LA OBSERVACIÓN Introducción Una imagen adecuada del esquema corporal es la base de la propia identidad personal. La integración de los propios movimientos, sensaciones y percepciones permite a los niños y a las niñas reconocerse como sujetos de sus deseos, sentimientos y acciones, es decir como individuos con capacidad de iniciativa y como seres diferentes de los objetos y las personas. Toda una serie de imágenes ayudan al niño a organizar y estructurar su esquema corporal. Las imágenes motoras al desplazarse, al manipular, al actuar le proporcionan una imagen de su cuerpo en movimiento. Las imágenes posturales al colocar su cuerpo en diferentes posturas le permiten mantener el equilibrio postural para poder ser autónomo, tanto cuando su cuerpo está en movimiento como en reposo. Estas imágenes están estrechamente ligadas, y esto es muy importante, a las vivencias afectivas, a las vivencias tónicas, a las emociones y a los sentimientos positivos que el niño y la niña tienen de todas ellas porque están vinculadas a los procesos de identidad y de autonomía personal. La imagen del cuerpo representa pues la síntesis de las experiencias emocionales, de las vivencias relacionales, está ligada al sujeto y a su historia (Dolto, 1984). La formación de la propia imagen tiene que ver con la totalidad del cuerpo y sus manifestaciones. Este proceso madurativo evoluciona desde la dependencia a la autonomía en una dinámica de comunicación con los otros. Esta evolución va desde los elementos más proyectivos hasta los momentos en los que se percibe claramente una elaboración cognitiva en el campo de la representación. En la etapa presimbólica es necesaria la presencia del adulto para que el niño pueda tomar conciencia de él mismo. Mediante la intervención del adulto el niño es reforzado en sus sensaciones y en sus percepciones al facilitarle las sensaciones propioceptivas y la identificación de la emoción con su reconocimiento. La alternancia entre la presencia/ausencia del adulto permite que se vaya produciendo la separación y progresiva conciencia de una identidad corporal diferenciada. Una presencia que cada vez será menos necesaria en la medida que el niño y la niña consigan la capacidad simbólica. Esta progresiva construcción de la identidad se vincula también a la identidad sexual y de género. De ahí la importancia de que el cuerpo y la imagen en el contexto de las sesiones de la práctica psicomotriz hagan referencia al trabajo de la totalidad corporal (Aucouturier, 1990), a la interrelación entre el cuerpo real y el cuerpo imaginario, al trabajo de los aspectos funcionales y de los emocionales. Una imagen corporal que se manifiesta a través de los deseos y las emociones y que necesariamente se vincula mediante la instrumentalidad del cuerpo. Los/las psicomotricistas intervienen ofertando un dispositivo espacial y material y unas estrategias de estimulación, contención, de reconocimiento y mirada en un recorrido madurativo que plantea a los niños y las niñas el paso de la vivencia, a la percepción y a la representación de sí mismos (figura 1) directamente relacionado con las fases del proceso de formación del esquema corporal y los niveles de integración del cuerpo vivido, cuerpo percibido, cuerpo representado propuestos por Ajuriaguerra. A lo largo de este proceso es importante garantizar un ambiente de placer y una seguridad física y afectiva que permita al niño y a la niña pasar del placer de hacer al placer de pensar alcanzando una imagen ajustada y positiva de sí mismos. Un itinerario que según Arnaiz (2000) va desde la calma afectiva a la atención cognitiva. Cuerpo representado Grafismo (dibujo) Formación que debe tener el psicomotricista. Formación personal. Integrar la unidad corporal personal y adquirir un sistema de actitudes necesarias para la actuación. El objetivo es conocerse a uno mismo para poder conocer a los demás. La formación personal ofrece al futuro psicomotricista la oportunidad de vivir un descubrimiento de su dinámica personal, aprehendida a través de la gestualidad, las implicaciones con el espacio, con el material y con las otras personas del grupo, para derivar en un cambio personal hacia