MATERIA (049): Psicoanálisis Freud

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MATERIA (049): Psicoanálisis Freud - Cátedra: I
TEÓRICO: 10
FECHA: 14 de junio de 2006
PROFESOR: Osvaldo Delgado
Buenos días. Hoy vamos a trabajar sobre la base de un texto, con cuestiones que hemos
anticipado en teóricos anteriores, y lo seguiremos tomando.
Es un texto con una complejidad muy grande. Es “Pulsiones y destinos de pulsión” de
1915. También está traducido por “Los instintos y sus vicisitudes”, en López Ballesteros. Allí,
en vez de pulsión traducen instinto; y en vez de destino, están vicisitudes. En verdad, la
traducción de Amorrortu es la más pertinente. Así que aquellos que tengan de López
Ballesteros, recuerden: cada vez que habla de instinto, es pulsión, porque no es lo mismo.
Tiene importancia para deslidar un problema y una diferencia en el siguiente sentido: los
instintos, por ejemplo animales, los instintos. Son originarios del organismo, tienen que ver
con el organismo. Y aquí, no se trata del problema del instinto. Por otro lado, el instinto es
algo que queda perdido para el ser humano, justamente, en la medida en que se produce la
pulsión.
Podemos decir, la primera y gran diferencia entre instinto y pulsión es que el instinto, es
un dato natural, originario, del organismo, que nace con el organismo. Mientras que la
pulsión, no; la pulsión es un efecto.
Podemos decirlo, tomando en cuenta lo que han trabajado, la pulsión es un efecto de la
palabra sobre el organismo en la constitución del sujeto. O sea ya, la pulsión marca una
relación, un lazo; no es sin un lazo con un otro.
Entonces, la definición, para ir entrando en el problema, primero, sería: La pulsión no es
un dato originario y no depende del organismo.
Otra diferencia. El instinto se puede colmar en un momento; mientras que la pulsión es
una fuerza constante, no descansa jamás; es más, no se puede colmar. Podemos decir que
la pulsión misma da cuenta, como fuerza constante, de que hay algo imposible de colmar. Si
fuera posible de colmar, habría un momento de detención.
Es más, una fórmula que el mismo Freud utiliza, es que la fuerza de la pulsión, de ese
empuje constante, está dada por la diferencia que hay entre el placer buscado y el placer
hallado, entre lo que busco y encuentro siempre hay una distancia.
Esa distancia, que marca entonces, que no hay satisfacción plena de la pulsión, es lo que
implica ese motor como fuerza constante. Ese resto, esa diferencia entre lo buscado y lo
hallado, sostiene a la fuerza pulsionante misma.
Vamos a ubicar primero, que instinto no es igual a pulsión. Lo primero, entonces, es que
instinto refiere a organismo, y pulsión refiere a lo que Freud llama cuerpo libidinal.
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Recuerdan que Freud decía que la pulsión “es el límite entre lo psíquico y lo somático”.
Para precisar habría que decir que la pulsión marca un límite entre el organismo y el cuerpo.
Cuerpo no es lo mismo que organismo, nacemos con un organismo pero podemos tener o
no tener un cuerpo. Los animales son eso; los seres humanos podemos tener o no tener un
cuerpo. Vamos a ver la importancia de este texto.
¿Qué es lo que podemos ubicar en la columna instinto? Pongo la palabra saber, y me
refiero al que tienen los animales de su instinto, tienen un saber de la especie, a dónde ir a
ovular, a dónde refugiarse, cómo alimentarse, cómo protegerse, cómo conseguir su alimento
en la caza en los animales predadores, etcétera.
Ese saber, ese instinto es un saber para vivir, para morir, para reproducirse, para parir,
para tener cría, para conseguir alimentos. Es un saber que el animal nunca equivoca, no hay
acto fallido, no hay lapsus. El instinto habla de ese saber que es sin equívoco, no hay acto
fallido.
Cuando hablamos de pulsión, de cuerpo libidinal, diferenciamos la cuestión del objeto.
Respecto al instinto hay objetos adecuados para colmar, satisfacer, la necesidad instintual.
En el ser humano, por esa pérdida de la dimensión instintual, resulta que para la pulsión no
haya un objeto adecuado como objeto originario.
Tomen las cuestiones sexuadas. Un perro nace macho y está determinado por ese saber
instintual de la especie, de que su partenaire será perra. Ya hay un objeto predeterminado.
