BOL flovisla alnncn - Hemeroteca Digital

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Publicación
CÍE N CIA
«¡uincenai
S O C I O L O G Í A
y A R T
fste Revista es ¡a más avanzada de España y tiene
corresponsales literarios en
VIENA,
BERLÍN,
LONDRES,
PARÍS.
SANGHAl,
SOFÍA,
CONSTANTINOPLA
y BUCAREST,
que tratan los asuetos de
más actualidad e interés,
que, en política, diplomacia,
economía, sociología, ciencia y arte, se ventilan en el
mundo
••[•••/
lector, cuanto en esta publicación veas escrito contrarío a tus
opiniones, en ella misma puedes refutarlo
^'Anuneo U 9
50 céniimotf
t d* enmeo Om 1990
iE«li«:M»nes « l « **%^sa R c ^ W s t a in«MM:4. « «
EL ULTIMO QUiJOTE. F«5<fcrico Uralea. .
RENACER, Federico Urales
. . .
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SEMBRANDO FLORES, Federi;o Urales. Económica
SEMBRA.VDO F],ORES, Federico UralcK. Ilustra da. ;
LOS HIJOS DPX .UIOR, Federico Urales.
LOS GRANDES Í>ELINCÜENTES. Federico Urales
LAS ^lARTIRES, Federico Urales. . .
LA VICTORIA, Fedtnca Mantseny. . .
EL E I J O D E a . A R . \ , Federica Montseny.
Li\ INDOMABLE, Federica Montseny .
. .
LA REACCIÓN Y L \ REVOLUCIÓN, Pi y Mar gaU
. . .
EL AVENTURERO D E AMOR, Han Ryner
.
NÁUFRAGOS, A. del VaUe
LA MUL.ATA, A. del Valle
.
CANTIGA DE MüNT/iÑA, Elias Garda.
FLOR DESHOJADA, Federico Urales. . ., .
.
AL&L\N.\QUE DE'LA NOVELA IDEAL" ro'7
ALMANAQUE DE "LA NOVELA IDEAL"! 1928 .
"LA NOVELA JDE/U.", Trece tomos. El tomo
"LA REVISTA BLANCA", Seis ÍOOTÍDS. El tomo
JF^US ES U'N MITO. George Brandes.
EL INGENIOSO H I D A L G O MIGUEL CERVANTES. ílíin Ryner
LOS pEI'ORTADOS, '^*iaries M?Jato. .
ELÍSEO RECLUS. La -«ida de un sabio justo y rebaide Max Nettíau, dos tomos. Uno.
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EL CEMENTO, Fedor Gladkov . . . .
é'-T LA GRAN REVOLUCIÓN, por Pedio Kropotkin. £1 cuaderno, o'so ptas. La obn
TEATRO DE LA REVOLUCIÓN, Ronoaín
ea tela
Rolland
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HISTORIA
DE LA TIERRA, por Carlos
DIOS y EL ESTADO, IV tamo d? las obras
Sauerweiii
completas d^ Migad Bakunín, con prólogo
áff Mas Nettlao
3 ' _ EVOLUCIÓN DE LOS SERES VIVIENTES, por Rubén y l a Verne
RAFAEL BARRET. SU OBRA. SU PREDICA. SU MORAL, Forteza. En rústica, 2'— LAS RAZAS HUMANAS, por Geotses Enguerrand
ESBOZO DE UNA FILOSOFÍA DE LA
DIGNID.\D HÜMAI'ÍA, P. GiUe . . .
3'— COMO SE FORMA UNA. INTELIGENCIA, Doctor Tculouse
LA REVOLUCIÓN SOCIAL EN FRANCIA, M. Bakunín. Tres tonans, cada uao.
^^ PLANTAS QUE CURAN Y PLANTAS
QUE MATAN, por Pío Arias CarvajaL
CARTILLA de la Escuela Moderna . . .
i'jo
En rústíca, 3 ptas. Eki tela
CORRESPONDENCIA ESCOLAR . . .
3'—
VIDA DE jESUS, por Ernesto Renao. Ea
E2L CABALLERO DE LA BARRE, M. Zerústica, 2 pUs. En tela
vaco. Tela, 5 pta3. rústica
4'—
LOS APOSIXILES (Segunda ¡arte de "La
^ HOMBRE Y LA TIERRA, por EÜseo
vida de Jesús".) Dos tomos eo rústica, 4
Roclus. H cuaderno, ©'75 ptas. Seis toptas. Ea tela
DQOs eo tela
iSfir*—
LA RELIGIÓN AL ALCANCE DE TONOCIONES SOBRE LAS PRIMERAS
EDADES DE LA HDMANLDAD . . . 3'—
DOS, por R. K. de Ibarreu
KL eOMBRf: PREmSTORIOO, por S.
EL ORIGEN DE LA VIDA, por J.M.
Zaborowskí. En rústica, a p«M. En tda .
Pargan»
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LAS A V E N T Ü K A S DE NONO, par J.
EVOLUCIÓN DE LOS MUNDOS, por M.
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LA REVISTA BLANCA
SOCIOLOGÍA, CIENCIA Y ARTE
A Ñ O vil—3."úi)!>ca
Administración:
Nú.M. 159
líarcelona,
i cfc^^mí^jie 1030
Número suelto : o'50 ¡¡tas.
Suscri|)ción : 3 ptas. trim.
í i u i n a r d ú, ;Í 7
suiTi;ikitio
El individualismo
y la solidaridad
humana:
Kcderico Urales. ~ lina mujer y un
niño: Federica Montseny. - El Canadá
ea una de las raras
resfiones
donde
se
ftraclica
la caxa def ortiva.
- Eas ciencias
y «I fsluralisnio:
lian Rym r. - El fcario y el estroncio
en las tierras
de labrantío.
- Eaa niayon'ías
no son
elemen"
tos de progreso:
Soledad (jiistavci. - Sobre el coraxén
y el descubriimionlo
de tn
circulación
de la sangi'e:
Dr. Francisco IV^zcz (^uadi ado. - Sobme los orígenes
dlel
crislianisnto:
Aüicrto Dauza;. - El retomo..,
dis los buenos
lietnpos:
Antonio Kslévjz.
•. El su&ño de Jfuanilo:
Aiiiián del \':\\U\. ~ Suero
artificial
y betnorratfias.
~ IMaiuva1eT.a de la vida: López,,! ir^ ña.
TRIBUNA DE CltlTEitlOS OPIIISIOS
li';i:;l!lii!i!l!ilii¡lllllliiii¡iill!l!l!i
6'I itMdtividlualistnc
y la sclidavidad.
L estudiar el ideal de lüigen Relyis
(nuestro ilustre colaborador es rumano ( I ) ; al estudiar a iíug'en Reliáis nos <'ncontramos ante una nueva modalidad dentro del socialismo: del arliculo de
nuestro am¡};-o se deduce C]ue su autor es
individualista en (-1 socialis-no no anarquista.
Esta fué, al menos, la impresión (¡uc nos
produjo la lectura del articulo que nos
ocupa.
^I'uede darse caso tan extraordinario?
Puede darse a condición de que se estime
ni anarquismo reñido con la soliiiaridad humana y de que se conciba im individualismo
imposible de ser hermanado con la acción
de ciertos individualistas.
l'ara que nucístros lectores vean si son
lópicas ¡as deducciones (pie hemos sacado
del artículo en cuestión, reproducimos las
líneas (¡ue dan lupar a las presentes:
«I'"l individualismo excesivo depencra en
anarquismo. De todas las profesiones de fe
anarquistas, sólo el razonamiento de Stirner en «El Único y su propiedad», o mejor, sus derechos y las investig-aciones teóricas de Bakounine, de Klíseo Reclús, de
Jean Grave, Pierre Ramus y Max Nettiau
A
(I)
Léa^c f.\í nrlírulo del número anterior.
'llillili:l!l!lll!ilil!ill!Kl
üilililiiiÜii^
buwtJiana
pueden entrar en lo que se llama método
individualista.
»La mayor parte tic los «anarquistas»
no son m á s que «vos» hipertrofiados. Y
de iíjual modo para mejorar la sociedad comienzan por destruirla. Deseando ser cada
uno un universo libre, no obedeciendo más
<|ue a sus propios imperativos, se declaran
contra toda org-anización, contra foda evolución natura! y social. Los pseudo-anarquislas forman esa categoría de desespera(los que llegan a negar la vida obstinándose en afirmar su personalidad.
»Lo rt'petimos: anarquismo no es siempre individualismo. líl individuo puede ser
célula (MI el organismo y ser, al mismo liempoj una unidad autónoma en armonía con
la unidad suprema de la especie. lín el dominio intelectual el anarquismo es una a c titud m á s bien pasiva, próxima al escepticismo y al pesimismo. Kn el arte y en el
dominio de la cultura, da lugar a resultados
análogos a los del anarquismo activo en el
dominio social. Provoca la reacción, q u e ,
a su vez, entorpece la evolución natural de
la cultura y de la sociedad.»
Ln lo copiado K u g e a Relpis parece que
va, no contra el anarquismo en general,
puesto que admite tas ideas de sus teóricos, sino contra cierta clase de individualistas anarquistas. Pero al colocar entre el
346
individualismo «que no degenera en anarquismo» a Elíseo Reclús, y a sus compañeros, califica de individualismo a la obra de
potencia individual más caracterizada del
anarquismo. En cambio, los anarquistas
que podríamos llamar de segunda potencia
intelectual, que llevan a la práctica de una
manera independiente y al margen del que
llamaremos grueso del ejército por llamarlo
de algún modo, no amoldándose a las posibilidades de las leyes burguesas, sino batallando contra ellas, forman, según Eugen Relgis, un anarquismo que deviene,
«degenerado», del individualismo.
Es peregrina la coincidencia. Cuando
Lombroso quiso colocar al anarquismo dentro de las teorías morbosas, separó la misma obra intelectual anarquista que hoy separa Eugen Relgis del individualismo que
él estima morboso y que, por morboso,
•degenera en anarquismo» ?
Esto es, Lombroso decía: El anarquismo
•es una degeneración de la idealidad v el
anarquista un individuo degenerado; pero
en este caso de anarquismo y de anarquistas degenerados no entran Elíseo Reclús,
Pedro Kropotkine, Carlos Malato y Jean
Grave.
Lo mismo viene a decir ahora Eugen
Relgis, al querer formar, dentro del socialismo, un individualismo «sano». A Lombroso no se le alcanzó lo que tampoco se
le alcanza a Relgis: Que aquellas figuras,
con sus mentes y su labor, constituían el
anarquismo y que si separamos la obra de
aquellos hombres del anarquismo «morboso» y «degenerado», separamos a todo el
anarquismo de la morbosidad, para agregarlo a la evolución general filosófica y
política del mundo.
Porque, si éste era el anarquismo sano
para Lombroso y éste es el individualismo
que no degenera en anarquismo, según Eugen Relgis, ¿dónde estarán las ideas y los
hombres morbosos del individualismo «que
degenera en anarquismo» ?
Todo el artículo de nuestro estimado autor tiende a demostrar que su individualismo, como el del helénico Han Ryner, otro
insigne colaborador de LA REVISTA
BLANCA, puede muy bien armonizarse con
el humanismo y el anarquismo, no. Error,
porque la base del anarquismo es, precisamente, la solidaridad humana universal.
Si queremos que haya un anarquismo sano
V otro morboso, hemos de querer lo mismo
con respecto al individualismo morboso de
Nietszche. Ya veremos luego a qué se *e-
LA REVISTA BLANCA
duce el individualismo que «degenera» en
anarquismo.
Es puramente personal la opinión de que
e! individualismo exagerado, «degenera»
en anarquismo. Quizá estaría más acertado decir que el anarquismo exagerado degenera en individualismo. Pero, en este
caso, habríamos de considerar al individualismo tal como nuestro sabio autor considera al anarquismo y no haríamos más que
invertir los términos. No obstante, el hecho
de estimar que el anarquismo exagerado se
convierte en individualismo, tendría, de su
parte, la evolución del anarquismo, colectivista primero, comunista después y ahora
con vistas a la formación de personalidades de conceptos universales y siempre sin
acabar, o creyendo que siempre habrá cosa
mejor.
De suerte que en todo caso el anarquismo no seria una consecuencia del individualismo, sino el individualismo una consecuencia del anarquismo, si es que puede
existir—nosotros lo negamos—un anarquismo que no sea individualista, dentro de la
solidaridad humana que va estableciéndose
V que el socialismo establecerá.
Menospreciado el anarquismo, de una
parte, por sus luchas (todo ideal se gasta
luchando), y de otra, por los que lo han
llevado a la práctica sin esperar a que la
mayoría de los hombres esté conforme con
él, diríamos de una manera antijurídica,
admitiendo la palabra en el sentido de convenio, los individualistas humanistas de talla intelectual pretende» constituir un anarquismo que se llame de otro modo. Nos parece una equivocación un tanto interesada.
No discutiremos la conveniencia que para
algunos intelectuales individualistas sería
profesar un anarquismo que no tuviera ninguno de sus peligros; discutimos, sólo, la
justicia de su creación.
Las naciones europeas, primero, y luego
las americanas, han pasado por un período
de cristianismo, con o sin Cristo, que esto
no nos interesa. Durante los primeros siglos de gestación doctrinal, hubo cristianos
de idea y cristianos de acción. Estos, los
mártirts; aquéllos, los teóricos adaptados.
Para mayor afrenta, se mató a Cristo,
admitiendo su existencia, entre dos ladrones. Para mayor afrenta, también, en los
edictos que los emperadores romanos publicaban contra los cristianos, no se hada
ninguna suerte de distinción entre éstos y
los criminales comunes y vulgares. Se les
incluía a todos en una misma persecución.
Los que querían poner inmediata e integramente en práctica las ideas del cristianismo, eran condenados a muerte de mil
LA REVISTA
BLANCA
347
emancipación integral del individuo que algunos llaman el «yo», dentro de la humanidad.
¿Puede producirse la emancipación total
del «yo» dentro de la humanidad, sin que
ésta salga dañada por el interés individual?
Esta es la cuestión de las cuestiones; la
que separa los anarquistas de los socialistas y la que detiene a muchos dentro del
comunismo y del socialismo de Estado.
Para nosotros no hay duda. Para nosotros es tan claro que el individuo puede
armonizarse con el bien común, que el que
no armonice con ése bien, no es el individualismo que tiene por fuente el socialismo
anarquista.
Quien sujete a los demás individuos a las
conveniencias de su personalidad, es un
pobre diablo que se estima individualista
porque ha leído a Nietszche y porque ha
cogido de Nietszche la parte morbosa de
su Zarathustra.
El individualista dentro de la sociedad o
dentro de la comunidad o dentro de la colectividad o dentro del universo, el verdadero individualista, no puede nutrirse de
fuerzas ajenas. Si se nutriera de ellas, sería un individualista burgués, esto es, parásito.
En cuanto el individualista de Nietszche,
entendíase que había de nutrirse a expensas de los otros seres humanos, fuesen débiles, fuesen enfermos, fuesen apocados, era
un individualista parásito, es decir, un individualista de sentido burgués.
El individualista es potencia propia, capacidad propia y si no tiene bastante con
su potencia y su capacidad y ha menester
de la de los demás para vivir, deja de ser
individualista en sentido anarquista, para
Discútame» y discutámoslo brevemente, serlo en sentido parásito.
SI puede existir un individualista humano
El individualista que no puede vivir de
luera del anarquismo y si puede haber un su propia substancia, de su propia potenanarquismo que no sea individualista. Esto cia, de su propio trabajo; el individualista
es, de potencia y de independencia perso- que ha de nutrirse a expensas de la especie, matando débiles y enfermos o explo.Nos encontramos, primero, ante la defi- tando a sus semejantes, es un individualis" ' ^ ' ° " 5^e la palabra. ¿Qué es individualis- ta antisocial, débil, dañino e injusto. Tal,
mo t" No puede haber tantos individualis- el individualismo de Nietszche; tal, el inmos como individualistas, como tampoco dividualismo de los millonarios; tal, el inpueden existir tantos anarquismos como dividualismo de los grandes capitanes.
Wnl'"^"'^'*^- ^ s preciso que exista un deEl individuo anarquista, y tiene que ser
n«í^f ^ °'" '^'^'"'in Paí-a todos los individua- anarquista para ser de humanidad, de bien
1 , iJ ^"."*í"e todos tengan un sentido de común, porque el individualista que no sea
LV^^ diferente, sentido que no nacerá del anarquista es burgués, es parásito, es de
„ ; ^ ° ° u-^ opinión de cada uno, sino de su los que opinan que los demás han nacido
riivtí° i °'*^^'^°' «'SO de que la opinión in- para ponerse a su servicio; el individualistZ^u,"1° .^^ ya "na consecuencia del es- mo anarquista, repito, emancipa al hombre
tado biológico de cada uno.
de la tiranía ajena, aún de la tiranía de
«•ntenderemos por individualismo la buena voluntad, y opinando nuestro indivi-
formas y maneras. Los que, un poco más
astutos e inteligentes quizá, pero también
un poco más cobardes, digámoslo francamente, se sentían cristianos, pero no mártires, iban teorizando y capeando el temporal. Es nuestro caso.
Los teorizantes nos sentimos anarquistas, pero no tan precipitada ni tan íntegramente que, por nuestras ideas, vayamos a
perder la vida. En cambio, los hombres de
acción, que no teorizan tanto, pero que
obran más, no queriendo esperar a que la
fruta se caiga de madura, sacuden el árbol para hacerla caer o se suben a él para
cogerla, levantando con ello las iras de los
que tienen la misión de guardar el huerto
del privilegio y los recelos de sus teóricos.
Y en este trance lo que habríamos de hacer fuera armonizar los temperamentos, que
si, sin los cerebros, los brazos poco valen,
sin los brazos los cerebros no valen mucho
más.
'
Por estas consideraciones y por otras que
se irán exponiendo, lo mejor será que tengamos el valor de nuestras convicciones,
que cada cual haga de su capa un sayo,
y SI los anarquistas de acción comprometen a los teóricos del ideal, como los cristianos de acción comprometían a sus sacerdotes, no hemos de culpar a los que han
tornado en serio nuestras doctrinas, sino a
los poderes, que no saben distinguir, y
que, algunas veces, no les conviene distinguir.
Además y en último término, hemos de
fer tan fuertes moralmente que no ha de
importarnos las acciones de nadie. Nosotros hemos de ser nosotros y nadie más.
348
dualista que él no nació de si mismo, opina
también que él no es producto contrario a la
humanidad, sino que es de la humanidad y,
por tanto, que a la humanidad se debe.
He aquí la base del humanismo y del individualismo anarquista.
De la sociedad, nuestro individualista no
quiere más que libertad y a cambio de esta
libertad no exige servicios. Al contrarío, los
da, porque el individualista de potencia propia, de capacidad propia, no es un superhumano, no quiere ser un superhumano;
pero es y quiere ser un superproductor.
Riámonos de los individualistas que empiezan por querer sacrificados a su «yo„
Son unos pobres diablos más débiles qué
aquellos a quienes han elegido por víctimas de su superhombría. Tal Nietszche, pobre ser que para «ser» había de chupar sangre de impotentes, sin que se chupase la
suya, de un individualismo puramente literario, sementera de vanidosos y de tontes
que se subió a la cabeza de la mayoría de
los alemanes, cegándoles y enloqueciéndolos.
Claro, si tenemos del mundo una concepción ciudadana, mercantil, mecánica y cerebral, no comprenderemos más individualismo
que el que se nutre de sus semejantes, o, en
caso superior, que el que, para vivir, necesita de servicios recíprocos y de conveniencias mutuas. Esto es, un individualismo forzosamente humano; no humano por
libertad ni por voluntad. Humano por conveniencias mutuas; no humano por potencia moral y por potencia física.
En este caso, nuestro individualismo es
socialista, porque necesitamos de la sociedad y porque la sociedad necesita de nosotros. Es un individualismo ayuno de fuerzas espirituales.
Pero el individualista ha de tener horizontes más amplios y universales y más
cantidad de fuerzas morales.
No hemos de ser individualistas antiburgueses, antiparásitos, individualistas humanizados, porque la vida social y la ayuda
social no sean necesarias. Hemos de serlo
porque la sociedad necesita de nosotros y
nosotros no necesitamos de ella más que
nos deje libres y tranquilos que ya cumpüremos con nuestro deber. Una fuerza si
queréis biol<%-ica, si Queréis racional, 'nos
obligará a ello.
Este es el individualismo de fuerzas morales y este es el individualismo anarquista.
Donde hay que ser individualistas y dool
de útúcamente se puede ser individualista
LA REVISTA
BLANCA
de fuerzas y de potencias físicas y morales,
no es en una ciudad, donde todos los servicios están montados; ni en una fabril»»
donde todo está especializado y todo concurre a un mismo fin o a una misma obra.
Tampoco es ante las cuartillas que nos han
de facilitar lo que para vivir nos falta hoy
y quizá mañana, también; sino en medio
del universo, sino en medio de una parcela de tierra, cultivada o sin cultivar, de la
que, por suerte, tanto abunda; tierra que
nos dará, con nuestro trabajo, la máxima
independencia, por que es, de todos los trabajos, el más complejo, el más libre y el
más sano.
Independientes del mundo, pero por cl
mundo, que el individualista que no está
lleno de sacrificios y de abnegaciones y de
solidaridad y de independencia, no será más
que un individualismo de boca y pluma.
Ya sabemos que nuestro ilustre y estimado colaborador jamás ha sido anarquista, pero consideramos que para ser individualista de sentimientos universales y humanos, no es necesario combatir al anarquismo.
Consideramos más: Consideramos que
un individualismo que no tenga por base
al anarquismo, esto es, la libertad y la
igualdad, carece de cimientos filosóficos y
sacíales, y que sus individualistas se distinguen poco de los individual¡.stas millonarios, que, después de enriquecerse a expensas de los demás, realizan grandes obras
de bien común y tienen del dinero, cuando
apenas saben qué hacer con él, un concepto
sentimental y humano hasta cierto punto.
El individualismo o ha de ser autoritario burgués o libertario socialista.
Otras suertes de individualismo serán asf
como aquel prmcipio estético: »E1 arte por
el arte», o aquel otro principio sindicalista:
«La organización por la organización». l Y
no es eso!
O todos para mi (sentido burgués); o
yo para <odos, libre de todos (sentido anarquista).
Y lamentamos mucho, sentimos mucho
que hombres de la clara y potente inteligencia de Eugen Relgis intenten fundar un
individualismo que no es burgués pero tampoco anarquista, y aun ve con desagrado at
anarquismo.
Lo mejor será que no reneguemos del
anarquismo para ser individualistas, poraue
LA REVISTA
BLANCA
349
entonces no seriamos más que individualistas literarios, cosa bien menguada.
Tampoco hemos de renegar de los que
toman en serio nuestras teorías y las quieren poner a la práctica inmediatamente y
contra toda ley. Quizá ellos sean nuestros
héroes y nosotros sólo seamos unos adaptados con ventaja, y en este caso, la mejor
justicia que nos podemos hacer y que les
podemos hacer, es sentir nuestra propia impotencia vital de hombres de pluma.
Federico Urales.
Uncí M u / e p y un ÍViño
€l«
AS Américas latinas han honrado
con este nombre la personalidad de
una mujer que encarna también al
sexo en la más noble y más alta de las significaciones. Juana de Ibarborou ha sido
proclamada «Juan de América». Toda la
América prohija a esta su hija predilecta,
voz y figura señera de la raza y de la especie.
He leído, en «La Voz», de Madrid, un
bello artículo de Blanco Fombona hablando de Juana de Ibarborou, del paganismo
poderoso y exuberante de su lírica y de esa
tragedia honda de su vida, tragedia que
vivió también Santa Teresa, que resolvióse
en la una en arte y en la otra en misticismo. Conozco bastante la poesía de Juana
de Ibarborou. Desde adolescente, la edad
en que más leí y en que más me penetraron y me poseyeron los grandes espíritus
universales, la edad en que las almas son
poseídas y fecundadas—las almas se po^f^".y ®^ fecundan antes que los cuerpos;
el mismo amor, cuando es amor, antes fecunda al alma que al cuerpo—, Juana de
Ibarborou llegó hasta mí envuelta en la
iragancia de nardos de sus versos, en el
oleaje de fuego de su poesía ardiente, sensual, de imágenes que deslumhran y abrasan como rayos de sol veraniego.
K*j ^'^ ha cantado al amor como ha saojao cantarlo Juana. Ninguna mujer habló
al amante con la música encendida, con el
ritmo de fuego con que habló Juana. Blanco Fombona, en su hermoso artículo, es?°'^. ^l perfil de esa tragedia, tragedia de
tuiil ^"^^^ con la moral, tragedia de la Nana V ^ *^n la sociedad, que vivieron Jua<-íief»ti '^®**' ^«ce que, como eñ la monja
Tna„ ."?' *" 'a poetisa de América Santa
mnil
""^"^ ^e 'a ardiente Juana, de hermoso cuerpo, sediento y potente. ¿Triunde fi """^^ el mundo de esa naturaleza
'«egQ, de esa alma de amor como muy
L
A
r
•
pocas? Si triunfó, ¡cuan dolorosa fué la
derrota, cuan grande, constante y hermosa
la rebeldía!
Como Santa Teresa puso en Cristo todo
el fuejfó de amor de su alma y de su cuerpo, se le dirigió con humanas palabras hermanas de las palabras divinas con que Juana llamó y habló al Amante cósmico, al
Amante universal que corría por los senderos ocultos, que murmuraba entre las frondas de los bosques, que cantaba con el
viento, que rugía con las olas del mar encrespado, que la besaba en los rayos de la
luna y la poseía en las embriagueces de sol
de los trópicos, esta Juana, casada burguesamente, académica y honrada en el sentido vulgar de la palabra, puso todo ese fuego que la incendiaba en los versos que escribía y que han creado el edificio de una
poesía femenina personal y única, porque
desde entonces ha habido mujeres que hablan con la libertad, que lloran y cantan
con la sinceridad dolorosa y magnífica de
Juana.
