UNA CONTRIBUCION AL PROBLEMA DE LA SUBLIMACION y SUS RELACIONES CON LOS PROCESOS DE INTERNALIZA CION 1 por P AULA HEIMANN (LONDRES) En el presente artículo intento señalar y discutir algunos aspectos del proceso sublimatorio pues considero que no han sido suficientemente investigados o descritos. Estos aspectos se refieren a las fantasías inconscientes relacionadas con objetos internalizados. Tomaré la productividad artística de una pintora como ilustración de mis ideas, a pesar de darme bien cuenta que en este tipo de sublimación operan ciertos factores específicos cuya naturaleza desconocemos. No intento agotar el vasto tema de la sublimación y el material que presento sólo ilustrará aquellos importantes aspectos sobre los que deseo llamar la atención. Como punto de partida adelantaré el concepto psicoanalítico de que la sublimación es una forma de descarga de las tendencias instintivas de crear (procrear). Recordemos el concepto original de Freud que consideraba a la sublimación como una actividad en la que el impulso sexual desviábase de su finalidad directa sin sucumbir, empero, a la represión. La actividad sublimatoria permite desarrollar intereses de una índole elevada o social e implica una adaptación a la realidad; es decir, un progreso desde el principio del placer al principio de la realidad. La gratificación por parte del yo también es un elemento esencial en la sublimación. Desde el momento en que el yo no se vale de la represión, en vez de limitarse y empobrecerse, se enriquece mediante la actividad sublimatoria. Este elemento de gratificación consciente, junto con la experiencia de expansión y desarrollo del yo, constituye, en mi opinión, un índice importante de que la actividad sublimatoria es exitosa, a pesar de que la gratificación sea de corta duración y que luego dé lugar a varias formas de descontento que pueden incluir la desesperación y los estados depresivos. Frente a una total ausencia de gratificación considero que debe existir algún trastorno serio en el proceso sublimatorio. 1 Traducido y reproducido del "International 1942. Este artículo es una ampliación del trabajo Society, el 5 de julio de 1939. Journal oí Psyoho-Analysis", Vol., 23, leído en la British Psycho-Analytical 551 EL PROBLEMA DE LA SUBLIMACIÓN Al hacer uso del término "Yo" no me estoy refiriendo a una organización firmemente establecida y netamente demarcada de las demás partes de la personalidad. El mismo Freud nos ha prevenido de no ser dogmáticos en este punto. Al hablar del "Yo" entiendo la suma de los sentimientos, emociones, impulsos, deseos, capacidades, talentos, pensamientos y fantasías del individuo; es decir, todas las fuerzas y formaciones psíquicas que una pero sana (suponiendo que su nivel de consciencia pudiera extenderse hasta abarcar tanto) identificaría como algo propio, experimentando la sensación: "Eso soy Yo". En realidad, la mayoría de nuestros pacientes padecen de una limitación de esta experiencia y considero que una de las finalidades esenciales del análisis es la de ayudar al enfermo a encontrarse a si mismo. Al alcanzar esta meta se dilatan las fronteras de la personalidad y aumenta la capacidad de tolerar la lucha con los mundos interior y exterior. La paciente cuyo caso voy a describir es una pintora de unos treinta años de edad, dotada de una personalidad inteligente y atractiva. Proviene de una familia de la clase media. La profesión del padre obligó, a la familia a mudarse frecuentemente de distrito, con la consiguiente dificultad en consolidar un hogar estable. La paciente tiene un vivido recuerdo de sus angustias en una noche tormentosa en las costas de Escocia y la inenarrable felicidad de estar junto a su madre cerca del reconfortante calor de los leños. Su hermano, un año mayor que ella, fué su compañero intimo hasta la pubertad, siendo el objeto de un amor y odio, dominación y celos, sentimientos de culpa y envidia intensos. Los juegos sexuales tempranos, realizados con su hermano, fueron fuente de placer, culpa y angustia para la paciente, teniendo una duradera influencia sobre su vida sexual ulterior. Durante el análisis sus padres estuvieron divididos, por un largo tiempo, en un objeto bueno y un objeto malo. El padre era considerado como un ser totalmente bueno, dotado de admirables cualidades -inteligencia, sentido del humor y poder de creación-; la madre, en cambio, era considerada como una persona mala, tonta, torpe y poco comprensiva. Toda experiencia agradable con la madre (la felicidad junto a la lumbre, por ejemplo) era completamente negada 2. La paciente sólo pudo admitir los defectos del padre y las buenas cualidades de la madre cuando sus sentimientos de culpa decrecieron. La culpabilidad intensa era la que provocaba la separación tan drástica entre el amor y el odio y la que deformaba la realidad por medio de una 2 A continuación se verá que esta representación del padre bueno y de la madre mala, si bien forma parte de la situación edípica familiar, también nos está indicando, dada la forma indeleble, compulsiva y exagerada con que se presenta, que no es una expresíón simple y directa de los impulsos edípicos. Viene a ser, más bien, el complejo desenlace de fantasías que tanto entrañan tendencias agresivas corno libidinosas dirigidas en pro y en contra de los padres. Esta situación también expresa las dlefensas erigidas contra esas tendencias; tendencias cuya última finalidad es la de separar los padres, expresando la necesidad de la paciente por mantener su amor separado del odio que por ellos experimentaba en su mundo interno. PAULA HEIMANN 552 supersimplificación, Con la atenuación del sentimiento de culpa la paciente pudo amar a objetos que no eran perfectamente buenos. Como consecuencia, los padres dejaron de ser vistos en una forma obsesivamente tabulada, tomando proporciones realmente humanas. Y así fué como pudo verse que hasta ese sentido del humor del padre -otrora tan valorado por la pacientetambién tenía su mal aspecto, pues el padre no había tomado seriamente sus problemas. Por su parte, la madre demostró poseer una cariñosa apreciación de sus conflictos en lugar de esa supuesta falta de comprensión y de sentido del humor. Como ya hemos señalado, la familia mudaba continuamente de distrito, pero el golpe de gracia sobre la estabilidad y unidad familiar cayó durante la adolescencia de la paciente, cuando el padre se separó de la madre. Como consecuencia, el nivel de vida de la familia descendió bruscamente. La madre buscó trabajo en una fábrica para ganar el sustento de sus dos hijos. Un episodio sumamente penoso y dramático trajo al padre nuevamente al hogar, luego de haber pasado por serias dificultades de las que fué rescatado por su esposa. Pero ya no era el mismo hombre y la relación entre los padres fué sumamente irregular y, según parece, nunca se obtuvo una completa reconciliación. El padre que volvió al hogar era un ser vencido, que se dió al alcoholismo, y su muerte, acontecida prematuramente, parece haber sido precipitada por la bebida. La deserción paterna provocó notables cambios en su hija. Hasta ese momento había sido una buena alumna, si bien un tanto traviesa, luego su actuación en el colegio