la capacidad de comprender mejor al otro y a sí mismo, hacia la capacidad de escuchar, aceptar y contener al niño y ayudarle en su crecimiento integral. La formación personal es un proceso de descentración progresivo, que se construye como una dialéctica permanente entre lo que vivimos y lo que podemos elaborar de esas vivencias. Este proceso facilita que el alumno vaya haciendo conscientes determinado aspectos de su psiquismo, que podían estar reprimidos, pero que se manifestaban en su forma de actuar, de sentir o de relacionarse. ¿Qué contenidos centrales vamos a trabajar en la formación personal? Podemos resumirlos en los siguientes: la reapropiación de vivencias de placer sensorio motor, el reconocimiento y la toma de conciencia de la expresividad psicomotriz particular de cada sujeto y la toma de conciencia de las relaciones con el otro. En primer lugar, las situaciones propuestas permiten apropiarse de una dimensión sensorio motriz y emocional, más o menos olvidada y que no pertenece al orden de! lenguaje. Se trata de reencontrar en la relación con los demás, en un lugar y un tiempo presente, modos de sentir, de actuar, arcaicos. Esto permitirá comprender posteriormente la expresividad del niño. A partir de las vivencias sobre e1 cuerpo real y del encuentro con los objetos y con los otros irán surgiendo imágenes del cuerpo del orden inconsciente, que remitían a la imagen corporal. Llevar a un adulto a vivir experiencias corporales que remiten a la infancia temprana, que implican experimentar vivencias sensibilizadoras muy primarias, significa revivir situaciones pasadas, a veces dolorosas, en general olvidadas o reprimidas. Por todo esto, el encuadre de trabajo debe ser muy cuidadoso a fin de que resulte suficientemente continente para los participantes. El cambio en la persona no es el objetivo inmediatamente buscado, tan sólo es la consecuencia de todo lo que ha sido vivido» (Aucouturier, 1985, 60). Por tanto, no es una terapia, pero tiene efecto terapéutico. Formación teórica. Comprender el marco teórico de la práctica psicomotriz y analizar e integrar una comprensión del sentido de la expresividad. Nos ayuda a interpretar. Es importante tener presente en que teoría nos basamos: Tradicional: necesidades, ve al niño con diferentes partes, se trabaja para subsanar las necesidades tiene. A partir de actividades dirigidas. Psicomotricidad: dirigida. Vivenciada: Globalizada, se interviene a partir de las emociones, se centra en posibilidades. Psicomotricidad: a la escucha. Pedagógica: Comprender la expresividad motriz del niño. Formación pedagógica. Comprender la expresividad motriz del niño y de la niña y sus relaciones. Intervenir de una manera ajustada en el ámbito de la practica psicomotriz educativa, reeducativa y terapéutica. Metodología por espacio tiempo. T1 tiempo de entrada T2 desarrollo sesión T3 ritual de salida La sala está estructurada por espacios, en el T2 se desarrolla también por espacios y tiempos, colocamos una pared de cojines para iniciar la sesión para que los niño/as saque la pulsión. Espacios en la sala de psicomotricidad preventiva: Espacio sensorio motor: es el espacio del material duro. Se trabaja el salto, caida, subir, bajar... Espacio juego simbólico: donde se encuentra el material blando, se trabaja la pulsión. También se trabaja el juego presimbólico, Telas, cuentos, relajación... Espacio representación: es donde se le da espacio para pensar, la abstracción de lo vivencial de la sesión. En función de la propuesta de trabajo se estructura la sesión. pulsión Ritual entrada normas propuestas de trabajo Espacio sensorio motor Espacio juego simbólico duro blando actúa piensa interioriza oposición Espacio representación Ritual salida construcción, dibujar, cuento... piensa hablan de lo vivido Actitudes del psicomotricista. Las actitudes son adquiridas consciente o inconscientemente y quedan integradas en la estructura de la personalidad. (Enciclopedia Catalana). En psicomotricidad vamos a referirnos a las actitudes del psicomotricista como una forma característica de ser y estar con el niño, que posibilitará que pueda acompañarlo en sus vivencias, afectos y deseo para ayudarlo