RESPONSABILIDADES DE LA VIDA CERCA DE DIOS

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RESPONSABILIDADES DE LA VIDA CERCA DE DIOS
“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros,
pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo
cuerpo, así también Cristo”(1 Corintios 12:12)
TAREAS GENERALES Y ESPECÍFICAS
Determinar la responsabilidad que tenemos sobre las labores de toda la iglesia y las individuales.
En un equipo de futbol todos se esfuerzan por anotar en el arco contrario y mantener el suyo invicto.
Pese a esto se hace diferencia entre los defensas, mediocampistas y atacantes. Cada uno de ellos tiene una
función dentro del equipo. Quienes tienen habilidad para que el contrario anote, están en la defensa;
quienes saben administrar el balón, estarán en el medio campo; y los que tienen destreza para anotar, irán
a la delantera. Ahora bien, si en algún momento un defensa tiene la oportunidad de anotar, o un delantero
de defender su propio arco, no cabe duda que lo harán. Todos tienen la responsabilidad de cumplir con
tareas comunes pero cada uno tiene su propia función. En la iglesia ocurre algo similar. Las tareas son
para todos, pero ya que es apenas comprensible que no podamos atenderlas todas con la misma habilidad,
existen tareas específicas que nos ayudarán a dar nuestro aporte. De seguro hay un área en la que nuestro
desempeño es mejor que en otras. Aunque todas las tareas requieren de nuestra atención, algunas en
especial se nos facilitarán e incluso despertarán nuestra pasión.
La Palabra nos enseña sobre nuestras tareas cerca de Dios…
1. Todos tenemos tareas generales y específicas
Todos somos responsables por las cinco tareas de la vida cristiana. Las responsabilidades vistas
en la lección anterior (adoración, servicio, evangelismo, acompañamiento y enseñanza) son
labores generales que el Señor nos encomendó. Estas deben ser cumplidas por todo aquel que se
considere su discípulo.
Pero también existen responsabilidades específicas. A pesar de que todos debemos responder por
cada una de estas tareas, cada uno de nosotros ha sido llamado especialmente por Dios para
desempeñar una en particular (Por ejemplo: pese a que todos somos responsables de evangelizar,
solamente algunos son llamados “evangelistas” –Efesios 4:11 – y lo mismo se puede decir de
cada una de las otras áreas).
Esto ocurre porque existen funciones individuales dentro de la iglesia. La iglesia fue diseñada
como un cuerpo (1 Corintios 12:12). Pese a que todo el cuerpo tiene unas tareas generales, cada
miembro tiene una función específica (1 Corintios 12:15-17). Cada uno de nosotros comparte con
cada hijo de Dios las cinco tareas del cuerpo. Sin embargo, cada uno de nosotros fue creado por
Dios para dar impulso al resto del cuerpo en una labor en particular (por lo menos). Tenemos
entonces dos tipos de responsabilidades: una general (lo que Dios manda a cada hijo suyo- las
cinco tareas) y por lo menos una específica (una de esas tareas en particular; la que Dios le dio a
cada uno a manera de ministerio especial dentro de su cuerpo).
2. Pistas para descubrir nuestras tareas específicas
Sabemos cuáles son nuestras tareas específicas cuando sentimos cierta inclinación hacia una tarea
en especial. Si bien es cierto existen cinco tareas por las cuáles somos responsables ante Dios,
para nadie es un secreto que hay algunas en las que nos sentimos más cómodos. Esto es apenas
natural. Dios nos creó con gustos, con tendencias muy particulares a cada uno de nosotros. Una
de las maneras de detectar cuál es nuestra tarea específica es definiendo ¿Qué nos gusta? Y ¿a
qué labor somos más propensos? El apóstol Pablo es un ejemplo. Desde su conversión, mostró su
inclinación a la labor evangelística (Hechos 9:19-20). Nadie le dijo que debía hacerlo; incluso no
estaba tan preparado como algunos años después, pero se sentía atraído por esa labor.
Sabemos cuáles son nuestras tareas específicas cuando poseemos una destreza para una tarea en
particular. No todas las cinco tareas las hacemos con la misma habilidad. Cada uno de nosotros
fue dotado por Dios con capacidades especiales que nos facultan para determinadas labores. Otra
buena pista para determinar cuál es nuestra tarea específica es preguntarnos: ¿Para qué somos
buenos? ¿Qué cosa hacemos con mayor pericia? En el ejemplo que hemos tomado, debemos
mencionar que las capacidades de Pablo (su conocimiento de varios idiomas y de la Palabra de
Dios; la habilidad de su mente para explicar las verdades de Dios mediante ejemplos, etc.) le
permitieron ser un apóstol muy completo. En otro ejemplo similar, vemos a Apolos (Hechos
18:24), a quien su elocuencia y conocimiento de las Escrituras, le permitieron ser un gran maestro
(Hechos 18:25) y ser “de gran provecho a quien habían creído” (Hechos 18:27).