desmejoró a ojos vista, pasando a ser una alumna indiferente y rebelde. Al dejar la escuela intentó seguir varias profesiones y trabajos, sin que ninguno le satisficiera y sin lograr una ocupación estable. Al alcanzar su mayoría de edad rompió con su familia para vivir independientemente, llevando una existencia muy poco convencional e infeliz. Un accidente fortuito la puso en contacto con la obra de Freud y, como consecuencia de la lectura ávida de esos libros, la paciente acudió a mi consultorio para tratarse psicoanalíticamente. Cuando la paciente inició su tratamiento padecía intensas depresiones con tendencias suicidas, inhibición en su creación artística, trastornos en su vida sexual y afición a la morfina. La magnitud y el significado de estos síntomas sólo pudieron valorarse en el transcurso del análisis. Como resultado del tratamiento casi todos sus trastornos han sido en gran parte superados. La paciente se ha casado obteniendo una relación en numerosos aspectos satisfactoria con su marido, si bien la plena gratificación sexual aún no ha sido alcanzada. Ahora es infinitamente más feliz que antes; en realidad, ha aprendido lo que significa ser feliz. La paciente, además, establece buen contacto con diferentes tipos de personas y demuestra vivo interés por los acontecimientos actuales. También ha aumentado su capacidad de sim- 553 EL PROBLEMA DE LA SUBLIMACIÓN patizar con la gente y de ayudar a los demás. La paciente coopera activamente en el mundo que la rodea y -lo que valora más que nada- haalcanzado un genuino poder creador, siendo su obra reconocida en el mundo artístico. A continuación relataré el desarrollo de este análisis refiriéndome exclusivamente a la conexión entre las fantasías sobre objetos internalizados y su producción artística. El primer período de su análisis se caracterizó por la tarea de penetrar más allá de su actitud de disimulo frente a la severidad de su trastorno. Durante esta fase, sobre todo trató de enmascarar su morfinomanía y transcurrió cierto tiempo antes de que adquiriera suficiente confianza para demostrarme, más libremente, la real magnitud de sus sufrimientos. Por tanto, en un principio no comprendí el carácter psicótico de sus angustias; puesto que, en su totalidad, no daba la impresión de ser una paciente psicótica. En mi opinión uno de los grandes adelantos de las nuevas investigaciones de Melanie Klein y su escuela (1932, 1935 y 1940), en los procesos del internalización, reside en que nos ha permitido descubrir y analizar rasgos psicóticos en pacientes clasificados como neuróticos. Una vez transcurrida esta primera fase, el análisis logró pleno acceso a lo más profundo de sus depresiones y de sus angustias persecutorias. Ellas se vinculaban íntimamente a su morfinomanía. Durante este período su creación artística estaba predominantemente focalizada en copiar del natural. Los dibujos estaban trazados con líneas fuertes pero algo groseras e impulidas. No pretendo pasar por crítico de arte al señalar que estos dibujos no denotaban más que un talento palpable. A medida que el análisis progresó a niveles más profundos se evidenció que las depresiones de la paciente estaban relacionadas a un sistema de fantasías en las que se sentía poseída y cohabitada por demonios. Estos diablos -innumerables al comienzo del tratamientola perseguían constantemente y en todas las formas imaginables. Los demonios merodeaban en su interior, eran los causantes de dolores y trastornos físicos, la inhibían en todas sus actividades (especialmente en la pintura) y la impulsaban a realizar acciones en contra de su voluntad. Al levantarse por la mañana los demonios se agitaban violentamente en su estómago, ocasionándole vómitos. Si trataba de pintar, ellos interferían y explotaban en risotadas en cuanto intentaba dibujar. Los demonios la forzaban a ir continuamente al baño y, en cierto período, la frecuencia de sus micciones llegó a constituir un serio trastorno para su trabajo. Los demonios iban armados de tridentes con los que atacaban y pinchaban a la paciente en la forma más cruel. Estos seres solían devorarla por dentro y la obligaban a ingerir comida para ellos. Al mismo tiempo la paciente temía comer porque los diablos la envenenarían con sus excrementos y, de esa forma, trocarían la comida en veneno. Como consecuencia de estas PAULA HEIMANN 554 persecuciones la paciente vivía en una perenne agonía que se intensificaba al pintar. Todas estas fantasías volviéronse plenamente conscientes durante el tratamiento -especialmente durante el análisis de la situación transferencialsiendo experimentadas vívida y realmente por la paciente. No cabe duda que la posesión de talento para la pintura contribuyó a la riqueza de sus fantasías y a la relativa facilidad con que éstas pudieron hacerse conscientes. A menudo resultaba difícil distinguir las fantasías conscientes de las inconscientes. Su tendencia a pintar, inherente en ella, fué un poderoso aliado del psicoanálisis, permitiendo vivenciar escenas y situaciones no pintadas de su vida interior 3. La paciente tomaba morfina para defenderse de la persecución de los demonios. La morfina calmaba, adormecía, drogaba, o paralizaba a los demonios. La morfina también los alimentaba y aplacaba. Pero la droga sólo actuaba temporalmente sobre ellos y, luego, al reanudarse los tormentos, la necesidad de tomar morfina volvía a sentirse. Durante el análisis los demonios gradualmente fueron reduciendo su número, diferenciándose en tipos; por ejemplo, "demonios pintores azules" y "demonios de morfina". Estos dos tipos representaban a los padres en antagonismo, llevando a cabo una relación sexual hostil dentro de su cuerpo. En otras oportunidades ambos demonios se unían en una conspiración en contra de la paciente. Durante este período se podían reconocer tres demonios de cada tipo. Estas fantasías en las que el coito entre los padres es interpretado como un acto persecutorio, origínanse cuando el sujeto se encuentra bajo el dominio de sus impulsos destructivos y la libido se halla transitoriamente dominada por éstos. A fin de defenderse de la agresividad (instinto de muerte) desencadenada dentro suyo, el individuo -tal como lo señaló Freud (1920)orienta la agresividad hacia afuera, atribuyendo sus propios impulsos al objeto. Frente a la situación, real o fantaseada, de presenciar el coito parental, bajo el impacto de los celos y de la angustia, las tendencias destructivas del sujeto son proyectadas en los padres y, por tanto, éstos son considerados como agentes de destrucción. Como en los procesos interiores del paciente la lucha entre los instintos de vida y muerte, es decir, la lucha entre el amor y el odio, ha entrado en una fase en la que los impulsos de odio tienen una posición de preeminencia, al individuo le resulta imposible percibir el coito 3 Creo que el análisis puede contar con el apoyo del paciente cuando existen canales, más o menos definidos, para las actividades sublimatorias, especialmente cuando estas actividades redundan en una real capacidad de creación. Estas habilidades creadoras fortifican al yo. En mi opinión, el apoyo que brinda al yo este tipo de sublimaciones es mayor en el caso del artista que en el hombre de ciencia. Esto quizá se deba a que el hombre de ciencia sabe que su obra no va a permanecer en la forma que él le ha dado, que su contribución en sí proporciona los medios para que el nuevo adelanto de conocimiento supere su propia creación. El artista, en cambio, puede sentir que su creeción es potencialmente inmortal. 