Magnitudes fundamentales Órbita lunar Edad y composición Magnitudes fundamentales DIÁMETRO: es de unos 3.480 km, aproximadamente una cuarta parte del de la Tierra. VOLUMEN: es como una quincuagésima parte del de la Tierra. (Cabrían 50 lunas dentro de la tierra) MASA: 81 veces menor que la de la Tierra. La diferencia entre las proporciones masa y volumen de los dos astros se debe a la menor densidad de la Luna. DENSIDAD MEDIA de la Luna es de sólo las tres quintas partes de la densidad de la Tierra, y la gravedad en la superficie lunar es un sexto de la de la Tierra. La Luna no tiene agua libre y carece casi de atmósfera, por lo tanto no pueden existir cambios climatológicos en su superficie; sin embargo, no es totalmente inerte. Órbita Lunar La Luna orbita a la Tierra a una distancia media de 384.403 km y a una velocidad media de 3.700 km/h. Completa su vuelta alrededor de la Tierra en una órbita elíptica en 27 días, 7 horas, 43 minutos y 11,5 segundos con respecto a las estrellas. Para cambiar de una fase a otra similar, o mes lunar, la Luna necesita 29 días, 12 horas, 44 minutos y 2,8 segundos. Como la Luna tarda en dar una vuelta sobre su eje el mismo tiempo que en dar una vuelta alrededor de la Tierra, en realidad, siempre es la misma cara de la Luna la que se ve desde la Tierra. Aunque la Luna aparece brillante a simple vista, sólo refleja en el espacio el 7% de su luz. Este poder de reflexión, o albedo, de 0,07 es similar al del polvo de carbón. Un observador sólo puede ver en cada momento determinado un 50% de la superficie total de la Luna. Sin embargo, debido a que la Luna gira respecto a la Tierra en una órbita elíptica con una inclinación de 5º 9’ respecto al plano de la eclíptica, de vez en cuando se puede ver un 9% adicional alrededor del borde aparente debido al balanceo relativo de la Luna llamado libración. Esto sucede a causa de las ligeras diferencias en el ángulo de visión desde la Tierra de las diferentes posiciones relativas de la Luna a lo largo de su órbita elíptica inclinada. La Luna muestra fases cambiantes a medida que se mueve en su órbita alrededor de la Tierra. La mitad de la Luna está siempre bajo la luz del Sol, de la misma forma que en la mitad de la Tierra es de día mientras que en la otra mitad es de noche. Las fases de la Luna dependen de su posición con respecto al Sol en un instante dado. En la fase llamada Luna nueva, la cara que la Luna presenta a la Tierra está completamente en sombra. Aproximadamente una semana más tarde la Luna entra en su primer cuarto, mostrando la mitad del globo iluminado; siete días después la Luna muestra toda su superficie iluminada, será la Luna llena; otra semana más, el último cuarto, la Luna vuelve a mostrar medio globo iluminado. El ciclo completo se repite cada mes lunar. Es Luna llena cuando está mas lejos del Sol que de la Tierra; es Luna nueva cuando está más cerca. La Luna está en cuarto menguante en su paso de Luna llena a nueva y en cuarto creciente en su paso de nuevo a Luna llena. Edad y composición 4.500 millones de años, más o menos los mismos que la Tierra y que los del resto del Sistema Solar. Las rocas de los mares lunares se formaron cuando la roca derretida se solidificó hace entre 3.160 y 3.960 millones de años. Estas rocas se parecen a los basaltos terrestres, un tipo de roca volcánica muy extendida en la Tierra, pero con ciertas diferencias importantes. Las pruebas indican que las regiones montañosas lunares, o continentes, pueden estar formados de una roca ígnea plutónica menos densa llamada anortosita, formada casi por completo por plagioclasa mineral. Otros tipos de muestras lunares importantes incluyen los cristales, brechas (ensamblajes complejos de fragmentos de rocas cementados conjuntamente por la acción del calor o la presión, o por ambos) y suelo o regolita (fragmentos rocosos muy finos producidos por miles de millones de años de bombardeos de meteoritos). Mercedes Belinchón Moya FASES DE LA LUNA Durante su movimiento alrededor de la Tierra, se observa cómo la Luna va cambiando su aspecto debido a la iluminación que recibe del Sol. La Luna “desaparece” de nuestro cielo nocturno, en otras ocasiones brilla en su plenitud o adquiere formas de fina hoz o de semicírculos. Por la lejanía del Sol podemos considerar que los rayos solares inciden sobre la Tierra y la Luna paralelos entre sí, (en el dibujo están representados por flechas así ⇐, considerando la posición del Sol respecto al sistema Tierra-Luna, a la derecha de ellos). De esta forma, en cualquier instante, el Sol está iluminando la mitad de las esferas Tierra y Luna (en el dibujo, la mitad derecha). Dependiendo de cuál sea la posición relativa de la Tierra y la Luna con respecto al Sol, veremos la Luna en una u otra fase. Dicha posición relativa la podemos determinar mediante el ángulo de fase, Ψ, que es el que forman los rayos que inciden y los reflejados por la Luna hacia la Tierra. Observando el dibujo podemos entender cómo un espectador situado en la Tierra aprecia las distintas fases. En la parte izquierda del dibujo se representan las fases correspondientes a las posiciones relativas Luna- Tierra. Se hace corresponder a cada una de las fases con una posición lunar mediante un número igual. Por ejemplo, la fase lunar etiquetada con el número 1 se corresponde con la posición lunar 1, en la cual los rayos solares inciden sobre su superficie por la parte derecha (del dibujo), esta será, por tanto, la parte iluminada; pero un observador que se encontrase en la Tierra ( en la parte derecha) no vería la Luna, dado que la cara que ella le presenta es la oscura (como se aprecia, perfectamente en el dibujo). Esta es la fase conocida como Luna Nueva. Para la posición lunar correspondiente con la Luna Nueva el ángulo Ψ tiene un valor de 180º (como también se puede apreciar en la ilustración). A medida que la Luna se desplaza por su órbita en sentido antihorario se acerca más a nuestro horizonte o Este, y a los dos días de la posición 1, al poco de ponerse el Sol, aparece el primer filo del creciente lunar (posición 2). Aproximadamente 5 días después se encontrará en la posición 3, correspondiente al “Cuarto Creciente” (merece la pena observar que desde el punto de vista de un espectador de la Tierra la parte lunar iluminada se aprecia como una D, y no como una C, que se corresponderá con el “Cuarto Menguante” (posición 7). Siete días después de la fase “Cuarto Creciente” , la Luna estará alineada con la Tierra y el Sol, y en nuestra medianoche apreciaremos la hermosa “Luna Llena” (posición 5). A partir de la posición 5 veremos la Luna menguar hasta la posición 7, conocida como “Cuarto Menguante”, aunque seguirá menguando, saliendo por nuestro horizonte este, cada día más tarde y más recortada hasta que en los alrededores de la posición 1 dejaremos de verla durante unos días en el comienzo de una nueva lunación. Para entonces, habrán transcurrido, aproximadamente 29 días desde la primera posición. María Panadero López CLASIFICACIÓN DE LOS ACCIDENTES GEOMORFOLÓGICOS DE LA LUNA Estructuras geomorfológicas: descripción Las principales estructuras observables en la superficie de la luna son: A.- ESTRUCTURAS DE IMPACTO Crater.- Depresión circular o subcircular rodeados por un borde levantado. El mayor cráter es el llamado Bailly, de 295 km de ancho y 3.960 m de profundidad. El mar más grande es el Mare Imbrium (mar de las Lluvias), de 1.200 km de ancho. Las montañas más altas, en las cordilleras Leibnitz y Doerfel, cerca del polo sur de la Luna, tienen cimas de hasta 6.100 m de altura comparables a la cordillera del Himalaya Se dividen en: 1.- Cráteres sencillos: Tienen generalmente su fondo cóncavo o plano y bordes suaves; para diámetros mayores; las paredes aparecen escalonadas y grandes cantidades de roca se desploman sobre el fondo. 2.- Cráteres complejos: Poseen diámetros mayores. Bordes aterrazados y arrugados con amplias zonas de desplome. En ocasiones aparecen picos centrales que sobresalen del fondo del cráter 3.- Cuencas de Impacto. Se distinguen los distintos tipos: a.- Cuencas de pico central.- Relativamente pequeñas, con un anillo de picos rodeando a un pico central. 140 - 175 Km. b.- Cuencas de anillos de picos.- Anillo bien formado pero sin pico central. 175 - 450 Km c.- Cuencas multianillos.- Pueden tener haste seis anillos concéntricos. Diámetro mayor de 400Km Ejemplo: MARE ORIENTALIS. B.- ESTRUCTURAS VOLCÁNICAS Los María.- Las llanuras grises o maría son los accidentes morfológicas que mejor se reconocen, incluso a simple vista, ocupando aproximadamente un 15% de la superficie de la luna. Se trata de amplias cuencas de impacto que han subido la inundación de grandes cantidades de lava a través de fisuras de la corteza. En el interior de los maría se presenta una gran variedad de accidentes morfológicos de origen volcánico como domos, conos volcánicos y depósitos piroclásticos (cenizas y bloques). Las grietas sinuosas.- Se trata de canales con meandros que comunmente comienzan en cráteres elevados de los maría y va hacia regiones más bajas. Poseen perfil en forma de U o V. C.- ESTRUCTURAS DE ORIGEN TECTÓNICO La Tectónica estudia las deformaciones que sufren las rocas de un planeta provocando fallas, pliegues, cordilleras o zonas de volcanismo. La actividad tectónica lunar es producida por: 1.- Fuerzas externas a.- Grandes impactos.- Producen fosas tectónicas concéntricas en los bordes de los maria, y arrugas denominadas wrinkle ridges b.- Fuerzas mareales.- Producen los lunamotos 2.- Fuerzas internas. Son el resultado del cambio térmico del interior de nuestro satélite y producen fallas normales que dan lugar a fosas tectónicas y pequeños escarpes y fracturas que no superan los 10 Km. Otras estructuras geomorfológicas Circo.- Depresión circular con cimas escarpadas. Suelo llano. Cratercitos.- Depresiones o excavaciones pequeñas con forma de bol (taza sin asas) Picos.- Montañas aisladas con cumbre puntiaguda. Ranura.- Canal estrecho y largo. Valle.- Espacio entre montes o alturas. Rima.- Hendidura Intumiscencias.