189 I N T E R N A L I S M O S O M E N T A L I S M O S VS EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS. LA POSICIÓN DE JOHN SEARLE* Internalisms or mentalisms vs externalisms or antimentalisms. John Searle'sposition PATRICIA MOYA CAÑAS Resumen El presente trabajo expone críticamente las tesis de John Searle respecto del internalismo y externalismo como explicación de los fenómenos mentales. Para ello se estudian sucintamente las posiciones de G. Ryle, P. Feyerabend y R. Rorty así como la tesis materialista en lo que a externalistas se refiere, el funcionalismo como exponente del internalismo, y a J. Fodor y su teoría computacional de la mente salvando las diferencias. A continuación se expone la posición de Searle respecto del debate externalismo-internalismo, en su discusión con la perspectiva de tercera persona, haciendo especial referencia a sus supuestos epistemológicos. Finalmente se intenta establecer qué es para Searle lo mental. Abstract The present work puts forward on critical bases, John Searle's thesis related to internalism and externalism as explanation of mental phenomena. For this purpose G. Ryle, P. Feyerabend and R. Rorty's positions are being succinctly studied, as well as the materialist thesis in so far as externalists refers, functionalism as internalism exponent and J. Fodor's mind's computational theory, keeping the differences. The following is the presentation of Searle' position in regard to the extemalism-internalism debate, in his discussion with the third person perspective, specially refering to his epistemological assumptions. Finally, I will try to establish what "mental" is for Searle. Introducción Para entender qué quiere decir exactamente el internalismo que Searle suscribe en el contexto de su teoría de la intencionalidad, conviene atender a las diversas formas de dicotomía que se plantean en la filosofía de la mente contemporánea entre externalismo e internalismo o también Este artículo se ha desarrollado dentro del m a r c o del proyecto FONDECYT N° 1000486, año 2000, titulado "La teoría de la intencionalidad en John Searle". 190 PATRICIA MOYA CAÑAS entre antimentalismos y mentalismos. Todas estas posturas no se presentan "químicamente puras", por lo que no es posible caracterizarlas en abstracto, como tampoco es posible trazar un mapa exhaustivo de cada uno de los modos en que ellas son presentadas por los distintos filósofos. Se verán, en primer lugar, usos más lejanos de estos términos para acercarse al objetivo del trabajo. Se habla de internalismo al caracterizar diferentes teorías de la justificación. De acuerdo con esto, se dice que una teoría de la justificación es internalista si y sólo si exige todos los factores necesarios para que una creencia sea cognoscitivamente accesible para una persona dada, desde una perspectiva cognoscitiva interna. Externalista es la postura o perspectiva que permite que al menos algunos de los factores justificadores necesarios sean externos a la perspectiva cognoscitiva del que sostiene la creencia. Quizás el más claro ejemplo de internalismo sea el fundacionalismo, según el cual son creencias fundacionales estados de experiencia inmediatos de la mente y las otras creencias están justificadas por éstas en una relación cognitiva lógica o inferencial con la creencia fundacional. También puede considerarse internalismo el punto de vista coherentista. El coherentismo es una tendencia importante en el escenario de la teoría del conocimiento. Puede referirse tanto a las creencias como a la justificación de la verdad. La teoría coherentista de las creencias se refiere al contenido de éstas. Se trata de explicar qué hace que el contenido de una determinada creencia sea efectivamente ésta y no otra. Por ejemplo, qué hace que mi creencia de que ahora estoy leyendo la página de un artículo sea efectivamente ésta y no la creencia que hay un centauro en el jardín. La respuesta o la justificación de mi creencia ha de hacerse con relación al lugar coherente que ocupa esta creencia en el sistema de creencias que poseo. Esta coherencia se funda, por una parte, en la percepción, pues yo respondo a un estímulo sensible que justifica mi creencia que estoy leyendo más que la de que hay un centauro en el jardín. También la acción hace más coherente una creencia que la otra, pues mi conducta es diferente en un caso que en el otro. Sin embargo, un mismo estímulo puede producir varias creencias y varias creencias pueden producir la misma acción. Por eso, cada creencia ha de entenderse en una red de relaciones con otras creencias: hay que ver de qué manera se infieren e implican unas creencias con otras. Se considera el coherentismo como una teoría internalista de la justificación porque hay teorías que afirman que la coherencia es lo principal de las relaciones internas entre creencias, dejando de lado la posibilidad que las relaciones internas puedan fallar al ponerlas en correspondencia con alguna realidad externa . 1 1 Cfr. A Compenion to Epistemology, edited by Jonathan D a n c y and Ernest Sosa, INTERNALISMOS O MENTALISMOS VS. EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS 191 Una de las versiones más recientes de externalismo es el Reliabilism. Como toda teoría del conocimiento, ésta apela a la verdad como condición del conocer, pero esta postura trata de capturar condiciones adicionales al conocimiento como es el caso del proceso mismo del conocimiento que tiene que ser confiable. Tal es la postura de A. I. Goldman . La teoría de los procesos confiables se funda en que el status justificacional de una creencia depende del proceso psicológico que la causa y no sólo o simplemente del status lógico de la proposición o de su evidente relación con otras proposiciones. Incluso una tautología puede ser considerada injustificable si no se llega a esta creencia a través de un proceso psicológico apropiado . 2 3 Pero también los términos internalismo/externalismo pueden ser entendidos en otro contexto: en el que se refiere a cómo se determina el contenido de las creencias y pensamientos. Simplificando estas dos posturas, se puede decir que, de acuerdo con el punto de vista internalista, el contenido de los estados intencionales depende principalmente de las propiedades no-relacionadas e internas de la mente o cerebro del individuo y no tanto de su entorno físico y social. La postura externalista sostiene, en cambio, que el contenido está significativamente afectado por los factores externos. También se llama externalismo a la postura que admite elementos internos y externos como en el caso de Putnam con su experimento mental de la tierra gemela . 4 En la primera parte del trabajo se examinarán posturas externalistas o antimentalistas como las de Ryle y las de diversos materialismos. Luego, se verá el funcionalismo, como un giro hacia el internalismo y se concluirá con la posición de J. Fodor. En una segunda parte se analizará la posición de Searle, aunque no es obstáculo que ésta aparezca en algunas exposiciones de la primera parte, como en el caso de Ryle. Blackwell, 1996, pp. 67-69. Representantes de esta postura son, por ejemplo, J. Rosenberg, One World and Our Knowledge of it, Dordrecht: Reidel, 1980; K. Lehrer, Theory of Knowledge, Boulder: Westview, 1990. 2 Cfr. entre otras de sus obras el artículo "What is justified belief?", in Justification and Knowledge, ed. G. Pappas, Dordrecht: Reidel, 1979. 3 Cfr. Companion, pp. 433-36. 4 Cfr. op. cit., pp. 132-136. 192 PATRICIA MOYA CAÑAS Primera parte: Externalismos e internalismos 1. Gilbert Ryle 5 Es conocido por todos los estudiosos de la filosofía de la mente que los primeros y principales ataques al mentalismo provienen de G. Ryle quien en The Concept of Mind (1949) asocia el mentalismo con el dualismo cartesiano y propone una explicación del comportamiento humano que no apela a estructuras mentales internas, sino sólo a disposiciones o aptitudes para realizar determinadas acciones. Ryle busca con su teoría superar el error, que él llama categorial, de identificar la mente con un componente separado del cuerpo adicional a sus diferentes partes físicas, o identificar la mente con alguna parte física del cuerpo: "Existe una doctrina sobre la naturaleza y localización de lo mental que prevalece tanto entre los teóricos como también entre los legos que merece ser considerada la doctrina oficial" . Los términos "naturaleza" y "localización" están subrayados porque este es el principal error de la doctrina oficial: el suponer que exista una naturaleza y localización de la mente y la llama "doctrina oficial", porque, según su parecer, es de tal manera vigente que se ha establecido como la doctrina oficial. 6 7 El dualismo cartesiano lleva a pensar que el ser humano posee un cuerpo y una mente. El cuerpo está en el espacio y sujeto a leyes mecánicas; sus procesos y estados pueden ser observados por cualquier sujeto externo. Según esto, la vida corporal pertenece al ámbito público, al igual que cualquier ente material. En cambio, la mente no se encuentra en el espacio; sus funciones no están sujetas a leyes mecánicas; sus operaciones no son observables y su desarrollo es privado. Por esta última característica, sólo el sujeto puede acceder a su propia mente. En conclusión, cada persona vive dos historias paralelas: la corporal, que es pública, y la mental, que es privada. Dado el carácter privado de la mente, se dice que ésta pertenece al mundo "interno" por oposición al "externo" del cuerpo. Al mundo interno se accede por vía de introspección, de manera que cada sujeto puede conocer sus propios estados y operaciones mentales, de las cuales tiene plena certeza, lo que no sucede con el mundo externo que puede despertar sospechas e inseguridades. Esta "doctrina oficial" considera que la 5 Este número lo he escrito con la ayuda que me ha prestado la investigación realizada por M. José Ortúzar, ayudante en el proyecto, que trabaja en una tesis sobre Gilbert Ryle. 6 G. Ryle, The Concepto of Mind, The University of Chicago Press, Chicago, 1949. 7 Ryle, op. cit, Chapter I. 193 INTERNALISMOS O MENTALISMOS VS. EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS mente y el cuerpo pertenecen a mundos completamente diversos, incluso opuestos. ¿Cómo explicar la conexión que tienen entre sí, si ésta no es de ningún modo observable? Se trata más bien de un misterio. Ryle critica esta suposición de dos tipos de existencia: la física y la mental, como si la primera estuviera compuesta de materia y la segunda, que se identifica con la conciencia, fuese inmaterial. Esta visión plantea el dilema del carácter fantasmal de la mente y la imposibilidad de una interacción entre las mentes: "La mente es su propio espacio y cada uno de nosotros vive la vida de un fantasmal Robinson Crusoe" . No obstante, alguien podría sostener que es posible, dado que existe una conexión entre mente y cuerpo, inferir los estados mentales de otro por medio de la conducta. Pero esto no es posible con absoluta certeza, pues la conexión entre los movimientos y los estados mentales no es accesible por observación. Por este motivo, todo fiel seguidor de la doctrina oficial ha de verse obligado a sostener que no existen buenas razones para suponer que los demás tienen mentes al modo de la propia. 8 Searle coincide con Ryle en afirmar que la doctrina cartesiana, aún actual, es el elemento principal que impide la comprensión correcta de lo mental. Pero difiere con Ryle en defender la existencia de lo mental, a diferencia de este filósofo que la considera como una forma de intelectualismo e inmaterialismo sin fundamento. Searle, por su parte, critica al dualismo el haber dejado de lado lo mental. Se habla de estudiar la mente, pero, paradójicamente, se la margina, se olvida el objeto de estudio. Esto sucede, porque se plantea como irreconciliables entre sí lo mental y lo físico, juntamente con pensar que solamente cae bajo el estudio científico lo medible, lo cuantificable, en definitiva, la cosa extensa. Con esta postura sólo se vuelve al punto de partida cartesiano de división de la realidad. La solución que plantea Searle es abandonar definitivamente la concepción de la realidad como dual y aceptar que la mente con sus propiedades, tales como la subjetividad y la intencionalidad son producto de la materia, y no el resultado de un espectro o principio formal inmaterial. La división de la realidad en material e inmaterial es producto de prejuicios históricos y no de razones válidas. Aceptar lo mental, no implica aceptar la existencia de un mundo inmaterial y misterioso, sino reconocer que la materia posee la facultad de crear realidades que son subjetivas, intencionales y conscientes, tal como lo son los procesos mentales . 