historia de la ingeniería La resolución de problemas en la enseñanza de la ingeniería María Luisa Jóver La autora es Licenciada en Gestión Educativa y Profesora de Filosofía. Se desempeña como Profesora Asociada en la UTN, Facultad Regional Buenos Aires. Dirección de contacto: [email protected] Resumen «Un supuesto de la enseñanza de la ingeniería es que el ingeniero es un profesional capacitado para resolver problemas. En consecuencia, se propone que en el aula se ejercite la resolución de problemas como un medio para lograr esta competencia. El diseño de la procesos de enseñanza basada en problemas es una cuestión compleja porque no se reduce al manejo de algunas técnicas. Es un proceso de pensamiento basado en la creatividad.» Abstract One assumption in teaching engineering is that an engineer is a professional qualified to solve problems. Consecuently, it is proposed to exercise the resolution of problems in the class room, as a means of achieving this qualification. The design of teaching processes using a problem solving strategy, is a very complex matter, because it can not be reduced to the management of a few techniques. It is a process of thinking based on creativity. Revista Argentina de Enseñanza de la Ingeniería - Año 4 Nº 6 - Julio de 2003 81 notas de opinión Introducción El propósito de esta presentación es compartir algunas reflexiones surgidas en la práctica de la docencia en carreras de ingeniería. El punto de partida es una idea que en esta presentación se considera como el supuesto de la enseñanza en la carrera: el ingeniero resuelve problemas. En torno a esta creencia se plantean la mayor parte de las decisiones académicas, las generales y las que afectan a las acciones en el aula. No es ajena a esta situación la insistencia en que se emplee una didáctica basada en problemas. La importancia que se le asigna a la resolución de problemas ha sido enfatizada por los criterios de evaluación de las carreras de ingeniería planteados por la CONEAU para la acreditación de las mismas. Más precisamente, esta comisión destaca la competencia del egresado para resolver problemas como un indicador de la calidad educativa que brinda una institución. ¿Cuál es el panorama que encuentra el profesor que quiere que sus alumnos resuelvan problemas en su asignatura? Cuando se indaga la problemática de la resolución de problemas se encuentra que bajo esta denominación se incluye un variado conjunto de cuestiones, muchas de ellas tan disímiles que dificultan la percepción de que deba ser comprendido como resolución de problemas. Estas dificultades se hacen aún más evidentes cuando pretenden diseñar las actividades para practicar esta estrategia en el aula. Para que la práctica de la resolución de problemas no sea un nuevo espejismo que nos desvíe de la intención de mejorar la enseñanza en la carrera, tendremos que cuestionar sus alcances y efectividad. Para participar en este debate, quiero compartir con los colegas información y algunas ideas que surgieron a partir del intento de diseñar una asignatura orientada a cultivar la competencia del estudiante para emplear esta estrategia. “El ingeniero resuelve problemas”: Supuesto de la enseñanza de la ingeniería Si buscáramos una frase para caracterizar a la ingeniería, la más común y repetida es el ingeniero resuelve problemas. Es una frase hecha, aceptada. Casi, diríamos, no plantea dudas ni en las conversaciones corrientes ni en las académicas. Los alumnos están convencidos de que se van a formar para resolver problemas y rápidamente manifiestan esta convicción cuando expresan el ideal que orientó su elección vocacional. Los profesores también pensamos que la enseñanza tiene que habilitar al egresado para resolver problemas de su especialidad. Es razonable que esta concepción esté en el aula porque también está 82 en los planes de estudio y en la literatura sobre enseñanza de la ingeniería. Como no podía ser de otro modo, tampoco está ausente en los lineamientos para la evaluación y la acreditación de las carreras que plantea el CONFEDI ni en los requisitos expresados por la CONEAU para evaluarlas. La idea de que la misión de la ingeniería es resolver problemas es una creencia compartida que excede el ámbito de la universidad. Siguiendo a Jerome Bruner podemos decir que es un saber de la “cultura natural” en tanto que expresa una valoración social de la profesión y, de este modo, ingresa a la cultura institucional como un principio. Así la idea de que el ingeniero resuelve problemas es un postulado básico que soporta y orienta buena parte de las decisiones curriculares en la carrera. El propósito de esta presentación no es poner en tela de juicio esta creencia; su propósito es delinear algunas cuestiones que se le presentan al profesor cuando quiere contestarse preguntas tales como