RMF 34 60 ARTÍCULOS GENERALES La movilidad transfronteriza de los refugiados iraquíes Géraldine Chatelard Se debe prestar mucha más atención a la circulación de refugiados iraquíes por las fronteras de Iraq con Siria o Jordania. La falta de análisis de esta movilidad transfronteriza irá en detrimento de la planificación de política y de la búsqueda de soluciones duraderas. La alta tasa de movilidad de los refugiados que se encuentran fuera de los campos –a fin de buscar oportunidades económicas en zonas urbanas– es vista por las organizaciones como un problema a la hora de mantener datos certeros sobre la población y la provisión de servicios. Aunque también se ha demostrado que la movilidad reduce la dependencia de la asistencia, especialmente cuando los reglamentos de los países de acogida permiten a los refugiados desplazarse entre diferentes zonas y cuando tienen acceso al mercado laboral, formal o informalmente. Existe otra problemática cuya consideración resulta más complicada. La movilidad “transfronteriza” no consiste en cruzar la frontera sólo una vez desde el país de origen para huir de la persecución o del conflicto, sino en la posibilidad de circular entre el país de refugio y el de origen. La difícil consideración de este tipo de movilidad como “potencialmente básica para la seguridad, los empleos y el futuro de los refugiados” se deriva de la normativa legal por la que éstos dejan de serlo si vuelven a sus países de origen, excepto en el caso de breves visitas excepcionales motivadas, por ejemplo, por circunstancias familiares. Pero tal y como se ha hecho patente en un vasto número de situaciones de conflicto prolongadas, el nivel de inseguridad personal en un país que se encuentra en conflicto no suele ser constante a lo largo del tiempo y las zonas geográficas. El resultado es que algunas zonas urbanas de un país en conflicto podrían ser, de manera temporal, lo suficientemente seguras para que los refugiados que se encontrasen en países cercanos pudieran realizar visitas regulares o reinsertarse en las actividades económicas o sociales mientras siguen viviendo en un país de acogida. Es posible que muchos refugiados que circulan por las fronteras busquen conseguir o diversificar sus empleos, conservar los lazos familiares y sociales, comprobar el estado de sus propiedades o incluso evaluar la posibilidad del retorno. Caso de estudio: los refugiados iraquíes La gran mayoría de los refugiados iraquíes que se encuentran actualmente en Jordania y Siria se han asentado en ciudades, en ambos casos porque procedían de zonas urbanas y porque es ahí donde pueden acceder a las redes sociales, a una vivienda y a servicios. Aunque es la clase media al completo -con un nivel educativo alto y expectativas en cuanto a servicios, empleos y futuro- la que ha dejado Iraq, existen diferencias económicas muy pronunciadas entre las diversas categorías de refugiados iraquíes dentro de la clase media y esto choca directamente con su acceso a la seguridad, el empleo y la movilidad en sus países de acogida. En ambos países las necesidades de aquellos que carecen de contactos y a los que se les deniega el permiso de residencia son apremiantes, especialmente en cuanto a empleo. Esto se debe a que, al haber continuado su desplazamiento, la dificultad para obtener ingresos suficientes de forma regular en el país de acogida ha arruinado a muchos de ellos, que sobreviven gracias a envíos de dinero realizados desde Iraq o desde lejanos países de asilo o emigración. Ni Siria ni Jordania han firmado la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y sus protocolos, ni disponen de un régimen interno de asilo político. Los iraquíes son considerados migrantes que pueden obtener derechos de residencia en caso de ser accionistas de capital (invirtiendo o comprando inmuebles) o asegurándose un contrato laboral. Pero un gran número de refugiados ha sido incapaz de solicitar la residencia por estas vías ya que el nivel de inversión requerido es alto y el mercado laboral formal es limitado. Dado que han entrado en el país legalmente, a estos refugiados no se les considera migrantes ilegales pero si “invitados temporales”, sin derecho legal a residir o trabajar en el país. Este régimen de tolerancia (que no se diferencia de la situación de los migrantes “sin papeles” en numerosos países liberales occidentales) permite el acceso a numerosos servicios básicos sanitarios y educativos y ofrece un grado relativo de seguridad. Sólo en casos serios en que peligraba la seguridad, Siria y Jordania han expulsado y repatriado a iraquíes. Aunque esta tolerancia discrecional de facto no es legalmente vinculante, las políticas internas árabes hacen que sea extremadamente improbable que se revoque de manera unilateral. ACNUR asume el registro y la determinación de estatus pero, como Jordania y Siria no permiten la integración local, aquellos que son reconocidos como refugiados son remitidos a terceros países, sobre todo a Estados Unidos. En la actualidad se encuentran registrados con ACNUR 230.000 iraquíes en Siria y 47.000 en Jordania. El número total de iraquíes que han buscado seguridad en esos países es mayor pero cuesta averiguar la cifra, en gran parte debido a la naturaleza mixta de la migración iraquí y de la constante circulación de muchos refugiados entre Iraq y Siria o Jordania, pese a las normativas aplicadas por los Estados para controlar los desplazamientos transfronterizos. La ausencia de un reconocimiento claro no impide que el refugiado disfrute de movilidad dentro del país de acogida. Los proveedores de asistencia han observado, especialmente en el caso de Siria, un nivel muy elevado de movilidad residencial entre los iraquíes, quienes se desplazan principalmente desde zonas rurales a zonas urbanas pero también desde la ciudad de Damasco a ciudades más pequeñas que se encuentran en la periferia de la capital y en ciudades grandes, así como entre barrios. Aquéllos que se desplazan por Siria lo hacen por tres motivaciones principales: el acceso al empleo y a los servicios; alquileres más