en el proceso de construcción de su identidad. Vamos a desarrollar a continuación las actitudes que nos parecen fundamentales en el trabajo del psicomotricista, agrupándolas en estos 3 grandes bloques: Escucha Disponibilidad Contención Escucha Se refiere a la capacidad de descentrarse hacia el niño. Esta formación para la escucha nos permitirá «aceptar y recibir con más sensibilidad (y las menores resistencias posibles) los contenidos, formas y sentidos más variados de la expresividad psicomotriz; emocionarse y comprender, para no rechazar, juzgar ni condenar» (Aucouturier, 1985, 60). El psicomotricista ha de ser sensible a la emoción del niño. Esta actitud posibilitará que el niño se sienta acogido, respetado y comprendido y favorecerá su expresión, porque se encontrará confiado. Las personas nos expresamos cuando nos céntimos confiados. Vamos a escuchar al niño a partir de su expresividad psicomotriz, considerando una serie de parámetros que nos permitirán un mayor análisis de su expresividad (la relación con el material, con el espacio, con el tiempo, con los otros niños y con el adulto). La aceptación de cada niño como es y no como nos gustaría que fuese. Se trata de una escucha cercana al niño, que nos permitirá estar más próximos a su inconsciente, pero con cierta distancia para no ser invadidos por su emoción, ni invadirle o fusionarnos con él. Empatía. La actitud de empatía implica aprender a hacer una lectura tónica del cuerpo del niño (su postura, su mirada, sus gestos, su voz) y observar su expresividad psico- motriz, lo cual permitirá captar la demanda consciente o inconsciente del niño, dar sentido a su acción y aportar una respuesta tónica ajustada a su demanda. La importancia de la espera, ser capaz de no anticipar ni interrumpir la acción del niño. Aucouturier se refiere al respeto, acogida, escucha y comprensión del niño, como «actitud de acogida empática», a partir de un sentimiento positivo hacia el niño, ofreciéndole condiciones favorables de seguridad afectiva y material, una claridad de los límites y un ajuste tónico y postural. Este mismo autor afirma que «en el grupo de ayuda, el psicomotricista se implica, participando en los juegos de aseguración profunda y en todas las producciones de los niños, lo que supone un cambio en su disponibilidad y en su actitud, ya que se moviliza su estructura tónico-afectiva con la de los niños. Esta movilización vivida con placer produce fuertes resonancias tónico-emocionales recíprocas que harán emerger en los niños representaciones de su historia afectiva..., que progresivamente dejarán paso a la expresión de los fantasmas originarios por medio de los juegos de aseguración profunda»... Sin embargo, las resonancias tónico-emocionales, aunque sean recíprocas, no pueden ser idénticas en los niños y el psicomotricista, ya que en este último deben tener un carácter empático» (Aucouturier, 2004, 229). La capacidad de empatía tónica implicaría ser capaz de escuchar al niño a nivel tónico y emocional, para comprender, a partir de su expresividad psicomotriz, qué es lo que está diciendo, qué le está pasando o dónde está su deseo. Disponibilidad La disponibilidad implica la aceptación del niño tal cual es, reconocerlo como fruto de su propia historia y como portador de un deseo de bienestar, desde el que partir y construir. La disponibilidad implica la aceptación del niño tal cual es, reconocerlo como fruto de su propia historia y como portador de un deseo de bienestar, desde el que partir y construir. La disponibilidad del psicomotricista va a manifestarse a nivel intelectual, afectivo y corporal. Otros mediadores de comunicación del cuerpo del psicomotricista, a partir de los cuales el niño podrá sentir su disponibilidad, son: el gesto, la mímica, la voz , la mirada y el tacto. El psicomotricistas además un compañero simbólico que se inscribe en el juego del niño simbolizando, a requerimiento del niño, ciertos roles, pero sin dejarse encerrar en ninguno de ellos, teniendo la habilidad para entrar, favorecer una dinámica y salir cuado su presencia ya. no es necesaria (Aucóuturier, 1985). Contención. La contención está estrechamente vinculada a la