América tiene dos poetisas incomparables : Juana de Ibarborou y Gabriela Mis-tral. Blanco Fombona encarna en la una
el paganismo, la vida poderosa que habla
profunda y arrolladoramente en la belleza
madura y morena de Juana, en su cuerpo
tan rico y tan intensamente femenino como
su alma. En la otra encarna el esplritualismo, la poesía henchida de sentimiento
apostólico, mística y religiosa casi. Sin embargo, a pesar del carácter apostólico, de la
lírica de Gabriela Mistral, yo amo su lírica
casi tanto como la de Juana. Si Juana canta como nadie el amor, es como nadie helénica, ha dado a la lirica lo que Isadora
Duncan a la danza, Gabriela Mistral canta
al niño, canta a la maternidad como nadie
la cantara. Si Juana» escribió el poema del
amor, el Cantar de los Cantares de la lírica
moderna, Gabriela cantó sus frutos. L»
LA REVISTA
350
una, embriagada de sol y de pasión, es la
bacante, la sacerdotisa de Venus que tiende sus brazos al Amante ansiado y llamado con todas las fuerzas de su alma y los
ardores de su cuerpo; la bacante que corre
desnuda por los bosques perseguida por los
faunos en celo, la Hembra universal, la Eva
eterna, la Mujer síntesis del sexo, la otra
es la madre que da el seno al niño, que murmura canciones de cuna, que canta el poema del amor bendito y fecundo. Las dos
se completan, las dos encarnan y sintetizan
al sexo.
Y la tragedia está lo mismo en Juana que
en Gabriela. Juana, esta hembra de fuego,
esta Mujer por autonomasia, ha abrasado
su alma y su cuerpo en una sed infinita y
jamás satisfecha, en una sed que pone gritos sobrehumanos en su lírica. Gabriela,
esta madre de madres, delicada y profunda, de alma vibrante y sensible, esta poetisa que ha cantado los vientres granados y las risas de los niños, ^ a sido estéril.
Pero en la proclamación de Juana de Ibarborou como poetisa predilecta y encarnación de 'a América latina, hay que apreciar
e) triunfo de la sinceridad, de una nueva valoración de la mujer. En Juana de Ibarborou se exalta al sexo, a la Mujer poderosa
y libre, a la Naturaleza misma, que habla
en los versos de esta mujer que lleva en el
alma todo el sol de los trópicos, que pertenece a esa gran estirpe de apasionadas a
la que también pertenecieran Santa Teresa
de Jesús, la amante mística; Eloísa, la
amante humana, e Isadora Duncan, la
amante múltiple. Juana de Ibarborou es la
tragedia viviente y moderna: es Santa Teresa sin Dios; es Isadora Duncan con ideal
de amor y conflicto grandioso y patético
entre la naturaleza propia y el destino impuesto.
América se honra a si misma en esta
exaltación de la Mujer que el honor a Juana de Ibarborou dispensado representa.
Aunque Gabriela Mistral pueda disputarle
el cetro de la poesía americana, tan rica,
que tiene en su joyel las maravillas estéti-
ñéSm i n i f i
He titulado esta crónica «Una Mujer y
un Niño», dividiéndola en dos partes y encarnando en Juana de Ibarborou la Mujer
y en este niño, cuyo fin patético hizo asomar lágrimas a mis ojos y me sugirió este
artículo, el Niño.
Un telegrama, un simple telegrama ha
fido el epitafio de esta tragedia infantil, ^ e
BLANCA
cas de Rubén Darío, el tesoro de emoción
de la lírica de Martí, la grandiosidad poética de Almafuerte, el superhombre redivivo, nadie ha llegado hasta donde llega Juana haciendo hablar al Cosmos, insuflándole
la vida que en ella desborda. ¡Oh!, ¿quién
no ha leído el poema de las manos florecidas de rosas, las manos cubiertas de besos por el Amante y en las que cada beso
siembra una flor y son ya las manos un
vergel florido? ¿Quién no ha sentido llegar.
hasta !o más hondo de sí mismo su invocación al Amante, su grito sobrehumano en
que se exaTta, se sublimiza, se santifica el
Gran Deseo creador de ia vida, fuente de
vida? ¿Quién no ha llorado cuando Juana
llora, cuando pide al Amante que, ya muerta, la entierre en la tierra, cerca de los rayos del sol, para que de su cuerjK) broten
flores, para que florezca eternamente su vida poderosa, rebelada contra la muerte?
¿Quién ha oído y expresado mejor que ella
la voz sutil de todas las cosas, del universo
entero, de la vida flotante por doquier extendida; quién ha sabido percibir como ella
el ruido formidable de los silencios preñados de vida cósmica; quién ha expresado
como ella la poesía de la noche en que se
nace, se ama y se muere, en que empiezan
V terminan todas las cosas? ¿Quién, como
ella, ha interpretado las voces del mar, ha
sido la sibila que ha dicho con frase poética lo que dicen el sol, los árboles, el viento, el agua rumorosa, el trueno, el relámpago, la tierra húmeda, tras las lluvias de
mayo, ansiosa de siembra, entraña abierta
toda ella en la que la otra «Ella», la universal «Ella» de todas las épocas, wicarnación y síntesis de la vida, «Ella», Juana, se reconocía y se sentía identificada,
sentía que era su cuna, su tálamo, su tumba y su símbolo?
¡ Cuánto me ha dicho a mí tanlbié* la lírica de Juana; cuánto la he comprendido,
]a he amado y la he sentido repercutir en
mí misma! ¡ Con qué emoción recuerdo
sus versos, compañía de mis soledades,
su voz hermana, en horas de aadar desierto !
t.>áéi<:«
cuya magnitud pocos se habrán dado cue«t«.
«Valencia, io.--En el pueblo de Camporrobles se ha suicidado, disparándose un
tiro en el corazón, el niño de doce años
Rafael Parra, quien ha dejado una carta
escrita diciendo que se suicidaba por creer
que no aprovechaba el dinero que ea sus
estudios estaban invirtiendo sus padres.»
LA REVISTA
BLANCA
Nada más reza el telegrama, pero nada
más es necesario para que el alma quede
sobrecogida de emoción, para que nos penetre y nos envuelva el hálito trágico de
este fin. ¡Oh, un niño que se mata es algo,
tan espantoso, tan desgarrador, tan inenarrable, que si un dios hubiera, si existiera
algo o alguien a quien poder pedir cuentas
de monstruosidad, de horror semejante, todas las maldiciones y todos los castigos serían pocos!
Pero detengámonos, dejando a un lado
el horror de la muerte del niño en sí, como
vida en flor brutalmente truncada, como
drama indescriptible de esta alma infantil
que se ha asomado a la muerte cuando todo
comenzaba para él; como tragedia superior en emoción y en grandiosidad a toda
tragedia, porque un niño que se mata, y
que se mata por los motivos de este niño,
mata en sí un mundo en germen, quizá un
genio futuro, una vida extraordinaria, un
alma colocada por encima del nivel común, que ha planteado precoz y tremendamente el conflicto eterno de los seres adelantados con el rebaño humano. Detengámonos un momento antes de toda consideración de orden moral superior, y pensemos en los dos factores que han llevado a
la muerte a este futuro ser de excepción.
Una sociedad que selecciona por medio del
dinero, en la que subsisten, no los más buenos ni los más inteligentes, ni los más bellos, ni los más fuertes, sino los más ricos;
que lleva a la muerte a los mejores, como
este niño que se mata porque faltando quiza en su casa el dinero que él empleaba en
sus estudios, alma orgullosa y delicada, ha
preferido morir antes de ser una carga para
nadie. Unos padres que, para estimular a
este niño, ciegos para comprender todo lo
que se iba gestando en él, quizá le echaoan en cara el pan que comía y el dinero
consumido sin compensación inmediata; padres como muchos, sin preparación alguna'
para la paternidad, indignos de este hijo,
„ naciente y extraordinaria dignidad y belleza moral.
He aquí los responsables primeros del
d a ^ ^ " contra la vida, contra la Humanidad, cometido al llevar a la muerte a este
orp-a"-"j "'"ntlo injusto, espantosamente
ciiva '
°' "^"y^ injusticia, cuyo desorden,
rnanH*"°"*í''"°^'<lad resaltan, agrandados,
uanao un hecho así se produce, cuando los
mas reaccionarios y los más imbéciles no
"f"^" * " « remedio que ver y asentir. Unos
Faares víctimas, a su vez, de este mundo;
Tictimas, a su vez, de toda la ignorancia,
«e toda la indigencia mental y moral de
* educación y de un ambiente que les
351
lleva al amor y a la paternidad sin saber
cuáles son sus derechos y sus deberes, sin
concepto alguno, sin ningún sentimiento augusto de la paternidad. Unos padres que
jamás sintieron, ante el hijo, el sobrecogimiento de la maravilla, del milagro de vida
que se había realizado en ellos y del que
él era el fruto; que jamás se inclinaron, palpitantes, sobre esa alma que se iba formando, le preguntaron, presintieron cuáles eran
sus ansias, sus sueños, sus ocultas gestaciones, sus nacientes orgullos, toda la vida
secreta que se iba formando v naciendo
en él...
• •• Y él, el Niño, embrión quizá de un
genio, alma precozmente torturada, vida
predestinada al Gran Martirio, que sólo
muriendo se ha revelado, ha vivido ante el
murido, que le olvidará, al que no habrá
podido dar todo lo que en él estaba, porque él no supo darle antes lo que le era preciso para vivir, para no morir de hambre
material y moral, de indigencia del cuerpo y de indigencia del espíritu, demasiado
nacientemente delicado, demasiado sutilmente hambriento para que encontrase manjares adecuados en la mesa revuelta donde
sacian su apetito los más, el rebaño de cuyo
tropel él, inconscientemente, se separó al
morir, al ir al encuentro de una muerte que
tarde o temprano habría ido al encuentro
de él; y él, el Niño, el Cristo de este calvario, el centro de este retablo de figuras,
qué belleza y que grandiosidad patética tiene ; de qué modo plantea trágicamente y
resuelve trágicamente en sí, antes de la
misma vida, el gran problema: o adaptarse o morir! No se ha adaptado. No se ha
adaptado a la miseria material y moral; a
la miseria de su cuerpo que consumía sin
producir, que consumía en cultura lo que
quizá en su casa necesitaban para comer; a
la miseria moral, que dejaba hambrienta a
su alma delicada, que la hería cruelmente
y que le llevó a la muerte, que le precipitó
a ese fin en dónde revelóse toda la madurez,
la belleza, la angustia, la tragedia, la estirpe predestinada y desgarradora de su
alma.
¡ Pobre Niño, crisálida de un Hombre
por antonomasia! ¡ Pobre existencia muerta antes de nacer, universo oculto y latente que ha destruido en sí mismo, en una
rebeldía desesperada y suprema! Cierro los
ojos y veo la escena: el arma homicida en
sus manos frágiles y blancas, la cabecita
infantil, levantada como un postrer desafio
al destino implacable y cruel; los ojos del
niño, mirando al mundo que no tuvo para
él piedad ni amor, que no tuvo una madre
«madre», en cuyo regazo se resolviera • •
35»
lágrimas de niño su drama de sobrehombre precoz. Sin cerrarlos oigo el estampido
de la bala que le libertó, que le atravesó el
corazón, que resolvió trágicamente su profunda tragedia de inadaptación. Y veo el
cuerpecito en el suelo, el cuerpecito que necesitaba aún manos que lo acunasen, labios
que lo cubrieran aún todo de besos, ojos
que vigilaran, amorosos, su despertar; el
cuerpecito que se hubiera refugiado temblando de infinita sed de amor en los brazos que se le hubieran tendido en ese momento de vacío total que precedieron a su
espantoso fin; el cuerpecito cubierto de
sangre, el cuerpecito vaciándose de sangre,
cuando debía estar ya vacío de lágrimas,
cuando había ya llorado todas las lágrimas
de su orfandad y de su soledad. Y un grito,
un grito de todo mi ser se lanza hacia él,
vuela hacia él: ¡Hijo mío! ¡Hijo mío*!
Oh, si hubiera podido oír este grito, si hubiera podido oír esta voz desesperada con
que yo le habría llamado, con que, a través de la tierra de su tumba, del espacio y
del tiempo, mi alma se dirige hacia él!
I Y no hubo, no halló ni una voz que le
gritara estas palabras supremas,' que volviera a la infancia a su alma, destruida por
una trágica madurez! ¡ Y no hubo, no halló
ni una mirada que leyera en el fondo de sus
ojos, en su frente su fin! ¡Y no hubo, no
halló ni una mirada que le reconociera, que
comprendiese todo lo que había y ha muerto en él! ¡Y no hubo, no ha habido nadie
que impidiera ese crimen, que pudiera salvar esta vida que ha llevado a la tumba un
mundo moral!
¡ Un niño de doce años se ha suicidado!
LA REVISTA
BLANCA
¡ Un corazón de doce años ha sido destrozado por una bala! ¡ Una mano de doce años,
ha empuñado el gatillo; un alma de doce
años ha querido y ha decidido morir! Ha
querido y ha- decidido morir, ha muerto
porque en su casa faltaba el dinero que,
en su modestia, en su delicadeza moral, en
su naciente orgullo, en su precoz dignidad,
temía no se aprovechara suficientemente en
sus estudios. Ha querido y ha decidido morir, ha muerto porque pertenecía a la estirpe predestinada, porque estaba, ya desde
el día que nació, sentenciado a la muerte,
lenta o rápida, sutil o cruel, alevosa o noble, de los que plantean el conflicto eterno
del Hombre con los hombres, del individuo
con el conjunto, del mañana con el pasado, de la moral superior y la moral vulgar,
del rebelde, del adelantado al que se persigue porque se adelanta al paso común, al
que se acosa, al que se revienta, al que se
da alcance, al que se le vuelve a las filas
compactas y se le mata o se le hace morir,
si se obstina aún en correr, en avanzar más
que los demás.
Un niño de doce años, natural de Camporrobles, provincia de Valenda, llamado
Rafael Parra, se ha suicidado. He aquí la
gacetilla policíaca, la baja en el censo de
la población de la España.
Un Niño, germen de un futuro Hombre,
universo oculto, genio quizá en ciernes,
alma de excepción, ha sido asesinado por
toda la Humanidad. He aquí la verdad, he
aquí el apostrofe lanzado a la faz del mundo, he aquí la tragedia en toda su magnitud.
Federica Mootseoy.
iiii¡ini!ii!iflisiir!i''n!!ti!
Bi Canaáék e s una de Utm ttaum »«•
gienem donde me pmatMoa la
ctaa
depewUva
El Canadá es. a buen seguro, el parafoo de loa cazadores, i El pnraÍBO ? Habría de entenderse. Nuestros
modernos discípulos de Nemrod, que han tomado la
cómoda costumbre de trasladarse en auto hasta el
mismo lugar donde los ojeadores han concentrado la
caza, por otra parte' perfectamente anodina, el alcance de sos escopetas cinceladas, no calificarían de paradisiaca ciertamente la existencia de los rudos zagales Que, desde el Labrador al Océano Ártico, corren las torrenteras, los montes, las estepas o los
basques, cubriendo decenas y decenas de millas, alimentándose de sus víctimas y acostándose lo mismo
sobre la nieve que sobre el suelo endurecido durante
meses.
Aquellos no conciFerán nunca 1» elegante intrepidez
del cimnasiarca <caribú>, la imponente masa sorigiBal» de más de 500 kilos, huyendo en cfrculos^riza-
dos a una extraordinaria rapidez, el pesado ibisonte»
ni el «buey perfumado», portador de veinte kilos de
cuernos fantásticos, el gradoso e inexpucnable «carcajoú», los zorros, lobos neens y osos de todos
colores que, bravamente, hacoi trente al hombre.
Hacer, en esas condidoocs^ nn cuadro como el que
hemos tenido ocasite de presenciar: ctistro oaoe y
dos wapitis pata castro carabinas aupone trns ciencia,
ima destreza, una resistencia y una sanin^ fría que
muy pocos de nuestros sKntadores de redamos de
caza (le faisanes o de alondras serian capaces de
desplegar, A las intensas emoctODes de la persecución
del oso gibante, de tres metros de altm-e, qtie Is
primavera reanima, hambriento de su largo reposo
ihvernal, nnesttos caiadorcs prefieren la posada de
renombre donde el tiro de fusil más importante de
la Jomada, el del posadero, se compone de sonrisas
obaequíoeas, de hunioa ce gntesaa ave» y del aroma
de los vinos generoaos. iSstas cosas no las tienes en
la Península del Labrador I
C.
O.
LA REVISTA
BLANCA
353
£aa ciencias
y el ^luvalismo
M
En su primera obra de filosofía, en este
AS allá del bien y del mal, más allá
de la ig-norancia y la ciencia, más «Pluralismo» que mañana será nuestro «Disallá de todas nuestras divisiones dico- curso del Método», Rosny mayor, se detómicas, se apercibe o adivina alguna cosa. fiende casi victoriosamente contra toda metaEsta alguna cosa neutra o difícilmente física. Se mantiene fuertemente en el plano
asequible, ¿no será quizás el más profundo científico, lógico, metodológico.
Cuando, en la «Crítica de la Razón Pura»,
realismo, lo divino, si se quiere, el padre del
bien y del mal, la fuente de la ignorancia y Kant hubo destruido, según parecía, toda
de la sabiduría? ¿No existe un lugar donde nietafísica posible, se produjo una gran flolos adversarios se calman y donde los con- ración metafísica Destruir la metafísica es,
tradictorios se identifican? Las filosofías que a decir verdad, arrancar las antiguas plantratan de conciliar asi, en un tercer término, tas y abonar un terreno donde la potencia de
los ejércitos del dualismo, las llamo a veces la naturaleza hará nacer esencias diferentes
ftternarismos».
o semejantes. Destruir la metafísica será
'Cmpre preparar metafísicas nuevas. El homLas variedades de ternarismo son numerosas, como las metafísicas diferenciadas que bre es un animal metafísico y el rosal no
podríamos encontrar, si buscáramos un poco, deja de florecer porque las rosas de ayer
entre los monistas o los dualistas. £1 más hayan muerto. Kant fué el padre de Fichte,
conocido de los ternarismos es el sistema de de Schelling, de Hegel y de algunos otros.
Hegel. Este pone siempre la antitesis frente El mismo, después de haber destruido toda
a frente de la tesis; no es partidario ni de metafísica en la «Critica de la Razón Pura»,
una ni de otra, pero las hace unirse, o, por escribió su «Critica de la Razón Práctica».
lo menos, lo cree así, en lo que él llama la Sí. Rosny hará la evolución completa de los
grandes genios filosóficos. Su nuevo libro,
síntesis.
Dado que su filosofía es un panlogismo; «Les Sciences et le Pluralisme», tiene como
y ya que, para él, el movimiento de las cosas último capítulo una «Cosmogonía» que tiene
y el desarrollo de las ideas se corresponden mucho atrevimiento y muy austera y altiva
tan pronto como logra encontrar la síntesis poesía.
No cometeré nunca la falta de adivinar,
de la tesis y de la antitesis, cree haber explicado el devenir creado por la coexistencia según este esbozo, la metafísica de Rosny
del ser y del no ser, o, por lo que llama, con mayor. Para gozar de ella, esperaré que él
palabras menos concretas, la identidad de los lá haya expuesto. Si quisiese explicarla demasiado pronto, la mezclaría con la mía y
contradictorios.
No hay menos poesía en esta concepción falsearía dos pensamientos.
que en la mayoría de las otras. Admiremos
La espero confiado. Porque nadie escapa
^1 poeta Hege'l por el poder constructivo y la a la metafísica. Augusto Comte—a cuya docmotiótona belleza de su ritmo ternario.
trina damos el nombre que niega toda metaPero si miramos de cerca, nos apercibimos fisica—después de un esfuerzo aparentemente
de que la síntesis casi siempre renueva la victorioso, ha sido más vencido que cualtesis con palabras más amplias en apariencia quier otro; ha construido algo más que una
y escamotea, en esta vaga amplificación, la metafísica: creó una religión. Pero no hay
antítesis. Se repite el «sí» en el que se pre- derrota cuando se satisface una de las necetende haber logrado incluir el «no». Se ha sidades esenciales del hombre; no hay dedado una vuelta de despreocupada, volunta- rrota en el hecho de sentirse poeta. La
t * ?. ,"^^o'«fttaria, o si se quiere—seamos derrota verdadera, consiste en perderse y
también sintéticos—, semi-voluntaria; cons- enredarse entre nuestras necesidades diverciente, inconsciente o semi-inconsciente.
sas, o negarse a algunas de ellas. Necesito
Hay también filosofías infinitistas, que, alimento y aire. El uno no puede reemplazar
como todas las demás, tienen también su al oti'o. Esto lo ignoran los que condenan
ía Ku^ S"» imposibilidades lógicas. Y hay a la metafísica o a la ciencia, los que meawmoién el pluralismo, poesía y sentido de la clan la ciencia con la metafísica. La derrota,
en el alegre reino de las antinomias, es d
LA REVISTA
354
«dogmatismo». No afirmemos nunca la realidad objetiva de nuestros sueños.
¡Atención! Notad que todos respiramos,
cuando menos; así mi ciencia se mezcla con
algo de metafísica. Por todas partes donde
vivimos nosotros, debe penetrar el aire y el
escepticismo.
El sabio, tan pronto como se aleja de la
constatación del fenómeno, tan pronto como
se dirige hacia una ley, introduce un poco de
metafísica en su ciencia. La ley se obtiene
por lo que los sabios, dotados de un poco de
filosofía, llaman el «golpe de pulgar». Es
imposible formular una ley sin falsear, en
alguna medida, los fenómenos.
En el bosque del universo, no existen probablemente dos hojas o dos fenómenos que
se recubran exactamente. Para darles un
nombre común, para someterlas a una común
ley, es preciso olvidar sus diferencias; es
necesario tratar como idéntico lo que no lo
es. Para construir la ciencia consentimos a
hacer algo que no es precisamente ciencia, lo
cual no es otra cosa que metafísica.
La constatación de los fenómenos aislados,
sin lazo unos con otros, no sería hacer ciencia. La ciencia no es dispersión, sino lo contrario, y su conjunción necesita, exige, siempre un poco de metafísica. Sólo hay ciencia
de lo general. Pero lo general no tiene una
existencia objetiva. Lo general, es una mentira, lo cual equivale a : pobreza lógica, o
a riqueza metafísica.
Sepámoslo. Tengámoslo siempre presente..
Seamos siempre un poco desconfiados para
íMe llawnan
todo lo que es científico, a causa de la cantidad de metafísica que la ciencia contiene
necesariamente. Admiremos, si somos poetas, todo lo que es científico, a causa, también, de la cantidad de metafísica y de sueño
que necesariamente contiene.
Como buen pluralista que soy, al estudiar
la filosofía de Rosny mayor, he querido también hablar de otras, todas las cuales las he
clasificado, sonriendo con toda la arbitrariedad que entra en todas las clasificaciones,
y he aquí que ahora que siente el deseo muy
humano, demasiado humano, metaffsico si
se quiere y arbitrariamente generalizador,
absurdo desde el punto de vista positivista,
pero seductor y quizá inevitable poéticamente, de encontrarles un carácter común y
de darles, sin demasiada seriedad, una especie de definición.
Yo llamo metafísica al arte de calmar las
antinomias, al arte de apaciguar nuestras
contradicciones internas.
¿Las antinomias, son puramente internas
o, como pretende mi amigo Psicodoro, la
Naturaleza de las Cosas debe llamarse «La
que se contradice»?
* Sea cual fuere el punto de vista donde me
coloque, si me niego a cambiar a cada instante, y si no doy a las palabras un sentido
equívoco, encuentro siempre a la Naturaleza
en contradicción consigo misma.
waadbee y «cy
La naturaleza es ambas cosas a la vez:
fuente y dique, y con millares de confluentes. Ella crea y mata; protege y ataca. Es la
casa dividida con ella misma, pero, como las
vivientes torres de Bossuet, repara ella misma sus brechas. Las repara para volver a
abrirlas; las abre para volver a repararlas.
¿Está loca? O quizá, como quieren que sea
los dualistas: ¿es la lucha de una locura,
contra una sabiduría?" Es una guerra civil
o guerra con extraños?
Quizá es absurdo decir: La Naturaleza.
Tal vez hay naturalezas. Y, ¿si no existiese
el Ser y su trabajo contradictorio, ni la lucha
eterna del Ser y del No Ser? Si sólo existiesen los seres y el innumerable Cada uno
Para sí...
Esa maga que debe calmar las fieras antinomias, ¿cómo podrá calmar las contradicciones exteriores? No tiene poder alguno
sobre el mundo objetivo. Únicamente tai-
BUNCA
una. imaaiba.
mará, pues, al ser interior. Pero también en
mí las naturalezas se ccmtradicen y se quere*
lian. Hagamos lo posible para que la batalla
deje de ser maldad y desgarramiento pam
convertirse en un espectáculo maravilloso.
Llevo dentro de mi mismo, numerosas
antinomias, porque t e ^ o múltiples necesidades interiores. Algunas de estas necesidades las agrupo bajo el nombre de «necesidades lógicas»; a algunas otras las llamo necesidades del corazón e inclinaciones sentimentales. Hay algunas que quedan por analizar;
quedan sin duda bastantes que son resbaladizas e inanalizables.
Estas necesidades diversas y a menudo
divergentes deben ser satisfechas por la metafísica de cada uno de nosotros.
¡ Ay I, las filosofías de la conciliación, son
apariencias; la síntesis toma uno de los
contradictorios y escamotea el otro.
Yo prefiero mirar todas las metafísicas tia
LA REVISTA
355
BLANCA
complacencia y asegurar que al principio de
cada una hay un «parti-pris». Prefiero, también, (yie este «parti-pris», sea consciente.
Ya se mtroducirá en él bastante arbitrariedad luego...
En este dominio nada intento demostrar.
En el alegre dominio de las antinomias, toda
demostración me parece demasiado ingenua
o hábil. Llegados aquí, el loco es el individuo que no duda; y el que no deja transparentar sus dudas, es un charlatán.
Tampoco me entretengo en refutar nada.
El
juego es demasiado fácil. La menor metafísica es terrible en la critica de las demás;
y sus embrolladoras habilidades rodean a su
propio sueño, con rampas de bruma que un
soplo podría dispersar. No soplemos, cuando
el sueño es hermoso.
