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Perfiles de exclusión social y laboral y estrategias de
inclusión social
Profiles of labour and social exclusion and social
inclusion strategies
Salvador Manzanera Román
[email protected]
Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad de Murcia
Pilar Ortiz García
[email protected]
Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad de Murcia
Resumen.
En este trabajo de investigación se analiza el mercado de trabajo caracterizándolo como
dual. Se puede considerar que en este proceso de precarización del mercado de trabajo se está
produciendo un proceso de deterioro del propio trabajo como fuente de derechos sociales y
como elemento socialmente integrador, especialmente para los trabajadores del segmento
secundario.
El incremento de los procesos de precarización laboral lleva asociado inevitablemente el
aumento de los procesos de exclusión social que son vividos, fundamentalmente, por los
trabajadores del segmento secundario del mercado de trabajo. Este hecho afecta a grupos sociales
como las mujeres, jóvenes e inmigrantes pero se está extendiendo a otros grupos como, por
ejemplo, los trabajadores mayores de 50 años.
Las políticas públicas de empleo han derivado hacia un modelo de protección
fragmentado basado en la dualidad y en la desigualdad junto con una reducción significativa del
gasto público. Este hecho implica que un número cada vez mayor de grupos sociales se
encuentran fuera de la cobertura de las políticas públicas y, por tanto, aumenta el riesgo de
vulnerabilidad y de exclusión social.
1
La sociedad española se encuentra ante el reto de evitar una fragmentación social basada
en desigualdades insalvables. Si no se afronta el desafío, existirán grupos sociales asentados
permanentemente en la exclusión social cuyas estrategias de inclusión social serán periféricas.
Abstract.
This research report analyzes the labour market characterizing it as dual. This process of
casualization of the labour market makes that work is deteriorated as a source of social rights and
as a integrating element, specially for secondary segment workers.
The increasing of the processes of labour casualization is linked to the increasing of the
processes of social exclusion faced, basically, by secondary segment workers. This affects social
groups like women, youth and inmigrants; nonetheless, other social groups like, for instance,
workers whose age is above 50 years are affected as well.
The public policies for the employment have led to a protection model based on duality
and inequality along with a significant reduction in public spending. This makes that an increasing
number of social groups are not covered by public policies and, therefore, increases the risk of
vulnerability and social exclusion.
Spanish society is facing the challenge of avoiding a social fracture based on inequalities.
If the challenge is not faced, there will be social groups in social exclusion permanently whose
social inclusion strategies will be peripheral.
Palabras clave:
mercado de trabajo dual; flexibilidad; precariedad laboral; exclusión social; políticas públicas.
Keywords:
dual labour market; flexibility; labour casualization; social exclusion; public policies.
2
Introducción.
Este trabajo se contextualiza en un momento en el que España atraviesa una situación de
deterioro social constante. La crisis económica ha tenido un importante efecto sobre la extensión
de distintas formas de empleo precarias y sobre la destrucción del empleo, situándose la tasa de
paro en el primer trimestre de 2013 en el 27,16%, lo que supone la subida de un punto más
respecto al cuarto trimestre de 2012. Este hecho también está teniendo consecuencias sobre la
exclusión social ya que está afectando a grupos sociales que antes de la crisis se encontraban en
situación de inclusión laboral y social. Según Eurostat, en el año 2011 el índice de pobreza y
exclusión en España fue 1,5 puntos mayor que en 2009, alcanzando el 27% del total de la
población.
En este contexto se hacen más que necesarias políticas públicas de empleo que impidan el
desarrollo de desigualdades sociales y el consiguiente conflicto social. No obstante, todo indica
que las políticas públicas de empleo van a seguir encuadrándose en un modelo descompuesto de
protección basado en la dualización y la desigualdad.
1
Objetivos y metodología.
El objeto de este trabajo es doble. En primer lugar, se analiza el papel nuclear que tiene el
trabajo sobre los procesos de exclusión e inclusión social. En el marco de una sociedad salarial, la
precariedad laboral -consecuencia de la extensión de distintas formas de empleo “atípicas”-, limita
el acceso de los individuos a ciertas condiciones de bienestar social y, lo que no es menos
importante, al acceso a los derechos sociales. Disponer de políticas públicas entendidas como
instrumentos clave del Estado para cubrir las necesidades básicas de los ciudadanos resulta clave
para conseguir la cohesión social.
En segundo lugar, se quieren conocer cuáles son los perfiles de las personas que viven en
situación de riesgo y exclusión social según su posición en relación al empleo (o trabajo), así
como conocer la cobertura de las políticas públicas de los principales colectivos sociales afectados
por la exclusión social y laboral.
La metodología de análisis utilizada es la explotación de la Encuesta de Población Activa
y de la Encuesta de Condiciones de Vida de 2006 a 2011 a nivel nacional. En el caso de España,
la explotación de estas encuestas posibilita una aproximación a la relación entre el trabajo –
formas de empleo y condiciones laborales-, y las variables que definen el marco de
integración/exclusión social. Esta aproximación resulta necesaria para describir el escenario del
3
mercado de trabajo en el que se perfilan, cada vez con mayor nitidez, la fragmentación social y la
consecuente vulnerabilidad de un grueso cada vez más importante de la sociedad.
El análisis también se apoya en entrevistas a técnicos1 de distintas áreas de conocimiento
relacionadas con el trabajo y la exclusión social; con ellas se profundiza en el conocimiento de la
vinculación entre los procesos de precariedad laboral y de exclusión social, en la verificación de
los colectivos más afectados por la exclusión social y en el análisis de las políticas públicas
encaminadas a paliar la situación de exclusión social.
2
Resultados.
En esta investigación se han obtenido resultados que ponen en relación la precarización
del mercado de trabajo con la exclusión social y las políticas públicas de empleo.
2.1
Marco teórico.
Es necesario comenzar con la explicación de una serie de conceptos teóricos clave para el
entendimiento de la realidad social que se ha analizado.
2.1.1
Centralidad del trabajo.
El trabajo puede ser considerado como un hecho o construcción social reproducida por
los individuos y condicionado por el armazón cultural de cada época histórica, de manera que el
concepto de trabajo ha sido constantemente redefinido.
