TESIS PRESENTADA EN OPCIÓN AL GRADO DE ESPECIALISTA TITULO: La intervención temprana del abogado en la Fase Sumarial como derecho esencial del acusado. AUTOR: Lic. Amaury Delgado Pérez. TUTOR: Esp. José Rodríguez Díaz. UNIVERSIDAD DE LA HABANA FACULTAD DE DERECHO AÑO 2015 “La inviolabilidad del derecho de defensa es la garantía fundamental con la que cuenta el ciudadano, porque es el único que permite que las demás garantías tengan una vigencia concreta dentro del proceso penal” Alberto Binder AGRADECIMIENTOS A todos los que de una forma u otra contribuyeron a la realización de esta investigación, en especial a las Uchitas Made y Clau las que con razón se sienten coautoras de la obra. A Cheo por su confianza y apoyo en todo momento. RESUMEN La presente investigación abordará lo concerniente a la evolución histórica de la defensa del acusado y las garantías esenciales del mismo, además de conceptualizar el derecho a la defensa en sentido general y la defensa técnica, así como su contenido y trascendencia. Igualmente se realiza un breve análisis de los principios fundamentales que se muestran en cuanto a este tema y su manifestación en el derecho comparado. Asimismo se hace un análisis de la regulación actual de la intervención temprana del abogado en la fase preparatoria en nuestro sistema procesal penal, para luego proponer y sustentar la fundamentacion de las bases legales de la asistencia técnica del abogado desde los inicios de la fase sumarial. ÍNDICE Contenido Páginas INTRODUCCIÓN ---------------------------------------------------------------------------------- 1 CAPÍTULO I: La Defensa Técnica del acusado: una sistematización teóricodoctrinal. ---------------------------------------------------------------------------------------------- 9 1.1. Génesis y Evolución Histórica del Derecho a la Defensa.-------------------- 1.1.1. Antecedentes remotos del Derecho a la Defensa.----------------------------- 9 1.1.2. El Derecho a la Defensa en la era moderna. ----------------------------------- 12 1.1.2.1. La Declaración de Derechos Inglesa. -------------------------------------------- 12 1.1.2.2. La Constitución Norteamericana de 1787. -------------------------------------- 13 1.1.2.3. La Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano. ------------- 13 1.1.2.4. La Declaración Universal de los Derechos Humanos. ----------------------- 14 1.1.2.5 El Convenio Europeo para la protección de los Derechos Humanos 15 Libertades Fundamentales. ----------------------------------------------------------------------1.1.2.6 El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. ---------------------- 15 1.1.2.7. La Convención Americana sobre Derechos Humanos. ---------------------- 16 1.1.2.8. Resolución 43/173 de la Asamblea General de las Naciones Unidas.--- 16 1.2. Conceptualización. -------------------------------------------------------------------- 19 1.2.1. Derecho a la Defensa. ---------------------------------------------------------------- 19 1.2.1.1. Principios de contradicción e igualdad de partes. Vinculación con el 21 Derecho a la Defensa. ----------------------------------------------------------------------------1.2.2. Derecho a la Defensa Técnica. ---------------------------------------------------- 29 1.2.2.1. Contenido. ------------------------------------------------------------------------------- 30 1.2.2.2. Trascendencia jurídica social de la Defensa Técnica. ----------------------- 31 1.2.2.3. La Defensa Técnica en el contexto latinoamericano. ------------------------- 37 CAPITULO II: La Defensa Técnica en el inicio de la investigación sumarial. Aportes para una adecuada regulación jurídica en Cuba. --------------------------- 42 2.1. La Defensa Técnica en el proceso penal cubano. ------------------------------- 42 2.1.1. Adquisición del estatus de parte como requisito para el ejercicio de la Defensa Técnica. ------------------------------------------------------------------------------------ 42 2.1.1.1. Reflejo en el Proceso Penal Ordinario. -------------------------------------------2.1.1.2. Reflejo en el Proceso Penal Militar. ------------------------------------------------ 46 2.1.2. El acceso a la justicia expresado a través de la Defensa Técnica.---------- 48 2.1.2.1. Reflejo en el Proceso Penal Ordinario. -------------------------------------------- 48 2.1.2.2. Reflejo en el Proceso Penal Militar. ------------------------------------------------ 50 2.2. Regulación actual de la intervención temprana del abogado en la fase preparatoria. Análisis crítico.---------------------------------------------------------------------- 53 2.2.1. Denominación de la parte acusada. -------------------------------------------------- 57 2.2.2. Comunicación del imputado con su defensor, como aspecto relevante de la defensa técnica temprana.--------------------------------------------------------------------- 59 2.2.2.1. La incomunicación del acusado en el proceso penal cubano aplicabilidad excepcional. ------------------------------------------------------------------------------------------ 59 2.2.3. Principios de Igualdad de las partes y de Contradicción vinculados a la Defensa Técnica en el proceso penal cubano. ---------------------------------------------- 61 2.2.4. Implicaciones prácticas de la intervención del abogado desde el inicio de las investigaciones. --------------------------------------------------------------------------------- 66 2.3. Propuestas para un procedimiento penal futuro que demanda la intervención temprana del abogado.----------------------------------------------------------------------------- 70 CONCLUSIONES. ---------------------------------------------------------------------------------- 73 RECOMENDACIONES. --------------------------------------------------------------------------- 75 BIBLIOGRAFÍA. ------------------------------------------------------------------------------------ 77 INTRODUCCION La determinación de quienes integran el concepto de parte en el proceso penal, y el nivel de igualdad de derechos existente entre ellas, constituyen temas que han dado lugar a diversidad de opiniones en el ámbito jurídico; siendo una constante inquietud de los estudiosos de las Ciencias Penales el arribar a una conclusión definitiva de quiénes son considerados como sujetos en la relación jurídica procesal penal así como los niveles de igualdad que dentro del proceso ostentan. Para la generalidad de la doctrina se entiende como sujetos procesales en materia penal a aquellas personas, ya sean particulares u orgánicas, que intervienen en el proceso siendo portadores de un interés jurídico subjetivo y con voluntad propia o dotados de ella por la función o cargo que ejercitan, a fin de realizar cualquier acto vinculado con el establecimiento y desarrollo de la relación jurídico procesal, estimándose que las partes del proceso constituyen sujetos procesales, pero no poseen todos los sujetos procesales la condición de parte. El primero de los conceptos es más amplio e incluye al segundo. A diferencia del resto de los sujetos del proceso, las partes se caracterizan porque acuden al mismo dotados de un especial interés, fundado en la verificación de la tesis que enarbolan y aportan al proceso, ya sea acusatoria o de defensa. Serán considerados partes en sentido estricto, los sujetos de la acción: la parte acusadora ya sea Fiscalía o Ministerio Publico en los delitos perseguibles de oficio, o el acusador particular en los delitos perseguibles a instancia de parte; y el acusado como destinatario de la acción, representado por Abogado Defensor. En materia de Derecho Procesal rige como regla general con respecto a los sujetos1 que intervienen en el proceso que estos se correspondan con los titulares de una relación jurídica material que surge, mientras que en el proceso penal, se aprecia, entre algunos autores el criterio relativo a la no existencia de partes en el proceso penal, fundando dicha aseveración, en un análisis de parte que se enraíza en el derecho privado, donde la legitimación de las partes se confiere a partir de la titularidad de derechos subjetivos que poseen. Este paralelismo con el proceso civil, resulta incorrecto, si se considera que no puede igualarse el ejercicio de la acción en el proceso penal al ejercicio de esta en el proceso civil., al ser esta última voluntaria y potestativa, a diferencia del proceso penal donde deviene obligatoria e irreversible, por excelencia. Al trasladar tal concepto de un proceso al otro, resulta entonces imposible hablar de parte en el proceso penal, vista en aquel sentido. Dado que el interés que se ampara, se aprecian en el proceso civil dos verdaderas partes con perfecta igualdad de posibilidades de lucha, lo cual deviene de forma diferente en el proceso penal en el cual, a diferencia de otro procesos como el civil, no existe una relación jurídico-material entre los sujetos y por ello no es posible hablar de la existencia de derechos subjetivos penales, ni siquiera a favor de las víctimas de la actividad delictiva, restringiéndose exclusivamente la ley procesal a reconocer una legitimación activa a favor de determinadas personas o instituciones para poder instar la acción penal, lo cual constituye el paso inicial del proceso penal2. Lo expuesto con anterioridad no significa que los que intervienen en el proceso penal no le asiste derecho, por la carencia de esta relación jurídico material. Lo 1 Cuando hacemos referencia a sujetos nos referimos a sujetos en sentido general no a la categoría de sujeto procesal diferente de parte procesal. 2 El ejercicio de la acción constituye en todos los procesos, no solo en el penal, el detonante del proceso. cierto es que si bien no puede hablarse de derechos penales subjetivos3 como de derechos civiles subjetivos, los sujetos en el proceso penal gozarán en dependencia de la calidad con la que intervengan, ya sea acusado o acusador, de un grupo de derechos, los cuales pudieran llamarse: procesales. En la relación jurídica procesal tienen que existir dos sujetos sin los cuales no se puede establecerse el debate penal. Sujetos estos que se ubican en posiciones contrapuestas, aún cuando entre ellos no se manifieste una efectiva contradicción de intereses. Siempre debe haber una parte acusadora que interesa una resolución de condena, por entender que su contrario en la relación procesal ha quebrantado la relación material. Frente a esta se ubica un acusado quien se defiende de la acusación y ejercita su derecho de libertad, Derecho a la Defensa, visto este como un derecho esencial y exclusivo del mismo, vinculado con otros principios ineludibles en el tracto penal y que tiene reflejo y protección en la Ley, mediante la implementación de un conjunto de garantías, elevada a la categoría de derechos fundamentales en numerosas legislaciones nacionales. La parte de la relación jurídica procesal que ocupa el acusado, con la excepción del tercero civilmente responsable, ha presentado grandes variaciones en los diferentes Sistemas de Enjuiciamiento4. De una originaria consideración del acusado como igual contradictor de la acusación, en el sistema acusatorio; pasa a ser un mero sujeto de la investigación y de comprobación judicial, en el proceso inquisitivo. Con la adopción de un Sistema de Enjuiciar Mixto 5, el 3 En la doctrina cubana, prevalece la consideración de que los derechos subjetivos penales no existen: porque existe una institución a la cual se legitimó para que fuera de forma exclusiva quien tuviera el ejercicio de la acción: la Fiscalía, quien representa a la sociedad en su conjunto, por lo que no existe un derecho subjetivo propio. En lo civil, quien reclama se considera titular de un derecho subjetivo, pero en materia penal es la Fiscalía quien ostenta el derecho al ejercicio de la acción penal. 4 Entiéndase por Sistema de Enjuiciamiento o de Enjuiciar la forma o la manera en la que se llevan a cabo los procesos penales, la forma de proceder ante el delito o la supuesta acción delictiva que asume el Estado y que plasma en la ley procesal, dependiendo del modelo de enjuiciamiento la participación de determinados órganos y figuras procesales. 5 Los Sistemas de Enjuiciamiento clásicos son el Acusatorio y el Inquisitivo, el Mixto toma características de los que lo antecedieron y constituye el que asume la ley rituaria cubana. acusado deja de ser objeto procesal y aunque no llega a alcanzar los niveles de igualdad iniciales, recobra en este, variados derechos, los cuales puede hacer valer como sujeto imprescindible de la relación jurídica procesal. En nuestro país el Derecho a la Defensa se consagra en el artículo 59 de la Constitución de la República6 y tiene un amplio desarrollo en la Ley de Procedimiento Penal, el cual se evidencia de formas diferentes en la dos fases o etapas principales del proceso penal cubano: en la fase preparatoria, con el marcado matiz inquisitivo7, y se garantiza a través de artículos que lo van circunscribiendo y limitando a determinadas actuaciones, y esbozan una forma de proteger eventualmente los derechos del acusado; a diferencia de la fase del juicio oral donde prevalece de forma absoluta el principio acusatorio. Los rasgos que del sistema Inquisitivo que aún se mantienen en la fase preparatoria han hecho, que en materia penal, exista una marcada desigualdad entre las partes. La superioridad a favor del Estado que sufre el principio de Igualdad ha venido siendo cuestionado con mayor énfasis después de concluida la Segunda Guerra Mundial, que las legislaciones han ido progresivamente eliminando los beneficios que se conceden a favor del Estado en la fase sumarial, tratando de garantizar que prevalezca cada vez más la igualdad de las partes encontrando como solución simple la presencia cada vez más temprana del abogado en el desarrollo de las investigaciones y concediendo la mayor publicidad en las actuaciones. 6 Artículo 59: Nadie puede ser encausado ni condenado sino por tribunal competente en virtud de leyes anteriores al delito y con las formalidades y garantías que estas establecen. Todo acusado tiene derecho a la defensa. No se ejercerá violencia ni coacción de clase alguna sobre las personas para forzarlas a declarar. Es nula toda declaración obtenida con infracción de este precepto y los responsables incurrirán en las sanciones que fija la ley. 7 En Cuba el sistema de enjuiciamiento que rige es el Mixto pues posee rasgos tanto del Acusatorio como del Inquisitivo, en las fases o etapas investigativas previas al juicio oral se evidencia con mayor claridad el Principio Inquisitivo el que no provee al acusado de la facultad de defenderse en juicio de la acusación que se le atribuye, ni de aportar pruebas a su favor al estar unidos en un mismo órgano quien investiga y quien juzga, pasando por alto el Principio de Imparcialidad, caracterizándose por la escritura y la secretividad en las actuaciones. Es indiscutible que en todo proceso, no solo en el penal, el correcto ejercicio de los derechos que se ostenten puede traducirse en un resultado satisfactorio para las personas que en su gran mayoría desconocen las posibilidades y garantías que la ley le otorga cuando intervienen en los procesos. El abogado en su condición de representante de los intervinientes en el proceso, tiene el deber, y más en el penal que se constituye como parte procesal y en consecuencia ejercitará los derechos de su representado; de velar por quien representa y porque no le sean vulnerados derechos y garantías que le son inherentes a su condición. La intervención del defensor durante la fase previa al juicio oral, como asesor técnico del acusado en todo acto procesal que pueda servir para incriminarlo constituye una garantía para este, quien gozará de una defensa técnica primaria y efectiva que no le permitirá quedar indefenso y desorientado ante situaciones legales que desconoce. Tomando como punto de partida esta premisa, nos hemos propuesto el siguiente diseño metodológico: Problema Científico: ¿Cómo garantizar de forma efectiva los derechos y garantías fundamentales del imputado, como sujeto procesal, con la intervención del abogado desde el inicio de la investigación sumarial? Hipótesis de Trabajo: La intervención del abogado desde el inicio de la investigación sumarial tributará a garantizar de forma efectiva los derechos y garantías del imputado como sujeto procesal. Objetivo General: Fundamentar los preceptos jurídico-doctrinales de la Defensa Técnica del imputado desde el inicio de la investigación sumarial, en función de salvaguardar de forma efectiva sus derechos y garantías en el proceso penal cubano. Objetivos específicos: Sistematizar los antecedentes históricos, construcciones doctrinales y referentes legislativos del Derecho a la Defensa Técnica del acusado. Argumentar que la intervención del abogado desde el inicio de la investigación sumarial, como forma de garantizar sus derechos y garantías como sujeto procesal. Para la realización de esta investigación, tomando como rector el método dialéctico materialista, nos auxiliamos de los siguientes métodos teóricos: El empleo del método de análisis histórico-lógico se encarga de enfocar el fenómeno desde una perspectiva histórica, hallando la génesis de este y proyectándolo en la actualidad sobre la base de un proceso evolutivo característico de las instituciones jurídicas, al respecto permitirá establecer los orígenes de la defensa técnica del acusado y así ubicarlo dentro de un periodo histórico concreto. El método teórico-jurídico permite al investigador obviamente el análisis de variables y categorías de orden jurídico que requieren ser definidas y explicadas en toda su magnitud, en tanto, serán de constante referencia conceptual a la hora de redactar en toda su extensión el cuerpo estructurado de la investigación en introducción, desarrollo y conclusiones. Para poder establecer una comparación entre diferentes cuerpos legales se hizo necesario el empleo del método jurídico-comparado, el cual permite y facilita el estudio de instituciones, principios y reglas en varios sistemas de Derecho, permitiendo para este caso concreto, el estudio de la defensa técnica desde las legislaciones de otros Estados, que resultan de interés al autor para lograr de tal análisis una valoración de nuestra legislación al respecto, que la convierta en instrumento, cada vez más eficaz, para defender los derechos y exigir los deberes que de ella dimanan. El último y no menos importante método empleado fue el exegéticoanalítico el cual permite determinar el alcance de las normas que constituyen el sustento legal de la Defensa Técnica, especialmente las leyes procesales penales que lo informan; al punto de analizar cuáles aportaban elementos favorables para el desarrollo de la misma en los procesos penales y cuáles no. Los métodos empíricos empleados fueron: Revisión documental, hallando su base, precisamente, en el carácter eminentemente teórico-doctrinal de esta investigación, que apoyada en la utilización del método histórico, exige para obtener la evolución de cualquier institución jurídica, la revisión de las fuentes propias de ella, lo que desde el Derecho implica analizar, legislaciones antiguas que se soportan en documentos históricos referenciales de gran valor, en base a ello se realizó un estudio de textos doctrinales y legales relativos a la Defensa Técnica, lo que permitió obtener información auténtica y confiable y llegar a conclusiones luego de hacer una sistemática de la literatura registrada tanto general como especializada para el desarrollo de la investigación. Para el desarrollo de la presente investigación se estructuró la misma en dos capítulos. El primer capítulo se titula La Defensa Técnica del acusado: una sistematización teórico-doctrinal, donde se abordará lo concerniente a la evolución histórica de la defensa del acusado y las garantías esenciales del mismo, además de conceptualizar el derecho a la defensa en sentido general y la defensa técnica, así como su contenido y trascendencia. Además de realizar un breve análisis de los principios fundamentales que se muestran en cuanto a este tema y ver su manifestación en el derecho comparado. El segundo capítulo se titulará La Defensa Técnica en el inicio de la investigación sumarial. Aportes para una adecuada regulación jurídica en Cuba, en donde se estudia la regulación actual de la intervención temprana del abogado en la fase preparatoria de nuestro sistema procesal penal, para luego proponer y sustentar la fundamentacion de las bases legales de la asistencia técnica del abogado, desde los inicios de la fase sumarial. Esperamos que esta investigación sirva como referente necesario para argumentar la necesidad de instaurar las bases jurídicas para el establecimiento en nuestro proceso penal del derecho a la Defensa Técnica del acusado desde el inicio de la investigación, a los fines de garantizar de forma efectiva sus derechos y garantías como sujeto procesal. CAPITULO I: La Defensa Técnica del acusado: una sistematización teórico-doctrinal. 