EXCURSIÓN BOTANICA A LA PROVINCIA DE ACONCAGUA POR EL DR. R. A. PHILIPPI Traducción de GUALTERIO LOOSER I M P R E N T A ESTADO 6 3 UNIVERSITARIA 1934 SANTIAGO Extracto de la «Revista Chilena de Historia y Geografía» t. LXXIV (1933) 700-710. Una excursión botánica a la Provincia de Aconcagua (1) Hacia mediados de Diciembre del año pasado, emprendí una pequeña excursión botánica al Norte de Santiago, con el propósito principal de coleccionar semillas de mi hermosa Argylia glahriuscula. Me dirigí en ferrocarril hasta Santa Rosa de los Andes, donde termina la vía férrea y comienza el camino a la Argentina por Uspallata; pero que sólo en trechos cortos puede ser recorrido por carruajes. Después de atravesar las hortalizas y arboledas frutales de los alrededores de la ciudad, se pasa por un puente el ancho lecho pedregoso del río Mapocho; pero que aquí está completamente seco, pues el agua le ha sido arrebatada para riegos o se ha consumido entre las piedras y arena, para reaparecer más abajo en Pudahuel a unas horas de camino, donde toma el carácter de un río de cierta importancia. Sería de suponer que las aguas trajeran plantas de las altas montañas, ya que la cordillera está muy cerca, pero jamás he visto tal cosa, salvo la Loasácea Meritzélia aspera que encontré una vez en gran cantidad. Después se bordean las estériles colinas de Renca, y en cuyo lado vuelto hacia el norte apenas se ve nada más que la Cactácea en forma de candelabro Cereus quisco Gay. Este e» seguramente el mismo que se conoce como Cereus chüensis auct.,—no chiloensis—pues en la isla de Chiloé azotada por lluvias eternas no hay cactos. Más allá se (1) Et original fué publicado en la revista alemana (¡¡artenflora, tomo 32 (1883) y t. 33 (1884). p. 11. Traducción del señor Gualterio Looser. UNA EXCURSIÓN BOTÁNICA A LA PROVINCIA DE ACONCAGUA 701 extiende una llanura dilatada de nivel más bajo que el Mapocho, y cuyo fondo está ocupado por una laguna poco profunda y de dimensiones muy variables y que aun suele desaparecer totalmente, según si el año ha sido muy lluvioso o poco. Esta llanura se presta poco para cultivos, su suelo es muy salobre y con frecuencia se ven afloramientos de sales (sulfato ácido de sodio). Pero estos suelos dan vida a varias plantas interesantes, por ej. una Distichlis no descrita todavía e igualmente un Atriplex inédito y, por fin, el famoso Ocimun salinum del excelente Molina, llamado vulgarmente «yerba del salitre», que no es Ocinum ni siquiera una Labiada, sino Frankenia berteriana (1). La planta en realidad, tal como lo indica Molina, está cubierta por exudaciones salinas; pero no del verdadero salitre, aunque es cierto que en Chile toda sal que mana del suelo se llama salitre. Sobre los arbolillos de Acacia cavenia y Prosopis siliquastrum que aquí abundan, parasita en cantidad el Loranthus cuneifolius con magníficas flores rojas. En seguida el tren se interna en el cordón de cerros que cierra por el sur el valle del Aconcagua, y sigue por el valle de un arroyo insignificante, teniendo que recorrer curvas tan cerradas que un tren largo aparece como una gran S. Toda superficie de suelo que se puede regar, por pequeña que sea, está cultivada, principalmente con higueras y vid. Pero en cambio las laderas de los cerros son peladas y sólo se ven arbustos y matorrales solitarios. En unas cumbres muy anchas y aplanadas al norte de la aldea de Montenegro, está el divorcio de las aguas que apenas se nota. Más allá el tren debe atravesar un nuevo desfiladero de rocas abruptas. Pocas personas, sin duda, no han experimentado una sensación de terror al pasar por aquí, teniendo a un lado el abismo y al otro un altísimo acantilado del cual cuelgan rocas que, al parecer, están ya por despeñarse. Se pasa después por un túnel e inmediatamente después un puente de 30 metros de altura para atravesar una angosta quebrada, y rápidamente después otro túnel y, por fin, antes de llegar a Llay-Llay (1) La prioridad de la especie de Molina ha sido reconocida por los naturalistas