¿GOBIERNO Y ADMINISTRACIÓN MUNICIPAL EN CUBA?

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¿GOBIERNO Y ADMINISTRACIÓN MUNICIPAL EN
CUBA?
Lissette PÉREZ HERNÁNDEZ•
SUMARIO: I. A modo de introducción. II. Un análisis
preliminar. III. Despejando la naturaleza jurídica de
las asambleas municipales del poder popular. IV. Los
consejos de la administración municipal entre el gobierno y la administración. V. Un análisis de la organización municipal a partir de las atribuciones: intentando una clasificación. VI. A modo de conclusión:
¿Qué órgano debiera considerarse como el “gobierno
municipal” en el sistema del poder popular cubano?
I. A MODO DE INTRODUCCIÓN
El gobierno ha de nacer del país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La
forma del gobierno ha de avenirse a la
constitución propia del país. El gobierno
no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país1.
De forma universal las instituciones del Estado
conforman un sistema que comprende principalmente, estructuras de poder, de gobierno, de admi•
Universidad de La Habana
Martí, José, Nuestra América I, Obras Completas, vol. 6, p.17,
© Centro de Estudios Martianos, 2001, p.17
1
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nistración, de justicia y de defensa, todos integrados
e interdependientes. Por su condición de sistema,
los órganos se articulan a través de determinadas
relaciones previamente reguladas por la ley, sobre la
base de principios básicos que cimientan su funcionamiento. Las relaciones son de distinta naturaleza
y se manifiestan externa e internamente, es decir:
vinculan las distintas ramas funcionales del sistema
entre sí, así como los diferentes órganos de una
misma rama, condicionadas por la naturaleza de los
mismos y el diseño, en consecuencia, de las competencias y atribuciones que a cada uno corresponden.
En Cuba, los vínculos a los que hemos hecho referencia, se dan sobre la base de una relación esencial de supremacía, que sitúa en la cúspide los intereses públicos, ejercidos directamente o representados de forma general por los órganos jerárquicos
superiores del poder del Estado en cada nivel territorial.
El municipio como nivel primario se define en el
artículo 102 constitucional, como la sociedad local,
con personalidad jurídica a todos los efectos legales,
organizada políticamente por la ley, en una extensión
territorial determinada por necesarias relaciones económicas y sociales de su población, y con capacidad
para satisfacer las necesidades mínimas locales.
El modelo municipal constitucionalizado a partir
de 1976, se conforma básicamente por dos órganos
colegiados: un órgano representativo, la asamblea
municipal del poder popular, que se constituye como el órgano superior del poder popular territorial y
es una institución representativa, y de control, y
otro órgano el consejo de administración municipal,
que dirige la administración local, órgano que por su
naturaleza y desempeño le está subordinado. Sobre
esta base, el diseño estructural se puede catalogar
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como “dual-colegiado”. Ambos órganos por disposición constitucional tienen como presidente a una
misma persona2.
Las atribuciones de ambas estructuras están jurídicamente establecidas, pero, no siempre se aprecia con claridad la consonancia que deben tener las
mismas con la naturaleza que a partir de la regulación constitucional pudiera inferirse para cada órgano.
Motivado por lo anterior, el tema es replanteado
académicamente con tenaz persistencia y es objeto
de múltiples reflexiones jurídicas,3 sin embargo, aún
no está agotado. Sobre estos contenidos surgen con
frecuencia un sinnúmero de interrogantes. Para el
presente trabajo hemos convertido en objetivos fundamentales, las siguientes: ¿Qué alcance y significado teórico puede tener que las asambleas municipales, según el artículo 103 constitucional ejerzan
gobierno? ¿Existe contradicción entre lo anterior y
su naturaleza de órgano representativo y de poder?,
¿Qué órgano u órganos debieran considerarse como
el “gobierno” municipal?
Los resultados que se esperan obtener no aspiran
a considerarse definitivos, intentan sugerir el debate. Realmente resulta muy complejo conciliar la organización municipal cubana, (como también sucedería con otras), con las múltiples y discordantes
formulaciones teóricas que la doctrina nacional y
foránea han ofrecido para explicar el lugar que ocu2 Artículo 117 de la Constitución de la República de Cuba, Dirección de Legislación y Asesoría del Ministerio de Justicia, La Habana, 2005
3 Quien suscribe este trabajo, ya incursionó en este tema, aunque arribó a conclusiones un tanto diferentes. Ver en Pérez Hernández Lissette y Prieto Valdés Martha (compiladoras), Temas de
Derecho Constitucional Cubano, Editorial Félix Varela, La Habana, 2000, pp. 187-191.
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pan, y la relación que en consecuencia se establece
entre el Estado, el gobierno y la administración. De
seguro, otros puntos de vista justificarán más de un
propósito como el nuestro.
II. UN ANÁLISIS PRELIMINAR
La incapacidad no está en el país naciente que pide formas que se le acomoden y grandeza útil, sino en los
que quieren regir pueblos originales…con leyes heredadas. …Con un
decreto de Hamilton no se le para la
pechada a un potro llanero. Con una
frase de Sieyés no se desestanca la
sangre cuajada de la raza india4.
En nuestra opinión el análisis constitucional de
cualquier institución normativa o de su funcionamiento jurídico, tiene referentes indispensables en
los fundamentos filosóficos, ideológicos y políticos,
en el diseño normativo que resulte en correspondencia con los mismos y en la forma en que la dinámica
cotidiana pone en práctica tal diseño. Los elementos
anteriores deben estar íntimamente vinculados, pero, no se excluye la posibilidad de que no siempre
suceda así.
De ahí, que regular de forma diferente un principio de manera que desafíe ideológica y políticamente
los convencionalismos universales, es válido, pero
no suficiente, requiere mínimamente un desarrollo
legislativo coherente, así como, un análisis doctrinal
suficiente y profundo para explicarlo.
4 Martí José Nuestra América I. Obras Completas. Volumen 6, p.
17, © Centro de Estudios Martianos, 2001.
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Con todo y lo anterior, consideramos que los teóricos cubanos de las últimas décadas tenemos una
deuda científica relacionada con los fundamentos
del desarrollo legislativo, en armonía con la explicación doctrinal de la unidad de poder como principio
de organización y funcionamiento del Estado cubano. No nos proponemos en este caso saldar la
deuda, sería muy ambicioso de nuestra parte, pero
sí esclarecer cuáles podrían ser algunos de los caminos por donde en lo sucesivo pudiera transitarse
en la búsqueda de nuestros propios fundamentos
científicos.
La unidad de poder fue constitucionalizada en
Cuba en el año 1976. El entonces artículo 66 constitucional la regulaba como principio, acompañada
de la democracia socialista y del centralismo democrático, estableciendo que a través de ellos los órganos del estado “se integran, funcionan y desarrollan su actividad”.
