temps de disseny

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1 DISEÑO POR DEB AJO
DE CAPRICORNIO.
El diseño: un imperativo
cultural y económico
En mayo de 1989 se celebró una gran reunión de diseñadores de todas las actividades del diseño, profesores de
diseño y líderes de la industria, en la capital nacional, Canberra; una reunión que fue descrita como la Cumbre Australiana del Diseño. A partir de esa reunión se tomó la resolución de crear un nuevo centro nacional aglutinador del diseño. Trece meses más tarde, en septiembre de 1990, esta
nueva iniciativa de diseño fue formalmente lanzada como la
Academia Australiana del Diseño.
Los objetivos de la Academia, aunque centrados en el
futuro del diseño en Australia, proporcionan una interesante
agenda que tiene, a mi parecer, una relación significativa con
las futuras direcciones, retos y posibilidades de la pedagogía
del diseño a todos los niveles y en todas las naciones del
mundo.
La elección del nombre tradicional de Academia para este
nuevo cuerpo de diseño fue objeto de mucho debate y preocupación respecto a que su enfoque podría ser visto meramente como un intento de elevar la actividad del diseño al
mismo nivel de reconocimiento académico que se brinda
tradicionalmente a las ilustradas Academias de Artes y Ciencias.
En efecto, muchos profesores de diseño no dudarían en
argumentar que la adquisición de un mayor reconocimiento
y la aceptación de la actividad de diseñar al mismo nivel que
las ilustradas instituciones de Artes y Ciencias puede hacer
mucho para mejorar el estatus de este campo dentro de las
herméticas jerarquías de cuestiones reconocidas como núcleo
curricular de la educación primaria y secundaria, y como
disciplina dentro de la Universidad.
¿DISEÑAR O MORIR?
Los lines y objetivos de la nueva Academia de Diseño
están expresados en términos mucho más pragmáticos e
instrumentales y también transmiten una sensación de urgencia y una llamada a la acción. Esto puede sugerir que este
lejano puesto europeo, entre los gigantes que empiezan a
despertarse en las naciones en desarrollo de la región PanIndia del océano Pacífico, puede realmente estar empezando
a tener un sentido de la potencial erosión de su cultura y su
identidad regional, por no mencionar su estatus como sociedad tecnológica avanzada y todas las comodidades materiales
que eso comporta. Esos fines y objetivos son:
- Proporcionar un foco nacional para el diseño y el ímpetu al diseño tan necesario para la futura prosperidad económica y ambiental de Australia.
Temes de Diuenv, 1991/6, pp. 23-35
- Promover la aceptación del rol y el beneficio del diseño
como elementos cruciales en el rendimiento económico de
Australia y el bienestar de todos los australianos.
- Favorecer la aplicación del diseño como elemento clave
en el desarrollo de una base de fabricación internacionalmente competitiva, en el desarrollo de industrias de servicios
eficientes y en la creación y mantenimiento de ambientes de
calidad.
- Promover la excelencia en el diseño.
- Desarrollar en Australia un conocimiento más profundo
de la naturaleza del diseño, los procesos de diseño y el valor
del diseño.
- Desarrollar una influencia nacional del diseño y un
propósito para el mismo.
- Contribuir al desarrollo de una ética australiana del
diseño.
- Aconsejar al Gobierno en cuestiones relativas al diseño.
- Iniciar, coordinar y conducir estudios en relación al
diseño.
- Representar plenamente los intereses del diseño en
Australia.
Cada una de estas declaraciones, sin embargo, conlleva
significativas implicaciones no sólo para los profesores de
diseño australianos sino para pedagogos del diseño en todas
partes del mundo, pues implican valores y atributos para el
diseño que son umversalmente relevantes. La urgencia con
la que se proponen estos fines y objetivos también sugiere
que, a pesar del interés popular hacia la actividad de diseñar,
ciertamente en esta afluente nación occidental evidentemente
consumista hay una percepción subyacente de que no todo
va bien y de que el diseño y los diseñadores no controlan,
ni mucho menos, los propósitos para los que se utilizan
luego sus habilidades e imaginación.