modernos y hoy dicha Frankenia se llama F. salina (Mol.) I. M ohnston, Contrib. Gray Herb. New Series LXX, p. 92, 1924. (Nota del 'reductor) Í 702 RODULFO A. PH1LIPPI en el valle del Aconcagua, un tercer túnel. El viaje es demasiado rápido para darse cuenta clara de la vegetación; pero en el lado de la sombra crece entre las rocas una Cassia, varias especies de Calceolaria, una Viviania etc., y, en primavera, florece en abundancia el Senecio adenotrichius D. C., que es una yerba anual o bienal y que tiene un olor penetrante muy agradable en mi opinión. Por el lado del sol no se ve nada más que Cereus quisco y una Puya o Pourretia con hojas pegadas ál suelo y grises por debajo y flores azulejas, que ha sido confundida muchas veces con Pourretia coarctata R. & P.; pero ésta tiene hojas mucho más grandes, verdes por ambas caras y flores de un color amarillo azufre. Yo también incurrí en este error y durante mucho tiempo llamé a la primera P. coarctata y a la verdadera coarctata le daba el nombre de gigantea. La primera es seguramente P. whytei. Con los extremos abotonados de las inflorescencias se hace una ensalada. El Cereus quisco merece algunas palabras, pues es una de las plantas" más comunes de Chile central y boreal y se encuentra por millares en las vertientes de los cerros que miran al sol. Sube hasta bastante altura sobre el nivel del mar, aun hasta donde caen grandes nevadas y donde la temperatura baja en invierno hasta 6 a 8°C. bajo cero. Sus proporciones varían mucho. Puede llegar a 3.50 m. de altura o más por 25 cm. de diámetro. Se presenta como columna sencilla sin ramificaciones, otras veces se ramifica a cierta altura como un candelabro o de una misma raíz salen muchas ramas simultáneamente. Igualmente variables son los aguijones, que suelen ser cortos y gruesos de unos 3 cm. de largo, en cambio en otros ejemplares son 2, 3 y 4 veces más largos y proporcio'nalmente más delgados. Su flor es blanca y bastante larga, siendo reemplazada por un fruto llamado guillave (1) de sabor dulce mucilaginoso; pero que los (1) Como algunos naturalistas parecen desconocer la etimología de la palabra guillave, queremos recordar la opinión del eminente filólogo Dr. Rodolfo Lenz, quien, en su Diccionario etimológico t. I, p. 350 la deriva de la palabra guayaba, la conocida fruta tropical (Psidium). Posiblemente los conquistadores encontraron cierto parecido a los guillaves con las guayabas. Denominaciones semejantes son frecuentes en la flora chilena como ciruelitto aplicado a Embothrium, avellano a Guevina avellana, etc., en las cuales no se nota el menor «flair» botánico. (Nota del Traductor). UNA EXCURSIÓN BOTÁNICA A LA PROVINCIA DE ACONCAGUA 703 niños comen con agrado. Con frecuencia se ve, principalmente en la provincia de Aconcagua, sobre este cacto el Loranthus aphyllus, que carece enteramente de hojas, no pasando su elevación de mucho más de 5 cm. Tiene flores de color, rojo vivo y después frutos comestibles de color rojo pálido. En Llay-Llay se cruzan los trenes que van de Santiago a Valparaíso con los que vienen de esta última ciudad, y hay tiempo para almorzar. Los que van a Santa Rosa deben cambiar de convoy, que sigue en una pequeña extensión el camino a Valparaíso, para doblar después pasando por San Felipe, capital de la provincia de Aconcagua. El camino hasta estos puntos sigue por el valle que parece un jardín por sus intensos cultivos. Prosperan mucho las frutas como duraznos, nueces, higos y uvas. Santa Rosa de los Andes es una ciudad pequeña y limpia de unos 5,000 habitantes y a 769 m. sobre el mar. Dista unos 90 km. de Santiago y está ubicada como a 1 km. al sur del río Aconcagua. Como todas las ciudades españolas de Sud-América, las calles se cortan en ángulo recto. En su centro está la plaza de forma cuadrada, donde se levanta la iglesia y otros edificios casi todos de un piso. Por el Sureste se acercan a la ciudad algunas colinas bajas y peladas casi hasta el mismo río e igualmente otras en el lado Norte. Estos últimos