Necesidad y Justificación Histórica de la Asamblea Constituyente

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SÓLO PARA PARTICIPANTES
Fecha: 21, 22 y 23 de febrero 2005
ORIGINAL: ESPAÑOL
CEPAL
Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Unidad Mujer y Desarrollo
Corte Nacional Electoral, Área de Educación Ciudadana
Santa Cruz de la Sierra, 21, 22 y 23 de febrero de 2005
Seminario Internacional: “Reformas Constitucionales y Equidad de Género”
Bolivia la Ceniza y la Semilla
“Necesidad y Justificación Histórica de la Asamblea
Constituyente en Bolivia”
Este texto ha sido preparado por Ricardo Paz, Sociólogo Constitucionalista, Ex Responsable de la Unidad
de Coordinación de la Asamblea Constituyente, UCAC, Bolivia. Esta versión preliminar del documento
ha sido preparada para el Seminario en el marco del Proyecto “Gobernabilidad Democrática e Igualdad de
Género” de la cuenta para el Desarrollo. Las opiniones expresadas en este documento, que no ha sido
sometido a revisión editorial, son de exclusiva responsabilidad de la autora y pueden no coincidir con las
de la Organización.
BOLIVIA LA CENIZA Y LA SEMILLA
“Necesidad y justificación histórica de la Asamblea Constituyente en Bolivia”
Tomo prestado el título de esta reflexión del intelectual mexicano Héctor Aguilar Camín, que a
su vez lo apropió de su compatriota Carlos Fuentes y éste del pensador francés Alfred de Musset.
En la Bolivia post octubre, al igual que en la Francia post napoleónica o el México post priísta,
no se sabe si al caminar uno va “pisando semillas o cenizas”. En una etapa de transición
inaugural como la nuestra es absolutamente imprescindible hacer un ejercicio de reflexión sobre
el contexto. Mucha gente, tanto en el exterior como aquí mismo todavía se pregunta: ¿por qué los
bolivianos y bolivianas vamos a hacer una Asamblea Constituyente?; ¿Es sensato que justamente
ahora, en un momento de anomia social, que amenaza con la diáspora, en un momento tan difícil,
de grandes tensiones sociales, regionales, económicas y políticas, queramos forjar una renovación
o la refundación del pacto social?
Creo que para responder a estas interrogantes es importante dar una explicación teórica e
histórica del porqué estamos los bolivianos y las bolivianas en esta situación y hacer conciencia
de ello, como punto de partida para entender la dimensión y la importancia de la Asamblea
Constituyente.
Más allá del útil ejercicio de compararnos con otras experiencias, la verdad es que las Asambleas
Constituyentes son únicas, como son únicos los países y sus realidades sociopolíticas. El caso de
Bolivia no es una excepción y me permito pasar a la explicación.
NACIMIENTO Y CONSTRUCCIÓN DE LA REPÚBLICA
Bolivia desde su emergencia como República ha tenido por lo menos tres grandes ciclos políticos
que yo llamaría tres grandes ciclos generacionales.
La Republica nació bajo el ideal republicano que se inició tempranamente con el grito libertario
del 16 de julio de 1809 en La Paz, consagrándose como el primer grito libertario de América.
Pero al mismo tiempo que fuimos los primeros en decirle a la América que debíamos ser libres,
soberanos e independientes, lamentablemente fuimos los últimos en lograr esa independencia. La
guerra independentista, la guerra republicana, duró desde 1809 hasta 1825; 16 largos años en los
que tuvimos que incursionar en la guerra de guerrillas, en la insurgencia de las republiquetas,
años en los que recibimos el apoyo de los ejércitos auxiliares del sur y de los ejércitos libertarios
del norte.
Después de un gran costo social de vidas humanas, donde todavía está por escribirse la historia
sobre los movimientos indígenas y su participación en la lucha por la emancipación de Bolivia,
finalmente en 1825 se cristalizó el ideal independentista, dando lugar a la utopía republicana que
duró en nuestro país hasta 1880 aproximadamente.
