"Son de los diablos" - Tonadas afro-hispanas del Perú de Diana Baroni "The past is never there waiting to be discovered, to be recognized for exactly what it is. History always constitutes the relation between a present and its past. The past is not for living in; it is a well of conclusions from which we draw in order to act." (1) John Berger. Culturas únicas, como las de los antiguos pueblos americanos, la africana y la española impregnada de un pasado mozárabe, se encontraron en el siglo XV, en las tierras nuevas de Las Indias Occidentales. El sostenido proceso de transformación, de mestizaje constituye, la marca indeleble de la sensibilidad y el temperamento musical que se ha desarrollado desde entonces en nuestra América. La curiosidad de Baltasar El arte del catálogo, del inventario se convierten durante los siglos XVII y XVIII en expresión activa de la curiosidad del hombre. Y el arte de la enciclopedia constituye a su vez la ofrenda expresa de los intelectuales y pensadores a la Historia. En 1779, Don Baltasar Martínez Compañón es designado por la corona española Obispo de Trujillo, ciudad costeña del Pacífico norte del Perú. El descubrimiento de la naturaleza en este nuevo mundo se vuelve en Baltasar una obsesión que lo lleva a trajinar durante muchos años, acumulando gracias a la ayuda de los indígenas de su diócesis, páginas y páginas en volúmenes innumerables. Acorde con la reforma borbónica de ese entonces (2), su idea era la de conformar una biblioteca para documentar la realidad y el exotismo de la vida en esas vastas tierras de costa, sierra y selva. Juegos ancestrales, fiestas, animales desconocidos, hombres nuevos, naturaleza sorprendente, celebraciones funerarias, rituales, son la generosa lista que dedica a sus libros. En Trujillo, Baltasar documenta con imágenes. Portavoz del Iluminismo en las tierras peruanas, protector de las escuelas en lenguas nativas, fundador de talleres y centros educativos para indios y mestizos, sabe en su silencio estar en acción, en el audaz intento de reconciliar la fe y la ciencia. La mirada de Baltasar nos guía inteligentemente a través de sus láminas, y algo en apariencia intransmisible del ámbito excéntrico y novedoso de la vida en esas tierras trujillanas es capturado. La extraña vivacidad de las acuarelas, cierto candor que les otorga la imperfecta perspectiva, son el registro espontáneo de lo que ve, de lo que oye, de lo que con agudeza observa. Muchas de ellas representan bailes, celebraciones con músicos y danzantes a veces indígenas, otras criollos, o negritos; en algunas los descubrimos tocando instrumentos de la España mozárabe como la guitarra y el arpa, que junto al violín fueron traídos por los conquistadores. Es el espíritu festivo, radiante que expresan estas láminas el que ha inspirado nuestra interpretación. Este precioso catálogo en nueve lujosos volúmenes, forrados cada uno en badana avellana o roja, viajaría hacia España, para saciar la curiosidad de los reyes borbones.(3) Entre las páginas del volumen II hay partituras; en ellas se oyen tonadas: una voz y un bajo, versos y a veces estrofas alternativas. El texto en cada una de ellas sorprende en su poética exquisita; a menudo, los versos anotados en el manuscrito evocan la sutileza del imaginario de los poetas españoles del siglo de oro. La métrica traída por la lengua hispana perdurará y será asimilada durante los próximos siglos por la tradición peruana; décimas, coplas, seguidillas (4)… son algunas de las formas retóricas heredadas por el cancionero del Perú. "Para baylar cantando" es el leitmotiv que Baltasar reproduce cada vez que presenta una nueva tonada. En algunas de ellas anota una referencia geográfica: Chachapoias, Caxamarca, Pueblo de Lambayeque, regiones pertenecientes a la diócesis de Trujillo. A veces también les designa un nombre: Tonada El Congo, Tonada La Selosa, Tonada El Diamante, Tonada La Donosa… son algunas de las que hemos escogido. Una de ellas es nombrada cashua, danza festiva y feliz. En el Journal de la Société des Américanistes encontramos una definición: "Sous ce titre les indiens désignent les danses de tradition incaïque ou même antérieure. Elles sont le plus souvent chantées […] mais aussi quelquefois les flûtes reprennent les thèmes avec l’aide du tambour". (5) Entre los géneros musicales citados por el cronista mestizo Guaman Poma de Ayala, aparece junto a la cashua, el yaravi. (6) De carácter elegiaco, su nombre de origen quechua o aymara, podría significar "corazón que palpita" o "penas de corazón". Son de los diablos, morenada y danza de los morenos "…En la mayor parte de los pueblos de América, con fuertes raíces africanas, encontramos aún hoy, Diablitos Negros en ciertas festividades