prometían una cosecha botánica más interesante y en la mañana siguiente atravesé el río un poco al Oriente de la ciudad, donde hay un «puente de cimbra» bastante primitivo que sólo sirve para peatones y jinetes. El cauce ostenta su vegetación habitual: un elevado Baccharis mayor que un hombre y con hojas angostas llamado chilca, y cuyo nombre botánico siempre me ha presentado dudas, quizá sea B. pingraea; además B. confertifolia y algún otro, Scirpus chilensis y asper, Cyperus vegetus, Gynerium, P soralea glandulosa, con cuyas hojas y flores se hace una clase de té, y matas ya completamente secas de Lupinus microcarpus. En los huecos de las rocas crecen Ephedra andina (pingo-pingo), la atrayente Viviania rosea, Proustia pyrifolia cuyas hojas no tienen, sin embar- 704 RODULFO A. PH1LIPPI go, parecido alguno con las del peral (1). Su inflorescencia es una panícuta cuyos pedúnculos se lignifican y se transforman en espinas. Otra planta que crece con las anteriores es Helianthus thurifer (Flourensia DC.), pero de la cual ya no se sacan los granos de resina que brotan en su superficie para emplearlos, a modo de incienso, como en tiempos de Molina, pues desde que Chile ha dejado de ser colonia española y su comercio es libre, el incienso legítimo llega en abundancia y es barato. Esta planta es una de las más comunes de Chile central y crece por millares en las laderas de los cerros vueltos hacia el sol, "que adorna en primavera con sus flores numerosas. Su nombre vulgar es maravilla del cerro. También era bastante frecuente la Euforbiácea Colliguaya odorífera, cuya leña al quemarse produce un olor muy agradable. En cambio, faltaban completamente algunos arbustos que son habituales en iguales terrenos, como las dos Ramnáceas espinudas Trevoa trinervia y Talguenea quinquenervia. Pude coleccionar semillas .de la hermosa Calceolaria purpurea y todavía estaba en flor en gran cantidad Scdpiglossis sinuata. Estas dos especies tienen flores casi negras. También tenían flores Nicotiana acumihata, Solanum eleagnifolium, una Cephalophora anual tan olorosa como C. aromatica Schrad., pero sin duda diferente. Las plantas anuales que visten en invierno y primavera de verde el suelo, hace tiempo que ya se habían secado y transformado en polvo. Sin embargo, todavía podía reconocerse que Lastarríaea chilensis y otras yerbas anuales como Chaeiantera multicaulis y ciliata y las yerbas europeas Medicago denticulata y macúlala habían sido elementos importantes de la vegetación primaveral. Lastarriaea forma pequeñas matitas de 2 cm. de altura y ha sido puesta por algunos botánicos entre las Poligóneas, mientras que otros la consideran una Esclerántea. Todavía puedo añadir un Oxypetalum, unas cuantas matas secas de Loasa acanthifolia, una Stipa, un Galium, algunos arbolitos de Maytenus boaría, y en una vuelta húmeda del valle Escallonia illi(1) Sospechamos que el Dr. Philippi ha querido decir Proustia pungens pues P. pyrijolia no tiene tales aguijones. (N. del T.). UNA EXCURSIÓN BOTÁNICA A LA PROVINCIA DE ACONCAGUA 705 nita (ñipa), unos pocos Gnaphalium que crecían entre los céspedes de chépica (Paspalum conjugatum) con algunas especies europeas de Rumex. Con esto he pasado revista más o menos a la flora entera de estos pequeños cerros. Las raíces de la última yerba se venden en las boticas en lugar del Triticum repens europeo, y por este motivo algunos sabios lugareños han sostenido que Triticum repens también crece en Chile. Como se ve, la cosecha botánica fué harto insignificante. Tampoco fué mucho mejor el día siguiente. Había arrendado un coche para internarme por el camino hacia Mendoza hasta donde fuera posible. El camino va en gran parte entre terrenos cultivados, encerrado por ambos lados entre murallas de adobe, o por laderas suaves de escaso interés botánico. Con suma frecuencia se ve en el camino Marrubium migare, que aquí llaman yerba cuyana, pues se dice que llegó del otro lado de la cordillera de la región de Cuyo, que comprendía antes las actuales provincias