ASOCIACIÓN MEXICANA DE HISTORIA ECONÓMICA (AMHE)

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ASOCIACIÓN MEXICANA DE HISTORIA ECONÓMICA (AMHE)
PRIMERAS JORNADAS DE HISTORIA ECONÓMICA
México, febrero 8-10 de 2011.
Simposio: “Puerto e historia global: aproximaciones desde la historia económica”
Coordinadores: Antonio Ibarra, Fernando Jumar y Mario Trujillo.
Ciudades-puerto y circulación de productos pecuarios
en la Región Río de la Plata 1778-1820
Nicolás Biangardi*
1. Introducción
A fines del siglo XVIII el Río de la Plata poseía una serie de
características que le daban un lugar peculiar dentro de los dominios de la corona
española. Constituía una puerta de acceso privilegiada para el comercio atlántico y
era, también, una zona de fronteras. En este contexto, las reformas borbónicas
prestaron especial atención al área por su importancia en los planes defensivos y
en la actividad comercial.
La expulsión de los portugueses de Colonia del Sacramento, la creación
del Virreinato del Río de la Plata, la habilitación de Buenos Aires y Montevideo
para el comercio con la península y la política defensiva y de poblamiento fueron
todos elementos que contribuyeron a configurar la región de una manera
determinada. Por otro lado, la riqueza ganadera de las amplias praderas
*
Centro de Historia Argentina y Americana, IdIHCS, Universidad Nacional de La Plata, Becario
CONICET. Mail: [email protected]
1
rioplatenses proporcionó productos exportables que permitieron que los agentes
económicos participaran directamente del comercio atlántico y no sólo
cumpliendo la función de intermediarios de circuitos más amplios. Todos estos
cambios no estuvieron exentos de conflictos en los que el poder monárquico actuó
de mediador entre grupos de poder en formación, y que continuaron una vez que
esa instancia de mediación desapareció.
El presente trabajo tiene por objetivo pasar revista a las características que
presentó la región Río de la Plata como espacio económico y a las posibilidades
que presenta el estudio de la circulación interna de los productos pecuarios para
explicar su desarrollo económico y definir sus agentes económicos durante el
período 1778-1820.
2. La región Río de la Plata como espacio económico
Las investigaciones sobre la historia económica de los territorios que
conformaban la región Río de la Plata han carecido de una visión de conjunto. En
general, los historiadores han preferido recortar el objeto de estudio con criterios
nacionalistas1 o han privilegiado reducir la escala de análisis2. Para entender la
región Río de la Plata como espacio económico a partir de la circulación de
mercancías y, además, poder poner en perspectiva los aportes de los últimos
treinta años de producción historiográfica es necesario estudiar la región como un
todo.
Según la teoría de espacios económicos, éstos son conjuntos abstractos
que no están definidos por límites políticos ni accidentes geográficos sino por las
relaciones que llevan a cabo los agentes dentro del mismo3. Los espacios tienen
1
De esta manera, se ha estudiado de manera separada la campaña de Buenos Aires o Entre Ríos de
la Banda Oriental como si los ríos realmente constituyeran límites naturales y no la oportunidad de
mantener una comunicación fluida como lo demuestran las ciudades que se desarrollaron una
enfrente de la otra, o casi enfrente, en los diferentes ríos de la región: Santa Fe y Paraná en las
costas del Paraná, Concepción del Uruguay y Paysandú sobre el Uruguay; y Buenos Aires y
Colonia del Sacramento en el Río de la Plata.
2
Entre los innumerables casos se pueden citar: Banzato, “Ocupación”, 2002; Birocco, Cañada,
2003; Canedo, “Propietarios”, 2001; Di Stefano, “Un rincón”, 1991; Frega, Pueblos, 2007;
Gelman, Campesinos, 1998; Mateo, “Población”, 2001.
3
Ferrera de Lima, “A concepção”, 2003, p. 9.
2
por principal característica que los intercambios que las distintas partes mantienen
entre sí son de mayor intensidad que el que tienen con el exterior 4. Cuando éstos
se conforman en torno a una aglomeración urbana, el mercado urbano funciona
como polo de atracción de esos intercambios y las partes se especializan en
producir bienes para abastecerlo. Existen distintos niveles de polarización
(internacional, nacional, regional o local)5 y, por lo tanto, un espacio económico
puede estar constituido por varias regiones y coincidir en sus dimensiones con los
límites de un virreinato, como el espacio económico peruano analizado por
Assadourian6, o reducirse a una sola región como en el caso que vamos a analizar.
Desde el punto de vista espacial, la región Río de la Plata estaba
constituida por tres sectores económicos: el complejo portuario conformado por
varias ciudades-puertos y desembarcaderos informales7, la economía agropecuaria
que abastecía a esos puertos (a la que podríamos agregar la explotación de los
montes y la pesca) y las zonas fronterizas donde se efectuaban las expediciones de
caza de ganado cimarrón para realizar corambre.
2.1. El complejo portuario
El tamaño del Río de la Plata, las características de sus costas y las
dificultades que presenta para su navegación generaron la formación de un
complejo portuario por el que circulaban los productos provenientes del comercio
ultramarino, los intercambios interregionales y la producción agropecuaria de la
región. Existía cierta especialización entre las distintas ciudades-puertos. En
principio había dos puertos, Buenos Aires y Montevideo, habilitados por el
Reglamento de 1778 para comerciar con los puertos de la península, pero en los
hechos Montevideo fue el puerto ultramarino de la región8. Una vez que los
navíos anclaban, las mercancías eran transbordadas a embarcaciones más
4
Assadourian, El sistema, 1982, p. 113.
Boudeville, Los espacios, 1965, p. 13.
6
Assadourian, El sistema, 1982, p. 111.
7
Ver: Jumar, “Le comerce”, 2000.
8
“Durante las últimas cuatro décadas de pertenencia al imperio español, Montevideo funcionó
como puerto de Buenos Aires”. Bentancur, El Puerto, 1997, t. 1, p. 173.