Toda metafísica puede demostrarse por
medio del absurdo—y todos los metafísicos
usan un poco indiscretamente de este falaw ' S ' • ^ " " ° - ^'•"^''^" '^i" gran pena que
los demás sistemas no son más que ruinas;
pero se detienen respetuosamente, paternalmente, ante su propio sistema, como sí éste
tuviera bastante fuerza para resistir toda
crítica. Pero el adversario destruye mi sueño tan fácil y cruelmente como yo destruí
los otros sueños.
La demostración por medio del absurdo,
".^^^gradable en matemáticas, me parece
ridicula en cualquier otro sitio. Nunca he
aerribado yo todos los sistemas posibles.
guando he abatido los monumentos históricos, las doctrinas del pasado, no he hecno nada en favor de la hipótesis que a mi
me encanta; ni puedo siquiera adivinar con
que ensueños se regocijará el porvenir.
nifl«*í^
solamente que los sueños de
«janana, al igual que los de ayer, aquellos
«-uyo encuentro me encantaría, los cue me
C>Ibcnpio y e l emivoncio en
l a ilen>fli d e lahvanlíe
JMÍ^^^^^'
«X* lo» Químlooi, de mHoáo» de
S l S u . ¿ ™ « ^ «•« permite detcubrir vertigio.
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ti» da i'tííü ''•*«»'o« exlatan también en la tieta.
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"*^ wwltMído de la desagregación de
»«> Mc^ J** "** *»**»»«»«* TwnWén se encuentra
* " " •« t«lo en ta t i t m de nuertroa ouapoa.
herirían con su choque o los que me dejarían indiferente, no sólo no tienen ninguna
influencia sobre el mundo exterior, sino que
todos los simbolizan con una incurable pobreza. Si canto o murmuro tal símbolo pobre en lugar de tal otro, lo hago porque
aquél da a algunas de mis necesidades subjetivas una satisfacción más acariciadora.
Pero nuestras necesidades subjetivas tienen
algo de individual, y, hasta sin el individuó mismo, de inestable. Su fuerza y sus
proporciones varían. El menos exigente de
hoy me dominará indudablemente mañana.
Por esto no impongo ni me impongo mi
metafísica. No predico. Expongo sonriendo;
me cuento, con divertida inquietud, mi último sueño, el más bonito para mis gustos
de hoy.
Os he dicho cuál es la metafísica que me
satisface actualmente y que quizá continúe
así para siempre o sólo dure un año o un
mes. Me sabría mal que ella me satisfaciese completamente. ¡Qué pobreza si me encerrase en mi casa y en mi jardín, por
creerme demasiado viejo o por estar demasiado enamorado de lo mío, y dejase de viajar, deslumhrado, por entre las lides de los
otros...!
Algunos días de descanso en mi flotante
cabana alternarán con mis viajes hacia todos los fantasmagóricos palacios. Me gusta
mi ruina en España y los castillos españoles de los soñadores más potentes y atrevidos que yo.
A nadie digo: i Adoptad mi metafísica 1
Prefiero decir a cada uno: Si queréis saborear un gran placer, intenta construirte
una metafísica ajustada a tu medida.
Han Ryner.
Traducción: Blizalde.
El scllor Gabriel Bcrtrand, ha demostrado recle»
lemeae a la Academia de Ciencia», que *sta eontle
ne bario y esfVoncio. Esto» do» cuerpo» existen naturalmente en cierta» rocas; por tanto nada tiene
de sorprendente que existan también en la tierra
suministrada por la desagregación de ésta». Y evidentemente, cuanto mis abajo, más se encontrari de
todo en las capas de tierra bajas próximas al mar,
formadas de aluviones procedentes de cuenca» e»;tendidas y variadas donde se encuentran capas geo
lógicas variada». Y »e comprende que si lo» elemeu'
tos químicos son mezclados y revuelto» cada ves mis
por la misma naturaleza, dtben de encontrarse también en los tejido» de las plantas vivientes del suelo
y en los de los animales que viven de tas pUntaa
Ya te ha encontrado bario y estroncio en divertí»
ocasiones en los tejidos de las plantas.
356
LA REVISTA
BLANCA
£a& mayovtcLs n e son
e l e m e n i e s d e pvogv^mc
ENERALMENTE se dice—y todos
aceptamos como bueno—que el hombre ha progresado muchísimo durante el transcurso de la historia de la humanidad; pero hemos de convencernos de que,
ese progreso sensible que deseamos ver y que
procuramos ver, es más aparente que real.
Desde luego, el hombre, actualmente se
desenvuelve en medios más adecuados a una
racional manera de vivir que sus predecesores; posee capacidad para discernir sobre el
ser o no ser de cuanto le concierne; siente
cada vez, mayor potencialidad, el deseo de
superarse en todos los órdenes de la vida;
su cerebro concibe y resuelve los más intrincados problemas; su mirada abarca los
más amplios horizontes; se siente capaz de
transformar el mundo, si encuentra, cual
nuevo .^rquímedes, un punto de apoyo. En
fin, el hombre actual lo mismo se remonta
a las nubes como las águilas, que baja al
fondo de los mares como los peces. No hay
escollos invencibles para él.
Sin embargo, todo cuanto dejo apuntado
loable para el hombre, existe sólo en una
pequeña minoría estudiosa. La mayoría ¡ ah !
la mayoría..., no discurre, no piensa, no ve
por sí sola nada, va empujada, quieras que
no, por esa minoría selecta que es hija de
su propio esfuerzo; por esa minoría que,
con ansias de superarse, entiende en muchas ramas del saber humano, sin haber
pisado ningún aula y con mayor capacidad
que los que han concurrido a las Universidades oficiales.
La mayoría ¡ah! la mayoría... es supersticiosa, es fanática, es pobre de espíritu es
hasta estúpida. No la preguntéis, no indaguéis en ella, no buceéis eií sus cabezas.
Todas están huecas.
Como no ejercita el cerebro, lo tiene atrofiado; como no se permite el trabajo de discurrir por sí misma, se le castra la voluntad. Es el Vicente que va donde va la
gente.
Confia en los milagros; tiene fe en las
oraciones para la cura de sus enfermedades; enciende cirios a San Antonio para
ahuyentar los malos espíritus; tiene colgada detrás de la puerta una herradura para
que le traiga la dicha; se santigua^ antes
de emprender un negocio o un viajfc; da
gracias a la Virgen cuando se rompe un
G
hueso porque pudo haberse descalabrado;
¿para qué detallar más?
Los hombres primitivos se explicaban tocios los fenómenos de la Naturaleza apoyándose en las causas que les era dable concebir. Creían que unos fenómenos eran efecto de las almas de los muertos y que otros
eran consecuencia de los espíritus malignos.
En el cerebro de aquellos hombres no
(cpcistían complicaciones de ningún género. No tenían ídolos, no tenían dioses ni,
por consiguiente, profetas ni sacerdotes.
Cuando sus ojos veían la magnificencia y
esplendor de las estrellas fugaces atravesar
con rapidez la atmósfera con luz rojiza unas
veces, blanquecina otras, suponían que eran
los espíritus buenos que iban a visitarlos en
determinada época. Cuando el trueno esclataba en la entraña de la nube y a su eco
surgía el rayo que mata al hombre y a los
animales e inflama las materias combustibles, creían que era el espíritu maligno que
les perseguía.
Desconocedor del bien y del mal, toda la
concepción de aquel hombre giraba alrededor de la ilusión óptica completamente engañosa para él y difícil de explicarse. Y
como los fenómenos físicos eran los que tenían mayor influencia sobre tal ser, quizá
porque era incapaz de desafiar sus causas,
atribuía facultades sensibles que pesaban
sobre su existencia a las nubes que se amontonan y se disipan, a las estrellas errantes
que se presentan y desaparecen, a la superficie del agua que de pronto pierde su tersura al soplo de un ligero viento, a la metamorfosis de los animales, a las transmutaciones de las substancias, a las borrascas
a los temblores de tierra, a las erupciones
volcánicas, etc., etc., porque ellas eran las
cosas más extraordinarias que le rodeaban.
El hombre primitivo, el hombre salvaje]
no sabía explicarse ninguno de los fenó*
menos citados; pero la mayoría de los hombres actuales, tampoco se los explicarán.
En estos casos concretos están igual el salvaje y el conceptuado como hijo de la civilización; el hombre de anteayer que vivía
en las cavernas y confraternizaba con las
rieras y el hombre de hoy que se cree rey dt
la creación.
U REVISTA BUNCA
Livingstone, en su obra: «Viajes e investigaciones en el África meridional», nos habla de ciertas rocas que, después de haber
sido fuertemente calentadas por el sol, se
enfrian con brusquedad por la noche, y se
quiebran produciendo una estrepitosa detonación. Los naturales atribuían ésta a los
espíritus malvados. Los salvajes, distaban
o distan mucho de poder concebir que una
piedra pueda quebrarse por no poseer la
masa una contractilidad igual.
Pero el sabio exijlorador, con seguridad
no pensaba, al describirlo, que, si cualquiera
de la mayoría de las personas que vivimos
en el siglo XX oyéramos por la noche una
estrepitosa detonación y se nos dijera que
ésta la ha producido aquella roca que tenemos allá cerca, por haberse quebrado por
«a», o por «b», lejos de pararnos a discernir sobre el fenómeno, apretaríamos a correr y no nos detendría ni la pared de enfrente.
El salvaje tomaba este fenómeno como
obra de los espíritus malvados; nosotros,
sin cuidarnos de hacer averiguaciones más
o menos técnicas, no le daríamos otra interpretación, sino que el «¡ábrete. Sésamo !» nos amenazaba.
Los fenómenos físicos son tan desconocidos por la mayoría de nuestros contemporáneos, como lo eran para los salvajes.
No les preguntéis a qué es debido el arcoiris ni a qué obedecen las lucecitas que por
la noche se ven en las fosas de los cementerios que al menor aire se mueven, ni les
aseguréis que puede hacerse brotar agua
viva de una peña dura, como dicen verificó
Moisés por intervención divina.
Si no creen en lo sobrenatural, no les im>ortará conocer las causas que producen taes efectos.
En cuanto a los fenómenos sociales, fuera de los hechos más rudimentarios de la
Vida, la mayoría siguen el curso de ella, empujados los más por los menos.
Todos los productos de la inteligencia humana obedecen necesariamente a la ley a
que obedecen la evolución del ser humano
y Ijl evolución de su inteligencia.
El hombre que no haya evolucionado suficientemente para ser elemento de progreso,
queda rezagado.
••*
Í
Que las mayorías no son elemento de progreso, lo vemos en el transcurso de la historia. En todas las etapas de la humanidad
tueron siempre unos pocos los que se han
sAfi"*"'^°' °'"* Po*" ''"^ concepciones filoi™^*> ora por sus descubrimientos cienti«CO». La mayori», siempre acéfala, no u n
357
sólo no ha ayudado al desenvolvimiento dt
la civilización, sino que muchas veces h*
sido un formidable obstáculo para ella.
Anselmo Lorenzo tenia una fé suprema
*in las grandes masas, para alcanzar la
emancipación del proletariado. Yo, no creo
en la conciencia de las multitudes. Con el
mismo entusiasmo con que reciben en palmas al héroe de alguna jornada, ayudan a
crucificarlo al día siguiente.
Si las multitudes hubiesen constituido un
elemento étnico de progreso, no hubieran
sido posibles muchas de las hecatombes
ocurridas en la humanidad. Dícese que ha
imperado siempre la razón de la fuerza, y
al decirlo, se olvidan de que la fuerza del
número pudo haber hecho morder el polvo
a cuantos pretendían imponérsele. Pero la
"cantidad no equivalió nunca a la calidad.
Un número reducido de individualidades
ha podido, un día, hacer una revolución;
pero la incapacidad de la mayoría ha hecho
que no triunfase.
Estudiando la psicología de la» multitudes es cuando se convence uno de lo que
ellas son en realidad.
Las tiranías se han sostenido y hasta han
prosperado por la pusilanimidad de la mayoría. Si ésta hubiese estado en condiciones de concebir el sentido ético de su potencialidad, no hubiera sido posible el afíanzamiento de aquéllas.
Por ello no hay que extrañarse de que,
durante el curso de la historia de la humanidad, unas veces los sacerdotes, otras lo»
caudillos hayan servido de conductores de
pueblos. Las mayorías, son rebaños que
andan desorientados sin su pastor.
Entre tanto, la minoría, que es la única
que ha constituido elemento de progreso,
fué siempre perseguida, cuando no por la
Inquisición por la justicia histórica.
Soledad Gustavo
Volvamos la vista al mundo inorgánico y
comprobemos cómo este carácter vital no
taita en el mismo. El sol, fuente de luz, calor y de energía, no precisa de más demostración; pero si detenemos nuestra atención
en el átomo de un cuerpo radioactivo cualquiera, veremos cómo la radioactividad es
análoga a una combustión intraatómica,
que no necesitara del oxígeno, pero fue Ubera energía y emite radiaciones que no
difieren de las calóricas más que por su
longitud de onda y su frecuencia. Hasta
ahora no hay diferencia alguna entre á mondo de la vida y él inorgánico. Prosigamos.
358
LA REVISTA
BLANCA
SI sucñ€^c Juanifo
UANDO la mamá de Juanito entró en
la habitación de éste, lanzó una exclamación de sorpresa e indignación.
Por el suelo, en completo desorden, estaban
libros y muñecos, los primeros con hojas
arrancadas y esparcidas, los segundos lastimosamente mutilados. En una de las sillas,
amarrado por el cuello, el lomo contra el
respaldo y las patitas delanteras extendidas
como implorando perdón, el pobre Lili
aguantando impaciente los pelotazos que le
lanzaba Juanito con un ardor y una constancia dignos de mejor empleo.
La buena señora estaba indignada.
—¡Juanito!—exclamó con autoridad.
El niño la miró sonriente, y enjugándose
con la bocamanga el sudor que corría por su
frente, contestó:
—¿Qué quieres, mamá?
—¿Es posible que seas tan malo que halles placer en romper los libros y los juguetes
y en atormentar a este pobre animal ?
—Pero, mamá, si estoy divirtiéndome.
—Bonito modo de divertirse. La diversión,
hijo mío, no debe consistir en destrozar objetos y en martirizar a los animales. Dime,
¿te gustaría que estos muñecos y Lili hicieran contigo lo que tú has hecho con ellos?
—No, mamá.
—^Pues, aplícate el argumento y no hagas
a los demás lo que no quieres que hagan
contigo.
—Mamaita, yo...
—^No admito excusas. ¿Me prometes que
en lo sucesivo serás más formal?
—Sí, mamá.
—^Bueno, pues entonces te perdono. Y
ahora, a la cama, que ya es tarde.
C
Hacía rato que Juanito dormía, cuando
de pronto despertó sobresaltado. Le pareció
oír como un confuso rumor de .voces, que
provenía de la misma habitación. Con grandes precauciones incorporóse en la cama y
miró a todos lados. Coa sorpresa y temor
vio íjerca de la ventana, a la luz de la luna'
un cuadro singular. Foníiando círculo esta^
bao todos sus muñecos y libros: una Gramática sin cubiertas, una Aritmética con
las páginas rotas, un Arlequín sin brazos
un Pierrot .decapitado y hasta una docentf
de soldados de madera más o menos mutilados. En el centro estaba Lili gesticulando y hablando con voz humana.
Juanito prestó atención, aunque estaba
medio muerto de miedo.
—Amigos y compañeros—decía el gato—
ha llegado el momento de que nos rebelemos
contra las barbaridades de nuestro pequeño
amo. Quien más, quien menos, todos guardamos recuerdos de sus duras caricias. Yo
todavía tengo el cuerpo dolorido de sus pelotazos...
—Y yo, por su culpa, me encuentro sin
la protección de mis tapas—interrumpió la
Gramática.
—Y yo con mis páginas rotas—agregó la
Aritmética.
—A mí me dejo sin brazos—dijo el .arlequín.
Y así sucesivamente los demás muñecos
fueron exponiendo su capitulo de quejas contra el tirano.
Un sudor frío corría por todo el cuerpo de
Juanito. Indudablemente, el instigador de
aquella conjura era Lili, que se proponía
cobrar los pelotazos que recibiera. Entonces, por vez primera, comprendió que es
siempre peligroso causar un daño, porque
puede traer como consecuencia la venganza de la víctima.
Los gritos de los conjurados reclamaron
de nuevo la atención de Juanito.
—Compañeros—dijo Lili imponiendo silencio—, veo que todos tenéis agraxáos que
vengar, y justo es que todos propongamos
y discutamos los medios más adecuados para el castigo ejemplar del culpable.
—Opino—dijo la Gramática—, que »e le
debe obligar a declinar los verbos irregulares, sin omitir ni uno.
—^Por mi parte—^agregó la Aritmética—,
me conformo con que se le haga resolver
una regla de tres compuesta.
—Esas son bagatelas—argüyó Arlequín—
propongo que se le extraigan dos muelas,
en castig-o a los dos brazos que me arrancó.
—Mejor será—^añadió Pierrot—, que se le
aplique una azotaina, en salva sea la parte.
—Respeto las opiniones emitidas—dijo el
gato—, pero creo que lo mejor sería darle
en la cara algunos buenos arañazos.
Discutióse largamente el asunto, conviniéndose al fin en dejar a la víctima la elección entre los castigos propuestos.
Y llegó el momento temido. Los subleva-
LA REVISTA
BLANCA
359
parecía que lo mejor era decidirse por el primero o el segundo, pero por desgracia,
debido a su poca aplicación, sus conocimientos gramaticales eran limitadísimos, y en
cuanto a la Aritmética, no pasaba de sumar
y restar. No le quedaba más remedio que decidirse por uno de los tres últimos; pero,
¿cuál de ellos?
—Vamos, decídete.
Iba a contestar que se decidía por la azotaina, cuando un fuerte cosquilleo en el
rostro le hizo despertar. Lili, el buen Lili, estaba a su lado, en la cabecera de la cama,
pero no arañándole, sino acariciándole, restregando el hocico contra el rostro del niño.
Juanito sintióse enternecido. El noble animal le devolvía en caricias los pelotazos que
recibiera, demostrándole que más puede el
amor que la venganza.
Le tomó en brazos, y pasándole suavemente la mano por el fino pelaje, le habló así:
—-Oye, Lili, he sido muy malo contigo,
d S l i n a r X ' ' T '^ ^'^"'"«d^- H«l^s ^^»í =
r e ^ n i l ^^'^°^ "-regulares, resolver Lma pero prometo enmendarme para lo sucesivo,
k f L i ? . f «compuesta, extraerte dos mue- y si alguna vez olvido mi promesa, me das
rta . ^ « ' ^ , ^ ""^ azotaina o darte unos ara- un arañazo, ¿sabes? un pequefto arañazo,
ñazos en la cara. Elige.
para recordármela.
Juanito quedó un momento pensativo. Le
Adrián dd VaBe.
niHllllHifliiiiiiiiii
dos rodearon el lecho, suspendidos en el aire
como por arte de encantamiento. Lili, ác un
salto, colocóse al pie de la cama, y enai cando el Iwno y maullando, miró fijamente con
sus fosforecentes ojos verdes al aterror-zado
Juanito. A una señal del gato, todos cciiienzaron a dar vueltas, adquiriendo por gi arios
mayor velocidad, hasta convertir aquella carrera circular en una especie de galop infernal.
Juanito no podía con su alma. Sentíase
desfallecer y por más que deseaba gritar y
levantarse, el terror paralizaba su garganta
y sus miembros.
A otra sefial de Lili todos pararon como
por ensalmo, y entonces dijo aquél-con voz
grave:
—Ha llegado el momento de nuestra venganza. En justo castigo a tus desmanes, hemos decidido imponerte un correctivo Son
cinco los propuestos, y para que veas que somos magnánimos, hemos decidido que pue-
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiuiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiu^^
« « • O «>»tifi<:ial
^ 0 ^ los días, en los laboratorio» y en lo» hoswiaie», s« presentan casos en que, a consecuencia
e naa hemorragia considerable, la vida del animal
^ ^ 1 «er humano, se haUa en peliíro. Serla nece~ ^ »na transfusión, pero no se dispone siempre
« u n dador di«)uesto a facilitar su sanjre para saltor *TJÍ!!1 ''*"<'O- Según un trabajo reciente del docCiencSr" ^'"•""'' presentado en la Academia de
prcparw d * *' ^'^^ '^''- ^^^^' * ^ " ' ^ " *
tlría n * •***'n«no un suero artificial que permlíWzado d ""'""«te hacer vivir a un animal ame«xperien? """*'* "<"• P*rdida de sangre durante un/i
personl"^^' **'"* **°»'''*n conservar la vida a una
sona que hubiera sangrado con abundancia a cauaas 'di"" **'•'*"'*• Ejcisteu mucha» solucione» salí«versa», , „ , „ , artificiales que permiten obtePermlt
'"•'*'*«*«='6n temporal, pero esa» meicla»
No »^"* •'nwlementé el ganar un poco de tiempo.
Itt» tomílí "**' '"™ 8»egurnr la »upervlvencia. Lo
»» f t e ^ ^* ""**" *' ^°*'"' Normet e» una nue»ívencU de \ **** *** cl'fato»! <iue aaegura la »upef
«*a«wetro¿ o l S ''*"°» i"* '«n perdido de so • *"
t , expcrieiS.
**' »«»W* por kilogramo de peso,
txjto, wJta*' '"*'" *" "* perro», ha dado «5
Procedím^ »>«*orolín ha e»timulado al autor del
ftarecen huH * "Plicario al hombre y loe reaultado»
Wrt««ia ¿!Líf" •»>' " ' ° " " - S»'" *""« "»• '"•
íljpo^
"***»<*• Due», hay que repetirlo, no •*
••««re Dtmíl'"** ** "* ^'^'" ° »amini»trador de
«lo» u«íüí *° * * " "*• «rgencU a faciUtar el pr«^
"*»'*• • «« ktrido o a un oper.do.
Nu«»V4(» n a « » c l « l « »
« • « B c t a l i c i a
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«I
lodos sabemos que los hermano» Curie, Pedro y
Jacubo, han descubierto un hecho muy importante
cu física: la propiedad que tienen los cristales hemiédricos, de caras inclinadas, de dar origen a des
prcudimliatos de electricidad cuando se les somete
a v-ariaciones de presión, Esta electricidad ha recibido el nombre de pitíO-electricldad. A-.ora bien, «I
stflor E. P. Tawil ha dado a conocer un nuevo medio de producir un desprendimiento de electricidad
por medio de un cristal de cuarzo consistente en
torcer íste alrededor de su eje óptico. La se&orita
Fabry, al presentar la nota del sefior Tawil « la
Academia de Ciencias, ha demostrado como se di»cone la experiencia. Se recorta un cilindro en un
cafión de cuarzo no revuelto de manera que el eje
del cilindro sea paralelo al eje óptico. Se fijan la»
ai maduras en ambas extremidade»; una se cooierva en forma rígida, la otra puede tenderle por »ediüde una palanca, tru electrómetro permite comprobar c^ desprendimiento de electriddad deade qnc ae
ejerce la torsión y el primera e» proporoiooal al «••
fiiprzo de tor»ión. lA experiencia puede hacene también con un prisma natural. Bl seflor Tawtl afiaOc
que existe también desar/oUo de electricidad (d
electricidad, debiera decir»e) cuando uno le
a esfuerzos de flexión. Los hecho» tienen e s todo t»r
•o un initinto teórico veidadeío.
360
LA REVISTA BUNCA
A •> 11 N T E 1
y e l dL^scvLbvimi^wklo
de la
civculoíciówM d e l a saaatgv^
Con/erenaa pronunciada en el Ateneo Guipuzcoano por el
Dr. D. Francisco Pérez Cuadrado
Señora» y Señorea :
Van a ser mis primeras palabras de saludo a las
señoras y compañeros de este Ateneo, que asisten a esta sesión, a los cuales tengo que hacer
presente, que siendo la conferencia de esta noche
de vulgarización científica, voy a huir todo lo que
me sea posible del tecnicismo médico.
En el curso anterior, presenté un tema titulado
«Conflictos entre la medicina y el Código», y que,
dada la índole de los asuntos a tratar, era natural
que solo asistieran hombres. La de esta noche, no
• s de tesis ni de controversia; aspiro a presentar
un ligero y breve trabajo, un poco médico-literario para corresponder principalmente al honor que
nos hacen las bellas damas que asisten a estas
sesiones.
Voy a hablar del corazón; el órgano m i s noble,
más valiente y más trabajador de toda nuestra economía : el que dentmcia, con sus primeros latidos,
la vida intrauterina del ser humano y nos despide, con sus últimos latidos en el paso de esta
vida al mundo de lo desconocido; el que su nombré se encuentra en labios de todas las personas;
es tema obligado de poetas y literatos y es siempre un motivo de estudio para los hombres de
ciencia.
El corazón es el rey de las visceras intratorácicas. Es de f<Mrma triangular, con bordes redondeados, constituyendo en conjunto una hermosa
viscera, de la cual brotan sentimientos tan nobles
como son el amor, la virtud, el agradecimiento.
Tiene su asiento en el centro del pecho, un
poco al lado izquierdo, descansando sobre una
membrana serosa fina como el terciopelo, desde
cuyo tronco y por infinitas ramificaciones, manda
la nutrición y con ella la vida a los órganos, tejidos y cólulas de nuestro organismo, 9 la vez que
contribuye a la oxigenación de la sangre y eliminación de los gases que constantemente nos están envmeaando.
Es órgano único y sin embargo es doble; acumula en alg**"" de sus cavidades, sangre arterial
da color rojo y en otra* cavidades, MUi(p« v^osa
de color asulado.
Se le puede estudiar bajo los puntos de vista
anatómico, fisiológico y clínico; pero antes vamos
a ver cómo pensaban los autores antiguos sobre
esta importante viscera.
En los tiempos primitivos, hasta la creación de
la escuela de Alejandría, sólo se permitían las
disecciones en los cadáveres de los animales;
estaba prohibida en los cadáveres humanos, porque
se les consideraba como sagrados y en su consecuencia, inviolables.