- Depresiones hemisféricas muy pequeñas. Mercedes Belinchón Moya CLASIFICACIÓN DE LOS COMPONENTES LITOLÓGICOS LUNARES ESTRUCTURA VERTICAL (Capas) Nombre roca Regolito CORTEZA(060Km): 1.Alturas o Tierras Gabros Clasificación Suelo de origen ígneo o magmático Roca ígnea plutónica Anortosita Ignea plutónica Textura Composición mineralógica Plagioclasa (feldespato triclínico) Granuda. Color oscuro verdoso Plagioclasa y piroxenos Granuda. Color pálido Feldespato cálcico (labradorita) Ígneo 2.- Mares Regolito Basalto Gabros Roca ígnea volcánica o porfídica Roca ígnea plutónica 20-60 KM Anortosita Ignea plutónica MANTO 60 - 957?Km NÚCLEO 957 - 1738 Km vitrea Granuda. Color oscuro verdoso Granuda. Color pálido Silicatos de Fe y Mg Metálico. No es hierro Plagioclasa y piroxenos Feldespato cálcico (labradorita) Olivino y piroxenos parcialmente fundido Mercedes Belinchón Moya Teorías sobre el origen lunar Etapas de la evolución lunar Hipótesis diversas sobre la orografía lunar Teorías sobre el origen lunar • Hipótesis de la fisión. Tierra y Luna estarían formadas por la misma masa (masa fluida o bastante viscosa), que giraría a gran velocidad. La rotación debió de producir un desgarre, quedando ambas partes estables, y permaneciendo independientes hasta nuestros días. La explicación más sencilla era suponer que el cuerpo original sería esférico y que se iría deformando en un extremo creándose una protuberancia a modo de pera. Con el tiempo esa forma se iría haciendo más evidente hasta llegar a estrangularse por el extremo, formando así dos esferas independientes y de distinto tamaño; una mayor que daría origen a la Tierra y otra más pequeña, la Luna, que llegaría a orbitar a su generadora El gran fallo de esta hipótesis es que no se ha podido explicar la rotación a tal velocidad (debería ser una velocidad gigantesca) de la masa original, ya que entonces la Tierra no se hubiese formado a partir del material original, al tener un exceso de momento angular. • Teoría de la captura. La Luna era una formación extraña a la Tierra y originada en un momento diferente, que por alguna razón desconocida se salió de su órbita y vagó durante mucho tiempo por el espacio hasta aproximarse a nuestro planeta por el que fue capturada debido a su atracción gravitatoria, permaneciendo desde entonces junto a él y en una órbita estable. • Teoría de la acreción binaria. Ambas, Tierra y Luna surgieron en un mismo momento, a partir del mismo material y en la misma zona del Sistema Solar, pero de forma independiente. Esta teoría tiene a su favor la datación radioactiva de las rocas lunares traídas a nuestro planeta por las diversas misiones Apolo. Pero, según los detractores de esta teoría ¿cómo se entiende que si Luna y Tierra se formaron a la vez y con el mismo material, tengan composición química y densidad tan diferentes? • Teoría de la precipitación. Es una mezcla entre la de fisión y la de acreción binaria. Habla de la formación de un disco alrededor de la Tierra formado gracias a la energía liberada durante la formación de nuestro planeta, que calentó parte del material formando una atmósfera caliente y densa, sobre todo compuesta por vapores de metal y óxidos, que se fueron extendiendo alrededor del planeta y que, al enfriarse, precipitaron los granos de polvo que una vez condensados dieron lugar a nuestro satélite. • Teoría de la colisión. Esta es la más aceptada, o más bien, la que está, en estos momentos, en vigor, ya que es la más apoyada por las evidencias: estudio de materiales lunares, estudio de los cráteres, estructura lunar, etc. Emergió como la hipótesis dominante en un congreso sobre el origen de la Luna que se celebró en 1.984. Se supone que la Luna es el resultado del choque entre un planetoide o protoplaneta del tamaño de Marte con la Tierra. Se trataría del más colosal impacto de la historia del Sistema Solar interior. La desigual distribución de la masa de ambos cuerpos explicaría las discrepancias de composición ente la Tierra y la Luna. Esta hipótesis, que procede en parte de los datos suministrados por las misiones Apolo, explica varios misterios que tenían desconcertados a los científicos: Por ejemplo, el sistema de dos mundos Tierra- Luna, con un satélite cuyo tamaño equivale a una cuarta parte de su planeta, lo cual es único o casi único. La hipótesis del impacto proporciona razones estadísticas para esperar que una colisión de esa categoría suceda en uno (dos como mucho) planetas de cada ocho o nueve; lo que explicaría que no haya nada parecido en otro lugar de nuestro Sistema Planetario. Otro misterio desvelado por esta hipótesis, era que la Luna contiene muy poco hierro comparado con la composición de la Tierra. La Luna tiene una densidad media, así como una composición rocosa, que se asemeja, no a la Tierra como un todo, sino tan sólo a su manto rocoso. Suponiendo que el impacto ocurrió después de que se formara el núcleo de la Tierra; en ese caso, el impacto expulsaría materia procedente, tanto del manto rocoso de nuestro planeta como del como del cuerpo que impactó contra él. Esa materia quedaría flotando alrededor de la Tierra como un enjambre de rocas. La Luna se formaría a partir de esos restos, lo que explicaría la semejanza de su composición con la del manto terrestre, tan pobre en hierro. Un tercer misterio es que la Tierra es rica en agua y otras sustancias volátiles, pero la Luna no. Esta diferencia quedaría explicada por el modelo del gran impacto, ya que el material expulsado por el impacto (eyecta) fue calentado a temperaturas extremas, por lo que el agua y otros elementos escaparon como gases. Las rocas lunares, procedentes de las misiones Apolo, revelaron que la materia lunar tiene exactamente la misma composición isotópica de oxígeno que la terrestre; mientras que rocas procedentes de otras partes del Sistema Solar (rocas marcianas y meteoritos de diferentes tipos) tienen distinta composición. Estos datos permitieron desechar teorías antiguas que suponían que Tierra y Luna se habían formado en lugares diferentes. Según esto no era lógico pensar así. Más bien este dato del oxígeno sugiere que nuestro mundo y el cuerpo que lo impactó tenían una química de isótopos del oxígeno similar. La parte externa de la Luna primigenia formada a partir de una gran cantidad de fragmentos procedentes de la gran colisión, se debió de calentar enormemente debido a los numerosos impactos necesarios para la agregación de los fragmentos. Esta elevación de la temperatura mantendría su superficie fundida al menos durante las últimas etapas del crecimiento lunar, formando un océano global de magma, en el cual los cristales de baja densidad subirían a la superficie como fragmentos de hielo flotando en el agua. Este océano de magma, al final se enfriaría y se solidificaría en una corteza de baja densidad que crecería en grosor. Esto explicaría por qué las tierras altas de la Luna (correspondientes a la superficie inicial consolidada) están compuestas principalmente por cristales de silicato común de baja densidad llamado feldespato, que también es un elemento constituyente de las rocas terrestres, pero no tan concentrado en la superficie. Las rocas formadas por agregados de feldespato, llamadas anortositas, que fueron traídas en gran cantidad por los astronautas, parecen formar la mayor parte de las regiones lunares de color más claro (tierras altas). Etapas de la evolución lunar Impactos ( entre 4.400 y 4.000 millones de años) Los impactos son cruciales para entender la infancia del sistema global TierraLuna. El recuento de cráteres en los lugares de aterrizaje de los módulos de los Apolo, reveló que la tasa de impactos hace 4.000 millones de años era cientos de veces superior a la de hoy. De hecho, es difícil fechar impactos anteriores, dado que el bombardeo fue tan intenso que arrasó las superficies más antiguas. Esta creencia del bombardeo concuerda con la propuesta de que los planetas primigenios crecieron al incorporar gran cantidad de residuos interplanetarios con los que se iban encontrando, y por supuesto, impactando. Estudios isotópicos muestran, por ejemplo, que la Tierra creció hasta casi su tamaño actual hace 4.500 millones de años, dentro de un corto intervalo de tiempo de unos 50 millones de años. Para acumular una masa tal en un periodo de tiempo tan pequeño, se necesita una tasa de impactos mil millones de veces superior a la actual. Es decir, la tasa de impactos decayó des de un valor que sería unos mil millones de veces el actual hasta un valor de unos pocos cientos hace unos 4 .000 millones de años. La golpeada superficie primitiva de la Luna nos muestra, precisamente, las etapas finales de los procesos que dieron lugar a todo el sistema planetario. Hace 4.000 millones de años Las rocas que trajeron los astronautas de las misiones Apolo, contra lo esperado, tienen sólo una antigüedad de 4.000 millones de años. Se esperaba encontrar rocas más antiguas, las correspondientes a la superficie primigenia. La explicación de este hecho dio pie a dos hipótesis que todavía continúan debatiéndose: Un gran aumento repentino y temporal de la tasa de impactos debió suceder hace 4.000 millones de años que destruyó la mayor parte de la corteza primitiva de la cual no hay hallazgos. Esta hipotética explosión en la cantidad de cráteres vino a conocerse como el "cataclismo terminal", el cual implicaba un súbito acontecimiento, hacia el final de la etapa de formación de los planetas. Por otra parte, el límite de la edad de las rocas – alrededor de los 4.000 millones de años – podría ser explicado, no necesariamente por un cataclismo, sino por lo contrario, por un súbito decaimiento en la tasa de colisiones lo que haría que las rocas últimamente formadas no se vieran expuestas a ser pulverizadas por los impactos como sus progenitoras; de esta manera podrían haber sobrevivido hasta hoy. Formación de la llanuras de lava (desde los 4.000 a los 3.000 millones de años) Mientras se dibujaba el exterior de la luna, su estructura geológica se desarrollaba en el interior. Como la mayoría de los planetas, la >Luna obedeció a una ley enunciada por Newton, que indica que los planetas pequeños tienden a enfriarse antes que los grandes, a igualdad de otras variables. Siendo la Luna, como un planeta pequeño, se enfrió antes que la Tierra. Las regiones por debajo de la superficie lunar retuvieron su calor sólo durante sus primeros 1.000 o 2.000 millones de años, y, a partir de entonces, la actividad