Sabemos cuáles son nuestras tareas específicas cuando identificamos un llamado a desarrollar una
tarea en particular. Por último en este punto, podríamos anotar que, si bien somos llamados a
desempeñar todas las cinco tareas, existe una en particular que despierta nuestras inquietudes y
nos ocasiona un sentimiento de responsabilidad más vivo al que podemos llamar “cara” (p.e. a
veces escuchamos que alguien dice: “siento una carga por …”. Esto significa: “me preocupa tal
cosa”, o, “estoy interesado en tal área”). Cuando sentimos esa inquietud o esa carga es casi seguro
que estemos en frente al llamado específico que Dios nos hizo. Nuevamente Pablo es uno de los
mejores ejemplos. Una de las convicciones más fuertes que él tuvo fue el llamado a predicar “a
los gentiles”(los que no eran judíos). El habla constantemente de esa convicción (Gálatas 1.1, 1516; 2.8-9).
3. Algunas aclaraciones necesarias
En definitiva todos somos responsables por las cinco tareas, pero hay una en especial que
debemos realizar con mayor entrega. Sin embargo, antes de determinar, queremos advertir de
errores en los que podemos caer:
El que tengamos una habilidad, no quiere decir que dejemos de lado las otras responsabilidades.
Nuestro llamado específico no nos exonera de nuestras otras responsabilidades cristianas.
Tomando el ejemplo de la evangelización podemos decir que, aunque no todos tenemos el don ,
todos tenemos el compromiso de evangelizar. Se puede decir que cada una debe tomar una tarea
como ministerio. (la tarea específica) y las otras cuatro como responsabilidades ((las tareas
generales). Pablo, cuyo llamado era evangelístico, no dejó de enseñar cuando pudo ni dejó de ser
el “tutor” de sus discípulos aún cuando ellos estuvieran lejos (Hechos 16:1-4; 1 Tito 4:12-16).
Tampoco por supuesto dejó de servir (Hechos 20.35), ni de adorar a Dios (Hechos 16:25).
El que tengamos una habilidad, no descarta la preparación. Tener una inclinación a una labor no
es lo mismo que estar capacitado para ella. Una inclinación es la vocación que Dios nos da hacia
alguna área con ciertas habilidades para desempeñarla. Pero la capacitación viene a
complementar esa inclinación natural, proveyendo herramientas para un mejor desempeño de la
labor del ministerio. Pablo mismo trataba siempre de mantenerse leyendo y aprendiendo más de
la Palabra del señor (2 Timoteo 4:13).
El que tengamos una habilidad, no quiere decir que nadie nos pueda ministrar en la misma área
que nosotros servimos. Si tenemos un llamado de Dios para determinada área , y podemos
edificar con ello a otros, es una gran bendición. No obstante siempre estaremos en condición de
recibir no obstante siempre estaremos en condición de recibir de otros aún en la misma área en la
que nosotros nos desempeñamos. Un maestro puede saber mucho pero debe tener presente que
puede aprender de otros. Aún si tenemos de parte de dios un llamado y lo desempeñamos muy
bien, podemos ser orientados y ministrados por otros. En el caso de Apolos, “el varón elocuente y
poderoso de las escrituras” que vimos anteriormente, con todo y su gran preparación y
habilidades naturales, tuvo que ser corregido por Priscila y Aquila, quienes le expusieron más
exactamente el camino de Dios (Hechos 18:26).
¿Cuál debe ser mi actitud?
Las responsabilidades siguen siendo cinco. Estas son tareas que todo creyente debe cumplir. Sin
embargo, hay una en particular de cada uno de nosotros es llamada a desempeñar con mayor
detenimiento. Ese es nuestro ministerio. No es una excusa para dejar de lado las otras
responsabilidades, ni algo para sentirnos superiores a los demás. Al contrario es una de las cosas
que garantizan que nos necesitaremos más los unos a los otros. Como en un equipo de futbol,
todos somos llamados a anotar en el equipo contrario y a evitar que anoten en el nuestro; sin
embargo tenemos una labor en particular que cumplir de acuerdo a la posición en la que hayamos
sido puestos. Ninguno de nosotros tiene todas las habilidades para cumplir con todas las
funciones a la vez, pero todos tenemos que esforzarnos por lograrlo en cada una de las áreas,
observando más en el área en la que hemos recibido mayor habilidad.
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