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UNA CONTRIBUCION AL PROBLEMA DE
LA SUBLIMACION y SUS RELACIONES
CON LOS PROCESOS
DE INTERNALIZA CION
1
por P AULA
HEIMANN
(LONDRES)
En el presente artículo intento señalar y discutir algunos aspectos del
proceso sublimatorio pues considero que no han sido suficientemente investigados o descritos. Estos aspectos se refieren a las fantasías inconscientes
relacionadas con objetos internalizados.
Tomaré la productividad artística de una pintora como ilustración de mis
ideas, a pesar de darme bien cuenta que en este tipo de sublimación operan
ciertos factores específicos cuya naturaleza desconocemos. No intento agotar
el vasto tema de la sublimación y el material que presento sólo ilustrará aquellos importantes aspectos sobre los que deseo llamar la atención.
Como punto de partida adelantaré el concepto psicoanalítico de que la
sublimación es una forma de descarga de las tendencias instintivas de crear
(procrear). Recordemos el concepto original de Freud que consideraba a la
sublimación como una actividad en la que el impulso sexual desviábase de
su finalidad directa sin sucumbir, empero, a la represión. La actividad
sublimatoria permite desarrollar intereses de una índole elevada o social
e implica una adaptación a la realidad; es decir, un progreso desde el principio del placer al principio de la realidad. La gratificación por parte del yo
también es un elemento esencial en la sublimación. Desde el momento en que
el yo no se vale de la represión, en vez de limitarse y empobrecerse, se enriquece mediante la actividad sublimatoria. Este elemento de gratificación consciente, junto con la experiencia de expansión y desarrollo del yo, constituye,
en mi opinión, un índice importante de que la actividad sublimatoria es
exitosa, a pesar de que la gratificación sea de corta duración y que luego dé
lugar a varias formas de descontento que pueden incluir la desesperación y
los estados depresivos. Frente a una total ausencia de gratificación considero
que debe existir algún trastorno serio en el proceso sublimatorio.
1 Traducido
y reproducido del "International
1942. Este artículo es una ampliación del trabajo
Society, el 5 de julio de 1939.
Journal oí Psyoho-Analysis", Vol., 23,
leído en la British Psycho-Analytical
551
EL PROBLEMA
DE LA SUBLIMACIÓN
Al hacer uso del término "Yo" no me estoy refiriendo a una organización firmemente establecida y netamente demarcada de las demás partes
de la personalidad. El mismo Freud nos ha prevenido de no ser dogmáticos
en este punto. Al hablar del "Yo" entiendo la suma de los sentimientos, emociones, impulsos, deseos, capacidades, talentos, pensamientos y fantasías del
individuo; es decir, todas las fuerzas y formaciones psíquicas que una pero
sana (suponiendo que su nivel de consciencia pudiera extenderse hasta abarcar tanto) identificaría como algo propio, experimentando la sensación: "Eso
soy Yo". En realidad, la mayoría de nuestros pacientes padecen de una limitación de esta experiencia y considero que una de las finalidades esenciales
del análisis es la de ayudar al enfermo a encontrarse a si mismo. Al alcanzar
esta meta se dilatan las fronteras de la personalidad y aumenta la capacidad
de tolerar la lucha con los mundos interior y exterior.
La paciente cuyo caso voy a describir es una pintora de unos treinta años
de edad, dotada de una personalidad inteligente y atractiva. Proviene de una
familia de la clase media. La profesión del padre obligó, a la familia a mudarse frecuentemente de distrito, con la consiguiente dificultad en consolidar
un hogar estable. La paciente tiene un vivido recuerdo de sus angustias en
una noche tormentosa en las costas de Escocia y la inenarrable felicidad de
estar junto a su madre cerca del reconfortante calor de los leños. Su hermano, un año mayor que ella, fué su compañero intimo hasta la pubertad,
siendo el objeto de un amor y odio, dominación y celos, sentimientos de culpa
y envidia intensos. Los juegos sexuales tempranos, realizados con su hermano,
fueron fuente de placer, culpa y angustia para la paciente, teniendo una duradera influencia sobre su vida sexual ulterior. Durante el análisis sus padres
estuvieron divididos, por un largo tiempo, en un objeto bueno y un objeto
malo. El padre era considerado como un ser totalmente bueno, dotado de
admirables cualidades -inteligencia, sentido del humor y poder de creación-;
la madre, en cambio, era considerada como una persona mala, tonta, torpe
y poco comprensiva. Toda experiencia agradable con la madre (la felicidad
junto a la lumbre, por ejemplo) era completamente negada 2. La paciente
sólo pudo admitir los defectos del padre y las buenas cualidades de la madre
cuando sus sentimientos de culpa decrecieron.
La culpabilidad intensa era la que provocaba la separación tan drástica
entre el amor y el odio y la que deformaba la realidad por medio de una
2 A continuación se verá que esta representación
del padre bueno y de la madre
mala, si bien forma parte de la situación edípica familiar, también nos está indicando, dada
la forma indeleble, compulsiva y exagerada con que se presenta, que no es una expresíón simple y directa de los impulsos edípicos. Viene a ser, más bien, el complejo desenlace
de fantasías que tanto entrañan tendencias agresivas corno libidinosas dirigidas en pro
y en contra de los padres. Esta situación también expresa las dlefensas erigidas contra
esas tendencias; tendencias cuya última finalidad es la de separar los padres, expresando la necesidad de la paciente por mantener su amor separado del odio que por ellos
experimentaba en su mundo interno.
PAULA HEIMANN
552
supersimplificación, Con la atenuación del sentimiento de culpa la paciente
pudo amar a objetos que no eran perfectamente buenos. Como consecuencia,
los padres dejaron de ser vistos en una forma obsesivamente tabulada, tomando proporciones realmente humanas. Y así fué como pudo verse que
hasta ese sentido del humor del padre -otrora tan valorado por la pacientetambién tenía su mal aspecto, pues el padre no había tomado seriamente sus
problemas. Por su parte, la madre demostró poseer una cariñosa apreciación
de sus conflictos en lugar de esa supuesta falta de comprensión y de sentido
del humor.
Como ya hemos señalado, la familia mudaba continuamente de distrito,
pero el golpe de gracia sobre la estabilidad y unidad familiar cayó durante
la adolescencia de la paciente, cuando el padre se separó de la madre. Como
consecuencia, el nivel de vida de la familia descendió bruscamente. La madre
buscó trabajo en una fábrica para ganar el sustento de sus dos hijos. Un
episodio sumamente penoso y dramático trajo al padre nuevamente al hogar,
luego de haber pasado por serias dificultades de las que fué rescatado por su
esposa. Pero ya no era el mismo hombre y la relación entre los padres fué
sumamente irregular y, según parece, nunca se obtuvo una completa reconciliación. El padre que volvió al hogar era un ser vencido, que se dió al
alcoholismo, y su muerte, acontecida prematuramente, parece haber sido precipitada por la bebida.
La deserción paterna provocó notables cambios en su hija. Hasta ese momento había sido una buena alumna, si bien un tanto traviesa, luego su actuación en el colegio desmejoró a ojos vista, pasando a ser una alumna indiferente y rebelde. Al dejar la escuela intentó seguir varias profesiones y trabajos, sin que ninguno le satisficiera y sin lograr una ocupación estable.