volcánica fue disminuyendo gradualmente. Durante el periodo de actividad volcánica, existían bolsas de material fundido a profundidades de unos pocos cientos de Kilómetros bajo la superficie selenita, al igual que en la Tierra actual. Cuando los grandes cuerpos impactantes fracturaron las capas de la superficie, esta lava profunda tuvo acceso a la superficie, formando grandes masas líquidas que rellenaron el terreno. Los tipos de roca que se produjeron eran de color más oscuro que las anortosíticas. Estas rocas más oscuras, y de origen volcánico se sitúan en la familia de la rocas conocidas como "lavas basálticas", siendo parecidas a las que todavía hoy arrojan los volcanes terrestres. Las regiones formadas con esta lava hace más de 4.000 millones de años, fueron rápidamente arrasadas o, al menos enterradas, bajo residuos de material eyectado producido por los violentos impactos que produjeron la caracterización de la superficie lunar. Así es posible hallar evidencias de antiguos basaltos en ciertos cráteres con un halo oscuro, que son el resultado de los impactos que fracturaron los residuos de color claro y expulsaron residuos basálticos oscuros. Las áreas que se rellenaron con lava hace menos de 4.000 millones de años se pudieron conservar mejor al disminuir la tasa de impactos, pudiendo ser vistas ahora como amplias llanuras de color oscuro. Estas llanuras de lava, confundidas con superficies llenas de agua por los primeros observadores con telescopio, recibieron el nombre, en latín, de mares (mare, en singular, y maria en plural). Se corresponden con las tierras bajas. Fin de la actividad geológica (entre 3.000 y 2.000 millones atrás) Hace aproximadamente 3.000 millones de años, la Luna se parecía ya mucho a la que ahora podemos observar. Es posible que surgieran, de manera esporádica, unas cuantas bocanadas de lava hasta hace 2.000 millones de años, y nada más. La Luna se quedó dormida, tal es la tranquilidad geológica, que ha dado nombre a uno de sus más importantes mares (Mar de la Tranquilidad). La mitad de la historia del sistema Tierra – Luna habría acabado. Mientras que en la azul Tierra, los paisajes parecían yermos, pero los mares estaban llenos de vida potencial, de modo que la historia de la vida acababa de empezar, la historia de la Luna estaba a punto de terminar. Los primeros observadores con telescopio proclamaron que nada sucede en la Luna; aunque la mayor resolución de las observaciones más actuales ha mostrado que podría ser que de vez en cuando hubiera ciertas emisiones gaseosas; lo que querría decir que la Luna no estría muerta del todo. Hipótesis diversas sobre la orografía lunar Un intento de explicación acerca de la existencia de cráteres y mares, teniendo en cuenta que ambas formaciones pueden deberse a impactos. ¿Por qué unos impactos produjeron la formación de los cráteres, pertenecientes a la tierras altas; mientras que otros impactos produjeron las grandes extensiones de tierras oscuras, prácticamente exentas de cicatrices en su interior, llamadas mares? Una primera hipótesis basada en el comportamiento del suelo lunar. Los cráteres mayores alcanzan los 230 Km de diámetro (Maurolico, Struve, Bailly, Newton; etc.). Éstos pertenecen a las zonas más antiguas de la Luna y se habrían producido por impactos de cuerpos de más de 10 Km de diámetro. No obstante, no se observan grandes circos de reciente formación, de dimensiones comparables aunque sí la formación de mares producidos por cuerpos (en teoría) de dimensiones mucho mayores. Hace más de 3.000 millones de años, los impactos de asteroides con diámetros de unos 10 Km producían cráteres. Paradójicamente, en épocas más recientes, asteroides de dimensiones parecidas, dieron lugar a los llamados mares. En la actualidad, la Luna carece de un manto fluido capaz de absorber, de forma convectiva, la mayor parte de la energía generada por un gran impacto. La Luna primigenia podía parecerse mucho más a la Tierra; parte de su energía original no se había irradiado hacia el espacio todavía y posibilitaba la existencia de un manto fluido semejante al de nuestro planeta. Pasado el tiempo, la corteza lunar se fue ensanchando, en tanto que el manto iba perdiendo fluidez. La energía de los grandes impactos ya no se difundía por el manto con facilidad. Por ello, la absorción interna fue menor o nula durante las posteriores colisiones importantes, que dieron pie a la formación de los mares al fundir una zona de la superficie lunar. En los últimos miles de millones de años, el foco de calor generado a raíz de un gran impacto ha persistido por largo tiempo. En este lugar, la temperatura podría superar los 6.000ºC, suficiente para hacer brotar el oscuro basalto que discurría por el suelo lunar. Otra teoría; menos convincente que la anterior pero más aceptada al principio. Durante los primeros cientos de millones de años después de la formación del sistema planetario, la Luna fue objeto de un duro bombardeo ocasionado por los cuantiosos cuerpos que se encontraban en órbitas inestables y que, forzosamente, debían ir a chocar contra los cuerpos del sistema planetario. No obstante, la existencia de los grandes mares, vacíos de grandes impactos posteriores, ha hecho suponer que los últimos choques han sido los mayores. Este argumento se basa en que, en un principio los cuerpos menores del sistema planetario estaban dispersos formando agrupaciones de pequeños planetésimos que, por efecto de su autogravitación, se fueron integrando en otros mayores, formando cuerpos asteroidales. Como consecuencia de esta integración, los últimos impactos fueron de grandes masas. Origen volcánico. Por otra parte, sabemos que no todos los circos tienen su origen en los impactos, siendo erupciones volcánica su otra procedencia. Este origen es similar al de los cráteres volcánicos que se pueden observar en la Tierra. El fenómeno consistiría en la erupción de un volcán y el cráter subsiguiente sería debido a la ascensión y explosión de pompas gaseosas. Los cráteres de tipo volcánico presentan suaves contornos con superficies lisa y sin picos centrales; al contrario que los de impacto, que presentan picos centrales de gran altura, aterrazamientos y extensas irradiaciones producidas por la expulsión de materiales como consecuencia del choque. Aunque una simple observación de la superficie lunar delata la elevada proporción de circos producidos por impacto sobre los de origen volcánico, algunos de los grandes circos se adaptan a los rasgos característicos de estos últimos. En algunos, incluso, se han detectado llamaradas que sostienen la idea de que la actividad volcánica aún existe en la Luna; son los famosos TLP (Transit Lunar Phenomena), a los que aún no se ha proporcionado explicación satisfactoria. María Panadero López SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS ENTRE TIERRA Y LUNA LUNA Estructura vertical semejante: Corteza, manto y núcleo TIERRA Estructura vertical : corteza, manto y núcleo • • Composición: Cantidades semejantes de isótopos de oxígeno, lo que indica un estrecho parentesco. Núcleo externo fundido ( no deja pasar las ondas sísmicas S) • • Composición:Núcleo parcialmente fundido y metálico. Cantidades parecidas de isótopos de oxígeno • • Edad.- Semejante 4.500 . 106 años • • Edad.- 4.500 . 106 años • • Relacionadas con • la estructura: • Relacionadas con la estructura: SEMEJANZAS 1. 1. En la corteza existe una capa sedimentaria, estando más desarrollada en la 2. 2. En la estructura corteza continental horizontal de la corteza 2. 2. En estructura se distinguen: horizontal se distinguen: a.- MARES.- Zonas orógenos (elevaciones) oscuras y cratones ( zonas bajas) b.- ALTURAS O TIERRAS.- Zonas • • Relacionadas con claras. Que a su vez poseen circos, la composición cráteres, 1. 1. Corteza.cratercitos, picos, Continental.- capa intumescencias, sedimentaria valles, etc. Capa granítica 1. 1. No existe en la corteza zona sedimentaria DIFERENCIAS • • Relacionadas con la composición 1. 1. Corteza: Alturas.Gabros, Gabro-basalto Oceánica.- capa sedimentaria Gabro-basalto 2. 2. Manto.- Pteridotitas anortositas y regolito de feldespato. 3. 3. Núcleo.- Aleación de níquel y hierro (NiFe) Núcleo externo fundido Mares.- Regolito y basalto Mayor que el núcleo de la luna. 2. 2. Manto.- Basalto, gabros y anortositas 3. 3. Núcleo.- Metálico, no es de hierro y parcialmente fundido. • • Otras diferencias 1. 1. No existe agua • • Otras diferencias. 1. 1. Existe agua 2. 2. Posee elementos volátiles como potasio, sodio, bismuto y talio. 3. 3. Menos riqueza de 2. 2. Grandes elementos refractarios concentraciones de (50% menos que la elementos volátiles luna) como plomo, cloro, potasio, sodio, bismuto 4. 4. Radio terrestre 6.372 Km y talio. 5. 5. Atmósfera grande 3. 3. Gran riqueza de elementos refractarios como calcio, aluminio, torio y tierras raras. 4. 4. Radio 1.738 Km 5. 