555 EL PROBLEMA DE LA SUBLIMACIÓN parental como una situación sexual, interpretando, por tanto, dicha unión como una lucha en la que un padre agrede al otro o ataca al propio sujeto. Estas fantasías juegan un papel sumamente importante en la impotencia y frigidez. Las fantasías de los demonios estaban enlazadas con acontecimientos reales de la infancia. Estos acontecimientos aparecían gigantescamente deformados y se reflejaban en la situación transferencial. Para dar un ejemplo entre tantos, mi paciente, en su infancia, a menudo había desafiado a su hermano, exhortándolo a realizar tal o cual cosa y viceversa. En una ocasión su hermano la desafió a que pinchara el trasero de un trabajador mientras éste se inclinaba. La paciente así lo hizo y, en la fantasía de los demonios, esta travesura cobró gran magnitud e, invirtiéndose, se expresó en el ataque de los demonios con tridentes. La paciente temía y odiaba a los demonios, deseando librarse de su yugo; pero también los quería enorgulleciéndose de ellos ("Miren si serán listos, siempre descubriendo nuevas formas de torturarme.") y deseaba conservarlos. Además, ella los necesitaba para castigarse por sus malos impulsos y acciones. J unto con la persecución demoníaca también existía lo que la paciente llamaba "el diseño" y que representaba a los buenos padres en armonía entre sí y con sus hijos. "El diseño" también simbolizaba a su amor, poder de creación y a su capacidad de reparar el daño realizado a sus objetos. En toda ocasión en que la paciente experimentaba una conexión entre dos o más cosas ella solía decir: "Eso corresponde con el diseño." Ello sucedía, por ejemplo, cuando las interpretaciones analíticas unían varios fragmentos de sus asociaciones, razón por lo cual la paciente comprobaba que dichas asociaciones no eran accidentales o carentes de sentido, y que, por lo contrario, tenían un significado profundo gracias al cual se podía apreciar el contenido de sus procesos mentales. Al finalizar una sesión en la que se habían aclarado ciertos factores importantes de su vida, la paciente experimentó una intensa sensación de felicidad que le hizo exclamar: "He visto mi diseño. El diseño vino dentro mio." Como consecuencia la paciente sintió tan gran amor por mí que lo único que deseaba era estar en mi presencia y entregarme todos sus bienes. Durante ese día no sintió necesidad de tomar morfina. "El diseño" representaba amor y creación. Representaba el pr incipio que une y enlaza, y que torna al caos en cosmos. Era un ideal de perfección. Posteriormente, cuando la paciente se percató, en cierta ocasión, que cuando ella decía que el diseño abarcaba todo, lo bueno a la par que lo malo, con ello estaba justificando sus malos sentimientos y acciones destructivas, la paciente sintió que su diseño habíase destruído y, consecuencia de esto, una profunda depresión la sobrecogió. Gradualmente, sin embargo, el diseño se fué consolidando, reforzándose la confianza en su existencia, y la paciente ya no necesitaba buscar constantemente pruebas palpables de su pre- PAULA HEIMANN 5.')6 sencia. Las virtudes del diseño fueron transfiriéndose más y más a su pintura; de modo que su obra artística gradualmente pasó a ser la expresión de ese diseño. Regresemos a la fantasía de los demonios. Los demonios eran los objetos de sus tendencias instintivas, tanto libidinosas como agresivas; es decir, los demonios representaban, antes que nada, a los padres y hermanos, pero también a las personas que la rodeaban en la actualidad, el analista inclusive. Estos diablos podían representar a la totalidad de un objeto o sólo a una parte. Además, los demonios actuaban a modo de pantalla encubriendo sus propios impulsos destructivos y sádicos; impulsos cuya identidad la paciente niega y, por tanto, personifica en los demoníacos objetos. A continuación trataré de explicar en qué forma se creó este mundo lleno de demonios. Los rastros mnémicos de las experiencias psíquicas pasadas o presentes no corresponden a imágenes estáticas comparables a placas fotográficas; todo lo contrario, los rastros mnémicos forman un vívido y dinámico drama, similar al continuo fluir de escenas en la representación teatral. Estos dramas interiores están compuestos por el sujeto más sus impulsos instintivos dirigidos hacia sus primeros objetos; es decir, padre, madre, hermano (en el caso de la paciente) y substitutos ulteriores, entre los que el analista va incluído. Estos objetos son percibidos según la forma en que han sido vivenciados y esta vivenciación ha sido realizada bajo el impacto de sus impulsos. Además, estos objetos también desarrollan sus propios impulsos. Finalmente hay que considerar que todos los protagonistas de este drama (la paciente y sus objetos; los impulsos dirigidos hacia los objetos y las respuestas por parte de ellos) presentan ciertas características tomadas de los acontecimientos que realmente sucedieron durante la infancia. Aquí debemos considerar, por un lado, a la personalidad física y emocional de la paciente y de la gente que la, rodeaba durante su niñez y, por el otro, las cosas, lugares y sucesos que tuvieron lugar en esa época. Características de ese mundo infantil en el cual y hacia el cual sus impulsos instintivos originariamente se dirigieron --contando a partir de aquella fecha y lugar en los que, aun en el caso de una negación parcial o total, dichos impulsos se originaron por vez primerase entrelazan con el drama interior de sus impulsos y sus objetos. De esa manera el mundo interior tomó forma originariamente. Ese mundo continúa en incesante actividad a lo largo de la vida y todas las experiencias ulteriores añaden nuevas escenas. Estas nuevas escenas son creadas, en gran parte, sobre el molde de las originarias. Y este drama del mundo interior colorea, recíprocamente, la percepción que la paciente realiza del mundo exterior y transfiere fantasías y recuerdos internos a experiencias en el trato diario con objetos externos. Como resultado de esta mezcla el sentido de la realidad a menudo sufre considerablemente. 