5
3
pequeñas evitando así los riesgos que la navegación del río implicaba para las de
mayor porte.
La capital del nuevo virreinato, por su parte, era el centro administrativo,
comercial y financiero que distribuía los productos de la circulación ultramarina,
interregional y regional. Además, con su población de aproximadamente 24.000
habitantes en 1778 y casi 46.000 en 1810, Buenos Aires consumía una parte
importante de esas mercancías9. Entre las dos ciudades principales existió una
integración comercial y financiera que se verificó en el constante uso de
apoderados y en la doble residencia de muchos de los comerciantes10.
Del otro lado del río, casi enfrente de Buenos Aires, la ciudad de Colonia
del Sacramento sufrió un cambio radical luego de la expulsión de los portugueses
ya que mientras hasta 1776 participaba del comercio ultramarino, a partir de ese
momento se transformó en un puerto fluvial redistribuidor de los productos
agropecuarios de su zona de influencia11. Aunque se mantuvo bajo la jurisdicción
del Cabildo de Buenos Aires, la ciudad de Colonia, que en 1783 contaba con
3.005 habitantes, fue un importante núcleo poblacional dentro de la región12.
Por otro lado, como ni Buenos Aires ni Montevideo tenían condiciones
óptimas para recibir embarcaciones13 surgieron en sus cercanías puertos
alternativos que poseían mejores condiciones naturales para hacerlo. Al norte de
Buenos Aires se situaba el puerto de Las Conchas14. Su ubicación lo hacía
receptor natural de las embarcaciones que bajaban por los río Paraná y Uruguay
por lo que era una zona de una gran actividad comercial 15. El área se
9
Para esos mismos años Montevideo, la segunda población en importancia de la región, contaba
con 4.470 y 12.472 habitantes respectivamente. Pollero y Vicario, “Una puesta”, 2011.
10
Bentancur, El puerto, 1997, t. 1, p. 174.
11
“Esta región será en sus inicios una típica zona de frontera vinculada al contrabando, las
vaquerías, el abasto de las avanzadas de población y las guarniciones militares, pero poco a poco
esta frontera se empezará a correr hacia el norte y el este y nuestra zona se convertirá en una
región agraria clásica y muy parecida a la de la otra banda del Río de la Plata.” Gelman,
Campesinos, 1998, p. 43.
12
AGN, Colonia del Sacramento 1781-1785, IX, 3-8-5.
13
El puerto de Montevideo tenía, principalmente, tres dificultades: “el fondo fangoso, la falta de
abrigos frente a los vientos del Sur, y los accidentes del acceso, sobre todo el Banco Inglés.”
Bentancur, El puerto, 1997, t. 1, p. 165.
14
Estaba emplazado en el lugar que actualmente ocupa la localidad de Tigre.
15
En 1787 había 28 pulperías en Las Conchas lo que la constituía en el área de la campaña de
Buenos Aires con mayor concentración de pulperías. Carrera, “Pulperos”, 2010, p. 91.
4
caracterizaba, además, por una importante producción cerealera16 y por la
explotación de los montes, seguramente muy abundantes en las islas cercanas del
Delta del Paraná17.
Unos kilómetros al sur de la capital virreinal se encontraba la Ensenada de
Barragán, que recibía las lanchas que debían interrumpir su navegación hacía
Buenos Aires cuando las condiciones climáticas no eran adecuadas. De esta
manera, las mercancías eran descargadas y continuaban el viaje por tierra18. El
puerto también ofrecía abrigo para que los navíos pudieran ser carenados. Durante
los primeros años del siglo XIX los comerciantes de Buenos Aires intentaron que
la corona lo habilite para el comercio atlántico. De hecho, el puerto se utilizó por
un breve tiempo en 1801 a partir de un bando del virrey Avilés que afirmaba que
se consideraba la Ensenada de Barragán parte de Buenos Aires y, por lo tanto, ya
estaba autorizada a recibir embarcaciones comerciales19. Sin embargo, el trámite
no prosperó por varias razones: se necesitaba el establecimiento de una población
que ofreciera los servicios que demandaban las embarcaciones, no existía aduana
en el lugar y, especialmente, por la resistencia de la ciudad de Montevideo que
había desarrollado una infraestructura de servicios portuarios y temía las
consecuencias económicas de perder una porción del tráfico marítimo.
En el otro extremo del Río de la Plata se encontraba el puerto de
Maldonado. A pesar de no ser un puerto habilitado, su ubicación en el ingreso del
estuario generaba que muchas embarcaciones se refugiaran de los vientos
contrarios o realizaran reparaciones en sus costas. Esta zona de frontera fue de
particular interés para los funcionarios borbónicos, que promovieron su
poblamiento y en pocos años fundaron las localidades de San Carlos, Minas y
Rocha. El aumento de la población fue generando una importante actividad
agropecuaria y pesquera que enviaba sus excedentes para abastecer a Montevideo
16
Garavaglia, Pastores, 1999, p. 111.
Los manuales de alcabala registran que los faeneros de los montes pagaban un monto ajustado
anual que variaba según el caso de 4 a 30 pesos. AGN, Aduana de Buenos Aires. Receptor de Las
Conchas, San Isidro y Matanza. Alcabalas. 1781-1788, XIII, 14-5-5.
18
Sors de Tricerri El puerto, 2003, p. 240.
19
Ibid., p. 256.
17
5
y la población flotante compuesta por las tripulaciones allí ancladas20. A partir de
1790 Maldonado y la isla Gorriti sirvieron de base para las operaciones de la Real
Compañía Marítima, que incluyeron tanto actividades pesqueras y la caza de
lobos marinos, como el aprovisionamiento de los asentamientos en la costa
patagónica (especialmente Puerto Deseado) y el comercio con España luego que
la corona habilitara a Maldonado con el status de puerto menor21.
Además de estos
puertos había una cantidad innumerable de
desembarcaderos informales y muchas estancias poseían sus propios puertos
naturales desde donde podían enviar su producción a las ciudades-puertos22. En
consecuencia, existía en el Río de la Plata un tráfico fluvial muy intenso que era
casi imposible de controlar por parte de los funcionarios borbónicos.