5. Atmósfera muy tenue Mercedes Belinchón Moya Breve historia de la Selenografía Breve historia de la astronomía española Breve historia de la Selenografía El hombre ha sentido desde el inicio de los tiempos curiosidad por los astros, y sobre todo, por el más cercano, nuestra Luna; si bien, hasta la aparición de las lentes de vidrio no fue posible acercarla visualmente más de lo que permitía la visión humana. Tanto es así, que el famoso astrónomo polaco Nicolás Copérnico tuvo que contentarse con seguir visualmente desde Italia la ocultación de la estrella Aldebarán (alfa Tauri) por la Luna la noche del 9 de marzo de 1497. La importancia de los aparatos ópticos es tan grande para la astronomía que históricamente esta ciencia ha estado supeditada a la ciencia llamada "óptica". Hasta que no se construye el primer telescopio rudimentario, no se puede hablar de la Selenografía, propiamente dicha. Haremos, pues, un breve repaso de los avances en el terreno de las lentes o vidrios ópticos: • Los sabios árabes conocían el efecto de las lentes, como indica el físico Alhazen (965 – 1038). • En plena Edad Media se realizaron las primeras gafas para vista cansada. • En 1270 apareció la obra de óptica "Perspectiva", del matemático y óptico polaco Vitelus • El genio renacentista Leonardo da Vinci (1452 – 1519) hace una referencia a las lentes en sus cuadernos de notas; habla de la fabricación de lentes para ver la Luna por medio de la refracción. Leyendo sus escritos se puede llegar a la conclusión de que podría haber utilizado algún rudimentario instrumento óptico. • En 1558 Giambatistta Porta publicó un libro que se amplió en 1589, llamado "Magia Natura" en el que se hace referencia a instrumentos que emplean lentes para ver objetos lejanos ampliados. • Kepler publicó en 1604 su obra "Añadidos a Vitelo", que trata esencialmente de óptica. En ella no menciona todavía los telescopios, pese a que uno de sus esquemas (del capítulo V) parece insinuar uno por azar. • En 1608 Hans Lippershey intentó patentar un sistema de dos lentes que ampliaban los objetos lejanos. • En 1608, en la corte del rey francés Enrique IV ya aparecieron algunos telescopios primitivos , pero más bien como juguetes curiosos, sin gran valor. De aquí no tardaron en pasar a Inglaterra y, también, a Italia, en donde en mayo de 1609 un matemático, Galileo Galilei, pudo examinar y utilizar alguno. Por tanto, podemos decir que la geografía lunar, llamada Selenografía, existe desde que Galileo, en 1610, enfocara por primera vez a nuestra compañera celeste, con su recién construido anteojo. Se trataba de un verdadero telescopio de 33 aumentos. • Fue Galileo, en efecto, el primer Selenógrafo, y también el primero en confeccionar un mapa lunar a partir de 1610. Este mapa fue quemado junto a gran parte de su trabajo a su muerte. Sólo quedaron algunos dibujos, que si bien no muestran gran profusión de detalles, tienen el mérito de ser las primeras muestras cartográficas de que disponemos. Galileo nos habla en su obra "Sidereus Nuncius" publicada en Venecia en 1610, sobre observaciones realizadas con instrumental, de los satélites de Júpiter, las fases de Venus, el aspecto telescópico de Orión, la composición estelar de la Vía Láctea, etc. De la Luna dice que presenta una superficie montañosa y desigual; llamó mares a las manchas oscuras y permanentes que observaba, e incluso llegó a medir las alturas de algunos accidentes por la longitud de sus sombras, con un error perdonable, dada la naturaleza de sus medios. Sus conclusiones no fueron bien acogidas por los seguidores de la filosofía aristotélica, que no veían con buenos ojos a su "Luna plana" convertida en una esfera rugosa. Su obra fue plagiada, insultada, e incluso alabada y honrada por sus seguidores, entre los que se encontraba el matemático alemán Johannes Kepler, quien no pudo conseguir que su amigo le enviase uno de sus telescopios pese a que los estaba regalando por docenas a los nobles que le visitaban. • El primer mapa con cierta entidad que nos encontramos es el realizado por el francés laudio Mellan, en 1636. • En 1645, el jesuita Scheiner publicó otro mapa lunar de rasgos muy burdos y exagerados. A él también se debe la montura ecuatorial para telescopio. • También, En 1645 Langrenus editó un mapa en el que distinguía tres tipos de accidentes: Tierras oscuras como "mares"; las manchas calaras como "tierras" y los hoyos circulares como "circos". Estas denominaciones, todavía hoy se conservan y es a Langrenus a quien se deben. También atribuyó nombres a los detalles, generalmente de reyes y cortesanos de su época, incluido el suyo que se lo puso a un mar, "Mare Langrenianum" ( el hoy conocido como Mar de la Fecundidad; nombres que no se han conservado. Fue, por tanto el primero en utilizar una nomenclatura para los accidentes lunares. • Y también en 1645, el austríaco fraile capuchino Rheita puso en circulación otro mapa de similares características que los anteriores nominando los accidentes con letras latinas. • En 1647 apareció un nuevo mapa de 25 cm de diámetro, el del polaco Johannes Hevelius. Él mismo gravaba en cobre todos los dibujos que realizaba al pie de su telescopio, instalado en su propio observatorio. Consiguió imprimir, por sus propios medios, un libro que catalogaba unos 300 accidentes lunares, a los que dio nombres de accidentes terrestres. Así nombró como mares y océanos las zonas oscuras y bautizó las principales cordilleras usando lo que creyó eran sus análogas terrestres. Su obra "Selenographia" le valió el ser conocido como "padre del estudio lunar", sobre todo por las mediciones que efectuó de algunos accidentes, y por los grabados. • La nomenclatura de Hevelius fue sustituida por la del jesuita italiano Giovanni Riccioli, que comenzó a usarse desde 1651. El mapa de Riccioli se basaba en las observaciones de su alumno Grimaldi. Los nombres ahora eran los de personas ilustres para los cráteres y de accidentes terrestres para las tierras altas. En los mapas actuales, todavía persisten seis de los nombres utilizados para tierras altas: Los Alpes, los Apeninos y cuatro promontorios. Mantuvieron los nombres de mares para las zonas oscuras y se asignaron otros nuevos, nombres románticos como Serenidad, Fecundidad, etc. También persisten muchos de los nombres de personajes famosos otorgados a cráteres, si bien el criterio de asignación estaba sujeto a las simpatías o antipatías del autor. Por ejemplo, Copérnico, del cual no tenía muy buenas referencias, fue arrojado al Mar de las Tempestades, a Galileo le asignó un cratercillo sin importancia. No obstante, son muy importantes estas aportaciones en la historia de la nomenclatura lunar. • En 1669, Cassini, primer astrónomo real astrónomo francés, de origen italiano, encargó a un reputado artista llamado Patigny la confección de varios dibujos que mostraran las diferentes fases lunares. Elaboró con un refractor aéreo de 11 cm de abertura y 11 m de focal un mapa lunar más exacto que los anteriores. • En 1679 apareció un atlas lunar de 60 planchas y un mapa, enorme para la época, de 50 cm de diámetro. • Desde la muerte de Cassini hasta Tobías Mayer, la Selenografía quedó prácticamente paralizada, aunque se le dio un gran avance al diseño y elaboración de los telescopios, cabe destacar, por ejemplo, el realizado por Isaac Newton en el que se había sustituido una lente por un espejo para actuar de objetivo, y debido a lo cual no presentaba los errores cromáticos de los refractores. Aunque pronto lo mejoró y fabricó uno de mayor abertura que el anterior, una abertura de 50 mm. El matemático John Hadley (1682 – 1744) construyó un reflector de diámetro 150mm y longitud 1,8 m. En 1740 James Short pudo elaborar el primer reflector de 450 mm de abertura (algo impensable para un reflector) pero con una longitud de sólo 3,6 m, un avance espectacular en instrumentación. Pero la mejora del telescopio sólo se conseguiría al elaborar el objetivo acromático. Éste fue ideado por el abogado Chester Hall en 1773. Volviendo a la Selenografía, en 1775 se publicó un mapa inconcluso de 20 cm de diámetro de Mayer que murió antes de acabarlo. Fue el primero en confeccionar el mapa lunar a la manera en que se hace actualmente, con el Norte hacia abajo y el Oeste a la izquierda. • El músico y astrónomo aficionado alemán, aunque nacionalizado inglés, Friedrich Wilhelm Herschel (1738 – 1822), famoso constructor de telescopios reflectores, también estudió minuciosamente la superficie lunar con sus grandes telescopios (el mayor de 1,2 m de abertura y 12 m de longitud) midiendo y catalogando distintas formaciones de la Luna, tarea que continuó su hijo John Herschel (1792 – 1871). • Entre 1791 y 1802 aparecieron los mapas del ilustre astrónomo alemán Schröter, que en su observatorio de Lilienthal empleó los telescopios diseñados por Herschel para trazar sus dibujos parciales de la Luna. Realizó cientos de observaciones muy detalladas de las fisuras y grietas lunares. Fue muy criticado en su época por sus burdos dibujos; sin embargo, su trabajo fue esencial en el desarrollo de la Selenografía, pues preparó el camino para el siguiente impulso, que vendría de la mano de los alemanes Maedler y Beer. Tan reconocida fue, posteriormente, su labor que, además de ser considerado el padre de la Selenografía moderna, tiene su propio accidente lunar, el Valle de Schröter, próximo al cráter Galilei. • Maedler, profesor de escuela en Berlín, y Beer, banquero, aunaron sus esfuerzos y construyeron un telescopio de 9,3 cm. Con los detalles que este aparato proporcionó publicaron, en 1837, "Der Mond" (La Luna), que contenía un mapa, el "Mapa Selenographica" de 95 cm y dividido en cuatro partes, resultando ser una obra maestra en cuanto a su presentación. Respetaron la nomenclatura anterior, a la que añadieron 150 nombres. La aportación a la Selenografía de estos dos grandes astrónomos fue considerada como la más perfecta de la época. La mejora en las observaciones llegó como consecuencia del desarrollo de nuevos y mejores telescopios, monturas más modernas y oculares más perfeccionados, así como mejoras en los elementos de situación y movimiento. Se estaba llegando a tal conocimiento de la superficie lunar que se llegó a la conclusión de la ausencia de vida en el satélite. Se publicó con todo lujo de detalles la naturaleza muerta de la Luna, muerta, incluso geológicamente. Esto supuso, en la mayoría de los astrónomos, una pérdida de entusiasmo por el estudio de la Luna en favor de otras ramas de la astronomía. Como consecuencia, hubo una época de estancamiento en la Selenografía No obstante, seguía habiendo astrónomos en la brecha, algunos incluso de mucha importancia. De hecho, aunque ya más despacio, la Selenografía siguió avanzando. • En 1868, el astrónomo alemán Schmidt confeccionó un mapa de 1,87 m, basado en trabajos anteriores de Lohrmann. Hasta la aparición de la fotografía, este mapa fue el más perfecto y el que mostró la mayor abundancia de detalles. Contenía más de 1000 dibujos. Durante la cuidadosa elaboración de su obra, Schmidt se dio cuenta de algunos cambios en la orografía lunar, como la desaparición aparente del cráter Linné, cambios que fueron confirmados por otros científicos. Así empezó una extensa campaña para cartografiar la Luna y los posibles puntos cambiantes. • En 1874 Nasmyth y Carpenter publicaron un libro titulado "The Moon" (La Luna), en el que lo más destacable fue la introducción de fotografías; claro que no de fotografías de la Luna de verdad, sino de una luna modelada en yeso, intentando reproducir efectos luminosos reales. Se empleó la iluminación con gran habilidad. • En 