la construcción del tercer evangelio

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AUGUSTIN GEORGE, S. M.
LA CONSTRUCCIÓN DEL TERCER EVANGELIO
Traditzon et rédaction chez Luc. La construction du troisième Evangile, Ephemerides
Theologicae Lovanienses, 43 (1967) 100-129
Debemos a Hans Conzelmann el haber iniciado un método de aproximación que,
partiendo de una serie de investigaciones sobre puntos concretos del tercer evangelio,
trata de llegar a una síntesis de la teología que dirige toda la obra de Lucas 1 .
Conzelmann se interesa por Lc mismo; establece un método fecundo para el análisis de
la obra a partir de la estructura del libro y de sus representaciones geográficas; llega, en
fin, a una sólida visión de conjunto sobre la concepción lucana de la historia de la
salvación, distinguiendo en ella entre el tiempo de Jesús y el tiempo de la Iglesia. Su
método consiste en escudriñar el pensamiento del evangelista a través de su trabajo
redaccional sobre la tradición evangélica anterior. Evidentemente para este estudio
resulta importante el problema de las fuentes propias de Lucas, de sus relaciones y
diferencias con Mateo y Marcos, de sus semitismos, de las características propias de
Lucas...
Resulta imposible en este trabajo exponer todo el problema del trabajo redaccional de
Lucas. Nos limitaremos a estudiar la construcción del tercer evangelio. En la primera
parte, presentaremos sus rasgos característicos; en la segunda, examinaremos los
motivos que han podido motivar la construcción típica de Lucas.
LA CONSTRUCCIÓN DEL EVANGELIO DE LUCAS
A primera vista el evangelio de Lucas puede parecer muy semejante al de Mateo o
Marcos si nos fijamos, tan solo, en los hechos que relata; pero bajo esta apariencia se
esconden profundas diferencias. En primer lugar, Lucas presenta como rasgo
característico la división de su obra en períodos sucesivos netamente delimitados y
localizados. Estos mismos períodos son los que vamos a estudiar examinando su
delimitación, topografía, contenido doctrinal y función en el tercer evangelio.
Los relatos de la infancia (cc 1-2)
Forman un conjunto -que no pertenece a la predicación apostólica original- claramente
delimitado por su tema, datación y género literario. Son propios de Lc, que usa fuentes
particulares, y su forma, lengua primitiva y origen son objeto de discusión. Lucas
establece un claro paralelismo entre Juan Bautista y Jesús: dos anunciaciones paralelas,
un encuentro de los dos niños en el seno de sus madres, dos nacimientos y
circuncisiones, dos misiones proclamadas en un himno profético, dos breves
anotaciones sobre la infancia de uno y otro. Este paralelismo hace que resalte el
contraste entre los dos niños; contraste expresado hasta en la topografía de los relatos: la
historia de Juan comienza en el templo y prosigue en la región alta de Judea; la de Jesús
comienza en Nazaret, se encuentra con Juan en la región alta, pasa después a Belén y
encuentra su cumbre en el templo de Jerusalén antes de volver a Nazaret. Por su género
literario estos relatos quedan más emparentados, debido a sus semejanzas de forma y
detalles, con las narraciones bíblicas de anunciación y nacimiento del AT (Isaac,
Sansón, Samuel) que con los relatos profanos de las infancias de los héroes. En el
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conjunto del terco; evangelio la función de estos pasajes es definir la misión de Juan
como precursor y la de Jesús como Cristo, y situar ambas en la historia de la salvación,
subordinando el precursor al Mesías y proclamando desde el inicio de su historia el
misterio de Jesús.