Cada ciudad-puerto funcionaba, a su vez, como un centro redistribuidor de
mercancías (yerba, vino y aguardiente, textiles y demás) de un hinterland
inmediato y recibía los excedentes de la producción agropecuaria de esa zona por
medio de un fluido tráfico de carros y carretas. Esos productos eran esenciales
para la vida de la ciudad y el funcionamiento del puerto.
2.2. La producción agropecuaria
Hace unos años la producción agropecuaria de la región durante el siglo
XVIII generó un debate historiográfico que se prolongó durante largo tiempo
hasta que fue abandonado sin una resolución definitiva. Algunos autores, entre los
que se destacan Juan Carlos Garavaglia y Jorge Gelman, propusieron incorporar
herramientas del análisis cuantitativo al estudio de la campaña rioplatense. Sus
investigaciones plantearon la importancia de la agricultura, de los pequeños y
medianos productores y la abundante oferta de tierra, lo que implicaba un cambio
20
Por ejemplo, en 1782 (año de guerra y por lo tanto con la llegada de muy pocas embarcaciones)
se enviaron a Montevideo desde Maldonado: 1977,5 fanegas de trigo, 49 de maíz y 67,5 de
porotos, 2.291 quesos de distintos tamaños, 260 gallinas, 100 pollos y 696 corvinas, más 5
quintales de otro pescado no especificado. Ese mismo año se enviaron a Buenos Aires 628 fanegas
de trigo, 93 de maíz y 6 de porotos, 192 quesos y 120 corvinas. AGN, Real Hacienda. Tribunal de
Cuentas. Maldonado. Cuaderno de alcabala de guías. 1782, XIII, 3.288.
21
Aunque solamente para su utilización por parte de la empresa. Silva, “La pesca”, 1985, p. 521.
22
Como, por ejemplo, la Estancia del Colla donde Francisco Medina instaló un saladero de carne
en 1787. Montoya, Cómo, 1984, p. 127.
6
brusco con respecto a la visión tradicional de los campos rioplatenses 23. Sin
embargo, el punto de partida del debate estuvo dado por la afirmación de
Garavaglia de que los datos de los diezmos del obispado de Buenos Aires
demostraban que la agricultura era la actividad predominante, superando a la
ganadería24.
Varios son los autores que desde distintas perspectivas han criticado este
planteo. En primer lugar, Samuel Amaral y José M. Ghío llegaron a la conclusión
contraria sin rechazar la validez de los diezmos para medir la producción
agropecuaria, aunque efectuando importantes críticas al diezmo de cuatropea25.
Por su parte, para Zacarías Moutoukías los datos del diezmo en realidad
confirman el predominio de la ganadería ya que los bajos valores relativos se
debían a la abundancia de la oferta de productos pecuarios. De todas maneras,
considera que la comparación entre las actividades sólo tiene sentido si se cuenta
con información sobre el mercado local de esos bienes, sus precios y los costos de
exportación26.
Por otro lado, Eduardo Azcuy Ameghino rechazó la utilización de la
cuatropea como indicador de la producción ganadera. A partir de fuentes
cualitativas, mostró que el diezmo de cuatropea era muy resistido por los
hacendados y solamente se cobraba de manera parcial27. Para el autor los montos
de la recaudación decimal solamente son el reflejo de un negocio particular,
controlado por unos pocos, sin relación con los precios y el stock ganadero28 y,
por lo tanto, es un error metodológico establecer una relación entre “el monto del
remate anual del derecho a recolectar el diezmo de cuatropea, la cantidad de
animales correspondiente al multiplico anual de los rodeos y el precio de los
animales”29.
Ver: Garavaglia y Gelman, “Rural”, 1995.
Para leer la primera formulación del planteo ver: Garavaglia, “Crecimiento”, 1987, p. 36. En la
actualidad el autor sigue sosteniendo los mismos argumentos, ver: Fradkin y Garavaglia, La
Argentina, 2009, p. 103.
25
Amaral y Ghío, “Diezmos”, 1990.
26
Moutoukias, “El crecimiento”, 1995, p. 779.
27
Azcuy Ameghino, La otra, 2002, p. 264.
28
Ibid., p. 263.
29
Ibid., p. 290.
23
24
7
Desde una perspectiva totalmente diferente María Inés Moraes demostró la
insuficiencia de la fuente decimal para dar cuenta de la economía agropecuaria
rioplatense. Utilizando herramientas propias de la econometría, la autora intentó
estimar el producto agrario de la región. De acuerdo a sus resultados, el aumento
demográfico no fue acompañado por un ajuste en la recaudación. En
consecuencia, los datos del diezmo subestiman la producción campesina y van
perdiendo representatividad con el correr de los años, lo que en el caso
montevideano parece darse especialmente a partir de 178730. Además, plantea la
necesidad de estudiar la producción de cueros para la exportación a partir de la
explotación del ganado sin marca31, que no se refleja en el tributo eclesiástico
porque no estaba comprendido dentro de la materia imponible32.
La producción agropecuaria estaba dividida en dos sectores: una economía
campesina que volcaba sus excedentes para abastecer las necesidades de las
ciudades-puerto y un sector de producción de mercancías para la exportación
(especialmente cueros pero también otros derivados como sebo, grasa, carne
salada y astas) cuya unidad productiva era la vaquería de corambre.
Las vaquerías eran expediciones de hombres a caballo que recogían y
mataban el ganado cimarrón con el fin de extraerle el cuero, la grasa y las astas.
Existía una división del trabajo dentro de la operación y los salarios eran mucho
más altos que los de las otras actividades rurales33. Luego los cueros eran
trasladados hacia los puertos. Esta actividad poco tiene que ver con la ganadería
de cría y los agentes que las llevaban a cabo eran distintos, por lo que se las debe
diferenciar bien.