Con la reforma constitucional del año 1992 desapareció del mencionado artículo (hoy artículo 68), la
regulación expresa tanto de la unidad de poder como del centralismo democrático, aunque las formas
reguladas en 1976, a través de las cuales se debían
manifestar todos de conjunto, permanecieron sin
modificaciones esenciales, salvo en el caso del otrora
inciso f)5 que regulaba la doble subordinación, que
al desaparecer reforzó el carácter superior del órgano representativo y consolidó con ello, la unidad
de poder.
En su reflejo legislativo la concepción sobre la
unidad de poder en Cuba discurre sobre el poder
soberano e indivisible atribuido constitucionalmente
al pueblo, expresado principalmente a través del
5
Ver nota al pie Nº 27
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carácter superior que tienen los órganos representativos en cada una de las divisiones político administrativas; la subordinación a las asambleas del resto
de los órganos, en especial de los que tienen funciones administrativas y por el carácter de órgano supremo del poder del Estado de la Asamblea Nacional
del Poder Popular, en tanto representa los intereses
de la nación.
El reconocimiento de la unidad de poder como
principio significa una ruptura importante con una
concepción del poder constitucionalmente enraizada, que defiende la división como garantía democrática y mecanismo de control y ha diseñado como
consecuencia lógica la estructura estatal a partir de
determinados tipos de órganos y sus funciones respectivas, entiéndase como tal la clásica distribución
del “poder” entre los llamados órganos legislativos,
ejecutivos y judiciales.
De tal forma como decíamos antes, Cuba optó
como fundamento por una concepción filosófica o
teoría socio-jurídica diferente que de ninguna manera modifica la esencia y estructura del Estado, no
se opone a la distribución de funciones entre los
órganos, ni al control que entre los mismos debe
darse. Le concede unidad al poder en virtud de la
fortaleza que supone para el poder público la coordinación y armonía de la acción estatal.
De ahí, que como lógica consecuencia de lo señalado consideremos que la organización, estructura y
funcionamiento del estado cubano, en particular en
tanto es nuestro objeto de análisis, del municipio,
debe pensarse desde bases novedosas, autóctonas,
sistémicas y coherentes, sin que ello signifique eludir o excluir los referentes teóricos y prácticos, que
sean valederos.
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La “tripartición de poderes” como teoría ha sido
reflejada por la mayoría de las Constituciones de los
Estados modernos aunque no siempre de forma estricta. Incluso a través del tiempo, siguiendo el decir
del profesor mexicano Porrúa Pérez, “ha sufrido precisiones, moderaciones e integraciones, ha cristalizado en textos positivos que no la han adoptado de
manera absoluta”.6
En ese sentido teóricos cubanos en la primera mitad del siglo pasado sostenían ya “que uno de los
errores de Montesquieu radica en que formula una
división absoluta entre el poder del estado sobre la
base de esas tres manifestaciones, y efectivamente,
esa división absoluta no puede darse, porque siendo
uno el poder del Estado no puede dividirse en términos absolutos, ya que todos forzosa y necesariamente guardan una interdependencia entre sí”.7
Otros más modernos, no cubanos, sostienen el
mismo punto de vista -sector mayoritario hoy día- y
defienden que mejor que una división en sentido
estricto, la teoría propugna una especialización de
funciones.8 En este sentido Dromi ofrece una fórmula y refuerza la posición: “un poder político unitario,
actuante por el cauce de plurales funciones y ejercido por diversos órganos”.9
Porrúa Pérez, Francisco, Teoría del Estado, Porrúa, México,
1958, p.321
7 Lavín, Pablo F., Teoría General del estado. Copias de Clases,
Facultad de Derecho, Departamento de Publicaciones, Universidad de la Habana, 1948, p. 245.
8 García Cotarelo, Ramón y de Blas Guerrero Andrés, Teoría del
Estado y Sistemas Políticos, Parte General, p.128; Garrido Falla,
Fernando, Tratado de Derecho Administrativo, vol. I. Parte General, 12a ed., Tecnos, Madrid, 1994, p.47; Asensi Sabater, José,
Constitucionalismo y Derecho Constitucional, tirant lo blanch,
Valencia, 1996, p.140.
9 Dromi, Roberto, Derecho Administrativo, 8ª ed., Ciudad Argentina, Buenos Aires, 2000, p.129.
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Aún cuando es admitido de forma general que en
la dinámica del poder tal división no existe, la “tripartición de poderes” se ha manteniendo como referente de las diversas clasificaciones que de las funciones han existido, aun cuando muchas veces a las
funciones más clásicas se les ha atribuido distinto
contenido, conservando formalmente la misma denominación.
Así por ejemplo, García-Pelayo10 considera que si
bien es cierto que como clasificación carece de valor
universal, las funciones deben diferenciarse en legislativa, judicial y ejecutiva, mientras que esta última
puede ser subdividida11 en gubernamental y administrativa.
Asimismo, las funciones del poder para Dromi
son varias: gubernativa, legislativa, jurisdiccional y
administrativa y la diferencia entre las mismas se
canaliza a través de aspectos sustantivos (qué), aspectos orgánicos (quién) y por aspectos procesales
(cómo).12
Por su parte Cotarelo13 considera que además de
la clasificación tradicional, deben añadirse como
funciones por su significación en la vida política, las
funciones propia del poder constituyente, el poder
moderador y el poder de gobierno en sentido estricto, las que no tienen fácil acomodo en los planteamientos tradicionales.
García-Pelayo, Manuel, Derecho Constitucional comparado,
Alianza Universidad Textos, Madrid, 1987, p. 103
11 La subdivisión de la llamada función ejecutiva en gubernativa
y administrativa también la defienden Fix Zamudio y Valencia
Carmona. Ver: Fix Zamudio, Héctor y Valencia Carmona Salvador, Derecho Constitucional Mexicano y Comparado, Porrúa, México, 2005, p. 769.
12 Dromi Roberto, ob. cit., p. 131
13 García Cotarelo Ramón y de Blas Guerrero Andrés, Teoría del
Estado y Sistemas Políticos, Parte General, p.128
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Signado por los mismos referentes, Kelsen subrayó que la tricotomía usual es pues, en el fondo, una
dicotomía, es decir, la distinción fundamental entre
legis latio y legis executio. La última es subdividida
en las funciones judicial y ejecutiva en sentido estricto. A su vez, el poder ejecutivo es a menudo subdividido en dos funciones diferentes, las llamadas
funciones política y administrativa.14
En lo que a la doctrina más específicamente constitucional15 se refiere, los autores muchas veces han
dado por sentado la clasificación de las funciones a
partir de la teoría Montesquiana, lo que inferimos
teniendo en cuenta que en los análisis de estos autores sobre las mismas, su caracterización o contenido, o en exámenes que se realizan de una Constitución o país en concreto, toman como punto de
partida sus contenidos clásicos.