557 EL PROBLEMA DE LA SUBLIMACIÓN En un párrafo anterior he mencionado que en el drama interior los objetos también despliegan los impulsos de la paciente. Este fenómeno es esencialmente un mecanismo de defensa frente a los propios impulsos destructivos de la paciente, representando una variedad del mecanismo de proyección descrito por Freud (1920), y vuelta hacia el exterior de la agresividad (instinto de muerte). El objeto que ha sido internalizado con odio y voracidad pasa a ser el portador de esos mismos impulsos. Este proceso se realiza mediante numerosas fantasías que pueden considerarse como métodos para eximir al sujeto de su propia maldad y agresividad, transfiriéndolas y, de esa forma, aliviando la angustia y también la culpabilidad del sujeto por la agresión que dirige a sus objetos. En este estadio, por consiguiente, el drama interior expresa la historia de la inocencia del sujeto y dicho propósito solamente es logrado cuando éste ya no experimenta más sentimientos de culpa. Los impulsos de mi paciente habían sido proyectados en los objetos de su mundo interior. En el escenario del drama interior encarnaban el odio y la voracidad: ellos son malos, ellos son demoníacos y, por tanto, nadie la puede culpar a ella. Sin embargo, al eximirse de toda culpa y al negar toda responsabilidad, la paciente adopta una posición pasiva. Por consiguiente, sólo puede sentirse perseguida y desamparada; por así decirlo, no tiene voz ni voto y sólo es una víctima de todo lo malo que está pasando en su interior. Esta posición la coloca entre la espada y la pared, en un impasse que no tiene solución. Puesto que, desde el momento en que ha negado toda responsabilidad, se encuentra en un estado de impotencia para ejercer sus capacidades, y, por tanto, nada puede hacer para remediar la situación. Una consecuencia de esto es que desde el momento en que sus esfuerzos ---esfuerzos de un ser humano- nada pueden lograr, es menester apelar a la magia. Procedimientos mágicos son introducidos desde el exterior. Y tenemos la morfina. Además, la sensación de estar habitada por seres perseguidores (gente, animales, cosas) obliga a la erección de enérgicas defensas a fin de destruir a esos perseguidores. Pero dichas medidas no constituyen una solución satisfactoria desde el momento en que las defensas consisten en atacar a los perseguidores dentro suyo, es decir, atañen al sujeto al mismo tiempo que a sus objetos. La batalla en este caso tiene lugar en terreno propio y no en campo enemigo. Como consecuencia, un círculo vicioso entra en acción que resulta en un perpetuo estado de guerra en el mundo interior del sujeto; estado que siempre afecta su vida exterior y que a menudo se expresa en forma de síntomas somáticos 4.. En esta forma los objetos de la paciente se han tornado en demonios, porque ella ha sido un demonio con ellos. Una guerra sin tregua se desarro4. ocasión. Consúltese, más adelante (págs. 56~: y ss.}, la aparición de ulceraciones en cierta PAULA HEIMANN 5;;8 lla en su interior entre ella y ellos o entre los aliados de los demonios y sus aliados. El análisis logró romper este círculo vicioso al hacerle ver a la paciente su responsabilidad por sus objetos internalizados, haciéndole comprender que las tendencias de estos objetos tienen sus orígenes en sus propios impulsos que fueron actuados en relación a objetos exteriores. El análisis también versó sobre los numerosos aspectos que determinaron sus motivaciones en relación a las situaciones exteriores y sus respuestas a las (así llamadas) "situaciones reales". El mundo interior se modifica cuando las "experiencias pasadas" y las "memorias inconscientes" pueden transformarse y dejan de oprimir al paciente. Esto sólo se logra cuando la vivencia del análisis hace ver al paciente el carácter de sus propios impulsos y la responsabilidad que tiene sobre ellos (cuando es capaz de sentir directamente los sentimientos de culpa y duelo y no necesite defenderse de estas experiencias mediante sistemas persecutorios). De lo dicho se deduce que, al comprender con una mayor profundidad los procesos de internalización, podemos apreciar más detalladamente una de las primeras formulaciones de Freud (1910): "los histéricos sufren de reminiscencias". Estos restos mnémicos no son, sin embargo, la réplica exacta, en la mente del niño, de la gente que ha frecuentado y de los sucesos que ha vivido; representan, como he tratado de señalar al describir la formación del mundo demoníaco de mi paciente, una complicada sumación e interacción de experiencias externas e internas con personas reales. No debemos concebir la mente del· niño como una placa fotográfica virgen que refleja con fidelidad y exactitud las escenas de la vida exterior; la mente del niño es más bien una película que ya ha grabado los impulsos instintivos y defensas del niño (fantasías inconscientes y también conscientes) antes de ser expuesta a una determinada realidad exterior. De modo que lo que llamamos memoria viene a ser la resultante de una imagen compuesta formada por la superposición de dos mundos en uno. Lo que, desde un punto de vista, denominamos restos mnémicos, es experimentado subjetivamente como una situación que atañe a "objetos internalizados". El paciente revive su pasado en el transcurso del análisis porque aún lleva a ese pasado como mundo actual en su interior. Además, el presente se percibe en una forma que es, a la par, restringida en cantidad y alterada en calidad debido a la influencia que el "pasado" -el mundo interiorejerce sobre el paciente. La forma de lograr acceso al pasado -a ese drama interno que se desenlaza perpetuamente nos lo brinda la situación transferencial que permite valorar el interjuego entre los factores ambientales (objetivos) y subjetivos que forman la imagen compuesta. Con todo, en esta oportunidad no intento describir detalladamente la forma con que nuestra técnica analítica nos permite enfrentarnos con los objetos internalizados del paciente y coparlos. Bástenos decir que el análisis cura las enfermedades ocasionadas por "memorias inconscientes" pues encara a esas memo- 559 EL PROBLEMA DE LA SUBLIMACIÓN rias en la misma forma en que son experimentadas por el paciente; es decir, como un mundo interior que es vivido como una intensa realidad presente. Fué a través del análisis de las fantasías de los demonios que pudimos recapturar la totalidad de la historia de la infancia de nuestra paciente. Sus padres y hermanos, que fueron percibidos en las formas más diversas, y las complejas relaciones existentes entre ellos y entre ellos y la paciente, todas estas situaciones aparecían fielmente reproducidas por los demonios dentro suyo. Espero haber logrado comunicar exitosamente el clima de absoluta realidad con que la paciente experimentaba estas fantasías de los demonios y las situaciones de angustia intensa que ellos desencadenaban. Como consecuencia de esta situación de tener demonios activos dentro suyo la paciente sufría graves depresiones, estados suicidas y la sensación de completa indignidad. El poder de estos demonios interiores disminuyó con el análisis de las situaciones infantiles, especialmente la envidia del pene y sus primeras angustias orales en relación al pecho y al pene, objetos éstos que la paciente temía haber destruído con su insaciable voracidad. Fué así como la paciente cayó en la cuenta de que los demonios representaban a sus padres y hermanos y que la extraordinaria deformación sufrida por sus objetos se debía a que sobre ellos la paciente había conferido todos sus impulsos persecutorios, voraces y mancilladores y que, al haber devorado a dichos objetos, los había incorporado bajo el influjo de sus impulsos destructivos. La paciente comprendió que había creado a estos demonios para personificar su propia maldad cuya identidad no podía soportar. Gradualmente comprobó que a medida que aumentaba su capacidad para tolerar las sensaciones dolorosas y de culpabilidad ya no se sentía poseída por demonios y este tipo de fantasías