9 Así, aunque el punto de partida de Ryle y Searle es el mismo: la crítica al dualismo cartesiano, su conclusión difiere en que el primero 8 Ibíd. 9 Cfr. J. Searle, The Rediscovery of the Mind, MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 1992. En adelante citaré esta obra abreviadamente TRM. 194 PATRICIA MOYA CAÑAS elimina la mente o, mejor dicho, busca demostrar que ésta no es algo semejante a una sustancia, sino que es sólo un conjunto de disposiciones que son el origen de manifestaciones conductuales inteligentes y morales. Para Ryle, en sentido estricto, no es apropiado el término "mente", porque es un sustantivo, y ya en el término mismo está presente la influencia de la "doctrina oficial". Searle, por su parte, rescata la mente con sus propiedades, aceptando un internalismo de los estados mentales conscientes, pero considerándolos como efectos de propiedades físicas de la materia. Searle defiende, contra Ryle, la recuperación de lo genuinamente mental, como diferente de lo meramente material; los procesos mentales no tienen parangón en el mundo material, aunque sean un producto de éste, pero son características de lo físico de nivel superior. La postura de Searle caería dentro de lo que Ryle considera interpretaciones erradas de la mente, que le asignan a la mente una internalidad, que, aunque provenga de la materia, tiene un estatuto propio, el de lo mental. El punto central de la crítica de Ryle se puede entender mejor teniendo presente su distinción entre saber cómo y saber qué. Ryle piensa que el error intelectualista es el de reducir todo saber cómo a un saber qué, el cual dictaría, en definitiva el saber cómo. Esto supone la aceptación de un acto interno que garantizaría que la acción es inteligente y supone también un inevitable regreso al infinito, pues toda acción inteligente, requiere de una operación interna anterior, lo que invalidaría la posibilidad misma de la acción inteligente. Ryle quiere suprimir la noción de una acción inteligente precedida por un acto intelectual. No es que rechace la noción de una acción inteligente, sino el que ésta sea precedida por actos internos, porque esto sería aceptar que puede haber diferencias invisibles entre un acto inteligente y el que no lo es, lo que implica que la diferencia radica en la realización o no realización de actos privados anteriores. Searle da cuenta de esta hipotética crítica en su rechazo al conductismo que, desde su punto de vista, reduce los fenómenos mentales a formas de conducta o disposiciones con respecto a la conducta. Esto implica, en el modo formal, que las oraciones sobre los fenómenos mentales, deben poder traducirse a oraciones sobre la conducta real o posible. Insiste Searle, en que esto significa dejar de lado lo mental, es decir, negar aquello mismo que se quiere explicar o sustituir la explicación por una teoría que principalmente va contra el sentido común que reconoce una causalidad entre los eventos mentales y la conducta real o posible . 10 10 Cfr. Searle Ibid. cap. 2, II. 195 INTERNALISMOS O MENTALISMOS VS. EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS Por otro lado, es un error suponer que conocemos la existencia de estados mentales en los demás con sólo observar su conducta, es decir, si adjudicamos a una misma conducta los mismos procesos mentales. El hecho de que una conducta sea, en apariencia, inteligente, no garantiza necesariamente la existencia de fenómenos mentales. Si así fuera, deberíamos concluir, por ejemplo, que una radio posee estados mentales, pues muestra una conducta verbal inteligente . Precisamente, porque los estados mentales son subjetivos, la conducta no puede dar cuenta de la distinción entre entes inteligentes y conscientes y sistemas que actúan como si tuviesen efectivamente estados mentales. 11 2. Materialismos Son también posturas antimentalistas o externalistas las diferentes formas de materialismo dentro de la filosofía de la mente. Los filósofos materialistas quieren negar la existencia de propiedades mentales sin negar la realidad de algunos fenómenos que subyacen en el uso de nuestro vocabulario mentalista. Para estos filósofos su teoría es la única que explica correctamente la mente, porque la considera como una realidad más de la naturaleza física, como la ciencia habría ya probado. Dentro de este marco se niega la conciencia o los qualia. Algunos de los representantes de esta corriente son J. J. Smart, U. T. Place y D. Armstrong. Dentro del materialismo, se distinguen dos posturas centrales: la Teoría de la Identidad y el Materialismo Eliminativo. La Teoría de la Identidad afirma que los estados mentales -hechos materiales contingentes y empíricos- son idénticos con los estados del cerebro y del sistema nervioso central. Por ejemplo, el estado mental de dolor sería idéntico con los estados de nuestro sistema nervioso central, en este caso concreto, el dolor se identificaría con las estimulaciones de las fibras C. 2. a) Teoría de la identidad 12 D. Armstrong sostiene esta postura en The Nature of Mind y en el libro A Materialist Theory of the Mind (1968). Señala que la pregunta por la naturaleza de la mente ha de ir unida a la pregunta por la naturaleza del hombre y respecto a esta cuestión debemos atender a las respuestas de la ciencia actual. Se puede considerar, por encima de las diferencias, que la doctrina científica establecida es el punto de vista desde el que podemos dar una explicación completa del hombre en términos físico-químicos. 11 Cfr. Searle, op. cit., p. 22. 12 D.M. Armstrong, The Nature of Mind, St Lucia, Queensland: University of Queensland Press, 1980. 196 PATRICIA MOYA CAÑAS Tal cosa promete en efecto la biología molecular que pretende desvelar los mecanismos físicos y químicos que están en la base de la vida. En consecuencia debemos intentar desarrollar una explicación de la naturaleza de la mente que sea compatible con la tesis de que el hombre no es sino un mecanismo físico-químico. Cabe preguntarse por qué conceder mayor autoridad a la ciencia que a la religión, a la filosofía, a la ética, etc., si consideramos que éstas difieren de la ciencia. Se puede pedir una justificación del cientificismo que suscribe esta teoría. Armstrong responde a esta cuestión diciendo que la ciencia tiene mayor autoridad que las otras instancias u opciones señaladas porque sólo la ciencia, después de investigación prolongada y extendida durante siglos, ha alcanzado un consenso intelectual, especialmente a partir del siglo XVII, y porque, además, dispone de un método para decidir las cuestiones disputadas, mientras que las otras opciones no disfrutan de tal consenso intelectual ni de tal método . 13 En su libro The Nature of Mind, Armstrong, se refiere al concepto de estado mental y afirma su teoría de que hay una afinidad o identidad entre éstos y los estados cerebrales, pues los mismos principios que rigen los estados mentales rigen también los estados físicos. La diferencia entre una piedra y el cuerpo humano aparece cuando se centra la atención en el carácter vivo del hombre que expresa el estado más complejo de la materia, pero el principio que rige ambas realidades es el mismo. Este principio es el resultado de lo que este filósofo llama el análisis causal de los conceptos mentales, que sintéticamente se puede resumir de la siguiente manera: "el concepto de estado mental implica esencialmente, y es exhaustivo con el concepto de un estado que es apto para ser la causa de ciertos efectos o apto para ser el efecto de ciertas causas" (p. 25). Si los conceptos de varios tipos de estados mentales son conceptos que, de varias maneras, son aptos para causar ciertos efectos y aptos para ser efectos de ciertas causas, entonces se ha resuelto el problema de si los estados mentales pueden identificarse con los estados físicos del cerebro. Solamente hay que tener en cuenta que los patrones causales que invocamos para los conceptos mentales, tienen que ser extremadamente complejos y sofisticados . 14 La Teoría de la Identidad es más compatible con las preocupaciones de la ciencia cognitiva, pero no coincide plenamente con ella, porque 13 Cfr. Pascual F. Martínez-Freire, La nueva filosofía de la mente, Gedisa, Barcelona, 1995, p. 78-79 14 Cfr. Armstrong, op. cit., p. 26. La teoría de Armstrong es más extensa y explicativa, sólo hemos considerado lo que puede ser pertinente para comprender someramente el materialismo que sostiene la teoría de la identidad. 197 INTERNALISMOS O MENTALISMOS VS. EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS sólo permite la apelación a eventos internos suponiendo que los tipos de eventos mentales son idénticos a los tipos de eventos neuronales. De esta manera la Teoría de la Identidad parece dar primacía a las neurociencias sobre la investigación de la ciencia cognitiva. 2. b) Materialismo eliminativo En su forma más sofisticada, el materialismo eliminativo argumenta diciendo que nuestras creencias de sentido común sobre la mente constituyen una suerte de teoría primitiva, una "psicología popular" que es muy probable que resulte falsa. Parece probable que una ciencia cognitiva madura llegaría a mostrar que nuestras creencias de sentido común sobre los estados mentales están completamente injustificadas y, por lo tanto, las entidades que siempre hemos supuesto como existentes, nuestras entidades mentales ordinarias, no son reales. Este materialismo se diferencia del de identidad, porque éste sostiene como demostrable, según lo visto anteriormente, que los estados mentales coinciden con los estados neurofisiológicos. Los materialistas eliminativos niegan los estados mentales, porque no es posible identificarlos con estados cerebrales. Cuando hablamos acerca de lo mental en realidad estamos guiándonos por una forma no científica de hablar que nos engaña; nuestra forma de hablar nos compromete a decir cosas que son literalmente falsas. Por esta razón deberíamos abandonar el discurso mental en favor del discurso sobre el cerebro . Representantes de esta postura son Patricia y Paul Churchland quienes están en favor de una investigación centrada en la neurociencia como vía para desarrollar una ciencia de la mente. Mantienen que al continuar caracterizando los estados mentales en términos de actitudes preposicionales, se estarían estorbando los esfuerzos por entender realmente los estados mentales. Afirman que mediante la investigación sobre cómo funciona el cerebro podemos aprender mejores maneras de describir nuestros estados mentales. 