El hecho de que la producción de cueros para la exportación fuera el
“segmento más dinámico de las economías agrarias regionales”34 a partir de 1780,
implicó que las reservas de ganado cimarrón fueran un recurso muy apreciado
Moraes, “Las economías”, 2011, p. 312.
“en el mercado de cueros hay un vínculo directo entre la oferta de cueros y la explotación del
ganado sin marca”. Ibid., p. 240. Según Osvaldo Pérez: “La existencia de abundantes animales
cimarrones-alzados, particularmente en el norte de la Banda Oriental, durante la segunda mitad del
siglo XVII, (...), permitieron atender las necesidades del mercado mundial de cueros sin que se
produjeran mermas en los envíos”. Pérez, “Tipos”, 1996, p. 162.
32
Moraes, “Las economías”, 2011, p. 95.
33
Ibid., p. 243.
34
Ibid., p. 29.
30
31
8
dentro la economía regional y que distintos agentes económicos fijaran su
atención en las zonas fronterizas donde se encontraban. Por lo tanto, las fronteras
no tenían un lugar marginal dentro del espacio económico sino que cumplían una
función de vital importancia.
2.3. Las fronteras
Tradicionalmente considerada como un lugar que marca los límites de un
territorio determinado, en los últimos años la historiografía ha entendido a la
frontera como un “espacio social que se conforma históricamente y en la cual se
articulan relaciones económicas, sociales y políticas particulares”35. Esta
definición nos indica la existencia de un mundo complejo y cambiante.
Las fronteras de la región Río de la Plata no eran iguales y cada una
presentaba características y un desarrollo histórico diferente durante el período
estudiado. La frontera sur, situada en torno al río Salado, tuvo en los primeros
años del virreinato un momento de expansión y de gran conflictividad con la
sociedad indígena que duró hasta mediados de la década de 1780. Varios son los
factores que desencadenaron los conflictos. Por un lado, las reiteradas sequías que
sufría la zona pampeana en esos años36 producían un desplazamiento del ganado
hacia el área de la depresión del Salado (entre el paralelo 35º y las sierras de
Tandil y Balcarce)37 lo que generaba tensiones con los indios que utilizaban esos
campos para potrear y, en consecuencia, podían también llevarse las vacas38. Por
otro lado, el virrey Vértiz estableció una línea de fortines que incorporó alrededor
de 17.175 kilómetros cuadrados al territorio bajo dominio español39. Al mismo
tiempo, cortó el comercio con los indígenas y tomó cautivos a los que habían ido a
comerciar a Buenos Aires. Los malones constituyeron, entonces, un mecanismo
Mandrini, “Las fronteras”, 1997, p. 24.
Según los Acuerdos del Cabildo de Buenos Aires hubo sequías en los años 1780, 1781, 1782,
1785, 1787, 1788, 1789, 1790, 1791, 1794, 1795, 1798 y 1799. En 1791 fue tan importante que fue
necesario recurrir a los ganados de la Banda Oriental para el abasto de carne de la ciudad.
Montoya, Cómo, 1984, p. 33.
37
Montoya, Cómo, 1984, p. 34.
38
Alioto, Indios, 2011, p. 66.
39
Barba, Frontera, 1997, p. 34.
35
36
9
de presión de la sociedad indígena ante una política que los perjudicaba y una
reacción contra la no restitución de los cautivos40.
Con el cambio de autoridades de 1784 los funcionarios borbónicos
modificaron su postura y promovieron una política que buscaba mantener
relaciones pacíficas con los indios. Desde ese momento se mantuvo una situación
de relativa paz, aunque no exenta de violencia41, que se prolongó hasta 1810.
Existió en esos años un crecimiento constante del comercio y de la población
fronteriza42. Según Raúl Mandrini, la paz convenía a ambas sociedades porque
había entre ellas una complementariedad económica, la sociedad colonial
necesitaba sal y los indios productos agrícolas y artesanales43. Luego de 1810 la
frontera se desestabilizó y la sociedad occidental comenzó a avanzar sobre
territorio indígena44. Esa violencia creciente fue un anticipo del retorno a los
conflictos abiertos que se dieron durante la década de 1820, cuando el estado
provincial impulsó una expansión territorial45.
La frontera oriental de la región, en cambio, presentaba un carácter
diferente. Los territorios al norte del río Negro poseían importantes reservas de
ganado cimarrón que habían sido usufructuadas por las misiones jesuíticas. Con el
aumento de la demanda de cueros del comercio atlántico en el último cuarto del
siglo XVIII se generó un conflicto por el acceso al recurso entre los
administradores civiles de las misiones y agentes montevideanos y porteños46.
Al mismo tiempo, esta frontera era un lugar de contacto con los dominios
portugueses del sur de Brasil. Los intercambios entre españoles y lusitanos se
basaban también en la riqueza ganadera, ya sea a través del tráfico de ganado en
40
Alioto, Indios, 2011, p. 67.
“La violencia -aunque reducida- no fue nunca totalmente eliminada de las fronteras y la paz
lograda no excluía ataques indios a otras provincias y por parte de otros grupos”. Mandrini, “Las
fronteras”, 1997, p. 31.
42
En 1783 la población en torno a los fuertes era de 2.232 habitantes: 335 en Chascomús, 196 en
Ranchos, 259 en Monte, 447 en la Guardia de Luján, 347 en Rojas, 524 en Salto y 124 en Carmen
de Areco. A fines del siglo XVIII, en cambio, ascendía a 6.640. Barba, Frontera, 1997, p. 52.
43
Mandrini, “Las fronteras”, 1997, p. 30.
44
En agosto de 1817 se fundó Dolores, primer pueblo al sur del río Salado. Barba, Frontera, 1997,
p. 77.
45
Aunque la apropiación de las tierras fronterizas había comenzado con mucha anterioridad.
Según Azcuy Ameghino entre 1791 y 1810 se efectuaron 108 denuncias de tierras que en conjunto
totalizaban 1.443.875 hectáreas. Azcuy Ameghino, La otra, 2002, p. 251.
46
Moraes, “Las economías”, 2011, p. 238.