El trabajo ha devenido en un concepto central en las sociedades occidentales. En torno al
mismo se ordenan las diferentes esferas tanto públicas como privadas de la sociedad y de los
individuos. El trabajo es importante en la sociedad actual no sólo por su naturaleza económica
sino también por su naturaleza integradora en los terrenos social, político y cultural; no en balde,
1Las entrevistas están dirigidas a expertos del ámbito institucional relacionado con la política social y económica que
disponen de un significativo conocimiento de las distintas áreas que están ligadas con el mercado de trabajo y la
exclusión social.
El objetivo de las entrevistas es confirmar la vinculación entre los procesos de precariedad laboral y de exclusión
social así como conocer el contexto social, político y económico de ambos procesos. Igualmente, también se
pretende verificar cuáles son los colectivos más afectados con el fin de abordar con garantías de éxito la selección de
las personas en situación o riesgo de exclusión social y laboral que serán entrevistados para un trabajo de análisis
posterior y conocer la manera en que son vividas las situaciones de riesgo y exclusión social según la posición en
relación al empleo (o trabajo).
Se han realizado diez entrevistas a expertos en determinadas áreas de conocimiento: E1- Sociedad y Trabajo Social;
E2- Sociedad, Derecho, Política, Relaciones Laborales y Trabajo Social; E3- Sociedad, Economía y Relaciones
Laborales; E4- Sociedad, Política y Trabajo Social; E5- Política y Trabajo Social; E6- Relaciones Laborales y Política;
E7- Relaciones Laborales y Política; E8- Relaciones Laborales y Política; E9- Sociedad, Derecho, Política y Trabajo
Social; E10- Sociedad, Economía, Derecho y Política.
4
el trabajo resulta ser la principal fuente de derechos, lo que lo convierte en origen de bienestar
objetivo y subjetivo para los individuos.
“El trabajo es el elemento de las relaciones y de hacer sociedad […] el patrimonio verdadero que
tenemos es la capacidad de trabajar” E2.
En la degradación del modelo de sociedad y de condición salarial tuvieron un importante
papel los nuevos modos de estructuración del empleo basados en la flexibilidad.
2.1.2
Flexibilidad laboral.
Son múltiples los enfoques desde los que se ha observado la flexibilidad. El debate que se
centra en este tema ha sido y es intenso, a la vez que muy fértil.
En primer lugar, la posición neoclásica es mantenida por autores como Hayek y Friedman
(1979) que ven el proceso de flexibilización como una liberación de los estrechos corsés que las
instituciones externas habían colocado sobre el mercado de trabajo.
En segundo lugar, se destaca la posición o perspectiva del modelo de especialización
flexible representada por Piore y Sabel (1990). Estos autores piensan que a partir de la década de
los años setenta un nuevo sistema de producción –llamado de especialización flexible– toma el
relevo al agotado sistema de producción fordista. Este cambio en el sistema de producción
responde a otros que se producen en los mercados de bienes y servicios y, especialmente, a una
demanda más especializada y diversificada. En estas nuevas circunstancias las empresas se ven
obligadas a adoptar la flexibilidad como sistema de producción si desean hacer frente al nuevo
entorno.
En tercer lugar, el modelo de los teóricos regulacionistas habla de que la flexibilidad es
una nueva tendencia que lleva a una nueva forma de regulación institucional –la postfordista–,
por lo que es considerada como un proceso transitorio entre dos períodos con formas de
regulación distintas: la fordista y la ya mencionada postfordista. Esta última impone unas nuevas
formas de empleo.
Otro enfoque sobre la flexibilidad lo ofrece el modelo toyotista –centrado en la
organización de la producción–. Este es un modelo de producción y de uso de la mano de obra
basado en la utilización de la flexibilidad y, por tanto, opuesto al modelo de producción fordista.
Finalmente, el último enfoque relacionado con la flexibilidad es el que se ha llamado
escéptico y está representado por autores como Anna Pollert (1994). Si bien la autora reconoce
que en el ámbito del trabajo se han producido importantes cambios, pone en duda que “sea útil
integrar esos cambios desiguales y muchas veces experimentales en una tendencia global hacia la
5
flexibilidad y si hay una base válida para proclamar audazmente la aparición de una nueva era
basada en dos tipos de trabajo y de trabajador” (Pollert, 1994: 56).
En definitiva, para los autores escépticos, la implantación de la flexibilidad no responde a
la necesidad de hacer frente a los problemas del paro, sino más bien a la necesidad de reducir los
niveles de protección y disminuir las múltiples ventajas sociales conquistadas por los trabajadores.
En cualquier caso, el mercado de trabajo, urgido por las dinámicas que imponen factores
como las nuevas tecnologías, la globalización de los mercados y el consecuente desarrollo de la
competencia internacional, experimenta la transición –y ruptura-, desde una norma regulada y
colectiva de empleo, a otra dominada por la “empleabilidad” y caracterizada por la
individualización de las relaciones laborales, la constante recomposición de la mano de obra y la
generación de un sistema de empleo flexible que requiere una alta movilidad horizontal y vertical.
Si bien muchos de los efectos de la flexibilidad no pueden ser considerados positivos para
el sistema económico, el sistema productivo y el mercado de trabajo, existen otros que sí pueden
considerarse como tales. En cierta medida, la flexibilidad mejora el uso de la mano de obra al
permitir al empresario ajustar su plantilla a posibles aumentos y reducciones de la producción;
igualmente, posibilita que el empresario ajuste las exigencias del puesto de trabajo con las
cualificaciones y habilidades del trabajador más adecuado sin costes elevados. La flexibilidad
permite que se produzca un mayor número de colocaciones a un ritmo elevado precisamente por
la temporalidad que imprime a la mayoría de los contratos que se celebran bajo el signo de la
flexibilidad. Finalmente, la flexibilidad también permite que trabajadores que por sus
cualificaciones y habilidades tienen escasas posibilidades de acceder al mercado de trabajo lo
hagan y accedan a una renta laboral. No obstante, esta renta es baja y tiene carácter transitorio, lo
que hace que estos trabajadores experimenten una merma en su capacidad de consumo y ahorro
que, en muchos casos, puede llevarlos a situaciones de marginación y exclusión social.