1876 Edmond Neiso publicó otro libro con el mismo título que el anterior, que incluía un mapa de 70 cm de diámetro y ampliaba notablemente el número de accidentes catalogados. En cuanto a los astrónomos españoles hay que decir que tenemos el gran orgullo de contar con muy buenos selenógrafos, tales como el célebre astrónomo barcelonés José Comas Solá, nacido en 1868 y desaparecido en 1937; Landerer, científico valenciano que estudió en 1890 la Luna con luz polarizada; Giner, farmacéutico villenense, autor de un mapa de ranuras lunares; Antonio Paluzíe, especialista en historia de la cartografía lunar; Ibáñez; Febrer; Armenter; y un largo etcétera que han dejado huella en forma de cartas y libros, e incluso han dado nombre a bastantes accidentes lunares. Gracias al descubrimiento de la fotografía, la Selenografía dio un gran avance: • A pesar de ser blanco de los objetivos fotográficos, desde el inicio de la fotografía, la Luna no fue fotografiada por primera vez hasta el año 1840 por John Willian Draper (1811 – 1882); para ello hubo de emplear una lente de 80 mm de abertura con una exposición de 20 minutos, obteniendo al final una imagen que ocupaba en el negativo unos 3 cm. • En diciembre de 1849, William C. Bond empleó un telescopio refractor de 380 mm, obteniendo una imagen fotografiada de la Luna en 20 minutos, de calidad inigualable hasta ese momento y que causó sensación en la Gran Exposición celebrada en Londres. • En 1859, el astrónomo británico Warren de la Rue, utilizando la técnica de colodión, pudo obtener una imagen mucho mejor. Empleando un refractor de 330 mm y placas de colodión captaba los detalles superficiales en tiempos tan cortos como 10 o 20 segundos. Para acabar con esta breve historia de la Selenografía vamos a hacer una relación cartográfica, empezando por el primer mapa serio de la Luna: • Mapa del norteamericano Lewis M. Rutherfurd, realizado en 1864. Se realizó ampliando unas tomas hasta 65 cm, de diámetro, antes de perder los detalles más finos. • Atlas fotográfico compuesto por 70 láminas y realizado por los franceses Loewy, Puiseux y Le Morvan, desde el Observatorio de París. • Atlas de W. Henry Pickering elaborado en 1904, desde el Observatorio Astronómico de la isla de Jamaica. Presenta la particularidad de obtener cada una iluminada de cinco formas distintas. • Atlas fotográfico de Goodacre, en 1930. • Mapa oficial de la Unión Astronómica Internacional de confeccionado con mediciones micrométricas de Welley y Blagg. • Mapa de H. Percy Wilkins, publicado en 1946. Consiste en una esfera de más de 7 metros. Es de los mejores, superando incluso al mapa oficial de la Unión Astronómica. • Atlas de Gerad P. Kuyper, de 1960, compuesto por 280 fotografías de los observatorios Yerkes, Pic du Midi, Lick, McDonald y Monte Wilson. Permite, incluso, medir alturas y profundidades gracias a las sombras proyectadas por los accidentes de la superficie. • Atlas de la U. S. Air Forces estadounidense, aparecido en la década de los sesenta. Está formado por 85 hojas a escala 1: 1.000.000 con ayuda de observaciones visuales y fotográficas, así como con una carta geológica de 90 cm trazada por R. J. Hackmann. 1935, También en la historia de la cartografía hay hechos realmente importantes. Uno fue, como ya hemos visto el descubrimiento de la fotografía, y el otro el lanzamiento espacial. Con el lanzamiento de las primeras sondas lunares, en 1959 se consiguió perfeccionar los mapas lunares, y es a partir de ese momento cuando las observaciones visuales dejan de tener importancia en la elaboración de mapas. Las fotografías obtenidas desde la Tierra dejan paso a las tomadas, a muy poca distancia, por las sondas soviéticas y americanas. Los mapas se hacen cada vez más perfectos y a escalas más reducidas. Breve historia de la astronomía española Hay que tener en cuenta que, aunque nuestro objetivo es la selenografía, cuando hablamos de la selenografía española, no tenemos más remedio que remitirnos a la astronomía, y sobre todo astronomía amateur. Históricamente la astronomía profesional se circunscribe básicamente a tres instituciones: los gabinetes de astrónomos reales que, en diversas épocas han asesorado a los monarcas; el Observatorio de la Marina de San Fernando, en Cádiz, fundado en 1754; y el Observatorio Astronómico de Madrid, fundado en 1790. Prácticamente cualquier otra actividad astronómica en España fue amateur hasta que surgió el primer astrónomo "con sueldo" fuera de las instituciones citadas: En 1898, Rafael Patxot i Jubert, propietario del "Observatori Català" (en San Feliu de Guíxols, Girona), contrató como astrónomo a Josep Comas Solá. Hasta finales del siglo XIX las actividades astronómicas fueron muy escasa, salvo en los observatorios citados de San Fernando y Madrid. Hubo, eso sí, personas autodidactas que mostraron cierto interés por los astros y de las que se conoce su actividad gracias a crónicas diseminadas, a veces no relacionadas con acontecimientos astronómicos. En la historia de la astronomía moderna española hay que mencionar, necesariamente a un astrónomo francés, cuya influencia en España fue decisiva. Se trata del famoso astrónomo Camille Flammarion (1842 – 1925), famoso, sobre todo como divulgador de la astronomía, y como astrónomo amateur. Sus actividades fueron determinantes en la formación de innumerables aficionados y en la creación de numerosas asociaciones y publicaciones, tanto en Francia como en España y en otros pises. Él, en persona, fundó la "Societé Astronomique de France" en 1887. Flammarion prefirió la ciencia práctica, y por tanto, la observación, a la teórica; llegando, incluso a tener problemas con los astrónomos ortodoxos. A los 19 años de edad escribió su primera obra "La pluralité des mondes habités", que le valió el salir del anonimato. A los pocos meses de su aparición, en 1862, tuvo que ser reeditada, y poco después traducida a numerosos idiomas. En España se publicó en 1866 y tuvo mucho éxito. El salto a la fama le supuso ser nombrado redactor científico de varias publicaciones, comenzar a dar conferencias y cursillos y montarse su propio observatorio. En 1880 publicó su gran obra "Astronomie populaire", cuya descripción general del cielo no fue superada hasta bastante después. En 1963 se publicó en España una última edición, convenientemente actualizada, que sigue siendo uno de los mejores libros de astronomía de nuestro país. En 1882, Flammarion fundó la revista mensual L´Astronomie, de difusión internacional, dirigida a un público culto, aunque no necesariamente especializado. El éxito de esta revista y su carácter abierto a las colaboraciones de los lectores, le llevó a fundar en 1887 la Societé Astronomique de France, única asociación en Europa de ese talante en el que se combinaba lo popular con lo académico. Sólo había otra fundación astronómica europea, la Royal Astronomical Society, en Londres, pero de carácter profesional y academicista. De los 40 libros que escribió Flammarion, muchos fueron traducidos al castellano. Hubo, además una obra que vino a complementar el mercado editorial en cuanto a divulgación astronómica que había abierto Flammarion, la obra de un español, Augusto T. Arcimis, director del Instituto Central Metereológico de Madrid, "El telescopio moderno". En este contexto, debe comprenderse que Camille Flammarion fuera un personaje importante en España en el último cuarto del siglo XIX y primero del XX. Su escritura fácil, pero no exenta de profundidad científica cuando era necesario, floreada de retazos poéticos y elucubraciones filosóficas, hizo que sus libros fueran muy apreciados. Pero, sobre todo, es importante destacar, que gracias a su influencia surgieron, en España, los interesados por la observación del cielo, que empezaron a comprar telescopios (al principio a Francia, dado que en España no había ninguna empresa de fabricación). Este movimiento condicionó la aparición de una empresa de fabricación de telescopios, "Óptica Roca, de Barcelona, que comercializó anteojos de 68mm de abertura, acimutales, a partir de 1910, y de 75 mm en 1911. Un buen número de los nuevos astrónomos amateur, incluidos, por supuesto los españoles, se suscribieron A L¨Astronomie (boletín mensual que publicaba la Societé Astronomique de France), e incluso algunos se afiliaron a la prestigiosa asociación francesa. Algo curioso a destacar es que de los 68 asociados españoles sólo 3 0 4 declaran ser astrónomos, pero de ellos sólo Josep Comas Solá y el del Observatorio de Madrid eran astrónomos profesionales. Es lógico que la idea del asociacionismo fuera copiada en otros países, como sucedió en España, que en otoño de 1881 un grupo de Jaén fundó la sociedad Científica Flammarion, posiblemente por iniciativa de Idelfonso González con José María Folaché. El propio Flammarion dio esta noticia en L´Astronomie. A este respecto, y puesto que en España la astronomía amateur estaba en mantillas, Flammarion se formulaba la siguiente pregunta. ¿Cómo es que bajo las brumas inglesas hay astrónomos tan activos y en España no? La Sociedad Científica Flammarion de Jaén debe ser considerada la primera asociación astronómica amateur en España, aunque no haya constancia de que llegara a oficializarse jurídicamente. El favorable ambiente creado por las obras de Flammarion era evidente. Como reconocimiento a esa labor divulgativa de la ciencia y a los servicios prestados a la instrucción pública, el gobierno español concedió a Flammarion el título de Comendador de la Orden Real de Isabel La Católica, y otros títulos y menciones. Cuando la astronomía, en España, había adquirido ya una cierta popularidad, ocurrieron varios acontecimientos importantes a reforzarla: tres eclipses totales de Sol (1900, 1905 y 1912) y el cometa Halley en 1910. Diríase que hasta los astros se confabulaban para apoyar este resurgir de la ciencia en España que había permanecido adormecida desde los tiempos de Alfonso X El Sabio. El eclipse de 1900 sucedió el 28 de mayo, con una franja de sombra de 70 Km de anchura. El enclave mejor para observarlo fue Elche. A Elche se encaminaron la mayor parte de las misiones científicas que vinieron de muchos países. Este hecho nos proporciona un medio para comprender la popularidad, casi desaforada, de que gozaba