Herófilo y Crisistato, do* sabios médicos procedentes de esta escuela, fueron lo* primero* que
hicieron disecciones en los cadáveres humanos ¡ y
por sus estudios y por la descripción de muchas
partes del cuerpo, a las que dieron ncnnbres que
todavía hoy la ciencia conserva, la Historia los
considera como padres de la Anatomía antigua.
Pero, como siempre sucede, los grandes hombres tienen numerosos enemigos, y la crítica que
de sus trabajos hicieron fué tan cruenta, que Tertuliano llegó a decir, que dichas diseccimtes y estudios no se habían hecho en los cadáveres humanos, sino que se habían verificado en personas
vivas, principalmente en criminales condenados
a la última pena. Y muertos Herófilo y Crisistato y
muertos también los reyes de Egipto, que fueron
sus protectores, los médicos que les siguieron
abandonaron las diseccicmes htmianas, linütáaxbMe
a estudiar los escritcw de aquellos sabio*, a examinar algunos esqueletos humano* y a continuar
con las disecciones en los cadáveres de los animales.
Así transcurrieron cu^ro siglos, hasta llegar a la
época de Galeno, en que se reanudaron lo* «atudios anatómicos; pero la destrucción del ímpc'
rio romano de Occidente, la invasión por lo* árabes de algunas naciones del mediodía de Europa
y la destrucción y quema de la Escuela y Biblioteca de Alejandría, paralizan todos estos progreBos científicos, hasta el siglo X V en que Silvio,
Carpí, Vesalio y <Aos médicos, dan nuevo impulso
a las diseccione* y estudios anatómicos, por lo cual
la historia, principalmente a Vesalio, le consi»
dcra como el creador de la Anatomía nueva.
A pesar de to^o* estxj* estudios y sigua* tmn«>
LA REVISTA BLANCA
cunidos, la Anatomía era muy deficiente; la Fisiología, apenas conocida; y todas las teorías que
existían sobre el funcionamiento de los distintos
díganos, incluso el corazón, estaban sometida» por
las escuelas médicas dominantes. Así vemos que
durante el dominio de la escuela hipocrática,
cuando se creía que la vida dependía de cuatro elementos : aire, agua, fuego y tierra, el papel del corazón, segtín algunos autores, era la producción
del fuego. A esta escuela, sigue la humorística,
defendida por Galeno. Del equilibrio de cuatro
humores que existen en el cuerpo, depende la vida;
esos humores son: el sanguíneo, bilioso, pituitario
y atrabiliario; la función del corazón es la producción del primero. Sigue después la escuela vitalista; un fluido vital repartido por todo el cuerpo, es el que sostiene la vida; el encargado de
la producción de ese fluido es el corazón.
Pero un hecho célebre ocurrido en la ciencia de
la medicina, echó por tierra todas estas teorías,
porque todas ellas descansaban sobre bases falsas,
y es# hecho es el descubrimiento de la circulación
de la sangre.
Yo. señores, no puedo aportar nuevos datos
• los muchos conocidos sobre este importante
asunto, pero estimo que faltaría a un deber de
patriotismo si no dijera algunas palabras sobre el
autor y sus obras.
Un médico aventurero, valiente hasta la temeridad, dotado de una inteligencia privilegiada,
hijo de esa tierra en que los aires del Moncayo
y 1M aguas del Ebro, cantan su acentuado españolismo, el aragonés Miguel Servet, fué el autor
del descubrimiento de la circulación sanguínea.
Y este hombre, que brilló en la ciencia de la
Medicina como igual hubiera brillado en otro ciencia o arte, por tu bien organizado cerebro, lo hizo
en una época de gran apogeo científico, de enco«Mas luchas religiosas, de numerosos sabios, que
»• M principio fueron muchos sus admiradores y
•"««nos hasta sus amigos, más tarde se convirtiMon tm sos más apasionados adversarios.
, *^ •'«lo» X V y XVI fueron la edad de oro de
^ naciones latinas y principalmente de España,
j ^°\ «'«'o» reinaron hombres como el Emperador Carlos V y el rey Felipe IV, de grata me" " ^ en la Historia de nuestra nación; tuvimos
Saografos y navegante» como Pizarro. Hernán Cor*•• W a i p i , Magallanes, Urnieta. Elcano y otros.
V» «tgulendo las iniciativas de Cristóbal Colón,
•PWtaron a varias naciones, y principalmente
• «-«paña, tierras maravillosas jamás soñada» por
M imaginaelone. más ardientes, unas veces en el
K A , " ' lAmérica,
± f " * » " <«'« «» «• Nuevo Mundo
En « w siglos «e inventaron las armas de fuego.
Prmcipalmente l o . cañones; se inventó el arte
ar»,!A^^T"''
'•• eiencia» astronómicas hicieran
« a n a e s deM-ubrimientos: la pintura realizó verdara. creaciones; I» industria y el comercio alcan•" '«•yM desarrollo; y de las Universidades
361
fundadas en el siglo XIV, como son las de Alcalá
de Henares, Salamanca, V^adolid, Padua, Tolosa
y Colonia, salieron artistas y sabios tan eminentes
como Miguel Ángel, el Cardenal Cisneros, Galileo, Copérnico, Paracelso, Ambrosio Pares y
tantos otros, cuyos nombres se encuentran grabados con letras de oro en la Historia de la Ciencia, en la Historia de la Literatura y en la Historia del Arte.
Pero si esos siglos fueron de engrandecimiento
para esas naciones, también fueron los siglos de
mayor intransigencia religiosa, los de las luchas
teológicas más enconadas, los de las persecucio"08. castigos, suplicios y muertes, unas veces por
los católicos cristianos con su Santo Oficio y prácticas inquisitoriales y otras veces por los refor•nistas protestantes, que perseguían y mataban
a todos los que se oponían a su nueva doctrina.
• en este ambiente y en esta época se desarrollé toda la vida de Miguel Servet; hombre de
clara inteligencia, dominando todas las ciencias y
de un espíritu independiente, que fué juzgado por
unos y otros como libre pensador, porque estaba
apartado de la iglesia católica, por sus dogmas y
™ la iglesia protestante, por considerarla inhumana e injusta con sus terribles doctrinas de predestinación y de gracia.
A los 21 años publica un libro titulado De Erreribu» Trinitatía; libro que despierta gran curiosidad científica, es objeto de animadas discusiones,
de réplicas y controversias, de lucha científica,
hasta el extremo que, reunidos los cantones protestantes de Ginebra, acuerdan declarar hereje
a Servet. lo encarcelan y lo condenan a muerte,
librándose de tan dura pena, gracias a la influencia del Emperador Carlos V y a la de alguno*
amigos suyos que le favorecieron en la fuga.
Desde este momento, el nombre de Servet quedó
oscurecido; anduvo errante, durante muchos años,
por distintos países europeos, con el nombre de
Miguel de Vilanova, para evitar la persecución da
sus enemigos; y en este período de su vida, que
pudiéramos llamar emigratorio, estuvo en Lyon,
donde estudió la carrera de Medicina, diteniendo
el titulo de Doctor, trasladándose después a Parfs
para ejercer la profesión, donde pronto adquirió
una numerosa clientela. Y esto no es de extraña]:,
porque Servet, en cuanto fué conocido por loa
intelectuales franceses, le consideraron como un
Stan sabio y además porque practicaba la medicina griega, que trataba a los enfermos sin hacerlos sufrir, y en aquella época dominaba la medicina importada por lo» árabes, que, para el tratamiento de todas las enfermedades, usdbaft
medios cruentos como sangrías, sanguijuelas, OM'
terios, vomitivos, purgantes, vejigatorios y pócimas
repugnantes.
En lo referente a las ideas religiosas, en laladóll
con la medicina, Miguel Servet tenia las idea*
modernas y entonces dominaban las de lo* tiempo» primitivos y Edad Media, por las cuiJe* ae
362
consideraba a la enfermedad como un castigo
divino; las trepanaciones que se hacían en el cráneo de muchoa enfermos, eran para dar salida
a los demonios; a los locos, se les azotaba como
tratamiento y los apestados, para evitar el contagio, fueron muchas veces llevados todavía con vida
a los cementerios.
Ya estaba olvidado el nombre de Miguel Servet, entre sus enemigos, cuando publica un nuevo
libro titulado tCriBtianismi ad Restifuito»; libro
que al ser conocido, sobre todo por los protestantes, remueve con mucha más intensidad y pasión la lucha científica que había provocado el
primero. Ante este hecho, los cantones protestantes se reúnen de nuevo, se ratifican en la sentencia de muerte y únicamente la modifican en el
sentido de que, si Servet es apresado de nuevo,
ha de ser quemado vivo, sirviendo de hoguera las
hojas de sus libros y trozos de leña verde.
Y aquí, señores, sucede un hecho que no tiene
explicación, ni yo la he encontrado en sus biógrafos, que con motivo de esta conferencia, he
consultado. Y el hecho es el siguiente: Que estando Miguel Servet en libertad y debiendo conocer las intenciones de sus enemigos, se presentase
una mañana en una de las iglesias de Ginebra, en
el crítico momento en que Calvino—que fué siempre su enemigo declarado—estaba en el pulpito
predicando la doctrina protestante a sus fieles.
Y verle en la nave de la iglesia y apresarle, fué
ahra de unos momentos.
LA REVISTA BLANCA
hoy en algunas naciones subsiste, ootre la libertad
y el despotismo; entre la razón y la tiranía; entre
la ciencia y la ignorancia.
Los libros de Servet son numeroco*. Hacer una
crítica de todos ellos me llevaría mucho tiempo y
me apartaría del objeto de esta conferencia. Por
esto, yo solo voy a fijarme en el titulado «Cristianitmi ad Restíttttioi, porque además de contestar
con sólidos argumentos a un libro publicado por
Calvino, titulado tlnstitación del Cristianitmo» y
que servía de Código a las iglesias protestantes de
aquella época, en el libro de Servet es donde
por primera vez se habla de la circulación sanguínea pulmonar o pequeña circulación, «HUO la
llamamos los médicos.
Hay que tener presente que antes que Miguel
Servet, ya algunos médicos españoles habían apuntado algunas ideas sobre la circulación sanguínea,
como se deduce de los libros publicados por
Luis Llovera, en 1544; por Pedro Gimeno, en
1549. y por Bernardino Montaña de Montserrat, catedrático de Anatomía de la Facultad de Medicina
de Valladolid, en 1551 ; siendo asi que Servet publicó su libro el año de su muerte, o sea en 1553.
Y para no fiar a la memoria asunto de este
interés, voy a leer algunos párrafo* copiados del
libro de Servet, que por cierto son muy breves.
Dice imo de ellos :
«El espíritu vital (aludiendo a la sangre arterial) empieza a encontrarse en el ventrículo izquierdo del corazón, gracia sobre todo a Io«
pulmones que lo producen. Es un espíritu ligero
elaborado en la fuerza del gran cale» de la sangre,
de color vivo y de una gran resistencia ígnea (aquí
ya parece entrever el oxígeno), es como ai dijéramos un vapor lúcido, proveniente de una sangre más pura (se refiere a la arterial), conteniendo
en sí los elementos del agua, del aire y del fuego.
Este espíritu vital proviene de una mezcla operada
en los pulmones, del aire aspirado con la sangra
sutil elaborada, que el ventrículo derecho del corazón, comunica al izquierdo. Mas esa comunicación no se hace en modo alguno por la pared
media que separa al corazón, como vulgarmente
se cree, sino con un magno artificio por el ventrículo derecho del corazón después que la sangre
sutil ha sido puesta en movimiento mediante ua
largo círculo a través de los pulmones.
En esta ocasión y por más esfuerzos que se hicieron, no pudo Servet librarse de la muerte. Fué
conducido al Palacio Episcopal de Ginebra, donde
estuvo encerrado en una celda húmeda y oscura,
casi sin alimentos ni vestidos, hasta el día 27 de
Octubre 1553, que salía a las dos de la madrugada
de la prisión, rodeado de clérigos y curiales, precedido del verdugo, pregonero, tambores y pifamos, para llevarle a la colina de Champel, que
domina la ciudad y las encantadoras riberas del
lago de Ginebra, donde les esperaba un público
•umeroso con objeto de presenciar el terrible espectáculo.
Llegó el reo, fué atado a una columna, y prendido por el verdugo fuego a la hoguera, pronto las
páginas de sus libros se convirtieron en pavesas
l<M troncos de leña verde ardían mal y aquel
corazón que había palpitado a impulsos de la
cásBcia y que había ptilpitado para los progresos
de la misma, no podía paralizarse; fué necesario que ante los sufrimientos y gritos desgarradores, puesto que el tormento duró más de dos
Iiorac, almas caritativas arrojasen leñas secas al
fuego, para que el cuerpo de Servet quedara carbonizado y su nombre pasara a la historia con el
título de descubridor de la circulación sanguínea
y mártir de la ciencia médica española.
Los pulmones la preparan (la oxidan) volviéadola brillante y viva y de la vena arteriosa (hoy
llamada arteria pulmonar) es vertida a la arteria
venosa (que hoy se llama vena pulmonar).
En seguida en esta misma arteria venoaa, la
sangre es mezclada con el aire aspirado y a«(
queda purgada de toda su fuliginosidad» (Quien
decir que son quemadas sus materias carbonea*).
Dice en otro párrafo :
I Sus enemigos se habían vengado I Servet, que
ranrió a los 47 años de edad, fué en aquella oca«ón la víctima de esa eterna lucha, que todavía
cLa prueba de que la comunieaciÓB f U pi«paración se ha efectuado a través de loa pulmones, está en la aproximacióa y
LA REVISTA BLANCA
de la arteria venosa con la vena arteriosa en los
pulmones!.
Por último, en otro párrafo, afirma lo siguiente :
«As! pues, sin duda alguna, la mezcla se hace
en los pulmones. Este color brillante es dado a la
sangre espiritual (arterial), no por el corazón, sino
por los pulmones. En el ventrículo izquierdo no
hay lugar suficiente para tan grande ni abundante
mezcla, ni para la elaboración de un color tan brillante.
En fin, la pared media, que no tiene vasos ni
medio alguno, no es propia a tal elaboración, aun
cuando se abriera una grieta en ella o se filtrara
por los poros.
Con análogo arte que en el hígado, la transfusión
de la sangre se hace de la arteria aorta a la vena
cava, igualmente se hace en el pulmón la transfusión del espíritu de la vena arteriosa a la arteria
venosa.
Este espíritu vital que contiene la sangre es
vertido del ventrículo izquierdo del corazón a todas
las arterias del cuerpo».
Hasta aquí lo copiado del libro de Miguel Servet Por lo expuesto, se demuestra que descubrió la pequeña circulación pulmonar; negó la
comunicación entre los ventrículos, como sostenía
Vesaho ¡ sostuvo que la sangre, desde el ventrículo
derecho del corazón, es transportada por la arteria
pulmonar a los pulmones, donde se oxigena y
vuelve por la vena pulmonar al corazón. A esto
llama Servet purificar la sangre del hollín que contiene, siendo el primero que trató de la conversión de la sangre venosa en arterial.
Pero su clara inteligencia va más allá, puesto
que sólo describe la pequeña circulación, sino que
presintió también la grande, la que se verifica en
todo el organismo, como lo demuestra cuando dice
en su libro «que no hay una sola parte del cuerpo,
por pequeña que sea, en la que no exista un en« e íntimo de la vena con la arteria corresponlente» ; prueba que conocía anastomosis, fun«mento de U circulación general, confirmándose
««a opinión cuando dice «que en el hígado, la
transtusión de la sangre se hace de la arteria aorta
a la ven* cava».
«to. señores, es un poco árido y técnico, pero
' s . ^ ^ * * * ««veniente exponerlo para justificar
Senret la gloria de tan gran descubrimiento y
tra™° "*°'P'*'"™to de la parte histórica de este
Bw'^"'"''*'*^" la» funciones del corazón, ya no
o» mteresaa ninguno de los descubrimientos posJ r ^ . ? ? ^ «on- el descubrimiento valvular; la
el d e l
1 '"'''"ica de la sangre; y sobre todo
inclá. u._"*''«íi<i«> general, hecha por el médico
¡nglé» Harvc,.
, „ . „ . a conocer a la ciencia en un
ey.
1.1
•'» y dada
txaaa <
j.
• * ' 'ExerxHatío anatómico de mota cor1628 *""*"'"'•*- y editado en Francfort el año
'*' porque todos estos descubrimientos no
363
se hubieran verificado sin haberlo sido aates «1
primero.
Terminada esta primera parte de la conferencia, yo, cumpliendo mi palabra, debía hablar
ahora de la anatomía, fisiología y clínica cardiaca.
Pero no teman que moleste sus oídos ni con la
avidez de los nombres técnicos anatómicos, ni con
la detallada exposición necesaria para explicar la
circulación sanguínea, ni mucho menos con los lamentos de la clínica, porque me he propuesto hacer esta conferencia lo más grata que me sea posible, y para conseguirlo, voy a desviar el curso
oe la misma para decir algunas palabras sobre la
moral, en relación con el corazón de las personas
sanas, de los enfermos, el corazón del niño y el
corazón de las mujeres.
El éxito en el resultado de muchas enfermedades, no depende solamente de un buen diagnóstico y un mejor tratamiento, si que también de la
moral del enfermo.
La moral se caracteriza por signos individuales
que nos diferencian a unas personas de otras, y
esos signos se condensan en una frase que se aplica al corazón. Así. llamamos corazón valiente, al
de todas aquellas personas que por su profesión
u oficio, hábitos o costumbres, ponen con frecuencia en peligro su vida; llamamos corazón generoso, al de las personas que se distinguen por sus
obras de caridad y amor, al prójimo; llamamos
corazón egoísta, al de las personas que utilizan
toda clase de medios, por malos que sean, con
objeto de realizar sus fines; y así, numerosos calificativos que se aplican al corazón y son conocidos por todo el mundo.
Pues bien, la moral tiene una gran influencia
sobre el individuo en estado fisiológico, aun disfrutando una excelente salud, y para demostrarlo
existen numerosos hechos y experiencias, de los
cuales yo sólo voy a mencionar tres completamente distintos.
A un reo, condenado a muerte, se le notificó
que se cumpliría la sentencia por medio de una
sangría suelta. Sentado en una silla y vendado*
los ojos, se colocó detrás de su cuerpo un depósito conteniendo agua caliente y delante otro d«pósito completamente vacío para recibir el agua
a medida que fuera saliendo.
Un cirujano practicó en uno de los brazo* «na
nerida, pero sin interesar venas ni arteria*. Al
poco rato, el agua se deslizaba por el brazo herido de una manera lenta e intermitente y en forma que el reo la oía caer en el depósito anterior.
Pasaron unos minutos, se le quitó la venda para
ver lo que sucedía y se lo encontraron muerto.
Es decir, que este hombre sin haber perdido ni
una sola gota de sangre y bajo la influencia moral de que se encontraba desangrado, murió.,.
364
como mueren los heridos por las grandes hemoragías, a consecuencia de un síncope cardiaco.
En una conferencia que me he visto obligado
a dar en la sesión de inauguración del presente
curso, en la Academia Médico-Quirúrgica, citaba
eL caso de vm aborto provocado por la sola influencia moral. Y el caso fué el siguiente. Un médico, ante uno de esos compromisos fáciles de
eludir en teoría, pero muchas veces muy difícil
en la práctica, se encargó de provocar el aborto
en una joven soltera y embarazada, y el hombre,
remordiéndole la conciencia ante el crimen que
iba a verificar, y a la vez, deseando cumplir con
la familia, la recetó una pildoras de miga de pan
que se elaboraron en la farmacia, con la seguridad de que no habían de servir para nada. Marchó a su casa, y cuál no sería su sorpresa, cuando al siguiente día le notificaron que, sin haber
hecho otra cosa que tomar las pildoras, el aborto
se verificó con suma facilidad y sin complicaciones de clase alguna.
Tercer caso. Dos hermanos jóvenes y robustos,
cazadores de profesión, marcharon una mañana en
busca de águilas. Los nidos de estas aves de rapiña suelen encontrarse en las paredes de grandes
peñas, en cuyo fondo existe un precipicio. Uno
de ellos descendió atado a una cuerda. El descenso se hizo bien; Uegó al nido, cogió una de las
cría» y al tratar de subir, cuando se encontraba
en el espacio, la cuerda empezó a flaquear, las
fibras que la componían a romperse, su resistencia era cada vez menor y la muerte por la caída,
inevitable. La lucha duró breves ilutantes, pero
fueron de angustia, de zozobra y de ansiedad.
Cuando ya pasado el peligro se abrazaron los dos
hermanos y con la mirada dan gracias al cielo y
a Dios por haberse salvado el que ascendió de la
muerte, vieron que éste tenía el pelo blanco como
si en aquel trágico momento hubiera pasado de
la juventud a una vejez prematura.
ÍA REVISTA BLANCA
En el sistema nervioso, el enfermo que más
abunda es el neurasténico. Es un individuo solitario, sin amigos, raro, que anda siempre preocupado y meditabiuido; camina por los paseos más
apartados de las poblaciones viendo peligros por
todas partes. En muchas ocasiones, simula síntomas de enfermedades que no tiene; en otras, padece manías que rayan en las fronteras de la locura, que muchas veces traspasa y termina con el
suicidio. Estos enfermos, todos ellos iguales, son
los que se conocen por su moral, con el nombre
de corazón triste.
En el aparato respiratorio, el enfermo más conocido es el tuberculoso. Es el enfermo idealista
y el enfermo de la esperanza. Cuando el médico,
después de agotados los tratamientos, ptonuncia
con sentimiento la palabra incurable, él todavía
tiene la esperanza de curarse, pasando una temporada en un Sanatorio, tomando las aguas mineromedicinales de un Balneario, o haciendo uso del
específico más anunciado en la cuarta plana de
los periódicos. Es un buen cliente para todos esos
profesionales sin conciencia, que anuncian medicamentos que curan todas las enfermedades cuando positivamente saben que sus indicaciones son
muy limitadas. En machas ocasiones, un vómito
de sangre les acobarda, pero paaado este episodio
patológico de su enfermedad, renace en ellos la
esperanza de su curación, y yo en mi práctica,
como todos mis compañeros, hemos visto enfermos de esta clase, que teniendo contadas las horas
de su vida, -al ir a. visitarles, les hemos encontrado con una maleta preparada al borde de la cama,
y al preguntarles para qué la querían, su contestación ha sido que para hacer un viaje al rigoiente día. y efectivamente, al siguiente día hicieron
un viaje, pero fué al cementerio. Estos enfermos
son los que por su moral se ccmocen con el nombre de corazón optimista.«
Y estos hechos convincentes de la influencia
moral sobre las personas sanas, se explican, porque el organismo no es un conjunto de átomos
que se mueven al azar, sino que existe una fuerza, un algo inmaterial que le dirige y gobierna;
un dominio de la fuerza moral sobre la física
que en los casos citados en la región anatómica
correspondiente al corazón, se siente una opresión y peso, como si esa fuerza dificultase los libres movimientos de sus cavidades, y por eso vemoa que las muertes que se suceden por la influencia moral, son casi siempre por parálisis cardíaca.
En el aparato digestivo, el enfermo más corriente es el del estómago. Es un enfermo desconfiado, que atribuye las causas de su enfermedad
a los alimentos, bebidas y hasta a los remedios.
No tiene fe ni en la medicina, ni en los médicos,
y {>or esa desconfianza que le caracteriza, enfermedades que al principio son b«úgna*, laa abandona, y cuando quiere ponerse en tratamiento, ya
son graves. Además, tiene muy mal carácter, le
domina el mal nenio y regaña primero con «••
familia, después con sus amigos, y cuando iu> tiene con quién reñir, lo hace consigo mismo Estos
enfermos son los que se conocen con el nombre
de corazón rebelde.
En los enfermos, la enfermedad es distinta cuando es distinto el órgano, pero es igual cuando la
enfermedad y el órgano que padece son también
iguales.
Y esto, dicho de esta manera tan escueta no se
comprende, y para demostrarlo, voy a presentar a
ustedes como en cinta de cinematógrafo a varios
individuos con enfermedades de todos conocidas.
En el aparato circulatorio, el enfermo que podemos poner como típico, es el del mismo corazón. Es un buen enfermo, obediente y dócil, que
cumple al pie de la letra las prescripciones que le
hace el médico. Cuando tu edad es avanzada y
las lesiones que presenta son de las llamadas orgánicas y casi siempre incurables, tí apenas molesta
y cuando lo hace, es con el deseo de que termi-
LA REVISTA
365
BLANCA
nen cuanto antes sus sufrimientos. Son enfermos
dignos de lástima y de toda clase de consideraciones, por su carácter, por sus piernas hinchadas por los edemas, por su vientre abultado por
la ascitis y por una fatiga que no les deja descansar ; no pueden entrar en la cama, porque se ahogan y tienen que pasar toda su enfermedad sentados en un sillón, donde generalmente mueren.
Estos enfermos, por su moral, so» los que se coivocen con el nombre do corazán resignado.
Pudiera seguir presentando a ustedes enfermos
de loe restantes sistemas y aparatos orgánicos no
mencionados, pero temo molestar su atención, y
con los expuestos creo es suficiente para demostrar
que, a pesar del distinto temperamento, idiosincracia, constitución, género de vida, clase social,
etcétera, por los que nos distinguimos unos de
otrosi la moral de los enfermos es siempre la misma, cuando la enfermedad y el órgano que padece
son también iguales.
El corazón del niño, es como su alma, un corazón virgen. Su corazón no padece enfermedades, y cuando las tiene, es a consecuencia de
otras dolencias generales, como repetidas veces
hemos visto en nuestra práctica, al tratar enfermitos con reuma y escarlatina. Responde perfectamente a la acción de los medicamentos, hasta el
extremo de que todos los clínicos, las terapéuticas y los formularios, nos advierten que en los
niños las dosis deben ser muy pequeñas en comparación con las que se administran a lofc adultos. Su corazón no tiene nombre, porque su vida
de relación no se encuentra todavía desarrollada
y esta es la que caracteriza la moral de los enfermos. .