argentinas de Mendoza, San Luis y San Juan, y que durante mucho tiempo pertenecieron a Chile. Otras plantas aquí son Cestrum parqui, Aristotelia maqui y la comunísima Muehlenbeckia chilensis, que se ve a cada instante. Para mí es siempre cuestión dudosa, si este arbusto es diferente de M. sagittifolia como lo quiere Meissner. Es extraordinariamente variable y nadie a la primera vista creerá que el arbusto con muchos tallos, ramitas cortas e innumerables flores, es la misma planta que la que trepa hasta gran altura sobre los árboles y que tiene hojas grandes y flores claras del Sur, por ej., Valdivia. Este último será quizá Polygonom tamnifolium H. B. K. El suelo está formado por ripio y guijarros. Con frecuencia el camino pasa a más de 20 o 25 metros por encima del nivel del agua del río Aconcagua. A unos 9 km. de distancia el valle se angosta, los cerros llegan casi hasta la orilla. Este punto se llama «Puente de las Vizcachas» y por él se atraviesa para seguir por la orilla norte. Aquí hay unas rocas verticales enormes que ha habido necesidad de hacer saltar para trazar el camino, que es tan estrecho que no alcanzan a pasar dos carruajes. 706 RODULFO A. PH1LIPPI Es el único sitio romántico del trayecto, pues sólo más arriba comienzan los grandiosos paisajes andinos.. Pronto el valle se ensancha de nuevo. Se ven casitas aisladas y campos cultivados, una capilla consagrada a San José, y por fin, una bonita casa rodeada por un parrón y embanderada. Es el Resguardo de Río Colorado, esto es, la aduana para los animales y mercaderías que vienen de Mendoza. Aquí se detuvo mi coche. Me habían dicho que en el resguardo se podía tomar desayuno; pero pronto me di cuenta que no había hotel. Me senté de todos modos en una silla dispuesto a esperar los acontecimientos. No transcurrió mucho tiempo y se abrió la puerta', saliendo un hombre pequeño, amable y con anteojos, quien al verme, exclamó: «Vaya, doctor, ¿qué lo trae por estos contornos?» Era don Carlos González, jefe de la aduana, a quien yo había visto poco antes en Santiago. Me mostró sus instrumentos meteorológicos con los cuales hace observaciones regulares, y su pequeña biblioteca principalmente de novelas francesas. En sus horas de ocio, y tiene muchas, se entretiene en traducir dichas novelas para los folletines de los diarios chilenos. Mientras tanto trajeron café. Eran apenas las 7, pues había partido a las 5 de Santa Rosa y los caballos habían llevado una fuerte marcha. En eso apareció también su hija lista para ir a misa a la capilla de San José. Después del desayuno, seguí 7 km. más al interior por el mismo camino. A poca distancia hay que atravesar el pintoresco puente del río Colorado, afluente norte del Aconcagua y hay partes en que el camino no sirve para coches. En vano me fijé si había Larrea nítida y Krameria cistoidea, que pensaba encontrar por aquí; pero sólo hallé cosas comunes, Quillaja saponaria, en forma de arbustos, pues los árboles han sido cortados hace tiempo y no dejan crecer nuevos; Porliera hygrometrica llamado en Chile guayacán y que se parece mucho en sus virtudes medicinales al verdadero guayacán; Duvaua dependens en cuyas ramas desnudas jamás se ve nada adherido, Cereus quisco, Proustia, Colletia spinosa, Gymnophytum pólycephalum, Teucrium bicolor con flores completamente blancas. Me sorprendió no ver Pourretia; pero UNA EXCURSIÓN BOTÁNICA A LA PROVINCIA DE ACONCAGUA 707 había una cantidad en los cerros del otro lado. A lo laygo del camino había mucho Senecio adenotrichius y el verdadero S. hakeifolius, sin rayos y grisáceo, una graciosa Alstroemeria, etc. En un pequeño pantano se veía todavía Jussieua repetís y también encontré mi Physalis mendocina, que años antes había recibido de la provincia de Mendoza. En unas rocas prominentes, donde habían arbustos que producían cierta sombra, comí algo y en seguida inicié el regreso, llegando al resguardo en el momento del almuerzo. Apareció la dueña de casa que era una dama joven amiga de la hija, y un oficial de