Revista fin - Universidad de Granada

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EL TRATADO DE REFORMA DE LISBOA DE 2007
Peter Häberle*
Traducido del alemán por Francisco Balaguer Callejón
SUMARIO
1. Introducción
2. Valoración global de carácter científico
3. Perspectivas
1. INTRODUCCIÓN
El Tratado de Lisboa puede ser considerado como un «Tratado de
reforma» por medio de la revisión de los Tratados, aunque también podría
entenderse, de manera más adecuada, como una puesta al día desde el
punto de vista constitucional, como una actualización y, en todo caso,
como una nueva etapa en el proceso de constitucionalización de Europa:
con grandes retrocesos y ciertos avances.
En los años sucesivos al doble «no» de Francia y Holanda (2005) al
Tratado constitucional de 2004 hemos obtenido nuevos materiales desde
la perspectiva de una teoría constitucional europea: comunicados de prensa, declaraciones de políticos prominentes y de partidos políticos, así como
informes de las instituciones de la Unión Europea -la Declaración de Berlín
de 25 de marzo de 2007 fue un importante avance en su momento y un
documento productivo para el comentario de los científicos (como también
el discurso de la Canciller Federal A. Merkel en Estrasburgo sobre el alma
de Europa, el 17 de enero de 2007)-1. Ahora tenemos un texto tangible en
* Catedrático emérito de Derecho Público de la Universidad de Bayreuth/St Gallen.
1
Cfr. P. Häberle, Europäische Verfassungslehre, 5. Aufl. 2008, p. 687. El discurso está
disponible en la dirección web siguiente: http://www.bundesregierung.de/nn_6566/Content/EN/
Reden/2007/01/2007-01-17-rede-bkin-ep-eng.html
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las 23 lenguas oficiales, o más exactamente, «dos» textos (el Tratado de
la Unión Europea y el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea)
que están abiertos a reelaboración científica, de la que deben ser objeto,
y que tienen que generar un debate de todos los participantes en el espacio constitucional europeo (no sólo del grupo de reflexión «horizonte
2020-2030»).
El proceso de ratificación debería estar concluido para el 1 de enero
de 2009 (si no fuera por el resultado negativo del referéndum de ratificación celebrado en Irlanda el 12 de junio de 2008). Hungría ha sido el
primer país que ha ratificado el Tratado de Lisboa, ya en diciembre de
2008. No sabemos quién será el último. Polonia –en realidad, el presidente
K.– está levantando nuevos obstáculos, mientras que Irlanda es el único
Estado miembro que ha previsto y celebrado un referéndum de ratificación, con resultado negativo.
Por muchos motivos que puedan darse para lo que de antiguo y de
nuevo se haya establecido en Tratado de Lisboa, resulta evidente que sus
responsables «temían» y temen al pueblo europeo como un todo y a los
pueblos europeos individualmente considerados. Se quieren evitar las
consultas populares siempre (en Francia o en Reino Unido, por ejemplo).
La antigua propuesta de someter a referéndum una nueva Constitución
Europea el mismo día en toda Europa ha sido, desde el principio, una
utopía.
En todo caso, si el Tratado fracasara de nuevo puede ser una catástrofe desde el punto de vista político, pero desde el punto de vista jurídico
no se habría perdido todo, pues los textos (las Constituciones o los Tratados, en este caso) pueden desplegar, antes como ahora (también los
proyectos rechazados), una eficacia que va más allá de su validez como
Derecho positivo. Esto se ha evidenciado con el Tratado constitucional de
2004 a través de su influencia sobre el Tratado de Lisboa de 2007 y se
ha comprobado en muchos ejemplos históricos: en Alemania con la Constitución de la Paulskirche (1849), que no entró en vigor, pero irradió de
manera permanente en los Länder alemanes y el ámbito del Reich hasta
la Constitución de Weimar de 1919.