2.1.3
Fragmentación del mercado de trabajo.
La norma salarial basada en la empleabilidad se construye en función de las diferentes
capacidades de adaptación al mercado de los distintos grupos e individuos. De esta forma, se va
hacia un empleo más debilitado para los oficios industriales tradicionales, más sensible de las
credenciales formativas y meritocráticas con las que se puede llegar al mercado de trabajo y
menos integrado en los marcos jurídicos de gestión. Esta situación, configura un mercado de
trabajo que marcha a “dos velocidades”, la de los que consiguen una adaptación poco traumática
a los requerimientos del sistema, y la de aquellos que quedan en los ámbitos periféricos, sin
6
conseguir dicha adaptación. En suma, un mercado “fragmentado” (y unos trabajadores
divididos).
El análisis de la fragmentación o dualización del mercado de trabajo requiere de la
consideración previa sobre la naturaleza del mismo. Entre los condicionamientos que marcan la
naturaleza del mercado de trabajo se encuentran el sistema educativo, el género, las políticas
públicas o el autorreclutamiento o lo que autores institucionalistas llaman “sistemas de cierre”
(Köhler y Martín Artiles, 2007). Este concepto indica que en el mercado de trabajo se generan
espacios sociales delimitados en los que se desarrollan las trayectorias laborales y vitales de los
trabajadores y que se manifiestan en lo que puede denominarse como la segmentación o
dualización del mercado de trabajo.
Gordon, Edwards y Reich (1986) hablan de la existencia de dos procesos divergentes que
provocaron el surgimiento del mercado de trabajo segmentado:
La separación clara de los procesos de trabajo estructurados en un sector “primario” de
aquellos propios de un sector “secundario”.
La diferencia se hizo cada vez mayor entre los trabajos que, encuadrados en el sector
primario, desarrollaban actividades más autónomas o independientes y aquellos que desarrollan
actividades dependientes o subordinadas. Esta diferencia se debió al interés de las empresas por
hacerse, en propiedad, de las cualificaciones de los trabajadores que, hasta ese momento, habían
pertenecido a los trabajadores artesanales.
Gordon identifica, por tanto, tres2 segmentos claramente diferenciados en dos áreas
como son el centro y la periferia3:
1. Segmento primario.
a. Segmento primario independiente.
b. Segmento primario subordinado.
2. Segmento secundario.
El segmento primario se puede definir como un grupo de trabajadores que goza de
empleos estables a tiempo completo y seguros en los que la posibilidad de promoción es una
2También
hay autores que continuando la línea marcada por Gordon identifican cuatro segmentos. A saber: El
segmento primario que, a su vez, contiene al segmento primario independiente técnico y profesional, al segmento
primario independiente artesanal y al segmento primario subordinado. Por otro lado, estaría el segmento secundario.
3 El estudio de Segura (1991) considera que las medidas de flexibilización han provocado la segmentación del
mercado de trabajo. Distingue entre las medidas de flexibilización propiamente dichas y las medidas de flexibilización
que conducen a la precariedad. Las primeras inciden en el mercado de trabajo al formar el segmento central o
privilegiado mientras que las segundas medidas de flexibilización forman la periferia del mercado de trabajo.
7
realidad; los salarios, establecidos en contratos de duración indefinida, son altos y pueden
disponer de recompensas en función de la experiencia y la formación. El valor añadido por
obrero de producción es mayor en el centro o segmento primario que en la periferia o segmento
secundario y las rentas de los obreros de producción en el centro se incrementan en relación a los
obreros de la periferia, al aumentar los cocientes capital/trabajo.
En el segmento primario se produce una segmentación o división interna en torno a dos
ejes o grupos de trabajadores. En primer lugar, se dispone de los trabajadores primarios
independientes que cuentan con las mejores condiciones laborales y con los puestos de trabajo
más cualificados. En segundo lugar, se dispone de los trabajadores primarios subordinados que
cuenta con muchos puestos de trabajo semicualificados tanto de “cuello azul” como de “cuello
blanco”.
El segmento secundario se puede definir como un grupo de trabajadores cuyos empleos
son inestables y sufren continuos despidos o una alta rotación en puestos de trabajo poco
atractivos. Padecen, por tanto, una movilidad forzada frente a la movilidad voluntaria de los
trabajadores que ocupan el segmento primario. Los salarios, establecidos en contratos irregulares
o “basura” en lugares de trabajo difusos con una duración temporal, eventual o limitada, son
insuficientes para el desarrollo de la vida cotidiana.
PERIFERIA Seg. 2º
CENTRO Seg. 1º
Ind.
Sub.
Figura 1. La fragmentación del mercado de trabajo (Elaboración propia a partir de Gordon,
Edwards y Reich (1986))
Köhler y Martín Artiles (2007) han definido los tres segmentos del mercado de trabajo de
la siguiente manera:
8
Cuadro 1. La segmentación del mercado de trabajo (Köhler y Martín Artiles (2007))
2.1.4
Exclusión social.
Bajo dos parámetros o categorías como son la integración por el trabajo (empleo estable,
precario, expulsión del empleo,…) y la densidad de la inscripción relacional en redes familiares y
de sociabilidad (inserción relacional fuerte, fragilidad relacional, aislamiento social,…), Castel
(1997) establece los cuatro espacios sociales que se pueden observar en la siguiente figura:
Figura 2. Los espacios sociales de la exclusión social (Elaboración propia a partir de Castel
(1997))
9
En función de estos dos parámetros se van definiendo los distintos espacios sociales: La
zona de exclusión es aquella en la que las personas se encuentran al margen de los beneficios
sociales y económicos que otorga el trabajo y cuyas relaciones o vínculos sociales son muy
débiles; la zona de asistencia es aquella en la que se encuentran aquellas familias que precisan
beneficiarse con prestaciones sociales derivadas de la entrada en escena del Estado Social; la zona
de vulnerabilidad es aquella en la que la situación de integración no se hace efectiva y comienza a
vislumbrarse la exclusión social –se trataría, en definitiva, de personas o grupos sociales que se
encuentran a merced de cualquier adversidad por muy nimia que pudiera parecer–; la zona de
integración que es aquella en la que los vínculos relacionales de las personas y su posición en el
mercado de trabajo las sitúan en un marco de seguridad y de estabilidad.
