UNIVERSIDAD AUSTRAL DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES ESCUELA DE DERECHO INSTITUCIÓN DE LA COSA JUZGADA VIRTUAL FRENTE EL DERECHO DE DEFENSA NATALIA ELIZABETH CIFUENTES SMOLKO MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE LICENCIADO EN CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES PROFESOR PATROCINANTE: IVÁN HUNTER AMPUERO VALDIVIA – CHILE 2013 Índice Índice 2 Introducción 4 Primer capítulo: Marco teórico de la institución de la cosa juzgada I- Conceptualización de la institución de la cosa juzgada 1- Origen y significado II- Consagración legal de la Cosa juzgada 6 6 8 1- Consagración legal de la Cosa juzgada en Chile 8 2. Consagración legal de la Cosa juzgada en Derecho Comparado 9 3- Situación en el proyecto de Código Procesal Civil III- Cosa juzgada Virtual, concepto y análisis de la institución 1- Distinción entre objeto actual y virtual 12 13 14 1.1 Objeto actual 14 1.2 Objeto virtual 14 2- Cosa juzgada Virtual 1.1 Contenido y alcance 3- El carácter privado del objeto discutido en el proceso civil 3.1 Principio dispositivo 16 16 19 20 Segundo capítulo: Marco teórico de la Preclusión I- Conceptualización de la Preclusión 22 II- Objetivo de la preclusión 22 1- Principio de eventualidad 23 2- Similitudes entre Cosa juzgada y Preclusión 24 2.1 Preclusión y Cosa juzgada Virtual: inseparable al no ejercicio 27 Tercer capítulo: Límites a la aplicación de la Cosa juzgada Virtual I- Aproximación conceptual al derecho de defensa 1.1 Situación en Chile 29 30 II- Principio de bilateralidad y contradicción, elemento del derecho de defensa 31 III- La seguridad y certeza jurídica 33 2 Conclusiones 37 Bibliografía 39 3 Introducción Desde tiempos remotos los grupos humanos organizados han acudido a la creación de normas jurídicas y al sometimiento de éstas para evitar y solucionar sus conflictos, para lo cual nos hemos sometido a tribunales y acatado sus fallos, esto supone la innegable necesidad de firmeza en las resoluciones judiciales, pero ¿qué ocurre cuando dicha firmeza pretende abarcar no sólo lo discutido y zanjado en el proceso?. El presente trabajo aborda como problemática la procedencia de la cosa juzgada virtual, que es aquella que se forma en torno a los hechos y al derecho no deducido por las partes en el proceso, pero que pudo haberse deducido, esto implica una conflicto ya que en nuestro ordenamiento jurídico su procedencia podría vulnerar valores jurídicos y derechos consagrados constitucionalmente, como el derecho de defensa. Esta problemática es de relevancia, por encontrarse en constante tensión con el derecho de defensa que asiste a las partes, que además se encuentra implícitamente consagrado en nuestra Constitución Política, y asimismo con principios inspiradores del derecho procesal civil, como el principio dispositivo. Además, si damos cabida en nuestro ordenamiento legal a la cosa juzgada virtual, podría implicar un cambio en la forma en que los operadores jurídicos plantean sus pretensiones ante los tribunales, ya que la cosa juzgada virtual concede efecto de cosa juzgaba, no sólo a los hechos efectivamente discutidos a lo largo del proceso, sino también a los elementos que las partes podrían haber incluido en la pretensión. Compeliéndolos a introducir en sus demandas todos aquellos hechos y fundamentos de derecho existentes al momento de entablada la demanda. La hipótesis que sostendremos a lo largo de esta investigación es la siguiente: el efecto de la cosa juzgada comprende no sólo lo efectivamente deducido en el primer proceso, sino además lo que pudo deducirse pero que no se hizo, siempre que no se vulnere el derecho de defensa de las partes. En la primera parte de este trabajo se realizará un marco teórico de la institución de la cosa juzgada, se analizará el origen y el significado de esta institución aludiendo a su consagración legal tanto en Chile, donde haremos mención a la situación de la figura en el Proyecto de Código Procesal Civil, como en Derecho Comparado, en este punto nos centraremos en el estudio de la cosa juzgada en la Ley de Enjuiciamiento Civil en España. Para luego dar paso a una contextualización acerca de la cosa juzgada virtual, entregando un concepto y precisando su alcance. Por último analizaremos el carácter 4 privado del objeto discutido en el proceso civil, donde haremos referencia al principio dispositivo y a la forma en que éste se ve afectado por la cosa juzgada virtual. En la segunda parte de esta investigación entregaremos un marco teórico de la preclusión, donde estudiaremos su objetivo y señalaremos sus similitudes y diferencias con la cosa juzgada; nos centraremos principalmente en la forma en que producen sus efectos, distinguiendo que la preclusión produce efectos dentro del proceso en el cual tiene origen, mientras que la cosa juzgada despliega también sus efectos en procesos posteriores, lo cual nos permitirá entregar una postura con respecto a si lo deducido y lo deducible debe tener efectos de cosa juzgada, o por el contrario sólo efectos preclusivos. Por último nos referiremos a lo que hemos llamado "límites a la aplicación de la cosa juzgada virtual". En esta parte analizaremos desde la óptica del derecho de defensa a la cosa juzgada virtual, para lo cual contrapondremos los principios de bilateralidad y de contradicción al de seguridad jurídica. 5 PRIMER CAPÍTULO Marco teórico de la institución de la Cosa juzgada I.- Conceptualización de la Cosa juzgada 1- Origen y significado: Para poder introducir el concepto de cosa juzgada es necesario remitirnos someramente a la historia de esta institución. Es así como encontramos que la cosa juzgada arranca mucho más atrás de lo que suponemos. El primer vestigio de ésta se encuentra en el código de Hammurabi, la recopilación legal más antigua de la que se tiene registro (1753 a.C.), en su precepto VI, & 551, donde se expresa que el juez que ha juzgado una vez sobre una causa no puede volver a juzgar más sobre esa causa; lo cual quiere decir que se prohíbe repetir el juicio 1, esta idea originaria del concepto de cosa juzgada parece ser muy sencilla, sin embargo, se ha ido complejizando al enfrentarse a la multiplicidad de casos en que es planteada su existencia. Tal como veremos a lo largo de esta investigación, la institución de la cosa juzgada descrita por Hammurabi ha experimentado un gran desarrollo doctrinal, existiendo diversas miradas de ésta, sin embargo, la ratio de esta institución sigue siendo la misma -impedir la repetición de juicios-. Como primera aproximación a este artificio jurídico cabe hacer mención a la clásica dicotomía: cosa juzgada formal y cosa juzgada material. La primera dice relación con la idea de que la cosa juzgada prohíbe al mismo juez que juzgó, modificar su propio juicio; cuando hablamos de cosa juzgada material, en cambio, nos referimos a la prohibición que tiene cualquier otro juez distinto de quien emitió el juicio de juzgar nuevamente sobre la misma causa, en todo o en parte2. Para J. Goldschmidt la cosa juzgada formal es el estado jurídico en que se encuentran algunos asuntos o cuestiones que han sido objeto de enjuiciamiento definitivo en un proceso. Así se dice que «ya hay cosa juzgada» o que «eso es cosa juzgada»3. Como podemos extraer, de esta definición se desprende la idea de firmeza o inimpugnabilidad, que reviste a ese asunto o cuestión una vez que ha sido decidido. En palabras de Nieva prohíbe al mismo juez que juzgó modificar su propio juicio 4. Mientras tanto cosa juzgada material es expresión que designa unos determinados efectos de ciertas resoluciones judiciales y es además, el principal efecto de la principal resolución procesal, que es la sentencia definitiva sobre el objeto del 1 Cfr. Nieva Fenoll, Jordi, La cosa juzgada el fin de un mito, Legal Publishing, Santiago, (2010), pp. 30-31. Ibíd., p. 33. 3 Ídem. 4 Ídem. 2 6 proceso (sobre el fondo, sul merito, suele decirse también) o, lo que es igual, el principal efecto del proceso entero: la «meta del proceso»5. Bien podemos notar una relación entre ambas distinciones de cosa juzgada, pues la cosa juzgada material presupone, pues, la formal. Sin embargo, la cosa juzgada material suele darse sólo respecto de cierto tipo de resoluciones judiciales con fuerza de cosa juzgada formal: indiscutiblemente, tan solo de las sentencias destinadas a resolver definitivamente sobre el fondo, esto supone el efecto consistente en una precisa y determinada fuerza de vincular, en otros procesos a cualquier órgano jurisdiccional (ya sea el mismo que juzgó u otros distintos), respecto de precisos aspectos del contenido de esas resoluciones 6. A su vez encontramos que la cosa juzgada material se proyecta de dos diferentes maneras: En primer lugar, la función negativa o excluyente de la cosa juzgada que obedece a la idea de que cuando se promueve un proceso con el mismo objeto que ya fue decidido mediante una resolución o sentencia firme emanada de un proceso anterior, el juzgador del proceso ulterior se encuentra en la obligación de ponerle fin, porque como es manifiesto la realización de un posterior proceso es no sólo inservible sino además perjudicial e injusto ya que el asunto ya fue juzgado, esta idea responde al principio jurídico non bis in ídem (no dos veces sobre lo mismo)7. En segundo lugar encontramos la función positiva o prejudicial de la cosa juzgada que respecto de lo decidido en una resolución firme sobre el fondo, supone una vinculación positiva o prejudicial -que afecta a todos los tribunales- en procesos ulteriores, respecto de lo decidido sea parte, de un modo u otro, del objeto de esos procesos. Esto quiere decir que si se incoa un proceso ulterior con idéntico objeto que el precedente, el proceso posterior debe ser eliminado, pero si el ulterior proceso no es, en sustancia, una fiel reproducción del primero, debido a que sus objetos esenciales son o parecen ser distintos, el tribunal de ese proceso ulterior, en caso de que elementos formen parte esencial del asunto que ha de resolver y estos ya hayan sido discernidos o decididos en sentencia firme anterior recaída respecto de los mismos sujetos, deberá atenerse al contenido de dicha sentencia, sin contradecir lo dispuesto en ella, sino que tomándola como un indiscutible punto de partida 8. Como se desprende de las mencionadas variantes de la cosa juzgada material observamos que esta se 5 Cfr. De la Oliva Santos, Andrés, Objeto del proceso y cosa juzgada en el proceso civil, Editorial Aranzadi SA, Navarra, (2005), p. 94. 6 Ibíd., p. 103. 7 Ibíd., pp. 105 - 108. 8 Ibíd., pp. 108 - 109. 7 despliega en diversos planos, teniendo un alcance transversal entre los diferentes procesos que se intenten entre los mismos sujetos. La finalidad de esta institución es triple: en primer lugar, evitar que en procesos paralelos recaigan resoluciones contradictorias; en segundo lugar, que el demandado no pueda ser nuevamente enjuiciado por algo de lo que ya fue en su momento (en este punto encontramos un reflejo del principio non bis in ídem); y en tercer lugar, preservar la seguridad jurídica, otorgándole la seguridad necesaria a los operadores jurídicos al impedir que se prolonguen de forma indefinida las controversias, generándose resoluciones sucesivas sobre una problemática idéntica 9. Nos parece pertinente mencionar la importancia que tiene esta figura, en materia de confianza para el sistema jurídico, ya que otorga la posición de "intocable" a toda resolución firme emanada de un tribunal. II.