimiento, j el otro los diferentes premios de sorteo ó distribución. • Ocuparon los do» magníficos sillones centrales S. S. E. E. el Capitán General y 2? Cabo, y los de la derecha é izquierda de Ja pre^dcDcia el Sor. Intentlente de Egércíto y el Excelentísimo Sor. Regente, siguiendo los demás convidados en hileras ordenadas de sillas. Formaban al frente y en masa los batallones, & quienes en una breve, pero csfresiva y marcial arenga, significo S. E. cual era el objeto de aquella reunión, y el venturoso y providencial suceso que la motivaba, concluyendo con un viva á S. S. M. M. que repetido por aquella brillante y entusiasmada fueraa resonó con dilatados ecos en todas aquellas galerías, cuadras y departamentos. S. E. mismo á cada número que s lia anunciaba el premio obtení<lo y lo entregaba al agraciado, quien al recibirlo repetía con el coraíon en los ardientes labios el Viva la Reina, que daba su querido General. De suerte que así como en la Junta de Comercio se repartían dotes á la orfandad honesta y desvalida á la voz do Viva el pTincipe de Asturiat, aquí el bravo soldado, el hijo predilecto de la patria, el defensor jurado de sus banderas, el leal servL<lor de la Corona, recibía premios victoreando á 80 Augusta Madre, y repitiendo con júbilo aquel mismo grito que lanzaban sus compañeros de armas, y quizá él mismo, cuando en cien encaroizadoe coró bates esgrimían sus armas en defei^a de la legitimidad del Trono y de los fueros nacionales; ese grito, que se oirá siempre cuando se trate do la conservación de ios caros intereses de la Monarquía y de la integridad de su territorio. Cada vez que se entregaba el premio y se daba ese grito la música del Regimiento tocaba la marcha Real. Concluido el acto S. E. recorrió todos los depanamento8> «xamlnó los dormitorios, registró las camas y ropas, visitó laa - 7 8 Gocinas, se enteró husta de los ranchos, quedando muy complacido y satisfecho del gran aseo y limpieza, y del buen urden y acertada colocación y distribución que reinaban en todas partea; y así se dignó manifestárselo al Sr. Coronel del cuerpo D. Luis del Kiego Pica. Sorpresa y admiración causaba ver á S. E. subir y bajar escaleras y discurrir de una parte á otra con agilidad y viveza, no por su edad, que es todavía buena y robusta, sino porque, entre otros percances de guerra que dejaron en su cuerpo honrosas cicatrices, un golpe de bala le deshizo el juego de la rodilla izquierda. Entonces, al verse entre BUS soldados, parece que el entusiasmo y fervor militar imped.an y no dejaban conocer la ligera inclinación de su cuerpo, 6 sea su disimulada cojera, por cierto bien gloriosa. Cervantes se consideraba mas honrado con su manquedad quo con las obras que le inmortalizaron. S. E. al entrar en los calafiozos mandó poner en libertad á los detenidos y arrestados por faltas ligeras y sin causa abierta: pero solo había cuatro soldados, y esto prueba el buen estado, el admirable orden y la brillante disciplina de este Eegimiento. Al salir S. E. fué despedido por toda la Oficialidad, y con los mismos honores que se le habian rendido á su entrada. Debemos decir que bajo las órdenes del Sor. Coronel KO nombró una comisión de Sres. Oficiales quo presidia ol Señor Comandante graduado D. Rosendo Mauri de la Vega, y quo deMmpefió con tanto acierto o} encargo del alumbrudo, del ornato y decpracion del cuartel y de las comparsas que tan celebradaa fueron. Desde allí se dirigió S. E. con el acompafíamirtnto al Castillo de San Cristóbal, donde fué recibido ton iguales honores por los Sres. Gefes 7 Oficiales y por toda la hermosa y brillante Brigada do Artillería que estaba formada en el gran patio principal. Sorteáronse allí en la misma forma quo en el ciuurtel de Valladolid, cinco premios, uno de veinte pesos, otro de quince, otro de diez y dos de cinco. En esta rifa so verificó un» cosa que parecía providencial. El premio mayor tocó al artillero de 1» 2' Batería Rafael Atienza, quien hallándose 10 nestacado en el Castillo del Morro cuando sucedió el desgracia' do naufragio de la fragata Venus, presto con decidido arrojo y grave riesgo auxilio á los náufragos pr^íximos á perecer entre las bravas olas que se estrellan contra los uiuros de aquel fuerte. De este bravo soldado ya, se habia hecho mención ho^ norífica en la orden general de este Egército de 12 de No* Vienibre de 1856, y posteriormente fué agraciado con la Cruz sencilla de María Isabel Luisa, por S. M. la IIEINA Nuestrü Befioraj á cuja munificencia le habia recomendado el Excelentísimo Sor. Capitán General. BMaUETE) DEL EXf SO.