escucha, puesto que sin escucha es imposible saber cuando el otro necesita ser contenido. La actuación del psicomotricista como figura de ley debe inscribirse siempre como una ley que asegure al niño física y psíquicamente y garantice la libertad de cada uno, dentro de un respeto a unas normas de convivencia del grupo. En nuestra práctica, que parte de la libertad del niño, sabemos que la permisividad es muy grande, pero debe darse en un marco contenedor, que asegure al grupo. Para ello deben dejarse las normas de la sala de forma muy clara, durante el ritual de entrada, y recodarlas a lo largo de la sesión si es necesario. Estas normas son mínimas: no hacer ni hacerse daño, respetar el espacio, los materiales y las construcciones. A través de la palabra. El lenguaje que utiliza el psicomotricista debe ser claro y preciso, enunciativo, afirmativo y descriptivo o interrogativo. Aucouturier (2004) habla de «palabras que sostienen y estructuran», que tiene acentos tónicos, pero también acentos de sentido; para ayudar al niño, explicando con palabras lo que él intenta expresar o las emociones que surgen, para despertar y significar la identidad de cada niño (a través de las competencias simbólicas que va adquiriendo o de sus capacidades de transformación tónico-emocional), par desculpabilizar, para poner límites o para dar referencias. Una formación técnica en la observación y la escucha, «de nada sirven sin que partan de una formación personal vivida, que permita tomar distancia de las proyecciones subjetivas invadente . Mirada periférica. Cuando trabajamos con un grupo de niños, la mirada periférica del psicomotricista es necesaria para su seguridad. El psicomotricista no puede abandonar la mirad hacia todo el grupo, aunque en determinados momentos de la sesión su intervención esté focalizada hacia alguno de los niños del grupo. Este es uno de los motivo por los que, en la práctica psicomotriz educativa, la implicación corporal del adulto con el niño tiene unos límites. ¿Qué es la observación? “La observación es un proceso situado más allá de la percepción, que no solamente nos hace conscientes de las sensaciones, sino que las organiza.” (Postic y Deketele,1992) Es una herramienta de trabajo que nos sirve para comprender la relación del niño/a con el entorno, objetos, espacio, tiempo, demás niños y adulto. Poder intervenir dependiendo de la demanda del niño. Si no hay una buena observación no habrá una buena intervención. Se observa la expresividad motriz para analizar e interpretar lo que el niño esta mostrando. Teniendo en cuenta su desarrollo motor. De esta manera hacemos hipótesis que pueden cambiar para poder intervenir. También nos sirve para describir el sistema de actitudes del psicomotricista. Es importante destacar que no conviene reducir la observación a una sola sesión, es un trabajo de seguimiento de varias sesiones. La observación ha de ser estructurada y organizada. ¿Qué observamos? y ¿a quién observamos?. La sala es uno de los parámetros a tener muy en cuenta, la disposición de la misma va cambiando en función del proyecto de trabajo. Los materiales dependerán del objetivo que se quiera trabajar, habrán unos u otros. La evolución de la sesión, también es un parámetro a tener en cuenta para ajustarla, o no, a la siguiente dependiendo de lo vivido, expresado en la observada. los materiales evolución de la sesión la sala el psicomotricista OBSERVAMOS el niño en relación con el propio cuerpo los objetos el adulto el espacio el tiempo otros niños Observamos a los niños para poder decirles algo a cada niño sin dejar que alguno se nos escape ninguno. También observaremos al psicomotricista, otros participantes y a nosotros mismos. ¿Cuándo observamos? Punto de partida. Se analiza la situación, vemos como se encuentra en niño/a o grupo para determinar el grupo de trabajo. Valoración continua. Del proyecto de trabajo y objetivos iniciales con los que parte el niño/a , evolucionan y tenemos que cambiarlos. Valoración final. Finalización del proyecto para hacer la valoración final. Los objetivos de la observación son para comprender y poder situar mejor nuestra intervención atendiendo a la acción del niño/a