*110117510007CO* Exp: 11-011751-0007-CO Res. Nº 2012001579 SALA CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las catorce horas y cuarenta minutos del ocho de febrero del dos mil doce. Acción de inconstitucionalidad promovida por XXXX, cédula de identidad XXX, en su condición de PROCURADORA GENERAL DE LA REPÚBLICA, contra el párrafo segundo del artículo 14 de la Ley de Opciones y Naturalizaciones N° 1155 y contra las frases finales de los artículos 50 y 64 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Elecciones y Registro Civil N° 3504. Resultando: 1.- Por escrito recibido en la Secretaría de la Sala a las nueve y veintisiete horas del diecinueve de setiembre de dos mil once, la accionante interpone acción de inconstitucionalidad contra el párrafo segundo del artículo 14 de la Ley de Opciones y Naturalizaciones N° 1155 y contra las frases finales de los artículo 50 y 64 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Elecciones y Registro Civil N° 3504. En cuanto a la legitimación, manifiesta que interpone la acción en forma directa con fundamento en la autorización del tercer párrafo del artículo 75 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional, y a solicitud del Tribunal Supremo de Elecciones según oficio N° TSE-1940-2011 de 8 de julio de 2011. Expone que de la lectura de artículo 14, párrafo segundo impugnado se deriva que en los procesos de naturalización en que ha dictado resolución el Registro Civil, si la parte interesada no interpone recurso de apelación, esa resolución será elevada a consulta ante el Tribunal Supremo de Elecciones. Lo mismo disponen las frases finales de los artículos 50 y 64 recurridos, al establecer la obligación de consultar ante el Tribunal Supremo de elecciones las resoluciones emitidas por el Registro Civil, aun cuando no hubieren sido apeladas por la parte interesada. En consecuencia, la resolución del Registro Civil, favorable o desfavorable a la solicitud de naturalización, o relativa a la inscripción de un nacimiento de una persona mayor de diez años o la cancelación de un registro, no queda firme sino hasta que el Tribunal Supremo de Elecciones resuelva la consulta; el Tribunal a través de la consulta puede confirmar, modificar o revocar lo resuelto por el Registro Civil, que no queda firme sino una vez que el Tribunal emite su resolución. Estima que la decisión final sobre estos actos radica no en el Registro Civil sino en el Tribunal Supremo de Elecciones y que dicho efecto resulta contrario al esquema constitucional de las competencias tanto del Registro Civil como del Tribunal Supremo de Elecciones, según se deriva de los artículos 102 y 104 de la Constitución Política, así como de los principios de razonabilidad y proporcionalidad, y de eficacia administrativa. Manifiesta que con el objeto de garantizar la autonomía de la función electoral y la pureza del sufragio, el constituyente tuvo especial cuidado en regular la competencia exclusiva y excluyente del Tribunal Supremo de Elecciones, y que ese Tribunal asume la organización, dirección y vigilancia de la función electoral, lo que implica no solo funciones de naturaleza jurisdiccional, sino también que se le atribuyen funciones de naturaleza legislativa y administrativa. No obstante, este concepto no solo define ese Tribunal sino que también opera como un límite al legislador ya que en efecto, en ejercicio de la potestad legislativa, el legislador puede decidir atribuir al Tribunal Supremo de Elecciones nuevas competencias, pero estas deben enmarcarse en el ámbito de lo electoral, lo que determina también la competencia para conocer de las resoluciones del Registro Civil y de las Juntas Electorales, ya que estos organismos electorales están subordinados al Tribunal, y se explica que a ese Tribunal corresponda conocer de las resoluciones que dicten estos organismos electorales, aunque no se trata del conocimiento de cualquier resolución. Estima que conforme al numeral 104 de la Constitución Política, el Registro Civil es un órgano dependiente del Tribunal Supremo de Elecciones, por lo que este es el jerarca supremo del Organismo Electoral y en esa condición, es titular de las potestades propias del jerarca, entre ellos la revisora de las actuaciones del Registro Civil en orden a la adquisición, recuperación y pérdida de la nacionalidad costarricense, que son apelables ante el Tribunal. Indica que existe una correspondencia entre los artículos 102, inciso 4 y 104, inciso 2 de la Constitución Política de la cual se deriva que el Tribunal solo conoce de las materias propias del Registro a través de los recursos y conoce en el tanto en que la resolución dictada sea apelable, según lo dispuesto por el ordenamiento, además de que una vez emitida la resolución administrativa por parte del Registro Civil, esta deviene en firme, salvo cuando la parte interesada interpone recurso de apelación ante el Tribunal Supremo de Elecciones, de modo que