^SE. CAPITl'í GE5ER1L4 Poco después de veriflcars» el Sorteo de premios entre las tropas, y á lus cinco de la tarde, que era la hora designa' da, se fueron reuniendo en el Real palacio Fortaleza las scseU' ta y tres personas distinguidas, que habiun sido invitadas para el gran banquete dado por el Excmo. Sr. Capitán General, con ti plausible motivo del felix nacimiento del Príncipe Real. Poco antes de aquella hora varias Señoras habian ido á satiufa' ccr sus deseos de ver y examinar el gran salón preparado para el convite, quedando agradablemente sorprendidas con el magnífico golpe de vista que ofrecía. Hallábase colocado en el testero principal un gran retrato de S. M. la REINA Kuestra Sefiora en un trono y bajo dosel de <lamasco y brocado. Tre» grandes lámparas de gas con bombas que figuraban lindísimaa canastillas colgaban del techo, y en los ángulos del salón y sobre la estensa mesa del convite sc habían puesto innumerables candelabros de elegantes formas. Las Vajillas y aparadores Gorrespondian á la magnificencia de aquella fiesta, y eran dig" nos del objeto con que se celebraba, y del supremo Magistrado de la Isla que la gobierna en nombre de S. M. con -toda la antoridad propia de los antiguos Yireyes. Las Sefioras se apartaron de aquel delicioso recinto, admirando así la suntuosidad y esplendidez, como el buen gusto y delicada finura fíjie allí teinabaa en toílo. Este banquete se puede asegurar que por sus cípcnnstan-. oías, pormenores y ngregaflos parocia una do aquellas fietta» palaciana^, que describen los antiguos trovadores y que Be oe-« lebraban después de los grandes regocijos públicos con todo el magnífico aparato y espléndida abundancia, que permitía^ los aí-eidontcs del tiempo, lugar y modo, y como decía el Señor Jovellanos, según el garbo y facultades del mantenedor « duefio de la fiesta. Siempre se han distinguido los Excele ntísi-. mos Sres. Capitanes Generales do esta Isla por su ostentación y esmero, tan propios de su alta representación, en los convites, que son de uso y costumbre para solemnizar las grandes festividades nacionales. Y el E.vcmo. Sor. Capitán General ¡mita con lucimiento á sus antecesores. Se conoce que es digno descendiente de aquellos ¡lustres caballeros que acompafiaron al ínclito rey D. Jaime al reino de Valencia y que se distinguieron por lo mismo con el nombre de Caballeros de Conquii-ta. En su árbol genealógico figuran con preclaro nombre doa Grandes Maestres de la Orden de San Juan do Jerusalen, vastagos brotados de la misma copa que los proceres asistentes á las célebres y brillantes cortes y saraos de los Jaimes y Pedros, de los Juanes y Violantes, que, como dice Mariana representaban grandeza y magestad en sus juegos, fiestas y regocijos, que tan costosos y prolongados fueron, según refiere el historiador D. Vicente Mut; á aquellas Cortes de ^mor que ae celebraban en el castillo de Bellver y que amenizaban,, entre otros poetas provenzales, Ijs Cardenales y Eebreres, los Matallanas y Moneadas y sobre todos el celebérrimo Raimundo LuU. En Mallorca donde naciá y existe la antigua casa Solariega dsl Excmo. Sor. Capitán General, se introdujo desde tiempo muy remoto- la costumbre do los solemnes convites que conocían los romanos con el nombre de charistía, y que distinguen los palmesanos con el nombre depare caritat. Y 8¡, como asegura el Sr. Jovellanos, esta palabra se deriva de la griega eharistos, que significa agasajo, obsequio, generosidad, no es de estrafiar que el banquete dado por S. E. fuese tan espléndido y suntuoso como los que ha habido siempre en su —Tefamilia y patria, donde, según afiade aquel maltratado y perseguido sabio, esos convites 6 pan caritat se celebraban hasta en los campos y bellísimos alrededores de la Ciudad, y le ofrecían agradable espectáculo, cuando los miraba complacido desde el alta atalaya de su inmerecida 6 injusta prisión. Ocupó S. E. la silla de preferencia en el centro de la mesa, teniendo á su derecha al Excmo. Sor. Regente de la Real Audiencia Chancillería y á la izquierda al Illmo. Sr. Intendente, siguiendo ios Sres. Magistrados, Dignidades del Cabildo eclesiástico, y demás personas invitailas por <5rden do categorías. En frente de S. E. se colocó el Excmo. Sor. General 