DESPERTAR LA CONCIENCIACION
SOBRE EL DISEÑO
Tanto si este nuevo cuerpo (el de diseñadores) se considera a sí mismo como principalmente involucrado en una
misión de tipo educativo, todos sus objetivos económicos e
instrumentales menos obvios son parte importante de lo que
los ciudadanos entienden como trabajo creativo, productivo
y humanamente compensador. Para poder crear una influencia y un propósito en el plano nacional para el diseño, éste
debe abarcar también las preocupaciones de los usuarios, las
decisiones de otros sobre diseño, o la falta de ellas, además
de aquellos que toman las decisiones. La situación de ellos
y nosotros que ha caracterizado la relación entre diseñadores y no diseñadores, o la de los especialismos de los practicantes profesionales del diseño y sus clientes o consumidores, es claramente uno de los impedimentos más fuertes al
que debe enfrentarse la apertura hacia la comprensión del
diseño.
Una característica atrevida y esperanzadora de la nueva
Academia que puede ayudar a superar esta falta de apertura
y elevar la conciencia entre los mismos practicantes, es su
decisión de aceptar como miembros a ejecutores distinguidos
de todas las áreas de diseño. La división existe incluso entre
áreas especializadas de muchas profesiones tecnológicas
Tony Russell
modernas de una misma disciplina. La ingeniería, como el
diseño, ha exhibido desde hace mucho esta mentalidad enclave de forma que si este ambicioso programa de aumento
de la concienciación y forja de un propósito creativo común
se realiza con éxito dentro de los diversos rangos de practicantes profesionales, quizás el diseño como actividad creativa se desmitificará y se hará más transparente y accesible
para la sociedad en general.
DEFENSA DEL DISEÑO POR EL GOBIERNO
En el espacio político, allí donde se toman las decisiones
que afectan el bienestar de todos, la creación de una voz
unificada, coherente e informada para y sobre el diseño tiene
mucho que aportar como estrategia para una mayor concienciación. Está claro que merece ser apoyado este intento
atrevido de unificar las actuales dispares, a menudo confusas
y frecuentemente competitivas formas de defensa del diseño,
a través de la creación de una base común para todos los
practicantes del diseño.
Existen pocas dudas de que la energía creativa del diseño
y su justa aplicación para la creación de una sociedad mejor
no han sido articuladas de forma clara para aquellas personas
a cargo del gobierno. El fracaso en el pasado para influir de
forma decisiva en las Cámaras de industria o las empresas
comerciales hacia una mejor práctica del diseño también
proviene de esta falta de claridad y de las formas conflictivas de defensa del diseño por parte de los mismos practicantes de diseño. También hay cuestiones educativas de gran
importancia.
EL DISEÑO EN LA CULTURA POPULAR
Los australianos, igual que los ciudadanos de otras naciones occidentales avanzadas, han sucumbido a la tentadora
explotación popular del diseño a través de las intervenciones
masivas de los medios de comunicación al servicio de la
economía de mercado. En este contexto, el diseño ha alcanzado estatus de cultura desde los años 70 cuando los «téjanos de diseño» anunciaron por vez primera la creación del
diseñador como héroe o heroína rivalizando con el culto a la
personalidad que nutre la industria del espectáculo en las
culturas occidentales.
El diseño se ha convertido en algo familiar para la población en general, pero su apropiación meramente como símbolo de modernidad y como vehículo para cultivar principalmente el deseo comunitario de tener más y más productos,
ha empañado aún más el camino para el defensor del diseño
en tanto educador. Quizás el objetivo propuesto por la Academia de contribuir a desarrollar una ética australiana del diseño va dirigido a esta cuestión. ¿En qué consiste la ética
del diseño, cómo se enseña?
EL DISEÑO COMO SÍMBOLO DE MODERNIDAD
El diseño como símbolo de modernidad tiene implicaciones incluso mayores en términos globales. Las naciones
emergentes que han estado durante tanto tiempo en estado de
total dependencia respecto a las tecnocracias occidentales
ven al diseño, expresado en forma de productos de consumo
deseables pero mayormente inasequibles e inaccesibles,
como la última expresión de modernidad. Incluso está acabando ya con gran parte de su inventario cultural indígena
basado en siglos de desarrollo de artefactos funcionales
cargados de cultura que podrían haber sido modelos mucho
mejores sobre los cuales poder desarrollar una cultura
moderna más eficiente, tecnológicamente avanzada y productiva.
¿Cómo podrán los profesores de diseño en estos lugares
afrontar estas distorsiones del significado y propósitos del
diseño? ¿Debe la ética del diseño preocuparse principalmente
de estas cuestiones?, y de ser así, ésta sería una carga más
y un reto para la educación del diseño.