41
1
0
pie o del comercio de cueros por tabaco, esclavos y mercancías de origen europeo.
Además, más allá del hecho de que es casi imposible de medir, existen indicios de
que el contrabando era muy intenso en esa zona e incluso era efectuado por los
mismos funcionarios que debían custodiar y defender el territorio47.
La frontera norte, además, fue objeto de una importante política de
poblamiento por parte de la corona que implicó la fundación de pueblos y el
otorgamiento de categorías de ciudad, pueblo y villa a otros que ya existían. La
creación de villas generó conflictos jurisdiccionales con las otras villas o ciudades
preexistentes y creó instituciones que, potencialmente, podían ser un cauce para la
expresión de nuevos poderes locales48. Esta política significó también una
importante inversión de fondos de la caja real que ayudó a dinamizar la economía
de la zona y amplió el sector de la economía agropecuaria de la región.
Mapa 1. Sectores económicos de la región Río de la Plata
Fuente: Elaboración propia en línea en www.arcgis.com. Línea verde: límite del
complejo portuario. Línea turquesa: límite de la zona de producción agropecuaria.
Área violeta: zona fronteriza sur. Área verde: zona fronteriza norte.
47
48
Ver: Gil, “Infiéis”, 2002.
Djenderedjian, “Da locum”, 2005, p. 4.
1
1
La división del espacio económico regional en tres sectores diferentes
(Mapa 1) que presentamos es muy esquemática y solamente tiene una finalidad
analítica. En realidad los límites entre uno y otro sector eran difusos y es lógico
que como partes de un todo regional fueran mutuamente interdependientes y, por
lo tanto, es necesario estudiarlos en conjunto. Esta situación es claramente visible
al analizar la circulación de mercancías dentro de la región y, especialmente, de la
producción pecuaria.
3. La circulación de productos pecuarios
La circulación de productos pecuarios estaba íntimamente ligada a los
avatares del comercio atlántico. Los cueros eran el principal bien exportable y se
caracterizaban por tener una relación valor/volumen desfavorable, es decir,
ocupaban mucho espacio en las bodegas de los barcos y, por ende, su exportación
dependía de la cantidad de embarcaciones que llegaban al Río de la Plata. Es
lógico, entonces, que las cifras de cueros exportados tuvieran un descenso muy
marcado en períodos de guerra y que se revirtieran en los momentos de paz, con
picos muy altos en los años en que se declaraba la amnistía. Es cierto que el
principal incentivo del tráfico ultramarino eran los metales preciosos y que los
cueros y otros productos de origen pecuario tenían un lugar secundario dentro del
mismo49, pero la plata se producía en el Alto Perú y su exportación era el reflejo
de los circuitos mercantiles que conectaban las zonas mineras con el Río de la
Plata. En consecuencia, más allá de los valores y porcentajes totales de las
exportaciones50 la influencia de un comercio en el que se cumplía una función de
intermediario no puede haber sido la misma que la de otro en el que se vendía la
producción del lugar. Por esa razón, la producción, transporte y comercialización
de los bienes pecuarios es esencial para explicar la economía regional.
Moutoukias, “El crecimiento”, 1995, p. 781.
Según Moutoukias: “el valor de las exportaciones de productos locales no pasa de un 16% del
total”. Ibid., p 783.
49
50
1
2
Gráfico 1.
Exportaciones de cueros del Río de la Plata
1600000
1400000
1200000
1000000
800000
600000
400000
200000
1802
1801
1800
1799
1798
1797
1796
1795
1794
1793
1792
1791
1790
1789
1788
1787
1786
1785
1784
1783
1782
1781
1780
1779
0
Fuente: Elaboración propia a partir de: Garavaglia, Economía, 1987, p. 95, para
los años 1779-1784; y Pérez, “Tipos”, 1996, p. 159, para los años 1785-1802.
Es necesario tener en cuenta que una parte importante de la producción
ganadera se consumía internamente. Generalmente se ha hecho hincapié en el
consumo de carne de las ciudades, pero también había otros productos que eran
indispensables. Los cueros se utilizaban como contenedores, ya sea como sacos,
tercios o fardos para el traslado de casi todas las mercancías. La cantidad utilizada
para el traslado de los productos más voluminosos, como el trigo y la yerba, debe
haber sido inmensa. También eran un insumo básico para varios artesanos
(talabarteros, zapateros, sombrereros, etc.) y era frecuente su uso en el mobiliario.
Además, eran utilizados en las carenas de los barcos para impermeabilizar las
bodegas y se colocaban en las barandas y bases de los mástiles para evitar que
1
3
sean muy resbaladizos51. El sebo, por otro lado, era utilizado para limpiar los
fondos de los barcos y así evitar que se pudrieran y, especialmente, para fabricar
velas. Es evidente entonces que no se puede soslayar el consumo interno más allá
de la dificultad para medirlo.
La circulación de productos pecuarios tenía un efecto integrador de la
región desde el punto de vista espacial ya que conectaba a las fronteras y a las
zonas de producción agropecuaria con las ciudades-puertos. Además, daba
ocupación a un amplio espectro social, que iba del pequeño productor campesino
o el faenero de la vaquería hasta el exportador de las ciudades principales pasando
en el camino por distintos tipos de transportistas y acopiadores. En este sentido, se
puede afirmar que la producción ganadera y los circuitos vinculados a su
comercialización incidían en la configuración socioeconómica de la región52.
Podemos observar esa integración a partir de las redes de acopio de
algunos de los exportadores de cueros. Juan Pedro Aguirre, por ejemplo, vivía en
Montevideo y fue el mayor exportador de la región durante los primeros años del
virreinato. Entre 1779 y 1784 embarcó, junto a su primo Agustín Casimiro
Aguirre, residente en Buenos Aires, 268.356 cueros53 para la casa Ustáriz de
Cádiz54. Lo que representó el diez por ciento de los cueros salidos del Río de la
Plata en esos años.