religiosas populares. En Lima por ejemplo, el Son de los diablos fue una danza practicada exclusivamente por Negros, el día de Quasimodo o el domingo de Pascuas, en la que una veintena de Diablos con máscaras grotescas o disfrazados de animales, adornados con plumas, pieles y colas de serpientes, son acompañados por una ensordecedora música africana de tambores y quijadas…" (F. Ortiz , Los Bailes y el Teatro de los Negros en el Folklore, La Havana, Letras Cubanas, 1985). En su origen más lejano, el son de los diablos florece en el refugio de las fiestas católicas oficiales como baile procesional, convirtiéndose en una ocasión para los Negros de revivir a su manera, el totemismo africano. "Algunos se disfrazan de diablos o de emplumados, otros imitan a los osos con pieles sobrepuestas, otros representan unos monstruos con cuernos, plumas de gavilanes, garras de leones […] acompañan a la procesión con alaridos y gritos atroces".(7) Así describe Fuentes, en sus apuntes limeños de 1867, esta danza frenética de carnaval que anima los saltos acrobáticos de los diablos danzantes, aparentada rítmicamente con el más contemporáneo festejo afro-peruano. En una de las láminas de Baltasar, tres hombrecitos con cuernos y rabo, enmascarados en una expresión radiante, hacen música para el baile, vestidos con disfraces coloridos y una pareja de excéntricos diablillos celebran el son de los diablos. Los músicos de nuestra lámina tocan guitarra o vihuela, quijada y cajita; esta última además de establecer una de las rítmicas de base del baile, recoge entretanto las dádivas de los fieles que osan deslizar sus monedas cuando entre golpe y golpe la tapa de la cajita se levanta… Mas allá del Perú, los diablos también se expresan: "Depuis l’introduction, au XVIe siècle d’esclaves noirs […] il s’est développé au Pérou et en Bolivie, une danse dite des Morenos (ou morenada) où se glissent des élements africains […] les danseurs sont tous munis d’un masque noir ; leurs costumes appartiennent à la pure fantaisie : perruque, casque surmonté d’un plumet, casaque et jupe brodées d’or et d’argent. Ces défroques, à la fois luxueuses et grotesques, appartiennent rarement à celui qui les endosse. En cela la danse des Morenos rejoint la diablada …" (8) (Journal de la Société des Américanistes.) Origen del virreynato o "el mundo al revés" Nuestras memorias registran desde siempre el Perú con su Imperio Incaico, su ciudad del Cuzco, sus divinidades, sus tradiciones, su música. En cuanto a los instrumentos de origen indígena más antiguos son documentados flautas (quena, pincullo, antara o flauta de pan), tambores (tinya), y trompetas. La historia puso un abrupto final al desarrollo autónomo de las culturas indígenas del Perú con la llegada de los españoles a las tierras americanas. Según Guaman Poma de Ayala (hacia 1532-1614) - uno de los primeros cronistas que narra la historia desde el punto de vista del indígena - el mundo andino representa el orden, un ideal. Bajo sus ojos, la época de la Conquista con sus abusos e injusticias refleja un período en el que el "mundo está al revés". (9) Ese pasado andino lo encontramos también en las páginas de los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega: "… componían en verso las hazañas de sus reyes, y de otros famosos incas y curacas principales, y los enseñaban a sus descendientes por tradición para que se acordasen de los buenos hechos de sus pasados y los imitasen; los versos eran pocos porque la memoria los guardase…"(10) La historia del Imperio inca se teje en la curiosa telaraña de la memoria de los hombres. Verdades que se transmiten de boca en boca en su propio método de supervivencia, lenta y consecuentemente. Frases que oídas una vez en forma de tonada devienen una nana o un pregón. En el universo de la libertad exquisita de tonadas viejas, el arte de los trovadores anuncia también la práctica eterna de la tradición oral. Más adelante, cuenta Garcilaso: "…hacíase con grandísima fiesta, principalmente el barbechar […] así el retruécano de todas sus coplas era la palabra ‘haylli’- triunfo - repetida muchas veces cuantas era menester para cumplir el compás…" El uso del canto como estímulo rítmico del trabajo en las tierras, en los mercados callejeros o en boca de los vendedores ambulantes, ¿no es acaso una suerte de encuentro universal entre civilizaciones y culturas? En las plantaciones, la extraordinaria memoria de los esclavos sabrá conservar el hábito de trabajar cantando, cantos que evocan un pasado de miseria y opresión, cercanos en su naturaleza a los negro-spirituals. Como origen de este sentimiento, nace el panalivio, canto agrícola que expresa la crudeza de los trabajos en los campos. Mestizaje y geografía