qué es resolver problemas o cómo se forma para resolver problemas o qué hay que enseñar para resolver problemas. Estas preguntas no proceden sólo del interés personal sino también de la experiencia sistemática de intercambio producida por el proceso de evaluación. Cada equipo docente ha tenido que pensar si su asignatura resuelve problemas y qué cantidad de horas le dedica, así como las prácticas de aula y la evaluación con que se instrumenta esta estrategia. No hubo taller ni documento que dejara de considerar expresamente la resolución de problemas. También la CONEAU ha destacado su importancia al colocar en la Ficha Curricular bajo el nombre “Modalidad de la enseñanza” un ítem específico para consignar la carga horaria dedicada a la resolución de problemas. Más aún, el documento “Anexos Resolución 1232” en el acápite Resolución de problemas de ingeniería dice: Los componentes del plan de estudios deben estar adecuadamente integrados para conducir al desarrollo de las competencias necesarias para la identificación y solución de problemas abiertos de ingeniería. Se define como problema abierto de ingeniería aquellas situaciones reales o hipotéticas cuya solución requiera la aplicación de los conocimientos de las ciencias básicas y de las tecnologías. (CONEAU, 2002ª: 11) En consecuencia, la resolución de problemas queda planteada como una competencia valiosa que el alumno de ingeniería debe alcanzar en su formación, que es Revista Argentina de Enseñanza de la Ingeniería - Año 4 Nº 6 - Julio de 2003 notas de opinión una competencia compleja porque implica habilidades múltiples para la identificación y la solución del problema abierto de ingeniería -los verdaderamente relevantes- y que esta competencia confiere identidad profesional al egresado. La resolución de problemas como indicador de calidad Si la posesión de la competencia para resolver problemas confiere al egresado las virtudes antes señaladas, disponer o no de ellas es un indicador de la calidad de la formación profesional que realiza una institución. En suma, un egresado que sabe resolver problemas tiene un valor agregado y, en consecuencia, esta competencia legitima su calidad y la calidad de la formación que ofrece la carrera que cursó. Se puede concluir que, en el contexto del proceso de evaluación y acreditación, para satisfacer el estándar de calidad, hay que probar que el egresado es competente para resolver problemas. El documento del CONFEDI “Acreditación de carreras de grado de ingeniería en la República Argentina – Mayo de 2000” define la calidad como: propiedad o conjunto de propiedades inherentes a una cosa, que permiten apreciarla como igual, mejor o peor que un modelo establecido. Para determinar la calidad se requiere un adjetivo: pésima, mala, regular, buena, excelente; inferior, igual, superior; baja, media, alta o cualquier otro que permita categorizar las características que se están atribuyendo a un objeto o proceso.” (CONFEDI, 2000: 4) Como es sabido, la evaluación permitirá asignarle a las carreras el correspondiente valor de calidad dentro de una escala, como paso previo para la acreditación. La acreditación certifica la calidad de la educación y otorga validez pública a los títulos. Este procedimiento permite comparar los procesos de formación de ingenieros de los distintos centros de formación profesional en términos de calidad académica. En principio, la acreditación es un procedimiento de comparabilidad de carreras en el sistema universitario argentino. Sin embargo, los criterios de certificación que guían la acreditación exceden el ámbito nacional. También están enlazados con los parámetros y criterios de calidad comunes acordados en el Mercosur. Desde 1998 está en vigencia el Memorándum de Acuerdo de Entendimiento sobre la Implementación de un Mecanismo Experimental de Acreditación de Carreras para el Reconocimiento de Títulos de Grado Universitario en los Países del Mercosur. Este documento plantea una situación novedosa en el mundo ya que posibilita que seis países (los miembros fundadores ¾Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay¾ y las dos naciones que se incorporaron luego ¾ Bolivia y Chile¾) puedan acordar criterios comunes y compartir la acreditación de títulos profesionales con el propósito de incrementar la integración regional y mejorar las oportunidades de movilidad de profesionales y estudiantes. Es en este contexto que la resolución de problemas es un indicador de la calidad de la educación, uno de los criterios para comparar la calidad académica y, en consecuencia, para reconocer títulos en el ámbito regional. En conclusión, la competencia del egresado para resolver problemas es un factor que permite medir el valor de calidad del título de ingeniero que otorga una universidad. La determinación de ese valor