Al alcanzar su mayoría de edad rompió con su familia para vivir independientemente, llevando una existencia muy poco convencional e infeliz. Un
accidente fortuito la puso en contacto con la obra de Freud y, como consecuencia de la lectura ávida de esos libros, la paciente acudió a mi consultorio para tratarse psicoanalíticamente.
Cuando la paciente inició su tratamiento padecía intensas depresiones con
tendencias suicidas, inhibición en su creación artística, trastornos en su vida
sexual y afición a la morfina. La magnitud y el significado de estos síntomas sólo pudieron valorarse en el transcurso del análisis.
Como resultado del tratamiento casi todos sus trastornos han sido en gran
parte superados. La paciente se ha casado obteniendo una relación en numerosos aspectos satisfactoria con su marido, si bien la plena gratificación sexual
aún no ha sido alcanzada. Ahora es infinitamente más feliz que antes; en
realidad, ha aprendido lo que significa ser feliz. La paciente, además, establece
buen contacto con diferentes tipos de personas y demuestra vivo interés por
los acontecimientos actuales. También ha aumentado su capacidad de sim-
553
EL PROBLEMA
DE LA SUBLIMACIÓN
patizar con la gente y de ayudar a los demás. La paciente coopera activamente en el mundo que la rodea y -lo que valora más que nada- haalcanzado un genuino poder creador, siendo su obra reconocida en el mundo
artístico.
A continuación relataré el desarrollo de este análisis refiriéndome exclusivamente a la conexión entre las fantasías sobre objetos internalizados y
su producción artística.
El primer período de su análisis se caracterizó por la tarea de penetrar
más allá de su actitud de disimulo frente a la severidad de su trastorno. Durante esta fase, sobre todo trató de enmascarar su morfinomanía y transcurrió
cierto tiempo antes de que adquiriera suficiente confianza para demostrarme,
más libremente, la real magnitud de sus sufrimientos. Por tanto, en un principio no comprendí el carácter psicótico de sus angustias; puesto que, en su
totalidad, no daba la impresión de ser una paciente psicótica. En mi opinión
uno de los grandes adelantos de las nuevas investigaciones de Melanie Klein
y su escuela (1932, 1935 y 1940), en los procesos del internalización, reside
en que nos ha permitido descubrir y analizar rasgos psicóticos en pacientes
clasificados como neuróticos.
Una vez transcurrida esta primera fase, el análisis logró pleno acceso a
lo más profundo de sus depresiones y de sus angustias persecutorias. Ellas
se vinculaban íntimamente a su morfinomanía. Durante este período su creación artística estaba predominantemente focalizada en copiar del natural. Los
dibujos estaban trazados con líneas fuertes pero algo groseras e impulidas.
No pretendo pasar por crítico de arte al señalar que estos dibujos no denotaban más que un talento palpable.
A medida que el análisis progresó a niveles más profundos se evidenció
que las depresiones de la paciente estaban relacionadas a un sistema de fantasías en las que se sentía poseída y cohabitada por demonios. Estos diablos
-innumerables al comienzo del tratamientola perseguían constantemente
y en todas las formas imaginables. Los demonios merodeaban en su interior,
eran los causantes de dolores y trastornos físicos, la inhibían en todas sus
actividades (especialmente en la pintura) y la impulsaban a realizar acciones en contra de su voluntad. Al levantarse por la mañana los demonios se
agitaban violentamente en su estómago, ocasionándole vómitos. Si trataba de
pintar, ellos interferían y explotaban en risotadas en cuanto intentaba dibujar.
Los demonios la forzaban a ir continuamente al baño y, en cierto período, la
frecuencia de sus micciones llegó a constituir un serio trastorno para su
trabajo. Los demonios iban armados de tridentes con los que atacaban y
pinchaban a la paciente en la forma más cruel. Estos seres solían devorarla
por dentro y la obligaban a ingerir comida para ellos. Al mismo tiempo la
paciente temía comer porque los diablos la envenenarían con sus excrementos
y, de esa forma, trocarían la comida en veneno. Como consecuencia de estas
PAULA HEIMANN
554
persecuciones la paciente vivía en una perenne agonía que se intensificaba
al pintar.
Todas estas fantasías volviéronse plenamente conscientes durante el tratamiento -especialmente durante el análisis de la situación transferencialsiendo experimentadas vívida y realmente por la paciente. No cabe duda que
la posesión de talento para la pintura contribuyó a la riqueza de sus fantasías y a la relativa facilidad con que éstas pudieron hacerse conscientes.
A menudo resultaba difícil distinguir las fantasías conscientes de las inconscientes. Su tendencia a pintar, inherente en ella, fué un poderoso aliado del
psicoanálisis, permitiendo vivenciar escenas y situaciones no pintadas de su
vida interior 3.
La paciente tomaba morfina para defenderse de la persecución de los
demonios. La morfina calmaba, adormecía, drogaba, o paralizaba a los demonios. La morfina también los alimentaba y aplacaba. Pero la droga sólo
actuaba temporalmente sobre ellos y, luego, al reanudarse los tormentos, la
necesidad de tomar morfina volvía a sentirse. Durante el análisis los demonios
gradualmente fueron reduciendo su número, diferenciándose en tipos; por
ejemplo, "demonios pintores azules" y "demonios de morfina". Estos dos
tipos representaban a los padres en antagonismo, llevando a cabo una relación
sexual hostil dentro de su cuerpo. En otras oportunidades ambos demonios se
unían en una conspiración en contra de la paciente. Durante este período se
podían reconocer tres demonios de cada tipo.
Estas fantasías en las que el coito entre los padres es interpretado como
un acto persecutorio, origínanse cuando el sujeto se encuentra bajo el dominio
de sus impulsos destructivos y la libido se halla transitoriamente dominada
por éstos. A fin de defenderse de la agresividad (instinto de muerte) desencadenada dentro suyo, el individuo -tal como lo señaló Freud (1920)orienta la agresividad hacia afuera, atribuyendo sus propios impulsos al
objeto. Frente a la situación, real o fantaseada, de presenciar el coito parental, bajo el impacto de los celos y de la angustia, las tendencias destructivas
del sujeto son proyectadas en los padres y, por tanto, éstos son considerados
como agentes de destrucción. Como en los procesos interiores del paciente la
lucha entre los instintos de vida y muerte, es decir, la lucha entre el amor
y el odio, ha entrado en una fase en la que los impulsos de odio tienen una
posición de preeminencia, al individuo le resulta imposible percibir el coito
3 Creo que el análisis puede contar con el apoyo del paciente cuando existen
canales, más o menos definidos, para las actividades sublimatorias, especialmente cuando
estas actividades redundan en una real capacidad de creación. Estas habilidades creadoras
fortifican al yo. En mi opinión, el apoyo que brinda al yo este tipo de sublimaciones
es mayor en el caso del artista que en el hombre de ciencia. Esto quizá se deba a que
el hombre de ciencia sabe que su obra no va a permanecer en la forma que él le ha
dado, que su contribución en sí proporciona los medios para que el nuevo adelanto de
conocimiento supere su propia creación. El artista, en cambio, puede sentir que su creeción es potencialmente inmortal.