La característica fundamental de la pulsión –a diferencia con el instinto–, es que objeto y
pulsión no están enlazados en su origen. Por eso es que biológicamente, orgánicamente
nace macho o hembra, pero no se nace varón o mujer, no se nace sexuado si se tiene en
cuenta la posición del sujeto. Además, es imposible encontrar un animal que se satisfaga
sexualmente con un pañuelo sucio o soñando con otro animal. Los seres humanos, sí.
El objeto en el instinto, es un objeto predeterminado. El encuentro con el partenaire está
marcado instintualmente por las denominadas épocas de celo. Los animales están en celo o
no están en celo. En los seres humanos no ocurre esto.
El objeto se enlaza posteriormente a la pulsión ¿Qué quiere decir? Que el objeto puede
ser cualquiera. Es más, el objeto puede ser una parte del propio cuerpo, es contingente y
depende de la historia infantil, vamos a decirlo así porque todavía no trabajamos la
problemática Edipo-castración. Es a partir de las vicisitudes de la historia infantil, cuando un
objeto parcial se fija contingentemente. Los objetos parciales son los orales, anales,
etcétera.
Esa fijación va a determinar al objeto al que queda enlazada la pulsión. Entonces, para el
instinto hay un saber que al perro le corresponde una perra. Pero, en el ser humano, a ese
lugar puede venir cualquier cosa. No sólo necesariamente un partenaire del otro sexuado
del organismo. Por eso puede haber fetichistas, por ejemplo, tal como lo formula Freud, en
los desarrollos que han visto en “Tres ensayos..”
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Entonces, respecto al instinto, hay un objeto adecuado, cuando se trata de pulsión, es
indistinto hasta que un objeto se fija, cuando se fija, sólo puede ser ese.
La aclaración importante aquí, en principio, es que la pulsión que busca satisfacerse, no
se satisface con el objeto, sino que el objeto que se fija contingentemente se fija, es el que
sostiene la condición de posibilidad de que la pulsión se satisfaga, podemos decir,
contorneando ese objeto. Aquí tenemos la fuente de donde parte el Drang, la fuerza de la
pulsión. El objeto sirve de soporte para la producción de este circuito. Parte de la fuente,
rodea el objeto y la satisfacción implica la afectación de la fuente.
El objeto es un objeto que presta ese servicio, no es que la satisfacción es con el objeto.
La satisfacción implica un circuito que parte de la fuente, bordea el objeto, vuelve a la
fuente y es en la fuente, donde se produce la satisfacción.
Esta cuestión es importante para que puedan entender una palabra que tiene dos
significados distintos. Es la palabra autoerotismo. Por un lado, autoerotismo es el circuito
pulsional mismo: parte de la fuente, bordea el objeto soporte que se ha fijado
contingentemente y la satisfacción se produce en la fuente, en la zona erógena. En este
sentido, el circuito pulsional es autoerótico, retorna al punto de partida.
Pero, por otro lado, autoerotismo también Freud lo utiliza para el desarrollo libidinal en el
ser humano, que encuentran más desarrollado en “Introducción del narcisismo”.
Es importante la distinción porque permite cuestiones fundamentales en la clínica, en la
diferencia neurosis y psicosis, por ejemplo, o en relación con el problema del yo. Algo voy a
anticipar hoy. Cuando se refiere al desarrollo libidinal del ser humano, Freud dice:
autoerotismo-narcisismo-elección de objeto.
• Autoerotismo es tomar una parte del propio cuerpo como objeto de la satisfacción.
• Narcisismo va a ser tomarse así mismo como un todo amoroso.
• Elección de objeto es tomar a otro partenaire, a una persona como objeto amoroso.
Ven que una cosa es autoerotismo en la línea del desarrollo libidinal y, otra cosa es
cuando habla de autoerotismo como la circunvalación del objeto.
Es tan importante esto, que Freud va a decir que en la psicosis esquizofrenia, el
problema está en que el sujeto está fijado en el autoerotismo (como desarrollo libidinal). En
la psicosis paranoica, está fijado en el narcisismo y, en las neurosis, la problemática es en el
campo de la elección de objeto; en tanto que la elección de objeto en la neurosis, es a
objetos prohibidos, incestuosos, objetos del Edipo.