en la configuración constitucional de esta distribución de competencias, el Tribunal interviene en su condición de jerarca del Registro, órgano dependiente, a través del recurso de apelación, debiendo entenderse que si la parte interesada no interpone el recurso es porque se aviene y se conforma con lo resuelto por el Registro, de manera que si se otorga un derecho, este se consolide salvo que el interesado interponga recurso de apelación. Considera que el esquema constitucional vincula al legislador, de forma que no es libre para decidir modificarlo, máxime si con esa modificación se introduce un trámite que afecta el derecho del administrado a una justicia pronta y cumplida. Explica que constitucionalmente no se ha previsto que el Tribunal Supremo de Elecciones deba tener una participación en todos los procesos de adquisición y pérdida de la nacionalidad, y que pueda tenerla incluso si la resolución dictada por el Registro no es apelada. Afirma que si esas resoluciones del Registro no son impugnadas deberían quedar firmes una vez transcurrido el plazo para apelar; no obstante, al imponer la consulta obligatoria respecto de toda resolución no apelada, la participación del Tribunal deviene un elemento de validez y eficacia de las resoluciones en materia de naturalización, lo cual se aparta del esquema constitucional. Indica que podría alegarse que el legislador está facultado para atribuir al Tribunal Supremo de Elecciones otras competencias; sin embargo, es preciso tomar en cuenta que la nueva atribución debe enmarcarse en el texto constitucional y sobretodo no puede modificar el diseño constitucional establecido, de forma que obligue al Tribunal a intervenir en todos los actos que deben emitirse en materia de naturalización, o en su caso en determinadas inscripciones de nacimiento, además de que la consulta obliga al Tribunal Supremo de Elecciones a asumir una responsabilidad que no es la propia y que por el contrario, es del Registro Civil, y sólo excepcionalmente cuando media recurso de apelación, el poder de decisión se traslada al Tribunal. Considera que el mecanismo de consulta obligatoria establecido en el párrafo segundo del artículo 14 de le Ley de Opciones y Naturalizaciones y en las frases finales de los artículos 50 y 64 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremos de Elecciones y Registro Civil, contraviene los principios de razonabilidad y proporcionalidad, por cuanto explica que los artículos recurridos son de vieja data, y el momento histórico, cultural, social y económico en que fueron concebidas estas leyes, y por ende la consulta, es diferente al que impera hoy día. Podría decirse que a pesar de que el Tribunal no ha sufrido modificaciones en su integración, la forma en que opera hoy en día dista mucho de cómo lo hacía cuando se promulgó la normativa impugnada, ya que incluso como órgano electoral su función es más amplia que aquélla con la cual fue creado. Además, en general el volumen y complejidad de las diferentes funciones que desarrolla actualmente es mucho mayor que las que le correspondían no solo durante los años sesentas cuando entraron a regir la totalidad de las normas impugnadas, sino incluso en la década de los años noventa. Expone que entonces la labor del Tribunal Supremo de Elecciones estaba limitada fundamentalmente a los procesos electorales que tenían lugar cada 4 años; hoy día, tanto la Constitución como la ley han sido modificadas para introducir nuevas competencias a ese Tribunal, por lo que basta recordar que dicho órgano no sólo es garante de la pureza de los procesos electorales, sino que contribuye a organizar y fomentar la democracia participativa del país. La reforma constitucional aprobada por la Ley 8281, determina que la democracia costarricense no es solo una democracia representativa, sino que ante todo es una democracia participativa, en la que el pueblo se manifiesta no sólo a través del sufragio sino a través de la iniciativa popular y el referéndum. La organización, dirección y fiscalización de esos procesos, corresponde al Tribunal Supremo de Elecciones así como de las elecciones de alcaldes municipales. La Procuraduría General de la República estima que lo electoral se ha ampliado, pues no se circunscribe a las elecciones nacionales, sino que abarca también los procesos internos de los partidos políticos. El Tribunal esta llamado a ejercer la vigilancia sobre el funcionamiento interno de los partidos políticos, así como el tema del financiamiento, aspectos que deben regirse por el principio democrático. Todo ello plantea nuevas intervenciones del Tribunal, que no eran previsibles al momento de promulgación de la normativa impugnada; eso es distinto a lo que sucede actualmente, en cuanto al funcionamiento continuo, permanente y eficiente del Tribunal. Agrega que el Tribunal Supremos de Elecciones también es garante de que en los procesos democráticos se cumpla el principio de equidad de