La misión de Juan Bautista (3, 1-20)
Aunque también aparece este relato en Mateo y Marcos, Lucas no pone el bautismo de
Jesús en presencia de Juan, y además delimita históricamente este período por el
solemne sincronismo histórico de 3, 1-2, al comienzo, y por la prisión de Juan en 3, 1920, al final. Los elementos son casi idénticos, pero Lucas destaca algunos detalles que
tratan de poner el acento en la separación neta entre el tiempo de Juan y el tiempo de
Jesús. En primer lugar, la cronología está más delimitada en Lucas merced, sobre todo,
a anticipar la relación del encarcelamiento de Juan, dato que en Mateo y Marcos aparece
mucho después. Asimismo marca la separación entre el tiempo de Juan y el de Jesús
mediante la localización topográfica. Sitúa la actividad de Juan "en la región del Jordán"
donde, a diferencia de Mateo (4, 15-25 y 19, 1 ) y de Marcos ( 10, 1) , no aparece
influencia o acción alguna de Jesús.
En el contenido de la predicación del Bautista, Lucas nota los mismos elementos que los
otros sinópticos, pero acentúa el carácter práctico y cotidiano de la conversión y subraya
que Juan no es el Cristo (v 15 ). Finalmente es verosímil que, para Lucas, Juan
pertenezca aún al AT. Mateo ( 11, 12) nos dice: "desde los días de Juan Bautista hasta
ahora el reino de los cielos sufre violencia". Lucas, en cambio, ofrece esta otra fórmula:
"la ley y los profetas llegan hasta Juan; a partir de ahí comienza a anunciarse la Buena
Nueva del Reino de Dios". Este hasta puede interpretarse de modo inclusivo o
exclusivo, pero teniendo en cuenta el interés de Lucas por marcar las diferencias entre
Juan y Jesús -y sus tiempos respectivos- y que reserva a Jesús la predicación del Reino
(4, 43), parece más indicado pensar que Juan pertenece aún al AT.
La predicación inicial de Jesús (3, 21 - 9, 50)
Lucas, en relación con Mi y Mc, delimita más esta sección mediante los cuatro
episodios del comienzo (3, 21; 4, 30) y el prólogo siguiente (9, 51) . Se caracteriza
también esta parte por una topografía original. En Mt y Mc, Jesús comienza su
predicación en Galilea y llega después hasta Tiro, Sidón, Decápolis y Cesarea de Filipo.
Le no menciona ninguna de estas salidas del territorio judío, salvo el breve intento -sin
éxito- hacia la orilla oriental del lago; para él, toda la actividad de Jesús se centra en
Galilea o en Judea, término que -como en los demás autores griegos de su tiempo- debe
designar a todo el país de los judíos, incluida Galilea. Esto responde a la idea de Le de
que la predicación a los paganos no comenzará hasta la Pascua.
En esta sección hay dos adiciones que realzan la importancia de las escenas iniciales: la
genealogía de Jesús y su predicación en la sinagoga de Nazaret.
Este último pasaje ha sido evidentemente anticipado por el evangelista ya que los otros
sinópticos lo refieren más tarde (además Lc habla de milagros obrados en Cafarnaúm, a
donde no ha descendido todavía). Si Lc anticipa esta escena es para resaltar que el
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mensaje de Jesús se dirige a los judíos, en continuidad con el AT que se cumple en Él;
con esto, preludia el sistema de las predicaciones posteriores que comenzarán siempre
en la sinagoga, aun en ciudades paganas (Act 9, 20; 13, 5). La reacción de la gente de
Nazaret prefigura la negativa de Israel, mientras que el recuerdo de los milagros obrados
en favor de los paganos por Elías y Eliseo anuncia que el mensaje será finalmente
dirigido a los gentiles. Esta escena condensa la misión de Jesús en Israel y el "año de
gracia" aparece como el tiempo ofrecido al pueblo de la Antigua Alianza.
Siguen a continuación algunas transposiciones significativas, como la de retrasar la
vocación de los primeros discípulos -que Mc y Mt sitúan al comienzo de la misión de
Jesús- hasta después de los milagros para hacer verosímil su respuesta. El discurso de
las parábolas es abreviado por Le, sin duda para hacerlo más claro. Las dos parábolas
que conserva poseen evidentemente un sentido acorde con el del conjunto del período.