Ahora, este objeto de la elección de objeto, no es el objeto pulsional. Una cosa es,
cuando digo objeto oral, anal, etcétera, me estoy refiriendo al objeto parcial; a esos objetos
parciales que Freud trabaja en “Tres ensayos...”.
Cuando digo elección de objeto no me estoy refiriendo a esos objetos, sino a la mamá, al
papá, al tío, a la tía. Son dos series del objeto.
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Así como hay dos conceptualizaciones del autoerotismo; lo mismo con el objeto, debo
decirles de qué objeto hablo: si del objeto parcial o del objeto total.
Objetos parciales son los objetos de la pulsión parcial de “Tres ensayos...”: oral, anal,
etcétera. Cuando digo objetos totales me estoy refiriendo a los objetos, como dice Freud
aquí, de la infancia del sujeto pero en términos edípicos: la madre, el padre, el tío, la
hermana; es otra serie de objetos.
De todos modos, a pesar de que son dos series de objeto diferentes, se articulan
manteniendo sus diferencias. En la elección amorosa participan los dos objetos. En la
elección de objeto que un sujeto hace o que alguien hace sobre uno, participa el objeto
incestuoso, edípico, prohibido, y participan los objetos parciales. Puede ser al mismo tiempo,
a nivel del objeto total, un representante desfigurado de la tía y además un objeto anal, oral,
etcétera. En la elección amorosa están articulados las dos cosas.
Es más, en el primer momento del encuentro, un sujeto es el objeto parcial, e
inmediatamente se empieza a investir narcisísticamente con las propiedades del padre, la
madre, el tío, la tía. Uno cree que ama a ese otro por esas virtudes y el efecto de
desfiguración, por el valor incestuoso del objeto, pero en verdad es un revestimiento. Por
eso, a les puede pasar cuando se desenamoran que miran a ese, o a esa, y no entienden
cómo han podido amar eso.
Uno cree que es por “x” virtud o por referencia a algún ideal, pero no, tiene que ver con la
pulsión. También se puede elegir desde el ideal, porque al sujeto no le pasa nada en
términos de la pulsión, pero el lazo que viene por el ideal, asegurado que jamás va a pasar
nada más que aburrirse.
Continuemos un poco más. En el comentario introductorio al texto “Pulsiones...” que hace
Strachey, ubica dos cuestiones importantes y complicadas, que retoma Freud, en las
primeras páginas del texto.
Una cuestión es la pulsión: concepto límite o concepto psíquico. Tiene una complicación
interesante. Freud dice que la pulsión es un concepto límite, fronterizo entre lo somático y lo
anímico. Y, también dice, como si fuera lo mismo, que es un concepto que habla de un
límite. Son dos cosas distintas. Es un concepto que intenta dar cuenta de un límite.
Lo voy a marcar así, para que vean la diferencia. Una cosa es decir que algo es un
concepto límite, por ejemplo, en matemática se puede poner como axioma, que A = B, por
convención. Se ponen de acuerdo todos los matemáticos y dicen: A = B.
Partiendo de eso, se pueden hacer infinidad de cálculos, cuentas, teoremas, etcétera.
Pero se parte, para todo ese campo, de un axioma, que A = B; entonces, se puedo trabajar
respecto a todo lo que ocurre en este mapa de problemas que, A = B. Pero, si se quita el
axioma se desmorona todo.
Puedo decir que 2 + 2 = 4, porque también puedo poner que 3 + 1 = 4. Supongamos
como axioma que N + O = Z, y construyo sobre esto.
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La pulsión es una convención exactamente igual. Concepto límite quiere decir que si
quito ese concepto, desaparece el psicoanálisis. Si transformo la pulsión en instinto,
creyendo que Freud está hablando de instinto animal, se pierde el psicoanálisis.
Es un concepto límite, en el sentido epistemológico, en tanto funda un campo. Es un
límite que quiere decir que es hasta ahí, es psicoanálisis. De ahí, para acá es psicoanálisis.
De ahí para allá, no es psicoanálisis. Es biología, es química, neurología, veterinaria. Funda
un campo. Es un concepto no deconstruíble, en el sentido de Derrida; porque si yo lo
deconstruyo me quedo sin campo. Freud lo dice claramente, en toda las áreas del saber,
hay convenciones como esta.
