sucederes de nacimientos y muertes en el ejercicio de nuestra

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Fernando Araos U.
SUCEDERES DE NACIMIENTOS
Y MUERTES EN EL EJERCICIO DE NUESTRA
FUNCIÓN ANALÍTICA1
Fernando Araos U.2
Resumen
Recurriendo a algunas viñetas clínicas, el autor intenta ilustrar sus
ideas en torno al tiempo en la experiencia psicoanalítica. Considera
que en ésta se expresan y concurren permanentemente nacimientos
y muertes psicológicas. Las constantes transformaciones mentales dificultan precisar comienzos y finales, incluidos los límites de nuestras
experiencias y de lo que somos.
Palabras clave
Tiempo, trauma, nacimiento, muerte.
Abstract
Occurrences of birth and death in the exercise of our analytic function.
The author attempts to illustrate his ideas regarding time in the analytic
experience, within which psychological births and deaths are permanently
expressed and become present. Constant mental transformations make
it difficult to specify beginnings and endings, including the limits of our
experiences and of what we are. Clinical material is presented to support
his proposal. Key words
Time, trauma, birth, death.
1 Trabajo presentado en las 27ª Jornadas interregionales de Niños y Adolescentes, FEPAL, Santigo, Chile. Noviembre 2015
2 Psicólogo. Psicoanalista. Miembro Asociación Psicoanalítica Chilena
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Sucederes De Nacimientos y Muertes
Introducción
En lo que toca a las muertes un:
Epitafio:
“….Fui lo que fui: una mezcla
De vinagre y aceite de comer
¡Un embutido de ángel y bestia!” (N. Parra, 1975-2006)
Respecto de los nacimientos y las muertes: Hablemos de la evolución de una experiencia.
De cómo nacen y mueren las ideas en el suceder común de un encuentro analítico. De
la infancia y los traumas, de aquello que sólo logró ser una marca en algún lugar del
espacio protomental y quedó obsoleto como un vestigio más o menos invisible y con
un futuro incierto. Una suerte de memoria sin recuerdos. Tal vez, en algún modo, el
comienzo de un pensar que permitirá a alguien llegar a ser quien es.
Tomemos el siguiente vértice: lo no nacido se entenderá como lo que no se ha representado, lo no soñado. Es decir, aquello que no accedió a una dimensión de la mente desde
donde pudiera ser tratado por un mecanismo acorde a la dimensión de la experiencia
de pensar (Bion, 1962b). Las consecuencias de esto, algunas de ellas, serían que estas
expresiones mentales no podrían ser recordadas u olvidadas. Son ellas la expresión
de un amoblaje mental previo a un lenguaje que nos posibilite el ingreso a espacios en
que podamos soñar, dormir y despertar. El amoblaje nació y existe1. En este universo,
tiempos y espacios nos pueden sorprender. Porque si un paciente me habla de los días
pasados en una incubadora al nacer, tendré que pensar si la experiencia que me comunica significa acorde a las palabras o según contextos “observados” de una experiencia
no perceptual de dolor, susto u otro afecto, registrado de alguna forma (o como forma),
en algún lugar particular del espacio mental.
Digo, entonces, que la idea de lo no nacido pudiera ser arbitraria o más bien problemática. Desde luego que, como señaló Freud, la cesura del nacimiento parece más drástica de lo que realmente es. No es tan claro qué nace y qué muere cuando salimos del
útero materno. Numerosos son los nacimientos y las muertes en el ejercicio de nuestra
función analítica.
Nacimientos y muertes se despliegan en significados diversos y contradictorios, no necesariamente acotados a lo que se suele significar con ellos. Muchas situaciones nacen
y mueren en el transcurso de una sesión, en las experiencias de nuestras vidas. Naturalmente, si se trata de hablar de “lo no nacido” a nuestra comunicación en palabras,
tendremos que pensar en otras formas de decir, para las que nuestro lenguaje habitual
1 El amoblaje previo remite a eventuales “innatismos”. A modos concretos de funcionamiento de la mente en que
coinciden los tiempos de “ser” y de “tener” (no cosa y cosa).