Tras la parábola del sembrador, en la que los misterios del Reino de Dios son confiados
a los discípulos y velados a los demás, la parábola de la lámpara aporta un complemento
interesante: la luz está hecha para iluminar, el secreto para ser conocido; tras la
predicación en parábolas a Israel llegará el día de la claridad de la predicación pascual.
El cuadro topográfico de esta sección muestra que el autor pretende relatar la
predicación de Jesús a Israel, pretensión que se aclara también por la escena de su
predicación en Nazaret y por la significación que el mismo evangelista concede al
discurso de las parábolas.
El contenido doctrinal de esta sección se centra en la proclamación que Jesús hace de la
Buena Nueva del Reino. Apoya este anuncio en su victoria sobre Satanás y en sus
milagros. Admite a los pecadores a la conversión, agrupa a su alrededor a los discípulos,
los asocia a su misión y revela poco a poco su misterio: primero su tarea de profeta,
después su título de Hijo del hombre con sus poderes y su pobreza, sus sufrimientos y
su gloria, y por fin, sus títulos de Mesías y de Hijo de Dios. Esta revelación progresa
hasta el fin del período, en el que aparece como dato nuevo el anuncio de la muerte y
resurrección del Hijo del hombre. Así, Lc hace de la primera parte de la predicación de
Jesús el tiempo del anuncio de su misterio a Israel, mientras que las partes siguientes
tendrán como fin el cumplimiento de este misterio.
La subida de Jesús a Jerusalén (9, 51 - 19, 28)
Tanto por su extensión como por su significación e importancia, esta sección claramente delimitada por su introducción (9, 51) y su final ( 19, 28)- es la más original
en comparación con los relatos de Mt y Me.
La topografía de este viaje es muy vaga. Lucas repite varias veces que Jesús "va de
camino hacia Jerusalén", pero ofrece pocos datos concretos de tipo geográfico: una
aldea samaritana, Jericó, "entre Samaria y Galilea", "cerca de Jerusalén". El examen de
conjunto de las indicaciones topográficas de esta sección nos revela varias anomalías:.
las imprecaciones de Jesús contra Cafarnaúm, Betsaida y Corozaín aparecen demasiado
tarde (10, 13-15), después de comenzado el viaje a .Jerusalén; la imprecación contra
Jerusalén (13, 34-35), por el contrario, aparece demasiado pronto, antes de su llegada a
la ciudad. La construcción del viaje se presenta bastante artificial. Todo ello nos hace
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pensar que el autor pretende agrupar elementos evangélicos en un cuadro significativo
en vez de localizar los hechos en un itinerario preciso.
¿Cuál es el sentido de este viaje? El texto nos ofrece varios indicios para tratar de
responder a esta pregunta. Según 9, 51 el motivo es la aproximación de su "tiempo".
Este viaje es una marcha hacia la muerte. Se nos relata la angustia de Jesús ante el
bautismo que debe soportar, el anuncio de su próximo fin como conviene a todo profeta,
la necesidad de sufrir impuesta al Hijo del hombre. Con todo, Lc no puede separar la
muerte de la gloria y así lo expresa en la mención inicial de la ascensión, en el anuncio
del día del Hijo del hombre o de su resurrección y en la parábola del pretendiente que
vuelve investido de su realeza.
Pero esta perspectiva cristológica parece no agotar toda la significación que Lc da a este
viaje: en toda la sección abundan las lecciones que Jesús da a sus discípulos -desde la
perspectiva de su partida- sobre la oración, la abnegación, el dinero, etc., que subrayan
la intención didáctica del viaje.