o grupo, la del adulto, el desarrollo evolutivo y el marco teórico donde situamos la práctica. Se tiene que elaborar un instrumento cualitativo donde podamos observar todos los parámetros. LA OBSERVACIÓN DE LOS PARÁMETROS PSICOMOTORES La observación es un ejercicio complejo que requiere del observador toda una serie de competencias, de estrategias, de condiciones y de herramientas que luego deberá experimentar y practicar para hacerlas operativas. Se ha convertido en una actividad prioritaria en el sistema educativo y lo utilizamos para proyectar, analizar y evaluar los procesos de aprendizaje. En la formación del psicomotricista se da un espacio prioritario al ejercicio de la observación que se entiende como un entrenamiento, un adiestramiento, un aprendizaje dentro del proceso formativo. Los alumnos/as en formación realizan la observación de un niño/a durante un espacio de tiempo determinado. Se les señala tres aspectos importantes a tener en cuenta antes de iniciar la observación: 1) Aprender a tener una mirada tranquila y no muy directa, poderlo ver en su globalidad y recoger aspectos de su acción que resultan más significativos. 2) Situarse desde la empatía, descentrarse de sus propias emociones e intentar captar su afectividad. 3) Consiste en intentar controlar las propias proyecciones y en no poner en el otro los propios sentimientos o emociones. Es primordial tomar conciencia de las posibles proyecciones que depositamos sobre los niños/as y reconocer los posibles sentimientos de simpatía o rechazo que provocan en el observador algunas actitudes o comportamientos. Sabemos que observar siempre supone un filtro cognitivo y también afectivo, solemos observar "aquello que ya tenemos dentro" y en ocasiones nuestras valoraciones están en función de las expectativas que nos hemos formado, expectativas que, a veces, actúa como "sentencias". Es muy importante conocer la influencia de estas expectativas ya que contribuyen a la configuración de la imagen que el niño/a hará de sí mismo. La metodología observacional tiene unos principios dinámicos que deben estar expuestos a una revisión y actualización permanente en pos de una mejora y de un enriquecimiento de la misma. Como en cualquier otro aspecto educativo, la investigación y la formación son permanentes. Nuestro objetivo será, pues, observar al niño/a con una metodología lo suficientemente abierta que nos permita ir descubriendo intenciones y significados en su propia acción, basándonos en el concepto de unidad funcional del niño/a (Wallon, 1979a) - El sujeto y el movimiento Las partes en las que hemos dividido los contenidos referidos a la observación del parámetro el sujeto y el movimiento son: A. Movimiento Los ítemes a través de los que se pueden estudiar las características del movimiento son: A.1. Tipos de movimientos que realiza el niño/a Este aspecto nos informa, entre otros, del nivel evolutivo del niño/a, del conocimiento que tiene de sus posibilidades de moverse, así como de su capacidad de superación. • Balanceos: se trata de un movimiento de ir y de venir en el espacio que el niño/a realiza en posiciones diferentes, sin que haya desplazamiento. Los balanceos pueden ser provocados por el propio cuerpo (estereotipias, autoestimulatorios), realizados con otra persona (balanceo-sueño), o con un objeto que lo permite (columpios), siendo de amplitud limitada. • Giros: movimientos verticales sobre el cuerpo o sobre objetos (en un eje) en los que el niño/a no experimenta ningún tipo de desplazamiento. • Caídas: es una desnivelación del cuerpo bajo el efecto del peso producida por una pérdida del equilibrio voluntaria, referidas a "dejarse caer". • Volteretas: vuelta ligera dada en el suelo que aparece sobre los cinco años. • Caminar: andar y moverse dando pasos. • Correr: es moverse o desplazarse con velocidad. • Saltar: es un movimiento en el que está implicado un despegue del cuerpo del suelo, realizado por uno o ambos pies, quedando éste suspendido en el aire y volviendo luego a tocar el suelo (Ortega y Blázquez, 1988). • Rodar: movimiento que implica desplazamiento horizon- tal del sujeto bien sobre un eje, o sobre sí mismo, no sien- do estática