A diferencia de lo que sucede con las regulaciones
constitucionales, donde en lo relativo a las funciones
y/o a los tipos de órganos que las detentan no existe
mucha uniformidad, ni se aprecia comúnmente la
existencia de declaración expresa sobre el fundamento que subyace. En algunas de las Constituciones europeas16, se regulan directamente los distintos órganos, con alguna que otra especificación al
Gobierno, la Administración o al Poder Judicial,
14 Kelsen, Hans, Teoría General del Derecho y del Estado, UNAM,
México, p. 303.
15 García Cotarelo, Ramón y de Blas Guerrero Andrés, Teoría del
Estado y Sistemas Políticos, Parte General, p.128; Pérez Royo,
Javier, Curso de Derecho Constitucional, 2a ed., Marcial Pons,
Madrid, 1995, pp.480-484; Villabella Armengol, Carlos M., Selección de Constituciones Iberoamericanas, Editorial Félix Varela, La
Habana, 2000, pp XX-XXVIII,
16 Ver parte orgánica de las siguientes Constituciones: Ley Fundamental de la República Federal de Alemania de 1949, Constitución Española de 1978, Constitución de la IV República Francesa de 1978,
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mientras que en la Constitución de los Estados Unidos de América y la de otros países latinoamericanos
el texto constitucional diferencia los órganos formando parte de los distintos poderes que las Constituciones regulan expresamente, como sucede por
ejemplo, en la Constitución de los Estados Unidos
Mexicanos de 1917, la Nueva Constitución Política
de Colombia de 1995, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 2000,(por su regulación de los poderes aunque diferentes en su división)
y la Constitución de la Nación Argentina de 1994.
Lo anterior evidencia los distintos matices y formas de clasificar las funciones estatales, aún cuando predomine la tendencia a hacerlas coincidir con
la mencionada teoría de la división de los poderes, al
punto, que algunos autores17 reconocen la complejidad de la cuestión y lo difícil que resulta que las
“funciones-poderes” se ejerzan de forma pura, incluso analizan cómo unas, invaden el campo de las
otras en el marco de sus acciones previstas.
En la literatura cubana revolucionaria sobre el
tema en cuestión, no existen18 grandes diferencias
de apreciación en una parte importante de la doctrina, aunque se hallan ejemplos puntuales que apuntan hacia otras direcciones. En ese sentido se destacan Fernando Cañizares, Domingo García Cárdenas,
y el paradigmático profesor Fernández Bulté
17 Garrido Falla Fernando Tratado de Derecho Administrativo, vol.
I, Parte General, 12a ed., Tecnos, Madrid, 1994, pp 45-50.
18 Vega Vega, Juan, Derecho Constitucional revolucionario en
Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, Cuba, 1988,
p.277; Álvarez Tabío, Fernando, Comentarios a la Constitución
Socialista, Ediciones Jurídicas, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 1985, p.301; Colectivo de autores, Derecho Constitucional. Curso Dirigido, Universidad de La Habana, MES, s/f, p.342349.
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En el primer caso el profesor19 al abordar las funciones del Estado hace hincapié en las diferencias
que existen al apreciarlas desde el punto de vista
jurídico-formal o desde el punto de vista político, así
como los contrastes existentes entre las funciones
de los Estados burgueses y los socialistas. Destaca
en este último sentido las funciones, los medios y
procedimiento de que se valen estos estados para
ello. Identifica tres funciones básicas: la función de
sometimiento de las clases explotadoras, la función
de organización económica y las funciones educacionales y culturales.
Domingo García Cárdenas20 por su parte, al referirse específicamente a la organización local, considera los órganos del poder popular como instituciones representativas o de carácter administrativo, de
manera que las funciones principales de los órganos
definen su tipología.
Mientras que el profesor Fernández Bulté21 al
analizar el contenido y los métodos de ejercicio de
las funciones, abstrayéndose de la influencia tradicional, aporta una clasificación novedosa y centra la
19 Cañizares, Fernando Diego, Teoría del Derecho. Editorial Pueblo y Educación, Ciudad de La Habana, 1979, pp. 166-177.
20 García Cárdenas, Domingo, La organización estatal en Cuba,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1981, p.96.
21 El profesor Fernández Bulté considera que cuando el Estado,
para la realización de determinada línea de funciones o de un
grupo de acciones dentro de esa línea, acude a la forma jurídica
de realización, es decir, cuando tiene que promulgar normas
jurídicas, entonces el estado tiene que realizar una acción legislativa. Ulteriormente debe ejecutarse lo legislado y, en consecuencia, determinados órganos deben cumplir una función ejecutiva y, si lo normado fuere incumplido, fuere quebrantada la
ley, podría tener que acudirse a la administración de justicia en
busca de la restitución del orden legal transgredido y entonces el
Estado cumpliría una función o realizaría una actividad judicial.
Fernández Bulté, Julio, Teoría del Estado, Editorial Félix Varela,
La Habana, 2001, pp69-75.
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atención en las líneas de funciones del Estado, que
identifica como: líneas políticas, económicas, sociales
y culturales e ideológicas afirmando que ninguna
función o línea de funciones se realiza con independencia de las demás; todas están intervinculadas y
son interdependientes.
A juzgar por lo planteado hasta aquí, encararíamos sólo un problema de disquisición teórica sin
mayores consecuencias si no fuera por el alcance
que jurídica y prácticamente puede acarrear como
consecuencia su desconocimiento en la dinámica del
poder político. Al atraer el análisis a la esfera normativa cubana, se aprecia que la Constitución efectivamente formula en su artículo 9, tal y como lo
enfoca el profesor Bulté, las líneas fundamentales
que trazan la dirección hacia donde debe ir dirigido
el actuar del Estado, sin embargo, en el resto de su
articulado no se distingue con la misma nitidez en
todos los casos, de qué tipo son cada uno de los órganos, cuáles son las funciones que en relación con
su tipología deben tener, ni cuál es el contenido de
las funciones que caracterizan a los órganos de naturaleza similar.
Si bien la reforma constitucional del año 1992,
significó un salto cualitativo22 en el tema de la diferenciación de las funciones y ciertamente no ha
existido apego a lo tradicional, en tanto los órganos
y muchas de sus funciones han sido estructuralmente diseñados de forma diferente, la expresión
constitucional no abandona del todo la tipología clásica de los órganos, estructural y/o funcionalmente.
El ejemplo más significativo de lo dicho anteriormente es la regulación del Consejo de Ministros co22 Ver: Azcuy Hugo, “Cuba: ¿Reforma constitucional o nueva
Constitución?”, en Cuadernos de Nuestra América, vol. XI, núm.
22, julio-diciembre 1994. p. 49.
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mo máximo órgano ejecutivo y administrativo y gobierno de la República. Puede que no exista contradicción en este sentido, pero ¿existe la misma claridad en relación con los órganos que debieran o pudieran considerarse órganos ejecutivos en todos los
niveles territoriales? ¿A qué concepción de gobierno
debiéramos afiliarnos? ¿Qué relación tiene el Gobierno, con el estado?