Existe aún un punto de suma importancia: la mayor parte de los pasajes tienen lugar en
territorio judío, puesto que en ellos se habla de escribas y fariseos, e incluso de una
sinagoga ( 13, 10), Pero el hecho de que al principio y al final del relato haga una
mención de Samaría, debe tener algún significado. Son varios los que han pensado en
una prefiguración de la misión de los apóstoles a los paganos, subrayada en la misión de
los setenta y dos. Esta misión debe implicar para Lc una doble significación: la misión
no está reservada a los doce (y así prepara sus relatos -en los Hechos- sobre la
predicación de Esteban, Felipe, Bernabé o Apolo) ; y en segundo lugar el número de 72
discípulos corresponde al número -para el judaísmo de entonces- de las naciones
paganas. Puede pues indicar que la misión de los discípulos es una prefiguración de la
ulterior misión entre los paganos.
JESÚS EN JERUSALÉN (19, 29 - 24, 53)
La tercera parte de la misión de Jesús está situada en Jerusalén y se divide en tres
secciones.
a) La predicación de Jesús en el templo (19, 29 - 21, 38)
Mt y Me sitúan toda esta sección -hasta la pasión- en el templo, salvo el discurso
escatológico, pronunciado en el monte de los olivos, y las noches pasadas en Betania.
Le sitúa también en el templo el discurso escatológico, incluyendo las dos notas
generales sobre la predicación de Jesús, al comienzo y al final de la sección. En cuanto
a las noches correspondientes afirma que Jesús las pasa en el huerto de los olivos, sin
duda para notar que no abandona Jerusalén.
Conzelmann, basándose en estos datos topográficos, establece la hipótesis de que,
según Le, Jesús no entra en Jerusalén hasta la pasión. Esta hipótesis de Conzelmann no
parece que tenga suficientemente en cuenta todos los datos. Le, en efecto, no separa el
templo de la ciudad, y la escena de los vendedores no puede ser interpretada con
demasiada facilidad como la toma de posesión del templo, cuya ruina se predice a
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continuación. Pero, sobre todo, hay que subrayar dos perícopas de Lc sobre Jerusalén.
En la primera (19, 41-44) Jesús reprocha a Jerusalén su ceguera por no haber sabido
reconocer el momento de su visita y prenuncia el sitio de la ciudad, la matanza de los
niños, etc. Todo converge en mostrarnos a Jesús investido de realeza mesiánica y
sancionando con su juicio el rechazo de la ciudad. En la segunda (21, 20-24) vuelve a
reasumir el tema del anuncio del juicio describiendo el sitio y la ruina de Jerusalén. En
resumen: con estas dos perícopas, se nos da una significación original de la
predicación de Jesús en Jerusalén: constituye su última advertencia a la ciudad, la
"visita" que pone en juego su trágico destino; y antes de su resurrección le ofrece un
último signo, el del profeta Jonás a Nínive: el de su ruina. Sin duda hay que ver en esta
perícopa un trabajo redaccional de Lc a partir de los acontecimientos del año 70.
b) La pasión de Jesús (cc 22-23)
Es ésta la sección en que más elementos nuevos presenta Lc en relación con Mt y Me.
Acaso es probable que se haya servido de fuentes propias, pero sin ninguna duda
conocía las tradiciones de Mt y Me, por lo cual cuando se aparta de ellos lo hace a
ciencia y conciencia. Como rasgos característicos de la narración de Lc podemos notar
los siguientes.
1) Al ser Satanás el inspirador de la traición de Judas, Lc omite la unción de Betania
que en los otros sinópticos aparece como la motivación de tal hecho.
2) El relato de la institución de la eucaristía está dispuesto en forma paralela a la
celebración de la pascua antigua. Viene seguido por un amplio discurso, muchos de
cuyos materiales están repetidos en Mt y Me, pero que tiende a centrarse en el tiempo
de la Iglesia que va a comenzar: promete a los doce participar en su realeza, les
exhorta a "servir" como Él y anuncia a Pedro su función así como la época de lucha
que la pasión va a inaugurar para sus discípulos.