en el Perú Resultado del proceso de conquista y colonización surgen nuevos grupos étnicos en las tierras americanas. En el mapa de la estructura social se diferenciaron orígenes y razas: "criollo" fue bautizado entonces aquel español nacido en las nuevas tierras; "mestizo" aquel nacido de madre indígena y padre español o viceversa; "zambo" hijo de negro e indígena. La actividad en los puertos, con los españoles instalados básicamente en la costa, se haría cada vez más intensa durante el curso del siglo XVII al legalizarse el tráfico de esclavos hacia las colonias sudecuatoriales; desde entonces ingresarán por el Río de La Plata para reemplazar en minas y plantaciones a la diezmada población indígena. De acuerdo a las rutas recorridas por los barcos negreros que describe Don Nicomedes Santa Cruz - poeta y músico investigador de las tradiciones afroperuanas - los esclavos traídos por los españoles a las tierras peruanas provenían mayormente del África bantú, originarios de Angola, Congo y Mozambique; en menor proporción, llegarán también Africanos Yorubas a estas tierras. La población negra crecerá en poco tiempo remarcablemente; la Iglesia, inseparable de los conquistadores, emprende entonces su evangelización. Ya en 1540, se crea la primera cofradía negra; estas hermandades permitirán a los negros participar de las festividades programadas por el calendario religioso. La creación de estos nuevos espacios de socialización dará a las comunidades africanas de distintas etnias la oportunidad de preservar, intercambiar, revivivir sus creencias, músicas y danzas. Allí, serán capaces de re-interpretar el folklore religioso de sus maestros cristianos… asimilando a su vez la Iglesia, en su imaginario de santos, divinidades paganas tomadas de la tradición africana: Zambi, por ejemplo Dios Bantú o Nuestro Señor de los Milagros… Las procesiones en su homenaje, desbordan durante el mes de octubre las calles de Lima aún en nuestros días. La resistencia toma forma a su vez de fidelidad rigurosa a las tradiciones africanas: los ardientes bailes de culto, donde el folklore y lo sagrado conviven, son acompañados - además de generosas libaciones - por el tambor: "el más común es el que forman con una botija (checo) o un cilindro de palo hueco por dentro…Sacan una especie de ruido musical, golpeando una quijada de caballo o borrico, descarnada, seca y con la dentadura movible". (M. Fuentes) Es en el ámbito de las cofradías que el Negro encuentra un lugar de reencuentro con su identidad, un espacio donde expresar su inspiración, su sentido de lo mágico; en las calles, en los barracones y en las iglesias, durante la celebración fervorosa de la festividad de nuevos santos, blancos o negros. Danzas de ombligada Lundu es en lengua kimbundo, "samba" : nombre genérico de todas las danzas africanas "de ombligada". La pareja danzante en práctica ritual, personifica a los dioses de la fecundidad; en una suerte de estilización coreográfica del acto sexual, el baile invoca a los poderes de la Naturaleza en beneficio de la colectividad. La antigua ciudad de Villa de Santiago de Miraflores de Zaña, que en el siglo XVII rivalizará con Lima y aventajará en importancia a la costeña Trujillo, albergaba entonces una enorme cantidad de esclavos negros gracias a su economía agropecuaria. Rituales, celebraciones y danzas africanas -entre ellas el lundu- convertirán a Zaña durante aquellos años en "ciudad maldita". Finalmente, después de saqueos piratas e incendios, en 1720 el destino de nuestra ciudad será sellado por una fatal inundación. "En proceso folklórico, los negros criollos convirtieron el lundu en canción antirreligiosa llamada Zaña" (11), dice Don Nicomedes. En su estilo responsorial, característico de los cantos africanos, se acompaña con el checo, instrumento que más tarde dará nacimiento al cajón peruano. Durante el siglo XVIII se bailará el lundum en los salones de la Corte Portuguesa; en los salones limeños del Perú, se aprenderá el ondu, enseñado por profesores negros. Gracias a la imbatible habilidad que generaron en el baile y en la música los maestros pasaron poco a poco de las cofradías a otros recintos de la sociedad. Ya en la Lima colonial, según cuenta el ensayista E. Montiel, dos Negros Elejalde y Monteblanco, se admiraban por su sensualidad en la interpretación del vals y la zamacueca (12). Crónicas, diarios de viaje de la época, coinciden en la descripción del lundu en un rasgo emblemático: el "golpe de frente" o saludo entre hombre y mujer, y el choque de pelvis contra pelvis o "golpe final" en la secuencia coreográfica (13). La presencia de estos elementos en el tradicional baile de la marinera peruana que encontramos representado en una de las láminas