15 15 Cfr. W. Bechtel, Filosofía de la mente, Tecnos, Madrid, 1991, p. 137. La postura de la Teoría de la Identidad como Instancia, propone seguir hablando sobre fenómenos mentales, pero reconociendo que sólo los eventos mentales individuales pueden identificarse con eventos físicos. Niegan que se pueda relacionar tipos de eventos mentales con tipos de eventos físicos; mantienen que toda instancia de un evento mental es una instancia de un evento neuronal, pero no exigen que los tipos de eventos mentales se hagan equivaler con tipos de eventos neuronales, según esto no se identifica un estado mental particular con un mismo estado cerebral, sino que éste puede variar según las circunstancias. Bechtel hace referencia a Donald Davidson como el representante más controvertidos de una de las versiones de la Teoría de la Identidad como Instancia, con su Monismo Anómalo, ver p. 143 y ss. 198 PATRICIA MOYA CAÑAS Paul M. Churchland en la introducción a su artículo "Eliminative Materialism and the Propositional Attitudes" , expone muy claramente su propósito y con él su tesis: el materialismo eliminativo es la tesis de que nuestra concepción de sentido común de los fenómenos psicológicos es radicalmente falsa. Tanto los principios como la ontología de esta teoría ha sido radicalmente desplazada por la neurociencia, la cual debe reconstruir nuestro mutuo entendimiento y también nuestra introspección. La psicología popular (Folk Psychology) es falsa, pues se basa en una ontología que en realidad es una ilusión. Pero ha sido durante largo tiempo la explicación que ha predicho y regido la vida de los hombres, pues ha sustentado múltiples teorías, hasta el momento en el que la ciencia, particularmente la neurociencia, la ha puesto en entredicho y ha despertado escepticismo con respecto a sus orientaciones. 16 Searle piensa que efectivamente algunas proposiciones de la psicología popular son falsas, pero esto no quiere decir que los fenómenos a los que se refieren sean falsos, sino que están mal explicados. Por ejemplo, sabemos hoy que un dolor en el pie no está exactamente localizado en el pie, sino en una zona del cerebro, pero eso no implica que el dolor en el pie sea inexistente. Lo que sucede es que los conocimientos del sentido común deben ser ampliados y complementados con los conocimientos científicos, pero no puestos en duda o rechazados . 17 También Paul Feyerabend y Richard Rorty se pueden considerar como materialistas eliminativos aunque por razones diferentes a las de los Churchland. 3. P. Feyerabend y R. Rorty Tanto P. Feyerabend como R. Rorty sostienen la postura de la eliminación del lenguaje mentalista que se apoya más bien en creencias que en hechos científicos: "En primer lugar, tales expresiones idiomáticas [del lenguaje ordinario] están adaptadas a las creencias y no a los hechos. Si esas creencias se aceptan ampliamente; si están conectadas íntimamente con los temores y las esperanzas de la comunidad en la que ocurren; si se defienden y se refuerzan con la ayuda de poderosas instituciones; si toda la vida de uno se lleva de alguna manera de acuerdo con ellas, entonces el lenguaje que las representa se considerará como el que tiene más éxito. Al mismo tiempo no se ha tocado la cuestión de la verdad de las creencias. La segunda razón por la que el éxito de una expresión idiomática "común" no está en absoluto al mismo nivel en que está el éxito de una 16 The Journal of Philosophy LXXVIII, 2 (February 1981): 67-90. 17 Cfr. Searle, TRM, p. 63. 199 INTERNALISMOS O MENTALISMOS vs. EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS teoría científica reside en el hecho de que el uso de una expresión idiomática tal, incluso en situaciones observacionales concretas, difícilmente puede considerarse como un test. No hay intento alguno, como lo hay en las ciencias, de conquistar nuevos campos y ensayar la teoría en ellos" . 18 Rorty es más radical en su postura de eliminar el vocabulario mentalista, pues, según él, está ya demostrado que ese vocabulario es inadecuado: "la relación en cuestión no es estrictamente identidad, sino más bien la suerte de relación que, para decirlo crudamente, se da entre entidades existentes y entidades no existentes cuando la referencia a las últimas ha servido alguna vez para (algunos de) los propósitos para los que en la actualidad sirven las primeras: la suerte de relación que valen, p. ej., entre "cantidad de fluido calórico" y "energía cinética media de las moléculas". Hay un sentido obvio de "misma" en el que se solía llamar "una cantidad de fluido calórico" es la misma cosa que lo que ahora se llama una cierta energía cinética media en las moléculas, pero no hay razón para pensar que todos los rasgos que se predican verdaderamente de lo uno pueden predicarse sensatamente de lo o t r o " . 19 20 En su libro La filosofía y el espejo de la naturaleza , explica su rechazo al concepto de "lo mental" que está unido a toda su crítica de la concepción representacionista del conocimiento, lo que él llama la mente como espejo o también "nuestra esencia de vidrio". Quizás lo más importante de esta crítica es el esfuerzo por explicar que lo intencional, y todo lo que se refiera al conocimiento, no ha de considerarse necesariamente como inmaterial: "Dicho de otra manera, ¿por qué debe preocuparnos la afirmación de Leibniz de que si se ampliara el cerebro hasta darle el tamaño de una fábrica, de manera que pudiéramos pasearnos por su interior, no veríamos los pensamientos? Si conocemos el número suficiente de correlaciones neurales, veremos realmente los pensamientos en el sentido de que nuestra visión nos revelará qué pensamiento tiene el propietario de ese cerebro. Si carecemos de ese conocimiento, nuestra visión no nos revelará nada semejante, pero si recorremos una fábrica cualquiera sin habernos informado previamente de sus elementos y de sus mutuas relaciones, no veremos qué es lo que ocurre. Además, aun 18 P. K. Feyerabend, "Materialism and the mind-body problem", The Review of Metaphysics, 17, 1963, pp. 49-67. Reimpreso en C.V. Borst, 1970. Citado en W. Bechtel, p.138. 19 R. Rorty, "Mind-Body Identity, Privacy, and Categories", The Review of Metaphysics, 19, 1965, pp. 24-54. Reimpreso en D. M. Rosenthal, 1971, pp. 174199. Citado por Bechtel, p. 139. 20 Sigo la edición española, Cátedra, Madrid, 1983. 200 PATRICIA MOYA CAÑAS cuando no pudiéramos encontrar estas correlaciones neurales, aun cuando la localización cerebral de los pensamientos fuera un completo fracaso, ¿por qué vamos a decir que los pensamientos o imágenes mentales de una persona eran no-físicos sencillamente porque no podemos explicarlos haciendo referencia a sus elementos?" (p. 33). Lo intencional parece inmaterial por su carácter funcional, es decir, porque depende del conocimiento del contexto y no como algo observable inmediatamente, pero esto no indica que lo no fenoménico sea inmaterial, sino que es algo relacionado, en último término, con nuestro lenguaje (cfr. p. 39). Estas ideas las ilustra en el capítulo II con el experimento mental de los Antípodas, seres muy semejantes a los hombres, que viven en otro planeta, y que no saben que tienen mente. Explican todas las funciones que nosotros atribuimos a la mente en términos nuerofisiológicos y no se interrogan acerca de nuestras cuestiones relacionadas con la mente y el cuerpo, o con entidades metafísicas o realidades trascendentes. Este ejemplo le sirve a Rorty para elaborar sus críticas a diferentes posturas filosóficas que dificultan la eliminación de lo mental de nuestro vocabulario filosófico. El clásico ejemplo del dolor y su comparación con la versión neurofisiológica de estimulación de las fibras C, le lleva a preguntarse teniendo presente la situación de los Antípodas-: "Cuándo nosotros utilizamos el término "dolor", ¿estamos informando de las sensaciones o de las neuronas?" (p. 83). Los Antípodas se extrañarían de esta cuestión, pues para ellos "sensación" y "mente" están radicalmente sustituidos por las conocimientos de micro-neurología y hablar de estados mentales no es otra cosa que hablar de neuronas (cfr. p. 83). Claramente lo expresa en este texto: "Sólo ha sido una circunstancia fortuita de nuestro desarrollo cultural que hayamos estado tanto tiempo dando vueltas a lo que sólo estaba haciendo las veces de otra cosa. Es como si, mientras habían perfeccionado muchas disciplinas sublunares, no hubiéramos desarrollado para nada la astronomía y hubiéramos seguido siendo pre-tolemaicos en nuestras ideas de lo que había por encima de la luna" (p. 84). La filosofía de Rorty puede considerarse como antimentalista, pues todo nuestro vocabulario acerca de lo mental podría ser reemplazado por otro contexto cultural en el que las comprensiones que hasta ahora tenemos y las polémicas que surgen entre ellas, quedarían sin sentido. No existe alguna realidad o estado de nuestro cerebro que podamos llamar con propiedad "mental". 4. Funcionalismo Un giro hacia el internalismo mentalista lo marca una de las posturas actualmente más relevante en la filosofía de la mente: el funcionalismo, que se puede incluir dentro de lo que más ampliamente se llaman teorías 201 INTERNALISMOS O MENTALISMOS V S . EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS causales de la mente. A diferencia del conductismo que no pretende dar una explicación causal de los estados mentales, pues éstos se reducen a la conducta, el funcionalismo entiende que la mente es diferente de la conducta y que es causa de ella. La conducta, en efecto, es causada por procesos internos de la mente, aunque también puede hablarse de procesos mentales internos que no se traduzcan en conducta alguna. Con el funcionalismo se entra en la explicación de teorías internalistas o mentalistas, pero como se verá no todas las corrientes originalmente funcionalistas han seguido esta trayectoria, como es el caso que veremos más detenidamente de H. Putnam considerado como el creador del funcionalismo con su trabajo "Psychological Predicates" . 21 El funcionalismo busca dar una explicación respecto del modo como se reconocen y clasifican los eventos mentales dentro de sus papeles causales. Todas las versiones del funcionalismo están de acuerdo en que los estados mentales han de identificarse primariamente en términos de interacciones mutuas, pero difieren principalmente en cómo han de especificarse estas interacciones. Se trata de describir el proceso causal de tal modo que la descripción funcional identifique los estados del objeto con los estados postulados en la descripción funcional, de modo tal que cualesquiera inputs posibles admitidos por la descripción causarían los outputs especificados en la descripción a través de un proceso con las características del especificado en la descripción. Pongamos el siguiente ejemplo de una máquina expendedora de billetes de autobús: La máquina admite monedas de cien y cincuenta pesos, y está en uno de dos estados internos, S, y S . Cuando, estando en S , si se introduce en ella una moneda de cien, da un billete de autobus y sigue en S ; cuando estando en S se introduce en ella una moneda de cincuenta, pasa a S ; cuando estando en S se introduce en ella una moneda de cien, da un billete de autobús, cincuenta pesetas, y vuelve a S ; cuando estando en S se introduce en ella una moneda de cincuenta, da un billete de autobús y vuelve a S . Esta simple descripción funcional comparte con otras la característica de que en ella se hace referencia a ciertos estados intermedios en el proceso que lleva de los inputs (la introducción de las monedas) a los outputs (la entrega del billete y el cambio que corresponda), a los que se hace referencia con " S " y "S ". 2 1 1 1 2 2 1 2 1 1 2 Cuando un objeto satisface una descripción funcional se dice que el objeto la realiza, la implementa o la pone por obra; y también de aquellos estados internos suyos que corresponden a los estados intermedios 21 Publicado en W.H. Captain and D.D.Merril (Eds.): Art, Mind and Religion. Oberlin Colloquium in Philosophy, University of Pittsburgh Press, Pittsburg, Pa, 1967. Cfr. P. Martínez-Freiré, op. cit., pp. 77-78. 202 PATRICIA MOYA CAÑAS postulados en la descripción que los realizan, implementan o ponen por obra. Un programa de computación es también una descripción funcional, aunque mucho más compleja, pero comparte con el ejemplo dado las características propias: incluye estados internos; éstos pueden ser completamente especificados a partir de la descripción; aunque la descripción caracteriza de un modo menos informativo de lo que podría hacerse aquellos objetos que la satisfacen, particularmente a los estados internos de esos objetos que corresponden a los estados intermedios postulados en el programa; pese al carácter poco específico de la descripción y de la caracterización de los estados intermedios, no cualquier objeto la satisface. Para que un objeto lo haga, el objeto debe tener una cierta estructura funcional, aquella especificada por el programa: debe ser posible identificar estados suyos susceptibles de ordenarse en las secuencias causales indicadas en el programa . 