SURGIMIENTO DEL PARADIGMA LIBERAL
En Bolivia comienza a cuestionarse y a decaer el ideal republicano en 1880, inmediatamente
después del trauma que significó la pérdida del litoral marítimo en la guerra del pacífico de 1879.
Es en este periodo que emerge la construcción paulatina del nuevo paradigma liberal, proceso que
duró desde 1880 hasta 1900. Después de 20 años de grandes luchas, de levantamientos indígenas
y de todo tipo de conmociones internas menores como intentos de cuartelazos, subversiones y
otros similares, se logró instaurar el liberalismo en Bolivia. Todo se consolidó en la guerra
federal de 1900. A partir de allí tuvimos lo que se denominó la “Pax Liberal”, el período de
estabilidad democrática más extenso de la historia de Bolivia, antes de actual.
EL NACIONALISMO REVOLUCIONARIO
El paradigma liberal en Bolivia duró hasta el estallido de la guerra del Chaco en 1932, dando
lugar al surgimiento del nacionalismo revolucionario, un proceso que también tardó 20 años en
consolidarse, desde 1932 a 1952. Primero tuvimos que encarar la guerra del Chaco, que nos
enfrentó con un pueblo hermano como Paraguay, donde murieron aproximadamente 50 mil
jóvenes bolivianos, posteriormente tuvimos la guerra civil de 1949, el escamoteo de la voluntad
popular en 1951 y finalmente el 9 de abril de 1952, a decir de René Zavaleta Mercado, “el
acontecimiento revolucionario más importante de la historia de Bolivia”.
El ciclo del nacionalismo revolucionario se registró como dominante y hegemónico durante 20
años. Comenzó a decaer efectivamente entre 1982 y 1985. En el periodo comprendido desde
1952 hasta 1982 encontramos la presencia de dos etapas a destacar. En la primera, los gobiernos
civiles del Movimiento Nacionalista y Revolucionario (MNR), entre 1952 y 1964; y en la
segunda, las dictaduras militares que vivimos entre en 1964 y 1982.
A partir de allí se inicia un proceso crítico del que surgió un nuevo programa económico al que
rápidamente le asignamos la característica de modelo, cuyas medidas de ajuste estructural se
instauraron en 1985. Ese momento es conocido por nosotros como neoliberalismo. Si bien en un
principio hubo cierta confusión respecto de si se trataba de un nuevo paradigma que inauguraba
un nuevo ciclo, rápidamente las inconsistencias internas demostraron que no era así.
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LO NUEVO QUE NO TERMINA DE NACER
Resulta que entre 1985 y el año 2003, el programa de ajuste estructural no llegó a cristalizar en
modelo y menos en paradigma, no se impuso un modelo hegemónico sustitutivo al nacionalismo
revolucionario.
Es importante resaltar que cuando decaía el paradigma republicano, ya surgía el paradigma
liberal; cuando declinaba el paradigma liberal ya aparecía el paradigma nacionalista
revolucionario; pero cuando esta decayendo el paradigma del nacionalismo revolucionario no hay
nada hegemónico que este surgiendo políticamente. Y esa es la gran paradoja que esta viviendo
en este momento nuestro país, una situación en la que lo viejo esta terminando de morir pero lo
nuevo no esta terminando de nacer.
Por alguna razón que tenemos que descubrir e investigar, las bolivianas y los bolivianos, en esta
última etapa, en este último ciclo, no hemos sido capaces de generar un nuevo proyecto nacional,
un nuevo paradigma social, una utopía detrás de la cual podamos todos alinearnos y enfilar
nuestros esfuerzos.
Como consecuencia de ello vivimos este momento de angustia, de vaciamiento y de
incertidumbre; porque cuando la sociedad siente dolores de parto y no termina de nacer lo que
esperamos, nos genera una gran angustia.
