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ARTÍCULOS GENERALES
La movilidad transfronteriza de los
refugiados iraquíes
Géraldine Chatelard
Se debe prestar mucha más atención a la circulación de refugiados
iraquíes por las fronteras de Iraq con Siria o Jordania. La falta de análisis
de esta movilidad transfronteriza irá en detrimento de la planificación de
política y de la búsqueda de soluciones duraderas.
La alta tasa de movilidad de los
refugiados que se encuentran fuera de los
campos –a fin de buscar oportunidades
económicas en zonas urbanas– es
vista por las organizaciones como
un problema a la hora de mantener
datos certeros sobre la población y la
provisión de servicios. Aunque también
se ha demostrado que la movilidad
reduce la dependencia de la asistencia,
especialmente cuando los reglamentos
de los países de acogida permiten a los
refugiados desplazarse entre diferentes
zonas y cuando tienen acceso al mercado
laboral, formal o informalmente.
Existe otra problemática cuya
consideración resulta más complicada. La
movilidad “transfronteriza” no consiste
en cruzar la frontera sólo una vez desde el
país de origen para huir de la persecución
o del conflicto, sino en la posibilidad de
circular entre el país de refugio y el de
origen. La difícil consideración de este
tipo de movilidad como “potencialmente
básica para la seguridad, los empleos y
el futuro de los refugiados” se deriva
de la normativa legal por la que éstos
dejan de serlo si vuelven a sus países
de origen, excepto en el caso de breves
visitas excepcionales motivadas, por
ejemplo, por circunstancias familiares.
Pero tal y como se ha hecho patente en un
vasto número de situaciones de conflicto
prolongadas, el nivel de inseguridad
personal en un país que se encuentra en
conflicto no suele ser constante a lo largo
del tiempo y las zonas geográficas. El
resultado es que algunas zonas urbanas
de un país en conflicto podrían ser, de
manera temporal, lo suficientemente
seguras para que los refugiados que se
encontrasen en países cercanos pudieran
realizar visitas regulares o reinsertarse
en las actividades económicas o sociales
mientras siguen viviendo en un país de
acogida. Es posible que muchos refugiados
que circulan por las fronteras busquen
conseguir o diversificar sus empleos,
conservar los lazos familiares y sociales,
comprobar el estado de sus propiedades o
incluso evaluar la posibilidad del retorno.
Caso de estudio: los refugiados iraquíes
La gran mayoría de los refugiados iraquíes
que se encuentran actualmente en Jordania
y Siria se han asentado en ciudades, en
ambos casos porque procedían de zonas
urbanas y porque es ahí donde pueden
acceder a las redes sociales, a una vivienda
y a servicios. Aunque es la clase media al
completo -con un nivel educativo alto y
expectativas en cuanto a servicios, empleos
y futuro- la que ha dejado Iraq, existen
diferencias económicas muy pronunciadas
entre las diversas categorías de refugiados
iraquíes dentro de la clase media y esto
choca directamente con su acceso a la
seguridad, el empleo y la movilidad en
sus países de acogida. En ambos países
las necesidades de aquellos que carecen
de contactos y a los que se les deniega el
permiso de residencia son apremiantes,
especialmente en cuanto a empleo. Esto
se debe a que, al haber continuado su
desplazamiento, la dificultad para obtener
ingresos suficientes de forma regular en
el país de acogida ha arruinado a muchos
de ellos, que sobreviven gracias a envíos
de dinero realizados desde Iraq o desde
lejanos países de asilo o emigración.