22 Como se puede apreciar, lo que se llama "estado interno" se refiere al proceso mismo que puede ser descrito en término de una función. Esta manera descriptiva cuyo modelo principal es el computacional es la que se aplica también a la mente humana. De ahí que también la llamada Inteligencia Artificial, sea una forma de funcionalismo. La propuesta original de Putnam es considerar que un estado mental es simplemente uno de esos estados intermedios especificados por una descripción funcional capaz de dar cuenta de comportamientos detrás de los cuales característicamente suponemos una mente. No se trata de pretender que el concepto habitual de lo mental sea funcional, sino más bien de pretender que se entienda a s í . El funcionalismo ha evolucionado en diversas corrientes, pero todas ellas fuertemente marcadas por el modelo computacional. 23 Putnam, sin embargo, se desmarca de esta postura funcionalista, llevando su pensamiento hacia lo que él llama el realismo interno. Es conveniente describir esta evolución de Putnam, pues en ella se desarrolla un internalismo peculiar a partir del cual dialoga con Searle, más concretamente respecto al tema del significado. Es peculiar, porque Putnam no comparte tesis propiamente mentalistas -como la de Fodor-, al rechazar una lingua mentís innata; además da una gran importancia a los factores externos provenientes de la cultura, pero tampoco se le puede igualar a las posturas de Rorty y Feyerabend, pues su modo de interpretar la influencia cultural es más bien entendiéndola como una interacción de la mente con el mundo. 22 Cfr. M. García Carpintero, "El funcionalismo" en La mente humana, ed. Fernando Brocano, Trotta, pp. 55-57. 23 Ibíd. p. 58. INTERNALISMOS O MENTALISMOS VS. EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS 203 En su crítica a la lingua mentis innata o como él le llama mentalés se puede apreciar más claramente las líneas características de su pensamiento. Putnam refuta esta teoría con tres consideraciones: 24 1) El significado es holístico , esto es, el enunciado o la teoría no se puede descomponer y obtener la misma teoría con sentido. La suma de enunciados no hace una teoría, sino que hay un sistema total de creencias que subyace a los enunciados. El significado real de la teoría lo da el "todo" y no la "suma de las partes", que no se identifican con el "todo". Las definiciones, por lo demás, son históricas, no son una "verdad analítica"; pueden cambiar. Putnam no cree que exista una única representación mental que dé cuenta de un objeto cabalmente, y que en conjunto con otra representación mental igual de independiente formen un conjunto divisible de enunciados. La suma de enunciados no da la teoría, como la suma de representaciones mentales no da cuenta de la realidad. 25 2) El significado es en parte una noción normativa . El "significado" depende de la interpretación de un sistema de creencias. Mantiene una identidad en el tiempo pero no una "esencia", en el sentido de un núcleo significativo inmutable, porque el significado tiene carácter social, no está determinado por las condiciones de los cerebros o mentes individuales. Se mantiene también el referente, pero el significado de éste puede variar por mayor conocimiento u otras circunstancias. En este punto conviene detenerse brevemente, pues se trata de una tesis central en el pensamiento de Putnam y de una crítica también importante al realismo metafísico. Sostiene nuestro autor que todos los métodos de representación que conocemos, el discurso oral, escritura, pintura, grabado en piedras, etc., admiten representaciones diferentes con el mismo significado. Las representaciones no significan intrínsecamente a lo que habitualmente se refieren, sino que la asociación con su referencia es contingente y susceptible de variación en la misma medida que varíe el mundo o la cultura . Más aún, Putnam dice que los "significados" no están "en la cabeza". Con esto, alude a que el significado es determinado tanto por la realidad externa: referente, uso social, etc., como por la interna, es decir, la interpretación que se dé a los factores 26 24 H. Putnam, Representación y realidad, (R.R) Gedisa, 1995, p. 32. La tesis del holismo del significado es originariamente de Quine, cfr. "Two dogma of empiricism", From a logical point of view, 2 ed., Harper & Row, New York, pp. 20-46. Cfr. A. Carrasco, P. Moya, Comentarios a la teoría del conocimiento de Hilary Putnam con sus antecedentes en la tradición realista y trascendental, Documento Docente n° 12, Universidad de los Andes, 1998. a 25 Putnam, R.R., p. 35. 26 Cfr. Putnam, R.R., p. 49. 204 PATRICIA MOYA CAÑAS mencionados. Habría, por lo tanto, una relación bidireccional, de mutua determinación entre referente y significado. 3) Los conceptos dependen del entorno físico y social de un modo que la teoría de la evolución no podía prever (por lo que no podíamos "traer" todos los conceptos en la mente). Esta tesis recoge las dos críticas anteriores, en el sentido de que el significado es determinado al menos en parte por algo distinto al agente, y rechaza con estos argumentos el innatismo. Si tuviéramos una lengua mental innata, ella tendría que contener representaciones de todos los objetos cognoscibles. Y éstos, según avanza el tiempo y se desarrollan las culturas, se multiplican al infinito. En consecuencia, como no es posible que tengamos innatamente infinitas representaciones, no es plausible la teoría del mentales. De acuerdo a esto, parece claro que no es razonable postular la existencia de "ideas innatas", que nos den razón del mundo. Una de las razones por las que Putnam abandona el funcionalismo como explicación satisfactoria de los estados mentales es porque esta teoría no es suficiente para la psicología cognitiva, ya que, en primer lugar, no se pueden individualizar conceptos y creencias sin hacer referencia al e n t o r n o . Las actitudes preposicionales, como creer que la nieve es blanca, por ejemplo, no son estados funcionales que se encuentren "en la cabeza", sino que requieren de la determinación del entorno. 27 Una solución fácil a esto sería postular un "sociofuncionalismo". Sin embargo, la determinación del entorno no es lo único que refuta al funcionalismo, sino también que el significado y la referencia dependan de "descontar las diferencias de creencias" implícitas en toda interpretación. Vale decir, cualquier proposición supone un conjunto de creencias que no se dicen, pero que le dan sentido. Un ejemplo algo trivial sería constatar "hace calor". Esto significa cosas muy distintas dependiendo del lugar, la hora, etc. Puede referirse tanto a que hacen 38 grados -en Santiago, en verano-, como a que hacen 14 grados - e n Punta Arenas, en invierno-. Tras cada enunciado, por tanto, se encuentra un conjunto indeterminado de creencias que confluyen a darle sentido. Y ésas no las puede capturar un "estado computacional". Otra versión del funcionalismo es la de "un estado para cada actitud proposicional". Aquí se sortea el problema del entorno y las creencias, refiriéndolo todo a una determinada "actitud". Sin embargo, esta hipótesis tampoco satisface ya que "los seres sensibles físicamente admiten demasiados "diseños", tanto físicos como computacionales, para que el funcionalismo que postula un estado para cada actitud proposicional sea 27 Cfr. Putnam, R.R., capítulo 5. INTERNALISMOS O MENTALISMOS V S . EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS 205 28 verdadero . Para interpretar un lenguaje se requiere conocer las teorías o métodos de inferencia que comparten los miembros de la comunidad que habla ese lenguaje. Y tanto esto, como la labor de "traducción", la misma actitud proposicional en un lenguaje y otro, requerirían de un conocimiento prácticamente infinito. Ahora bien, dada la plasticidad composicional de los seres pensantes, y la infinitud de "estados cerebrales" que se pueden suponer, la otra alternativa es decir que sus actitudes preposicionales dependen de la organización para realizar una función. Sin embargo, esta alternativa tampoco sirve. Putnam se dio cuenta de que los estados mentales no sólo son composicionalmente plásticos, sino también computacionalmente plásticos, pues por muy distintos programas se puede obtener la misma actitud proposicional. En consecuencia, el funcionalismo terminó por no satisfacer a Putnam, y le abrió el paso a su teoría del realismo interno. 5. J. Fodor Volviendo a la influencia que el modelo computacional ha ejercido en la filosofía de la mente, nos fijaremos particularmente en J. Fodor, quien ha propuesto la "Teoría Computacional de la Mente" que se mantiene dentro de un estricto mentalismo . 29 Dentro de esta teoría se estudian las proposiciones como estructuras de la mente que sirven de contenido de las actitudes mentales de una persona. Pueden pensarse en las proposiciones como símbolos en un computador digital moderno y en las actitudes hacia esas proposiciones como los modos en los que las configuraciones de esos símbolos se almacenan en la memoria del computador. Según Fodor, la psicología se ocupa de la estructura formal de los símbolos de la mente y del modo como se manipulan. Puesto que los símbolos asumen el papel de proposiciones en el discurso de actitudes preposicionales y, de este modo, sirven para representar los fenómenos sobre los que uno está pensando, se denominan comúnmente representaciones mentales. Veamos un texto en el que explica esta teoría: "La conclusión a que quiero llegar es que ciertas clases de modelos muy importantes de explicación psicológica presuponen que el organismo que produce la conducta tiene a su disposición alguna forma de sistema representacional. En beneficio de la exposición he subrayado la importancia de la representación que el organismo hace de su propia conducta al explicar las acciones 28 Putnam, R.R., p. 135. 29 Sigo de cerca la explicación de Bechtel, op. cit., pp. 78-82. 206 PATRICIA MOYA CAÑAS consideradas. Pero, una vez hecha, parece que se trata de una afirmación omnipresente. Por ejemplo, en el modelo estaba implícito que el organismo dispone de medios para representar no sólo sus opiniones conductuales, sino también: la consecuencia probable de actuar sobre tales opciones, una determinada ordenación por orden de preferencia de las consecuencias y, naturalmente, la situación original en que se encuentra. Utilizar este tipo de modelo es, por lo tanto, presuponer que el agente tiene acceso a un sistema representacional de riqueza muy considerable. Según el modelo, decidir es un proceso computacional; el acto que realiza el agente es consecuencia de computaciones definidas sobre las representaciones de las posibles acciones. Si no hay representaciones, no hay computaciones. Si no hay computaciones, no hay modelo" . 30 Fodor propone que la mente posee un conjunto de reglas que determinan qué operaciones se realizan con estas representaciones. Esto es lo que él llama un lenguaje del pensamiento que es imprescindible para que la psicología pueda explicar la conducta humana. Da tres argumentos para sostener esta afirmación, basados en su teoría de que la acción deliberada, el aprendizaje y la percepción deben interpretarse como fundados en procesos computacionales que necesariamente implican representación . El primero es que cualquier explicación de la conducta racional debe tener en cuenta que los organismos consideren las consecuencias de las acciones que están contemplando. Esto exige que los agentes tengan medios para representar sus conductas a sí mismos; medios para representar sus conductas en tanto que teniendo ciertas propiedades y no teniendo otras . El segundo argumento considera el concepto de aprendizaje. Fodor afirma que sólo podríamos aprender un nuevo concepto proponiendo una hipótesis sobre lo que el concepto podría significar y probando seguidamente su adecuación. Por ejemplo, aprendemos el concepto de "auto" haciendo la hipótesis que se refiere a los objetos que cumplen ciertas especificaciones y, a continuación, probando si de hecho todos los objetos que cumplen esas especificaciones cuentan como "autos". Esto exige que se posea de antemano un medio lingüístico en el que podamos enunciar tales hipótesis . El último argumento se basa en la percepción. De acuerdo con la tradición empirista, Fodor 31 32 33 30 Fodor, El lenguaje del pensamiento, Madrid, Alianza Editorial, 1984, p. 51; ver también p. 57 en el que se describe el aprendizaje de conceptos de una manera computacional que da cuenta de la no-arbitrariedad de la relación que se da entre lo que se aprende y el carácter de las experiencias que ocasionan el aprendizaje. 