CITA EN EL HUMEDAL En el amanecer brumoso el movimiento lento y preciso de disqueras y hombres anuncia el laboreo. Con el transcurrir de las horas la tierra rotulada servirá en una amplia bandeja negra, lombrices, isocas, gusanos, insectos, todos los pequeños seres que se ocultan en el interior y superficie de la capa fértil. Comienza la cita anual en el humedal del este. Las aves de gran porte de la zona como gaviotas, patos, garzas; los medianos, gaviotines, siracusas, palomas y aún los más pequeños inician el lento ritual de revolotear el terreno en busca de alimentos detrás de las máquinas. El espectáculo impresiona: tantas aves que el sol colorea de rosa y anaranjados al despuntar el día y que al anochecer convertirá en negras siluetas en retirada. Pero algo sucede: ¿Es posible que la fauna del estero haya olvidado el antiguo ritual? 1) ¿A dónde se fueron los miles de aves que inquietas ante un disparo o sonido estridente con su vuelo ocultaban el sol y con su batir de alas alarmaban a los hombres? 2) ¿Dónde han ido los carpinchos cuando el arroz se mece en sus tallos? ¿Dónde las nutrias y lobitos? ¿Dónde todos ellos? ¿Dónde si los granos de arroz cada día son más suculentos, las malezas ya no perturban la salud del arrozal, las hectáreas plantadas se multiplican? Los gritos cercanos, los gritos penetrantes del humedal persisten, pero el paisaje ha cambiado, las máquinas roturadoras aflojan la tierra y una red de plástico va modelando la taipa. Un obrero con su máquina de rayos láser inspecciona el terreno en busca de horizontalidad, esa perfecta horizontalidad hace que el agua cumpla con su misión sin errores. Ya pocos taiperos de botas altas recorren el cultivo. El arrozal cada día más independiente, necesita menos de la mano callosa del peón. 3) ¿Dónde están esos hombres que con sus palas acomodaban taipas y nivelaban parcelas? ¿ Es que también olvidaron su cita en el humedal? Exilda García Contreras.