3 ) La redacción de Lc de la "agonía" en Getsemaní señala, más que Mt y Mc, la
lección que implica para sus discípulos; y la aparición del ángel, según una tipología
familiar a Lc, señala algunos rasgos comunes entre la prueba de Jesús y la de Elías.
4) A lo largo del relato, Lc introduce adiciones de su propia tradición que señalan temas
queridos para él: la presentación de Jesús ante Herodes opone la realeza de Jesús a la de
un pequeño tetrarca humano; las palabras dirigidas a las hijas de Jerusalén vuelven
sobre el anuncio de su destrucción; el episodio del buen ladrón ilustra la doctrina del
perdón y destaca la realeza de Cristo, tema que parece condicionar todo el relato de la
pasión en Lc.
5) Las últimas palabras de Jesús no son de queja, como en Mc y Mt, sino de confianza,
más fáciles de comprender para sus lectores griegos. Lc no presenta al centurión
proclamando la filiación divina, pero compensa esta omisión con la invocación de Jesús
al Padre. Así su última palabra responde a la primera (2, 49) y proclama su filiación
divina.
Considerando todos estos elementos se evidencia que Lc trata de expresar con claridad
su enseñanza: presenta la pasión como el asalto supremo de Satanás, y la cena como la
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institución de la Pascua nueva; señala el perdón de Jesús y su oración; destaca sobre
todo a Jesús como maestro que enseña a sus discípulos, como profeta, nuevo Elías,
servidor, rey e Hijo de Dios. Para Lc la pasión es la suprema revelación de Jesús y su
última enseñanza.
c) La resurrección de Jesús (c 24)
El capítulo final consta de tres episodios: el sepulcro vacío (única perícopa que
encuentra paralelismos en Mt y Mc ), los discípulos de Emaús y la aparición a los once.
Acaba todo con la ascensión y acción de gracias de los discípulos en el templo, donde
comenzó el evangelio. Todo este conjunto posee una fuerte unidad de acción, lugar y
tiempo.
La localización de las apariciones en Jerusalén y la prohibición de salir de la ciudad
contrasta con la tradición de las apariciones en Galilea, que Lc ciertamente conoce. Pero
el callarlas ayuda a mantener la sencillez de construcción de sus dos libros: ha
construido el evangelio como una subida a Jerusalén y los Hechos como la irradiación
del mensaje a partir de Jerusalén. Esta construcción exige algunas libertades y silencios,
muy de acuerdo por lo demás con la historiografía antigua, pero tiene la ventaja de
ofrecer una simetría perfecta y unitaria del acontecimiento pascual.
Este mismo propósito es el que da a su capítulo 24 una unidad de tiempo tan notable
como artificial. Todos los sucesos narrados acontecen en un día. De hecho, su narración
hasta la ascensión no puede limitarse a un solo día; es más, Lc sabe que durante
cuarenta días el Señor proporcionó a los once "numerosas pruebas" de su resurrección
(Act 1, 3). Pero como su perspectiva es más teológica que cronológica, quiere presentar
en una sola escena la totalidad de la revelación pascual: la realidad irrefutable del
cuerpo del Resucitado, la revelación de su señorío, la misión que confía a sus discípulos
y que les convierte en apóstoles. Este día es el día de la Pascua, la cima del evangelio, el
fin del tiempo de Jesús. Pero también es el comienzo de un nuevo período.
Todos los evangelistas saben que la resurrección es el punto de partida de la misión
apostólica, pero Lc es el único en dedicarle todo un libro a parte, señalando netamente
la distinción entre el tiempo de Jesús y el tiempo de la Iglesia. Por eso el evangelio
termina con la glorificación del Hijo a la derecha del Padre y los Hechos comienzan con
la invitación a los apóstoles a emprender la misión. Pero Lc sé preocupa también por
señalar claramente la unión entre los dos tiempos: todo el libro de los Hechos está
referido a la aparición del Resucitado a los once. Y es ella la que ilumina la predicación
de la muerte y resurrección de Cristo -contenidas en la escritura-, la llamada a la
conversión por el perdón de los pecados, la misión a todos los pueblos, la misión de
testigos encomendada por Jesús a sus apóstoles y la venida del Espíritu Santo que les
posibilitará dar testimonio de Él.