Entre las múltiples formas de explicar teóricamente la relación Estado–gobierno, constituye la
más común, considerar el Estado como la organización política en su conjunto y el gobierno como la
cúspide de aquel, ¿qué órganos deben considerase
Gobierno a nivel municipal en Cuba?, ¿tal precisión
resulta imprescindible para el funcionamiento municipal?
Es preciso reconocer que sobre estos tópicos,
coincidiendo en el decir de Torres del Moral,23 se ha
estudiado muy poco desde una perspectiva constitucional en correspondencia con el escaso espacio
que le dedican, por lo común, los textos constitucionales vigentes y las parcas e imprecisas palabras
con que se alude a sus funciones. Los análisis conceptuales sobre el gobierno y la administración son
en su mayoría de derecho administrativo.
Torres Del Morral, Antonio, Principios de Derecho Constitucional Español, 2, 2a ed., Átomo Ediciones, Madrid, 1988, p.195.
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III. DESPEJANDO LA NATURALEZA JURÍDICA DE
LAS ASAMBLEAS MUNICIPALES DEL PODER
POPULAR
“…venimos de una tradición de
Administración local; debemos corregir
eso y hablar de gobierno local, porque
en definitiva, gobernar una ciudad es
mucho
más
que
ejercer
las
competencias o que prestar los servicios
legalmente asignados. Eso es condición
necesaria, pero no suficiente; es decir,
eso hay que hacerlo y hay que hacerlo
bien, pero gobernar una ciudad es
mucho más que eso…”24
La Constitución cubana establece en el artículo
103 que las asambleas dentro del marco de su
competencia, y ajustándose a la ley, ejercen gobierno,
¿cómo interpretar el alcance y significado de esta
regulación, significa que en ellas radica el gobierno
municipal?
Ciertamente al analizar el régimen jurídico de las
asambleas municipales y conocer su desempeño,
apreciamos cierta vocación de gobierno, en la medida que son ellas los órganos que “conducen la nave”,
“se asemejan a una agencia especializada colocada
al frente del poder, pero mucho menor que el Estado, formadas por las personas que, en la comunidad política, ocupan los más altos cargos, dominan
las instancias superiores del poder y deciden las
24 25 años de democracia municipal. X Seminario sobre Gestión
Pública Local, Ediciones TREA, S. L.,Gijón, 2005, p. 80
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grandes líneas de la política”.25 La misma apreciación podemos tener si compartimos la definición que
aporta Loewenstein sobre el gobierno, al entenderlo
este autor, como un órgano de carácter político, al
que corresponde el liderazgo de la acción pública .26
Se asume que el gobierno es quien dirige el mecanismo estatal, como si resultara que cada comunidad política fuera una nave con sus pasajeros, siendo
el estado la tripulación y el gobierno el capitán o
piloto: el “kybernetes” griego, encargado de manejar
el “gobernalle”. 27
En ese sentido, pudiera entenderse que el artículo
103 le atribuye a las asambleas municipales del poder popular -constituidas en las demarcaciones político-administrativas en que se divide el territorio nacional- la facultad de ejercer gobierno; sobre todo si se
tiene en cuenta a tono con lo abordado, que están
25“La palabra gobierno tanto en los idiomas latinos como en el
inglés, viene del griego kibernao, gobernar una nave, aunque los
griegos no usaban este vocablo para referirse a la institución de
gobierno. Sin embargo, en los países anglosajones, que no son
verdaderos Estados en el sentido a un tiempo pleno y estricto de
este último vocablo, es corriente que el término gobierno se emplee en sentido poco preciso, designando: La acción y efecto de
gobernar o gobernase: “Acto, manera, hecho o función de gobernar”, aclara el diccionario de Oxford. El conjunto de ministros
presididos por el primer ministro o “cuerpo de personas que
gobiernan un Estado”, según el mismo diccionario. El conjunto
de las instituciones políticas del país, acepción en la cual no hay
gran diferencia con el estado “el estado como agente, administración o ministerio” de acuerdo con el citado Diccionario”. Pereira
Menaut, Antonio-Carlos, Lecciones de Teoría Constitucional, Editorial Colex, Madrid, 1997, p.201.
26 Citado por López Pellicer, José A., Lecciones de Derecho Administrativo.Organización administrativa, PPU, Barcelona, 1992,
p.95.
27 Ver: Palabra española que, no por casualidad, significa precisamente el timón del barco /del latín gubernaculum). Pereira
Menaut, Antonio-Carlos, Lecciones de Teoría Constitucional, Editorial Colex, Madrid, 1997, p.201.
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investidas de la más alta autoridad para el ejercicio de
las funciones estatales en sus demarcaciones respectivas y en tanto son reconocidas como los órganos
superiores locales del poder del Estado, constituyen la
guía, dirección y conducción superior en la localidad.
Sin embargo, no es posible realizar un análisis
simple de este tema, porque en la literatura especializada28 el término gobierno adquiere significados
diversos. Es frecuente que al referirse al mismo se
aluda a la forma de organización global en un Estado (o régimen político); a la acción misma de elaboración de las políticas públicas (o gobernación); o a
la organización institucional donde reside la autoridad formal del Estado. De hecho, como gobierno se
designa específicamente a la cima política que junto
a la administración, conforma el llamado poder ejecutivo. Se reconoce el gobierno como una institución
política de existencia universal, a diferencia de los
Parlamentos o los tribunales por lo que se identifica
en ocasiones con el poder estatal en sentido estricto.
Con todo y lo anterior, todavía no se allana la interpretación que de la formulación constitucional
puede realizarse. La Constitución evidentemente le
atribuye esa cualidad de ejercicio o actividad a la
Baeza Alcázar, Mariano, Curso de Ciencia de la Administración,
vol. I, 2ª ed., Tecnos, Madrid, 1985.p. 392. En el mismo sentido,
Torres Del Morral señala que la clara equivocidad o anfibología
del término Gobierno hace que no todas las menciones jurídicopositivas y doctrinales del mismo tengan un único objeto de
referencia. En efecto, este término es utilizado tanto para significar el Consejo de Ministros como para designar el Poder Ejecutivo en su sentido más amplio, incluido el Jefe de Estado; o también como equivalente de todo el complejo de órganos e Instituciones estatales, sinónimo o casi de Estado; o como expresivo del
régimen político. Su empleo en expresiones tales como formas de
gobierno y actos de gobierno muestran claramente esta equivocación del término en cuestión. Torres Del Morral, Antonio, ob.
cit., p.197.
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asamblea municipal pero, con ello no necesariamente le concede la naturaleza de gobierno al mencionado órgano del Poder Popular.