A la barraca de Aguirre en Montevideo llegaban cueros de todos los
puntos de la región. Además de los que mandaba su primo desde Buenos Aires55,
recibía lo que Manuel Correa Morales acopiaba para ellos en una pulpería situada
51
Solamente para las carenas de las cuatro fragatas correo anuales que llegaban a Montevideo se
compraron 281 cueros en 1785, 360 en 1787 y así sucesivamente, además de la suela curtida.
AGN, Real Hacienda. Tribunal de Cuentas. Montevideo. Administración de Correos Marítimos.
Manual de gastos de reparaciones de los barcos del Rey, XIII, 15-6-4. Ver: Jumar et al., “El
comercio”, 2006.
52
Azcuy Ameghino, La otra, 2002, p. 60.
53
36.277 desde Buenos Aires y 230.695 desde Montevideo. Garavaglia, Economía, 1987, p. 103.
A lo que agregamos 1.384 cueros embarcados desde Montevideo en 1779 que es el dato que
faltaba en el anexo de Garavaglia. AGN, Real Hacienda. Tribunal de Cuentas. Montevideo. Libro
Mayor de Caja de la Aduana 1779, XIII, 15-8-1.
54
De la que además de ser sus consignatarios en el Río de la Plata estaban vinculados por lazos
familiares. Socolow, Los mercaderes, 1991, p. 33.
55
En los primeros cinco meses de 1783 Agustín Casimiro de Aguirre envío 23.265 cueros a
Montevideo en diferentes lanchas. AGN, Buenos Aires. Aduana. 1783, XIII, 34-4-1 y 34-4-2.
1
4
en el arroyo de Las Vacas en la región de Colonia56. En el año 1783, cuatro
individuos le enviaron 1.210 cueros en total desde Maldonado57. Al año siguiente,
Juan Pedro Aguirre declaró haber comprado 14.528 a varios sujetos y a diferentes
precios entre abril y octubre58. Por otro lado, sabemos que durante el mes de
noviembre del mismo año ingresaron en su hueco59 8.822. La mayor parte, 4.906,
procedían de las faenas realizadas por Antonio Pereyra para la Administración de
las Misiones del otro lado del río Negro. Además, José Núñez introdujo 300 del
consumo del fuerte de Santa Teresa (situado sobre la costa atlántica), Antonio
Monasterio 130 comprados en Santa Lucía y Maldonado, Francisco Sánchez 82
también desde Maldonado, José Estreyte 80 comprados a vecinos de San José,
Vicente Garzón 150 del matadero de Montevideo, Juan Trapani 635 de su propio
matadero y María Francisca Alzaybar 277, Melchor de Viana 240 y José Llorens
240 procedentes de sus estancias60. Este ejemplo refleja la variedad de lugares
desde donde llegaban los cueros (mapa 1) y es, además, un indicio de la red de
vínculos personales en las que se asentaba el exportador para adquirir, transportar
y acopiar la mercancía exportable. El seis de junio de 1784 Juan Pedro Aguirre se
casó con Margarita Gabriela Viana61, hija de la mencionada María Francisca de
Alzaybar, una de las mayores propietarias de tierras y productora de corambre de
la jurisdicción, y sobrina en segundo grado del también mencionado Melchor de
Viana, hacendado, administrador del correo marítimo y de las temporalidades de
Montevideo. En los años siguientes, Aguirre suma a su actividad comercial la de
56
AGN, Don Andrés de Cajaraville contra Manuel Correa Morales sobre cuentas con la
testamentaria de Agustín Casimiro de Aguirre, Sucesiones 3911.
57
El 14 de abril y el 7 de mayo Francisco Flores 320 y 200, el 3 de junio José Ferradell 80, el 4 de
octubre Alejandro Pereyra 220 y el 1º y el 17 de diciembre Juan Peralta 160 y 230. AGN, Real
Hacienda. Tribunal de Cuentas. Maldonado. Cuaderno de alcabala de guías. 1783, XIII, 3.289.
58
AGN, Real Hacienda. Tribunal de Cuentas. Montevideo. Manual de alcabalas. 1784, XIII, 159-4.
59
Un hueco era un sitio o terreno donde se apilaban los cueros. Posiblemente sea en el sitio de 11
varas de frente y 50 de fondo ubicado frente a su barracón que declaró haber comprado el 27 de
marzo. AGN, Real Hacienda. Tribunal de Cuentas. Montevideo. Manual de alcabalas. 1784, XIII,
15-9-4.
60
AGN, Montevideo, IX, 2-4-3.
61
Apolant, Génesis, 1966, p. 415.
1
5
productor, introduciendo en la ciudad-puerto de Montevideo 3.479 cueros, 712
arrobas de sebo y 219 de grasa procedentes de sus ganados62.
Es probable que el caso de Juan Pedro Aguirre haya sido excepcional, pero
es ilustrativo de lo que podía llegar a ser una red de acopio 63. Existieron, de
hecho, diferentes tipos de exportadores con distintas trayectorias: algunos eran
comerciantes que estaban de paso en la región (permanecían unos años y luego se
trasladaban a otra plaza comercial), otros exportaban solamente lo que producían
en sus estancias o era simplemente el capitán del navío que compraba los cueros.
62
Según consta en las relaciones mensuales de cueros, sebo y grasa introducidos a la plaza de
Montevideo. AGN, Montevideo, IX, 2-4-3, 2-4-4, 2-4-5, 2-4-6, 2-5-1, 2-5-2, 2-5-3, 2-5-4, 2-5-5, 25-6, 2-6-1, 2-6-2, 2-6-3, 2-6-4, 2-6-5, 2-6-6 y 2-6-7. Para una crítica de la fuente y un análisis de
sus datos, ver: Biangardi, “Llegar”, 2011.
63
Según Sala de Touron, de la Torre y Rodríguez: “Aguirre ejemplifica el negociante en cueros de
las matanzas incontroladas”. Sala de Touron et al, Estructura, 1967, p. 103.
1
6
Mapa 1. Procedencia de los cueros acopiados por Juan Pedro Aguirre
Fuente: Elaboración propia en línea en www.arcgis.com.