En realidad, los espacios sociales que han de ser tenidos en cuenta son tres: el espacio de
la integración, el espacio de la vulnerabilidad –en el que se podrían encontrar aquellas personas
tanto en la zona de asistencia como en la zona de vulnerabilidad– y el de la exclusión social.
Algunos científicos sociales españoles han llegado a un consenso en cuanto a la definición
del concepto de exclusión social: “es un proceso de alejamiento progresivo de una situación de
integración social en la que pueden distinguirse diversos estadios en función de la intensidad:
desde la precariedad o vulnerabilidad hasta las situaciones de exclusión más graves. Situaciones en
las que se produce un proceso de acumulación de barreras o riesgos en distintos ámbitos (laboral,
formativo, socio-sanitario, económico, relacional y habitacional), por un lado, y de limitación de
oportunidades de acceso a los mecanismos de protección, por otro” (Laparra et al., 2007:29).
La exclusión social se debe considerar como un fenómeno o hecho social estructural y
también subjetivo. Igualmente, la exclusión social se caracteriza por su dinamicidad, es decir, no
puede considerarse como un estado o una situación estable sino como un proceso movido tanto
por los factores individuales como por los factores sociales-estructurales. Otra característica muy
relevante de la exclusión social reside en la multicausalidad y en la multidimensionalidad. La
exclusión social no puede explicarse por una sola causa sino que existen múltiples factores de
cuya interrelación surgen o no los procesos de exclusión social. Subirats habla de la existencia de
siete dimensiones de la exclusión social: económica, laboral, formativa, socio-sanitaria,
residencial, relacional y ciudadanía y participación (Subirats, 2004; Hernández Pedreño, 2008).
2.1.5
Políticas públicas de empleo.
Las políticas públicas de empleo son regidas, fundamentalmente, a través de dos
principios como son la eficiencia y la equidad. Eficiencia para conseguir ajustar los fallos del
10
mercado de trabajo y equidad para conseguir la igualdad social y una redistribución justa de la
renta.
Las políticas públicas de empleo se pueden clasificar de la siguiente manera (Sáez, 1997):
Por un lado, las políticas de regulación laboral que ordenan el funcionamiento del mercado de
trabajo y por otro lado, las políticas de mercado de trabajo que se pueden dividir entre políticas
activas –dirigidas a ofrecer soluciones anticipadas a las deficiencias del mercado de trabajo– y
pasivas –dirigidas a compensar los efectos que los cambios ocurridos en el mercado de trabajo
tiene sobre las personas y los trabajadores–.
En la siguiente tabla se puede observar la evolución del gasto público en políticas del
mercado de trabajo en España desde el año 2007 al año 2010. La tendencia ha sido creciente
tanto en políticas activas como en políticas pasivas, aunque han sido estas últimas las que
muestran una mayor intensidad en el crecimiento; esto último es debido al rápido incremento del
número de parados.
TOTAL
POLÍTICAS
ACTIVAS
Administración y
servicios
Formación
Rotación en el
empleo y empleo
compartido
Incentivos al
Empleo
Empleo con apoyo
y rehabilitación
Creación directa
de empleo
Incentivos a la
creación de
empresas
POLÍTICAS
PASIVAS
Apoyo y
mantenimiento de
ingresos
desempleados
Jubilación
anticipada
2007
2,17
0,71
2008
2,58
0,69
2009
3,78
0,79
2010
3,95
0,81
0,09
0,10
0,13
0,13
0,14
0,01
0,13
0,01
0,18
0,01
0,18
0,01
0,31
0,26
0,26
0,26
0,02
0,02
0,03
0,04
0,06
0,07
0,08
0,08
0,09
0,09
0,10
0,12
1,46
1,89
2,99
3,14
1,40
1,82
2,94
3,10
0,06
0,07
0,06
0,04
Tabla 1. Gasto público en las políticas del mercado de trabajo por tipo de acción, con relación al
Producto Interior Bruto (2007-2010) (Ministerio de Empleo y Seguridad Social).
11
“…en España tradicionalmente ha ocurrido que lo hemos fiado todo a políticas pasivas, crisis,
desempleo, protección por desempleo y que hemos olvidado el aspecto importante que tienen las políticas
activas”. E2
“Las políticas públicas en España son insuficientes y no existen expectativas de que las políticas
públicas aumenten en los próximos años…” E6
En las últimas décadas las políticas públicas de empleo han experimentado un viraje de
desde el universalismo hasta un modelo descompuesto de protección basado en la dualización y
la desigualdad. Aunque en los últimos años se ha incrementado el gasto público en políticas de
empleo, la tendencia de las últimas décadas viene marcada por la reducción del gasto social junto
con la crisis del modelo contributivo, lo que unido a la proliferación de los contratos temporales,
ha dificultado la cobertura de las necesidades de estos trabajadores. Se ha dado, igualmente, un
endurecimiento en las condiciones de acceso a las garantías de protección (Santos Ortega, A.,
Montalbá Ocaña, C., Moldes Farelo, R., 2004).
Las políticas de inserción no se pueden desvincular de los procesos de dualización y
flexibilización del mercado de trabajo; así, han contribuido a poner a los trabajadores a
disposición del mercado mediante dos estrategias: desestabilización del modelo de empleo estable
fomentando y consiguiendo la aceptación de la flexibilidad por parte de los desempleados; y
activar a los desempleados y ejercer control sobre ellos, es decir, construir un sistema disciplinario
de deberes y obligaciones que está unido a la idea de que el paro es un problema personal y nunca
social o político (Santos Ortega, A., Montalbá Ocaña, C., Moldes Farelo, R., 2004).
Los colectivos que sufren con mayor virulencia los cambios que se dan en el mercado de
trabajo son los jóvenes, las mujeres, los mayores de 45 años y la población activa con bajos
niveles de estudios.