DESMITIFICACIÓN DEL PROCESO
Y EL PRODUCTO DE DISEÑO
La necesidad de demostrar que el diseño es una actividad
holística, interdisciplinaria e indivisiblemente creativa caracteriza el trabajo de nuestros mejores educadores de diseño.
pero la popularización distorsionante del diseño y su inevitable asociación con la noción de éxito tecnológico y económico hace que esta articulación del valor humano de la práctica
adecuada del diseño sea cada vez más difícil de mantener.
Hay una tendencia, en aras a la clarificación, en algunos
educadores de simplificar excesivamente el significado y
objetivo de esta actividad. Esto está encapsulado en descripciones de los procesos creativos del diseño como «capacidades mentales humanas ordinarias», o, como dice la frase
famosa, «todo el mundo es diseñador». Nosotros, los cognoscenti, sabemos cuál es la intención de estas explicaciones
pero, a la luz de las connotaciones actuales del diseño en los
medios de comunicación popular que ahora hacen referencia
a cosas tales como drogas de diseño y, más recientemente,
sexo de diseño, existe el gran peligro de que estas simplificaciones puedan servir para trivializar aún más la actividad
de diseñar.
En el entorno competitivo, que es competencia del currículum escolar, el diseño puede percibirse como un intento
más de cargar al profesor y al alumno con otro paquete más
de aprendizaje crítico y urgente, en un momento en que
nuestros sistemas de educación están sobrecargados con la
imposición de más y más demandas de áreas de estudio
específicas y sobre todo «tecnológicamente imperativas».
Como contrapartida a esta objeción, la idea de proponer
la enseñanza del diseño en nuestras escuelas como una
experiencia holística y que cubra todo el curriculum tiene
mérito y resulta atractiva. Aquí el peligro radica en el inherente territorialismo del núcleo del curriculum que podría
percibir al diseño como algo apropiante de forma muy selectiva para apuntalar, camuflar o simplemente hacer más digeribles otras áreas de estudio «obligatorias».
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El diseño por debajo de Capricornio
DISEÑADOR PROFESIONAL
VERSUS ACTIVIDAD DE DISEÑO EDUCATIVA
Los profesores de educación general son juzgados por los
resultados por la comunidad en general. En el camino hacia
el desarrollo de resultados curriculares efectivos y evaluables
que puedan ser juzgados por la comunidad en general en
tanto que cliente, el diseño es vulnerable a la intervención de
los atractivos ejemplares externos de la actividad de diseño
profesional. El producto, más que el proceso, es lo que
tiende a influir la elaboración de muchos programas de
diseño actuales en las escuelas.
Dado que las profesiones de diseño en sí no han podido
articular una visión coherente de lo que constituye una práctica de diseño deseable, el reclutamiento en las escuelas
primarias y secundarias de diseñadores «de verdad» (ejecutores del diseño exitosos) es también problemático para los
educadores de diseño en la educación general.
Las escuelas australianas de diseño en el sector profesional o de educación superior ya han experimentado los efectos de estas intervenciones cuasi-profesionales en escuelas
secundarias donde la gente joven está completando su formación académica para pasar a estudios superiores. Mientras
que claramente poseen destrezas básicas y capacidad creativa
en las artes visuales y operativas, su visión conceptual de la
actividad del diseño ya ha sido estrechamente canalizada por
los ejemplos del diseño profesional. Esto no significa que
hayan sido expuestos a diseño malo per se, sino que en
general, la experiencia del diseño ha sido altamente instrumental, profesionalmente sofisticada y enseñada aisladamente
de todas las demás actividades creativas y exploratorias de
diseño.
Los modelos, los ejercicios que han llevado a cabo, son
invariablemente trabajos de diseño profesional altamente
específico, superficialmente atractivo e innegablemente eficientes desde el punto de vista técnico. Conseguir que esta
gente joven explore, desafíe y descubra horizontes más
amplios de la actividad de diseñar impartidos en los programas fundadores de la educación universitaria de diseño bien
construida, es una tarea difícil que requiere mucho tiempo de
trabajo corrector, aunque necesario.
«Los diseñadores en las escuelas», título con el que se
conocen estos programas, puede crear más problemas que
los que resuelve para los profesores de diseño, y es claramente necesario trabajar en la brecha existente entre el
diseño como educación y el diseño en su actual forma y
propósito profesional.