Ni Siria ni Jordania han firmado la
Convención sobre el Estatuto de los
Refugiados de 1951 y sus protocolos, ni
disponen de un régimen interno de asilo
político. Los iraquíes son considerados
migrantes que pueden obtener derechos
de residencia en caso de ser accionistas
de capital (invirtiendo o comprando
inmuebles) o asegurándose un contrato
laboral. Pero un gran número de
refugiados ha sido incapaz de solicitar la
residencia por estas vías ya que el nivel de
inversión requerido es alto y el mercado
laboral formal es limitado. Dado que han
entrado en el país legalmente, a estos
refugiados no se les considera migrantes
ilegales pero si “invitados temporales”,
sin derecho legal a residir o trabajar en
el país. Este régimen de tolerancia (que
no se diferencia de la situación de los
migrantes “sin papeles” en numerosos
países liberales occidentales) permite
el acceso a numerosos servicios básicos
sanitarios y educativos y ofrece un grado
relativo de seguridad. Sólo en casos serios
en que peligraba la seguridad, Siria y
Jordania han expulsado y repatriado
a iraquíes. Aunque esta tolerancia
discrecional de facto no es legalmente
vinculante, las políticas internas árabes
hacen que sea extremadamente improbable
que se revoque de manera unilateral.
ACNUR asume el registro y la
determinación de estatus pero, como
Jordania y Siria no permiten la integración
local, aquellos que son reconocidos como
refugiados son remitidos a terceros
países, sobre todo a Estados Unidos. En
la actualidad se encuentran registrados
con ACNUR 230.000 iraquíes en Siria y
47.000 en Jordania. El número total de
iraquíes que han buscado seguridad
en esos países es mayor pero cuesta
averiguar la cifra, en gran parte debido
a la naturaleza mixta de la migración
iraquí y de la constante circulación
de muchos refugiados entre Iraq y
Siria o Jordania, pese a las normativas
aplicadas por los Estados para controlar
los desplazamientos transfronterizos.
La ausencia de un reconocimiento claro
no impide que el refugiado disfrute de
movilidad dentro del país de acogida.
Los proveedores de asistencia han
observado, especialmente en el caso de
Siria, un nivel muy elevado de movilidad
residencial entre los iraquíes, quienes se
desplazan principalmente desde zonas
rurales a zonas urbanas pero también
desde la ciudad de Damasco a ciudades
más pequeñas que se encuentran en
la periferia de la capital y en ciudades
grandes, así como entre barrios. Aquéllos
que se desplazan por Siria lo hacen por
tres motivaciones principales: el acceso
al empleo y a los servicios; alquileres
más baratos; y la posibilidad de vivir
entre parientes, amigos o miembros
de la misma comunidad religiosa.
Diversos estudios muestran que –
durante 2009 en concreto– una cantidad
considerable de iraquíes que se habían
refugiado en Siria realizaron visitas a Iraq
para comprobar el estado de sus parientes
o de sus propiedades. Otro fenómeno
que se ha producido ha sido el de los
sustentadores de familia que dejaban a
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ARTÍCULOS GENERALES
La movilidad transfronteriza es
importante para muchos refugiados
iraquíes por varias razones:
■■
Para reencontrarse con los miembros
de su familia dispersos entre Iraq y los
países de acogida (con un gran número
de hogares liderados por mujeres y
con niños y ancianos que viven solos)
■■
Para combinar la seguridad personal
o familiar del país de acogida con
el acceso a los recursos de las zonas
de Iraq en las que se ha restaurado
la estabilidad. Los sustentadores
están dispuestos a correr ciertos
riesgos o buscar alojamiento cerca
de su lugar de trabajo, pero el
acceso a las escuelas, universidades,
mercados y servicios sanitarios
puede seguir siendo peligroso para
otros miembros de la familia.
■■
Para preparar el retorno. El proceso
de retorno comprende diversos
pasos, entre los que se incluyen
algunas visitas preliminares que
podrían implicar sólo a algunos
miembros de la familia, mientras
que otros se quedan en Jordania o
Siria, o se asientan en otro lugar.
En cambio, impedir la movilidad
transfronteriza provoca que haya más
familias separadas, un acceso limitado
–o incluso la carencia del mismo– a los
recursos económicos y materiales, y
crea incertidumbre respecto al futuro.
Como resultado, muchos de los que
preferirían quedarse en un país cercano
a Iraq acuden a ACNUR, no en busca
de protección, sino de un posible
reasentamiento en terceros países.
Los
refugiados
llegan al
concurrido
Al Tanf, en
la frontera
entre Siria
e Iraq.