“¿Un mínimo común denominador? Sí, sí… ¿mínimo común denominador? Jóvenes, mujeres,
mayores de 45 años” E2
“El colectivo más vulnerable es fundamentalmente el que tiene que ver con la familia monoparental
teniendo en cuenta que muchos casos la familia monoparental está constituida por mujeres con menores
[…], los jóvenes es un colectivo que es histórica… el desempleo juvenil siempre ha sido importante […], y
tendríamos un colectivo importante también que son los mayores de 45 años que no llegan a la edad de
jubilación y que ahí habría una bolsa importantísima porque se han quedado mucha gente fuera del
mercado de trabajo y lo van a tener muy difícil para su vuelta, su reincorporación y, desde luego, las
prestaciones sociales relacionadas con el desempleo se les acaba a los dos años” E4
12
Cada vez son más numerosos los grupos que quedan fuera de cobertura de las políticas
públicas de empleo, viéndose abocados a una situación de exclusión social. Las estrategias
seguidas por estos grupos sociales para salir de esa situación son variadas en opinión de algunos
de los expertos entrevistados: los jóvenes con baja cualificación recurren a la formación para
recualificarse y poder volver al mercado de trabajo en mejores condiciones; los jóvenes
cualificados recurren a la emigración; los mayores de 50 y 55 años recurren, por otro lado, a las
ayudas públicas.
“…a mi servicio vienen las personas mayores que quieren cotizar a toda costa y buscan un empleo
pero también ayudas como pensiones no contributivas y buscan alternativas para tener un ingreso propio de
la Administración” E6.
2.2
Algunos datos sobre el mercado de trabajo en España: dualización y precarización.
En España se puede observar la dualización del mercado de trabajo en dos aspectos
fundamentalmente: las altas tasas de paro que han existido tradicionalmente y las altas tasas de
temporalidad.
Tal y como se puede observar en el Gráfico 1, en 2005 el 9,16% de la población activa se
encontraba en situación de paro en España. En los sucesivos años y hasta 2007, la tasa de paro se
redujo hasta llegar al nivel más bajo del 8,26%. Sin embargo, es a partir del año 2008 cuando se
experimenta un crecimiento muy notable pues en ese año se llega a una tasa del 11,3% pero en el
siguiente año se experimenta una alarmante destrucción de empleo motivada por la crisis
económica y financiera internacional que hace que la tasa de paro llegue hasta el 18%, tendencia
que no cesa pues en 2012 la tasa de paro alcanzó el 25,03% de la población activa.
13
Gráfico 1. Tasas de paro en España. (2005-2012).
(2005
En porcentajes. (Elaboración
Elaboración propia a partir de
la EPA)
En definitiva, el paro en España se revela como uno de los grandes problemas a resolver
debido a las altas tasas de parados que se han alcanzado en los últimos años. El paro afecta en
mayor medida a las mujeres que a los hombres, a los jóvenes que a las personas
personas de edad más
avanzada y a los trabajadores no cualificados que a los cualificados. Los indicios que demuestran
que el mercado de trabajo en España se encuentra
encuentra dividido en dos segmentos son evidentes con
la observación de las cifras y la naturaleza del
d desempleo en España: Para algunos trabajadores, el
paro no es una situación vivida como transitoria, pues existe un alto porcentaje que está inmerso
en el llamado paro de larga duración. En paralelo a la situación de estos trabajadores, se
encuentra aquella
ella de los que encadenan sucesivos empleos de corta duración, los cuales suelen ser
los que reúnen las peores condiciones laborales.
Para analizar la temporalidad hay que centrarse en el grupo laboral de los asalariados.
Éstos constituyen un grupo que representa
representa por sí solo más del 80% de la población ocupada, lo
que en valores absolutos se traduce en unos quince millones y medio de trabajadores en 2005 y
unos catorce millones doscientos mil trabajadores en el año 2012.. Por su parte, la temporalidad
que afectaba
ectaba a cerca de dos millones de trabajadores en 1988, alcanzó en 2002 la cifra de cuatro
millones de personas en el año 2002, cinco millones y medio en 2006 y tres millones trescientas
mil personas en el año 2012,, lo que da una idea de la cantidad de trabajadores
trabajadores que se pueden ver
influidos por algún cambio en la legislación que regula ese tipo de contratos.
14
Gráfico 2. Asalariados con contrato temporal por sexo en España. (2005-2012).
(2005 2012). En porcentajes.
(Elaboración
Elaboración propia a partir de la EPA)
EPA
El Gráfico 2 muestra la evolución de los trabajadores con contrato temporal desde 2005 a
2012.. Se pueden distinguir tres etapas en cuanto a la evolución de la temporalidad separadas por
dos puntos de inflexión: 2006 y 2010. La primera etapa está caracterizada
caracterizada por un crecimiento año
tras año de la tasa de temporalidad y que concluye en el año 2005 alcanzando el nivel más alto –
34,04%–.. La segunda etapa es aquella en la que se redujeron los porcentajes de trabajadores con
contratos temporales de manera muy drástica,
dr
pues se pasó de un porcentaje de asalariados
temporales del 34% en 2006 a otro del 24,91% en el año 20104. La tercera etapa se iniciaría, por
tanto, en ese año observándose un incremento ligero del porcentaje, aunque de nuevo en 2012 se
observa una importante reducción del porcentaje de población asalariada temporal.
temporal
4
La reforma laboral del año 2006 puede considerarse como una de las causas de la reducción de la temporalidad; sin
embargo, su éxito en el freno a la temporalidad se ralentizó debido a la evolución del paro; si descendió la
temporalidad fue entre otras cosas,
as, porque también descendió la población ocupada, especialmente a partir de 2007.
15
Tabla 2. Población asalariada temporal por duración del contrato. (2005-2012). En porcentajes.
(Elaboración propia a partir de la EPA)
La distribución de la población asalariada temporal por duración del contrato resulta de gran
utilidad para profundizar en el conocimiento de la naturaleza de la temporalidad. La Tabla 2
muestra la diferencia significativa en la evolución seguida por los contratos de corta y larga
duración. La duración de los contratos temporales es bastante reducida, pues en 2012 el 14,87% y
el 17,91% de los trabajadores temporales manifiestan que su contrato tiene una duración de 4 a 6
meses y de menos de 3 meses, respectivamente.
