La militarización del Tercer Mundo

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Comercio Exterior, vo l. 35 , nú m . 3,
M éx ico, marzo de 1985 , pp. 203-204
r creer Mundo
La mil t
Consc
J
l
1ra
Id sarrollo
a militari zac ión actu al de los países en desa rro ll o, co n algunos matices qu e mencio naré desp ués, pa rece un a receta in falibl e para c rea r conflictos arm ados intern os y exte rn os . Perm ítase me sostener esto como un a creencia, o un a prem isa, suj eta
a di sc usión o rec hazo. Sin embargo, si se acepta esta premi sa,
se pu ede sostener qu e tales co nfli ctos co ndu ce n al empob recimi ento relativo de los países de l Tercer Mund o. El desa rro ll o, como qui era qu e se le defin a, pu ede co nseguirse só lo en la paz,
ya sea dentro de un a nación , ya sea con otros pueb los, vecinos
o lejanos. En algunos casos las tensio nes qu e provoca el desa rrollo pu eden amenaza r a la paz, pero debe n reso lve rse a ti em po
medi ante proces os democráti cos y negoc iac io nes, no po r la violenc ia. Por desgrac ia, esto no se consigue siemp re .
M ás qu e sustentar estas afirm ac io nes co n ejem plos hi stó ri cos
del siglo pasado o co n la ex peri enc ia más reciente de los pa íses
en desa rrollo, me gustaría argum enta rl as en té rmin os más generales y a la luz de la ex peri encia co ntempo ránea, diga mos a pa rtir de la posguerra. Debe tenerse en cuenta ta mbi én la carre ra
arm amenti sta, así com o las riva lid ades de las superp ote ncias y la
posibilidad de un confli cto entre ell as. En el pasado, la guerra generalm ente provocó se ri os retrasos de l c rec imi ento eco nó mi co
y desperdi cio de la potenc iali dad de desa rro ll o. Se pu eden mencion ar como ejemplo los casos de mu c hos pa íses lat inoa meri canos en el siglo XIX y la destru cció n qu e provocó la Revo lu ció n
mex ica na.
Por militari zac ió n entiendo, en este co ntexto, el c rec imi ento
excesivo del aparato militar, es dec ir, un proceso en el q ue se
asigne más de un porce ntaje modesto del PI B (3 o S po r ciento)
o de las importac io nes (5%) a la compra de arma s y eq uipo co mpl ementario y al mantenimi ento de las fuerzas arm adas . Todos
los países en desarrollo requi eren un mínim o de gasto y rec ursos
rea les para mantener el ord en y la segurid ad intern os y pa ra vigilar sus fronteras. Es muy difícil establ ecer co n prec isió n el umbral
a partir del cual resultaría gravo so para el desa rroll o el gasto mili tar, medido como po rcentaje del PI B o de los ingresos de di visas
de un país . Las razon es son va ri as: en prim er lu ga r, el desa rro ll o
es un proceso dinámi co, sujeto a facto res positi vos y a va ri os ti pos de restri ccione s; en segund o términ o, algunos países en desarrollo ti enen abund antes rec ursos econó mi cos; en tercer luga r,
no hay garantía alguna de qu e los rec ursos no destin ados a la defensa se utilice n jui ciosa mente para el desa rro ll o y, po r últim o,
aunqu e no de menos importancia, la info rm ac ió n para cuanti fica r el numerador y el deno min ado r de las relac io nes mencio nadas está suj eta a grand es márgenes de erro r.
Se sa be de sobra q ue el In stituto de In vesti gac io nes so bre la
Paz, de Estocolmo (SIPRI) , hace estim ac iones del gasto de defen-
* Pres idente d e El Co legio de M éx ico . Esta pon encia se presentó en
la To m Sli ck Co nference o n World Peace, rea li zad a en la Uni ve rsid ad el e Tex as, en A ustin , el 20 el e febrero de 1984. [T raducc ió n del
in glés de José d e j es ús Sobrevill a.]