Resumen de lo analizado
Como conclusión de todo el análisis que hemos hecho sobre la construcción del tercer
evangelio, podemos enumerar -a modo de resumen- tres rasgos característicos.
AUGUSTIN GEORGE, S. M.
1) Le ha pretendido señalar en su evangelio divisiones más marcadas que la tradición
anterior. Esto es clarísimo en el período de Juan Bautista y de la subida de Jesús a
Jerusalén.
2) Lc es el único que destaca el período de misión apostólica señalando las diversas
fases de la misión entre los gentiles.
3) Las secciones de Lc aparecen frecuentemente marcadas por su localización
topográfica y corresponden a fases de la revelación de Cristo, por lo que son tiempos de
la historia de la salvación.
LOS MOTIVOS DE LA CONSTRUCCION DE LUCAS
¿Cuáles son las razones que han movido a Le a introducir toda una serie de divisiones
en la tradición evangélica? Podría tratarse de un motivo literario propio del gusto de la
época, como sería el caso del prólogo con el que comienza sus dos libros, la redacción
de algunos discursos de los Hechos, o la referencia a la cronología oficial de su tiempo.
Pero Le no quiere limitarse a ser un historiador más o menos ilustrado. Los hechos que
él narra son hechos divinos. Su historia es la historia de la salvación. Si distingue en ella
períodos es porque descubre fases sucesivas de la acción divina.
Las cuatro secciones del evangelio
En su evangelio los motivos de su división son suficientemente claros. Si refiere el
tiempo de Juan Bautista al AT, separándolo del tiempo de Jesús, la causa nos la pueden
ofrecer los Hechos: Le cuenta que Pablo se ha encontrado en Éfeso con unos neófitos
que no conocían más que el bautismo de Juan y que nunca habían oído hablar del
Espíritu Santo (Act 18, 25; 19, 2-3). Es. pues, para señalar que la salvación se nos da
cumplida en Jesucristo por lo que referirá a Juan al tiempo anterior.
En cuanto a la división en tres períodos de la misión de Jesús, tiene una doble
motivación: quiere mostrar que toda la revelación de Jesús está centrada en el misterio
de su muerte, que el cumplimiento de esta revelación tiene lugar en Jerusalén, centro de
la revelación antigua y punto de partida de la nueva.
La división entre evangelio y Hechos de los Apóstoles
La división entre el evangelio y los Hechos ha sido atribuida a motivos diversos y ha
originado importantes discusiones.
a) Conzelmann piensa que fue el retraso de la parusía lo que llevó a Le a distinguir el
tiempo de Jesús y el tiempo de la Iglesia. La Iglesia primitiva no hacía esta distinción ya
que esperaba de un momento a otro la venida del Señor. Al retrasarse ésta, Lc habría
concebido el tiempo de la Iglesia como una forma de permanencia triunfal de Cristo
entre los suyos. Conzelmann se basa en consideraciones frecuentemente válidas, como
la "desescatologización" de los discursos escatológicos, por ejemplo el de la ruina de
Jerusalén, cuyo acontecimiento histórico él mismo ha constatado.
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¿Pero es necesario explicar esto por el escándalo de la demora de la parusía? Son varias
las razones que pueden cuestionarlo. En primer lugar, Le conserva varios logia sobre la
inminencia del juicio (18, 8; 21, 32) y además se atiene a la enseñanza de Jesús sobre la
incertidumbre de la hora (12, 35-40; 17, 22-37; 21, 34-36). Por otro lado, un buen
número de quienes consideran que el retraso de la parusía fue un grave problema para la
Iglesia primitiva creen que este motivo influyó antes sobre la tradición, y que no se trata
de un rasgo típico de Le. En fin, no es claro que Jesús haya formulado un anuncio
inminente de su vuelta, aunque presente el juicio como inminente, lo cual es una ley
constante del género profético, familiar para sus oyentes. Junto a estos anuncios, Jesús
ha previsto que su obra le sobreviviría, y para eso ha elegido y formado a los doce.