2- Cabo continuándose el mismo orden de precedencia. Escusado será el asegurar que la comida fué no solo espléndida y abundante sino también delicada y bien servida. Los manjares se distinguían por su variedad y apetitosa sucnlencia, y los condimentos de todos los platos de entrada y de los cubiertos sucesivos, estaban elaborados conforme á los progresos y mejoras que se conocen en el arte de la cocina moderna, y que tienen por objeto que los paladares no se hastíen y que las fuerzas digestivas no se degraden. El Rey D. Alfonso que en sus Partidas recogió tantos apotegmas de los filósofos, tan" tas máximas de los sabios y tantas sentencias de los jurisprudentes, sentaba en una de sus leyes que el comer fué puesto para el bevir é non el levir para el comer. Pero respetando nosotros tan saludable é higiénico precepto, diremos no obstante que al ver aquellos delicadísimos manjares de todas clases que se iban sucediendo con bien entendido orden y consulta al parecer de la Oficina que los recibía; al libar los esqui8Íto8 vinos y helados que los acompañaban á so tiempo y vez; al observar qtie no sentíamos ni pesadez de cabeza, ni torpeza en los sentidos, ni degradación de fuerzas, creíamos en verdad que alguna vez el vivir se hizo también para comer, y que los sabios antiguos y el Rey D. Alfonso lo que condenaban era la glotonería, la falta habittul de sobriedad y temperancia* Como eo las antiguas fiestas palacianas que hemos mencionado Iitabo también en este banquete continuas y brillantes _77— músicas que tocaron piezas escogida?, y no faltó tampoco la poesía. La comparsa del país, que tanto liabia agradado, se presentó segunda vez on esta noche; j entre otras coplas se cantaron las dos siguientes que obtuvieron aplauso por su ingenua sencillez. Si G« esencia está coatento Como bien claro se vé, Nosotros también lo estamos De que Güesencia lo esté: Le suplicamos rendios Le pia á Su Mogestá Que entre sus buenos vasayos Cuente les de por acá. Y para que no se croa que nosotros, á fuer de agradecidos, exageramos con vivos colores este cuadro, repetimos lo que decía uno de los periódicos de esta Capital: en ette banquete cuViO en todo* lo» que ha dado nuettra digna primera Autoridad reinaría al par que el buen gutto y delicadeza que le distinguen^ la cordialidad, franqueza y exquisita finura con que siempre se ha heeJt« notable el galante Creneral Cotonea. Esta es k verdad, toda la verdad pura. El convite duró hasta cerca de las diez de la noclie^ á cuj^a hora se abrían las puertas del Teatro para otro baile dado por la Corporacioa municipal. 1&A1LE DE. MASCAKAS, Esta clase de bailes no cuaja en este país, á pesar de los esfuerzos que se han hecho para introducirlos, y creemos qué tampoco tendría gran resuludo el medio propuesto por algunas personas é indicado por los p€r¡<ídíco8, de que no se permita á nadie entrar en «Uos sin disfraz y careta. Algo contribuye ¿ esta repugnancia el ardor del clima, pero no es esta lá razón principal de que esos bailes no se aclimaten. En algunsi provincias de nuestra Feiiinsula sucede lo misino. Las ldjr«t - 7 8 forman y Jvrrrvigan muchas, veces las costumbres espccmlment» en el orden moral. Las mdscarag, diversión antiquísima e», 51» solo en Espafia sino en todas las naciones, pero su abolición entre nosotros se ha sellado con sangre y así es que ann cuando se toleran nna que otra vez, es siempre con mucbas restricciones y bandos de policía que retraen al público de tomar parte activa ni pasiva en estos espectáculo.", que no sin razón se consideran algo ocasionados íi excesos, licencias y desórdenes, por cuya razoi; la piedad religiosa los ba condenado siempre, viniendo en auxilio de la potestad civil que no los ha consentido hasta <^poca muy moderna, A petición de las Cortes celebradas en Valladolid el a fio de 1523, promulg(5 Carlos Y la ley recopilada que prohibe las máscaras y disfraces en el mismo título que trata de los levantamientos y asonadas de ffente armada. En aquel tiempo algunas provincias de Castilla y de Aragón andaban agitadas por los comuneros, quienes aun después de sacrificados Padilla, Bravo y Maldonado en la derrota de Villalar, no desistieron de su empeDo. El de8<5rden cundia, la sedición se fomentaba, las pasiones enfurecidas y los ánimos enconados se entregaban á atentados y asesinatos. A su vuelta de Flandes llego el Emperador á Valladolid y mandó degollar en Falencia