VÍCTOR L. URQUIDI *
sa de la mayo r parte de los países. Sin embargo, debe admitir qu e
la in fo rm ac ió n en la cual basa sus cá lcul os pu ede esta r equi vocada hasta en 50 %. 1 Sin d ud a, hay un a relació n in ve rsa entre gasto milita r y desa rro ll o: a medid a qu e crece n las pro porcion es d el
prim ero di sminu ye n los rec ursos (m ateriales, hum anos, fin ancieros y de orga ni zac ió n) qu e pu eden dedi ca rse al segund o . Ma ntener erogac io nes bé licas elevadas durante largos períodos, co m o
ha oc urrid o, po r ejem plo, en mu c hos pa íses del Medi o Oriente,
del sud este de Asia, de Améri ca del Sur y del Ca ribe, perpetú a
la po breza, medid a po r el in greso rea l per cá pita o po r la d isponibilid ad de bi enes y se rvicios básicos, impid e el desa rroll o soc ioeco nómico o di sminuye consid erabl emente sus posibilid ades y
afecta la buena o rga nización de la soc iedad para esos fines. Cualquier pe rso na qu e haya estado, como yo, en El Ca iro en 1947
y lu ego en 1973, es decir, un cuarto de siglo despu és, no pued e
dejar de con cluir qu e se ha sac rifi ca do el ni vel de vid a de tod a
un a ge nerac ió n de egipcios. Esto es algo qu e se palpa, qu e se v ive, en las ca ll es de esa ciu dad . Co n segurid ad hay otros factores
qu e expli ca n esta situ ació n, pe ro sin dud a la militari zació n y la
guerra ti enen gran pa rte de culpa. Un o pu ede aventurar pensami entos simil ares so bre países de A méri ca Latin a -A rge ntin a sería el ejemplo sob resa li ente- o del sud este de Asia.
Tambi én es necesa ri o co nsid erar las distintas eta pas 'del desarrollo. Se ha sostenido que la producción de arm as puede ser pa rte
del p roceso de indu striali zac ió n en ciertos países, y qu e entre las
uni dades de produ cc ió n se establ ece un a re lac ió n de apoyo recíproco. Esto es mu y dudoso, aun en pa íses co mo Brasil. Herb ert
Wul f, de la Re pública Federal de Al emani a, sostu vo en un a ponencia prese ntada en el Séptim o Co ngreso Mundi al de la Asoc iac ión Intern ac io nal de Eco nomía, ce lebrado en M ad rid , en septi embre de 1983 , 2 qu e la indu stri a mod ern a de arm amentos,
dada su co mpl eja tec nol ogía, ti ene pocos efectos positi vos en la
eco no mía de un país en desa rroll o y qu e, inclu so, aum enta la d ependencia co n res pecto al exterior debido a los co mpo nentes e
in sum as impo rtad os, a la tec nología fo ránea (adquirid a medi ante li ce ncias) , a los técni cos e ingeni eros de otros países, y as í
sucesiva mente. ·¿Está Brasil en un a situ ac ió n mejor grac ias a qu e
produ ce ciertas arm as y algún equipo militar? ¿Está M éx ico, y en
espec ial su indu stri a manufacturera, peo r po rqu e no tiene esa
produ cc ión?
Estas paradojas requi eren más análi sis d el qu e es posibl e en
la actu alid ad, aun en ce ntros de in vesti gac ió n espec iali zados, de
los c uales no hay mu chos. 3 Yo añadiría qu e si, como pa rece, pa rl. Según F. Blac kaby y T. O hl so n, " nu estro co nocimiento . sob re tod o estad ísti co , el e este sector es excesivamente defi ciente" y " nuest ra inform ac ió n sob re el gasto militar es fragmentaria, con granel es márge nes
el e error " . Véase " M ili ta ry Expe ncl it ure ancl th e A rm s Tracl e: Problems oi
the D ata", pon encia prese ntada en un a mesa redonda so bre " Ga sto m ilitar, crecim iento y fluctua cion es eco nómi cas" , orga ni za da en París por
la Asoc iac ión Internac ional de Eco nomía, del 7 al1 2 el e junio el e 1982.