1.1. Génesis y Evolución Histórica del Derecho a la Defensa. Resulta indispensable para alcanzar un concepto acabado de la Defensa Técnica remontarse a los orígenes del Derecho a la Defensa entendido de manera general, pues en definitiva la misma no es más que una de las manifestaciones que alcanza este derecho como su expresión mas cimera. 1.1.1. Antecedentes remotos del Derecho a la Defensa. Se hace necesario para lograr un orden cronológico adecuado de la institución de referencia, enmarcarla en un periodo histórico y en consecuencia analizar con qué magnitud se evidenciaba. Advirtiendo que desde la antigüedad se ejercía este derecho aunque no de una manera uniforme, estableciéndose normas procesales penales que regulaban el desarrollo de juicios en una escala totalmente desproporcionada con respecto a la personada juzgada, encontrando un evidente ejemplo en el Código Hammurabi aunque sea la inspiración de la conocida regla «ojo por ojo, diente por diente» tiene artículos muy alejados de este concepto. Es en la Ley del Talión donde encontramos la primera articulación del derecho de defenderse a quien se acusa, en su forma más incipiente, donde se establecen indemnizaciones o penas graves, en correspondencia con el daño causado. El Código está inspirado por un alto sentimiento de orden. En las penas aplicadas a cada delito se distingue si hay intencionalidad o no, y cual es la "categoría de la víctima y la del agresor". Así la pena es mayor si se ha hecho a propósito y menor si ha sido un accidente; mayor si la víctima es un hombre libre, menor si es un esclavo. En algunos casos la ley opta por aplicar talión, es decir, hacer al agresor lo mismo que él hizo a su víctima siempre que ambos sean de la misma "categoría", con penas muy crueles, terribles en todos los sentidos y, sin embargo se admitía la atenuante por obcecación o arrebato, aunque fuere en riña. Otro de los cuerpos legales donde se evidencia de manera embrionaria este derecho es en el Código de Manú, donde el capítulo octavo trata del procedimiento en los pleitos civiles y criminales y del castigo apropiado que deberán enfrentar las diferentes clases de criminales. Se formulan penas también extremadamente crueles para los sudras, cuando atacaban a un brahmán y en la Biblia, precisamente en el Antiguo Testamento se formulan reglas de conducta que poseen todos los indicios de normas jurídicas penales, civiles y procesales y se castigaba el falso testimonio ante el tribunal8, lo que demuestra que ya desde entonces existían reglas, normas procesales penales eminentemente consuetudinarias. También en la Grecia antigua existió el Derecho a la Defensa, ejercido por abogados como Esquiles y Demóstenes y en Roma los famosos Hortensio, Craso y Cicerón se destacaron como tales, aunque el Derecho Romano en su larga evolución, llegó a la formación de un incipiente Derecho Penal y a la elaboración de ciertas nociones procesales que no desarrollaron suficientemente, pero alcanzó determinados avances al afirmar su carácter y aunque no concibieron el delito como en nuestros días, sí tenían claramente tipificadas algunas figuras y estipulado un procedimiento para juzgar. Cicerón, defensor de Sila y autor de numerosas obras, fue considerado la figura típica del abogado, es decir el que habla por otro, nombre que se deriva de la locución 8 Vid. FERNÁNDEZ BULTÉ, Julio y otros, Manual de Historia General del Estado y del Derecho, 1ra Parte, Editorial Félix Varela, La Habana, 2005, p. 98-119. latina ad-auxilium-advocatus.9 En el VII Concilio de Toledo en el año 646, en el que por primera vez, y expresamente, se manifestaron normas procesales relacionadas en cierto modo con el Derecho a la Defensa, como la proposición de pruebas. Después, surgió el Fuero Real de Castilla, donde debutó la competencia como ente jurídico. Aportando ambos en forma de legado sus principios a las Siete Partidas, que casi prevalecieron hasta la actualidad, en las que hay normas determinadas y muy específicas relacionadas con el derecho a la defensa, como lo concerniente a los abogados. En el Concilio de Verona en 1183 que establece el procedimiento de los tribunales del Santo Oficio y que fuera perfeccionado anteriormente por la Iglesia Católica. El Medioevo etapa que marca de forma negativa el proceso penal, cuyos vestigios han trascendido hasta nuestros días, implicó que tanto el denunciante como los hechos no llegaban al conocimiento del imputado, el que era torturado en aras de conseguir una confesión de culpabilidad, siendo este el principal objetivo del juez. En este procedimiento inquisitivo el procesado desconocía quiénes eran los testigos de cargo, y antes de que pudiera oír las declaraciones de estos, tenía que nombrar a todos los que pudieran apoyar sus razones y sus recusaciones no se admitían hasta después de la lectura de las deposiciones. Si los testimoniantes omitían información, o si exageraban los hechos o tergiversaban algún detalle, el miedo al suplicio les haría mantener sus declaraciones falsas. Pero si el reo explicaba las cosas de modo distinto a como lo hicieron los torcidos medios de prueba, los juzgadores tendrían entonces razones bastantes para condenar a un inocente. En 1215, la Carta Magna promulgada por el rey inglés Juan Sin Tierra, donde surge el cardinal principio de la legalidad de los delitos y las penas, fundamento Vid. GÓMEZ DARIAS, Emigdio, “De la defensa y otras garantías en la Ley Procesal Penal Militar”, Revista Jurídica No. 4, julio septiembre 1984, Departamento de Divulgación del Ministerio de Justicia de la República de Cuba, La Habana, p. 121-122. 9 del derecho adversarial. Por otra parte en la península ibérica surgen los derechos estamentales de las cortes de Aragón, de los próceres y de los procuradores del reino, así como la reforma y los acuerdos de Westfalia al concluir la Guerra de los 30 Años, firmados por Francia, Suecia y Alemania en 1648, concediéndole una serie de privilegios a los príncipes alemanes10 En ese ambiente, en medio de esas condiciones, se movió casi incipientemente el Derecho a la Defensa, en un momento en que la burguesía pujante comenzaba a delinear sus derechos frente al despotismo y absolutismo feudal. 1.1.2. El Derecho a la Defensa en la era moderna. Las revoluciones burguesas como paradigmas en la lucha por los derechos de los ciudadanos, desafiantes al poder estatal representado en la mayoría de los casos por el monarca, dotaron de un sentido más humanista y garantista al proceso penal y al surgimiento sobre todo en el sistema anglosajón del derecho adversarial, no dejaron fuera la protección del acusado ante el ataque estatal como se evidencia en los principales cuerpos normativos de la época. El gran logro y trascendencia de estas revoluciones lo constituyen los postulados que enarbolaron en materia derechos del hombre que se han reflejado a lo largo de la historia, con proyección incluso en la actualidad, en los cuerpos normativos constitucionales de muchos países y apreciables inclusive en cuerpos normativos que ostentan carácter de internacional. 1.1.2.1. La Declaración de Derechos Inglesa. La Declaración de Derechos inglesa conocida como Bill of Rights de 1689 fue impuesta por el Parlamento inglés al príncipe Guillermo de Orange, la cual sirvió RODRÍGUEZ GAVIRA, Antonio, “Los principios del derecho penal cubano”, Revista Jurídica No. 12, julio-septiembre 1986, Departamento de Divulgación Ministerio de Justicia, Ciudad de La Habana, p. 14-16. 10 de precursora y precedente de la Declaración de Independencia de las Trece Colonias Inglesas de Norteamérica y estableció pautas trascendentales para los procesos como la libertad de palabra, la institución del jurado y la inamovilidad de los jueces. “Todos los hombres nacen iguales y son dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables, entre los cuales está la vida, la libertad y el derecho a la felicidad. Que para asegurar esos derechos los gobiernos se establecen entre los hombres derivando su poder del convencimiento de los gobernados. Si el gobierno se aparta de esos fines, el pueblo tiene el derecho de modificarlo, derrocarlo y establecer uno nuevo que los garantice”11 1.1.2.2. La Constitución Norteamericana de 1787. Es aquí donde se consigna por primera vez el Derecho a la Defensa, y aunque no se plasmó inicialmente en la Constitución, sí se hizo entre las diez primeras enmiendas en 1791, conocida como Carta de Derechos, específicamente la Quinta relacionada con el debido proceso y autoincriminación y la Sexta vinculada con los derechos del acusado, aunque desde el punto de vista práctico no se materializó hasta 1963 por una sentencia de la Corte Suprema de Justicia que sentó un precedente12 porque aunque se incorporó a la Constitución el derecho del acusado de contar con la ayuda de un abogado para defenderlo, integrando varias garantías judiciales, la Corte extendió esa protección a todos los casos, al resolver el famoso proceso Gideon vs. Wainwright, donde un menesteroso debió enfrentar sin asistencia técnica un proceso por el delito de robo, hecho que no había cometido y resultó sancionado. Por ende, el alto tribunal estadounidense sentenció: no puede haber un juicio justo si no se le provee al acusado de asistencia. 11 RODRÍGUEZ GAVIRA, Antonio, op cit., p 17-18 DÁVALOS FERNÁNDEZ, Rodolfo, Estados Unidos versus Cinco Héroes, Editorial Capitán San Luís 2005, p.113 – 114. 12 1.1.2.3. La Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano. En 1789 la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, proclamada por el pueblo francés organizado en Asamblea Nacional el 5 de octubre, recoge en su articulado varias de las más importantes garantías del derecho procesal penal, entre ellas la de presunción de inocencia del acusado. La declaración establece los principios de la sociedad que serán la base de la nueva legitimidad, acabando con los principios, las instituciones y las prácticas del antiguo régimen. Muchos artículos13 son dedicados a la libertad, además de definir los derechos personales y colectivos como universales. Influenciada por la doctrina de los derechos naturales, los derechos del Hombre se entienden como universales, válidos en todo momento y ocasión al pertenecer a la naturaleza humana. 1.1.2.4. La Declaración Universal de los Derechos Humanos. Después de culminada la Segunda Guerra Mundial, se trata de crear un orden mundial con parámetros estandarizados y en pos de que tenencias ideológicas como el nazismo no pudieran repetirse en el futuro. Se inicia de igual forma el llamado periodo de guerra fría donde dos grandes potencias entablarían abiertamente sus posiciones diametralmente opuestas, sin embargo se logra un consenso en cuanto a la formulación de los denominados derechos humanos dentro de los que se encuentra la libertad y junto con ella se establecen las garantías esenciales para que este bien no sea limitado a no ser en estricto cumplimiento de la ley, razón por la que la Declaración de los Derechos Humanos, adoptada por la Organización de Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, es un baluarte de dicha voluntad, cuyos preceptos sirvieron de base 13 En el Artículo 1 se regulaba que: "Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos". Los artículos 4 y 5 intentan definir y circunscribir la libertad, como "lo que no perjudica a nadie" y sólo la ley le puede poner límites. Los artículos 7, 8 y 9 precisan las características de la libertad individual: presunción de inocencia e ir retroactividad de la ley. para posteriores formulaciones de instrumentos legales regionales y nacionales, y teniendo una relación directa con el tema de esta investigación, así vemos como en su preceptiva se establece en los artículos 7, 8, 9,10 y 1114 del mencionado cuerpo legal. 1.1.2.5. El Convenio Europeo para la protección de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales. Posteriormente el Convenio Europeo para la protección de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales de 1950, prescribe en su artículo 6 el Derecho a un proceso equitativo, en apartado segundo establece la presunción de inocencia, el apartado tercero regula el derecho a la defensa, obligando a la observancia de los derechos del acusado a ser informado de la acusación; a tener tiempo y medios para su defensa; a defenderse a sí mismo o ser defendido por un defensor de su elección o un abogado de oficio; a interrogar a los testigos de la acusación y proponer testigos; y a ser asistido de interprete si no habla la lengua empleada en el tribunal. 1.1.2.6. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, firmado en Nueva York, 14 Artículo 7: Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación. Artículo 8: Toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales y competentes, que la amparen contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley. Artículo 9: Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso, ni desterrado. Artículo 10: Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones, o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal. Artículo 11: Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se hayan asegurado todas las garantías para su defensa. Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de cometerse no fueron delictivos según el derecho nacional e internacional. Tampoco se pondrá pena más grave que la aplicada en el momento de la comisión de los hechos. el 16 de diciembre del año 1966 en su artículo 9 establece que todo individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad personal, nadie podrá ser sometido a detención o prisión arbitrarias, ni ser privado de su libertad, salvo por las causas fijadas por ley y con arreglo al procedimiento establecido en ésta, toda persona detenida será informada, en el momento de su detención, de las razones de la misma, y notificada, sin demora, de la acusación formulada contra ella. Además en el restante articulado se regulan indistintamente algunas de las garantías del imputado.15 1.1.2.7. La Convención Americana sobre Derechos Humanos. La Convención Americana sobre Derechos Humanos, conocida como Pacto de San José de Costa Rica, presenta entre sus méritos más loables el reconocimiento de las llamadas garantías judiciales mínimas que brinda el Derecho de Defensa como pueden ser el acceso a un traductor, acceso a la información del hecho16, inmunidad de la declaración17, defensa técnica18, autodefensa, comunicación entre el imputado y su abogado defensor, preparación de la defensa19, producción de pruebas, posibilidad de presentar recursos20. 15 Artículo 14: Toda persona tiene derecho a ser informada sin demora, en un idioma que comprenda y en forma detallada, de la naturaleza y causas de la acusación formulada en contra de ella. 16 Artículo 8: el acusado tiene derecho a que se le comunique en forma previa y detallada la acusación formulada. (apartado 2, inciso b) 17 Artículo 8: el acusado tiene derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable. (apartado 2, inciso g) 18 Artículo 8: Derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y de obtener la comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas que puedan arrojar luz sobre los hechos. (apartado 2, inciso f) 19 Artículo 8: Concesión al imputado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su defensa. (apartado 2, inciso c) 20 Artículo 8: Derecho de recurrir del fallo ante el juez o tribunal superior. (apartado 2, inciso h) 1.1.2.8. Resolución 43/173 de la Asamblea General de las Naciones Unidas. La Asamblea General de las Naciones Unidas, en su Resolución 43/173 de 9 de diciembre de 1988 adoptó el “Conjunto de principios para la protección de todas las personas sometidas a cualquier forma de detención o prisión”, los cuales tenían como objetivo como su nombre lo indica, regular o agrupar en un texto legal las garantías o derechos que debe tener toda persona que de alguna forma sea privada de libertad por autoridad competente como consecuencia de intervenir en procesos penales de ahí que sea una muestra evidente del Derecho a la Defensa. Dentro de este grupo de principios los más significativos son los siguientes: Principio No. 10: Toda persona será informada en el momento de su arresto de la razón por la que se procede a él y notificarla sin demora de la acusación formulada contra ella. Principio No. 11 apartado1: Nadie será mantenido en detención sin tener posibilidad real de ser oído sin demora por un juez u otra autoridad, así como que la persona detenida tendrá el derecho de defenderse por sí misma o ser asistida por un abogado según prescriba la ley; apartado 2: Toda persona detenida y su abogado, si lo tiene, recibirán una comunicación inmediata y completa de la orden de detención, junto con las razones que se funda. Principio No.13: Las autoridades responsables del arresto, detención o prisión de una persona deberán suministrarle en el momento del arresto y al comienzo del período de detención o de prisión o poco después, información y una explicación sobre sus derechos, así como la manera de ejercerlos. Principio No.14: Facilitar intérprete a quien no comprenda o no hable adecuadamente el idioma, si fuere necesario gratuitamente. Principio No.17 apartado 1: Las personas detenidas tendrán derecho a la asistencia de un abogado y la autoridad lo hará prontamente y facilitará medios adecuados de hacerlo; apartado 2: El detenido que no tenga abogado de su elección tendrá derecho a que se lo designen en todos los casos en que el interés de la justicia lo requiera y sin costo alguno si no tiene medios de pagarlo. Principio No. 18 apartado 1: Toda persona detenida o presa tendrá derecho a comunicarse con su abogado y consultarlo; apartado 2: Se darán a la persona detenida o presa tiempo y medios adecuados para consultar con su abogado; apartado 3: El derecho de la persona detenida o presa para ser visitada por su abogado y a consultarlo y comunicarse con él, sin demora y sin censura y en régimen de absoluta confidencialidad, no podrá suspenderse ni restringirse, salvo en circunstancias excepcionales, que serán determinadas por la ley o los reglamentos dictados conforme a derecho, cuando un juez u otra autoridad lo considere indispensable para mantener la seguridad y el orden; apartado 5: Las comunicaciones entre una persona detenida o presa y su abogado no se podrán admitir como prueba en contra de la persona detenida o presa a menos que se relacionen con un delito continuo o que se proyecte cometer. Principio No. 23 apartado 1: La duración de los interrogatorios, los intervalos y la identidad del funcionario que los hace y demás personas presentes, serán registrados y certificados según la ley; apartado 2: La persona detenida o presa, o su abogado cuando lo disponga la ley, tendrán acceso a la información descrita en el párrafo uno del presente principio. Principio No. 32 apartado 1: La persona detenida o presa o su abogado tendrá derecho a interponer en cualquier momento una acción con arreglo al derecho interno, ante un juez u otra autoridad a fin de impugnar la legalidad de su detención y si ésta no fuera legal, obtener su inmediata liberación; apartado 2: El procedimiento previsto será sencillo y expedito y no entrañará costo alguno para el detenido si éste careciere de medios suficientes. La autoridad que detuvo llevará sin demora injustificada al detenido ante la autoridad encargada del examen del caso. Principio No. 33 apartado 4: Toda petición o recurso serán examinados sin dilación y contestados sin demora injustificada y ante tal caso puede reclamar y no puede haber represalias. 