Con todas estas cifras se puede considerar que el mercado de trabajo en España es
claramente dual, y así queda expresado por los entrevistados en el estudio:
“…lo que deberíamos atacar son los rasgos de la dualidad que son, digamos, lesivos o que
introducen muchos inconvenientes, por ejemplo, en el terreno de la posibilidad de pasar de un lugar a otro, de
esos dos lugares donde residiría la mano de obra. El problema no es tanto que existan los dos lugares; el
problema está en que se pueda pasar con facilidad de uno a otro, que esto sea posible, que nos dotemos,
digamos, de la suficiente estabilidad, de la suficiente seguridad en el empleo y la suficiente flexibilidad para
que este tránsito sea posible, se pueda hacer sin ningún gran trauma”. (E3)
Como reflejo del mercado de trabajo la sociedad se convierte en dual o polarizada en la
que existe una élite perfectamente integrada en la sociedad y una gran masa compuesta por
grupos que padecen la exclusión social o están en peligro de caer en ella (Tezanos, J.F., 2001;
Rifkin, 1996; Castel, 1997; Habermas, 1985/1997).
“La estructura del empleo y las características de los empleos determinan en buena medida la
estructura social”. (E3)
La élite privilegiada, por poseer empleos estables y unas fuertes redes familiares y de
sociabilidad es cada vez más exclusiva; sin embargo, las víctimas de la exclusión social son cada
16
vez más numerosas. Un problema para la sociedad salarial está precisamente en este último
hecho, es decir, en que sean cada vez más los excluidos o trabajadores instalados en trabajos
precarios, con ingresos no propios y con relaciones sociales insuficientes. No obstante, el
problema real y fundamental de la sociedad salarial radica en lo que Castel (1997) llama la
“desestabilización de los estables”, que se constituye como el auténtico campo en el que se libra
la batalla por el equilibrio de la estructura social salarial. Entre estos estables amenazados por la
exclusión social está la antigua clase media que ven como “por primera vez desde la Gran
Depresión son desplazados hacia los escalones inferiores de la escala social” (Rifkin, 1996: 208) y
se marchitan. De esta manera, se puede determinar que la zona de vulnerabilidad en los últimos
años ha sido ensanchada y, como si se tratara de un agujero negro, está succionando a los
trabajadores en situación más precaria junto a aquellos que hace años eran estables y sostenían la
sociedad salarial sobre sus hombros.
Las consecuencias sociales de la flexibilidad se derivan de la incertidumbre que se
imprime a la esfera del trabajo. La incertidumbre es una realidad tanto para los trabajadores que
forman parte del segmento secundario del mercado de trabajo como para los trabajadores que
constituyen el núcleo privilegiado del mercado de trabajo. De una u otra manera todos los
trabajadores afectados por medidas de flexibilización encaminadas a la precariedad o por medidas
de flexibilización propiamente dichas tienen presentes en sus vidas la incertidumbre.
Esta incertidumbre genera no sólo problemas económicos sino también problemas de
carácter ontológico. La inestabilidad laboral, que para Andrés Bilbao (1999) es simétrica a la
incertidumbre en la vida cotidiana, provoca necesariamente que los trabajadores sean incapaces
de poder plantear cualquier tipo de proyecto a largo plazo ya que les resulta difícil participar en la
estructura del consumo.
Los problemas económicos no se plantean para los trabajadores del núcleo privilegiado.
Sin embargo, las trayectorias laborales fragmentadas son comunes a los trabajadores de ambos
segmentos del mercado de trabajo. Los continuos cambios de empleo hacen que los trabajadores
se sientan prescindibles en todo momento, lo que disminuye “brutalmente la sensación de
importar como persona, de ser necesario a los demás” (Sennett, 2000: 153). Igualmente, la
imposibilidad de construir una narración vital y laboral de carácter lineal mina poco a poco la
capacidad de los trabajadores para reconocerse en el seno de la comunidad, es decir, merma sus
habilidades y capacidades sociales.
En definitiva, la necesidad del corto plazo de la economía se opone a la necesidad del
largo plazo que muestra la seguridad ontológica del individuo. La flexibilidad, la incertidumbre y
17
el cambio continuo dificultan la construcción de la identidad de los individuos ya que socava la
confianza básica a través de la que el individuo comprende al “otro” como persona distinta
(Giddens, 1995).
2.3
Precarización vs exclusión social en España.
Ya se ha visto cómo el proceso de segmentación del mercado de trabajo ha sido
acompañado por otro no menos interesante: la degradación de las condiciones laborales de los
segmentos del centro y la periferia y también la erosión de las condiciones sociales de tales grupos
de trabajadores o grupos sociales. Esta distribución de los trabajadores en el ámbito laboral puede
tener una equivalencia en la distribución de los ciudadanos en el ámbito social. Robert Castel
(1997) considera que tanto el trabajo como la intensidad de las relaciones sociales explican las
distintas situaciones que en la sociedad actual se pueden alcanzar.
El trabajo, una de las dimensiones de la exclusión social, es considerado por múltiples
autores como clave para comprender la mayoría de las situaciones de exclusión social llegando
incluso a provocar dificultad en la diferenciación de los procesos de exclusión social realmente
desencadenados por esta dimensión (Pérez Yruela et al., 2009).
Los cambios en el trabajo, en las formas del empleo y el consecuente nuevo modelo de
mercado laboral en el que la inestabilidad y la precariedad en el empleo tiene cada vez mayor
relevancia, hace que la dimensión del trabajo tenga consecuencias sobre el resto de dimensiones
consideradas: nivel de ingresos o renta, la formación o nivel educativo, la salud, la residencia o el
hogar, las relaciones familiares o redes sociales y la participación ciudadana.
“Yo de destacar, creo que el empleo y lo comentábamos antes, es el factor más importante de cara a
la exclusión, a caer en la exclusión, la falta del empleo o de cara a la reincorporación y a la inclusión social”
(E4)
El trabajo y la relación que mantienen los individuos con la actividad condicionan de
manera directa el nivel de ingresos con que cuentan. Se puede considerar que aquellos
individuos que se encuentran ocupados –independientemente del tipo de contrato o jornada
laboral– disponen de mayores niveles de renta que los individuos que son inactivos o se
encuentran en paro aunque éstos últimos en menor medida que los inactivos tal y como se puede
observar en la siguiente tabla.