En las mujeres, su corazón en relación con la
moral, es distinto según su estado.
t n las solteras, su corazón es muy parecido al
oel niño; ya empieza a padecer enfermedades,
*"'J* *" general son benignas y casi siempre culpables. La característica de este corazón, es su
*'ó" ^^'*''""^«<í- Una mala noticia, una irapre" " niorte, una sorpresa, hacen que este corazón
lata de una manera violenta, y esas palpitaciones se traduzcan en un ligero rubor de sus meji"«». un color más intenso en el rojo de sus labios
' I d " ' "'•yof brillantez en la expresión de su mitaoa. Este corazón es el que se conoce con el
nombre de nerofoso.
En la mujer casada, se encuentra en su cora• v í n ^ « ! « • 'de enfermedades, y cuanto más
ntM» «u edad^ muchas más graves, porque e»
«« ««w>l«tno debÜíti^o y un corazón re«>ntido
í » «a. lucha, por U vida, por las emociones raot!j
T^- P'^'»P°'=»n« el trato social, por l o . e.tMo. fisiológico, anormales porque ha pasado su
JT""^?'
''°""* •*» ^ menrtruación, e m b « « » .
u Z l '"=''"'=»• Su caracterírtica e . la valentía y
^«eherwUiad. Toda mujer cauída defiende hasta
•« vida. lo« peligro, que puede tener «u fa-
milia y perdona hasta las ofensas que ésta y s u .
hijos la hacen.
Repetidas veces hemos visto que hijos desnaturalizados han maltratado y hasta ocasionado heridas a sus madres. Cuando la autoridad quiere imponerles el castigo que se merecen, la madre declara que ella se ha ocasionado las lesiones o heridas, con objeto de salvar al hijo de fá pena que
le hubieran impuesto. Este corazón no tiene más
que un nombre : el de corazón de madre.
Existe otro corazón que yo llamo «hospitalario»
y es el de las Hermanas de la Caridad. Los que
hemos convivido con esas mujeres en esos centros
del dolor, donde se acumulan las desgracias y se
ponen al descubierto las miserias fisiológicas, hemos podido apreciar lo que vale el corazón de esa.
mujeres, que lo mismo consuelan al niño enfermo,
que echa de menos el cariño y los besos de su
madre, que asisten al enfermo de viruela, .in
temor al contagio, o hincan su rodilla en tierra
para elevar una oración por el alma del anciano
que en aquella hospitalaria cama acaba de exhalar
el último suspiro. Es un corazón que se amolda
a todas las circunstancias y se distingue por la
generosidad de sus sentimientos. Sólo tiene un
nombre : el de corazón reli^oto.
Pero este corazón no actúa sólo en los hospitales, lo vemos bajo distintos hábitos y ccm distintos nombres en las Inclusas, donde se acumulan
los desheredados del amor de sus padres; en las
Escuelas Dominicales, donde se educan las jóvenes y se las aparta de los vicios a que la sociedad
ias invita; en las Tiendas Asilos, donde se faci. litan comidas para reponer las fuerzas de los hambrientos ; en los Asilos de Ancianos, donde se reunen para terminar sus días, los pobres viejos a
quienes ni la fortuna ni la familia les fué favorable.
Todos estos corazones laten bajo el manto de la
caridad, tienen como guía la fe y tienen como
vocación su amor a Dios y su amor al prójimot
Y he terminado, pero antes de abandonar erte
sitio, voy a dar las gracias a todos ustedes por «a
paciencia al escuchar esta charla, frívcJa y nada
científica, documentada en su mayor parte pe» l o .
hechos históricos.
He DICHO.'
EL TEXTO DEL
PRESENTE
NÚMERO HA SIDO S O M E T I DO A L A PREVIA C E N S U R A
GUBERl^ATIVA
366
Sóbvc
LA REVISTA BLANCA
los
ovígcwMCs
Aél cvisñtioLWMiswno
AS campanas de Navidad, que han
repicado una vez más, a través
del mundo, el aniverssirio de un
Salvador que quizá no ha existido nunca,
ni como fundador humano de religión, llaman la atención de los espíritus libres sobre uno de los más apasionadores enigmas
históricos planteados a la sagacidad de los
investigadores y a la curiosidad de los hombres. No basta rechazar la divinidad de Jesús. Els necesario explicar el origen del cristianismo, hecho formidable, que ha marcado el fin de la sociedad antigua, trastomándola más profundamente que las
Grandes Invasiones, y, en primer lugar,
situar históricamente la figura de su fundador.
Para Renán, que se inspiraba en David
Strauus desde el punto de vista crítico,
pero cuya «Vida de Jesús» es una construcción muy personal, Jesús era im gran
inspirado, un superhombre infinitamente
persuañvo, pero un tanto anacrónico, saturado intensamente de la filosofía moderna y hasta de renanismo. El señor Loisy, ajustando los hechos como analista y
orientalista muy al corriente de la época
y del medio, ha reconstituido una fisonomía muy verosímil: obrero galileo de
pueblo convertido en profeta, fracasando
en su propaganda y condenado como un
agitador vulgar: verdadero judío de su
tiempo. Si ha existido, escribe justamente
el señor Couchoud, he ahí cómo puede
concebírsele. ¿Pero ha existido? Los partidarios de la negativa ganan más terreno
cada día. La idea no es nueva. Volney
la sostuvo en el siglo XVIII con una presciencia que hace honor a su intuición de
psicólogo y de historiador. Pero he ahí
que apenas hace medio siglo ha sido intentada la primera demostración científica
por el alemán Bruno Bauer. Han seguido
otras, sobre todo en Alemania. Kalthoff,
Drews y muchos otros. En Francia, la vulgarización de esta doctrina, con vm carácter muy personal, ha sido el objeto del
reciente libro del señor G)uchoud ¡y El
Misterio de Jesáa.
L
¿Qué se ve, en efecto, cuando se trata
de estudiar científicamente la historia de
Jesús? Ningún testimonio contemporáneo,
ni israelita, ni griego, ni romano. Tácito
refiere, un siglo después, una tradición de
los cristianos de su tiempo, lo cual nada
prueba. Ese mutismo ha parecido tan extraño que el cristianismo, después de su
triunfo, se ha esforzado en hacer hablar
a los textos para su provecho por medio
de interpelaciones que su torpe ingenuidad
ha revelado prontamente.
En los documentos cristianos primitivos
todo es contradicción, incertídumbre. L i
Iglesia ha tenido buena ocasión para rechazar la mayor parte como apócrifo y
lo que ha conservado no es apenas más
coherente. El cuarto Evangelio se halla
en absoluto desacuerdo con los otros tres.
Los cvmiplimientos de profecías que atestiguan a los ojos de los fieles la divinidad
del Cristo, constituyen hoy para el sabio
la mejor prueba de que toda esta biografía ha sido fabricada demasiado tarde.
«Se diría, escribe el señor Salomón Reinach en Orfeo—excelente resumen de k
historia de las religiones—se diría que un
autor, no sabiendo nada de Jesús, sino
que era el Mesías, habría sacado su biografía del Antiguo Testamento griego,
llevando al tormento los textos más sencillos.»
En realidad, es sobre todo la influencia
de la tradición y de una creencia atávica
lo que conserva aún, entre los espíritus
críticos, partidarios de la historicidad de
Jesús. Pero la mayor parte de éstos deben
de reconocer como el señor Guignebert
(El problema de Jeaáa), que una biografía científica del Cristo es imposible. El
último argumento que subsiste en favor
de la existencia de Jesús, son las Epístolas
de san Pablo. Los negadores han contestado mostrando el carácter alegóricco y
místico de esas cartas donde Pablo declara,
por ejemplo, que Jesús ha sido crucificado por los Principados celestes y no da
nunca precisiones sobre la vida terrestre
de Jesús que él no habría conocido, en
LA REVISTA
BLANCA
todo caso, toda vez que la fecha de su
conversión se coloca—i muy a propósito !
dos años después de la crucifixión. Yo
considero, por mi parte, una hipótesis.
IVle ha sido sugerida por las investigaciones que he hecho preparando una obra
sobre las Leyendas, profecías y supersticiones de la guerra. He podido reconstituir el mecanismo de las profecías modernas, antedatadas de un siglo o dos para
las necesidades de la causa. Si se atribuye,
supongEunos, a un monje del siglo XVII una
profecía fabricada en 1870, la exactitud
de los sucesos «anunciados» con seguridad para el período anterior a 1870
permitirá acreditar la profecía e inspirará confianza para sus predicciones de
los hechos venideros. Yo me pregunto
si el cristiariismo no ha nacido con posterioridad a la destrucción del templo de
Jerusalén que tuvo lugar en el año 70 y
que. provocando la dispersión de los ju-
367
dios, ponía fin al gran sueño mesiánico.
Para retener a los adeptos desalentados,
algunos sacerdotes habrían anunciado
que había llegado el Mesías y habrían forjado toda clase de embustes y leyendas
con ayuda de los libros sagrados. Hoy en
día se sabe que los Evangelios más antiguos y las Actas o Hechos de los Apóstoles han sido escritos hacia el 95. Quedan las Epístolas de Pablo que se sitúan
entre el 51 y el 60; pero í no habrían sido
antedatadas, fabricadas fuera de tiempo,
hacia el final del siglo y atribuidas a un
personaje cuya historicidad debería ser
^^'"hién objeto de un minucioso análisis^
Jesús aparecerá cada día más como una
creación mística o, mejor dicho, como un
símbolo, un gran símbolo de fraternidad
y j ? P*''^' Que el cristianismo ha alterado
o disfrazado con demsisiada frecuencia.
£1 PefoFno... d e los buenos
Sobre el pueblo mejicano y sus revoluciones se ha escrito mucho. No ha mucho que
^- Araquistain publicó un libro sobre los as.
pectos político-económico-social, racial y étnico de las revoluciones de Méjico. Otro escri11% ?f****'° se ocupó del mismo tema, con
profusión de detalles. Y muchos otros escritores se han ocupado de Méjico, ya que sus
mones revolucionarios son ricos veneros para
liado r \ *'^"°"^«s- Y todos dicen haber hane¿ m¿®' '* 'iicógnita que las revoluciores V i r * ? " ''^"^'^•^ a lit^atos y pensadou i i r e v l í f - r " ' ' ' ''^^^^^o «1 «"«d° "«"^
bramienTn '^" Portentosa, como un deslumzZllLTy^'^""Y «1 pueblo rumia goíue valf t " ° • ' . ' " " ' ° 1"« 1« ofrecen, con tal
nado con f'T''*'^° ^^ ^^^«" altisonantes, adorAh
* oropeles.
Uenadl^'^rí"'^* preguntar a todos los que han
trascenni^'^f.' " * " ' ° * ^e páginas, sobre la
canas V
"""""^^ ^^ '*' revoluciones me-
ALBERTO
DAUZAT.
liovajpos
a la parte más próxima de la verdad, igual en
el aspecto político-económico-social y religioso, como en sus alcances etnológicos, raciales, temperamentales, etc., no confundiendo
lamentablemente, simples asonadas militares,
de quítate tú para ponerme yo, instigadas, las
más, por el clero, y las otras por el deleite
que el mandar produce y el tronchar vidas y
el acumular riquezas en ciertos espíritus meíquinos, ayunos de toda sensibilidad, abortos
de la sabia naturaleza.
Fijarse en la trascendencia y eficacia que
puedan tener las cláusulas de un artículo, o
varios artículos juntos, o todo un Nuevo C ^
digo legislado por las más altas prominencias de la política, y luego deducir sobre los
efectos que puedan tener la letra muerta de
esas leyes, sacar consecuencias a priori y establecer correlaciones, o juicios definitivos, me
parece algo poco menos que absurdo.
La política está siempre llena de sorpresas
para aquellos que aún conservan ilusiones sosiguen ? 1 ¿I A
inspirado ? ¿ Qué fin per- bre su eficacia en armonizar los intereses de
"*«»? ¿En a á .''"^^^^'"^«ncia libertaria tie- las clases que están en pugna dentro de la
del pueblo?
" mejorado las condiciones sociedad; de vez en cuando los sorprende, en
su buena intención, con un aborto legislativo,
Cabría aún ha
pero deseaba
muchas otras preguntas, con un parche, que promete, por una parte,
caminos los ^^^^ ''**'°' ''"* deslindaran los subsanar todo lo malo, unir tierra y espacio
los hechos \^^^t ^''^'^ llamados a esclarecer en fraternal abrazo, subir los predeitinadoB a
cia de es».' ^ fundamentos y la trascenden- la altura de los Dioses del Olimpo, ceñir a sus
' Pseudorevoluciones, reajustándolos esclarecidas frentes la corona de laureles y
LA REVISTA BLANCA
368
mirtos, inmortalizarlos en vida, estatuificándolos. ante cuyas vestales debe arrodillarse el
pueblo rogando que sean eternas sus existencias para que sigan dictando sabias y redentor a leyes, y por la otra, anulan, en pocos plumazos, toda la eficacia que pueda tener la letra muerta de tales leyes, sujetas a capciosas
interpretaciones que varían según la latitud,
longitud, moral y costumbres del pueblo y
según el rango económico y social de los protagonistas, de cuyas consecuencias dedúcese
que las leyes seméjanse a los insectos viscosos que se escurren por cualquier parte que
se les agarre.
En lo que se refiere a nosotros, ya curados
de espantos, no afecta nuestra sensibilidad
todas las innovaciones hechas en materia legislativa, ya que sin excepción, todas conducen a proteger la riqueza usurpada al acervo
común, y para mantener en pie absurdos políticos o económicos o religiosos que no resisten el soplo de un ligero análisis. Pero que
sean bien hechas ellas para los que grilletes
ansian.
El caso de Méjico es típico en el proceso
histórico de sus revoluciones, cuyo compendio efectúase como una síntesis magnífica, bajo
los auspicios y dirección del presidente Portes Gil. El resumen histórico de su evolución
política, económica y moral; el hondo raigambre, las profundas raíces de sus revoluciones,
sintetizáronse, tomaron cuerpo, alcanzaron su
máxima expresión, ya que no diremos eficacia, en el nuevo Código redactado por el actual presidente, y el cual dicen pondrán en vigor el is de diciembre, cuyo nos movería a
risa si no nos obligara a llorar.
En él se anula la obra del manco Obregón,
en la pequeña eficacia que pudiera tener, y
pacta con la iglesia católica, devolviéndole
los bienes que el gobierno conservaba bajo su
poder.
Las relaciones entre el Vaticano y el Estado mejicano son cordiales. Autorízaseles para
abrir las puertas de sus templos, para inmiscuirse en la enseñanza, poniendo en marcha
sus buenos negocios: la explotación del culto.
Y nada menos que para hacer valer sus derechos intrigaron constantemente la política
mejicana, fueron a la revolución, cometiendo
toda clase de depravaciones, asesinando y robando al grito d e : |Viva Cristo rey!»
Invocaron el pasado, llamaron a las tumbas,
consultaron con Ice muertos la confección del
nuevo Código. La parte del honor confeccionóla Calderón de la Barca; la autoridad moral, religiosa, fué P . de Arbues su artífice;
la autoridad política estuvo a cargo de^ Bismark, de Nerón, de Maquiaveio, de Calí-
gula, etc., que se encargaron de hacerla valer con la nitroglicerina, el gas inhfdrico, lacrimoso, etc., y las modernas aeronaves; y
la higiénica fueron los contrabandistas en drogas y licores, y entre todas esas glorias insignes (?) trazaron en la mente del licenciado
Portes Gil el plan del nuevo Código mejicano. Al consultar a los muertos, ya él había
hecho revelaciones de lo que podría ser. Dijo
que aboliría la pena de muerte, que suprimiría los jurados, nombrando a su vez, para
substituirlos, un Consejo de Alienistas, que
estudiarían los móviles de los crímenes, pticológicamente. Y así sucede, según las notas
que ante mí tengo, y que dicen:
«Un padre tiene derecho a matar a su hija
y a su seductor en los casos donde la joven
sacrifica su honor—esto de acuerdo con las
cláusulas del nuevo Código penal redactado
bajo los poderes extraordinarios que el Congreso ha concedido al licenciado Emiliano
Portes Gil, y cuyo Código está apareciendo
en la «Gaceta Oficial». El nuevo Código dice
que el marido que sorprende a su mujer y al
• amante consumando el acto sextial, podrá matarlas, sin que por eso la ley lo castigue. Lo
mismo sucede si es la esposa quien mata a su
marido y a su amada. Estipula también que
los borrachos profesionales serán colocados en
sanatorios para su cura. La trasmisión de enfermedades venéreas será castigada por la ley
y su curación se hace obligatoria. Las personas con enfermedades yenéreas no podrán contraer matrimonio. El Código suprime la pena
de muerte y reemplaza el jurado por un grupo de alienistas-psiquiatras y otros peritos, y
debe ser puesto en vigor el día 15 de diciembre del año en curso.»
No necesitaría comentarios. Se quiere suprimir la pena de muerte y se le abren mil fauces devoradores en falanges de gentes de embotada sensibilidad, con el fútil pretexto del
honor juzgado bajo el absurdo concepto calderoniano; se quiere evitar los estragos del
alcohol y se cobra impuesto por la cantidad
vendida; se quiere evitar las enfermedades
venéreas y se cobra tributo a las pobres ra*
meras, se cotiza el aminr (?) en el mercado de
las finanzas, y además, sabiendo que las propias mujeres y hombres y los médicos expertos en la materia, no reconocen sus efectos
sino después de transcurridos varios días. Y,
¿para qué seguir?... Los discípulos de Loyola, alma del nuevo Código penal, muéstrame
gozosos, ante el retomo de los boóiM tiempos.
Esperamos la palabra de todos esos que bao
desentrañado el mistarlo de las revoluciones
mejicanas.
Aatonio OtAvsi.
Nueva York.
BOL flcvisía
blanca
S u p l e m e n f o d e l n ú m e r o 159
Adminiíineeión:
Guiftardó, 37. . Barcelona
SUIfll^ItlO
« o Btuerfo 0 é m e » d e S a n u e r o . - Crónica d e l a «zaincenax Don Pancho - Ca « o .
r o l I f b e r i a r i a y e l í n d l v f d a o l l e m o n o r f e a m e r l c a n o í Paul.no Sosa. - £ a s iaeama*
Euima Micb0h Luisa Michel. - Gomeniorio*» Baturrillo. - "Ca ÍVovela J d e a l " - C i t e o e
<iae d e b e r í a n e e r aattnMdM.
- V<»f '»« « « M e * e n a m é r i e a . - T i e r r a . - H n a
a d v e r i e n c i a y a n r a e 0 o . - f r a f f m e n l o . d e l e f r a e I n s i r u c i i v a s : Luis de Zulucta,
Mariano Benllíure Tuero, Andrenio. - J a v e n f a d d e boffaAo: Eloy Muñiz. - C u e n i o s y cb€W
carrillo*. - « o e e r l p c l í n i n f e r n a d o n o l a f a v o r d e l o * p r e * o * p o r c u e s i l o n e e
«ocíale*. ~ 2Voia« adwuinimlvaittvttm
Ha wnuevfo Qómcx d e Sa^ueipo
STA mañana—martes, 17 diciem- aquellas su elegancia moral, su gusto esbre 1929—los periódicos nos han tético, su simplicidad de expresión, que no
sorprendido con una noticia más do- excluyó jamás en él la delicadeza y la perlorosa por lo inesperada: ha muerto Eduar- sonalidad del estilo.
Durante años seguidos hemos leído consdo Gómez de Baquero, el inimitable Andrenio, uno de los pensamientos más am- tantemente a Andrenio en esa obra desperplios, más libres, mejor organizados del pe- digada y. humilde de periodista, donde emriodismo español y la literatura hispana pro- pleó la mayor parte de su tiempo y donde
dejó los mejores y más expontáneos de sus
piamente dicha.
Lo rápido de su fallecimiento ha hecho frutos. Las obras mayores que tiene, los
que casi lo supiéramos antes muerto que ensayos novelescos y los libros de tesis, de
enfermo. Y no ha podido ser más penosa, análisis crítico, no hacen más que complemás sinceramente desolada la impresión tar y redondear su figura moral y literaria,
que respondía aún a todo el concepto alto
que recibimos.
La muerte de Andrenio es una pérdida y caballeroso del periodismo español, de
muy grande para el liberalismo español. estirpe nobilísima, de tradición heroica. GóHeredero del espíritu, la actitud y la cultu- mez de Baquéro perteneció aún a esa raza
ra de Alfredo Calderón, tan injustamente de caballeros de la pluma que se honró con
olvidado, la prosa de Andrenio era estéti- los nornbres de Larra, de Alfredo Caldecamente un modelo y moralmente un ba- rón, de Mariano de Cavia, de Nakens, que
luarte avanzado en donde se expresaban y se honra aún con el de Castrovido, raza que
se defendían todas las ideas nuevas del si- se va extinguiendo, sustituida por el amaglo. Alma abierta a todas las influencias, neramiento de los unos y el innoble mercanatención ávidamente tendida hacia el resto tilismo de los otros.
Eduardo Gómez de Baquero siguió toda
del mundo, ninguna palpitación de la conciencia universal, ningún aporte nuevo a la la trayectoria de una verdadera conciencia
evolución general del pensamiento, le era libre. Desde sus comienzos jurídicos hasta
ajeno y desconocido, le hallaba indiferente esta su madurez de espíritu de ahora, que
cada año que pasaba le hacía dar un paso
o distante.
y sobre todos los asuntos proyectaba la más hacia la izquierda y que a cada asunto
claridad, la serenidad, la visión humanista que planteábase a su curiosidad y a su
y engrandecedora de su crítica, que apro- atención alertas hacía que su mente lo conxima su figura a la ya extinta de Brandes templara y lo fallara más radicalmente, hay
y la equipara a las aún contemporáneas de todo un ciclo de evolución limpia y pura,
Benedetto Croce y de André Gide. Muerto toda una vida tranquila, serena y rectilínea»
Andrenio, el vacío que su desaparición ha de continuo ascenso, como la de Pi y Mar-'
hecho será difícilmente llenado. Es inútil gall, que empezó panteista y republicano,
que busquemos en la literatura española, y acabó, según declaración de pimargalliaen el mundo del pensamiento español una nos tan ilustres como Rovira y Virgili, ateo
figura que se le aproxime. Ninguna tiene y anarquista.
E
SUPLEMENTO
II
Nacido en diciembre de 1864, Gómez de
Baquero ha muerto, pues, cuando sólo contaba sesenta y cinco años, cuando su pensamiento ágil, su pluma incomparable habían adquirido toda su madurez sazonada
y cuando aun le quedaban años de despierta vida de la inteligencia. Alguien dijo de
él que era el Sainte-Beuve español; pero,
es cierto, Gómez de Baquero fué superior
moralmente a Sainte-Beuve: en su alma
no cupieron nunca las envidias y las mezquindades morales del critico francés y si su
obra, desperdigada en artículos periodísticos,
no tiene el volumen de la del autor de «PortRoyal», tiene algo que Sainte-Beuve no tuvo : la libertad y la nobleza de los juicioS; la
generosidad y la amplitud de visión, la inalterable ecuanimidad de un alma que ignoraba las envidias, el odio, el rencor, que tenía para todo y para todos la Ironía y la
Piedad, amablemente hermanadas, como
Anatole France. No hay en la prosa de An•drenio ni un gesto extemporáneo, ni un adem á n descompuesto. Tiene toda la elegancia,
toda la estética, toda la profunda serenidad
de su pensamiento indulgente y libre, agudamente perspicaz, intensamente receptivo,
t n el que todo se pulía, se enriquecía, se ordenaba y se expresaba de una manera bella
y poderosa.
La muerte le ha sorprendido cuando más
podia esperarse de su genio, cuando más
hacia la izquierda se inclinaba, cuando ya
no era «el conservador anarquista», que decían sus compañeros de redacción de «La
Época», sino el pensamiento más indepen-
1>E LA "REVISTA
BLANCA"
diente, más hondo, más alto, más noble y
más avanzado de la literatura española.
Como jurista, como crítico, como filósofo,
como novelista, asf como g a s t a n d o sus mejores energías en esa labor diaria del periodismo, en esa su lucha de guerrillas desde
las columnas de la Prensa, en todos los aspectos Gómez de Baquero sobresalió y se
impuso; sin ruido, modestamente, por sus
propios méritos, se convirtió en maestro y
en ejemplo de las juventudes contemporáneas.
En este instante de su muerte, todos sin
distinción, izquierdas y derechas, se habrán
inclinado sobre sus restos, .sobre esta vida
ejemplar por lo segura, lo clara, lo evolutiva
y lo dinámica.
Su vacio, ¿quién lo llenará? Vacíos asi
son difícilmente llenados. No muere con Andrenio sólo un hombre, sino una tradición
de idealismo y de fidelidad a sí mismos, de
dignidad del pensamiento y de intelectualidad elevada, de que pocos, muy pocos,
ejemplares quedan en el actual ambiente de
indigencia moral del periodismo y la literatura de España.
La Redacción de LA R E V I S T A BLANCA, en esta hora de su muerte, recuerda que
le contó entre sus suscriptores y que fué la
única pluma y el único pensamiento de E s paña que, cuando empezamos a traducir al
español y a divulgar en lengua hispana la
obra de Georges Brandes, nos escribió felicitándonos.
wmmmmmmmmmmmmmmm
Cvénica d e la
o las tres cosas del tío Juan, podríamos lleunar
a esta crónica, porque son tres los asuntos que
durante los últimos quince días, han llamado la
atención de D. P a n c h o : La conversión de un cura
al socialismo; unas declaraciones políticas que el
catedrático español Jiménez de Asúa ha hecho a
un periódico de Buenos Aires, y la nueva clase
de negocios a que se va a dedicar la casa Krupp
de Alemania.
*•
La conversión del sacerdote Matías Usera, anunciada en un mitin socialista celebrado en El Ferrol, desde el punto de vista ideal, nada tiene de
particular. Lo raro es que los cristianos no sean
todos socialistas, ya que el socialismo está más
cerca del espíritu cristiano que el cristianismo que
se usa por ahí.
Lo particular es que esta conversión al socialismo del padre Matías Usera se da de coscorrones
ttuincena
con la conversión al catolicismo de Osear Pérez
Solís, obra magna del padre Cafo.
Un sacerdote que se convierte al socialismo por...
He aquí sus razones, expuestas en el mitin de referencia :
«Declaró que por ser un verdadero discípulo de
Cristo, había ingresado en tas filas socialistas.