(De próx im a publicación po r M acmil lan, Londres.)
2. Véase el trabajo efe H . W u lf en este núm ero el e Comercio Exterio r.
3. /bid.
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te de la producción de la industria de armame ntos se rea liza en
los países en desa rrollo con ayuda de la invers ión extra nj era di recta, se gen era una carga ad ic io nal para el país . Que en algunos
casos se exporte parte de la prod ucción -ejemplifiquemos de nuevo co n Brasil- no necesariamente resulta benéfico, excepto cuando se trueca por un bi en de importación indi spensab le, como el
petróleo en ese país sudame ri ca no.
Co nviene recordar asimismo q ue una indu stri a de armam entos no sólo se establece en un país en desarrol lo por razones exc lu sivamente económicas . Esto es, la evalu ac ión eco nómi ca de
costo-be neficio es apenas un elemento en el compl ejo co njunto
de dec isiones qu e deben adopta rse para em barca r a un país en
la producción de armas. Ta l multipli cidad de factores milita c iertamente contra la idea de que la industria bélica co ntribuye a lograr un proceso de industriali z¡¡c ió n eficiente.
La creac ión de emp leo tampoco es tan importante como algunos piensan . Si es verdad q ue la Indi a empl ea a cerca de 300 000
trabajado res en ·su industria de armame nto, esa cifra represe nta
só lo 0.3% de la fue rza laboral de ese país, según se estima. In cluso Francia ocupa apenas algunos trabajadores más en su industri a militar, au nqu e sí exporta una gran parte de su producción
y cuando menos genera divisas. Sostengo, por lo tanto, qu e los
países en desarrol lo están en pos ibilid ad de adoptar formas mucho mejores de crear empl eo .
Desde luego, la argumentac ión podría invertirse, pues si no
se produ ce n armas se necesita importarlas. El aparato políticomilitar ejerce obviamente una demanda de armas. Las guerras y
los co nfli ctos modernos, así como la seguridad nacional , requ ieren arm as co mpl ejas y costosas qu e deben importarse u obtenerse mediante ayuda exte rn a. Al parecer, y esto se apoya en una
amp lia literatura, crece sin cesa r la parti cipación del Tercer Mundo en el intercambio de arm amento a través de cana les comerciales, así como en las importaciones mundiales de esos productos
bélicos. Sin embargo, además de la demand a hay que cons id erar
siempre la oferta. En el caso de ésta, ex iste una activa competenc ia entre proveedores. A lgunos países en desarrollo ricos en recursos -e n particular los petro leros del M edio Oriente y, tal vez,
en alguna época Irán- pueden " permitirse" la importación de
armas mu y modernas y compl ej as, en el sentido de que disponen de recursos financ ieros abundantes. De hecho, con el petróleo se pagó el eq uipo bélico en varios casos, y aun sobró dinero.
No obstante, la .mayor parte de los países en desarrollo está en
una situ ac ió n diferente; dados los efectos normales del desa rrollo en la balanza de pagos (es decir, la aparición de un défic it estru ctural en cuenta co rri ente), gastar en arm as las divisas escasas
ti ene como consec uencia graves restricc iones en otras im portacion es, las cuales pueden ser, en una gran proporción , de productos necesarios, ta les como alimentos, bienes intermedios y de
capital , por ejemplo . Además, la co mpra de armamento en el exterior provoca a menudo graves d ificu ltades de divisas, devaluac ion es y otros fenómenos que podrían evitarse con una políti ca
distinta.