- Consagración legal de la cosa juzgada 1. Consagración legal de la cosa juzgada en Chile En nuestra legislación nacional encontramos que la cosa juzgada se encuentra recogida en el Código de Procedimiento Civil -en adelante CPC- sus artículos 175 y siguientes; el artículo 175 señala que: "las sentencias definitivas o interlocutorias firmes producen la acción o excepción de cosa juzgada", mientras que el artículo 177 anuncia que "la excepción de cosa juzgada puede alegarse por el litigante que haya obtenido en el juicio y por todos aquellos a quienes según la ley aprovecha el fallo, siempre que entre la nueva demanda y la anteriormente resuelta haya: 1° Identidad legal de personas 2° Identidad de la cosa pedida 3° Identidad de la causa de pedir Se entiende por causa de pedir el fundamento inmediato del derecho deducido en juicio". Como hemos señalado el actual CPC exige estar en la presencia de una triple identidad, esto quiere decir que se requiere que entre la primera y la segunda acción intentada haya una coincidencia absoluta entre los elementos antes citados, es decir: mismos sujetos, misma cosa pedida y misma causa de pedir; dicho en otras palabras el 9 Cfr. Alcalde Santos, José, "La interpretación jurisprudencial del artículo 400 de la LEC", disponible en: http://noticias.juridicas.com/articulos/60-Derecho%20Procesal%20Civil/200805-544844644645547.html, visitado el 11 de noviembre de 2012. 8 legislador está pidiendo que entre ambas acciones haya un mismo objeto, asociando la procedencia de la excepción de cosa juzgada a un concepto irresoluto: el objeto del proceso. Que el objeto del proceso se encuentre irresoluto, como veremos más adelante implica una problema tanto para los operadores jurídicos como para el juez, ya que lo que se entiende por objeto del proceso puede variar (analizaremos el objeto actual y el objeto virtual), lo cual implica la posibilidad de ampliar o disminuir el espectro de aplicabilidad de la cosa juzgada conforme se amplía o reduce lo que se entiende por objeto del proceso. 2- Consagración de la cosa juzgada en Derecho Comprado En materia procesal civil, la cosa juzgada ha sido objeto de un basto desarrollo, sobre todo en el Derecho Comparado, especialmente en los ordenamientos donde se han promovido en las últimas décadas reformas al procedimiento civil, han surgido algunas aproximaciones doctrinales y modificaciones legislativas acerca del correcto entendimiento de la cosa juzgada desde el punto de vista de su contenido y requisitos para ser procedente10, lo cual ha generado polémicas en cuanto a la armonía de estas nuevas aproximaciones con derechos fundamentales y valores jurídicos, tal como lo son el derecho de defensa y la seguridad jurídica, respectivamente. En España en el año 2000 se introdujo un nuevo capítulo a la cosa juzgada estableciendo en el primer inciso del artículo 400 de la Ley de Enjuiciamiento Civil -en adelante LEC- la obligación que concierne al demandante de alegar en su escrito de demanda -o del demandado reconviniente en su demanda reconvencional- "todos los hechos, fundamentos o títulos jurídicos que resulten conocidos o puedan invocarse al tiempo de interponerla, sin que sea admisible su alegación para un proceso ulterior". Se suma a lo anterior lo mencionado en el inciso segundo (apartado): "que a efectos de litispendencia y de cosa juzgada, los hechos y los fundamentos jurídicos aducidos en un litigio se considerarán los mismos que los alegados en otro juicio anterior si hubiesen podido alegarse en éste". Lo que busca el legislador es que el demandante exponga en su demanda cuantos fundamentos considere aplicables como apoyo de su pretensión a fin de evitar que un eventual cambio de la calificación jurídica pueda ser utilizado para el ejercicio de una nueva pretensión distinta a la ya deducida, por ejemplo el caso de concurrencia 10 Como es el caso de los artículos 222.2 y 400.2 de la ley de enjuiciamiento civil en España. 9 entre una acción de responsabilidad contractual y extracontractual 11. El legislador español justifica la inclusión de esta norma en la exposición de motivos (VIII) de la LEC y se sostiene en la imprecisión del objeto del proceso para dilatar la aplicación de la cosa juzgada, es así como señala que "el objeto del proceso civil es asunto con diversas facetas, todas ellas de gran importancia, en relación al cual son conocidas las polémicas doctrinales y las distintas teorías y posiciones acogidas en la jurisprudencia y en los trabajos científicos, estableciendo que se parte aquí de dos criterios inspiradores: por un lado, la necesidad de seguridad jurídica y, por otro, la escasa justificación de someter a los mismos justiciables a diferentes procesos y de provocar la correspondiente actividad de los órganos jurisdiccionales, cuando la cuestión o asunto litigioso razonablemente pueda zanjarse en uno solo. Con estos criterios, que han de armonizarse con la plenitud de las garantías procesales, la presente Ley, entre otras disposiciones, establece una regla de preclusión de alegaciones de hechos y de fundamentos jurídicos, que se inspiran en una sólida y consolidada jurisprudencia y en doctrina" 12. En este sentido este nuevo apartado de la LEC viene a ratificar algo que parte de la doctrina y jurisprudencia española habían establecido anteriormente: que la cosa juzgada abarca tanto lo deducido como lo deducible en un proceso 13. En base a lo expuesto anteriormente podemos sostener que la legislación española plasma de forma expresa y unívoca la figura de la cosa juzga virtual, lo cual impone una carga a quien interpone la acción civil de agotar, ya sea en el escrito de demanda o de reconvención, todos los hechos, fundamentos o títulos jurídicos so pena de extinguir la oportunidad de alegarlos en un nuevo proceso. Este sería el caso de un sujeto que alega haber sufrido un daño ocasionado por responsabilidad extracontractual, por quien también tiene un vínculo contractual con el perjudicado. El demandante que ha sufrido el daño es libre de catalogar en su demanda a la culpa del demandado como perteneciente a la responsabilidad contractual o a la responsabilidad extracontractual, pero si éste sólo sustenta su pretensión en la responsabilidad extracontractual del sujeto que causó el daño y el demandado es 11 Cfr. Seoane Spiegelberg, José, "El Juicio ordinario en la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil 1/2000, Disponible en: http://ruc.udc.es/dspace/bitstream/2183/2085/1/AD-4-27.pdf, visitado el 17 de marzo de 2013, p. 492. 12 Exposición de motivos de la Ley de Enjuiciamiento civil (VIII), disponible en: http://www.boe.es/boe/dias/2000/01/08/pdfs/A00575-00728.pdf, visitado el 3 de enero de 2013, p. 579580. 13 Cfr. Alcalde Santos, José, "La interpretación jurisprudencial del artículo 400 de la LEC", disponible en: http://noticias.juridicas.com/articulos/60-Derecho%20Procesal%20Civil/200805-544844644645547.html, Visitado el 5 de enero de 2013. 10 absuelto, no podría reiterar la pretensión sobre la base de una supuesta responsabilidad derivada del incumplimiento contractual. Ahora bien, en este plano nos parece interesante preguntarnos ¿la decisión sobre las defensas y excepciones jurídico-materiales realizadas por el demandado formaría parte de la cosa juzgada material?. Como bien sabemos existe una desigualdad intrínseca y funcional de las partes (demandante y demandado), ya que no es ni puede ser igual quien ataca, que quien es en principio atacado, por lo cual no les corresponde jugar el mismo papel en el proceso14. Debido a lo anterior otro segmento de la doctrina postula que en cuanto a las defensas y excepciones materiales o de fondo, las pretensiones del demandado son, por lo general, pura y meramente defensivas. Esto quiere decir que son contra pretensiones sin entidad propia, no siendo comparables con la del actor, ya que no persiguen obtener una tutela judicial concreta como la que pretende el actor, sino sólo que a éste se le niegue la tutela que pide 15. Por lo cual consideramos que el sujeto pasivo de la acción, al plantear sus defensas y excepciones no tendría por qué verse grabado con la carga de interponer todas aquellas defensas y excepciones posibles o procedentes y por ende no habría motivo por el cual ver zanjadas esos planteamientos por la cosa juzgada material. Sin embargo cuando realmente surgen los problemas que plantea la doctrina moderna es cuando se trata de llevar a la práctica dicha norma. Uno de los principales inconvenientes es que impone la necesidad de que los abogados, a la hora de fundar las respectivas demandas, tengan en cuenta todos los fundamentos, tanto de hecho como de derecho, de trascendencia jurídica que puedan servir de apoyo a la demanda, siempre que sean conocidos o susceptibles de ser invocados al momento de interponerla. En caso contrario, al ser desestimada la demanda por insuficiencia de un fundamento jurídico determinado, no cabrá interponer otra nueva basándose en un fundamento jurídico distinto, cosa que no ocurría en el sistema anterior, en el cual incluso podían servir de fundamento para otra nueva demanda, no sólo los fundamentos o títulos jurídicos, sino también los diferentes hechos de trascendencia 14 Cfr. Benítez Ramírez, Eugenio, "Reflexiones en torno a la propuesta de reforma al procedimiento civil chileno: II. Principios Procesales relativos a las partes", Revista chilena de derecho, 2007, vol.34, n.3, disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-34372007000300014&script=sci_arttext, p. 592. 15 Cfr. De la Oliva Santos, Andrés, Objeto del proceso y cosa juzgada…, ob. cit., p.225. 11 jurídica, aún cuando el objeto o el petitum fuese el mismo que el ventilado en un proceso anterior16. Ante estas dificultades hubo autores que antes de la reforma opinaban que debía limitarse la carga de la regla de la preclusión a aquellos fundamentos o títulos existentes y razonablemente apreciables en los momentos procesales oportunos 17, lo cual de alguna manera suponía un disminución de la exigencia de consignar en la demanda todos los elementos fácticos y jurídicos, impuesta al operador jurídico en la norma contenida en el artículo 400 de la LEC. 3- Situación en el Proyecto de Código Procesal Civil En el Proyecto al Código Procesal Civil encontramos un abordaje en materia de cosa juzgada en que se regula tanto su aspecto positivo o prejudicial como su aspecto negativo, donde se elimina la triple identidad (sujetos, cosa pedida y causa de pedir) antes aludida como un factor determinante o imperioso para la configuración de la fase negativa de esta institución; sin embargo, se mantiene como requisito indispensable, la identidad subjetiva, entregándose los demás elementos al análisis identitario que efectúe razonadamente el tribunal, para así lograr impedir la dictación de sentencias contradictorias y la iniciación de procesos que versen sobre asuntos anteriormente ya decididos por sentencias ejecutoriadas18. Esto se manifiesta de la siguiente manera: "lo resuelto con fuerza de cosa juzgada en la sentencia, por lo general, obligará al tribunal de un proceso posterior cuando aparezca como presupuesto necesario de la nueva decisión siempre que las partes de ambos procesos sean las mismas o la cosa juzgada se extienda a ellas por disposición legal"19. Esto implica sin lugar a dudas una flexibilización de los requisitos que hasta hoy son exigidos para la procedencia de la cosa juzgada, lo cual nos permite sostener que de ser promulgado este proyecto, la doctrina y jurisprudencia nacional irá in crescendo en torno a la temática de la cosa juzgada virtual ya que los requisitos para la configuración de la cosa juzgada ya no serán tan rígidos. 