en aquella época Flammarion. En efecto, Flammarion, acompañado de su esposa y de otros astrónomos franceses vinieron a España para ver el eclipse y fueron excelentemente acogidos y agasajados. Llegaron en tren a Valencia y de allí, al día siguiente, partieron para Alicante. En todas las estaciones había admiradores que lo esperaban para saludarlo. Por ejemplo, en la estación ferroviaria de Villena se colgó una pancarta con el siguiente texto: "Reconocimiento a quien nos ha hecho conocer el Universo y ha elevado nuestras almas en la filosofía del infinito". Después del eclipse, Flammarion y su comitiva partieron hacia Madrid, volviéndose a dar el mismo fenómeno de masas en casi todas las estaciones por donde pasaba el tren. En Madrid fueron convenientemente acogidos por altas personalidades, e invitados a cenar y a pasar la noche. Después, durante 10 días estuvieron realizando visitas turísticas. Posteriormente Flammarion volvió a España, cuando el eclipse de Sol de 1905, siendo invitado por los reyes. Donde mayor trascendencia tuvo el ambiente creado por las obras de Flammarion fue en Cataluña, y sobre todo, en Barcelona. A finales de siglo comenzó a surgir el "movimiento astronómico de Barcelona", que llevó a cabo, entre otras actuaciones, la creación del "Observatorio Fabra", la fundación de la "Sociedad Astronómica de Barcelona" y de la "Sociedad Astronómica de España y América", con amplísimas repercusiones populares. En el siglo XIX buena parte de la actividad científica de Barcelona giraba en torno a la "Real Academia de Ciencias y Artes", fundada en 1765. En 1894 Fontseré fue nombrado director del observatorio de la Academia. Estuvo impartiendo unas clases en una pequeña estancia en una de las torresobservatorio, cuya mayor importancia fue que se originó, al cabo de 12 años, un grupo importante de aficionados a la astronomía. En ese grupo se encontraba Josep Comas Solá, que había obtenido ya la licenciatura y que contaba con una buena experiencia como observador (mucha más que el propio Fontseré), también se encontraban entre otros, Manuel Olió, Salvador Raurich, etc. Precisamente el punto de reunión de las tertulias de este grupo era la trastienda del comercio de óptica que Olió regentaba junto con su cuñado. En 1893 el periódico "La Vanguardia" contrató a Josep Comas Solá para que escribiera un artículo quincenal, lo que siguió haciendo ininterrumpidamente hasta su fallecimiento en 1937. Los artículos popularizaron rápidamente a su autor, ya que se trataban de artículos de divulgación, aún sin perder cierto academicismo. Esta popularidad dio lugar a dos hechos importantes: su relación con Patxol y la dotación económica para la construcción del Observatorio Fabra. Rafael Patxol era un industrial del corcho de San Feliu de Guíxols (Girona), amante de las artes y las ciencias. Su afición por la meteorología y la astronomía, junto con sus buenas posibilidades económicas, le llevaron en 1896 a construir en su propia casa u de San Feliu un excelente observatorio, "Observatori Català", para el cual adquirió, de una empresa de París, un telescopio doble (visual y fotográfico), refractor, de 22 cm de abertura. Para dirigir este observatorio contrató al "mejor del momento", Comas Solá, que estuvo sobre año y medio, ya que después de este periodo, también Comas Solá tuvo su propio observatorio particular en su domicilio de Barcelona, "Villa Urania", dotado de un telescopio inglés Grubb de 156mm de abertura. Los eclipses de Sol han sido generadores de observatorios en España. El Observatorio de la Cartuja, en Granada, se creó gracias al eclipse de Sol de 1900; la construcción del Observatorio del Ebro se aceleró gracias al eclipse de 1905, y, más modernamente, el Instituto de Astrofísica de Canarias, del que dependen los importantes observatorios del Teide (Tenerife) y del Roque de los Muchachos (La Palma), se concibió gracias al eclipse de Sol de 1958. El Observatorio de la Cartuja fue inaugurado oficialmente el 6 de junio de 1902. Sus principales instrumentos astronómicos son un telescopio refractor Mailhat de 32 cm de abertura y un círculo meridiano de 58mm, además del antiguo Secrétan de 162 mm. Este centro ha desempeñado durante muchos años una importante labor de investigación, pero quizá ha sido más meritoria su labor de formación de nuevos científicos. El nacimiento del Observatorio del Ebro, tiene, también, ribetes amateur, y está muy vinculado al astrónomo aficionado José Joaquín Landerer Climent, geólogo de profesión, nacido en Valencia en 1841, quien vivió parte de su vida en Tortosa (Tarragona). Ya de joven disponía de un telescopio Bardou de 108 mm. Flammarion lo citó, en uno de sus escritos, como uno de los más expertos de Europa en observaciones planetarias. Sus preferencias estaban en la aplicación de la teoría a las observaciones visuales. Su labor fue reconocida al otorgársele en 1901 el Premio Janssen, instituido por la "Societé Astronomique de France". Landerer hizo posible la construcción de un observatorio que permitiera correlacionar las observaciones de los fenómenos geofísicos con los astronómicos, y fundamentalmente, con los solares. La idea de este observatorio fue concebida inicialmente por el jesuita Ricard Cirera entre 1890 y 1894. La Compañía de Jesús erigió el observatorio en una finca de Roquetes, muy cerca de Tortosa. La inauguración oficial tuvo lugar el 30 de agosto de 1905 con ocasión del eclipse de Sol cuya línea de totalidad pasaba sobre ese observatorio, lo que supuso un pretexto muy justificado para acelerar su construcción. El comienzo del asociacionismo en España tuvo lugar a instancias de Salvador Raurich, un aficionado muy activo, experto observador y dotado de buen instrumental, quien, en 1909 tomó la iniciativa y organizó la fundación de la "Sociedad Astronómica de Barcelona", hecho que oficialmente acaeció el 30 de enero de 1910, con un número de 90 socios. En estos momentos, Comas Solá no se mostraba muy partidario de la creación de una asociación, y, por supuesto, no colaboró en ello; motivo, quizá, por el cual se demoró. Por el contrario, Eduard Fontseré estuvo desde el principio dispuesto a colaborar. La "Sociedad Astronómica de Barcelona, una vez configurada, contó con un local social en la Universidad de Barcelona, cedido por el propio rector, hecho éste que le valió, desde sus principios a esta asociación la fama de ser una asociación de notable rigor científico. Desde un primer momento, la "Sociedad Astronómica de Barcelona" disfrutó de un gran éxito motivado entre otras razones por ser en esos momentos la única asociación, por el reconocido interés popular por la astronomía, por el prestigio de muchos de sus miembros, etc. A pesar de todo esto, la asociación no disponía de observatorio, por lo que periódicamente organizaba sesiones en los observatorios particulares de Salvador Raurich y de Enric Calvet. Al cabo de un tiempo la Sociedad tomó la determinación de publicar un boletín informativo del tipo de la revista L´Astronomie francesa. La rivalidad entre Comas Solá y Fontseré levó a la fundación de otra asociación, también en Barcelona: la "Sociedad Astronómica de España". Si bien Comas Solá no estaba antes a favor del asociacionismo, ahora, y, ante el éxito de la "Sociedad Astronómica de Barcelona" cambió de parecer, y fue en la trastienda de Olió y su cuñado Ychasmendi , donde se formó una comisión organizadora encabezada por Olió y su cuñado. En la primera junta Directiva figuraba Comas Solá como presidente, Frederich Armenter como secretario y Manuel Olió como tesorero. El domicilio social se estableció, por supuesto, en la trastienda de Olió e Ychasmendi. La estructura de esta nueva sociedad se planteó igual que la francesa y la otra de Barcelona, y en abril de 1911 se publicó el primer número de su "Revista de la Sociedad Astronómica de España", de características muy parecidas a las otras mencionadas. Al no disponer, tampoco de observatorio, Comas Solá ofreció el suyo particular. Esta Sociedad, al cabo de unos pocos meses de funcionamiento (enero de 1912), y contando con algunos socios hispanoamericanos, cambiaron su denominación por la de "Sociedad Astronómica de España y América", nombre con el cual sigue todavía activa y convertida en la decana de todas las asociaciones astronómicas españolas. No es esta la única vez que el afán de protagonismo o las rivalidades dividen actuaciones astronómicas en España. El "movimiento de Barcelona" comenzó a diluirse entre 1915 y 1920. La "Sociedad Astronómica de Barcelona" se inclinó por la meteorología, con muy pocos miembros activos. La "Sociedad Astronómica de España y América" tuvo más miembros activos durante más tiempo: Antoni Ribas de Conill (Girona), Adolfo Hein (Madrid), Ramón María Aller (Pontevedra) y Pratdesaba, entre otros. Las dificultades derivadas de las convulsiones políticas afectaron seriamente a los aficionados a la astronomía por sus repercusiones económicas y anímicas. En los años 30 la única que quedaba era la de España y América pero, prácticamente estaba vacía de contenido. Una forma importante de divulgar la astronomía ha sido la de llevar a cabo exposiciones. Vamos, ahora a hacer un pequeño repaso de las exposiciones más relevantes que se han realizado en España. Ha habido cuatro exposiciones antológicas, insuperables y de origen amateur. La primera de ellas fue la de Barcelona de mayo de 1911, organizada por la "Sociedad Astronómica de Barcelona" en el Paraninfo de la Universidad. Se trataba de la exposición de una réplica de la experiencia del péndulo de Foucault. Por ella pasaron más de 2000 personas, lo que animó a los directivos a emprender una nueva. La siguiente fue una "Exposición general de estudios lunares" con participación internacional. Se ubicó en el Paraninfo y en el Salón Doctoral de la Universidad y estuvo abierta al público desde el 23 de mayo hasta el 30 de junio de 1912. Se expusieron cantidad de fotografías, dibujos, mapas, atlas, maquetas en yeso e instrumental astronómico. Se montaron diversos "stands" conteniendo numerosos libros de alto valor histórico sobre la Luna cedidos por la Biblioteca Universitaria de Barcelona, por la Biblioteca Nacional de Madrid y por la Real Academia de las Ciencias y Artes, destacando