del codex trujillano- nieta a su vez de la desaparecida zamacueca, confirman sus raíces africanas. El lundu de origen será la matriz de danzas y rítmicas emblemáticas como el lando, samba-lando, toro-mata, festejo… que constituyen hoy en día la identidad de la tradición musical afro-hispana del Perú. Coda "Le sentiment, qui ne nous quitte pas, d’une cohérence enfuie, d’un centre de rayonnement, a plus de force que la vérité historique." (14) George Steiner. Uno podría bien imaginar, en cuanto observamos los manuscritos de Baltasar que las tonadas, provenían probablemente de las calles - algo así como el folklore de aquella época. La austeridad de las partituras está felizmente acompañada de las elocuentes acuarelas. En la red de recuerdos que preserva el saber popular, ese pasado que John Berger define como manantial de conclusiones, sobrevive día a día en la memoria universal… aquello que se aprende de memoria, " ‘par coeur’ : ce terme rend si justement la présence organique, dans les replis de la conscience individuelle, du sens et de la parole conjugués" (15). Al fin y al cabo, el agua que hizo florecer las tonadas fue la historia que vive instintivamente hoy en día en la música afro-peruana. Sólo bajo esa luz, la luz inagotable de la tradición oral, el presente viene a reunirse enriquecido con el pasado -el de los manuscritos y las acuarelas- en los trazos de una historia que reconoce en su música y en su expresión, origen y autenticidad. Toulouse / febrero del 2003 Notas: (1) "El pasado no está a la espera de ser descubierto, a ser reconocido por exactamente lo que es. La historia constituye desde siempre la relación entre el presente y su pasado. El pasado no existe para ser habitado; es un manantial de conclusiones del cual bebemos para actuar" (Ways of seeing, London, Pinguin Books, 1972). (2) Victor Peralta Ruíz, Tiranía o buen gobierno. Escolasticismo y criticismo en el Perú del siglo XVIII, Cuzco, Centro Bartolomé de las Casas, 1996. (3) Obispo Don Baltasar Jaime Martínez Compañón, Trujillo del Perú (1779-1789). Hoy en día los originales se conservan en la Biblioteca Real de Madrid. (4) Copla: cuarteta de octosílabos en la que riman el 2do y 4to verso (ejemplos en géneros musicales del cancionero peruano: triste, tondero, yaravi, dulce de la zaña) ; Seguidilla: cuatro versos, con un 1ero y 3ero heptasílabo, y los otros pentasílabos (ej: segunda de jarana en la marinera) ; Décimas: repetición en octosílabos de quintillas, con su rima ABBAA-CCDDC (definición de Vicente Martínez Espinel, 1550-1624) ; en el Perú del siglo XIX: cuarteta desglosada en cuatro estrofas decimales. (5) "Con este nombre los indios designan las danzas de tradición incaica o de época anterior. Son por lo general cantadas […] pero también a veces, las flautas retoman las melodías acompañadas de un tambor"; Marguerite et Raoul d'Harcourt, "La musique des Aymara sur les hauts plateaux boliviennes", Paris, Journal de la Société des Américanistes, tome XLVIII, Musée de l’Homme, 1959. (6) Soncoyman, yaravi de tradición oral en nuestro disco, pista 14. (7) Manuel Fuentes, Lima. Apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres, Paris, 1867. (8) "A partir de la introducción de esclavos negros en el siglo XVI […] se desarrollo en Perú y en Bolivia, una danza llamada de los Morenos, donde se deslizan elementos africanos […] los bailarines están provistos todos de una máscara negra; sus disfraces pertenecen a la pura imaginación: peluca, casco coronado de un plumero, casaca y pollera bordadas en oro y plata. Estos atuendos, a la vez lujosos y grotescos, poco se corresponden con quien los luce. En este sentido, la danza de los Morenos se acerca a la Diablada…" (9) Guaman Poma de Ayala, Nueva Crónica y Buen Gobierno, Lima, Ministerio de Educación, 1956. (10) Garcilaso de La Vega "El Inca", Comentarios Reales - Lisboa, 1609 - Madrid, Editorial Cátedra, 1999. (11) Don Nicomedes Santa Cruz, Cumanana: Antología Afro-Peruana; Décimas y Poemas, Danzas y Canciones, Lima , Philips, 1964. (12) Edgar Montiel, El humanismo americano. Filosofía de una comunidad de naciones, Lima, Fondo de Cultura Económica, 2001. (13) El estribillo de la canción Zaña Negra - pista 5 - dice: "al lundero le da, al lundero le da!"; lundero o bien, bailarín de lundu. (14) "El sentimiento, que no nos abandona, de una coherencia huidiza, desde un centro de irradiación, tiene más fuerza que la verdad histórica" (La culture contre l’homme, Paris, Editions du Seuil, 1973). (15) "‘par cœur’ (de corazón, literalmente; significa de memoria en su expresión francesa): este término expresa justamente la presencia orgánica, en los pliegues de la conciencia individual, del sentido y de la palabra conjugada".