Febrero y Octubre del 2003 fueron dolores de parto, no el parto mismo, pero nos mostraron una
sociedad desgarrada que esta buscando su destino y que quiere una salida que todavía no ve.
Es en ese contexto que hay que analizar la oportunidad y la importancia de una Asamblea
Constituyente. No contamos, como en el pasado, con un partido liberal ni un MNR, que en su
oportunidad titularizaron el programa y titularizaron el proyecto detrás del cual debíamos
alinearnos. Hoy día, no hay una fuerza política ni social que vanguardice este proceso y por lo
tanto tenemos que hacerlo entre todos. No nos queda otra posibilidad, precisamente porque lo
viejo esta terminando de morir -ese es el gran mensaje, esa es la gran señal, que nos dan Febrero
y Octubre del 2003- y el modelo no da más. El paradigma está agotado. Tenemos que encontrar
la manera de generar ese nuevo proyecto nacional que nos ofrezca certidumbre y nos dé
esperanza.
LA FUNCIÓN DE LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
La Asamblea Constituyente en Bolivia, en este momento y en esta circunstancia, tiene un
contenido y una característica muy particular, porque es el espacio de confluencia, es el espacio
de deliberación pacifico y democrático, en el cuál las bolivianas y los bolivianos vamos a ir a
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encontrarnos para acordar y generar ese proyecto nacional. En Febrero y Octubre del año pasado,
han hecho eclosión problemas de índole estructural y circunstancial; asignaturas pendientes que
tiene nuestra democracia, que vienen de cientos de años que, inclusive, anteceden a la Republica.
Ni el paradigma republicano conservador, ni el liberal, ni el nacionalista revolucionario han
podido resolver la injusticia, la desigualdad social, la exclusión y el racismo, porque estos son
problemas de índole estructural tan grandes y profundos que no han sido resueltos hasta ahora,
que se mantienen como una llaga, como una verdadera carga para nuestra democracia.
Estos problemas estructurales irresueltos se han juntado con problemas de índole circunstancial
como la crisis de representación de los partidos políticos, de las instituciones, la inseguridad
ciudadana, la amenaza del narcotráfico y la corrupción generalizada. Al confluir ambas
problemáticas, las de índole circunstancial y las estructurales, han provocado un cóctel explosivo,
una tormenta perfecta que nos ha señalado claramente que las cosas como están no pueden seguir
funcionando.
Vista la Asamblea Constituyente en esta perspectiva histórica y con las asignaturas pendientes
que tiene para completar, podemos entender entonces la magnitud de nuestro trabajo.
Ahora bien, lo anterior no quiere decir que la Asamblea Constituyente va a resolver estos
problemas. La verdad es que no cumplirá la función de varita mágica y que por consiguiente no
sucederá que de un día para otro, las bolivianas y bolivianos amanezcamos en una sociedad más
justa e igualitaria, con pleno empleo y con todos los problemas resueltos.
No es así, pero, sin embargo, sin duda alguna es el inicio de la resolución del principal de los
problemas, aquel que debe preceder en su resolución a los demás: la renovación, la
reconstrucción del pacto social, que es lo que está verdaderamente en cuestión hoy día. Queda
entonces claro que no podemos encarar lo posterior que son los proyectos, las estrategias, etc.,
que van a incidir en la solución de los problemas de nuestro país, sin antes haber enfrentado el
hecho crucial de la refundación del contrato social.
HACIA LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
Creo que a pesar de las pulsiones antidemocráticas que se registran hoy día en Bolivia, ya que
siempre hay sectores que pretenden hablar por la mayoría (algunos con buena fe, otros con mala
fe), las bolivianas y los bolivianos hemos decidido darnos la oportunidad de construir ese nuevo
proyecto nacional y hacerlo en paz y en democracia a través de la Asamblea Constituyente. El
objetivo de quiénes no actúan democráticamente es el mismo: impedir que la mayoría mande.
Pero, a pesar de la acción de estas minorías eficaces de un extremo y otro extremo que conspiran
contra los procesos ciudadanos, la Asamblea Constituyente se abre camino.