555
EL PROBLEMA
DE LA SUBLIMACIÓN
parental como una situación sexual, interpretando,
por tanto, dicha unión
como una lucha en la que un padre agrede al otro o ataca al propio sujeto.
Estas fantasías juegan un papel sumamente importante
en la impotencia y
frigidez.
Las fantasías de los demonios estaban enlazadas con acontecimientos
reales de la infancia. Estos acontecimientos
aparecían
gigantescamente
deformados y se reflejaban
en la situación transferencial.
Para dar un ejemplo entre tantos, mi paciente, en su infancia, a menudo había desafiado a su
hermano, exhortándolo
a realizar tal o cual cosa y viceversa. En una ocasión
su hermano la desafió a que pinchara el trasero de un trabajador
mientras
éste se inclinaba. La paciente así lo hizo y, en la fantasía de los demonios,
esta travesura cobró gran magnitud e, invirtiéndose,
se expresó en el ataque
de los demonios con tridentes. La paciente temía y odiaba a los demonios,
deseando librarse de su yugo; pero también los quería enorgulleciéndose
de
ellos ("Miren si serán listos, siempre descubriendo
nuevas formas de torturarme.")
y deseaba conservarlos. Además, ella los necesitaba para castigarse
por sus malos impulsos y acciones.
J unto con la persecución demoníaca también existía lo que la paciente
llamaba "el diseño" y que representaba
a los buenos padres en armonía
entre sí y con sus hijos. "El diseño" también simbolizaba a su amor, poder de
creación y a su capacidad de reparar el daño realizado a sus objetos.
En toda ocasión en que la paciente experimentaba
una conexión entre dos
o más cosas ella solía decir: "Eso corresponde con el diseño." Ello sucedía,
por ejemplo, cuando las interpretaciones
analíticas unían varios fragmentos
de sus asociaciones, razón por lo cual la paciente comprobaba
que dichas
asociaciones no eran accidentales o carentes de sentido, y que, por lo contrario, tenían un significado profundo gracias al cual se podía apreciar el
contenido de sus procesos mentales. Al finalizar una sesión en la que se
habían aclarado ciertos factores importantes
de su vida, la paciente experimentó una intensa sensación de felicidad que le hizo exclamar:
"He visto
mi diseño. El diseño vino dentro mio." Como consecuencia la paciente sintió
tan gran amor por mí que lo único que deseaba era estar en mi presencia y
entregarme todos sus bienes. Durante ese día no sintió necesidad de tomar
morfina. "El diseño" representaba
amor y creación. Representaba
el pr incipio que une y enlaza, y que torna al caos en cosmos. Era un ideal de perfección. Posteriormente,
cuando la paciente se percató, en cierta ocasión, que
cuando ella decía que el diseño abarcaba todo, lo bueno a la par que lo malo,
con ello estaba justificando
sus malos sentimientos
y acciones destructivas,
la paciente sintió que su diseño habíase destruído y, consecuencia de esto,
una profunda depresión la sobrecogió. Gradualmente,
sin embargo, el diseño
se fué consolidando,
reforzándose
la confianza en su existencia, y la paciente ya no necesitaba buscar constantemente
pruebas palpables de su pre-
PAULA HEIMANN
5.')6
sencia. Las virtudes del diseño fueron transfiriéndose más y más a su pintura; de modo que su obra artística gradualmente pasó a ser la expresión
de ese diseño.
Regresemos a la fantasía de los demonios. Los demonios eran los objetos
de sus tendencias instintivas, tanto libidinosas como agresivas; es decir, los
demonios representaban, antes que nada, a los padres y hermanos, pero también a las personas que la rodeaban en la actualidad, el analista inclusive.
Estos diablos podían representar a la totalidad de un objeto o sólo a una
parte. Además, los demonios actuaban a modo de pantalla encubriendo sus
propios impulsos destructivos y sádicos; impulsos cuya identidad la paciente
niega y, por tanto, personifica en los demoníacos objetos.
A continuación trataré de explicar en qué forma se creó este mundo lleno
de demonios.
Los rastros mnémicos de las experiencias psíquicas pasadas o presentes
no corresponden a imágenes estáticas comparables a placas fotográficas; todo
lo contrario, los rastros mnémicos forman un vívido y dinámico drama, similar al continuo fluir de escenas en la representación teatral. Estos dramas
interiores están compuestos por el sujeto más sus impulsos instintivos dirigidos hacia sus primeros objetos; es decir, padre, madre, hermano (en el
caso de la paciente) y substitutos ulteriores, entre los que el analista va
incluído. Estos objetos son percibidos según la forma en que han sido vivenciados y esta vivenciación ha sido realizada bajo el impacto de sus impulsos.
Además, estos objetos también desarrollan sus propios impulsos. Finalmente
hay que considerar que todos los protagonistas de este drama (la paciente
y sus objetos; los impulsos dirigidos hacia los objetos y las respuestas por
parte de ellos) presentan ciertas características tomadas de los acontecimientos que realmente sucedieron durante la infancia.
Aquí debemos considerar, por un lado, a la personalidad física y emocional de la paciente y de la gente que la, rodeaba durante su niñez y, por
el otro, las cosas, lugares y sucesos que tuvieron lugar en esa época. Características de ese mundo infantil en el cual y hacia el cual sus impulsos instintivos originariamente se dirigieron --contando a partir de aquella fecha
y lugar en los que, aun en el caso de una negación parcial o total, dichos
impulsos se originaron por vez primerase entrelazan con el drama interior de sus impulsos y sus objetos.
De esa manera el mundo interior tomó forma originariamente. Ese mundo
continúa en incesante actividad a lo largo de la vida y todas las experiencias
ulteriores añaden nuevas escenas. Estas nuevas escenas son creadas, en gran
parte, sobre el molde de las originarias. Y este drama del mundo interior
colorea, recíprocamente, la percepción que la paciente realiza del mundo
exterior y transfiere fantasías y recuerdos internos a experiencias en el trato
diario con objetos externos. Como resultado de esta mezcla el sentido de la
realidad a menudo sufre considerablemente.
557
EL
PROBLEMA
DE
LA
SUBLIMACIÓN
En un párrafo anterior he mencionado que en el drama interior los objetos
también despliegan los impulsos de la paciente. Este fenómeno es esencialmente un mecanismo de defensa frente a los propios impulsos destructivos
de la paciente, representando una variedad del mecanismo de proyección descrito por Freud (1920), y vuelta hacia el exterior de la agresividad (instinto
de muerte). El objeto que ha sido internalizado con odio y voracidad pasa a
ser el portador de esos mismos impulsos. Este proceso se realiza mediante
numerosas fantasías que pueden considerarse como métodos para eximir al
sujeto de su propia maldad y agresividad, transfiriéndolas y, de esa forma,
aliviando la angustia y también la culpabilidad del sujeto por la agresión que
dirige a sus objetos.