prácticamente dej ó de tener influencia alguna sobre ella. Junto con este proceso aumentó la tolerancia frente a su propia agresividad y la del prójimo. Por consiguiente, su mayor tolerancia le permitió reaccionar con menos angustia frente a las situaciones agresivas, evitando, por tanto, el círculo vicioso en el que la agresividad aumenta la angustia y la angustia aumenta la agresividad. Paralelamente con esta mayor comprensión de su mundo interior y de sus relaciones con el mundo exterior, su afición por la morfina decreció. La paciente concertó una especie de gentleman' s agreement (acuerdo caballeresco) consigo misma, otorgándose una dosis mensual de 4 tabletas de morfina, parte de la cual tomaba durante sus intensos dolores menstruales y lo restante dos semanas después. En, el presente articulo no puedo dedicarme a los problemas relacionados con sus dolores menstruales y a las fantasías que determinaban la intensidad de éstos; baste decir que estaban principalmente determinados por crueles y terroríficas fantasías relacionadas con su envidia del pene. A la postre, la paciente terminó por abandonar por completo la morfina y los dolores menstruales se redujeron a tal punto que podía desenvolverse normalmente, llegando hasta a bailar durante los períodos. PAULA HEIMANN 560 Durante la fase que acabo de describir {mientras su vida estaba dominada por los demonios internos} el interés de la paciente se desplazó del dibujo a la pintura. Sus temas en un principio fueron toscas representaciones simbólicas y demostraban el carácter urgente de su necesidad por reparar sus objetos; pues pintaba padres y penes gigantescos, madres y símbolos maternos enormes. El primer cuadro que pintó sin la necesidad de lomar morfina representaba un ensayo de reparación en masa de los objetos internalizados destruídos. Este intento era en cierto modo primitivo y torpe; aparecían muy pocas objetos y se notaba la ausencia de elaboración, diferenciación y movimiento 5. En la última fase de este período, cuando los demonios comenzaron a revelar su origen humano y cuando su historia infantil había sido traducida del "idioma demoníaco", la paciente comenzó a pintar escenas familiares, en estilo victoriano, que representaban ciertos acontecimientos de su infancia. En estos cuadros las fantasías se expresaban con libertad mucho mayor. En ellos participaban más objetos, reflejando un mayor número de acontecimientos y la introducción de detalles que, al ofrecer mayores posibilidades de variación y diferenciación, proporcionaban mayor vida y movimiento. Estos cuadros le reportaban gran alivio y placer a la paciente; gracias a ellos se hizo conocer en el mundo artístico, a tal punto que el estilo que pintaba se puso de moda. Pero existía un elemento obsesivo en esta actividad reparativa que interfería con la actividad sublimatoria. Esta situación se le hizo consciente a la paciente en la forma de angustia cuyo contenido era de que no iba a poder pintar en ninguna otra forma más que en la actual y, desde el momento en que tenía una compulsión a seguir pintando en este estilo, su capacidad de autoexpresión se restringiría notablemente. En otras palabras, si su única finalidad en la vida era la de restaurar los objetos de su infancia, nunca podría alcanzar el territorio ilimitado de la creación libre. La siguiente fase de su análisis se caracterizó por la desaparición de la persecusión demoníaca y de las graves depresiones e impulsos suicidas. Todavía existían angustias, de tipo persecutorio, relacionadas con la actividad de gente que ella sentía en su interior; pero eran seres humanos y no demonios. También se presentaron depresiones más benignas y algunos rasgos obsesivos relacionados con su pintura. 5 El carácter primitivo del primer cuadro pintado sin tomar morfina (con su falta de detalle e imaginación) refleja la necesidad de tomar medidas con extremada urgencia, pues sentía que sus buenos objetos corrían gran peligro. La paciente, por así decirlo, tenía que apelar a todas sus energías en el intento de salvarlos y rescatarlos de una situación extremadamente crítica. Frente a una situación de peligro tal, no viene al caso reconfortar al moribundo mediante pequeños detalles que no guardan relación con el peligro principal. Ello equivaldría a entretenerse en poner un florero en la pieza de un paciente en el momento en que una hemorragia aguda compromete seriamente su vida. Toda consideración por pequeños retoques deja de existir frente a una intervención de vida o muerte. 561 EL PROBLEMA DE LA SUBLIMACIÓN El significado de su anhelo por pintar gradualmente se convirtió en un deseo de autoexpresión y de mejorar sus objetos internalizados. Esta tendencia a mejorar sus objetos debe distinguirse de la compulsión por salvar a aquellos que están predestinados a la destrucción. Emest Jones (1937) señaló la gran importancia de distinguir entre hacer algo por amor y por sentido del deber. A mi juicio se pudo comprobar el mayor adelanto en la personalidad de la paciente cuando se sintió capaz de restaurar a sus objetos por amor y no por una compulsiva necesidad de realizarlo, y, lo que es aún más importante, cuando, al mismo tiempo, inició una lucha en pos de conseguir algo para ella misma. Pero el logro de algo para sí misma esta vez no fué experimentado como si todo lo que ella conseguía la madre lo perdía y viceversa; ahora la paciente, hasta cierto punto, se sentía más segura, pues no experimentaba la sensación de estar devorando y destruyendo a sus objetos y, por tanto, no sentía la necesidad de sacrificarse de lleno y completamente por ellos. Por consiguiente la finalidad de expanderse y desarrollarse ahora era permisible. Esto, a su vez, aumentaba la capacidad de beneficiar y restaurar a sus objetos. No quisiera dar la impresión de que la paciente estaba completamente curada durante este período. No, la paciente todavía no estaba bien y podría enumerar una serie de síntomas que expresaban su neurosis. Lo dicho, hasta cierto punto, todavía es válido hoy en día. En la fase que estoy describiendo, la paciente, en vez de cuadros victorianos, empezó a pintar escenas de la vida actual; alcanzando, de esta forma, ese territorio ilimitado para sus actividades donde todo era capaz de ser fuente de inspiración. Los cuadros de este período demostraron un gran adelanto en color y composición. En esta fase los objetos internos (anteriormente representados como demonios) aparecieron frecuentemente en la forma de problemas artísticos. Sus intereses por ese entonces, además de ser más objetivos, eran mucho más ricos y abarcaban a un número más variado de detalles. Los conflictos internos eran objetivados en términos de problemas técnicos y estéticos. La paciente en vez de sufrir los tormentos de padres diabólicos se esforzaba en la resolución de problemas tales como el "interés humano" y el "interés artístico" en la pintura. A continuación voy a relatar una sesión acontecida recientemente, si bien no entraré en una exposición detallada de las asociaciones o del trabajo analítico realizado. Pero, antes que nada, es necesario que aclare la situación transferencial que forma el contenido de la sesión. Dos recientes sucesos habían caracterizado el tono de la transferencia. 