16 Cfr. Concheiro del Río, Jaime, "Efectos preclusivos de la cosa juzgada material", Boletín de la Facultad de Derecho, Madrid, Nº 23, 2003, p.259. 17 Cfr. Ibíd., p.260. 18 Mensaje Nº 004 - 360 del proyecto de reforma al Código Procesal Civil, disponible en: http://www.pjud.cl/noticias/File/proyecto%20civil.pdf, pp. 32-33. 19 Ibíd., p. 94. 12 III.- Cosa juzgada virtual, concepto y análisis de la institución Es necesario hacer distinción entre la cosa juzgada implícita y la cosa juzgada virtual. La cosa juzgada implícita es aquella que comprende lo que esté implícita pero necesariamente negado por la afirmación contenida en la parte dispositiva de la sentencia y lo que esté implícita pero necesaria e inescindiblemente afirmado por la negación que aquella pueda contener 20. Lo anterior será analizado a partir del siguiente ejemplo: en un primer proceso Ticio demanda a Cayo en reclamación de una cantidad (lo cual constituye el petitum) derivada de un contrato de compraventa X (causa petendi), y Cayo se limita a alegar la excepción de pago (que no consigue probar). Una vez que se produce sentencia firme de condena, ¿podría Cayo incoar un segundo proceso sobre la nulidad del contrato de compraventa X?21, entendemos que la cosa juzgada comprende aquello que está implícitamente afirmado en la sentencia. En el ejemplo, la validez del contrato se encuentra implícitamente comprendida en la resolución judicial y por tanto produce cosa juzgada, ya que si bien no hubo un pronunciamiento explícito con respecto a la validez del contrato de compraventa, la condena al pago en virtud de éste supone la validez de dicho contrato. Mientras que la cosa juzgada virtual es la que se produce a partir de aquello que no habiéndose deducido en un pleito, pudo deducirse; siguiendo con el ejemplo recién planteado, si Ticio hubiese perdido el pleito por haber sido acogida la excepción de pago, y él posteriormente pretende incoar una acción de resolución del contrato por incumplimiento en contra de Cayo, parte de la doctrina señalaría que esta acción no es procedente, ya que se pudo oponer en el proceso anterior y no se opuso (una acción deducible) que quedaría cubierta por la cosa juzgada virtual. En este sentido Couture adelanta una postura en cuanto a estas dos figuras, señalando que la eficacia de cosa juzgada, se extiende necesariamente a aquellas cuestiones que han sido objeto de debate expreso en el juicio anterior y que, sin ser motivo de una decisión explícita, han sido resueltas en un sentido o en otro, como antecedente lógico de la decisión22. 20 Vallines García, Enrique, La preclusión en el proceso civil, Civitas ediciones, Madrid, (2004), p. 36. Cfr. De Padura Ballesteros, María, Fundamentación de la sentencia, preclusión y cosa juzgada, Valencia, Tirant lo Blanch, (2002), p. 27. 21 Ídem. 22 Cfr. Couture, Eduardo, Fundamentos del Derecho Procesal Civil, Buenos Aires, Ediciones Depalma, (1990), p. 431. 21 13 1- Distinción entre objeto actual y virtual Para adentrarnos en el análisis de la cosa juzgada virtual es necesario acudir a su fuente, el objeto del proceso, es por esto que nos parece conveniente analizar la distinción doctrinal entre el objeto actual del proceso y el objeto virtual de éste. 1.1 Objeto actual El objeto actual del proceso está conformado por todo aquello que el actor plantee tempestivamente y por lo que el demandante suscite en tiempo y forma 23. Este objeto actual del proceso determina la pretensión o pretensiones del actor y su fundamento, por tanto: los sujetos, lo que se pide y la causa de pedir, así desde el punto de vista de los hechos alegados como desde el punto de vista del fundamento o fundamentos jurídicos efectivamente aducidos 24. En otras palabras, esto quiere decir que el objeto actual del proceso es todo aquello que el actor efectivamente esboza en la demanda, quedando fuera de éste, el objeto virtual, que es precisamente lo contrario. 1.2 Objeto virtual El objeto virtual del proceso puede ser definido como el conjunto de hechos y fundamentos jurídicos que se hubieran podido aducir, aunque de hecho no se hicieren valer en un determinado proceso; este concepto es del todo relevante cuando se trata de determinar si es procedente la acumulación de procesos, la litispendencia y la cosa juzgada25. Entonces cuando nos referimos al objeto virtual, estamos aludiendo a un objeto que al ser comparado con el de un proceso ya concluido, excede lo que ha sido debatido, juzgado y decidido en ese proceso26. Es aquello sobre lo que no tiene por qué proyectarse la actividad de las partes y del tribunal en el correspondiente proceso, pero que, sin embargo, en relación con otros procesos, valdrá como objeto procesal o tendrá virtualidad de éste. Así luego esa virtualidad o eficacia se despliega ad extra o trascendentemente, es decir, hacia afuera del proceso mismo, cuando se trata de establecer si el objeto de varios procesos es el mismo o si el de uno de ellos comprende el de un proceso distinto, aún pendiente o ya terminado. Es asimismo relevante cuando interesa establecer si entre los objetos de varios procesos existe conexión 27. 23 Cfr. De la Oliva Santos, Andrés, Objeto del proceso y cosa juzgada…, ob. cit., p. 76. Ibíd., p 77. 25 Ibíd., p. 78. 26 Cfr. Tapia Fernández, Isabel, El objeto del proceso. Alegaciones. Sentencias. Cosa juzgada, Editorial La Ley, Madrid, (2000), p.156. 27 Ibíd., p.78. 24 14 Vallines agrupa ambos conceptos (objeto actual y objeto virtual) en la expresión "objeto de la cosa juzgada"28. Probablemente resulta innecesario decir que determinar el objeto virtual de un proceso concreto es muy difícil o casi imposible hasta que no se inicia posteriormente otro proceso y los dos objetos procesales pueden compararse o contrastarse; sin embargo, esta dificultad carece de relevancia práctica. Reiteramos que la idea de objeto virtual tiene sentido para afrontar y resolver problemas o cuestiones que se susciten respecto a figuras como la cosa juzgada29. Lo que se afirma es que en los dos procesos han de ser idénticos los sujetos, el petitum y la causa petendi, considerando que el primer proceso está configurado por los fundamentos fácticos y jurídicos que, aunque no se alegaron efectivamente, hubiesen podido aducirse30. Esta virtualidad del objeto del proceso es la que nos permite plantearnos la existencia de una cosa juzgada que se conforma en base a un objeto virtual -que si bien no se invocó- hubiese podido ser invocado por lo actores en el juicio. Para dar claridad el tema daremos un ejemplo planteado por la jurisdicción española31 en el cual se conoce un recurso de apelación frente al auto de sobreseimiento dictado en primera instancia al considerar la existencia de cosa juzgada. En este caso los demandantes se encontraban reclamando una indemnización de perjuicios a una discoteca basándose en la responsabilidad aquilina prescrita en el artículo 1902 del Código Civil Español, siendo que anteriormente habían reclamado dicha responsabilidad en base a la vulneración del derecho al honor preceptuado en el artículo 7 de la LO 1/1982, de 5 de mayo, de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar, y a la propia imagen. En este caso la corte en virtud del artículo 400.2 LEC, negó el recurso señalando que el actor debió alegar en el primer juicio todas las fundamentaciones jurídicas en que apoyaba su reclamación, y que por tanto, al haber accionado anteriormente en base a una intromisión ilegítima, en un pleito posterior no podía fundar su reclamación en la responsabilidad aquilina, pues para efectos de cosa juzgada el objeto de ambos procesos es el mismo. Esta consonancia entre el objeto del proceso y la institución de cosa juzgada responde a la idea de la clásica triple identidad32 -causa de pedir33, petitum y sujetos- ya 28 Cfr. Vallines García, Enrique, La Preclusión en el Proceso..., ob. cit., p. 45. Ibíd., p.80. 30 Cfr. De la Oliva Santos, Andrés, Objeto del proceso y cosa juzgada…, ob. cit., p. 106. 31 Auto de la Audiencia Provincial Barcelona (secc. 4º), en el auto Nº 177/2005, de 15 de noviembre, Nº rec. 594/2005 (presidente. Mireia Ríos Enrich). 32 Presente en el artículo 177 de nuestro Código de Procedimiento Civil, señalando que "Se entiende por causa de pedir el fundamento inmediato del derecho deducido en juicio". 33 Cfr. Berzosa Francos, María, Demanda, «causa petendi» y objeto del proceso, El Almendro, Córdoba (1984), p.29 .Ya que hemos aludido a la causa de pedir (como parte integrante del objeto del proceso 29 15 que toda vez que encontremos coincidencia entre una sentencia definitiva y una segunda acción será procedente la excepción de cosa juzgada. Hay autores -entre ellos Serra Domínguez- que entienden que la cosa juzgada es el objeto del proceso civil, una vez que ha sido sometido a juicio34, es esto lo que permite afirmar que entre el objeto del proceso y la cosa juzgada hay una relación inminente. Como ya hemos mencionado en las páginas precedentes, advertimos que hay un sector de la doctrina que admite la procedencia de la cosa juzgada virtual, es decir, aquella que se forma no sólo en torno a los hechos y al derecho que ha sido debatido en el proceso, sino también en base a los que han podido debatirse; en palabras de Romero, la cosa juzgada abarca "lo deducido y lo deducible". Este tema tiene una innegable importancia, de connotación práctica ya que si suponemos que la cosa juzgada efectivamente comprende al objeto virtual del proceso, estamos ampliando el espectro de aplicación de esta institución, es decir, estamos extendiendo lo que debe ser entendido por objeto del proceso, y que por tanto produce efecto de cosa juzgada. 2- Cosa juzgada virtual : 1.1 Contenido y alcance Inicialmente cabe decir que el ámbito objetivo de la cosa juzgada comprende, ante todo e innegablemente, las distintas acciones afirmadas por el actor (y por el demandado en la reconvención), expresadas en las distintas pretensiones, con los elementos que las delimitan: además de los sujetos, el petitum y la causa de pedir. Así tenemos que la cosa juzgada podría encerrar no sólo lo efectivamente juzgado, sino algo más, esto quiere decir que para delimitar el ámbito objetivo de la cosa juzgada son relevantes hechos y fundamentos jurídicos que en su momento, pudieron alegarse y no se alegaron, como no se invocaron, no hubo enjuiciamiento sobre ellos, producto de lo cual tampoco pudieron desplegarse las herramientas probatorias, que probablemente se hubieran exigido, en caso de resultar hechos controvertidos. Estas consideraciones nos remiten, desde luego, al objeto virtual del proceso, ya que de ser así, es decir, si consideramos procedente que la fuerza de cosa consideramos relevante señalar que no hay consenso en doctrina con respecto a si ésta está integrada únicamente por los hechos que las partes alegan como fundamento de su petición; o bien además de estos hechos debe considerarse también causa la calificación jurídica que el actor y, en su caso el demandado, les otorgan. 34 Cfr. Serra Domínguez, Manuel, las medidas cautelares en el proceso civil, Editorial Reus, Barcelona, (1974), pp. 696 - 780. 