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Febr. 2016
EDITORIAL
Sobre horas, días y el tempo lento de la Consejería.
Comenzamos ese mes que tiene la particularidad de venir emparedado entre dos
conmemoraciones oficiales cuya celebración ha de incrustarse -por imperativo legal- en el quehacer
cotidiano de los institutos andaluces: El Día de la Paz y el Día de Andalucía. Dos fechas perfectamente
banalizadas sobre las que cabe reflexionar junto con el historiador de la cultura Edward Baker que “con
la finalidad de crear una sociedad civil y consolidar en su interior una cultura ciudadana ampliamente
compartida, bueno será no perder de vista que, más allá y más acá del uno y del dos de mayo, el doce
de octubre, el seis/ocho de diciembre, las diadas y los egunas, los días del año restantes son laborales.”
Y es que nuestra jornada laboral, más allá de los festejos oficiales, nos preocupa. Después de la
tramposa implementación de las 25 horas regulares en los institutos a comienzos de este curso, y a la
espera de ver qué inquietantes novedades trae consigo la anunciada reforma en la normativa de
nuestros horarios, desde APIA queremos proclamar y reivindicar como condición ineludible en toda
reforma el regreso a una jornada semanal con un máximo de 18 horas lectivas. No hay excusas para
demorar un solo día esta reivindicación, de modo que ahora, cuando quedan todavía algunos meses
para planificar el curso próximo, es el momento adecuado para que en Andalucía comiencen a darse
pasos en orden a la recuperación definitiva del horario semanal de 18 horas lectivas en los centros de
Enseñanza Secundaria. Para ello estimamos deseable que todos los sindicatos se sumen con una sola
voz frente a las pretensiones de la Consejería. Este debe ser el momento de la unidad de acción de
todas las fuerzas sindicales para conseguir recuperar a aquellos compañeros que en 2012 se quedaron
sin empleo, restaurar la calidad laboral de los docentes de secundaria y ofrecer a los alumnos andaluces
la enseñanza en las condiciones que merecen. Por encima de siglas e intereses particulares.
Los tiempos de la Consejería, sin embargo, parecen desenvolverse a un ritmo más lento, ajeno a
las necesidades actuales de los profesores y los centros educativos. Quede como símbolo duradero de
esta incuria y de la de toda la Junta de Andalucía el postergado cobro de la parte de la paga
extraordinaria de diciembre de 2012 que nos fue usurpada y todavía nos deben. Ahí yace todavía la
negociación del “concursillo” entre la Consejería y sus interlocutores de la Mesa Sectorial educativa;
cuesta creer en la existencia de tan nutrido organigrama cuya única responsabilidad, hoy por hoy, es la
de sacar adelante procedimientos que llevan ya años funcionando con normalidad en otras
administraciones educativas. De hecho, incluso aquellos procesos que por su repetición cíclica desde
hace décadas debieran desenvolverse sin anomalías llevan una impronta de dejadez e improvisación
que han de padecer sus receptores: Ahora mismo, un Concurso General de Traslados, sobre el que se
han publicado ya dos propuestas iniciales de vacantes y no parece que vayan a ser precisamente
abundantes, o una convocatoria de oposiciones a Secundaria con globo sonda incluido sobre el adelanto
de la fecha de la primera prueba, que la propia Consejería ha terminado desmintiendo.
En un horizonte más amplio, el heterogéneo resultado de las elecciones del pasado 20 de
diciembre parece augurar –sea cual sea el gobierno que finalmente se conforme– un futuro incierto a la
LOMCE. Nos gustaría creer que los nuevos tiempos que algunos vaticinan en la política española traerán
en el equipaje una nueva ley educativa estatal despojada de partidismos y consensuada con los
profesionales de la enseñanza. Aunque no somos ilusos; casi tres décadas de sectarismo educativo
serán difíciles de remover. Mientras esto suceda, en APIA continuaremos empleando todo nuestro
tiempo en demandar lo que es justo: Volvamos a las 18 horas lectivas, ¡por nosotros, por nuestros
alumnos y por derecho!
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HUELVA
DE ACTUALIDAD: CAMPAÑA 18 HORAS ¡YA!
Revertir los recortes de 2012 y volver a las 18 horas lectivas como norma de nuestros
horarios. Ese es el objetivo de la campaña que ha iniciado APIA, para lo cual ya hemos
contactado con los demás sindicatos buscando crear un frente común para presionar con mayor
fuerza a la Consejería de Educación. Además, vamos a formular iniciativas en este sentido en
todas las Juntas de Personal en las que tenemos presencia para exigir a la Consejería que,
dentro de su margen competencial, actúe para devolver al profesorado andaluz su horario base.
Las fórmulas jurídicas existen porque en otras Comunidades así lo han hecho. Por
ejemplo, en Castilla y León decidieron desde el primer momento convertir al menos una de las
horas de guardia en lectiva de forma que, en la práctica, ningún profesor castellano-leonés tuvo
20 horas lectivas en aula con alumnos. Cantabria ha sido la última en sumarse a esta tendencia
al plantear un modelo progresivo de reducción, bajando a 19 horas para el curso 2016/2017
para alcanzar las 18 horas en el 2017/2018. El argumento del Consejero cántabro no se basa
en un beneficio laboral para el profesorado (no esperábamos menos) sino en que el menor
número de docentes fruto de este aumento horario dificulta los desdobles y perjudica la atención
al alumnado con mayores necesidades, por lo que el aumento de horas lectivas acaba
perjudicando la calidad del sistema. Sea como fuere, vamos a luchar para conseguir que
Andalucía, con uno de los peores índices de calidad de su sistema y la segunda CC.AA. con
menor inversión por alumno en la enseñanza pública (casi la mitad que la que más invierte, País
Vasco) se sume a esta medida y podamos volver a las 18 horas lectivas como norma.
CONCURSILLO: ASÍ NO
La Consejería de Educación ha ofrecido a los sindicatos integrantes de la Mesa Sectorial
educativa el borrador de la nueva Orden que regula los procedimientos de provisión de puestos
de trabajo docentes con carácter provisional y por razones de violencia de género.
Sobre el asunto que nos ocupa, el concursillo, desde APIA expresamos nuestro abierto
rechazo a un modelo de provisión que discrimina a los docentes según la antigüedad que lleven
en sus centros respectivos. Efectivamente, el borrador añade un artículo 12bis. que da cabida al
concursillo, pero sólo de aquellos funcionarios que hayan obtenido destino forzoso y no lleven
más de seis años en dicho puesto; para aquellos que lo hubiesen obtenido con carácter
voluntario, la restricción aumenta: no pueden llevar más de cuatro años ocupando ese puesto.
¿A quién beneficia semejante modelo de concursillo? Porque desde luego es fácil
percibir que discrimina a la mayoría de los funcionarios docentes, a quienes la Consejería
excluye. Quizás alguien debiera explicar en la Mesa Sectorial que el que un funcionario lleve
más de cuatro años en su puesto no es necesario indicio de lo satisfecho que en él se
encuentra, sino de la cada vez más indigente oferta de plazas de los últimos concursos de
traslados.
Desde APIA proclamamos que este no es nuestro concursillo, ni el de la inmensa
mayoría de los docentes. Queremos un concursillo al que puedan acceder todos los
funcionarios docentes con destino definitivo y que no hayan obtenido plaza en el Concurso de
Traslados inmediato. Con transparencia y sin discriminaciones.
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