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El que hayamos aprobado el 20 de Febrero del 2004 una Constitución Política del Estado de
transición, que nos permite habilitar una Asamblea Constituyente verdaderamente democrática y
representativa, es una avance importantísimo puesto que hace un par de años atrás hubiera sido
impensable pensar que Bolivia tenga una Constitución que incorpore mecanismos de democracia
directa y semidirecta.
Hemos logrado el tránsito de una democracia exclusivamente representativa a otra de carácter
más participativa, con instrumentos muy concretos como el Referéndum, la Iniciativa Legislativa
Ciudadana y precisamente la Asamblea Constituyente. Además, algo que hubiera sido
absolutamente impensable hace unos años, es la desmonopolización de la representación política,
evento crucial y clave para poder realizar una Asamblea Constituyente verdaderamente
representativa, incluyente y abarcadora de la diversidad nacional.
¿Se imaginan ustedes la posibilidad de elegir una Asamblea Constituyente donde los únicos y
exclusivos representantes hubiesen sido los partidos políticos? Sin duda era imposible en nuestras
actuales circunstancias. Sin embargo han sido los propios partidos políticos en el Congreso
Nacional, y eso hay que destacarlo, los que han elaborado una reforma constitucional aplicable en
las recientes elecciones municipales, donde no sólo los partidos políticos, sino también las
agrupaciones ciudadanas y los pueblos indígenas pudieron presentar sus candidatos a órganos de
representación popular como las concejalías.
Este año vamos a poder elegir asambleístas constituyentes por la vía de la desmonopolización de
la representación política, es decir, al igual que en las elecciones municipales, no solamente los
partidos sino también las agrupaciones ciudadanas y los pueblos indígenas podrán elegir sus
representantes a la Asamblea Constituyente.
Este es un salto cualitativo de la democracia boliviana, que no hubiera sido posible si no existiera
en lo más profundo de la sociedad boliviana la voluntad y la decisión colectiva mayoritaria de ir a
una Asamblea Constituyente a resolver nuestras controversias en paz y democracia. Si así no
fuera ¿cuál sería la alternativa, cuál la opción? Probablemente la opción sería repetir lo terrible de
nuestra historia; los miles de muertos de la guerra de la independencia, los miles de muertos de la
imposición del paradigma liberal, los miles de muertos de la instauración del nacionalismo
revolucionario. Hoy tenemos la oportunidad de llevar adelante un proceso de profunda
transformación, de consolidación de un nuevo proyecto nacional, sin ese costo terrible en vidas
humanas.
Todos sabemos que Bolivia está frente a una disyuntiva: Asamblea Constituyente o guerra civil,
porque si no tenemos la capacidad, la inteligencia y la sensatez de ir a este proceso de resolución
de nuestros conflictos y de las múltiples tensiones regionales, políticas y sociales en un ámbito de
deliberación democrático que es la Asamblea Constituyente, entonces la opción será la ley del
más fuerte y vamos a terminar a tiros resolviendo nuestros problemas por la vía violenta, cosa
harto terrible para nuestro futuro como país.
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Ahora bien, pareciera que la historia no esta de nuestro lado. Más de un analista ha comentado
que es una ingenuidad pensar que las grandes transformaciones sociales puedan producirse sin
violencia, que necesariamente son partos dolorosos los que produce la historia y que por lo tanto
¿a qué insistir en una cosa que parece que no tiene mucha salida? Cierto es que lo vemos todos
los días; intentamos hacer bien las cosas y tenemos un país bloqueado, la irracionalidad campea
por doquier. En fin, parecería más bien que estamos yendo en la otra dirección, que estamos
yendo inevitablemente al enfrentamiento... pero esto es sólo la apariencia.