la actividad provocada por el niño/a. • Reptar: desplazarse rozando la tierra con el vientre. • Gatear: es un movimiento de desplazamiento sobre las manos y, con las piernas flexionadas recogidas debajo de las caderas. • Subir: pasar de un sitio o lugar a otro superior o más alto. A.2. Calidad de los movimientos Viene referida a la capacidad para contraer grupos musculares diferentes e inhibir otros en orden a la ejecución de una acción o movimiento. Por tanto, nos indica una buena maduración neurológica, así como un buen control sobre los movimientos. Las distintas categorías que se pueden observar son: • Coordinados: un movimiento bien coordinado implica el conocimiento de los distintos segmentos corporales y su puesta en juego para realizar un movimiento previamente representado, evitando la interrupción del movimiento antes de empezarlo. • Armónicos: combinación de movimientos coordinados y "agradables", que denotan un control elevado sobre el cuerpo. • • • Abiertos: movimientos amplios que denotan la soltura en los mismos. Circulares: movimientos estructurales, que se repiten dentro de acciones mayores. Rápidos: movimientos veloces e impetuosos de hábil ejecución. A.3. Nivel de movilidad de las distintas partes del cuerpo Una característica humana es poseer órganos simétricos, pero que manifiestan una asimetría funcional. Por este motivo, conviene observar la movilidad de cada una de las partes del cuerpo y la movilidad global. B. Postura y tono muscular El tono siempre está en la base de la relación y la comunica- ción con los demás, por lo que a través de su observación puede obtenerse información relativa a su vida instintiva y afectiva. B.1. Tipos de posturas más frecuentes La postura está directamente relacionada con el tono, constituyendo una unidad tónicopostural, cuyo control facilita la posibilidad de canalizar la energía tónica necesaria para realizar los gestos, prolongar una acción o llevar el cuerpo a una posición de- terminada. Expondremos las que más frecuentemente utilizan los niños/as: • • • • • • • • Abierta: es una postura que indica apertura corporal, extremidades extendidas, que permiten al niño/a controlar sus gestos y acciones. De pie: es la postura en la que el niño/a alcanza la verticalidad y la posibilidad de mantenerse de pie asegura los primeros intentos de marcha. Acostado: en esta postura el niño/a permanece con su cuerpo sobre el suelo. Cuclillas: agachado sobre los talones. Sentado: apoyado y descansando sobre las nalgas, sin perder el equilibrio. De rodillas: postura de apoyo sobre las rodillas. A pata coja: juego motriz de equilibrio de permanecer sobre un pie sin ayuda. . En equilibrio: es la capacidad de vencer la acción de la gravedad y mantener el cuerpo en la postura que deseamos (Comellas y Perpinyá, 1987). Simétricas: actividades que los niños/as realizan con las dos partes de su cuerpo, lo que implica la integración del eje corporal, es decir, la línea media que representa la columna vertebral. B.2. Calidad del tono El tono es el grado de tensión de los músculos de nuestro cuerpo. Es una función que no se puede concebir como algo estático sino dinámico. Aún en estado de reposo, el tono refleja un estado de vigilancia, disponibilidad para ejecutar en un momento dado un movimiento, un gesto o mantener una postura. Como indicábamos anteriormente, tono, emoción y relajación van unidos. Las distintas calidades del tono pueden ser: • Relajado: la distensión voluntaria del tono muscular acompañada de una sensación de reposo. • Elástico: la capacidad de movilizar una articulación hasta la máxima amplitud. • Hipotónico: una disminución del tono muscular que da un aspecto de flacidez y dejadez. - El sujeto con relación a los objetos El niño/a juega con todo su cuerpo y, a través de este juego corporal, mediante manipulaciones, construcciones, desplazamientos, etc., entra en contacto con los objetos del mundo exterior y con sus cualidades perceptivas de color tamaño, forma, peso, textura, volumen, etc. Ver cómo el niño/a utiliza los objetos y cómo los utiliza cuando se relaciona con los otros (niños/as y adultos), es altamente informativo sobre su manera de ser. De