2. VALORACIÓN GLOBAL DE CARÁCTER CIENTÍFICO
Seguidamente realizaremos una exposición de las luces y las sombras, los aspectos negativos y positivos del Tratado2. Todo ello desde el
2
Cfr. H.M. HEINIG, “Europäisches Verfassungsrecht ohne Verfassung(sordung)”, JZ 2007,
pp. 905 y ss.; P. SCHIFFAUER, “Zum Verfassungszustand der Europäischen Union nach der
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foro de la «Teoría constitucional europea»3 escrita y desarrollada por el
autor 2001/2 (5ª edición de 2008). La sucesión de las categorías valorativas
que siguen a continuación indica ya que, desde la perspectiva del autor de
este trabajo, los aspectos negativos predominan sobre los positivos, incluso admitiendo que la negociación política tiene preferencia en cierta medida (desde el punto de vista del posibilismo) y tiene que cerrar compromisos que inquietan a los científicos «puros» (y que ellos deben evitar en
favor de la verdad y la búsqueda de la justicia). Bajo esa autocrítica reserva se puede aventurar, no obstante, una valoración.
2.1. Aspectos negativos
La «lista negativa» tiene mucho peso. Se pueden señalar los siguientes aspectos:
1.- La renuncia al término «Constitución», que figuraba en tantos pasajes del Tratado constitucional de 2004, y que supuesta o realmente
«asustaba» a muchos ciudadanos europeos, porque se vinculaba psicológicamente a la noción de «Estado» (que a nivel de la UE es un «tabú»,
al igual que la idea de una «Europa federal») es un gran retroceso. Se
infravalora la fuerza cultural integradora del concepto multifuncional de
«Constitución» y, especialmente, su significado como símbolo de la comunidad (unión) ciudadana europea.
Hay, sin embargo, un consuelo: las comunidades nacionales y europea de científicos no se dejarán arrebatar el «objeto» de la teoría constitucional europea. ¡Ningún redactor de Tratados tiene capacidad de disposición en relación con el saber científico! Desde un punto de vista material
los dos nuevos Tratados son, en gran parte, una «Constitución» o, por
decirlo con mayor precisión, una «Constitución parcial» y, desde ese punto
de vista sustancial, la comunidad constitucional de la Unión Europea vive
y experimenta su realidad también después de 2007 (y 2009) como una
«realidad constitucional». Esto se manifiesta no sólo en la pervivencia (a
pesar de su supresión verbal) de los símbolos (el Día de Europa, el Himno
Unterzeichnung des Vertrages von Lissabon”, EuGRZ 2008, pp. 1 y ss..; T. OPPERMANN, “Die
EU nach Lissabon”, DVBl. 2008, pp. 473 y ss.; R. STREINZ u.a., Der Vertrag von Lissabon zur
Reform der EU, 2. Aufl. 2008.
3
Cfr. Las siguientes recensiones: F. REIMER, EuR 2002, pp. 754 y ss.; A. WEBER, DVBl.
2007, p. 1095; W. KLUTH, ZAR 8/06; U. HAUSFELD, NJW 2007, p. 423-4: “Text der Texte”; M.
KILIAN, DÖV 2008, p. 429-430.
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y la bandera4) sino también en muchos elementos con «cualidad constitucional» que se pueden encontrar, ahora mismo, en los Tratados.
2.- La supresión del artículo dedicado a los símbolos (Himno, Día de
Europa, divisa) no va a tener ninguna eficacia. Ahora como antes, una y
otra vez, será enarbolada la bandera europea por todas partes: desde los
ayuntamientos a los Estados miembros, pasando por los Länder y también
en los edificios oficiales de la Unión Europea. Ondea, por último, hasta en
el independizado Kosovo (pese a que todavía no es miembro de la UE).
En Kosovo sonó también, cuando se produjo la Declaración de independencia el 17 de febrero de 2008, el Himno a la Alegría de Beethoven como
«música de Europa». La realidad es más sabia que los redactores de
textos jurídicos.
Lo mismo se puede decir de la frívola supresión del lema «unida en
la diversidad» que permanece como un principio directivo de la Unión
Europea y de los restantes Textos fundamentales (cfr. las referencias a la
pluralidad cultural, en los arts. 3.3 TUE, 165.1, 167.1 y 4 TFUE; también
la «identidad nacional» queda asegurada en el art. 4.2 TUE).