1.2. Conceptualización. 1.2.1. Derecho a la Defensa. La palabra defensa en su acepción más simple significa acción y efecto de defenderse21 entendiéndose por defender la acción de preservar o resguardar contra algo nocivo dañoso22. El acto de defensa siempre evoca a la protección ante un ataque o agresión que trae aparejado un resultado perjudicial el cual se trata de evitar con la acción defensiva. En materia de derecho la acción como categoría procesal que inicia todo proceso judicial será ese ataque del cual deberá protegerse, en caso del proceso penal el acusado, que trae consigo un posible resultado dañino para quien ataca y del cual este debe protegerse con las herramientas que para ello le ofrece la ley. Junto al derecho a ejercitar la acción en el proceso penal23, el ordenamiento jurídico debe reconocer inevitablemente otro de signo contrapuesto o contrario, el llamado Derecho de Defensa del acusado, encaminado a obtener también la adecuada tutela de sus derechos, reconocido como derecho fundamental que parte de un presupuesto básico: la audiencia del imputado, la contradicción procesal, el proceso con todas las garantías para que el imputado pueda articular su defensa de la forma más 21 Vid. Gran Diccionario Enciclopédico Grijalbo, COLECTIVO DE AUTORES, 1ra Edición, editorial Grijalbo Mondadori, Barcelona, 2002, pp-551 22 Ídem. 23 Derecho que en el proceso penal cubano solo goza el Ministerio Fiscal y el acusador particular. ajustada, para lo cual es requisito imprescindible el conocimiento de la acusación que pesa contra él. Este derecho exclusivo del acusado se manifiesta a través de una serie de derechos de carácter instrumental y también de rango constitucional que le asistirán a lo largo del proceso y solo hasta que perdure su condición de acusado como son derecho a la asistencia de un abogado, a la utilización de los medios de prueba que estime pertinentes, a no declarar contra sí mismo y a no declararse culpable. El tratamiento dado al acusado ha presentado grandes variaciones en los diferentes Sistemas de Enjuiciar. De una originaria consideración del acusado como igual contradictor de la acusación, en el Sistema Acusatorio; pasa a ser un mero sujeto de la investigación y de comprobación judicial, en el proceso inquisitivo. Con la adopción de un Sistema de Enjuiciar Mixto, el acusado deja de ser objeto procesal y aunque no llega a alcanzar los niveles de igualdad iniciales, recobra en este, variados derechos, los cuales puede hacer valer como sujeto imprescindible de la relación jurídica procesal. El Derecho de Defensa en suma, consiste en las actuaciones de la persona que ve amenazada o limitada su libertad con ocasión de un proceso penal24. La proyección del Derecho de Defensa hacia el resto de los principios procesales lo convierte en una institución de difícil ubicación doctrinal, partiendo del hecho de que su origen se coloca en la premisa de que nadie puede ser sancionado sin ser vencido, viendo esta derrota como el proceso de enfrentamiento al arsenal de armas en manos del acusado para hacer valer sus derechos; armas que en el ordenamiento procesal adquieren la categoría de garantías del acusado. Expuesto de otra forma, tal como la conceptualiza el profesor cubano Juan Mendoza Díaz el Derecho a la Defensa es el cúmulo de facultades, y herramientas en poder del acusado para enfrentar la imputación, las que en su 24 Vid. Libro de Procesal Penal , COLECTIVO DE AUTORES, Editorial Ciencias Sociales, 2005, La Habana, p.64 gran mayoría no son otra cosa que la exigencia de las garantías y los derechos que se derivan de los principios que rigen el enjuiciamiento penal. En estrecha relación con las ideas anteriormente planteadas, se encuentra el acceso a la justicia, el cual se perfila como la posibilidad real, no formal, de garantizar que el acusado pueda ser realmente oído durante todas las fases del proceso, lo cual tiene una proyección eminentemente procesal, a través del diseño de un conjunto de posibilidades, reguladas como garantías y derechos que así lo permitan, pero tiene también una proyección social y es la relacionada con la posición económica que el individuo tenga en la sociedad, pues conocido resulta que a pesar de la existencia del derecho formal de representación procesal que la Ley consagra, el real acceso a un asesoramiento técnico y con ello a poder participar de manera adecuada en el proceso penal está en estrecha correlación con la posición que el individuo tenga con relación a sus ingresos. La defensa técnica está asegurada a partir de la presencia del abogado, defensor en el proceso, quien tiene la obligación legalmente impuesta de contribuir con su actuación en favor de la situación procesal de su defendido, teniendo el derecho durante la fase investigativa a entrevistarse con su representado si se encuentra detenido, con la debida privacidad y cuantas veces lo considere oportuno, a examinar los documentos que conforman las actuaciones investigativas, a proponer pruebas, a presentar documentos y a solicitar la revocación o modificación de la medida cautelar impuesta a su representado.25 Gimeno Sendra26 considera que el derecho de las partes a no sufrir discriminación alguna en el ámbito del proceso y a tener las mismas 25 Cfr. Artículos 249 y 250 de la Ley de Procedimiento Penal cubana. Vid. GIMENO SENDRA, Vicente, MORENO CATENA, V., CORTÉS. DOMÍNGUEZ, Derecho Procesal Pena, 3ra Edición, Colex, Madrid, septiembre, 1999, p.123-128. 26 posibilidades de alegación, prueba e impugnación, es un derecho fundamental autónomo, consagrado genéricamente en la Constitución y más explícitamente en el derecho a un proceso con todas las garantías, o sea, a lo que se conoce como debido proceso. 1.2.1.1. Principios de contradicción e igualdad de partes. Vinculación con el Derecho a la Defensa. Los Principios del Proceso Penal, al igual que la totalidad del amplio Sistema de Principios del Derecho Penal, son categorías históricas que surgen en un momento y evolucionan con el desarrollo de la sociedad, por lo que la esencia de éstos, es un reflejo del desarrollo social, son conquistas de la humanidad que rigen en los procesos en forma de postulados y vías de buscar uniformidad y legalidad en el Sistema Jurídico que fuere. Metodológicamente según recoge en su obra para el estudio del Derecho Procesal el profesor Juan Mendoza Díaz, estos principios fueron ordenados por la doctrina de diferentes maneras, tales como lo define el catedrático español Juan Montero Aroca, quien en su obra Derecho Jurisdiccional. Parte General, hace una clasificación genérica entre Principios del Proceso y Principios del Procedimiento, dividiendo los primeros en principios comunes a todos los procesos y principios específicos. Por su parte Gimeno Sendra, en su obra Derecho Procesal Penal refiere que los principios deben agruparse en tres grandes grupos, a los que identifica, como principios del Derecho Judicial Orgánico, Principios del Proceso y Principios del Procedimiento. Este tema en Cuba ha sido tratado, entre otros por Rodríguez Gavira, quien establece una distinción entre Principios Generales, Principios Inter.-ramales y Principios Ramales, lo cual se plasma en su obra Los Principios del Derecho Penal Cubano, siendo en este tema como se ha hecho referencia, un abanderado el Dr. Juan Mendoza Díaz, quien en su obra Lecciones de Derecho Procesal Penal, hace entre otros grupos, la clasificación de los Principios del Proceso Penal, en relación a la estructura del proceso, con dos principios básicos, el de Contradicción y el Principio de Igualdad, que son los que por su relación al derecho de la defensa se abordan en este epígrafe: El principio de Contradicción precede todo el proceso penal, pues mediante él es que se garantiza que el debate se presente como una verdadera contienda entre partes. En lo que al acusado respecta este principio se presenta como la obligación constitucionalmente reconocida de que nadie puede ser condenado si previamente no ha tenido la posibilidad de ser oído y vencido en juicio, lo cual abre para el acusado lo que se conoce como derecho a resistir la imputación. Este principio, conocido también como principio de bilateralidad de la audiencia o bilateralidad del debate, se materializa cuando ambas partes en el proceso (acusador y acusado) pueden comparecer para hacer valer sus respectivas pretensiones, proponer pruebas y realizar todas las alegaciones que estimen pertinentes en aras del derecho alegado. Se trata de un diseño consustancial a la labor de administrar justicia, pues como dice Montero, “en toda la actuación del Derecho por la jurisdicción han de existir dos partes enfrentadas entre sí, las que ineludiblemente son parciales y que acuden a un tercero imparcial que es el titular de la potestad jurisdiccional, y que se corporifica en el juez o magistrado; esta no calidad de parte que juega el tribunal es a lo que Montero llama “imparcialidad”.27 La contradicción sobre la que se mueve el proceso penal está identificada por dos partes encontradas en virtud de pretensiones que resultan contradictorias; en sentido estricto no existe una dualidad de partes sino de posiciones jurídicas, una activa y otra pasiva, pudiendo darse el caso de que en cada posición pueda 27 Vid. MONTERO, J, Principios del proceso penal, Tirant lo Blanch, Valencia, 1997. p.87 estar integrada por más de una parte, en dependencia de que puedan existir varios acusadores o varios acusados. Es una posición doctrinal no unánime, pues generalmente los autores utilizan el concepto de parte para definir los polos del debate, con independencia de la cantidad de personas que en cada una de dichas posiciones puedan presentarse; esta posición parte de que con independencia de la cantidad de personas que participen en cada una de las posiciones, no es posible intervenir en calidad distinta a la de acusador o acusado.28 Otra posición doctrinal sobre el concepto de parte es la existente en la doctrina alemana y que es comentada por Gómez Orbaneja y en la que , por razones distintas a las de Montero, se cuestiona la real existencia de partes en el proceso penal; según estas posturas no es posible hablar de partes toda vez que el Ministerio Fiscal no actúa en el proceso exclusivamente para pedir la condena de un contrario, sino al servicio del interés público, que tanto exige el castigo del culpable como la absolución del inocente; esto hace que el Fiscal se presente en el proceso bajo una regla de imparcialidad que resulta contradictoria con la concepción de parte. Ya que el Ministerio Fiscal representa al Estado, a quien le resulta imposible asumir una posición parcial en el proceso. 29 En el proceso penal, a diferencia del civil, no existe una relación jurídico-material y por ello no es posible hablar de la existencia de derechos subjetivos penales, lo que hace las legislaciones procesales es reconocer una legitimación activa a favor de determinadas personas para poder instar la acción penal, actividad que en muchos países, es ejercida de forma monopólica por una institución especializada que asume los derechos subjetivos penales que se derivan del hecho delictivo. 28 Vid. FERNÁNDEZ PEREIRA, Julio A. et al, Temas para el estudio del Derecho Procesal, Primera parte, Primera Edición, Editorial Félix Varela, La Habana, 2002, p.23-25. 29 Ídem.p.30 En el otro extremo del binomio contradictorio se encuentra la parte acusada, que desde su perspectiva del acusado y formando parte esencial del principio de contradicción, se deriva el Derecho a la Defensa, visto como un derecho clave del proceso, que irradia y se incardina con otros de los principios y que se corporifica en la Ley mediante el diseño de un conjunto de garantías que en la generalidad de los casos han sido recogidas como y elevadas a la categoría de derechos fundamentales. La proyección del Derecho a la Defensa hacía el resto de los principios lo convierte en una institución de difícil ubicación doctrinal, pues al estudiarlo formando parte del principio de contradicción, partiendo del hecho de que su origen se coloca en la premisa de que nadie puede ser sancionado sin ser vencido, vemos este vencimiento o derrota como el proceso de enfrentamiento al arsenal de armas en manos del acusado para hacer valer sus derechos; armas que en el ordenamiento procesal adquieren la categoría de garantías del acusado. En el proceso penal contemporáneo implica una tensión permanente entre la eficacia del mismo y el respeto a las garantías individuales, especialmente con relación al derecho a la defensa, todo ello está estrechamente relacionado con la existencia de los estados democráticos, pues éste no debe ignorar la presencia de una justa defensa o derecho a la defensa, pues uno de sus elementos esenciales es la aportación de pruebas que sirvan al objetivo de sostener una defensa activa en juicio, así como a controlar las pruebas de responsabilidad, el derecho a contra examinar los testigos es de aquellos garantías procesales mínimas, que, ni aun frente a la hipótesis de hechos delictivos graves pueden ser vulnerados, en el momento, en que el órgano de persecución decide llevar adelante la acusación debe informar a la defensa cuales son los elementos de prueba con los que cuenta.30 Por las razones antes expuestas resulta muy difícil definir el contenido del derecho a la defensa, motivo por el cual esbozaremos solo algunas de las cuestiones que consideramos que obligatoriamente no deben ser olvidadas en este análisis y dentro de las cuales se hallan: Adquisición del estatus de parte: comprende la obligación de informar al acusado desde el primer momento de los cargos de la imputación, salvando los inconvenientes de comunicación que puedan presentarse por razón de idioma o de discapacidad; brindándole la posibilidad de hacer las alegaciones y descargos que considere necesarios a favor de su defensa. A esta posibilidad alegatoria primaria en manos del propio imputado es a lo que se conoce como “defensa material”, para diferenciarla de la “defensa técnica”, que se reserva para denominar a la que se ejercita a través de abogado. Este grupo de principios definen la forma en que se diseña u organiza la justicia penal, siendo el Principio de Contradicción el que postula que el resultado del proceso penal, es la consecuencia necesaria del conflicto o contradicción entre dos partes enfrentadas, nadie puede ser sancionado si no es oído y vencido en juicio y es aquí que aparece entonces la categoría de partes, que es entre quienes existe la contradicción, y dentro de estas partes emerge el Fiscal, con el ejercicio de la acción penal, teniendo amplias ventajas respecto al procesado, por lo que en la búsqueda del equilibrio entre éstas, entonces surge el Derecho a la Defensa, lográndose así que la parte más desprotegida, complemente su capacidad de combate. Vid. BLANCO ESCANDÓN, Celia, “El nuevo Proceso Penal en América Latina”, Ponencias del Congreso Internacional de Cultura y sistema jurídicos comparados, 2011, [s/f], p.21. 30 En cuanto al principio de igualdad ante la ley refrenda que las partes tienen que poseer igualdad de condiciones en cuanto al principio contradictorio, el análisis de la igualdad entre las partes en el proceso penal constituye uno de los más discutidos temas en torno a los sujetos de la relación procesal penal. Parte la polémica desde la propia fundamentación jurídica del principio de igualdad de las partes en el proceso, considerado como derivación de un principio constitucional o como complemento inseparable del principio de contradicción. Surge este diferendo dada la formulación que adoptan gran parte de las Constituciones vigentes, en particular las europeas, las cuales no regulan de forma expresa la igualdad de todos en el proceso. Esto no conlleva a entender que no exista la igualdad como concepto y principio fundamental establecido en las referidas leyes principales. Gimeno Sendra estima que la no designación expresa, en algunas Constituciones y leyes orgánicas, de este principio, ha conllevado a la pluralidad de criterios en torno al mismo y aún cuando es este “un derecho fundamental autónomo consagrado genéricamente en la Constitución y más explícitamente en el derecho a un proceso con todas las garantías” 31 Constituye este principio, la manifestación en el proceso penal del principio de Igualdad de todos los ciudadanos. La doctrina alemana igualmente configura como una manifestación, en la esfera del proceso, del principio general de igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, el que denomina principio de igualdad de armas. Razonan que el principio de igualdad de armas se encuentra implícito en la norma constitucional, por lo que ante cualquier manifestación de desigualdad de alguno de los sujetos procesales se estaría vulnerando el principio constitucional. Es por ello que el principio de igualdad devine en garantía instrumental de los derechos constitucionales y en particular, del de defensa. En Cuba la Constitución de 1992, aunque no habla expresamente de igualdad procesal o igualdad de las partes establece en su Artículo 41, que todos los 31 Vid. SENDRA GIMENO, Vicente, Ob. cit., p.53 ciudadanos gozan de iguales derechos y están sujetos a iguales derechos. De igual forma la ley de trámites procesales, no se refiere de forma expresa a la igualdad de las partes, pero en la regulación que realiza del proceso penal, se pone de manifiesto el mencionado principio de igualdad. Otra parte de la doctrina, ubica a la igualdad entre las partes, como complemento del principio de contradicción, formando parte esta, de los derechos que posee el acusado como parte en un proceso con plenas garantías y donde ambos contendientes en la relación procesal, se presenten con iguales posibilidades de actuar durante el proceso. Jiménez Asenjo sostiene que el principio de contradicción se desenvuelve en los principios de igualdad procesal y libertad; determinando el principio de igualdad, que ambas partes: acusador y acusado, estén situados en un mismo