esta manera, nos muestra si los objetos que utiliza están de acuerdo o no a su edad, si son adecuados al juego que realiza, cuáles son sus objetos preferidos, su forma de utilizarlos y de compartir o no con los otros. Consecuentemente, recoger estos datos nos ayuda a conocer la etapa evolutiva o edad de desarrollo que tiene el niño/a. Así, y respecto de lo expresado, las cuestiones a observar dentro de este parámetro pueden ser: A. Objetos que utiliza A.1. Tipos de objetos que utiliza Nos interesa observar las preferencias que tienen los niños/as en las actividades lúdicas espontáneas, porque ello nos informa acerca del conocimiento, control y dominio que tiene de los objetivos, sin olvidar que el juego posee un desarrollo paralelo al desarrollo evolutivo. B. Cómo utiliza los objetos Este ítem nos indica el nivel madurativo del niño/a, ya que a través del juego y del uso que hace de los objetos podemos valorar su desarrollo neurológico, el control de sus movimientos, la coordinación de los mismos y el conocimiento que tiene acerca del mundo de los objetos. • Tiene: posesión de objetos sin darle un uso, no los utiliza, ni juega con ellos. • Mira: observa cómo los demás juegan utilizan los objetor; también se refiere a cuando los ninños/as fijan la vista en los objetos explorándolos. • Toca: ejercitar el sentido del tacto. Palpar. • Explorar: reconocer un objeto, averiguar, sondear. Esta actividad está dotada por parte del sujeto de cierta intencionalidad, a diferencia de la simple actividad de tocar objetos. • Guarda: acumula objetos sin ninguna finalidad. • Ignora: no conoce los objetos, no le interesa ninguno y no los utiliza. • Lanza: sensación de movimientos que impliquen arrojar un objeto al espacio con uno o ambos brazos (Wickstrom, 1990). • Uso común: uso apropiado de cada objeto. Uso de los objetos como lo que son. • Uso creativo: la utilización de un objeto con un fin diferente para el cual fue creado. Uso de los objetos como otros objetos con elementos parecidos, como objetos con elementos vagamente relacionados y como totalmente diferentes. • Hábilmente: disposición habitual para hacer las cosas. Diestro mañoso. Ejecutar una cosa con destreza y gracia. • • • Agresivamente: acometer, atacar violentamente a alguien. Obsesivamente: preocupación o idea tenaz que influye moralmente en una persona. Utiliza el objeto continuamente. Difícil abandono: dificultad en cesar alguna actividad. C. Cómo los emplea con los otros Nos informa sobre el nivel de respeto que el niño/a tiene hacia los demás. • • • • Comparte: participar dos o más niños/as para jugar con un mismo objeto/s. Usa los objetos cooperativamente con uno o varios compañeros, con la finalidad de relacionarse con ellos. Quita: coger un objeto a otro niño/a. Los objetos aparecen como una propiedad de prestigio ante los demás. Rechaza: retroceso de un niño/a ante otro. Agrede: atacar a un compañero. Utiliza los objetos para agredir a los otros. -El sujeto y el espacio Los aspectos a considerar en la observación del espacio podrían ser: A. Ocupación del espacio Observar los espacios que utiliza el niño/a y el modo en que los inviste nos proporciona aspectos importantes de su personalidad, tales como inhibición, timidez, apertura hacia el mundo exterior y los otros, capacidad de delimitar, construir, etc. Los itinerarios, desplazamientos, manipulación de los objetos, construcciones, etc., que permite la sesión de psicomotricidad, hacen que el niño/a pueda descubrir y asimilar las diversas orientaciones y relaciones espaciales. Finalmente, el niño/a es capaz de transponer esas nociones generales a un plano reducido y abstracto: el grafismo. A.1. Tipos de espacio que ocupa El tipo de espacio que el niño/a ocupa nos informa acerca de sus preferencias espaciales en la sala de psicomotricidad. Dentro de este apartado nos interesa conocer qué tipo de espacio utiliza, si lo utiliza todo, qué partes no utiliza, etc. • Definidos: elección física de un lugar. • Visible: espacio a la vista, que se puede ver. • Abierto: espacio no cerrado. • A.2. Modos de ocupar el espacio Nos indica cómo el niño/a inviste y controla el espacio, y nos indica su nivel madurativo, ya