dentro de la escala que se acepte hace comparable la calidad de los títulos de ingeniería de la Argentina y de los de la Argentina con los que otorgan las universidades de los otros países miembros del Mercosur. El problema de la resolución de problemas Es razonable pensar que el logro de esta competencia para resolver problemas se consigue a lo largo de la carrera. También que, para conseguirla, cada profesor deberá diseñar su aporte para contribuir a la calidad del egresado. En consecuencia, decidir cómo se logra esta competencia cae al interior de las cátedras provocando un proceso de reflexión e investigación ante la certeza de que ya no se puede dejar implícito el concepto «resolución de problemas». Algunos interrogantes orientan la búsqueda: ¿cómo se logra esta competencia?, ¿de qué manera instrumentar el trabajo de aula para que los alumnos egresen con este saber hacer que le permita resolver problemas abiertos de ingeniería?, ¿cuáles serán los conceptos y procedimientos, también las actitudes a promover en la resolución de problemas, para que el egresado pueda competir en un entorno nacional y regional con expectativa de éxito? Pero ¿cuál es el panorama que encuentra el profesor interesado en practicar en el aula la resolución de problemas cuando investiga cómo traducir su propósito en acciones concretas? En la búsqueda por definir las acciones concretas, las estrategias didácticas para enseñar a resolver problemas, se encuentran algunas cuestiones interesantes y muchas sorprendentes. Continuando el análisis de los documentos antes citados, aparecen otras especificaciones que acompañan las ya conocidas caracterizaciones de los problemas de ingeniería como problema abierto y de estándar de calidad. En las Revista Argentina de Enseñanza de la Ingeniería - Año 4 Nº 6 - Julio de 2003 83 notas de opinión pautas de acreditación, en el título Objetivos de la Acreditación se señala en primer término: Identificar, evaluar y resolver problemas de ingeniería con creatividad o innovación dentro de los límites de su propio conocimiento. (CONFEDI, 2000: 8) Esta caracterización crea una nueva restricción: la resolución de problemas abiertos de ingeniería requiere el desarrollo de la creatividad. Por ende, a las exigencias anteriores, además, hay que agregar una noción de creatividad que sea pertinente porque, en principio, parece claro que no se trata de la creatividad en el sentido estético u ornamental sino en el sentido de dar respuesta a una situación única, irrepetible, particularizada, para la cual las soluciones técnicas conocidas aportan conocimientos que sólo parcialmente dan cuenta de alguna de sus variables. En consecuencia, la enseñanza de la resolución de problemas pone en el tapete la cuestión paradojal de la enseñanza de la ingeniería: la transmisión de prácticas conocidas, probadas, en las que convergen los estudiantes para construir la representación de su pertenencia profesional y el desarrollo del valor del pensamiento divergente, de pensar en respuestas que no encajen en la solución técnica conocida, aceptada, si se quiere enfrentar la especificidad de la situación particular que tiene que atender. En este sentido es que Wankat & Oreovicz citan las palabras de Florman: «La ingeniería es un arte tanto como una ciencia y la buena ingeniería depende tanto del salto imaginativo como del cuidado esmerado.» (Wankat & Oreovicz, 1996: 79) En consecuencia, la resolución de problemas que interesan para el proceso de evaluación y acreditación no se reduce a la realización de ejercicios.(1) En la práctica de aula, la realización de ejercicios para estandarizar procedimientos y afianzar conocimientos ha llevado a identificar la resolución de ejercicios con la de problemas. Ciertamente, los ejercicios afianzan el aspecto convergente de la resolución de problemas al aplicar algoritmos o establecer analogías con modelos de resolución previamente conocidos y, frecuentemente, estandarizados. Pero ¿cómo juegan cuando la resolución de un problema exige pensamiento divergente? 2 Cuando se advierte que la resolución del problema 84 tiene el objetivo de cultivar esas dos vertientes de pensamiento, se encuentra una evidencia de la complejidad de la enseñanza y del aprendizaje de esta estrategia. Posiblemente esta dualidad sea la fuente de que bajo el rótulo de resolución de problemas se incluyan cuestiones tan diversas como estrategias didácticas, simples ejercitaciones o un multifacético listado de prescripciones que contribuyen a la eficacia de los aprendizajes.