La circulación de productos pecuarios fue objeto de numerosos conflictos
que marcaron la política virreinal. En reiteradas ocasiones los funcionarios
borbónicos tomaron medidas que buscaban limitar las faenas clandestinas,
mantener el stock de ganado y combatir el contrabando. La repetición de las
mismas prohibiciones a través de los años plantea dudas sobre la eficacia de las
instituciones para llevar un control sobre la comercialización. En 1779, 1790,
1791 y 1792 se prohibieron las faenas de ganado sin marca y, sin embargo, en
Montevideo se desafiaba abiertamente esas prohibiciones ya que en algunos
meses el 60 o 70% de los cueros que ingresaban eran orejanos64.
Entre 1784 y 1790 el virrey Loreto mantuvo una política activa en contra
de las faenas clandestinas. Al poco tiempo de su llegada suspendió las faenas
misioneras, reemplazó al Comandante de la Campaña en la Banda Oriental y
reprimió la exportación de cueros ilegales en los puertos. Es probable que esa
política haya sido la causa de las bajas cifras de cueros exportados legalmente
Se denominaba cuero “orejano” al que no tenía marca. Entre octubre de 1791 y diciembre de
1793 se llevo un registro de los cueros que ingresaban a la ciudad porque debían pagar una
contribución para recaudar fondos con el fin de reconstruir la iglesia matriz. La fuente identifica
cuáles eran orejanos porque pagaban una contribución más elevada que los que estaban marcados.
Moraes, “Las economías”, 2011, p. 242.
64
1
7
durante esos años (Gráfico 1) y algunos autores sostienen que implicó un
incentivo para un aumento del contrabando65. Loreto también inició el expediente
sobre el “arreglo de los campos” que suspendió los términos de compras de tierras
realengas hasta 1805, lo que favoreció a los hacendados montevideanos que
habían hecho las denuncias con anterioridad. Ante los controles esas denuncias
funcionaban como un permiso para introducir los cueros en Montevideo ya que
“tienden
reservar a los hacendados las faenas en sus cotos de caza”66 y la
suspensión de las mismas impidió la aparición de nuevos actores durante dos
décadas, al menos de manera legal.
Los hacendados, por otra parte, tuvieron una actividad corporativa en la
que se mostraron como un grupo con capacidad de presión. De 1775 a 1795 se
efectuaron nueve Juntas de Hacendados en Buenos Aires. Hasta 1791 fueron
protagonizadas por hacendados del sur de la campaña, luego se incorporaron los
del centro y norte de la misma y representantes de la parte de la Banda Oriental
bajo jurisdicción de Buenos Aires y de la campaña de Santa Fe67. En 1790 el
Cabildo de Buenos Aires solicitó a la corona la creación de la Mesta en el Río de
la Plata. Al año siguiente, el virrey Arredondo estimuló la organización del
Gremio de Hacendados y dictó un bando por el cual se embargaba toda la partida
de cueros cuando se encontrara un sólo cuero orejano, lo que generó una reacción
por parte de los comerciantes. Ese mismo año, se realizó una Junta en Montevideo
donde asistieron 30 hacendados de la jurisdicción68. En 1797, una Real Orden
incorporó a los hacendados al Consulado de Comercio en un plano de igualdad
con los comerciantes69.
En este punto, surge la necesidad de revisar la categoría de hacendado. En
primer lugar, queda claro que estos actores se autodenominaban de esa manera.
Repasando las listas de los participantes sabemos que muchos también se
65
Ibid., p. 260.
Sala de Touron et al, Estructura, 1967, p. 11.
67
Azcuy Ameghino, La otra, 2002, p. 115.
68
Aunque, al parecer, recién se volvió a realizar otra junta en 1.802 en el contexto de la guerra con
Portugal. Sala de Touron et al, Estructura, 1967, p. 126.
69
Según Jumar y Kraselsky, de esta manera “el rey creó un único interlocutor para mejorar su
dominio económico del Río de la Plata”. Jumar y Kraselsky, “Las esferas”, 2007, p. 22.
66
1
8
dedicaban al comercio70. Todos eran poseedores de tierras, pero en muchos casos
sólo habían realizado las denuncias y los trámites no se habían completado. En la
Banda Oriental, además, el expediente sobre el “arreglo de los campos” impidió,
al menos hasta 1805, completar la apropiación de las tierras realengas71. La
mayoría tampoco se dedicaba a la cría de ganado sino que utilizaban sus tierras
para explotar el ganado cimarrón. La posesión les permitía: recurrir al eufemismo
del ganado “alzado”72 con el que pretendían tener propiedad privada sobre el
ganado salvaje73, utilizar sus tierras como base de operaciones para faenar en las
tierras realengas cercanas y, además, funcionaban como un permiso para
introducir los cueros en los puertos para exportarlos legalmente.
Para el historiador el término hacendado tiene cierta dificultad, ya que
como categoría analítica parece incluir a diferentes sujetos sociales74 y confunde
dos actividades económicas diferentes (la caza de ganado cimarrón para hacer
corambre y la cría de ganado). Parte de la confusión tiene su origen en que en la
actualidad el término tiene en América el significado de: “Estanciero que se
dedica a la cría de ganado”75. Sin embargo, en 1734 el significado se restringía a
otra connotación, que todavía conserva: “Rico, acomodado, y que tiene muchos
bienes y hacienda”. Lo mismo que en 1803: “El que tiene hacienda en bienes
raíces, y comúnmente se dice solo del que tiene muchos de estos bienes”. Lo que
se ajusta perfectamente a los individuos que se reunían en las Juntas de
Hacendados. Además, hacendado es el participio del verbo hacendar que
significaba: “Dar o conferir el dominio de haciendas: lo que hacían
frecuentemente los Reyes con los Conquistadores”76. Así, podemos pensar que
autodenominarse hacendados también era para esos actores una manera de
reafirmarse en su proceso de apropiación de las tierras realengas que todavía no se
había completado. Por otro lado, el término ganadero ha conservado un
significado inmutable de 1734 hasta la actualidad: “El dueño de los ganados, que
70
De hecho uno de los asistentes a la Junta de Montevideo en 1791 es Juan Pedro Aguirre.