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no nos ayuda. Así, lo no nacido2, puede no serlo sólo para, por ejemplo, la representación verbal, para un área del espacio mental, pero debemos reconocer que esta definición es sólo una línea arbitraria3. Se podría pensar también que lo no nacido a la representación verbal, al hacerlo, muere con respecto a su forma de existencia anterior (no
verbal). En fin, sólo conjeturas para jugar con conceptualizaciones variadas.
Pensemos en nuestro método de tratamiento. Este trata de procrear en el universo de
la representación. La forma de hacerlo es, en parte, a través de que el analista disponga su mente de un modo distinto. Atención libre y flotante sería una forma de decirlo
(Araos, 2014). ¿Cuántas teorías, deseos y memorias mueren en este esfuerzo de intentar dar a luz lo más oscuro de nuestro ser?
Puedo entender lo no nacido, como otro tipo de “representación”. Marcas, ritmos,
cadencias, a las que habría que encontrarle su lógica particular, su forma peculiar de
hacer ligaduras afectivas. Modos de hablar que nos pueden resultar invisibles, aunque
igualmente causales de turbulencias y desastres en el caso de no ser escuchados.
Pienso que el nacimiento se puede entender como un encontrarse con algo que estaba,
que sólo hay que recordar, una suerte de reminiscencia. También como la creación de
algo nuevo que nace ahora con la compañía, facilitación/interferencia del analista. Me
parece que, más bien, se trata de una mezcla de ambas cosas. Un presente que fue
futuro y que hoy nos recuerda algo que fue: un pasado.
Técnica y métodos
Heidegger concibe entender la interpretación correcta de la técnica moderna como
un medio para un fin y como un hacer del hombre. Pero, por otra parte, postula que la
interpretación verdaderade la técnica, no consiste en entenderla como un mero instrumento, sino, como una manera de destinarse el ser al hombre (Heidegger, 1927)
y, a la vez, un modo de develar lo que hay (Acevedo, 2006). De ahí que el develar del
hombre de una manera técnica, adquiere otra dimensión. Implica un estar en la verdad,
desvelamiento y, al mismo tiempo, en la no verdad, velamiento. Desde el principio del
ejercicio de nuestro oficio psicoanalítico nos ubicamos entre nacimientos y muertes.
Verdades y mentiras. Ocultamientos y desvelamientos. Falsedades, formas de decir
que no obstante útiles, resultan insuficientes y ocultan aquello que es verdadero, sólo
si no se contiene en una mente que finalmente lo distorsiona4 .
Observar e intervenir en la experiencia emocional con el analizado, nos llevaría a una
actitud que parece ser distinta a la del científico. Distintos analistas sugieren adoptar
una actitud de renuncia profunda a creencias para intentar entrar en sintonía con el
otro y con uno mismo. Se busca así el nacimiento de nuevas experiencias e ideas.
¿Qué es en realidad lo que hacemos los psicoanalistas? Esto sería un modo de pensar
también en lo que no hacemos. Pensar en las transformaciones técnicas destinadas
2 Pienso lo no nacido como siendo en una forma de representación distinta a aquella de la verbal
3 La arbitrariedad reside en que para un modelo en que la consideración del mundo se presenta como un continuo,
las detenciones y divisiones resultan arbitrarias así como toda definición. Incluso aquella entre la vida y la muerte.
¿Muere Gregor Samsa cuando amanece transformado en un bicho?
4 Es esta una consideración Kantiana que alude a las posibilidades de un conocimiento verdadero del mundo. Conocimiento siempre mediado por alguien que se aproxima a las cosas.
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a posibilitar el nacimiento de representaciones de lo no soñado. Pensar lo que nace y
muere en el ejercicio cotidiano de nuestro oficio imposible.