En este estadio, por consiguiente, el drama interior expresa la historia de
la inocencia del sujeto y dicho propósito solamente es logrado cuando éste
ya no experimenta más sentimientos de culpa. Los impulsos de mi paciente
habían sido proyectados en los objetos de su mundo interior. En el escenario
del drama interior encarnaban el odio y la voracidad: ellos son malos, ellos
son demoníacos y, por tanto, nadie la puede culpar a ella. Sin embargo, al
eximirse de toda culpa y al negar toda responsabilidad, la paciente adopta
una posición pasiva. Por consiguiente, sólo puede sentirse perseguida y desamparada; por así decirlo, no tiene voz ni voto y sólo es una víctima de
todo lo malo que está pasando en su interior. Esta posición la coloca entre
la espada y la pared, en un impasse que no tiene solución. Puesto que, desde
el momento en que ha negado toda responsabilidad, se encuentra en un estado
de impotencia para ejercer sus capacidades, y, por tanto, nada puede hacer
para remediar la situación. Una consecuencia de esto es que desde el momento en que sus esfuerzos ---esfuerzos de un ser humano- nada pueden lograr,
es menester apelar a la magia. Procedimientos mágicos son introducidos desde el exterior. Y tenemos la morfina.
Además, la sensación de estar habitada por seres perseguidores (gente,
animales, cosas) obliga a la erección de enérgicas defensas a fin de destruir
a esos perseguidores. Pero dichas medidas no constituyen una solución satisfactoria desde el momento en que las defensas consisten en atacar a los
perseguidores dentro suyo, es decir, atañen al sujeto al mismo tiempo que a
sus objetos. La batalla en este caso tiene lugar en terreno propio y no en
campo enemigo. Como consecuencia, un círculo vicioso entra en acción que
resulta en un perpetuo estado de guerra en el mundo interior del sujeto;
estado que siempre afecta su vida exterior y que a menudo se expresa en
forma de síntomas somáticos 4..
En esta forma los objetos de la paciente se han tornado en demonios,
porque ella ha sido un demonio con ellos. Una guerra sin tregua se desarro4.
ocasión.
Consúltese, más adelante
(págs. 56~: y ss.}, la aparición
de ulceraciones
en cierta
PAULA HEIMANN
5;;8
lla en su interior entre ella y ellos o entre los aliados de los demonios y sus
aliados. El análisis logró romper este círculo vicioso al hacerle ver a la paciente su responsabilidad
por sus objetos internalizados,
haciéndole comprender que las tendencias
de estos objetos tienen sus orígenes en sus propios
impulsos que fueron actuados en relación a objetos exteriores.
El análisis
también versó sobre los numerosos
aspectos que determinaron
sus motivaciones en relación a las situaciones exteriores y sus respuestas a las (así llamadas) "situaciones reales".
El mundo interior se modifica cuando las "experiencias
pasadas"
y las
"memorias inconscientes" pueden transformarse
y dejan de oprimir al paciente.
Esto sólo se logra cuando la vivencia del análisis hace ver al paciente el
carácter de sus propios impulsos y la responsabilidad
que tiene sobre ellos
(cuando es capaz de sentir directamente
los sentimientos
de culpa y duelo y
no necesite defenderse de estas experiencias mediante sistemas persecutorios).
De lo dicho se deduce que, al comprender con una mayor profundidad
los
procesos
de internalización,
podemos apreciar
más detalladamente
una de
las primeras formulaciones
de Freud (1910):
"los histéricos sufren de reminiscencias".
Estos restos mnémicos no son, sin embargo, la réplica exacta,
en la mente del niño, de la gente que ha frecuentado y de los sucesos que ha
vivido;
representan,
como he tratado de señalar al describir la formación
del mundo demoníaco de mi paciente, una complicada
sumación e interacción de experiencias
externas e internas con personas reales. No debemos
concebir la mente del· niño como una placa fotográfica
virgen que refleja
con fidelidad y exactitud las escenas de la vida exterior; la mente del niño es
más bien una película que ya ha grabado los impulsos instintivos y defensas
del niño (fantasías inconscientes y también conscientes)
antes de ser expuesta
a una determinada
realidad exterior. De modo que lo que llamamos memoria
viene a ser la resultante de una imagen compuesta formada por la superposición de dos mundos en uno. Lo que, desde un punto de vista, denominamos
restos mnémicos, es experimentado
subjetivamente
como una situación que
atañe a "objetos internalizados".
El paciente revive su pasado en el transcurso
del análisis porque aún lleva a ese pasado como mundo actual en su interior.
Además, el presente se percibe en una forma que es, a la par, restringida
en
cantidad y alterada en calidad debido a la influencia que el "pasado"
-el
mundo interiorejerce sobre el paciente. La forma de lograr acceso al pasado
-a
ese drama interno que se desenlaza perpetuamente
nos lo brinda la situación transferencial
que permite valorar el interjuego
entre los factores ambientales
(objetivos)
y subjetivos
que forman la imagen compuesta.
Con
todo, en esta oportunidad
no intento describir detalladamente
la forma con
que nuestra técnica analítica nos permite enfrentarnos
con los objetos internalizados del paciente y coparlos. Bástenos decir que el análisis cura las enfermedades ocasionadas por "memorias inconscientes"
pues encara a esas memo-
559
EL PROBLEMA DE LA SUBLIMACIÓN
rias en la misma forma en que son experimentadas
por el paciente; es decir,
como un mundo interior que es vivido como una intensa realidad presente.
Fué a través del análisis de las fantasías de los demonios que pudimos
recapturar la totalidad de la historia de la infancia de nuestra paciente. Sus
padres y hermanos, que fueron percibidos en las formas más diversas, y
las complejas relaciones existentes entre ellos y entre ellos y la paciente,
todas estas situaciones aparecían fielmente reproducidas
por los demonios
dentro suyo.
Espero haber logrado comunicar exitosamente el clima de absoluta realidad con que la paciente experimentaba estas fantasías de los demonios y las
situaciones de angustia intensa que ellos desencadenaban.
Como consecuencia
de esta situación de tener demonios activos dentro suyo la paciente sufría
graves depresiones, estados suicidas y la sensación de completa indignidad.
El poder de estos demonios interiores disminuyó con el análisis de las
situaciones infantiles, especialmente la envidia del pene y sus primeras angustias orales en relación al pecho y al pene, objetos éstos que la paciente
temía haber destruído con su insaciable voracidad. Fué así como la paciente
cayó en la cuenta de que los demonios representaban a sus padres y hermanos
y que la extraordinaria
deformación sufrida por sus objetos se debía a que
sobre ellos la paciente había conferido todos sus impulsos persecutorios,
voraces y mancilladores y que, al haber devorado a dichos objetos, los había
incorporado
bajo el influjo de sus impulsos destructivos. La paciente comprendió que había creado a estos demonios para personificar su propia maldad
cuya identidad no podía soportar. Gradualmente comprobó que a medida que
aumentaba su capacidad para tolerar las sensaciones dolorosas y de culpabilidad ya no se sentía poseída por demonios y este tipo de fantasías prácticamente dej ó de tener influencia alguna sobre ella. Junto con este proceso
aumentó la tolerancia frente a su propia agresividad y la del prójimo. Por
consiguiente, su mayor tolerancia le permitió reaccionar con menos angustia
frente a las situaciones agresivas, evitando, por tanto, el círculo vicioso en
el que la agresividad aumenta la angustia y la angustia aumenta la agresividad.