plano de derechos y deberes procesales, a fin de que la justicia no resulte menoscabada en pro del mejor situado procesalmente; formulándose este en el axioma que no debe permitirse al actor lo que no se halle permitido al reo. Resulta dudoso establecer en una legislación un nivel racional de igualdad entre las partes, toda vez que el propio concepto de igualdad no permite establecer criterios medibles en torno a la existencia de derechos similares entre una u otra parte, porque ello por si, deviene en desigualdad. El concepto por su propia naturaleza, no permite la existencia de diferencias que justifiquen un tratamiento desigual, a quienes deben ser iguales. La igualdad, como valor jurídico, supone la existencia de un equilibrio entre dos partes, dotadas de semejantes derechos, y donde ambas se ubican en un mismo plano de la relación, a fin que no sea la supremacía en derechos o poderes, de una parte respecto a otra, la que indique el sentido de la balanza de la justicia. Ante ello resulta absolutamente necesario que en el proceso penal rija una absoluta igualdad de posibilidades tanto para la sociedad que juzga como para del individuo que ve amenazado su derecho de libertad. El conceder más en un sentido u otro de la relación procesal, implicaría el sacrificio de uno ellos, lo que no se asocia al concepto de justicia sobre el que se funda el proceso. Sólo podrá entenderse que existe una igualdad plena de derechos entre las partes cuando en la relación jurídica procesal se armonicen los derechos de la acusación y la defensa sin subordinar uno al otro. Al analizar el concepto de igualdad entre las partes de la relación procesal no puede entenderse el mismo como concepto abstracto sino que debe ser analizado a través de las diferentes etapas del proceso, desde su nacimiento hasta su culminación. El estudio de la igualdad entre las partes se presenta de forma diferente en la fase sumarial, o preparatoria del juicio oral y en el propio juicio oral. La originaria igualdad plena entre las partes, que se perdiera con el sistema inquisitivo, ha constituido una meta a alcanzar por las legislaciones más modernas, las cuales cada día se dirigen hacia el aumento de la igualdad entre las partes, desde el inicio mismo del proceso. Algo que aparecía como idea radical a fines del siglo XIX, tomó fuerza en la mitad de la siguiente centuria.32 1.2.2. Derecho a la Defensa Técnica Una de las manifestaciones principales del derecho de defensa es la de poder contar con un asesor técnico. En principio un asesor legal, pero luego este derecho se ha ido ampliando hasta alcanzar a los intérpretes (derecho de gran importancia en los países donde importantes sectores o la mayoría del pueblo no habla el idioma oficial) y últimamente a otros consultores técnicos (contadores, 32 El Ministro de Justicia de España, Manuel Alonso Martínez el 14 de Septiembre de 1882 en la Exposición de Motivos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Ley de Enjuiciamiento Criminal, Madrid 1994, planteaba: “ Llevados de estas ideas, ciertas escuelas radicales, intentan extender al sumario, desde el momento mismo en que se inicia, las reglas de publicidad, contradicción e igualdad, que en la ley procesal se establecen, desde que se abre el juicio hasta que se dicta sentencia firme. Pero esto no puede considerarse mas que como un ideal de la ciencia, al cual tiende a acercarse, progresivamente la legislación de los pueblos modernos. médicos forenses, peritos calígrafos, etc.) que también forman parte del equipo de defensa. De todos modos, todavía la principal manifestación del derecho a la defensa técnica es la de poder contar con un abogado defensor. Al derecho a la defensa técnica le cabe un papel básico en tanto motor de todas las restantes garantías del juicio justo. Si bien el derecho primordial es a defenderse por sí mismo, el progresivo desarrollo del derecho a lo largo de muchos siglos hace que se trate de una disciplina compleja, llena de tecnicismos y especificidades, que podrían convertir en letra muerta a las garantías procesales, de no existir una intervención letrada capaz de hacerlas valer en beneficio de los imputados. La exigencia de que la defensa sea prestada por un letrado se relaciona con la efectividad de la misma, pues solo podrá realizarse una defensa en igualdad de medios frente al Ministerio Público, si esta se presta con calidad técnica, necesariamente por un especialista en el área. La presencia del letrado permite ejercer adecuadamente la defensa en el proceso, no solo por la representación de este en actos procesales concretos y declaraciones o alegaciones de la parte imputada, sino que también al asistir al imputado para la comprensión del proceso al cual se ve sometido y ayudarlo a definir una estrategia para afrontarlo. No obstante la importancia capital del abogado defensor, no se debe perder de vista que la defensa es un derecho del imputado y que una de las manifestaciones principales, como hemos visto, es la de poder contar con un abogado de confianza. Esta relación de confianza es central y debe ser entendida en toda su profundidad. La presencia de un “abogado defensor” no siempre ha significado la existencia de un verdadero derecho de defensa. La situación particular de quien es sometido a un proceso penal, en el que desde etapas tempranas del procedimiento, se enfrenta al poder represivo del Estado, representado por los agentes policiales y los fiscales conductores de la investigación, obliga, por justicia, que exista un profesional que lo asista técnicamente en su defensa. Para el profesor cubano Vicente Julio Arranz Castillero “el derecho a la defensa del acusado es la posibilidad que se le concede a éste de oponerse a la inculpación y a los cargos que se le señalan, porque en esa oposición, en ese combate, en esa lucha pareja, sin ventajas, está la verdadera igualdad de condiciones, para que el acusado deje de ser objeto y se convierta en sujeto del proceso penal. En esa igualdad de condiciones, para hacer uso de la defensa material y de la defensa técnica, es que el inculpado debe adquirir la condición de parte, desde el mismo momento en que surjan indicios fundados de culpabilidad, independientemente de que haya sido o no asegurado.”33 El Derecho a la Defensa Técnica es un derecho fundamental que asiste a todo imputado y su abogado defensor a comparecer inmediatamente en la instrucción y a lo largo de todo el proceso penal a fin de poder contestar con eficacia la imputación o acusación existente contra aquél, articulando con plena libertad e igualdad de armas los actos de prueba, de postulación e impugnación, necesarios para hacer valer dentro del proceso penal el derecho a la libertad que le asiste a todo ciudadano que por no haber sido condenado se presume inocente. 1.2.2.1. Contenido La defensa penal se caracteriza por ser una parte dual en el proceso penal, integrada por dos sujetos procesales: el abogado, y el imputado. Ambos sujetos coinciden en la finalidad de hacer valer su derecho a la libertad, bien por el imputado, quien ejercita su derecho a la libertad, bien por la defensa técnica, que ha de proteger la libertad desde un punto de vista objetivo, es decir, en tanto que su objeto de protección es un valor superior del ordenamiento. Esta defensa desde un punto de vista objetivo justifica que el ordenamiento otorgue al defensor un cierto grado de autonomía que, en ocasiones, se manifiesta incluso condicionando determinadas actuaciones de su defendido. El derecho de Defensa Técnica no implica proveer al imputado de cualquier abogado, sino que guarda un cierto orden: en primer lugar el imputado tiene 33 Vid. ARRANZ CASTILLERO, Vicente Julio: Las garantías fundamentales de la justicia penal en Cuba, páginas 83 y 84, Revista Cubana de Derecho, No. 4 de 1991, octubre-diciembre, editada por la Unión Nacional de Juristas de Cuba, Ciudad de La Habana. derecho a elegir a su abogado de confianza, y cuando no quiera ejercitar tal derecho o no tenga recursos entonces el estado deberá asumir dicha responsabilidad. La doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha supuesto avances muy importantes en la protección del derecho de defensa, al admitir numerosas demandas por violación del art. 6.3 de la Convención Europea de derechos Humanos, matizando así el contenido del derecho que estamos discutiendo. Así, la sentencia de este Tribunal de fecha 9 de octubre de 1979 expresa que el mero nombramiento de un abogado no da cumplimiento pleno al derecho de defensa, sino que se verá satisfecho cuando aparte de nombramiento, el abogado preste su asistencia. De este modo se deben evitar en los sistemas procesales la existencia de sistemas de renuncias o excusas del abogado de oficio que pudieran provocar la desasistencia del acusado. Las Sentencias de 22 de septiembre de 1994 y de 21 de enero de 1999, ahondan en la idea de que aunque el acusado debidamente citado no comparezca, en ningún momento se le puede privar del derecho a ser asistido por un abogado como sanción; todo ello sin perjuicio de que se pueda forzar su comparecencia de forma coactiva. 1.2.2.2. Trascendencia jurídico- social de la Defensa Técnica. Aunque para algunos autores como el inglés Jeremy Bentham la idea de un proceso judicial sin la participación de un abogado no es para nada desatinada, no cabe dudas de la necesidad de dicha participación si partimos de la premisa que en todo proceso se ventilan conflictos de índole social y que por su magnitud son de interés para el Estado. El antes mencionado autor inglés sustentando su teoría del “procedimiento natural”34 refiere: “(…) dichosa la nación cuyas leyes fuesen tan sencillas que su conocimiento estuviese al alcance de todos los ciudadanos, y en donde cada cual pudiese dirigir y defender su causa en justicia, como administra y dirige sus demás negocios (...)35”. Desde la óptica del citado maestro ciertamente se podría concebir un proceso sin abogados pero sólo bajo determinadas características partiendo inicialmente de la simpleza de la leyes penales las cuales cualquier ciudadano pudiera aplica, asemejando la justicia de los tribunales con la que se ejerce en el marco familiar. Este tipo de justicia, según Bentham, es transmitido a través de las distintas generaciones, aplicado por instinto por el hombre de campo e ignorado o dejado de lado por el hombre de ley. Al enunciar los rasgos característicos de un “procedimiento natural”, explica que el padre de familia al resolver un determinado conflicto hace comparecer a todas las partes interesadas, les permite declarar en su propio favor, pregunta y exige respuestas, hace el interrogatorio en el mismo lugar, no excluye a ningún testigo permitiendo que cada uno se explaye de la manera que considere más conveniente y reservándose la apreciación de cada testimonio; si hay contradicciones las confronta de inmediato, trata de llegar rápidamente a una conclusión -a fin de evitar problemas en el seno de la familia- y atendiendo al principio de que los hechos recientes son “los más fáciles de conocer y probar”, no permite aplazamientos salvo que sea por una circunstancia especial. Como podemos observar, la idea de Bentham sobre cómo debe llevarse a cabo un procedimiento es ideal, pues se construye a partir de un sistema de garantías que respeta los tres pilares sobre los que debe sostenerse un juicio, a saber: la 34 Para este autor el modelo natural de un buen procedimiento lo encontramos en la autoridad que ejerce un buen padre de familia que regula las disputas del núcleo familiar a semejanza regulando sus disputas es la imagen de un buen juez, a lo que llamó proceso natural. 35 Vid. BENTHAM, Jeremy, Tratados sobre la organización judicial y la Codificación, Editorial Imprenta de la Sociedad Literaria y Tipográfica, Madrid, 1845, p. 78 imparcialidad, la contradicción y la publicidad. Es lógico sostener que, en un proceso de este tipo, no se requiera la presencia de un abogado para asistir a las partes, porque las leyes serían tan claras que cualquier ciudadano podría defender su posición en los tribunales sin que se le menoscaben sus derechos, encontrándose las partes litigantes en un natural equilibrio; pero la evolución de la historia nos indica que estos procedimientos no existen, debido a que la tan mentada idea de la eficiencia del poder penal estatal siempre estuvo un peldaño más arriba que el respeto al sistema de garantías, avalando todo tipo de atropellos sobre los ciudadanos. A ello se suma que los actuales sistemas procesales son tan complicados que sería imposible que cualquier ciudadano pueda, con alguna posibilidad de hacer prevalecer su posición, litigar en los tribunales sin la asistencia técnica de un abogado, lo que determina que es imposible concebir un proceso sin la presencia de los abogados. Estas cuestiones también fueron advertidas por Bentham quien, a pesar de la poca simpatía que parecía tener por los abogados y en discordancia con su posición en cuanto a que las partes de un procedimiento se pueden defender a sí mismas, concluyó: “...Pero en el reinado de una legislación oscura y complicada, de un modo de enjuiciar lleno de fórmulas y cargado de nulidades, especialmente con una jurisprudencia no escrita, el ministerio de los abogados es indispensable (...)”36 Probada entonces la premisa de que no cabe concebir un proceso sin abogados que defiendan las posiciones de las partes, debemos establecer qué dimensión le tenemos que dar a esa asistencia técnica. Para ello, vamos a circunscribir la 36 Vid. BENTHAM, Jeremy, Tratado de las Pruebas, Editorial Egea, Bs. As., 1971, p. 17. discusión a la problemática de la defensa del acusado en una causa penal. Es evidente, y con ello no descubrimos nada nuevo, que el ejercicio de la abogacía se relaciona directamente, en el marco de un proceso penal, con un principio garantizador básico: el derecho que tiene todo ciudadano a defenderse de los cargos que se le imputen en el curso de un proceso. En tal inteligencia se puede colegir que “el derecho de defensa cumple, dentro de un proceso penal, un papel particular: por una parte, actúa en forma conjunta con las demás garantías; por la otra, es la garantía que torna operativas a todas las demás. Por ello, el derecho de defensa no puede ser puesto en el mismo plano que las otras garantías procesales. La inviolabilidad del derecho de defensa es la garantía fundamental con la que cuenta el ciudadano, porque es el único que permite que las demás garantías tengan una vigencia concreta dentro del proceso penal”37. Tradicionalmente se ha sostenido el criterio de que el Derecho de Defensa cobra preponderancia en el debate. Esto no es de extrañar porque es en esta etapa procesal en la que concurren una serie de principios que facilitan y resaltan la labor de la defensa. Basta con tener claro que la sentencia como regla general se debe documentar con la prueba receptada en la audiencia oral; y es en esta oportunidad en la que la defensa podrá ofrecer prueba para mejor resolver, interrogar testigos, y, en suma, a la luz de los hechos acusados, ilustrará al Tribunal de Juicio de su análisis de la prueba y la calificación jurídica que estima aplicable. El juicio previo que necesariamente debe anteceder a la sanción penal es la manifestación más preclara de la vigencia del Derecho de Defensa en el proceso penal dentro de un Estado de Derecho. No obstante lo anterior, es imprescindible comprender la necesidad de que la defensa intervenga con mayor avidez en la fase de investigación, “la defensa en juicio debe poder ser ejercida a lo largo de todo el proceso y, de manera particularmente intensa, durante la investigación, ya que las posibilidades de Vid. BINDER, Alberto, Introducción al Derecho Procesal Penal, Editorial. “Ad Hoc”, Buenos AIRES,1993, p.151. 37 afectación de todas las garantías procesales se dan primordialmente en esta etapa”38. Es muy reiterado de que en la práctica judicial los defensores en otras latitudes se esmeran incoando incidentes de nulidad y demás actuaciones, con miras a desacreditar la prueba de cargo. La intervención del Defensor contribuiría entonces enormemente a efectivizar el Derecho de Defensa de los imputados en etapas iniciales del procedimiento y, consecuentemente, este control previo evitaría la gestión de ulteriores diligencias que cuestionen la validez de los actos mencionados. Contra este pensamiento están los que aseveran que la intervención de la defensa obstaculizaría el curso normal del procedimiento “En contra de la intervención del Defensor en la instrucción criminal se ha argumentado que no es conveniente su participación porque, bien sea por la mala fe, por error, o por abuso de la actividad defensiva, tanto el imputado como su defensor podrían entorpecer el curso normal del procedimiento”39. Cuando por el contrario, su participación contribuiría a la legitimidad de la investigación, cuando ésta se pueda ver cuestionada por la inasistencia de la Defensa. En todo caso, debemos tener claro que no se trata de impedir o facilitar el cumplimiento de las funciones de los investigadores, sino de hacer efectiva el derecho constitucional de defensa. En suma, para evitar que la investigación se conduzca bajo una óptica estrictamente represiva, es saludable para la averiguación de la verdad real de los hechos que la defensa intervenga en este momento procesal: “Sólo la defensa puede hacer patente los errores eventualmente cometidos o dar ocasión a nuevas y mas fructuosas investigaciones, fuera de que garantiza el cumplimiento de todas las formalidades requeridas por la ley; por tal motivo, un proceso sin defensa sería demasiado fácil para la acusación y demasiado fácil 38 Ídem., p.158. Vid. VÉLEZ MARICONDE, Alfredo. Derecho Procesal Penal, Carlos Lerner Editora Córdoba S.R.L., Córdoba, 1982, p. 382 39 para quien se proponga imparcialmente descubrir la verdad; también ella, pues, contribuye a ese esclarecimiento”40. También se ha afirmado que esta garantía “es la principal condición epistemológica de la prueba: la refutabilidad de la hipótesis acusatoria experimentada por el poder de refutarla de la contraparte interesada, de modo que no es atendible ninguna prueba sin que se hayan activado infructuosamente todas las posibles refutaciones y contrapruebas”41 La defensa es un poderoso instrumento de impulso y control de la prueba que se recaba en un proceso penal; en segundo lugar, porque juega un papel contradictorio con respecto al órgano acusador, aportando contrapruebas que tienden a desvirtuar a las presentadas por éste, todas las cuales finalmente serán analizadas y valoradas por un juez . Pero, para jugar ese papel contradictorio hace falta que la defensa y la acusación estén en el mismo plano, conforme al decir de Ferrajoli: “la perfecta igualdad de las partes”. Ahora bien, ¿cómo se logra tal cometido? De una manera muy sencilla: “...que la defensa esté dotada de la misma capacidad y de los mismos poderes que la acusación;...que se admita su papel contradictor en todo momento y grado del procedimiento y en relación cualquier acto probatorio, de los experimentos judiciales y las pericias al interrogatorio del imputado, desde los reconocimientos hasta las declaraciones testificales y los careos(...)”42.Ya Bentham entendía este concepto de la igualdad entre las partes como una garantía del debido proceso ya que, al dedicar un capítulo a los abogados, especificó que éstos eran necesarios porque restablecían la igualdad entre las partes litigantes, con relación a la capacidad, y para equilibrar algunas ventajas que podrían tener los “agresores injustos”43 Entiende, por ende, al abogado como un protector de su cliente que debe reunir dos condiciones necesarias: por un lado, un conocimiento completo de todo lo que concierne a la causa y, por el otro un celo suficiente para sacar el mejor provecho posible a favor de su cliente. Como es dable 40 Ídem. p.399. Vid. FERRAJOLI, Luigi, “Derecho y Razón”, Editorial Trotta, Madrid, 1995, pág. 613. 