La mayoría de las ciudadanas y los ciudadanos en Bolivia nos muestran una enorme voluntad de
preservar la democracia, la paz y la vida Por ejemplo, a pesar de la inmensa campaña de los
grupos radicalizados que trataron de evitar el Referéndum Vinculante sobre la Política
Energética, más de tres millones de ciudadanas y ciudadanos (entre ellos 800 mil nuevos
ciudadanos y ciudadanas) votaron en el Referéndum y decidieron una política pública. Esta señal
nos muestra que la mayoría se quiere expresar, ya no quiere que las minorías eficaces hablen por
ellos. Bolivia esta cambiando, Bolivia esta transitando de una democracia que era estricta y
puramente representativa, donde se elegía a algunos para que decidan por nosotros, a una
Democracia incluyente y participativa. Una democracia donde todos tenemos el derecho a decidir
sobre nuestro destino y ese es el sentido de la Asamblea Constituyente, a eso estamos yendo.
Otros países vivieron situaciones más terribles que la nuestra. Por ejemplo Sudáfrica, un país
enfrentado por un racismo exacerbado que vivió en apartheid los últimos 50 años de su historia,
donde una minoría blanca dominaba a una abrumadora minoría negra, tiempo en el que todos
pensaban que la forma de resolver sus antagonismos era a través de una gigantesca guerra civil
con un costo de millones de muertos como base para el surgimiento una nueva republica. Pero los
sudafricanos tuvieron la capacidad de detenerse, reflexionar, ir a una Asamblea Constituyente y
producir la transición y el cambio en paz y en democracia. Hoy día Sudáfrica es un país
floreciente, multiétnico, multirracial, con un proyecto nacional, con un norte, con un sentido y
con certidumbre para todas sus ciudadanas y ciudadanos. Lo han podido hacer contradiciendo
todas las tendencias pesimistas y violentistas de las ciencias sociales. ¿por qué no, las bolivianas
y los bolivianos de este siglo XXI y que tenemos la voluntad de hacerlo, no lo vamos a hacer?.
Ese es el mensaje que me permito compartir. Entender la profundidad de lo que verdaderamente
significa la Asamblea Constituyente y el cómo llevarla a cabo con éxito. Para lograrlo hemos
avanzado mucho, pero también tenemos mucho trabajo por delante. Ya hemos aprobado,
sancionado y promulgado la Ley de Agrupaciones Ciudadanas, que nos permite operar la
desmonopolización de a representación política, hemos llevado a cabo con enorme éxito el
Referéndum y ahora nos toca trabajar a todas y a todos en la Ley Especial de Convocatoria para
la Asamblea Constituyente.
Esta Ley debe responder cinco preguntas básicas: ¿quiénes pueden ser Asambleístas ¿cómo se
van a elegir a estos Asambleístas? ¿cuántos Asambleístas se van a elegir? ¿cuánto tiempo va a
durar la Asamblea Constituyente?, finalmente, ¿dónde va a sesionar?. Tenemos que desarrollar
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esta Ley para que después de las elecciones municipales del 2005, entremos de lleno al proceso
de recuperar nuestro país en paz y democracia.
Esta Ley no es una más, es la garantía de que tendremos una Asamblea legítima, participativa e
incluyente. No puede realizarse sino de abajo a arriba, con amplia discusión, deliberación y
capacidad de concertar. Ese es el desafío inmediato que tenemos.
Después vendrá la elección de los Asambleístas, la instalación y funcionamiento de la Asamblea
y finalmente, alrededor del segundo semestre de 2006, la sanción y promulgación de una nueva
Constitución Política del Estado que contenga en su armazón jurídica e institucional el nuevo
equilibrio de las relaciones sociales, fruto del pacto social renovado.
Es un imperativo de la historia, no es el capricho de unos cuantos, no es una dadiva ni una
concesión graciosa del Presidente Carlos D. Mesa ni del actual gobierno, sino que es algo que
nace de las entrañas del pueblo de Bolivia, es una necesidad que tenemos todos los bolivianos y
bolivianas y todos los que creemos que este país es viable, todos los que creemos que Bolivia
tiene un destino que cumplir.
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