á Pimcntel, en Medina del Campo á los procaradores de Segoria y Guadalajara, en su misma cárcel al conde de SalTatierra, y poco después fué ahorcado el Obispo de Zamora preso en la fortaleza de Simancas. Muchos de aquellos desórdenes, venganzas y asesinatos se cometían por gentes enmatcaradas que se valían de este recurso para insultar y vilipendiar á mansalva hasta á las Autoridades públicas. l i é aquí el motivo de aquella ley y las circunstancias y accidentes desgraciados (¡ue contribuyeron á que las máscaras se hayan visto siempre con desfavorable prevención y con no vanos temores. Pero dejemos esta materia en que dejamos correr la pluma sin voluntad deliberada, dominados de nuestra inclinación á las cosas históricas, esponiéndonos quizá á incorrir en im portona afectación y nota de pedantería. -^n- ... •: Lo cierto es quo en cst« baile solo bulleron algunos hibi hientos cuatro ó seis máscaras, que, como suele decirse, esta^ban cuftl gallina cu corral agcno, y que muy en breve se cansaion (le dar broma, por que fijada en ellas la pública atencion> ya el antifaz solo servia para molestar el rostro, pues las personas eran conocidas. Pero en cambio la concurrencia era tan grande, que no solo había invadido todos los palcos y localidaddes, sino que además no pudiendo penetrar en los salones, dis* curria, y eso con dificultad, por los pasillos y corredores. Aun* Hue el teatro hubiese tenido doble capacidad todavía no sobraría terreno. Principió sin embargo el baile, y después de la primera contradanía, entro la comparsa jibaresca> aumentando el concurso, con setenta y tantas parejas. El baile no obs* tante duro hasta las cinco de la mañana, hora en que liabia «Igun mas desahogo, saliendo todos muy complacidos por un» parte, pero tristes por otra al cousiderar que lag fiestas liabian terminado. ®®st®ikiiii®a< l)e consigulehte aolo resta al terminar nosotros ntíestfa larea que cumplamos ^on un grato deber. La justicia nos cm» pefia en quo rindamos tributos de admiración y de alabanza á los habitantes asi de la Ciudad como de los campos y villa» inmediatas, qüo dieron rolevantoí pruebas en esos días do su moderación, decoro y cultura. Semejante comportamiento hon* ra y distingue á todo un pueblo. En cinco dias de gresca y «Igazara, de recreos y deportes, de fiestas y do bailes, do ve* ladas y vacaciones, de comparsas y alboradas, de tan inmensa y perenne concurrencia, no hubo ni la mas liviana diseiuM ai la más ligera pendencia, ni el menor disgusto. Igual mención honorífícü debemos hacer de la tropa. Ilasta las altas horas de la noche anduvieron los soldados con permiM superior, disfrutando de los públicos regocijos y confundiéndose con la masa popular, sin que ninguno de elloa hubiese incurrido ni en el mas insignificante desliz, m falta de respeto, de subordinación j disciplina. Sin embargo todos gozaban de completa libertad y en aquellos dia» se puedo asegurar, que esta población era dueña absoluta de si misma COBO las antigxuis beke_ tríai »m Seüor. El gobierno estaba como en vacante. El Ex. celentísimo Sr. Capiítaa Geaera) discurría 6 solo 6 acompañado de una que otra persona hasta por lo» altos y extraviados barrios de la Ciudad, nrny seguro de que no se turVaría la tranquilidad, el buen urden y ei contento p¿blico> £1 Sr. Jovellanos que se quejaba de laa restriociones y medidas y de la intervención y parte oficial de la» Autoridades, que retraían al pueblo de entregarse al esparcimiento y diversiones públicas,^ y que le acobardaban y entriatetianv el Sr. Jovellanos, repetimos, que se lamentaba de que los artesanos y gañanes, después de sus duros trabajos toda la semana no podían en la noche del 8(tí>ado gritar libremente en la plaza de »u lugar, ni entonar ten romanee á la puerta de au novia, no» hubiera dejado de admirar, que durante casi una semana de continuos festejos, no se viese, no digamos ya patrullas, ni fueraa alguna armada, pero, ni siquiera la insignia de un municipal,, que vigilase para contener desa&ieros. Cuando la Autoridad superior sabe diri^r y gobernar con acierto y mano invisible, con precaución y prudencia,, siempre recoge el fruto de su solicitud patecnal, y creemos- que el Gobierno ae Puerto-Rico ha que' dado y debido quedar muy satásfech» de la conducta de susgobernados. A la Autoridad st^rema es aplicable en mucha» •cafliooes este verso del Taso» ChuiUa H mottra nun tanta piu beücL. "/