42 Ídem p. 614 43 Vid. BENTHAM, Jeremy, Tratado de las Pruebas Judiciales, Editorial Egea, 1971, p. 186 41 observar, ya a principios del siglo XIX se discutía si en el marco de un proceso las partes debían estar en un plano de igualdad a fin de garantizar sus derechos, de acuerdo a lo expuesto en los puntos anteriores, se pueden extraer tres conclusiones: a) que, para estar en un plano de igualdad con el Ministerio Público Fiscal, la defensa del ciudadano debe ser técnica para poder velar por los intereses de su cliente de la mejor manera posible. Para que esa defensa técnica sea efectiva, debe ser llevada adelante por un abogado, un especialista en leyes que conozcan los mecanismos, vericuetos y complejidades que presenta en la actualidad un procedimiento penal. b) que, a partir de este concepto de igualdad, el Estado debe estar obligado a proporcionar una defensa técnica a todo imputado que la necesite, y no tenga medios económicos para poder solventarla. c) que, la defensa debe estar y participar activamente en toda la actividad probatoria que se desarrolle en cualquier etapa del proceso penal, con el objeto de verificar la legalidad de dichos actos. Desde este punto de vista, la defensa deja de ser un “auxiliar de la justicia” como es común escuchar en el lenguaje forense- para convertirse en un verdadero custodio de los derechos e intereses de su cliente. 1.2.2.3. La Defensa Técnica temprana en el contexto latinoamericano Cada día se incorporan más a las legislaciones procesales la presencia del abogado defensor desde el propio inicio de las acciones investigativas, lo que se corresponde con la voluntad y espíritu político de los gobiernos de aclimatar sus leyes nacionales al grupo de instrumentos jurídicos internacionales que propugnan el derecho a la defensa técnica como una garantía esencial del sindicado, a fin de salvaguardar sus derechos ante la maquinaria represiva institucional. En el presente estudio se analiza someramente la proyección de este derecho en el ámbito regional latinoamericano, debido no tan solo a la cercanía geográfica, sino por herencias legislativas imprescindible compartir una misma historia fundacional y provenientes de la madre patria española, resultando reconocer que estas legislaciones han sufrido a partir de los últimos 20 años del siglo pasado una reforma la cual ha conllevado a intensos cambios en materia del proceso penal, teniendo como objetivo la reformulación de los sistemas de enjuiciamiento penal y las organizaciones administrativas que le sirven de base con el propósito de lograr el resguardo de las garantías individuales y los principios del Estado de Derecho y que se ha instaurado bajo la influencia del llamado debido proceso con fuerte influencia del sistema acusatorio formal y adversarial anglosajón, a través del código procesal tipo para América Latina, lo que algunos teóricos lo han visto como mecanismos de dominación hegemónica impuesta a la región, no obstante, por su valor trascendental a los fines de garantizar los derechos del imputado, que han sido elevados al rango constitucional con un desarrollo en la normas especiales, ejemplo de ello lo vemos en la Constitución boliviana en sus artículos 16 y 116 donde el derecho a ser asistido por un defensor surge desde el momento de la detención o apresamiento de la persona, como una garantía personal y de carácter inviolable. Lo que se refleja además en el artículo 9 del Código Procesal Penal donde se establece que: “Todo imputado tiene derecho a la asistencia y defensa de un abogado desde el primer acto del proceso hasta el fin de la ejecución de la sentencia. Este derecho es irrenunciable. La designación del defensor se efectuará sin dilación ni formalidad alguna, desde el momento de la detención, apresamiento o antes de iniciarse la declaración del imputado. Si consultado el imputado, no lo elige o el elegido no acepta inmediatamente el cargo, se le nombrará de oficio un defensor.” Asimismo en Chile en el artículo 19 de la Carta Magna se asegura a todas las personas el derecho a la defensa jurídica en la forma que la ley señale y se declara que ninguna autoridad o individuo podrá impedir, restringir o perturbar la debida intervención del letrado si hubiere sido requerida, lo que es congruente con lo establecido en el artículo 8 de la Ley Procesal el cual regula que: “El imputado tendrá derecho a ser defendido por un letrado desde la primera actuación del procedimiento dirigido en su contra… y tendrá derecho a formular los planteamientos y alegaciones que considerare oportunos, así como a intervenir en todas las actuaciones judiciales y en las demás actuaciones del procedimiento, salvas las excepciones expresamente previstas en este Código” Por su parte Colombia reconoce el rango supremo de este derecho al ubicarlo en los artículos 29 y 229 de su Ley fundamental, estableciendo para los sindicados el derecho a la defensa y a la asistencia de un abogado escogido por él o de oficio, durante la investigación y el juzgamiento, además implanta el deber de reglamentar por ley los supuestos en los que la persona puede acceder a la administración de justicia sin representación de abogado, no limitando el acceso a la administración de justicia mediante la defensa cautiva. También el artículo 119 de la Ley Adjetiva, se preocupa por regular este derecho al plantear: “La designación del defensor del imputado deberá hacerse desde la captura, si hubiere lugar a ella, o desde la formulación de la imputación. En todo caso deberá contar con este desde la primera audiencia a la que fuere citado. El presunto implicado en una investigación podrá designar defensor desde la comunicación que de esa situación le haga la Fiscalía.” También se aprecia que en el Ecuador se declara en el cuerpo constitucional en el artículo 24 que nadie podrá ser privado del derecho de defensa en ningún estado o grado del respectivo procedimiento ya que el Estado establecerá defensores públicos para el patrocinio de las comunidades indígenas, de los trabajadores, de las mujeres y de los menores de edad abandonados o víctimas de violencia intrafamiliar o sexual, y de toda persona que no disponga de medios económicos, lo cual se expresa de manera similar en las normas procesales en su artículo 11 que prescribe que: “Toda autoridad que intervenga en el proceso debe velar para que el imputado conozca inmediatamente los derechos que la Constitución Política de la República y este Código le reconocen. El imputado tiene derecho a designar un defensor. Si no lo hace, el juez debe designarlo de oficio, antes de que se produzca su primera declaración. El juez o tribunal pueden autorizar que el imputado se defienda por sí mismo. En ese caso el defensor se debe limitar a controlar la eficacia de la defensa técnica.” De igual manera en Venezuela se resguarda este derecho pues en la Constitución de 1999, en su artículo 49.1 establece que la defensa y la asistencia jurídica son derechos inviolables en todo estado y grado de la investigación y del proceso, así como que toda persona tiene derecho a ser notificada de los cargos por los cuales se le investiga, de acceder a las pruebas y de disponer del tiempo y de los medios adecuados para ejercer su defensa, además de que se materializa en su procedimiento al normar en su artículo 122 que: “ El imputado tendrá los siguientes derechos: 1º. Que se le informe de manera específica y clara acerca de los hechos que se le imputan; 2º. Comunicarse con sus familiares, abogado de su confianza o asociación de asistencia jurídica, para informar sobre su detención; 3º. Ser asistido, desde los actos iniciales de la investigación, por un defensor que designe él o sus parientes y, en su defecto, por un defensor público.” Con el análisis de las diferentes normativas constitucionales y procesales de la región se advierte la implementación del derecho a la defensa técnica desde el primer momento de la investigación, lo que sin dudas se incorpora como un mecanismo de garantía esencial a los derechos del imputado en primera instancia, lo que no se corresponde con la realidad legislativa nacional cubana, donde a pesar de haber tenido una historia de avances garantistas superiores con respecto a estos países en temas como la tradición del juicio oral, en este tópico se ha quedado relegado como un vestigio inquisitorial del que se debe despojar definitivamente. De lo antes expuesto se colige que el derecho a la defensa ha evolucionado a lo largo de la historia y que de una u otra forma, ha existido siempre que hubo un procesado, bien ajustándose a la costumbre o a la norma escrita. Ahora es un derecho mucho más reconocido, desarrollado, evolucionado con la asistencia técnica desde un inicio que cuando fue gestado en el 1215 en la Carta Magna. Las grandes revoluciones sociales lo impulsaron y la Constitución Norteamericana lo delineó y de la Segunda Guerra Mundial a la fecha, su desarrollo en el plano internacional ha sido muy fuerte y cada vez más un grupo numeroso de países se atempera a esas exigencias, donde se comprende la necesidad de la asistencia técnica del procesado por un especialista en derecho con el que se pueda hacer frente la imputación en un plano de igualdad, siendo un ejemplo de ello la posibilidad de que esa asistencia se brinde desde que se realicen las primeras acciones investigativas y se vincule el procesado con la presunta comisión del delito, viéndose como en la mayoría de los países de la región latinoamericana se han elevado al rango constitucional este derecho, teniendo un desarrollo legislativo especial en los códigos procesales CAPITULO II: La Defensa Técnica en el inicio de la investigación sumarial. Aportes para una adecuada regulación jurídica en Cuba. 2.1. La Defensa Técnica en el proceso penal cubano. El Derecho a la Defensa, visto en sus cuatro aspectos esenciales: adquisición del estatus de parte, acceso a la justicia, derecho de última palabra y el derecho a impugnar, se manifiesta en los momentos trascendentales del proceso penal, tanto en la jurisdicción ordinaria como en la militar, expresándose de manera diferente este derecho en ambas jurisdicciones, aún cuando tienen puntos en contacto. De los antes mencionados aspectos que componen el Derecho a la Defensa Técnica, solo se analizarán la adquisición del estatus de parte y el acceso a la justicia por la importancia que tienen con la intervención temprana del abogado en la fase sumarial, elementos que serán apreciados en los dos procesos antes referidos. 2.1.1. Adquisición del estatus de parte como requisito para el ejercicio de la Defensa Técnica. 2.1.1.1. Reflejo en el Proceso Penal Ordinario. El Derecho de Defensa que le asiste al imputado, debe ser reconocido desde el momento mismo en que el proceso se dirige su contra, protegiéndole a todo lo largo de este; es por ello que no puede comenzar a regir este, sólo desde que adquiere el individuo la condición de parte. No obstante, la propia esencia del Derecho de Defensa que le asiste al imputado, resulta polémico desde el punto de vista doctrinal, la determinación del momento a partir del cual será el imputado parte en el proceso. Ello a fin ejercitar dicho Derecho de Defensa Técnica, pues este no posee valor práctico alguno hasta que no le sea reconocida al mismo la condición de parte procesal. En la ley de trámites de la jurisdicción ordinaria, hay siete momentos en los que se adquiere la condición de parte en el proceso: 1. En el procedimiento ordinario, cuando al acusado se le aplica por el instructor cualquiera de las medidas cautelares de las que está autorizado a imponer; si aquél está detenido, hay un término que se puede extender hasta 96 horas (4 días) y si no, en cualquier momento puede proceder la autoridad competente a hacerlo. Si el acusado se encuentra detenido y el instructor interesa como medida cautelar la de prisión provisional, lo solicita del fiscal y si accede, se obtiene entonces la condición de parte, pudiendo prolongarse el plazo hasta los siete días. 2. En aquellos procedimientos donde se aplican las reglas del proceso ordinario, la condición de parte la adquiere el acusado al llegarse al trámite regulado por el artículo 281 de esta ley, bien porque el acusado estaba asegurado de cualquier manera y no designó oportunamente defensor, o no encontrándose asegurado, es en este momento que se le otorga la condición de parte. 3. En el procedimiento abreviado, cuando el fiscal decide el inicio del expediente, de inmediato lo comunica al acusado, poniéndolo al tanto de su situación cautelar, las diligencias de instrucción que se realizan y el término concedido para ello y a partir de ahí, es que el acusado es parte en el proceso y puede nombrar abogado. Una vez que se termina la investigación y el tribunal radica la causa, le da un término de tres días al acusado y le entrega las conclusiones del fiscal, para que designe letrado, si no lo hizo antes. 4. En los delitos perseguibles a instancia de parte, si el tribunal admite la querella, requiere al querellado con entrega de copias de la misma, otorgándole un término para designar abogado y si no, se le designa de oficio 5. En el procedimiento sumario, para conocer de delitos con sanciones desde tres meses a un año de privación de libertad o multa, del que conocen los Tribunales Municipales Populares, al terminarse toda la fase investigativa y luego de ser radicada la causa en el tribunal, se cita al acusado para el juicio y se le comunica que puede asistir al mismo con defensor. Esta garantía surgió con esta ley. 6. En el procedimiento para aplicar medidas de seguridad predelictivas, sólo después que se termina la elaboración del expediente y el tribunal lo considera completo, señala la comparecencia para oír al presunto asegurado, quien puede designar letrado y de no hacerlo se le nombrará de oficio. 7. En el procedimiento especial de revisión, el acuerdo 58 de 30 de junio de1987, del Consejo de Gobierno del Tribunal Supremo Popular, establece que las partes sean emplazadas por la Sala en cuanto radique el expediente, para que se persone el interesado y nombre letrado si no lo tuviere, y en caso contrario se le designará también de oficio. En todos estos casos la adquisición de la condición de parte es lograda cuando ya el proceso tiene días, incluso meses, con más o menos adelanto, terminada la investigación o no, con los inconvenientes generalmente insalvables e irreversibles que trae aparejado, el haber estado el acusado solo en franca desventaja. Es bueno recordar que la ley procesal entiende que el imputado, a pesar de encontrarse asegurado, no estará dotado de todos los derechos que le otorga la condición de parte, quedando algunos de estos postergados hasta el momento de apertura del Juicio Oral. Ello ocurre en los casos de los delitos que por razones de seguridad estatal se disponga el carácter secreto de las actuaciones. En este caso al acusado sólo recibe el derecho a la asistencia técnica, siéndole vedado, tanto a él como a su defensor, el examen de las actuaciones de investigación y la aportación de pruebas. La formulación de la ley adjetiva nacional, subordina entonces la condición de parte del imputado, y con ello el ejercicio de los derechos que esta le otorga, a la aplicación a este de una medida cautelar. Supedita por tanto, conceptos distintos, y en consecuencia, estará determinada la concesión de la condición de parte del imputado y el ejercicio de los derechos que ello supone, a la decisión sobre el aseguramiento44. En este sentido, cabría la interrogante si resulta más beneficioso para el imputado, que se le asegure al proceso mediante la aplicación de una medida cautelar, a fin de poder ejercer los derechos que le confiere la condición de parte. Igualmente cuestionable resulta, que ante la decisión de la Policía, el Instructor o del Fiscal, según corresponda, de no aplicar una media cautelar, este no devenga parte. A efectos de garantizar los derechos del imputado debe entenderse que en la Información Sumarial el procedimiento penal ya se ha iniciado, desde que se conoce la existencia del supuesto delito. El procedimiento existe, aún y cuando no se haya ejercido la acción penal, y aunque no haya intervenido el juez, porque tal intervención no atañe a la constitución de la relación procesal sino a su 44 La Ley de Procedimiento penal en sus artículos del 251 al 258, ambos inclusive, regula los tipos de medida cautelar, los supuesto para aplicar la medida cautelar la medida cautelar de prisión provisional y los delitos en los cuales esta resulta de obligatoria aplicación. integración.45 Por tanto uno de los aspectos de mayor cuestionamiento en la Ley de Procedimiento Penal de Cuba, respecto a la figura del acusado es el relativo al momento procesal establecido, para recibir por parte de este, asistencia letrada. La formulación de ello aparece en el artículo 249 de la ley procesal, que establece como presupuesto para ser considerado este como parte que se decrete una medida cautelar contra el acusado.46 A tenor con la regulación establecida en la legislación procesal cubana, el imputado puede carecer de la asistencia de un Defensor técnico que lo oriente y auxilie, durante un término que puede alcanzar hasta siete días con posterioridad a su detención encontrándose en la práctica en un estado de incomunicación durante todo este tiempo. Cuestionable resulta que adquiera el acusado la condición de parte en dependencia de la concurrencia de elementos objetivos y subjetivos, relacionados con el hecho cometido, con la persona del acusado, la propia víctima, así como otras circunstancias que se manifiesten alrededor del hecho. Por ende, será variable y sujeto al criterio del actuante, el otorgamiento de la condición de parte. Ello resulta injusto y carente de un fundamento que resulte sistemático y preciso. Dada la regulación existente no se conocerá nunca, cuando una persona será parte procesal. De lo que se apuntó anteriormente, se entiende condicionada la posición de parte, a los elementos que determinen el aseguramiento del acusado. 45 Vid. LEONE, Giovanni: Tratado de Derecho Procesal Penal, Ediciones Jurídicas Europa-América, TI., Buenos Aires, 1963, p. 231-232. 46 El artículo 245 de la Ley de Procedimiento penal, establece que la policía puede mantener a una persona detenida hasta veinticuatro horas, dentro de dicho término debe ponerlo en libertad o imponerle alguna medida cautelar no detentiva El artículo 246 dispone que el Instructor al recibir las actuaciones de la policía, dispone de un término de hasta setenta y dos horas, para dejar sin efecto la detención, imponer una medida cautelar no detentiva, revocar la dispuesta por la policía o interesar la media de prisión provisional al Fiscal. El artículo 247 establece que el Fiscal, una vez recibida la solicitud de prisión provisional, por parte del Instructor, posee un termino de hasta setenta y dos horas para aplicar cualquier medida cautelar o disponer la libertad del acusado 2.1.1.2 . Reflejo en el Proceso Penal Militar En la ley penal rituaria militar, existen cuatro momentos en que se adquiere la condición de participante no de parte, pero a los efectos del tema investigado, resulta similar. 