3.- La desmembración del Tratado constitucional del 2004 (y de su
correspondiente intento de realizar una codificación) en dos partes, y el
gran número de artículos, han creado una nueva complejidad (que se
añade a la previamente existente), que es cualquier cosa menos «cercana
a la ciudadanía». La tan invocada proximidad a la ciudadanía y transparencia (Preámbulo, art. 1, segundo párrafo y art. 10.3 TUE, art. 17.3 TFUE)
no será alcanzada. Ambos documentos son de una espesura que resulta
lejana a la ciudadanía. Si tenemos en cuenta también los, en parte importantes, Protocolos y Anexos, el resultado es un conglomerado enrevesado
con el que la ciudadanía europea difícilmente puede identificarse: es apenas «legible».
4.- La atención que prestan los textos a la «democracia representativa» (art. 10.1 TUE) es, en gran medida, problemática. Por un lado, dificulta
a largo plazo la eventual entrada de Suiza con su «democracia semidirecta».
Por otro lado, hace que no sean del todo dignas de crédito las frecuentes
referencias al «diálogo» (art. 11.2 TUE, art. 17.1 TFUE) y a la «sociedad
civil» (art. 11.2 TUE, arts. 15.1, 300.2 y 302.2 TFUE). La incorporación de
Cfr. las siguientes monografías del autor: Feiertagsgarantien als kulturelle Identitätselemente
des Verfassungsstaates, 1987; Nationalhymnen als kulturelle Identitätselemente des
Verfassungsstaates, 2007; Nationalflaggen: bürgerdemokratische Identitätselemente und internationale
Erkennungssymbole, 2008.
4
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la iniciativa popular (art. 11.4 TUE) no cambia la situación. Lo mismo se
puede decir en relación con el derecho de participación de los ciudadanos
(art. 10.3 TUE), así como con el derecho de petición (arts. 20.2.d y 227
TFUE) en cuanto mecanismos de la denominada «democracia participativa».
Particularmente elevados son los obstáculos de la iniciativa ciudadana, por
lo que su eficacia será, previsiblemente, débil. El conjunto parece un «pequeño consuelo».
5.- La integración acumulativa de dos documentos sobre Derechos
Fundamentales, como son la modélica Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (art. 6.1. TUE) junto con la prevista adhesión al
CEDH (art. 6.2 TUE), debe ser celebrada en línea de principio. Sin embargo, son de prever enormes dificultades en la práctica en relación con una
interpretación «concordante» de las garantías de los derechos fundamentales en su conjunto e individualmente considerados. En este punto espera
mucho trabajo a la ciencia de los derechos fundamentales5 y a los tribunales de todos los niveles.
Resulta también confusa la referencia a las llamadas «explicaciones»
en el artículo 6.1 TUE. Tales interpretaciones anticipatorias de los miembros de la Convención no son útiles6. El comentario de los textos constitucionales es una misión de «todos» los intérpretes, sin que sus redactores puedan pretender arrogarse, para sí mismos, un papel especial. El
«recordatorio» de la Carta Social Europea (1961) y de la Carta comunitaria
de los derechos sociales de los trabajadores (1989) en el Preámbulo TUE
merece aprobación, por difícil que resulte su armonización con las garantías clásicas de los derechos fundamentales.
6.- Son también cuestionables las posibilidades de recurso a cláusulas
de exención. Así, si queremos formularlo de un modo mordaz, Polonia y
Reino Unido podrían, en virtud del Protocolo relativo a la Carta de los
Derechos Fundamentales, separarse puntualmente de la Unión Europea
(el nuevo derecho de retirada voluntaria del artículo 50 TUE es, por cierto,
un logro, que puede servir en relación con Estados miembros que no
quieran seguir realmente el proceso de integración).
La «lista de quejas» termina aquí. Podríamos completarla, desde luego, acaso con la crítica de que no pocas normas del TFUE carecen de
5
Algunos problemas fueron objeto de debate en la Sesión de Rostock de la Asociación de
Profesores de Derecho Público: “Bundesstaat zwischen Konflikt und Kooperation”, VVDStRL 66
(2007), en particular, pp. 361 y ss., 392 y ss., 423 y ss.
6
Las “explicaciones actualizadas” han sido publicadas en EuGRZ 2008, pp. 92 y ss. Cfr.
la versión en castellano disponible en: http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?
uri=OJ:C:2007:303:0017:0035:ES:PDF
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carácter constitucional y deberían formar parte del nivel de textos
infraconstitucionales (por ejemplo, arts. 136 a 138, arts. 293 y 294 TFUE).