Se construye a partir de que, en principio, permita dar cuenta de ciertos fenómenos y
permita operar sobre eso. O sea, es un concepto límite en tanto convención, en tanto
construcción conceptual; pero que permite dar cuenta de cosas que acontecen, que
suceden y además, permite operar sobre eso con eficacia. Si no permite dar cuenta de nada
de lo que acontece y no permite operar con eficacia sobre eso, efectivamente, hay que
cambiar el concepto límite.
Entonces, la pulsión por un lado, es un concepto límite, marca un campo: el del
psicoanálisis. No puedo nombrarme psicoanalista desconociendo el concepto de pulsión, sí
puedo llamarme psicoterapeuta.
Es como el concepto de inconsciente. Si digo psicoanálisis, digo que creo en la existencia
del inconsciente tal como está formulado por Freud; no puedo nombrarme psicoanalista y
considerar al inconsciente como un concepto caduco, caído, perimido, antiguo. Se puede
rechazar el concepto de pulsión e inconsciente, pero tienen hay que decir que no son
psicoanalistas sino psicoterapeutas. Es un problema actual.
A su vez, la pulsión nombra un límite, algo fronterizo, Freud dice, entre lo somático y lo
psíquico. Freud se refiere a un límite entre el organismo y el cuerpo: no hay pulsiones del
organismo; las pulsiones son de un cuerpo. En ese sentido, marcan un límite entre el
organismo y el cuerpo libidinal, para utilizar términos freudianos.
El concepto pulsión permite entender, dar cuenta de fenómenos con relación a ese
cuerpo libidinal; mientras que el concepto de instinto no, porque pertenece a otro campo del
saber, sí le sirve a los neurólogos, a los biólogos, etcétera, pero no al psicoanalista.
Una característica fundamental de la pulsión es que es una fuerza constante y
endógena. Proviene del interior del cuerpo, no es un estímulo externo que se presenta en un
solo golpe, sino que es una fuerza constante y endógena proveniente del cuerpo propio.
Dice Freud en este texto, dos cosas que anticipan desarrollos posteriores. A veces se
cree que algo fue formulado por Freud en tal o cual fecha, y veremos cómo, en estado
práctico, se anticipan cuestiones.
Freud ubica la diferencia entre la pulsión –como estímulo interno– y los estímulos
exteriores. Teniendo en cuenta que el aparato psíquico está gobernado por el principio de
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placer –que tiende a la disminución de la tensión de carga–, cuando se trata de un estímulo
externo se puede huir para mantener el equilibrio del aparato psíquico; pero, cuando se trata
de la pulsión, no se puedo huir de una perturbación endógena.
Lo que anticipa es que la pulsión misma, su fuerza constante de la que es imposible huir,
es traumática. Es un trauma permanente a la tendencia del principio de placer que –según
Freud en la primera parte del texto–, se asegura con la disminución de la tensión.
Recuerdan que en este momento, el aparato psíquico está regulado por el principio de
placer que implica la disminución de la tensión, el aumento de la tensión genera displacer.
La pulsión como fuerza constante, como exigencia de trabajo, produce todo el tiempo
aumento de tensión en el aparato, y por eso es peligro, un trauma; al que el aparato
responde tratando de disminuir esa perturbación.
Aquí hay un problema que Freud anticipa. Si hay aumento de la tensión hay displacer y el
aparato intenta disminuirla para alcanzar el placer (principio de placer); sin embargo, hay
disminuciones de la tensión que son displacenteras, y aumentos de la tensión que son
placenteras. El ejemplo que da Freud, es el del encuentro sexual, que a ambos partenaires
les sucede, tal vez más visiblemente al varón.
Piensen ustedes si en el momento del encuentro sexual, hay una disminución de la
tensión. No es placentero, es displacentero para ambos, y el aumento de la tensión, es
placentero. Por lo tanto, no es tan así que todo aumento de la tensión sea displacentero, y
toda disminución de la tensión sea placentera. Hay otra cuestión, que también plantea
Freud, que tendrá que ver con el masoquismo, que lo retomaremos un poco más adelante.
A partir de ahí, Freud ubica cuatro componentes de la pulsión. Y viene otro problema.
Uno es el esfuerzo (Drang), el carácter esforzarte, la exigencia de trabajo, la fuerza
constante misma. Esfuerzo con fuerza constante.
Otro, la meta. ¿Cuál es la meta de la pulsión? La satisfacción que es cancelar el estímulo
en la fuente. Recuerdan que la satisfacción no se produce en el objeto, sino que el objeto
permite esa circunvalación para que la satisfacción se produzca en la fuente misma.