1. Cuando el instructor fiscal estima que bastan las pruebas practicadas para el fundamento de la acusación, le informa al acusado que la investigación ha terminado y le concede un término de tres días para estudiar la fase preparatoria por sí mismo o con su defensor y se puede extender dicho término por la complejidad del asunto. A partir de ahí, si el defensor asiste al trámite antes dicho, se le tendrá por personado 2. Esta ley expresa que cuando el acusado sea menor de edad --tiene que ser una errata, porque otra explicación no tiene, ni ahora, ni cuando se promulgó—o por incapacidad física o psíquica se encuentra impedido de ejercer por sí mismo el derecho a la defensa, el defensor podrá intervenir desde que se le imponga a aquél alguna de las medidas cautelares autorizadas por la ley. 3. En el procedimiento para la aplicación de las medidas de seguridad regulado por este cuerpo legal, se exige la participación obligatoria del defensor 4. Para el caso del procedimiento por delitos de poca peligrosidad social, no hay mención expresa al defensor, pero como se ajusta a las disposiciones generales de dicha ley, no hay dudas que la participación del mismo es también obligatoria. Se han dado varios casos de adquisición del estatus de parte en las dos leyes analizadas, en todos la condición es lograda cuando ya el proceso tiene días o meses, con más o menos adelanto, terminada la investigación o no, con los inconvenientes generalmente insalvables e irreversibles que trae aparejado. 2.1.2. El acceso a la justicia expresado a través de la Defensa Técnica. 2.1.2.1. Reflejo en el Proceso Penal Ordinaria En igual sentido se ubica el derecho que se le otorga al imputado, en esta fase del proceso penal ordinario, de ser informado sobre las causas de la acusación, y obliga a la información a este, de todos sus derechos, y en particular los extremos que puedan resultar desfavorables así como las razones de la detención47 . Otra de las manifestaciones del principio de información de la acusación es el de instauración de una resolución de imputación formal o auto de procesamiento, el cual impide que no sea acusada persona que previamente no haya sido procesada. En este auto de procesamiento deben consignarse los indicios racionales de criminalidad que sustentaron tal determinación. Con estas medidas se ha pretendido ubicar a los sujetos en un plano de equiparación, y a la vez de contradicción, trayendo este a la fase previa del proceso; y con ello, la posibilidad del ejercicio del derecho de defensa, a fin de disminuir la supremacía y preponderancia de la parte acusadora, lo que en realidad no resulta suficiente si se tiene en cuenta que la oposición cualificada y efectiva a la imputación se alcanza a partir de que el abogado interviene en el proceso investigativo, lo que en muchos casos no acontece o cuando en efecto brinda sus asistencia, llega tarde, cuando sus consejos y asesorías resultan innecesarios lo que está propiciado por la condicionantes establecidas en ley, que hacen de lo que debiera ser un derecho consustancial de todo procesado se convierta en un 47 Se refiere al derecho de ser informado de las causas de la acusación sancionado en los artículos 14.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el artículo 6.3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos. privilegio tardío. Son varios los momentos en que el legislador concedió al acusado el acceso a la justicia. En un primer lugar tenemos el artículo 249 de la Ley de Procedimiento Penal, donde se regula la condición de parte en el proceso al acusado, norma las facultades del defensor: comunicarse con su cliente y entrevistarlo con la debida privacidad si estuviere privado de libertad; tener acceso a las actuaciones y estudiarlas; proponer acciones de instrucción y diligencias, y presentar documentos en pro de los intereses de su representado, así como solicitar la modificación de la medida cautelar del mismo en cualquier momento, como dispone el artículo 251, y establecer el correspondiente recurso si se rechazara la anterior petición. El artículo 250 le confiere al letrado facultades para la efectiva contribución al esclarecimiento de la verdad material, obligándolo a proponer o presentar todas las pruebas a su alcance que favorezcan a su cliente, lo que constituye un apoyo significativamente importante, aunque en las condiciones de desventaja que actúa el abogado no se alcanza a cabalidad el propósito de la norma. La verificación del dicho del acusado, está regulada en el artículo 163 de este cuerpo legal, disponiendo que se ordene la práctica de las diligencias conducentes a la comprobación de esas manifestaciones. Respecto a la denominada prueba anticipada normada en el articulo 214 el acusado puede nombrar defensor o se le designará de oficio, a los efectos que participe en la toma de declaración del testigo que se encuentre ausente del país en el momento del juicio o en peligro inminente de muerte. También el acusado puede nombrar letrado para que concurra a la diligencia de peritaje que no admita dilación o no se pueda reproducir. Para la apertura de la correspondencia, el interesado será citado o la persona que designe. Se regula además, que las partes puedan pedir de inmediato las pruebas que por causa sea de temer que no se puedan practicar en el juicio oral. Propiamente no es una facultad del acusado, pero sí un factor importante del acceso a la justicia, el que se obligue a los funcionarios que realizan la investigación, dentro de sus respectivas funciones, a consignar en las actuaciones y apreciar en sus resoluciones, también las circunstancias favorables al acusado. De esta manera vemos como se imbrica el principio de imparcialidad con el derecho a la defensa. Es muy débil la participación del acusado y su defensor en las acciones de instrucción y diligencias. En la reconstrucción de los hechos, puede participar solamente el acusado si se prestare a ello. Esto debe modificarse a favor del acusado y su abogado, para que puedan concurrir a todos los actos y reaccionar en consecuencia, porque excepto en esa acción de instrucción, en las demás no hay contrapartida, todo es en secreto y ya cuando la defensa tiene acceso a los documentos de la investigación, todo está hecho; sólo se puede proponer, disentir, solicitar y eso ni es justo, ni es equitativo, ni demuestra equilibrio, porque no hay contienda, no hay debate, no hay más ideas, proposiciones, soluciones, que las del instructor y el fiscal. Pero el artículo 250 está mandando a que el defensor tenga las facultades necesarias para contribuir efectivamente al esclarecimiento de la verdad material y no hay respaldo en la ley, porque ese artículo se le adicionó a la ley en 1994, pero el resto quedó como señalamos. En el juicio oral funciona el principio de igualdad, pero no en la fase preparatoria; aquí el instructor y el fiscal mandan, disponen, ejecutan, mientras que el acusado y su defensor, solamente pueden solicitar y quejarse si no se accede a su petición. 2.1.2.2. Reflejo en la Ley Penal Militar En la ley penal adjetiva de la jurisdicción especial militar, el aspecto del Derecho a la Defensa denominado el acceso a la justicia, comienza solamente una vez que el acusado es considerado parte en el proceso, bien por estar incapacitado física o psíquicamente para autodefenderse o porque ya prácticamente terminó toda la investigación --en secreto casi total, absoluto— y es entonces que se le favorece por primera vez de manera algo efectiva, al darle a conocer el contenido del expediente con un término de tres días, para que lo examine por sí y/o con un defensor, pudiendo proponer las diligencias y acciones de instrucción que estime, que pueden ser aceptadas y practicadas sin dilación, pero si no, tiene que recurrir en queja, continuando de ese modo la quimérica desventaja de adquirir la condición de parte muy tardíamente. A pesar de ese significativo lastre, la ley rituaria penal de la jurisdicción militar, recoge con superior técnica que la ley ordinaria los derechos del acusado: conocer los hechos que se le imputan y ofrecer explicaciones sobre ellos; proponer pruebas e interponer recursos; examinar por sí o con su defensor el expediente de fase preparatorio una vez terminado y proponer entonces nuevamente la práctica de pruebas. Veamos sus regulaciones en la materia investigada: 1. Dispone la obligatoria participación del abogado en el juicio oral cuando hay acusados incapacitados física o psíquicamente, que no puedan defenderse; cuando el acusado sea menor de 16 años; cuando hay intereses incompatibles de un acusado con otro que sí tiene defensor técnico y cuando en tiempo de paz esté establecida la pena de muerte o la máxima de privación de libertad. Si el acusado no lo nombra, se le designa de oficio. 2. Da la posibilidad que el acusado asuma su propia defensa en cualquier momento del proceso y su voluntad prevalece aunque haya designado letrado o sea de oficio. Cuando el defensor designado o de oficio no acepte, se incapacite o fallezca, se contará con el acusado para que designe nuevamente. Regula también que en caso de incompatibilidades entre varios acusados, el mismo defensor no puede asumir por ellos. 3. Establece que el defensor tiene como función la de representar debidamente el interés de su cliente, empleando para ello todos los medios legales, con el fin de establecer los hechos y las circunstancias que resulten determinantes de la absolución o la atenuación de la responsabilidad de su defendido. 4. Dispone que en el cumplimiento de sus funciones, el defensor puede establecer comunicación con su cliente, acceder al contenido de la investigación y tomar ambos las notas pertinentes, así como el primero proponer pruebas y la realización de diligencias y de cuantas gestiones fueren necesarias, significando que el mismo se encuentra exento de declarar sobre los hechos que su defendido le hubiere confiado; tampoco está obligado a denunciar dichas informaciones 5. Reseña esta ley, que las medidas cautelares se pueden modificar o revocarse de oficio o a instancia de parte en cualquier momento. 6. Como ejemplo de que el principio de imparcialidad se incardina con el derecho a la defensa, tenemos lo dispuesto por este cuerpo legal, de que los instructores fiscales realizarán cualquier diligencia propuesta por el acusado, dirigida a demostrar su inocencia o manifestar circunstancias que atenúan su responsabilidad. 7. Casi igual que en la Ley de Procedimiento Penal, sólo en la inspección del lugar del suceso, se dispone que el acusado pueda ser citado para que participe en dicha diligencia. En la militar existen las mismas veinte acciones de instrucción y se recoge una más: el experimento de instrucción. Y para que el parecido inquisitivo sea todavía más, en ninguna otra se le da acceso ni al acusado, ni mucho menos al defensor. Todo es en secreto. 8. Dispone que el acusado no tiene la obligación de declarar y que no hacerlo es un derecho, pudiendo hacer las manifestaciones que estime en interés de su defensa si depone. También se regula que hay que tomársela dentro de las 72 horas de su detención., pudiendo declarar cuantas veces lo solicite, sobre asuntos de interés para la investigación que se ejecuta. Puede dictar su declaración o escribirla de su puño y letra, consultar apuntes y notas y finalmente leerla. En esa primera ocasión se le impondrá de qué se le acusa, por quién y los cargos que se le imputan. 9. Se regula que el tribunal cuidará que el acusado y su defensor puedan tener acceso a la causa, previo al juicio oral. También que una vez terminada la instrucción suplementaria en sesión dispositiva, se muestra nuevamente el expediente al acusado y se retrotrae el proceso al estado del artículo 251. 10. Establece finalmente, que el tribunal para celebrar la vista de la inspección judicial, puede citar al sancionado o absuelto y a sus defensores, y si asisten tendrán derecho a exponer sus puntos de vista, después de oír el informe. Las dos leyes adjetivas penales a las que se hizo alusión, poseen en ocasiones instituciones iguales; a veces parecidas y en otras diferentes o no están ni en una ni en otra. La de la jurisdicción ordinaria, esencialmente es casi igual a su antecesora, la Ley No. 1251 de 1973, que su vez se nutrió de la Ley de Enjuiciamiento Criminal Española, con fuerte herencia inquisitiva, sirviendo todas ellas de patrón a la ley rituaria de la jurisdicción especial militar, muy inspirada en el proceso penal socialista, especialmente en el soviético. El primer problema del derecho procesal penal en nuestro país, es precisamente la existencia de esos cuerpos legales48, cuando debía ser un código contentivo de cuanto procedimiento fuere necesario. 2.2. Regulación actual de la intervención temprana del abogado en la fase preparatoria. Análisis crítico. Los derechos y atribuciones del Defensor fueron débilmente regulados en la Ley española, y así han continuado en las sucesivas leyes. Una máxima de la Inquisición postulaba: “si eres inocente no necesitas ser defendido; y si eres culpable, no lo mereces”. El primer aspecto que consideramos debe analizarse, se ubica en relación con la regulación que se hace del abogado defensor en la Ley de Procedimiento, la que en su articulado, indistintamente denomina a este simplemente como Defensor y en otras oportunidades le nombra parte49. A nuestro criterio tal aseveración resulta incorrecta, pues no debe ser entendido este como tal. Resulta cierto que el Defensor juega un rol relevante en el proceso penal como constitutivo del instrumento que posee el imputado para hacer valer sus derechos, interviniendo en la actividad investigativa. La condición de parte del acusado así como los derechos que esta le otorga, alcanzan en la práctica un valor objetivo al momento de la intervención del Defensor. Vid. CANDIA FERREIRA, José, “Problemas actuales en la legislación procesal penal”, Revista Cubana de Derecho No. 2, Editada por la Unión Nacional de Juristas de Cuba, La Habana, 1991, p. 58 49 La Ley de Procedimiento Penal nombra simplemente Defensor al abogado de la defensa en los artículos 249, 250, 251, 262, 283, 308,346, 349, 351, 353 y 357. Por su parte los artículos 280, 284, 285, 307,309, 332, 339, 340, 341, 342, 350, 354 al referirse al Defensor lo denominan parte. En tal sentido resulta expreso el artículo 305, el cual al referirse a las personas intervinientes en dicho trámite, hace especial diferenciación en partes y Defensores. 48 La doctrina no es uniforme en el sentido de entender al Abogado Defensor como parte en el proceso. Esto constituye un punto de controversia. Para un grupo el Defensor es el representante del acusado, para otros el Defensor es un asistente legal de este, que actúa a su nombre y sin llegar a representarlo, lo socorre en el ejercicio de sus derechos procesales. Para un tercer grupo el defensor constituye una parte en el proceso, manteniendo un cuarto grupo el criterio, que el Defensor constituye un órgano imparcial de justicia, encaminado al logro de la verdad material, de igual manera que el órgano jurisdiccional y la Fiscalía. El criterio más aceptado es que la condición de parte acusada la posee solo el imputado, o acusado para la ley cubana; no debiendo ser extensiva esta consideración al Defensor. El criterio de mayor aceptación es que considera que el Abogado Defensor posee la condición de representante del acusado. Quienes defienden la posición del Abogado como representante legal del acusado tratan de buscar similitud entre la representación legal civil y la función del Defensor Legal penal. Un análisis de la representación conduce a entender que no puede ser considerado el Abogado Defensor un representante del imputado o acusado, en los términos del proceso civil. Se funda ello en que las diferentes diligencias y actos del proceso impiden la existencia de una delegación de facultades en un estricto sentido de subrogación de facultades. No puede el Abogado Defensor ser instruido de cargos en representación y a nombre de su representado, no puede prestar declaración por el acusado, en su condición de representante, no puede intervenir en careos con otros acusados y testigos, no puede practicar pruebas representando al imputado. De igual forma la medida cautelar no puede ser cumplida por el Abogado Defensor. En la fase del juicio oral igualmente se desvirtúa el concepto de representación, al no poder el Abogado asistir al juicio en representación de su cliente, no puede prestar declaración en dicha etapa del proceso, y finalmente no puede ejecutar la sanción que se le imponga. En este aspecto se puede definir al abogado defensor como un asistente técnico del acusado, que auxilia a este a fin de influir en la recopilación y análisis del material probatorio, la conformación de una tesis de oposición a la de la acusación, y en definitiva al enfrentamiento al ejercicio de la acción. En cuanto al estudio de las funciones del abogado en el proceso penal podemos analizarla durante las fases del proceso. La labor del abogado durante la fase de investigaciones o fase preparatoria, aparece regulada en los artículos 249 y 250 de la Ley Procesal y comprende la comunicación con su cliente y en caso de estar detenido este, entrevistarse con el mismo con la privacidad debida; examinar las actuaciones obrantes en el Expediente de Fase Preparatoria, salvo que no se permita por ley; proponer pruebas y presentar cualquier documento a favor de quien representa, solicitar la revocación o modificación de la medida cautelar que se le haya aplicado al acusado e interponer los correspondientes Recursos contra las Resoluciones del Instructor y del Fiscal. Partiendo de un artículo del Profesor Arranz titulado Las acciones de instrucción50, vemos que la Ley de Procedimiento Penal recoge 18 acciones de ese tipo durante la fase preparatoria de las cuales sólo en dos de ellas se le otorga participación al acusado: la primera en la inspección del lugar del suceso donde se le instruye de asistir con su defensor y en hacer las observaciones que estime, las que constarán en el acta y la segunda en la reconstrucción de los hechos puede participar el si se presta a ello, pero no se refiere la ley mencionada al abogado. Se evidencia una significativa falta de equidad en la forma de realizar esas acciones de instrucción, porque ni el acusado ni su abogado pueden participar en la recogida del cuerpo del delito; en la identificación del cadáver en caso de Vid. ARRANZ CASTILLERO, Vicente Julio, “Las acciones de instrucción”, Revista Cubana de Derecho No. 8, octubre-diciembre, Editorial de la Unión Nacional de Juristas de Cuba, Ciudad de La Habana, 1991, p. 62 – 63. 50 muerte violenta, si se trata de un acto delictivo; en el examen externo del cadáver y la necropsia para determinar las causas de la muerte; en la vigilancia del lesionado en los casos en que así lo requieran para evitar que se altere el resultado del delito, en los exámenes científico técnicos; en la preparación de las pesquisas en caso de que la muerte sea en la vía férrea con el tren en marcha; en la determinación de la preexistencia de las cosas en los casos de delitos contra la propiedad; en la tasación del objeto del delito o del importe del perjuicio; en la determinación de la identidad del acusado y de sus circunstancias personales; en la toma declaración del acusado; en los interrogatorios de los testigos; en el careo de los testigos y los acusados; en el dictamen pericial; en el registro en lugares públicos, domicilio privado y en naves y aeronaves extranjeras; en la detención, en la aplicación de las medidas cautelares, respecto a la persona y los bienes del inculpado. 