baratos; y la posibilidad de vivir entre parientes, amigos o miembros de la misma comunidad religiosa. Diversos estudios muestran que – durante 2009 en concreto– una cantidad considerable de iraquíes que se habían refugiado en Siria realizaron visitas a Iraq para comprobar el estado de sus parientes o de sus propiedades. Otro fenómeno que se ha producido ha sido el de los sustentadores de familia que dejaban a RMF 34 61 ARTÍCULOS GENERALES La movilidad transfronteriza es importante para muchos refugiados iraquíes por varias razones: ■■ Para reencontrarse con los miembros de su familia dispersos entre Iraq y los países de acogida (con un gran número de hogares liderados por mujeres y con niños y ancianos que viven solos) ■■ Para combinar la seguridad personal o familiar del país de acogida con el acceso a los recursos de las zonas de Iraq en las que se ha restaurado la estabilidad. Los sustentadores están dispuestos a correr ciertos riesgos o buscar alojamiento cerca de su lugar de trabajo, pero el acceso a las escuelas, universidades, mercados y servicios sanitarios puede seguir siendo peligroso para otros miembros de la familia. ■■ Para preparar el retorno. El proceso de retorno comprende diversos pasos, entre los que se incluyen algunas visitas preliminares que podrían implicar sólo a algunos miembros de la familia, mientras que otros se quedan en Jordania o Siria, o se asientan en otro lugar. En cambio, impedir la movilidad transfronteriza provoca que haya más familias separadas, un acceso limitado –o incluso la carencia del mismo– a los recursos económicos y materiales, y crea incertidumbre respecto al futuro. Como resultado, muchos de los que preferirían quedarse en un país cercano a Iraq acuden a ACNUR, no en busca de protección, sino de un posible reasentamiento en terceros países. Los refugiados llegan al concurrido Al Tanf, en la frontera entre Siria e Iraq. UNHCR/M Bernard los que dependían de ellos en Siria y viajaban a Iraq todos los días para trabajar o comerciar. Pese a exigir un visado a los iraquíes, Siria de hecho le concede a la mayoría la entrada y reentrada al país a cambio del pago de una tasa por valor de 50 dólares estadounidenses. En el caso de Jordania, sólo a los 25.000 iraquíes que tienen permiso de residencia o poseen garantías financieras o institucionales que respalden su solicitud de visado –los criterios para ello son muy selectivos– se les permite que crucen la frontera para ir y venir de Iraq. El resultado es que aquéllos que más dificultades tienen para preservar su empleo, los más incapaces de reunirse con los miembros desperdigados de su familia y los menos capaces de prepararse para el regreso a su país, son los refugiados que se encuentran en Jordania sin derechos de residencia. En un contexto en el que hay muy pocas perspectivas de integración a gran escala en los países árabes mediante el asilo político o un régimen de migración por motivos laborales, en el que Iraq se encuentra lejos de ser estable en términos de seguridad y oportunidades económicas, y en el que la seguridad de las personas se distribuye de forma dispar, existe una seria necesidad de explorar soluciones creativas para el futuro de aquellos desplazados que se encuentran dentro y fuera de Iraq. Las soluciones duraderas regionales necesitan tener en cuenta la apremiante situación de un gran número de iraquíes, no sólo como refugiados, sino también como migrantes sin papeles. Otra dimensión que cabe tratar es el alto nivel de circulación de refugiados y otros migrantes iraquíes que van y vienen cruzando las fronteras de Iraq con Siria o Jordania. Hasta ahora los inversores institucionales parecen haber ignorado en gran medida estos dos aspectos, aunque el que no hayan podido evaluar la importancia de la circulación transfronteriza tiene serias consecuencias directas en términos de planificación política y de búsqueda de soluciones duraderas. Siria representa un ejemplo de buenas prácticas donde se facilita la movilidad transfronteriza a los iraquíes. No hay tasas por “permanencia excesiva” para quienes tienen estatus de “huéspedes” y quieren salir del país; su reentrada en el mismo está casi siempre garantizada. Recomendaciones Reconociendo las preocupaciones legítimas de los Estados de acogida por la protección de sus mercados laborales interiores y de su seguridad nacional, los gobiernos de Jordania y Siria deberían, sin embargo, regularizar a aquellos iraquíes que en la actualidad poseen visado de estancia. Un visado como el de “residencia temporal” resultaría apropiado. Esto no tiene por qué estar ligado al derecho a trabajar, pero aseguraría el derecho de reentrada, ya sea desde Iraq o desde cualquier otro país. Jordania ha renunciado hace poco a las tasas por estancia excesiva. Las condiciones para volver a entrar al país, sin embargo, siguen siendo difíciles de reunir para los que tienen un visado de estancia. Los actores institucionales afectados, entre los que se incluyen los gobiernos jordano e iraquí, deberían apoyar a aquellos refugiados que deseen realizar evaluaciones individuales antes de decidir acerca del retorno o sobre otras formas de relación física con Iraq. Es muy importante que se pongan a disposición de los desplazados medios para informarse sobre los contextos legales, institucionales y de seguridad relevantes para su retorno a Iraq o para la reactivación de los vínculos socioeconómicos transfronterizos, ya que constituyen modos de contribuir a la reconstrucción de Iraq. Géraldine Chatelard (gchatelard@yahoo. com) es investigadora asociada en la oficina en Amman del IFPO, Instituto Francés de Oriente Próximo (http://www.ifporient. org). El presente artículo está basado en un informe titulado “Problemas de protección, movilidad y empleo para los desplazados iraquíes en las zonas urbanas de Jordania” (‘Protection, mobility and livelihood challenges of displaced Iraqis in urban settings in Jordan’) que la autora preparó para la Comisión Católica Internacional de Migración y que se encuentra disponible en línea en: http://tinyurl.com/ICMCChatelard