(3) No obstante esta diversidad, la literatura especializada postula la resolución de problemas como modelo didáctico y da lugar a arriesgar algunas conclusiones: • Hay una fuerte confianza en el sentido de que la enseñanza basada en problemas es la estrategia adecuada para la educación de adultos; sin embargo, la mayor cantidad de trabajos sobre su didáctica no está pensada para la enseñanza superior. • Se concibe a la resolución de problemas como una estrategia, es decir, una práctica de enseñanza y de aprendizaje, que define su objetivo, selecciona las técnicas de acuerdo con la situación que se aborda, que evalúa durante el proceso la pertinencia y eficacia de los recursos empleados y que, en consecuencia, puede corregir el rumbo para no perder de vista el fin. • Se afirma que el problema a resolver debe ser un problema real, para que se pueda contrastar que la respuesta es eficiente. • Se destaca la importancia de la motivación: si la situación no convoca el interés del sujeto, si la situación no es problemática para alguien, no hay resolución de problema porque, en sentido estricto, no habría problema. Aun cuando estas consideraciones puedan despejar algunas cuestiones de la resolución de problemas, la pregunta por cómo se hace para enseñar a resolver problemas se mantiene vigente. Este cómo alude a los procedimientos, a las acciones concretas a realizar en el aula, al know how de la resolución de problemas. Llegados a este punto, nos habremos convencido que hay un método, una serie de pasos para resolver problemas. En efecto, es así. Sólo que el intento de definirlo presenta curiosidades: si se leen diez libros, encontramos diez propuestas. Nada demasiado grave porque pronto se advierte que presentan aspectos comunes y que pueden sintetizarse así: la resolución de problemas es una estrategia con los pasos siguientes: 1. definir el problema mediante el análisis de la Revista Argentina de Enseñanza de la Ingeniería - Año 4 Nº 6 - Julio de 2003 notas de opinión 2. 3. 4. 5. 6. información o datos explorar el problema identificando sus partes y categorizándolo planificación de las acciones para solucionar el problema ejecutar las acciones controlar si los resultados obtenidos se adecuan con los esperados generalizar los resultados La ruta del profesor preocupado por la resolución de problemas Tomemos por un momento el lugar del profesor convencido de que sus alumnos tienen que aprender a resolver problemas porque esta competencia denota calidad. Sabe que tiene que enseñar a resolver problemas porque así podrá mostrar la calidad de su trabajo. Pronto comprende que esos seis pasos sólo son una estrategia general y la pregunta retorna diciendo ¿cuáles son las técnicas, las acciones que tengo que realizar para resolver problemas en mi asignatura? ¿qué tienen que hacer los alumnos? Entonces, no parece quedar otro camino para el profesor preocupado por la resolución de problemas que abocarse a resolver su propio problema: ¿cómo convertir la estrategia general de la resolución de problemas en acciones específicas ante situaciones o temáticas determinadas? ¿qué técnicas hay que elegir? ¿cuál diseño didáctico delinear? Le espera un recorrido sinuoso e incierto. La búsqueda de técnicas o programas de acción es, también, una experiencia de contacto con un campo amplísimo de prácticas que varían según los autores, los espacios académicos, las problemáticas disciplinares. En esta presentación aparentemente inorgánica, algo se destaca: las técnicas, en este sentido procedimientos intelectuales de resolución -entiéndase procedimientos de pensamiento-, combinan métodos algorítmicos con métodos heurísticos. Pero esta categorización no impide que se tropiece con otra dificultad. Es sabido que los algoritmos son identificables, codificables y admiten procedimientos seguros de transmisión. Pero los procedimientos heurísticos no aseguran precisión ya que su efectividad se define por la creatividad con que el sujeto formula las preguntas o inventa las propuestas de solución del problema. Refieren al arte, y en este sentido al saber hacer, de elaborar estrategias para inventar respuestas, a la habilidad creativa de la persona que se manifiesta en su hacer, en la experiencia con que afronta las situaciones problemáticas. Los epistemólogos han mostrado que este es un proble- ma serio cuando se trata de la producción de conocimiento porque no se pueden establecer reglas que aseguren el descubrimiento de teorías científicas novedosas. Cuando se explora la resolución de problemas por métodos heurísticos emerge un variado paisaje de técnicas que se proponen como adecuadas. Hay estrategias para la recolección e interpretación de información, procedimientos para la elaboración de argumentos, analogías y metáforas, técnicas para la representación gráfica y para el desarrollo de la función asociativa del pensamiento, ejercitaciones para el pensamiento crítico y la creatividad. Tampoco faltan las recomendaciones al docente, por lo general, una amplia gama de consejos y normas que van desde cómo motivar al estudiante hasta cómo