A través de su incorporación a textos inferiores se habría podido conseguir
una ordenación más breve y concisa del Tratado. Quizás esta extensión
ha sido el resultado, sin embargo, de un compromiso imposible de evitar.
Evidencia, no obstante, una cierta «esquizofrenia»: por un lado se cuestiona el rango constitucional de los Tratados y la cualidad constitucional del
Tratado de Lisboa; por el otro, se quiere servir igualmente a la primacía
del Derecho de la Unión a través de la correspondiente primacía constitucional de los Tratados.
2.2. Aspectos positivos
1.- La confirmación de los, en parte reformulados, valores y objetivos
de la Unión (Valores: arts. 2, 3.1, 7.1, 8.1 y 13.1 TUE; arts. 21.2.a; 42.5
TUE; Objetivos: arts. 3.1, 20.1, 2º párrafo y 22.1 TUE) es positiva. Se trata,
sin duda de elementos constitucionales (por ejemplo los valores de la
dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de
Derecho, los derechos humanos, los derechos de las minorías, el pluralismo, la tolerancia, la justicia, la solidaridad, la igualdad entre hombres y
mujeres). Podemos constatar también, de nuevo, que la UE no comparte
el recelo alemán frente al concepto de «valores» (por ejemplo, arts. 2 y 3
TUE).
Entre los nuevos objetivos (art. 3 TUE) hay que considerar las bases
jurídicas para el ámbito de la energía (art. 194 TFUE), la salud humana
(art. 168 TFUE), la protección frente a las catástrofes (art. 196 TFUE), la
protección de la propiedad intelectual (art. 118 TFUE), los objetivos en
materia de cambio climático en el marco de la protección del medio ambiente (art. 191 TFUE) y la cooperación administrativa (art. 197 TFUE).
Estos objetivos, en parte nuevos o reformulados, en relación con la situación jurídica anterior, son también una positivización del interés general.
Existe además un interés general de la Unión Europea7, tal y como se
manifiesta en las cláusulas que establecen obligaciones para la Comisión
(art. 17.1 TUE) y para el Comité Económico y Social (art. 300.4 TFUE).
2.- La determinación del carácter jurídicamente vinculante de la Carta
de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (art. 6.1 TUE) es
7
Cfr. P. HÄBERLE, “Gibt es ein europäisches Gemeinwohl?”, FS Steinberger, 2002, pp.
1153 y ss., así como, del mismo autor, Europäische Verfassungslehre, 5. Aufl. 2008, pp. 377 y
ss.
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una manifestación de la constitucionalización de la Unión Europea, a pesar
de las mencionadas cláusulas de exención. La Unión Europea se entiende
una vez más como «comunidad constitucional de Derechos Fundamentales» y, en este caso, con este texto, se acerca a la ciudadanía.
3.- Algunas reglas institucionales de carácter constitucional son afortunadas: es el caso de la regla de la doble mayoría para el Consejo del
art. 16.4 TUE, que entrará en vigor en 2014, ciertamente con la minoría
de bloqueo prevista en el segundo párrafo del mismo precepto. Igualmente, la elección del Presidente del Consejo Europeo para un mandato de
dos años y medio y la figura del Alto Representante de la Unión para
Asuntos Exteriores y Política de Seguridad (desgraciadamente no «Ministro de Asuntos Exteriores»). Finalmente, la dotación de personalidad jurídica a la Unión (art. 47 TUE).
4.- El proceso de democratización (más exactamente de parlamentarización) se ha revitalizado fuertemente: así, a través de la extensión de
las facultades de intervención del Parlamento en el proceso legislativo (art.
16.1 TUE) como también por medio de las nuevas competencias de control de los parlamentos nacionales en materia de subsidiariedad (arts. 5.3
TUE y 12.b TUE con el Protocolo correspondiente, art. 69 TFUE) apoyadas, en última instancia, en el «margin of appreciation»8 y en las «identidades nacionales».