2.2.1. Denominación de la parte acusada. Para comprender el fenómeno de la intervención del abogado como asistente de la persona a la que es dirigida la imputación se hace necesario comprender su estatus durante el proceso y así poder brindar una fundamentación teórica y práctica de la necesidad de esa intervención técnica desde el mismo comienzo del proceso, Se debe emprender este estudio desde una conceptualización de quienes se ubican en el lado pasivo de la relación procesal e integran el concepto de parte acusada. Del otro lado el concepto de parte se ofrece más claro, en relación con el Fiscal; para la otra parte es quien ve amenazado sus derechos, incluido el de libertad, al imputarse la comisión de un hecho delictivo. El problema al momento de definir quienes se entienden como tales, surge de la propia denominación que se utiliza a este sujeto procesal como acusado. Resulta indebido ello, desde un estricto punto de vista jurídico. De entenderse que el sujeto pasivo de la relación jurídica procesal lo será el acusado, estaríamos limitando dicha relación al momento de alcanzar este, la condición de tal; negando entonces la existencia de esta parte, en la fase de investigaciones previas al juicio oral. Denominar, según se realiza, en la Ley de Procedimiento Penal cubana, al sujeto pasivo de la relación procesal como acusado es incorrecto, dado que no puede hablarse de acusado durante la fase de investigaciones, toda vez que aún en dicho momento procesal no existe una acusación, de la cual se derive tal concepto. Con esta denominación, la ley vigente, se aparta de la regulación que realizaba la Ley de Enjuiciamiento Criminal de 1889, donde utilizaban las denominaciones de delincuente, procesado, imputado y acusado. Al respecto, las legislaciones de varios países latinoamericanos denominan, como regla, al sujeto pasivo de la relación, imputado. Algunas de ellas, basándose en cada una de las diligencias del proceso, le denominan: sindicado, implicado, inculpado, imputado, sospechoso, procesado, acusado y condenado. El termino mayormente utilizado es el de imputado, considerándose, en sentido genérico, a aquella persona sobre la que se carga una participación en el hecho delictivo que se investiga, en el proceso penal.51 En un sentido estricto, será imputado aquella persona que es indicada de forma individualizada, como posible participe en la comisión de un hecho delictivo; sin que ello implique, que por asumir la condición de tal, el mismo deberá ser considerado, el responsable del delito. Según considera Celia Lira Ubidia la condición de imputado es una calidad genérica dentro de una hipótesis de trabajo. Durante el desarrollo de las investigaciones y la búsqueda del material probatorio, se acopiaran elementos de prueba a fin de determinar no 51 El Código Procesal de Venezuela En el Capítulo VI, se define la calidad de imputado, disponiéndose que tiene este carácter toda persona a quien se le señale corno autor o partícipe de un hecho punible por un acto de procedimiento de las autoridades previstas en el Código. El Código de Procedimiento Penal de Bolivia de 1999 regula en su Artículo 50 Se considera imputado a toda persona a quien se atribuya la comisión de un delito ante los órganos encargados de la persecución penal. El Código Procesal Penal de la Provincia de Córdova, Argentina del 5 de Diciembre de 1991, regula en su Artículo 80.- Toda persona podrá hacer valer los derechos que la ley acuerda al imputado. El Código Procesal Penal de Argentina del 21 de Agosto de 1991 en su Artículo 72: Cuando estuviere detenido, el imputado o sus familiares podrán formular sus instancias por cualquier medio ante el funcionario encargado de la custodia, el que las comunicará inmediatamente al órgano judicial competente sólo la comisión del delito sino al presunto culpable del mismo. Con ello desaparecerá o se agravará la situación procesal del imputado.. Se considerará sindicado, durante las diligencias policiales primarias sin que ello suponga que se está sujeto a proceso alguno. Será inculpado o procesado cuando de manera formal se le inculpe y se dicte auto de procesamiento contra una persona. Se alcanzará la condición de acusado al momento de la formulación de las conclusiones acusatorias y disponerse la apertura al juicio oral. Tal como apuntamos, la ley procesal cubana, desde el momento del inicio de la fase preparatoria utiliza el término de acusado; denominación que resulta indebida, por lo antes apuntado. 2.2.2. Comunicación del imputado con su Defensor, como aspecto relevante de la Defensa Técnica temprana. De ahí la importancia de que el defensor tenga la más amplia posibilidad de comunicarse con el imputado, con los medios que estime más convenientes. Se ha de procurar que la comunicación sea libre, espontánea y secreta, sin que se enteren del contenido de la comunicación los agentes de seguridad (custodios) salvo cuando peligre la integridad física del defensor-. Debe estar proscrito en todo ordenamiento incluyendo el nuestro la prohibición de intervenir las comunicaciones que realice el abogado defensor, debidamente acreditado como tal, y su cliente, siempre que se produzcan en el ejercicio del derecho de defensa, en nuestra ley es omisa en ese aspecto y desde el punto de vista formal no ofrece garantía alguna de que no se realicen dichas intervenciones, “la comunicación oral o escrita entre el imputado y defensor, debe ser libre, secreta, sin interceptaciones ni interferencias, en cualquier estado y grado del proceso y cualquiera que fuere el lugar donde habrán de tomar contacto (sede judicial o centro de reclusión)”.52 2.2.2.1. La incomunicación del acusado en el proceso penal cubano aplicabilidad excepcional. Analizando lo anterior es fácil concluir que el imputado en el procedimiento penal cubano está en un franco estado de incomunicación desde el periodo de su detención hasta su aseguramiento, que a diferencia de otros países esta incomunicación legalmente ordenada no puede ser entendida como un obstáculo al Derecho de Defensa. La incomunicación es por definición una medida precautoria tendiente a evitar que el imputado se comunique con terceras personas, sea que trate de comunicarse con los cómplices o que intente por otros medios alterar o desaparecer elementos de prueba a los que conduciría la investigación.53 No es de extrañar que en la práctica policial la incomunicación sea utilizada como un medio para obtener una confesión. La realidad nos indica que el verdadero motivo de extender la incomunicación al abogado defensor no radica en que esa comunicación pueda hacer fracasar la investigación, sino en que el consejo profesional oportuno puede hacer peligrar la confesión inminente Con mayor razón se justifica la intervención de la defensa si al imputado además de privársele de su libertad, se le impide cualquier contacto con el mundo exterior. Cuando recién se inician las investigaciones, en la medida en que se le restrinjan los derechos al imputado, con sobrada razón debe garantizársele su Derecho de Defensa. Como se ha señalado, desde el momento en que la persona es indicada como autor o partícipe de un hecho punible ante cualquiera de las autoridades encargadas de la persecución penal, tiene derecho a ejercer 52 Vid. MINVIELLE, El Defensor Técnico en la Prevención Policial, Editorial ASTREA, Buenos Aires, 1992, p. 126. 53 La incomunicación consiste en una medida de coerción personal, por la que se impide al imputado encarcelado mantener todo contacto (verbal o escrito) con terceros, para evitar que estorbe la investigación. Es provisional y presupone la detención. Se aplica en los actos de investigación y puede ser ordenada por el juez o por la autoridad prevencional. Por su gravedad debe ser de aplicación excepcional. todas las facultades legales tendientes a enervar o debilitar dicha persecución.54 Una buena asesoría en tiempo podría evitar confesiones policiales que conducirían a prueba incriminante, cuyo valor probatorio sería espúreo y posibilitaría al defensor ejercer su derecho de asistencia y participación en los actos definitivos e irreproductibles55 Afirmar que durante la incomunicación el imputado no puede comunicarse con su abogado defensor es presumir que el letrado favorecería la acción ilícita del imputado, ayudándolo a desaparecer o alterar la prueba; convirtiéndose así en un verdadero cómplice del acusado. Es bien sabido que la reglamentación del derecho de defensa supone encausarlo dentro de los fines del proceso; siendo que para alcanzar éstos, excepcionalmente se admiten limitaciones a la actividad defensiva; sin embargo, no existe prohibición legal para que el imputado incomunicado pueda asesorarse por su defensor, por el contrario, la incomunicación se relativiza y cede ante el derecho del incomunicado para entrevistarse con su defensor; derecho que es recíproco y amplio, que no admite restricciones . Es claro que si el defensor entorpece la investigación, burlando los fines legítimos de la incomunicación, sobrepasaría con sus acciones los límites de su ejercicio profesional para ingresar en la esfera delictiva. Para los efectos de la defensa técnica se ha entendido que la comunicación entre el encausado y su defensor es de tal importancia -para planear la estrategia de la defensa: declaración, ofrecimiento de pruebas, etc.- que se le debe exigir al abogado que preste a esta primera entrevista con el imputado la misma importancia, en tiempo y dedicación, que debe otorgársele a un debate. Asimismo, se ha resaltado el deber mutuo de comunicación entre el imputado y 54 VID. MAIER, Julio, Derecho Procesal Penal Argentino, Tomo 1, Vol. b., Buenos Aires, Hammurabi, 1989, p. 312. 55 La realización de actos que puedan ser definitivos y no reproductibles, en cualquier estado del proceso, aun antes de la indagatoria o con secreto de sumario, debe ser notificada a los defensores no a las partes-, para su asistencia... este derecho de asistencia no podrá ejercerse cuando en casos de suma urgencia. su defensor, de modo que, por conducto éste, el primero pueda enterarse de los actos y diligencias procesales. 2.2.3. Principios de Igualdad de las partes y de Contradicción vinculados a la Defensa Técnica en el proceso penal cubano. En la fase preparatoria o sumarial, resulta difícil establecer una igualdad absoluta entre el individuo y el Estado. En la fase inicial del proceso penal, el papel de la Fiscalía o Ministerio Público se sobredimensiona sobre el del inculpado no aplicándose en toda su extensión el concepto de igualdad.56 La única causa que puede justificar esta circunstancia es la finalidad de la averiguación de la verdad y, a nuestro criterio ella no resulta suficiente, en comparación con el contenido de los derechos le corresponden al inculpado al adquirir el status de parte. Es difícil establecer la igualdad absoluta de condiciones jurídicas entre el individuo y el Estado en el comienzo mismo del procedimiento, por la desigualdad natural que en momento tan crítico existe entre uno y otro, desigualdad calculadamente introducida por el criminal y en la cual este solo es responsable pues dada la acción penal y el propósito de sustracción, coloca al poder público en una posición análoga a la víctima. Para restablecer pues la igualdad en las condiciones de lucha en el pretendido duelo noblemente sostenido entre ambos contendientes, menester es que el Estado tenga alguna ventaja en los primeros momentos, siquiera para recoger los vestigios del crimen y los indicios de la culpabilidad de su autor. El Estado como titular de un derecho contrapuesto introduce el elemento de desigualdad en la relación procesal, y con ello toma una posición preponderante frente al inculpado. Ante esto, han reaccionado las legislaciones modernas y han ido introduciendo fórmulas que permitan ir disminuyendo el abismo que existe en cuanto la igualdad entre uno y otro sujeto. A tal efecto han tratado de extender a 56 Vid. ALONSO MARTÍNEZ, Manuel, op.cit, p. 20. la fase sumarial las reglas de igualdad y contradicción. La expresión de ello que resulta mayormente empleada en estas legislaciones, se ubica en la posibilidad de constar con brevedad, con una efectiva asistencia letrada. Se reconoce que durante la fase de investigación o sumarial, el Principio de Igualdad, sufre un desbalance a favor del Estado, pues el imperio del proceder inquisitivo en esa etapa así lo condiciona, tal es así que es posible poner por ejemplo de dicho reconocimiento, la letra de la exposición de motivos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal Española, en la cual se expresa a forma de justificar dicho desbalance , que la desigualdad que se observa en esta primera fase del proceso ha sido deliberadamente introducida por el legislador, pues la propia comisión del delito implica que el delincuente ha tomado una ventaja, que el Estado debe recuperar durante los primeros momentos de la investigación, al solo efecto de poder recoger los vestigios del crimen y los indicios de la culpabilidad. Luego de analizar estas profundas y siempre útiles reflexiones, se evidencia que nuestro principal problema, y es una ventaja frente a otros ordenamientos jurídicos, no está en la desigualdad social, sino en la desigualdad procesal, y los enunciados tenidos en cuenta en la Exposición de motivos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal española, han quedado atrás, pues lo que debe instrumentar el legislador actual son mecanismos novedosos de pesquisa y no condicionar el atropello de las garantías y derechos de la parte más desprotegida en el debate, pues en la búsqueda de las explicación de los sucesos, se fueron restringiendo sus derechos y dándole una posibilidad al representante del poder público tal, que creó otra ventaja, no inicial, pero sí intermedia, que en algunas ocasiones es insalvable a lo largo del proceso. Al analizar en la legislación cubana la igualdad de las partes durante la fase preparatoria del juicio oral, debe partirse desde el momento mismo de la detención del acusado y la posibilidad de contar con asistencia letrada. Tal como fuera analizado en el epígrafe anterior cuando nos referíamos al acusado, puede por ley, estar éste sujeto a detención y posteriormente a prisión provisional, durante un período de hasta siete días, termino en el cual no se le permite acceder al auxilio de un Defensor. Este por supuesto significa el mayor punto de desbalance y el más criticado en la Ley de Procedimiento Penal Cubana, dado que ello incide en el desequilibrio entre las partes en el proceso, y el derecho de defensa que le asiste al acusado. El establecimiento de dicho período en la ley procesal cubana, no se atempera con lo establecido en las más modernas leyes procesales así como en las leyes de la región a las cuales nos hemos referido, las cuales permiten la intervención del defensor desde el mismo momento de la detención o el inicio de las acciones investigativas. Resulta y se torna imprescindible la disminución de dicho término, y más que ello que le otorgue al acusado la posibilidad de contar con un asistente legal ,que le auxilie en cuanto a sus derechos, desde el momento de su detención o desde que es involucrado en las pesquisas primarias del proceso investigativo. Ello se encontraría en correspondencia con los Principios Básicos sobre la función de los Abogados, aprobados en el Octavo Congreso sobre el Delito celebrado en La Habana del 27 de agosto al 7 de septiembre de 199057. Otro aspecto que resulta cuestionable, a nuestro criterio, en la Ley de Procedimiento penal cubana, en cuanto a la igualdad de las partes en la fase 57 Los Principios Básicos sobre la función de los Abogados, aprobados por el Octavo Congreso sobre el Delito, celebrado en la Habana del 27 de Agosto al 7 de Septiembre de 1990 regula en cuanto a salvaguardias en asuntos penales. - Todas las personas deberán ser informadas inmediatamente por la autoridad competente a su derecho a ser asistidas por un abogado de su elección con ocasión de su arresto o detención o cuando sean acusadas de un delito. - Toda persona que carezca de medios suficientes tiene derecho a que se le asigne de manera gratuita un abogado de experiencia y competencia adecuadas a la naturaleza del delito. - Toda persona arrestada o detenida tendrá acceso inmediato a un abogado, y en todo caso dentro de las 48 horas siguientes al arresto o la detención - Se facilitarán a toda persona arrestada, detenida o presa oportunidades, tiempo e instalaciones adecuadas para recibir visitas de un abogado, comunicarse con el y consultarle, sin demora, interferencia ni censura y en forma plenamente confidencial. Estas consultas podrán realizarse a la visa de un funcionario encargado de hacer cumplir la ley, el cual no podrá, sin embargo, oír la conversación. preparatoria, es la subordinación del status de parte a la aplicación de una medida cautelar, como se había hecho referencia. Esta condición se sujeta incluso al criterio de otros sujetos de la propia relación procesal. Tal como regulan los artículos 245, 246 y 247 de la propia ley, pueden asegurar al acusado y por ende otorgar la condición de parte: la Policía, el Instructor Policial y el Fiscal. Deviene ello, lesivo del principio de igualdad. En el caso del aseguramiento del inculpado, por parte de la policía o del Instructor policial, serían estos sujetos procesales quienes no sólo determinarían la situación procesal del inculpado, sino su condición de parte y el otorgamiento de los derechos que ello supone. En cuanto al Fiscal, sería una parte quien decidiría la situación procesal y el otorgamiento de derechos procesales a su contrario en la relación procesal. Esto supone la subordinación de una parte a la otra. Otra manifestación de la diferenciación que existe entre los derechos del acusado y la Fiscalía, y la subordinación de los derechos del primero al segundo, se ubica en la determinación del carácter secreto del Expediente de Fase Preparatoria, por parte de la Fiscalía. Con ello se posterga el ejercicio de determinados derechos hasta la conclusión de la fase investigativa. Es muy débil la participación del acusado y su defensor en las diferentes acciones de instrucción y diligencias, que comprende la fase preparatoria. A la diligencia de inspección del lugar de los hechos, observaciones que estimen, las que se consignarán en el acta. En la reconstrucción de los hechos, puede participar solamente el acusado si se prestare a ello. Esto debe modificarse a favor del acusado y su abogado, para que puedan concurrir a todos los actos y reaccionar en consecuencia, porque excepto esas dos acciones de instrucción, en las demás no hay contrapartida, todo es en secreto y ya cuando la defensa tiene acceso a los documentos de la investigación ya fueron realizadas solo se puede proponer, disentir, solicitar, y eso dista de ser equitativo, porque no hay contienda, no hay debate, las soluciones , soluciones, que las del instructor y el fiscal. En la fase preparatoria; aquí el instructor y el fiscal mandan, disponen, ejecutan, mientras que el acusado y su defensor, solamente pueden solicitar y quejarse si no se accede a su petición. El fiscal y el instructor deciden sobre la detención del acusado, el registro de su domicilio, la aplicación de medidas cautelares al mismo, peritajes vinculados a los hechos que se le imputan, entrevistas y toma de declaraciones a testigos, víctimas, etc., sin contar con el acusado ni con su defensor. Entendemos que todo eso debe cambiar y si el acusado es efectivamente parte en el proceso, no es para que se haga casi todo sin su presencia; que ni siquiera se le escuche, ni se le dé la oportunidad de opinar antes de que se hagan las cosas, en las que sea efectivamente posible que su criterio sea tenido en cuenta. Si de verdad la búsqueda de la verdad material es el principio cardinal del derecho procesal penal, hay que darle al derecho a la defensa el lugar que le corresponde La concesión al Fiscal de determinadas facultades relativas a la figura del acusado, implica un aumento de sus facultades en la fase preparatoria, lo cual conlleva al desequilibrio en la relación procesal, en esta fase el proceso, al que anteriormente hacíamos referencia. . Se perfilan dos partes procesales en posiciones desiguales, donde una se subordina a la otra de forma tal, que permite que su contrario sea quien determine cuando debe alcanzar la condición de tal y ser titular de sus derechos procesales. 