1Q: Había deducido correctamente de sus asociaciones la presencia de un factor externo, perteneciente a un importante acontecimiento de su vida pasada. La paciente tuvo la sensación de que yo había hecho un descubrimiento. El material se relacionaba con una experiencia sumamente penan sufrida por el padre cuando abandonó el hogar. PAULA HEIMANN 562 2Q; La paciente había trabado relaciones con un hombre y sospechaba que él estaba conectado conmigo, creyendo que lo empleaba para espiarla y para que me contara lo que ella hacía, pudiendo de esta forma privarla de todos los placeres y de todas sus cosas buenas internalizadas. Como tercer punto, digno de mencionarse, señalemos que el trabajo artístico de la paciente, durante esa época, estaba principalmente absorbido por el problema de "unir los elementos". Como consecuencia del descubrimiento del penoso incidente relacionado con su padre, la paciente experimentó una intensa sensación de alivio, que se expresó en un aumento de sus actividades y en una liberación de su sexualidad, razón por la cual, después de muchos meses de completa abstinencia, tuvo un coito con su marido. La paciente manifestó agradecimiento y admiración; pero, al mismo tiempo, sus angustias persecutorias y sus sospechas aumentaron en gran modo, sospechando ella que yo quería descubrir todo a fin de quitárselo. La sesión que voy a referir se inició con las siguientes palabras; "Estoy harta. Tengo la boca llena de úlceras." Luego me contó las peripecias acontecidas durante ese día. "Un imbécil me atropelló con su auto. Cuesta creerlo, pero todas las abolladuras que tiene mi coche se deben al descuido de otros volantes. "Luego procedió a relatar, en forma sumamente emotiva, otra experiencia desagradable que tuvo esa mañana. Cuando prosiguió manejando, luego de todo el enojo y excitación por el hombre que la había embestido, otro coche, desarrollando una velocidad superior a la permitida, se cruzó de contramano. "Por supuesto -dijo la paciente- una mujer estaba en el volante". Un camión que estaba frente a ella, luego de haber dado la señal, dobló en dirección a la bocacalle de la derecha; inmediatamente después, la mujer que estaba a su izquierda, sin dar señal alguna, hizo otro tanto y pasó en frente del coche de la paciente la que, para evitar una colisión, tuvo que maniobrar rápidamente, dirigiendo el coche por esa bocacalle a pesar de que pensaba seguir en línea recta. Estaba "lívida de rabia" (estoy tratando, en lo posible, de repetir sus palabras) y decidió tomarse la revancha, por lo que colocando su coche delante del de la mujer, redujo su velocidad a diez kilómetros por hora, maniobrando en tal forma que impedía que la otra pasara. Finalmente llegaron a una bocacalle donde el semáforo daba la señal de alto. La mujer colocó su coche a la par del de la paciente, quién sacó su cabeza por la ventanilla y dijo; "Jamás he visto una maniobra más asquerosa. Por su culpa, al cruzarse frente mío, para no chocar he tenido que tomar este camino cuando quería seguir derecho". La mujer, que tenía la cara de un color rojo vinoso, se encogió de hombros y riéndose dijo; "j y a mí qué me importa!" Mi 'paciente se puso furiosa y trató de buscar la respuesta más hiriente. Finalmente la encontró: "Pensándolo bien -dijoUd. no tiene la culpa. Pues es demasiado vieja para manejar. ¿Por qué no deja el volante a mujeres más jóvenes e inteligentes?" La mujer pronunció un sonido inar- 563 EL PROBLEMA DE LA SUBLIMACIÓN ticulado, pero, antes de que pudiera contestar, las luces del tráfico cambiaron y la paciente se distanció, sintiéndose muy satisfecha consigo misma. Aquí omitiré mis interpretaciones, añadiendo solamente más material relacionado con este tema. La paciente a continuación se dirigió a su escuela de arte y comenzó a trazar un bosquejo sobre un tema dado. El tema versaba sobre la idea de robar. Inició el esbozo pero encontró que algo fallaba en su dibujo, no pudiendo precisar en qué consistía esta falla. Esa vaga sensación de que algo andaba mal era, según la paciente, "lo más dasagradable que tenía el dibujo". Cuando el artista que criticaba los esbozos vino j unto a ella, exclamó sorprendido: "Pero, Santo Cielo, ¿qué le pasa a Ud.? Esto se parece a uno de esos dibujos sacados de un álbum familiar victoriano." La paciente inmediatamente cayó en la cuenta de qué era lo que le había parecido mal en su esbozo. Ella me dijo: "Parecía un dibujo hecho hace cincuenta años." Este incidente le molestó tanto que tuvo que salir a tomar tres copas de jerez. Más tarde aparecieron las ulceraciones en la boca. Aquí debo añadir que la paciente nunca bebe en estado normal; en realidad una de sus grandes angustias es la de volverse adicta al alcohol, siguiendo los pasos de su padre. A continuación reseñaré tres puntos. La paciente inició su sesión diciendo que estaba harta y que tenía la boca llena de úlceras; luego procedió a narrar los acontecimientos de ese día que tuvieron lugar antes de la aparición de las úlceras; en otras palabras, refirió el historial de esas úlceras. (1) Un "imbécil" había embestido su coche. (2) Había hecho comentarios hirientes a una mujer. (3) Hirió a la mujer haciendo referencia a su edad y exigiendo que renunciara a manejar, transfiriendo el volante a su persona (la mujer más joven e inteligente). (4) La mujer tenía una coloración rojo vmosa en su rostro (estaba borracha) • (5) Mi paciente estaba sumamente satisfecha de los hirientes comentarios proferidos sobre la otra mujer. (6) Algo no andaba bien en su dibujo; es decir, una actividad sublimatoria estaba comprometida. No podía precisar cuál era la falla yeso constituía "lo más desagradable" de la situación. Como consecuencia tuvo que ir a un bar a tomar tres copas de jerez. (7) Luego las úlceras aparecieron en su boca. Es interesante señalar que la falla en su bosquej o era debida a que "parecía un dibujo hecho hace cincuenta años", "sacado de un álbum familiar victoriano". En mi opinión estos síntomas: (1) El dibujo inesperadamente anticuado, (2) la necesidad de tomar alcohol y (3) la aparición de ulceraciones, reflej an con claridad lo que estaba sucediendo en el inconsciente de la enferma. Había 564 PAUL-\ HEIMANN llevado a cabo su impulso de herir a la mujer y, conscientemente, se regocijaba con su éxito. Pero, inconscientemente, desde el momento en que la mujer representaba a la madre y a la analista, hacia quienes experimentaba impulsos amorosos junto con los hostiles, no podía soportar el daño que le había infligido, ni tampoco podía permanecer alejada de ella. Inmediatamente tuvo que internalizar esta figura materna y la internalizó en el estado de destrucción por el cual se sentía responsable; es decir, como a una mujer de 50 años, gastada, decrépita, inservible, e incompetente. Como consecuencia de esta internalización la paciente sufrió un cambio, cambio que necesariamente tenía que ocurrir debido a la presencia de un objeto internalizado en las condiciones que acabamos de referir. Las úlceras corresponden a la impresión de haber tratado en forma hiriente a la mujer con sus cáusticas observaciones; el bosquejo anticuado corresponde a la