presentarse a sí mismo como un experto en la resolución de problemas. La amplitud del campo de la resolución de problemas encuentra una prueba más cuando se consulta Internet. Si la consulta se hubiese hecho la última semana de agosto del 2002, entrando en «resolución de problemas» se hubieran encontrado 272.000 sitios; si la búsqueda se hubiese restringido empleando «método de resolución de problemas», se hubieran encontrado 72.000 sitios para explorar. A modo de conclusión Entiendo que en la enseñanza de la ingeniería tenemos un serio problema: tenemos el problema de resolver el problema de la resolución de problemas, si es que vamos a continuar sosteniendo que el grado de desarrollo de esta competencia es un indicador de la calidad del egresado y, por ende, de la calidad de las carreras que se ofrecen. En mi opinión, hoy la demanda institucional de la competencia para resolver problemas está fuertemente atravesada por creencias -entre ellas, la del valor de la resolución de problemas- que se instalan en el ámbito académico, que al circular de boca a boca, de ponencia a paper, de jornada a congreso, adquieren entidad autosuficiente capaz de presentarse como respuestas totalizadoras a la complejidad del proceso de enseñar y aprender. Cuando esto ocurre, lo realmente interesante de las preguntas se degrada al quedar enmascarado por enunciaciones vagas y pretensiones grandilocuentes. Como profesores, tendremos que estar alerta para no emplear un rótulo vacío de sentido, para no convertir a la resolución de problemas en una especie de figura mítica que juega, como el Gran Bonete, el rol dual de hacer creer que se tiene aquello de lo Revista Argentina de Enseñanza de la Ingeniería - Año 4 Nº 6 - Julio de 2003 85 notas de opinión que se carece y de ocultar recursos que efectivamente se poseen. Pienso que cuando reflexionamos en cómo formar en nuestras clases para resolver problemas abordamos un aspecto relevante de nuestro trabajo: enseñar y aprender es crear un vínculo de conocimiento y con el conocimiento. Creo que la resolución de problemas mejorara la enseñanza, si la percibimos como algo más que una metodología; si la comprendemos como una instancia para comprometer la creatividad y la persistencia del esfuerzo que exige enseñar y aprender. A mi juicio, plantearnos cómo resolver problemas en la enseñanza de la ingeniería tiene sentido si la pregunta deviene en una oportunidad para cuestionar los supuestos epistemológicos con los que elaboramos y transmitimos conocimiento en nuestras facultades, si nos lleva a investigar cómo conseguimos que los estudiantes se comprometan con la creación de conocimiento y si nos incita a imaginar cómo favorecer la autonomía que necesitan para convertirse en los protagonistas de las situaciones de aprendizaje. Notas 1 2 86 Cf. Pozo Municio (2000) para establecer la diferencia entre estrategia, técnicas y ejercicios. La expresión “pensamiento divergente” alude a las ideas que surgen inesperadamente en el discurrir del pensamiento y que en el momento en que aparecen, se presentan como inadecuadas o no pertinentes. La asociación libre, la suspensión del juicio, la apertura son procesos que lo habilitan. El pensamiento divergente no es sólo una operación de conocimiento. Es un clima, un estado de ánimo en el que la persona se siente alerta, sorprendida, libre, desconcertada. 3 Procesos de estas características que logran modificar y ampliar la percepción de situaciones ya dadas por conocidas por los estudiantes, se pueden reconocer en el artículo “Actividades lúdicas y creativas: puente ente el ingresante y su carrera universitaria” de Amieva, Vicario y Montenegro en Revista de Ingeniería 5 (3): 23-29. El libro de Phillip Wankat & Frank Oreovicz ilustra con largueza esta apreciación. Diseñado como un manual para ingenieros dedicados a la enseñanza, los autores describen teorías y situaciones que acompañan con indicaciones de actividades para realizar en el aula con el propósito de mejorar la eficacia de la enseñanza. Referencias Bibliográficas • Bruner, Jerome (1997). La educación, puerta de la cultura. Visor. España • Pozo Municio, Ignacio (2000). Aprendices y maestros. La nueva cultura del aprendizaje. Editorial Alianza. Madrid. • Wankat, Phillip & Oreovicz, Frank (1996). Teaching Engineering. Mc Graw Hill. New York Documentación consultada • CONEAU (2002a). Anexos Resolución 1232 • CONEAU (2002b). Ficha curricular. Argentina • CONFEDI (2000). Acreditación de carreras de grado de ingeniería en la República Argentina – Mayo de 2000. Argentina • MERCOSUR (1998) Memorándum de Entendimiento sobre la Implementación de un Mecanismo Experimental para el Reconocimiento de Títulos de Grado Universitario en los Países del Mercosur. Revista Argentina de Enseñanza de la Ingeniería - Año 4 Nº 6 - Julio de 2003