OTRAS INTERVENCIONES
EN U ENSEÑANZA DEL DISEÑO
En Australia, la última palabra utilizada para describir el
proceso de devolver el valor a los productos del mundo
industrializado es la de «calidad» o, en su versión completa,
«Control Total de Calidad».
El aspecto más visible del inventario cultural de cualquier
nación reside no sólo en aquellas actividades artísticas y
creativas institucionalizadas en las prestigiosas galenas y museos de arte, en su literatura, o en sus ciencias, sino en el
trabajo que hace la gente, las cosas que fabrican, los entor-
nos que construyen. En resumen, en los aspectos de calidad
y adecuación humana de su experiencia de vida cotidiana.
Se sigue de aquí que la contribución más importante y
duradera que cada persona hace a su sociedad debe ser el
trabajo que realiza, pero los encargados de la preparación
educativa de nuestros jóvenes durante los últimos doscientos
años han puesto el énfasis cada vez más en las funciones
económicas de la educación para la supervivencia. Esto a su
vez ha llevado a la consecución del desarrollo económico y
la producción que ha servido principalmente para llevar a
nuestra sociedad a una condición de gran disfunción social;
no ha creado una cualidad humana de amenidad.
La responsabilidad de la disminución de los estándares de
calidad también se centra en factores puramente económicos,
pero no así en la conexión entre la significación cultural del
trabajo que la gente hace y el significado y valor de ese trabajo. Esto es competencia propiamente del diseño pero juega
un papel muy pequeño en las estrategias políticas dirigidas
a reinstaurar la calidad en las artes de manufacturación. Aquí
hay otra dimensión de lo que podría asimismo constituir un
elemento significativo de una enseñanza de diseño apropiada
y es un problema que debe centrarse en lo creativamente
humano, más que sólo en los medios para crear productos
valorados como imperativo económico y tecnológico.
ACTIVISMO DEL CONSUMIDOR
Otra intervención que ahora afecta las cuestiones básicas
de la enseñanza del diseño es la preocupación por los derechos de los consumidores que, al igual que la Revolución
Verde, nació en el seno de grupos muy arraigados de ciudadanos activistas. Inevitablemente, el ímpetu de este movimiento que ya ha invadido el apretado espacio curricular de
nuestras escuelas, se centra sobre todo en el factor económico, y no en los factores básicos de proporcionar un contexto
humano apropiado.
Sin duda tiene mérito preparar a nuestros jóvenes para la
supervivencia en la jungla financiera y económica de la vida
adulta en nuestra cultura, pero ninguna revista de consumo
popular de las que se publican ha considerado que debe atribuir un papel clave al diseño en la consecución de calidad
auténtica y verdadero valor en los productos y servicios de
nuestra sociedad tecnológica.
Actualmente nuestra ostentosa civilización tecnológica es
presa de sus propias crisis fabricadas por el hombre pero, a
pesar de todo su aparente éxito y prosperidad material, se
está convirtiendo rápidamente en una civilización humanamente poco interesante para la mayoría de sus habitantes.
El mundo en general, el sur además del norte, las democracias así como los regímenes autoritarios, todavía están
abocados a la creciente industrialización, producción, eficiencia económica y creación de riqueza en términos estrictamente materiales.
Tony Russell
EL DISEÑO COMO FORMA DE PENSAR
Y ACTUAR RESPECTO AL MUNDO
Cuando los medios preguntaron por qué la creación de la
Academia Australiana de Diseño debía verse como un acontecimiento significativo, incluso su primer Presidente respondió con palabras que algunos dirían que son una definición
más de lo que es el diseño, ya de por sí sobrecargado de
definiciones. Él dijo: «Todo lo que no ocurre por accidente
ocurre por diseño». Nosotros los diseñadores, claro está,
sabemos lo que quiso decir, incluso sin la elaboración subsiguiente de ese comentario, que seguro que tuvo lugar pero
que probablemente no llegó a publicarse.
Si lo tomamos demasiado al pie de la letra, esta definición sugiere que el resultado de cualquier actividad humana
creativa debe atribuirse al Diseño. Esto es peligroso en el
ambiente altamente competitivo y politizado de la sala de
profesores de una escuela.