Paralelamente con esta mayor comprensión de su mundo interior y de sus
relaciones con el mundo exterior, su afición por la morfina decreció.
La
paciente concertó una especie de gentleman' s agreement (acuerdo caballeresco) consigo misma, otorgándose una dosis mensual de 4 tabletas de morfina,
parte de la cual tomaba durante sus intensos dolores menstruales y lo restante dos semanas después. En, el presente articulo no puedo dedicarme a los
problemas relacionados
con sus dolores menstruales y a las fantasías que
determinaban
la intensidad de éstos; baste decir que estaban principalmente
determinados por crueles y terroríficas fantasías relacionadas con su envidia
del pene. A la postre, la paciente terminó por abandonar
por completo la
morfina y los dolores menstruales se redujeron a tal punto que podía desenvolverse normalmente, llegando hasta a bailar durante los períodos.
PAULA HEIMANN
560
Durante la fase que acabo de describir {mientras su vida estaba dominada por los demonios internos} el interés de la paciente se desplazó del dibujo
a la pintura. Sus temas en un principio fueron toscas representaciones simbólicas y demostraban el carácter urgente de su necesidad por reparar sus
objetos; pues pintaba padres y penes gigantescos, madres y símbolos maternos enormes. El primer cuadro que pintó sin la necesidad de lomar morfina representaba un ensayo de reparación en masa de los objetos internalizados destruídos. Este intento era en cierto modo primitivo y torpe; aparecían
muy pocas objetos y se notaba la ausencia de elaboración, diferenciación
y movimiento 5.
En la última fase de este período, cuando los demonios comenzaron a
revelar su origen humano y cuando su historia infantil había sido traducida
del "idioma demoníaco", la paciente comenzó a pintar escenas familiares, en
estilo victoriano, que representaban ciertos acontecimientos de su infancia.
En estos cuadros las fantasías se expresaban con libertad mucho mayor. En
ellos participaban más objetos, reflejando un mayor número de acontecimientos y la introducción de detalles que, al ofrecer mayores posibilidades
de variación y diferenciación, proporcionaban mayor vida y movimiento.
Estos cuadros le reportaban gran alivio y placer a la paciente; gracias a
ellos se hizo conocer en el mundo artístico, a tal punto que el estilo que
pintaba se puso de moda. Pero existía un elemento obsesivo en esta actividad
reparativa que interfería con la actividad sublimatoria. Esta situación se le
hizo consciente a la paciente en la forma de angustia cuyo contenido era de
que no iba a poder pintar en ninguna otra forma más que en la actual y, desde
el momento en que tenía una compulsión a seguir pintando en este estilo, su
capacidad de autoexpresión se restringiría notablemente. En otras palabras,
si su única finalidad en la vida era la de restaurar los objetos de su infancia,
nunca podría alcanzar el territorio ilimitado de la creación libre.
La siguiente fase de su análisis se caracterizó por la desaparición de la
persecusión demoníaca y de las graves depresiones e impulsos suicidas. Todavía existían angustias, de tipo persecutorio, relacionadas con la actividad de
gente que ella sentía en su interior; pero eran seres humanos y no demonios.
También se presentaron depresiones más benignas y algunos rasgos obsesivos
relacionados con su pintura.
5
El carácter primitivo del primer cuadro pintado sin tomar morfina
(con su
falta de detalle e imaginación)
refleja la necesidad de tomar medidas con extremada
urgencia, pues sentía que sus buenos objetos corrían gran peligro. La paciente, por así
decirlo, tenía que apelar a todas sus energías en el intento de salvarlos y rescatarlos de
una situación extremadamente
crítica. Frente a una situación de peligro tal, no viene
al caso reconfortar al moribundo mediante pequeños detalles que no guardan relación
con el peligro principal. Ello equivaldría a entretenerse en poner un florero en la pieza
de un paciente en el momento en que una hemorragia aguda compromete seriamente
su vida. Toda consideración por pequeños retoques deja de existir frente a una intervención de vida o muerte.
561
EL PROBLEMA
DE LA SUBLIMACIÓN
El significado de su anhelo por pintar gradualmente se convirtió en un
deseo de autoexpresión y de mejorar sus objetos internalizados. Esta tendencia a mejorar sus objetos debe distinguirse de la compulsión por salvar a
aquellos que están predestinados a la destrucción.
Emest Jones (1937) señaló la gran importancia de distinguir entre hacer
algo por amor y por sentido del deber. A mi juicio se pudo comprobar el
mayor adelanto en la personalidad de la paciente cuando se sintió capaz de
restaurar a sus objetos por amor y no por una compulsiva necesidad de
realizarlo, y, lo que es aún más importante, cuando, al mismo tiempo, inició
una lucha en pos de conseguir algo para ella misma.
Pero el logro de algo para sí misma esta vez no fué experimentado como
si todo lo que ella conseguía la madre lo perdía y viceversa; ahora la
paciente, hasta cierto punto, se sentía más segura, pues no experimentaba la
sensación de estar devorando y destruyendo a sus objetos y, por tanto, no
sentía la necesidad de sacrificarse de lleno y completamente por ellos. Por
consiguiente la finalidad de expanderse y desarrollarse ahora era permisible.
Esto, a su vez, aumentaba la capacidad de beneficiar y restaurar a sus objetos.
No quisiera dar la impresión de que la paciente estaba completamente
curada durante este período. No, la paciente todavía no estaba bien y podría
enumerar una serie de síntomas que expresaban su neurosis. Lo dicho, hasta
cierto punto, todavía es válido hoy en día. En la fase que estoy describiendo,
la paciente, en vez de cuadros victorianos, empezó a pintar escenas de la
vida actual; alcanzando, de esta forma, ese territorio ilimitado para sus actividades donde todo era capaz de ser fuente de inspiración. Los cuadros de
este período demostraron un gran adelanto en color y composición. En esta
fase los objetos internos (anteriormente representados como demonios) aparecieron frecuentemente en la forma de problemas artísticos. Sus intereses por
ese entonces, además de ser más objetivos, eran mucho más ricos y abarcaban
a un número más variado de detalles. Los conflictos internos eran objetivados
en términos de problemas técnicos y estéticos. La paciente en vez de sufrir los
tormentos de padres diabólicos se esforzaba en la resolución de problemas tales
como el "interés humano" y el "interés artístico" en la pintura.
A continuación voy a relatar una sesión acontecida recientemente, si bien
no entraré en una exposición detallada de las asociaciones o del trabajo analítico realizado. Pero, antes que nada, es necesario que aclare la situación
transferencial que forma el contenido de la sesión. Dos recientes sucesos
habían caracterizado el tono de la transferencia.
1Q: Había deducido correctamente de sus asociaciones la presencia de
un factor externo, perteneciente a un importante acontecimiento de su vida
pasada. La paciente tuvo la sensación de que yo había hecho un descubrimiento. El material se relacionaba con una experiencia sumamente penan
sufrida por el padre cuando abandonó el hogar.