un original del "Nunciis sidereus" de Galileo. El Harvard College, de los Estados Unidos, mandó la primera fotografía de la Luna, obtenida por Bond en 1859. Se mostraron las mejores fotografías lunares realizadas desde los grandes observatorios mundiales cedidas expresamente por ellos, y los más importantes atlas y cartas lunares entre los que figuraban el de Goodrake y el gran atlas fotográfico de Loewy y Puiseux, del Observatorio de París, regalado por el propio observatorio. Los actos se completaron con un ciclo de conferencias dadas por prestigiosos selenógrafos internacionales, cuyos textos fueron luego publicados por la sociedad. Los organizadores dijeron que había sido visitada por unas cuarenta mil personas, incluyendo numerosos grupos de escolares. Por su parte, la "Sociedad Astronómica de España y América" organizó la "Exposición Internacional de Astronomía y Ciencias afines" entre el 9 de octubre y el 6 de noviembre de 1921 en el Palacio de la Industria, en el Parque de la Ciudadela. La exposición era de tema general y comprendía aportaciones de 16 centros españoles y 25 extranjeros. Se calcula que la exposición fue visitada por más de veinte mil personas. En una posterior exposición, la "Exposición Internacional de Barcelona" de 1929, hubo, también, un apartado de astronomía. En un plano, ya más modesto, la "Sociedad Astronómica de España y América" organizó, en su propio local, una exposición sobre la Luna, en 1954. Aunque fue en Barcelona donde más auge tuvo la astronomía, no debemos ignorar la afición en el resto de España. La afición, en el resto de España no fue excesivamente importante, incluso en la segunda decena del siglo XIX, después del empuje de los años precedentes. No obstante hay que hacer una especial mención al Observatorio Astronómico de la Facultad de Ciencias de Valencia, creado en 1909 por Ignacio Tarazona y Blanc; que tuvo, además de una actividad académica, una trascendencia pública. Se instaló bajo cúpula un telescopio Grubb de 156 mm de abertura, ecuatorial, equipado con cámaras fotográficas, un espectroscopio de protuberancias, etc. También se disponía de otro telescopio Zeiss de 110 mm, ecuatorial. Aunque al principio se instaló en una terraza de la Facultad de Ciencias, luego pasó a estar en el edificio central de la universidad. En 1932 un incendio destruyó parcialmente el observatorio, quedando inactivo, hasta que en 1946 fue trasladado al edificio del Paseo al Mar. En Valencia había en aquellos tiempos un interés por la astronomía superior al del resto de las capitales, a excepción, como ya se ha dicho, de Barcelona. Este interés es, posiblemente, debido a la labor de Tarazona y, por supuesto, de Landerer. En Reus (Tarragona), como ya hemos visto, también había un especial interés por la astronomía, sirviendo como indicador el Observatorio del Ebro. El grupo de aficionados constituyeron la "Sociedad de Divulgación Astronómica DE Reus", creada por Joan Rovirosa en 1911, cuya labor estuvo muy circunscrita al ámbito local. Esporádicamente había núcleos de divulgación en Madrid. Los astrónomos del Observatorio Astronómico de Madrid editaban cada año el "Anuario del Observatorio Astronómico de Madrid", dirigido, sobre todo al público aficionado. También realizaban alguna actividad abierta. No se podía olvidar que uno de los propósitos de este observatorio era el de la divulgación. En 1910, y con ocasión del paso del cometa Halley, fue notable la labor de divulgación realizada desde este centro, encabezada por Francisco Iñiguez, director del observatorio en este momento y calificado por los aficionados como un activo divulgador de la astronomía. Hubo, otros directores, sucesores de Iñiguez que también han sido reconocidos por ser personas abiertas a los aficionados, como Antonio Vela y José Tinoco. Hay que hablar también de personajes aislados, como el joven sacerdote José María Aller (Pontevedra), en los primeros años del siglo XIX, destacó por su gran afición que le llevaría a ser uno de los más destacados astrónomos, sobre todo en trabajos de posición y en estrellas dobles. Ahora vamos a relatar la decadencia, cuando se empezó a perder el entusiasmo por la astronomía amateur, cuando llegaron para ella los años difíciles, a partir de 1920. Todavía quedaban algunos aficionados que no se dejaban abatir, como por ejemplo Pratdesaba, comerciante de Barcelona, que desde siempre tuvo interés por la astronomía y que a partir de 1909 en adelante (hasta 1960) se dedicó fervientemente a las observaciones que luego trasmitía a las dos sociedades. Sin embargo, la frenética astronomía amateur de comienzos de siglo estaba decayendo vertiginosamente. Desaparecida la "Sociedad Astronómica de Barcelona" por cansancio de sus dirigentes, quedaba como único animador Comas Solá, incansable, luchador contra viento y marea. Después de su fallecimiento (1937), la "Sociedad Astronómica de España y América" no tuvo ya el vigor de aquella época. Eran los años de las grandes guerras, se entró en una profunda crisis tanto económica como intelectual. Como, por otra parte, el número de aficionados modestos, los del pequeño telescopio y humildes medios, siempre han sido en número proporcional al nivel cultural del país, era lógico que éstos hubieran disminuido. Pero como toda regla tiene su excepción, hay algunos ejemplos que contradicen lo anterior, como son, Tomás Giner, un aficionado de Villena que pasó, como mínimo 12 años (de 1903 a 1915) observando con un anteojo de 43 mm de abertura con montura de madera de su propia construcción. Giner comunicaba constantemente sus avances , que fueron muchos y sorprendentes a la "Societé Astronomique de France" y a la "Sociedad Astronómica de Barcelona"; lo hizo sin ningún rubor, codeándose con los más expertos observadores pertrechados de telescopios caros. Publicó un artículo explicando sus experiencias que llegaron incluso a la obtención de fotografías a través de su rudimentario equipo. Al estallar la guerra, en 1936 toda actividad regular quedó reducida al mínimo. Todos los notables observadores amateur del primer cuarto de siglo habían desaparecido ya o estaban inactivos. Tan sólo Aller, seguía observando sus estrellas dobles. Nacía, sin embargo, una nueva generación, partiendo de cero, esta vez sin ampulosos observatorios, sin cátedras que los prepararan ni publicaciones que los incentivaran. La "Sociedad Astronómica de España y América" hizo lo posible por mantenerse a flote durante los difíciles años cuarenta, con dos personas al frente que supieron darle el calor y el aliento necesarios, aún dentro de sus limitaciones: Frederic Armenter y Antoni Paluzíe. Armenter era un observador mediocre y Paluzíe era hombre de despacho, sin telescopio. Los presidentes que los sucedieron, Joaquín Febrer, Josep Maria Codina y María Assumpció Català, no eran ya aficionados, sino catedráticos de la universidad , y los dos primeros, directores del Observatorio de Fabra. A partir de los años cincuenta la historia de la astronomía amateur parece que se estaba empezando a repetir, como dicen algunos historiadores que le sucede a la historia. Ernest Guille, un jovencísimo aficionado de los que se construían anteojos caseros con pequeños objetivos, reunió a varios compañeros del colegio y, con el apoyo de su padre, Ricard, también aficionado, se lanzaron a fundar la "Agrupación Astronómica Aster, también en Barcelona. Enseguida aumentaron el número de adeptos, pronto empezó a hablar de ellos la prensa, y pronto también, tuvieron boletín, telescopio y, no mucho más tarde, un observatorio con cúpula. Curiosamente, en 37 años de funcionamiento, la "Sociedad Astronómica de Empaña y América no había sido capaz de montar ninguno de los dos buenos telescopios que le habían regalado. A los dos años de funcionamiento Aster contaba con bastantes más socios que la otra sociedad. Enseguida hubo rivalidad entre las dos agrupaciones, más teniendo en cuenta el distinto carácter renovador y refrescante con el que contaba la agrupación de los jóvenes aficionados en contraste con el cansancio y fatiga de los veteranos. Muy pronto el nombre de Aster se difundió por toda España. Un condicionante muy importante de la astronomía es el avance o no, de los aparatos ópticos. Hasta los años cincuenta prácticamente todos los telescopios en España eran refractores (anteojos), con alguna excepción, como el telescopio de 200 mm que, a comienzos de siglo se trajo el inglés George Bonsor, que estableció su residencia en el castillo de Mairena del Alcor (Sevilla). A pesar de que los telescopios de reflexión se conocían desde mucho tiempo atrás (Newton en 1672 construyó el primero) ciertas dificultades tecnológicas junto con la escasez de materiales hicieron que no se prodigaran en el campo amateur. Esta era una de las razones por las que los aficionados observaban mucho más el Sol, la Luna y los planetas que el cielo profundo. Algunos aficionados, con medianos conocimientos de óptica, probaron de construir los primeros reflectores en España, tal es el caso de Adolfo Hein, de Madrid, que lo intentó en 1925 con un espejo de 250 mm de diámetro, sin resultados satisfactorios, pero suficientes para seguir estudiando el procedimiento. Hein publicó, en 1929 un extenso artículo en la Revista de la Sociedad Astronómica de España y América explicando la técnica para el tallado de tales espejos. Fue la primera vez en España que se informó a los aficionados de las posibilidades reales de construirse sus propios telescopios de notables aberturas, incluidos los principales elementos ópticos. En 1933, Melchor Pla, un activo miembro de la "Sociedad Astronómica de España y América", publicó tres artículos en su revista sobre como tallar un espejo parabólico. Por su parte, Antoni Paluzíe en 1935 probó de tallar un espejo fracasando en el intento. Sin embargo, Adolfo Hein mejoró los resultados y se lanzó, a finales de los años cuarenta a tallar espejos para venderlos a otros aficionados. En 1954 Salvador Aguilar, mecánico ajustados con bastantes conocimientos de óptica, destinó parte de su pequeño taller a construir no sólo espejos según la técnica de Texereau, sino telescopios completos. En 1957 Paluzíe y el óptico Jaume Plana, después de estudiar bien a Texereau organizaron un cursillo