género y las funciones de la jurisdicción electoral que han venido en aumento. Señala que durante el año 2010, el Tribunal Supremo de Elecciones emitió 8079 resoluciones, de las cuales 219 corresponden a asuntos contenciosos-electorales, 70 a asuntos electorales no contenciosos, 152 de procesos de cancelación de credenciales municipales y 7208 a asuntos relacionados con el Registro Civil. Este dato demuestra que dicho Tribunal debe dedicar una parte importante de su tiempo a la atención de los asuntos relacionados con el Registro Civil, siendo lo más grave que una gran cantidad de resoluciones son emitidas al conocer de la consulta obligatoria, es decir, a través de la revisión oficiosa de lo actuado por el Registro. Esto no solo afecta el desenvolvimiento de las otras funciones constitucionalmente atribuidas, sino que retarda la solución de las gestiones presentadas por los particulares. Indica que el número de resoluciones que se revierte a través de la consulta obligatoria es ínfimo, lo que demuestra que los recursos públicos destinados para conocer y resolver de esas consultas no inciden en forma significativa en el resultado de esos procesos. Cabe afirmar entonces, que la consulta no es un medio idóneo, adecuado y proporcional para alcanzar el objetivo de corregir errores cometidos por el Registro Civil, y no solo no satisface el interés público sino que atenta contra él. Manifiesta que la eliminación de la consulta obligatoria no conllevaría un desmejoramiento de la situación de las administrados, por cuanto no solo existe el recurso de apelación ante el Tribunal Supremo de Elecciones, sino también otras vías procesales, y si de tutelar el interés público se trata, se debe recordar que los actos dictado por el Tribunal y el Registro Civil en materia de naturalización e inscripción de nacimiento, en tanto declaratorios de derechos, se sujetan a los dispuesto en el artículo 173 de la Constitución Política, por lo que de no conformarse con el ordenamiento jurídico puede ser declarada su nulidad absoluta. Además, el artículo 18 de la Ley de Opciones y Naturalizaciones establece un procedimiento para declarar la nulidad de la naturalización obtenida fraudulentamente, de forma tal que considera que la consulta obligatoria no guarda la proporción con las exigencias que en la actualidad se dan tanto en el seno del Tribunal Supremo de Elecciones, como en la propia ciudadanía. Estima que dicha consulta lesiona la eficacia y eficiencia administrativa, pues el Tribunal debe ocuparse de atender asuntos que son del resorte del Registro Civil y al hacerlo retarda el conocimiento y resolución de otros asuntos de competencia constitucional del Tribunal. En virtud del principio de eficacia, el Tribunal debe actuar de manera que satisfaga el interés general y cumpla los fines determinados por la Constitución y la ley que define competencias, funciones que debe cumplir tomando en consideración los derechos e intereses de los particulares; entre estos está el derecho a una prestación de servicios de calidad, lo que exige procedimientos ágiles y al menor costo. La situación actual atenta contra la eficiencia administrativa, pues el Tribunal está obligado a destinar parte de sus recursos humanos, financieros y técnicos para conocer y resolver las consultas obligatorias. Resultan así violados los principios de eficacia y eficiencia porque el resultado no asegura la realización del interés general, y por el contrario, genera un uso irracional de recursos. Considera que en atención al uso racional de los recursos públicos, y al respeto de los principios de economicidad y eficiencia, podría sostenerse que si el Registro presentare problemas de funcionamiento, lo procedente es dotarlo de los recursos de todo tipo para poder hacer frente a sus responsabilidad, de manera tal que sea en el propio seno del Registro que se solucionen los problemas, sin que se desplacen al Tribunal como órgano electoral, pues ello incide en el derecho fundamental del administrado a una justicia administrativa pronta y cumplida, al establecerse el mecanismo gravoso de consulta obligatoria, que genera una demora en el otorgamiento de la naturalización. Solicita se declare con lugar la acción planteada. 2.- A efecto de fundamentar la legitimación que ostenta para promover esta acción de inconstitucionalidad, señala que se fundamenta en el artículo 75 párrafo tercero de la Ley de la Jurisdicción Constitucional que otorga a la Procuraduría General de la República legitimación directa para interponer la acción de inconstitucionalidad. En este caso, actúa a solicitud del Tribunal Suprema de Elecciones según oficio N° TSE-19402011 de 8 de julio de 2011. 3.