16 juzgada alcance extremos no discutidos por las partes, entenderíamos que la cosa juzgada se extendería más allá de lo que ha sido enjuiciado (más allá del objeto actual del proceso)35. Esta idea de la cosa juzgada (y del objeto del proceso) tiene una raigambre bastante antigua, esto queda reflejado en el siguiente texto de Ulpiano ad edctum: "Se considera que litiga sobre la misma cosa quien no ejercita la misma acción que al principio ejercitaba, sino otra distinta pero sobre la misma cosa; por ejemplo, si alguno que hubiera de ejercitar la acción de mandato y, después que el adversario ha prometido asistir al juicio, ejercitará por la misma cosa acción de gestión de negocios o la condición (la condictio), litiga sobre la misma cosa. De manera acertada se define así, que solamente no litiga sobre la misma cosa el que no la reclama otra vez, pero cuando alguno cambia la acción y ejercita otra sobre lo mismo, se considera que litiga sobre la misma cosa, aunque con distinta clase de acción que la que ejercitó" 36. De lo anterior se logra extraer que la cosa juzgada, entendida como eficacia procesal, no se circunscribiría a lo que en el proceso correspondiente efectivamente se haya efectiva y realmente juzgado 37. Es preciso señalar que hemos establecido como hipótesis de nuestro trabajo que el efecto de la cosa juzgada comprende no sólo lo efectivamente deducido en el primer proceso, sino además lo que pudo deducirse pero que no se hizo, siempre que no se vulnere el derecho de defensa de las partes, cuestión que será tratada en extenso en el capítulo tercero de la presente investigación. Cuando nos hemos referido a lo largo de esta investigación a la cosa juzgada , hemos aludido a que ésta es aquella que se entraña tanto a partir de lo deducido y resuelto en un proceso como de lo deducible y no resuelto, pero a partir de esta aseveración nos parece oportuno hacer mención a la distinción que realiza De Padura38, el autor señala la necesidad de discernir si la cosa juzgada cubre: Lo deducido en el proceso y resuelto en la sentencia; lo deducido y no resuelto; lo no deducido y resuelto; y por último lo no deducido y no resuelto, esto es lo deducible. Dejaremos de lado los primeros tres puntos a los que se refiere el autor, por no ser atingentes con nuestra investigación; analizaremos la procedencia de la cosa 35 Cfr. De la Oliva Santos, Andrés, Objeto del proceso y cosa juzgada…, ob. cit., pp. 206-207. Ibíd., p. 208. Aquí De la Oliva Santos parafrasea a la traducción al castellano deltexto de Ulpiano hallado en: Iglesias-Redonndo, repertorio bilingüe de definiciones, reglas y máximas jurídicas romanas, Madrid, 1986, p. 45. 37 Ibíd., p. 209. 38 Cfr. De Padura Ballesteros, María, fundamentación de la sentencia..., ob. cit., p. 1. 36 17 juzgada virtual, aquella que podría recaer sobre aquello no deducido en el proceso. Serra Domínguez identifica por cuestiones no deducidas pero deducibles, aquellas que guarden un profundo enlace con el objeto principal del proceso, afirmando que éstas deben estar protegidas por la cosa juzgada: tanto si han sido resueltas, como si no habiendo sido objeto de resolución, pueden estimarse resueltas por encontrarse comprendidas en el thema decidendum, para este autor son deducibles todos aquellos hechos constitutivos que formen parte de la misma relación jurídica y, desde el punto de vista del demandado, todos los hechos impeditivos, extintivos y excluyentes que hubiera podido oponer en el proceso terminado39. Esta se trata de una postura doctrinal que ha sido ampliamente discutida y abordada principalmente por autores extranjeros entre los cuales no hay consenso 40. Como ya hemos mencionado a lo largo de este trabajo, en España la figura de la cosa juzgada virtual fue consagrada legislativamente en el año 2000 con la dictación de la LEC, lo cual no ha implicado un cese de la discusión doctrinal con respecto al tema, sino por el contrario, ha implicado un aumento del debate jurídico en torno a la forma de entender esta figura. Lo que el artículo 400 de la LEC, y en general la figura de la cosa juzgada virtual intenta impedir es el riesgo de "goteo de pretensiones". De la Oliva Santos postula que lo sensato es hacer operativo el instituto de la preclusión aún admitiendo que los hechos del último proceso difieren de los anteriores y, con ellos, la causa petendi, quedará excluida la posibilidad de un segundo enjuiciamiento -por ser o deber serrazonablemente conocidos en el momento procesal oportuno durante el primer pleito 41. A pesar de que la institución del iura novit curia no es objeto de este trabajo, nos ha parecido relevante mencionar que la cosa juzgada virtual puede ser llevada a este plano; según señala De la Oliva Santos el iura novit curia influye en la producción de la cosa juzgada porque todo aquello que el tribunal puede legítimamente hacer en virtud del iura novit curia o del dabuio tibi ius, todo eso no puede hacerlo el litigante pretendiendo configurar una nueva causa petendi. Lo anterior quiere decir que lo que al tribunal le está permitido por el iura novit curia es, si lo lleva a cabo el demandante (o el demandado reconviniente) en un segundo proceso, algo que debe considerarse cubierto por la cosa juzgada del primer proceso42. Por otro lado De la Oliva Santos señala que, si la pluralidad de fundamentos no 39 De la Oliva Santos, Andrés, Objeto del proceso y cosa juzgada…, ob. cit., p. 55- 59. Cfr. Tapia Fernández, Isabel, El objeto del proceso. Alegaciones. Sentencias. Cosa juzgada, Editorial La Ley, Madrid, (2000), p.168. 41 Cfr. De La Oliva Santos, Andrés, Sobre la cosa juzgada civil ..., ob. cit., p. 89. 42 De la Oliva Santos, Andrés, Objeto del proceso y cosa juzgada…, ob. cit., p. 90-92. 40 18 es inicialmente clara o, incluso, por el contrario parece muy clara la unicidad de causa petendi, no se debería exigir al actor la acumulación eventual de fundamentos para evitar la preclusión porque sería una carga excesivamente gravosa, cuyo incumplimiento daría lugar a auténticas denegaciones de justicia 43. Por lo que De la Oliva Santos propone que el artículo 400.1 de la ley contenga una cláusula de estilo como la que reza: "cuando lo que se pida en la demanda pueda fundarse en diferentes hechos o en distintos fundamentos o títulos jurídicos, habrán de aducirse en ella cuantos resulten conocidos o puedan invocarse al tiempo de interponerla por ser razonablemente apreciables en ese momento" 44. 3- El carácter privado del objeto discutido en el proceso civil Como es de conocimiento general, la naturaleza del derecho procesal es instrumental. Por otro lado, la mayoría de los intereses que integran el derecho civil son privados-disponibles; consecuencialmente al encontrarse el derecho civil contenido en el derecho procesal, sólo un proceso dispositivo permite un desarrollo armonioso y apto para el manejo de esas relaciones privadas, ya que el instrumento no puede ser inapropiado para la labor que debe cumplir 45. En esta línea encontramos autores que resaltan el carácter privado del objeto discutido, lo que quiere decir que las partes son libres de determinar el contenido del objeto del proceso, y que por lo tanto el legislador no puede imponer a un sujeto el deber de interponer de una sola vez todas las acciones o de deducir todas las pretensiones que podría deducir contra otro u otros; ni siquiera si se trata de todas las peticiones que pueda deducir en base a un mismo título o causa de pedir, ya que admitir esta posibilidad supondría una intolerable injerencia del legislador -no del juzgador- en la esfera de la moral de la persona y en la libertad para disponer 46. De esto podemos extraer que la intervención por parte del legislador en el objeto del proceso, significaría en nuestro sistema jurídico una vulneración del carácter privado del objeto del proceso, parte de la doctrina considera que la delimitación del objeto del proceso posee una naturaleza privada, por lo que sería del todo cuestionable la introducción de una norma que cree una ficción en torno a entender como parte del objeto del proceso no sólo lo que las partes efectivamente adujeron en el pleito, sino 43 Ibíd., p. 89. Ídem. 45 Cfr. Gómez Blanco, José, El aforismo iura novit curia y el proceso civil. Temas Vigentes en Materia de Derecho Procesal y Probatorio: Homenaje Al Doctor Hernando Morales Molina, Editorial Universidad del Rosario, Bogotá, (2008), p. 170-171. 46 V. Sentencia de la Audiencia Provincial de Alicante, Sección 5a, de 13 de enero de 2.006, dictada en el Recurso de Apelación 524/05. 44 19 además todo aquello que podría haberse alegado pero que, sin embargo, no se hizo. Visto desde este prisma encontramos que la figura de la cosa juzgada virtual implica un cuestionamiento no sólo desde la óptica del derecho de defensa que analizaremos en el capítulo tercero, sino también constituye una vulneración a el carácter privado del objeto discutido del proceso civil. En este sentido Picó también se manifiesta conteste con esta idea señalando que una intrusión estatal se considera como una inaceptable intromisión en el libre ejercicio de los derechos de los litigantes47. 3.1- Principio dispositivo Este principio ha sido entendido tradicionalmente como aquel que permite a las partes disponer del proceso; lo que quiere decir que a éstas les corresponde la iniciativa y la determinación de su objeto, como además les atañe la determinación del derecho sustantivo controvertido48. Advertimos que la figura de la cosa juzgada virtual se encuentra en tensión con el principio dispositivo. Es de exclusiva facultad de las partes marcar los límites del objeto del pleito49, por lo cual modificar alguna de sus componentes (causa de pedir, partes, o el objeto pedido) es tarea que sólo pertenece a las partes. Es viable sostener que la procedencia de la cosa juzgada virtual implica una contravención al principio dispositivo, ya que al permitir que opere la cosa juzgada sobre extremos que jamás han sido discutidos, se está privando a las partes de la posibilidad de auto determinar el contenido en que ha de fundarse su pretensión, ya que los constriñe a introducir todos los hechos y fundamentos de derecho, so pena de perder la opción de interponer una acción posterior basada en aquellos hechos no deducidos en la demanda ulterior. En cuanto al reconocimiento constitucional de este principio, Hunter afirma que el principio dispositivo, en cuanto informador del proceso civil, no posee un reconocimiento constitucional directo. Debido a que no hay norma que imponga al legislador la necesidad de establecer un proceso que acoja sus máximas de actuación 50. Sin embargo, el autor sostiene que es suficiente apoyarse en lo que constituye el núcleo 47 Cfr. Picó I Junoy, Joan, "El Derecho Procesal entre el garantismo y la eficacia: un debate mal planteado", Revista de Ciencias Jurídicas de la Universidad Rafael Urdaneta, Vol. VI, Nº 1, p.24. 48 Cfr. Ovalle Favela, José, Teoría general del proceso, Editorial Oxford University Press, México, (2001), pp. 53-54. 49 Cfr. Hunter Ampuero, Iván, “Principio Dispositivo y los poderes del juez”, en Revista del derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Vol. 35, Año 2010, p. 152. 50 Ibíd., p. 155. 