5.- El concepto constitucional de solidaridad se refuerza en diferentes
contextos [por ejemplo, en el art. 3.3 TUE, en los arts. 67 y 80 TFUE;
palabra clave: UE como comunidad solidaria, incluso en la forma de una
«cláusula espiritual» (art. 122 TFUE)]. Podrían considerarse manifestaciones de este principio la cooperación leal (arts. 4.3 y 13.2 TUE) y el concepto de diálogo social que se puede encontrar, por ejemplo, en los arts.
151 y 152 TFUE (cfr. también el art. 11.2 TUE: «diálogo regular»).
6.- La utilización del concepto de «sociedad civil» es un desarrollo
textual afortunado de la identidad «constitucional» de la Unión Europea.
8
Cfr., ante todo, las sentencias del TEDH: «Handyside», «Sunday Times», «Kokkinakis».
En la doctrina: F. ERMACORA, “Richtungsweisendes Handyside-Urteil?”, EuGRZ 1977, pp. 363
y ss.; M. O’BOYLE, “The Margin of Appreciation and Derogration under Art. 15: Ritual Incantation
or Principle?”, Human Rights Law Journal 1998, pp. 23 y ss.; A. RUPP-SWIENTY, Die Doktrin
von der margin of appreciation in der Rechtsprechung des Europäischen Gerichtshofes für
Menschenrechte, 1999; Y. WINISDOERFFER, “Margin of Appreciation and Article 1 of Protocol
No. 1”, Human Rights Law Journal 1998, pp. 18 y ss.; H.C. YOUROW, “The Margin of Appreciation
Doctrine in the Dynamics of the Strasbourg Jurisprudence and the Construction of Europe”,
Zeitschrift für europarechtliche Studien 1998, pp. 233 y ss.
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Este concepto se encontraba ya en algunas de las nuevas constituciones
democráticas de los países del Este de Europa9 y se encuentra ahora, de
manera frecuente, en el lenguaje cotidiano. La «sociedad civil» podría
recibir impulso en el futuro, desde el ámbito europeo, para la construcción
científica del Estado constitucional como modelo: «sociedad civil» y «democracia ciudadana» son conceptos paralelos. La idea de «ciudadanos de
la Unión» forma parte del mismo contexto (resulta positiva la regla de la
ciudadanía de la Unión: Preámbulo, art. 9 TUE y arts. 20 a 25 TFUE, así
como el Defensor del Pueblo, en cuanto defensor de la ciudadanía: art.
228 TFUE).
7.- Las cláusulas relativas a la cooperación reforzada (art. 20 TUE,
arts. 326 a 334 TFUE) abren la posibilidad de una intensificación del proceso de integración.
8.- Los preceptos relativos a las políticas de vecindad (art. 8 TUE)
merecen igualmente aprobación. Podrían tener un efecto positivo en los
Balcanes, así como constituir una alternativa a la plena adhesión de Turquía a la Unión Europea y alcanzar los planes de altos vuelos del Presidente francés N. Sarkozy sobre la Unión Mediterránea. El «espacio de
prosperidad y de buena vecindad» es un logro: un desarrollo textual afortunado.
9.- La configuración de los procesos de revisión de los Tratados (art.
48 TUE) es notable, como es el caso del establecimiento de la Convención
(preparatoria) como institución. Palabra clave aquí es el «método de la
Convención». Las Convenciones son, como la práctica política nos muestra en la historia y en la actualidad, Foros para la creación de constituciones (desde Filadelfia, en los USA en ciernes). Con ellas se presta tributo
«in nuce», de manera relativamente latente, a la idea de «Constitución» en
el Tratado de Lisboa. Los procedimientos de revisión «simplificados» (art.
48.6 TUE) tienen que acreditarse todavía.
10.- Un epígrafe conjunto de «otros» nos proporciona al menos las
palabras clave para nuevos aspectos positivos: la regulación de las competencias de la Unión (arts. 2 a 6 TFUE: exclusivas, compartidas y complementarias). Esta regulación se manifiesta como «prefederal» junto con
la confirmación del principio de atribución (art. 5 TUE, art. 7 TFUE) y los
preceptos que establecen cierta jerarquía normativa de carácter constitu-
Cfr. P. HÄBERLE, “La ciudadanía a través de la educación como tarea europea”, versión
castellana de F. Balaguer Callejón, Revista de Derecho Constitucional Europeo, nº 4, JulioDiciembre de 2005.