en la "Sociedad Astronómica de España y América" para la construcción de telescopios reflectores, incluido el espejo. Acudieron sobre un centenar de personas. En 1959 y en 1961 se repitió la experiencia. Una de las personas que asistió fue Josep Maria Alfarás, un aficionado de Badalona que después, por su cuenta, llegó a tallar varios espejos y acabó animando y ayudando a Josep Costas para que hiciera lo propio. Los primeros reflectores que se construyeron para la venta (fabricados por Hein y después por Costas) no eran muy buenos, por lo que tuvieron muchos detractores, pero poco a poco se irían perfeccionando. Y por fin hablaremos de la pequeña aportación a la Selenografía por parte de los astrónomos, la mayoría amateur, españoles. Durante los años cincuenta la "Sociedad Astronómica de España y América" le dio una inusual importancia a las observaciones lunares. Antoni Paluzíe, su secretario, entabló íntima amistad con Wilkins, aficionado inglés y, de los más prestigiosos selenógrafos. Wilkins había trazado el más detallado mapa lunar antes del inicio de la época espacial (con un original de más de 7,5 m de diámetro) Dado que Wilkins había propuesto diversos nombres de españoles en cráteres lunares, en 1953 el Ministro de Educación Nacional le concedió la "Encomienda de Alfonso X El Sabio". Wilkins animó a sus correligionarios de Barcelona para que estudiaran determinados puntos de la Luna. Algunos miembros activos de la sociedad que disponían de telescopio se dedicaron a observar y fotografiar la Luna: Albert Barangé, Enric Fontiguell, Josep Maria Thomas, Ramón Comte, Josep Pratdesaba, etc. Mientras, Paluzíe teorizaba en su despacho y sacaba estudios como "La formación de los cráteres lunares" (Vrania, 1953). Ante el favorable ambiente que halló Wilkins en Barcelona, propuso en 1956 la fundación de la "Sociedad Lunar Internacional", un ente multinacional del que él fue presidente y Paluzíe secretario perpetuo. Paluzíe, además fue inicialmente el editor del "Journal of the International Lunar Society", de aparición semestral, coordinando las colaboraciones de miembros de diversos países, de modo que el boletín, aún siendo inglés, se imprimió en un taller de Barcelona. Al cabo de un año de su fundación la asociación contaba con 220 socios, de los cuales 18 eran españoles. La entusiasta participación inicial fue menguando con el paso d los meses, ya que, a finales de los años cincuenta la Luna se conocía muy bien y cualquier propuesta de estudio resultaba anacrónica. Paluzíe se cansó pronto, no sin antes haber propuesto a la "Sociedad Lunar Internacional" la nominación de algunos cráteres lunares con nombres de españoles que, en aquella época, habían tenido aportaciones más o menos importantes al estudio de la Luna. En 1960 murió Wilkins tras lo cual la asociación entró en un desánimo que la llevó finalmente a su disolución. Finalmente, hay que hacer una especial mención a Josep M. Oliver, sin el cual no hubiéramos contado con una fuente importantísima de información de la cual ha salido este modesto extracto, que rogamos esté a la altura de su creador, y esperamos no haber obviado hechos y personas importantes, así como no haber "fusilado" el texto. En 1960, cuando Josep M. Oliver contaba 16 años de edad y ya hacía tres que escrutaba el cielo con un anteojo simple de 70 mm de abertura. Entonces estrenó un telescopio refector de 140 mm. Estaba afiliado a la "Agrupación Astronómica Aster" y a la "Sociedad Astronómica de España y América". Conoció a otros tres aficionados, en su misma ciudad natal, Sabadell, y junto con ellos y gracias a la ayuda de algunas personas adultas, fundaron el 14 de abril de ese mismo año, la "Agrupación Astronómica de Sabadell". Los otros tres compañeros son Carles Palau, Feliu Comella y Joaquim Inglada. En 1963 fue nombrado secretario y en 1979 presidente, cuyo cargo sigue ocupando, siendo una de sus labores la de haber escrito el libro "Historia de la astronomía amateur en España", del cual nos hemos nutrido, como hemos mencionado anteriormente. ¡Gracias por esta magnífica obra, señor Oliver!. María Panadero López MISCELÁNEA LUNAR Es el único satélite de la Tierra. Gira respecto a la Tierra en una órbita elíptica con una inclinación de 5º 9’ respecto a la eclíptica. Se formó hace aproximadamente 4.500 millones de años. Tierra y Luna están tan vinculados que ya no podemos hablar de la historia de nuestro planeta sin hablar de la historia de su mundo hermano, la Luna. La distancia media de la Luna a la Tierra es de 384.000 Km. Su diámetro es 3.476 Km, poco más de un cuarto del diámetro de la Tierra. Debido a esto, su volumen es, aproximadamente, cincuenta veces menor que el de la Tierra. Cabrían unas 50 Lunas dentro de la Tierra. Su masa es 81 veces menor que la masa de la Tierra. La diferencia entre las proporciones masa y volumen de los dos astros se debe a la menor densidad de la Luna. Su gravedad es aproximadamente 1/6 de la terrestre. Una complicada combinación de movimientos, rotación sobre sí misma y traslación alrededor de la Tierra, con periodos iguales, hace que presente siempre la misma cara hacia la Tierra. No obstante y debido a unos balanceos o libraciones se puede observar de ella más de la mitad, exactamente un 59%. Gracias a sondas y satélites se conoce bastante bien la cara oculta. Se sabe que predominan los circos y que, por lo general, son más grandes que los de la cara visible, poseen pisos muy llanos y se aglomeran unos sobre otros. Los mares son casi inexistentes, muy semejantes a circos, pero demasiado llanos, motivo por el que se les ha denominado mares. Existen mares que comparten la cara oculta con la cara visible. Sólo se han detectado dos formaciones montañosas. Su presencia es la causa de las mareas, debidas a movimientos de atracción gravitatoria lunar. En la Luna la atracción de la Tierra causa una ligera deformación porque no hay océanos. Carece prácticamente de atmósfera, por lo que ha estado azotada durante centenares de millones de años por el “viento solar”, chorros acelerados de partículas de alta energía, hidrógeno y helio producidos por el Sol. Otra consecuencia de la escasez de atmósfera es que la luz del Sol no puede dispersarse, por lo que su cielo es muy negro y el Sol se ve como una bola iluminada. Se pasa del más claro día a la noche más oscura bruscamente; es decir, no existe esa transición entre el día y la noche a la que estamos acostumbrados en la Tierra. La Tierra aparece en el cielo Lunar 100 veces más luminosa que la Luna vista desde la Tierra y con idénticas fases. Las estrellas no centellean. La estrella que indica el polo norte de la Luna no es la estrella Polar sino Draconis. Las constelaciones son las mismas. La Luna carece de escudo protector frente a cuerpos como cometas o meteoritos que chocan continuamente correspondientes cicatrices. contra su superficie dejando las Al no haber aire para transmitir calor de un punto a otro, las variaciones térmicas son muy intensas: con el Sol en el cénit, y en el ecuador lunar, la temperatura alcanza 110ºC; pero basta ponerse a la sombra de una roca para estar de golpe a 110ºC bajo cero. Cerca de los polos, en la zona iluminada, la temperatura media ronda los 50ºC bajo cero. El campo magnético de la Luna no es tan intenso o amplio como el de la Tierra. Algunas rocas lunares son débilmente magnéticas, lo que indica que se solidificaron en un campo magnético más potente. En la Luna hay un leve magnetismo que varía de intensidad de unos lugares a otros. Son como “lunares magnéticos”. Podrían ser remanentes de un campo magnético primitivo , o deberse a impactos de meteoritos. La temperatura interna de la Luna, de hasta 1.600ºC, está por encima del punto de fusión de la mayor parte de las rocas lunares. Los registros sísmicos sugieren que algunas regiones cerca del centro de la Luna pueden ser líquidas. La atmósfera de la Luna es tan tenue que no se puede reproducir ni en las mejores cámaras de vacío situadas en la Tierra. La cicatrices de los impactos no han podido ser borradas porque no hay actividad geológica interna que produzca cambios en la corteza lunar (tarea que en la Tierra corresponde a los volcanes y terremotos). También hay que tener en cuenta el efecto, ya mencionado, de la falta de atmósfera. Debido a esto está sembrada de cráteres muy antiguos, la mayoría de hasta 4.000 millones de años. Las cicatrices de los impactos no han podido ser borradas porque no hay actividad geológica interna que produzca cambios en la corteza lunar (tarea que en la Tierra corresponde a los volcanes y terremotos). También hay que tener en cuenta el efecto, ya mencionado, de la falta de atmósfera. Debido a esto está sembrada de cráteres muy antiguos, la mayoría de hasta 4.000 millones de años. Las cicatrices, los cráteres, alcanzan varios centenares de Km de diámetro y decenas de Km de profundidad. Las montañas también son gigantescas. En el polo sur, donde ahora se ha encontrado agua, el cráter de Atkin tiene 2500 Km de diámetro y 13 Km de profundidad; es el mayor cráter de impacto de todo el Sistema Solar; dentro la temperatura baja hasta los 200ºC bajo cero. Toda el agua que se encuentra en la Luna debe proceder de cometas o meteoritos. La Luna es totalmente seca y no tiene un ciclo de agua como se da en la Tierra. La edad de la Luna es aproximadamente 4.600 millones de años, y sus constituyentes originales son los mismos que los de la Tierra. Pero todavía no se sabe como se formó; en estos momentos se dispone de unas cuantas teorías, unas más aceptables que otras. Doce hombres han pisado el suelo lunar, desde 1.969 hasta 1.972, en seis misiones Apolo. Recogieron 400 Kg de rocas de la zona ecuatorial, cuyo análisis va dando luz acerca del origen de la Luna. Aldrin, segundo hombre en pisar la Luna ha descrito su olor como “penetrante” y “muy característico”; le recuerda a la pólvora. He aquí un fragmento de la descripción lunar realizada por Aldrin: “El paisaje es austero, desértico: piedras sin color, un polvo muy fino cuyos granos se elevan y vuelven a caer en chorros simétricos ralentizados a cada paso; gris, toda una gama de grises. ¡Magnífica desolación!…Sin embargo, la luz es increíblemente viva en contraste con el cielo negro…” María Panadero López