31 Cfr. Fodor, op. cit. p. 54. 32 Cfr. Fodor, op. cit. p. 51 y 53. 33 Cfr. Fodor, op. cit. p. 58-61. 207 INTERNALISMOS O MENTALISMOS VS. EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS considera la percepción como una actividad de resolución de problemas en la que el perceptor tiene que determinar lo que está viendo sobre la base de inputs sensoriales limitados. La percepción, al igual que el apren- dizaje de conceptos, exige que el perceptor compruebe hipótesis. Tenemos que plantear una hipótesis acerca de lo que estamos viendo (por ej., esto es un perro) antes de que podamos evaluar la evidencia a favor o en contra de la hipótesis . 34 Todos estos argumentos confirman su teoría de que los agentes cognitivos tienen un sistema similar al lenguaje con el que llevan a cabo las actividades cognitivas. Este lenguaje no puede ser el natural, ordinario, sino un lenguaje interno, innato, porque las hipótesis iniciales sobre el lenguaje natural no pueden representarse ellas mismas en el todavía no conocido lenguaje natural, de este modo tienen que representarse en un lenguaje más básico: "El aprendizaje de una lengua (incluyendo, naturalmente, la lengua materna) implica aprender qué significan los predicados de esa lengua. Aprender lo que significan los predicados de una lengua implica aprender a determinar la extensión de estos predicados. Aprender a determinar la extensión de los predicados implica aprender que caen dentro de ciertas reglas (es decir, reglas de verdad). Pero no se puede aprender que P cae dentro de R a no ser que se tenga un lenguaje en que puedan representarse P y R. Por eso, no se puede aprender una lengua a no ser que se tenga ya un determinado lenguaje. En concreto, no se puede aprender la primera lengua a no ser que se tenga ya un sistema capaz de representar los predicados de esa lengua y sus extensiones. Y si no queremos caer en un círculo vicioso, ese sistema no puede ser la lengua que se está aprendiendo. Pero la primera lengua se aprende. Por eso, existen al menos algunas operaciones cognitivas que se realizan en lenguajes distintos de los lenguajes naturales" . Este lenguaje del pensamiento incluye sólo procesamiento sintáctico en el que la mente manipula símbolos sin considerar lo que se representa con esos símbolos. Desde esta perspectiva lo que está en el mundo no importa. Es decir, lo que afecta a nuestra conducta es lo que está representado formalmente dentro del sistema y no aquello a lo que los estados mentales se refieren . 35 36 Dentro de esta teoría, como hemos visto, juega un papel central la representación que es la estructura esencial del sistema: "Si es verdad 34 Cfr. Ibíd. p. 62-68. 35 Fodor, op. cit. p. 81. 36 Con esta afirmación responde a la acusación que le hace Putnam de "solipsismo metodológico". Cfr. Putnam, "The meaning of 'meaning'" en Mind, language and reality: Philosophical papers of Hilary Putnam, Cambridge University Press, Cambridge, vol. 2, pp. 291-303. 208 PATRICIA MOYA CAÑAS gran parte de lo que he afirmado en los anteriores capítulos, la relación causal entre estímulo y respuesta estará típicamente mediada por la representación interna que los organismos se forman de cada uno de ellos" . Son las representaciones las que dan cuenta de los estímulos y de las respuestas dentro de un determinado sistema representacional, siendo posible de esta manera establecer desde el interior del sistema los conocimientos o los procesos mentales: "Por eso, tener una actitud proposicional es estar en cierta relación con una representación interna. En especial, tener una actitud proposicional es estar en cierta relación computacional con una representación interna. (...) Más exactamente: los estados mentales son relaciones entre organismos y representaciones internas, y los estados mentales causalmente interrelacionados se suceden entre sí según unos principios computacionales que se aplican formalmente a las representaciones. Este es el sentido en que las representaciones internas constituyen el dominio de los procesos de datos que informan la vida mental. En resumen, un aspecto esencial de las teorías cognitivas es que tratan de interpretar las transformaciones físicas (causales) en cuanto transformaciones de la información, teniendo como resultado el de mostrar la racionalidad de los procesos mentales" . 37 38 La compleja tesis de Fodor lleva a fijar su posición dentro de un internalismo respresentacional-computacional. Searle no comparte esta forma de internalismo, principalmente por su asimilación de lo mental al esquema señalado. Aunque, por otra parte, Searle no rechaza del todo la idea de una estructura interna del pensamiento, al modo como la plantea C h o m s k y , no concuerda con Fodor que enmarca estas ideas en una formulación basada en las referencias computacionales. 39 Segunda parte: La proposición de Searle 40 Se han presentado una serie de posiciones filosóficas en torno al debate internalismo o mentalismo y externalismo. Está claro que no todos los filósofos que se han nombrado pueden enmarcarse en uno de estos "ismos" de una manera nítida, pero en cada uno su pensamiento se aproxima más 37 Fodor, op. cit., p. 173. 38 Fodor, op. cit., p. 214. 39 Cfr. N. Chomsky, Language and Mind, Enlarged Edition, MIT, 1972, pp. 120127. 40 Ha sido de gran ayuda en esta segunda parte el trabajo realizado por Verónica Marconi, ayudante de la investigación que escribió el artículo "Causalidad y Ontología de la mente en J. R. Searle". 209 INTERNALISMOS O MENTALISMOS V S . EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS a una que a otra tendencia. Corresponde ahora preguntarse por la posición de Searle en sus principales escritos y ver cuáles son las respuestas que da a algunas de las cuestiones aquí referidas. Pero para esto, es necesario dar algunas ideas generales de la postura de nuestro filósofo para así comprender mejor desde qué presupuestos enfrenta al externalismo. Searle rechaza de una manera categórica la postura externalista o antimentalista y define su filosofía como internalista. Particularmente lo hace al explicar que la intencionalidad de los estados mentales es intrínseca a los estados mismos, por lo que no es un rasgo derivado o exterior, sino interno . La intencionalidad la entiende Searle como "aquella propiedad de muchos estados y eventos mentales en virtud de la cual éstos se dirigen a, son sobre o son de, objetos y estados de cosas del m u n d o " . Conforme a esta postura, Searle desarrolla toda una filosofía acerca de la mente en la que tiene como objetivo superar los errores que provienen del cartesianismo y las soluciones contemporáneas a esta filosofía presente aún hoy (cfr. Parte I, n.l). 41 42 1. Unificación de la realidad y nueva concepción de la ciencia Para que sea posible una correcta filosofía de la mente, es necesario, según Searle, dos modificaciones: 1) Podríamos hablar de una unificación de la realidad, es decir, dejar de considerar el mundo como dicotómico, separando, por ejemplo, lo mental de lo físico, el cuerpo de la mente, lo interno de lo externo, etc. Hay que aceptar que esta división es arbitraria, producto de la división cartesiana del mundo en res cogitans y rex extensa, porque al margen de este influjo, reconocemos como reales las cosas que están al alcance de nuestra percepción o que se derivan de ella. Para Searle sólo existe una realidad material que en caso de los seres vivos se expresa en la materia biológica capaz, en algunos seres, de tener rasgos superiores como son los estados mentales: "los eventos y procesos mentales son parte de nuestra historia natural biológica en la misma medida en que lo son la digestión, la mitosis, la meiosis o la secreción de enzimas" . Estos rasgos superiores del cerebro, que son los estados mentales, necesitan ser explicados desde una perspectiva adecuada, esto es, que no se pierda de 43 41 Cfr. Searle Intentionality. An essay in the philosophy of mind, Cambridge University Press, 1983, p. vii. 42 Searle, op. cit. p. 1 43 Searle, TRM, p. 1. 210 PATRICIA MOYA CAÑAS vista su carácter real que, para Searle, equivale a material, ni tampoco su carácter mental, que significa que no se pueden asimilar, sin más, a procesos neurofisiológicos. 2) De ahí que sea necesario un nuevo concepto de ciencia que no deseche la posibilidad de un estudio epistemológicamente objetivo de realidades ontológicamente subjetivas. Searle recurre frecuentemente en sus escritos a esta d i s t i n c i ó n . Una afirmación, dice, puede ser epistemológicamente subjetiva, por ejemplo, "Rembrandt es un buen pintor" o epistemológicamente objetiva: "Rembrandt nació en Holanda" . Lo que se busca en la filosofía de la mente es llegar a proposiciones objetivas, pero acerca de realidades que son ontológicamente subjetivas, como lo son todas las que se refieren a la conciencia, porque ésta es un fenómeno estrictamente subjetivo. Si se niega esta posibilidad, surgen las alternativas estudiadas en la primera parte del trabajo, que tienen en común el desconocer lo específicamente mental. Esto sucede cuando el objeto de la ciencia es concebido únicamente como lo cuantificable y medible. 44 La unificación de la realidad permite alcanzar una adecuada comprensión de la mente, porque no la reduce a la materia cuantificable, pero tampoco la sitúa en un mundo mítico o místico, como, según él, son las opciones que se han presentado hasta ahora. Los materialismos tienden a reducir lo mental a lo cuantificable, como sucede en la mayoría de las teorías materialistas de la conciencia en las que se busca un correlato entre los procesos neurofisiológicos y los fenómenos de conciencia (lo que se llama NCC: neurobilogical correlate of consciousness). En estos esquemas se trata la conciencia de una manera unificada, como en bloques de estímulos o percepciones, desconociendo que uno de los rasgos típicos de los fenómenos conscientes es su diversidad, su forma no unificada: en una sola experiencia captamos el color, el sabor, etc., como aspectos diferentes de una misma realidad . Searle piensa que es posible una colaboración de la ciencia con la filosofía en el sentido de reconocer lo específico de lo mental y buscar una colaboración mutua entre ambos caminos hacia la verdad, pero para esto hay que partir por aceptar el carácter subjetivo de lo mental. Veremos más adelante este aspecto con más detalle. 45 Las críticas a las diversas formas de materialismos tienen en común el abandonar el objeto de la filosofía de la mente, es decir, la propia mente, 44 Cfr. Searle, "The future of philosophy", Phil. Trans. Royal, Society, London, B (1999), 354, p. 2074. Este tema lo trata más detenidamente en The Construction of Social Reality, The Free Press, New York, London, Toronto, Sydney, Singapore, 1995, chapter 1. 