Ilustraciones
En las viñetas siguientes intento problematizar las ideas antes expuestas: en el material no siempre se realizan los enunciados previos. Su eventual expresión, en la clínica
presentada en las viñetas, pudiera obedecer más a un deseo mío de coherencia entre
lo antes expuesto y lo que sigue.
Material:
1) Muerte y nacimiento de un nuevo tratamiento y sus consecuencias.
Paciente hombre de 29 años. Consulta por tristeza crónica. Tuvo un tratamiento anterior que decide terminar luego de un proceso que sintió, básicamente, como insatisfactorio y del cual terminó casi como arrancando, luego de 10 años. Nace, entonces, un
tratamiento conmigo que sugiere que no nacer se homologa con no lograr intimidad,
como siente le ocurrió en su tratamiento previo. La indicación de dos sesiones semanales, frente a frente, que se pudo instalar sólo después de un año de trabajar una vez
por semana, genera diversos escenarios de vidas y muertes. Nacen temores homosexuales en la intimidad del encuadre. Es esta una herencia familiar que determina los
encuentros con otros hombres y sus parejas. Escenifica y elabora en sesión, el trauma
vivido aquella vez, cuando tenía 7 años y salió con el papá, en el trayecto se extraviaron, se buscaron y en un momento de esta búsqueda él encuentra al papá sin que éste
todavía lo vea, lo contempla mientras se da un beso furtivo en la boca con un amigo….
Este es el trauma. Nada se habló de esto en la familia hasta que llega la confirmación
con la separación de los padres de mi paciente y la oficialización de la homosexualidad
paterna. Hoy, dos veces a la semana, al menos, renace este miedo en la intimidad de la
sesión. O ¿morirá?
2) Edipo en Colono: la muerte antes del nacimiento
Edipo nace pero debe morir para así evitar la realización del destino trágico develado
por el oráculo. El relato de Sófocles nos conduce finalmente a una develación que, como
respuesta, encuentra en Edipo un ataque a sus ojos, pilares fundamentales de sus
sentidos, en consecuencia, pilares del desarrollo de su capacidad de pensar (Bion,
1962a). Puesto que la realidad lo supera, apela a su negación, a no verla. Pero ¿Podrá
“ciego” ver lo que “es”? ¿Aquello que sigue ahí dispuesto a la “observación” aunque con
otros ojos? Los de la intuición.
Comienza su peregrinaje. “Edipo en Colono” deambula del brazo de su hija, Antígona, sin ojos
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o con otros, para ver o no ver…
Ver, nuevas verdades, proyectos quizás para Edipo sólo ahora, ciego-vidente, posibles
de vislumbrar. El peregrinaje de Edipo por Grecia hasta su muerte en Colono parece dar
cuenta de un Edipo más sabio y con una curiosidad guiada por el amor, en consecuencia,
alejada de la arrogancia y la omnipotencia del Edipo de Tebas. Para Sófocles, Edipo encuentra finalmente término a su desdicha en el bosque sagrado de las Euménides, (Erinias: la venganza en versión femenina) cerca de Atenas, adonde llega errante en compañía de su fiel y abnegada hija Antígona, y donde muere desapareciendo bajo la tierra
de un modo misterioso. La predicción del Oráculo señalaba que la tierra que poseyese
su sepulcro estaría segura de vencer a todos los pueblos. Una suerte de renacimiento
victorioso en Colono, si consideramos lo ocurrido en Tebas como su muerte anterior.
Pero en Tebas también nace al cegar sus ojos, digamos sentidos, lo que le permitiría el
acceso a realidades no sensibles e inefables. Puede entonces en Tebas nacer al modo
de aquél que puede dormir, entonces despertar y soñar. Vivir.
3) Traumas de los nacimientos
Paciente hombre de 40 años, en análisis en diván, 3 veces por semana, desde hace 2
años. De profesión profesor de Educación Básica.