—El socialismo—siguió—es el único ideal que
encierra en escuela y en táctica la verdadera doctrina del Mártir del Góigota. Yo me hago socialista porque es el único ideal de paz y de amor que
se predica actualmente entre los hombres.
Terminó haciendo un juicio de la política española y dedicando un recuerdo a la memoria de
Pablo Iglesias, de quien dijo que había sido modesto en su vida, firme en sus ideales y Heno de
mansedumbre, como Cristo. (Febus.)
Y otro sacerdote, el padre Cafo, que eonvierte
al catolicismo a un socialista.
SUPLEMENTO DE LA "REVISTA BLANCA'
¿Dónde está la verdadera conversión? Puede que
no esté en parte alguna, pero desde luego don
Pancho afirma que al separarse del socialismo Osear Pérez Solís para acercarse al catolicismo, se
alejó del espíritu cristiano, y que el sacerdote Matías Usera, al separarse del catolicismo para acercarse al socialismo, se acercó al espíritu de Jesús.
cSincera la conversión?
Desde luego, a la del antiguo comunista y más,
antiguo socialista, D. Pancho no la estima sincera,
porque hubo premio.
En cambio, la de este sacerdote de El Ferrol
la estimará sincera D. Pancho, si hay persecución
clerical.
Precisamente en este momento se está discutiendo, en Norteamérica, si la actual civilización,
con sus guerras, .us explotaciones y sus miserias,
es cri«iana. Los periódicos de verdadero espíritu
cristiano, dicen que no. Las publicaciones que viven perfectamente bien denrto de ese bastardeamienlo de la» doctrinas de Cristo, dicen que sí.
A la. clara, se ve que no y los grandes magnates de la Iglesia, que apoyan esta civilización anticristiana por los bienes materiale. que de ella
socan, viven en pecado de prevaricación. Pero e.tán en el secreto y van bien montado, en las herejía. materiali.ta.. que .i Parí» bien valía una
mÍMi, el becerro de oro bien vale una herejía.
A D. Pancho le e . simpático el catedrático español Jiménez de Asúa. Tiene un gesto en su
vida, y a D. Pancho le gu»tan lo. hombre» de
gestee, aun gustándole más el gesto de la» mujeres.
El catedrático señor Jiménez de Asúa rehusó la
•cátedra en aeñti de proteita contra una medida que
daba título, y derecho, de doctor univer»itario a
lo. que no eran más que doctore» de seminario.
Estuvo bien eio. y D. Pancho le aplaude. Pero
dice el doctor Jiménez de A»úa en la interviú que
D. Pancho ha mencionado ante» y lo dice refiriéndose a la juventud intelectual.
«Estos elementos carecen de un fuerte nexo que
haría de ello» una fuerza estiiriable. Se los disputan los diversos grupos republicanos y, de muy
buen grado, los socialistas les abrirían sub puertas. Pero, especialmente la juventud, sin ser hostil al socialismo, considera al partido demasiado
indúctil, demasiado «económico» y pagado de dogma, de anteguerra, poco dispuesto a hacer concesiones a lo» «entimiento» que vuelven a mover el
mundo, ya que se reacciona hacia el humanismo.
En definitiva, que «o d e « » formar parte integrante del partido socialiste, n n que por eso se
niegue, si llega la hora, a intervenir al lado del
socialismo para la reconquista de lo. derecho, de
la ciudadanía españdla.
Según esta» declaracione» del catedrático espaftol, hoy en la República Argentina, la juventud
m
intelectual, digamos universitaria, no va hacia el
socialismo porque se preocupa demasiado de la
cuestión económica y poco de eso que ahora .e
ha dado en llamar humanismo y que se puede armonizar perfectamente con los que van bien «>bre el machito.
¿Dónde hay más humanismo que en las ideas
socialistas? Es lo del sacerdote Matías Usera : Se
convierte al socialismo porque en él es donde ve
más justicia social, más amor y más paz.
Lo que pasa, señores catedráticos y señores universitarios, es que a ustedes les interesa menos la
parte económica del socialismo, porque la tienen
resuelta, y a la mayor parte de los socialistas les
interesa más, porque la tienen por resolve.'
I Ni más ni menos I
¿Humanismo? ¿Dónde más que en el hecho de
dar de comer al hambriento?
¿Que ustedes ya comen? Perfectamente y conténtense con ese humanismo que con.iMe en desear que todo el mundo coma, pero que e»tima
que la política es lo principal.
I Y luego dirán si los obrero, ven o no con .ímpatía a los intelectuales !
Hay algo superior al pan, sí .eñoreí, la libertad. Pero la libertad de D. Pancho, que e. la verdadera por .er la más libre, es una libertad que
tampoco conviene a los intelectuales político», porque le» e»tropea la combinación. Es una libertad
que está de nones con jefes, caudillo» y líderes.
La gran noticia es esta :
<Las grandes fábricas Krupp de Essen, que «n
el pa»ado llenaron a Alemania de armamento» d«
guerra, han evolucionado de tal modo en loa tiempos modernos, que ahora se pr<q>oDen inundar al
mercado de flore», fruta» y hortalizas, mercancía,
nada belicosa.; pero que, .in duda, ofrecen en
nuestro tiempo más ganancias que lo» cañone» de
bombardeo.
En Huegel, el feudo indu»tria] de lo» iOupp,
mucha» hectárea» de terreno han «ido cubierta»
con estufas para plantas de enorme tamaño, dotadas de todos los adelantos moderno», con el fin
de que produzcan una co»echa inten»iva.>
Este sí que es síntoma halagador. En lo» extensísimos terreno» que ante» servían para producir
instrumentos de muerte, se van a dar elemento»
de vida.
D. Pancho estima que este hecho para el bien
universal, es mucho más importante que todas la»
conver»iones al socialismo y que toda» las duda»
de lo» intelectuales a convertirse en socialiita» militantes.
De todas maneras el mundo marcha y la labor
qtie realizan los Panchos. Panchas. Panchito» y
Panchita». atizando el fuego a la caldera del mundo, no e» labor pttéril.
I Que con»te 1
D. PAMCNO
IV
SUPLEMENTO DE LA "REVISTA BLANCA'
£a watcreal libcvfawia
y el
individualismo
ncvieatnevicano
Ei nuevo presidente de los Estados Unidos, o
sea Herbert Hoover, nos ha dado en tres artículos
publicados en «La Vanguardia», de Barcelona, el
sentido práctico y fuente de donde ha de alimentarse toda su política. Es del individualismo norteamericano de lo que nos habla, y en verdad, uno
que sea verdaderamente norteamericano no puede
de por menos que decirnos las proezas que en su
país se registran.
No es exiguo enumerar los trastornos que la guerra IKM dejó, pero si la guerra fué provocada por
la animosidad del mercado capital, y éste estaba
representado en su vanguardia por una minoría
que nunca compartió una elevada moral, mal puede esa minoría llamada norteamericana darnos con
las castañuelas en los oídos, para hacernos creer
que el Alfa y el Omega de la situación, problema a
resolver mundialmente, se condensa sólo en un
desarrollo material e industrial.
Ahí tenemos la situación de Inglaterra; material
e industrialmente parada, y no es porque en elle
no existan capitales y hombres con capacidad para
resolver. No, no es por eso. Es sencillamente porque la situación a resolver tanto en Inglateira,
Alemania, Francia, Norteamérica y otras naciones,
está o ha de derivar de un progreso espiritual de
educación. Nosotros decimos de libertad, pues donde la libertad no existe y el hambre aguijonea los
hogares, no consuelan las palabras de individualismo material, conservadurismo de ideas, laborismo y republicanismo del mismo lienzo. Todo ello
por experiencia los pueblos han comprendido que
no dejan de ser palabras, para convertirse en opinión de palabra.
Lo que no se puede en nombre de ningún gobierno; capilla ni jefatura, es matar el pensamiento de los progresistas. Entendemos por tales, a lodos los que llevando una vida honrada, por vivir
de su trabajo, no dejan un momento de estudiar
la manera más favorable que ha de dársele a los
problemas de la humanidad.
Hemos hablado de problemas humanos y quedemos decir algo que justifique nuestra actitud a
favor del progreso y frente a la reacción.
América del Norte no deja de jactarse de que
su experiencia en el mecanismo industrial y social lo debe al estudio hecho en las revueltas de
Europa. No negamos que Washington fué el coloso de la independencia de ese suelo, pues de lo
contrario Inglaterra lo hubiera explotado como una
de sus más fértiles colonias. Luego quiere decir
que el general Washington no se dejó vencer por
los ingleses porque tenía conceptos de no humillación a una potencia; pero si mantenía este concepto, no debió hacer leyes, ya que, al hacerlas.
quedóse él y el pueblo que lo seguía, humillad*
por la imposición. Oe donde derivan las persecuciones y los arrestos en el nuevo pueblo llamad»
republicano.
Mr. Hoover sabe, como nosotros, que la inteligencia de un Thayer fué designada para condenar dos hombres que defendían la igualdad de
derechos morales y materiíJes.
Este hombre es hijo—según la prensa—de un
humilde herrero de California y estudiante de Leciand Stanfort University, hoy el hombre del día
en todo el continente americano. Y nos habla usí :
lEn los Estados Unidos tenemos bastante experiencia de la vida para guardarnos de atribuir a
todo el mundo el mismo grado de capacidad y aptitudes, de carácter y aspiraciones. Hemos llegado
a la conclusión de que todo lo que por ntedio del
gobierno podemos esperar en bien del individuo,
es libertad, justicia, satisfacción intelectual, igualdad de circunstancias para las conquistas sociales
y estímulo para ser entidades útiles.»
¿Cuál de las tendencias que Hoover nos señala,
como son : comunismo de Elstado, socialismo de
idea, sindicalismo, capitalismo y autocracia, confieren al individuo las mismas aptitudes de carácter, de capacidad, de aspiraciones? Quisiéramoa
saber también si al hablársenos se ha dejado de
leer algún tomo correspondiente a la fecha de la
edad medioeval, o se está pensando en el mecanismo de la civilización automóvil sin embrague.
No, no hay en ninguna de las tendencias apuntadas hasta la fecha, ninguna manifestación gráfica que justifique la igualdad de aptitudes en los
individuos. Y por no haberla es por lo que se
emplea ese marasmo de consideraciones, que como
ahora, tantas veces nos sorprende. La igualdad de
aptitudes, capacidad y aspiraciones, expuestas por
la filosofía—no chaoacana—de un Sócrates, de im
Platón, de un Reclús o de Bakunín, darían la claridad que los problemas humanos esperan para
ser solucionados.
Según las aptitudes se tienen las aspiraciones, y
uno que no tenga las primeras, mal puede aspirar a las segundas. Así, también podemos decir ^
según las aspiraciones, se tienen las aptitudes, y,
por lo tanto, el problema se no» hace complejo.
América, con su individualismo capital, nos da
la sensación de aquel gran prestamista que, prestando una parte de «su dinero», pretende hacer
bien a quien descorazona porque lo ha comprendido. El mundo, Europa y los demás países, saben por psicología material que el emporio rival
está establecido en el reinado del hoy Herbert
Hoover, y éste, muy obligado del puesto que ocupa y de experiencia como capacidad, no ve otra
solución a la situación política mundial, que es la
de decir que ellos no sienten el desquiciamiento
de Europa.
No es mintiendo como más se gana; de loa
treinta y cinco millones de niño* que no* dice
existen en la República Americana, no es sólo-
SUPLEMENTO
DE LA "REVISTA
BLANCA"
un millón el que se queda sin instrucción ; datos
tenemos que nos dicen que el número de parados es de cuatro millones. Supongamos que de estos cuatro millones de parados, tres son padres de
familia, y, por consecuencia, tienen dos o más
vastagos, por lo menos, entonces habremos de elevar la cifra a un número superior. A más, el que
se trabajen diez y doce horas en las fábricas, dice
cuan elevado se encuentra el destino-ley en esa
República.
Desde que tenemos uso de razón para poder
controlar cuanto a nuestras manos llega, hemos
comprendido que el usar o servirse del pensamiento del demagogo, es tanto como aspirar a
accionar en beneficio de unos redentores sin redención. La política dice que fl pueblo no piensa,
y que, por tanto, no sabe lo que quiere. Todo lo
contrario decimos nosotros, por ser de «»a clase
lUe la política moteja de no pensar. Empero nuestro criterio no pertenece a un pasado lacroso, como
«• el de k política
Si el pueblo no tiene bellas frases para manifestarse como lo hiciera un Castelar, Briand etcéte''Bf no por eso deja de saber que males superiores
ie aquejan y que éstos se solucionan teniendo pan,
vestido y albergue. Si a esto nosotros agregamos
•a palabra educación, tendremos dicho lo que los
políticos de todas las tendencias y razas no quie'en aceptar ¡ porque es de aquí, de la educaciíJn,
<« dónde sale el pensamiento de aspiración y solución. Igualdad de educación — no decimos de
•nteligencia — y medios, nos valorizan e igualan
*n muchos conceptos.
Ahora que Herbert Hoover no piense con nuestra cabeza, por estar más cerca de aquellas frases
de Coolidge, que dice: «Queremos la paz de las
naciones, pero queremos tener la escuadra más
grande del mundo.»
PAULINO SOSA
Cas ideas de
£uisa fUichel
C
OMO quiera que algunos periódicos
comunistas han dicho que Luisa
Michel era comunista, reproducimos la siguiente declaración de princip i a de la abnegada Luisa :
Yo me hice anarquista cuando fuimos
enviados a Caledonía en los barcos del
t s t a d o con condenas aflictivas e infamantes, lo cual nos era absolutamente indiferente, puesto que, según nuestras conciencias, hubiéramos sido criminales de haber
obrado en forma distinta a como lo habíamos hecho : más bien no* reprochába-
mos el no habernos arrancado el corazón:
la piedad, en ciertas circunstancias, constituye una traición. Siempre lo será el hecho de que, para llevamos a arrepentimos
de haber luchado por la libertad y también por medida de prudencia contra tan
grandes malhechores, estuviéramos en
jaulas como si fuéramos tigres o leones,
i Pues bien I A fuerza de comparar las
cosas, los acontecimientos, los hombres,
habiendo visto obrar a nuestros amigos
de la Comuna tan honrados, que, temiendo ser terribles, no fueron enérgicos sino
para arrojar sus vidas, vengo a convencerme rápidamente de que las personas honradas en el poder serán en él tan incapaces como nocivas las deshonestas y que
es imposible que jamás la libertad se alie
con un Poder cualquiera. Yo opino que
una revolución que establezca un gobierno cualquiera no sería sino im cuadro de
engañifa, no pudiendo más que marcar el
paso y no pudiendo abrir todas las puertas al progreso; que las instituciones del
pasado que parecían desaparecer quedarían, cambiando sólo de nombre; que todo se halla remachado a cadenas, en el
viejo mundo y que es M Í un solo bloqu:
destinado a desaparecer totalmente para
dejar el lugar al mundo nuevo, libre y feliz bajo el firmamento. Yo digo que la« leyes de atracción que impulsan sin cesar
las esferas sin número hacia nuevos soles
entre las dos eternidades del pasado y del
porvenir, debían presidir también los destinos ' de los seres en el progreso etemo
que los atrae y lleva hacia un ideal verdadero, siempre grandioso. Soy, pues,
anarquista porque sólo la anarquía hará
la dicha de la humanidad y porque la idea
más elevada que pueda ser concebida por
la inteligencia humana es la anarquía.
contando con que el summum se halle en
el horizonte. Pues a medida que pasen
las edades, se sucederán progresos desconocidos. I No se halla en el conocimiento
de todos que lo que parece utopía a una
o dos generaciones se realiza' para la tercera 1 Sólo la anarquía puede hacer consciente al hombre, puesto que sólo ella !e
hfrá libre; ella será, por tanto, la separación completa entre los rebaños de esclavos y la humahidad. Para todo hombne
que llega al Poder, el Estado es é l ; él b
considera como el perro que m i n al Iiue-
SUPLEMENTO
VI
SO que roe y por esto l o dehende. Si el
Poder hace feroz, egoista y cruel, la esclavitud degrada. La anarquía será, por
lo tanto, el fin de las horribles miserias
en las cuales ha vivido siempre la raza
h u m a n a ; sólo ella n o será el nuevo c o mienzo de sufrimientos y ella atrae cada
vez más a los corazones templados para
el c o m b a t e de la justicia y de la verdad.
La humanidad quiere vivir y se consagrará
a la Einarquía en la lucha de la desesperación que habrá de empeñar para salir del
abismo, en la áspera subida de la roca.
Cu2ilquier otra idea se parece a lais piedras
ruinosas y a los puñados de hierba que
uno arranca volviendo a caer más profundamente, y hace falta luchar, no solamente con ánimo, sino c o n lógica, y e s tiemp o de que el verdadero ideal, más grande
y más bello que todais las ficciones que
le han precedido, se manifieste con bastante amplitud para que las masas de desheredados no rieguen más con su sangre
quimersis engañossts.
i H e ahí por qué soy anarquista I
LUISA
MiCHEL.
C^omenfciz'ios
f aoB liay quien K qn^a
De antiguo lo viene diciendo Baturrillo. La gente se queja de vicio. Y de vicio continúa quejándose la gente.
Ahora mismo en Norteamérica hay un millón
de automóviles que nadie mueve.
Un millón de individuos que podrían tener automóvil si quisieran. Los automóviles están parados, a disposición del público, pero el público no
los quiere.
Y luego este mismo público dirá que las distancias son largas ¿No han de serlo, si andamos
con los pies lo mismo que nuestros padres ?
Porque la cosa es clara, y los automóviles relucientes.
Véase :
(Londres, 5.-r-EA «Daily Telegraph» dice que la
industria americana del automóvil atraviesa actualmente ima situación sin precedentes.
La producción ha rebasado en tal forma el consumo, que la cantidad de coches en almacén p»
realmente considerable.
Durante el año actual la producción fué de cinco millones de coches, y el total de loa pedidos no
Regó a pasar de los cuatro millones. (Fabra.)
DE LA "REVISTA
BLANCA'
Es lo que decía Batarritlo : sobra un milóo de
automóviles. Como si dijéramos de sardina* en escabeche.
Ahora que no es tan fácil comprar un %utomóvil como una lata de sardinas. Además, son incompatibles y hemos de respetar las incompatibilidades. Quien compra una lata de sardinas no puede comprar un automóvil y viceversa. Es uo convenio establecido entre Henry Ford y lo» vendedores de sardinas en conserva, lo mismo que el
convenio que se estableció entre el vendedor de
castsmas de Rodríguez de León y el Banco de
España. E! vendedor de castañas, situada en la
esquina del Banco, no podía prestar dinero, pero
el Banco tampoco podía vender castañas. De otra
suerte se hubiera establecido competencia y la
ruina de la castaña era segura.
Las Hay prohiaflos
Se trata de escritores. Los hay profundos, veraces y además desinteresados.
Uno de ¡os mejores en su clase es el colaborador que «A B C» tiene en Barcelona.
Se refiere a los obreros y dice :
«De sobra sabe hasta dónde llegan. No ignora
que en Rusia el obrero no vive mejor que en un
régimen capitalista, y dentro de éste mucho peor
que el obrero de ios Estados Unidos de América,
la más acabada organización capitalista del mundo. Lo que le interesa, lo que le seduce de Rusia
y embriaga como un mal vino, es la posibilidad,
cada cual en su país respectivo, de humillar a la
inteligencia, poner fuera de la ley a la burguesía
y ser él, con su mentalidad nula o no cultivada,
el centro del universo. Para llegar a esto no le
importa la pérdida de su libertad. La sacrifica de
buen grado a cambio de que no la tengan los
demás.»
Esto es cantar las verdades del barquero.
Cualquier día Adolfo Marsillach, que del tal
se trata, le va a decir a Mussolini que te IM GO'
mido la libertad.
Porque ese lío es así. Lo mismo le da meterse
con los obreros, que se comen I* libertad para
que nadie goce de ella, que meterse con loa dictadores, que también se la comen.
Ahora que, tratándose de loa dictadorea, hay
que pensarlo mejor.
Todos pacillsias
Baturrillo lee, corta y pega :
Berlín, 29 (4 t.).—Telegrafían de Sofía que el
Gobierno yugoeslavo procede actualmente, a consecuencia del reciente atentado cometido COMIB el
Oriente-Expreso, a detenciones en mata a lodo lo
largo de la frontera.
El vecindario masculino de varios poblado* ka
SUPLEMENTO DE LA "REVISTA BLANCA"
sido detenido en su totalidad. En Brono han sido
practicadas quinientas detenciones.
Somos pacifistas, pero empezamos por hacernos
la guerra.
manos se frotan de gusto los burgueses!
Ba üeúAúú el otro cananero
«La Gaceta Funeraria» da cuenta de su llegada
de manera tan modesta y tan simpática... No vaya
a creer el lector que lo haya escrito el propio Caballero, no.
«Regreso de E. Giménez Caballero.
En estos días ha llegado a Madrid, de regreso
de su viaje a Oriente, Ernesto Giménez Caballero.
Su viaje ha sido, como saben nuestros lectores, un
continuo triunfo en el mundo sefardí y un despertar constante de simpatías y homenajes a España. Este largo, intenso viaje, de Ernesto Giménez
Caballero, dará ocasión al escritor de exponer en
«La Gacela Literaria» sus impresiones por tierras
de Oriente. Si su primer «raid» literario originó
un libro vigoroso y espléndido, «Circuito Imperial», este de ahora, de tipo distinto, más profundo, ha suscitado en Giménez Caballero ideas y sensaciones relacionadas con un mundo para España interesantísimo. Sobre ese mundo tan remo'o y tan próximo a la vez ; sobre un recorrido original, sin precedentes (porque los precedentes,
*' los hay, son exclusivamente literarios o de vaga
fantasía—Blasco Ibáñez, Gómez Carrillo—), hablará en breve Ernesto Giménez Caballero en estas
columnas, con la novedad y la sugestión característica del joven escritor.»
1 Ay, niño, qué barbaridad de dinero le vas
t. costar a tu papá como no te quite de la cabeza
W manía de dirigir periódicos, para satisfacer tu
vanidad I
üaf Bmcaa» manera»ttcmatar pnlUa»
Nueva York. Í3 (10 m.).— Hace algún tiempo
que la condesa Constancia Shack, hija de un diplomático danés que fué embajador de Dinamarca en Suecia y en los Estados Unidos, se casó en
Nueva York con un suramericano llamado Humberto Aguirre de Urbino, que desempeñaba el
empleo de traductor de español en la administración de Aduanas.
Día» pasados presentó contra él una denuncia
en que le acusaba de haberla querido asesinar,
después de haberle robado su dinero y sus alhajas.
Humberto fué preK> y declaró que la acusación
de su mujer era falsa, y que la única verdad era
que quería divorciarse de él
Ayer U condesa fu¿ Ikmada a declarar ante el
luez que instruye la causa, y como éste le preguntara por qué se había c a d o con un hombre
desconocido y de humilde condición social, ella
respondió :
VII
—Me casé con él porque me dijo que descendía
del gran pintor Rafael por parte de su madre ;
pero me he convencido de su mentira y de que se
trata de un vulgar sinvergüenza.
En vinta de estas declaraciones, el juez dispuso
que Humberto Aguirre fuera puesto en libertad
provisional.»
Tanla.s, que hasta hay quien las mata con perdigones, como esotro Rafael. Descender de Rafael
de Urbino no quiere decir que sirviera para casado. Uno puede descender de cualquier descargador del muelle y servir para casado mejor que
cualquier vanguardista.
A los novios que han de ser maridos no se les
ha de exigir buena ascendencia, sino buenos...
Bueno, quizá no le falten a Rafael, y si es así
la señora condesa se queja sin razón. De otro modo, no.
Portiniiefladocontl
Largos meses anduve buscándolo por tas páginas de «A B C» y por las del «Nuevo Mundo». y
éí sin parecer.
¿ Qué habrá sido de don Eugenio, se preguntaba Baturrillo, hasta que al fin ha dado con él >
Se ha mudado. Antes escribía en los periódicos
de los Tena, pero pareciéndole que estaban demasiado a retaguardia, se ha mudado a la vanguardia. Y en el órgano de los vanguardistas más
avanzados, lo he pillado.
Sí, señores, don Eugenio de Huertas ya no escribe en los periódicos de los Tenas, quizá porque
se habían quedado sin lectores y ahora escribe en
«La Gacheta Funeraria», que los necesita con
mucho apremio.
Es una gran adquisición la de la Funeraria. Dentro de poco le harán falta sus propios servicios y
Reqaiescai in pace.
Don Eugenio de las Huertas ha publicado una
lata en «La Gaceta Funeraria». Es una lata de las
que hacen época. Es larga y honda, cual cumple a esta época latosa; pero en cambio no se
exponen ideas y vayase lo uno por lo otro.
Porque si en un artículo largo se exponen ideas,
pobre de las seseras. Teniendo esto en cuenta, el
señor de las Huertas, escribe largo, pero no dice
nada. Así el lector puede aburrirse, mas, pasado
el aburrimiento, le queda la cabeza limpia, que es
lo importante. Es lo importante, porque si le quedara la cabeza sucia de un artículo de doa Eugenio, no habría bencina bastante para limpiarla.
Es una suciedad de geroglíficos, como si dijéramos egipcia. Y hay suciedades egipcias del tiempo de los Faraones, que parecen nuevecitas.
He aquí cómo se explica al escritor limpio :
«Sí; ésta empieza a ser la característica de los
nuevos Salones ff de lo más vivo y actual en lo»
nuevos Salones Los Salones van volviéndose «inteligentes». Como el Teatro, por obra de lo» Shaw,
SUPLEMENTO DE LA "REVISTA BLANCA'
vni
de los Pirandeilo, de los Giraudoux. Como Novela,
desde mucho tiempo antes.»
Ya era hora de que hubiese algo inteligente en
lo» escritos de don Eugenio, aunque fuesen los
salones.
Continúa diciendo el académico renegado :
«Cada día, en todas las literaturas, una nooela
se parece más a un ensayo. También el teatro
de Giraudoux—el Sigfried, el i4 mp/i¡/frion—se parece a un ensayo {no como el de Alejandro Dumas, y hasta el de Ibsen, a un articulo de fondo)...