UNHCR/M Bernard
los que dependían de ellos en Siria y
viajaban a Iraq todos los días para trabajar
o comerciar. Pese a exigir un visado a los
iraquíes, Siria de hecho le concede a la
mayoría la entrada y reentrada al país a
cambio del pago de una tasa por valor de
50 dólares estadounidenses. En el caso
de Jordania, sólo a los 25.000 iraquíes que
tienen permiso de residencia o poseen
garantías financieras o institucionales
que respalden su solicitud de visado –los
criterios para ello son muy selectivos– se
les permite que crucen la frontera para
ir y venir de Iraq. El resultado es que
aquéllos que más dificultades tienen para
preservar su empleo, los más incapaces de
reunirse con los miembros desperdigados
de su familia y los menos capaces de
prepararse para el regreso a su país,
son los refugiados que se encuentran en
Jordania sin derechos de residencia.
En un contexto en el que hay muy pocas
perspectivas de integración a gran escala
en los países árabes mediante el asilo
político o un régimen de migración
por motivos laborales, en el que Iraq
se encuentra lejos de ser estable en
términos de seguridad y oportunidades
económicas, y en el que la seguridad de
las personas se distribuye de forma dispar,
existe una seria necesidad de explorar
soluciones creativas para el futuro de
aquellos desplazados que se encuentran
dentro y fuera de Iraq. Las soluciones
duraderas regionales necesitan tener en
cuenta la apremiante situación de un
gran número de iraquíes, no sólo como
refugiados, sino también como migrantes
sin papeles. Otra dimensión que cabe
tratar es el alto nivel de circulación de
refugiados y otros migrantes iraquíes
que van y vienen cruzando las fronteras
de Iraq con Siria o Jordania. Hasta
ahora los inversores institucionales
parecen haber ignorado en gran medida
estos dos aspectos, aunque el que no
hayan podido evaluar la importancia
de la circulación transfronteriza tiene
serias consecuencias directas en
términos de planificación política y de
búsqueda de soluciones duraderas.
Siria representa un ejemplo de buenas
prácticas donde se facilita la movilidad
transfronteriza a los iraquíes. No hay
tasas por “permanencia excesiva” para
quienes tienen estatus de “huéspedes” y
quieren salir del país; su reentrada en el
mismo está casi siempre garantizada.
Recomendaciones
Reconociendo las preocupaciones
legítimas de los Estados de acogida por
la protección de sus mercados laborales
interiores y de su seguridad nacional, los
gobiernos de Jordania y Siria deberían, sin
embargo, regularizar a aquellos iraquíes
que en la actualidad poseen visado de
estancia. Un visado como el de “residencia
temporal” resultaría apropiado. Esto
no tiene por qué estar ligado al derecho
a trabajar, pero aseguraría el derecho
de reentrada, ya sea desde Iraq o
desde cualquier otro país. Jordania ha
renunciado hace poco a las tasas por
estancia excesiva. Las condiciones para
volver a entrar al país, sin embargo,
siguen siendo difíciles de reunir para
los que tienen un visado de estancia.
Los actores institucionales afectados,
entre los que se incluyen los gobiernos
jordano e iraquí, deberían apoyar a
aquellos refugiados que deseen realizar
evaluaciones individuales antes de
decidir acerca del retorno o sobre otras
formas de relación física con Iraq. Es muy
importante que se pongan a disposición de
los desplazados medios para informarse
sobre los contextos legales, institucionales
y de seguridad relevantes para su retorno
a Iraq o para la reactivación de los vínculos
socioeconómicos transfronterizos, ya
que constituyen modos de contribuir
a la reconstrucción de Iraq.
Géraldine Chatelard (gchatelard@yahoo.
com) es investigadora asociada en la oficina
en Amman del IFPO, Instituto Francés de
Oriente Próximo (http://www.ifporient.
org). El presente artículo está basado en un
informe titulado “Problemas de protección,
movilidad y empleo para los desplazados
iraquíes en las zonas urbanas de Jordania”
(‘Protection, mobility and livelihood
challenges of displaced Iraqis in urban
settings in Jordan’) que la autora preparó
para la Comisión Católica Internacional de
Migración y que se encuentra disponible en
línea en: http://tinyurl.com/ICMCChatelard
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