9
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cional. Es el caso de la diferenciación entre actos legislativos, adoptados
a través de un procedimiento legislativo -del Parlamento y del Consejo
conjuntamente, por regla general- (arts. 14 y 16 TUE, art. 293 TFUE) y
actos no legislativos, así como los denominados «actos delegados» (delegación en la Comisión a través de un acto legislativo: art. 290 TFUE).
Es igualmente satisfactorio el énfasis en la «sostenibilidad» (art. 21.2.d
y f, art. 3 apartados 3 y 5 TUE) así como la responsabilidad por el «bienestar de los animales como seres sensibles» (art. 13 TFUE) y también «la
tutela judicial efectiva»10 (art. 19.1 TUE). El «espacio europeo de investigación» (art. 179 TFUE) así como «los objetivos educativos» del art. 165
TFUE (también en el Preámbulo la promoción del «amplio acceso a la
educación») y la garantía constitucional de la religión en el art. 17 TFUE
impulsan, en parte, nuevos desarrollos textuales («diálogo abierto, transparente y regular»). El respeto a la autonomía local y regional (art. 4.2
TUE) en el contexto de la «identidad nacional» de los Estados miembros,
debe mencionarse también entre los aspectos positivos.
La competencia (art. 3.3 TUE) o la «competencia leal» (Preámbulo
TFUE, arts. 119 y 120 TFUE: «economía de mercado abierta y de libre
competencia»; art. 101 TUFE: prohibición de «falsear» el juego de la competencia) ha permanecido, a pesar de N. Sarkozy, como un objetivo de la
Unión.
La cooperación administrativa (art. 197 TFUE) y la «política común de
inmigración» (art. 79 TFUE) «Eurojust» (arts. 81 y 85 TFUE) y «Europol»
(arts. 87 y 88 TFUE) deben valorarse positivamente, así como el énfasis
en «la cooperación para el desarrollo» (arts. 208 a 211 TFUE) y la «ayuda
humanitaria» (art. 214 TFUE).
3. PERSPECTIVAS
El Tratado de Lisboa dará a la Unión, previsiblemente, más capacidad
de acción. Esta sigue siendo, sin embargo, ahora como antes, un «campo
de ensayo» y una «obra abierta», un proyecto inacabado. El Tratado es,
en parte, un logrado texto de transición dentro del proceso abierto de
integración y constitucionalización de la Unión Europea. No aminora, sino
que incrementa la competencia de una «Teoría constitucional europea»
que, ciertamente, en última instancia, deberá ser escrita desde la perspec-
10
Cfr.: J. KOKOTT y otros, “Aktuelle Fragen des effektiven Rechtsschutzes durch die
Gemeinschaftsgerichte”, EuGRZ, 2008, pp. 10 y ss.
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tiva de los 27 Estados miembros y sus correspondientes comunidades
científicas nacionales.
El Preámbulo del TUE proclama, con razón, «la herencia cultural, religiosa y humanista de Europa», a partir de la cual se han desarrollado «los
valores universales de los derechos inviolables e inalienables de la persona, así como la libertad, la democracia, la igualdad y el Estado de Derecho». Este texto es un gran depósito de reserva para nuevos impulsos
futuros.
La expresión de una «nueva etapa» en el proceso de integración
europea (Preámbulo y art. 1 TUE) sigue teniendo actualidad, como también el hecho de que la «finalidad» de Europa tiene que permanecer
abierta. El postulado de la proximidad a la ciudadanía (Preámbulo TUE,
artículos 1 y 10 TUE) es actualmente una utopía, aunque debemos esperar que sea utopía concreta. El mandato de «desarrollo del Derecho internacional» (art. 3.5 TUE) tiene que ser tomado en serio, pues terminará
siendo el Derecho constitucional de la Humanidad.
La finalidad de promover una «gobernanza mundial» o un «orden
mundial» es audaz (art. 21.2.h TUE). La Unión Europea puede pedir la
palabra sólo como un «actor» modesto en el mundo globalizado de hoy11.