Habrá, por tanto, otras razones que hayan conducido a Lc a tomar conciencia de la
nueva perspectiva.
b) La primera novedad del tiempo de la Iglesia es el don del Espíritu de los discípulos.
Aunque Le ha presentado ya en el evangelio de la infancia hombres inspirados por el
Espíritu -como Juan Bautista, Isabel, Zacarías y Simeón-, éstos pertenecen al AT y han
recibido el Espíritu por el mismo título que los profetas de antaño. Lc muestra a Jesús
concebido del Espíritu e investido de su plenitud en el bautismo, pero hace notar que
Jesús no está subordinado al Espíritu, y es el único en señalar que es Jesús quien lo
envía. Este envío del Espíritu por Jesús es lo que constituye para Le el primer
acontecimiento del tiempo de la Iglesia. El Espíritu es prometido por Jesús y su palabra
se cumple el día de Pentecostés. Es concedido a los doce y a los predicadores y
misioneros para anunciar la Palabra y dar testimonio de Jesús, y al mismo tiempo es
otorgado al pueblo para que se constituya en el pueblo mesiánico anunciado por los
profetas.
Le ha constatado personalmente la presencia del Espíritu en la Iglesia y su intervención
en la predicación apostólica. El Espíritu es el lazo de unión entre el tiempo de Jesús y el
tiempo de la Iglesia, al igual que lo es en relación al tiempo de los profetas. Distingue
esos tres tiempos porque en ellos la acción del Espíritu es diversa (la inspiración del
profeta, la plenitud de Jesús, los carismas). Hay motivos, por tanto, para pensar que la
experiencia que Le ha hecho del Espíritu es una de las fuentes importantes en su
división en la historia de la salvación.
c) El hecho de la predicación apostólica es otro de los motivos que ha debido llevar a
Lc a distinguir entre el tiempo de Jesús y el de la iglesia. Durante la misión de Jesús, la
actividad de los doce ha sido muy limitada, ya que necesitan una comprensión radical
del mensaje y de la persona del maestro. Todos los evangelios refieren la toma de
conciencia por parte de los apóstoles de su misión de predicadores a la aparición del
Resucitado. Le redacta el mensaje pascual en términos de predicación apostólica y
consagra todo un libro a presentar esta predicación ya que la expansión de la Iglesia a
partir de Pentecostés es un hecho que le ha llamado poderosamente la atención. Su
vocabulario destaca la novedad que representa: más de veinte veces la caracteriza como
testimonio. De las tres veces que se alude e n el evangelio de Le al testimonio, dos se
refieren a la misión futura de los apóstoles y una es una fórmula corriente sin alcance
técnico (9, 5). Antes de Pentecostés Lc dice una vez que los doce "evangelizan" durante
su breve misión en Galilea, pero en los Hechos aplica catorce veces este verbo a la
actividad de estos misioneros. En fin sólo después de Pentecostés habla Le de la
"enseñanza de los apóstoles" y de la de sus colaboradores. Además, a partir de la
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resurrección Jesús enseñará a los discípulos la interpretación de las escrituras y les
abrirá su sentido que se irá desarrollando en los textos kerigmáticos.