Recordemos que al analizar teóricamente el término gobierno, éste puede ser visto con naturaleza
doble: por una parte, se nos aparece como un órgano que realiza una actividad política distinta de la
administración pública y superior a ella ejerciendo
la dirección de la misma, pero por otra parte, los
ordenamientos jurídicos le atribuyen a los órganos
que consideran el gobierno, funciones administrativas y cuando las ejercita se nos ofrece como integrado en la administración general del Estado.29
En tal sentido, Parejo Alfonso subraya que el gobierno, organizativamente hablando, es siempre una
instancia político-constitucional que actúa en el
plano propio de las instituciones básicas del Estado
(todas directamente constitucionales, naturalmente),
que, no obstante, opera también-desde tal planodirectamente hacia el ciudadano en términos de actuación administrativa.30
Si relacionamos estas últimas ideas con las
asambleas municipales del poder popular, nos podemos desorientar, podríamos preguntarnos: ¿las
asambleas municipales del poder popular son gobierno, por las características ya analizadas de poder local superior, y a su vez en otro aspecto de
aquel, constituyen también actuación administrativa?
Para el profesor Garcini la administración vista
como sujeto, es un complejo de órganos armónicamente constituidos, unidos por relaciones jerárqui29 Ver: Entrena Cuesta, Rafael, Curso de Derecho Administrativo,
13ª edición, Tecnos, Madrid, 1999, p.32.
30 Parejo Alfonso Luciano y otros, Manual de Derecho Administrativo, vol. I, 5a ed., Ariel, Barcelona, 1998, p. 70.
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cas y de coordinación; en su objeto es acción, actividad encaminada a cumplir finalidades estatales,
Para el mencionado profesor, si delimitamos la actividad administrativa en la esfera total de las actividades del estado y determinamos los órganos que la
tienen a su cargo, tendremos la noción general de lo
que es la administración pública.31
Es decir, en la noción de actividad administrativa
coinciden tres elementos generales íntimamente relacionados, poder, órgano y función. Implica la existencia de una potestad, de una finalidad de servicio
y también de una acción determinada para lograr un
fin.32
En resumen como dice Dromi, “administrar” se
identifica básicamente con “servir a”, 33 es consistente con un proceso encaminado hacia un fin. De manera que es común que al referirnos a la Administración en concreto, se asocie a la idea de gestión, al
manejo consecuente de unos determinados medios
para lograr objetivos predeterminados.
Debe quedar bastante claro, que las asambleas
municipales del poder popular son órganos con poder pero, por sí mismas no son los órganos encargados a nivel municipal de la “acción” administrativa.
No debe considerarse que en ese sentido “deban
ejercer gobierno”.
Sí la naturaleza de las asambleas pudiera subsumirse en la capacidad de prever, organizar, mandar, coordinar y controlar y como dice Henry Fa-
31 Garcini Guerra, Héctor, Derecho Administrativo, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1986, p. 20.
32 Martín Mateo, Ramón, Manual de Derecho Administrativo,
Editorial Trivium, Madrid, 1996. pp21-22.
33 Ver: Dromi, Roberto, Derecho Administrativo, 8ª ed., Ciudad
Argentina, Buenos Aires, 2000, p. 138.
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yol,34 administrar es todo eso, en ese sentido, no
habría objeción.
Las Asambleas Municipales del Poder Popular no
constituyen administración y solo deben considerarse gobierno en el sentido más amplio que la teoría le
concede al término, como dirección y guía política de
la comunidad, investidas de la más alta autoridad
para el ejercicio de las funciones estatales en sus territorios, como formula la Constitución. Son retomando lo dicho, órganos representativos y de poder.
En Cuba, son los consejos de la administración
surgidos luego de la reforma constitucional del año
1992 los órganos que dirigen la administración local.
IV. LOS CONSEJOS DE LA ADMINISTRACIÓN
MUNICIPAL ENTRE EL GOBIERNO Y LA
ADMINISTRACIÓN
La atribución más importante
y vasta del Gobierno es la de
administrar35.
La Constitución cubana faculta a las asambleas
del poder popular para constituir administraciones
locales que dirijan a las entidades económicas, de
producción y de servicios de subordinación local con
el propósito de satisfacer necesidades económicas,
de salud y otras de carácter asistencial, educacionales, culturales, deportivas y recreativas de la colectividad del territorio al que se extiende la jurisdicción
de cada una de ellas.
Teniendo en cuenta el anterior lineamiento, las
administraciones locales se conforman por sus conCitado en www.monografias.com. Historia de la administración
Céspedes, José María, Elementos de Derecho Natural, Establecimiento Tipográfico, teniente Rey, 23, Habana, 1894, p. 75.
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sejos de la administración,36 que son los que las
dirigen, así como por las direcciones administrativas, organizaciones empresariales y unidades presupuestadas de carácter local, encargadas de realizar, dirigir, atender y controlar, según el caso, las
actividades económicas, de producción y servicios.
Los consejos de la administración son órganos
colegiados. Además de los miembros designados,
participan en ellos, en calidad de presidente y primer vicepresidente, los igualmente titulares de los
órganos representativos y de poder de más alta jerarquía en los territorios. Son designados por las
asambleas y se encuentran jerárquicamente supeditados a ellas.
El consejo de administración se concibe como el
órgano que debe organizar, dirigir y controlar la administración en el territorio, y junto a ello ejecutar e
implementar los acuerdos y políticas públicas que
aprueben las respectivas asambleas, así como coadyuvar al desarrollo de las actividades y al cumplimiento de los planes de las unidades establecidas en su
demarcación que no les estén subordinadas, de manera que su actuar se expresa a través de disímiles
funciones, que son fundamentalmente de tipo administrativas, sin excluir algunas de tipo políticas; asunto que abordaremos más adelante.
Teniendo en cuenta nuestros fines, es razonable y
adecuado comenzar analizando la organización adLos consejos de la administración no cuentan con regulación
constitucional. La constitución e integración de los consejos de
administración como los órganos que dirigen las administraciones locales se reguló primeramente por el Acuerdo Nº 4047 del
Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros de fecha 4 de junio de
2001, que dio lugar al Reglamento de las Administraciones Municipales del Poder Popular, posteriormente modificado por el
Acuerdo Nº 6176 del mismo órgano, de fecha 13 de Noviembre de
2007.
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ministrativa local cubana bajo el prisma doctrinal y
legislativo.
Para algunos autores la administración es dirigida por el gobierno.37 En este sentido, si se asume
que el consejo de la administración municipal está
definido jurídicamente como la dirección de la administración local, podría inferirse rápidamente que
el Gobierno municipal recae en este órgano.
Incluso, sí analizamos lo señalado a partir de los
principios de organización y funcionamiento del Estado cubano constitucionalmente regulados en el
artículo 68, pudiéramos llegar a conclusiones similares. Conforme a la regulación constitucional38
mencionada, el funcionamiento de la democracia
socialista como método y principio básico del ejercicio del poder y organización del mismo, -como ya se
explicó- presupone la unidad del poder, el centralismo democrático, el control y la participación en el
ejercicio del poder.
A nivel municipal, la unidad de poder puede
identificarse a través de la subordinación directa o
indirecta del resto de los órganos, tanto los de carácter representativo como los órganos administrativos, al órgano superior de poder, en tanto la asamblea, representa los intereses generales de la localidad y su poder dimana del pueblo soberano.