Moraes, “Las economías”, 2011, p. 339.
72
El ganado alzado era el que había perdido su querencia buscando agua en períodos de sequía.
73
Pérez, “Tipos”, 1996, p. 166.
74
Azcuy Ameghino, La otra, 2002, p. 175.
75
Real Academia Española, “Hacendado” [on line].
76
Real Academia Española, Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española [on line].
71
1
9
trata de ellos, y hace granjería”. Si bien los hacendados del Río de la Plata
pretendían ser dueños de todo el ganado salvaje con la estrategia de denominarlo
“alzado”, los reiterados bandos combatiendo las faenas clandestinas demuestran
que el resto de la sociedad se resistía a aceptar esa situación77.
Una solución posible puede ser, entonces, utilizar el concepto de
hacendado restringiéndolo a estos grandes poseedores de tierras que se dedicaban
a las faenas de corambre y usar la categoría de productor ganadero para los que se
dedicaban a la cría de ganado. De esta manera, podemos estudiar dos lógicas de
producción diferentes y dos maneras distintas de insertarse en los circuitos de
comercialización de la región.
Por otro lado, es lógico que siendo la actividad económica más dinámica
de esos años, la producción ganadera haya tenido una incidencia en la
conformación de grupos de poder local. En este sentido, Moraes argumenta que en
el proceso de apropiación de tierras y ganados al norte del río Negro un “grupo de
agentes que se autodenominó “hacendados montevideanos” (...) se constituyeron
como un grupo social y fueron consolidando ciertas capacidades para la
construcción de poder”78. Este proceso también se manifiesta en otros lugares y es
visible en los conflictos que se dieron entre los hacendados que residían en las
ciudades-puertos y los grupos locales de las zonas donde tenían hechas sus
denuncias de tierras79. En este sentido, la política de poblamiento de la corona
generó instituciones que fueron utilizadas por nuevos grupos locales como una
instancia de presión hacia las autoridades80 y tuvo, además, consecuencias sobre
el dominio de la tierra que, en la mayor parte de los casos, era el principal objeto
de disputa81.
Según Jumar y Kraselsky: “La reiteración de los bandos en el tiempo seguramente muestran las
resistencias de la población subalterna al igual que la poca voluntad de los exportadores para
fijarse de quién eran los cueros que compraban”. Jumar y Kraselsky, “Las esferas”, 2007, p. 9.
78
Moraes, “Las economías”, 2011, p. 271.
79
Por ejemplo, la disputa entre Juan de Almeyra y un grupo de pobladores de Luján por tierras en
las inmediaciones del fortín de Navarro. Azcuy Ameghino, La otra, 2002, pp. 177-221.
80
Djenderedjian, “Da locum”, 2005, p. 4.
81
Según Djenderedjian: “Si bien sería quizá excesivo decir que, en estas instancias, los grandes
hacendados llevaban las de perder, lo concreto fue que, sobre todo si no residían localmente, sus
posibilidades de ampliar, mantener, de protocolizar formalmente e incluso controlar sus posesiones
se vieron fuertemente contestadas”. Djenderedjian, “Da locum”, 2005, p. 20. De manera similar,
Azcuy Ameghino afirma que “muchos detalles –como medir y valuar los terrenos- de la
77
2
0
Entender cómo se conformaron esos grupos de poder local puede ayudar a
comprender los conflictos que se generaron una vez que desapareció la corona
como instancia de resolución de conflictos, aunque generalmente no hacía más
que mantener el conflicto latente sin resolverlo. Por otro lado, la riqueza ganadera
de la Banda Oriental tuvo también su influencia en los episodios de lucha armada,
como la invasión portuguesa de 1801, y luego de 1810 fue fundamental en el
financiamiento del movimiento artiguista, así como era un preciado botín para los
ejércitos porteño y lusitano.
4. Conclusiones
En síntesis, la región Río de la Plata en el período 1778-1820 se definía
como espacio económico por la interacción entre tres sectores: el complejo
portuario, la producción agropecuaria y las fronteras. Las ciudades portuarias
insertaban la región en los circuitos mercantiles más amplios que la conectan con
el Alto Perú, Paraguay, Chile y Europa, la producción agropecuaria abastecía a las
ciudades-puerto de alimentos y materias primas y las fronteras aportaban gran
parte de la producción exportable y el intercambio con los espacios económicos
vecinos.
Por otro lado, la producción, traslado y comercialización de productos
pecuarios era la actividad económica regional más dinámica. La circulación de las
mercancías de origen ganadero estaba muy ligada a los avatares del comercio
atlántico, porque aportaba los únicos bienes exportables producidos en la región,
aunque también había un consumo interno considerable. El estudio de las redes de
acopio de cueros de los exportadores permite ver cómo esa circulación integraba
el espacio regional.
Además, esa circulación tuvo una incidencia fundamental en la
conformación de grupos de poder local. Los hacendados rioplatenses residentes en
las ciudades-puerto, que se dedicaban más a la faena de ganado cimarrón para
apropiación del espacio rural eran controlados por los miembros de la elite comarcal, y otros
personajes vinculados con ellos.”. Azcuy Ameghino, La otra, 2002, p. 239.
2
1
obtener su cuero que a la cría de ganado, se apropiaron de tierras realengas en las
fronteras, se organizaron corporativamente y se mostraron como un grupo con
capacidad de presión dentro de la política virreinal. En el proceso entraron en
conflicto con los poderes locales que surgieron en las zonas fronterizas al amparo
de la política reformista borbónica. En dichas disputas la corona funcionó como
mediadora pero sin lograr resolver los conflictos de manera definitiva. En esta
situación se encontraba la región cuando estalló la crisis final de la monarquía y el
Río de la Plata, especialmente la Banda Oriental, fue escenario de muchos años de
lucha armada entre varios ejércitos.
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