La globalización

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13 diciembre 2012
Inés Ferrer
La globalización
Nos encontramos en la sala de espera de lo que ha sido, durante siglos, el peor temor de
miles de niños, el dentista. Si esto fuera una película, se oiría música tenebrosa de
fondo. En este momento, es un cuarto bastante bien iluminado, cómodo y silencioso. Un
niño “estudia” la llegada de Colón a América, agarrado fuertemente por su abuela, una
señora de aspecto dulce, con cara redonda y pelo de nube.
De repente, se oye un grito. El niño, del susto, salta por lo menos dos metros. Debido a
tamaño desplazamiento, el libro acaba en el suelo. Se abre una puerta y sale una niña de
unos nueve años, inundando con sus quejidos la consulta del dentista mientras su
acompañante (su abuela?), una mujer estirada, con un moño en la coronilla y vestida de
ser, por lo menos, veinte años más joven de su (triste) realidad, tirando del brazo de la
mocosa, le chilla: “No llores, ¿eh? No llores. Que estás montando un escándalo”. La
pobre infeliz, con el aparato incrustado, no puede defenderse, solo farfulla
“usheristenbenghsked” una y otra vez. La señora, a punto de matar a la niña, tropieza
con el libro que ha llegado al suelo minutos antes. Se cae al suelo. Indignación de la
herida. Revoloteo general. La mujer, malhumorada y ruborizada a la vez, se levanta
rápidamente, coge el libro y a la niña y se sienta, disimulando, como si lo que acaba de
acaecer no hubiera pasado, puesto que ella también tiene cita con el dentista. Javier,
según nos comenta que se llama el niño, propietario del libro, nunca ha visto tan
concurrida la consulta del doctor (ni nosotros), y menos aún, tamaño accidente (causado
por él, lo que le añade, desde su punto de vista, más emoción).
A todo esto, su abuela pide disculpas e intenta recuperar el causante del problema: El
libro de conocimiento del medio. Tras unas palabras más o menos calmadas, la abuela
de Javi vuelve sana y salva y comienza a disparar preguntas a su nieto, preparándole
para el examen. Cada pregunta mal respondida o incompleta es respuesta por la otra
respetable matrona, yéndose por las ramas como cabía esperar. No se sabe muy bien
porque la conversación se desvió de Colon a un debate en toda regla entre ambas
señoras. Azucena le explica a su nieto (que las mira con cara anonadada):”Por eso, y a
lo largo de la historia, las comunicaciones entre seres humanos han ido mejorando.”
”Claro “apunta Herminia (la señora de la caída) “Conforme la tecnología iba mejorando
las distancias aparentemente disminuían, y por eso las comunicaciones eran más
fáciles.” “Gracias” farfulle Azucena.
“Pero… ¿Qué tiene que ver eso con Colón?” dice Javier. “sdd jnfidnj buiesdt njd”
comenta la niña, orgullosa de saber tan importante pieza de información. “Quiere decir”
traduce Herminia “Que Colón fue el primero que estructuró las fronteras de nuestro
mundo, descubriendo nada menos que un nuevo continente”. “Y eso tiene que ver
porque…” insiste Javier, cada vez más harto. “No seas impertinente, Javier”, le
reprende su abuela. “Hoy en día” sigue imperturbable la otra “esas fronteras,
económicas, sociales, culturales…se están abriendo, cada vez más. Lo que antes era el
mundo para los europeos, se está encontrando con el mundo americano, asiático,
africano…De hecho, todos ellos se están uniendo en el mismo mundo. Eso es” concluye
satisfecha “lo que llaman globalización.”
“¿El qué?”. A sus doce años, el crio no da para más. ” ¿Y esto a mí para mi examen de
que me sirve?” “Para tu examen… servir… lo que es servir, de nada. Eso sí, es cultura
general, algo que todo el mundo debiera saber” “¡Pero yo ya sé que es!” protesta Javier
“Mi abuela siempre se queja de ello”
“¿Se queja? ¿De qué se queja?” Se extraña ella. “Al fin y al cabo, la globalización tiene
solo ventajas, ¿no?” “No.” replica Azucena “Yo considero que la globalización, al unir
todas las naciones en una misma “aldea global” suprime, hace que se pierdan, muchas
tradiciones y costumbres típicas de aquellos pueblos que une,” “si, pero…”trata de
meter baza su interlocutora. Azucena continua, sin hacerle caso “haciendo, por lo tanto,
que desaparezcan rasgos esenciales para sus modo de vida y su cultura, por lo que
elimina sus sentido de identidad a un pueblo concreto. Cada vez se parecen más las
ciudades de los países desarrollados, con los mismos restaurantes, las mismas tiendas,
los mismos anuncios… La mejora de las comunicaciones y la mayor facilidad existente
para viajar no es, en mi opinión, una buena idea”
“Es cierto”, admite Herminia “que muchas tradiciones han desaparecido. Sin embargo,
no considero que esto sea necesariamente algo malo. Si lo piensa, las tradiciones han
desaparecido a lo largo de toda la historia. No es algo nuevo. Hasta ahora, no ha habido
ninguna crisis generalizada por culpa de ello. Además, muchas de estas costumbres no
han desaparecido, sino evolucionado, mezclándose con otras y volviéndose más
flexibles. Ciertas costumbres desaparecidas eran, por otro lado, costumbres
retrógradas.”