A partir de lo anterior y desde ese punto de vista,
nada se opondría a que los consejos de la administración fueran los gobiernos municipales. Recordemos
que las relaciones de subordinación entre los órganos
37 Retortillo y Baquer, Sebastián Martín, Administración y Constitución, Instituto de Administración Local, Madrid, 1981, p.16.
38 Ver artículos 3 y 68 constitucionales. Constitución de la República de Cuba, .Dirección de Legislación y Asesoría del Ministerio de Justicia, La Habana, 2005.
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se dan de forma similar a nivel nacional, donde es
reconocido el Consejo de Ministros, como el gobierno
de la República.
Tengamos en cuenta que de la subordinación
esencial de los órganos designados a los representativos se infieren como tipología dos formas básicas:
la subordinación cualitativa que a nivel nacional
tiene su punto de partida en la Asamblea Nacional
del Poder Popular, quien, como ya se ha expresado,
unifica los intereses del poder en correspondencia
con su carácter de órgano supremo, representa y
expresa la voluntad soberana de todo el pueblo, y a
la que todos se subordinan, así como la subordinación vertical, que se establece entre órganos y entes
estatales de funciones similares. Entre los órganos
que conforman las administraciones públicas se
establecen relaciones de dependencia, los mismos se
organizan verticalmente, sobre la base de la gradación de las competencias entre órganos de distintos
niveles territoriales. Los órganos superiores dirigen,
inspeccionan y ordenan conductas a los inferiores.
El Consejo de Ministros en virtud de las atribuciones que se le reconoce por la Constitución de la
República en el artículo 97, dirige la administración
del Estado, unifica, coordina y fiscaliza la actividad de
los organismos de la administración central y de las
administraciones locales, a partir del principio básico
de la administración pública de unidad de actuación
de todos sus órganos.
Continuando con la lógica anterior, los consejos
de la administración dirigen la actividad administrativa local y tienen bien definidas sus funciones administrativas, ¿por ese motivo deben ser considerados el gobierno municipal?
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Los consejos de la administración constituyen elementos importantes de la administración pública39 (a
nivel local), a partir de lo cual sus funciones primordiales son:40 promover el desarrollo económico y social de su territorio, dirigir la actividad administrativa
a él subordinada y controlar la de las actividades de
su territorio, independientemente del nivel de subordinación de las correspondientes entidades, por consiguiente, no deben ser considerados el gobierno local.
Al hurgar sobre las causas de tal apreciación
práctica, consideramos que existen dificultades interpretativas y que la génesis de las mismas están
estrechamente relacionadas con una traspolación de
las consideraciones que existían sobre la organización local, tal y como estaba conformada antes de la
reforma constitucional de 1992.
Precisamente, puede afirmarse, de acuerdo con
Hugo Azcuy, que las principales reformas constitucionales41relacionadas con nuestro objeto de análisis, fueron: diferenciar las funciones de las asambleas de la de los órganos administrativos locales,
eliminar la doble subordinación42 y reforzar la supremacía de los órganos representativos y de poder.
39 La expresión administración pública hace alusión a muy diversos tipos de entidades cuyas tipología general ya ha sido expuesta. “No se trata tan solo, de la administración del Estado,
sino que deben entenderse incluidas las administraciones de tipo
territorial”. Villar Palasí, José Luis y Villar Ezcurra, José Luis,
Principios de Derecho Administrativo, t. I, Concepto y Fuentes,
Universidad de Madrid, Madrid, 1982, p. 35. En Cuba ninguna
disposición normativa define expresamente la Administración
Pública.
40 Art. 8, Acuerdo Nº.6176 Reglamento de las Administraciones
Locales del Poder Popular, Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros. Secretaría, Noviembre del 2007.
41 Azcuy Hugo, ob. cit., p.49.
42 La infraestructura administrativa estaba sujeta a una doble
subordinación: de una parte a las propias asambleas locales y
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La regulación constitucional previa a las
modificaciones del año 1992, disponía en el artículo
102 que las asambleas locales ejercían gobierno y a
través de los órganos que las mismas constituían,
debían dirigir las entidades económicas, de
producción y de servicios que le estaban directamente
subordinadas, así como desarrollar las actividades
requeridas
para
satisfacer
las
necesidades
asistenciales, económicas, culturales, educacionales y
recreativas de la colectividad del territorio sobre la
cual se extendiese la jurisdicción de cada una.
El profesor Peraza Chapeau refiriéndose, a la
mencionada disposición constitucional subrayó que
en la misma
se establece también una clara distinción entre
los actos de gobierno y los de administración
desde el punto de vista formal, los actos de gobierno son actos del Poder Popular, y se integran con la intervención del órgano que encarna ese poder; es decir, las asambleas del poder
popular. El acto de gobierno se funda en un
poder constitucional, a diferencia del acto administrativo que se deriva de una disposición
legal o reglamentaria. De ahí que el precepto
examinado exprese de una parte que a las
asambleas del poder popular, en cuanto les
sus respectivos comités ejecutivos y de otra al órgano de jerarquía superior de la rama administrativa correspondiente. Ver:
Colectivo de Autores, Derecho Constitucional. Curso Dirigido,
Universidad de La Habana, S/F, p. 348. La Constitución establecía en su artículo 66, inciso f que en la actividad de los órganos
ejecutivos y administrativos locales rige un sistema de doble
subordinación: subordinación al órgano del poder popular correspondiente a su instancia y subordinación a la instancia superior que atiende las tareas administrativas que el órgano local
tienen a su cargo.
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concierne ejercen gobierno y, de otra parte, dirigen por medio de los órganos que constituyen, entidades económicas, de la producción y
los de servicios que le están directamente
subordinados.43
Lo anterior se comprende, porque no se diferenciaba de forma clara el actuar de la asamblea del de
los comités ejecutivos que ellas mismas creaban y a
través de los cuales ejercían funciones administrativas. Los comités ejecutivos44 tenían una naturaleza
sui generis, eran considerados órganos ejecutivos y
deliberativos, con atribuciones ejecutivas, administrativas y ejecutivo-administrativas; según la clasificación45 que explicara el profesor Garcini Guerra.
En cambio, para el profesor Vega Vega46 los comités ejecutivos eran órganos de dirección estatal que
efectivamente ejercían gobierno mientras que para el
profesor Álvarez Tabío47 se destacaba el papel dirigente que desempeñaban estos órganos en la vida
43 Peraza Chapeau, José (comp.), Selección de lecturas de Derecho Constitucional, Universidad de La Habana, Facultad de Derecho, La Habana, 1985, p.460.
44En la Constitución de 1976, sin reformar; eran órganos colegiados, elegidos por las asambleas provinciales y municipales del
poder popular, integrados por delegados de la propia asamblea,
que la sustituía entre uno y otro período de sesiones de la misma. (Artículos 114-120)
45 Garcini Guerra, Héctor, “El Sistema de gobierno y de administración de la República de Cuba” en Peraza Chapeau, José,
(Comp.) Selección de lecturas de Derecho Constitucional, Universidad de La Habana, Facultad de Derecho, La Habana, 1985, pp.