18
Tabla 3. Situación en relación con la actividad definida por el interesado según renta neta
monetaria o cuasi monetaria del asalariado en 2010. En porcentaje. (Elaboración propia a partir
de Encuesta de Condiciones de Vida)
Dentro del grupo de los ocupados existen diferencias generadas por el tipo de contrato.
El poder disponer de un contrato de duración indefinida posibilita niveles de renta superiores a
aquellos individuos que tienen un contrato de duración definida. También se puede observar la
misma tendencia entre aquellos individuos que trabajan a jornada completa y los que lo hacen a
tiempo parcial, pues estos últimos siempre disponen de una renta inferior a la que tienen los
primeros. En la siguiente tabla se observa la diferencia en renta según el tipo de contrato (un
factor discriminatorio que se suma a otros como la inferioridad de cotización por estos
trabajadores a la Seguridad Social, con el consiguiente perjuicio sobre las pensiones, un hecho que
ha evidenciado recientemente la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el tema).
Tabla 4. Tipo de contrato según renta neta monetaria o cuasi monetaria del asalariado en 2010.
En porcentaje. (Elaboración propia a partir de Encuesta de Condiciones de Vida)
19
Únicamente el trabajo garantiza el disponer de ingresos medios y/o altos y se convierte en
el principal instrumento para evitar la pobreza y la exclusión social. Especialmente clara es esta
relación cuando se considera el trabajo a tiempo completo y los contratos de duración indefinida.
Por tanto, los trabajadores del segmento primario del mercado de trabajo dual se encuentran en
mejores condiciones para evitar procesos de exclusión social.
La educación mantiene una relación estrecha con el trabajo y la relación que mantienen
los individuos con la actividad. Se puede considerar que aquellos individuos con mayor nivel
formativo mantienen una mejor relación con la actividad, pues a menor nivel es mayor la
probabilidad de situarse en situación de paro tal y como se puede observar en la siguiente tabla.
De nuevo, otra característica del segmento primario del mercado de trabajo dual como es la alta
cualificación, garantiza mejores condiciones laborales y, por tanto, mayores posibilidades de
evitar procesos de exclusión social.
Tabla 5. Situación en relación con la actividad definida por el interesado según nivel educativo en
el año 2010. En porcentaje. (Elaboración propia a partir de Encuesta de Condiciones de Vida)
La salud, otra de las dimensiones de la exclusión social, mantiene una relación estrecha
con el trabajo y la relación que mantienen los individuos con la actividad. Se puede considerar
que el disponer de un trabajo favorece el contar con un mejor estado de salud; existe una mayor
proporción de parados en relación a los ocupados que consideran tener un estado de salud malo.
20
Dentro del grupo de los ocupados, tal y como se puede observar en la siguiente tabla,
existen diferencias entre los trabajadores que cuentan con un trabajo a tiempo completo y a
tiempo parcial, pues los primeros manifiestan tener un estado de salud malo en menor
proporción.
Tabla 6. Situación en relación con la actividad definida por el interesado según estado general de
salud en 2010. En porcentaje. (Elaboración propia a partir de Encuesta de Condiciones de Vida)
Se comprueba que el disponer de un trabajo y, sobre todo, disponer de un trabajo con las
características propias del segmento primario del mercado de trabajo dual favorece un mejor
estado de salud y menores limitaciones de salud en la actividad diaria y, por tanto, se reduce el
riesgo de exclusión social.
Independientemente de la relación que los miembros del hogar mantengan con la
actividad, el tipo de vivienda más habitual es el piso o apartamento en un edificio con 10
viviendas o más y, además, el régimen de tenencia de la vivienda es mayoritariamente la
propiedad y solo aquellos hogares con todos sus miembros en paro suelen acudir al alquiler en
mayor medida.
A pesar de esta consideración, la residencia o el tipo de hogar y sus características
también mantienen vínculos con el trabajo y la relación que los miembros del hogar tienen en
relación con la actividad. El poder disponer de un trabajo favorece tener un hogar en mejores
condiciones tanto medioambientales como de equipamiento.
Los hogares con todos sus miembros ocupados disponen de mejores condiciones en el
hogar al no tener humedades, poder mantener una temperatura adecuada durante el invierno,
tener suficiente espacio en la vivienda y no tener condiciones medioambientales adversas como
ruidos, contaminación, vandalismo y delincuencia y luz natural insuficiente. Esta situación es
justamente la contraria para aquellos hogares con todos sus miembros activos en paro o cuya
21
persona de referencia se encuentra en paro, pues son los tipos de hogar con mayores condiciones
insalubres y cuyo medio ambiente residencial se encuentra más deteriorado. Se puede comprobar
en la siguiente tabla, cuyos datos están referidos a 2007 pues no hay disponibilidad de otros más
actualizados en este momento.
Tabla 7. Hogares que sufren determinados problemas por actividad de la persona de referencia
en 2007. En porcentaje. (Elaboración propia a partir de Encuesta de Condiciones de Vida)
Se observa, por tanto, que el trabajo condiciona en gran manera el hogar y las condiciones
en las que este se encuentra. De esta manera, el paro puede forzar a que viviendas insalubres sean
habitadas por las personas que lo padecen y aumente, en consecuencia, el riesgo de exclusión
social.
3
Conclusiones.
Según se ha podido observar, la existencia de un mercado de trabajo dual condiciona de
manera significativa que los trabajadores se encuentren en mayor o menor riesgo de exclusión
social. Es decir, aquellos trabajadores que se encuentran en el segmento primario del mercado de
trabajo son menos vulnerables a los procesos de exclusión social ya que aún tienen al trabajo
como fuente de derechos sociales; por el contrario, aquellos que trabajan bajo condiciones
laborales propias del segmento secundario del mercado de trabajo tienen mayores probabilidades
de sufrir procesos de exclusión social.