Los niños ya se han retirado hace un tiempo: están en un rincón, leyendo un comic, algo
alejados de la discusión. El resto de los pacientes van pasando a la consulta y se van.
“Además, la globalización tiene como consecuencia futura la igualdad de todo los seres
humanos (mujeres y hombres, niños y adultos, de todas las naciones) sin importar su
nivel económico y sociocultural” “Pues yo no veo como sale esa igualdad. Los
africanos siguen siendo un país en vías de desarrollo, los niños siguen siendo explotados
laboralmente…” “Tienes razón. Por eso he dicho que es una consecuencia futura. En
unos años, todo el mundo tendrá la oportunidad de empezar su vida desde un punto
base, común. Luego, como desarrollen sus capacidades innatas es cosa de ellos.” “Y
¿Cómo te aseguras de que haya igualdad entonces? Al fin y al cabo, no es justo que
debido a unas capacidades distintas por naturaleza unos lleguen más alto que otros”
“Cierto, pero nos estamos desviando del tema. La globalización favorece la
comunicación interpersonal, ayudando a abrir horizontes y enriqueciendo la vida de
otras personas que, sin ella, llevarían una vida gris y monótona, cerrada, restringida a un
círculo de gente con sus mismos ideales. La globalización, en fin, ayuda a compartir y
enriquecer las culturas.” “No estoy de acuerdo contigo. Como ya he dicho, la
globalización elimina culturas y tradiciones. Unifica demasiado a la gente, asignándole
un rol, de manera que se acaban con grandes masas de seguidores con una vida rutinaria
y superficial, cuando tendrían el potencial de ser individuos brillantes, interesantes,
especiales… La globalización, además, favorece el desarrollo de una cultura
individualista y egoísta, fruto de la sociedad de consumo existente en los países
desarrollados, que son los pioneros de este movimiento. Lo que hará será una sociedad
donde las personas no se ayudan, sino que se pisan para sobrevivir.”
“¿¡Qué dices?! ¿No te has dado cuenta todavía? Desde los principios de la
globalización, las sociedades se muestran, al contrario, más altruistas. Todas las
naciones nos hemos volcado en, por ejemplo, Haití tras el terremoto, Japón tras el
tsunami y cuando explotó la central nuclear” “No: esas catástrofes son en su mayoría
causadas por el ser humano. ¡Fíjate en la bomba atómica de Hiroshima y Nagasaki, y
Chernovil! El ser humano, en cuanto se potencia su egoísmo, busca siempre someter al
resto, y siempre gana el que tiene más recursos.” “Pero ¿No ves que al crear una misma
sociedad se limitan las guerras? Al fin y al cabo, para una guerra, a no ser que sea civil,
se necesitan dos países. Suele surgir un sentimiento de pertenencia a un bando u otro; si
se unifica aquello que se considera “patria” de todos los partidarios, se reducen las
guerras y se encarecen las armas, pues, ¿Quién vende armas para que maten a su gente?.
Y por mucho que causemos problemas, siempre tratamos de recapacitar. Errar es
humano, recapacitar de sabios. Vivir en una burbuja, sin embargo, es de personas sin
convicciones ni madurez.”
A esto Azucena se queda sin palabras. Ya segura de su victoria, Herminia lanza su
golpe estrella. “Tú ¿ Qué propones?, ¿Que sigan los países desarrollados en control del
mundo, sometiendo a los no desarrollados? ¿Qué retrocedan las comunicaciones,
creando abismos entre personas de la misma familia que viven en distintos lugares?
¿Qué aquellos en lugares desolados se queden sin ayuda ni contacto con el resto del
mundo? Imagina a tu nieto solo en una casa en la tundra de Alaska. No estarías tan en
contra de la globalización entonces si hubiera algún tipo de comunicación contigo.”
Azucena calla. Piensa, y contesta “ No estoy de acuerdo contigo. Probablemente nunca
lo estaré, aunque me has hecho ver más ventajas de las que jamás creí posible.” Y
entonces se oye una voz. “Javier Fernández, acuda a la consulta 3”.
Se quedan solas Herminia y su nieta, que seguía con su comic “Lucha de Titanes”.
“Interesante discusión”, piensa Herminia. “Cómo se enrollan los mayores”, piensa la
niña.
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