403-405.
46 Vega Vega, Juan, Derecho Constitucional revolucionario en
Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1988, p.277279.
47 Álvarez Tabío, Fernando, Comentarios a la Constitución Socialista, Ediciones Jurídicas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1985, p.355.
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local. Nótese además que en correspondencia con el
artículo 118 (sin reformar), los comités ejecutivos
rendían cuenta periódicamente de su actividad a la
respectiva asamblea y al comité ejecutivo de jerarquía inmediata superior.
Como se aprecia de esta rápida descripción, los actuales consejos de la administración municipal no
son órganos sustitutivos de los comité ejecutivos, son
órganos con naturaleza, relaciones interorgánicas y
funciones diferentes, de ahí que, por las mismas razones que el comité ejecutivo pudo ser calificado, correcta o incorrectamente, como gobierno local, no
puede considerarse hoy que el consejo de la administración constituya el gobierno municipal; los fundamentos no se corresponderían. Los consejos de la
administración son típicos órganos administrativos.
V. UN ANÁLISIS DE LA ORGANIZACIÓN MUNICIPAL
A PARTIR DE LAS ATRIBUCIONES: INTENTANDO
UNA CLASIFICACIÓN
La Constitución refrenda que el municipio es la
sociedad local, con personalidad jurídica a todos los
efectos legales, con capacidad para satisfacer las
necesidades mínimas locales. Además de ejercer sus
funciones propias, coadyuva a la realización de los
fines del Estado48 para la realización del bien común
como fin último que persigue el municipio las
acciones municipales se manifiestan de diversas
formas.
La Constitución cubana reconoce expresamente
funciones para las asambleas municipales (artículo
48
Ver: Artículo 102 de la Constitución de la República de Cuba.
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106), no así para otros órganos municipales, para
los cuales rigen otras disposiciones de menor jerarquía.49
Por su contenido sugerimos agruparlas, de la siguiente forma:
- Atribuciones relacionadas con la constitución de las estructuras municipales: proponen
su creación, designación, organización, funcionamiento, etc., (incisos, b, c, f, g, h, i),
- Atribuciones normativas y propiamente deliberativas: (incisos, e, j y k)
- Atribuciones de control político: (incisos, ch,
d, y l )
- Atribuciones relacionadas con políticas gubernativas : (incisos a, ll, m y n ).
Como puede apreciarse de la clasificación
propuesta, las atribuciones son típicas de órganos
superiores y de poder, pudieran reforzar el tributo a
la concepción de gobierno, en tanto, como ya
indicamos, constituyen guía, dirección o conducción
legitimada y
representante de la localidad. Son
funciones políticas; impulsoras y orientadoras del
desarrollo del territorio al que sirve, a partir de la
cuales se delimitan los objetivos que determinan la
estrategia municipal.
49 El artículo 109 constitucional dispone que: Las entidades que
se organizan para la satisfacción de las necesidades locales a fin
de cumplir sus objetivos específicos, se rigen por las leyes,
decretos-leyes y decretos; por acuerdos del Consejo de Ministros;
por disposiciones que dicten los jefes de los organismos de la
administración central del Estado en asuntos de su
competencia, que sean de interés general y que requieran ser
regulados nacionalmente; y por los acuerdos de los órganos
locales a los que se subordinan.
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Las funciones que por mandato constitucional
estas asambleas tienen atribuidas, que pudieran
clasificar como ejecutivas son actos jurídicos que se
agotan por el simple hecho de ser emitidos, y no
necesitan una actuación material50, los ejemplos más
significativos pueden ser, en este caso los actos de
nombramiento.
Por su parte, las atribuciones de los consejos de la
administración municipal reguladas en el artículo13
del Acuerdo Nº 6176, Reglamento de las
Administraciones Locales del Poder Popular, se
corresponden en su mayoría con las propias de un
órgano de naturaleza administrativa, funciones
reconocidas como administrativas y/o ejecutivas, de
coordinación y dirección de actividades económicas,
sociales; con la excepción de las reguladas en los
incisos 4, 10 en parte, 16 y 19, las que calificamos
como atribuciones políticas, teniendo en cuenta que
reflejan la relación de subordinación política,
existente entre estos órganos y los superiores de
poder en la localidad.
En sentido general, a partir del análisis de las
atribuciones de los órganos básicos, que conforman
estructuralmente el Municipio cubano se distinguen
nítidamente dos grupos esenciales; las atribuciones
políticas y las esencialmente administrativas. El
conjunto de ellas sugiere una dirección políticagubernativa51 de carácter general, que en un plano
50
Ver: Garrido Falla, Fernando, Tratado de Derecho
Administrativo, vol. I, Parte General, 9a ed., Tecnos, Madrid,
1985, p.40.
51 Para Jellinek el gobierno en el sentido material puede ser
ejercido por los órganos de la legislación. Incluso el poder
supremo puede ser atribuido a estos órganos. Jellinek G., Teoría
General del Estado. t. II, Biblioteca de Derecho y Ciencias
Sociales, Madrid, 1915. p, 315.
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teórico tradicional pudiera ser considerado como el
típico poder municipal.
Si bien es cierto que la historia52 municipal cubana revela como tradición que la organización municipal ha tenido en la cúspide a órganos ejecutivos y
de gobierno, al igual que en otros muchos países53,
en particular en España y en América Latina, en los
que el alcalde54 es o ha sido, el órgano que ejerce la
llamada función ejecutiva municipal; en Cuba desde
la promulgación de la vigente Constitución, el ente
municipal ha transformado su esencia, por una naturaleza decididamente más política.
52Carrera
y Justiz, F., Introducción a la historia de las
Instituciones Locales de Cuba, t. II, La Habana, la Moderna
Poesía, p. 239, 242. “Los Ayuntamientos cubanos, teniendo en
sus cuatro siglos de tradición, al Alcalde, como parte del
Ayuntamiento, que por lo general presidía…” “Sobre el
Ayuntamiento cubano, ha estado el Poder ejecutivo…”
53 Artículo 200 de la Constitución Política del estado de Bolivia.
Programa de Administración de Justicia USAID/Bolivia a través
de MSD-CIF/DGFE/001/99, Artículo 174 de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela.5.453-Extraordinario, 24
de marzo de 2000, artículo 140 de la Constitución Española.
Editorial Colex, Madrid, 2003, En la Constitución política de
Colombia, vigente, (artículo 314) el alcalde se considera el
representante legal del municipio. En México está presente el
sistema de ayuntamiento donde no existe una división del
ejecutivo con el órgano deliberante. El presidente municipal
forma parte del órgano deliberante, lo preside y frecuentemente
tienen inclusive, voto de calidad. Fernández Ruiz Jorge
(Coordinador), Régimen Jurídico Municipal en México, Porrúa,
México, 2003, p.113.