sensación de haberle negado juventud y la necesidad de beber estaba vinculada a la coloración rojo vinosa del rostro de la mujer. Existían, por supuesto, otros determinantes para estos síntomas; aquí s610 mencionaré algunos. Las úlceras expresaban la necesidad de castigar a aquel órgano que había sido instrumento de la acción criminal. La magnitud del castigo era proporcional al crimen. Además, las úlceras estaban relacionadas a las fantasías centradas en torno a las rayaduras en la carrocería de su coche. Las experiencias con ese "imbécil" de conductor y el encuentro con la mujer del rostro vinoso habían estimulado las fantasías en las que, como señalé anteriormente, los padres estaban realizando un coito persecutorio. En su inconsciente el padre la había herido (las rayaduras en el coche), por orden de la madre hostil y celosa. (Del mismo modo que la analista, en sus fantasías, había enviado a ese hombre para que trabara relaciones a fin de espiarla). La persecución en manos de la mujer volante asume gran intensidad porque, por añadidura, la mujer con el rostro de coloración rojo vinoso le recuerda al padre a quien en tantas oportunidades ha visto embriagado. J unto con la sensación consciente de triunfo por haber atacado exitosamente a la mala mujer, la paciente también experimentaba sentimientos inconscientes de culpabilidad. Esta mujer era su rival que la obligaba a seguir un camino que ella no deseaba tomar -hacia la derecha-; también estaba identificada con la madre y conmigo; figuras que la paciente al mismo tiempo, amaba y admiraba. El inconsciente de la enferma admitía que el aparentemente mal camino que la mujer le hacía tomar, era, en realidad, el bueno, el derecho (nota del traductor al pie) que la madre (analista) le estaba indicando. La paciente había experimentado gran sensación de alivio cuando descubrí ese penoso episodio en la vida del padre que tanto la oprimía; pero, si bien reconocía la ayuda que el análisis le había proporcionado, la admiraNota del Traductor. en castellano, La palabra lo diestro y lo recto. inglesa Right (derecho) expresa, aún más que 565 EL PROBLEMA DE LA SUBLIMACIÓN ción experimentada había estimulado su rivalidad, razón por la cual la paciente me convertía una vez más en la madre hostil y entrometida. Ella pudo negar su angustia y culpabilidad, experimentando solamente triunfo por las hirientes observaciones, debido a que otros mecanismos, a saber, autocastigo y reparación del objeto dañado, también se encontraban presentes (las úlceras, los dibujos anticuados y la necesidad de beber). Es importante comprobar que la forma de aplacar el sentimiento de culpa en este caso es llevada a cabo mediante la internalización del objeto externo atacado y la reparación, que acontece después de la internalización, es efectuada en¡ una forma específica, en la que todos los detalles del crimen tienen que ser considerados y que, además, corresponde con la concepción que posee el sujeto de las características y cualidades del objeto. La paciente experimentaba la sensación de tener en su interior a la figura materna que había herido con sus observaciones y de cuyas manos arrancó el volante y la capacidad de desenvolverse en la vida. Por tanto, a fin de reparar esta figura materna destruída, la paciente tenía que cargar con el trastorno resultante del tratamiento hiriente (las úlceras); tenía que devolverle el volante (representado por los pinceles) a la figura materna y su propia capacidad artística. La mujer internalizada había dibujado el bosquejo mientras la paciente estaba enferma y envenenada; en otras palabras, la paciente se había convertido en la figura materna que había atacado. Podemos comprobar que el objeto interno ejerció una influencia en la sublimación de la paciente, puesto que el bosquejo procedía del objeto interno y no era obra propia. De esta forma la capacidad sublimatoria habíase alterado. Aquí no se trata de que el bosquej o haya sido mal trazado o de que el dibujo o la técnica fueran defectuosos, sino que la obra no reflejaba la personalidad de la paciente, era una expresión inadecuada de su intención (no se había propuesto pintar en estilo victoriano) y era ajena a su comprensión. En esta sublimación comprometida encontramos que la experiencia de autoexpresión y desarrollo, junto con la gratificación consciente, se encuentran completamente ausentes. Este es, en realidad, el punto que deseaba ilustrar, por estar relacionados con ciertos aspectos del problema de la sublimación que me propongo detallar y que no han sido suficientemente apreciados. Me refiero a los elementos de libertad interior e independencia; elementos que considero esenciales en toda sublimación exitosa. El niño que no se ensucia y que cumple: con la tarea escolar porque tiene miedo de ser castigado por la madre, o porque tiene que satisfacerla a fin de asegurar su amor y regalos, no ha logrado una sublimación en el sentido cabal de la palabra. Ese niño no está llevando a cabo una actividad que le permite expresar su personalidad o los deseos, impulsos, inclinaciones que él siente como propios. Del mismo modo consideramos que no tiene el carácter de una sublimación plena el trabajo del adulto que está compulsivamente dominado por sus objetos internos. PAULA HEIMANN 566 Sabemos que el impulso a reparar es el factor más importante en la sublimación y producción creativa. Si la angustia y la culpabilidad son demasiado intensas interfieren en el funcionamiento exitoso del impulso a restaurar, pues, frente a esa situación interior, varios mecanismos de control mágico de los perseguidores internos entran en acción. Este control también opera sobre el yo, coartando sus actividades expansivas inherentes a una sublimación exitosa. Ya he referido las angustias de mi paciente relacionadas con fantasías en las que los padres estaban realizando un coito destructor dentro suyo. En esta situación se siente impelida a salvar a sus padres y a sí misma frente al peligro de estas actividades destructivas, separándolos de tan desastrosa unión, realizando cualquier cosa con tal de llevar a cabo esta escisión 6. Dicha tendencia, por tanto, compromete la expresión de sus propios impulsos, deseos y talentos. El temor persecutorio y recelo de los objetos internos promueven la erección de defensas, del mismo modo que el propósito principal en tiempos de guerra es el dar prioridad absoluta a los problemas bélicos vitales, relegando las demás tareas a un segundo plano. Es por ello que la capacidad productiva del sujeto se encuentra agobiada por los esfuerzos desesperados destinados a salvar su vida y la de lo objetos internos, vivenciados como partes de su propio yo. Si bien el peligro de la persecución por parte de los padres dentro suyo requiere la separación de éstos; esta separación trae consigo nuevos peligros, pues el sujeto experimenta la sensación de que los padres están en un irremediable estado de aphanisis 7. Además, el sujeto se siente empobrecido e impotente por el hecho de tener padres aphanüicos dentro suyo. Entre el Escila de la persecución por parte de las figuras parentales combinadas y el Caribdis de la culpabilidad de los padres que ha destruido, el sujeto cae presa