Desde hace ya más de 50 años Europa lucha por su Constitución como
«forma acuñada que se desarrolla viva» (en el sentido de J.W. von Goethe
y H. Heller). El Tratado de Lisboa puede marcar un nuevo anillo de crecimiento constitucional de la Unión, a pesar de sus deficiencias. Su éxito
dependerá también del espacio público europeo, desde el arte y la cultura,
y de los «juristas europeos». En relación, además, con la «identidad de
Europa» (Preámbulo TUE) que sigue siendo todavía un «puzzle» a construir12.
11
Cfr. sobre los actores del desarrollo del Derecho Internacional, mi contribución en FS
Zuleeg, 2005, pp. 80 y ss.: “Nationales Verfassungsrecht, regionale „Staatenverbünde“ und das
Völkerrecht als universales Menschheitsrecht: „Wer entwickelt das Völkerrecht?”.
12
Cfr. U. VOLKMANN, “Verfassungsrecht zwischen normativem Anspruch und politischer
Wirklichkeit”, VVDStRL 67 (2008), pp. 57 (88-89).
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RESUMEN
En este trabajo se realiza un análisis de las características esenciales del Tratado de Lisboa, suscrito el 13 de diciembre de 2007 y cuya entrada en vigor
estaba prevista para el 1 de enero de 2009 (antes del referéndum de ratificación
celebrado en Irlanda el 12 de junio de 2008, con resultado negativo). Por un lado,
se señalan sus aspectos negativos, entre los que se destacan la supresión del
término «Constitución», la eliminación de los símbolos constitucionales y la pérdida
de sistemática en relación con el Tratado Constitucional, lo que le aleja de la
ciudadanía. Se indica, no obstante, por el autor, que la Teoría constitucional
europea no está vinculada por las definiciones que realicen los redactores de
Tratados y que los nuevos Tratados son materialmente constitucionales. Igualmente, se hace notar que la eliminación de los símbolos constitucionales carece
de eficacia, ya que siguen siendo los símbolos de la Unión Europea. Por lo que
se refiere a los aspectos positivos, se señalan también diversas aportaciones
como son, entre otras, la confirmación de los valores y objetivos de la Unión, la
determinación del carácter jurídicamente vinculante de la Carta de los Derechos
Fundamentales, las reformas institucionales y la profundización en el proceso de
democratización. En definitiva, se valora al Tratado de Lisboa como un texto de
transición que puede marcar un nuevo anillo de crecimiento constitucional de la
Unión, a pesar de sus deficiencias. El Tratado no reduce, sino que incrementa
la competencia de una «Teoría constitucional europea» que, ciertamente, en
última instancia, deberá ser escrita desde la perspectiva de los 27 Estados
miembros y sus correspondientes comunidades científicas nacionales.
PALABRAS CLAVE: Derecho constitucional europeo, Tratado de Lisboa, Constitución Europea, Integración europea, Unión Europea.
ABSTRACT
This article analyses the essential characteristics of the Lisbon Treaty, signed on
13th December 2007 and whose enforcement was foreseen for 1st January 2009
(before the negative referendum that took place in Ireland on 12th June 2009). On
one hand, the author remarks negative aspects of the Treaty: the suppression of
the term “Constitution”, the elimination of the constitutional symbols, and the
systematic loss in comparison with the Constitutional Treaty, that moves it away
from the citizenship. Professor Häberle considers no only that the constitutional
Theory is not entailed by the definitions realized by the redactors of the Treaties,
but also that the Treaties are materially constitutional. Prof. Häberle notices also
that the elimination of the constitutional symbols has not got any real efficacy
because these continue being the symbols of the European Union. On the other
hand, the author reveals the positive aspects of the Treaty, remarking some
contributions like the confirmation of values and aims of the Union, the coming
in force of the Charter of Fundamental Rights, the institutional reforms and the
advances in the democratization process. Despite its deficiencies, the Lisbon
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Treaty is definitively appreciated as a transition text that can cause a new
constitutional increment for the Union. The Treaty does not reduce, but increase,
the need of a “European Constitutional Theory” that, certainly, at the last instance,
must be written down from the point of view of the 27 Member States and their
national scientist communities.
KEY WORDS: European Constitutional Law, Lisbon Treaty, European Integration,
European Union.
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