La militarizac ión ex ige también mantener grandes ejércitos en
la mayor parte de los pa íses en desarro ll o. Se ha sostenido qu e
la co nsc ripc ión es un a forma de c rear empl eo, educar a los ana lfabetos, adiestrar a los trabajadores, ampliar el cuid ado de la salud , y lograr otros efectos soc iales sim ilares. Esto pu ede ser cierto
en algun a medida, pero no es gratu ito. Sostengo, en ca mbio, qu e
es posible, y preferibl e, crea r emp leo y proporc ionar edu cac ión ,
sa lud y capacitación de manera pacífica y directa, medi ante programas de desa rro ll o eco nóm ico y socia l.
militarización del tercer mundo
La militarización exces iva per se impl ica desperdicio eco nómico tanto en sí misma -y se podría añadir que la mayor pa rte
de las comp ras militares está vinculada a un a gran dosis de
co rrupció n- co mo por sus efectos en otras actividades. No hay
razó n conv ince nte algu na para sostener que la mi litarización entraña benefic ios eco nó micos rea les para un país en desarrollo,
co mo qu eda de reli eve si se rev isa la literatura reciente sob re este tema 4
El problema debe verse también en relac ió n co n la po lít ica internacional. La rival idad entre las superpotencias y sus efectos regiona les en el Terc er Mundo están est imul and o de manera in ev itab le la mi litarizac ió n de los países en desarro llo en la med ida
en qu e éstos, o algunos de ellos, toman partido o se sienten amenazados por un a de aq uéll as. Los países in dustrial izados, tanto
los de merca do (occ id entales capitali stas) co mo los de eco nomía
centralm ente pl anificada (soc iali stas) se comprometieron algu na
vez a promover el desa rrollo del Tercer Mund o . Aunque nun ca
se llegó a un acuerdo pleno en la Asa mbl ea General de las Naciones Unidas, ni en su sistema y organ ismos, sí se decidió transferir un a pequeña parte de la producc ión total a los países en desa rrollo más neces itados, med iante convenios multil atera les y bilatera les, a fin de promover su eco nomía. En los últimos años,
de ac uerd o con la inform ac ió n de la OC DE, no se ha progresado
en el logro de esas metas . A l co ntrario, los datos mu estran mo ntos absolutos esta ncados (inclu idas las transferencias desde los países socia listas) o verdaderas disminucion es, con una o dos excepciones notables. A las ju stificacion es relac ionadas co n las decepcion es sobre la ayuda, con la crític a de l co ncepto mi smo de ayu da internacio nal y con las difi cultades políticas de que diferentes
par lamentos o cuerpos legisl ativos apru eben los programas respectivos, se añad e hoy un a nueva exc usa: la prefe renc ia qu e ha
de darse al gasto militar sobre los programas de ayud a exte rn a
y aun sobre los programas soc iales internos. Los déficit presupuestarios en los países industrializados, que obedecen en parte al gasto
en defe nsa y a la ca rrera armamentista nuclear, y el proteccioni smo co merc ial que aplican, tien en por consec uen cia di sminuciones de la cooperac ió n económica internacion al, así co mo de las
importacion es de dichos países provenientes de las nac ion es en
desarrollo. Todo ello, comb inado co n la proclividad de estas última s a produc ir o importar arma s, tiene muy claros y negativos
efectos en el desa rrollo .
Es necesa rio rep lantea r la situ ac ión en su co njunto, trascendi endo incluso las co nsid eraciones de los co nocidos info rm es
Brandt y Palme. Un a tarea inmediata y noble de las Naciones Unidas sería detener la ca rrera armam enti sta y conseguir el desa rm e
genera l, destin ando los recursos li berados - industria les, hum anos y tecnológicos- al desa rrollo mundi al. Los conflictos regionales deben resolverse mediante la negociación, no med iante el armamentismo o la guerra. Esto se aplica especialm ente a las regiones más azarosas en la actu alidad, el Medio Oriente, Améri ca Central y el sud este de As ia. Las superpotencias deben saber -y estoy segu ro de que lo sabe n- que es preciso poner fin a la escalada nucl ea r, pues la hum anid ad co rre el riesgo de la destrucción
total si no se logra la paz. Para acaba r co n el hombre, un a simpl e
ojiva será suficie nte. Para alca nzar la paz mundi al será necesario
el esfuerzo indeclin ab le de todos, pero la recompensa bien va le
la pena. D
4. Tal ha hecho el economi sta Án gel Viñ as, cuyo artículo también se
pub lica en este número .
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