20 indiscutible de este derecho, para lo cual acude al derecho de propiedad que se consagra en el artículo 19 Nº 24 de la CPR, ya que este artículo protege la propiedad que recae sobre bienes corporales e incorporales, protegiendo además las facultades de usar, gozar y disponer del derecho51. Basado en lo anterior Hunter señala "si el Estado asegura a los ciudadanos la propiedad y su libre disponibilidad, es evidente que sólo al titular del derecho subjetivo le compete discernir, sobre criterios de oportunidad, si desea tutelar jurisdiccionalmente tal derecho dando inicio a un proceso por medio del ejercicio de la acción, definir el contenido y alcance de la tutela solicitada, y poner fin al proceso"52. En sentido estricto, el dispositivo está conformado, en la generalidad de los casos, por los conocidos principios procesales de la demanda; la formulación autónoma tanto de la relación fáctica como de las pretensiones; el poder de poner termino el proceso en cualquier momento, mediante transacción o desistimiento, y el principio de congruencia53. El principio en comento actúa como una carga exclusiva de la parte actora, ya que es necesario que invoque en la demanda todos los hechos relevantes, teniendo en cuenta el supuesto en el que descansa la preceptiva material que prevé el efecto deseado e impetrado. El manejo de esos hechos principales es del resorte exclusivo del demandante54. En base a todo lo anteriormente esbozado, es que nos inclinamos a opinar que la procedencia de la cosa juzgada virtual entra en franca tensión con uno de los principios informadores del derecho procesal civil, el principio dispositivo, ya que obstaculiza la auto determinación del contenido de la demanda, que le corresponde a las partes, y otorga efecto de cosa juzgada a elementos no incluidos por estas. 51 Ibíd., p. 153. Ídem. 53 Cfr. Gómez Blanco, José, El aforismo iura novit curia y el proceso civil..., ob. cit., p. 170. 54 Ídem. 52 21 SEGUNDO CAPÍTULO Marco teórico de la preclusión I- Conceptualización de preclusión: Desde un punto de vista etimológico, la raíz latina "præcludo" significa obstruir, cerrar o impedir. En suma preclusión significa la acción o efecto de precluir, lo que en términos forenses puede ser definido como excluir o impedir el ejercicio de una facultad procesal en base a un anterior trámite o proceso 55. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española incluye esta acepción a partir de la 21ª edición, es decir, a partir del año 1992, entendiendo por preclusión el "carácter del proceso, según el cual el juicio se divide en etapas, cada una de las cuales clausura la anterior sin posibilidad de replantear lo ya decidido por ella" 56. Esta figura puede ser precisada como "la extinción en un concreto proceso de los poderes jurídicoprocesales no ejercitados por los sujetos que intervienen o pueden intervenir en ese proceso"57. Es importante enfatizar, que tal como veremos más adelante la definición de preclusión se encuentra intrínsecamente vinculada a la idea de no ejercicio. Como dice Chiovenda, mediante esta figura, la ley “pone límites al ejercicio de determinadas facultades procesales, con la consecuencia siguiente: fuera de esos límites esas facultades ya no pueden ejercitarse”58. Más bien se trata de enjuiciar el alejamiento respecto de un cierto orden objetivo, que la preclusión busca disciplinar en vista a ciertos fines. II - Objetivo de la Preclusión La preclusión puede ser examinada desde diversos enfoques (como mecanismo, principio, institución o técnica procesal). Lo variado de sus supuestos operativos, hace a la preclusión reconducible a una gran variedad de razones, las cuales son difíciles de reducir a una sola. Sin embargo, es posible identificar que todas las versiones de la preclusión tienen que ver con la necesidad de velar por la disposición con que se presentan los actos y resoluciones en el proceso, desde el punto de vista cronológico 55 Cfr. Silguero Estagnan, Joaquín, La preclusión de alegaciones en el proceso civil, Aranzadi, Navarra, (2009), p.13. 56 Diccionario de la lengua española, vigésima segunda edición, disponible en: http://www.rae.es/rae.html, visitado el 1 de septiembre de 2012. 57 Cfr. De la Oliva Santos, Andrés, La preclusión en el proceso civil, Civitas Ediciones, Madrid, (2004), p. 33. 58 Cfr. Chiovenda, Giuseppe, "Instituciones de Derecho Procesal Civil", v. III. Edit. Revista de Derecho Privado, trad. Gómez Orbaneja, Madrid, 1936, pp. 277 y 278. 22 (por ejemplo la presentación en cierto tiempo o la procedencia de un acto luego de agotada una etapa). Es así como podemos establecer como criterio que la preclusión tiene que ver con la necesidad de velar por la disposición con que se presentan los actos y resoluciones en el proceso, esta necesidad es tomada por el Derecho como un valor a lograr y proteger, que es llamado "orden consecutivo del proceso". Esto es: desde el punto de vista positivo, que unos actos deban ir primero que otros o junto a otros, y desde el negativo, que otros posibles actos no se sucedan o no se den junto a otros. La jurisprudencia española se ha pronunciado al respecto, otorgando una especie de parámetro en su aplicación al señalar que esta institución implica que las partes no pueden reiterar procesos que "razonablemente" puedan zanjarse en uno sólo59. Ahora bien, nos encontramos ante un término vago debido a que lo que entendemos por razonable dependerá de diversos factores que habrán de evaluarse en el caso concreto, no obstante, la RAE define el término como algo arreglado, justo, conforme a razón60. Lo cual necesariamente implica un ejercicio intelectual de inferir aquello que es razonable, por parte de los operadores jurídicos. Para lograr obtener una visión clara de lo que esta figura implica desde el punto de vista del proceso, es necesario delimitar los momentos procesales en que esta puede situarse. La preclusión puede presentarse en dos momentos: El primero de ellos es en la tramitación del proceso; logrando dar estabilidad al orden jurídico procedimental y dar lugar a la tutela jurisdiccional formal, constituyendo, en palabras de Gandulfo el complemento del impulso procesal para llegar a la decisoria. El segundo momento en que opera la preclusión es después de la sentencia definitiva 61. 1.1 Principio de eventualidad Dentro de la figura de preclusión encontramos el “principio de la eventualidad”, que en lo sustancial apunta a facilitar que en un mismo momento o trámite procesal se puedan realizar varias alegaciones, oponer varias excepciones, o alegar incluso varios medios de prueba a la vez; todo lo anterior, con la finalidad de evitar los efectos extintivos que puede acarrear la existencia de una regla de preclusión, procurando que 59 Sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia, Sección 8, de 24 de julio de 2.007, dictada en el recurso de Apelación 684/05. 60 Diccionario de la lengua española, vigésima segunda edición, disponible en: http://lema.rae.es/drae/?val=principio, visitado el 1 de septiembre de 2012. 61 Cfr. Gandulfo, Eduardo, "Sobre preclusiones procesales en el derecho chileno en tiempo de reformas. Ensayo de una teoría general desde un enfoque valorativo jurídico", disponible en: http://www.scielo.cl/pdf/iusetp/v15n1/art05.pdf, visitado el 1 de Septiembre de 2012, p. 147. 23 en un mismo instante se realicen todas las posibilidades procesales de actuación, para que en el evento que si alguna de las alegadas preferentemente no prospera, pueda ser acogida la siguiente, que viene articulada o aducida condicionalmente, según el resultado del juicio62. Este principio viene a intentar morigerar los efectos extintivos de la preclusión reconociéndole tal carácter y por lo mismo permitiendo a las partes realizar diversas actuaciones procesales en un mismo momento con la finalidad de desproveerlos de la capacidad de interponerlas. Con el principio de eventualidad de lo que se trata es de evitar que el proceso se demore exageradamente en sus diversos períodos, pero a la vez permitiendo al actor que de una vez, y en uno sólo de esos momentos previos, proponga todos los medios de ataque que pretende hacer valer, aunque por el momento resulten inútiles, a la postre puedan ser útiles, por las derivaciones posibles de la demanda63. La preclusión fuerza a las partes, que desde luego siempre aspiraran a obtener resultados beneficiosos, a formular desde el principio las defensas suplementarias que deberían ser intentadas si las principales no son aceptadas, y sobrecargar el proceso con una cantidad de peticiones subordinadas, preparando anticipadamente en previsión de toda eventualidad. De esta forma las partes se ven constreñidas a presentar en el mismo momento todas las defensas, lo que implica que de no haber preclusión estas defensas podrían irse escalonando en profundidad, teniéndolas en reserva para hacerlas valer en el momento oportuno64. Refiriéndose a este principio la doctrina apunta a que el sistema de preclusión presenta el inconveniente de hacer indispensable la adopción del principio de eventualidad65, lo cual claramente implica una carga impuesta a los abogados de esgrimir en sus escritos todas las posibles defensas, excepciones, medios de prueba, etc. 1.2 Similitudes entre preclusión y cosa juzgada El propósito que nos mueve a fijar el contenido y alcance de la preclusión es que no resulta infrecuente encontrar referencias a la preclusión confundiéndola con la cosa juzgada en aquellos casos en que afecta a la pretensión como tal 66. Es por esto que en 62 Cfr. Romero Seguel, Alejandro, “Comentario a la sentencia de la Corte de suprema de 9 de mayo de 2001. El principio de la buena fe procesal y su desarrollo en la propia jurisprudencia, a la luz de la doctrina de los actos propios”, en Revista Chilena de Derecho, Vol. 30, no 1, 2003, p. 171. 63 Ídem. 64 Cfr. Calamandrei, Piero, Instituciones de Derecho Procesal Civil según el nuevo código, Ediciones Jurídicas Europa-América, Buenos Aires, (1962), pp. 391-392. 65 Ibíd., p. 391. 66 Cfr. Ibíd., p. 15. 24 los siguientes párrafos intentaremos establecer las relaciones que se dan entre ambas figuras, y también establecer las diferencias que las identifican. Para Chiovenda, "la primera y fundamental diferencia está en esto: que la preclusión limita sus efectos al proceso en que tiene lugar, mientras la cosa juzgada tiene fuerza vinculativa para todo proceso futuro" 67. Como podemos advertir el autor diferencia ambas figuras utilizando como criterio sus efectos y la forma en que estos se despliegan. Como primer acercamiento al tema tenemos que la preclusión produce efectos en el proceso en que tiene lugar, mientras que los efectos de la cosa juzgada se producen dentro del proceso en que tiene lugar y en todos los procesos posteriores. Entendido de esta forma, advertimos que esta figura se identifica sólo con una de las facetas de la cosa juzgada, con la denominada cosa juzgada en sentido formal. Recordemos que la cosa juzgada formal implica que la vía procesal se agota en un determinado momento, impidiendo su prosecución. En efecto la cosa juzgada formal se traduce en la prohibición de volver a discutir lo ya decidido en el mismo proceso. Es por esta razón que parte de la doctrina la ha considerado "la suma preclusión" o "la preclusión máxima", porque cuando el proceso ha llegado a su última etapa, sea por no haberse empleado los diversos recursos establecidos en la ley para impugnar una sentencia o por haberse agotado los permitidos, opera la preclusión, y el proceso no puede seguir adelante68. La regla de la preclusión tiene, evidentemente, caracteres comunes con la cosa juzgada, aun cuando no presentan una total equivalencia. Junto con haber establecido una similitud entre la cosa juzgada formal y la preclusión, también podemos señalar que la preclusión tiene una finalidad semejante a la cosa juzgada ya que ambas obedecen a razones de certeza y seguridad jurídica. Esto ha sido señalado por nuestra Corte Suprema, sentenciando que “debe reiterarse que las necesidades de certeza y seguridad jurídica son inherentes a la resolución de conflictos por medio del proceso, en lo que se basa la preclusión de la impugnabilidad de las sentencias, frente a lo cual se está en la especie"69. De esto se colige que la preclusión alcanza -al igual que la cosa juzgada formal- la firmeza o inmutabilidad de la sentencia, marcando el final de la gestión. 