que los modos de ocupar el espacio están relacionados directamente con el mismo. Con el cuerpo, con la voz, con la mirada son ítemes que nos informa sobre los elementos expresivos del niño/a, elementos no verbales (mirada, gesto) y verbales (voz, palabra, habla expresiva, comunicativa y funcional). • Objetos: los objetos nos ayudan a conocer cómo es su lugar de juego. • Construye: fabricar, edificar con los objetos. • Delimita: implica además de la elección física de un lugar, la espacialización del mismo. - El sujeto con relación al tiempo Respecto a este parámetro se observarán los siguientes elementos: A. Cuánto tiempo realiza cada tipo de actividades Partimos de que sobre los dos años las actividades sensorio- motrices ocupan la mayor parte del tiempo del niño/a en la sesión de psicomotricidad, para ir dejando paso paulatinamente a las actividades simbólicas sobre los cuatro años y, más tarde, a las actividades de representación, llegando sobre los cinco años, a un equilibrio del tiempo que el niño/a pasa en cada uno de los espacios. Si el niño/a no sigue un esquema temporal acorde a los distintos momentos evolutivos y permanece mucho tiempo realizando el mismo tipo de actividades sin que se vea una evolución en sus juegos, este hecho podría ser la indicación de alguna disfunción en la sensorio motricidad, en las actividades simbólicas o en la capacidad de representar. Todo ello será tenido en cuenta por el psicomotricista a la hora de su intervención. - El sujeto con relación a los otros Los posibles aspectos a observar son: A. El sujeto con relación a los compañeros/as. A.1. Actitud ante el juego Estos ítemes nos aportan información acerca de cómo se enfrenta el niño/a al mundo de los otros a través del juego. • Juega: cualquier actividad del niño/a. • Propone juegos: posee iniciativa propia a la hora de jugar , con los demás. • Líder en los juegos: reconocimiento y valoración de las propuestas lúdicas del niño/a en su grupo de iguales. • Acepta el juego del otro: juega con otros niños/as que han propuesto la actividad lúdica. A.2. Su relación en el juego Viene referida al modo de actuar ante los demás; por tanto, nos informa sobre el estadio evolutivo en el que se encuentra el niño/a en el proceso de socialización. • Juega solo: el niño/a juega sin relacionarse con otro niño/a, ni con el adulto. • Juega con otro: el niño/a participa del juego de otro niño/a. • Juega en pequeños grupos: el niño/a participa en el juego de otros niños/as, pero siempre con los mismos niños/as. • Juega con todos indistintamente: el niño/a juega con otros niños/as sin mostrar preferencias en la elección de sus i; compañeros. • Juega con el adulto: juega e interactúa con el adulto, sin relacionarse con los demás, buscándolo. B. El sujeto con relación al adulto Nos informa del grado de autonomía e independencia del niño/a con respecto al educador. • Lo acepta: el niño/a recibe voluntariamente y bien la presencia del adulto. • Lo busca: el niño/a mira al adulto cada vez que se le pierde de su campo de visión. • Lo provoca: el niño/a demanda la atención del adulto mediante acciones que no respetan las normas de la sesión. • Lo agrede: el niño/a ataca violentamente al adulto. • Espera aprobación del adulto: el niño/a necesita una autoafirmación de su estima y valoración del logro. • Espera órdenes y consignas: el niño/a necesita un proyecto de trabajo dado por el adulto para poder actuar. Esto nos indica una falta de autonomía y dependencia del adulto. • Colabora con el adulto: el niño/a ayuda al adulto en las actividades que emprende y juega con él. • Relaciones independientes: el niño/a se mueve por la sala de psicomotricidad con total autonomía. Bibliografía. Pilar Arnaiz, Marta Rabadán, Iolanda Vives (2001), La psicomotricidad en la escuela: una práctica preventiva y educativa. Ediciones Aljibe. Bernard Aucouturier. (2004), Los fantasmas de acción en la practica psicomotriz. Editorial Graó. Marisa Mir Pozo y Llüisa Urtasun Barberena (Mayo 2005), Revista Iberoamericana de psicomotricidad y técnicas corporals. Nº 14 Cori Camps Laurado (Agosto 2005), Revista Iberoamericana de psicomotricidad y técnicas corporals. Nº 19