También a su modo las pinturas, las esculturas
contemporáneas, se van pareciendo a los ensayos.:.
Y conste que digo «ensayos» para entendernos
pronto.»
Hombre, no; para entendernos pronto, no, porque el artículo es largo y no salimos del ensayo,
y si salimos, es para entrar en ios salones, donde
nos dan dulces y ponemos los ojos en blanco duxante el ensayo.
Lo qae fa oc nne otro crimen
De San Paulo (Brasil), envían a Europa el siguiente despacho :
Sao Paulo, 5 (9 n.).—En la ciudad de Jundishay
se ha visto de nuevo el proceso contra ei subdito
italiano Giuseppe Beiiusci, que fué condenado a
quince años de reclusión por haber asesinado te
un alemán llamado Guillermo Book, que pronunció palabras insultantes ante un retrato de Mussolini. La sente»cia fué anulada por ei Tribunal
de Justicia de Sao Paulo, y en la nueva vista
Beiiusci ha sido absueito. (Agencia Americana.)
Si en lugar de insultar a IVIussoiini ese pobre
alemán, se va a Italia y mata a Matteotti, le nombran ministro. Pero se equivocó. Dijo palabras
malsonantes apuntando contra más allá de Dios y
lo mataron a él. Hay que distinguir.
Ahora ese Beiiusci se irá a Italia, dirá que mató
a un alemán por haber hablado irreverentemente
del rey del Olimpo y le nombrarán general fascista.
Es así como se engrandece uno, por esos mundo* de las grandes revoluciones, de los grandes
cotMejo* j de las grandes batallas.
A la fdCT flTBelM
También leo, corto y pego :
(Tampa, 12.—Una anciana de ochenta y tres
•ño* de edad, Ihunada Ruth Anderson, acaba de
ondularse el p d o pm primera vez en su vida.
La anciana se ha sometido con gusto a las molestias de la ondulaci&i permanente, y después de
ella se ha mostrado complacidísima. Su única pesa era pensar que en su juventud no *e conocía
• • medio tan perfecto para rizarse lo* cabellos.
La eeiom Anderion ha manifestada que le pa-
rece absurdo que una mujer, porque se considere
vieja, deje de atender a su cuidado personal. «Las
viejas tenemos tanto derecho como las jóvenes a
aparecer lo mejor posible. .Mis cabellos, siempre
mal peinados antes, parecen más ijonilos desde que
los he ondulado. Claro es que no se me quitan los
años; pero tengo un aspecto más cuidado y limpio, lo que da un aire más respetable a mi vejez»,
ha dicho a un periodista.»
Aquí sí que caería bien aquello de que éramos
pocos y...
Porque esa abuela pare, j vaya si pare! Ahora,
que puede ser la mayor de las chifladuras.
Per la Poca mnere el pe»
Sí, por la boca muere el pez, pero por las pesetas caerá ese novio que huye con la madre de
su novia y además con las del ala. He aquí come
lo cuentan :
«Valencia, 13 (I m.).—Cayetano Mas Gómez ha
denunciado al Juzgado que su esposa, Ana María Marcial López, se ha fugado con el novio de
su hija, Rafael Carbonell, llevándose 2.250 pesetas, propiedad del denunciante. (Febus.)»
Hombre, llevarte a la madre de tu novia ya es
una grandísima equivocación, pero llevarte, además, las pesetas, es una torpeza.
Rafael, el marido, seguramente te hubiera perdonado lo de la mujer, pero lo de las pesetas
no te lo perdona. ] Tú verá* !
Nada, que eres tonto, Rafael. Lo vas a ver.
Ahora ninguna de las dos novias ni las pesetas,
y si te pillan, a la cárcel.
Tan regalado. Rafael, como hubiera* podid*
vivir al lado de tu novia sin suegra.
La codicia rompe el saco y las pesetas le vuelven loco a uno.
BATURRILLO.
£a devela Jdeal
Conforme lo anunciado anteriormente, el 19 del
mes que ayer terminó, se puso a la venta la novela
de Federico Urales «Una doncella en peligro», que
empieza en un idilio entre dos almas tiernas y
vírgenes, pasa por una espantosa tragedia y termina con un canto al amor.
«Una doncella en peligro» ha gtutado mucho.
El día 26 se puso en circulación «El triunfo de
la vida», de Antonio Elstévez, también muy interesante y que, como su nombre indica, del conflicto planteado por el autor, surge bellísinw ei
triunfo de ta vida.
si
•
*
s.
Mañana, día 2, se pondrá a la vente «El hombre
de los das platos de sopa», de Diego Ramón, y el
dia 9 «Un héroe daecooockkn, da Valentf» Obac.
SUPLEMENTO DE LA "REVISTA BLANCA"
£ibvcs q[uc deberían
«ep adiiuividca
JX
Nos atrevemos a señalar a los amantes de la cultura, unos cuantos libros que deberían estar en
todas las casas de los hombres estudiosos. Tales
son :
Sentimos la necesidad imperiosa de una publicación que sin titubeos combata todas las tiranías
y opresiones que afligen a la humanidad, como un
mal social derivado de la organización de privilc
gio y desigualdad que soportamos y que sirva a la
vez como un faro que ilumine el escabroso camiii»
de la vida por el cual viaja lentamente hacia <iu
total liberación, el moderno esclavo del salario.
•La Reacción y la Revolución», de Francisco Pi
y Margall; «Jesús es un Mito», de Jorge Brandes ¡ «Elíseo Redua» (La vida de un sabio justo
y rebelde), de Max Nettiau, e ildeario», de Ricardo Mella.
Los compañeros y grupos que deseen aportar su
granito de arena a esta obra pueden hacerlo ya d»»de hoy, enviándonos originales y direccione» ám
compañeros que en una forma u otra puedas ayudar a llevar a buen término la obra iniciada.
El primero vale 4 pesetas; el segundo í'75 pesetas j el tercero 3 pesetas; tomos en los que consta el retrato del autor del libro y del biograüado,
y el cuarto, muy voluminoso, 5 pesetas.
Toda la correspondencia y canjes relacionad*»
con esta publicación, debe enviarse a ] Tierra!, P.
O. Box 19, Station U., Nueva York, N. Y.
Fraternalmente.—El Grupo tTierra».
Deseamos larga vida al nuevo colega.
Por una peseta más en tomo, se sirven todos encuadernados y certificados. Su importe se nos
puede mandar en sellos.
^ev l o s caídcm
e a ñmévi€ia.
El Comité Pro-presos de Buenos Aires nos ha
enviado una hoja impresa publicada con el propósito de anunciar a los obreros de aquel país que
Simplicio y Marino de la Fuente, Pedro Mannina,
Gómez OliVer y Alejandro Scarfó están amenazado» de ir a presidio por toda la vida.
La referida circular anuncia una campaña por
lodo el país para evitar que tal injusticia se con•<*™« y la publicación de un periódico único tituwdo «El Preso Social», en el que se demostrará
U inocencia d e los encartados y la monstruosidad
del delito jurídico que se intenta cometer.
rara todo lo referente a este asunto ha de dirigirse a U p e í Armada, Venezuela, 4.146, Bueno»
Aire».
Tiewa
AnuncUnio la publicación de un periódico que
• • d e llevar el título de estas líneas, hemos reci1 ° " * • *'««»-' d» U que copiamos lo siguiente :
B«MnJ.
Ü * * ' ' ^ » ~ e» «f mejor vehículo de pro-
««Plot^iión y la tiranía reinante»,
»o. p^ponemo. «ica, , , . j ^ ^^ ^
que llevaré po, nombre el «,«» , „ « b e z . e . t « línea».
Su p . « « , .<ime«, .parecerá • p,i«:¡p,o, de enero.
••
Malogrando la buena noticia que se acab* de
leer, nuestros queridos compañeros de Cuitara Proletaria, que veía la luz, también, en Nueva York,
y también en lengua española, nos participan qat
por orden de la policía de Correos, ha sido suspeadido, en su publicación, dicho estimado colega.
Ya sabíamos que Norteamérica era el país clásio}
de la libertad, pero ignorábamos que la policía de
Correos tuviera facultades para suspender perió<ftC08.
Una
advertencia
y un Tpuege
Advertimos nuevamente, y deciíaoa auevameatc,
porque creemos que no es esta la primera •nx
que lo advertimos, que no daremos cuenta de h
publicación de nifagún libro o folleto dedicad» ti
público obrero que tenga un precio superioi ai
que a nosotros nos parezca que ha de tenM para
estar bien vendido y bien pagado.
Queremos evitar que se utilice el crédito Mcnl
de LA REVISTA BLANCA, para abusar de lo» trabajadores que dedican unas cuanta» peseta» da sa
escaso jornal, a instruirse.
Rogamos que no se nos envíen cuartilla» interviniendo en la discusión que te ha entablado eatrc
dos grupos de antiguos militante» de la Coniedaración Nacional del Trabajo.
La polémica, sin embargo, m> MM paraca tedtf
porque debajo de los nombre», hay do» príndpiM.
Ahora, que no creemos que LA REVIST* BLANCA aaa
un órgano adecuado par^ intervenir m la porfía,
habiendo do» que lo «on da la «Uada «ittdad.
SUPLEMENTO DE LA "REVISTA BLANCA'
X
Fragmentes
iastruí^iivas
<ie letras
D e un artículo que Luis d e Zulueta ha publicado en «El Sol», titulado «¿Qué es España?»,
sacamos e l siguiente f r a g m e n t o :
«Pero si ello fué así, i por qué el R e n a c i m i e n t o
no floreció p l e n a m e n t e e n España?
O b s e r v e m o s que. si en realidad nos faltó ese
capítulo d e la Historia de Europa, tuvimos, e n
c a m b i o , otro. Me refiero eil admirable capítulo del
Califato. Allá en el siglo X, con los árabes españoles, nuestra patria fué para aquel tiempo el
país m á s civilizado d e Europa, difundió en los
otros pueblos la cultura y, dentro de la rudeza
d e la época, inició ya una especie de Renacimiento. H o y se estudia el influjo d e los árabes españoles en Lulio. en Dante, en Santo T o m á s , en
la filosofía y en el arte d e la Edad Media. Si n o
aceptamos el R e n a c i m i e n t o posterior, habíamos, e n
c a m b i o provocado el primero.
¡ Los árabes f Ellos convivieron o guerrearon en
España con los cristianos durante siete siglos, y
para bien o para mal, influyeron de un m o d o hondísimo e n nuestra tierra, ya antes saturada por milencu'ias influencias del Oriente. Si cercenamos
este capítulo, no e n t e n d e r e m o s el resto d e la historia.
N o sólo Alfred K u h n , sino también otros autores, dentro y fuera d e nuestra patria, han observado las profundas semejanzas que cabe señalar entre los cristianos y los m u s u l m a n e s españoles. Riñeron por la religión, y, sin embargo,
unos y otros llevaron a sus respectivas creencias
una interpretación parecida.
Los d o s caracteres quizá más típicos del m a h o m e t i s m o son la identificación d e la religión con
la política—el Corán es el C ó d i g o — y el imperialismo religioso, «la guerra santa», la expansión
bélica d e la fe del Islam. A m b o s caracteres se
contagiaron a la España cristiana. Felipe 11, que
distinguía perfectamente entre Iglesia y Estado, supeditaba, n o obstante, todo el orden civil, lo mism o q u e el orden eclesiástico, a una interpretación
fanática d e la doctrina religiosa. Maquiavelo elogiaba a Fernando el Católico porque e m p l e a b a la
religión al servicio de la patria. A l revés, Felip e II sacrificó la patria y la religión. Mejor d i c h o ,
la sacrificó y desangró e n servicio d e una interpretación errónea del principio religioso, más musulmana qu& cristiana y opuesta al espíritu del
Evangelio. Nuestra cruzada del siglo XVI fué, e n
realidad, una «guerra santa».
Habría que hacer delicadamente y por m a n o s
Cípañoias el inventario nacional d e nuestros valore» espirituales. Necesitamos conocernos mejor : saber l o q u e somos y lo que queremos y d e b e m o s
ser. Quizá e n el recuento h e m o s apreciado cosas
que son sólo oropel y retórica y h e m o * olvidado
en c a m b i o , riquezas positivas.
Mas los valores d e Elspaña son ante t o d o valores morales, valores éticos y estético». Constituiría una funesta ligereza la pretensión d e convertirnos en un p u e b l o exclusivamente práctico, materialista. N o . C u a n d o al hacer ese inventario ideal,
abierta el arca d e la tradición, aparezca en ella
el relicario d e nuestra religiosidad, d o b l e m o s en
espíritu la rodilla. Quitarle a nuestro p u e b l o su
fe, si fuera posible, n o sería deseable. Convendría, eso sí, depurar esta íntima religiosidad española, tan austera, tan abnegada, separándola
d e sus degeneraciones históricas, salvándola d e la
intransigencia inquisitorial, de la cerrazón obstinada, d e la intromisión en la política, del ansia
d e d o m i n i o , del lastre reaccionario y plutocrático.
y haciéndola plenamente compatible c o n las ideas
modernas, con la libertad, que es cultura del alma,
y con la cultura, que e s libertad d e la m e n t e .
L U I S DE ZirLURTA.Reproducimos de
«El Mercantil
Valenciaao •
El peor úe los males
Creo y o q u e el mal q u e p a d é c e m e » n o e« crisis
de idealismo, ni de la voluntad, ni d e la virilid a d . . . sino más bien crisis d e la inteligencia. Por
lo m e n o s , todos lo» síntomas son d e e s o Ello se
advierte p a s e a n d o por las calles, asomándose a la
vida literaria, observando las m o d a s . . . desparram a n d o , en s u m a , la vista en derredor. ¿ Q u é significan la falta d e curiosidad e inquietud espiritual y el indiferentismo por los grandes problemeis sino debilidad y atrofia'de la inteligencia? Y
l o m i s m o p o d e m o s decir d e la frivolidad reinante ;
del d e s d é n por las más nobles y elevada» activid a d e s , y el fetichismo por lo puramente e x t e r n o
y espectacular; d e la grosería y la p l e b e y c e que
e n el trato social ha v e n i d o a sustituir al prurito
d e elegancia y de corrección ; d e la afición a la
literatura y al periodismo sin ideas, y al arte sin
h u m a n i d a d . . . etc., etc.
Si, todo esto son claros síntomas d e deficiencia
mental. Por e s o el mal es m u y grave, g r a v í s i m o ;
tan grave, que n o tiene remedio. El hombre enferm o de la voluntad p u e d e regenerarse: el eacéptíc o falto de ideales, p u e d e ver un día encenderse
en fe ; el cobarde p u e d e e n un morneüto determinado comportarse c o m o un h é r o e . . . ; pero el tonto será siempre tonto y se conducirá c o m o tal. S e
p u e d e aspirar a infundir fortaleza a los d é b i l e s :
fe a lo» e s c é p t i c o » ; valor a los c o b a r d e s . . . ; roa» de
ningún m o d o inteligencia a lo» idiota». C u a n d o
tropezamos con un malvado, podemo» abrigar
siempre la esperanza d e regenerarlo; pero ni trop e z a m o s con un idiota, c o m p r e n d e m o s al p u n t o
que todo es inútil, que la cosa n o tiene r e m e d i o ,
q u e e s imposible abrirle a aquel individuo la cabeza y sacarle el serrín q u e tiene dentro. Por eoo
XI
SUPLEMENTO DE LA "REVISTA BLANCA"
—repito—una crisis de la inteligencia es el pcot
de loe males, porque no tiene remedio, porque
no hay más que esperar a ver si el tiempo trae
otros ceteSros mejores. Y eso es lo que estamos
haciendo ahora : esperar, esperar sentados.
íQue tenemo3 hoy en España cerebros privilegiados, grandes figuras? Sí; pero eso no basta,
eso no es lo que forma la conciencia colectiva.
Además, yo creo que semejante crisis de la inteligencia es hoy un fenómeno universal.
íQue ahora se lee más que antes?... Será cierto ; pero se conoce que se digiere mal la lectura
o que la lectura es mala ; pero el caso es que la
gente habla, se mueve y se comporta como si no
hubiera leído ni el catón. Escuchad las conversaciones en los cafés, en la calle, en los tranvías...
y veréis, por los temas de que tratan y por la manera de tratarlos, como lo que denotan no son
precisamente muy copiosas lecturas. Y lo mismo
ocurre en la llamada alta sociedad; la conversación docta e ingeniosa sobre temas artísticos, literarios, políticos... ha sido desterrada; hoy ya no
«e conversa, no lo permite el ruido del ojazzbandi.
Con el estrépito del njazz-band» sólo se puede
sostener una conversación de palabras sueltas, entrecortadas, incoherentes, sin ideas ni razonamientos. Una literatura de este orden es lo que pretenden hacer algunos escritores, procurando así adaptarse al medio.
Esperemos, pues, que pase este ruido, y tapónemenos los oídos para que el día en que cese
la salvaje algazara y vuelva a oírse la voz de la
inteligencia, no hayamos ensordecido y podamos
oírla.
MARIANO BENLLIURE Y TUERO.»
Elfienlode la danza
En la literatura de confesiones, que arranca de
Rousseau, el libro de Isadora Duncan, Mi vida»,
puede figurar como uno de los más atractivos y
de los que más valiente y serenamente avanzan
en la declaración de la vida interior. Isadora Duncan, muerta en circunstancias misteriosas en que
apunta una vaga impresión de fatalidad antigua,
fue alguien; fué una de esas personalidades singulares que forman en cada época la aristocracia
universal, la selección del renombre. Era una artista; verdadera y gran artista que había restaurado
1" dignidad de una de las primitivas artes, condenada por su fragilidad a caer en una serie de
degradaciones. El fuego sacro de las lejanas danzas que fueron expresión del ímpetu dionisíaco se
convierte en civilizaciones viejas y complicada» en
los fuego, lascivos de los bailes libertinos, negros
y caucásico, que entretienen la digestión de los
públicos burgueses en ma.íc-;,a/í, y cabarets.
Fué la Duncan la restauradora en nuestro tiempo de las danzas griegas. Su arte tenía la nobleza de las figuras de los relieves y de los vaso»
griegos. Era la euritmia de un cuerpo hermoso, la
escultura en movimiento cadencioso, la gracia de
laa actitudes del cuerpo humano arrastrado por el
impulso musical. Arte efímero, de aquellos que
duran lo que el minuto de su revelación, como
es también el del actor, y que sólo pueden conservarse en las pálidas copias de la pintura o del
dibujo o en el estilo de una tradición de escuela.
l-eyendo la vida de Isadora, escrita por ella (de
la que se ha publicado una buena traducción castellana de Luis Calvo), se piensa en una reencarnación. Aquella mujer de nuestro tiempo parece venir de la Helada : diríase que existió en
tiempo de Feríeles y que trae un mensaje de la
belleza antigua. Hay un curioso pormenor representativo en esta autobiografía. Cuíuido la Duncan
pisó por primera vez el suelo de Grecia, besó
aquella tierra que le parecía sagrada, entre el
asombro de los naturales. Ella, la bárbara, la extranjera, era, en espíritu, la helénica, y los modernos helenos, a pesar del idioma que conserva
la tradición—con estar más próximo al griego bizantino que a los dialectos antiguos—, los bárbaros, los escitas helenizados. Sin ese amor a la Grecia antigua, que se confundía con el amor y el
entusiasmo por su arte, la Duncan hubiera cedido en los tiempos difíciles a las solicitaciones de
los empresarios y hubiera sido una gran bailarina
de ópera, en vez de ser la restauradora de una
de las bellas artes, digna de figurar en el coro de
las Musas.
La vida de Isadora Duncan nos ofrece un ejemplo del desinterés del verdadero artista, de la dedicación plena a la realización de la belleza soñada, de la entrega de sí mismo al fin estético,
con desprecio del lucro y aun del aplauso vulgar,
virtud cada día más difícil en una sociedad y una
civilización donde la Economía tiene mucho más
poder que la Estética. Las obras maestras son hijas de estas vocaciones austeras.
Con la imprevisión de la cigarra, amada de los
dioses, Isadora, cuando reunía algún dinero, se
consagraba al estudio de su arte y a la escuela de
danzas con que intentaba perpetuar el don estético que había recibido. Era menester que la necesidad apremiase para volver a las contrates lucrativas, que la alejaban de los lugares y las tareas
predilectas.
*•
En esta autobiografía no se muestra sólo la artista. También se descubre la- mujer, en cuanso
puede hacerse tal distinción. Esta es la parte que
corresponde a las Confesiones. Se distinguen las
Confesiones, propiamente dichas, de lo» Recuerdos y Memorias en que éstos narran sucesos, hablan principalmente de la vida exterior y de relación, mientra» las Confesiones levantan el velo
de la morada interior y no» introducen en el huerto cerrado, cuya entrada suele guardar un instintivo pudor. Por esto son rara» las verdadera» y sinceras confesiones que han de vencer no sólo ese
SUPLEMENTO DE LA "REVISTA BLANCA"
XII
impulso íntimo, que tiende a celar nuestro jardín,
interior florido o mustio, que a veces puede ser,
en vez de jardín, un dram4tico erial, sino también
preocupaciones y respetos extemos.
Es menester que brote dentro un ansia patética
de comunicaciones—a la que responde la práctica de la confesión religiosa—para vencer los naturales obstáculos. El pudor o censura interna de
las confesiones es mayor cuando se trata de la
materia sexual, cuyas revelaciones pueden parecer en el hombre grotesco alarde de donjuanismo
y en la mujer descoco o cinismo. Para precaverse
de la sensualidad grosera, la moral cristiana, de
que es heredera la moral aparente de nuestra civilización, ha cubierto con el velo del pudor la
•ida sexual. Debemos a esta concepción ética cierto refinamiento de la poesía del amor y también
las especies del pecado, que han dado nu£;o sabor a la sensualidad. Mas ha exagerado el sacrificio hipotético de la Naturaleza y ha caído en
el error de convertir ese dominio secreto en algo
vergonzoso, olvidando que estaba aWí la fuente
de la vida. De ahí la hipocresía monstruosa que
rodea la vida sexual, y que conocen bien médicos y confesores. Lacras sociales, cual la prostitución, la delatan, como las erupciones lo* malos
humores de la sangre.
Para apreciar en este punto las confesiones de la
Duncan, no debe olvidarse que es una griega resucitada que siente intensamente el naturtJismo
antiguo. Poco paladar ético tendrá el que confunda estas confidencias, de un lirismo palpitante y a veces doloroso, con las memorias de la
Bella Otero u otro texto semejante. Mas para osar
estas revelaciones es necesario estar en im plano
superior espiritual y estético, ser uno de esos selectos ejemplares humanos en cuya vida no hay
una parcela que deje de interesar a la Humanidad.
ANDRENIO.
P e «La Voz».)
Jwtveniud. d e
hogaño
(*}
ONDE está la juventud emanóla que
un día se extasiaba ante el desbordamiento de lirismo de los romances y cantos de Zorrlla, de los poemas heloicos y odas, de alto genio poético de José
de Lípioíiceda, rimando con Bécquer, el
me'anróliro y malavfrnturado vate, las más
beUas rimas espirituales; saboreando con sin
igua} deleite los suaves cantos de Núñez áe
Arce? ¿Gustando con deleitosa complacen-
D
(0 Tnbaio ennado al
Uhm*»dB, da
lie orMcM <ie I92t ¿» •<-«
da la dulce y amena poesía filosófica de
nuestro gran Campoamor? ¿Dónde está, repetimos, esa juventud > estudiosa e intelectual que, ebria de inquietudes y con vehementes anhelos de saber, llevaba sus ambiciones allende las fronteras y gustaba de saturarse de la amena filosofía de Montesquieu
y de La Bruyére, de la árida metafísica de
Kaiit y de ]>e .airtes, de Fichte y de Schopenhauer y hallaba un placer incomparable
en desentrañar los problemas que planteara
rf genio complejo de un Proudhon? ¿Qué saboreaba con profundo deleite y se complacía
en verter a la lengua de Cervantes los más
bellos poemas de Musset y los cantos más
sublimes de Chenier, de Hugo o del melanGÓlifo lamartrne? ¿Dónde se halla esa juventud, repetimos de nuevo, esa juventud
hispana similar a aquella francesa a la que
el gran Zola se dirigía, en aquellos turbulentos días del proceso Dreyfus, en su famosa
Carla: piito v brante de desaliento de aquel
eran genio y apasionado corazón que trona^ en el ambiente parisino?
jAh! No busqufís actualmente en Espafia una Juventud amante y ^asionada por
los problemas intelectuales y dentíficos que
inquietan al mundo; una juventud interesada en las múltiples cuestiones de uno y otro
orden que preocupan al pensamiento universal contemporáneo. Sin duda alguna que
hallaréis casos aislados: jóvenes estudiosos y
reflexivos, de vigorosa mentalidad apasionados por las corrientes de arte, de literatura,
ciencia y filosofía que soplan a través de
ios continentes. Serán casos aislados, muy
contados en verdad.
Pero el grueso de la juventud, esas legiones que en las ciudades, villas y pueblos de
mayor o menor relieve, bullen como hormigueros humanos, como verdaderos ejércitos
de juventud fragante, vedlas interesándose,
. apasionándose de lleno única y exchisivamrate por las frivolidades del cotidiano vivir.
Oídlas ocuparse solamente a todas horas del
día de asuntos banales, de una frivolidad
ífésconcertante rayana en ridiculez. Oídlas
hablar con irritante frecuencia de los bailes
de moda: ora deí "charleston"; ora del
"«bir^nn " y de otras danzas de importación,
grotescan^nte ridiculas, carentes de toda belleza y ritmo clásicos, desvirtuadoras v atentadoras contra toda forma y concepción estéticas. Tocante a cosas del vestir suelen emplear en su indumento prendas de empaque
y hechura femenil y las frases "pantalón
chanchullo" y otras que designan prendas de
ridículo porte y aspecto anti-varonil —muy
en boga entre los "d^^Mites" y petíwtties
SUPLEMENTO DE LA "REVISTA BLANCA"
de hoy— acudirán a sus labios con harta frecuencia.