“Ahora, ahora lo que está ocurriendo es también es que del nivel 1, de la clase media como es
comprobable también y es sabido, hay algunas cohortes de edad que están caminando hacia el otro recinto y
se está precarizando su vida, se pierden puestos de trabajo también, lo que comentábamos; de estos puestos
de trabajo más estables, mejor pagados,… también están perdiéndose y bastante gente está saliendo de este
nivel social y económico, está saliendo hacia el otro”. (E3)
22
La precariedad laboral en un mercado de trabajo dual en el que las condiciones de trabajo
son cada vez peores, genera procesos de exclusión social que afectan a una parte cada vez más
numerosa de la sociedad española.
“…cualquier persona puede sumar con tres o cuatro factores… puede entrar en una situación de
exclusión en semanas y verse en una situación de exclusión sin haberlo pensado en ningún momento… eso
lo estamos presenciando en nuestros usuarios en muchos centros… estamos viendo cómo nos llegan personas
que pasan de una situación de inclusión a una situación de exclusión con la suma de tres, cuatro factores y
cómo está afectando a todos los sectores y con una pérdida de lo que hemos llamado la clase media y con una
sociedad que cada vez se está polarizando más entre los que más tienen y los que no tienen nada”.(E1)
La situación de déficit público, agravada por la crisis, hace más difícil e improbable la
respuesta de las administraciones públicas a la hora de aportar más fondos públicos a la acción
contra la exclusión social, pues éstos se están viendo reducidos notablemente; la crisis económica
de los últimos años no sólo está afectando al gasto dedicado a las políticas contra la exclusión
social sino que está deteriorando el Estado de Bienestar en su conjunto. Las políticas
macroeconómicas actuales marcadas por la austeridad en el gasto público están dejando sin
protección a un número cada vez mayor de ciudadanos.
“Cada vez hay más ciudadanos que no tienen ningún tipo de prestación ni de cobertura por parte
de las administraciones públicas ni por parte del tercer sector de acción social que configuramos nosotros y se
están quedando fuera de las coberturas que ese Estado del Bienestar debería de garantizar” (E1)
“Se ha optado evidentemente por salvar el sistema y el sistema fundamentalmente financiero y no
por salvar a la población que caía en situación de pobreza y de exclusión pero tendrá que cambiar el
rumbo”. (E4)
La situación económica profundamente adversa, junto con el descrédito de las
instituciones para la ciudadanía, hacen que el momento actual sea especialmente crítico. Esto
obliga a considerar que los discursos están sesgados hacia un notable pesimismo y carga
negativamente el discurso sobre las posibilidades de las instituciones públicas de afrontar con
éxito un proceso de vertebración social. Además, la tendencia que se observa no es la de
aumentar la protección sino de afianzar las desigualdades.
23
Los colectivos más afectados por la exclusión social según los técnicos de distintas áreas
de conocimiento relacionadas con el trabajo y la exclusión social que han sido entrevistados son
los siguientes:
•
Personas mayores de 50 años que están en una situación de desempleo y con escasas
posibilidades de empleabilidad.
“…siempre he mirado con especial preocupación lo que siente el trabajador maduro que
queda fuera del circuito… ese es el que me preocupa, sí, siempre, siempre, es decir, el trabajador que se
siente todavía fuerte, que tiene responsabilidades familiares, que tiene 50 años, que ha cobrado el
desempleo y le ha durado cuatro duros, que tiene una formación…” (E2)
•
Jóvenes que abandonaron el sistema educativo y que disponen de un nivel de
cualificación bajo.
“…el de aquellos que lo van a tener muy complicado para insertarse en el mercado de trabajo
porque vienen de una situación donde pararon sus procesos formativos o los pararon en beneficio de
una incorporación rápida al mercado de trabajo porque había mucho trabajo y se pagaba bien. Este
grupo merece la pena mirarlo con detenimiento porque estos lo tienen muy complicado…” (E3)
En estos dos grupos habría que considerar los ejes de desigualdad como son el género y la
etnia y la nacionalidad. Las mujeres y la población inmigrante se encuentran en una situación de
mayor vulnerabilidad que hace que tengan un mayor riesgo para vivir procesos de exclusión
social. No obstante, y en relación al género se debe apuntar que los servicios sociales de entidades
de gobierno locales están observando un proceso de masculinización de los usuarios de tales
servicios.
Las estrategias buscadas por uno y otro grupo social son bien distintas en relación a la
búsqueda de la inclusión social. Mientras los jóvenes no cualificados buscan el recurso de la
formación y de la recualificación, los trabajadores mayores de 50 años se aferran a las ayudas
sociales no contributivas.
La tendencia que se observa en España a nivel laboral es una profundización de los
procesos de precarización. Cada vez serán más los grupos sociales afectados por las distintas
formas de empleo “atípicas”, entre ellos, los que desarrollaron toda su carrera laboral en un
modelo laboral basado en la estabilidad y el pleno empleo.
Este hecho hará más vulnerable a la sociedad española y agravará los procesos de
exclusión social que serán vividos más intensamente y se harán crónicos.
24
Por tanto, la sociedad española está en camino de convertirse en una sociedad dual en
relación al trabajo y a las clases sociales sin que las políticas públicas de empleo puedan
remediarlo; se generará una sociedad en la que los grupos afectados por la exclusión social serán
incapaces de sentirse o volver a sentirse plenamente incluidos en la sociedad. De hecho, aunque
es difícil dimensionar el fenómeno, ya se detecta un grupo importante de autoexclusiones en el
sistema, la de los “desanimados”, aquellos trabajadores que han dejado de buscar empleo.
Ante estos hechos se puede estar asistiendo a un cambio de paradigma y al nacimiento de
aquél que se podría denominar del de los sin tiempo. El paradigma de los sin tiempo se basaría en un
tipo de sociedad en el que las diferencias sociales serían prácticamente insalvables. Existiría un
grupo social amplio asentado permanentemente en la exclusión social al que se le habría negado
cualquier posibilidad de realización de un proyecto vital. Es decir, serían aquellos a los que se les
negaría el tiempo y las posibilidades para ser ciudadanos y que quedarían insertos en la inmediatez
de la subsistencia.
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27
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