67 Cfr. Chiovenda, Giuseppe, Instituciones de Derecho Procesal..., ob. cit., p.215. Cfr. Departamento de Derecho Procesal Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales Universidad de Chile, "Revista de Derecho Procesal" (Nº 6), en: http://books.google.cl/books?id=HvRUirIrdpkC&pg=PA16&lpg=PA16&dq=preclusión+cosa+juzgada&sour ce=bl&ots=pH7YP-f_-G&sig=lfqqn0-hmc8wHDaAQCsSVHRqInU&hl=es-419&sa=X&ei=__8ULqLKYadiALo2YCgDQ&redir_esc=y#v=onepage&q=preclusión%20cosa%20juzgada&f=false, Visitado el 1 de Septiembre de 2012, p. 16-17. 69 C. Suprema, sentencia de 18 de marzo de 2008, dictada en recurso de queja, rol 6181-2007, (considerando. 46). 68 25 Ahora bien, una vez obtenida la última unión de preclusiones con la sentencia de término, la estabilidad (de ésta) queda sólo protegida al interior del proceso. El problema que surge es el siguiente: ¿qué sucede si el perdidoso, no conforme con el fallo, demanda igual y nuevamente ante otro tribunal? la preclusión, no podrá extender su acción a un ámbito procesal diverso de las impugnaciones y poderes procesales del caso particular. Es allí cuando se necesita una nueva figura, que cubra los espacios que deja la preclusión: la autoridad de la cosa juzgada70. ¿Desde cuándo corre está nueva protección?, Obtenida la última preclusión y quedando firme la sentencia al interior del proceso, entonces, y sólo entonces, la ley le atribuye específicamente a aquélla una inmutabilidad especial fuera del proceso, la autoridad de la cosa juzgada, de acuerdo al artículo 175 CPC. De tal manera que la preclusión se vuelve un presupuesto para la autoridad de la cosa juzgada71. Como podemos ver estos conceptos al parecer semejantes, alcanzan en este punto un rol de complementariedad. Como se advierte, ambas figuras: la preclusión y la cosa juzgada, cuando miran a la sentencia final, tienen por fin la estabilidad de la solución: la inmutabilidad del mandato judicial. Pero desde la perspectiva de los diversos casos particulares, tanto la inmutabilidad producida por la preclusión como la producida por cosa juzgada, tienen un disímil régimen jurídico y una diferente explicación. Una constituye un mero resultado mediante mecanismos procesales, la otra está constituida directamente por una institución que tiene un carácter autónomo del proceso que le da origen (aunque no independiente), precisamente pues busca proyectarse hacia eventuales terceros procesos72. Después de haber advertido las fronteras que corresponden tanto a la preclusión como a la cosa juzgada, debemos exponer que hay quienes rechazan la procedencia de la cosa juzgada respecto de lo que pudiendo ser alegado no se alegó, otorgándoles efectos preclusivos, sosteniendo que estos elementos no alegados no configuran cosa juzgada, viniendo a proponer que la preclusión basta para producir efectos razonables73. Es así como, una fracción de la doctrina alude a que aquellos argumentos fácticos y jurídicos que no han sido alegados por las partes pudiendo haberlo hecho no serían susceptibles de conformar cosa juzgada, lo cual permitiría que aquellos argumentos no aducidos pero aducibles logren alzarse en un nuevo proceso, permitiéndoles ser objeto de un nuevo debate y de una nueva resolución judicial, logrando recién en esta instancia la pretendida fuerza de cosa juzgada. 70 Cfr. Gandulfo, Eduardo, "Sobre preclusiones procesales...", ob. cit., p.150. Ídem. 72 Ídem. 73 Cfr. De Padura Ballesteros, María, fundamentación de la sentencia..., ob.cit., pp. 68- 99. 71 26 Esta salida nos parece acertada, ya que bajo el entendido de que la preclusión sólo produce efectos dentro del proceso; mientras que la cosa juzgada produce efectos dentro del proceso y además en los procesos posteriores, adherimos a esa fracción de la doctrina que señala que el objeto virtual del proceso, es decir aquellos hechos y fundamentos de derecho no deducidos en un juicio pero deducibles, sólo produce efectos preclusivos (dentro del proceso), y por lo tanto esos hechos y derecho no discutido en el proceso precluyen, lo cual implica que las partes podrán concurrir en en proceso ulterior deduciendo aquellos hechos no deducidos pero deducibles en el proceso anterior, por esta vía obtenemos la firmeza necesaria. 2.1- Preclusión y cosa juzgada virtual: inseparables al no ejercicio En lo concerniente a este punto nos remitiremos a la explicación ofrecida por Vallines quien relaciona la figura de la cosa juzgada con la preclusión en base al no ejercicio de una potestad jurídico-procesal. El autor nos entrega tres argumentos para demostrar que la preclusión es siempre resultado de un no ejercicio: En primer lugar, la raíz etimológica del término preclusión, ya que cuando alguno de los sujetos intervinientes en el proceso "tiene abierta la puerta" para la realización de un determinado acto procesal, dados unos determinados requisitos, "esa puerta se cierra" (claudit) delante (prae) de él. En cambio, cuando un derecho se ejercita la "puerta" que lo representa se "cierra" detrás (no delante) del sujeto procesal74. Siendo este el caso de la cosa juzgada. En segundo lugar, de la lectura de las diversas definiciones de preclusión que se proponen incluyen en la gran mayoría de los casos referencias al no ejercicio: "si no se realiza el concreto acto", "si no se verifica el acto", "actos que no se hayan realizado". En tercer lugar el argumento que el autor examina para sostener que no se puede hablar de preclusión sin «no ejercicio» se basa en la relación existente entre la preclusión y la cosa juzgada, más específicamente a la cosa juzgada virtual, para referirse a ésta el autor señala que la relación se da cuando se quiere justificar que el objeto de la cosa juzgada comprende no sólo lo juzgado o deducido, sino también determinadas cuestiones no juzgadas o deducibles 75. La cosa juzgada se proyectará, así, hasta un momento concreto: aquel momento procesal para el cual se pudieron hacer valer los elementos fácticos relativos al objeto del proceso. La determinación de ese momento constituirá, desde el punto de vista de 74 75 Cfr. Vallines García, Enrique, La Preclusión en el Proceso..., ob. cit., p. 43. Ibíd., p. 44. 27 las partes, una regla de preclusión: "utilicen vendría a decirse a éstas, los materiales fácticos que quieran entre todos los concernientes al caso del momento X, porque los que pudieren ser utilizados antes de ese momento y no lo fuesen, después se enfrentarían inútilmente contra la cosa juzgada"76. Encontramos que una cuestión que haya resultado juzgada en un proceso deriva del ejercicio de un poder procesal de plantear este asunto; en cambio, si existen elementos que, sin haber sido juzgados, integran el objeto de la cosa juzgada (objeto actual y objeto virtual), es porque las posibilidades procesales de plantear esas cuestiones no llegaron a ejercitarse. Es decir sólo se trae la preclusión al campo de la cosa juzgada cuando ésta se relaciona con la inactividad, con el no ejercicio de los poderes procesales77. Con ello, queremos poner de manifiesto, la nítida distinción que, en sentido estricto existe ente la preclusión y la cosa juzgada. Ésta se referiría siempre a lo no planteado (los poderes procesales no ejercitados), mientras que aquella, a lo efectivamente discutido, a lo juzgado como consecuencia del efectivo ejercicio de poderes procesales ya consumados. Si existe una relación más estrecha entre la preclusión y la cosa juzgada virtual o lato sensu -como la llama el autor-. Es más, la LEC acude a la ficción de que el objeto de la preclusión integra el objeto de la cosa juzgada virtual. Esto es, se da a la preclusión el mismo tratamiento procesal que a la cosa juzgada en base de considerar juzgado lo que en realidad, desde un punto de vista ontológico, no lo fue, pues no hubo pronunciamiento judicial sobre ello, a base de considerar juzgado lo precluído 78. Por lo que aseguramos que si bien existe una clara diferencia entre ambas figuras, cuando se trata de confrontar la institución de la cosa juzgada virtual con la de la preclusión, esta diferencia tiende a difuminarse puesto que ambas se producen como producto de un no ejercicio de una facultad procesal. 76 Cfr. De La Oliva Santos, Andrés, Sobre la cosa juzgada civil ..., ob. cit., p. 85. Cfr. Vallines García, Enrique, La Preclusión en el Proceso..., ob. cit., pp. 44-45. 78 Cfr. De La Oliva Santos, Andrés, Sobre la cosa juzgada civil ..., ob. Cit., p. 85 77 28 TERCER CAPÍTULO Límites a la aplicación de la cosa juzgada virtual I- El derecho de defensa y seguridad jurídica 1.- Aproximación conceptual al derecho de defensa De igual modo, durante la segunda mitad del siglo XX, surgió otro fenómeno de especial relevancia para el Derecho Procesal, a saber, el de la "constitucionalización de las garantías procesales", que ha venido a asegurar por vía de los textos constitucionales en el ámbito nacional, y de tratados y convenios supraestatales de derechos humanos en el ámbito internacional, un mínimo de garantías a favor de las partes, que deben presidir cualquier modelo de enjuiciamiento. Y a través del carácter normativo de estos textos, y de su aplicación directa e inmediata, esto es, su alcance jurídico-positivo, se pretendió evitar que el futuro legislador desconociese o violase tales garantías así como que el juzgador no se viese vinculado por las mismas en la dirección de los procesos79. Con el reconocimiento de los derechos humanos, el derecho a tener jueces, a ser oído y tener un proceso que cuente con todas las garantías, se ha incitado una notable evolución en el concepto de debido proceso, es así como de ser un derecho que se encontraba garantizado sólo en el plano legal ha pasado a ser protegido constitucionalmente. Esta protección se ve influida por una serie de principios y presupuestos que concilian con el argumento de que en ausencia de garantías procesales efectivas y certeras no hay posibilidad alguna de poder desarrollar y respetar los derechos fundamentales80. 1.1.- Situación en Chile El tema de la cosa juzgada virtual ha sido pobremente desarrollado por la doctrina nacional81, y es una figura que indudablemente debe relacionarse con el derecho de defensa. En nuestro país el derecho de defensa se encuentra regulado en nuestra Constitución Política de la República -en adelante CPR- de una manera implícita: mediante la forma del "racional y justo procedimiento" recogido en el artículo 19 Nº 3 de la CPR. 79 Cfr. Picó I junoy, Joan, "El Derecho Procesal..." , ob. cit., p.13. Cfr. Gozaíni, Osvaldo, "El debido proceso en la actualidad", disponible en: http://www.iidpc.org/revistas/2/pdf/73_86.pdf, visitado el 13 de octubre de 2012, p. 65. 81 Rosende Villar, Cecilia, "Efectos directos y reflejos de la sentencia", Revista chilena de derecho, vol. 28, Nº 3, 2001, p. 494. Esta autora nacional hace una breve mención a la figura de la cosa juzgada virtual, sosteniendo que la cosa juzgada se conforma en base a lo deducido y lo deducible en el proceso. 