Sesión de día lunes, llega muy puntual, cosa poco usual, exacto a las 8 hrs. Asocio
con la sesión del lunes anterior en que también fue puntual y, por primera vez desde
los dos años que llevamos trabajando juntos, me atrasé 6 minutos y el paciente estaba
esperándome a mi llegada. Asocio ideas ligadas con el nacimiento de afectos de desconfianza. ¿Habrá pensado en volverme a “pillar” llegando atrasado? La situación me
lleva a evocar su nacimiento. Un bebé prematuro, que debió estar en incubadora algunas semanas con riesgo de muerte. Un padre que llegó tarde, dos días después de su
nacimiento, a conocerlo a la clínica donde nació, siendo esta ausencia inicial del padre,
un recuerdo recurrente y determinante en su análisis.
Se tiende en el diván, dice “He tenido sueños con niños (pausa), en uno un chico se enoja
y da vuelta el tablero del juego que estamos jugando, yo estaba en pareja con una amiga
y ella le decía algo que lo calmaba”. Yo pienso en que el paciente me habla de la rabia a
la “pareja de padres”, también de la complementariedad que podría haber entre ambos
papás. Continúa asociando y da a entender que está en el límite de su paciencia, que no
puede más. Le pregunto por límite, qué asocia, me aclara que psicológicamente ya no
está en condiciones de recibir más problemas, de ser continente de otros, que estaría ya
rebalsado. Pienso en la incubadora. Asociándolo con sus sentimientos de desamparo y
prematurez, de no podérselas con la vida, de hecho en ese momento casi muere. Asocia
también con la Franja de Gaza, llega a preguntarse si yo pudiera ser judío o palestino
o ninguno de los dos. Le digo que pareciera poner entre nosotros un límite-unión, de
violencia y desencuentros. Asocia como respuesta con otro sueño que recuerda vaga-
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mente y que remite a escenas de violencia y de huidas, “algo malo que hicimos” dice.
Cuenta luego de una jefa, quien le comentó, más de lo que él habría querido saber, de
un problema de un amigo mutuo. Nos detenemos en algunos detalles de esta situación
y luego de un rato de silencio dice, “tengo algo raro que contarte…me da vergüenza.”
Dice que hace una semana más o menos le ha preguntado a su señora si ella piensa
que le “ha crecido el pico”. “Yo sé que es obvio que no”, dice, “pero….” Cuenta algunas
anécdotas con antiguas parejas que lo han llevado a tomar conciencia que él efectivamente podría tener un pene grande y, tras un silencio, agrega, “mi temor es si tendré
deseos o no”.
Le digo que pensar en los límites entre nosotros puede ser una idea nueva, grande y
desconocida, gigante, que podría requerir mucho espacio y tiempo de sesión para entenderla y curiosear, que si el deseo se muere no sabremos de qué se trata.
Se desprenden otras asociaciones que nos permiten seguir considerando que los límites entre nosotros y la Franja de Gaza tienen que ver con que él se preguntaba si esta
vez yo llegaría a tiempo, por eso él fue hoy tan puntual como no lo suele ser en día lunes,
que él me estaba probando, esperando quizás que yo no estuviera. Por su expresión y
asociaciones me da a entender que estas interpretaciones son correctas. Si ese lunes
yo llegaba tarde, ¿Habría tenido así justificaciones para botar el tablero y matar el
deseo de venir?
En otra sesión, cuando se consolidaba el nacimiento de su desconfianza o la muerte
de su confianza, me dice que yo lo llamé con otro nombre al despedirme en la sesión
anterior, me insiste en ese punto y yo dudo si fue así pero me parece muy raro, me molesta su insistencia y pienso en hacer algo así como un “contraataque interpretativo”
que naturalmente no hago y más bien le digo algo como “ supongamos que así ha sido
pensemos entonces juntos qué pudo haber pasado entre nosotros y qué ocurre ahora
que parece nos ubicáramos en un clima como el de la Franja de Gaza”.