Los profesores de diseño reconocerán la contribución potencialmente importante que esta nueva iniciativa del diseño
australiano puede hacer a través de la consecución de sus
objetivos que reflejan, según creo, una universalidad de
preocupaciones con las que todos nos podemos sentir identificados.
Los problemas que identifica también constituyen un
oportuno recordatorio de la necesidad de que el Diseño, con
«D» mayúscula, encuentre formas más efectivas y socialmente relevantes de articular su postura. Es hora de que
nosotros, los que estamos dentro de la enseñanza del diseño,
prestemos más atención a la construcción y posterior comunicación de los conocimientos básicos más adecuados sobre
la disciplina, pues no hay otra área de quehacer humano y
poder creativo que sea tan importante como el diseño y que
haya descuidado tanto su responsabilidad de ganarse el
reconocimiento académico que es tan importante para afianzar el lugar que le corresponde en el curriculum «principal»
de nuestras escuelas primarias y secundarias.
Hasta que eso ocurra, no conseguirá hacerse con su lugar
dentro de los niveles superiores de educación, en nuestro
sistema universitario y en las políticas en general, en su
papel clave como estrategia creativa, como agente creativo
del cambio en la consecución de una sociedad más humana
y genuinamente productiva.
LA SINERGIA CREATIVA
DE LA ACTIVIDAD DE DISEÑAR
Para concluir deberíamos reflexionar sobre el potencial
del diseño como educación para ayudar a terminar con la
dañina separación entre conocimiento teórico y práctico que
empieza tan pronto en nuestros sistemas formales de educación. El mal de la moderna sociedad tecnológica yace sobre
todo en las distorsiones creadas por los imperativos económicos y tecnológicos que son los que hemos dejado que den
forma a la cultura material.
Necesitamos reconectar a nuestra gente joven con la
dimensión humana de la construcción de la cultura material,
para ayudarlos a tener poder por encima de los medios
tecnológicos y económicos de construir una sociedad que sea
humanamente satisfactoria y también humanamente interesante.
Los modelos dominantes de la actividad de diseño que
hasta ahora han caracterizado los «resultados exitosos» de la
aplicación del diseño en la cultura tecnológica, han sido los
de productos y sistemas de productos que se han convertido
en símbolos de modernidad. La conexión de demasiadas de
estas cosas con la vida cotidiana de la gente común no es
de verdadera amenidad humana sino efímera y de diversión,
dirigida sobre todo a satisfacer los deseos inmediatos y no
las necesidades humanas. Debemos resistirnos a la conveniencia educativa política de promover la capacidad de
diseñar en el mismo contexto que los estrechos imperativos
económicos que vienen determinando qué conocimientos son
más valiosos en la mayor parte de nuestro curriculum. Esto
constituye un serio problema para los profesores de diseño,
frente a las imágenes populares y seductoras del diseño
como símbolo de modernidad.
Aunque no se ha dicho en tantas palabras, la creación en
la Academia Australiana de Diseño de una estructura integrada por miembros y compuesta de distinguidos ejecutores
provenientes de ámbitos de trabajo que raramente se comunican entre ellos, sugiere que la transinstitucionalización de la
práctica del diseño es un objetivo primordial. En este sentido, sus resultados pueden ciertamente convertirse en una
nueva forma de arte colectivo.
Un nuevo movimiento de arte colectivo que refleje el
espíritu de la era moderna sólo puede estar constituido por
un cuerpo de personas creativas que, por asociación o a
través de una preocupación compartida por la calidad de la
vida humana, puedan responder con sus sentidos a las necesidades del ámbito de lo humano de forma significativa,
imaginativa, efectiva, tecnológica y científicamente apropiada, humanamente productiva y cooperativa.
Para aquellos cuyas destrezas yacen específicamente en la
transformación de productos y sistemas de productos que se
basan en la aplicación de conocimientos científicos y tecnológicos, esto significa dar una nueva dimensión al significado
de «las artes de la manufacturación», de la arquitectura y del
«entorno construido».
En el primer año de vida de la nueva Academia esa tarea
de reconexión será, en sí misma, un proceso de reeducación
a medida que cada uno de los participantes, independientemente de su preeminencia como diseñadores expertos, somete su territorio de diseño profesional para ayudar a construir
y luego articular y demostrar una estrategia de diseño «en
todo el curriculum» que sea verdaderamente holística, para
diseñar y asegurar el futuro del Diseño.
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