45 Cfr. Searle, Ibíd. p. 2075. INTERNALISMOS O MENTALISMOS V S . EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS 211 que no puede ser entendida con criterios ontológicamente objetivos, pues esto significa perder su especificidad. Por otra parte, el materialismo es siempre una forma de mantener vigente el dualismo cartesiano, porque implica un reduccionismo, que encierra, en el fondo, una concepción dual, pues si no hay dualismo no hay nada que reducir. El materialismo se rige por los esquemas dualistas y por eso plantea un pseudo problema, porque al identificar lo mental con lo cerebral o buscar sus correlaciones, está enfrentándolo como dos cosas diferentes. Si sólo existe lo material, no hay identificación, ni correlación, sino sólo rasgos de lo material, que sería la solución de Searle . 46 2. Causalidad intrínseca Su postura frente a la ciencia cognitiva es una de las manifestaciones más claras del externalismo, particularmente del que se identifica con la defensa de la Inteligencia Artificial. Searle defiende una explicación causal del conocimiento, porque no se podría de otra manera dar cuenta de la intencionalidad de los eventos mentales, ya que éstos, en el caso del conocimiento, se explican por una dirección de ajuste que va del mundo a la mente. La ciencia cognitiva o la explicación cognitivista del conocimiento no permite esta explicación causal, pues aunque se lleve al extremo la similitud entre un ser humano que conoce y un computador que ejerce operaciones similares al pensamiento humano, siempre se encontrará una diferencia radical entre el modo como ambos siguen las reglas que convierten los inputs en outputs. Si imaginamos que el pensamiento humano se puede asemejar al proceso de un computador, veremos que, en el caso del hombre, éste siempre sigue conscientemente y, por lo tanto, internamente, unas reglas. En cambio, el computador mecánico no tiene nunca un proceso de causación consciente ni, por lo tanto, interno, sino que actúa por un diseño externo, que hace como si siguiera reglas, pero en realidad lo que sucede es que mecánicamente se ejecuta un programa. El cognitivismo no sólo asemeja el cerebro humano y el proceso cognoscitivo al computacional, como un medio de comprender mejor el conocimiento humano, sino que asimila la mente al computador, afirmando que el cerebro tiene únicamente modelos sin poderes causales adicionales a los que tienen los medios que los implementan. De ahí que no haya punto de contacto entre una teoría cognitivista y una intencional . 47 46 41 Cfr. Searle, TRM, cap. 1, 2 y 10. Cfr. Searle, TRM, p. 215-216. Ver también Patricia Moya, "El internalismo de los estados mentales en J. Searle" (en prensa). 212 PATRICIA MOYA CAÑAS No se presentaría problema, para Searle, si en lugar de una explicación mecánica o computacional, se diera una explicación neurofisiológica, porque desde su perspectiva, la intencionalidad de los eventos mentales, tales como el conocimiento, no tienen otra razón explicativa que procesos físicos que son la causa de operaciones también físicas aunque de nivel superior. La dificultad que plantea el cognitivismo, para Searle, es que reemplaza un proceso neurofisiológico y, en último término, biológico, como es el conocimiento, por un proceso puramente formal, estructurado desde fuera por un agente y que no tiene necesidad alguna de una explicación causal o intrínsecamente causal, porque la única causa que en este modelo se considera es la del agente externo que programa o diseña el programa del computador. La ciencia cognitiva no da la única respuesta adecuada que es explicar los fenómenos biológicos concretos, como son la comprensión de una oración o la expresión visual de una escena; no comprende los fenómenos físicos que producen los fenómenos, sino que los analiza desde una perspectiva puramente formalista en la que la causalidad no formaría parte intrínseca de la intencionalidad, como es lo que pretende mostrar Searle . 48 Es d i f e r e n t e dar una e x p l i c a c i ó n c o m p u t a c i o n a l que una neurofisiológica, pues esta última, por tener un principio biológico, puede dar cuenta de una causalidad intrínseca lo que nunca podrá ser posible en un esquema computacional. Quizás ayude a entender esta diferencia la e x p l i c a c i ó n que da S e a r l e en TRM, en la que e x p l i c a , muy simplificadamente, el modo de operar de los computadores, en los cuales un agente externo codifica alguna información de tal modo que pueda ser procesada por los circuitos del computador. Se proporciona una realización sintáctica de la información que el computador puede implementar en diferentes niveles de voltaje. En este proceso toda la interpretación corre por cuenta del observador; el producto final, el output, es un fenómeno físico que un observador puede interpretar como símbolos con una sintaxis y una semántica. En contraste, en el cerebro ninguno de los procesos neurobiológicos relevantes son relativos al observador, aunque puedan ser descritos como vistos desde el observador: "la realidad biológica no es que el sistema visual produzca todo un ramillete de palabras o símbolos; más bien se trata de un evento visual concreto específico y consciente: esta misma experiencia visual" (p. 224). Es éste un punto en el cual insiste Searle, porque efectivamente los eventos mentales, ya sean perceptivos o de conocimiento intelectual, son siempre, en primer térmi- 48 Cfr. Searle op. cit. p. 222. INTERNALISMOS O MENTALISMOS V S . EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS 213 no, eventos conscientes, propios de un sujeto, vividos, por así decirlo, desde la primera persona. Sólo en otro nivel, diferente al evento mismo, se puede hacer un modelo de procesamiento de esta información que da lugar a la percepción, porque la percepción misma o el conocimiento intelectual no son sistemas de procesamiento de información, ni tampoco lo es el cerebro. Me he referido a la importancia que Searle da a la causación intrínseca, propia de los eventos mentales y que, en cambio, no se darían en los procesos computacionales. Explicaré más detalladamente este rasgo importante de su posición filosófica. Si la intencionalidad es un rasgo de naturaleza biológica, debe comprenderse como un rasgo que entra en relaciones causales con otros eventos del mundo, pero no se trata de una causalidad entendida, al modo de Hume, como mera regularidad, sino aquella que experimentamos constantemente desde el sentido común: experimentamos que un evento causa a otro; según la noción más común de causalidad: algo hace que ocurra algo. No experimentamos la simpleza de que ocurre un evento y a éste le sigue otro, sino que nosotros mismos, cuando realizamos acciones "parecemos ser conscientes de afectar causalmente el medio que nos rodea" . Antes ha puesto dos ejemplos: "Vi la flor" y "Levanté el brazo porque quise"; en ambos casos estamos totalmente seguros de la verdad de nuestro enunciado, sin comprometernos con la existencia de leyes físicas que sustenten la verdad de estas afirmaciones causales, sino que hay una relación causal real entre estados mentales, como la percepción (ver) y la acción (levantar el brazo) y los objetos de los estados. La flor ha sido objeto de mi experiencia visual, porque yo la percibí visualmente; mi brazo ha sido alzado porque tal es el objeto de la acción que realicé. Estamos ante distintos estados mentales (ver, levantar el brazo) y todos guardan el mismo tipo de relación causal con sus objetos. A esta relación causal, Searle la llama causación intencional y sostiene que afirmar una relación causal de este tipo no es afirmar humeanamente que a un evento le sigue o t r o . 49 50 Internalizar la causalidad es lo que la convierte en causación intencional. Esto se ve más claramente en la explicación siguiente. Tener sed y beber agua son, en conjunto, una experiencia que basta por sí sola para contestar a la pregunta causal "¿Por qué bebiste ese vaso de agua?" La respuesta es "Porque tenía sed" y no requiere de ninguna observación adicional para justificarla. Probablemente hay leyes causales que corres- 4S 50 Searle, Intentionality, p. 115. Cfr. Searle, op. cit. cap 4, I I . 214 PATRICIA MOYA CAÑAS ponden a este evento, pero cuando acudimos a ellas nos situamos en un nivel de explicación que no viene al caso. Más bien todo está dicho en esa sencilla respuesta: hay una relación lógica entre causa y efecto. Esta relación se puede enunciar de la siguiente manera: "En todo caso de causación intencional, al menos un término es un estado o evento intencional y ese estado o evento intencional o bien causa o bien es causado por sus condiciones de satisfacción" . En los dos casos paradigmáticos de estados mentales intencionales que se han dado, percepción (ver) y acción (levantar el brazo), se da esta condición. En el caso de la percepción, parte del contenido intencional son sus condiciones de satisfacción: que haya una flor ahí, causa el estado mismo. En este caso se habla de dirección de causación mundo-a-mente. En el caso de la acción, parte del contenido del estado intencional es que el cumplimiento de sus condiciones de satisfacción sea causado por el estado intencional mismo; en este caso se trata de una relación mente-a-mundo. 51 Algo nos sucede o nosotros hacemos que algo suceda y tales relaciones causales son directamente experimentadas por nosotros y no observadas desde fuera: yo causo, no observo que levanto mi brazo. "No es en la observación de las acciones en la que llegamos a ser conscientes de la causación, sino en la realización de las acciones" . No vamos de la experiencia a la deducción de las causas: en nuestra propia experiencia las encontramos, pues es parte de su contenido. Podemos decir que el efecto está contenido en la causa, entendiendo por causa el estado mental mismo. Por ejemplo, el deseo de beber agua contiene en sí mismo el efecto: beber agua . 52 53 Searle explica de esta manera la vinculación entre causalidad e intencionalidad y cómo ambas son internas en la medida en que llevan en sí mismas la explicación de su referencialidad. Según se decía, esta es una diferencia muy importante con cualquier postura cognitivista que elimine la intencionalidad de la causalidad, porque la sitúa en una relación externa, es decir, la explica solamente como regularidad vista desde la perspectiva de la tercera persona. Si la intencionalidad es propia de ciertos eventos mentales, también lo es la causalidad intencional. Esto hace necesario situarse siempre en estos problemas o realidades en la perspectiva de la primera persona, porque sólo así se puede captar su auténtico ser y no asignarle unas propiedades desde fuera, como es posi- 51 Searle, op. cit., 122. 52 Searle, op. cit., p. 124. 53 Cfr. Searle, Mind, Language, and Society, philosophy in the real world, Basic Books, 1999, p. 64. INTERNALISMOS O MENTALISMOS V S . EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS 215 ble hacerlo con un hecho físico, pero que no tiene los rasgos de lo mental. Se insiste en que lo mental siempre tiene relación con la conciencia y, por lo tanto, siempre es ontológicamente subjetivo. 3. La perspectiva de la primera y tercera persona Además de compartir con Ryle, Wittgenstein y otros filósofos el objetivo de superar el dualismo cartesiano, Searle quiere también superar la alternativa del materialismo que se presenta como la única alternativa contra el dualismo. La posición de Searle es la de un "biologicismo naturalista", como él mismo la denomina, según el cual se consideran los eventos mentales como procesos que forman parte de nuestra historia biológica natural, como la digestión. El punto distintivo de esta postura - q u e la distingue de las diversas formas de materialismo- es afirmar los estados mentales como tales y reconocerles un carácter interno. Según Searle, el materialismo es la raíz común de la mayoría de las posturas actuales con respecto a la mente. Este no reconoce la existencia de los estados mentales, ya sea porque los elimina, ya sea porque los estados mentales son considerados desde un punto de vista funcionalista en el que se reducen a los estados causales de inputs y outputs del sistema del cual forman parte . 