El objeto de la pulsión, el otro de los componente, que es variable, contingente, es por
fijación, y tiene un valor instrumental, es el objeto que permite que la pulsión alcance su
meta que es la satisfacción.
El cuarto componente es la fuente misma. O sea, de donde parte el estímulo, la fuerza
constante y es de la zona erógena –dice Freud– de una parte del cuerpo. La fuente de la
pulsión está en el propio cuerpo y con relación a las zonas erógenas. Zona erógena puede
ser cualquier parte del cuerpo. No sólo no somos un cuerpo sino que tenemos un cuerpo;
además, hay ciertas partes del cuerpo más o menos proclives a la excitación, tampoco es un
dato orgánico tampoco. Cualquier parte del cuerpo puede comportarse como los genitales,
puede ser una zona erógena; por eso se puede alcanzar la satisfacción sexual con cualquier
parte del cuerpo.
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Tenemos la pulsión y sus cuatro componentes: el esfuerzo, la fuente, la meta, el objeto.
Pero, no es la pulsión que tiene cuatro componentes, sino la articulación de esos cuatro
componentes nombra a la pulsión misma. La pulsión como ese dato de convención, es la
articulación de esos cuatro componentes. Si saco uno, no queda la pulsión con un elemento
menos, se desarma el concepto de pulsión, se deconstruye. No es una esencia, algo que
está y tiene esos ingredientes. Es la articulación de esos ingredientes.
Si creemos que la pulsión es algo que está y que tiene cuatro componentes, estoy
hablando de instinto. Porque la pulsión es ella misma, ninguna otra cosa que la articulación
entre esos cuatro componentes. Sin esos cuatro componentes no me queda la pulsión
desnuda, deconstruyo el concepto de pulsión.
Otro problema –que voy a desarrollar con más tiempo–, está en el título mismo: ¿cuáles
son los destinos de la pulsión? Freud nombra cuatro. Uno, lo trabajaron y lo vamos a
retomar con el tema posterior, que es la represión. Lo han trabajado a partir del problema de
la defensa y la fuente independiente de desprendimiento de displacer, como antecedente.
Otro destino, es la sublimación, que la trabajaremos junto a “Introducción del narcisismo”.
Los otros dos destinos de la pulsión son: la transformación en lo contrario y la vuelta
contra sí mismo.
Antes de desarrollar cada uno de estos cuatro –especialmente los dos estos últimos–,
tengo que aclarar algo que el mismo Freud aclara. Hablar de destinos de la pulsión es
hablar de defensas contra la pulsión. Los destinos son cuatro defensas contra la pulsión.
Veremos los problemas de estas cuatro defensas en el campo de la neurosis, los
problemas cuando no opera una de las cuatro defensas, los problemas clínicos atinentes a
los cuatro o cuando hay una perturbación importante de alguno de estos cuatro.
Para el campo de la psicosis, puedo adelantar que la psicosis es la no operación de estas
cuatro defensas, de estos cuatro destinos. Por eso, el trabajo terapéutico importante con la
psicosis, tendrá que ver con la posibilidad de la articulación de esa fuerza constante, por
ejemplo, con la sublimación, en producciones estéticas, y el valor fundamental que tienen en
el tratamiento de la psicosis. Efectivamente, la psicosis tiene otros modos de destino. Se
puede decir que el delirio, entre otros, en la psicosis, es un destino, una defensa contra la
pulsión. El delirio, entre otros.
El próximo miércoles haremos el primer Ateneo Clínico de la cátedra. Trabajaremos dos
recortes clínicos.
Luego retomamos el concepto de pulsión y comenzaremos con el texto “La represión”.
Hasta la próxima semana.
Bibliografía trabajada
Freud, S. (1915), “Pulsiones y destinos de pulsión”, en: Obras completas, tomo XIV,
Buenos Aires: Amorrortu editores.
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Bibliografía citada
Freud, S. (1905), “Tres ensayos de teoría sexual”, en: Obras completas, tomo VII, Buenos
Aires: Amorrortu editores.
-------------- (1914), “Introducción del narcisismo”, en: Obras completas, tomo XIV, Buenos
Aires: Amorrortu editores.
-------------- (1915), “La represión”, en: Obras completas, tomo XIV, Buenos Aires:
Amorrortu editores.
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