54 Etimológicamente, alcalde, significa juez en idioma árabe. La
administración de justicia en el orden penal y civil fue la primera
y la más importante atribución de los alcaldes. A comienzos del
siglo XIX, con la Constitución de Cádiz, fueron separadas las
funciones judiciales de las de gobierno local, que desde esa
época adquieren una fisonomía más precisa como órganos
político-administrativos de las ciudades. Ver Alzadora Valdéz,
Mario, Derecho Municipal, Editorial y Distribuidora de Libros,
Perú, 1985, p. 149.
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VI. A MODO DE CONCLUSIÓN: ¿QUÉ ÓRGANO
DEBIERA CONSIDERARSE COMO EL “GOBIERNO
MUNICIPAL” EN EL SISTEMA DEL PODER
POPULAR CUBANO?
El gobierno es al mismo tiempo la
muralla que ampara, la espada
que venga, la balanza que a cada uno da su derecho, el ojo que
observa.55
Coincidiendo con el principal exponente
del municipalismo cubano de principios del siglo XX, el profesor Carrera y Justiz, es necesario dar por sentado que, en tanto cada función
demanda el órgano apropiado para realizarla,
es necesario una nueva orientación cada vez
más variada y curiosa en el orden político, o
sea en la organización del gobierno municipal56
para cada país. Cada organización municipal
tiene características específicas, motivadas por
factores históricos, culturales, económicos y
políticos.
La formulación constitucional cubana vigente, ha provocado confusión terminológica al
regular de forma anfibológica la capacidad de
“ejercer gobierno”, utilizando indistintamente
el vocablo gobierno, con alcances diferentes a
55 Proudhon, P.J., El Estado, Editorial Tor, Buenos Aires, S/F,
p.5
56 Carrera Justiz, F., Algunas nuevas orientaciones del gobierno
local, Universidad de La Habana, Academia de la Facultad de
Derecho, La Habana, 1919, p.14.
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nivel central y local. En Cuba a nivel municipal,
no existe definición constitucional expresa del
gobierno ni como órgano ni como actividad diferenciada.
En la práctica cubana los diputados, delegados y funcionarios califican indistintamente a
la asamblea o al consejo de administración como gobierno, asunto que en nuestra opinión
puede repercutir negativamente en la realización
del diseño constitucional, en particular en lo referido a la aplicación consecuente de los principios de centralismo democrático y de supremacía de los órganos representativos, sobre todo si
se tiene en cuenta la identidad en la presidencia
de ambos órganos.
El término gobierno adquiere alcances
concretos y diversos, que puede aludir: a la
forma de organización global de un Estado, a
la acción misma de elaboración de las políticas
públicas o a la organización institucional donde reside la autoridad formal del estado; es
además, objeto de plurales conceptos, de los que
se destacan: la actividad directiva de la sociedad, la impulsión de los asuntos de interés general, el conjunto de autoridades y funcionarios
superiores de un estado, provincia o municipio,
la “autoridad suprema en los Estados”57, así
como, el conjunto de poderes a los que pertenece en cada Estado el ejercicio del poder efectivo.
En la actuación propia de la municipalidad;
“gobernar” se corresponde con, “planificar, trazar políticas para la demarcación, concebir las
estrategias necesarias para llevarlas a cabo, reglar, tomar decisiones, dirigir su ejecución y
Aristóteles, La Política, cap. I, libro V, Casa Editorial Garnier
Hermanos, París, p.113.
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controlar; impulsar y dirigir la vida toda de un
Municipio”,58 por lo que podríamos afirmar que
no existe campo que esté excluido de la tarea
de gobernar, el poder del gobierno es en ese
sentido -territorialmente apuntamos- universal.59
Sobre todo si se tiene en cuenta que en Cuba
tradicionalmente, los autores al referirse al gobierno municipal, lo han hecho de forma general haciendo alusión al poder del municipio o
la municipalidad en su conjunto; se pudiera
considerar al gobierno municipal al igual que
lo hizo en su día el profesor Carmona Romay,
como “el conjunto de órganos o poderes de la
sociedad local, políticamente organizada, para
promover los fines de la misma conforme a la
Constitución y las leyes”.60 Esa tendencia pudo
haber incidido en la concepción actual de la
municipalidad cubana.
Para finalizar consideramos que se pudieran asumir, entre otras posibles, tres posiciones:
Primera: el gobierno no tiene que ser necesariamente un órgano específico o varios, (teniendo en cuenta la división político administrativa de un país); puede ser entendido también como
el conjunto de
funciones
58 Villabella Armengol, Carlos Manuel, “El Modelo estatal municipal cubano. Breves apreciaciones sobre sus instituciones” en
Temas de Derecho Constitucional Cubano, Editora Félix Varela,
La Habana, 2000, p.176.
59 Ver: Álvarez Tabío, Fernando, Comentarios a la Constitución
Socialista, Ediciones Jurídicas, Editorial de Ciencias Sociales, La
Habana, 1985, p.304.
60 Carmona Romay, Adriano, Programa de Derecho Municipal,
Editorial Librería Martí, La Habana, 1950, p.26-27.
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gubernativas típicas, de los órganos del Estado
a través de las cuales se expresa su autoridad.
Segunda: la concepción cubana actual de gobierno municipal, está motivada por la fuerza
de la costumbre y la tradición municipalista,
más práctica que teórica, que suele identificar
el gobierno a nivel local con el todo orgánico y
funcional que representa el municipio mismo.
Tercera: la pretensión del constituyente, (lograda confusamente desde el punto de vista
técnico), fue considerar como órgano de gobierno a nivel municipal, a las asambleas municipales del poder popular por ser el órgano
superior de poder estatal en ese nivel territorial.
En cualquier caso consideramos que sería
aconsejable perfeccionar la sistemática de la
regulación constitucional en ese sentido, diferenciar el gobierno de la administración; delimitar el gobierno municipal como órgano si
fuera el caso y definir además la organización y
las orientaciones que se derivan de la acción
gubernamental, regulando las funciones propias de los órganos sobre los que recaiga esa
capacidad.
En nuestra opinión, el municipio cubano
actual tal y como ha resultado perfilado constitucionalmente, es un ente territorial de naturaleza político-administrativa. La asamblea
municipal del poder popular, es un órgano deliberativo que aún cuando está dotado de funciones de gobierno; el alcance de su naturaleza
política y soberana es tal, que no requiere de
otro reconocimiento.
La regulación constitucional cubana sobre
el tema tratado no es nítida, urge mejorarla
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LISSETTE PÉREZ HERNÁNDEZ
técnicamente, pero si importante es trabajar
por el perfeccionamiento constitucional es
también cardinal que los teóricos patrios continuemos trabajando en pos de fundamentar
consecuentemente la tipología de los órganos,
sus funciones distintivas y las articulaciones
que se dan entre ellos, de tal manera que se
correspondan lo más plenamente posible con
los principios de organización y funcionamiento sobre los que –por definición constitucionaldeben desarrollar su actividad.
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