54 Hay muchas razones para justificar un intento por objetivar los eventos mentales. Una de las más relevantes, y que subyace al materialismo eliminativo, conductismo, funcionalismo e Inteligencia Artificial Fuerte es, según Searle, la tendencia de la filosofía contemporánea a pensar que si algo es real, es igualmente accesible a todo observador competente. Esta tendencia trae como consecuencia lógica la afirmación de que la única manera de estudiar la mente es como un fenómeno objetivo. Así, todas las cuestiones acerca de la subjetividad o de los fenómenos mentales se transforman en el estudio de cuestiones externas. Este es el planteamiento desde la tercera persona que trata de responder a estas cuestiones: ¿Cómo conozco lo que es una creencia? ¿Cómo conozco lo que es un deseo?, etc., y que también facilita la identificación de la mente con el computador, según se vio en el número anterior. Las razones epistemológicas nos ciegan para reconocer que la ontología efectiva de los estados mentales es una ontología de la primera persona en la que necesariamente interviene la conciencia, pues no tenemos noción de lo mental aparte de nuestra noción de conciencia. Esta convicción amplía el radio de lo real, pues también es real lo subjetivo, entendido desde un 54 Cfr. Searle, TRM, Introducción y cap. 1. 216 PATRICIA MOYA CAÑAS punto de vista ontológico y no epistemológico, según la diferencia que ya se explicó. Su intento será demostrar que en general los estados mentales tienen una irreductible subjetividad ontológica. Si se está en lo correcto al pensar que la conciencia y la subjetividad son esenciales a la mente, entonces la concepción de lo mental empleada por la tradición está errada desde el principio, porque ella es esencialmente una concepción de tercera persona. En coherencia con lo dicho, es también un error suponer que la metodología de las ciencias de la mente puede concernir solamente a una conducta observable. Searle hace notar que la conducta sólo tiene sentido como expresión o manifestación de una realidad mental subyacente. Para esto tenemos que ver las bases causales de lo mental y la conducta como su manifestación. No se puede argumentar a partir de la conducta y de ahí inferir la existencia de lo mental, sino que más bien lo que nos lleva a atribuir estados mentales a otros entes es el conocer en ellos la misma o similar estructura causal. No es la conducta por sí misma la que nos da el conocimiento de otras mentes, sino más bien la combinación de la conducta con el conocimiento de los apoyos causales de la misma . Por esta razón es importante para el filósofo norteamericano internalizar o intencionalizar la causalidad de los estados mentales, tal como se desarrolló en el capítulo anterior. 55 Al tratar el tema de la causalidad, se hizo referencia a que este enfoque es el que permite estudiar los eventos mentales desde una perspectiva de la primera persona, en oposición a un estudio de la mente como fenómeno ontológicamente objetivo. Sólo desde la perspectiva de la primera persona se podrá responder a la cuestión crucial: ¿qué es lo que la gente realmente tiene cuando tiene estados mentales? o ¿qué son los fenómenos mentales? Y no la que se plantea objetivamente como ¿bajo qué condiciones atribuimos estados mentales a la gente? Esta pregunta, como resulta evidente, desvirtúa en su mismo planteamiento lo que es un estado mental, pues no reconoce, ni incluye en la comprensión del estado mental la presencia de la conciencia y con ella de la subjetividad. Un planteamiento desde la primera persona no quita la dificultad del tema, ni la necesidad de acudir a cuestiones epistémicas, sino que enfatiza la necesidad de considerar preliminarmente el estatuto ontológico de los estados mentales. Otro modo de aclarar en qué sentido los estados mentales son subjetivos, es la distinción que hace Searle entre una característica intrínseca, y en este sentido ontológicamente subjetiva y una exclusivamente existente 55 Cfr. Searle, Ibid. cap. 1. INTERNALISMOS O MENTALISMOS VS. EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS 217 como relativa a un observador. Searle designa como una de las tareas más importantes y difíciles de la filosofía el clarificar esta distinción. El ejemplo que pone de un rasgo intrínseco es el de la masa de un cuerpo, en cambio sería extrínseco el que ese cuerpo u objeto fuese una bañera. Esta distinción es importante porque actualmente, señala Searle, domina en la filosofía de la mente y en la ciencia cognitiva la postura según la cual la computabilidad es un rasgo intrínseco del mundo y la conciencia e intencionalidad son, de alguna manera, eliminables . Obviamente Searle quiere demostrar que la situación es exactamente la contraria. A esta postura la llama la naturalización del contenido intencional, es decir, el intento de separar el problema de la conciencia del problema de la intencionalidad y reducir esta última a meros fenómenos físicos, no mentales. La objeción más obvia a esta naturalización del contenido intencional es que el intento de reducir la intencionalidad a algo no mental está condenado al fracaso, porque deja a un lado la misma intencionalidad. Frente a la postura de Fodor que sostiene que si el "ser-sobre-algo (aboutness) es real, debe ser realmente algo más, Searle sostiene que la intencionalidad (este ser-sobre-algo) es real y no es algo más, pues la intencionalidad es inherente normativamente a los estados mentales y no puede explicarse en un sistema de relaciones causales brutas, ciegas y no intencionales . 56 57 58 En este punto vuelve a ser relevante un planteamiento desde la primera persona. De no ser así se piensa que puedan producir inteligencia fragmentos materiales, porque se analiza la inteligencia desde criterios objetivos de tercera persona, lo que equivale a evaluarla desde criterios conductistas. Desde esta última perspectiva se puede considerar las neuronas como inteligentes pues ellas se comportan de acuerdo a ciertos patrones regulares y predecibles. Consideradas en cierta manera, las neuronas realizan un "procesamiento de información", reciben un conjunto rico de señales, procesan esa información y envían información. Los criterios que realmente importan, sostiene Searle, para establecer la inteligencia o no de una realidad, no son los objetivos, sino los exclusivamente mentales, que necesariamente involucran el punto de vista de la primera persona. Según este criterio, la conducta inteligente involucra el pensar, y pensar es esencialmente un proceso mental . 59 56 Cfr.Searle, Intentionality, pp. xii-xiii y 3. 57 Cfr. J. Fodor, Psycosemantics: The Problem of Meaning in the Philosophy of Mind, Cambridge, MA:MIT Press, 1987, p. 97. 58 Cfr, Searle, TRM, p. 51. 59 Cfr. Searle, Ibíd., pp. 55-57. 218 PATRICIA MOYA CAÑAS Este tema entronca directamente, como ya hemos dicho, con el de la conciencia y la subjetividad como dos elementos que son ineliminables en la consideración de lo mental, pues son esenciales a la condición misma de mental. Si es posible demostrar esto, se puede establecer que todo el tratamiento de lo mental realizado desde la perspectiva de la tercera persona está equivocado desde el principio, porque parte de un supuesto falso, cual es que la ontología de la mente es objetiva, y utiliza un método equivocado, cual es el de la objetividad epistemológica. Es un error pensar que no puede haber ciencia sobre la conciencia: lo epistemológicamente subjetivo no es lo mismo que lo ontológicamente subjetivo: La subjetividad en la ciencia no hace referencia a un modo de existencia, sino a un punto de vista: al punto de vista del observador, cuyas afirmaciones pretendidamente científicas dependen en un lato porcentaje de sus emociones, valoraciones y prejuicios personales. Este es el caso de los materialistas eliminativos que concluyen que como lo mental es subjetivo y no material, hay que prescindir de la mente y de la subjetividad. Los dualistas de sustancias o propiedades, por su parte, llaman mente o conciencia no es más que el cerebro. A esto lo llama Searle también fisicalismo: los estados mentales no son más que estados cerebrales y así el dolor, por ejemplo, equivale a la estimulación de las fibras C . 60 La perspectiva de la tercera persona lleva a cabo una reducción ontológica y causal que no puede ser admitida por las razones expuestas. La reducción ontológica consiste, a grandes rasgos, en mostrar que objetos de ciertos tipos no consisten más que en objetos de otros tipos. Por ejemplo, mostrar que las sillas no son nada más que colecciones de moléculas. En tanto, la reducción causal busca mostrar que la existencia y los poderes causales de la entidad reducida "son completamente explicables en términos de los poderes causales de los fenómenos reductores" . Se puede ver como operan estas reducciones analizando el fenómeno de la percepción del color rojo. "Rojo" se puede definir con referencia a la experiencia subjetiva del mismo: señalando muchos ejemplares, definimos el rojo real como cualquier cosa que parezca ser roja al observador bajo condiciones normales. Luego de sufrir una reducción causal, el rojo pasa a ser definido en unos nuevos términos: los de la reflexión luminosa, porque se reduce causalmente a la reflexión de la luz, despojando así del color la experiencia subjetiva y perceptiva del mismo. Pero esto no quiere decir que hemos eliminado el aspecto subjetivo del fenómeno: lo que este patrón de reducción busca es "aislar los rasgos 61 60 Cfr. Searle, Mind, Language and Society, p. 49. 61 Searle, TRM, p. 114-115. INTERNALISMOS O MENTALISMOS VS. EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS 219 superficiales y redefinir la noción original en término de las causas que producen los rasgos superficiales" . 62 En el caso del color rojo, la apariencia subjetiva, lo meramente relativo al observador, es el rasgo superficial que se deja de lado al ser causalmente reducido y redefinido: ya no entra en la definición del fenómeno, pero queda relegado a la categoría de rasgo superficial que es efecto de unas causas subyacentes. El color es la reflexión de la luz que causa una determinada experiencia visual que decimos ser del color "rojo". Sin embargo, hay que recalcar que, en el caso de las apariencias subjetivas, tenemos un rasgo superficial que no es parte de lo que realmente es el fenómeno: la experiencia subjetiva del rojo no es parte del color real. Eso sucede, porque no se ha tenido en cuenta, en el análisis descrito, que el aspecto subjetivo de la conciencia no es un rasgo superficial que pueda ser desatendido en la definición del fenómeno: lo subjetivo es el rasgo esencial de la conciencia, de modo que si la redefinimos en términos de la realidad física subyacente, se nos escapa aquello en lo que el fenómeno consiste: "no podemos establecer este tipo de distinciones entre apariencia y realidad, porque la conciencia consiste en las apariencias mismas" . 63 Cuando Searle se refiere a la apariencia, está destacando, concretamente en el fenómeno de la percepción, que lo que nos aparece a nuestra conciencia -y ente caso a nuestro campo visual- es de la máxima relevancia cuando se trata de analizar el color como caso de percepción visual. No se haría un estudio filosófico completo de este fenómeno si no se incluyera el aparecer mismo de lo que causa la percepción en cuanto evento mental y consciente. Si no se actuara así, se tendría que reconocer como única descripción válida la de la ciencia, dándole a la palabra "apariencia" un sentido no epistemológico . 64 Los rasgos de la primera persona son irreductibles a los de la tercera persona. El patrón de reducción al que se ha hecho alusión aquí pretende siempre hacer de una cosa un rasgo superficial y efecto de otra distinta y no sólo mero efecto, sino además algo por lo cual el fenómeno no debe redefinirse por no ser real, por ser más bien una apariencia en el sentido de no pasar de ser un rasgo epistemológicamente subjetivo. De modo que tal reducción, aplicada a fenómeno como el dolor, la percepción y la conciencia, termina cayendo en la falacia de confundir como 62 Searle, op. cit. p. 119. 