PAULA HEIMANN
562
2Q; La paciente había trabado relaciones con un hombre y sospechaba
que él estaba conectado conmigo, creyendo que lo empleaba para espiarla
y para que me contara lo que ella hacía, pudiendo de esta forma privarla de
todos los placeres y de todas sus cosas buenas internalizadas.
Como tercer punto, digno de mencionarse, señalemos que el trabajo artístico de la paciente, durante esa época, estaba principalmente absorbido por
el problema de "unir los elementos". Como consecuencia del descubrimiento
del penoso incidente relacionado con su padre, la paciente experimentó una
intensa sensación de alivio, que se expresó en un aumento de sus actividades
y en una liberación de su sexualidad, razón por la cual, después de muchos
meses de completa abstinencia, tuvo un coito con su marido. La paciente
manifestó agradecimiento y admiración; pero, al mismo tiempo, sus angustias
persecutorias y sus sospechas aumentaron en gran modo, sospechando ella que
yo quería descubrir todo a fin de quitárselo.
La sesión que voy a referir se inició con las siguientes palabras; "Estoy
harta. Tengo la boca llena de úlceras." Luego me contó las peripecias acontecidas durante ese día. "Un imbécil me atropelló con su auto. Cuesta creerlo,
pero todas las abolladuras que tiene mi coche se deben al descuido de otros
volantes. "Luego procedió a relatar, en forma sumamente emotiva, otra experiencia desagradable que tuvo esa mañana. Cuando prosiguió manejando,
luego de todo el enojo y excitación por el hombre que la había embestido,
otro coche, desarrollando una velocidad superior a la permitida, se cruzó de
contramano. "Por supuesto -dijo
la paciente- una mujer estaba en el
volante". Un camión que estaba frente a ella, luego de haber dado la señal,
dobló en dirección a la bocacalle de la derecha; inmediatamente después, la
mujer que estaba a su izquierda, sin dar señal alguna, hizo otro tanto y pasó
en frente del coche de la paciente la que, para evitar una colisión, tuvo que
maniobrar rápidamente, dirigiendo el coche por esa bocacalle a pesar de que
pensaba seguir en línea recta. Estaba "lívida de rabia" (estoy tratando, en
lo posible, de repetir sus palabras) y decidió tomarse la revancha, por lo que
colocando su coche delante del de la mujer, redujo su velocidad a diez kilómetros por hora, maniobrando en tal forma que impedía que la otra pasara.
Finalmente llegaron a una bocacalle donde el semáforo daba la señal de alto.
La mujer colocó su coche a la par del de la paciente, quién sacó su cabeza
por la ventanilla y dijo; "Jamás he visto una maniobra más asquerosa. Por
su culpa, al cruzarse frente mío, para no chocar he tenido que tomar este
camino cuando quería seguir derecho". La mujer, que tenía la cara de un
color rojo vinoso, se encogió de hombros y riéndose dijo; "j y a mí qué me
importa!" Mi 'paciente se puso furiosa y trató de buscar la respuesta más
hiriente. Finalmente la encontró: "Pensándolo bien -dijoUd. no tiene
la culpa. Pues es demasiado vieja para manejar. ¿Por qué no deja el volante
a mujeres más jóvenes e inteligentes?" La mujer pronunció un sonido inar-
563
EL
PROBLEMA
DE LA SUBLIMACIÓN
ticulado, pero, antes de que pudiera contestar, las luces del tráfico cambiaron
y la paciente se distanció, sintiéndose muy satisfecha consigo misma.
Aquí omitiré mis interpretaciones, añadiendo solamente más material relacionado con este tema.
La paciente a continuación se dirigió a su escuela de arte y comenzó a
trazar un bosquejo sobre un tema dado. El tema versaba sobre la idea de
robar. Inició el esbozo pero encontró que algo fallaba en su dibujo, no pudiendo precisar en qué consistía esta falla. Esa vaga sensación de que algo
andaba mal era, según la paciente, "lo más dasagradable que tenía el dibujo".
Cuando el artista que criticaba los esbozos vino j unto a ella, exclamó sorprendido: "Pero, Santo Cielo, ¿qué le pasa a Ud.? Esto se parece a uno de esos
dibujos sacados de un álbum familiar victoriano." La paciente inmediatamente
cayó en la cuenta de qué era lo que le había parecido mal en su esbozo. Ella
me dijo: "Parecía un dibujo hecho hace cincuenta años." Este incidente le
molestó tanto que tuvo que salir a tomar tres copas de jerez. Más tarde aparecieron las ulceraciones en la boca. Aquí debo añadir que la paciente nunca
bebe en estado normal; en realidad una de sus grandes angustias es la de
volverse adicta al alcohol, siguiendo los pasos de su padre.
A continuación reseñaré tres puntos. La paciente inició su sesión diciendo
que estaba harta y que tenía la boca llena de úlceras; luego procedió a narrar
los acontecimientos de ese día que tuvieron lugar antes de la aparición de las
úlceras; en otras palabras, refirió el historial de esas úlceras.
(1) Un "imbécil" había embestido su coche.
(2) Había hecho comentarios hirientes a una mujer.
(3) Hirió a la mujer haciendo referencia a su edad y exigiendo que
renunciara a manejar, transfiriendo el volante a su persona (la mujer más
joven e inteligente).
(4) La mujer tenía una coloración rojo vmosa en su rostro (estaba
borracha) •
(5) Mi paciente estaba sumamente satisfecha de los hirientes comentarios proferidos sobre la otra mujer.
(6) Algo no andaba bien en su dibujo; es decir, una actividad sublimatoria estaba comprometida. No podía precisar cuál era la falla yeso constituía
"lo más desagradable" de la situación. Como consecuencia tuvo que ir a un
bar a tomar tres copas de jerez.
(7) Luego las úlceras aparecieron en su boca.
Es interesante señalar que la falla en su bosquej o era debida a que "parecía un dibujo hecho hace cincuenta años", "sacado de un álbum familiar
victoriano".
En mi opinión estos síntomas: (1) El dibujo inesperadamente anticuado,
(2) la necesidad de tomar alcohol y (3) la aparición de ulceraciones, reflej an
con claridad lo que estaba sucediendo en el inconsciente de la enferma. Había
564
PAUL-\ HEIMANN
llevado a cabo su impulso de herir a la mujer y, conscientemente, se regocijaba
con su éxito. Pero, inconscientemente, desde el momento en que la mujer
representaba a la madre y a la analista, hacia quienes experimentaba impulsos
amorosos junto con los hostiles, no podía soportar el daño que le había infligido, ni tampoco podía permanecer alejada de ella. Inmediatamente tuvo que
internalizar esta figura materna y la internalizó en el estado de destrucción
por el cual se sentía responsable; es decir, como a una mujer de 50 años,
gastada, decrépita, inservible, e incompetente. Como consecuencia de esta internalización la paciente sufrió un cambio, cambio que necesariamente tenía
que ocurrir debido a la presencia de un objeto internalizado en las condiciones
que acabamos de referir.