No les presentéis en el teatro obras serias,
dramas y comedias en que se planteen senos y complejos problemas vitales. No gusta
va de ese género. Ama y prefiere la "astrakananada", el saínete frivolo, el vulgar juguete cómico. Sólo quiere reír, pero reir estrepitosamente, con franca carcajada hasta
quedar rendido y casi exhausto de energías.
No 'ju.ere obras de carácter sociológico que
trasciendan a sana ideología, porque esas
obras hacen pensar, suscitan hondas reflexiones y su cerebro se halla tan vacío de sentido, tan ayuno de serías meditaciones y tan
poco avezado a d scurrir seriamente, que una
obra de tal índole le disgustaría profundamente, le originaría una neuralgia y tal vez
le acarrearía una dolencia.
No habléis tampoco al joven de hoy de
cosas serías que inc.tena la reflexión y que
hagan entrar en juego las facultades de discernir y de pensar. Habladle de cosas superficiales, de pura banalidad, que no hag^ui
necesario torturar el cerebro para desentramar su sentdo y su urdimbre. Discutid con
^1 sobre temas triviales para cuyo examen
y enjuiciamiento no sea preciso poner en juego las facultades intelectuales. Habladle de
fútbol, por ejemplo. ,De fútbol! He ahí el
gran asunto. [Ah! Sobre este tema, el joven
de hogaño, os estará hablando por espacio
tle horas y horas hasta agotar su vacua lontac.dad. No hay jovenzuelo que no se nos
muestre como un gran técnico de este deporte^ y conozca a la perfección todas sus habi7^^^X^^^^^,^ *^to «Je sus más ocultos se^ ?=f;í3'''"f°^''^ ^ " ^ diversas edades
5eítÍH^™1^^1^'^'='°"f^ ^'^««^a del ejercicio
c?e este deporte. No serán capaces de solucionaros un sencillo problema nTunafádl operación de Antméfca; habrán de ignorar de
mpuio a medio la geografía de su país; apeñas sabrán contestaros si les formuláis algunas preguntas sobre el arte gramatical; habrá muchos que ignorarán el lugar de nacimiento de Cervantes y la fecha de su nata*,CÍK -TW? ®" ™"^'^^' P«'"o habladles del tema
^ZTA^^J
quedaréis perplejos ante su lon-^ií^ ' d^ntloos más datos de los que esTÍ^Lí
™o^*'"^"'^oseos conocedores a fonS / L ^ ^ u ^ T ° / * ^ - Sus conoc-mientos sobre
háVSHnf''^?u^.*^ '8"^'^^ a los del más
í n r i á ^ ^ S f 1,^/'^^*'° "ás experto. Os exS r ^ t n í^"?^,f«"t'* lo que es-un "correr , un off-side», un "free-kick" y os pondrán al corriente de todas las in?!dendas,
faltas y castigos de este juego viril
Nosotros que, aunque no apasionados por
fste deporte, hemos asistído a algunos par-
xin
tidos por mera curiosidad o por pasar el tiempo y muy a pesar nuestro y ante la excitación^ y ambiente cálido y emotivo que crea
e«-« juego, no hemos sido capaces de sustraernos al influjo de ese ardor y emoción dejando llevar nuestras simpatías por uno de los
bandos, lamentamos muy de veras el enorme y exagerado incremento que este deporte
va adquiriendo en nuestro país. En las ciudades de primero y segundo orden existen
"prdaderos enjambres de equipos futbolísticos de todas las categorías y nosotros creemos, franca y honra'lamente, que este desarrollo e irjcremento deportivo no deja de
traer malos y acaso funestos resultados. Admitamos que cada ciudad y villa de importancia tenga su equipo o dos o tres de primera categoría —^ya que este deporte no deja
de ser un reflejo de ios juegos olímpicos de
la ant'gua Grecia—, pero entendemos y somos de opinión dé que las autoridades debieran de poner cortapisas y restringir el excesivo incremento de este deporte, pues en
resumidas cuentas esta maligna afición deportiva inocula malas enseñanzas y peores
hábitos en los jóvenes de edad temprana, distrayéndoles y apartándoles de sus ineludibles obligaciones cuales son -el estudio y la
adquisición de la cultura que los capacite
para ser en lo porvenir honrados y cultos
ciudadanos y hombres de relativa valía y de
mayor o menor mérito para su país natal.
No hay que contar y —¡qué triste y doloroso es pensarlo!— ron la juventud de
hoy para empresa al^'iina de superior cultura
y de prestigio nacional! en mayor o menor
grado y sea en el aspecto que fuere. La juventud actual sólo ávida de frivolidades y de
bagatelas, desdeña el echar sobre sí la pesada
carga de solucionar arduos problemas fuere
cual fuere su carácter, de consagarse a estudios f investigaciones de uno u otro orden
que requieran el ejercicio del intelecto y de
líiS facultades espirituales humanas. Son los
Zozaya. los Araquista'n, los Bello, los Alott-dx, los Marañón, los Ramón y Cajal, nuestros más eminentes sociólogos y hombres de
ciencia, nuestros más admirados pensadores
e investigadores los que han de sostener
cruenta lucha contra el fanatismo y atavismo reinante; contra el analfabetismo que es
baldón y oprobio de nuestro país; son ellos,
los que con la antorcha de su vasta inteligenda y de su tesoro intelectual y psicológico, ellos, ya algunjs en plena madurez de
sus años y los más cercamos o ya en los sombríos umbrale? de la senectud, los que han
de esforzarse en iluminar las densas e impenetrables lobregueces de ¡a ignorancia y lucnar a brazo partido contra el oscurantismo
XIV
SUPLEMENTO
que, con sus tentáculos de bestia prehistórica oprime e intenta ahogar con supremo
esfuerzo de titán mitológico, todo aliento viv'ficante de sana cultura, todo avance de
progreso científico e ideológico, todo propósito de evolución y regeneración social.
Quisiéramos poseer una voz de titán, algo
así rcimc 's potencia difusora de un alto-paríante de dimensiones colosales para expandir
nuestras palabras por todos los ámbitos de
F ^ a ñ a , para llevar ni;estra voz a todas las
ciudades, a todos los pueblos donde se agita
y alienta la juventud para gritarle y decirle
con toda la fuerza sobrehumana que poseyéramos por don sobrenatural: ¡Juventud!
Piensa en el' prestigio y porvenir de tu patria. Empica tus actividades en algo digno,
meritorio, útil y prestigioso para el noinbre
y honor de tu país. Considera que tus actividades del presente, que tu dinamismo actual basado sobre la frivolidad y la bagatela,
Htm «"tériles, improductivos, sino dañosos y
con menoscabo para el engrandecimiento, para el desarrollo de la. vida nacional en todos
los órdenes, para su vida y porvenir, para su
posición ante las dem.\s naciones que observai' 'xn curiosidad y atentamente su desenvolvimiento y su existencia. Medita, juvratnd, sobre nuestras palabras; reflexiona
acerca de su soitido y significación y modifica tu conducta y cambia tu actitud que al
presente sók) merece amargos reprodies. Disponte a colaborar con los hombres de cientía, con los tasadores e investi^ores en
SD resu^imiento y en su engrandecimiento,
pues ese es, sin duda ni discusión posibles,
tu {HÍmordial deber.
Nosotros, que en un rinc&i provinciano,
en una aldea vulgar de existenda trivial y
monótona entre milenarias montañas y sectilares arboledas, estamos al tanto, dentro
de lo que nuestros medios económicos y ocupaciones nos permiten, de la evolución ya
literaria, ya científica, bien de otros órdene> euror ea y universcal, pensamos con harta
frecuenda, consideramos con el alma enttistedda y desalentada la intensa amargura
que anegará los espíritus de esos hombres
de lucha, de esos pensadores ungidos los más
de eDos por las canas de la vejez; nos imaginamos el rictus de desaliento fugaz, eso
sí, de dolor irreprimible que confaaerá sus
labios y ai semblante ajado por el continuo
oieditar al mirarse casi solos en ese batallar
formidable por la cultura y por la ciencia, al
observar y persuadirse de esa cruel apatía
e indiferentismo de esta juventud de hogaño
que sólo vive de fruslerías y de acdones carentes de grandeza y vacias d^ sentido práctico de bellos sentimientos de ciudadanía y
DE LA "REVISTA
BLANCA"
de dvismo, carentes de amor patrio y en
muchos casos hasta de amor para consigo
misma.
Y pensamos si esta juventud habrá de seguir por largo tiempo aferrada a su actitud
de hoy digna de las más acres censuras, si
cont'niiaiá viviendo .le la bagatela y de la
tontería, smo se d^pertará en ella un hondo
sentimiento de emulación ante la conducta
de las juventudes de otros países, porque ano
piensa modificar su método de vida no sabemos cual será la suerte de España, su posición en los diversos órdenes de la vida ante
los demás países y no sabemos si el resurgimiento de España será un resurgir fugitivo
y apareii'e que anuncie o jweludie más bien
un lúgubre ocaso que una aurora pletórica
de esplendorosas y sugestivas realidades.
Eloy Muñiz.
íkvime imperfaafe
Con grandes motivos avisamos
a nuestros paqueteros, a nuestros
suscriptores y a nuestros amigos,
que necesitamos nos envíen fondos con urgencia.
Repetimos que los motivos de
este aviso, aunque no sean para
contadtos, son apremiantes.
Cuentea
y
chamcaTvillcm
Bloch come en el restaurante de la señora
Dreyfus. Es en verano. Hace calor. Bloch
se quita 'a chaqueta, la pone en el respaldo
dte su silla y sigue comiendo. La sefiora Dreyfus se acerca y le dice:
—Dígame, señor Bloch: si se encontrara
usted en el restaurante de 'Klarguery y se quitara la chaqueta, ¿ qué cree usted que le diría
el señor Marguery?
—¿Que qué n>c diría el señor Marguery?
Pues el señor Marguery me diría: Amigo
Bloch: si quiere usted quitarse la chsujueta.
vaya a comer al restaurante de la señora
Dreyfus.»
Samuel encuentra a Blum.
—¿Qué haces, Blum?
—Ya io ves: me estoy ganando la vida.
Estoy de buhonero.
—/• Y qué es lo que vendes ?
—Ún poco de todo. Mira: cómpraone este
SUPLEMENTO
DE LA "REVISTA
BLANCA"
reloj. Es casi de balde; por ser para ti, te lo
aejo en veinte francos.
No, gracias. Ya tengo uno.
Entonces, aquí tienes unos lentes : treinta
flancos.
No, gracias. ¿ Qué quieres que haga yo
con ellos? Adiós, Blum.
"~i Tienes que comprarme alguna cosa, Samuel i Aquí tienes calendarios: son a dos
francos.
—No, gracias. Ya tengo... Hasta la vista,
B'uro.
Y Se aleja. Pero apenas ha dado veinte pa-^os, Blum le llama:
—¡Samuel, Samuel, espera!
—i Qwé pasa ?
Y el otro, alcanzándole, le dlice:
Verás.., es que también pido limosna...
XV
— No encuentro nada anormal; abso'utamente nada anormal.
—i Tanto mejor, tanto mejor I
Y abona sus honorarios al médlico. Después,
al tiempo de marcharse:
—¿ Me permite usted que tclofonee a mi
mujer, señor doctor ? Tengo una cosa urgente
que comunicarle.
—¡No faltaba más! Aquí tiene usted el te
léfono.
—¡Oiga!... ¡Olga!... ¿Eres tú,
SaJa.-^
¡Alabado sea Dios! ¡No tengo albtímina...,
ni tú tampoco, ni Mosché tampoco, ni Rebeca !...
Era al comienzo de la guerra. Le Matin
había prometido cinco mil francos al soldai-'o
que tomara la primera bandera alemana. Lervv
pensaba:
'saac Se encuentra en un salón. Siente una= * —¡ Si- pudiera yo coger una!
El azar dé la guerra le colocó frente a su
ganas furiosas de rascarse. ¿Cómo hacerlo?
primo Kirsch, de Estrasburgo, el cual servia
Se dirige a su amigo Levy.
en el ejército alemán. Y al verle exclamó
"~<! Qué hace su hijo, señor Levy ?
—¡Eh, Kirsch! ¿Has leído Le Maiin?
Ahora es médico.
—No.
i Y está contento ?
' Levy le arroja el periódico, Hirsch lo lee.
i Ya lo creo I ¿Y el suyo ?
~~Eí mío es ofic-al de artillería. ] Y que comprend'e de qué se trata y se acerca hacia
leva un uniforme poco bonito! Lleno die ga- nuestras líneas con su bandera.
lones. Aquí, brandeburgos (y se frota el pe—¡ Buenos días, Hirsch !
—¡Buenos día^ Levy! Y ahora, ya sabes,,
cho) ; aquí galones (y se rasca el brazo); aquí,
*" el pantalón, una franja preciosa, desde ¿eh?, vamos a medias.
Ja .cintura hasta el pie... Pero, no crea usted,
i mis buenos quebraderos de cabeza me cuesU I
(y Se rasca la cabeía)
rv»
losselé se ha portado de una manera tan
briJl
inante en «1 transcurso de un combate conle d í » : * ^ ^ * " * * ' 'l"^ ^' general lo llama y
0 , 7 / r n ' ? i ^ ' '^ *"*' P°"*'^° ^'>">° ^ valiente.
Quiero recompensarte. ¿Qué prefieres, la cru:.
de guerra o cien rublos?
--Perdóneme, mi general, pero quisiera hacerle una preguntita...
—Venga.
—¿Cuánto cuesta una cruz de guerra?
—Cinco rublos.
—Bueno, pues entonces déme la cruz v noventa y cinco rublos.
r\j
cuf/ I S ^ „ ! ' ? * J "" ^ consultar al médico, al
Suscripción internacional a favor
de los presos por cuestiones
sociales
Peseta»
Sama anterior
Repartida»
Sobrante.
Hemos enviado al reformatorio de adultos de Ocaña, para diez presos
San Feliu de L/ofcregat.—Subirachs
Córdoba (Argentina).—Joaquín Merino...
ParU.—Ramón Garriga : 20 francos al
cambio
Barcefonor.—Unos amigos Idistas
Wem—Unos ladrilleros : Ilusionista, 0'50;
Torrent, 0'50; Burrat, O'50; Cardona,
0"50; Dos, 0'50; Remigio, I ; Uno.
0'50; Uno, 0'50; Ilusionista, 0'50-.
total
,
¡dem.—¡. Berger, 2; M. B., I; Germán. 1; Rosell, I; X. X., 2; total
Alcoriza.—R. Josa
^^l^JJLSZeZ. '^'^- ^' ''"^'^ '^•
P e r J ^ m . i ' i r ' ' " ^ " ^ ' ' ? "^"«^'^ ""-ff^^o enfermo.
Pero qu siera examinar su orina. Venga maí t ^í '•'**''' y * ' - % ^ e la orina.
Al J a sigmente vuelve Israel con cuatro
litros de orines. El médico encuentra exagerada la cantidad. Y una vez hecho el análisis
le dice:
40.845-15
39.2501.595'15
250'—
1.34515
5'—
45'—
5'20
W—
5'
7'—
J'
XVI
SUPLEMENTO DE LA "REVISTA BLANCA"^
Manreta.—Un
compañero
Haeloa.—G.
F. Ferrer
Biarritz.—Grupo
Cultura
Gijón.—Jacinto,
5 ; Femando, 5 ; Agapito. 5 ; total
Callera.—De
uno» comptuiero»
Limogct.—^Tre»
hermanos de los preso.
Tar<ac6n.—^Joaquín
R o m e o , 5 frímeos ;
Manuel D o m i n g o , 10; Indalecio Urrutia, 10; Miguel Urrutia, 5 ; José A n gosta, 5 ; Faustino Carmona, 5 ; Mariano Pérez, 5 ; A n t o n i o Martín, 5 ¡
Francisco Soler, 5 ; Pascual García, 5 ;
Tomás
Castillb, 5 ;
Manuel
Urito
(portugués), 5 ; J. Bueno, 10; José
Manso, 3 ; total, 83 francos, al cambio
Marta.—Ramón
Sentís, 2 ; T o m á s G a baldá, 5 ; T e o d o s i o García, 5 ; Ram ó n S a n g e n í s , 2 ; Juan N e u , 5 ; total '
Premia
de Mar.—Ramón
Busquets, e n vía el d e s c u e n t o q u e le corresponde
d e la venta d e La Nooela Ideal, R e vista y libros
2'—
8'09
50'—
15'—
7'—
6'—
22'45
19'—
10'—
San Sehoftián.—Hilario
Merino
Lehrija.—Unos
cogedores
de
aceitunas, II p t a s . ; U n cualquiera, I ; D e
• n comerciante, 2 ; José Mani CarmoI ; U n suscriptor d e L A REVISTA BLANCA, 0 ' 5 0 : total
'
I5'50
Barcelona.—De
un grupo d e
dores del Puerto
9"—
trabajado-
Total.
iVofas
2'50
I.589'89
adminisñhpafivaa
UembrtUa: M. G.. recibidas I0'50 pta».—AfoníemoHor: F.
M., ídem, 12*50 ptas.—Ko/enda: V. S., ídem, I69'80 pía».—
Mmiblanch: J. S., Ídem 19 ptas..^eoíI/<i: U. O. M., ídran
5 ptat.—Rwe-de-Gier: M. E., ídem 86'75 pta»., que di»tribayó.—ViUelirbanne: M. B., Ídem 35 pta» Limoget: M.
M.. ídem 6 pta».—Biarritz: A. U., Ídem 10 pta».—Lo» Anadet: ¡. M. Ch., ídem 100 pta*. Servido lo que pedía.—
San Paulo: A. V., ídem 34'25 pta».—Parada»: J. E.. ídem
6 pta».—San Sebastián : J. M., ídem 8 pta».—Granada : J. L,.
(dem 27"25 pta».—Maracena: J. B., Ídem 22'50 pía».—l^iílooioio»a: A. M., ídem 35 pta». Supongo en »u poder lo» 500
eiemplate».—Borrát: ¡. C.. ídem I2'50 pta». Envío lo» libro»
eacaadenMdo:—Alicante:
D. B., Ídem 60 pta». Servido» libro*,—KfOanuaOa u Gdtrú: J. F., ídem 50 pta». Ídem »obraMe.—«odo de Bará: P. } . , ídem 30'90 pta».—>4niacn:
i. P., Ídem 30 pta».—Lo Corvina: S. A., ídem 178 pU». Serví
Wbmt^Salni Vorrai: C. C , ídem I8'25 ptn.—AuberOiUiert:
F. R., Ídem 61 ptat.—Herttal: } . M., ídem 9 pta». Servido.
—LnMIanet: F. P., Ídem I5'25 pta». Auroentí. Lo» libro»
qve no envié no lo» tenemo».—Tandil: T. F., Ídem 80 pta».
Servido.—Loarrafio: A. J., ídem 36*50 pta».—Cabra: R. M..
Ídem 7 pta».—PremU á» Mar: R. B., ídem 61*75 pta»., que
distribuyo.—Wojfoií: J. G., Ídem 7'20 pU».—Torroao: j . C ,
Ídem 100 ptas,—Cádiz: M.G.. (dem 3 pta».-Madrid: A. C,
Sdem 4280 pía».—Koflmon: P. S., ídem 775 pía».—«onda:
C. G., Ídem 45 pía». Servido» libro».—Lo/a: F. P., Ídem 25
peseta».—itonda: J. B.. ídem 22 pU».—i4/agiSn : E. F'., ídem
6*60 pta».—aenicaWií: J. A., (dem 42'50 ptas.~¿a Linea: S.
C., (dem 42 pta».—MaA<$n : J. Z., (dem I3'3S pía».—Kotenda¡ ídem, por conducto de J. J. P., 12 ptas. {De quiín deb « ser?—C««S de lo Seloa: J. X., ícftni I7'60 ptas—Guia-
do: A. R., ídem 60 pta».—Cabete de Uu Torren J. R.,
Ídem 24'85 pU».—Montüla: J. G.. ídem 9 pta».—Araeaia:
¡. G. P.. ídem 935 pta.—Pozo Cañada: ¡. M.. (dem 8 pe•eU».—CronoHer»: A. G., ídem 35 pta».—y4imazora: J. C.,
ídem 39'50 pta».—MoilpeOer: P. V., ídem 7 ptas.—Mozomet: J. M., Ídem 10 pta».—finueio»: D. G., i < ^ 20 pétela», i Para qué son?—Áo«ir<o 5an(a F e : B. V., ídem 50 poaeta». Servido.—Afonleoideo: F. H.. ídem 150 pta». Servido.
—Rotaría Santa Fe: J. P., idem 100 pía». Serví lo» libros
pedido».—Habana: R. A., ídem 39 pta». Serví los libro».—
PixertoUano: S. C.. ídem 10 pta».—Vergara: J. R., ídem
23 pta»—a Ka8e: C. N.. (dem 10 pta».—Oda: A. E.,
ídem 45'60 pta».—¿.a Riba: J. I.. 'dem 10"50 pta».—Cartagena : F. D., ídem 100 pta».—Manzonore»: A. S., Ídem 3#
pe»eta».—Cieza : M. M., idem 15 pta*.—Alcov : M. S., ídem
25 pta». Servido» libro».—^ciencia del Ventoso: S. G.,
ídem 30 ptas. Lo» libros lan pronto haya, irán.—Lebríja:
A. R., ídem 15 pta». Por (alta absoluta de tiempo no conle»té.—>l/gectra»: A. T.. ídem 60'60 pta».—Cu/íera : B. A.,
ídem 45 pta».—5aRun(o : J. P.. (dem 25 pta».— Ciirv-ttir-Seine: J. B., (dem 20 pta».—Madrid: F. M., Ídem 50 pta»
Soit: Floreal. idem 12 pta».—fiaena: M. J., ídem 10 pía».—
Flix: C. C . ídem 4r30 pía».—Tiínger: A. C , ídem 50 ptas.
—Zuera : M- S.. ídem 27 pta»., que di»tribuvo.—Guinmets:
¡. R.. ídem 7 pta».—Ceuta: C. H., ídem 10 pta».—/imana
de la Frontera: J. G., ídem 6 ptas.—Tarascan : J. B., ídem
25*34 pta». y lista que publicarao».—Biarritz: A. U., ídem
63 pta»., que verás distribuida».—A abervilliert: M. S.. ídem
8 pta».—Premia de Mar: J. G., ídem 22 pta». de la liquidación.-/4 Icira: E. F.. ídem 3ÍS*25 pta». Haso cambio de
corre»pon»al.—5abadeO: E. B.. ídem 7 pta*. Gracia» por
el avi»o.—Tarrata : E. B., ídem 56*60 pta».—Pámpana ; E.
M., ídem 15 pía».—Morbeña: J. G.. ídón 10 pta».—Ca/eiía:
y . S., ídem 15 pta». Tan pronto lengamo» lo» libro» que
deseái», o» lo» enviaremos.—Liria : M. M., ídem 10 pías.—
TiJota: F. G., (dem 66 pta». Envié el otro ejemplar de
Biografía.—Portagalete: J. C . ídem 175*50 pía». 148 »uyii»
y resto »eián anouda». Serví libro». Lo» que faltan, alguno* de momento no lo» leoemo»: cuando lo» tengamos,
enviaiemo»—M^aga : B. L., Ídem 39 pías.—Voleneia! ídem
4 85 ptaa. por conducto de J. J. P. ¿Serán la* 5 >tts. de
que no» avisa el G. Tiarra, de Nueva Yorkí—Vigo: F. S..
ídem 30 pta».-Kifleno: A . N.. (dem 20*50 pta».—Parí.: R.
G., ídem 20 pta». Sirvo los libra*.—Craasvtie: P. M., ídem
16 ptas. Servido.—Vienne: C. Lo* Intrépidos, ídem 24*50
pesetas.—Mendoza: A . M.. (dem 56*65 ptas. Servido.-~Matar<5: L. U-, ídem 15*60 p t a s . - a Carpió: D. P., ídem
25*45 pta». E»tá bien.—Zaragoza: F. Ch., idem 107 ptas
ViOagarda: J. C , (dem 13*85 ptas.—Puerfoflono: S. C ,
''*™' 12 pta».—.4/ojsotegia: S. C . ídem 33 ptas.—Marcfcena: ¡. S.. Ídem 12 ptas.—La Arboleda: A. M., ídem 25
peseta».—DeH«ío: A. M., ídem 20 pta».—Qda: A. B., ídem
40 pta..—/I (mazora : L . G., ídem 6*75 pta».—Aumenté.—PoDen»a: J. J.. ídem 18 pta..—Pueil* Kalieca.: J. O., ídem
II pta».—Logroik»: M. B., ídem 62 pta». Pagado año 1930 de
la »u»cripcidn a amba. publicaciones de D. G„ de Nájera,
y suya; y la suscripción por un año a contar desde la fecha,
de V A . y F. L.. de ésa.-Salienl: J . C , ídem 150 pesetas,
que abono en cuenU.—í'ailaao/id: í^. V., ídem 175 pesetas.
—Tarragona: ¡. B., ídem 24*60 pUs.—Campdeoiinol: J. Q.,
ídem 570 pla..-Rif;o de Perdet: F. M., ídem 12 ptss. Pagano año 1930.-LebriJa: J. A. T., El paradero de D. M.
e» la Prisión (>ntral de Cartagena.-4/coi/: G. Redención:
Vuestras cuaitiUas Uegan larde para «er publicada» en este
número, por tenerse que adelantar a consecuencia da los
mas de Navidad y siguientes.
A la compañera que preguntó por Juan Carel* ^ • ^ L
debo comunicarle que actualmente eMá en al Peoal o *
Burgos.
Hemos
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Irilleros: Ilusionista,
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Ladrilleros:
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la Revista. 1*50: total general, 13 25 ptas.
Hemos recibido psta el compañero Juan Gomia: L<mos«s :
De t r » soUdarioj. 3 ptat.—PorlagaleU: C. Cultura y Pnmsa, 6 ptas.: total, 9 pta*.
Nuasuo corresponsal en San FeKo de Cuízois hará d
favor de entregar a A. S. O., por no tener nosotros suscripción aUerta pro Néstor Mackno. del C. Cultuta y
Prensa, de Portugalete, la cantidad de > ptas.
Hemos feciUdo d d G. Cuitara y Prensa, de PertusalaM,
3*50 ptas., para la familia de Daniin«D Catialnal.
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