63 Searle, op. cit., p. 121-122. 64 Para un análisis más detallado de la relación conciencia-subjetividad-realidad, ver TRM, chapter 4, n. II. 220 PATRICIA MOYA CAÑAS cosas sinónimas lo epistemológicamente subjetivo con lo ontológicamente subjetivo. Este patrón de reducción llama apariencia a lo subjetivo y le niega existencia real. En el caso de la conciencia sucede que estamos ante "un universo que contiene un componente físico irreductiblemente subjetivo como componente de la realidad física" . 65 Conclusión Para dar término a este estudio, se intentará esclarecer qué es para Searle lo mental; ¿a qué nos referimos cuando hablamos de estados mentales? Ya se sabe que no estamos mencionando un algo más añadido a la realidad física, pero tampoco nos estamos refiriendo a una realidad que pueda ser considerada ontológicamente objetiva, como sí lo son ciertas propiedades o aspectos físicos. ¿En qué radica la diferencia? Para responder a esta cuestión, hay que tener claros los supuestos de los cuales Searle deriva todo su tratamiento de lo mental y que se mantienen como una constante en todas sus obras. Se trata de dos supuestos científicos que para él tienen el valor de verdades ya universalmente aceptadas y que no discute, ni tampoco demuestra. El primer y principal supuesto, fundante de la concepción de la mente que defiende Searle es la afirmación de que el mundo consiste enteramente en partículas físicas, en las propiedades físicas de éstas y en campos de fuerza que actúan sobre estas partículas. Siglos de investigación y avances científicos son los que arrojan esta verdad sobre nosotros, pues estos datos son independientes de cualquier parecer filosófico . Como consecuencia de estas verdades científicas aplicadas al cerebro, se ha llegado a la conclusión que Searle formula así: "Los fenómenos mentales están causados por procesos neurofisiológicos del cerebro y son a su vez rasgos del cerebro" . Esto que Searle dice repetidas veces en sus obras, que es algo sabido por todos (en realidad por cualquier persona medianamente culta), es lo que afirman las ciencias. 66 67 Otra afirmación que a Searle le parece obvia es que todos los fenómenos macromentales están causados por microfenómenos de nivel inferior. Esto es algo muy común en el mundo físico en el que se da esta relación causal de abajo hacia arriba . Cuando se aplica este tipo de relación causal al cerebro y a la mente, se puede afirmar que hay superveniencia 68 65 Searle, op. cit., p. 123. 66 Cfr. Searle, Mind, Language and Society, pp. 49 y 55. 67 Searle, TRM,p. 1. 68 Cfr. Searle, op. cit. pp. 125-126. INTERNALISMOS O MENTALISMOS VS. EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS 221 de lo mental sobre lo físico, pero esto no significa, como algunos afirman, que la mente o la conciencia sea un epifenómeno del cerebro. El cerebro causa la mente y en este sentido es que lo mental es biológico; no es un disparate afirmar que el cerebro entienda inglés cuando yo entiendo, o decir que mi cerebro es consciente , entendiendo por tal afirmación que el cerebro es causa de la mente, y la mente sobreviene a los procesos neuronales, en este sentido, los procesos neuronales son también, en cierto modo, mentales. Sólo en cierto modo, como su causa, pero son todavía procesos, y los eventos mentales son, más que procesos, estados. La concepción adecuada de la causa permite comprender que no se trata de epifenómenos, es decir, de realidades diferentes a sus causas, lo que llevaría a caer en el dualismo. Pues la causa, al ser intrínseca a su efecto, lleva en sí los mismos rasgos del efecto, sólo que en este caso concreto, se trata de rasgos de nivel superior. Sin esta manera de entender la causa, tampoco entenderíamos las causas de la guerra, de una depresión económica, etc.; nos veríamos reducidos sólo a la comprensión trivial de la causalidad que explica cómo un edificio colapsa con otro. Se trata, en este caso concreto de lo mental, de explicar que una serie de eventos neurofisiológicamente determinables concurren en la decisión consciente, sin que por ello se pueda explicar lo que está más allá del aspecto observable: la decisión consciente en cuanto tal, precisamente, porque se trata de algo subjetivo y cualitativo, perteneciente a la ontología de la primera persona, irreductible a la de tercera. 69 La cuestión que defiende Searle es el fundamento material de toda la realidad, pues todo en la naturaleza está causado por el nivel más básico en que se mueve la materia, el nivel de los quarks, muones y partículas subatómicas. La mente es causada también por este nivel material básico, pero ella misma es de un nivel material superior. Esta superioridad sólo puede ser explicada porque la mente misma causa otras realidades o estados: los intencionales, que no se dan nunca en el nivel inferior de la causalidad material. Sin embargo, esta conclusión que puede parecer lógica, no lo es completamente, pues se parte de un supuesto científico discutible, también desde el punto de vista científico, y, obviamente también, desde el filosófico. Searle se está moviendo en un campo de pensamiento reducido por ciertos supuestos, que en este caso actúan como prejuicios, científicos, pues descarta, como un pensamiento que sólo puede provenir de la religión o de supuestos místicos, la posibilidad de una naturaleza diferente a la física que 69 Cfr. Searle, "Intrinsic Intentionality", Behavior and Brain Science, vol. 3 (1980), pp. 450-456. 222 PATRICIA MOYA CAÑAS actúe en unión con ésta, intrínsecamente compenetrada con ella. Otro supuesto fundamental en el pensamiento de Searle es el del evolucionismo darwiniano, que apoya el supuesto anterior de la materia como componente intrínseco de todo lo real: "Nuestros cerebros son los productos de ciertos procesos de evolución y, como tales, son simplemente los más desarrollados en toda una serie de caminos de evolución que incluyen los cerebros de perros, babuinos, delfines, etc." . Si los perros no entienden mecánica cuántica es porque su cerebro no está desarrollado hasta ese punto. Nosotros venimos a ser "bestias biológicas seleccionadas para enfrentarnos con entornos cazadores-recolectores y, por lo que sabemos, no hemos sufrido ningún cambio significativo en nuestra dotación genética en varios miles de a ñ o s " . 70 71 La conciencia tiene un innegable rol evolutivo. Sin ella no podemos realizar las acciones que nos caracterizan como especie y que nos mantienen en el tiempo como tal: comer, hablar ni organizamos políticamente, etc. Así como las plantas necesitan de la fotosíntensis, los seres humanos necesitan de la conciencia para sobrevivir. La mayoría de las conductas que nos capacitan para sobrevivir son conductas conscientes y no se puede tener la conducta si se elimina la conciencia como t a l . Esta conciencia, como la mente, es producto de la evolución de la materia: "Debemos sentirnos perplejos por el hecho de que los procesos evolutivos produjeran sistemas nerviosos capaces de causar y mantener estados conscientes subjetivos" . 72 73 Nuevamente nos encontramos ante un resultado filosófico, producto de la aceptación acrítica de una teoría científica que lleva a explicar un hecho de la conducta humana dentro de unos límites en los que no cabe la posibilidad de que este mismo asombro lleve a una respuesta diferente. La situación en la que Searle se encuentra, hace muy comprensibles sus conclusiones y su comprensión de lo mental dentro de los márgenes de lo exclusivamente material, pues sus interlocutores rechazan siquiera la posibilidad de un estado mental que se diferencie de mecanismos artificiales o de procesos funcionales. También, en su ambiente cultural, lo mental como realidad o estado con notas peculiares, como son la subjetividad y propiedades cualitativas, no es más que el producto de estructuras sociológicas que hay que eliminar o modificar hacia un lenguaje de corte netamente científico. 70 Searle, TRM, p. 24. 71 Searle, Ibid. 72 Cfr. Searle, Mind, Language and Society, pp. 62-64. 73 Searle, TRM, p. 123. 223 INTERNALISMOS O MENTALISMOS V S . EXTERNALISMOS O ANTIMENTALISMOS Dentro de este "ambiente", la filosofía de Searle como defensa de la peculiaridad e irreductibilidad de lo mental en cuanto mental es muy interesante y representa una voz diferente, especialmente en la discusión filosófica anglosajona. Siempre queda una sombra de duda en la fidelidad que tiene Searle a la distinción entre la perspectiva de la primera y tercera persona, en la medida en que parece una distinción temporal, válida sólo hasta el momento en que los avances científicos nos expliquen cada uno de los fenómenos o estados intencionales. Su dependencia de la ciencia, en términos filosóficos, hace preguntarse si acaso no llegará un momento en el que será inútil hablar de superveniencia o de rasgos de nivel superior, pues los fenómenos materiales darán perfecta cuenta de los estados intencionales. Es cierto que éstos no dejarán por eso de ser intencionales y subjetivos, pero se homogeneizarían con respecto a los fenómenos que estudia la ciencia de corte exclusivamente físico, sin que haya nada que fundamente su superioridad. Puestos en tal caso, que es el que, por otra parte, espera Searle que suceda con el transcurrir de los avances neurofisiológicos , la conciencia y los estados intencionales tendrían que ser abordados desde la perspectiva de la tercera persona. ¿Dónde radicaría su especificidad? Sería una realidad ontológicamente subjetiva sólo hasta cierto punto: en cuanto la realiza un sujeto, pero todo su, por así decirlo, mecanismo interno, quedaría externalizado, porque sería posible de cuantificar y medir en términos objetivos. 74 Si llegamos, por ejemplo, a explicar neurofisiológicamente los mecanismos de la conciencia, sólo resta una diferencia importante que Searle considera, a saber, que la conciencia es un acto de un sujeto. El problema se presenta en que hay un salto entre el modo de entender el proceso neurofísico y el de entender el acto del sujeto consciente que no puede ser igualmente explicado desde la perspectiva neurofísica. Para Searle la respuesta está en no admitir tal salto (gap), pues mente y cerebro son una misma cosa o la una es un rasgo del otro. Pero me parece que realmente 74 Este es el pensamiento que me manifestó en las entrevistas que sostuve con él en Berkeley, enero y febrero de 2000. Al plantearle por qué tiene puestas tantas esperanzas en las investigaciones neurológicas acerca de la conciencia, cuando él ha elaborado una doctrina filosófica al respecto (cfr. J. Searle, The Mystery of Consciousness, Granta Books, London, 1997), me respondió que para él es de la mayor importancia el desarrollo de la ciencia, puesto que no ve una diferencia entre la investigación científica y la filosófica, no le parece que se sitúen en niveles de análisis diferentes, sino que ambas disciplinas pueden llegar a las mismas conclusiones. También es útil para este tema el artículo citado en nota 44. 224 PATRICIA MOYA CAÑAS se da tal salto, porque los procesos neurofisiológicos sólo pueden ser estudiados desde la perspectiva de la tercera persona, como procesos objetivos, medibles y cuantificables, mientras que el evento subjetivo e individual del sujeto consciente no sólo requiere la perspectiva de la primera persona, sino que también exige una explicación que no es científica, que sólo puede ser de índole filosófica, justamente por sus características de subjetividad e individualidad. Me parece que es esta una objeción que se le puede hacer a Searle y que no se resuelve debido, principalmente, a un prejuicio cientificista del que no se desprende, que le conduce, a su vez, a un materialismo que en algún momento hace crisis con la perspectiva de la primera persona y lo propio de lo mental. Esta contradicción es fruto de fundar su filosofía en presupuestos científicos considerados acríticamente, como patrimonio común, y en no considerar como diferente el nivel de la reflexión filosófica.