Llegan los inmigrantes y la sociedad argentina se transforma: Imágenes, caricaturas y fuentes escritas. Hacia el final del siglo XIX, la primera etapa de ampliación del puerto de la ciudad de Buenos Aires había concluido con la construcción de los docks, diques rodeados de grandes edificios. Esos edificios, que un siglo después se reciclarían como oficinas, viviendas o restaurantes, contenían entonces cereales destinados a la exportación. Para la misma época, la zona residencial de la ciudad se estaba trasladando hacia el norte, y antiguas casonas rectangulares con habitaciones alrededor de patios se transformaban en conventillos, cuyos habitantes hablaban diferentes idiomas y dialectos. En Europa, la población había crecido extraordinariamente y muchos europeos comenzaron a venirse a nuestras tierras, tentados por las interesantes ofertas de empleo y por el precio cada día más barato de los pasajes. Venían a “ hacer la América” que era como decir a trabajar duro, a ganar mucho dinero y a volver a sus pagos enriquecidos.. Muchos volvieron, pero otros tantos se quedaron. Entre 1880 y 1890 llegaron a este país, que tenía menos de dos millones de habitantes , un millón de inmigrantes y 650.000 se radicaron definitivamente en él. Esta inmigración masiva , que se aceleró a partir de 1880 y continuó hasta bien entrado el siglo XX, y el progreso económico modificaron tanto la sociedad argentina que podría decirse que la hicieron de nuevo. Pensemos solamente que en 1869 había en el país 1.800.000 habitantes y, en 1914 ¡7.800.000!!, y que en Buenos Aires, que en 1869 tenía sólo 180.000 habitantes, en 1914 tendría casi diez veces más: 1.500.000. En 1895, dos de cada tres habitantes de la ciudad eran extranjeros. Sobre todo italianos –primero del norte y juego del sur- y, en segundo lugar, españoles, en menor medida franceses, rusos, sirios, suizos, alemanes. Muy pocos de esos inmigrantes se instalaron n el interior, con excepción de algunos lugares como Mendoza. Muchos, muchísimos se fueron al campo, al Litoral sobre todo, y con su trabajo hicieron posible lo que se llamó la “revolución de las pampas”, la transformación de inmensas extensiones vírgenes en sembrados y en chacras. Pero el grueso de los inmigrantes se quedó en las ciudades, sobre todo en Buenos Aires y en Rosario, donde había más demanda de mano de obra. Se conchababan en las obras de construcción del puerto, en los silos, en los molinos, en los frigoríficos, o en la construcción de edificios: el Congreso, el Correo o los palacios de los ricos como el actual Círculo Militar, que era de la familia Paz, o en la construcción de ferrocarriles. Trabajaban de carreros, de sirvientes, de vendedores ambulantes o de obreros de las flamantes fábricas (Alpargatas, Bagley Vasena). Solían vivir todos juntos, casi siempre cerca del puerto por donde habían entrado, y sobre todo en el Barrio de La Boca, donde casi todos eran genoveses, o “geneises” como se les decía entonces. Alquilaban una pieza en un conventillo-las viejas casas chorizo, con un zaguán y muchas habitaciones que daban a un patio. Poco a poco, se fueron aclimatando y fueron transformando, a la vez, la sociedad a la que se habían trasplantado. Muchos de ellos eligieron unirse, agremiarse, solidarizarse unos con otros. Formaron asociaciones de ayuda mutua, y también sociedades gremiales, como tipógrafos, panaderos, carreros, o grupos políticos, como el de los anarquistas. Otros en cambio, concentraron sus esfuerzos en un ascenso solitario, un camino en el que lo único que importaba era el futuro de la propia familia. Estos inmigrantes exitosos, con el tiempo, fueron formando la clase media de esa nueva sociedad. Se ofrecen a continuación, una caricatura, una fuente escrita para que realicen la actividad “ hay que interrogar para producir información, pensar, reflexionar . Elabore las preguntas, si es posible responda y envíe para su corrección. Un conventillo, y el rico que pasa por la puerta La “gente como uno” y una nueva clase social: En ese país en transformación, la clase alta, la de los terratenientes y los grandes comerciantes, era perfectamente reconocible. Así la veía Jules Huret, un viajero y escritor francés que visitó el país en 1910... “Allí en el Hipódromo de Palermo, propiedad del Jockey Club se congrega el TODO Buenos Aires: los ministros y sus señoras, los diplomáticos, los altos funcionarios, los nombres más populares de la Argentina: los Unzué, los Uriburu, los Larreta, los Alvear, los Anchorena, los Quintana. Todos ellos me fueron señalados, diciéndoseme al mismo tiempo: -Aquí no hay tercera clase [...] En resumen, las mismas personas frecuentan tres círculos. En el JOCKEY, situado en la calle Florida [...] se encuentran, sobre todo a la hora de comer, los hombres políticos, los estancieros, los ganaderos y los hombres de negocios. Al PROGRESO acuden para jugar y al de las ARMAS para charlar y hacer política [...]. En octubre, se organizan varias partidas de bridge, y se invita a cenar en algunas casas, pues ha terminado la temporada teatral en el Colón, en el Odeón, o en el Ópera. Llega Diciembre, el verano está en su apogeo, y, antes de Navidad, todo el mundo se marcha a su estancia o a sus “villas” de Mar del Plata y del Tigre. Durante toda la temporada de invierno, el centro mundano y de las elegancias es Florida, Palermo y Colón. Florida es la calle de los grandes almacenes y resulta de buen tono el presentarse allí por la mañana a la hora del shopping. En Palermo hay que exhibir el automóvil y las nuevas toilettes. Pero en Colón, teatro de ópera,, es donde se ostentan, sobre todo, las alhajas y las relaciones.” Pero, poco a poco, de la gran masa de inmigrantes comenzó a desprenderse una capa de “colonos trabajadores” y “comerciantes prudentes”. Ellos formarán la clase media. “Lo que los italianos han creado en todos lados, son casas de comercio al por menor que han tomado posesión de todos los barrios de la ciudad y de todas las regiones del campo. Puede decirse que colonizan, en el sentido más vasto del término, llenando el país con sus creaciones: aquí colonos trabajadores y sobrios, allí comerciantes prudentes...Abordan el país sin pretensiones, como trabajadores; primero piden a la tierra o a un trabajo muy humilde sus primeros recursos, y al ahorro su primer capital...lo que los hace comerciantes. A menudo eligen un lugar oscuro para explotar; cuando pueden, se acercan a las ciudades, y pronto a la capital; entonces se transforman en negociantes que compran y venden al por mayor “. E.Daireaux, Vida y Costumbres en el Plata