80 29 Nuestro artículo 19 N° 3 en su inciso sexto indica que: “Toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción debe fundarse en un proceso previo legalmente tramitado. Corresponderá al legislador establecer siempre las garantías de un procedimiento y una investigación racionales y justos”. Ante esto es menester explicar que se entiende por debido proceso, para así exponer como es posible compatibilizar la existencia del debido proceso con la seguridad y certeza jurídica. Este derecho asegura a los litigantes del proceso la posibilidad de contestar y refutar los argumentos aducidos por la contraparte. Esto se explica, en nuestro ordenamiento jurídico, como un principio constitucional de carácter general que fue plasmado como tal desde el génesis de la CPR, quedando de manifiesto al acudir a las actas de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución -en adelante CENC- donde se establecía en sus sesiones 101ª a 103ª que este principio constitucional se refiere a otras garantías no explicitadas en la norma, como por ejemplo: el examen y objeción de la prueba rendida, el emplazamiento de las partes, la existencia de recursos procesales, la fundamentación de las sentencias, entre otras garantías procesales 82. Es así como los comisionados repararon en la dificultad de definir el debido proceso, y en sus debates se limitaron a apuntar elementos que lo conforman, aún cuando uno de ellos dirá que la esencia del debido proceso está en una frase que expresase "previo oportuno conocimiento y adecuada defensa (...) porque ahí está todo el asunto"83. Así tenemos que el concepto de debido proceso o racional y justo procedimiento ha sido precisado por Bordalí como un principio procesal que opera como un "metaderecho" concerniente a un conjunto de derechos procesales mínimos más o menos detallados en la CPR y en tratados internacionales sobre derechos humanos como el Pacto de San José de Costa Rica y el Pacto de Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas, pero también funciona como un principio de carácter constitucional y como un concepto jurídico indeterminado que deberá ser precisado o colmado por los órganos a los que el sistema jurídico otorgue esta competencia84. Tenemos que a la expresión debido proceso en Chile se refiere a derechos procesales específicos reconocidos en la CPR de 1980 como lo son el derecho de 82 Cfr. Bordalí Salamanca, Andrés, “El derecho fundamental a un tribunal independiente e imparcial en el ordenamiento jurídico chileno”, en Revista de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Vol. 33, 2009, p.266. 83 Cfr. Tavolari Oliveros, Raúl, “El proceso civil chileno: Una lectura desde el debido proceso y la eficacia de la jurisdicción, de cara a la reforma”, en: Tribunales, jurisdicción y proceso, Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 1994. p. 6. 84 Cfr. Bordalí Salamanca, Andrés, “El derecho fundamental a un tribunal independiente...", ob. cit., pp. 267-268. 30 defensa85. Por lo que a pesar de no encontrar un reconocimiento constitucional explícito sí podemos afirmar que el derecho de defensa efectivamente se encuentra consagrado de forma implícita en nuestra CPR dentro del artículo 19 Nº 3. A nuestro concebir un reconocimiento de la cosa juzgada virtual propone una eventual afectación de este derecho de defensa, el cual implica tener la posibilidad de discutir los posibles argumentos jurídicos capaces de incidirles, y que por tanto la aceptación irrestricta de este concepto merece severos cuestionamientos desde la óptica del derecho de defensa. Si se le otorga fuerza de cosa juzgada a aquellos elementos que no han sido objeto de discusión, las partes se encontrarían en un estado de indefensión, debido a que la sentencia hace eficacia sobre extremos que no han sido objeto de debate, tanto fáctico como jurídico, a esto podemos agregar que las partes se ven impedidas de la posibilidad de deducir una nueva pretensión en base a estos elementos fácticos y jurídicos nunca antes discutidos. II.- Principio de bilateralidad y contradicción como elemento del derecho de defensa Al analizar las consecuencias de aceptar la procedencia amplia de una cosa juzgada sobre lo deducido y lo deducible en un proceso, nos encontramos ante una clara contraposición entre por un lado, la seguridad jurídica, por el otro, el principio de bilateralidad y contradicción. Como ya hemos señalado, el derecho de defensa se encuentra implícitamente consagrado en nuestra CPR a través de la cláusula de justo y racional procedimiento. Dentro de éste encontramos el principio de contradicción que supone que a cada una de las partes se le debe conceder igual cantidad y calidad de oportunidades o chances para intervenir, ya sea atacando, defendiéndose, probando, etc., esta posibilidad debe ser igual para ambas partes86. En otras palabras el principio de contradicción quiere decir que "a cada acción, posibilidad de reacción" 87. Este principio es de tal relevancia que la vigencia del derecho de defensa asegura a las partes la posibilidad de sostener argumentalmente sus respectivas pretensiones y rebatir los fundamentos que la parte contraria haya podido formular en apoyo de las suyas88, por lo que resulta innegable que la exigencia de un contradictorio 85 Ibíd., p. 266. Cfr. Fairén Guillen, Víctor, Doctrina general del Derecho Procesal, Librería Bosh, Barcelona, (1990), p. 36. 87 Ídem. 88 Cfr. Picóy Junoy, Joan, Las garantías constitucionales del Proceso, J. M. Bosch Editor, España, 1997, p.102. 86 31 es inherente a la estructura dialéctica del proceso, el cual debe sustanciarse en armonía con los derechos fundamentales. Este principio proviene de los adagios latinos "nemo debet inauditus damnari" y "auditur ex altera part" (óigase a la otra parte), e implica otorgar a todos los litigantes la apropiada oportunidad de audiencia y prueba. Esto quiere decir que antes de resolver una determinada petición, ésta debe dársele a conocer a quien va dirigida, posibilitando al sujeto ser oído y ser parte del proceso 89, en otras palabras este principio implica que las partes en el proceso, especialmente el sujeto pasivo, tienen derecho a conocer la existencia de una pretensión deducida en su contra, lo cual significa que las partes tendrán el derecho a defenderse y ser oídas. El principio de bilateralidad y contradicción tiene raigambre en la norma de derecho natural consistente en que "nadie puede ser condenado sin ser oído", sería un sin sentido concebir un sistema jurídico que no otorgue la garantía al demandado de que al ser parte de un proceso tendrá derecho decidir lo deducido en éste, y por tanto, tendrá el derecho a ser oído, esto debido a que el contradictorio es el único escenario en que se les permite a las partes actuar en un plano de igualdad, donde se les otorga los mismos derechos, evitando que una de ellas se encuentre en un estado de indefensión respecto a los dichos de la otra90. Este principio cuenta con un rol protagónico dentro de nuestro sistema jurídico ya que es considerado una contrapartida al derecho de acción, en palabras de Gómez "el derecho de contradicción es al demandado, como el derecho de acción lo es al demandante"91, nos encontramos ante un corolario del derecho de acción, ya que el derecho es el mismo, es a recibir una solución al conflicto, derecho a la jurisdicción por parte del actor y derecho a la jurisdicción también por parte del demandado92. Es oportuno señalar que el sujeto pasivo es libre de ejercer o no esta facultad, por lo que queda a discreción de las partes, es así como éste no está en la obligación de contestar la pretensión deducida en su contra, sin embargo, el legislador debe procurar dar cumplimiento a este principio, otorgando las posibilidades dentro del proceso para que el sujeto pasivo tenga las suficientes chances para contestar cada una de las pretensiones deducidas por el actor, no obstante, si esta posibilidad está dada y no se ejercita no quiere decir que el acto no tenga validez, lo que si se requiere es que se les haya dado la posibilidad de intervenir. 89 Cfr. Elena Assaf, Amalina. “El principio de Contradicción y las medidas cautelares”, Revista de Derecho Universidad de Valencia, julio-diciembre 2002, N° 10, en http://www.uv.es/~ripj/10ama.htm. visitada el 15/10/2012. 90 Gómez Lara, Cipriano, Derecho Procesal Civil, Sexta Edición, Colección Textos Jurídicos Universitarios, Oxford University Press México, México, 1998, pp. 59-60. 91 Ídem. 92 Ídem. 32 Para que se materialice el principio de bilateralidad y contradicción necesariamente deben existir iguales posibilidades de presentar sus exposiciones, iguales posibilidades de concluir o presentar alegatos y de impugnar mediante recursos las resoluciones que les sean adversas93. En el plano constitucional encontramos este principio en el artículo 19 Nº 3 CPR, pero además, hay autores dentro de los que destaca Cortez que señalan que la garantía constitucional de la igualdad ante la ley contenida en el artículo 19 Nº 2 CPR94, en el ámbito del proceso civil se traduce en los principios de contradicción y bilateralidad de la audiencia95. Evidentemente ambos principios pueden ser colegidos de numerosas disposiciones; sin embargo, es indispensable su consagración expresa. Es una verdadera exigencia del proceso jurisdiccional, como instrumento de la justicia, el postulado de que los distintos sujetos del proceso, es decir, quien solicita una decisión jurisdiccional y aquel contra o frente al cual tal decisión se solicita, dispongan de iguales medios para defender en el procesos sus respectivas posiciones. Claro está que igualdad procesal no implica que las partes sean iguales. Es evidente que no lo son 96. III.- La seguridad y certeza jurídica Se dice habitualmente que la cosa juzgada es un instituto de la razón natural o de derecho natural, impuesto por la esencia misma del derecho y sin el cual éste sería ilusorio; sin él la incertidumbre reinaría en las relaciones sociales y el caos y el desorden serían lo habitual en los fenómenos jurídicos 97. En base al derecho fundamental de defensa, la seguridad jurídica subyace como un importante valor, sin el cual el derecho de defensa giraría en el vacío, convirtiéndose en pura y vana retórica, consistente en una esfera concreta de derechos protegido contra cualquier ataque arbitrario98. El principio de seguridad y certeza jurídica, se ve justificado en la idea de la paz social, que exige, aún con perjuicio de la justicia, certeza en las relaciones humanas; de 93 Cfr. Couture, Eduardo, Estudios de Derecho Procesal Civil Tomo I, Tercera Edición, Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1989, pp. 58-67. 94 Cortez Matcovich, Gonzalo, “Algunas consideraciones sobre el régimen de contradicción de las medidas precautorias”, Rev. Derecho (Concepción), julio-diciembre 1999, N° 206, año LXVII, p. 93. 95 , p.16. 96 Cfr. Benítez Ramírez, Eugenio, "Reflexiones en torno...", ob. cit., pp. 591-592. 97 Cfr. Couture, Eduardo, Estudios de Derecho Procesal..., ob. cit., p. 405. 98 Cfr. De la Oliva Santos, Andrés, Proceso Civil, Hacia una nueva justicia civil, Editorial jurídica de Chile, Santiago, (2007), p. 296. 