Las úlceras corresponden a la impresión de haber tratado en forma hiriente
a la mujer con sus cáusticas observaciones; el bosquejo anticuado corresponde
a la sensación de haberle negado juventud y la necesidad de beber estaba
vinculada a la coloración rojo vinosa del rostro de la mujer. Existían, por
supuesto, otros determinantes para estos síntomas; aquí s610 mencionaré algunos. Las úlceras expresaban la necesidad de castigar a aquel órgano que había
sido instrumento de la acción criminal. La magnitud del castigo era proporcional al crimen. Además, las úlceras estaban relacionadas a las fantasías
centradas en torno a las rayaduras en la carrocería de su coche. Las experiencias con ese "imbécil" de conductor y el encuentro con la mujer del rostro
vinoso habían estimulado las fantasías en las que, como señalé anteriormente,
los padres estaban realizando un coito persecutorio. En su inconsciente el padre
la había herido (las rayaduras en el coche), por orden de la madre hostil y
celosa. (Del mismo modo que la analista, en sus fantasías, había enviado a
ese hombre para que trabara relaciones a fin de espiarla).
La persecución en manos de la mujer volante asume gran intensidad
porque, por añadidura, la mujer con el rostro de coloración rojo vinoso le
recuerda al padre a quien en tantas oportunidades ha visto embriagado.
J unto con la sensación consciente de triunfo por haber atacado exitosamente a la mala mujer, la paciente también experimentaba sentimientos inconscientes de culpabilidad. Esta mujer era su rival que la obligaba a seguir un
camino que ella no deseaba tomar -hacia la derecha-; también estaba identificada con la madre y conmigo; figuras que la paciente al mismo tiempo,
amaba y admiraba. El inconsciente de la enferma admitía que el aparentemente mal camino que la mujer le hacía tomar, era, en realidad, el bueno,
el derecho (nota del traductor al pie) que la madre (analista) le estaba indicando. La paciente había experimentado gran sensación de alivio cuando
descubrí ese penoso episodio en la vida del padre que tanto la oprimía; pero,
si bien reconocía la ayuda que el análisis le había proporcionado, la admiraNota del Traductor. en castellano,
La palabra
lo diestro y lo recto.
inglesa
Right
(derecho)
expresa,
aún más que
565
EL PROBLEMA
DE LA SUBLIMACIÓN
ción experimentada había estimulado su rivalidad, razón por la cual la paciente
me convertía una vez más en la madre hostil y entrometida. Ella pudo negar
su angustia y culpabilidad, experimentando solamente triunfo por las hirientes
observaciones, debido a que otros mecanismos, a saber, autocastigo y reparación del objeto dañado, también se encontraban presentes (las úlceras, los
dibujos anticuados y la necesidad de beber).
Es importante comprobar que la forma de aplacar el sentimiento de culpa
en este caso es llevada a cabo mediante la internalización del objeto externo
atacado y la reparación, que acontece después de la internalización, es efectuada en¡ una forma específica, en la que todos los detalles del crimen tienen
que ser considerados y que, además, corresponde con la concepción que posee
el sujeto de las características y cualidades del objeto. La paciente experimentaba la sensación de tener en su interior a la figura materna que había herido
con sus observaciones y de cuyas manos arrancó el volante y la capacidad de
desenvolverse en la vida. Por tanto, a fin de reparar esta figura materna destruída, la paciente tenía que cargar con el trastorno resultante del tratamiento
hiriente (las úlceras); tenía que devolverle el volante (representado por los
pinceles) a la figura materna y su propia capacidad artística. La mujer internalizada había dibujado el bosquejo mientras la paciente estaba enferma y
envenenada; en otras palabras, la paciente se había convertido en la figura
materna que había atacado.
Podemos comprobar que el objeto interno ejerció una influencia en la
sublimación de la paciente, puesto que el bosquejo procedía del objeto interno y no era obra propia. De esta forma la capacidad sublimatoria habíase
alterado. Aquí no se trata de que el bosquej o haya sido mal trazado o de que
el dibujo o la técnica fueran defectuosos, sino que la obra no reflejaba la
personalidad de la paciente, era una expresión inadecuada de su intención
(no se había propuesto pintar en estilo victoriano) y era ajena a su comprensión. En esta sublimación comprometida encontramos que la experiencia
de autoexpresión y desarrollo, junto con la gratificación consciente, se encuentran completamente ausentes. Este es, en realidad, el punto que deseaba
ilustrar, por estar relacionados con ciertos aspectos del problema de la sublimación que me propongo detallar y que no han sido suficientemente apreciados.
Me refiero a los elementos de libertad interior e independencia; elementos que
considero esenciales en toda sublimación exitosa.
El niño que no se ensucia y que cumple: con la tarea escolar porque tiene
miedo de ser castigado por la madre, o porque tiene que satisfacerla a fin
de asegurar su amor y regalos, no ha logrado una sublimación en el sentido
cabal de la palabra. Ese niño no está llevando a cabo una actividad que le
permite expresar su personalidad o los deseos, impulsos, inclinaciones que él
siente como propios. Del mismo modo consideramos que no tiene el carácter
de una sublimación plena el trabajo del adulto que está compulsivamente
dominado por sus objetos internos.
PAULA HEIMANN
566
Sabemos que el impulso a reparar es el factor más importante en la sublimación y producción
creativa.
Si la angustia y la culpabilidad
son demasiado intensas interfieren
en el funcionamiento
exitoso del impulso a restaurar, pues, frente a esa situación interior, varios mecanismos de control mágico
de los perseguidores
internos entran en acción. Este control también opera
sobre el yo, coartando
sus actividades
expansivas
inherentes
a una sublimación exitosa.
Ya he referido las angustias de mi paciente relacionadas
con fantasías en
las que los padres estaban realizando un coito destructor dentro suyo. En esta
situación se siente impelida a salvar a sus padres y a sí misma frente al
peligro de estas actividades destructivas, separándolos de tan desastrosa unión,
realizando cualquier cosa con tal de llevar a cabo esta escisión 6. Dicha tendencia, por tanto, compromete la expresión de sus propios impulsos, deseos
y talentos.
El temor persecutorio
y recelo de los objetos internos promueven la erección de defensas, del mismo modo que el propósito principal en tiempos de
guerra es el dar prioridad absoluta a los problemas bélicos vitales, relegando
las demás tareas a un segundo plano. Es por ello que la capacidad productiva
del sujeto se encuentra agobiada por los esfuerzos desesperados destinados a
salvar su vida y la de lo objetos internos, vivenciados como partes de su propio
yo. Si bien el peligro de la persecución por parte de los padres dentro suyo
requiere la separación de éstos; esta separación trae consigo nuevos peligros,
pues el sujeto experimenta la sensación de que los padres están en un irremediable estado de aphanisis 7. Además, el sujeto se siente empobrecido e impotente por el hecho de tener padres aphanüicos dentro suyo. Entre el Escila de
la persecución por parte de las figuras parentales combinadas y el Caribdis
de la culpabilidad
de los padres que ha destruido, el sujeto cae presa de una
desesperación insoluble.