- El artículo 9 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional faculta a la Sala a rechazar de plano o por el fondo, en cualquier momento, incluso desde su presentación, cualquier gestión que se presente a su conocimiento que resulte ser manifiestamente improcedente, o cuando considere que existen elementos de juicio suficientes para rechazarla, o que se trata de la simple reiteración o reproducción de una gestión anterior igual o similar rechazada. Redacta la Magistrada Calzada Miranda; y, Considerando: I.- Sobre la admisibilidad de la acción.- La acción cumple los requisitos de admisibilidad según lo dispuesto por los artículos 73 a 75 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional, pues su objeto es de los indicados en los numerales 10 de la Constitución Política y 73 de la Ley citada. La Procuraduría General de la República cuenta con legitimación procesal fundamentada en el párrafo tercero del artículo 75 de la Ley dicha que le otorga legitimación directa. La P.G.R. aduce que actúa a solicitud del Tribunal Suprema de Elecciones según oficio N° TSE-1940-2011 de 8 de julio de 2011. La solicitud del T.S.E. y la interposición de la acción por parte de la P.G.R. tienen como sustento el voto 4635-1999 del 16 de junio de 1999 según el cual los cuestionamientos constitucionales de una norma realizados por el T.S.E. deben canalizarse a través de la acción directa interpuesta por medio de la P.G.R., criterio que se mantiene a la fecha. II.- Sobre el fondo.- Alega la Procuraduría General de la República que las normas se impugnan en el tanto establecen el trámite de consulta obligatoria al Tribunal Supremo de Elecciones. Estima que ese trámite resulta contrario al diseño constitucional de las competencias, tanto del Registro Civil como del Tribunal Supremo de Elecciones, tal y como se derivan de los artículos 102 y 104 de la Constitución Política. Asimismo, desconocen los principios de razonabilidad y proporcionalidad y eficacia administrativa, con desmedro de los derechos de los administrados. En relación con el primer alegato -el trámite de consulta resulta contrario al diseño constitucional de las competencias tanto del Registro Civil como del T.S.E. según disponen los artículos 102 y 104 de la Constitución Política-, basta indicar que el artículo 102 inciso 10) expresamente indica que el legislador podrá asignar otras funciones al Tribunal Supremo de Elecciones. Dispone la norma: “Art. 102.- El Tribunal Supremo de Elecciones tiene las siguientes funciones: …10) Las otras funciones que le encomiende esta Constitución o las leyes.” Señala la P.G.R. que si bien el legislador puede atribuir al Tribunal nuevas competencias, estás deben estar enmarcadas en el ámbito de lo electoral. Esta idea, sin embargo, constituye solamente un punto de vista. Revisadas las actas en que se discutió el artículo 102 en estudio, no se encontró ninguna manifestación por parte de los constituyentes que permita aseverar que lo que indica la Procuraduría General de la República es cierto. Por otra parte, una interpretación extensiva de “lo electoral”, nos permitiría estimar que el trámite de consulta obligatoria está referido a hechos que se inscriben en el Registro Civil, como son los nacimientos, las defunciones, las naturalizaciones, los matrimonios y los divorcios, así como a su cancelación. La mayoría de estos hechos a la postre inciden en que una persona pueda o no ejercer sus derechos políticos; es decir, están impregnados de la naturaleza electoral que enmarca las funciones del T.S.E. III.- El segundo alegato que presenta la P.G.R. alude a la violación a los principios de razonabilidad y proporcionalidad. Estima este órgano que la consulta obligatoria no guarda proporción con las exigencias que en la actualidad tiene el Tribunal Supremo de Elecciones, ni con las necesidades de la ciudadanía. En relación con este último aspecto, aduce la Procuraduría General de la República que la consulta obligatoria lesiona la eficacia y eficiencia administrativa, pues el ocuparse de asuntos que le corresponden al Registro Civil, retarda el conocimiento y resolución de asuntos que la Constitución le atribuye en exclusiva al Tribunal. Esta Sala comprende que la atención de las consultas distraiga la atención del Tribunal; tampoco pone en duda los números que ilustran la cantidad y naturaleza de los asuntos que conoce el Tribunal. Sin embargo, ninguno de los dos argumentos tiene la fuerza necesaria que motive a este Tribunal a considerar que en efecto, tales consultas resultan inconstitucionales. El hecho de que se trate de un procedimiento aparentemente innecesario, que consume tiempo y recursos del Tribunal, no lo hace inconstitucional. IV.- Conclusión.- En virtud de lo expuesto, la acción debe ser rechazada por el fondo. Por tanto: Se rechaza por el fondo la accion. Ana Virginia Calzada M. Presidenta Gilbert Armijo S. Ernesto Jinesta L. Fernando Cruz C. Paul Rueda L. Rodolfo E. Piza R. Luis Humberto Barahona D. EXPEDIENTE N° 11-011751-0007-CO Teléfonos: 2295-3696/2295-3697/2295-3698/2295-3700. Fax: 2295-3712. Dirección electrónica: www.poderjudicial.go.cr/salaconstitucional. 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