d) La predicación del mensaje apostólico no ha tardado en desencadenar la persecución
contra los discípulos de Jesús. La tradición conserva numerosos logia de Jesús que
anunciaban tal suerte para sus seguidores y Le añade algunos datos más, al narrar cómo
se ha cumplido en los primeros días de la Iglesia: con la intervención del sanedrín
contra Pedro y Juan y contra los doce, con la muerte de Esteban y con los ataques
posteriores contra la iglesia de Jerusalén, contra los fieles de Damasco, contra Pablo,
Santiago y Pedro. Estas experiencias le llevan a distinguir entre persecución y
tribulación escatológica (fenómeno que ya hemos notado en su discurso escatológico,
distinguiendo entre el tiempo del fin y la tribulación y ruina de Jerusalén). Uno de los
datos que aclaran el que Le vea la persecución como un acontecimiento histórico -y no
escatológico- es que no la considera como un hecho ineludible y necesario, sino que
busca el modo de defenderse de ella. El hecho, pues, de las persecuciones ayuda a Le a
comprender la novedad de los tiempos que siguieron a la pasión dé Jesús.
e) La misión entre los paganos es para Lc otro de los hechos que le hacen diferenciar el
tiempo de Jesús del tiempo de la Iglesia. La tradición evangélica conoce, desde el
comienzo, anuncios hechos por Jesús sobre la salvación de los gentiles. Lc insiste en
que tal acontecimiento no ha comenzado hasta después de Pascua. Su evangelio, en
verdad, contiene numerosos anuncios de la salvación ofrecida a los gentiles, pero para el
evangelista no son más que anuncios. A diferencia de Mt y Me no refiere ninguna
actividad de Jesús entre paganos y no incluye antes de Pascua ningún anuncio explícito
de la misión de los discípulos entre los gentiles. Sólo después de la resurrección confía
Jesús a sus discípulos la tarea de proclamar el mensaje cristiano a las naciones. El libro
de los Hechos nos deja ver también la dificultad con que los doce han ido tomando
concienc ia de su misión universal: es necesario que el Espíritu intervenga para llevar a
Pedro a bautizar a Cornelio, y es necesaria la iniciativa de los helenistas y de Pablo para
que se organice la predicación de los gentiles.
Conclusión
Parece, pues, que Le ha sido llevado a distinguir entre los tiempos de la Iglesia y de
Jesús debido a la experiencia de hechos nuevos que caracterizaban a la Iglesia de su
tiempo: el hecho del Espíritu, el de la predicación apostólica, el de la persecución y el
de la misión entre los gentiles. Todos estos hechos, desconocidos en el tiempo de Jesús,
son los rasgos que definen el hecho único de la Iglesia que se organiza y se desarrolla en
el tiempo. Lc ve este tiempo como la prolongación normal del tiempo de Jesús. Jesús ha
anunciado y preparado estas novedades durante su vida terrestre. Su resurrección es el
punto de partida de los nuevos acontecimientos y Él los dirige y realiza, ahora. como
Señor por el poder de su Espíritu. Para Le la Iglesia es, precisamente, la obra que Jesús
ha querido.
La división del tiempo en Le manifiesta, en primer lugar, el progreso de la acción divina
en la revelación y la realización del misterio de salvación. Jesús revela y cumple en
Israel el anuncio del AT hasta Juan Bautista. Los apóstoles lo proclaman hasta los
confines del mundo. Así el designio de Dios sigue realizándose en la historia y esta
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prolongación resalta la iniciativa soberana de Dios, "su sabiduría infinitamente
multiforme" y su poder.
Para los oyentes del mensaje estas fases sucesivas constituyen las etapas de una
pedagogía. Poco a poco aprenden a conocer los diversos aspectos del misterio.
Escuchan así la llamada a conocerlo y participar en él más profundamente: por la
conversión, por las breves misiones en país judío, por la comunión con el misterio de la
cruz, por el testimonio a dar del Resucitado, por la edificación de su Iglesia. Mediante
estas etapas sucesivas, toman conciencia cada vez más de ser los responsables de la obra
de salvación.
Notas:
1
El autor se refiere explícitamente a la obra «Die Mitte der Zeit», de la que se ha dado
ya cuenta en el articulo de Léon-Dufour, presentado en este mismo número de la
Revista (N. del T.).
Tradujo y condensó: CARLOS ESCUDERO
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