Las angustias agudas relacionadas
con las primitivas
figuras parentales
combinadas provocan una intensa restricción de la libertad interior y de las
actividades del sujeto. Cuando el individuo percibe la sexualidad de los padres
como algo destructivo no puede alcanzar, por consiguiente, su propia gratificación, ya sea ésta directa o sublimada.
Mi paciente, por ejemplo, no podía
Cf, la nota al pie de la pág. 551.
ERNESTJONES (1927) introdujo el término aphanisis.
Este concepto me parece
que constituye un adelanto en nuestro entendimiento del temor a la castración, pues
señala que esta experiencia no significa solamente la pérdida de un- órgano que produce
gratificación, sino que una experiencia más total entra en juego; a saber, la pérdida de
toda capacidad para experimentar gratificación libidinosa y, por tanto, la total imposibilidad de establecer una "buena" relación con un objeto. Este concepto, a mi juicio,
se aproxima mucho a otro tipo de experiencia en la que el propósito principal es el de
adquirir y mantener un buen objeto interno a la par que externo. Si bien Ernest Jones
no ha enlazado el concepto de la aphanisis con el problema de las angustias relacionadas
con los objetos internalizados, soy de la opinión que su enfoque estaba orientado en
esa dirección y que ha contribuído a aumentar nuestros conocimientos.
6
7
567
EL PROBLEMA DE LA SUBLIMACIÓN
gozar el coito simbólico con los lápices ni dar a luz a un cuadro-hijo, puesto
que era demasiado intensa la angustia y culpabilidad que sentía por la envejecida y depravada madre. Existe una gran diferencia por cierto entre querer
pintar una escena familiar victoriana y sentirse inconscientemente impelida
(por una madre victoriana interna) a dibujar siguiendo el estilo de dicha
época. En efecto, la paciente sintió que lo más desagradable era percibir eso
de que algo andaba mal en el dibujo sin poder precisar cuál era la falla.
Ella no reconocía su propia creación 8.
Mi experiencia me ha convencido de que aquel tipo de reparación en la
que el sujeto siente que el objeto dañado está arrebatando sus buenas posesiones, provoca una sublimación deficiente. Esta sublimación es deficiente
porque aquí la reparación tiene mucho de venganza y de castigo por parte de
los objetos; viene a ser una cadena perpetua, un continuo sacrificio para el
sujeto. Dicha relación entre objeto y sujeto se encuentra por demás basada
en el sadismo oral y demasiado alejada de la cooperación mutua y del dar
y recibir 9.
Todas estas situaciones de angustia son bien conocidas y han sido descritas en repetidas oportunidades. En el presente artículo deseo señalar que las
angustias resultantes de la compulsión por cuidar los objetos internos buenos
y de preservarlos intactos, subordinando todas las actividades al bienestar y
cuidado continuo de ellos, constituye un peligro para las sublimaciones exitosas. Las angustias relacionadas con objetos buenos y malos internalizados,
que interfieren con la libertad interior del sujeto, tienden indefectiblemente
a producirse cuando los padres internalizados son vivenciados como cuerpos
extraños, incrustados en el yo.
Sugiero que la independencia, factor tan importante en la sublimación
exitosa, y la actividad productiva se logran a través de un proceso que me
gustaría denominar de "asimilación" de los objetos internos. Mediante esta
asimilación el sujeto adquiere y absorbe aquellas cualidades de los padres
internalizados que mejor se avienen a su yo. Como dijo Goethe:
"Was du ererbt von deinen Vatern hast,
Erwirb es, um es zu besitzen."
8 Los pintores a menudo manifiestan que sus manos sólo son instrumentos de algo
dentro suyo que dirige su actividad creadora. Pero la tonalidad de esta sensación varía
enormemente, señalando si esta fuerza invisible (los objetos internos)
es benéfica, en
armonía con la personalidad del artista, o persecutoria, como lo ilustra el caso de
mi paciente.
9
Como se podrá apreciar, este tipo de fenómeno generalmente se adscribe a la
acción del superyo, Me he abstenido de emplear este término (y lo mismo cabe decir
con respecto al "ello") por considerar que es imposible incluir, dentro de los límites
de este artículo, la relación existente entre los conceptos de objetos internalizados y los
del superyo o del ello. Espero enfocar estos problemas en una publicación ulterior,
recomendándole al lector los trabajos realizados por Melanie Klein sobre este tema, especialmente en su Psicoanálisis de Niños (1932). (Versión castellana en la BIBLIOTECA
DE PSICOANÁLISIS).
PAULAHEIMANN
568
("Lo que de tus padres heredaste,
tú debes adquirirlo, a fin de poseerlo.")
Este proceso supone la disminución de la agresión (voracidad) y angustia
y significa, por tanto, la ruptura del círculo vicioso. El sujeto es capaz de
abolir las características extremas que había superimpuesto sobre sus objetos
externos -debido a su sadismo, culpa y angustia- cuando puede aceptar la
identidad de esas tendencias. De esta forma, sus objetos internos se tornan
más humanos, menos monstruosos y menos santificados. El sujeto puede
admitir las buenas y malas cualidades de su ser y de sus padres internalizados.
Estas figuras adquieren un carácter que se asemeja más al que los padres
en la realidad tenían y el sujeto en su fantasía experimenta la sensación de
que está creando y no englutiendo a sus padres y, con la disminución de su
agresividad, adquiere el derecho de absorber las buenas cualidades parentales.
Este proceso también contribuye a la liberación de fuerzas que el sujeto
puede emplear para beneficio propio en una actividad elegida libremente y
en el desarrollo de sus aptitudes. Esto, a su vez, redundará en un aumento en
su capacidad de producción, realísticamente orientada, dirigida hacia una
expresión más verdadera de su ser y obteniendo un aumento de la gratificación
derivada de sus actividades sublimatorias.
No considero que la asimilación de los objetos internos conduce a un
proceso estático donde los conflictos dejan de existir. Como dije anteriormente, el mundo interior es un drama continuo de vida y de acción. La vida
está enlazada a los dinámicos procesos desencadenados por la agresión, culpa,
angustia y duelo hacia los objetos internos y por los impulsos amorosos y
reparadores que hacia ellos también van dirigidos. El Amor y el Odio llevan
a la sublimación. La libertad interior, a la que me he referido, es un factor
relativo y no absoluto; no suprime conflictos, pero permite que el sujeto
amplíe y despliegue su yo y sus sublimaciones 10.
Traducido por EMILIO RODRIGUÉ.
BIBLIOGRAFíA
S. (1910):
Über Psychoanalyse.
Gesammelte Schriften, IV, 357.
(1920): Más allá del principio del placer.
JONES, E. (1927): The Early Development 01 Female Sexuality, Int. J. Psychoanal., 18, l.
KLEIN,
M. (1932): El Psicoanálisis de Niños (especialmente
Caps. I, VIII, IX Y XI).
(1935): A Contribution. to the Psychogenesis
01 Manic-Depressive Stazes. Int., J.
FREUD,
Psycho-Anal., 16, 145.
(1940) : Mourning and its Relation to Monic-Depressioe States. Int, J. Psycho-Anal.,
21, 125.
10 Por voluntad de la autora en esta traducción
en la actualidad, ha perdido trascendencia.
se ha omitido
una nota al pie que,
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