de una desesperación insoluble. Las angustias agudas relacionadas con las primitivas figuras parentales combinadas provocan una intensa restricción de la libertad interior y de las actividades del sujeto. Cuando el individuo percibe la sexualidad de los padres como algo destructivo no puede alcanzar, por consiguiente, su propia gratificación, ya sea ésta directa o sublimada. Mi paciente, por ejemplo, no podía Cf, la nota al pie de la pág. 551. ERNESTJONES (1927) introdujo el término aphanisis. Este concepto me parece que constituye un adelanto en nuestro entendimiento del temor a la castración, pues señala que esta experiencia no significa solamente la pérdida de un- órgano que produce gratificación, sino que una experiencia más total entra en juego; a saber, la pérdida de toda capacidad para experimentar gratificación libidinosa y, por tanto, la total imposibilidad de establecer una "buena" relación con un objeto. Este concepto, a mi juicio, se aproxima mucho a otro tipo de experiencia en la que el propósito principal es el de adquirir y mantener un buen objeto interno a la par que externo. Si bien Ernest Jones no ha enlazado el concepto de la aphanisis con el problema de las angustias relacionadas con los objetos internalizados, soy de la opinión que su enfoque estaba orientado en esa dirección y que ha contribuído a aumentar nuestros conocimientos. 6 7 567 EL PROBLEMA DE LA SUBLIMACIÓN gozar el coito simbólico con los lápices ni dar a luz a un cuadro-hijo, puesto que era demasiado intensa la angustia y culpabilidad que sentía por la envejecida y depravada madre. Existe una gran diferencia por cierto entre querer pintar una escena familiar victoriana y sentirse inconscientemente impelida (por una madre victoriana interna) a dibujar siguiendo el estilo de dicha época. En efecto, la paciente sintió que lo más desagradable era percibir eso de que algo andaba mal en el dibujo sin poder precisar cuál era la falla. Ella no reconocía su propia creación 8. Mi experiencia me ha convencido de que aquel tipo de reparación en la que el sujeto siente que el objeto dañado está arrebatando sus buenas posesiones, provoca una sublimación deficiente. Esta sublimación es deficiente porque aquí la reparación tiene mucho de venganza y de castigo por parte de los objetos; viene a ser una cadena perpetua, un continuo sacrificio para el sujeto. Dicha relación entre objeto y sujeto se encuentra por demás basada en el sadismo oral y demasiado alejada de la cooperación mutua y del dar y recibir 9. Todas estas situaciones de angustia son bien conocidas y han sido descritas en repetidas oportunidades. En el presente artículo deseo señalar que las angustias resultantes de la compulsión por cuidar los objetos internos buenos y de preservarlos intactos, subordinando todas las actividades al bienestar y cuidado continuo de ellos, constituye un peligro para las sublimaciones exitosas. Las angustias relacionadas con objetos buenos y malos internalizados, que interfieren con la libertad interior del sujeto, tienden indefectiblemente a producirse cuando los padres internalizados son vivenciados como cuerpos extraños, incrustados en el yo. Sugiero que la independencia, factor tan importante en la sublimación exitosa, y la actividad productiva se logran a través de un proceso que me gustaría denominar de "asimilación" de los objetos internos. Mediante esta asimilación el sujeto adquiere y absorbe aquellas cualidades de los padres internalizados que mejor se avienen a su yo. Como dijo Goethe: "Was du ererbt von deinen Vatern hast, Erwirb es, um es zu besitzen." 8 Los pintores a menudo manifiestan que sus manos sólo son instrumentos de algo dentro suyo que dirige su actividad creadora. Pero la tonalidad de esta sensación varía enormemente, señalando si esta fuerza invisible (los objetos internos) es benéfica, en armonía con la personalidad del artista, o persecutoria, como lo ilustra el caso de mi paciente. 9 Como se podrá apreciar, este tipo de fenómeno generalmente se adscribe a la acción del superyo, Me he abstenido de emplear este término (y lo mismo cabe decir con respecto al "ello") por considerar que es imposible incluir, dentro de los límites de este artículo, la relación existente entre los conceptos de objetos internalizados y los del superyo o del ello. Espero enfocar estos problemas en una publicación ulterior, recomendándole al lector los trabajos realizados por Melanie Klein sobre este tema, especialmente en su Psicoanálisis de Niños (1932). (Versión castellana en la BIBLIOTECA DE PSICOANÁLISIS). PAULAHEIMANN 568 ("Lo que de tus padres heredaste, tú debes adquirirlo, a fin de poseerlo.") Este proceso supone la disminución de la agresión (voracidad) y angustia y significa, por tanto, la ruptura del círculo vicioso. El sujeto es capaz de abolir las características extremas que había superimpuesto sobre sus objetos externos -debido a su sadismo, culpa y angustia- cuando puede aceptar la identidad de esas tendencias. De esta forma, sus objetos internos se tornan más humanos, menos monstruosos y menos santificados. El sujeto puede admitir las buenas y malas cualidades de su ser y de sus padres internalizados. Estas figuras adquieren un carácter que se asemeja más al que los padres en la realidad tenían y el sujeto en su fantasía experimenta la sensación de que está creando y no englutiendo a sus padres y, con la disminución de su agresividad, adquiere el derecho de absorber las buenas cualidades parentales. Este proceso también contribuye a la liberación de fuerzas que el sujeto puede emplear para beneficio propio en una actividad elegida libremente y en el desarrollo de sus aptitudes. Esto, a su vez, redundará en un aumento en su capacidad de producción, realísticamente orientada, dirigida hacia una expresión más verdadera de su ser y obteniendo un aumento de la gratificación derivada de sus actividades sublimatorias. No considero que la asimilación de los objetos internos conduce a un proceso estático donde los conflictos dejan de existir. Como dije anteriormente, el mundo interior es un drama continuo de vida y de acción. La vida está enlazada a los dinámicos procesos desencadenados por la agresión, culpa, angustia y duelo hacia los objetos internos y por los impulsos amorosos y reparadores que hacia ellos también van dirigidos. El Amor y el Odio llevan a la sublimación. La libertad interior, a la que me he referido, es un factor relativo y no absoluto; no suprime conflictos, pero permite que el sujeto amplíe y despliegue su yo y sus sublimaciones 10. Traducido por EMILIO RODRIGUÉ. BIBLIOGRAFíA S. (1910): Über Psychoanalyse. Gesammelte Schriften, IV, 357. (1920): Más allá del principio del placer. JONES, E. (1927): The Early Development 01 Female Sexuality, Int. J. Psychoanal., 18, l. KLEIN, M. (1932): El Psicoanálisis de Niños (especialmente Caps. I, VIII, IX Y XI). (1935): A Contribution. to the Psychogenesis 01 Manic-Depressive Stazes. Int., J. FREUD, Psycho-Anal., 16, 145. (1940) : Mourning and its Relation to Monic-Depressioe States. Int, J. Psycho-Anal., 21, 125. 10 Por voluntad de la autora en esta traducción en la actualidad, ha perdido trascendencia. se ha omitido una nota al pie que,