2.2.4. Implicaciones prácticas de la intervención del abogado desde el inicio de las investigaciones. Como es de suponer, la intervención del abogado desde el inicio de la investigaciones, generaría un incremento considerable de las actividades del Abogado Defensor en nuestro país, lo que conllevaría a cuestionarse sin en las condiciones actuales se tendrían las posibilidades objetivas para la implementación de esta asistencia técnica desde el momento de la detención. El ejercicio de la defensa penal por regla general se lleva a cabo por abogados pertenecientes a la Organización Nacional de Bufetes Colectivos (ONBC), según lo estipulado en los artículos 3 y 458 del Decreto-Ley 81, sobre el ejercicio de la abogacía y la Organización Nacional de Bufetes Colectivos, los que intervienen en la fase sumarial solo si se es designado por el imputado o sus familiares, después que hayan sido asegurados con algunas de las medidas cautelares previstas en la ley, cuyo plazo para su adopción puede alcanzar hasta los siete días, excluyendo a aquellos imputados que incluso estando asegurados con medida cautelar optan por no hacerse asistir de un especialista en Derecho, bien sea por carencia de recursos económicos o por una percepción de poder enfrentar y oponerse a la acusación desde su propia posición de acusado. Este análisis indica el sobredimensionamiento de la carga de trabajo del abogado, no tan solo porque tendría que estar presente desde el inicio en todos 58 Artículo 3 establece en su inciso b): Para el ejercicio de la abogacía se requiere ser admitido al ejercicio de la abogacía por la Organización Nacional de Bufetes Colectivos. Artículo 4: Podrán ejercer excepcionalmente la abogacía, sin cumplir el requisito señalado en el inciso b) del artículo anterior, los juristas que: a) Estén vinculados laboralmente a las sociedades civiles de servicios reconocidas por la legislación vigente; b) asuman la dirección o representación de asuntos relacionados con sus propios derechos, con los de su cónyuge o con los de sus parientes hasta el cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad; c) representen o dirijan procedimientos en los que sea parte la entidad estatal, cooperativa, organización social y de masas donde presten sus servicios; o sus dirigentes cuando se trate de hechos relativos a las funciones de su cargo; ch) hayan sido excepcionalmente autorizados por el Ministro de Justicia para actuar en un procedimiento determinado; d) ejerzan la docencia en facultades de derecho. Este ejercicio se realizará con el objetivo de vincular a los docentes con la práctica profesional, y será regulado por el centro de estudios superiores donde trabaje el docente. los asuntos, hasta la celebración del juicio oral, sino también por la propia operatividad indispensable para que este derecho pueda ser ejercido desde la detención del imputado (horarios nocturnos, días no laborables). Como se expuso anteriormente no es factible que el defensor intervenga en cada una de los actos de la instrucción, solo reservándose para aquellos que por su naturaleza puedan ser irreproducibles, pero sí gana una especial repercusión el hecho de que la declaración del procesado este asesorada por un abogado, que como premisa esencial debiera ser el de confianza y en su ausencia el designado de oficio, también llamado Defensor Público en otras latitudes, y ahí surge otra inquietud y es la relacionada a que si la Organización Nacional de Bufetes Colectivos pudiera desde el punto de vista práctico asumir la defensa de oficio de todos los procesados desde su detención. En América Latina como en otras partes del mundo existen las Defensorías Públicas, las que por diversas razones en la mayoría de los casos han sido instituciones débiles, muchas veces con una función secundaria de otros órganos del sistema judicial. Los procesos de reforma asumidos en gran parte de estos países adoptaron el desafío de crear sistemas de Defensa Pública capaces de asegurar el ejercicio efectivo de esta garantía a todos los ciudadanos, en especial a los de menores recursos, se han creado nuevos marcos regulatorios y en ocasiones se han generado nuevas agencias públicas destinadas a proveer los servicios, en un marco de independencia o al menos de autonomía técnica frente a los demás órganos del sistema, aunque siguen lastrando una deficiencia práctica que pasa por el no contar con un número suficiente de profesionales y carencia de recursos financieros y materiales para la actividad. En nuestro contexto sería poco serio con los elementos que se cuentan en esta investigación, brindar una respuesta categórica de que institución debiera asumir esta Defensa Técnica de oficio en la fase sumarial, aunque de antemano se puede aseverar que en la situación actual se tornaría prácticamente imposible que abogados de la ONBC puedan enfrentar esta tarea, pues si bien han existido desde el punto de vista organizativo equipos de abogados de oficio, estos, como obvio resulta, solo se remiten a la fase judicial, donde lleva un menor cúmulo de acciones. En caso contrario, de ser los propios abogados de Bufetes Colectivos los encargados de dicha defensa entonces, se tendría que incrementar la plantilla de profesionales en un número considerable para esta especifica actividad, lo que atentaría contra la sustentabilidad y autonomía financiera de la organización. Pudiera ser una respuesta más congruente y lógica que sea creada una nueva institución donde se tomen como referencia los aspectos positivos de los países que tienen instaurados los sistemas de Defensoría Pública, esta debe ser sustentada con presupuesto estatal y subordinada al Ministerio de Justicia, aunque se reitera que no se cuenta con todos los aspectos macros necesarios pero sí con la premisa de lo que puede ser considerado como un elemento que no resiste por mucho más tiempo a su aplicación en el procedimiento cubano. Esta implementación llevaría otro análisis que aunque bien ya sobrepasa el límite de la fase preparatoria es una consecuencia obligada, y es si este defensor de oficio asistiría en todo momento hasta la celebración de juicio oral, o solo sería una especie de garante de los derechos del imputado durante esta etapa sumarial; mientras que en sede judicial se mantenga el procedimiento actual, donde el Tribunal designaría de oficio un abogado perteneciente a la ONBC en caso de que no se haya contratado. Este criterio que no debe ser la que prevalezca, porque una vez designado el defensor de oficio, solo sería factible su revocación en caso de que el imputado nombrara uno de confianza, esto bajo el principio que debe preponderar el Derecho la Defensa, que se vería coartado cuando se rompan estrategias ya asumidas desde un inicio, con un letrado que se supone tenga un mayor dominio de la teoría del caso. Sería lo más lógico que en sede judicial en el trámite de notificación de Conclusiones Provisionales se le instruya al acusado de que tendría la posibilidad de nombrar abogado de su elección, en caso contrario se le mantendría el que asume su asesoramiento desde el inicio, tal idea traería consigo que a partir de ese momento la Organización de Bufetes Colectivos en ninguno de los casos asumiría las defensas de oficio. Todo esto trae como consecuencia no tan solo una modificación legislativa, sino que aparejado se debe reglamentar una serie de transformaciones estructurales desde la creación de cuerpos de abogados que asuman las defensas de oficio con un presupuesto destinado al efecto, que en las difíciles condiciones económicas del país resultaría un gravamen adicional a nuestra maltrecha economía, aunque sería loable cualquier sacrificio económico en aras de poder ostentar un proceso penal que salvaguarde las garantías esenciales del acusado, por lo que no debe constituir tal consideración, un freno a su movimiento y apertura a nuevas ideas, que de forma positiva lo enriquezcan. La dialéctica de nuestra realidad social ha determinado cambios en las regulaciones procesales. Estos, han respondido a una etapa determinada de nuestro desarrollo social, pero no suponen que los mismos sean definitivos e inamovibles. 2.3. Propuestas para un procedimiento penal futuro que demanda la intervención temprana del abogado. El ejercicio de los derechos a lo largo de todo el proceso que al imputado la ley le concede se ha vuelto a nivel mundial una premisa indeclinable en función del curso justo de los procesos penales; poniéndose especial atención en el ejercicio temprano de estos derechos dada la trascendencia que para el imputado, el abogado y el proceso en sentido general tiene. Como ha quedado refrendado es en la figura del defensor donde descansa la protección máxima de estos derechos, de ahí que se haga imprescindible su conocimiento temprano de las actuaciones. No se pretende que el defensor asista a todos y cada una de las diligencias policiales que fundamentarán el sumario, pues pudiera en algunos casos ser lógica y materialmente imposible. No obstante, si al menos un encausado solicita que un defensor lo asista en sede policial, a partir del nombramiento podrá intervenir, sobre todo en aquellos actos que, por su naturaleza, se deban considerar actos definitivos e irreproductibles. Es claro que bajo ningún criterio, mucho menos para "preconstituir prueba", se le puede pasar por encima a la voluntad del imputado. Si este desea que lo represente un defensor de su confianza, su determinación ha de prevalecer y el acto para el que se requiere el defensor debe realizarse con la asistencia del mismo. Solo si el imputado carece de defensor de confianza o de los medios para costear sus honorarios, se le nombrará un Defensor de oficio. Sin embargo, no podrá recurrirse a la Defensa Pública indiscriminadamente como único medio para agilizar la investigación y procurar su legitimidad. El respeto de las garantías procesales del imputado debe sobreponerse a las exigencias de la investigación. Por estas razones en nuestro procedimiento debe plantearse una reformulación del derecho a la Defensa Técnica, en la que las garantías del acusado al someterse a un proceso penal sea sobre las bases de respeto a sus derechos esenciales, en un plano de igualdad de lucha con respecto a la parte acusadora, de ahí que dentro de las premisas esenciales que debiera abordarse en la modificación del procedimiento penal se debiera comenzar por sustituir la denominación de acusado que desde el inicio de la fase se hace al imputarse la comisión de un hecho delictivo, por resultar incorrecto, dado que no puede hablarse de acusado durante la fase de investigaciones, toda vez que aún en dicho momento procesal no existe una acusación, de la cual se derive dicho concepto. El término mayormente utilizado es el de imputado, considerándose, en sentido genérico, a aquella persona sobre la que se carga una participación en el hecho delictivo que se investiga. Reconociéndole el Derecho de Defensa que le asiste al imputado, desde el momento mismo en que el proceso se dirige su contra, protegiéndole a todo lo largo de este, sin que se condicione indebidamente, el otorgamiento de tal atributo procesal al aseguramiento, mediante la imposición de alguna de las medidas cautelares, por representar una subordinación de la adquisición del status de parte procesal, y con ello el otorgamiento de los derechos que esto supone, a criterios que resultan ajenos al contenido del concepto de partes, y los que sólo guardan relación con el aseguramiento. La igualdad entre las partes en el proceso penal constituye una derivación a la relación jurídica procesal penal, del principio constitucional de igualdad de todos los ciudadanos ante la ley; y se manifiesta procesalmente, como complemento inseparable del principio de contradicción. Supone la existencia de un proceso con plenas garantías y donde ambos contendientes en la relación procesal, se presenten con iguales derechos y posibilidades de actuar. La igualdad, como valor jurídico, supone la existencia de un equilibrio en la relación procesal, que armonice los derechos de la acusación y la defensa sin subordinar uno al otro. En la fase preparatoria, el papel de la Fiscalía se manifiesta sobredimensionado sobre el del inculpado no aplicándose en toda su extensión el concepto de igualdad. Por ello resulta necesario introducir fórmulas que permitan disminuir esta diferencia entre partes, tales como: una efectiva y pronta asistencia letrada, la supresión de la subordinación del estatus de parte a la aplicación de una medida cautelar y al criterio de otros sujetos de la propia relación procesal, la determinación del aseguramiento del acusado y del carácter secreto de las actuaciones, la admisión de las pruebas propuestas por el acusado, queda sujeta a la decisión de la Policía, el Instructor o la parte contraria, el Fiscal. En nuestro proceso penal debe quedar establecido respecto al momento procesal en que el acusado será parte en el proceso desde la detención a fin de que se le informe al detenido, los derechos que le asisten y la posibilidad de nombrar Abogado Defensor, sin que este condicionado a la adquisición del estatus de parte establecida en el artículo 249 de la ley de procedimiento penal CONCLUSIONES 1- La asistencia técnica del imputado desde los momentos iniciales de la investigación sumarial evolucionó de forma trascendental a partir de la instrumentación jurídica internacional después de la Segunda Guerra Mundial, teniendo reflejo legislativo en los códigos procesales del área latinoamericana. 2- La Defensa Técnica es un derecho fundamental que asiste a todo imputado y su abogado defensor a comparecer inmediatamente en la instrucción y a lo largo de todo el proceso penal, a fin de poder contestar con eficacia la imputación o acusación existente contra aquel, en un plano de igualdad de medios frente al Ministerio Público, consagrándose los derechos y garantías del sindicado. 3- El derecho a constar con la asistencia de un asesor técnico; derivado de la condición de parte; se encuentra condicionado al aseguramiento del acusado. La formulación de ello en la legislación cubana, no se encuentra en correspondencia con los criterios que predominan en las concepciones jurídicas y legislaciones modernas, que establecen la intervención del Defensor técnico desde el momento de las primeras diligencias. 4- El procedimiento penal cubano, resulta susceptible de análisis a fin de establecer modificaciones en relación con la igualdad de las partes en el proceso. Estas se ubican, durante la fase preparatoria del juicio oral y comprenden: la posibilidad de contar con asistencia letrada desde el momento mismo de la detención del acusado o de su implicación en las pesquisas primarias del proceso investigativo; la subordinación del status de parte a la aplicación de una medida cautelar y al criterio de otros sujetos de la propia relación procesal, así como la determinación del aseguramiento del acusado y del carácter secreto de las actuaciones. 5- Para el ejercicio de la asistencia técnica del imputado desde el inicio de las investigaciones resulta indispensable la creación de cuerpos de profesionales adscriptos al Ministerio de Justicia con funciones específicas relacionadas a la defensa de oficio de aquellos procesados que no designen letrados de confianza. RECOMENDACIONES A partir de las conclusiones a las que arribamos con la realización de la investigación, y teniendo muy en cuenta los objetivos que inicialmente perseguíamos, estimamos a bien realizar las recomendaciones siguientes: PRIMERA: A la Comisión de Asuntos Jurídicos y Constitucionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular que en futuras modificaciones al texto procesal en material penal valore: Sustituir en el texto de los artículos que resulten, del Libro Segundo “De la Fase Preparatoria del Juicio Oral”, de la Ley de Procedimiento Penal, el término acusado por el de imputado, por no ser procedente la utilización de la denominación de acusado, en esta fase del proceso penal. Modificar el texto del artículo 244, Capitulo II del Título IV de la Ley de Procedimiento Penal, respecto al momento procesal en que el acusado será parte en el proceso y la posibilidad de nombrar Abogado, a fin de incluir en el mismo “ Que se le informará al detenido, los derechos que le asisten y la posibilidad de nombrar Abogado Defensor” Modificar el texto del artículo 246, Capitulo II del Título IV de la Ley de Procedimiento Penal, respecto al momento procesal en que el acusado será parte en el proceso y la posibilidad de nombrar Abogado, a fin de incluir en el mismo “ De ser conocido directamente el hecho por el Instructor, se le informará al imputado, los derechos que le asisten y la posibilidad de nombrar Abogado Defensor” Modificar el texto del artículo 249 de la Ley de Procedimiento Penal, respecto al momento procesal para nombrarse abogado, sustituyendo la formulación “ Desde el momento en que se dicte la resolución decretando cualquiera de las medidas cautelares que autoriza esta ley,..” por “Desde el momento de su detención, o del inicio de la diligencias de investigación” Modificar el texto de los artículos los artículos 307,309, 332, 339, 340, 341, 342, 350 y 354, de la Ley de Procedimiento Penal en relación con la denominación de parte que le otorgan al Abogado Defensor, añadiendo “las partes y sus representantes”, a fin de sistematizar ello con la denominación que del Defensor se realiza al abogado de la defensa en los artículos 249, 250, 251,262, 283, 305, 308,346, 349, 351, 353 y 357. SEGUNDA: A la Comisión de Asuntos Jurídicos y Constitucionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular y al Ministerio de Justicia de la República de Cuba que se valore la institución de un cuerpo profesionales o defensores públicos que asuman la defensas de oficio de los imputados desde su detención o su implicación en las pesquisas primarias del proceso investigativo. BIBLIOGRAFÍA I. TEXTOS ÁLVAREZ VELIZ, María Isabel y María Fuencisla Alcón Yustas, Las Constituciones de los quince Estados de la Unión Europea, Ed. Dykinson, Madrid, 1996. BELTRÁN DE HEREDIA Y CASTAÑO, José, Construcción jurídica de los derechos de la personalidad. BENTHAM, Jeremy, Tratado de las Pruebas, Editorial Egea, Bs. As., 1971. BENTHAM, Jeremy, Tratados sobre la organización judicial y la Codificación, Editorial Imprenta de la Sociedad Literaria y Tipográfica, Madrid, 1845. 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