Pienso que si se atreve a romper un tablero, a reclamar como lo hizo por mi atraso,
puede sentir que ha crecido. Pero que deje de ser prematuro y pequeño exigiría el nacimiento de un analista más dispuesto a recibir otro tipo de demandas, quedando, ya,
chica la incubadora como pequeño espacio que lo cuida. Por otra parte, si yo me atraso
un lunes, entonces me asimilo al papá ausente para su nacimiento. El paciente teme la
muerte de sus deseos, ¿al pensarse él más dotado busca compensar con este hiperdesarrollo la atrofia del deseo y su desamparo inicial frente a la vida?
Pienso que muertes y nacimientos se suceden ¿De qué servirá estar bien dotado si no
existe el deseo de hacer uso de esos dones? Él es una persona inteligente y capaz, sin
embargo, no ha sido exitoso en su profesión. Se trataría de favorecer el nacimiento
de una unión productiva entre dos: como él y su colega frente a la rabia del alumno
derribando el tablero o como los nacimientos derivados de la unión de sus genitales
con sus deseos. Derriba el tablero cuando en algunas sesiones mira el celular y no me
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responde o lee un correo mientras yo le hablo.
Cuenta que lo llamó un apoderado muy tartamudo para pedirle hora para conversar de
un alumno, imita su forma de hablarle por teléfono. Parece preocupado, me pregunta si
yo he atendido pacientes así…. ¿así? le digo, tartamudos, me responde.
A propósito de tartamudeo interpreto su comunicación con su
pareja y conmigo, la
eventual desconfianza de que yo llegue a la hora. Las palabras-pene que nacen enteras
o entrecortadas, grandes o pequeñas. Pene chico o grande y que entre nosotros pudiera
dificultar pensar. Dar a luz nuevas ideas, también la posibilidad de que se instale un
diálogo de tartamudos, muy entrecortado, breve. Mortal.
Discusión
¿Cuándo creemos que nace la vida psíquica? O más general, cuándo nace o muere
algo para la mente o la misma mente. Participante ésta de un Universo compuesto de
estrellas y galaxias, no parece sin embargo obedecer a las mismas consideraciones
de tiempo y espacio. Lo cercano y lo distante, mañana o ayer, nacimiento y muerte no
se subsumen en la mente, a las consideraciones que pudiéramos hacer con respecto a
lo no vivo.
¿Puede llegar a nacer todo lo no nacido si se dan las condiciones? o ¿hay vestigios de
algo que no podrá evolucionar a otras formas y que nunca “nacerá? ¿Cuál es la frontera
entre el nacimiento y el no nacimiento? ¿Entre los sueños y la vida en vigilia? ¿No estamos siempre en estado de nacimiento y de muerte? ¿Dormidos y despiertos?
En el uso de la técnica, difícilmente nos libramos de nacer y morir en el intento. Así,
para terminar, reflexiono en dos modos de pensar la ceguera edípica. Como muerte: un
acercamiento a la locura destruyendo los sentidos y empobreciendo el contacto con
la realidad. Como nacimiento a la vida: la negación de los sentidos como método que
nos permita ampliar las posibilidades mentales para contener la ignorancia y observar
otras realidades.
Creo que a veces la atención agudizada de nuestros sentidos impide el desarrollo del
pensamiento por obturación de la realidad intuitiva. Como analogía podemos decir que,
el enceguecerse, como Edipo, pudiera ser la condición para acercarse a las verdades
del ser. Sin embargo, en otros contextos mentales, el ataque a los sentidos se constituye en una destrucción de la experiencia al impedir el nacimiento de pensamientos
básicos (Bion, 1970).
El estar en la no verdad5, quizás, constituye finalmente también una determinación
esencial del estar en el mundo. Estamos siempre en el error, la falsedad o la mentira.
Finalmente, siempre naciendo y muriendo. Angeles y Bestias.
5 Entiendo la no verdad como una categoría amplia que no solamente incluye a la mentira. Se trataría de algo
inevitable en la medida que no tenemos acceso posible a las cosas tal como son (Kant).
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Bibliografía
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Email: [email protected]
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