marina de apellido Aguayo, que había venido a visitar al señor González. El Oficial había formado parte de la expedición del Comandante Simpson para explorar una parte de la costa de la Patagonia occidental y del río Aysen, que allí desemboca y que es navegable hasta muy adentro. Me contó muchos detalles de aquellas regiones y transcurrió más de hora en medio de una charla agradable e instructiva, hasta que tomé de nuevo el coche para regresar a Santa Rosa. Hice, sin embargo, una parte de trayecto a pie para coleccionar Calceolaria pinifolia, C. andina?, Grammatocarpus volubilis llamada monjita, que es una graciosa Loasácea enredadera no urticante, etc. Pero, como se desprende, aunque la excursión fué muy agradable, las colecciones botánicas resultaron pobres. De Santa Rosa fui por tren a San Felipe, y al día siguiente me dirigí a los Baños de Jahuel, que están a unos 22 km. al N.E. de la ciudad, pues se me había hablado mucho de la riqueza de la vegetación en los alrededores del balneario. El camino va por planicies que suben suavemente y bastante bien cultivadas. Sin embargo, a media hora de San Felipe se bordea un pequeño cerro rocoso y después otro hasta la pequeña localidad de Santa María, donde se cruza el arroyo de Jahuel. En las partes planas, se ve mucho algarrobo (Prosopis siliquastrum D. C.), que tiene una madera dura excelente para fuego. Después vienen colinas peladas de colores muy variados, violeta, gris y rojo, y que están formadas por pórfidos, pero aquí casi transformado ©n greda. Este pórfido, al cual Domey- 708 RODUTFO A. PHILIM ko dió el nombre muy apropiado de «porfido abigarrado», forma la mayor parte de las altas cordilleras de Chile, se encuentra debajo de los bancos calcáreos de formación jurásica, que están bien caracterizados por sus fósiles y se hallan en muchas partes entre 3,000 y 4,000 metros. Deben de ser más o menos coetáneos con las rocas areniscas abigarradas de Europa. Pronto se divisan unas cuantas casas en laderas peladas y cercanas a grupos de árboles y matorrales verdegueantes. Son los Baños de Jahuel, que se alcanzan después de varias vueltas del camino. El tupido verdor que hay entre los dos modestos edificios enteramente pintados de blanco, está formado por Eugenia cheqnen, Maytenus boaria y Escallonia, sobre los cuales trepa la enredadera Cissus striata. Eugenia chequen o arrayán por lo común sólo se ve como arbusto; pero aquí eran en ocasiones árboles harto respetables. Medí un tronco que tenía una circunferencia de 1.80 m.; pero al cual le había sido arrancado una parte de su ramaje. En las provincias secas y sin selvas, un bosque por modesto que sea, produce siempre una impresión muy grata, así que Jahuel merece en cierto modo su fama. Hay que añadir el aire puro, su dilatada vista sobre una gran llanura y su altura bastante elevada. Todo esto contribuye a que sea bastante visitado en las postrimerías del verano. Pero no hay instalaciones para más de 50 personas y el 20 de Diciembre sólo encontré 7 huéspedes. Los baños son grandes hoyos cuadrados y amurallados y las salas donde se encuentran, están pavimentadas con ladrillos comunes; pero en partes se ven esteras de totora (Typha angustifolia (1), un banco y algunos ganchos en las paredes de adobe. Estos elementos primitivos constrastan violentamente con las elegantes instalaciones de los balnearios de Apoquindo, y Cauquenes. Principalmente los últimos apenas son superados por los balnearios alemanes de más lujo. En Jahuel las aguas tienen 22°C. de (1) Estas esteras se ven en todas partes en las provincias centrales. Cubren, por lo menos parcialmente el piso de las chozas más modestas hasta los palacios . En estos últimos, sin embargo, por encima les ponen tapices valiosos. Los pisos de madera se ven poco y sólo desde algunos años. En el sur, donde no crece la totora, tampoco se ven dichas esteras. UNA EXCURSIÓN BOTÁNICA A LA PROVINCIA DE ACONCAGUA 709 temperatura y, a juzgar por el sabor, contienen muy pocas materias minerales. Brotan varios