33 este imperativo nace la necesidad de atribuir al fallo judicial, cualquiera que fuere su contenido, el carácter de indiscutible, irrevocable o inmodificable 99. De no existir este principio nos encontraríamos en la constante incertidumbre de saber que aquello que ha sido declarado por el juez puede ser dejado sin efecto por un pronunciamiento posterior; acudir a un tribunal como una forma efectiva para la solución de los conflictos sería por decirlo menos insuficiente. Es por esto que el nivel de plasticidad del derecho de defensa frente a instituciones que intrínsecamente existen para dar seguridad y certeza jurídica para afianzar la justicia en el proceso, constituye la clave de bóveda del funcionamiento del sistema procesal y determina el nivel de eficiencia de la respuesta jurisdiccional en el caso concreto100. De lo anterior se puede extraer que el derecho de defensa cede frente a la seguridad jurídica, lo cual otorga sentido y firmeza al sistema procesal. Por esta razón es que el principio de seguridad jurídica se ve instrumentalizado por mecanismos jurídicos como la cosa juzgada. En Derecho Comparado, una parte de la doctrina señala como fundamento e incluso como función esencial de la cosa juzgada la de constituir un medio para la consecución de la seguridad jurídica. Autores como Carnelutti consideran que la cosa juzgada es un exponente de la pugna entre la seguridad jurídica y la justicia, sosteniendo que el costo de la seguridad jurídica es el mantenimiento de una sentencia materialmente injusta, pero basada en la autoridad de cosa juzgada101. Herrero señala que la eficiencia y las garantías deben estar balanceadas, esto quiere decir que las garantías no deben ser suprimidas y tampoco puede ser que las garantías sean tantas y tales como para lograr hacer ineficiente la resolución, ya que el exceso de garantías termina sofocando la funcionalidad del proceso102. El garantísmo exacerbado puede originar la ineficacia del proceso, y la eficacia extrema puede propiciar la vulneración de las garantías básicas. Por ello, el debate garantísmo-eficacia no debe plantearse en términos de prevalencia de uno sobre otro, sino de compatibilidad, esto es, debe buscarse la máxima eficacia del proceso respetando las garantías procesales103. Tal como se pudo observar, el problema que se identifica es la existencia de una rivalidad entre el valor de la seguridad jurídica, que es propio de la institución de la cosa 99 Cfr. Pereira Anabalón, Hugo, “La prueba en el recurso de apelación civil”, Revista de Derecho y Jurisprudencia, Nº 6,, p.19. 100 Cfr. René Herrero, Luis, El derecho a ser oído. Eficacia del debate procesal, debido proceso, RubinzalCulzoni Editores, Buenos Aires, (2003), p.96. 101 Cfr. Carnelutti, Francesco, la certeza del derecho, trad. S. Sentís Melendo, Vol. Buenos Aires, (1994), p.42. 102 Cfr. René Herrero, Luis, ob. cit., p. 97. 103 Cfr. Picó y Junoy, Joan. Las garantías..., ob. cit., p. 28. 34 juzgada y el derecho de defensa, que tal como proponemos a lo largo de este trabajo se podría ver mermado si aceptamos la procedencia de la cosa juzgada virtual. Couture afirma que si bien es verdad que en el sistema de derecho la necesidad de certeza es imperiosa; la necesidad de firmeza debe ceder, en determinadas condiciones, ante la necesidad de que triunfe la verdad 104. Nos parece imprescindible sostener que el derecho de defensa de las partes es un elemento indispensable dentro del funcionamiento de la maquinaria jurídica y que sin éste el despliegue de la actividad jurisdiccional carecería de un componente básico. Tal como hemos sostenido a lo largo de esta investigación, el derecho de defensa consagrado implícitamente en nuestra constitución mediante la forma de "racional y justo procedimiento" se encuentra integrado por el principio de contradicción y bilateralidad, lo cual implica que para dar cumplimiento al derecho de defensa es necesario otorgarles la posibilidad a las partes de conocer la existencia de una acusación en su contra, el contenido de dicha acusación y además darles la posibilidad de refutar dichos planteamientos, por lo cual consideramos, que de aceptar la procedencia de la figura de la cosa juzgada virtual estaríamos vulnerando el derecho de defensa. La aceptación amplia de la doctrina de la cosa juzga que cubre lo deducido y lo deducible, y más allá, la positivación de ésta en un texto legal como ocurrió en España no está exenta de problemas, ya que genera indefensión en aquellos casos en que, se carga sobre la espalda del litigante el pesado lastre de configurar, en un escrito dirigido al tribunal, todo el componente jurídico que, considerado el caso concreto, sea inescindible contra el demandado105. Es por este motivo que consideramos que la forma más acertada para dar cumplimiento a este derecho fundamental, es no aceptar la procedencia de la cosa juzgada virtual, y tal como se esboza en el proyecto de reforma al Código Procesal Civil, flexibilizar los requisitos para que proceda la cosa juzgada, y de esta forma otorgarle al juez una prerrogativa que le permita, al verse enfrentado a un caso en que la procedencia de cosa juzgada es dudosa, resolver en base a esos requisitos según lo que el caso concreto amerite, todo esto debido a que el derecho de defensa de las partes cumple un rol preponderante. 104 Cfr. Couture, Eduardo, Estudios de Derecho Procesal..., ob. cit., pp. 405 - 406. Álvarez, de Toledo Quintana, Lorenzo, "El levantamiento del velo y el Principio Dispositivo en el Proceso Civil Español", Disponible en: http://portal.uned.es/pls/portal/docs/PAGE/UNED_MAIN/LAUNIVERSIDAD/UBICACIONES/06/PUBLICAC IONES/REVISTA%20DIGITAL%20FACULTAD%20DE%20DERECHO/NUMEROS%20PUBLICADOS/NU MERO%20V/2º%20PREMIO-LORENZO%20ÁLVAREZ%20DE%20TOLEDO%20QUINTANA.PDF, Visitado el 1 de Septiembre de 2012, pp. 15-16. 105 35 Lo anterior no es óbice para considerar procedente y del todo procedente la cosa juzgada implícita, ya que consideramos que esta figura no atenta en contra de los principios analizados, ni mucho menos vulnera el derecho de defensa de las partes, ya que no nos encontramos en presencia de una ficción jurídica que atribuye efectos de cosa juzgada a extremos no discutidos por las partes, más bien; produce efecto de cosa juzgada respecto de lo que efectivamente comprende la sentencia, aunque de forma implícita y sobre lo cual ha habido debate. 36 Conclusiones 1. La cosa juzgada virtual, es aquella que recae no sólo sobre los hechos y el derecho que ha sido efectivamente debatido en el proceso, y sobre el cual se ha dictado sentencia, esta cosa juzgada también despliega sus efectos de inmutabilidad sobre aquellos elementos fácticos y jurídicos que habiéndose podido aducir en el pleito no se alegaron. 2. El estado investigativo en que se encuentra la figura de la cosa juzgada virtual es disímil, el escenario se presenta de diferente forma si analizamos la situación doctrinal en el Derecho Comparado -España- a si analizamos la situación doctrinal en Chile, ya que en el primer caso encontramos que la figura se encuentra legalmente consagrada, lo cual ha provocado un incremento de la discusión doctrinal en torno al tema, es decir, la doctrina aunque de forma insuficiente se ha hecho cargo del asunto. En Chile, en cambio la doctrina se ha referido en forma muy exigua al tema. 3. Existe una clara diferencia entre la cosa juzgada implícita y la cosa juzgada virtual. La cosa juzgada implícita es aquella que comprende lo que está implícita pero necesariamente negado por la afirmación contenida en la sentencia, y además lo que esté implícita pero necesariamente afirmado por la negación que la sentencia pueda contener. Mientras que la cosa juzgada virtual es la que se produce a partir de aquello que no habiéndose deducido en la demanda, pudo deducirse. Es decir sobre hechos no discutidos por las partes. 4. Encontramos que existe tensión entre la cosa juzgada virtual y el carácter privado del objeto del proceso, el cual se traduce en el principio dispositivo, ya que impide el correcto ejercicio de la facultad -exclusiva- de las partes de fijar y limitar el objeto del proceso. La inclusión en nuestro sistema jurídico de una institución que produzca cosa juzgada en torno a hechos y derecho no introducido por las partes no se encuentra en armonía con este principio inspirador del proceso civil. 5. El concepto de preclusión muchas veces es confundido con el de cosa juzgada, no obstante, la figura se identifica sólo con una de las facetas de la cosa juzgada, con la denominada cosa juzgada en sentido formal, sin embargo, es patente que poseen una finalidad semejante ya que ambas obedecen a razones de certeza jurídica. La importancia de este tema radica en que parte de la doctrina señala que la cosa juzgada virtual sólo posee efectos preclusivos, lo cual implicaría que sólo tendría efectos en el proceso en el cual tuvo origen, por el contrario si entendiéramos que estos hechos y derecho no deducidos pero deducibles producen cosa juzgada entenderíamos que este 37 efecto se proyecta a todos los procesos posteriores. Adherimos con la parte de la doctrina que otorga efectos preclusivos a estos elementos no deducidos pero deducibles, ya que consideramos que el efecto preclusivo es suficiente para otorgar seguridad jurídica, logrando ir en consonancia con los principios inspiradores del Derecho y con el derecho de defensa. 6. Hemos identificado que la institución jurídica de la cosa juzgada virtual posee límites, los cuales se encuentran conformados preponderantemente por el derecho de defensa, éste se encuentra consagrado en Chile de forma implícita bajo la fórmula de racional y justo procedimiento en el artículo 19 Nº 3 de la CPR. Dentro del derecho de defensa encontramos albergados los principios de bilateralidad y contradicción, los cuales podrían verse seriamente afectados si aceptáramos la procedencia de la cosa juzgada virtual, esto es debido a que las partes no tendrían lugar para plantear sus alegaciones y defensas respecto a aquellos extremos que pudiendo haber sido planteados en el juicio, no lo fueron. Lo anterior deja a las partes en un verdadero estado de indefensión, ya que los obliga a deducir todos los posibles e incluso inútiles argumentos de hecho y de derecho, so pena de no tener la posibilidad de plantearlos en un juicio posterior. 7. Consideramos que existe tensión entre el derecho de defensa y el principio de seguridad y certeza jurídica. De esta investigación se desprende que si bien los dos principios mencionados están dotados de una importancia práctica innegable para la estabilidad de nuestro sistema jurídico, no es concebible que el derecho de defensa ceda ante ellos, ya que esto implicaría dejar que los individuos se someten a la jurisdicción en un estado de indefensión. 8. Consideramos que la forma más acertada para resguardar el derecho de defensa, es no admitir la procedencia de la cosa juzgada virtual, y tal como se esboza en el proyecto de reforma al Código Procesal Civil, flexibilizar los requisitos para que proceda la cosa juzgada. Por esta vía otorgarle al juez una prerrogativa que le permita resolver en base a esos requisitos; según lo que en el caso concreto se presente, esto es debido a que el derecho de defensa cumple un rol superior en nuestro sistema jurídico. Lo anterior no implica que no consideremos procedente la figura de la cosa juzgada implícita, ya que estamos de acuerdo con la doctrina mayoritaria en que esta no afecta el derecho de defensa, ya que las partes tuvieron opción de discutir tanto los hechos como el derecho sobre el cual recae la sentencia, sólo que lo que allí se decidió no se encuentra de forma patente, sino implícitamente. 38 Bibliografía 1- Alcalde Santos, José, "La interpretación jurisprudencial del artículo 400 de la LEC", disponible en: http://noticias.juridicas.com/articulos/60Derecho%20Procesal%20Civil/200805544844644645547.html, visitado el 11 de noviembre de 2012. 2- Álvarez, de Toledo Quintana, Lorenzo, "El levantamiento del velo y el Principio Dispositivo en el Proceso Civil Español" Disponible en: http://portal.uned.es/pls/portal/docs/PAGE/UNED_MAIN/LAUNIVERSIDAD/UBICACI ONES/06/PUBLICACIONES/REVISTA%20DIGITAL%20FACULTAD%20DE%20DER ECHO/NUMEROS%20PUBLICADOS/NUMERO%20V/2º%20PREMIOLORENZO%20ÁLVAREZ%20DE%20TOLEDO%20QUINTANA.PDF, Visitado el 1 de Septiembre de 2012. 3- Auto de la Audiencia Provincial Barcelona (secc. 4º), en el auto Nº 177/2005, de 15 de noviembre, Nº rec. 594/2005 (presidente. 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