manantiales a poca distancia unos de otros y a la humedad que dan al suelo, se debe la existencia de este pequeño oasis selvático. Las colinas y cerros de los contornos ostentan la vegetación acostumbrada de Cereus quisco, Flourensia thurijera, Acacia cavenia, Lithraea caustica o venenosa (en la cual nunca he podido encontrar nada venenoso o cáustico), y Duvaua depende'ns. Todas estas especies se ven dispersas y apenas sobrepujan la altura hunana. En un cerro opuesto, había una cantidad de Gymnophytum polycephalum, curiosa Umbelífera muy ramosa de unos 60 cm. de estatura y completamente desprovista de hojas y por eso mismo verde en todas partes y que lleva muchas flores amarillas. Al regreso coleccioné una o dos especies de Sphaeralcea, que se veían a lo largo del camino. Todavía no he logrado establecer en forma satisfactoria los caracteres diferenciales entre las especies de este género. San Felipe es una de las pequeñas ciudades más limpias y simpáticas de Chile, encontrándose situada un poco al sur del río Aconcagua y tiene su alameda en un lado que mira al río. Casi todas las ciudades chilenas tienen por lo menos en un costado una alameda, esto es, un paseo muy ancho en el cual se ven alineadas varias filas de álamos piramidales; pero en cambio casi nunca se ven paseantes en ellos. Los chilenos, tanto los varones como las mujeres, sienten un temor extraño por los paseos a pie. En coche la cosa ya cambia, con ricos vestidos, carruajes elegantes, y caballos hermosos; pero todo el mundo se sorprende cuando se ve un caballero paseándose en el Parque Cousiño de Santiago. Una dama jamás lo haría. La espléndida y ancha Alameda de Santiago, también llamada Cañada y oficialmente Avenida de las Delicias, con árboles de diferentes clases es una excepción, pues está ahora casi en el medio de la ciudad. Está adornada con surtidores y estatuas, entre las cuales se encuentra la estatua ecuestre más fea que conozco y que representa a Bernardo O'Higgins. Cuando el gobierno ordenó su erección, no se consultó 710 KODULFO A. PHILIPPI a un artista cual sería la postura más adecuada que podía darse al general, sino que fué consultado el anciano almirante Blanco. Y así vemos al fundador de la independencia chilena con la espada muy en alto, la boca abierta y mirando a ün lado y sobre su caballo que se ha encabritado de tal modo, que si no hubieran tenido la precaución de fundir todo de una pieza, O'Higgins ya se habría caído. El caballo tiene fundados motivos para encabritarse, pues debajo de él hay un guerrero español. Pero después de esta digresión, volvamos a la botánica. Temprano en la mañana siguiente traspuse el río y subí a los cerros que casi llegan hasta la orilla. En la base había en abundancia Oxybaphus ovatus con grandes flores rojas y Hoffmannseggia falcaría, que también se ve en los arrabales de San Felipe y aun en Santiago; pero casi nunca maduran sus frutos. Aquí pude juntar semillas de Argylia glabriuscula mihi, que es una planta encantadora con flores oscuras, haciendo recordar la variedad negra de Salpiglossis sinuata. Sus hojas están divididas en forma de dedos y cada hojuela está pinada dos veces, lo que le da un aspecto muy elegante. En gran cantidad crece aquí Brachyris floribunda, y más arriba el Cereus quisco se mezcla con .Bridgesia incisifolia que es una Sapindácea arbustiva del tamaño de un hombre y con frutos que en una punta terminan en ala. En abundancia estaban floreciendo las aglomeraciones bajas de Opuntia con artículos redondos llamados leoncitos, y que hay que cuidarse de tocar, pues están cubiertos de espinas ganchudas que causan heridas molestas. Son varias estas especies de Opuntia con elementos ramosos redondos u ovalados; pero me es imposible reconocerlas con la sola ayuda de las descripciones. Desde varios años cultivo 4 o 5 especies; pero se niegan a florecer en las macetas. Era todavía bastante temprano cuando regresé a San Felipe para tomar el tren de la mañana, llegando a Santiago á las 123^. RODULFO AMANDO PHILIPPI.